miércoles, 29 de julio de 2015

Conquista del desierto: Una visión más compleja y comprehensiva

La “conquista del desierto” analizada a partir de diferentes tipos de fuentes
Estudios realizados por un investigador del CONICET destacan aspectos poco conocidos de este complejo proceso histórico de nuestra nación.
Campaña del desierto


Julio Vezub estudia diferentes fuentes, documentos, testimonios y registros para poder reconstruir hechos ligados a las campañas. Foto: gentileza investigador.

Fotografías tomadas en 1882 y 1883 por técnicos e ingenieros topógrafos que acompañaban a las tropas, la confrontación de esas imágenes con los mismos paisajes en la actualidad, cartografía, partes militares y la correspondencia escrita por los propios caciques indígenas le permitieron al historiador Julio Vezub, investigador adjunto del CONICET en el Centro Nacional Patagónico (CENPAT), poder construir una visión más completa de la historia, de los protagonistas y de los sucesos vinculados a las campañas.

Vezub sostiene que el cruce entre diferentes tipos de fuentes posibilita conocer una dimensión mucho más cotidiana de los enfrentamientos y de la experiencia social que significó la guerra sobre un entramado de relaciones preexistentes. “Los movimientos sobre el territorio resultaron exitosos para el ejército porque combinaron la represión con la subordinación de mediadores y jefes indígenas, que facilitaron el avance y el acceso de las tropas nacionales en un contexto de violencia como nunca antes se había vivido. Esta realidad cuestiona la idea de la conquista como un evento único, al modo de una campaña napoleónica, para dar una visión más fragmentaria de una serie de acontecimientos bélicos que se registran antes y después de las expediciones encabezadas por Roca”, dice.

Las fotografías capturadas en 1882 y 1883 en el contexto de las campañas militares por los ingenieros Carlos Encina y Edgardo Moreno fueron contrastadas en la actualidad con los parajes en las que se tomaron para poder entender las modificaciones en la configuración del paisaje, los cambios ambientales, los usos sociales del territorio, los recursos y las modalidades de explotación.

Por orden del presidente Julio Argentino Roca, Encina y Moreno condujeron una expedición científica y se adentraron en lo que se denominaba en aquel entonces el “Territorio del Triángulo” delimitado por los ríos Neuquén, Limay y la cordillera de los Andes. Tomaron fotos, medidas de terreno e intervinieron en el espacio social a controlar. Publicaron el álbum “Vistas fotográficas del territorio Nacional del Limay y Neuquén”. Algo más de un siglo después y con esa fuente en mano, Vezub recorrió en Neuquén las mismas rutas y caminos que transitaron los ingenieros para comprender la lógica existente detrás de los enfrentamientos.

“Encina y Moreno iban junto a las tropas cumplían un rol de reconocimiento del territorio para su posterior mensura y para el ingreso de esas tierras en un régimen de propiedad privada. No se avanzaba hacia cualquier lugar ni por cualquier camino. Los expedicionarios no se aventuraban en territorio desconocido. Iban allí donde sabían que había agua y pasturas. Fue una guerra por los recursos, por la captación y control de poblaciones, y por la captura de ganado”, explica el historiador.

Algunas fuentes además permiten conocer a diferentes actores sociales que no han sido completamente representados en los libros clásicos que se han escrito sobre la conquista ni en los partes de campaña que elaboraban los oficiales del ejército. Las fotografías, por ejemplo, retratan la presencia de mujeres tanto en los fortines como en las tolderías. La correspondencia escrita por los propios caciques permite recrear el rol trascendente de los mediadores indígenas.

Los jefes militares indígenas contaban con sus pequeños aparatos burocráticos letrados para comunicarse con otros caciques, con otras autoridades hispano criollas para entablar negociaciones comerciales o acuerdos políticos de distinta naturaleza. La carta escrita era un canal que vehiculizaba las relaciones y la sociabilidad político económica desde décadas antes de las campañas.

Los mediadores y baqueanos aparecen en los partes militares como personajes minimizados pero las cartas destacan su figura. “Estos actores no solo tenían un conocimiento de los recursos y del paisaje sino también de los distintos grupos y de los protocolos sociales que había que respetar, los peajes, la política de regalos y agasajos. La ocupación del territorio nacional del Neuquén por ejemplo, hubiera durado mucho más tiempo de no haber sido por ellos”, asegura el historiador.

El conocimiento novedoso que empieza a surgir a partir del cruce entre diferentes fuentes hace evidente la necesidad de profundizar los estudios sobre la denominada “conquista del desierto”. Para Vezub “esta merma histórica puede deberse a que la última dictadura militar y la historiografía nacionalista se han apropiado de este evento como capital simbólico propio y eso dificultó cualquier reflexión más intensa de ese proceso además del repudio”.

CONICET

martes, 28 de julio de 2015

SGM: Uniformes del Real Ejército Sueco

El Ejército de Suecia - Los uniformes usados durante la Segunda Guerra Mundial 

Introducción 

El siguiente artículo y la placa de uniforme por parte de Ronald Kidd se deriva de la revista británica Military Modelling, noviembre de 1985. 

click para ampliar 



A Uniforme modelo 1910 - soldado lancero de una unidad de la HEMVÄRNET (Guardia Nacional) , c. 1940. 
E Uniforme Modelo 1923 - Capitán, c. 1940. 
B Uniforme Modelo 1937 - soldado de infantería, c. 1941. 
C Uniforme Modelo 1939 - Suboficial mayor de Infantería, c. 1945. 
D Sombreros y abrigos de piel de oveja fueron usados durante los meses de invierno. 
1 calcomanía de casco . 
2 escarapela nacional . 
3 insignia de bronce rama collar para la infantería; se usa en el punto de collar. 
4 placa de bronce rama collar para la artillería. 
5 Bronce rama insignia del collar de las tropas de la señal. 
6 ilustración general de acuerdo de fotografía, de la insignia de la manga se usa en el brazo izquierdo del gabán o túnica por unidades HEMVÄRNET. 
Escudo y la corona se usan en un rectángulo de tela de uniforme. 


Antecedentes históricos 

El sistema militar sueco, como los suizos, se basa en el sistema de milicias. Al igual que los suizos, la neutralidad sueca tiene efectivamente más de un siglo de antigüedad, la última guerra que se libra contra los ejércitos napoleónicos en 1814. Aunque el Ejército Real de Suecia no ha peleado una guerra desde la época napoleónica, los voluntarios suecos en varias ocasiones la asistencia de sus compatriotas a los países escandinavos a resistir mucho más grandes y más poderosos vecinos. Esto sucedió en Dinamarca en 1848 y 1864, y más recientemente en Finlandia durante 1939-40. 

Tras la Primera Guerra Mundial, Suecia permitió a sus fuerzas armadas sumergirse en un periodo de muy baja preparación; en 1924 la conscripción se redujo a cuatro meses, sólo se elevó a seis meses en 1936, cuando se estaba haciendo evidente que la tensión internacional crecía. Tras la invasión alemana de Polonia en septiembre de 1939, Suecia convocó a 70.000 reservas. 

Cuando Rusia declaró la guerra a Finlandia en noviembre de 1939, aunque simpatizaba con los finlandeses Suecia, se negó a enviar tropas para ayudar. Sin embargo, los suministros se enviaron en la forma de más de 8.000 voluntarios de Suecia, junto con voluntarios de América, Noruega, Dinamarca, Hungría y España lucharon con los finlandeses, hasta que se vieron obligados a pedir la paz en marzo de 1940. 

En abril de 1940 la invasión alemana de Noruega y Dinamarca fue tan rápida que no hubo tiempo de enviar voluntarios para ayudar. Los aviones alemanes que volaron a través del territorio de Suecia fueron rechazados con poco efecto, aunque durante la guerra un número de aviones aliados y del Eje se estrelló, o fueron destruidas, al volar sobre Suecia. 

Al inicio de la Campaña de Noruega, Suecia puso toda sus fuerzas de 400.000 hombres en estado de alerta. Durante esta campaña Suecia resistió las demandas alemanas que se le permitiera enviar tropas a través de Suecia, aunque después de la rendición alemana de Noruega tráfico "humanitaria" fue permitido de viajar en los ferrocarriles de Suecia a Noruega. Más tarde, los trenes se ofrecieron a los alemanes y también se les permitió dejar de utilizar esta ruta, hasta que este contrato fue rescindido por Suecia en 1943. 

En Suecia, un gobierno nacional se formó, y el país entró en pie de guerra, el servicio militar en las fuerzas armadas aumentó a 450 días, y su fuerza se incrementó al tiempo de 800,000; civiles fueron formados en guardia local, observadores aéreos para avisar de raids aéreos y varias unidades auxiliares. 

La invasión alemana de Rusia en junio de 1941 contó con el apoyo en el norte por las fuerzas finlandesas ansioso por recuperar el territorio perdido en la última "Guerra de Invierno". A pesar de la defensa sueca el aumento de su neutralidad, a unos 1,000 voluntarios se les permitió servir con las tropas finlandesas en flagrante violación de su neutralidad. Suecia también permitió a una completamente equipada y uniformada división alemana cruzar desde Noruega a Finlandia para que pueda llegar al frente de batalla rápidamente. En 1945 se retiró junto con unidades alemanas de la frontera sueca, a través de Finlandia norte a Noruega. 

Los exiliados daneses y noruegos se les permitía establecer campamentos en Suecia y recibieron entrenamiento militar como "soldados de policía", en preparación para la eventual liberación de sus respectivos países. Desde diciembre de 1944 hasta mayo de 1945, aviones estadounidenses de la USAF se les permitió operar en apoyo de las tropas de "policía" de Noruega luchando en el norte de Noruega. El 5 de mayo 1945 una brigada entera danés de "policía y tropas" fueron escoltados por buques de guerra de Suecia a través del canal que divide los dos países, aquí asistida tropas aliadas para el control de las fuerzas derrotadas en Alemania (1). 

Aunque Suecia no tomó acciones militares directas en Noruega y Dinamarca, que tenía planes de contingencia para la intervención en ambos países, en caso de los aliados no logran llegar a estos países a tiempo para impedir una acción deliberada de Alemania en contra de sus pueblos. La rendición incondicional de Alemania el 4 de mayo y 8 de mayo de 1945, en Dinamarca y Noruega, respectivamente, hizo dicha acción innecesaria. 

Uniformes 

El comienzo de este siglo se produjo la adopción general por los ejércitos europeos de los uniformes de color gris de servicios y Suecia no fue la excepción. 

El uniforme de servicio primero se introdujo en 1906 en un color azul-gris, con cuello azul marino, galones manga y rayas del pantalón. Todas las distinciones fueron abolidas regimiento, con la excepción de los botones y un brazo de tela de servicio escudo lleva en la manga superior derecha. Una característica distintiva de este uniforme era un sombrero de tres picos azules claros y oscuros, al estilo del siglo 18. 

En 1910, este uniforme fue modificada por la eliminación del escudo manga, y la adición de correas de los hombros azul oscuro con un trapo de colores del regimiento número de armas de servicio: amarillo para la infantería, la artillería roja y blanca para la caballería. Esta modificación uniforme fue aprobado por todas las ramas del ejército y todavía se lleva el comienzo de la Segunda Guerra Mundial por los miembros de las unidades de defensa local. 

El Modelo 1910 (m/1910) uniforme fue reemplazado por un nuevo uniforme de servicio en 1923 (m/1923), aunque tardó mucho tiempo antes de que este uniforme entró en uso general. El color era conocido como Mignonette y fue una mezcla de tela de color marrón-gris-marrón, con la que predomina el marrón. Una modificación de este uniforme introducido en 1937 (m/1937) fue un pie y caer en el lugar del collar del cuello en posición vertical original. El color sigue siendo el mismo. Ambos vestían uniformes durante los primeros años de la Segunda Guerra Mundial. 

Después de poco tiempo de usar el uniforme m/1937 fue suplantado por un nuevo uniforme de servicio introducido en 1939 (m/1939). Este era un uniforme de estilo moderno en un paño de color verde grisáceo, similar en estilo al uniforme del ejército alemán de la época. En 1945 la totalidad del ejército estaba vestido con el uniforme m/1939. 

Figura A: Soldado lancero de una unidad HEMVÄRNET (Guardia Nacional), c. 1940, vistiendo el uniforme m/1910. El casco de acero introducido en 1918 es de color gris-marrón en general. El emblema de la Triple Corona sueca en un escudo, a ambos lados, son de color azul y amarillo calcomanías nacional. Las insignias de rango suboficial se indica mediante barras de plata vertical o espigas, una barra vertical que indica una lanza-corporal. El rifle es el rifle Mauser 6.5mm, m/1896; la correa de cuero estrecho por debajo del cinturón de cargadores de 5 municiones podría ser usado para sujetar la culata del rifle al marchar. Una mochila de lona se lleva sobre el hombro izquierdo. Tenga en cuenta los fondos de pantalones enrollados, una característica común de los uniformes de Suecia hasta la introducción de tobillo con el uniforme m/1939. 

Figura E: Capitán, c. 1940, vistiendo el uniforme m/1923. El kepi de oficial tenía cuerdas de plata en las costuras verticales y bandas de plata alrededor de la base, el número y el grosor varían en función de su rango. En el frente fueron una escarapela nacional superior y un botón inferior heráldicos, ambos unidos por cables de plata. Clasificación de los oficiales fue indicado por 1 a 3 estrellas de plata de cinco puntas, en pequeño, mediano y grande se usa en el cuello. El collar tenía galones de plata al frente y los bordes superiores. Botones eran color bronce, con bolsillos en el pecho y la falda. El cinturón de cuero marrón Sam Browne y la funda lleva el m/1940 9mm versión sueca de la pistola finlandesa "Lahti" de 1935. 

Figura B: Soldado de Infantería, c. 1941, vistiendo el uniforme m/1937. Un simple gorra de campo en forma de pico es llevada con orejeras con el frente de hebilla. El collar lleva insignias de metal de bronce en rama introducido con este uniforme, y las correas del hombro tiene el número del regimiento, también en bronce. Los bolsillos de la túnica de las filas otros tienen aletas visibles solamente. Los cuatro grandes bolsas de cuero municiones contienen cargadores de 20 cartuchos para la versión sueca del rifle americano automático Browning (BAR) m/1937 de 6.5mm. 

Figura D: Sombreros y abrigos de piel de oveja fueron usados durante los meses de invierno. El sombrero tiene una escarapela nacional y botones heráldicos similar a la figura B, de lo contrario la cifra es sin insignias. Una mochila con la hoja de suelo, tienda, pala, etc se lleva en la espalda, y un alemán de estilo caja cilíndrica máscara de gas se realiza en el frente. Los pantalones metidos dentro botines cordones laterales. 

Figura C: Suboficial Mayor de Infantería, c. 1945, vistiendo el uniforme m/1939. La tapa del servicio de campo tiene una escarapela nacional fija al frente. El Rango de Suboficiales Mayores es indicado por dos o tres espigas de bronce fijada a las correas de los hombros por encima de la de bronce el número del regimiento. En el cuello es la insignia de la rama de bronce, similar a la figura B. el casco de acero de aspecto moderno, introducido en 1937, está pintada de color caqui con las etiquetas nacionales de ambas partes. Los pantalones metidos dentro tobilleras lienzo filo de cuero, la primera vez que este tema ha sido incluido como parte de la vestimenta de campo. los uniformes de los oficiales incluyen una túnica de cuello abierto y una gorra de forraje alcanzó su punto máximo. El rifle llevado es un AG m/42 sueco con un cargador de 10 tiros. Otras armas utilizadas por el ejército sueco incluyó la versión sueca de la sub-ametralladora "Suomi" finlandesa m/1937 y granadas de mango alemanas. 

Agradecimientos 

Agradezco el apoyo del Dr. Jan von Konow, Armémuseum, Estocolmo. 

Fuentes 

1. The Luftwaffe in Sweden 1939-45, B. Widfeldt, 1983. 
2. Uniforms of the World, R. Knötel & H. Sieg, 1980. 
3. Sweden, E. Elstob, 1979. 
4. Battle for Scandinavia, Time Life, 1981. 
5. Military Small Arms of the Twentieth Century, I. Hogg & J. Weeks, 1974. 

Per Finsted 

Nota: 

1) El "canal", por supuesto, es de Øresund, el escolta de los buques daneses los recogió al final de las aguas territoriales suecas. 

Chakoten - Dansk Militærhistorisk Selskab

lunes, 27 de julio de 2015

Napoleón: Cornudo pero no tanto

El húsar de Josefina
La relación de la mujer de Bonaparte con el guapo oficial Hippolyte Charles arroja otra perspectiva de la épica napoleónica
JACINTO ANTÓN - El País


'Flirtation' (Flirteo), cuadro de Frédéric Soulacroix.

Creía saberlo todo de los húsares hasta que el otro día me enteré con grandes sorpresa y embarazo de que el teniente (luego capitán) Louis Hippolyte Charles plantaba margaritas en el crypsimen –un cultismo que significa exactamente eso que imaginan- de Josefina. La actividad jardinera era solo uno de los pasatiempos eróticos, dignos de Lady Chatterly y su guardabosques, a los que se libraban la ya entonces mujer de Napoleón y su amante el guapo húsar, un verdadero deporte de riesgo si se tiene en cuenta que al marido, héroe de Arcole y futuro emperador de los franceses, le enfurecía notablemente que le llamaran, ni que fuera por lo bajito (!), le géneral cornaparte. Napoleón, por cierto, solía acabar sus inflamadas cartas de entonces a Josefina con un tan sentido como inesperado “J’embrasse ta petite forêt noire”. Y uno que pensaba que la frase más inspirada del corso era “Francia solo admira lo imposible”.
A mí, lector apasionado de toda la vida del Napoleón de Emil Ludwig –en el que uno buscará infructuosamente el crypsimen y el bosquecillo de Josefina-, entusiasta seguidor de los relatos militares tipo La batalla, de Patrick Rambaud; 1812: la trágica marcha de Napoleón sobre Moscú, de Adam Zamoyski, o el que estoy leyendo ahora, el estupendo Waterloo del novelista Bernard Cornwell reciclado en historiador, las aventuras amorosas de la época me traían al pairo. Donde se ponga una buena carga de caballería... Sin embargo, recientemente, visitando en el Hermitage de Amsterdam la formidable exposición Alexander & Napoleon & Josephine (hasta el 8 de noviembre, no se la pierdan), que traza la relación del trío (el zar admiraba al emperador antes de convertirse en enemigos y veló por la emperatriz tras la caída de Bonaparte), mi natural inclinación a los hechos de armas napoleónicos se ha abierto a otros intereses distintos.

De entrada, me cautivó en la exposición el gran despliegue de uniformes, espadas, pistolas y banderas. ¡Si es que tienen el sable que usó el emperador en Marengo, el bastón de mariscal de Davout y la famosa águila del 4º Regimiento de infantería de línea capturada por la caballería de la guardia imperial rusa en Austerlitz! –con el mástil algo torcido, eso sí-. En plena inmersión épica (¡el estandarte de los cosacos de Astracán!), me sorprendí a mí mismo admirando un maravilloso vestido femenino de batista y seda de corte imperio que una vez puesto no debía dejar nada, pero nada, a la imaginación. Sumergido en pensamientos irreproducibles acabé dándome de bruces con un cuadro de Josefina que parecía sonreírme burlona, sin abrir mucho la boca –es sabido que tenía una muy mala dentadura, seguramente de chupar de joven mucha caña de azúcar-.

Bonaparte era de una fogosidad artillera y le encendía aún más la pericia amatoria de su esposa criolla
Marie-Joseph-Rose de Tascher de La Pagerie (1763-1814), nacida en Trois Ilets, en la Martinica, ya era una mujer madura cuando su protector Barras, a la sazón su amante, la puso, fatigado, en brazos del joven Bonaparte. Viuda –del general Alexandre de Beuharnais, guillotinado-, madre de dos hijos y sin fortuna pero célebre por su ardor, Josefina (a la que rebautizó así Napoleón) se casó con el prometedor general corso como un modus vivendi, falsificando su edad cuatro años y decidida a seguir pasando los días de cintura para abajo a su feliz manera. Al principio le halagaron la pasión y los celos de le Petit Cabron, como diría Arturo Pérez-Reverte.

Bonaparte, poco experimentado (de “inepto sexual” le califica el historiador Andrew Roberts), era de una fogosidad artillera, no en balde su arma favorita era el cañón, y le encendía aún más la proverbial pericia amatoria de su veterana esposa criolla, una de cuyas técnicas era la del denominado zigzag (?). Dichas técnicas parecen haber sido en realidad poco necesarias dado que Bonaparte era de ir derecho al objetivo -fueran los prusianos o la selva negra-, y apenas sacada la mano de la pechera ya te la había puesto encima. Es célebre la anécdota de la noche de bodas en la que mientras el general atacaba con todo, el perrito de su mujer, Fortuné, le propinó un traidor mordisco en la retaguardia, lo que provocó tal grito a Napoleón que Josefina pensó, contenta, que su marido venait d’atteindre l’extase.

Un fotograma de 'Los duelistas' que evoca el ambiente
de seducción de la época napoleónica.

Pasado un tiempo, estuvo encantada de que su chat botté, como lo llamaba, se marchara a combatir a Italia (se cuenta que le regaló un pequeño anillo de pelos del pubis trenzados para que se lo colocara como un íntimo nomeolvides alrededor del miembro –hoy bastaría con un selfie-, ; y volvió a su rutina de amantes, una larga lista entre la que se contaban, según algunas fuentes, un jardinero, varios ayudas de campo e incluso algunos negros, cosa exótica para la época, y hasta Murat. Consumido entre la gloria y un irrefrenable deseo por su mujer (“elle avait le plus joli petit c… qui fut posible”, le confió un día suspirando al general Bertrand mientras consultaban unos mapas), Bonaparte no paraba de escribirle a Josefina cartas que causan sonrojo y ofrecen una diferente perspectiva del vencedor de Wagram, Marengo y Austerlitz (“te beso los senos y abajo, mucho más abajo”; “vengo mañana, no te laves”).

Cuando el general descubre la infidelidad amenaza con fusilar al oficial
Es mientras Napoleón guerrea en Italia cuando hace su aparición el beu lieutenant Hippolyte (nacido en Romans en 1772), que inmediatamente se convierte en amante de Josefina, seducida por su bonita cara y su carácter encantador y divertido, por no hablar de lo que pone un húsar en uniforme y más si es hábil en acariciar el as de trébol, como se decía entonces. Pese a que todo París conoce el affaire, Josefina no duda en llevarse a Hippolyte a Italia cuando Bonaparte la reclama. El propio Napoleón promueve al chico a capitán del 1º Regimiento de húsares, pero cuando descubre que esta liado con su mujer le acomete un ataque de rabia y amenaza con fusilarlo. Josefina logra apaciguar al general y sigue con Hippolyte mientras Bonaparte marcha a la conquista de Egipto. Cuando le llegan noticias de que la pareja persevera en lo suyo decide divorciarse y solo la promesa suplicante de su mujer de que dejará definitivamente al húsar (de húsar y tirar, y perdonen por el irresistible chiste), le decidirá a no hacerlo.

La historia no tiene ningún final edificante: Hippolyte tuvo una vida muy provechosa, adquirió tierras (parece que con dinero amasado en asuntos turbios) e incluso un castillo, y sobrevivió a las guerras napoleónicas –algo difícil si eras un húsar de corazón- y a los propios Napoleón y Josefina, para morir en 1837 rico y hasta famoso (Balzac se inspiró en él para uno de sus personajes). Despidámosle como hizo su amante: “Adieu, mon Hippolyte, mille baisers brûlants, comme mon coeur, et aussi amoreux…”. ¡Vaya con el húsar!

domingo, 26 de julio de 2015

SGM: Una visita a Berchtesgaden

El refugio alpino de Adolf Hitler
Visita al Nido del Águila, un regalo para el Führer reconvertido en centro de documentación y restaurante al sur de Alemania

JOSÉ MIGUEL RONCERO - El País



Vista del Nido de Águila, en un gran saliente del pico Hoher Göll, en Berchtesgaden (Alemania). / MARTIN SIEPMANN

Berchtesgaden, localidad alpina situada a 25 kilómetros de la ciudad austriaca de Salzburgo, es un verdadero paraíso natural. Capital de la comarca Berchtesgadener Land, está integrada en uno de los parques nacionales más grandes de Alemania, famoso por sus águilas y sus marmotas. Esta pequeña esquina de la región de Baviera es famosa por sus cuevas de hielo, a las que se accede después de tres horas de caminata; su mina de sal, que conjuga la tradición minera con una visita moderna y educativa, y, por supuesto, por ser uno de los escenarios donde se rodaron algunos exteriores de la archiconocida película Sonrisas y lágrimas. Pero quizá la atracción más famosa de Berchtesgaden es el Kehlsteinhaus, o Nido del Águila, la mansión que el partido nazi regaló a Adolf Hitler por su cincuenta cumpleaños.

El Nido está situado a 1.834 metros de altura, sobre un gran saliente de pico Hoher Göll llamado Kehlstein; de ahí su nombre, Kehlsteinhaus, que por cierto nada tiene que ver con ningún águila. Fue construido en 1939, al igual que la estrecha carretera de montaña por la que se llega, que con 700 metros de desnivel y seis kilómetros y medio de recorrido sigue siendo la más alta de Alemania y una de las más empinadas. Todo el complejo (carretera incluida) se considera una brillante obra de ingeniería para la época y se puede visitar entre los meses de mayo y octubre, aunque el acceso con vehículo privado no está permitido. No obstante, la ciudad dispone de un servicio de autobús que nos permitirá relejarnos y disfrutar sin preocupaciones de las magníficas vistas durante toda la aproximación hasta la entrada al Nido: un túnel que se adentra en la montaña, al que se puede llegar también por un sendero.

El pasadizo tiene 124 metros excavados en roca viva. No es particularmente angosto, pero sí está tenuemente iluminado. Es húmedo y frío, parece interminable. Lo cierto es que esta galería horadada en el duro granito parece sacada de una película de James Bond. El túnel, en cuyos laterales se alternan paños de roca viva con secciones cubiertas de ladrillo, nos lleva hasta un ascensor con remates de bronce y tapizado de espejos en su interior. Otro alarde de ingeniería para su tiempo que nos elevará 124 metros más por las entrañas de la montaña en solo 41 segundos, abriendo sus puertas dentro ya del lujoso refugio del Führer.

Cerveza bávara, cocina austriaca



Túnel de acceso al Nido de Águila, en Berchtesgaden (Alemania). / JOSÉ M. RONCERO

El interior del Nido de Águila ha cambiado completamente. Tanto los aliados como los alemanes decidieron eliminar cualquier vestigio nazi y fue convertido en un centro de documentación contra las barbaries del nacionalsocialismo. Además, el complejo fue reabierto al público en forma de restaurante. Las habitaciones de la plata baja, entre ellas el pequeño estudio de Hitler, se han transformado en bodega y despensa, y se pueden visitar solo con un guía oficial. El restaurante cuenta con una amplia terraza de espectaculares vistas a los Alpes; en los días claros, la visibilidad puede alcanzar los 200 kilómetros. Como es de rigor, se sirve cerveza de trigo, Weißbier, que se puede combinar con el tradicional Wiener Schnitzel, plato predilecto entre austriacos, así como otras delicias regionales a base de carne de cerdo, como las Weißwürste o salchichas blancas bávaras. Una ironía histórica: Hitler era vegetariano y abstemio.

Lo que no parece tan claro es por qué los Aliados no destruyeron el Nido después de la guerra. Algunos cuentan que le cayó en gracia a algunos comandantes aliados, como el general estadounidense Dwight Eisenhower. Otras voces apuntan a que debido al escaso uso que Hitler hizo del edificio, apenas tenía carga simbólica. Con mayor probabilidad fueron su localización y su bajo perfil táctico los que más favorecieron su supervivencia: bombardear un chalé en lo alto de una montaña, encajado entre picos aún más altos sin suponer una amenaza militar, no fue considerado una prioridad, especialmente teniendo en cuenta la cercanía de Obersalzberg y el Berghof, segunda residencia oficial de Hitler.

Por una u otra causa, el edificio permaneció intacto durante la Segunda Guerra Mundial y se convirtió, después de esta, en puesto de mando aliado. En 1960 fue devuelto al Estado Libre de Baviera, que en la actualidad dedica todos sus beneficios como restaurante al mantenimiento de este complejo histórico y a diversas obras benéficas.

Entre águilas y marmotas

Berchtesgadener Land, la región donde se encuentra el famoso Nido de Águila de Adolf Hitler, es un paraíso natural que acoge uno de los parques nacionales más grandes de Alemania, famoso entre los germanos por sus águilas y sus marmotas. A unos 25 kilómetros de la ciudad austriaca de Salzburgo, dentro del parque encontramos el Königssee, o el lago del rey, un magnífico lago glaciar alpino de aguas cristalinas que se puede atravesar en bote. A orillas del Königssee se sitúa la iglesia católica de San Bartolomé, a la que todos los 24 de agosto acude una gran peregrinación desde la localidad austriaca de Maria Alm. Berchtesgaden es también una zona de escalada dominada por el Watzmann (2.713 metros), el tercer pico más alto de Alemania. En definitiva, un lugar de referencia para los amantes de la naturaleza alpina.

sábado, 25 de julio de 2015

Argentina: Policías blindados en 1937

Sidecar blindado de la Policía Federal Argentina

Nueva motocicleta de la policía, sidecar blindada, con escudo protector de acero y equipada con subametralladora Thomson, demostración y ejercicios de ataque y defensa, 1937.
Documento Fotográfico. Inventario 308367


viernes, 24 de julio de 2015

Historia argentina: Educando una generación de idiotas

"Sarmiento buitre, Rivadavia ladrón"
Sergio Bufano - Infobae




Recientemente, mi amiga S. le preguntó a su nieta de once años cómo andaba en la escuela. La muchachita le relató que tenía buenas notas y que le gustaba estudiar. Entusiasmada, la abuela orgullosa recorrió con ella las distintas materias que enseñaban en su escuela y finalmente la conversación derivó hacia Historia Argentina. En ese momento, la niña afirmó con absoluta convicción que "Sarmiento viajó a Estados Unidos para transar con los fondos buitres".

Como es de esperar, la abuela quedó atónita. Necesitó unos minutos para reponerse de su asombro y preguntó entonces quién le había contado eso. "La maestra", respondió la niña. Cautelosa, con su mejor tono didáctico, intentó contarle que Sarmiento viajó a Estados Unidos y trajo a varias maestras a la Argentina, con la intención de promover la educación. Además, dijo observando cuidadosamente la reacción de su nieta, en aquel entonces los fondos buitres no existían.

Mi amiga me cuenta que la muchacha la miró piadosamente; y en sus ojos adivinó su pensamiento: "estos viejos no saben nada de Historia". Cómo podía ser que esta anciana se atreviera a contradecir la palabra pronunciada por una maestra de la escuela pública. Entre las dos versiones, la nena ya había elegido la voz oficial. La voz sustentada por el Estado, y por lo tanto, la única verdadera.

La conversación languidecía por el desconcierto de la abuela, perpleja y sin respuestas, cuando para confirmar que Sarmiento era un personaje deleznable, su nieta agregó que "a él no le gustaban los niños. No los quería".

Tengo absoluta confianza en mi amiga S. pero confieso que hubiera dudado de esta historia si no fuera porque un par de años atrás visité el Museo del Bicentenario ubicado a espaldas de la Casa Rosada. Allí encontré el escritorio de Sarmiento, un hermoso mueble tallado en madera. Junto a él, un cartel explicaba que el prócer había importado ese escritorio desde Estados Unidos "confirmando sus preferencias por productos extranjeros y desdeñando a los artesanos argentinos".

Sin saber a quién dirigirme para protestar, desalentado y escéptico, preferí refugiarme en el silencio y caminé hasta el bar más cercano para tomar un café. Y una ginebra. Dicen que el alcohol ahoga las decepciones. Pero es probable que alguien más valiente que yo haya elevado su indignación ya que, afortunadamente, ese cartel fue modificado por otro más "objetivo".

La anécdota de mi amiga con su nieta trajo a mi memoria una carta de lectores publicada en Clarín en junio de 2014 y firmada por Camila Perochena en donde explicaba que el guía de dicho museo afirmó ante un grupo de niños: "Esta no es la silla original de Rivadavia, porque él se robó todo y se llevó la silla a su casa". Refiriéndose a la generación del 80, ese guía afirmó que en esa época los argentinos no tenían "derechos, ni obra social, ni asignación universal por hijo". La autora de esa denuncia, también más valiente que yo, concluía irónicamente que tampoco tenían computadoras ni Fútbol para Todos.

Recordé entonces a los Pioneros Vladimir Lenin, organización creada en 1922 en la Unión Soviética. Los niños llevaban un pañuelo rojo en el cuello y recibían una implacable propaganda que se introducía en sus inocentes cabecitas. A veces confusas porque el hasta ayer glorioso jefe del Ejército Rojo, León Trotzky, se convertía en un miserable traidor. Y el adorado Lunacharsky desaparecía de fotografías a pesar de que todavía no se conocía el Photoshop.

¿Qué le están enseñando a los chicos en las escuelas argentinas? Si Sarmiento era un socio de los buitres norteamericanos, Rivadavia un ladrón y Rosas el adalid de las libertades y de la educación, vamos a tener un problema en los próximos años porque los adultos del futuro serán unos reverendos idiotas.

jueves, 23 de julio de 2015

La Tablada: El último ataque terrorista

El ataque terrorista a la Tablada




Un 23 de enero de 1989 (pleno gobierno de Raúl Alfonsín) unos 42 terroristas del Movimiento Todos por la Patria (reciclaje criminal de lo que fuera en los años 70´ el ERP) embistieron el portón de entrada del Regimiento de Infantería Mecanizado 3 ubicado en la localidad de La Tablada. Seguidamente, los subversivos se dispersaron por el interior del cuartel donde se encontraron con una fuerte resistencia. El combate se prolongó durante casi 27 horas hasta que finalmente los guerrilleros sobrevivientes se rindieron. Las crudas imágenes de la batalla transmitidas en vivo y en directo por los medios de comunicación recorrieron el mundo y conmocionaron a los argentinos que una vez más sufrieron la artera agresión del comunismo internacional.

Afortunadamente, en un país signado por la amnesia y la hipocresía ideológica en el cual estos hechos del pasado reciente suelen ser ocultados bajo la alfombra, aparecen en escena patriotas como nuestro amigo Sebastián Miranda, joven historiador revisionista quien acaba de reeditar con nueva documentación un libro indispensable para cualquier biblioteca argentina:  “Los Secretos de la Tablada. La última acción de la guerrilla armada”. Es en este magnífico trabajo en donde se detallan los orígenes de los atacantes en el Ejército Revolucionario del Pueblo, los Montoneros y la UCR; su participación criminal en la revolución sandinista; las advertencias previas que anunciaron el ataque en cuestión; la composición del MTP y las organizaciones colaterales; las acciones militares para la defensa y recuperación de las instalaciones; las evidentes complicidades de funcionarios de primera línea del gobierno radical y los medios de comunicación que anunciaron el asalto; la influencia de periodistas, políticos y personajes del gobierno actual y su relación con los terroristas de entonces; el oscuro rol de Horacio Verbitsky,  las operaciones de prensa del diario Página/12 (financiado por el propio Gorriarán Merlo), el papel de la Coordinadora radical, el juicio a los subversivos; la campaña mediática para su liberación mediante la tergiversación de los sucesos y las mentiras sobre las acciones durante la recuperación del cuartel atacado.

La Prensa Popular

miércoles, 22 de julio de 2015

Guerra Antisubversiva: Apología del terrorismo en "El Descamisado"

La revista "El Descamisado": Memorias de la prensa armada
Entrevista a Ricardo Grassi, que acaba de publicar "El Descamisado. Periodismo sin aliento". Grassi es autor del reportaje en que Firmenich cuenta cómo mataron a Aramburu. En su nuevo libro aparece otra persona, que estuvo ahí y lo remató.


Ex-terrorista subversivo Martón Grassi




Marcelo Larraquy - Clarín

Fue considerado un texto extraordinario en la historia de la violencia política; “tan extraordinario –en palabras de Beatriz Sarlo– que resulta poco menos que increíble”. Y todas sus circunstancias se cuentan ahora en El Descamisado, periodismo sin aliento.

Nunca se supo con precisión quién había escrito Cómo murió Aramburu, el texto en el que Mario Firmenich y Norma Arrostito relataron por primera vez el secuestro y crimen de mayo de 1970. Algunos se lo atribuyeron a Rodolfo Walsh. Ahora se sabe: el reportaje fue realizado en agosto de 1974 en el fondo de una casa de Belgrano R en dos encuentros de más de tres horas en los que se abordaron los detalles desde la inteligencia previa al secuestro hasta que se le dispara y se coloca su cuerpo bajo tierra y cal en la estancia del pueblo de Timote.

“Era la primera vez en la historia del periodismo que se contaba cómo alguien mata a alguien. Ni siquiera la ETA en España lo había hecho. Fue un relato técnico. La fría narrativa de un crimen”, afirma Ricardo Grassi, autor del reportaje, que menciona a Enrique “Jarito” Walker y Juan José “Yaya” Ascone, ambos secuestrados y desaparecidos, como participantes de los encuentros con Firmenich.

Grassi completó el reportaje con Norma Arrostito. La entrevistó en un bar de la calle Lima, para verificar y ampliar el relato de Firmenich. El reportaje se publicó en “La Causa Peronista” –que sucedió a “El Descamisado”- el 3 de septiembre de 1974, tres días antes de que Montoneros decidiera pasar a la clandestinidad.

Sin embargo, casi cuarenta años después de los hechos, cuando decidió contar la historia de la revista “El Descamisado”, Grassi advirtió que había elementos en el relato que no cerraban. Que Fernando Abal Medina y el general Aramburu estuviesen solos en el sótano y que el primero le disparara con dos armas distintas, le pareció inverosímil. Tendría que haber habido otro en el acto final. “Acá falta algo”, pensó.
Después de correos electrónicos sin respuesta por parte de Firmenich, Grassi hizo averiguaciones internas hasta que encontró a “El Otro”, el hombre que permaneció oculto, borrado de la historia del crimen de Aramburu. Lo entrevistó para este libro, que acaba de publicar Penguin Random House.
En marzo 1973, Grassi había sido designado director de “El Descamisado”, como parte del proceso de fusión de “Montoneros” con la agrupación “Descamisados”, en la que militaba.

“El Descamisado expresa una corriente política que era el “montonerismo”, que en ese momento era exitosa y multitudinaria y que tenía como proyecto el socialismo nacional. Pero era una revista que estaba hecho con criterios periodísticos”, dice.
Unos meses antes, Grassi había entrevistado dos veces a Perón en Puerta de Hierro, Madrid. En un primer encuentro, Perón había apoyado el “socialismo nacional” y las “formaciones especiales”. Sus expresiones, cuando acababa de comenzar la campaña electoral que llevaría a Héctor J. Cámpora al gobierno, fueron música para los oídos de la “juventud maravillosa”. En el segundo encuentro, Perón relativizó el socialismo. “Socialismo es todo –le dijo a Grassi-. El laborismo inglés es socialista. La China de Mao es socialista. Nosotros estamos a favor de la democracia integrada, como el modelo italiano”. La publicación del segundo reportaje a Perón entonces pasó desapercibida.

La contradicción estalló cuando regresó al país, el 20 de junio de 1973. “La sorpresa fue que el proyecto de Perón no tenía nada que ver con el de la izquierda peronista, y en particular con Montoneros. De pronto fue como si nos sacaran el piso y todo quedara en el aire. Lo del trasvasamiento generacional, que suponía darle el bastón de mando a esos jóvenes era una aproximación falsa. En definitiva, se trataba de ideologías y proyectos que después pasaron a ser distintos”, indica Grassi a Clarín.

-¿Hubo espacio de negociación para el proyecto de Perón y el de Montoneros?

-Perón hacía intentos de llegar a algún punto de encuentro pero desde la óptica de Perón, que no aceptaba discusiones ni disidencias. El era el jefe. Si sos peronista, aceptás lo que dice Perón; si no, no sos peronista. Y creo que la conducción de Montoneros tenía un proyecto que si era con Perón, bien, y si era sin Perón, lo mismo. Lo que le importaba era el proyecto. Pero si Montoneros decía “basta con Perón”, ¿dónde se ponía políticamente, en qué lugar del peronismo?

La línea periodística previa -Perón como conductor del proyecto de Montoneros-, ya no servía para “El Descamisado”. Firmenich, con un maletín blindado que le servía de escudo y en el que llevaba dos granadas, empezó visitar la revista para discutir los editoriales. La casa de la calle Jujuy, sede de la redacción, se había convertido en un bunker. Grassi vivía armado, con dos periodistas que le hacían de guardaespaldas en la calle. Se movían con un Citroen 2CV y un Renault 4.

El día en que mataron a Rucci, el 25 de septiembre de 1973, Firmenich volvió a “El Descamisado”. La redacción era una caldera. Se sospechaba de la CIA, el ERP, de López Rega. “Fuimos nosotros”, le dijo Firmenich a Grassi. “Llamé a la redacción para que lo explicara a todos. Dijo que con esto se podía forzar algunas decisiones de Perón. La revista publicó que la muerte de Rucci era algo de adentro. Y adentro, se entendía, era Montoneros o Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR)”, recuerda.

-¿Había una percepción interna de lo que significaba el crimen de Rucci? ¿De la reacción que tendría Perón?

-La percepción fue inevitable a partir de ataques sistemáticos contra sedes de la JP, de la JTP, de las agrupaciones (relacionadas con Montoneros). Es el quiebre que marca este período. Y después Perón se muere. No hay síntesis. Se muere tu papá y te quedaste sin sentarte con él a hacer las cuentas finales.

-¿Por qué deciden buscar a Firmenich para que contara el crimen de Aramburu?

-Para entonces ya habían cerrado “El Descamisado”, también “El Peronista”, que la sucedió, y estábamos publicando “La Causa Peronista”. “Jarito” Walker dijo: "Si nos cierran otra vez, por lo menos que sea con algo contundente". Entonces lo propusimos y Firmenich aceptó. Después supe que dijo: “Cómo vamos a la clandestinidad, recordemos quiénes somos y de qué somos capaces”. Y dio el reportaje.

-¿Tuvo alguna sospecha de que otro grupo pudo haber secuestrado a Aramburu y luego habérselo entregado a Montoneros?

-Yo no la tuve, y el reportaje es muy sólido y claro. Tengo una mentalidad poco conspirativa, además. Hay muchas cosas que parecen increíbles pero fueron así de simples.

-¿Qué le dijo “El otro” sobre el crimen de Aramburu, que no le había dicho Firmenich en la casa de Belgrano R?

-“El otro” estuvo en el sótano. No recuerda que Aramburu estuviera amordazado, como dijo Firmenich. Sí recuerda que Aramburu dijo: “Proceda, nomás”. Entonces Fernando Abal Medina le disparó al pecho y lo tapó con una manta. Se sintió muy mal personalmente y luego fue hacia la pared, compungido. Después le dijo a “El otro” que se quedara y subió. Al rato bajó Emilio Maza (montonero de Córdoba, muerto en combate el 8 de julio de 1970), tocó el cuerpo y dijo: “Esta persona todavía está viva”. Y lo remató con dos tiros. Esto era lo que no cerraba del relato original.