miércoles, 28 de mayo de 2014

¿Quién era San Martín?


¿Quién era San Martín?
Por Rolando Hanglin |  Para LA NACION



En un día de fines del verano de 1813 (concretamente, el 3 de febrero) en la posta de San Lorenzo, donde se encuentra el convento del mismo nombre. San Martín comandaba el bautismo de fuego del ejército argentino, librando su única batalla en nuestro territorio. El hecho dio origen a la Marcha de San Lorenzo, que tantas veces hemos coreado en la escuela. Allí murió el recordado sargento correntino Juan Bautista Cabral.

¿Quién era San Martín? Un oficial español nacido en Indias (Yapeyú) que había pedido la baja el 26 de agosto de 1811, para ocuparse de sus supuestas propiedades en Lima. La baja le fue concedida, pero no viajó a Lima sino a Londres, con un pasaporte facilitado por el oficial James Duff, también conocido como McDuff, que pertenecía a una influyente familia escocesa. En momentos en que España colapsaba, pues, invadida por Napoleón, San Martín encontraba en Duff y en Mr. Charles Stuart una mano amiga que lo encaminó hacia la órbita inglesa: a partir de la batalla de Trafalgar (1806) donde Inglaterra destrozó a la flota conjunta de Francia y España, las colonias españolas en América quedaron disociadas de su metrópoli, con Gran Bretaña reina absoluta de todos los mares. A esas alturas, los ingleses ya habían perdido su colonia de Norteamérica, pero ésta consistía sólo en siete estados ( conocidos como Nueva Inglaterra) mientras que toda Sudamérica, más México, California, Arizona, Nueva México, la Florida integraban los inmensos dominios de la corona española. A partir de ese instante, Inglaterra sólo debía elegir cómo y cuándo ejercer su poder, arrebatando las grandes posesiones de España en el Nuevo Mundo.

San Martín comandaba el bautismo de fuego del ejército argentino, librando su única batalla en nuestro territorio. El hecho dio origen a la Marcha de San Lorenzo, que tantas veces hemos coreado en la escuela
Proliferaron los planes y proyectos militares en Gran Bretaña, entre ellos el de Thomas Maitland, descubierto por Rodolfo Terragno en archivos escoceses. Se verificaron algunas incursiones encabezadas por el almirante Home Popham y el precursor venezolano, Francisco de Miranda. Inglaterra dominaba por el comercio y por el mar, a través de marinos de guerra, corsarios y piratas, de legendaria eficacia en la persecución de galeones españoles, que intentaban desembarcar en el puerto de Cádiz su cargamento de especias de Filipinas y oro del Perú.

Para contar esta historia seguimos los pasos del gran hispanista inglés John Lynch, autor de San Martín, soldado argentino, héroe americano y los entretenidos relatos de John y William Parish Robertson en Cartas de Sudamérica. Estos dos hermanos escoceses vinieron a nuestro país en 1809. Formaron parte de la gran marea británica que inundó Buenos Aires con comerciantes, espías, médicos, naturalistas, predicadores, ganaderos y pastores de ovejas, a partir de las Invasiones Inglesas de 1806 y 1807. Éstas fueron rechazadas pero dejaron la semilla de las nuevas ideas europeas.

Es sabido que San Martín llegó a Buenos Aires en marzo de 1812. Fue recibido con desconfianza, ya que se lo sospechaba espía español . De cualquier forma, el Triunvirato le confió la formación de un nuevo cuerpo de caballería, de escuela francesa: los Granaderos. Sólo un año después, ya casado con Remedios Escalada, ya instalado en Buenos Aires, San Martín protagonizó el combate de San Lorenzo. En aquel tiempo, España aún dominaba Montevideo y lanzaba incursiones navales contra las costas del Paraná, entre Zárate y Santa Fe. En su primera misión militar para la Argentina, San Martín fue comisionado para repeler esas acciones. Hacia allí marchó con sólo 150 granaderos, informado de que el 31 de enero se produciría un asalto contra el convento de San Lorenzo. Cuando llegó con sus hombres (el 2 de febrero, de madrugada) comprobó que en la posta había una galera desenganchada, donde dormía un caballero europeo. Aquel hombre era John Parish Robertson, nacido en Edinburgo en 1792. Contaba por lo tanto..¡Diecinueve años!

En sus cartas, explica Parish, que descansaba solo, pasando la noche al fresco de febrero, en una escala más de su viaje comercial al Paraguay. Y dice: "Me despertaron relinchos de caballos y rudas voces de mando. Abrí los ojos. Por las ventanillas se asomaban unos rostros muy bronceados. Temí que fueran marineros españoles. De pronto, escuché allá afuera, en la oscuridad, una voz. No sabía con certeza quién era, pero lo conocía. Le escuché decir ´No maltraten a este señor, es un caballero inglés en viaje de negocios. Ya me lo informó el maestro de posta´. Así pues, bajé del carruaje y le extendí mi mano: ´Supongo que es usted el coronel San Martín. En ese caso, aquí está su amigo. Soy John Parish Robertson´".

A continuación, San Martín saludó cordialmente al muchacho. Lo llevó del brazo, por decir así, mientras tomaba el convento para que sus soldados quedaran ocultos. Le explicó sus planes. Se explayó con toda confianza. Incluso lo previno: "Usted sabe bien que combatir no es su negocio ni su deber, de modo que si ve, desde aquí, que el combate nos resulta adverso, dispare inmediatamente. Le dejo un buen caballo. No tema, los españoles no podrán alcanzarlo...Ningún marinero resulta buen jinete".

Parece la charla entre dos camaradas, partícipes de un mismo proyecto. Cabe apuntar que los españoles, que sumaban 220 combatientes, sufrieron la baja de 40 muertos, 14 prisioneros y 12 heridos. Los granaderos perdieron 26 hombres, entre ellos 6 muertos (incluyendo al sargento Cabral) y el resto heridos.

Dice Parish: "Al marcharme, le rogué a San Martín que aceptara mis provisiones y mis vinos, en beneficio de los heridos de ambos bandos. Quedé afligido por la matanza, pero admirado por la serenidad y coraje del Coronel".

Los agentes no dan sorpresas ni causan asombro. Hacen su trabajo y cobran el sueldo. No parece el perfil de San Martín
En otras palabras, John Parish Robertson había contemplado el combate de San Lorenzo como quien ve un espectáculo, desde la platea. Y su presencia "casual" inspira varias preguntas: ¿De dónde se conocían estos dos hombres? ¿De las tertulias de Buenos Aires? ¿Pero qué podían tener en común un muchacho de 19 años, extranjero, y un coronel de Indias, de 35, que procuraba resultar creíble a los hombres del poder en Buenos Aires? ¿De qué hablaban, en qué idioma, en qué contexto? ¿Será cierto que San Martín actuaba como agente inglés, tal como denuncia (con dolor) el historiador argentino Antonio Calabrese? ¿O San Martín mantenía con Inglaterra una alianza de mutua utilidad? Los ingleses, aparentemente, habían renunciado a arrebatar las colonias españolas. Más bien les interesaba la apertura de sus puertos, para el comercio de sus manufacturas, que ya no podían entrar en Norteamérica. Por lo tanto, apoyaban con disimulo toda iniciativa conducente a la independencia de Hispanoamérica. Por ejemplo: la flota de William Cochrane, que custodió las espaldas de San Martín durante la aventura Chile-Perú, era prácticamente una flota inglesa.

Terragno afirma que San Martín y los ingleses se utilizaron mutuamente. Recordemos a un cierto viajero inglés, Mr. Samuel Haigh, que conoció a San Martín en Valparaíso y comentó asombrado: "Es muy favorable a la nación inglesa". También vale recordar una carta de James Duff al Libertador: "Yo sabía que un hombre nos daría una grata sorpresa desde Sudamérica".

Y bien: los agentes no dan sorpresas ni causan asombro. Hacen su trabajo y cobran el sueldo. No parece el perfil de San Martín..

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