jueves, 17 de diciembre de 2020

Biografía: Teniente General Vicente Rojo Lluch (República Española)

Teniente General Vicente Rojo Lluch

 



Vicente Rojo Lluch (Fuente la Higuera, Valencia; 8 de octubre de 1894-Madrid, 14 de octubre de 1966) fue un militar español, jefe de Estado Mayor del Ejército Popular de la República durante la guerra civil española. Es conocido por su destacada participación en la defensa de Madrid, así como en el planeamiento de la batalla del Ebro, (ocupando ya el puesto de General del Estado Mayor), la batalla de Brunete, y finalmente el Plan P.​ A pesar de estar en el bando republicano, él mismo se definió como católico, apostólico y romano.2​3​ Al finalizar la Guerra estuvo exiliado en diversos países: Francia, Argentina y Bolivia. En 1957 regresó a España donde fue juzgado por "auxilio a la rebelión" y perdió su empleo militar. Fue autor de diversos libros relativos a la narración histórica de la guerra civil española, así como del entorno social que rodeó al conflicto. Ejerció el profesorado tanto durante su carrera militar en España como en el exilio.

 

Biografía

El propio Vicente Rojo escribió sobre su vida algunas notas de carácter autobiográfico, que no fueron publicadas (y que por razones desconocidas evita el periodo de Guerra 1936-1939).4​ A pesar de ello una de las biografías más completas es la que escribe su propio nieto José Andrés Rojo.5​ Existen diversos documentos que con la denominación: Los papeles del general Rojo, ubicados en el Archivo Histórico Militar (como donación de él mismo a los archivos del Estado) narran algunas ideas y proyectos de este militar español.6​ De las cuatro hermanas, la mayor de ellas (denominada Pitusa y que se llama Teresa Rojo Almazán) escribió anotaciones acerca de la historia de la familia, incluyendo detalles sobre su vida. Todo ello conforma el cuerpo de información bibliográfica acerca de la vida de Vicente Rojo.

Infancia y entorno familiar

Busto de Vicente Rojo en su pueblo natal, Fuente la Higuera.

Vicente nace el 8 de octubre en el pequeño pueblo valenciano de Fuente de la Higuera. Su padre, Isaac Rojo González había fallecido tres meses antes de su nacimiento, dejando a su mujer, Dolores Lluch Doménech una pensión algo limitada para el mantenimiento económico de la vida de la familia.5​ Al nacer es el sexto hijo de la familia. Desde joven aprende y convive al amparo de su madre. El padre de Vicente fue un militar que sirvió en el Ejército de Ultramar en La Habana desde 1876, anteriormente había combatido como soldado de reemplazo contra los carlistas en Cataluña. En Cuba fue ascendido por antigüedad, y tras media docena de años de servicio regresó a España muy enfermo, fue ascendido finalmente a teniente 1ª por méritos de guerra.7​ Finalmente Isaac se establece en el pueblo valenciano de Fuente de la Higuera y muere a causa de sus dolencias, meses antes de conocer a su hijo Vicente. La humildad del origen de Vicente Rojo le marcó desde la adolescencia, combinándose con una cada vez mayor relación con el mundo castrense.5​ De los seis hermanos sólo dos fueron varones: Vicente y Francisco. Ambos hermanos crecieron en un ambiente católico y la amistad con él fue siempre estrecha y cordial.

Formación militar

Su madre murió cuando Vicente tenía trece años de edad, y él no tuvo opción, fue asignado de inmediato a la institución en representación de internado denominada los Huérfanos de Infantería. Se puede decir que Rojo no eligió la carrera militar, ingresó en esta institución en calidad de huérfano de militar. Agravado por la situación económica de su familia en el año 1911, ingresa en la Academia de Infantería de Toledo. Una enfermedad en el ojo izquierdo retrasa sus estudios, tras tres años de convalecencia aprende a disimular el problema de su reducción de visibilidad. Vicente pudo pasar estos primeros años gracias a las aportaciones económicas solidarias de sus hermanos mayores. En esta su primera estancia en el Alcázar de Toledo estudiando hizo grandes amistades con algunos de sus compañeros. Su coronel José Villalba Riquelme lo recordaría como un aplicado alumno, del que finaliza sus estudios en el año 1914 con el grado de subteniente, habiendo obtenido el número dos en una promoción de 390 cadetes alumnos de la academia. Franco había acabado años antes, en 1911, los estudios en la misma academia.8

Su primer destino se realiza en Barcelona, en junio de 1914 siendo asignado al Regimiento Vergara 57. Era una época complicada de conflictos sociales en las calles barcelonesas. Estuvo conviviendo en la misma casa con su hermano Fernando Rojo, tres años mayor que él. Su hermano trabajaba en la Catalana de Gas y Electricidad y logró mantener su empleo hasta después de la Guerra Civil. Al igual que Vicente se había educado en un orfanato militar de Toledo (María Cristina), sólo que al final no eligió la carrera militar. Este periodo barcelonés de Vicente fortaleció el vínculo de ambos hermanos. Durante esta época tuvo que enfrentarse como represor a las huelgas catalanas, y por otra parte tenía que oír las versiones de su hermano (que se encontraba en el otro bando). Fernando durante la Guerra se afilió a la UGT, aunque esta actitud era normal durante la guerra por motivos de supervivencia. La penuria económica y el bajo sueldo de Vicente en Barcelona (que correspondía a 35 duros) le obligan a solicitar el destino de Marruecos a la campaña africana de España. El destino de Marruecos era prometedor, el rey Alfonso XIII había concedido ventajas de ascenso en el escalafón a los militares destinados allí.9​ Es muy probable que Vicente quisiera probar suerte.

Campaña africana

El 10 de enero de 1915 se incorpora al Regimiento de Infantería de Córdoba nº 10, este destino se encuentra en la mitad de camino entre las posiciones de Ceuta y Melilla en el protectorado español de Marruecos. Este era un lugar en que los militares españoles ambiciosos lograban en un corto periodo de tiempo posiciones altas en el escalafón.1​ Tras pasar un periodo de aclimatación en Córdoba el 18 de febrero se incorpora al Batallón de Cazadores Arapiles nº 9, estacionado en Tetuán. Su bautismo de fuego lo tuvo en la ciudad de Laucién, y fue una escaramuza. El 29 de junio de 1916 tuvo lugar una importante operación en la cabila de Anyera, el Batallón de Cazadores de Arapiles tuvo participación en dicha operación.10​ Durante este periodo tuvo que realizar diversas operaciones militares, alternó posiciones avanzadas con las de retaguardia, a finales de 1916 fue condecorado con Cruz Roja al Mérito Militar. En junio de 1918 ascendió a Capitán. Participó en la misión de Alcazarseguir en el norte de Marruecos.

En este ambiente militar, Rojo participó en numerosas Juntas de Defensa, dichas juntas eran una especie de tribunales de justicia encargadas de imponer moralidad.9​ La aventura africana no parece lograr en Rojo las satisfacciones deseadas, y tras solicitar cambio de destino el 12 de julio de 1919 se incorpora al Regimiento de Infantería Vergara número 57 ubicado en Barcelona. En sus periodos de permiso que disfrutó en Ceuta conoció a Teresa Fernández, ambos contraen matrimonio en Madrid el 13 de marzo de 1920. Tras casarse es destinado al Batallón de Cazadores de Montaña Alfonso XII número 1 ubicado en Vich, en 1922 tiene su segundo hijo y logra ser destinado como profesor en la Academia de Infantería de Toledo, algo que llevaba deseando desde varios años. La Academia de Infantería era una institución de enseñanza para los oficiales de la época.

Profesor en la Academia de Infantería

Al conseguir el traslado, Vicente Rojo y su mujer se establecen en la ciudad de Toledo en 1922, ya como capitán. En la Academia de Infantería ocupa diversos puestos docentes y de administración. Ocupará este puesto de profesor durante cerca de una década. Como profesor se encarga de diversas materias dentro del currículo ofrecido por la Academia, tal como: medios de transporte, táctica, logística, higiene y alimentación, topografía, armamento y material, etc. Participó igualmente en las prácticas que se realizaban en el Campamento de los Alijares. Fue uno de los redactores de los planes de estudio de las asignaturas de Táctica, Armamento y Tiro para la nueva etapa de la Academia de Zaragoza. Es en este periodo en la Academia cuando colabora en la fundación y dirección de la Colección Bibliográfica Militar, colección sobre temas militares que alcanzó amplia difusión en España y en el extranjero, junto con el también capitán Emilio Alamán Ortega. Esta colaboración se extendió desde el año 1928 hasta 1936, y se tradujeron casi un centenar de títulos, llegando a alcanzar tiradas de cerca de doscientos mil ejemplares. El repertorio ideológico de las obras era de amplio espectro. El propio Vicente Rojo publica estudios como "Orientación y datos", "Los ejercicios sobre el plano", etc.

Durante su estancia en la Escuela se dio la circunstancia curiosa de que se propuso a los alumnos de su promoción que desarrollaran un supuesto táctico que consistía en el paso del río Ebro para establecerse en la ruta Reus-Granadella, operación muy similar a la que unos años después, durante la guerra civil, habría de llevar a la práctica en la célebre batalla del Ebro en el tramo comprendido entre Mequinenza y Amposta. En otra faceta de su biografía, su preocupación e implicación por la formación de los jóvenes condujo, igualmente, a que por estas fechas (1931-1933) fuese nombrado Comisario General de Instrucción de los Exploradores de España («boy scouts españoles»). Durante su estancia en la academia fueron ocurriendo sucesos en la vida política como el 14 de abril el advenimiento de la Segunda República.

En agosto de 1932, abandona la Academia para ingresar en la Escuela Superior de Guerra en Madrid con el objetivo de realizar el curso de Estado Mayor, diploma que obtendría en 1936 (al poco de haber ascendido a comandante). Su mujer está embarazada del sexto hijo. Al poco de abandonar la Academia su antiguo jefe en la época de Marruecos, Sanjurjo se subleva contra la República en la ciudad Sevilla en lo que se denominó La Sanjurjada. Durante una breve temporada se convirtió en jefe de Estado Mayor de la 16ª Brigada de Infantería de León, este nuevo cargo le permitió comprobar la realidad del ejército antes de la Guerra Civil. De la misma forma pudo comprobar como en los ambientes militares se estaba fraguando el futuro conflicto, y de vez en cuando le convocaban a reuniones en las que se pretendía que se afiliase a una posible revuelta.11

Estallido de la Guerra Civil

Ascendido a comandante el 25 de febrero de 1936, al estallar la guerra civil, en julio de 1936, se mantuvo leal al gobierno de la República, y fue uno de los militares profesionales que participó en la reorganización de las fuerzas republicanas durante los instantes posteriores al golpe de Estado. La intención recelosa del gobierno de Giral fue la de desmantelar el ejército, finalmente en agosto de este mismo año se reactivan los escalafones militares. No es de suponer que se cuestionase la lealtad de Vicente Rojo ya que desde los primeros instantes fue trasladado a las oficinas del Estado Mayor del Ministerio al mando de Hernández Saravia. Debido a las operaciones de acoso a la Capital desde el norte, el 24 de julio partía a Somosierra para incorporarse a una columna que estaba bajo las órdenes de Enrique Jurado, estuvo destinado hasta el 28 de agosto en Lozoyuela, tras este primer punto de contacto regresó al Estado Mayor.12​El primer contacto con los milicianos fue muy bien entendido y fue considerado a partir de ese primer destino.2​ Durante esos meses de gran actividad tuvieron que reorganizar un nuevo ejército capaz de enfrentarse con las tropas sublevadas que avanzaban por Extremadura hacia la capital, en ese intento se creó la Inspección General de Milicias con el objeto de controlar los batallones de voluntarios. El 18 de agosto llegan las noticias de la toma de Badajoz y de las brutales represiones posteriores por parte del teniente coronel Yagüe.

Una de las primeras misiones asignadas a Vicente Rojo (en compañía de un miliciano al que denomina simplemente M. en sus papeles6​) fue la de pactar una rendición al asediado Alcázar de Toledo el 9 de septiembre de 1936, esta misión (propuesta por Largo Caballero) fue ciertamente dura para él, ya que suponía volver a la academia en la que estuvo destinado como profesor durante casi una década. El 8 de septiembre la Junta de Defensa de Toledo (ubicado en la casa de Correos) redacta el mensaje que debe aceptar Moscardó. Rojo sabe de antemano que Moscardó no aceptará las condiciones. Ese 9 de septiembre a las diez de la mañana entra por Puerta de los Carros con los ojos vendados a entrevistarse con Moscardó. Muchos de sus viejos camaradas se encontraban en su interior (entre ellos su antiguo colaborador Emilio Alamán Ortega). La recepción en el Alcázar por el general Moscardó fue fría y protocolaria, escuchó las condiciones y posteriormente permitió que Rojo saludara a sus antiguos colegas. Solicitó la entrada al recinto de un sacerdote para que pudiera hacer sus servicios religiosos en el Interior del Alcázar. Regresó a Madrid e informó en persona a Largo Caballero de lo sucedido.13

En octubre de 1936 fue ascendido a teniente coronel siendo designado Jefe del Estado Mayor de las Fuerzas de Defensa,14​ mandadas por el general Miaja, jefe de la Junta de Defensa de Madrid, creada para defender la capital a toda costa después del traslado del gobierno de la República a Valencia. En este puesto preparó un eficaz plan de protección de la ciudad, que evitó su caída. A partir de entonces, su fama como organizador no hizo sino aumentar. Su trabajo se fundamentó en organizar las milicias y que pudieran ofrecer un frente disciplinado ante el avance franquista. Evitar la improvisación y promover en la medida de lo posible la organización en el frente.15

El 18 de octubre se crean las seis primeras Brigadas Mixtas. El avance de las tropas sublevadas hacia Madrid parecía imparable tras la toma de Toledo por el ejército franquista el 28 de septiembre, tras este incidente en la primera semana de octubre se producen las primeras escaramuzas en Illescas. Vicente Rojo fue designado para detener el avance en esa localidad. El general José Asensio Torrado fue designado para planificar esta operación. Los combates comenzaron el día 20 de octubre y duraron hasta el 24 del mismo mes. Durante el acercamiento Rojo pudo comprobar el caos de la defensa republicana,16​ intentó mejorar las comunicaciones en la localidad de Seseña con el objeto de establecer la logística. Pronto pudo comprobar que las baterías artilleras eran de calibres muy dispares (del 7.5 y 6.5) y que no estaban bien abastecidas, en la mayoría de los casos las recibidas eran del 6.5. Espontáneos brotes de pánico en los frentes, mala preparación de los milicianos, etc. Rojo se da cuenta al estar en la línea de fuego que había muchas cosas que mejorar, es en esta época cuando conoce a Juan Modesto Guilloto el que será su estrecho colaborador. El día 2 de noviembre se le nombra responsable de la sección de Organización y Movilización en el Estado Mayor.

Defensa de Madrid

La marcha del gobierno republicano a Valencia se produce el 6 de noviembre de 1936 pero antes dejan al general Pozas que se haga cargo del Ejército del Centro, y la Junta de Defensa de Madrid al general Miaja, la consigna era: la defensa de Madrid a toda costa. Vicente Rojo, que se encontraba bajo las órdenes de Miaja, se hace cargo de la situación desde el primer instante. El perímetro a defender comprendía entre unos 32 a 35 kilómetros. La defensa de Madrid comienza cuando las tropas del general Varela avanzan hasta rebasar la Casa de Campo el día 7 de noviembre. Algunos autores describen la situación: "Si el General Miaja era la voz de mando, Rojo era la cabeza pensante y la voluntad organizadora".17​ Cuando el día 8 las tropas sublevadas avanzan por la Casa de Campo la defensa ya está organizada.15​ Un contraataque de la 3.ª Brigada hacia Húmera sorprende el flanco izquierdo de las tropas de Varela que tienen que luchar en un terreno boscoso, en el centro se encuentra estancado el frente. En el flanco derecho se producen escaramuzas en Carabanchel, y el día 9 de noviembre hay combate casa a casa. Se luchaba cuerpo a cuerpo, en algunos casos era difícil remunicionar ciertas zonas. El mismo día 8 Rojo abandona el frente para solicitar a Miaja refuerzos en el frente de Moncloa, éste se niega por reservarlos para una ofensiva en el Jarama. Solicitó permiso para convencer en persona a la primera Brigada de las Brigadas Internacionales que se encontraban destacados en Ciempozuelos donde recibió la misma negativa. A partir del 10 y hasta el 14 el Estado Mayor reconsideró su negativa inicial y empezaron a llegar los refuerzos: dos Brigadas Internacionales (XI y XII) y tres mixtas (la , y ).

En estos días la familia de Vicente Rojo es evacuada de la casa cercana al frente (Guzmán el Bueno) a la casa del director de cine Luis Buñuel (Menéndez Pelayo). Poco tiempo tuvo para estar con su familia, mientras vivía en el Estado Mayor acompañado de sus tenientes coroneles más allegados. Sobre la tensión vivida durante esos primeros días de noviembre Rojo escribe en su Anecdotario 103 puntos de los que tan sólo pudo describir los títulos. En ellos refleja los problemas habidos con la Junta de Defensa, con los milicianos comunistas, con la Embajada de Finlandia, las peticiones de munición a Valencia, etc. El 13 de noviembre Barrón toma el Cerro Garabitas de la casa de Campo. El día 15 Rojo prepara una contraofensiva para recuperar Garabitas y fracasa al coincidir con una violenta ofensiva sublevada que provocó pánico entre las unidades republicanas. Las tropas franquistas abren brecha y entran en la Ciudad Universitaria hasta el Hospital Clínico y allí la Brigada 3 al mando de Jesús Martínez de Aragón detuvo el ataque. Ese mismo día una comitiva de Miaja y Rojo a inspeccionar el frente a la altura de la Cárcel Modelo y se vieron involucrados en mitad del fragor.17​ El día 23 de noviembre tras una visita de Francisco Franco desde Leganés decide detener la ofensiva. El frente queda parado en el Clínico.18​ El general Miaja decide frenar la situación caótica existentes en las sacas de presos y los paseos, las checas.19​ Uno de los héroes de este primer enfrentamiento fue Manfred Zalmanovich Stern (conocido como general Emil Kléber) y su personalidad era radicalmente diferente a la de Vicente Rojo. Este denunció ante Miaja lo que se vino a denominar como caso Kléber. En dicho informe de nueve puntos señala las discrepancias que hubo entre ambos. Kléber fue relevado de sus funciones en la defensa de Madrid en enero de 1937. Sin embargo la relación de Rojo con el general ruso Vladimir Gorev fue cordial en todo momento.

El 29 de noviembre de 1936 se abre otra ofensiva con fuerte apoyo de aviación en la denominada la primera batalla de la carretera de La Coruña, esta ofensiva está dirigida por García-Escámez. La resistencia organizada por Rojo logró sus frutos paralizando el frente de nuevo. Se comienza el día trece de diciembre la que será la segunda batalla de la carretera de La Coruña, esta ofensiva muestra una maniobra muy preparada, es de mayor alcance que la anterior y se ve frenada por la niebla, que le imposibilita utilizar su mayor poder aéreo y artillero, y por la obsesión de tomar Boadilla, en donde los republicanos muestran su buena preparación para la defensa. El 14 de enero de 1937 cuando se van extinguiendo los combates en la carretera de La Coruña el general Pozas intenta aconsejar a Largo Caballero de la necesidad de realizar una maniobra de doble envolvimiento a lo largo del Jarama contra las tropas enemigas con el objeto de romper su línea de comunicaciones. Rojo sostenía que el ataque simultáneo de Brunete hubiera sido vital debido a lo poco protegido que se encontraba la zona. El 6 de febrero el ejército sublevado comienza la ofensiva en un frente que va desde Perales hasta Ciempozuelos. El avance resultó imparable hasta que el día 14 consolida el Pingarrón, lugar en el que se centró la serie de ataques y contraataques hasta que el 23 el general Miaja dio por finalizada la batalla quedando todo en un punto de equilibrio. Tras esta ofensiva se esperaba que otra viniese, hasta que el 8 de marzo se produce un avance en Guadalajara de tropas motorizadas italianas (Corpo Truppe Volontarie) en apoyo de Franco. La ofensiva llega hasta Brihuega el día 10 de marzo. Ese día y en ese lugar en el que se estanca por la resistencia del ejército republicano y las Brigadas Internacionales, contribuyendo el mal tiempo a frenar el avance del gran material bélico que transportaban. Para el día 18 se planificó un fuerte contra ataque y se recuperó Brihuega.

Con un prestigio acrecentado, en marzo de 1937 fue nombrado coronel y en mayo,20​ tras la formación del gobierno Negrín, Jefe del Estado Mayor Central de las Fuerzas Armadas y Jefe del Estado Mayor del Ejército de Tierra.21​ Desde este nuevo empleo se encargó de dirigir la expansión del Ejército Popular, y creó el denominado Ejército de Maniobra, que debía servir de avanzadilla ofensiva del Ejército Republicano. En marzo de 1937 se comenzaba las ofensivas por el Norte y el primer objetivo de las tropas sublevadas fue Bilbao. Rojo propone un cambio de estrategia y recomienda pasar a la ofensiva y uno de los objetivos iniciales era lograr el cerro Garabitas desde el que se castigaba Madrid. Se movilizaron varias divisiones y diversos carros de combate (T-26 soviéticos) así como aviación y artillería y el 10 de abril comenzó la ofensiva, la ejecución se hizo acorde con los planes pero la lucha encarnizada causó tantas bajas que algunos comandantes se retiraron (entre ellos Líster) y el día 14 la operación se suspensión con un balance de 1500 soldados republicanos muertos y las tropas franquistas mantuvieron sus posiciones iniciales anteriores a la operación. La primera ofensiva del Estado Mayor de Rojo había sido un fracaso. El 23 de abril se disuelve la Junta de Defensa de Madrid y tras su ascenso a coronel se le destina Valencia, al Estado Mayor Central. En una reunión de Estado Mayor propuso una ofensiva que cumpliera cuatro puntos: descongestionar Bilbao, reducir el saliente de Teruel y crear una amenaza sobre Zaragoza, alejar al enemigo del Manzanares y cortar por Extremadura las comunicaciones en eje Norte-Sur. El primero de los puntos no pudo lograrse debido a que el 19 de junio Bilbao cayó, los otros sufrieron demoras.

A pesar de todo el 6 de julio de 1937 se puso en marcha la ofensiva de Brunete, la instrucción para su ejecución fue aprobada por Indalecio Prieto, pero llevaba siendo propuesta varios meses antes por Rojo como maniobra para detener el avance por el norte. El avance planificado, a pesar de su claro avance, sufrió diversos percances. El efecto sorpresa funcionó y la campaña hacia Santander de las tropas franquistas fue detenida. La Legión Cóndor apareció por los cielos y acosó a las tropas de Rojo. Al séptimo día de la batalla, se detuvo la ofensiva. Hubo problemas con el abastecimiento de municiones y el ritmo de consumo de municiones artilleras alertó a los altos estamentos del ejército. Madrid en aquella época había dejado de ser un objetivo militar para Franco. El 14 de agosto Rojo anuncia su plan de acción político-militar en el que anuncia tener informaciones sobre el estado de descomposición de algunas posiciones de retaguardia enemiga y era necesario explotar su descontento. Otros intentos de coronel Rojo desde Valencia por detener el avance de las fuerzas franquistas a Santander con una maniobra de distracción. 

 

La ofensiva en Aragón

Vicente Rojo empieza a valorar en agosto de 1937 que el frente de Aragón es ideal para presentar frente y avanzar.22​ Visita en persona la zona para reconocer el terreno en el cerca del sector de Zuera donde pensaba iniciar el ataque. Desde aquella visita colaboró con el Gobierno en extinguir al Consejo de Aragón y la denominada Columna de Hierro.23​ Desde el comienzo del alzamiento la mayoría de las milicias anarquistas se dirigieron a Aragón. Un decreto del 11 de agosto de 1937 impuso la disolución del Consejo de Aragón. Se encargó a Líster con la 11.ª División la ocupación de Aragón y vigilancia de tal decreto.24​ En agosto se reagruparon fuerzas militares de otras zonas con el objeto de iniciar la ofensiva. El 24 de agosto se inició el ataque hacia Zaragoza y lo que luego se acabó convirtiendo en la Batalla de Belchite. Rojo dio la orden de avanzar a las unidades hacia Zaragoza sin preocuparse de dejar los flancos descubiertos. Los inicios de la operación fueron según el plan desarrollado, pero a medida que se tomaban posiciones las columnas se ralentizaban debido a la confianza lograda por su éxito, el transporte por la llanura era penoso debido a la falta de caminos en buen estado. A falta de una treintena de kilómetros el frente quedó detenido. Se tomó Belchite el día 7 pero Zaragoza quedó lejos. Franco inició el avance a Santander el 18 y la ciudad se rindió el 26 de agosto de 1937. En octubre las tropas sublevadas acabaron con las últimas resistencias en Asturias, Gijón y Avilés cayeron el 21 de octubre. A finales del mes de octubre Indalecio Prieto daba por perdida la Cornisa Cantábrica y las provincias vascas.

El 12 de septiembre Rojo deniega los trámites de la concesión de la Placa Laureada de Madrid (máxima condecoración del Ejército Republicano, equivalente a la Cruz Laureada de San Fernando). Tiene la convicción de que ese agradecimiento desencadenaría comentarios y comidillas. Finalmente se le concedió el 11 de marzo de 1938.25​ Ascendido a general en octubre de 1937 es ya uno de los militares más prestigiosos de la República.26​ El 1 de noviembre se entrevista con Azaña en Barcelona y le comunica que es de esperar un ataque en diez o quince días. Le comunica que es de esperar un ataque muy virulento sobre Madrid y que evite la salida de tropas, mientras se descargarían ofensivas en el norte del Ebro. El objeto de tales acciones es la de cortar comunicaciones con Cataluña. Le mencionó la falta de camiones y munición. Pero lo más grave era el ambiente de derrotismo que empezaba surgir entre el ejército. Le aconsejó atacar por Extremadura profundizando hasta alcanzar la línea Almendralejo-Zafra-Llerena hacia Badajoz. A esta propuesta se la denominó Plan P, este plan tendría diversos retrasos. Contaba con el visto bueno de Negrín y además tenía fecha de ejecución para el día 14 de noviembre. Finalmente el Consejo de Gobierno vota en contra del denominado Plan P, algo que contraría a Rojo y a Azaña (que había viajado a Madrid para pasar revista a las fuerzas asaltantes una mañana nublada del 13 de noviembre).27​ El bombardeo de un acorazado nazi fue apoyado por Rojo, dando lugar a lo que se denomina incidente del Deutschland. Tras todo ello Rojo concibe la Batalla de Teruel que comenzó el 15 de diciembre con un ataque republicano que tuvo éxito los primeros días y hubo grandes avances hacia la ciudad de Teruel, algo que hizo retrasar el quinto ataque a Madrid por parte de los sublevados. Algunos autores mencionan que Rojo entró el 22 de diciembre en Teruel sin escolta cabalgando a caballo.5​ Días después tras inmensas ofensivas por uno y otro bando, en un ambiente de frío terrible, las tropas republicanas ceden al ataque y el 31 de diciembre abandonan Teruel. Finalmente a comienzos de enero se rinden los últimos reductos y el Plan P de Rojo queda postergado. Una contraofensiva diseñada por Rojo recupera Teruel con gran coste de bajas republicanas, a mediados de enero cuando se creía que la defensa de Teruel era posible con cierto grado de éxito, el general Aranda realiza un ataque inesperado que provoca la sorpresa de las tropas republicanas, a comienzos de febrero la presión era tan grande que poco a poco se iba cediendo posición. Finalmente el 22 de febrero las tropas republicanas se replegaron a posiciones de inicio de la ofensiva de Teruel. Esta operación afectó a Vicente Rojo hasta el punto de ofrecer su puesto a Negrín con el expreso deseo de ser substituido. Negrín, no sólo rechaza tal ofrecimiento, sino que alaba a Rojo, algo que sorprende al general que finalmente accede a continuar la lucha.

La operación más ambiciosa que llevó a cabo Rojo ocurre a lo largo de 1938 y fue la ofensiva del Ebro, que dio lugar a la larga batalla del Ebro desarrollada desde el 25 de julio al 16 de noviembre de 1938, y en la cual la República se jugó su prestigio internacional, su capacidad de resistencia y la posibilidad de poder dar un giro favorable al curso de la guerra.6​ Los primeros avances planificados por Rojo fueron exitosos. Tras un primer avance sorpresivo a las fuerzas franquistas, pronto el frente se estabilizó. Los aviones franquistas bombardeaban Barcelona en marzo. Tras la ofensiva de Aragón, que no lograron detener finalmente las tropas republicanas dirigidas por el general Rojo, las tropas de Franco logran tocar el Mediterráneo cortando el 15 de abril, por primera vez, la comunicación de Barcelona con Madrid y Valencia, comienza de esta forma la ofensiva de Cataluña. Se incluyó de nuevo el plan P de Rojo, pero la gravedad de los acontecimientos negó de nuevo su ejecución. Los primeros días de abril caen Lérida y Gandesa. Rojo en Barcelona con su familia planifica las operaciones militares, pero las tropas sublevadas gobernadas por Franco, cambian de parecer y se dirigen a Valencia por la costa. Castellón cae el 14 de junio y Valencia sufrirá numerosos bombardeos aéreos de la aviación fascista hasta el 30 de marzo de 1939, momento en el que consiguen tomar la ciudad. A pesar de la organización de las tropas republicanas el 15 de enero de 1939 cayó Tarragona. El 18 de enero, por insistencia de Negrín, el general Rojo habló por la radio por primera vez en toda la guerra.28​ Ese discurso, cargado de esperanza, impresiona a Antonio Machado que escribe al día siguiente una carta a Vicente Rojo. El 26 de enero Barcelona cae y Rojo menciona que la ciudad poseía los mismos medios materiales y humanos que Madrid en el año 1936, mencionando que Barcelona "se perdió simple y llanamente por no haber voluntad de resistencia".29​ Ya desde el 15 se produjeron desbandadas de población hacia la frontera pirenaica con Francia, la caída de Barcelona agravó la situación. A pesar de aconsejar el general Rojo a Negrín la terminación de la Guerra, Negrín alegó que renunciar, supondría una lucha entre los que querían seguir y los que abandonaban.

Tras la caída de Barcelona, el ejército republicano se concentró el 1 de febrero delante del río Tordera con el objeto de cubrir las regiones de Vich y Seo de Urgel. Se encargó al general Saravia que acaba siendo depuesto de la misión por consejo especial de Rojo. A Rojo lo único que le importaba es que el ejército republicano pasase ordenadamente la frontera con Francia.30​ El 9 de febrero las tropas franquistas alcanzan la frontera de Le Perthus finalizando el paso a la frontera desde el lado español. El general es uno de los últimos de abandonar la frontera y cruzar al lado francés. Las autoridades francesas desarmaban a los soldados, y a aquellos que no poseen referencias les obligaban a confinarse en campos de concentración.

Periodo de exilio

Tras la caída de Cataluña en febrero de 1939, Rojo se trasladó a Francia, a la pequeña ciudad de Vernet-les-Bains donde se reunió con su familia. Teresa, su mujer, da a luz la más pequeñas de las hijas el 29 de septiembre de 1938 y su padrino será Juan Negrín. En esta época Rojo muestra su amistad con el político. La familia estaba junta, con excepción de uno de los hijos que desde el comienzo de la contienda se encontraba en la zona sublevada. Rojo pronto comprueba la situación penosa de los refugiados españoles en la zona francesa, ubicados en campos de concentración. Esta situación indignó a Rojo que en su intento de actuar escribe cartas "categóricas" a Negrín reclamando una solución.

Periodo argentino

Con el tiempo Rojo y su familia deciden salir de Francia y mediante el Servicio de Emigración de los Republicanos Españoles (SERE) que le abona el pasaje para trasladarse a Buenos Aires (Argentina). El 11 de agosto de 1939 parte para la ciudad de Buenos Aires en el buque Alcántara, coincide en él con José Ortega y Gasset, el viaje duró dieciocho días. La familia no tenía casa allí, lo que les esperaba era desconocido. La intención inicial era la de aceptar aquello como provisional, pero la situación política de Europa era cada vez peor. Encontraron finalmente casa en el barrio de Floresta (en la calle Ramón Falcón 4115). El gobierno argentino era reacio a la acogida de españoles procedentes del conflicto y les obligó a buscar trabajo. El comienzo de la segunda guerra mundial permitió a Vicente Rojo la posibilidad de ofrecer sus opiniones militares en Crítica (periódico fundado por el empresario Natalio Botana). En ese diario Vicente Rojo llegó a escribir más de medio millar de artículos, todos ellos cubrían desde la historia, opinión de los combates, ataques, alianzas, etc. Su colaboración comenzó el 4 de septiembre de 1939 y finalizó el 22 de enero de 1943. A fines de 1939 publica ¡Alerta los pueblos! y recibe críticas elogiosas por ello.

Rojo desarrolló durante este periodo una actividad de conferencias que le permitieron viajar a lo largo del país. Estas conferencias suponían un ingreso importante para su economía familiar. En ellas hablaba de la Guerra Civil, del establecimiento del ejército popular, de los conflictos armados que se desarrollaban bajo la segunda guerra mundial, etcétera. En agosto de 1941 la familia Rojo recibe la noticia de la aceptación del visado del hijo Francisco para ir a la Argentina, con él la familia ya está al completo. El 1 de abril de 1941 Vicente Rojo inaugura una revista denominada Pensamiento Español, este proyecto editorial tiene por objeto hacer patente las opiniones de los republicanos en el exilio, así como la de favorecer la conciliación de los españoles. Esta aventura se ve respaldada por el político catalán Manuel Serra y el gallego Ramón Rey Baltar. En la revista escribieron numerosos escritores españoles del exilio. Durante este periodo es cuando escribe el libro España heroica22​ Es de destacar las iniciativas de ayudar a los refugiados españoles desde Argentina vía los servicios sociales del SERE y el JARE. Uno de los incidentes más amargos de Rojo fue cuando a la llegada a Buenos Aires de su amigo y colaborador de la Colección Bibliográfica Militar, Emilio Alamán, éste le negó el saludo. A pesar de todo, en Londres, Negrín da un discurso en 1942 alabando la heroica actitud del jefe del Estado Mayor, sin escatimar elogios.

La llegada de José Antonio Aguirre (expresidente del Gobierno Vasco durante la República) en abril de 1941 para dar una conferencia en el Centro Republicano de la capital argentina, provoca una editorial en el Pensamiento Español escrita por Vicente Rojo y titulada La unidad española y los nacionalismos que levantó disputas entre los fundadores. Desató una guerra de editoriales con otra publicación denominada Euzco Deya que defendía posiciones separatistas. Finalmente en una carta publicada por el Pensamiento Español en 1942 los dos generales: Vicente Rojo y Enrique Jurado, deciden abandonar para no perjudicar la publicación, ya que entienden que los ataques son contra ellos.

Periodo en Bolivia

En 1942 el gobierno de Bolivia le ofreció la posibilidad de que organizara y dirigiera la cátedra de Historia Militar y Arte de la Guerra en su Escuela de Estado Mayor (Escuela de Comando y Estado Mayor), tarea ésta que desarrolló entre 1943 y 1945, siéndole reconocido su empleo de general del Ejército español y condecorado con el máximo galardón. Se establece con su familia en Cochabamba (en el barrio Muyurina) y comenzó a dar clases a los oficiales del ejército boliviano en 1943. El asombro que dejó Bolivia en el general queda reflejado en una obra que publica en 1965 y que titula Caminar (ilustrado con dibujos de su hijo José Andrés), en este libro describe rutas por las que estuvo de este país. El contrato promovido por el general Peñaranda y mediante el que se llevó a Vicente Rojo a Bolivia era inicialmente de una duración de cinco años, luego se prolongaría. Los hijos mayores se matricularon en la Universidad y los menores al colegio. Vicente Rojo viajaba a menudo con el ejército, atendía a los visitantes ilustres que se acercaban a Cochabamba (uno de ellos es el poeta zamorano León Felipe). En su vida cotidiana escribía, comía salteñas los fines de semana tras salir de misa, acudía a eventos sociales, etc.

Lo curioso es que durante ese periodo Rojo estuviera alejado de la inestabilidad política de Bolivia. En sus escritos no hace mención siquiera de los acontecimientos de 1952 en Bolivia. Algunos de sus hijos comenzaban a casarse. Ángel, uno de sus hijos que siguió los pasos de su padre se ve pronto mezclado en los incidentes de Bolivia. Rojo se entera en Bolivia de los Pactos de Madrid en los que España comienza relaciones con Estados Unidos, él está abiertamente en contra. En ese año de 1952 una de las hijas de Rojo estudiaba en Madrid, el regreso de la chica fue extraño. En 1953 su esposa, Teresa, es la que cruza el océano para ir a España a ver su familia. Una vez más regresó en 1954 para el entierro de su madre. Estos viajes de su familia hacen pensar a Rojo sobre la posibilidad de regresar. Redacta un texto en sus papeles que denomina síntesis, en el pone las razones para regresar. Entre ellas cabe destacar su deseo de morir en España.

El 31 de octubre de 1954 Rojo solicita su regreso al embajador de España en La Paz. Su enfermedad le acosaba y ya en 1955 deja de realizar su trabajo docente a causa de ello. Inició las gestiones para su regreso, junto con la de su familia. En enero de 1956 agiliza los trámites mediante la ayuda de uno de sus hijos. Los trámites para su regreso fueron pasando por diversos trances, el gobierno republicano en el exilio no lo vio bien inicialmente. La idea persistente de regresar causó alguna discrepancia de opiniones entre sus hijos, era ya octubre de 1956. A comienzos de 1957 tras una entrevista con Agustín Muñoz Grandes de uno de sus enviados se comenzó a tramitar los papeles por primera vez. Comienzan las condecoraciones de despedida en Bolivia: Comendador de la Orden del Cóndor de los Andes31​, Medalla de Oro de las Fuerzas Armadas Bolivianas. En marzo de 1957 parte la familia Rojo de Cochabamba a Buenos Aires en tren.

Regreso a España

En febrero de 1957 regresó a España, gracias a las gestiones de un jesuita que conoció durante su estancia en Bolivia y avalado también por el obispo de Cochabamba, antiguo capellán castrense a las órdenes de Rojo. Desembarcó en Barcelona y se dirigió a Madrid. Nada más llegar a Rojo se le abre un expediente informativo a cargo del coronel Enrique Eymar Fernández, se le comunica que es un procedimiento rutinario con los que llegan del exilio. Vicente se traslada a Sagunto y allí se entera que el procedimiento de expediente informativo acaba elevándose a Causa Criminal. El 16 de julio de 1957 se le citó para ser procesado por «rebelión militar».32​ Vicente Rojo, amparándose en el artículo 554, recurrió. Con ello se iniciaron los trámites. La situación pareció a Rojo muy ofensiva, tras cuarenta y seis años de servicio sin incidentes, ahora era sentenciado por una causa que le dejaba perplejo. Durante el procedimiento tuvo que acudir cada siete días ante el juez para probar que permanecía en Madrid (Raymond Carr le invitó a Londres y recibió como respuesta escueta: "de ninguna manera"). El día del proceso, eligió un abogado militar de turno, evitando que un amigo le defendiera. En la calificación provisional se le quería procesar a treinta años. El juicio tuvo lugar el 5 de diciembre de 1957. Finalmente sería juzgado por "auxilio a la rebelión", en su calidad de excomandante del Ejército, por el hecho de no haberse rebelado contra el gobierno legítimo de la República.

Al parecer su regreso del exilio no había gustado a ciertos sectores militares, entre ellos al propio Franco que escribiría de su puño y letra en su expediente "negar el pan y la sal" (el pan y sal es considerado como un saludo).33​ El 18 de enero de 1958 recibe en su domicilio de Ríos Rosas, 48 la sentencia de cadena perpetua, interdicción civil e inhabilitación absoluta. Con la sentencia se acompaña el indulto para la pena de cadena perpetua, no así a las condenas accesorias de interdicción civil e inhabilitación absoluta, dicho indulto fue condicional a cualquier reincidencia. Rojo comenta: "Se me ha reducido a la muerte civil".34​ Durante estos iniciales días en Madrid visitó a unos pocos amigos, algunos familiares. Fuera de este entorno, el clima estaba enrarecido, los conocidos evitaban el contacto con él. El doctor Gregorio Marañón le visitaba como amigo y doctor, aunque poco a poco las visitas eran cada vez más profesionales. Su mujer Teresa veía cómo amigas suyas de antes de la guerra cruzaban la acera evitando el saludo. Desde la sentencia de inhabilitación un policía le seguía los pasos, vigilándolo. Su vida se reducía a quedar en alguna cafetería con conocidos, pasar alguna tarde con familiares y pasear. En esta época redactó una novela titulada «?» (signo de interrogación) y que dejó inconclusa entre sus papeles.

Es en esta época cuando decide ser útil escribiendo su «Historia de la guerra de España» (que dedica a su mujer: Teresa), para ello solicita en una carta fechada el 20 de enero de 1961, y dirigida a su hijo que vivía en Bolivia, que le envíe por conocidos de confianza diferentes materiales de su archivo personal. El libro ya está redactado y maduro a comienzos del año 1962, el problema era su comercialización: resultaba intrínsecamente problemático un libro publicado por el General Rojo en pleno franquismo. La urgencia económica hace que ofrezca los derechos de «Así fue la defensa de Madrid» al editor y poeta Carlos Barral, éste al final aconseja a Vicente Rojo que se ponga en contacto con Alberto Mondadori, que finalmente adquiere los derechos universales del libro. Empieza a trabajar en otras publicaciones que quedarán incompletas como su «Anecdotario». Los últimos años de su vida fue escribiendo una libreta de anotaciones que él mismo denominó «Platillos voladores», en sus escrituras refleja ideas, aforismos, vivencias, opiniones, etc.

Vicente Rojo padecía de un enfisema pulmonar y ello le acarreaba serios problemas de salud debido a su tabaquismo. Su adicción al tabaco le impidió dejar de fumar, y permaneció en su hábito hasta sus últimos días. Finalmente falleció en la casa de su suegro en Ríos Rosas, 48 a las siete de la madrugada del 15 de junio de 1966. En su testamento legaba lo poco que poseía a su esposa y cedía su «Autobiografía» a sus herederos. Las agencias de prensa dieron de forma muy escueta la noticia, los diarios ABC y Ya recordaron su grado de general y únicamente el diario El Alcázar, órgano de los excombatientes franquistas, destacó el prestigio de que gozaba entre los militares por su capacidad profesional.3​ Las necrológicas en los distintos periódicos de provincias se fueron sumando. El entierro se celebró el día después, sus restos fueron trasladados al Cementerio de San Justo.

Obra

Cabe destacar dentro de su primera etapa como formador de la Academia de Toledo, antes de la Guerra Civil, que plasmó sus conocimientos militares en algunos libros de la serie Colección Bibliográfica Militar, serie que realizó en colaboración con Emilio Alamán. Su actividad como periodista fue desarrollada en el exilio de Argentina escribiendo para La Crítica, siendo el fundador del El pensamiento Español. Su esfuerzo por explicar la historia de España que desencadenó en la Guerra Civil fue reflejada en algunas de sus obras.

Guerra Civil

Escribió varios libros, donde se recogen sus experiencias militares en la guerra civil española, de esta forma publicó:

  • «¡Alerta los pueblos!» (1939) - Se trata de un estudio político-militar del periodo final de la Guerra Civil.
  • «¡España heroica!» (1942) - Con subtítulo de "Diez Bocetos de la guerra civil española".
  • «Así fue la defensa de Madrid» (1967)

Algunos libros incompletos, que forman parte del Archivo Personal de General y forman parte de los innumerables artículos periodísticos escritos durante el exilio, son:

  • En el Archivo Histórico Nacional se ha descubierto un manuscrito titulado «Historia de la guerra de España» en casi cerca de 600 folios. Descubierto por Jorge Martínez Reverte mientras elaboraba la documentación de su libro «El arte de matar».
  • En el año 2006, uno de sus nietos, el periodista de El País José Andrés Rojo, publicó una completa biografía titulada Vicente Rojo. Retrato de un general republicano (Tusquets Editores).

Arte militar

Entre los libros que escribió Vicente Rojo sobre el arte militar

  • «Lecciones de historia de la guerra» - Cochabamba (1943)
  • «Lecciones de logística» - Cochabamba (1947)
  • «Lecciones de Comando y Estado Mayor» - Cochabamba (1948)
  • «Doctrina militar para Bolivia»- Cochabamba (1954)
  • «Elementos del Arte de la Guerra»- Cochabamba
  • «Estrategia, táctica y conducción de grandes unidades»- Buenos Aires (1947)

Diversos

  • «Andares»- Madrid (1965) - (ilustrado con dibujos de su hijo José Andrés), en este libro describe rutas por las que estuvo en Bolivia.
  • «Tríptico sobre España»- Madrid (1953) -
    • «Con el pensamiento en España»- Madrid (1946) -
    • «Estampas» - Madrid (1946) -
    • «Momento español» - Madrid (1946) - Nunca publicado, es una crítica al franquismo y a la política de la república
  • «Platillos voladores» - Madrid 1962 - Libro de memorias (no publicado).
  • «?» (sin título) - Madrid 1961 - Novela con el signo de interrogación que dejó inconclusa.

Homenajes

  • "Historia postal de Sagunto 1936-1939". Exposición filatélica promovida por Emilio Llueca Úbeda en homenaje al general Vicente Rojo Lluch en su primer centenario (1894-1994). Colegio Público Cronista Chabret. 20,21 y 22 de abril de 1995.
  • Aparición como personaje en el largometraje Raza, que tiene lugar casi al final de la película.35​ La breve escena se centra en el 22 de octubre de 1937, el día posterior a que cesara la resistencia del Frente Norte (Asturias). Y pronuncia una frase: "Estamos dando una prueba bien triste de la falta de armonía habitual, verdadera causa de los reveses sufridos hasta ahora".
  • Sin novedad en el Alcázar cuyo director es Augusto Genina, describe la visita que éste realizó como parlamentario.
  • En mayo de 2013 el general republicano Vicente Rojo es homenajeado en su pueblo, Fuente la Higuera, por unanimidad celebrando una misa por todas las víctimas de la guerra.36

 

miércoles, 16 de diciembre de 2020

Guerra Sueca-Polaca: Batalla de Kirchholm (1605)

Batalla de Kirchholm de 1605

Weapons and Warfare


La batalla de Kircholm, una de las principales batallas de la guerra polaco-sueca, se libró el 27 de septiembre de 1605 (o el 17 según el calendario antiguo que se usaba entonces en los países protestantes). Los húsares lanzaron una carga devastadora contra el enemigo que puso fin a la batalla con la victoria decisiva de las fuerzas polaco-lituanas. Es recordado y celebrado hasta el día de hoy como uno de los mayores triunfos de los Húsares polacos. ¡La batalla se decidió en 20 minutos!

En vísperas de la batalla, las fuerzas suecas y las de la Commonwealth se reunieron cerca de la ciudad de Kircholm (que está a unos 18 km al SE de la actual Riga, Letonia). Las fuerzas suecas bajo el mando de Carlos IX contaban con 10.800 hombres y 11 cañones, y fueron reforzadas por varios miles de mercenarios alemanes y holandeses, así como por unos pocos cientos de escoceses, superando en gran medida a las fuerzas de la Commonwealth. 

El ejército polaco-lituano, dirigido por el Gran Hetman Jan Karol Chodkiewicz, estaba formado aproximadamente por 1.300 infantes, es decir, 1.040 piqueros y 260 mosqueteros, además de 2.600 de caballería, y solo 5 cañones. Por cierto, la Corona polaca se negó a financiar su ejército, ya que los fondos se obtuvieron de la fortuna personal de Chodkiewicz.

Incluso con la superioridad numérica, los suecos se encontraban en grave desventaja. Sus tropas estaban menos entrenadas (aunque armadas con pistolas y carabinas), tenían una raza de caballos más pobre y estaban cansadas después de haber marchado durante toda la noche bajo lluvias torrenciales. Por otro lado, las fuerzas polaco-lituanas estaban bien descansadas, confiando en que su caballería estaba magníficamente entrenada y fuertemente armada con lanzas. La mayoría procedían del Gran Ducado de Lituania y unos 200 de la Corona de Polonia, el resto de los cuales eran mercenarios o aliados personales cercanos de Chodkiewicz. Entre estas fuerzas también se encontraba un pequeño número de tártaros y caballos cosacos polaco-lituanos utilizados principalmente para el reconocimiento.

Los soldados suecos se desplegaron en una formación de tablero de ajedrez en la que la infantería se reunió en 7 u 8 bloques ampliamente espaciados, con campos de fuego que se cruzaban, mientras que los flancos estaban cubiertos por la caballería sueca y alemana, y los cañones colocados por delante de la caballería. En contraste, las fuerzas polaco-lituanas se desplegaron en el formato tradicional: el ala izquierda, comandada por Dabrowa, era significativamente más fuerte, mientras que el ala derecha bajo el liderazgo de Pawel Jan Sapieha consistía en un número menor de húsares mientras que en el centro estaban 300 húsares liderados por Chodkiewicz, así como una poderosa formación de reiters enviados por el duque de Courland.

A pesar de la desventaja de 1: 3 de las fuerzas de Chodkiewicz, usó una finta para atraer a las fuerzas suecas de su alta posición. Pensando que las fuerzas de la Commonwealth se estaban retirando, el ejército sueco recibió la orden de atacar y comenzó a perseguirlos, extendiendo sus formaciones a medida que avanzaban. Esto es precisamente lo que Chodkiewicz había planeado y en el momento preciso, la infantería de la Commonwealth lanzó un ataque en toda regla contra el enemigo que se acercaba. En este punto, los húsares asumieron formaciones de batalla y cargaron contra el flanco izquierdo sueco. Al mismo tiempo, unos 300 húsares polaco-lituanos cargaron contra la infantería sueca en el centro para evitar que interfirieran con su acción de caballería en ambos flancos. Chodkiewicz luego ordenó a su ala izquierda y a todas las reservas que atacaran el flanco derecho opuesto del enemigo.

En adelante, el rey sueco abandonó el sitio de Riga, renunció a su control del norte de Letonia y Estonia, hizo una retirada completa y navegó de regreso a Suecia a través del Mar Báltico. Independientemente, el Commonwealth no fue capaz de explotar su victoria al máximo debido a los limitados recursos financieros disponibles. No había suficiente dinero para suministros militares y para gastos imprevistos como comida y forraje para sus caballos, ni para reemplazar los muchos caballos muertos en batalla. Como resultado, su campaña militar flaqueó. En 1611 se firmó una tregua, pero en 1617 la guerra estalló de nuevo y cuatro años más tarde Gustavus Adolphus, el nuevo rey sueco, logró retomar la ciudad de Riga después de un breve asedio.

Primera guerra polaco-sueca de Livonia, (1600-1611)

Durante mucho tiempo un área de discordia entre Suecia, Polonia y Rusia, el Báltico se convirtió en el lugar de la lucha una vez más cuando Suecia invadió y ocupó la mayor parte de Estonia y Livonia en 1600. Fueron detenidos por los polacos en la ciudad fortaleza de Riga, donde Herman Jan Karol Chodkiewicz (1560-1621) lanzó un contraataque, expulsando a los suecos de la mayor parte de Livonia con victorias en Dorpat (Tartu) y Revel (Tallin), pero sin asegurar el control total sobre la región en disputa.

Luego, en 1604, Carlos IX (1550-1611), el ambicioso rey sueco recién declarado, desembarcó un nuevo ejército de 14.000 en Estonia y marchó sobre Riga para probar fortuna contra Chodkiewicz. Los dos ejércitos se encontraron en la batalla de Kirchholm, donde los polacos reunieron sólo a unos 3.500 hombres, aunque 2.500 de ellos eran jinetes de la caballería pesada de Polonia, aclamada como la mejor de Europa. Montaron una carga salvaje e imprudente que arrastró a los suecos del campo y a ellos mismos para siempre a la historia polaca. No solo ganaron la batalla, estuvieron muy cerca de capturar al rey guerrero de Suecia, y los cronistas polacos pronto estarían afirmando que los cuerpos de unos 9.000 soldados suecos cubrían el campo de batalla abandonado. Después, la guerra fracasó y continuó solo en combates esporádicos hasta que terminó con una tregua en 1611.

Fuerzas polaco-lituanas

El desarrollo constitucional polaco-lituano se detuvo. No se corrigió la posición extrema libertaria de la nobleza. El gran Rokosz de 1606-9 terminó en un punto muerto. El Rey no pudo hacer nada para ampliar sus poderes. El problema de la sucesión no se resolvió. Aunque Zamoyski no pudo limitar la sucesión a ciertos candidatos nombrados, también lo hicieron todos los intentos posteriores de organizarlo vivente rege. Las elecciones de 1632 y 1648 fueron inmemorables. A los grandes funcionarios del estado se les concedió un mandato vitalicio. Las finanzas permanecieron firmemente en el ámbito de la nobleza.

Se hicieron algunos cambios en la organización militar. Aunque el uso tradicional de la caballería en masa trajo cierto éxito, particularmente en Kirchholm en 1605 y en Klushino en 1610, el prestigio del ejemplo sueco condujo a importantes modificaciones diseñadas para aumentar la potencia de fuego del ejército. En 1618, el impuesto kwarta se duplicó para apoyar la mejora de la artillería, que en 1637 se organizó en un Cuerpo de Artillería separado con su propio General. El ejército se dividió en dos formaciones separadas. Uno, el llamado "Contingente Nacional", incluía regimientos de húsares, cosacos y tártaros, y provenía de séquitos privados y de los nobles "camaradas de armas". El otro, el Contingente Extranjero, incluía los regimientos de infantería, dragones y rajtares, y era reclutado libremente "por tambor", es decir, por coroneles que pagaban y equipaban a los propios hombres. El tamaño general de la infantería aumentó mucho, los regimientos tradicionales "al estilo húngaro" armados con mosquetes y alabardas se complementaron con regimientos "alemanes" nuevos y más grandes de mosqueteros y piqueros. En tiempos de paz, el ejército permanente formado por la Guardia Real, los cosacos registrados y los kwarciane contaba con unos 12.000 hombres. En tiempos de guerra, podría cuadriplicarse sin dificultad. Se trabajó mucho en las fortalezas, especialmente en Zamosc en el estilo italiano, en Danzig, Brody y Wisnicz en el estilo holandés, y en Kudak en el Dnieper por el ingeniero francés Beauplan. Floreció una escuela de escritura teórica, asociada con los nombres dell'Aqua, Freytag y Siemienowicz. En Stanistaw Zolkiewski (1547-1620), Crown-Hetman desde 1613, Jan Karol Chodkiewicz (1560-1621), Lituano Hetman desde 1605 y Stanislaw Koniecpolski (1593-1646), Field Hetman of the Crown desde 1618 y Grand Hetman desde 1632 y Stefan Czarniecki (1599-1665), la República vio su generación más brillante de comandantes de campo. La Flota Real, que nunca tuvo mucha importancia, fue liquidada en 1641. 

 

Lectura adicional: 

  • Norman Davies, God’s Playground: A History of Poland, 2 vols. (Nueva York: Columbia University Press, 1982); 
  • O. Halecki (con material adicional de A. Polonsky y Thaddeus V. Grommada), A History of Poland, nueva ed. (Nueva York: Dorset Press, 1992); 
  • W. F. Reddaway, et al., Eds., The Cambridge History of Poland, 2 vols. (reimpresión, Cambridge, Reino Unido: Cambridge University Press, 1971). 

 

martes, 15 de diciembre de 2020

Medioevo: La batalla de Dover

La batalla de Dover (también llamada batalla de Sandwich) (agosto de 1217)

W&W




Fue el día de San Bartolomé, el 24 de agosto de 1217, cuando una flota francesa de unos ochenta barcos zarpó con los vientos del sur `` en una formación tan apretada y ordenada '' por la costa de Kent hacia la isla de Thanet y el estuario del Támesis. Se dirigía a Londres, en poder del delfín Luis de Francia. "Ese día fue muy hermoso y claro y era posible ver mar adentro", decía el poema dedicado a las hazañas de Guillermo el Mariscal. De modo que no cabe duda de que la flotilla francesa fue observada desde los acantilados blancos al norte de Dover, tal vez no por el propio William, como sugiere el cronista inglés del siglo XIII Matthew Paris, sino por alguien. Según el poema, William se había asegurado de ello tan pronto como se enteró de la inminente salida del convoy de Calais unos días antes, `` porque sabía sin lugar a dudas que, si esa flota francesa de allí fuera capaz de poner a tierra , entonces el partido tendría resultados desastrosos e Inglaterra se perdería ”.



El resultado de la Guerra de los Primeros Barones y la concomitante invasión de Inglaterra por Luis, heredero del trono de Francia, estaba en juego. Aunque Louis había sufrido un revés devastador cuando sus fuerzas perdieron a Lincoln en mayo, permaneció atrincherado en Londres con su ejército aún intacto, incluida "la mayoría de los barones". Además, el heredero del rey Juan, Enrique III, tenía solo nueve años. William, su protector, necesitaba tiempo para obtener apoyo y apuntalar el control del joven rey sobre el gobierno, algo que probablemente reducirían los refuerzos significativos de Francia. La nobleza del norte y los llamados 'barones de las Cinque Ports' ya habían demostrado una propensión desalentadora a apoyar a cualquier bando que pareciera estar ganando y, con refuerzos, podrían ser Luis y los señores rebeldes. William comprendió que la mejor oportunidad para la causa realista era impedir que la flota francesa llegara a su destino. Con ese fin, había hecho una seña a los "barones de las Cinque Ports" para que acudieran a Romney el 19 de agosto y les había pedido que se enfrentaran a la flota francesa a cambio de la restauración de su estatus privilegiado y de todo el botín que pudieran obtener. Aunque todavía estaban resentidos por el tratamiento autoritario del rey Juan en el pasado, estuvieron de acuerdo y se puso la guardia.

Dicho esto, cuando apareció por primera vez la armada francesa, los marineros de Cinque Ports se asustaron. La esposa del Delfín, Blanca de Castilla, había reunido una formidable flota. The History of William Marshal lo estimó en 300 buques, pero la cifra de ochenta dada tanto por Roger de Wendover, un cronista inglés contemporáneo, como por la anónima Histoire des Ducs de Normandie et des Rois d'Angleterre del siglo XIII. Duques de Normandía y de los reyes de Inglaterra ') probablemente esté más cerca de la verdad. De estos, diez eran grandes barcos, que contenían a la mayoría de los caballeros (alrededor de 125, estima el historiador inglés Henry Cannon) y hombres de armas. El resto eran transportes más pequeños, equipos de transporte y provisiones. "Su piloto y comandante" era el casi mítico marinero mercenario Eustace el Monje. Antiguo fraile de la abadía benedictina de San Vulmer en Samer, cerca de Boulogne, había renunciado a sus votos para defender a su familia cuando su padre fue asesinado. Sirvió como senescal del Conde Reynaud de Boulogne hasta que las falsas acusaciones del asesino de su padre lo llevaron a huir, llegando finalmente a Inglaterra, donde tomó un empleo con el Rey Juan. Durante varios años, básicamente entre 1205 y 1212, estuvo al mando de una pequeña flotilla que asoló los intereses franceses en el Canal de la Mancha, instalándose finalmente en las Islas del Canal. Cambió su lealtad al rey Felipe II Augusto sobre la alianza de Juan con Reynaud de Boulogne justo antes de que estallara la Guerra de los Primeros Barones. Luego asaltó las costas sur y este de Inglaterra, incluidos los puertos de Cinque, ganándose la reputación citada por Roger de Wendover como "el hombre más vergonzoso y un pirata malvado". También era un comandante muy competente, por lo que los marineros de Cinque Ports se dieron cuenta de que no tenían contraparte, es decir, al menos hasta que Hubert de Burgh se presentó en Sandwich con barcos de Dover para endurecer su determinación.



William había querido asumir él mismo el mando de la flota inglesa, pero debía tener casi setenta años en ese momento y su séquito lo convenció de que el rey estaría mejor servido si permanecía en tierra para dirigir la defensa general del reino. Así, recayó en Hubert de Burgh, como juez del reino, comandar la flota que comprendía `` dieciséis barcos bien armados, sin incluir algunos pequeños que los acompañaban hasta el número de veinte '', informó Matthew Paris, a quien Hubert proporcionó un relato de un testigo ocular muchos años después. Con él estaban dos destacados caballeros de la guarnición de Dover: Henry de Turville y Richard Suard. Se embarcaron en lo que la Historia de William Marshal describió como "un magnífico barco equipado con una excelente tripulación", que debe haber incluido marineros de Cinque Ports. Richard FitzJohn, el hijo bastardo del rey Juan, se hizo cargo de otro. Philip d'Aubigny aparentemente asumió el mando de uno también, mientras que William tenía su propia tripulación de hombres de armas, lo que su Historia llamó específicamente un "engranaje", probablemente equipado con al menos un castillo de popa. Este puede, de hecho, haber sido el barco de Hubert, pero las diversas versiones son confusas a este respecto. Tanto Roger de Wendover como Matthew Paris afirman que los ingleses también tenían galeras con "rostra de hierro" o carneros, pero esto seguramente fue una invención imaginativa basada en precedentes clásicos.

El buque insignia de la flota francesa fue designado "el gran barco de Bayona" por William's History, que también dijo que "albergaba la tesorería del rey". A bordo de Eustace iban treinta y seis caballeros de alto rango; el más exaltado fue Robert de Courtenay, tío de la reina de Francia. De hecho, tenía precedencia sobre Eustace. Además, estaban Ralph de la Tourniele y William des Barres, dos de los mejores de Philip. Otros tres grandes barcos transportaron al resto de los caballeros y los seis restantes transportaron a la mayoría de los hombres de armas. La Historia afirma que el barco de Bayona estaba en la camioneta, pero esto habría sido muy poco probable. La propia Historia de William Marshal explicaba por qué: `` el barco del monje estaba muy sobrecargado y solo podía sentarse tan profundamente en las olas que el agua casi la bañaba, la razón era que llevaba el motor de asedio (un trabuquete) y un carga pesada además, incluidos los hermosos caballos enviados para Louis. Con toda probabilidad, el barco de Eustace quedó último, una circunstancia que contribuiría en gran medida a esclarecer por qué la batalla se desarrolló como lo hizo.

Mientras la flota francesa avanzaba hacia el norte con un viento de seguimiento a través de las llanuras más allá de Sandwich, Hubert de Burgh condujo a su escuadrón orzando contra el viento, aparentemente para interceptarlo. En cambio, simplemente fingió un ataque y continuó hacia el sureste hacia Calais, pasando por la popa del buque insignia francés. Entonces Eustace asumió que Calais era el objetivo y lo descartó como un asalto tonto a un puerto bien fortificado. Para entonces, la flota francesa, navegando en orden cerrado, había cubierto gran parte de la distancia hasta la isla de Thanet y Eustace se inclinaba a simplemente mantener el rumbo. Desafortunadamente para la causa francesa, él no estaba a cargo. Robert de Courtenay, creyendo que los barcos ingleses superados en número y tripulación que se habían acercado tan lentamente mientras se acercaban al viento eran una presa fácil, ordenó al barco que girara y entablara combate. Si bien la moralidad y la lealtad de Eustace podían cuestionarse, su habilidad como marinero no. Seguramente debió haber sentido que su destino había sido sellado en el momento en que surgió su nave. Lo que Hubert de Burgh estaba haciendo en realidad era adquirir el "medidor del tiempo": la posición de ceñida. Además, como era de mañana, el sol debía haber estado brillando por el este. Hubert se volvió ahora para poner tanto el viento como el sol a su espalda. La tripulación del "gran barco de Bayona", por otra parte, se encontró en un barco pesado y sobrecargado, parado a barlovento con el sol en los ojos frente a una línea de barcos ingleses empeñados en su destrucción.

El primero de los grandes barcos ingleses en llegar al lento y apenas maniobrable buque insignia francés fue evidentemente el de Richard FitzJohn. Los franceses resistieron desesperadamente, pero otros tres barcos ingleses pronto se unieron a la refriega, uno de los cuales era el engranaje que contenía los hombres de armas de William Marshal. Mientras tanto, el resto de la flota francesa, empujada por los vientos del sur, debió haber seguido rumbo al norte durante algún tiempo antes de darse cuenta de que su buque insignia estaba comprometido. El engranaje inglés, ligeramente cargado y en el agua, rápidamente cambió el rumbo de la batalla. La descarga habitual de misiles incluía ollas de cal viva arrojadas desde el castillo del engranaje hacia la cubierta del "gran barco de Bayona". Varias de las fuentes contemporáneas dieron testimonio de la táctica, que tiene mucho sentido, dada la ventaja del viento y la altura. Con la tripulación cegada, el buque insignia francés fue abordado fácilmente por los hombres de William, que saltaron del engranaje a la cubierta, dispersando a los ahora desventurados e indefensos caballeros franceses. Probablemente todo terminó bastante rápido. Los treinta y seis caballeros franceses fueron hechos prisioneros.

lunes, 14 de diciembre de 2020

El gran juego del Golfo Pérsico (2/2)

El gran juego en el golfo Pérsico 

Parte I || Parte II
W&W

Pronto revivió el miedo a los avances zaristas hacia la India y Persia. En enero de 1881, Rusia anexó el último bastión de Turcomen de Asia Central. En 1885, los agentes que trabajaban para los británicos, que operaban desde Mashhad, pudieron informar de que los rusos habían aumentado su fuerza en Turkestán (la actual Asia Central) a un total de 50.000 hombres y 145 cañones. Una evaluación de inteligencia mostró que un ataque ruso a Herat con esta fuerza atraparía con éxito a todo el ejército indio, dejando solo a la Royal Navy y unas 36.000 tropas en el Reino Unido como fuerza contraofensiva. Como solución al dilema, el capitán James Wolfe Murray, un oficial de inteligencia, examinó las posibilidades de un ataque británico a través del Cáucaso a través de Persia o Turquía para salvar la India. Una ofensiva aquí, siempre que se pudiera asegurar la cooperación turca o persa, cortaría las líneas de comunicación rusas con Trans-Caspia y obligaría a las tropas del zar a emprender el viaje mucho más difícil de Orenburg a Turkestán. Sin embargo, concluyó que el secreto era casi imposible de mantener en la región. Esto significaría que “sería casi inútil emprender las operaciones sin tener una fuerza completamente equipada para un avance inmediato al aterrizar [en el Golfo Pérsico]”. Para sorprender, consideró la transmisión de mensajes telegráficos falsos que podrían inmovilizar a las fuerzas rusas durante algún tiempo. Otros sintieron que debería haber una presencia británica permanente en Persia con una pantalla de espionaje más extensa de agentes locales.

El consulado británico en Mashhad estaba claramente diseñado para resistir las operaciones encubiertas rusas y las intrigas diplomáticas en la provincia persa de Khorasan. Aunque los primeros esfuerzos pusieron de manifiesto la inexperiencia del personal, el objetivo era negar el crecimiento de la influencia rusa, contrarrestar la propaganda rusa y, si era necesario, difundir desinformación en el norte de Persia. El consulado tenía la responsabilidad de una larga frontera de unas quinientas millas de longitud, pero se eligió a Mashhad porque estaba cerca de las líneas de comunicación rusas entre Krasnovodsk y el resto de Trans-Caspia.

A lo largo de la década de 1880 hubo frecuentes incidentes fronterizos que mantuvieron ocupados a los agentes de inteligencia en las fronteras y a los políticos de las capitales ansiosos por recibir noticias. El Ministerio de Relaciones Exteriores británico creía que la construcción de ferrocarriles podría ofrecer la oportunidad de que Persia se desarrolle y sea menos susceptible a las tentaciones comerciales o la presión política que ofrece Rusia. Se razonó que un enlace ferroviario hasta el golfo Pérsico vincularía a Persia más estrechamente con el comercio marítimo de Gran Bretaña e India. El jefe de la División de Inteligencia en Simla, la capital de verano de la India británica, el coronel Mark Sever Bell, coincidió con entusiasmo con esta evaluación. Fue a visitar a Sir Henry Drummond Wolff, el ministro de Teherán, y sugirió que una línea podría unir a Quetta, la base de avanzada del ejército indio, con Seistan en Persia. Lord Salisbury, el primer ministro, no obstante, se mostró tibio y, después de nuevas investigaciones, el Ministerio de Relaciones Exteriores se dio cuenta de que el volumen del comercio ruso y el desarrollo de las carreteras y ferrocarriles rusos en Persia habían sido exagerados, y que los costos para los británicos no merecerían la proyecto. La División de Inteligencia de Londres creía que cualquier ferrocarril respaldado por los británicos en Persia provocaría que los rusos construyeran una línea rival hacia el norte de Afganistán. Pero Drummond Wolff siguió opinando que el proyecto ferroviario ruso era inevitable. Además, cuando se construye, argumentó, elevaría el prestigio de Rusia a los ojos de los persas. Solo la construcción de un ferrocarril británico, parcialmente financiado por Baron Reuters, ofreció la oportunidad de un equilibrio estratégico de poder.



La edición de diciembre de 1888 del informe de la Rama de Inteligencia de la India señaló que los agentes rusos estaban "activos en Persia". El general de división Sir Henry Brackenbury, director de Inteligencia Militar en Londres, pensó que esto era alarmista, pero los rusos estaban presionando al sha para que respondiera a sus planes ferroviarios y Wolff estaba ansioso porque Gran Bretaña estaba perdiendo su influencia sobre el norte de Persia, tal vez incluso sobre el todo el pais. La División de Inteligencia, de hecho, creía que Persia ya era una causa perdida. Brackenbury no pensó que "el avance de una sola línea de ferrocarril hasta un rincón remoto de Persia haría que nuestra influencia en ese país fuera igual a la de Rusia", que prácticamente "controlaba" Persia de todos modos. Gran Bretaña recurrió a la idea de desarrollar Baluchistán como base de operaciones mientras se ganaba a los miembros de las tribus locales allí. Salisbury instó a Wolff a bloquear los esquemas ferroviarios rusos y asegurarse de que cualquier concesión a los rusos en el norte se equilibrara con concesiones al sur británico de Teherán. Al final, Evgenii Karlovich Butzow, un nuevo ministro ruso en Persia, concluyó un acuerdo con los persas y los británicos para prohibir todo desarrollo ferroviario durante diez años, para alivio de todos. Sir Edward Morier, el embajador británico en San Petersburgo, reveló que los rusos habían tenido el mismo miedo de un ferrocarril británico en el corazón de Persia, y concluyó, con cierto sentimiento: "Estamos fuera de la cuestión".

La continua decadencia de la autoridad central persa alimentó la rivalidad entre los funcionarios británicos y rusos. Cuando, en 1898, Teherán decidió vender los ingresos aduaneros para recaudar capital para el gobierno persa casi en bancarrota, proporcionó una oportunidad para la interferencia extranjera. Joseph Rabino, el gerente del Imperial Bank of Persia de propiedad británica, señaló que una carretera propuesta desde el Golfo Pérsico a Teherán había sido abandonada ya que las £ 80,000 asignadas de fuentes británicas habían sido insuficientes. Por el contrario, Rusia había gastado 250.000 libras esterlinas en una carretera desde la ciudad de Resht en el mar Caspio a Teherán. El general Vladimir Kosogovsky, comandante de la Brigada Cosaca Persa, con oficinas en Rusia, afirmó que los británicos eran "depredadores" cuando se trataba de obtener concesiones del sha, mientras que su propio bando estaba "inactivo". Sin embargo, el Banco Comercial de San Petersburgo estaba ansioso por prestar dinero a Persia a cambio del control de todos los ingresos aduaneros de Persia para gestionar el pago de la deuda. Esto significaría, en efecto, que todo el país, incluido el sur de Persia, quedaría bajo la influencia rusa. Henry Mortimer Durand, el ministro de Relaciones Exteriores británico del gobierno de la India, intentó bloquearlo y sugirió un préstamo conjunto anglo-ruso. Los rusos rechazaron la idea y continuaron penetrando comercialmente en Persia: se obtuvieron concesiones mineras y los impuestos portuarios en Enzeli en el Caspio fueron pagaderos al gobierno ruso.

En Persia existía un resentimiento considerable hacia el poder comercial británico y la presencia de la Royal Navy en el Golfo Pérsico.En 1888, el río Karun, un afluente del Shatt al-Arab, se abrió a la navegación internacional, en gran medida para beneficio de Gran Bretaña, y en 1891 La concesión de tabaco se otorgó a una empresa británica. Sin embargo, estos últimos eventos demostraron ser el detonante de disturbios nacionalistas anti-británicos. En este entorno, y promoviendo agresivamente sus ofertas crediticias, los rusos propusieron condiciones monopólicas que incluían la exclusión total de los británicos en cualquier arreglo fiscal nacional. El historiador iraní Firuz Kazemzadeh señaló que los británicos veían los préstamos en un sentido comercial (preguntándose si los persas podían devolver alguna cantidad), pero los rusos subordinaban los intereses económicos a los políticos: simplemente pretendían ganar un monopolio de influencia sobre Persia. En lo que respecta al comercio, éste podría desarrollarse una vez que se haya asegurado el control.

En enero de 1900, cuando una gran parte del ejército británico se comprometió con la guerra en Sudáfrica, el conde Mikhail Nicholayevich Muraviev, el ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, instó al zar a autorizar un esfuerzo más decidido para penetrar económicamente en Persia y bloquear a los británicos. influencia allí. Sobre todo, quería impulsar la influencia rusa más al sur en el futuro. En consecuencia, hizo todo lo posible para fomentar el comercio ruso en la región, incluido el desarrollo del transporte marítimo transcaspio y los enlaces postales y telegráficos. Otros en la corte rusa aconsejaron cautela y destacaron la importancia mucho mayor de llegar al Bósforo que al Golfo Pérsico. La decisión final recayó en el zar, quien, según el general Aleksei Nicholayevich Kuropatkin, “tenía planes grandiosos en la cabeza: tomar Manchuria para Rusia, avanzar hacia la anexión de Corea a Rusia. También sueña con tomar bajo su órbita al Tíbet. Quiere tomar Persia, apoderarse no solo del Bósforo sino también de los Dardanelos ”. Sin embargo, el pragmatismo prevaleció en San Petersburgo y, al final, no hubo carrera hacia el Golfo Pérsico.

Lord George Nathaniel Curzon, virrey de la India (1899-1905), estaba profundamente alarmado por las intrigas y demandas rusas de abrir relaciones diplomáticas con Afganistán, lo que sugería un deseo de interferir en la India. Creía que Persia estaba en tal estado de decadencia que no podía revivir y que era particularmente vulnerable al imperialismo ruso. Como solución, propuso que el país debería ser considerado como un conjunto de zonas con consulados en cada trimestre, visitas de alto perfil al Golfo por parte de la Royal Navy y mejoras urgentes al sistema de telégrafo para brindar una alerta temprana de un ruso. golpe de estado. Siempre crítico del ritmo de caracol de la oficialidad británica, pronto se sintió frustrado por el enfoque del gobierno británico en la guerra de Sudáfrica. Su memorando sobre Persia y el Golfo recibió poca reacción de Londres y sus recordatorios de 1901 fueron ignorados. Curzon advirtió en privado: “Un día vendrá el colapso, y luego se publicarán mis despachos y en mi tumba estaré justificado. No es que me importe eso. Pero anhelo ver presciencia, algo de amplitud de miras, alguna habilidad para pronosticar el mal del mañana, en lugar de estropear el mal de hoy ".

Lord Salisbury, el primer ministro británico, le escribió a Curzon diciéndole que ningún plan para Persia podría llevarse a cabo debido a su costo. Dijo: “Debemos cortar nuestro abrigo de acuerdo con nuestra tela. Es obvio que nuestro poder de combate en el Golfo Pérsico debe limitarse a la costa del mar. En el resto de Persia, solo pudimos luchar a costa de esfuerzos que supondrían el doble o el triple de impuestos sobre la renta que el Transvaal ". Se enviaron recordatorios a los persas de que las aduanas en los puertos del sur no debían ser entregadas a ninguna potencia extranjera, pero Curzon se volvió más beligerante. Abogó por movimientos recíprocos ante cualquier agresión, incluido el desembarco de tropas a lo largo de la costa sur si los rusos se apoderaban de las provincias del norte. A principios de la década de 1900, los rusos también comenzaron a creer que la desintegración de Persia en zonas satélites era la mejor política, evitando cualquier límite firme que pudiera dar a los británicos una razón para bloquear el desarrollo o la expansión futuros de la región. A Curzon le pareció que Persia ya no podía servir como un estado amortiguador efectivo, y parecía estar al borde de una partición colonial.

Curzon, por lo tanto, había buscado aumentar las conexiones británicas con los gobernantes de los principados del Golfo y había autorizado al residente británico en Bushire a concluir una alianza secreta con el jeque de Kuwait en 1899. Esta medida parecía aún más importante cuando el crucero ruso Askold hizo un alto -Visita de perfil al Golfo Pérsico en 1902, una medida que había impresionado mucho a la población local. Con una exageración deliberada diseñada para avergonzar al gobierno británico para que actúe, Curzon preguntó:

¿Estamos dispuestos a ceder el control del Golfo Pérsico y dividir el del Océano Índico? ¿Estamos preparados para hacer que la construcción del ferrocarril del valle del Éufrates o algún plan afín sea una imposibilidad para Inglaterra y una certeza última para Rusia? ¿Bagdad se convertirá en una nueva capital rusa en el sur? Por último, ¿estamos contentos de ver un escuadrón naval golpeando Bombay?


Curzon había argumentado que Rusia tenía la intención de tomar toda Persia y, por lo tanto, cualquier acuerdo con el régimen zarista para limitar su expansión, en última instancia, fracasaría. Sin embargo, Curzon confiaba en que si el gobierno británico adoptaba una línea coherente, cualquier plan ruso podría frustrarse. Si los rusos alguna vez lograban llegar al Golfo, en realidad no podrían amenazar a la India y las rutas comerciales a menos que establecieran una base naval en el Golfo Pérsico, y esto solo podría suceder, planteó, si el gobierno británico mostraba una resolución inadecuada. Instó a los británicos a conceder un préstamo al sha persa similar al de Rusia, pero consideró que era posible que Persia tuviera que ser coaccionada para que cumpliera más. La conclusión de la guerra de Sudáfrica en 1902 y los impulsos de Curzon finalmente dieron sus frutos. La visita de Askold finalmente persuadió al Ministerio de Relaciones Exteriores de que Rusia podría haber tenido la intención de establecer una base naval en el Golfo. En un discurso de la Cámara de los Lores en el verano de 1903, Lord Lansdowne, el secretario de Relaciones Exteriores, advirtió a Rusia que cualquier intento de establecer tal base sería "resistido con todos los medios a disposición [de Gran Bretaña]". El mismo año, el préstamo británico a Persia estuvo disponible, y el gobierno británico accedió a la demanda de Curzon de realizar una gira de alto perfil por el Golfo Pérsico, pero, ansiosos por las intenciones de Curzon, advirtieron que no debían asumir compromisos.

La gira de Curzon por el Golfo Pérsico fue un éxito. Su grupo a bordo del SS Hardinge estaba acompañado por cuatro buques de guerra británicos y estaba claramente diseñado para demostrar la supremacía naval de Gran Bretaña en la región. Curzon también esperaba obtener una imagen más clara de las posibilidades estratégicas que podría ofrecer el Golfo Pérsico. En Muscat, el residente británico había preparado el terreno y Curzon obtuvo una entusiasta recepción, completa con un saludo de artillería. Aunque un tratado de 1891 había establecido a Mascate como socio independiente de Gran Bretaña, el sultán de Mascate hizo referencia a la nueva supremacía británica en la región y a su propia intención de defenderla. La segunda parada fue para convocar un durbar, una reunión ceremonial bajo el Raj británico, en Sharjah para los jeques de la Costa Trucial. Después de otorgarles espadas, rifles y relojes de oro, Curzon recordó a sus invitados que Gran Bretaña había puesto fin a la violencia local, asegurado su independencia y esperaba que se mantuviera la supremacía británica. La gira continuó luego a Bushire, Bahrein y finalmente a Kuwait. Los kuwaitíes no tenían instalaciones portuarias ni transporte con ruedas, por lo que el grupo de Curzon tuvo que aterrizar en una playa y traer su propio carruaje, pero la recepción fue probablemente la más exuberante de todos los estados, con una guardia de honor disparando alegremente al aire. El propio jeque le entregó a Curzon una espada de honor, profesó su admiración por Gran Bretaña y declaró que se consideraba parte del sistema militar del Imperio Británico. El gobierno británico estaba algo avergonzado por la exuberancia de los árabes en las recepciones de Curzon, pero la visita había sido un éxito innegable: los gobernantes locales sentían que el poder británico se manifestaba, sobre todo en la forma de la bienvenida prosperidad y la protección de los barcos del Flota británica. Además, Rusia creía que la declaración de Lansdowne en la Cámara de los Lores no era una retórica vacía, y la Royal Navy había obtenido información valiosa sobre la hidrografía de las aguas del Golfo Pérsico en preparación para futuras operaciones allí.

La Convención anglo-rusa de 1907

La derrota de los ejércitos y flotas del zar en la guerra ruso-japonesa (1904-195) y la posterior revolución en Rusia en 1905 marcaron un punto de inflexión en las relaciones anglo-rusas. La derrota externa de sus fuerzas terrestres y navales combinada con un malestar interno generalizado demostró gráficamente las debilidades de Rusia. También desde el punto de vista financiero, era evidente que Rusia estaba muy por detrás de las potencias occidentales y, a pesar de su tamaño, carecía de la capacidad industrial de Gran Bretaña y Alemania. La lógica de la Entente Cordiale de Gran Bretaña con Francia en 1904 era ahora, como había predicho Lansdowne, resolver sus diferencias con Rusia, aliado de Francia. Solo dos años después, el 31 de agosto de 1907, el gobierno británico concluyó la Convención anglo-rusa.

Los términos de la convención preveían dos esferas de influencia en Persia, el norte de Rusia y el sur de Gran Bretaña con una franja neutral entre ellos. El régimen persa, ahora visto como decrépito y al borde del colapso, no fue consultado sobre el arreglo. Más al este, ambos países garantizaron la integridad territorial de Afganistán y el Tíbet, y Rusia también obtuvo la aprobación de Gran Bretaña para la eventual ocupación rusa del Bósforo, siempre que otras potencias líderes estuvieran de acuerdo.


Puede que la sinceridad de Rusia en la convención de 1907 no haya sido cuestionada en Londres, pero en la India persistieron las viejas sospechas, y con razón. Las intrigas rusas en Persia no disminuyeron. Los rusos parecían igualmente activos en tratar de extender su influencia por todo el país, con el efecto de que el estado persa se desestabilizó aún más a medida que las facciones rivales buscaban apoyo extranjero. Sin embargo, fue la llegada de los cónsules alemanes a la región y sus descarados intentos de conquistar al mundo musulmán para promover sus propias ambiciones territoriales lo que tendió a atraer a los británicos y rusos a una apariencia de cooperación.

Lo que más alarmó a los británicos fue el rápido programa de construcción naval de Alemania, que parecía diseñado deliberadamente para amenazar al Imperio británico. En Persia y el Imperio Otomano, se enviaron agentes alemanes en "expediciones arqueológicas" apenas disfrazadas para recopilar información y visitar los campos petrolíferos, y aparecieron varios bancos y empresas alemanas que ofrecían bajas tasas de interés para socavar el Imperial Bank of Persia. La tan cacareada idea de un ferrocarril de Berlín a Bagdad también planteaba la posibilidad de que el comercio se alejara de las costas, de las que dependía Gran Bretaña, hacia el interior, donde las potencias continentales como Alemania y Rusia serían favorecidas. Tal ferrocarril también podría proporcionar una ruta estratégica para el despliegue de tropas alemanas en las profundidades del Medio Oriente, o incluso el establecimiento de un puerto del Golfo.

El gobierno de Londres parecía ahora reacio a hacer algo similar para no poner en peligro la Convención anglo-rusa. Por lo tanto, el gobierno de la India envió al mayor Percy Cox, un oficial del ejército indio y en el servicio político y ex residente de Mascate, al sur de Persia para monitorear las intrigas alemanas y entablar amistad con las élites persas locales extendiendo las redes informales que ya existían. Fue una decisión profética, ya que Cox, instruido en el arte del Gran Juego, frustraría el espionaje alemán en el Golfo durante la Primera Guerra Mundial y ayudaría al establecimiento del moderno estado de Irak.

Para los británicos, el prestigio y los controles o influencias informales podrían reducir la necesidad de ocupaciones físicas y costosas, aunque la política conllevaba riesgos. Dada la imposibilidad de ocupar todos los litorales del Imperio Británico, o de extender las zonas de seguridad de sus posesiones al interior de Asia, la política británica de “poder blando” fue la solución pragmática y rentable. Los intereses británicos en la región eran esencialmente la promoción y protección del comercio, la seguridad de la India y la exclusión de rivales del Golfo Pérsico. Gran Bretaña tenía la ventaja de los "multiplicadores de fuerza", es decir, los agentes locales, el personal del ejército indio (que proporcionaba toda la seguridad local para las residencias, los consulados y el comercio de Gran Bretaña) y los barcos de la marina india. Gran Bretaña también tuvo la ventaja estratégica en el siglo XIX de que sus enemigos no tenían flotas comparables, lo que le dio un poder y alcance considerables.

Sin embargo, Gran Bretaña se enfrentó a una serie de desafíos. Había problemas asimétricos que eran difíciles de resolver, en particular la intriga de Rusia, estados tampón inestables y aliados poco fiables. También hubo debilidades estratégicas más amplias que enfrentar. El gobierno británico tuvo que adoptar una visión estratégica global y consideró al golfo Pérsico como relativamente poco importante en comparación con el Mediterráneo o el Canal de la Mancha, pero el gobierno de la India vio las cosas de manera diferente y consideró al golfo Pérsico y la propia Persia como elementos importantes en la seguridad. del subcontinente, y este conflicto significó que las políticas con respecto a Persia parecían ser inconsistentes. El hecho era que el Imperio Británico no era tan fuerte en fuerzas terrestres y simplemente no podía permitirse ocupar Persia o los jeques litorales árabes. El aspecto coherente de la política británica era que necesitaba a Turquía, Persia y Afganistán como baluartes de su seguridad, pero el desafío era que eran débiles y Gran Bretaña se encontró tratando de apuntalar a los estados fallidos. Un arreglo de diferencias con Rusia alivió la presión en 1907, pero este dilema fundamental nunca se resolvió del todo.

domingo, 13 de diciembre de 2020

España: Revolución del Petróleo (1873)

Revolución del Petróleo



La revolución del petróleo (en valenciano, revolució del petroli o revolta del petroli) fue una revuelta obrera de carácter libertario y sindicalista que tuvo lugar en Alcoy, en julio de 1873, durante la Primera República Española. Según el historiador Manuel Cerdá, se denominó revolució del petroli «por haberse producido el incendio del Ayuntamiento y algunas casas colindantes donde se ofrecía resistencia a los amotinados».


 

Antecedentes

En 1873 Alcoy era una de las pocas ciudades españolas que se había industrializado. Un tercio de sus 30.000 habitantes, incluyendo mujeres y niños, trabajaba en la industria —5.500 en 175 empresas textiles y 2.500 en 74 industrias papeleras—. Sus condiciones de vida eran muy duras, como lo demostraba el hecho de que el 42% de los niños morían en Alcoy antes de haber cumplido los cinco años. Esto explica en gran medida el extraordinario crecimiento que tuvo allí la Federación Regional Española de la Asociación Internacional de Trabajadores (FRE-AIT), que a finales de 1872 ya contaba con más de 2.000 afiliados, casi la cuarta parte de los obreros de la ciudad.​

En el Congreso de Córdoba de la FRE-AIT, celebrado entre el 15 de diciembre de 1872 y el 3 de enero de 1873 y en el que se rechazaron las resoluciones «autoritarias» (marxistas) del Congreso de La Haya de 1872 y se aprobaron las «antiautoritarias» (bakuninistas) del Congreso de Saint-Imier, se decidió suprimir el Consejo Federal y sustituirlo por una Comisión de correspondencia y estadística que tendría su sede precisamente en Alcoy y que estaría formada por Severino Albarracín (maestro de primera enseñanza), Francisco Tomás (albañil), Miguel Pino (ajustador, de Ciudad Real) y Vicente Fombuena (fundidor, de Alcoy).​

Tras la proclamación de la Primera República Española el 11 de febrero de 1873, una asamblea local de la FRE-AIT celebrada el 2 de marzo discutió la actitud que se habría de adoptar tras el cambio de régimen, lo que quedó reflejado en las actas de la Comisión federal:​ 

Un compañero [posiblemente Severino Albarracín, según Avilés Farré] demostró de manera clara y terminante que el cambio operado en la política de la clase media sólo era en el nombre de las instituciones, pero que éstas en el fondo continuaban siendo las mismas, rémoras constantes del progreso de la libertad y de la justicia. Por lo tanto era necesario activar la propaganda y la organización proclamada por la Asociación Internacional, organizada independientemente de todos los partidos burgueses y la única que puede prestar la fuerza suficiente para destruir cuando se crea oportuno todas las instituciones y los privilegios de la presente sociedad burguesa, y la organización revolucionaria del proletariado fuera de toda organización autoritaria dirigida por los burgueses; o lo que es lo mismo, el armamento de los trabajadores sin pertenecer a las milicias burguesas, a fin de estar dispuestos a lo que pudiera suceder. Una gran salva de aplausos demostró la conformidad de la Asamblea con las ideas manifestadas...

El 9 de marzo una manifestación en la que participaron cerca de diez mil personas recorrió las calles de Alcoy y culminó en un mitin celebrado en la plaza de toros, en el que se aprobó por unanimidad pedir un aumento del salario y la disminución de las horas de trabajo.​ 

 

Acontecimientos

Según Josep Termes, con la proclamación la República federal, el 8 de junio, la Comisión federal de la FRE-AIT llegó a la conclusión de que era el momento de desencadenar la revolución social. El 15 de junio pedía a los trabajadores que «se organicen y se preparen para la acción revolucionaria del proletariado a fin de destruir todos los privilegios que sostienen y fomentan los poderes autoritarios». El 6 de julio Tomás González Morago, miembro de la Comisión, en una carta dirigida a la Federación belga le anunciaba la inminente revolución social que se iba desencadenar en España.​

El 7 de julio la Comisión convocó una asamblea de los obreros de la ciudad en la plaza de toros. Allí se acordó iniciar una huelga general al día siguiente para conseguir el aumento de los salarios en un 20% y la reducción de la jornada laboral de 12 a 8 horas. ​ Efectivamente la huelga comenzó el día 8 y como comunicó por carta Severino Albarracín, miembro del Comité Federal, a la Federación de Valencia, estaban dispuestos «a vencer de cualquier manera y a recurrir a todos los medios disponibles, incluso a la fuerza si ello era posible». V. Fambuena, también miembro de la Comisión, se expresaba de la misma manera en una carta enviada a la sección de Buñol —«estamos hoy en una huelga general de obreros y obreras, que somos el número de 10.000, dispuestos a hacer frente a todo lo que se presente», escribía—, a cuyos miembros animaba a trabajar «en pro de nuestra causa sin descanso para llegar pronto al día de la Liquidación social».​

Muerte del alcalde de Alcoy, Agustí Albors.

El día 9 los fabricantes, reunidos en el ayuntamiento,​ rechazaron las reivindicaciones obreras por considerarlas exageradas, encontrando el apoyo del alcalde, el republicano federal Agustí Albors. Entonces los obreros exigieron la dimisión del alcalde y su sustitución por una junta revolucionaria —integrada por el Comité federal de la Internacional​. Cuando estaban reunidos en la plaza de la República —o plaza de San Agustín ​ delante del Ayuntamiento —esperando el resultado de la entrevista que estaban manteniendo Albors y los miembros de la Comisión, Albarracín y Fombuena—​ la guardia municipal por orden de Albors​ disparó contra ellos para que se disolvieran —causando un muerto y varios heridos—​. Los trabajadores respondieron tomando las armas y haciéndose dueños de las calles. Detuvieron a varios propietarios —más de cien, según algunas fuentes​ a los que tomaron como rehenes —después los irían soltando previo pago de un rescate para sufragar la huelga ​ e incendiaron algunas fábricas. El alcalde Albors y 32 guardias se hicieron fuertes en el Ayuntamiento esperando la llegada de los refuerzos que habían pedido al Gobierno, pero tras veinte horas de asedio durante las cuales el edificio y otros colindantes fueron incendiados tuvieron que capitular, muriendo violentamente el alcalde Albors en la refriega —según otras versiones Albors había conseguido huir, siendo localizado poco después y asesinado— y quince personas más, entre ellas siete guardias y tres internacionalistas.​ Según las actas del proceso las víctimas fueron quince, trece causadas por los insurrectos —el alcalde Albors; cuatro civiles; un guardia civil y siete guardias municipales, tres de ellos asesinados tras haberse rendido— y dos por los guardias.​

Se formó entonces un Comité de Salud Pública presidido por Severino Albarracín, miembro de la Comisión de la Internacional, que detentó el poder durante tres días hasta que el 13 de julio las tropas enviadas por el gobierno entraron en la ciudad sin encontrar resistencia.​ Al día siguiente el ejército que había tomado la ciudad, recibió la orden de dirigirse a Cartagena donde acababa de proclamarse el Cantón Murciano, que daría inicio a la Rebelión cantonal. Los trabajadores volvieron a hacerse dueños de la ciudad, lo que obligó a los fabricantes a ceder y subir los salarios, pero en cuanto las tropas volvieron se echaron atrás. ​ La burguesía de Alcoy, asustada por lo que había sucedido, descargó toda la responsabilidad en la actuación del alcalde Albors y así se lo hizo saber al gobierno mediante un escrito firmado por ochenta personas en el que se decía: «los mayores contribuyentes de Alcoy protestan enérgicamente contra el ayuntamiento de esta ciudad, por haber mandado hacer armas contra el pueblo trabajador que pedía pacíficamente su destitución».​

Los miembros de la Comisión de la Internacional huyeron de Alcoy el día 12 por la noche ​ y se refugiaron en Madrid. Desde allí Francisco Tomás en una carta posterior, con fecha del 15 de septiembre, diferenciaba la insurrección de Alcoy, «un movimiento puramente obrero, socialista revolucionario», de la rebelión cantonal, un movimiento «puramente político y burgués».​

Enseguida se difundieron diferentes relatos sobre las «atrocidades de los revolucionarios» que obligaron al Comité federal a desmentirlas mediante un manifiesto hecho público el 14 de julio:​

Seres arrojados por el balcón, curas ahorcados en los faroles, hombres bañados en petróleo y asesinados a tiros en la huida, cabezas de civiles cortadas y paseadas por las calles, incendio premeditado de edificios, quema y destrucción del ayuntamiento, violación de niñas inocentes, todas estas patrañas son horribles calumnias.

Tras los sucesos se desató una fuerte represión. Fueron detenidos entre 500 y 700 obreros y de ellos 282 acabaron siendo procesados.​ Según el historiador Manuel Tuñón de Lara, la represión se inició tras la formación del nuevo gobierno de Emilio Castelar en sustitución del de Nicolás Salmerón. A principios de septiembre se presentó en Alcoy un juez instructor acompañado de 200 guardias civiles, que procedieron a detener a cientos de obreros, muchos de los cuales fueron conducidos hasta Alicante.​ En 1876 una amnistía sacó de la cárcel a bastantes de los procesados, y en 1881 hubo una segunda amnistía. En 1887 fueron absueltos los últimos veinte procesados, seis de los cuales todavía estaban en prisión, catorce años después de los hechos. «La justicia pudo esclarecer los hechos, pero no pudo identificar de manera fehaciente a los culpables»

 

«Qué voleu de mí?», clamó el alcalde de Alcoy, y cayó acribillado por las balas

Corrieron rumores de que el alcalde de Alcoy, Agustí Albors, se había enfrentado a los alborotadores y había matado a uno de un tiro. Los ánimos estaban encrespados. Era a principios de julio de 1873 y la ciudad, de las más industrializadas de España, estaba en huelga; paralizadas las fabricas textiles, papeleras y metalúrgicas. Los obreros pedían un aumento salarial del 24% y trabajar menos horas. El ambiente político del país no era precisamente estable. Eran tiempos de la I República y en aquellos momentos crecían las aspiraciones de los partidos federalistas, lo que estaba desembocando en el movimiento cantonalista.

Las crónicas de la época cuentan que llegaron de fuera elementos internacionalistas que dirigieron las reuniones y asambleas obreras. Se llegó a declarar la independencia de la ciudad y del 9 al 13 de julio la gobernó un Comité de Salud Pública presidido por Severino Albarracín. Era la revolución que pasaría a la historia como la 'del petróleo', porque los huelguistas exteriorizaron su descontento untando antorchas con este combustible y las paseaban encendidas por todo Alcoy, que durante días apestó a petróleo quemado.

Los amotinados retuvieron a industriales e importantes 'contribuyentes' de la ciudad. El alcalde Albors incitó a los empresarios a resistir. Ardieron casas del centro, para empujar a los munícipes a salir. El alcalde acabó por comparecer ante los revolucionarios, en medio de la calle, clamando: 'Qué voleu de mí?', y acto seguido cayó acribillado a balazos.

La situación obligó a que interviniera el ejército. Al mando del general Velarde entraron 5.000 soldados y voluntarios con órdenes estrictas. Hubo una fuerte represión contra los activistas, si bien parece que los cabecillas e internacionalistas lograron huir. Se produjeron más de seiscientas detenciones y en los posteriores procesos se sentenciaron numerosas penas de muerte, aunque el Gobierno anunció que suavizaría su aplicación.