Alexandria (Virginia) – A casi cinco metros del suelo, entre barro y arena, uno puede extender la mano y tocar los restos de un barco, o tres, que datan de 1798 y que se hundieron mientras ayudaban a crear nuevas tierras en el próspero puerto comercial de esta ciudad.
La madera húmeda se secó por última vez cuando el residente local George Washington acababa de retirarse de la presidencia para ir a Mount Vernon, en una época anterior a la invención de la instalación de tuberías interiores, la iluminación de gas o la locomotora de vapor.
El principal arqueólogo de la ciudad dijo que a los barcos recientemente descubiertos conforman "uno de los sitios arqueológicamente más importantes de Virginia", en especial en un entorno urbano. Fueron hallados hace unas semanas por un equipo en una casa adosada y en un proyecto de condominio en Robinson Landing, a lo largo del río Potomac.
El barco más grande y mejor conservado fue descubierto el 29 de marzo en Alexandria (Virginia). Permanece parcialmente enterrado, pero parece tener unos 7,60 metros de ancho y 14 metros de largo.
(The Washington Post / Katherine Frey)
Los otros dos barcos, que se encuentran a lo largo del lado este del sitio de construcción y no son visibles desde la calle, se encontraron el 9 y el 16 de marzo.
En enero de 2016 se desenterró un cuarto barco histórico, a una cuadra al norte a lo largo del paseo marítimo, mientras se construía el nuevo Hotel Indigo.
Los especialistas también han desenterrado alrededor de 100.000 artefactos: la base de un molino harinero, monedas extranjeras de Irlanda, Inglaterra, Francia y España, piezas de cerámica, botellas y huesos de animales.
"Sabíamos que encontraríamos algo, pero tres (buques) es mucho", dijo Dan Baicy, director de campo de la exploración.
Los barcos eran probablemente mercantes comunes, según los arqueólogos, aunque sus astas reforzadas (piezas de madera curvadas que forman la parte inferior del bastidor de un barco) podrían significar que llevaban carga pesada o equipo militar.
Se usaron en el paseo marítimo, junto a los muelles de mamparo, para contener el suelo y convertir la cala original llamada Point Lumley en tierra que albergara almacenes, molinos y otros edificios comerciales.
Los barcos se mantienen húmedos porque cada momento que están expuestos al aire seco causa deterioro, según cuenta Eleanor Breen, arqueóloga de la ciudad en funciones. La madera está empapada y cubierta por la noche. Una vez documentada la ubicación original, las maderas serán llevadas a un almacén cercano, donde permanecerán bajo el agua hasta que los funcionarios de la ciudad decidan qué hacer con ellas.
Alexandria todavía recauda dinero para la conservación del barco del Hotel Indigo, que los residentes pudieron ver a medida que fue descubierto.
Carole Cloyd, que ha vivido cerca del lugar desde 1998, hizo una pausa en su caminata diaria con su esposo, un oficial retirado de la Fuerza Aérea, para decir que estaban encantados con los descubrimientos.
"Los hemos visto desenterrar, tapar, desenterrar, y tapar", decía mirando las costillas del barco. "Es increíble, es historia en ciernes", manifestaba.
La operación Washtub fue una operación secreta de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos y la Oficina Federal de Investigación durante la Guerra Fría para garantizar que hubiera espías en el entonces territorio de Alaska si la Unión Soviética invadía el territorio. [1]
Los planes se redactaron en 1950 y se pusieron en marcha a principios de la década de 1950. Se reclutó a un total de 89 agentes y se les pagó un estipendio de $ 3,000 por capacitación y estar disponibles para el servicio encubierto después de la invasión de Alaska por parte de la Unión Soviética.
Además, depósitos de comida, equipo de clima invernal y radios fueron colocados para ser usados por los agentes después de una invasión. Los agentes se habrían utilizado para reunir información de inteligencia e informar sobre las actividades del enemigo invasor. Además, algunos agentes tendrían la tarea de evacuar a las tripulaciones militares varadas en territorio soviético. El plan permaneció en vigencia hasta 1959, el mismo año en que Alaska se convirtió en estado.
Los detalles del plan se hicieron públicos en 2014 como resultado de una solicitud de la Ley de Libertad de Información (FOIA) por parte de Government Attic, un sitio web especializado en la publicación de documentos.
San Martín: un ejemplo de liderazgo para las organizaciones actuales
Los principios y valores del prócer argentino puede ser utilizados por los líderes de empresas para mejorar su performance.
Por Carlos Biscay - CEO de e-ABC Learning Apertura
La falta de líderes positivos es una problemática recurrente que sufren muchas organizaciones y que se agudiza año tras año, comprometiendo las posibilidades de crecimiento y progreso de empresas, instituciones educativas, e incluso países.
El liderazgo es una competencia clave para cualquier organización que pretenda desarrollar competitividad y alcanzar sus objetivos, ya que permite consolidar los valores de una organización, definir su rumbo, generar pautas de comportamiento, impulsar metodologías de trabajo, impregnar un espíritu de colaboración, y fomentar la motivación, participación e integración de sus miembros, en pos de evolucionar y alcanzar la prosperidad.
Sin embargo, la enorme importancia de desarrollar liderazgos sólidos es equivalente y directamente proporcional a la falta de líderes que padece el mundo en la actualidad.
El informe ‘Workplace Learning Report 2017’ de Linkedin Learning Solutions, refería que uno de los principales los principales objetivos de la estrategia de L&D de las empresas es precisamente desarrollar gerentes y líderes; siendo una de las habilidades más importantes para entrenar le liderazgo/gestión de personas (52 por ciento).
En este contexto, la vigencia de los valores y principios sanmartinianos, y el impacto positivo que provoca el desarrollo de este tipo de liderazgos en la gestión de instituciones educativas, empresas y entidades gubernamentales, adquiere mayor importancia y trascendencia.
Como señala Juan Marcelo Calabria, autor del libro ‘San Martín Modelo de Líder Americano’ y Miembro Correspondiente de Número por Mendoza de la Academia Nacional Sanmartiniana, José de San Martín era un hombre visionario, dedicado íntegramente a una misión sin ambiciones, sin sueños de deidad ni oropeles de gloria.
Si hacemos el ejercicio de trasladar estas características a un modelo de liderazgo, sin duda podremos pensar en organizaciones más sólidas y pujantes, con un fuerte compromiso en el bienestar de sus miembros y un claro beneficio en relación a sus aportes de valor hacia la sociedad.
“Sin duda San Martín representa un esquema de líder exitoso, producto del esfuerzo, el método, la disciplina interna y, por sobre todas las cosas, capaz de adoptar decisiones coherentes, construidas a través del análisis responsable de los factores económicos, culturales, políticos y sociales de la región; lo que lo llevó a ser un gobernante probo, un líder necesario para su tiempo y un compatriota admirado por propios y extraños”, manifiesta Juan Marcelo Calabria, orador principal del webinar gratuito ‘San Martín Modelo de Líder’, que se realizará el próximo 5 de abril, y cuyo objetivo será poner de relieve los aspectos más relevantes de la vida de este prócer argentino, como modelo de líder a seguir, con motivo de la conmemoración del Bicentenario de la Batalla de Maipú -como coronación de la empresa más ambiciosa de un hombre que hizo realidad sus sueños y la independencia de los países latinoamericanos-.
En efecto, su gran contracción al trabajo, su valentía, esmero, dedicación, sentido del deber, amplitud de miras, y su juicio crítico, entre un gran número de capacidades que supo conjugar a la perfección, convirtieron a San Martín en uno de los grandes líderes de su tiempo. Un modelo de liderazgo que si es adoptado por empresas, instituciones educativas y gobiernos, derivará en beneficio de las organizaciones que lo implementen y sus miembros.
El general José de San Martín es un verdadero guía para todos aquellos que tengan vocación de liderazgo, ya sea en el ámbito educativo, corporativo o en la vida pública.
Incorporar sus principios y valores a la gestión diaria de una organización es vital para poder crecer con equilibrio, valorando el esfuerzo y la honestidad, recociendo la necesidad de capacitarse para poder desempeñarse con eficiencia, y priorizando el bienestar de quienes nos rodean por encima de los intereses personales.
El liderazgo es algo que no abunda en el mundo, pero podemos desarrollarlo, y la impronta de José de San Martín sin duda es un faro que puede iluminarnos para alcanzar ese objetivo.
Una excavación arqueológica, que durará varios meses, comenzará este fin de semana en un sitio de entrenamiento de comandos de la Segunda Guerra Mundial en las Tierras Altas.
El castillo de Achnacarry, la casa ancestral de los jefes del Clan Cameron, fue crucial para la campaña aliada contra las potencias del Eje durante la Segunda Guerra Mundial.
El castillo, a unos 24 kilómetros al noreste de Fort William, se utilizó para entrenar a los comandos de élite de Gran Bretaña y Estados Unidos, así como de Francia, los Países Bajos, Noruega, Checoslovaquia, Polonia y Bélgica desde 1942 hasta 1945.
Las excavaciones anteriores han descubierto munición real, incluidas balas para las armas alemanas capturadas.
Lochaber, una gran zona montañosa de las Tierras Altas de Escocia, proporcionó un duro campo de entrenamiento para los comandos aliados en la Segunda Guerra Mundial.
El Monumento conmemorativo cerca del puente Spean recuerda el papel de Lochaber en la producción de tropas de élite, y también recuerda a los hombres que emprendieron el entrenamiento en las montañas, bosques y la base del área de entrenamiento, Achnacarry Castle, antes de ver acción en la guerra.
Combatientes del Reino Unido, Francia, Holanda, Canadá y los EE. UU. se encontraban entre los combatientes aliados que se pusieron a prueba en el Centro de entrenamiento básico de Comandos.
Los terrenos de Achnacarry House son el foco de un proyecto de investigación que involucra a la Sociedad de Arqueología de Lochaber. La excavación comenzará este fin de semana.
Los instructores incluyeron al holandés Cpl Martien van Barneveld, la figura alta con una boina en la foto en una tormenta de nieve en el centro. Veterano de la Batalla de Arnhem, era conocido por sus reclutas holandeses como el Gran Hombre de Achnacarry.
Un curso para los Rangers de los EE. UU. se llevó a cabo en el sitio desde el 30 de junio de 1942 hasta el 1 de agosto de 1942. Estos guardaparques que tomaban un descanso durante el entrenamiento se preparaban para las operaciones en el norte de África.
Más de 25,000 hombres pasaron por Achnacarry desde que el comando se abrió en 1942 y hasta que cerró en 1946.
Además de las excavaciones arqueológicas, la sociedad y la Asociación de Veteranos del Comando han estado reuniendo fotografías de las familias y los Museos de la Guerra Imperial de la vida en Achnacarry.
La conquista de Lleida la convirtió en la primera capital catalana en manos del ejército franquista
El día que Franco entró en CatalunyaLa popular Calle Mayor de Lleida protegida con sacos terreros de las balas que el Ejército Popular disparaba desde el otro lado del río (Fons Porta / Servei Audiovisuals)
El 27 de marzo de 1938, las tropas de legionarios y marroquíes comandados por el general Yagüe entraron por la mañana en Barbastro y Fraga y hacia el final del día tomaron Massalcoreig, la primera localidad catalana ocupada por el ejército franquista. Yagüe había roto las defensas republicanas y después de atravesar el Cinca tenía muy claro su próximo objetivo, conquistar Lleida para la España de Franco. Mañana, 3 de abril, se cumplen 80 años de aquella batalla que significó la irrupción por la fuerza de las armas de un nuevo régimen político. La caída de Lleida significó para el bando republicano la certeza de que la guerra no podía ganarse. Los franquistas pronto llegarían al mar por Vinaròs y aislarían Catalunya, desde el margen izquierdo del Segre por el oeste y del Ebro por el sur. Según los historiadores, Yagüe quería atravesar el Segre y avanzar hacia Barcelona, pero Franco se lo impidió. La guerra aún duraría otro año.
El mismo día 27 de marzo, los aviones italianos y alemanes bombardearon Lleida sin piedad, acción que repitieron el día 30 con el ánimo de debilitar la moral combativa. Buena parte de la población civil optó por abandonar la ciudad, y de estos, muchos se refugiaron en pueblos vecinos o en torres de la huerta. Lleida quedó desierta y con grandes columnas de humo y polvo, sin agua, ni luz, derruidos numerosos edificios oficiales y en la práctica, inhabitable en buena parte del centro histórico. Cuando las bombas dejaron de caer, llegó la 46ª División, comandada por Valentín González, conocido como El Campesino , al que se había encargado, junto a otros batallones, la defensa de Lleida.
Aviones italianos y alemanes habían bombardeado antes la ciudad intensamente
La resistencia republicana en los campos alrededor de la capital consiguió frenar el avance durante cinco días, a costa de numerosas bajas causadas por la artillería nacional, la aviación y también unidades de carros de combate. Yagüe concentró sus fuerzas por la carretera de Zaragoza y así el día 2 de abril conseguían tomar la colina de Gardeny al mismo tiempo que otras columnas se infiltraban por la carretera de Huesca.
Según el historiador Joan Sagués, autor de La Lleida vençuda i ocupada del 1938 (Pagès Editors), “los combates fueron muy intensos, calle por calle, casa por casa, y los republicanos ya estaban preparados para lo peor, así que incendiaron varias casas en el centro y con el Tabor Ifni Sahara y la 43 Bandera de la Legión pisándoles los talones pasaron al margen izquierdo del Segre y dinamitaron el Pont Vell, aunque hay otras versiones que aseguran que sólo dinamitaron el del Ferrocarril”.
La caída significó para el bando republicano la certeza de que la guerra no podía ganarse
La voladura se produjo una media hora después de que los soldados franquistas izaran la bandera rojigualda en la Seu Vella y se desplegaran por el centro urbano histórico. El río era la tierra de nadie que dividía el frente de guerra. Los republicanos pasaron de defender la ciudad a disparar sobre ella. La República había perdido Lleida, pero la ocupación franquista no trajo la paz, pues el frente todavía permanecería activo nueve meses más, hasta Navidad.
La tarde del domingo 3 de abril, el general Yagüe tomó posesión de la Comissaria de la Generalitat en Lleida, la actual Diputación, y tras izar la bandera en el balcón, dio un discurso a los escasos leridanos que habían salido de sus refugios. “Vengo en nombre del Caudillo a daros el pan, la paz y la justicia”.
La caída de Lleida fue considerada una “resistencia heroica” por la prensa republicana, mientras que los diarios de la zona nacional resaltaban que “Lérida volvió el domingo a ser de España”, según recoge Sagués en su libro. La estrategia seguida por El Campesinofue criticada incluso por camaradas comunistas, como José del Barrio, que, en sus memorias, le acusa de abandonar su puesto, escudándose en que se encontraba enfermo. Está confirmado que Valentín González marchó de Lleida mucho antes de la voladura del puente y que fue trasladado a Barcelona en ambulancia.
La fotografía, de autor desconocido, es el único documento gráfico de los combates entre republicanos y franquistas por las calles de Lleida (Arxiu fotogràfic/Ateneu Popular)
Las calles de Lleida se llenaron de soldados y al día siguiente de la ocupación, la población civil empezó a congeniar con los conquistadores. Detrás del Estado Mayor de Yagüe viajaba una numerosa comitiva de periodistas, españoles y extranjeros. Entre ellos cabe destacar el tándem formado por Víctor Ruiz Albéniz, que firmaba con el seudónimo de El Tebib Arrumi, abuelo del exalcalde de Madrid Alberto Ruiz Gallardón, y el fotógrafo José Demaría, más conocido como Campúa. La crónica de El Tebib Arrumi describe una ciudad “con muy poca gente” y destrozada por la “iracundia” del enemigo “sobre todas las iglesias y la magnífica catedral”. También explica que algunas zonas son peligrosas por los disparos republicanos desde el otro lado del río y se refiere a El Campesino, que “escapó ayer tarde a las seis, acreditándose como discípulo de Prieto a costa de tanta fuga como va practicando”.
A su vez, las fotos de Campúa muestran cadáveres por las calles, casas abiertas por las bombas y el encuentro entre la población que saluda brazo en alto, además de muchos soldados con guitarras y botellas de vino. Un compañero de fatigas de Ruiz Albéniz y Campúa siguiendo la campaña de Yagüe es el barman Perico Chicote, que se encarga de la intendencia de los periodistas y del propio general. Campúa lo fotografía paseando por una ciudad y bebiendo vino, celebrando la victoria.
Pese a la ocupación franquista, el frente aún seguiría activo nueve meses más
La normalización de la vida ciudadana y de los servicios públicos era muy difícil al estar la ciudad en primera línea de fuego y el retorno de los vecinos fue escalonado. Paralelamente se inició una dura represión que conllevó el uso de varios edificios religiosos y la propia Seu Vella como cárceles, el espacio previo al juicio sumarísimo y en su mayoría al pelotón de fusilamiento. Según Joan Sagués, “los nueve meses posteriores a la ocupación fueron de duros combates en todo el frente del Segre, como el de la masacre del Merengue, en la cabeza de puente de Balaguer, donde centenares de soldados de la denominada Quinta del Biberón cayeron muertos por las ametralladoras de una columna falangista”. Es muy posible que la caída de Lleida fuera uno de los hechos bélicos que llevaron a Màrius Torres a componer tal vez su poema más famoso, La ciutat llunyana, una reflexión íntima sobre la derrota y la destrucción de “la ciutat d’ideals que volíem bastir”, y como reconstruirla con la esperanza. “Ja no ens queda quasi cap més consol que creure i esperar la nova arquitectura amb què braços més lliures puguin ratllar el teu sòl”.
Con un trozo de Catalunya en sus manos, Franco firmó el día 5 de su puño y letra la derogación del Estatuto de Autonomía y tres días después fusilaba a Manuel Carrasco i Formiguera. Juan Negrín tuvo que formar un nuevo Gobierno con un programa de trece puntos para negociar la paz. “Resistir es vencer”.
"Lo curioso no es cómo se escribe la historia, sino cómo se borra", refería Manuel Alcántara. El viejo maestro del articulismo español aludía de algún modo a la amnesia personal y también a la colectiva, a esas operaciones de ocultamiento que nos prodiga el inconsciente o que nos imponen los hábiles memorialistas del sentido. En la Argentina se ha borrado la verdadera historia de los primeros e infaustos años 70, con sus abominables crímenes políticos y bajo la falsa idea de que recordarlos implicaría justificar la última dictadura. Mediante este chantaje eficaz, según el cual quienes objetan aquellas "ejecuciones revolucionarias" están a favor de "la teoría de los dos demonios" y necesariamente trabajan para los genocidas, resulta que los terroristas deben ser evocados como jóvenes inocentes, lúcidos y democráticos, y Perón debe ser despegado de la salvaje persecución de "izquierdistas" que ordenó desde el poder, de los atentados perpetrados por la Juventud Sindical que actuaba bajo su inspiración y de las organizaciones paraestatales de represión ilegal que montó su gobierno. Durante los últimos actos del 24 de Marzo, quienes jamás pidieron perdón por sus aberraciones, quienes practicaron como soldados el terrorismo en democracia y después se refugiaron como pacifistas en los organismos de derechos humanos, celebraron una nueva misa laica y declararon su autoamnistía. Borrón y cuenta nueva, compañeros; teníamos razón en la lucha armada y no vamos a andar pisándonos el poncho, ni a darle pasto a las fieras. Somos buenos, nosotros somos buenos, y la "contradicción fundamental" consiste ahora en olvidar los pecados y divergencias, y unirnos para combatir al partido del "antipueblo", reencarnación actual de aquel despotismo sangriento. El "Nunca más" se ha transformado así en un libraco inútil y sospechoso, y campea en nuestro país un nuevo pacto de impunidad para quienes no quieren dar cuenta de sus actos ya no solo ante los tribunales, ni siquiera ante el juicio de la Historia.
En un momento de esa ceremonia escalofriante, los oradores aseguraron defender "la política como herramienta de transformación de la realidad". Sin embargo, enumeraron enseguida facciones que son precisamente la negación del Estado de derecho y la consagración de la antipolítica, y lo hicieron con orgullo reivindicativo: Montoneros, FAP, FAL y ERP. Figura en esa antología patriótica el Partido Comunista, que no fue mencionado en la lista de los colaboracionistas del régimen militar, siendo que los soviéticos y su sucursal argentina establecieron una provechosa alianza comercial con Videla. También se soslayó que la cúpula montonera, creyendo que venía una especie de Lanusse y no el nefasto almirante Massera y sus pistoleros y torturadores, anhelaba el golpe castrense, alarmada e incómoda por la cacería que el propio peronismo ortodoxo había desatado contra ella. Y por supuesto, se ha omitido que los trostkistas revolucionarios tenían el mismo anhelo y pugnaban por apurar y agudizar las contradicciones; porque ya se sabe: cuanto peor, mejor.
Para entender la gravedad simbólica e institucional que implica rehabilitar de manera heroica y con adulteraciones grotescas aquellas aventuras a puro gatillo y trotyl, solo habría que imaginar qué ocurriría si en España se realizara hoy un acto celebratorio de la ETA o en Colombia se organizara una marcha para ensalzar la lucha de las FARC, cuyos dirigentes han tenido al menos la honestidad de pedirles disculpas a sus víctimas por los secuestros y masacres. Aquí nadie se arrepiente y a nadie le importa nada; cunden la cobardía, la hipocresía y la indiferencia entre la clase dirigente (cuando no directamente el analfabetismo histórico), y una parte relevante de la intelectualidad actúa por acción o por omisión como facilitadora de este peligroso fraude convertido en doctrina. Porque si bien es verdad que cuanto más se achica un grupo más se radicaliza, y que por lo tanto estos discursos son ignorados por su pequeñez sectaria, no es menos cierto que ese "relato" penetra en algunas aulas con fuerza pedagógica. Militantes de este gran camelo son invitados por centros de estudiantes para bajar línea en las escuelas, y docentes agremiados divulgan la historia amañada bajo la aquiescencia de directores y de progenitores acojonados por el clima general, o con la mirada complaciente de esos otros padres que integran el orgulloso "Progresismo 4x4" de los barrios más paquetes. No se trata únicamente de manipular la memoria, sino de transmitir la ocurrencia de que vivimos en la actualidad bajo un nuevo orden represor. Que como a Maldonado, a cualquiera lo pueden eliminar del mapa. Nadie explica el monumental montaje político que se armó con ese drama, y entonces se suceden anécdotas como las que sufrió recientemente un amigo; su nieta de seis años llegó temblando del colegio, su madre la abrazó y le preguntó por qué estaba angustiada, y la nena le dijo: "Tengo miedo de que me desaparezcan". Seis años.
No solo es necesario ocultar los homicidios setentistas y disfrazar a los guerrilleros de algo que nunca fueron (demócratas), sino que es preciso vincular el más tenebroso gobierno de facto con un simple gobierno constitucional. El pasado con el presente. Y esa jugada se puede observar en el documento del 24: su propósito fue demonizar a Macri y convertir a los presos comunes de la política en presos políticos de una nueva tiranía. Ellos no son entonces los grandes corruptos que le robaron al pueblo, sino abnegados militantes del campo popular que están siendo proscriptos. En ese texto se lamenta que no hayan ido a la cárcel los directores de los principales diarios, y se sigue acusando a los periodistas de las peores calamidades. Denuncian lo que callaban con Cristina (la penosa situación de las cárceles), mencionan razonablemente el asunto Chocobar (un error político del Presidente) y gritan "basta de matar", pero hacen la vista gorda con los pobres que asesinan en las calles esos mismos delincuentes prohijados por su abolicionismo jurídico. Y se mantienen, obviamente, solidarios con Venezuela, brillante laboratorio de su propio fracaso. Cualquiera, sin embargo, puede acordar con ellos en que la muerte de Nahuel Rafael es todavía una mancha y una duda, aunque parece que ya se olvidaron de las múltiples víctimas de violencia institucional ocurridas durante "la década ganada" -hechos aún impunes-, y naturalmente del escandaloso encubrimiento por la muerte del fiscal Nisman, cuyos principales sospechosos se encuentran dentro de su propia tropa.
La opinión que Graciela Fernández Meijide, en nombre de la ley y contra toda medida que implique comerse al caníbal aun en el extremo caso de Astiz (con cáncer y con pedido de prisión domiciliaria), mereció no solo insultos antes y después del acto, sino hasta la orden de hostigarla por parte de algunos exmontoneros. A este articulista, como también a cualquier miembro del Club Político Argentino, le repugnan los criminales de lesa humanidad (mantengo por Astiz la misma simpatía que por una cucaracha voladora), y desearía que los beneficios que los asisten a él o a cualquiera de sus socios sean lo más restrictivos posibles. Pero el ataque a Graciela fue una demostración más de que este colectivo que acaba de autoamnistiarse no tolera disidencias ni acepta el acuerdo democrático. No tienen por qué aceptarlo; en realidad nunca creyeron en él. Siempre fueron fascistas de izquierda. Pero fascistas al fin.
El inmenso poder de las legiones del ejército romano
Preparadas para conquistar y proteger el mayor imperio entonces conocido, las legiones de Roma fueron la fuerza de combate más eficaz del mundo antiguo.
Las legiones romanas (del latín legio, derivado de legere, recoger, juntar, seleccionar) eran la unidad militar de infantería característica de la antigua Roma. Una legión consistía en un cuerpo de infantería pesada formado por unos 4.200 hombres, según cuenta el historiador griego Polibio (siglos III-II a.C.). Pero andando el tiempo, la composición de una legión alcanzaría entre los 5.200 y los 6.000 soldados de infantería acompañados por unos 300 jinetes, llegando así a un total de entre 6.000 y 6.300 efectivos, según refiere el historiador romano Tito Livio (siglos I a.C.-I). Las legiones tenían asignado un nombre y un número; de este modo se han identificado históricamente cerca de cincuenta legiones, aunque nunca llegó a haber tantas en un mismo momento de la historia de Roma. El número usual era de 28 legiones con sus unidades auxiliares, y se reclutaban más según las necesidades estratégicas y territoriales en cada momento.
En la época de la monarquía primitiva romana, la legio englobaba al ejército en su totalidad, compuesto de ciudadanos reclutados para las armas. Formaba al estilo de la falange clásica de las polis griegas, una formación muy cerrada y consistente pero de escasa movilidad, en la que los soldados oponían un frente de picas al enemigo. Con el advenimiento de la República, la legio se subdividió en dos legiones separadas, cada una bajo el mando de uno de los dos cónsules. Más tarde, tras la reforma de Cayo Mario (157-86 a.C.), político y militar romano y tío de Julio César, se adoptó el sistema de cohortes, formadas por unos 480 hombres divididos en tres manípulos de 160 soldados, divididos a su vez en dos centurias. Durante el Imperio Romano, la legión estuvo comúnmente reforzada por tropas aliadas, las auxilia, compuestas por soldados que no eran ciudadanos romanos. Estas tropas auxiliares eran reclutadas entre mercenarios o pueblos cuya habilidad bélica era bien conocida, como los jinetes númidas o los honderos baleares.
Con el Imperio, la legión fue estandarizada y dotada de sus símbolos más reconocibles (los estandartes, el águila imperial), y alcanzaría su máximo poder y eficacia. Las legiones estuvieron comandadas desde entonces por un legatus (legado), que se convirtió en uno de los personajes más importantes del mundo romano. Usualmente, los legados eran elegidos entre senadores que rondasen los 30 años de edad y estaban en el cargo por tres años. Los subordinados inmediatos del legado eran seis tribunos militares, también elegidos para el puesto: cinco oficiales regulares y un noble en representación del Senado. Por debajo de estos había un grupo de oficiales con diversos cometidos: servicios médicos, ingenieros, cronistas y el praefecti castrorum (prefecto o comandante de campo), que antes debía haber servido como primus pilus o primer centurión. A continuación se hallaban los centuriones, que tenían como subordinado a un optio. Finalmente, en el lugar más bajo del escalafón estaba la masa de legionarios, los fieros legionarios de Roma, para los que era un motivo de orgullo servir –y morir, si era preciso– en las míticas legiones.
Izquierda: la compañía de Wittmann, el 7 de junio de 1944, camino a Morgny. Wittmann está de pie en la torreta de Tiger.
Entre el mito y la realidad se encuentra una figura de gran importancia en la historia de la guerra blindada. Michael Wittmann, el as panzer más exitoso de la Segunda Guerra Mundial y en la historia de la guerra, fue una persona carismática y sus logros en el campo de batalla a menudo fueron recibidos con elogios. Antes de convertirse en el famoso Ace, se desempeñó como soldado privado, se unió al ejército en 1934. Después de dos años de servicio en el que obtuvo el rango de suboficial, Wittmann se unió a las SS y más tarde solicitó la primera SS formada -Panzer-División Leibstandarte SS Adolf Hitler, donde adquirió su formación de conductor. Después de participar en la ocupación de Austria y los Sudetes, se convirtió en miembro del Partido Nazi.
1. Primeros años de acción
A pesar de que Wittmann mostró entusiasmo y ambición por ser un conductor de tanques, debido a su rango e inexperiencia (ya pesar de su talento), se le unió a una unidad de reconocimiento dentro de la 1.ª División SS-Panzer. Se le dio el comando de un vehículo blindado Sd.Kfz.232 (un pesado vehículo blindado de seis ruedas).
Sd.Kfz.232
Como el Liebstandarte SS se formó inicialmente como la unidad de guardaespaldas personal de Hitler, sus divisiones de tanques se consideraron de élite. La unidad comprendía varios ases de tanques futuros, como Hannes Philipsen y Helmut Wendorff. Wittmann se ganó su confianza y respeto, a pesar de que solo estaba operando como un conductor de vehículos de reconocimiento. Wittmann pasó por la campaña polaca como parte de la 17ª Compañía de Exploradores Blindados de la Liebstandarte SS. Después de Polonia, recibió entrenamiento adicional en Berlín y fue transferido a la SS-Sturm-Batterie (batería de armas de asalto - Sturmartillerie) de LSSAH, equipada con cañones de asalto Sturmgeschutz III. Fue a partir de este momento que Wittmann mostró su habilidad milagrosa que lo lanzaría a la leyenda.
2. El frente oriental: el camino a la gloria
Después de una exitosa campaña en los Balcanes, donde Wittmann demostró su valía manejando un Stug III (especialmente en Grecia), su división fue transferida para ayudar a las tropas alemanas en el frente oriental. Apenas un mes de la campaña, recibió la Cruz de Hierro de Segunda Clase por su excelente servicio contra los tanques enemigos. Wittmann fue herido, pero se negó a abandonar el campo de batalla, lo que le valió una insignia de herida. Su Cruz de Hierro se convirtió en Primera Clase después de noquear a 6 tanques soviéticos en un solo enfrentamiento. Avanzó en las filas y se le ofreció entrenamiento adicional, luego de lo cual finalmente se le presentó su arma preferida: el PzKpfw VI Tiger.
Regresó al campo de batalla en 1943, justo a tiempo para participar en la batalla de tanques más grande de la historia: la Batalla de Kursk, o como lo llamaron los alemanes, la Operación Ciudadela. Su recuento de muertes comenzó a aumentar. Wittmann destruyó 12 tanques soviéticos T-34 solo el primer día. En esta ocasión, rescató a Helmut Wendorff y su escuadrón que fueron inmovilizados por la armadura del Ejército Rojo. Esto fue el 5 de julio de 1943. La batalla que incluyó la sangrienta batalla por la ciudad de Kharkov terminó el 17 de julio y el puntaje de Wittmann incluyó 30 tanques y 28 cañones antitanque.
3. Un artillero genio
Michael Wittmann no fue el único que contribuyó al éxito y la superioridad de la armadura alemana: siempre estuvo rodeado por un equipo de primer nivel elegido a mano. A pesar de que cambió un número de miembros de la tripulación, pasó la mayor parte de la guerra acompañado por su artillero objetivo, Balthasar "Bobby" Woll. Woll era famoso en el ejército alemán, tanto como el mismo Wittmann.
La capacidad de Woll de disparar objetivos mientras el tanque se movía a gran velocidad fue sorprendente. Wittmann y Woll demostraron ser un gran equipo. Pasaron la mayor parte de su tiempo en el frente oriental, adquiriendo asesinatos a diario. Los dos eran amigos cercanos y Woll incluso sirvió como testigo de la boda de Wittmann. Balthasar Woll recibió la Cruz de la Cruz de Hierro de Caballero en 1944. Poco después, recibió el mando de un tanque propio. Fue gravemente herido en 1945, en Francia, cuando su escuadrón de tanques fue bombardeado por aviones aliados y diezmado. Woll estaba en un hospital cuando terminó la guerra. Después, se convirtió en electricista en Alemania Occidental. Él murió en 1996.
El Tiger S04 de Wittmannn y su tripulación. El segundo de la izquierda es Bobi Woll.
4. Mientras tanto, de vuelta en el frente oriental ...
Cuando los contraataques soviéticos comenzaron a expulsar a los alemanes de Rusia, el único que parecía no verse afectado por este giro de los acontecimientos fue Michael Wittmann. Su recuento de muertes continuó creciendo. Recibió la Cruz de los Caballeros por neutralizar 88 tanques y tanques destructores. Además de esto, Wittmann destruyó varias armas antitanque y antiinfantería. Él controló el campo de batalla, sintiéndose más seguro y seguro de sí mismo después de cada victoria.
T-34 ardiendo.
Wittmann se ganó el apodo de The Black Baron, como referencia de Manfred von Richthofen, que era conocido como el Barón Rojo. Este apodo no solo reflejaba su éxito en el campo de batalla, sino también la caballerosidad que practicaba. Hay una anécdota que dice que Wittmann noqueó a un T-34 soviético en una ocasión y que la tripulación enemiga estaba en llamas mientras salían del flamante casco del tanque. Wittmann detuvo su tanque y ordenó a sus hombres que ayudaran al equipo enemigo cubriéndolos con mantas para extinguir el fuego. Después de que todo terminó, los dos lados se separaron, ambos preservando su honor militar.
5. El ejército de un solo hombre en Villers-Bocage
Los restos de la primera columna de transporte de la Brigada de Fusileros y un cañón antitanque de 6 libras, en la carretera entre Villers-Bocage y el punto 213.
Tal vez la victoria más famosa lograda por Michael Wittmann es la de Villers-Bocage. Estuvo destinado en Francia en 1944, como parte de la fuerza de defensa contra la invasión Aliada. En ese momento, se confió en Wittmann para proteger la ciudad de Villers-Bocage junto con otros cinco tanques Tiger aparte del suyo. Estaban apostados cerca de la ciudad en el punto con nombre clave Colina 213.
Los elementos líderes de la 7ma. División Blindada británica (las famosas Ratas del Desierto) estaban en movimiento con uno de sus objetivos era tomar Villers-Bocage. Wittmann no esperaba que los Aliados llegaran tan pronto. A pesar de que no fueron detectados en el momento en que los tanques británicos se acercaban a la ciudad, estaba claro que pronto serían descubiertos e invadidos. Los británicos tomaron Villers-Bocage sin luchar, pero a la mañana siguiente se desató el infierno. Mientras la mayor parte de la columna aliada continuaba hacia la Colina 213, Wittmann organizó un ataque sorpresa.
Solo, procedió a atacar la parte posterior de la columna mientras que los otros cuatro Tigres lucharon contra el frente británico. Wittmann causó pánico masivo al noquear a 8 tanques aliados y una serie de semiorugas y cañones antitanque. Luego cargó contra la ciudad de Villers-Bocage. El elemento de sorpresa alimentó aún más su blitzkrieg, ya que los Aliados no respondieron rápidamente mientras Wittmann neutralizaba sus tanques, sufriendo un daño mínimo.
Los relatos difieren en cuanto a lo que sucedió después. Los historiadores registran que, después de la destrucción de los tanques OP, Wittmann se batió a duelo brevemente sin éxito con un Sherman Firefly antes de retirarse. Luego, se informó que el Tiger continuó hacia el este hasta las afueras de la ciudad antes de ser desactivado por un arma antitanque. Sin embargo, el propio relato de Wittmann contradice esto; él declaró que su tanque fue desactivado por un arma antitanque en el centro de la ciudad. En menos de quince minutos, trece o catorce tanques, dos cañones antitanque y entre trece y quince vehículos de transporte habían sido destruidos por el Batallón Blindado Pesado 101 de las SS, la gran mayoría atribuida a Wittmann. (ver más sobre este combate en estas las entradas siguientes: entrada 1, entrada 2, entrada 3)
6. ¿Brillo estratégico o valentía imprudente?
A pesar de que Michael Wittmann se convirtió en un nombre muy conocido en Alemania después de Villiers-Bocage, gracias a la propaganda nazi que, en 1944, necesitaba desesperadamente héroes inspiradores, muchos historiadores han cuestionado las decisiones estratégicas de Wittmann. Algunos historiadores de finales del siglo XX elogiaron la emboscada de Wittmann en la colina 213 con palabras como: "uno de los enfrentamientos más sorprendentes en la historia de la guerra blindada" y "una de las acciones más devastadoras de la guerra".
Otros, como el comandante de tanque e historiador alemán Wolfgang Schneider, descartan la imagen ideal que se le otorgó a la figura de Michael Wittmann, considerando sus acciones imprudentes y apresuradas. Considera que Wittmann dejó irresponsablemente al resto de su escuadrón para enfrentar a los británicos que en ese momento ya estaban en posición defensiva. El historiador Steven Zaloga atribuyó muchas de sus victorias en el frente oriental a la excelente tecnología de la armadura y potencia de fuego alemanas, desacreditando así el estatus de culto de Wittmann. Él indica que Wittmann duró solo dos meses en el frente occidental porque los tanques aliados habían alcanzado los criterios necesarios para luchar contra los alemanes por igual.
7. Confusión sobre la muerte de Wittmann
Se ha sugerido una gran cantidad de teorías sobre la muerte de Wittmann. Una fuente declaró que los británicos le pusieron una recompensa después de la escaramuza Villers-Bocage, pero el ejército británico negó esta afirmación. Sin embargo, Wittmann murió en batalla el 8 de agosto de 1944, cuando su tanque Tiger (número 007) fue destruido durante una emboscada cerca de la ciudad francesa de Saint-Aignan-de-Cramesnil. Las SS quisieron describir su muerte como heroica al afirmar que murió en un ataque de la RAF de la que estaba indefenso, lo que enfatiza el carácter cobarde de los Aliados.
Este reclamo fue desestimado debido a la evidencia sustancial que demuestra que Wittmann fue víctima del artillero británico Joe Ekins del 1.º Northamptonshire Yeomanry, que estaba manejando el arma de un Sherman Firefly. Se sugirieron otras unidades, como la 1.ª División Acorazada Polaca, la 4.ª División Acorazada Canadiense, el 14.º Regimiento Royal Armored Corps, pero todas estas reclamaciones fueron desestimadas tras un examen exhaustivo realizado por un historiador, Brian Reid. La tripulación del tanque destruido fue enterrado en una tumba sin nombre. En 1983, la comisión alemana de tumbas de guerra localizó el sitio del entierro. Wittmann y su tripulación fueron enterrados juntos en el cementerio de guerra alemán de La Cambe, en la trama 47-fila 3-tumba 120, en Francia.