sábado, 11 de enero de 2020

España: La reconquista que no fue

La Reconquista que no existió

Los historiadores cuestionan el término porque lo consideran más fruto de la ideología que de la realidad 


El triunfo de la Santa Cruz en la batalla de las Navas de Tolosa, de Marceliano Santa María Sedano (©Museo Nacional del Prado)


Eduardo Magallón || La Vanguardia

En 1936, el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua (RAE) incorporó una segunda acepción al término “reconquista”: “Recuperación del Territorio hispano invadido por los musulmanes en 711 d.C. que termina con la toma de Granada en 1492”. Y precisa que en ese caso debe escribirse con mayúscula inicial. La Reconquista con mayúscula es un término que ha caído en desuso por –según los historiadores consultados- las connotaciones ideológicas que tiene.

La mayoría de los estudiosos del periodo creen que esencialmente lo que se dio en aquel periodo fue un proceso de expansión o de conquista de un territorio en manos de los musulmanes. No una reconquista.
José Luis Corral, Universidad de Zaragoza


“La batalla de Covadonga jamás existió. En todas las crónicas cristianas anteriores al año 883 no aparece nunca”

Vayamos al principio. La tradición marca que unos seis u once años después de la invasión de T áriq ibn Ziyad del 711, en Covadonga se libró una batalla entre Don Pelayo y el ejército musulmán que más de 100 años después se situaría como el hito fundacional del reino de Asturias. “Toman las armas, se alzan las catapultas, se disponen las hondas, brillan las espadas, se erizan las lanzas y sin cesar disparan saetas”. Así es como en la Crónica de Alfonso III (escrita un siglo después) se relata el arranque del combate.

“La batalla de Covadonga jamás existió. En todas las crónicas cristianas anteriores al año 883 no aparece nunca la Batalla de Covadonga lo cual es sintomático. Y en las crónicas musulmanas no aparece en ninguna”, señala José Luis Corral, profesor de Historia de la Universidad de Zaragoza y autor de novelas históricas como “El Cid”.

Estatua de don Pelayo en Covadonga (Archivo)

“Ese relato de la batalla está literalmente copiado de un pasaje de la Biblia. En estos primeros relatos medievales aparece el rey Pelayo derrotando a los caldeos, un pueblo mítico del actual Iraq, en lugar de a los musulmanes. Eso se debe a a que es un relato copiado de la Biblia, concretamente del libro del Éxodo del viaje de Moisés al Mar rojo y del Libro Primero de los Jueces”, zanja el profesor.

“Pelayo es un caudillo que existió como un personaje que defendió el territorio del norte cristiano de los musulmanes”, matiza. “Hay muchas teorías: que era nieto de la familia real visigoda, que era descendiente de un duque de Cantabria, otros los sitúan como un caudillo de la aristocracia local. No está muy claro. Es verdad que es un personaje histórico que resiste la invasión islámica probablemente porque no quería pagar impuestos ni someterse y que quiere reivindicarse a través de la religión cristiana”, según Corral.
José Enrique Ruiz-Domènec, UAB



“El concepto de reconquista fue convertido en el siglo XIX en un artefacto ideológico, poderoso que llevó incluso la erre inicial a ponerla en mayúscula”

Aña Echevarría e Iñaki Martín en La Península Ibérica en la Edad Media (Uned) defienden que la batalla de Covadonga quizá sólo fue “una simple escaramuza motivada por la exigencia de tributo”.

Y, ¿cómo un encontronazo militar menor que es posible que ni tan siquiera existiera se convierta en el arranque de un periodo que se conoce como Reconquista que se prolonga durante más de 700 años? El concepto nace de los cronistas de los reinos cristianos “cuando recuperaron lo que se llama el ideal neogótico” por el que “los reyes de Asturias, luego de León y luego de Castilla se proclaman descendientes y legítimos herederos de los reyes godos”, responde José Enrique Ruiz-Domènec, catedrático de Historia Medieval de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y autor del libro España, una nueva historia (RBA).

Santa María del Naranco es una de las obras cúmbres de la arquitectura de los primeros reinos cristianos del Península.... (LucVi / Getty Images/iStockphoto) ...y la Alhambra es el equivalente de Al-Andalus, según Ruiz-Domènec (sorincolac / Getty Images/iStockphoto)

Ese pensamiento defiende que “lo que hacen cuando marcharon hacia el sur del río Duero era reconquistar” el territorio arrebatado a “los reyes godos cuando fueron derrotados por los musulmanes y los bereberes en el 711”. Desde Estados Unidos, el catedrático en estudios de la religión de la University of Colorado Boulder y autor del libro Reinos de fe. Una nueva historia de la España musulmana (Pasado y presente) , Brian A. Catlos, añade que la idea de Reconquista “fue un mito que solo comenzó a tomar forma a partir del siglo XI como parte del programa de legitimidad real promovido por el clero de Borgoña en apoyo de la reclamación de la dinastía de Castilla y León para tener soberanía sobre toda la Península”.

Para Ruiz-Domènec, está claro que “es un planteamiento claramente ideológico e incluso doctrinal vinculado a una doctrina política. No puede naturalmente seguirse como han hecho muchos historiadores dándole legitimidad a ese discurso político. Otros dicen que simplemente fue una pantalla para disimular lo que realmente sucedía que era la conquista de los valles y montañas”.
Brian A. Catlos, University of Colorado Boulder


“Italia miró a las glorias de Roma, Grecia a la Atenas clásica, Inglaterra a Arturo y Alemania a la mitología nórdica de los nibelungos”

El término Reconquista fue evolucionado y explosionó hace poco más de 100 años: “el concepto de reconquista fue convertido en el siglo XIX en un artefacto ideológico, poderoso que llevó incluso la erre inicial a ponerla en mayúscula y se singularizó la Reconquista”, añade el Ruiz-Domènec.

Alejandro García Sanjuán, profesor de la Universidad de Huelva y autor de La conquista islámica de la península ibérica y la tergiversación del pasado (Marcial Pons), añade que “nadie cuestiona que existió entre los cristianos un proyecto de conquista del territorio musulmán”.

Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla completaron la toma de Granada en 1492. (Wikimedia Commons)

García Sanjuán matiza que “lo que se cuestiona es que el concepto de Reconquista resulte apropiado para designar ese proyecto. Algunos pensamos que no lo es, debido a que ese concepto se acuñó durante el siglo XIX con una fuerte carga ideológica españolista, definiéndose como una lucha de liberación nacional frente a los musulmanes, como resultado del cual los españoles serían ‘una nación forjada contra el islam’”, añade.

Es precisamente en ese momento histórico cuando otros territorios europeos buscan su identidad: “Italia miró a las glorias de Roma, Grecia a la Atenas clásica, Inglaterra a Arturo y Alemania a la mitología nórdica de los nibelungos. Lo que cada una de estas historias nacionales enmarcadas de forma épica tiene en común es que cristalizaron en el siglo XIX y tienen poca relación con las realidades medievales. Lo que reflejan son los procesos internos mediante los cuales se desarrolló una cultura “nacional” como consecuencia de un grupo cultural que reclamaba la ascendencia sobre otros que necesitaban ser reprimidos como parte del proceso de construcción nacional”, señala Catlos.
Controversia


Algunos historiadores como el catedrático de la Universidad de Extremadura, Francisco García-Fitz, defienden la plena vigencia del término Reconquista

La potencia ideológica del término Reconquista ha vuelto a saltar a la política española a través partido de ultraderecha español Vox, que escogió Covadonga para arrancar la campaña electoral en las pasadas elecciones generales de abril. Lo hizo con un megáfono en la mano rodeado de banderas españolas y apelando al simbolismo de Covadonga. Era una forma de mostrar que el partido ultraderechista con reminiscencias franquistas iniciaba una “reconquista” del poder en España.

Los historiadores cuestionan también el concepto de reconquista en el hecho de que se toman ciudades como Granada que fue fundada por los musulmanes y que en época visigoda no existían, como recuerda García Sanjuán. Ese proceso de expansión de los reinos cristianos hacia el sur de la Península Ibérica se prolonga a lo largo de casi ocho siglos, lo que significa que durante enormes periodos de tiempo y durante varias generaciones no hubo guerra sino convivencia. “Reducir el período medieval peninsular a ocho siglos de Reconquista constituye una enorme simplificación”, dice García Sanjuán.

“Fue un territorio multicultural y multirreligioso” que además de generar graves conflictos también dio lugar a “formas singulares de simbiosis cultural: “los cristianos y judíos que vivían bajo dominio musulmán llegaron a arabizarse por completo mientras que los musulmanes que vivían bajo dominio cristiano (mudéjares) construyeron iglesias cristianas que incorporan elementos de la estética artística islámica, reflexiona García Sanjuán.
Alejandro García Sanjuán, Universidad de Huelva


“A veces, determinados términos historiográficos caducan y se olvidan. Esto sucedió con el de la ‘España musulmana’”

Catlos añade que “hasta el siglo XI cuando comienza el declive de la hegemonía musulmana en la Península Ibérica era costumbre que los gobernantes y magnates cristianos del norte enviaran a sus hijas a casarse con la élite andaluza, incluido la familia del califa”. Ruiz-Domènec explica que es proceso se da porque “la aristocracia goda percibe que es un buen negocio relacionarse con la aristocracia árabe y se casan entre sí” puesto que “ese concepto que nosotros tenemos de división étnica en aquella época no se daba con esa fuerza. Hubo una gran asimilación y confusión porque no estaban las líneas tan claras”.

Eso mismo sucedía con los militares como el conocidísimo personaje de El Cid -al que acaba de dedicar una novela Arturo Pérez-Reverte- quien mostró una extraña forma de convivencia. José Luis Corral recuerda que el llamado Rodrigo Díaz de Vivar no fue el héroe cristiano de la Reconquista que muchos creen sino un soldado de fortuna, un mercenario que alquilaba su espada al mejor postor: “llegó a luchar al lado de los musulmanes en varias ocasiones contra los cristianos”.

José Ortega y Gasset (Archivo)

Ortega y Gasset

“No entiendo cómo se puede llamar reconquista a una cosa que dura ocho siglos”

Muchos intelectuales han defendido desde hace años esa idea de convivencia alejada de la imagen de una feroz reconquista militar. En 1921 el propio José Ortega y Gasset aseguró en su “España Invertebrada”: “no entiendo cómo se puede llamar reconquista a una cosa que dura ocho siglos”. Otros profesionales actualmente como el catedrático de la Universidad de Extremadura, Francisco García-Fitz , defienden la plena vigencia del término Reconquista.

Aún así en los libros de texto de los estudiantes se ha sustituido en muchos de ellos. “A veces, determinados términos historiográficos caducan y se olvidan. Esto sucedió con la ‘España musulmana’, concepto que hoy ya nadie utiliza, porque definimos esa realidad histórica como ‘Al-Andalus’. Lo mismo podría decirse de la Reconquista, que es perfectamente prescindible, ya que basta con aludir a la conquista cristiana de al-Andalus”, precisa García Sanjuán.  La sala Hipóstila con 19 naves que fue utilizada como sala de oración en la Mezquita de Córdoba (SeanPavonePhoto / Getty Images)

Quiza la Reconquista con mayúscula sufra ese proceso. Por ahora lo más reciente es que en el último diccionario de la RAE la toma de Granada ha pasado de ser considerada como el epílogo de la Reconquista a la culminación. Habrá que esperar a la próxima edición del diccionario.

viernes, 10 de enero de 2020

Conquista de América: Desmitificación

La desmitificación de la conquista de América 

A 500 años de la llegada de Hernán Cortés al continente americano, versiones difieren en cómo han sido retratados estos personajes


Infobae

  (Foto: Archivo)

Fue el 8 de noviembre de 1519 cuando fue el choque de dos mundos, pues Hernán Cortés y Moctezuma se encontraron en Tenochtitlan, el corazón del imperio azteca. Sin embagro, hasta la fecha los hechos están rodeados de mitos, es por eso que académicos de El Colegio Nacional, hablan de los detalles más polémicos que giraron al rededor de este hecho histórico.

Cortés zarpó con 11 naves bajo las órdernes del gobernador de Cuba, Diego Velázquez, hacia Yucatán para comerciar y saquear el oro y riqueza que esperaban que tuviera el Golfo de México.

Sin embargo, Cortés planeó seguir hasta el imperio azteca y fue así como decidió encallar los navíos y no destruirlos como se cree. "Ni las hundió ni las quemó. Las encalló, las envaró para frenar a los inconformes que querían regresar a Cuba”, dijo el arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma, fundador del Proyecto del Templo Mayor a el diario El País.

Uno de los puntos principales que las leyendas han elevado, es el que Moctezuma recibió a Cortés como un dios, puesto que el tlatoani siempre ha sido retratado como un hombre supersticioso y temeroso.
  Foto: (Archivo)

“Quizá los primeros 10 minutos Moctezuma pensó que podría ser aquel el regreso de Quetzalcóatl, pero al minuto 11 ya no. El tlatoani mexica ya veía el peligro que se presentaba”, agregó Matos.

El arqueólogo también agregó que cuando Moctezuma envió regalos para Cortés, fue con la intención de alejarlo. Sin embargo, estos obsequios llamaron la atención del español. Y, aunque el recibimiento fue pacífico, todo fue un plan para combatirlo de manera diplomática.

Los españoles fueron alojados en el palacio del padre del tlatoani, Axayácatl, en donde la convivencia fue tensa. Pero cuando Cortés fue hacia Veracruz, Pedro de Alvarado hizo una sangrienta matanza en el recinto sagrado de Tenochritlan, lo que provocó el levantamiento mexica. El líder mexica fue entonces apresado en ese mismo palacio.

“Le arrojan piedras, varas, y no logra convencer a sus súbditos. La versión española es que queda mal herido de una pedrada y muere. Yo pienso que fueron los españoles: al haber fracasado Moctezuma en calmar los ímpetus de su gente, ya no les servía a los conquistadores, era un estorbo”, apunta Matos.
 

El lenguaje no se mezcló por primera vez en este territorio, puesto que los españoles ya tenían un castellano mestizado gracias a su estancia en Cuba. Tenían vestigios de lengua taína y caribe, así como indigenismos como "huracán, canoa, hamaca, ají”, agregó Concepción Company, doctora en filología.

Otro de los mitosas más popularizados a lo largo de los años es el de Malitzin, quien ha sido mal vista por traicionar a su gente. Sin embargo esto no es cierto, puesto que ella no era mexica, sino maya-chontal. "Al contrario. Ella había sido testigo de la expansión del imperio mexica. Estaba uniéndose para apoyar a quienes quizás pudieran defenderlos en contra de Tenochtitlan”, apuntó Matos.

Una de las razones por la cual los conquistadores llegaron al territorio, fue para explotar minerales como el oro. No obstante, fue una desilusión, porque los olmecas, mayas, zapotecas y mexicas valoraban mucho más las plumas finas como las del quetzal, así como piedras metamórficas azules y verdes como el jade. “A la hora de repartir nos dieron tan poco (oro) que ni siquiera lo aceptamos”, dijo el cronista Bernal Díaz del Castillo.
 

Además, uno de los mitos más grandes era la cantidad de soldados que tenía el ejército español, pues aunque su contingente era de 700 a 1,000 hombres, los españoles consiguieron aliados dentro de los pueblos sometidos por los mexicas.

"En la costa del Golfo y en los actuales Estados de Puebla y Tlaxcala. La presión tributaria era muy fuerte y para ellos fue una manera de liberarse de ese yugo. Fueron miles los que se unieron al contingente español”, recalcó Matos.

16,000 tlaxcaltecas lucharon junto a Alcarado y Cristóbal de Olid, mientras que “8,000 indios de guerra de Chalco y Huejotzingo” fueron lideradors por Gonzalo de Sandoval.

jueves, 9 de enero de 2020

España Imperial: La vida sexual de Carlos III

Sexo “real” explícito: Carlos III de España, el rey que contó por carta todos los detalles de su noche de bodas 

Ante la curiosidad de sus padres, ansiosos por saber si el matrimonio de su hijo con María Amalia de Sajonia se había consumado, el futuro monarca no se hizo rogar. Una franqueza y naturalidad que desmiente preconceptos sobre la época (siglo XVIII)


Por Claudia Peiró || Infobae
cpeiro@infobae.com



Carlos III de España, un monarca enamorado, ardiente y sin pruritos para referirse a su sexualidad


La carta de Carlos III a su madre, Isabel de Farnesio, y a su padre, Felipe V, sorprende por la desenvoltura con la cual éste relata la intimidad de su noche de bodas y de su vida sexual conyugal.


Al momento de casarse, Carlos ya era Rey de Nápoles y Sicilia -más tarde se ceñiría la corona de España-; la novia elegida era María Amalia Walburga, hija del Duque de Sajonia, Federico Augusto II, más tarde Rey de Polonia. La joven tenía apenas 13 años -el novio 22- y, como veremos por las confidencias de Carlos a sus padres, todavía no menstruaba.

Leyendo las confesiones del futuro Rey de España sobre la primera vez con su esposa -revelada por César Cervera en un artículo en el diario español ABC, “La explícita carta entre Carlos III y sus padres”- resulta evidente que la mentalidad de la época no había sido alcanzada aún por el clima victoriano del siglo siguiente.

  María Amalia Walburga, hija del Duque de Sajonia, Federico Augusto II: con apenas 13 años, se casó con el futuro Rey de España Carlos III


El pobre Carlos no era para nada agraciado, más bien todo lo contrario: heredaba el perfil de los borbones, de mandíbulas y narices salientes. Pero, según lo describen sus contemporáneos, tenía una agradable personalidad y era amable y sencillo en el trato.


La elección de la novia corrió por cuenta de sus padres; era natural que desearan saber cómo habían ido las cosas con la joven elegida. Por aquel entonces, la consumación matrimonial era un asunto de Estado. Recordemos que los siete años que se tomó Luis XVI -el rey que sería guillotinado tras la Revolución Francesa- para consumar su unión con María Antonieta, pusieron al reino de Francia al borde de una crisis diplomática con Austria.


A Carlos III no le ocurrió nada parecido. Todo lo contrario, como veremos. El matrimonio con María Amalia se celebró el 9 de mayo de 1738 en el Palacio de Dresde, en Sajonia, por poder, es decir, en ausencia de los novios, que recién se conocieron un mes después, en Portello, cerca de Milán.


Al novio, María Amalia le pareció “más hermosa que en el retrato” que, según la costumbre de la época, le habían hecho llegar a Carlos para que tuviera un anticipo del rostro de su futura esposa. Y ya sabemos que los retratos pintados no siempre hacen justicia al modelo. Al Rey de Nápoles, la personalidad de María Amalia también le cayó muy bien. Ella le pareció de carácter “afable y caritativo”, de “excelente corazón” y con “el genio de un ángel”.


 


La muchacha también tuvo una buena impresión de Carlos y les escribió a sus padres que “en su querido esposo” había encontrado “tanto amor y complacencia que la obligaban para siempre”.


Formada a la francesa, es decir, habituada a los placeres y los protocolos de la Corte: baile, música, cabalgatas y otras diversiones. Hablaba francés y bastante italiano, y en esos idiomas se entendía con su esposo al comienzo.


En España, en tanto, los padres de Carlos, Felipe V e Isabel de Farnesio, estaban ansiosos por saber cómo se habían desenvuelto las cosas y por carta le pidieron que satisficiera su curiosidad, algo que a Carlos le pareció lógico y natural porque “como padres me hablan a las claras”. Además, le resultó entendible la inquietud de sus progenitores, conscientes como él de que “a veces las jovencitas no son tan fáciles y yo tendría que ahorrar mis fuerzas con estos calores”.


La carta de Carlos III respondiendo al mandato paterno de informar sobre su noche de bodas y las posteriores se encuentra depositada en el Archivo Histórico Nacional del reino de España.


  Los ansiosos y curiosos padres de Carlos III: Felipe V e Isabel de Farnesio


A continuación, un extracto del imperdible texto, del que sorprende la naturalidad con la cual el monarca se refiere a los más íntimos aspectos de la relación con su esposa:


“Para obedecer a las órdenes de VVMM [Vuestras Majestades] contaré aquí como transcurrió todo. El día en que me reuní con ella en Portella, me puse primero con ella en la silla de postas donde hablamos amorosamente, hasta que llegamos a Fondi. Allí cenamos en nuestra misma silla y luego proseguimos nuestro viaje sosteniendo la misma conversación y llegamos a Gaeta algo tarde. Entre el tiempo que necesitó para desnudarse y despeinarse llegó la hora de la cena y no pude hacer nada, a pesar de que tenía muchas ganas. Nos acostamos a las nueve y temblábamos los dos pero empezamos a besarnos y enseguida estuve listo y empecé y al cabo de un cuarto de hora la rompí, y en esta ocasión no pudimos derramar ninguno de los dos; más tarde, a las tres de la mañana, volví a empezar y derramamos los dos al mismo tiempo y desde entonces hemos seguido así, dos veces por noche, excepto aquella noche en que debíamos venir aquí, que como tuvimos que levantarnos a las cuatro de la mañana sólo pude hacerlo una vez y aseguro a VVMM que hubiese podido y podría hacerlo muchas más veces pero que me aguanto por las razones que VVMM me dieron y diré también a VVMM que siempre derramamos al mismo tiempo porque el uno espera al otro”.


Carlos también les aclara a sus padres que su jovencísima esposa-niña todavía no tiene el período: “Diré a VVMM que todavía no lo tiene, pero que según todas las apariencias, no tardará en tenerlo; lo cual espero en Dios, en la Virgen y en San José”.


El período vino, en efecto, y con él una seguidilla de trece hijos, de los cuales sólo siete llegaron a la edad adulta, entre ellos, Carlos IV, futuro rey y padre de Fernando VII, el de “la máscara”, el soberano del cual se independizarían, a comienzos del siglo XIX, las colonias españolas de Sudamérica.


 



En cuanto al matrimonio de Carlos y María Amalia, todos los testigos coinciden en que fue muy feliz: contrariamente a lo acostumbrado en la época, la pareja durmió siempre en la misma alcoba y en el mismo lecho.


La Reina fue una esposa abnegada, consagrada a la vida matrimonial y doméstica, pero, a diferencia de la Farnesio, su suegra, no se interesó nunca por los asuntos políticos del reino. Cuando Carlos fue proclamado Rey de España -tras la muerte de su hermanastro Fernando VI, sin descendencia-, el matrimonio se mudó de Nápoles a Madrid. Pero apenas dos años después de su llegada a España, María Amalia murió de tuberculosis. “En 22 años de matrimonio, éste es el primer disgusto serio que me da Amalia”, escribió Carlos III, con triste ironía.


La reina había muerto joven, incluso para la época: tenía sólo 35 años cuando, el 27 de septiembre de 1760, dejó a Carlos viudo y desconsolado.

  Dos de las camas que usó Carlos III


Al escribirle al papa Clemente XIII para darle la noticia del fallecimiento, le dice: “El dolor que me ocasiona tan irreparable pérdida es igual al tierno amor que le profesaba”..


Carlos III había sido un esposo fiel y no hay referencias a otras relaciones ni siquiera después de la muerte de María Amalia. Tampoco se volvió a casar. En carta a Bernardo Tanucci, uno de sus colaboradores en Sicilia, el rey decía que su corazón estaba "penetrado del más extremo dolor por la pérdida de lo que más amaba en este mundo”.


“Sólo Dios sabe cómo estoy -seguía escribiendo el desconsolado monarca-, y no me queda otro consuelo más que esperar firmemente en Él, que la habrá premiado con la vida eterna... Y espero de la Divina Misericordia que me ayude para resistir tan duro golpe...".

miércoles, 8 de enero de 2020

España: La maldición templaria a Felipe "El Hermoso"

 

Felipe “El Hermoso” hizo matar al último templario y su maldición acabó con él





Por Fernando Del Corro


El 18 de marzo de 1314 fue quemado en una hoguera el borgoñés Jacques Bernard de Molay, el vigésimo tercero y último gran maestre de la poderosa orden religiosa-militar de los templarios que durante más de dos siglos se constituyó en una fuerza decisiva del poder de la Iglesia Católica ya que tuvo una importante participación en las cruzadas a pesar de lo cual fue disuelta y perseguida por el papa Clemente V y el rey francés Felipe IV, “El Hermoso”, temerosos de su creciente influencia.



La orden fue creada por Hugo de Payns y Godofredo de Saint Omer en 1119 con el propósito de proteger a los peregrinos cristianos en la entonces llamada “Tierra Santa”, un territorio que comprendía los actuales de Siria, Israel, Palestina, Irak, Jordania, Egipto, Turquía y parte del sur europeo en los cuales se habían desarrollado los hechos narrados por la tradición bíblica en el Primero y el Segundo Testamento. Por esa razón muchos de los futuros templarios fundadores de la Orden, como los antes mencionados, participaron ya en la Primera Cruzada en 1095.

Ya con mucho poder los templarios fijaron su sede en la isla griega de Rodas desde operaba su flota que participaba en las luchas que se desarrollaban en Siria y Egipto. Pero en 1312 el papa Clemente V dio por terminada la existencia de la “Orden de los Pobres Compañeros de Cristo y del Templo de Salomón”, conocida como “Orden del Temple”. Poco después, a través de la bula “Ad vitam” (A la vida), destinó a la “Orden de los Hospitalarios” todos los bienes templarios con lo cual, en los hechos éstos no desaparecieron más allá del asesinato de su jefe y la pérdida de su existencia formal.



La “Orden de Rodas”, como pasó a ser conocida la de los Hospitalarios, comenzó a desarrollar operaciones non sanctas propias del corso y la piratería. En su afán por el lucro no tuvo límites al punto de que también atacó embarcaciones cristianas todo lo cual le generó un importante enriquecimiento que la llevó a imprimir sus propias monedas en las que los grandes maestres hacían acuñar sus efigies.

Su gloria duró dos siglos. Terminó cuando en 1522 la isla fue sitiada por un ejército de 200.000 hombres comandado por el sultán otomano Süleyman I, “El Magnífico”. Los hospitalarios debieron rendirse y abandonar Rodas. Desde entonces su poder declinó y debió esperar ocho años hasta que, en acuerdo con el papa Clemente VII, el rey español Carlos I, en 1530, entregó territorios a la Orden. Se trató de Trípoli, la actual capital de Libia, y las islas de Malta, Gozo y Comino. El propósito fue que ayudase a frenar la embestida otomana por el Mar Mediterráneo hacia Occidente pero ésta siguió adelante y en 1534 se produjo la ocupación de Túnez.

Desde entonces la Orden, ahora denominada “Soberana Orden Militar de Malta”, que había comprometido su neutralidad en los conflictos entre los estados cristianos, pasó a tener dificultades económicas. Ya no era la exultante de Rodas. La reforma protestante la golpeó con fuerza ya que se le produjeron conversiones que redujeron y hasta hicieron desaparecer buena parte de sus prioratos en el continente europeo, en particular en Alemania, Escandinavia, Gran Bretaña y Países Bajos.

El 18 de mayo de 1565 los otomanos atacaron Malta. Por algunos meses los malteses resistieron, comandados por el gran maestre Jean Parisol de la Valette, epónimo de la actual capital de la isla, La Valeta. Sin embargo los otomanos lograron desembarcar y penetrar en el territorio insular que debió ser salvado a partir del 7 de septiembre cuando el rey español Felipe II envió su ejército desde Sicilia en lo que fue el “Gran Rescate”.

Así los ex templarios, luego hospitalarios y entonces malteses, pudieron conservar su territorio durante 233 años hasta que fueron desalojados por Napoleón Bonaparte en 1798 como parte de la expedición de éste a Egipto. Malta fue luego tomada por los británicos en 1800 quienes en 1802 firmaron el “Tratado de Amiens”, luego no cumplido, por el que se comprometieron a devolver la isla a la Orden. Ésta, desde entonces, dejó de tener un territorio propio.

En su derivar la Orden, conducida por el gran maestre Ferdinand von Hompesch, se refugió en Trieste. Tras el asesinato de ese líder en 1801 el papa Pío VII asumió la protección de la Orden y designó a su frente a Bartolomeo Francesco María Ruspoli quién fijó como nueva sede a Catania, en Sicilia, pero no pudo impedir una fragmentación del poder ya que las autoridades locales en cada país comenzar a manejarse de manera autónoma. Hacia 1845 ya era solamente una entidad virtual.

Actualmente, y bajo la nueva denominación de “Soberana Orden Militar y Hospitalaria de San Juan de Jerusalén, de Rodas y Malta”, que resume toda su historia templaria, hospitalaria, rodesiana y maltesa, tiene su residencia en Roma desde 1934, luego de un paso por Ferrara. Dedicada a actividades humanitarias la Orden prestó servicios durante las dos guerras mundiales del Siglo XX siendo gran maestre Ludovico Chigi Albani della Rovere.

La actual estructura jurídica de la orden, que se encuentra en proceso de revisión, data de 1961 cuando fuese aprobada por el papa Juan XXIII. Se trata de un estado religioso pero de características laicas ya que se maneja en forma autónoma y hasta emite pasaportes por cuanto a pesar de carecer de territorio posee reconocimiento internacional.

Pasaron 705 años desde que fuese incinerado Jacques de Molay por una acusación de sacrilegio contra la Santa Cruz, a la que se le hizo reconocer bajo tortura. Reconocimiento que había ya rechazado y volvió a hacerlo ante la hoguera ubicada frente a la Catedral de Notre Dame. En 1298 había llegado a tomar Jerusalén y el poder de la orden era temido por el papa y el rey de Francia.

Antes de ser sacrificado, se afirma que Molay dijo: “Dios sabe quién se equivoca y ha pecado y la desgracia se abatirá pronto sobre aquellos que nos han condenado sin razón. Dios vengará nuestra muerte. Señor, sabed que, en verdad, todos aquellos que nos son contrarios, por nosotros van a sufrir Clemente, y tú también Felipe, traidores a la palabra dada, ¡os emplazo a los dos ante el Tribunal de Dios!… A ti, Clemente, antes de cuarenta días, y a ti, Felipe, dentro de este año…”.

Una maldición, que de ser cierta, se cumplió. Clemente V falleció el 20 de abril y Felipe “El Hermoso” el 29 de noviembre del mismo 1314, año en que también fue envenenado Guillermo de Nogaret, el inventor de la causa que llevara a la condena del gran maestre templario.

martes, 7 de enero de 2020

Vida civil: Mansilla y Obligado visitando Egipto

Mansilla y Obligado, dos escritores viajeros a Egipto

Los periplos de los dos militares y escritores, con una década de diferencia, merecen un recordatorio del autor.
Por Roberto L. Elissalde || La Gaceta
* Historiador. Vicepresidente primero de la Academia Argentina de Artes y Ciencias de la Comunicación



Lucio V. Mansilla, hijo del general Lucio Norberto y de Agustina Rozas, fue militar, escritor, periodista, diplomático y afamado duelista. Nació en 1831 y a los 18 años emprendió un viaje a Oriente que duraría dos largos años.

Fue hasta una casi obligada lectura en nuestra etapa escolar su famosa "Excursión a los indios Ranqueles" y, sin duda, aquel periplo realizado en su juventud en un barco con doce tripulantes del que era único pasajero, mereció algunos artículos en revistas de la época, también en alguna de sus "Causeries" y La Gaceta Mercantil lo habría contado entre sus colaboradores más destacados de no haber terminado su ciclo con el fin del gobierno de don Juan Manuel.
El autor estaba “ansioso”, según sus palabras, tanto para escalar las pirámides como para conocer la basílica de San Pedro. Sin embargo es imperdible el relato de su experiencia en la ascensión a la pirámide de Keops en compañía de su “amigo yanqui” Foster Rodgers, junto a unas “inglesas turistas, hechas el diablo con sus polleras metidas dentro de masculinos pantalones que se aprestaban a subir” aquellos señores escalones “de sesenta centímetros, y algunos tienen un metro cincuenta”. No les fue fácil hasta que unos beduinos se ofrecieron y “nos entregamos completamente a ellos”, relató.

No faltó una caída: “¡Y eran doscientos tres los escalones y estábamos apenas a medio camino!”. Estamos casi seguros en poder afirmar que Mansilla fue el primer argentino que llegó a Egipto y a otros destinos. Imaginamos sus comentarios de este interesante conversador en las tertulias, atrayendo la atención de las porteñas como llamó también la curiosidad de su tío don Juan Manuel cuando llegó a Buenos Aires a finales de 1851 vestido a la última moda europea.
Pastor Servando Obligado nació en 1841 y falleció en 1924, y todo en sus vidas fue con una década de diferencia, pero ambos fueron militares, periodistas, y escritores.

Entre 1888 y 1920, aquella vida porteña, escuchando los relatos familiares, lo hizo escribir una serie de artículos en diversas publicaciones como La Revista de Buenos Aires, Correo de Ultramar, Caras y Caretas, La Nación, La República, etc. Todos ellos vieron finalmente la luz en libros como las "Tradiciones de Buenos Aires" y las "Tradiciones Argentinas".
Socio del Club del Progreso y del Círculo Literario, y miembro de número la Junta de Historia y Numismática Americana (hoy Academia Nacional de la Historia), a la que ingresó en 1910, fue evocado por su sucesor en el sitial académico Miguel Ángel Cárcano.

Obligado también fue un curioso viajero y llegó a Egipto. Hace pocos días le comentaba estos casos especiales al embajador de ese país Amun Mourad Meleika y a su esposa Mora, con el detalle que don Pastor fue a Egipto en tiempo de fotografías. No sabemos cuánto estuvo posando para ellas, pero con alta galera, libreta de apuntes en mano y traje claro se lo ve junto a su hija y los camellos en las pirámides.
Un hallazgo sin duda de precursores de un turismo nada convencional en aquellos años.Principio del formulario.


lunes, 6 de enero de 2020

SGM: La cabeza de puente de Grimbosq

La cabeza de puente de Grimbosq





El 6 de agosto de 1944, la Brigada 176, División 59, cruzó el Orne cerca de Bas de Brieux (cerca de Grimbosq). El 271.ID luchó ferozmente, pero los ingleses pudieron establecer una cabeza de puente. Kampfgruppe Wünsche contraatacó los días 7 y 8 de agosto con tanques Panther y Tigres de la 2ª Compañía.



Sin embargo, la intervención de la 271.Infanterie-Division y Kampfgruppe Wünsche en la cabeza del puente evitó que la 89.Infanterie-Division se derrumbara de su flanco izquierdo. A pesar de su cabeza de puente, los británicos permanecerían temporalmente bloqueados, incapaces de extenderlo, y esta acción decisiva siguió siendo limitada en el contexto de la Operación Totalizar.

Sin embargo, en el momento de la lucha, a las 21:40 del 7 de agosto, Heeresgruppe B ordenó la transferencia de la División Hitlerjugend para reforzar el Panzergruppe, que luchaba junto al 7º Ejército. Las operaciones de transferencia se activaron y Kampfgruppe Wünsche debía seguir a las 10:00 el 8 de agosto, después de la destrucción de la cabeza de puente Grimbosq. Pero dos horas después de que llegó la orden, a las 19:45 el 7 de agosto, SS-Brigadeführer Kraemer le dijo al Panzerarmee que se producían bombardeos en el sector de Bretteville-sur-Laize y entre Boulon y Grimbosq. Mientras tanto, el violento fuego de artillería aliada estaba cayendo en la línea del frente alemán, que era el signo de una ofensiva inminente, y Kraemer solicitó que la División Hitlerjugend permaneciera a disposición de I.SS-Panzer-Korps. Eventualmente permanecería en el sector y por lo tanto jugaría un papel importante en la Operación Totalizar.


SS-Sturmbannführer Max Wünsche, comandante de Kampfgruppe Wünsche.


La 12.SS-Panzer-Division ya no estaba en toda su fuerza, había sufrido bajas tras dos meses de intensos combates, y algunos de sus elementos habían sido separados hacia el oeste (Kampfgruppe Olboeter). Actualmente se compone de Kampfgruppe Wünsche (como hemos visto), que reunió a todos los panzers disponibles, Panthers en la cabeza de puente de Grimbosq; treinta y nueve Panzer IV y alrededor de veinte Tigres (2.a y 3.a compañías de SS Panzer-Abteilung 101), tres batallones de granaderos (I./25, I./26, III./26) y artillería (SS-Panzer-Artillerie-Regiment 12 y SS-Werfer-Abteilung 12).

En el flanco derecho de I./SS-Panzer-Korps ', al este, el 272.Infanterie-Division jugaría un papel intermitente contra el flanco izquierdo de la ofensiva aliada. Pero en general, el equilibrio de poder estaba muy a favor del II Cuerpo Canadiense, que lanzó a 60,000 hombres y más de 600 tanques a la batalla, lo que significa que las probabilidades eran de tres a uno para los hombres, y de diez a uno para los tanques.

Los 12 Dragones de Manitoba: este era el grupo de reconocimiento del II Cuerpo de Canadá y se lanzó a la batalla el 9 de agosto de 1944. El 13 de agosto fue un día negro para esta unidad, cuando nueve vehículos fueron destruidos. El Escuadrón C estaba en contacto con elementos de la 51ª División de Infantería de las Tierras Altas en el área de Saint-Sylvain. La unidad luego participaría en el cierre de la Falaise Pocket. Un sabueso de un escuadrón.

El cuerpo canadiense

La 4ta División Blindada canadiense proporcionó la otra fuerza armada de la ofensiva, y formó parte del 1er Ejército canadiense y del II Cuerpo canadiense, comandado por el mayor general George Kitching. Fue creado en Canadá en 1942 y transferido a Gran Bretaña desde el otoño de 1943. Aterrizó en Normandía en la última semana de julio de 1944, asumiendo el control de la 3ra División de Infantería canadiense en la noche del 30 al 31 de julio. Para el 2 de agosto ya estaba avanzando hacia Tilly-la-Campagne, aunque no logró capturar esta posición, y luego se detuvo en La Hogue el 5 de agosto. Sin embargo, ahora se estaba preparando para la nueva operación y estaba compuesto por una brigada blindada, así como una brigada de infantería.
  • El 29º Regimiento de Reconocimiento, el Regimiento del Sur de Alberta, proporcionó el reconocimiento.
  • La 4ta Brigada Blindada alineó el 21er Regimiento Blindado (Los Guardias de los Pies del Gobernador General), el 22º Regimiento Blindado (Las Guardias de Granaderos Canadienses), el 28º Regimiento Blindado (El Regimiento de Columbia Británica) y un batallón de infantería motorizado unido al Regimiento Superior del Lago.
  • La Décima Brigada de Infantería alineó el Regimiento Lincoln y Welland, el Regimiento Algonquin y el Regimiento Argyll y Sutherland (Princesa Louise).



  • También incluyó artillería de los Regimientos de artillería de campo 15 y 23, 5º Regimiento antitanque y 8º Regimiento antiaéreo ligero. Además, el 4º ingeniero de división blindado canadiense proporcionó apoyo de ingeniería y la 4ª señal de división blindada canadiense proporcionó comunicación e información.

Dos divisiones de infantería canadienses también se unirían a la ofensiva.

La 2da División de Infantería canadiense estaba bajo el mando del mayor general Charles Foulkes. Nacido el 3 de enero de 1903, fue teniente en el Regimiento Real de Canadá en 1926, nombrado capitán en 1930, teniente coronel en 1940, brigadier en septiembre de 1942, y finalmente general de división en 1944, cuando asumió el mando de la división el 11 de enero.
  • Su primera brigada de infantería (cuarta brigada), alineada con el regimiento real de Canadá, la infantería ligera real de Hamilton y el regimiento escocés de Essex.
  • Su 2da Brigada de Infantería (5ta Brigada) alineó a The Black Watch (Royal Highland Regiment) de Canadá, Le Régiment de Maisonneuve y The Calgary Highlanders.
  • Su tercera brigada de infantería (sexta brigada) alineó a Les Fusiliers Mont-Royal, los propios Cameron Highlanders de Canadá de la reina y el regimiento del sur de Saskatchewan.

El reconocimiento fue proporcionado por el 8º Regimiento de Reconocimiento (14º Húsares canadienses) y la artillería fue proporcionada por el 4º, 5º y 6º Regimientos de Artillería de Campo, el 2º Regimiento Antitanque, el 3º Regimiento Antiaéreo Ligero, el Regimiento Escocés de Toronto (ametralladoras y morteros), los ingenieros de la segunda división canadiense y las señales de la segunda división canadiense.

La división se formó en Aldershot en 1940 y participó en el intento de aterrizaje en Dieppe en agosto de 1942. Aterrizó en Normandía en la primera semana de julio de 1944, se unió al II Cuerpo Canadiense con la 51a identificación y participó en la Operación Atlántico desde 18 de julio en adelante. Luego atacó sin éxito la cordillera Verrieres el 20 y 21 de julio, antes de participar en la Operación Primavera del 25. La Guardia Negra había perdido a 324 hombres después de finalmente tomar Verrieres, pero ahora se quedó estancado en May-sur-Orne, Saint-André-sur-Orne y Saint-Martin-de-Fontenay. Sin embargo, todo esto significaba que los hombres conocían bien el área.



La 3a División de Infantería canadiense, comandada por el mayor general R.F.L. Keller, había estado luchando en la Batalla de Normandía desde el 6 de junio de 1944. Se formó el 20 de mayo de 1940 y fue elegida en julio de 1943 como la primera división canadiense en desembarcar en Normandía. Luchó valientemente en la lucha al oeste de Caen contra la Hitlerjugend, y fue el primero en ingresar a la ciudad el 9 de julio. Se adjuntó a la II Canadian Corp a partir del 11 de julio, junto con la 2da División de Infantería canadiense. Procedió a participar en la Operación Atlantic el 18 y la Operación Spring el 25, antes de ser relevado por la 4ta División Blindada de Canadá en la noche del 30 al 31 de julio y enviado a la retaguardia para recuperarse. El 7 de julio fue retirado del mercado para participar en Operation Totalize y estaría en acción la noche del 9 al 10 de julio.
  • Su 7ma Brigada compuesta por el Regimiento Real de Rifles de Winnipeg (Los Winnipegs), El Regimiento de Rifles de Regina (las Reginas) y el 1er Batallón El Regimiento Escocés de Canadá.
  • Su octava brigada compuesta por el propio rifle de la reina de Canadá, Le Régiment de la Chaudière y el regimiento de la costa norte (Nuevo Brunswick).
  • Su novena brigada compuesta por Highland Light Infantry of Canada (HLI), The Stormont, Dundas and Glengarry Highlanders (Glens o SDG) y The North Nova Scotia Highlanders (Novas o NNSH).

El reconocimiento fue provisto por el Séptimo Regimiento de Reconocimiento (17º Húsares Canadienses Reales del Duque de York) y la artillería por los Regimientos 12, 13 y 14, el 3er Regimiento Antitanque y el 4to Regimiento Antiaéreo Ligero.

El cuerpo canadiense también incluía la 51.ª división (Highland), una unidad británica, que estaba dirigida por el mayor general Tom Gordon Rennie. Había resultado herido el 12 de junio mientras estaba a cargo de la 3.a División de Infantería, y luego asumió el mando de la 51.a división el 26 de julio tras la destitución del mayor general C. Bullen Smith. La división estaba compuesta por tres batallones de la Guardia Negra, un regimiento que se había creado por primera vez en 1740.
  • Su 152ª Brigada compuesta por el 2º y 5º Batallón de los Montañeses de Seaforth, y el 5º Batallón de los Montañeses de Cameron de la Reina.
  • Su 153ª Brigada alineó al 5º Batallón The Black Watch, y al 1º y 5º / 7º Batallón The Gordon Highlanders.
  • Finalmente, su 154ª Brigada estaba compuesta por el 1º y 7º Batallón The Black Watch, y el 7º Batallón The Argyll y Sutherland Highlanders.


Weapons and Warfare

domingo, 5 de enero de 2020

Las redes de inteligencia de Felipe II

La CIA de Felipe II

La España de Felipe II contó con los servicios secretos más avanzados de su tiempo. Su extensa red de espías fue uno de los factores por los que mantuvo su posición de potencia.




El monarca y su sobrina Ana durante un banquete con familiares y cortesanos, por Alonso Sánchez Coello. (Dominio público)


Josefina Hoyos Pérez || La Vanguardia

Un historiador de la diplomacia, Charles Howard Carter, afirmaba que en política exterior es importante la capacidad de las personas que toman las decisiones, pero más relevante aún la calidad de la información que tienen en sus manos. Felipe II, gracias a sus servicios de inteligencia, contaba con información más fiable que otros monarcas europeos. Y que llegaba a sus manos con más rapidez. Más de un embajador extranjero comprobó que asuntos sobre su propio país los conocía el soberano español con anterioridad.

La monarquía hispánica contaba con unos servicios de inteligencia acordes con su estatus de superpotencia, pero, curiosamente, hasta fechas recientes los especialistas no les han prestado especial atención. Y eso a pesar de que el espionaje era, como dicen los historiadores Carlos Carnicer y Javier Marcos, autores de un estudio pionero, el fuego que alimentaba las calderas de la política exterior.

Ningún otro país dedicaba tantos recursos, humanos y materiales, a esta actividad. Ni obtuvo resultados tan brillantes, pese a los fracasos, que también los hubo. En la cúspide de aquel entramado se encontraba, naturalmente, el Rey. Tras él, su secretario del Consejo de Estado (institución encargada de la política exterior). Ellos seleccionaban agentes, marcaban sus prioridades y centralizaban la recogida de los “avisos”, como entonces se denominaba a los informes secretos.

Hombre con una legendaria capacidad de trabajo, Felipe II no se limitaba a marcar las grandes directrices de sus agentes. También descendía a pequeños detalles, con su acostumbrada dificultad para delegar. Podía, por ejemplo, entretenerse en corregir el descifrado de unos documentos interceptados al embajador francés, trabajo ya realizado por un especialista. Se originaban así, como no podía ser menos, los inevitables retrasos.


La monarquía era consciente de que solo conservaría sus dominios si impulsaba los servicios secretos

La obsesión del rey por controlarlo todo personalmente hizo que un informe crucial de Bernardino de Mendoza, que advertía del ataque inglés a Cádiz en 1587, quedara en una mesa durante varios días entre otros mensajes menos importantes. Ningún funcionario tenía autorización para leer el documento y alertar al monarca.

A la vanguardia de Europa

La monarquía hispánica era muy consciente de que solo conservaría sus múltiples dominios si impulsaba los servicios secretos. Por eso, el soberano aconsejará a su hijo y sucesor, Felipe III, que procure estar informado “de las fuerzas, rentas, gastos, riquezas, soldados, armas y cosas de este talle de los reyes y reinos extraños”. Así, con datos precisos sobre sus enemigos, sabría sus puntos fuertes y dónde estaban sus debilidades, conocimiento que le permitiría diseñar su política exterior.

Podría responder entonces a preguntas básicas: ¿cuándo atacar?, ¿cómo defenderse? El cuerpo diplomático se ocupaba, entre otras responsabilidades, de organizar la recogida clandestina de información. De un embajador se esperaba que ejerciera de espía, y algunos, como Bernardino de Mendoza, representante español en Inglaterra y más tarde en Francia, ejercieron esta función con especial éxito y audacia.

Retrato de Felipe II, por Antonio Moro, que se conserva en El Escorial. (Dominio público)

Lo mismo sobornaban a funcionarios extranjeros que se hacían con documentos fundamentales para las campañas militares. Por ejemplo, el mapa de los asentamientos franceses en Florida, imprescindible para la expedición que los eliminó. Para que esta información resultara útil, antes tenía que llegar al despacho del rey. Según Geoffrey Parker, Felipe II contó con un servicio de correos de una eficacia nunca vista hasta entonces.

Una red de mensajeros enlazaba Madrid con las principales capitales europeas, como Roma, Viena o Bruselas. Tenía que enfrentarse a las rudimentarias comunicaciones de la época, pero aun así transportaba tal cantidad de avisos que los gobernantes españoles se veían desbordados. Como vivían inmersos en montañas de documentos, el rey y sus colaboradores no tenían siempre tiempo para analizar todos los datos de un problema. Era imposible que sus decisiones fueran siempre las más apropiadas.

A los espías se les pagaba, por motivos de seguridad, con fondos reservados. El carácter secreto de este dinero daba pie a los abusos, ya que más de un alto cargo (incluso un virrey) podía sentir la tentación de apropiárselo ante la ausencia de controles eficaces. Con todo, la corte intentaba fiscalizar al máximo las cuentas. Lo comprobó Bernardino de Mendoza cuando dos funcionarios inspeccionaron su gestión como embajador en Londres y encontraron gastos sin justificar. Pagos a espías, según Mendoza, aunque se negó a mostrar las órdenes del rey.

Del este al oeste

Siendo España la potencia dominante en Europa, encontramos a sus agentes repartidos por los más diversos territorios. El Mediterráneo, donde cristianos y turcos se disputaban la hegemonía, fue uno de los escenarios de esta guerra secreta. Madrid reclutaba a sus espías entre un conjunto variopinto de individuos, desde cristianos ortodoxos que vivían bajo los dominios musulmanes a cristianos que habían estado cautivos en el norte de África, mercaderes o renegados (es decir, cristianos que se habían convertido al islam, normalmente tras ser apresados, pero que continuaban practicando en privado su antigua fe).

El gobierno de Felipe II estaba así al corriente de la política interior de Constantinopla, de sus contactos con otros países y, sobre todo, de los movimientos de su armada. ¿Cuándo iba a zarpar? ¿Qué ciudades pretendía atacar? Los territorios más pendientes de estas preguntas eran los más expuestos a la amenaza otomana, como Nápoles, un virreinato que por su situación geográfica ejercía de muro de contención frente al expansionismo de la Sublime Puerta.

Con el oro de las Indias y los impuestos, podía invertir en espías en seis meses lo que Inglaterra en seis años

Los espías, mientras tanto, alentaban proyectos más o menos irrealizables a los que el gobierno español no prestará demasiada atención, como sublevar las provincias balcánicas del Imperio turco o quemar su flota cuando estuviera en puerto. Poco después de Lepanto, ambos imperios aceptarán un statu quo más o menos pacífico y se dedicarán a combatir en otros frentes. Si los turcos se concentran en Persia, el centro de gravedad de la política española pasa del Mediterráneo al Atlántico.

La rebelión de los Países Bajos, imposible de atajar, se convierte entonces en la amenaza número uno. Los estrategas hispanos saben que si quieren aplastar a los calvinistas holandeses, antes tienen que acabar con la ayuda que les presta una soberana también protestante, Isabel I de Inglaterra. La Reina Virgen, además, se obstina en enviar sus corsarios contra las colonias españolas en América.

Drake, Walter Raleigh y otros saquean ciudades y se apoderan de galeones cargados de suculentos tesoros. En Madrid, numerosas voces piden mano dura contra la soberana hereje. Por estos motivos, España necesitaba conocer las debilidades militares de su enemigo, razón más que suficiente para enviar espías a Irlanda, una isla católica que soporta de mala gana el dominio de los protestantes ingleses. Su misión está perfectamente definida: estudiar si se dan las condiciones para un posible desembarco.

El proyecto, finalmente, se desestimó a causa de los informes negativos. Faltaban los apoyos necesarios para garantizar el éxito. Los agentes españoles se involucraron también en proyectos para asesinar a Isabel I, como la conspiración de Babington en 1586. Cuando Felipe II supo por su embajador que seis personas sabían del intento de magnicidio, reaccionó con escepticismo. Demasiadas personas conocían el secreto como para que este no saliera a la luz de una forma o otra, como así sucedió.

Los servicios secretos de uno y otro país se devolvían los golpes, pero Madrid siempre contaba con la ventaja de sus recursos financieros, inmensamente superiores. Gracias al oro de las Indias y a los impuestos de Castilla, podía invertir en espías en un semestre lo que Inglaterra gastaba en seis años. Uno de sus mayores éxitos fue captar para su causa al embajador inglés en París, sir Edward Stafford. Este era un hombre muy bien relacionado en los círculos del poder, pero carecía de fortuna personal.

La batalla entre la Gran Armada y la flota inglesa. (Dominio público)

Cuando su afición al juego acrecentó sus penurias económicas, no encontró otra solución que vender secretos al enemigo. Tan pronto como recibía información sobre los movimientos de la Royal Navy, Stafford la enviaba a su homólogo español. Sus datos se referían a aspectos cruciales de la estrategia de su país, como los planes diseñados para atacar Cádiz o Lisboa. Mientras tanto, engañaba a su propio gobierno tergiversando las intenciones de Felipe II, al que presentaba como un monarca deseoso de paz cuando, en realidad, la Armada Invencible se preparaba para dirigirse hacia el canal de la Mancha.

Stafford, pese a las evidencias, mintió descaradamente al informar que los españoles habían licenciado su flota. La historia era tan inverosímil que su cuñado, el almirante Howard de Effingham, no le creyó. Pero su labor de intoxicación no acabó aquí. En otra ocasión afirmó que el objetivo de los barcos españoles no era Inglaterra, sino Argel o las Indias. A cambio de todo ello recibió tan solo 5.200 ducados. Fue, como señala un especialista en el tema, “la ganga del siglo en asuntos de espionaje”.

La Armada Invencible parece, a primera vista, uno de los secretos peor guardados de Europa. El contraespionaje español no pudo impedir que sus rivales se hicieran con datos cruciales. Hoy es posible consultar en los archivos ingleses una copia del plan de invasión de Inglaterra, con cálculos sobre el número de hombres, barcos y suministros necesarios para la expedición. Con todo, pese a los abundantes rumores en todas las cortes de Europa, la flota consiguió mantener en secreto sus intenciones precisas.
Envió nuevas expediciones contra Isabel I, que se saldaron con otros tantos fracasos

Nadie sabía si atacaría directamente Inglaterra, o quizá Holanda, Irlanda o Escocia. Los españoles eran conscientes, además, de la superioridad naval enemiga. Salvo si se encontraban en situación ventajosa, tenían órdenes de rehuir el combate y limitarse a escoltar al ejército de Alejandro Farnesio que aguardaba en Flandes. Si se hubiesen coordinado las tropas marítimas y terrestres, la victoria hispana habría sido prácticamente segura, dada la superioridad de su infantería.

Contra Francia

El fracaso de la Gran Armada no desanimó a Felipe II. Envió nuevas expediciones contra Isabel I, que se saldaron con otros tantos fracasos, mientras proseguía con su ambiciosa política exterior. Francia se convirtió entonces en el centro de sus preocupaciones. Había intervenido antes en las guerras de religión de este país, siempre para apoyar a los católicos más intransigentes contra los protestantes.

Ahora se decidía, en cambio, quién debía ocupar el trono galo. Con la extinción de la dinastía Valois, el llamado “rey prudente” se lanzó a una de sus empresas más temerarias: conseguir para su hija Isabel Clara Eugenia nada menos que la Corona del país vecino. La infanta descendía por parte de madre de los Valois, pero en Francia la ley sálica excluía a las mujeres del trono. En cualquier caso, se trataba de que no reinara en París un monarca protestante.

De concretarse esta posibilidad, los vínculos religiosos facilitarían que Francia apoyara a los Países Bajos y buscara la alianza con Inglaterra. Esta amenaza, tras el desastre de la Armada Invencible, no era para tomársela a la ligera. El candidato protestante no era otro que Enrique de Borbón, futuro Enrique IV.

Retrato del poderoso Antonio Pérez. (Dominio público)

Soberano de la Navarra francesa (entonces un reino independiente), brindó su protección a Antonio Pérez, el antiguo ministro de Felipe II, envuelto en asuntos turbios, que huyó de España con importantes secretos de Estado. Capturar a Pérez, incluso asesinarle, será la obsesión de la inteligencia española, sobre todo de uno de sus agentes, Sebastián de Arbizu.

Este intentará neutralizar a un individuo peligroso porque sabe demasiado, pero también porque conspira para organizar la invasión de Aragón. La aventura de Pérez, concebida para aliviar la presión hispánica sobre Francia, acabó en un fracaso sin paliativos. Como ha señalado el historiador y diplomático Miguel Ángel Ochoa, la espesa red de confidentes que España mantenía en el país galo recababa todo tipo de información confidencial.

Secretos de Estado, pero también cotilleos de la corte de los Valois, sin excluir historias de alcoba. Nada de lo que sucedía en la capital parisina escapaba, de hecho, a la atenta mirada del embajador hispano. A la muerte de Felipe II, en 1598, el país se encontraba económicamente exhausto por combatir tantos años en demasiados frentes. “Si el Rey no muere, el reino muere”, comentaban los más críticos.

Sin embargo, pese a todas las dificultades, el monarca había engrandecido sus dominios y aún podía controlar Europa desde El Escorial. Cierto que ya se dejaban ver preocupantes síntomas de decadencia, pero los tercios constituían todavía la mejor infantería del mundo, y los diplomáticos de la monarquía aún eran capaces de imponer en muchas cortes extranjeras la voluntad de su rey.

sábado, 4 de enero de 2020

Biografía: Qassem Soleimani, arquitecto del Mal

Fue el arquitecto del terror iraní.

Por Alfred Hackensberger (original en alemán)
corresponsal de Die Welt



Había sido el comandante de la unidad Kuds desde fines de la década de 1990 y desde entonces ha ganado influencia mucho más allá de las fronteras de Irán. Ahora Qassem Soleimani ha muerto en un ataque con misiles estadounidenses.



Estaba detrás de las políticas agresivas de Irán: Qassem Soleimani. Algunos incluso lo consideraron el próximo gobernante de la República Islámica. Ahora murió de un avión no tripulado estadounidense. ¿Quién era el hombre cuya muerte podría desencadenar una escalada militar?

Qassem Soleimani era mucho: soldado profesional, estratega, mayor general, comandante de las Brigadas Al-Kuds, una unidad de élite de la Guardia Revolucionaria iraní. Para los gobiernos de Estados Unidos y Occidente, no era solo un terrorista, sino un autor intelectual de una red terrorista global, el enemigo número uno del estado. Pero en casa, el hombre de 62 años, que ahora fue asesinado por un avión no tripulado estadounidense que atacaba un convoy en el aeropuerto de Bagdad, era mucho más que eso: un héroe popular y de guerra.

Un total de cinco reclusos murieron en los dos vehículos, junto con Soleimani y Abu Mahdi al-Muhandis, su amigo y asesor desde hace mucho tiempo. Los dos hombres han moldeado la agresiva política exterior de Irán en las últimas décadas como casi nadie más. Bajo su comandante Soleimani, las Brigadas Al Kuds fueron responsables de las misiones extranjeras en nombre de la República Islámica.

En Irak, Muhandis dirigió la milicia Kataib Hezbollah y las Fuerzas de Movilización del Pueblo (PMF), que se fundaron en 2014 como un contra-ejército de la milicia terrorista Estado Islámico (IS). Irán es chiíta, ISIS está dominado por sunitas.

Soleimani es el arquitecto de la estrategia militar regional de Irán. Había estado planeando ataques terroristas en todo el mundo, particularmente contra las instituciones estadounidenses, desde la década de 1980. Creó una red de ejércitos proxy en Irak, Líbano, Siria y Yemen que hace a Irán tan poderoso e impredecible en el Medio Oriente.

Hace unos días, al-Muhandis fue visto frente a la embajada de Estados Unidos en Bagdad. Cientos de manifestantes habían tratado de asaltarlos. Fue una protesta contra los ataques aéreos del Pentágono contra Kataib Hezbollah, matando a 25 combatientes de la milicia.

Soleimani generalmente se alejaba del público, después de todo lo que había estado en la lista de terror de numerosos países durante mucho tiempo. Pero la guerra contra ISIS lo puso cada vez más en el centro de atención como el representante oficial de Irán.

Estaba constantemente en movimiento en Irak y Siria para liderar la lucha contra el Estado Islámico como comandante en jefe. En Siria, Soleimani condujo unidades del ejército del gobernante Bashar al-Assad, milicias del Líbano, Irak, Irán y Yemen, así como tropas regulares de la Guardia Revolucionaria.


Fue considerado un brillante general

En Iraq, planeó desplegar los combatientes de PMF y partes del ejército iraquí. Soleimani fue considerado el brillante general, sin el cual la victoria sobre IS no hubiera sido posible. Siempre cooperó con el ejército de los Estados Unidos en Irak, ambos tenían al IS como enemigo común.

Los expertos en la región describen a Soleimani como extraordinariamente determinado y persistente. Nació en una familia pobre de las montañas en el norte de Irán. Su padre acumuló deudas, y en algún momento no pudo pagarlas.

Soleimani comenzó a trabajar a los 13 años. Fue él quien pagó las deudas de su padre. Cuando no estaba trabajando, levantaba pesas o escuchaba sermones del clero islámico.

En el momento de la Revolución iraní en 1979, Soleimani estaba en el puesto 22. Pero los observadores coinciden en que solo se estableció ideológicamente en la guerra entre Irak e Irán. Allí luchó como soldado, rápidamente ascendió en el orden militar.

Dirigió varios comandos secretos que se desplegaron detrás de las líneas enemigas. Esto solo lo convirtió en un héroe de guerra. La brutalidad caracterizó la guerra, las altas bajas, el uso de armas químicas. Al final hubo un armisticio, no una victoria para Irán. Se dice que esto dio forma al soldado Soleimani, que luchó por su país en casi todas las batallas del conflicto.

Con los años, con cada ataque a los soldados estadounidenses después de su invasión de Irak en 2003 y cada ataque terrorista posterior, la fama de Soleimani creció en casa. En julio de 2018, quedó claro cuán importante e influyente se había vuelto dentro del liderazgo iraní.

Después de que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, advirtió al líder religioso supremo Ali Khamenei que no amenazara a Estados Unidos, Soleimani respondió oficialmente. Fue bajo la dignidad de Khamenei responder a Trump, así que lo hizo, como soldado. Se dijo que el ayatolá y Soleimani tenían una relación cercana de confianza, algunos consideraron a Soleimani incluso el próximo gobernante en Irán.

El misil que acabó con la vida del general Soleimani el militar más poderoso de Irán fue preciso al blanco, el cuerpo quedó tan destrozado que solo lo pudieron identificar por el anillo de una mano.



Su muerte lo convirtió en un héroe popular y glorioso mártir. La República Islámica ordenó tres días de duelo, la radio estatal reproduce himnos sin parar en su honor. Khamenei prometió personalmente "una amarga venganza contra los criminales" responsables del crimen contra Soleimani.

Debido a la importancia de Soleimani, muchos observadores califican su asesinato como muy grave. Fue "una declaración de guerra", comentó Hillary Mann Leverett, ex oficial de Seguridad Nacional en la Casa Blanca. Es casi como si el Secretario de Defensa o el Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos hubieran sido asesinados en los Estados Unidos.

"Por supuesto, Irán ahora se siente desafiado a contraatacar pronto", dice Behnam Ben Taleblu de la Fundación en Defensa de las Democracias, un grupo de expertos en Washington. "Pero eso, a su vez, provocaría un mayor contraataque de los estadounidenses".

Esto solo comenzaría una espiral de escalada, al final de la cual los iraníes solo podrían ser perdedores. Desde el punto de vista del régimen, por lo tanto, es mucho más sensato continuar con la política de pinchazos que tomar represalias de manera espectacular.

El Centro Soufan, un instituto de investigación e investigación en Nueva York, ofrece un análisis ligeramente diferente. Dice que un ataque de represalia iraní podría desencadenar un conflicto prolongado con los Estados Unidos sin, sin embargo, traer una clara decisión militar. "Irán ciertamente devolverá el golpe", dijo el informe, "y utilizará a uno o todos sus aliados y representantes de su red regional en Siria, Irak, Líbano y Yemen".
Irán también podría desestabilizar al país a través de sus milicias aliadas en Irak. Un día antes de su muerte, Soleimani respondió a las amenazas del presidente Trump y los amenazó con una enorme destrucción: "Se sabe cuánto poder tenemos en la región y qué capacidades tenemos para una guerra asimétrica".

La muerte de Soleimani ha dañado severamente la política militar de Irán. Ajatollah Khameini ya nombró un sucesor el viernes, el anterior diputado de Soleimani, Esmail Qaani. Khameini aseguró la cita que continuaría como antes.

Aún así, un hombre como Soleimani con décadas de experiencia no puede ser reemplazado de la noche a la mañana. Hasta ahora, Qaani solo ha recibido elogios por su superior Soleimani y sus ataques verbales contra los enemigos de la República Islámica.