miércoles, 19 de noviembre de 2025

Roma: Formación cuadrado de infantería

Formación cuadrado de infantería






La formación romana cuadrada, también conocida como cuadro de infantería, era una táctica defensiva utilizada para proteger a los legionarios de los ataques de caballería. En esta formación, los soldados se agrupaban en un cuadrado compacto, con los escudos entrelazados para crear una barrera impenetrable y las lanzas apuntando hacia afuera para disuadir o repeler a la caballería.

La formación cuadrada era especialmente efectiva para contrarrestar los ataques de la caballería, que era una amenaza común en la guerra romana. También fomentaba la cohesión y la disciplina entre los legionarios, ya que debían trabajar juntos para mantener la formación.

Sus desventajas consistían en su poca movilidad y en su vulnerabilidad ante los ataques desde arriba (por ejemplo, contra los arqueros o catapultas instaladas en posiciones elevadas)

martes, 18 de noviembre de 2025

SGM: Bagration en el Frente Oriental

Bagration, el adiós al sueño alemán





Bagration fue el nombre en clave que recibió la mayor ofensiva del Ejército Rojo en el Frente Oriental durante la Segunda Guerra Mundial. De hecho, se inició de manera simbólica el 22 de junio de 1944, exactamente tres años después de la invasión alemana a la Unión Soviética, y concluyó con la destrucción del Grupo de Ejércitos Centro alemán, la práctica expulsión de la Wehrmacht del territorio soviético y la retirada de Rumania, Bulgaria y Finlandia del bando del Eje.
La operación recibió su nombre en honor al talentoso general ruso, de orígen georgiano, Pyotr Bagration (1765-1812), que murió en la Batalla de Borodino durante las Guerras Napoleónicas, y fue la más calamitosa derrota de la Heer durante la guerra, costándole a la Wehrmacht muchos más hombres y material que la Batalla de Stalingrado, 16 meses antes, y fue la mayor derrota militar de Alemania en toda su historia.
Por haberse llevado a cabo dos semanas después del Desembarco de Normandía es poco conocida en occidente. Incluso en la actualidad suena más familiar hablar de la playa Omaha, la Bolsa de Falaise, las Ardenas o Arhem que de lugares desconocidos como Prípiat, Orsha o Bobruisk.
Tras la derrota alemana en Kursk, el ejército soviético había continuado su avance y para finales de 1943 casi toda Ucrania había sido reconquistada, llegando más allá de Kiev y cruzando el río Dniéper. En el norte se rompió el cerco de Leningrado y los alemanes retrocedieron hasta los países Bálticos. Por el sur el Grupo Ejércitos Sur retrocedió casi hasta los Cárpatos y el Grupo Ejércitos Centro, a costa de un gran esfuerzo, seguía manteniendo posiciones en Bielorrusia.
Los comandantes soviéticos previeron lanzar un ataque masivo a lo largo de un frente de 720 km. El plan consistía en que sus cuatro grupos de ejércitos atacaran simultáneamente. A cargo estaban dos de los comandantes de mayor confianza de Stalin: el mariscal Aleksandr Vasilevsky, que comandaba los dos frentes del norte, y el mariscal Georgi Zhukov, los dos frentes del sur.
Los alemanes por su parte, creían que la ofensiva partiría desde el sur, en Ucrania, donde, en abril de 1944, se encontraban los cinco ejércitos mecanizados de Stalin. Descartaron la posibilidad de un ataque por Bielorrusia debido a que el terreno era propicio para la defensa y al excelente historial del Grupo de Ejércitos Centro.
El arte de la maskirovka (engaño) sería crucial para el éxito ruso. La radio soviética parecía indicar una concentración de tropas en el sur (la Stavka prohibió cualquier mención de Bagration por radio).
Bagration no fue un gran golpe, sino una serie de ataques de norte a sur. El Grupo de Ejércitos no fue destruido de un solo golpe, tomó varios días, y fue ayudado en gran medida por la orden de Hitler de “no retirarse” a las tropas estacionadas en seis ciudades, denominadas festungen o ”ciudades-fortaleza”.
Al final de Bagration, los alemanes sufrieron una derrota aplastante y perdieron casi una cuarta parte de todas las tropas que mantenían en el Frente Oriental. Casi 20 divisiones fueron totalmente destruidas y otras 50 gravemente dañadas, un desastre aún peor que Stalingrado. El general Heinz Guderian admitió que el Grupo de Ejércitos Centro “ha dejado de existir”.
Para los rusos sus objetivos estratégicos se cumplieron plenamente, y el Ejército Rojo quedó bien posicionado para el asalto final a Alemania.
Muchas gracias por su lectura y difusión.
JAZ

lunes, 17 de noviembre de 2025

Canaán: El modo de guerra y conflicto cananeos durante la Edad del Bronce Media

El modo de guerra y conflicto cananeos durante la Edad del Bronce Media

War History





Un guerrero Maryannu, élite del ejército cananeo

Después de la caída de algunas dinastías amorreas frente a los hititas, los vacíos de poder resultantes en Canaán y Siria fueron ocupados posiblemente por gobernantes hurritas que comandaban a los Maryannu, guerreros en carros de guerra. En esa época, las ciudades-estado de la región solían ser vasallas de alguna de las grandes potencias que competían en la zona: Mitanni, Egipto, el Imperio hitita o Asiria. La táctica cananea se basaba en el uso de carros ligeros de gran calidad, similares a los de Mitanni, tripulados por Maryannu expertos en escaramuzas. Según el botín listado por los egipcios después de la batalla de Megiddo (1445 a.C.), aproximadamente la mitad de los Maryannu usaban armadura. La infantería cumplía un papel totalmente secundario.



Los ejércitos de las ciudades-estado de Canaán y Siria tras la caída de algunas dinastías amorreas ante los hititas y la ocupación de los vacíos de poder resultantes por posibles gobernantes hurritas al mando de los Maryannu, que contaban con carros de guerra. En este período, estas ciudades-estado solían ser vasallas de alguna de las grandes potencias que competían en la zona, como Mitani, Egipto, el Imperio hitita y Asiria. Las tácticas cananeas se basaban en el uso de carros de escaramuza Maryannu de alta calidad, similares a los de Mitani. El equipo capturado por los egipcios, registrado después de Meguido en 1445 a. C., sugiere que aproximadamente la mitad de los Maryannu contaban con armadura. La infantería tenía un papel puramente secundario.

Las pruebas de conflicto durante la Edad del Bronce Medio vienen tanto de restos arqueológicos como de textos. En cuanto a lo arqueológico, se han encontrado armas como dagas y puntas de lanza hechas de bronce —el material más avanzado de la época— en prácticamente todas las ciudades importantes. A veces, los caballos se incluían en las tumbas de los guerreros y probablemente se usaban para tirar de los carros. Si las murallas de tierra se construyeron como sistemas defensivos, no está claro si la amenaza era interna (conflictos entre ciudades cananeas rivales) o externa. La infiltración de asiáticos en el Delta del Nilo no le cayó nada bien a Egipto, y los textos de la época muestran un creciente resentimiento hacia estos recién llegados. El término “hicsos” viene del egipcio heka-khasut, que significa literalmente “gobernantes extranjeros”, y se refiere a los asiáticos que fundaron la XV dinastía en el Bajo Egipto (c. 1750 a.C., Bronce Medio 2b). Que estos hicsos fueran de origen cananeo se deduce tanto por los nombres semíticos como por los hallazgos materiales en lugares como Tel el-Yehudiyeh y Tel el-Dab’a (Avaris) en el Delta. En este último, materiales cananeos del Bronce Medio 1 aparecen en las primeras fases, lo que sugiere una migración gradual y pacífica al Delta. Hacia mediados del período (BM2), Avaris creció en población y quedó bajo dominio de gobernantes asiáticos que se hicieron con el control político, fundando la XV dinastía (c. 1650 a.C.). Entre las evidencias arqueológicas están los entierros reales o nobles en cámaras subterráneas.

Según la tradición, los hicsos fueron derrotados en Avaris hacia 1550 a.C. Tras expulsarlos, el faraón Ahmose los persiguió hasta el sur de Canaán, destruyendo Sharuhen (posiblemente Tel el-Ajjul). Esto afectó gravemente a todo el sur de Canaán. Otras ciudades como Tel el-Far’ah Sur, Tel Masos y Tel Malhata también cayeron, aunque probablemente ya estaban en declive antes de la invasión egipcia.

Para finales del Bronce Medio (BM3, c. 1650–1550 a.C.), la complejidad sociopolítica del sur del Levante había alcanzado su punto máximo. El crecimiento poblacional y la explotación intensiva de tierras cultivables tal vez llevaron a un punto crítico: la producción agrícola no daba abasto. La riqueza y el poder de las ciudades-estado cananeas, con su inversión constante en obras monumentales y la búsqueda de estaño, pudieron haber desviado demasiados recursos, debilitando su base económica.




Los relatos bíblicos mencionan ciudades cananeas fortificadas, muchas con un “glacis” —una pendiente hacia un foso— que reforzaba el muro de piedra. El glacis, hecho de capas de tierra apisonada, arcilla y grava recubiertas de yeso, tenía un ángulo ideal para repeler caballería y arietes. Hazor es el mejor ejemplo de esta defensa.

Arquitectura monumental
Aunque no haya pruebas directas de reyes o instituciones políticas específicas, las grandes obras públicas encontradas en muchos sitios muestran que existía algún poder capaz de movilizar recursos y contactos para construir palacios y residencias de gobernadores. Ejemplos hay en Tel el-Ajjul, Kabri, Hazor, Laquis, Megiddo y Afek. Algunos palacios superaban los 1.000 m², con salas de columnas, depósitos y patios. Muchos de estos proyectos implicaban miles de jornales y, en algunos casos, mano de obra de fuera de la ciudad.

Estas estructuras servían tanto para defensa como para exhibir poder y controlar el comercio. Eran símbolos visibles desde lejos que reforzaban la identidad local y mostraban la rivalidad entre ciudades vecinas, una especie de “competencia de prestigio” para legitimar el poder de sus dirigentes.

Organización política
A comienzos del II milenio a.C., el urbanismo volvió con fuerza en el sur del Levante. Las ciudades-estado se desarrollaron a partir de sociedades tribales previas. Textos egipcios como el Cuento de Sinuhe y las Inscripciones de execración ofrecen información valiosa sobre la geografía política, mostrando la transición de unas pocas ciudades y tribus a una red más amplia de centros urbanos como Acre, Hazor, Jerusalén, Laish, Qadesh y Siquem.

Para finales del Bronce Medio, el territorio estaba dividido en unidades políticas que integraban poblaciones urbanas, rurales y nómadas. Surgieron grandes ciudades-estado como Hazor y Avaris, con vínculos diplomáticos y comerciales con Siria, Mesopotamia y Egipto. Si bien existían reyes, solo al final del período se registran nombres concretos en textos locales. Enterramientos de guerreros y sellos con nombres de gobernantes hicsos refuerzan la idea de una élite militar vinculada a las cortes.


domingo, 16 de noviembre de 2025

Guerra Fría: El Sidewinder da pié al Atoll

La "captura" del AIM-9B 




El 24 de septiembre de 1958, una formación de F-86 taiwaneses, armados con lo que parecían largos cohetes en forma de aguja, atacó a un grupo de MiG-17 chinos sobre el estrecho de Taiwán. En un breve pero intenso combate aéreo, los viejos Sabres derribaron varios MiG en rápida sucesión. El misil aire-aire AIM-9 Sidewinder había hecho su debut en combate. El enfrentamiento conmocionó a los soviéticos. Conocían el Sidewinder, pero su propia tecnología de misiles estaba años por detrás de la occidental, y esa brecha acababa de quedar expuesta de la forma más brutal posible.



Cuatro días después, el problema del combate aire-aire se convirtió en una oportunidad. En otro intenso combate aéreo, un Sidewinder impactó contra un MiG-17 chino, pero no detonó. En cambio, se incrustó intacto en el fuselaje del avión, como una flecha. El avión chino aterrizó sin problemas y el AIM-9 fue directo a Moscú. Los ingenieros soviéticos lo consideraron un «curso universitario» en desarrollo de misiles y trabajaron afanosamente para copiar sus secretos. En menos de dos años, el Vympel K-13, también conocido como AA-2 Atoll, entró en servicio en la Unión Soviética.



Este notable acontecimiento tiene varios precedentes históricos. El ejemplo más reciente es la recuperación de un misil aire-aire chino PL-15E de ultra largo alcance, prácticamente intacto, en Punjab durante la Operación Sindoor (escaramuza indo-pakistaní de 2025). Así como el Sidewinder capturado redujo una importante brecha para los soviéticos, este PL-15E representa un gran triunfo de inteligencia para los indios (y para Occidente). Ahora todas las miradas están puestas en una sola cosa: ¿podrán los ingenieros indios igualar el ritmo soviético y descifrar los secretos del PL-15E para obtener resultados, tal vez para el misil aire-aire Astra 2 de fabricación nacional, en menos de dos años?

sábado, 15 de noviembre de 2025

Guerra del Paraguay: Las trincheras nocturnas de Thompson

Las trincheras nocturnas




HACE 159 AÑOS LOS PARAGUAYOS APRESTAN SUS TRINCHERAS EN PLENA NOCHE EN PUNTA ÑARÓ Y PUNTA CARAPÁ


Apagado el eco de la batalla de Yataity Corá, los paraguayos aprovecharon la oscuridad de la noche para  comenzar a excavar sus trincheras casi en las mismas barbas del enemigo.
Los chaflaneros de los batallones  6º y 7º empezaron la tarea, supervisados por el director de obras, el Ingeniero Inglés Thompson.
Las tropas de seguridad estaban a cargo del Coronel Elizardo Aquino, quien dispuso que cien fusileros en posición de guerrilla estén atentos ante cualquier movimiento de los Aliados. En algunos sectores estos fusileros de guardia estaban tan mezclados con los caídos, putrefactos o momificados, de la batalla del 24 de mayo, que era imposible distinguir, en la noche, los vivos de los muertos.
Thompson realizó el delineado de la trinchera a la luz de una linterna, que se oculto de la vista del enemigo con cueros de vaca tendidos en los árboles.
Los guaraníes colocaron sus fusiles en tierra y comenzaron a cavar una trinchera de una vara de ancho por una de profundidad, tirando la tierra hacia adelante para cubrirse lo más posible de la vista del enemigo.
Contaba el Ingeniero Inglés, que estaban tan cerca de las líneas enemigas que se escuchaba claramente la conversación de los centinelas, las risotadas y hasta la tos de los soldados aliados.
Se tomaron todas las precauciones posibles, pero seguro que en algún momento de la tenebrosa noche se habrán chocado las palas, picos y azadas de los zapadores paraguayos. Pero por suerte el enemigo no había advertido absolutamente nada.
Con las primeras luces del día sábado 14 de julio de 1866 los aliados se dieron cuenta, con estupor y admiración, que los paraguayos estaban instalados y prestos a combatir hacia el extremo izquierdo en una larga trinchera de más de 700 metros de largo. Esta trinchera estaba dividida en dos sectores. Uno, el más extenso, que cerraba el boquerón del norte, denominado Punta Ñaró y el más pequeño que cerraba el boquerón del sur, llamado Punta Carapá.
Natalicio Talavera escribió que el susto de los aliados fue tremendo, ya que creyeron en un inminente ataque paraguayo. En el campo enemigo se dió la alarma, se dispusieron en posición de combate y se inició un intenso cañoneo sobre los guaraníes.
Los paraguayos continuaban tranquilamente los trabajos. Comunicando las nuevas trincheras con las líneas cercanas a Paso Gómez.
Fueron los días previos a las grandes batallas del Sauce y del Boquerón de la muerte, del 16 y 18 de julio de 1866 respectivamente.

viernes, 14 de noviembre de 2025

Guerra de Corea: ¿Ataque preventivo o guerra preventiva?

¿Ataque preventivo o guerra preventiva?

Con los problemas que se intensifican en la península de Corea, y a medida que el régimen norcoreano se acerca a la posesión de armas nucleares y misiles capaces de atacar a Estados Unidos, dos términos, preventivo y preventivo, han cobrado cada vez más importancia. Si bien su significado es similar, su contexto es crucial para comprender su aplicabilidad a la crisis actual. Y aquí, como suele ocurrir, la historia es una herramienta útil para analizar las posibilidades. 

Por: Williamson Murray 
Equipo de investigación: 
Grupo de Trabajo de Historia Militar en los Conflictos Contemporáneos
Hoover Institution

Con los problemas que se intensifican en la península de Corea, a medida que el régimen norcoreano se acerca a la posesión de armas nucleares y misiles capaces de atacar a Estados Unidos, dos términos, preventivo y preventivo, han cobrado cada vez más importancia. Si bien su significado es similar, su contexto es crucial para comprender su aplicabilidad a la crisis actual. Y aquí, como suele ocurrir, la historia es una herramienta útil para analizar las posibilidades. Un ataque preventivo suele conllevar la connotación de atacar o destruir capacidades sustanciales del enemigo, en algunos casos con la esperanza de destruir de tal manera las fuerzas militares del enemigo que este no pueda utilizarlas eficazmente en caso de guerra. En el sentido más amplio, quienes ejecutan ataques preventivos suelen entender que su esfuerzo militar, por muy exitoso que sea, conducirá a un conflicto de duración indeterminada. Por lo tanto, ambos términos están directamente relacionados, ya que el ataque preventivo conducirá casi inevitablemente a lo que el atacante, en la mayoría de los casos, considera una guerra preventiva.

Por supuesto, hemos pasado por esto recientemente. En respuesta al 11-S, la administración Bush, en su Estrategia de Seguridad Nacional de 2002, declaró con audacia que Estados Unidos «debe estar preparado para detener a los estados rebeldes y a sus clientes territoriales antes de que puedan amenazar o usar armas de destrucción masiva contra Estados Unidos, nuestros aliados y amigos». Esta declaración condujo directamente a la invasión de Irak en 2003 con el objetivo de eliminar a Saddam Hussein y sus supuestas armas de destrucción masiva, así como la posibilidad de que eventualmente poseyera armas nucleares. Pues bien, no existían armas de destrucción masiva y Estados Unidos casi de inmediato se vio envuelto en un atolladero totalmente inesperado; un atolladero al menos inesperado para la administración y muchos de sus asesores militares. La subsiguiente insurgencia contra Estados Unidos y sus aliados, así como la guerra civil entre los grupos religiosos suní y chií, resultaron ser una pesadilla para los estrategas y los responsables políticos estadounidenses. En retrospectiva, el resultado de la invasión de Irak parece obvio, pero ciertamente no lo fue en ese momento.

Al reflexionar sobre el objetivo de la administración Bush de prevenir futuras amenazas a la patria lanzando una guerra preventiva contra Irak, uno inevitablemente se topa con la advertencia irónica de Clausewitz que resuena a través de gran parte de la historia: "Nadie comienza una guerra -o más bien, nadie en sus cabales debería hacerlo- sin tener primero claro en su mente lo que pretende lograr con esa guerra y cómo pretende conducirla". 1  De hecho, en el mundo real, una vez embarcados en una guerra, los estadistas y generales casi inevitablemente han descubierto que han subestimado al enemigo, o que su inteligencia era defectuosa, o que han sobreestimado la efectividad de sus propias fuerzas armadas, etc., etc. Hay casos en la historia, por supuesto, en los que una guerra preventiva bien podría haber evitado un conflicto mucho peor. El caso más evidente fue la negativa de Gran Bretaña y Francia a luchar en defensa de Checoslovaquia en 1938, cuando la Alemania nazi se encontraba en una posición mucho más débil que la que demostraría estar en 1939. Pero la sentencia es solo el resultado de tener a disposición del comentarista histórico los terribles resultados estratégicos y las consecuencias de la Conferencia de Múnich. En aquel momento, nadie, salvo Winston Churchill —y obviamente los checos—, comprendió lo que Neville Chamberlain había cedido al entregar Checoslovaquia a la tierna merced de la Alemania nazi.

Quizás la forma más útil de pensar en el ataque preventivo es que representa un esfuerzo táctico para cambiar el equilibrio de fuerzas a favor del agresor, quien debe comprender que el ataque inicial es solo el disparo inicial que anuncia el comienzo de la guerra. La definición del diccionario indica que el significado de preventivo es "tomar la iniciativa". Pero "tomar la iniciativa" es solo el primer paso. Podríamos comenzar nuestro análisis de los ataques preventivos con la decisión de Jefferson Davis y su gabinete confederado de aprobar el bombardeo de Fort Sumter. Curiosamente, consideraciones políticas internas parecen haber sido la fuerza impulsora de su decisión. Fundamentalmente, en abril de 1861, Carolina del Norte y Tennessee permanecieron indecisos, aparentemente aún indecisos sobre si unirse a la Confederación o intentar permanecer en la Unión. Davis y sus asesores también temían que los barcos de suministro federales llegaran a Sumter y, por lo tanto, prolongaran la crisis. En cuanto a la preocupación de que un ataque preventivo de este tipo pudiera tener un grave impacto en la opinión pública norteña, esa posibilidad fue poco considerada por los líderes confederados. En retrospectiva, los líderes sureños aún despreciaban la capacidad y la disposición de los norteños para llevar una guerra con seriedad. Resultó ser un error de cálculo catastrófico. Lo que los confederados recibieron al bombardear Sumter fue una masiva manifestación de indignación popular norteña y la determinación de luchar la guerra hasta el final. Ese sentimiento popular motivaría a los ejércitos de la Unión durante toda la guerra.

Los japoneses son una lectura interesante, aunque su caso sea más ambiguo. Sus dos principales conflictos internacionales del siglo XX comenzaron con ataques preventivos para asegurar que sus fuerzas militares tuvieran ventaja en lo que, según entendían, sería una lucha inminente. El ataque a Port Arthur a principios de febrero de 1904 tenía como objetivo dañar la flota rusa zarista del Pacífico de forma tan grave que no pudiera desempeñar un papel significativo en la guerra que, según los japoneses, tendrían que librar contra los rusos en Manchuria inmediatamente después de su ataque a Port Arthur para lograr sus objetivos políticos. Los japoneses finalmente ganarían la guerra , pero el coste de las bajas fue extraordinariamente alto, mientras que la nación estaba en bancarrota al concluir la guerra. Solo la incompetencia flagrante del ejército zarista y el estallido de la revolución en la Rusia europea al año siguiente evitaron una derrota japonesa.

En el segundo caso, el ataque preventivo japonés contra la flota estadounidense en Pearl Harbor en diciembre de 1941 no tuvo tanto éxito. Su objetivo era retirar la flota de batalla estadounidense de la estrategia, mientras que el principal esfuerzo japonés se centraba en la conquista de las riquezas del Sudeste Asiático, en particular el petróleo y el caucho. Lo que ocurriría después no estaba del todo claro para los planificadores japoneses, salvo que creían que tendrían tiempo para construir un conjunto estratégico de bases en las islas del Pacífico que sería imposible de penetrar para los estadounidenses, y por lo tanto, Estados Unidos se vería obligado a firmar la paz. Lo que ocurrió, por supuesto, es que el ataque a Pearl Harbor despertó a un gigante dormido. En tres años, los japoneses se enfrentaban a la Quinta o Tercera Flota estadounidense —dependiendo de quién estuviera al mando, el almirante Raymond Spruance o el almirante William "Bull" Halsey—, que era, de por sí, más grande que todas las demás flotas del mundo juntas. Las ruinas humeantes de Tokio, Hiroshima y Nagasaki pusieron de relieve la magnitud del error de cálculo japonés al lanzar su ataque preventivo contra Pearl Harbor como puntapié inicial de su guerra contra Estados Unidos y sus aliados en el sudeste asiático.

Quizás la combinación más efectiva de un ataque preventivo fue la primera táctica para una guerra preventiva que se dio en 1967 con la Guerra de los Seis Días. Superados en número, al menos en teoría, por los enormes ejércitos árabes desplegados en sus fronteras, y con la retórica en las capitales árabes indicando la intención de borrar a Israel del mapa, los israelíes atacaron primero. En este caso, el ataque preventivo consistió en que el grueso de la Fuerza Aérea Israelí se adentrara en el Mediterráneo y luego girara hacia el sur para lanzar una serie de ataques devastadores contra los principales aeródromos egipcios. En menos de media hora, la Fuerza Aérea Israelí había aniquilado casi toda la fuerza aérea de Nasser. Con la superioridad aérea ahora asegurada, las fuerzas terrestres de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) comenzaron una guerra preventiva que duraría seis días y que vería a las FDI destruir al Ejército egipcio en el Sinaí, capturar la ciudad vieja de Jerusalén, destruir al Ejército jordano, tomar Cisjordania y expulsar a los sirios de los Altos del Golán. Si bien la Guerra de los Seis Días no logró traer la paz a Israel, el Estado judío nunca se ha visto tan amenazado como en junio de 1967. Sin embargo, el propio éxito impidió que los estados árabes acordaran un tratado de paz. Seis años después, la arrogancia israelí y la subestimación de sus enemigos árabes resultaron en la costosa e inconclusa Guerra de Yom Kipur.

Quizás el ataque preventivo más exitoso de la historia también fue el lanzado por los israelíes en junio de 1981, que destruyó el reactor de Osirak que los franceses construían para Saddam Hussein. Con información de inteligencia excepcional, cazabombarderos F-16, escoltados por cazas F-15, atacaron justo cuando las tripulaciones antiaéreas iraquíes comían. Saddam estaba furioso, porque el ataque había retrasado el programa nuclear iraquí durante un largo periodo. Pero no tenía respuesta militar a los israelíes; por lo tanto, la bravuconería y la indignación ante la conspiración internacional sionista eran su única respuesta.

Si los casos de Japón e Israel ofrecen una historia algo ambigua, existe la sombría advertencia de 1914 que sugiere que el ataque preventivo y la guerra preventiva pueden tener consecuencias desastrosas. En julio de 1914, el Imperio austrohúngaro y Alemania decidieron arriesgarse a un ataque preventivo para eliminar a Serbia, conscientes de que tal guerra podría desembocar en una guerra europea generalizada. Cuando los rusos se movilizaron en respuesta a la declaración de guerra de Austria-Hungría a Serbia, los alemanes respondieron lanzando un ataque preventivo contra Francia: el infame Plan Schlieffen. El cálculo alemán se basaba en la creencia de que, al lanzar la invasión no provocada de Bélgica, Luxemburgo y Francia, el ejército alemán podría expulsar a los franceses de la guerra y ganar lo que, claramente, consideraban una guerra preventiva contra los ejércitos de la Entente que rodeaban sus fronteras.

Atemorizados por la concentración del ejército zarista que había comenzado poco después de la derrota de Rusia en la guerra ruso-japonesa, y su creciente aislamiento diplomático y estratégico, los alemanes se embarcaron despreocupadamente en una guerra preventiva . Pero el Plan Schlieffen fracasó en la batalla del Marne. Al lanzar el Plan Schlieffen sin una reflexión estratégica seria, los alemanes movilizaron de inmediato a los británicos con su Marina Real Británica y la Fuerza Expedicionaria Británica, que, a pesar de su pequeño tamaño, les impediría flanquear al ejército francés. Además, al invadir Francia con tan poca justificación, los alemanes se aseguraron de que la opinión pública internacional, en particular la estadounidense, fuera hostil a la causa del Reich desde el comienzo de la guerra.

Parecería que los ataques preventivos podrían ser útiles, pero solo si las fuerzas militares están plenamente preparadas para aprovechar el caos resultante. Sin embargo, abundan los casos históricos en los que el atacante que lanza el ataque preventivo se ve envuelto en una guerra que resulta ser mucho más difícil de lo que suponía al principio. En otras palabras, al igual que la Wehrmacht en 1941, el resultado del ataque preventivo, que fue enormemente exitoso, solo llevó a la Alemania nazi a verse atrapada en un conflicto para el cual carecía de recursos y capacidades para ganar.


 1 Carl von Clausewitz, Sobre la guerra , ed. y trad. de Michael Howard y Peter Paret (Princeton, 1975), pág. 579.

miércoles, 12 de noviembre de 2025

Guerra Fría: El accidente del T-64 en la autopista alemana

1986: Tanque en la autopista Berlín Occidental-Hannover




La foto es ilustrativa y no tiene relación directa con la narración.

Intervención del General V. S. Chechevatov durante un incidente operacional en Alemania Oriental (1986)

Durante el otoño de 1986, en el contexto de ejercicios de comando y estado mayor del Grupo de Fuerzas Soviéticas en Alemania (GFSA), se produjo un incidente operacional que involucró a una unidad de la 47.ª División de Tanques de la Guardia “Orden de la Bandera Roja del Bajo Dniéper de Bohdan Khmelnitsky”. Aproximadamente a las 22:00 horas, se recibió una comunicación clasificada en el vehículo de mando del teniente coronel Fiódorov, subcomandante de la división, ubicado en un puesto de mando de retaguardia.

La llamada fue realizada directamente por el general de ejército Viktor S. Chechevatov, comandante del 3.er Ejército de Armas Combinadas, quien informó escuetamente de un accidente ocurrido en la autopista Berlín Oeste-Hannover: un carro de combate se había precipitado desde un puente. En tono directo y sin rodeos, el general impartió la orden de retirar el vehículo de combate antes del inicio del tránsito matutino. Asimismo, instruyó que se le informara personalmente una vez completada la operación.

Cabe destacar que el batallón de reparaciones no se encontraba participando en los ejercicios, permaneciendo en su ubicación permanente en Hillersleben. Ante la situación, el teniente coronel Fiódorov dispuso el envío inmediato de tres vehículos de recuperación BTS-4 al lugar del incidente, y procedió personalmente al sitio para supervisar las labores. En ese momento no se contaba con información detallada sobre posibles víctimas, el grado de daño en el material blindado o la infraestructura vial, ni las causas exactas del accidente. No obstante, la prioridad operativa se centraba exclusivamente en la remoción del tanque antes del amanecer, con el objetivo de evitar comprometer la seguridad del tráfico civil y la exposición innecesaria de medios militares soviéticos en territorio de tránsito internacional.



La foto es ilustrativa y no tiene relación directa con la narración.

Aproximadamente a la medianoche, las unidades de recuperación asignadas por el teniente coronel Fiódorov arribaron al sitio del accidente, localizado en un puente que cruzaba perpendicularmente una autopista de cuatro carriles en Alemania Oriental. La zona se hallaba debidamente acordonada por fuerzas policiales de la República Democrática Alemana (RDA) y señalizada mediante iluminación intermitente. En el lugar se encontró un carro de combate T-64 invertido sobre el pavimento, con las orugas hacia arriba, en el lado opuesto de la autopista al punto de caída.

La tripulación del vehículo se hallaba con vida, sin lesiones graves, aunque presentaba signos de shock emocional leve. Este aspecto fue confirmado por personal presente en el sitio y se consideró un dato relevante dada la potencial letalidad del incidente.

Debe destacarse que el tanque accidentado no pertenecía a una unidad convencional. Cada ejército blindado del Grupo de Fuerzas Soviéticas en Alemania (GSVG) contaba con un regimiento independiente de tanques, coloquialmente denominado “regimiento suicida”. Estas unidades, caracterizadas por una dotación superior de blindados según el organigrama militar vigente, no disponían de compañías de reparación ni de vehículos tractores orgánicos. Esta carencia respondía a su doctrina de empleo: en caso de alarma general, su misión era desplegarse inmediatamente hacia una línea predeterminada de contacto con las fuerzas de la OTAN y resistir en primera instancia, con el objetivo de ganar tiempo para el despliegue general del resto del ejército. Por su propia naturaleza, estas unidades enfrentaban expectativas operativas de elevada letalidad, con escasas probabilidades de supervivencia en combate sostenido.

Durante los ejercicios de comando y estado mayor llevados a cabo en el otoño de 1986, el comandante del GSVG, general de ejército Piotr G. Lushev, dispuso la activación de esta unidad como parte de una prueba de alerta operacional. El tanque T-64 volcado pertenecía precisamente a ese regimiento independiente, y en el momento del accidente se encontraba armado con su dotación completa de munición de combate, lo que elevaba considerablemente el nivel de riesgo asociado a las tareas de recuperación.


Inversión


La fase inicial de la operación de recuperación del vehículo consistió en la remoción de la munición a través de la escotilla de evacuación ubicada en el fondo del carro de combate. Esta etapa fue evaluada como la más crítica desde el punto de vista de seguridad operativa. Dada la incertidumbre sobre el estado del mecanismo de carga automática, los proyectiles y las ojivas tras el impacto, existía el riesgo latente de una detonación secundaria, que habría escalado el incidente a la categoría de desastre mayor con repercusión internacional. En este punto, sin embargo, el evento aún era considerado un accidente aislado.

La magnitud del siniestro debe enmarcarse considerando la altura del paso elevado desde el cual cayó el T-64 —vehículo de aproximadamente 40 toneladas métricas— y la total ausencia de sistemas de retención personal como cinturones o dispositivos amortiguadores. No obstante, la tripulación no presentó lesiones graves, lo cual constituye un hecho excepcional desde el punto de vista biomecánico. Según el informe del teniente coronel Fiódorov, los tripulantes solo evidenciaban contusiones múltiples y, en un caso, una leve cojera.

La causa del accidente se atribuyó al agotamiento del conductor-mecánico, quien habría perdido el conocimiento al mando del blindado mientras marchaba en una columna de combate en situación de alerta nocturna. Todo indica que tanto el comandante como el artillero también se encontraban dormidos al momento del siniestro. Este estado de relajación muscular habría contribuido a mitigar el impacto de la caída, fenómeno fisiológico comparable a la menor gravedad de lesiones observadas en individuos en estado de ebriedad que sufren caídas desde alturas considerables.

La descarga de la munición fue completada en un lapso de dos horas, siendo esta depositada ordenadamente en el margen verde de la autopista. El cañón del tanque estaba orientado en sentido contrario al tráfico, lo que generó una situación crítica cuando el vehículo cayó sobre la calzada. Un automóvil Trabant que circulaba a gran velocidad por debajo del puente intentó maniobrar para evitar una colisión frontal con el tubo de acero de 125 mm. Sin embargo, al girar bruscamente, impactó contra el cañón tras la rotación de la torreta. El conductor sufrió fracturas en ambas extremidades inferiores y fue evacuado al centro hospitalario antes de la llegada del personal de recuperación.

La escena que se desarrolló en la autopista —limpia, ordenada y bien mantenida, como era característico de la infraestructura vial de la República Democrática Alemana en la década de 1980— contrastaba dramáticamente con el despliegue de tres tractores oruga BTS-4 maniobrando sobre el césped y el pavimento para intentar reincorporar el tanque. Las maniobras causaron un daño considerable al entorno, generando consternación entre las autoridades locales.

En términos técnicos, el primer intento de vuelco del T-64 consistió en el acople de un cable de acero a la oruga opuesta, procedimiento que resultó infructuoso dado que el primer tractor no logró tracción suficiente. El segundo vehículo de recuperación se movilizó para asistir, pero quedó atascado en una cuneta. Dado el riesgo creciente de inoperatividad general, se optó por utilizar el tercer BTS-4 mediante un trayecto alternativo, el cual logró posicionarse correctamente, aunque sin éxito en la operación final. La torreta permaneció firmemente apoyada sobre el asfalto.

Este evento generó alarma debido a la cercanía del inicio del tráfico matutino sobre la ruta Berlín Occidental–Hannover, eje vial de importancia estratégica y diplomática. Las demoras en la liberación del paso habrían tenido consecuencias logísticas y políticas adversas para la Unión Soviética ante sus interlocutores del Pacto de Varsovia y eventualmente de la OTAN.



La foto es ilustrativa y no tiene relación directa con la narración.

Tras una evaluación de la situación operativa, el teniente coronel Fiódorov resolvió emplear como anclaje estático el tractor BTS-4 que había quedado inmovilizado en las inmediaciones del accidente. Se procedió a enlazar dicho vehículo con el T-64 siniestrado mediante un sistema de reenvío con polea, lo que permitió distribuir el esfuerzo de tracción. La maniobra tuvo éxito parcial: el carro de combate comenzó a rotar y finalmente fue volcado con un estruendo mecánico considerable. En ese momento, se consideró que una parte sustancial de la misión había sido completada.

Durante el proceso de aterrizaje, se observó un fenómeno estructural relevante: el peso y rigidez de la torreta, significativamente superior al del casco, generó una deformación descendente estimada entre 10 y 15 centímetros. Como consecuencia, el blindado fue derivado posteriormente a trabajos de reparación mayor, tras los cuales reingresó al servicio activo.

No obstante, el desenlace de la maniobra generó complicaciones adicionales. El T-64, al quedar con las orugas apoyadas sobre el cable de acero utilizado para el vuelco, obstaculizó su remoción inmediata. El tractor anclado fue desacoplado, y los otros dos vehículos de recuperación aplicaron tracción directa al cable, generando fricción, ruido metálico y chispas por contacto con los elementos rodantes.

En atención al riesgo de ignición y al estado incierto del sistema de propulsión del blindado, se consideró inadecuado intentar encender el motor. Además, la superficie asfáltica presentaba contaminación significativa por derrame de lubricante, lo cual constituía un riesgo adicional para la seguridad del personal y del medio ambiente. Se optó entonces por arrastrar el T-64 aproximadamente 100 metros hasta una zona adyacente a la calzada, donde no interfería con el tránsito vehicular.

El punto de impacto del blindado sobre la autopista dejó una deformación estructural notoria, visible incluso hasta la base de concreto del puente. No se dispone de registros técnicos posteriores sobre las acciones de reparación vial realizadas por las autoridades locales.

Asimismo, la documentación operativa no especifica qué unidad técnica recibió posteriormente el vehículo, ni su destino logístico. Concluida la evacuación del T-64, restaba aún la recuperación del primer tractor BTS-4 utilizado como ancla. Esta tarea consumió más de una hora de esfuerzos, agravando el estado del terreno. La zona verde alemana, originalmente mantenida en condiciones óptimas, se transformó en un lodazal a causa de las maniobras de tracción y arrastre.

No obstante las dificultades logísticas y técnicas, la operación fue ejecutada dentro del plazo estipulado por el comandante del 3.º Ejército de Armas Combinadas, general Viktor Chechevatov, quien fue informado oportunamente desde el puesto de mando de retaguardia. Su respuesta, escueta pero reveladora, fue: “Lo sé”. Acto seguido, cortó la comunicación.

Evgeniy Fiódorov