miércoles, 14 de mayo de 2014

PGM: Una historia personal galesa


Una historia de la Primera Guerra Mundial en 100 Momentos: 'Después del primer día o dos, los cadáveres se hinchaba y apestaban... '



Robert Graves, de los Reales Fusileros Galeses, describe un episodio de horror y heroísmo en las trincheras

Desde la mañana del 24 de septiembre a la noche del 03 de octubre, tuve en las ocho horas de sueño. Me mantenía despierto y vivo por beber de una botella de whisky al día. Yo nunca había bebido antes, y tienen pocas veces bebido desde entonces; ciertamente me ayudó entonces. No teníamos mantas, abrigos, o láminas impermeables, ni tiempo ni material para construir nuevos refugios. La lluvia caía. Cada noche que salimos a buscar en la oscuridad de los otros batallones. Los alemanes continuaron indulgente y tuvimos algunas bajas.

Después del primer día o dos de los cadáveres se hincharon y apestaban. Vomité más de una vez mientras supervisando el transporte. Aquellos que no podíamos entrar desde la alambrada alemana siguió a hincharse hasta que la pared del estómago se derrumbó, ya sea naturalmente o cuando perforado por una bala ; un olor repugnante flotaría a través. El color de las caras muertas cambió de blanco a gris-amarillo, al rojo, al violeta, al verde, al negro, al baboso.

En la mañana del día 27 un grito surgió de la tierra de nadie. Un soldado herido del Middlesex había recuperado la conciencia después de dos días. Se quedó cerca de la alambrada alemana. Nuestros hombres lo escucharon y miraron el uno al otro. Tuvimos una lanza- corporales misericordiosos llamado Baxter. Él era el hombre a hervir un dixie especial para los centinelas de su sección cuando vinieron fuera de servicio. Tan pronto como se enteró de que el hombre Middlesex herido, corrió a lo largo de la zanja llamada a un voluntario que le ayudara a buscar a in Por supuesto, nadie iría ; que era la muerte para poner la cabeza por encima del parapeto. Cuando él llegó corriendo para preguntarme Me excusé por ser el único oficial de la compañía. Me gustaría salir con él al atardecer, le dije- no ahora. Así que se fue solo. Saltó rápidamente por encima del parapeto, luego paseando a través de la tierra de nadie, agitando un pañuelo ; los alemanes dispararon para asustarlo, pero como insistió que venga de cerca. Baxter continuó hacia ellos y, cuando llegó al hombre de Middlesex, se detuvo y apuntó a mostrar a los alemanes lo que él estaba. Luego se vistió las heridas del hombre, le dio un trago de ron y unas galletas que tenía con él, y prometió estar de vuelta de nuevo al caer la noche. Él regresó, con una camilla de partido único, y el hombre se recuperó. Le recomendé Baxter para la Cruz de la Victoria, siendo el único oficial que había sido testigo de la acción, pero las autoridades pensé que no vale más que una medalla de conducta distinguida.

The Independent

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