domingo, 4 de mayo de 2014

¿A qué vino William Brown a Argentina?

Guillermo Brown: ¿Por qué vino?
Carlos A. Estévez

En el 223 aniversario del natalicio del almirante Guillermo Brown, que se cumplirá el martes venidero, puede ser bien recibido, para quienes llegaron a estas tierras buscando un futuro mejor, decir que él es un ejemplo entre los inmigrantes que hicieron nuestra nación.

Viene al caso, por ello, recordar que, en el transcurso de una conferencia sobre Guillermo Brown, una concurrente preguntó por qué el almirante había venido a nuestras tierras. Quien exponía atinó a decir que la razón era su amor por la libertad y su decisión de luchar por ella. No parece ser eso correcto, si se analizan algunos hechos.

En el caso del general José de San Martín y otros que vinieron con él, que eran militares de carrera, no hay duda de que lo hicieron para terminar con el dominio español en América. Desde su arribo, ofrecieron sus servicios a las Provincias Unidas y actuaron en consecuencia.

Pero en lo que a Brown se refiere, puede pensarse que no vino con esos fines. Poco sabemos de sus antecedentes como para asegurar lo que comentamos. Responde esto al hecho de que él poco y nada dejó escrito de su vida previa, no dejando tampoco trascender algo en sus memorias ni entre sus amigos. Hoy, se da como muy probable que no había pertenecido a la armada de su majestad británica, no era miembro de logia alguna, no ostentaba grado ni carrera militar previa. Eran muchos los que venían al Río de la Plata por otras razones ajenas a la guerra y él no tenía por qué ser una excepción. 

Brown fue capitán de buque a los 19 años, para arribar al Plata cuando tenía 32 años de edad. Su vida, en este período, según ha trascendido, no fue placentera, de escritorio, administrativa ni pueblerina. Fue de navegante, luchando contra piratas y marinos de otras naciones y, como siempre es y será, combatiendo contra la naturaleza.

Era, pues, un hombre formado en la acción y el riesgo. Por su sangre irlandesa, era tozudo, perseverante; poseía espíritu de hombre libre, poco afecto a gobiernos fuertes y luchador incansable.

Sus riquezas o posesiones materiales, cuando se casó con Elizabeth Chitty, en 1809, si bien tampoco son conocidas, deben haber existido. Ella provenía de familia de armadores, de comerciantes marítimos y con otras actividades afines, lo que permite asegurar que tenía buen pasar. En aquella época, no era sencillo unir dos almas con grandes diferencias sociales y religiosas, por lo que puede presumirse que Brown aportó a ese casamiento buenas referencias personales y alguna aceptable posición económica.

En esta parte del mundo, en el virreinato del Río de la Plata, por entonces, las invasiones inglesas de 1806 y 1807 habían concluido en la firma de un tratado de paz, con el que los ingleses consiguieron la libertad de comerciar con Buenos Aires. En 1809, cuando pudo ponerse en ejecución tal acuerdo y floreció el intercambio, fondeaban en la rada porteña docena y media de buques ingleses cargados de mercaderías, esperando comerciar las mismas. Había un buen negocio para los fletes marítimos y para los exportadores e importadores de la Gran Bretaña.

Dadas todas estas condiciones, no resulta difícil deducir que Brown, efectivizado su casamiento, vino formando parte de negocios navieros y a observar qué otras posibilidades de actividades comerciales podían encararse. Podría adelantar que vino fletando cargas y a "husmear" el ambiente.

Recordemos que se desconoce fehacientemente si vino en 1809, pero es indudable que, desde entonces y hasta junio de 1812, en que adquirió las tierras de Casa Amarilla, en Barracas, Buenos Aires, cruzó el Atlántico en más de una oportunidad. Finalmente, en febrero de 1813, trae a su esposa y a sus dos hijos nacidos en Inglaterra y ese mismo año adquiere la goleta "Industria". Al poco tiempo, agregará la "Hope" ("Esperanza"), la "Amistad" y la "Unión".

Posteriormente, llamó a Buenos Aires a tres de sus hermanos (Miguel, Juan y Thomas), mientras que su esposa Elizabeth hizo otro tanto con cuatro hermanos (Gideón, John, Thomas y Walter) y con su tío Richard. Tres sobrinas se casaron y vivieron aquí. Caso típico de un inmigrante que, entusiasmado por lo que encuentra en lejanas tierras y el porvenir que vislumbra, llama a sus allegados para progresar en estas tierras.

Conclusión: Brown vino a comerciar y, convencido de las posibilidades que brindaba esta parte del mundo, no dudó en afincarse en Buenos Aires como tantos otros, como fueron muchos de nuestros ancestros en esos mismos años o nuestros abuelos y padres desde el último tercio del siglo XIX y en el XX.

Como buen inmigrante, cuatro de sus hijos nacieron en Buenos Aires, los que, a su vez, tuvieron descendencia en ambas márgenes del Plata y, hoy, siete generaciones rioplatenses posteriores al tronco Brown-Chitty prolongan su sangre en el tiempo.

Por qué se incorpora poco después a la lucha independentista de las Provincias Unidas del Río de la Plata y arriesga, a lo largo de treinticinco años, su fortuna, su vida y la paz familiar por defender el pabellón nacional sin embanderarse en las luchas políticas internas, es tema que trataremos en otro momento.

Brown falleció en su casa de Buenos Aires en 1857, tras cuarenticinco años de residencia entre nosotros.


Carlos A. Estévez es capitán de navío (RE) y miembro del Instituto Nacional Browniano.

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