LAS AGUJAS DE LAS MÁQUINAS DE COSER SINGER, ARMAS LETALES EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
JAVIER SANZ — historias de la historia
Todavía recuerdo a mi madre en su vieja máquina de coser Singer en la que pasaba horas y horas dándole al pedal para coser, coger el dobladillo de un pantalón, confeccionarse una falda… lo que hiciese menester, porque mi madre, como todas las de su edad, tenía alma de modista. Por eso, cuando descubrí esta historia, me pareció sorprendente que una simple aguja se pudiese convertir en un arma letal (cuando se pinchaba, mi madre no iba más allá de un simple ¡ay!).
El 23 de diciembre de 1941, se recibía un extraño pedido en la fábrica de las máquinas de coser Singer en Bristol (Inglaterra): el mayor pedido de agujas de coser de la historia pero no de agujas estándar, sino unas muy determinadas según las especificaciones que se adjuntaban. Al día siguiente, un ejecutivo de Singer contestó:
No estamos seguros exactamente de lo que quieren. Según sus especificaciones, parece que necesitan las agujas para algún propósito que nada tiene que ver con las máquinas de coser.
Se me olvidaba comentar un pequeño detalle: el pedido se hizo desde Porton Down en Wiltshire (Inglaterra), el Centro de Investigación del Ministerio de la Guerra donde se experimentaba con armas químicas y biológicas. Dejaremos a un lado las pruebas con animales e incluso con soldados que fueron engañados para servir de cobayas, y nos centraremos en las letales agujas.
Los investigadores de Porton Down, encabezados por el bacteriólogo británico Paul Fildes y con la asistencia de colegas canadienses y estadounidenses, trabajaban para desarrollar un arma letal, pero no destructiva, que podría ser más eficaz contra las tropas en terreno abierto o en las trincheras que las bombas convencionales o el gas mostaza: dardos con antrax o ricina. Cada dardo consistía en una aguja de acero hueca -las pedidas a Singer- con una cola de papel; la punta de la aguja tenía un pequeño depósito con la toxina (antrax o ricina) sellado con de algodón y cera, y sobre el depósito una especie de émbolo que al clavarse el dardo haría que por la inercia inyectase la toxina.
Aguja veneno
La idea era bombardear las tropas enemigas con una especie de bombas de racimo y en cada una de ellos 30.000 dardos envenenados. Se realizaron pruebas con animales para calcular los porcentajes de acierto sobre las tropas enemigas y los resultados iban desde un 90 % para un soldado en posición horizontal en un terreno abierto hasta un 17 % para los que estaban en las trincheras. Las consecuencias de que uno solo de estos dardos se clavase eran brutales: si no se arrancaba la aguja antes de 30 segundos, estabas muerto en menos de 30 minutos después de terribles convulsiones; y aún en el caso de arrancarla antes, sufriría un colapso en 5 minutos que lo dejaría incapaz de seguir luchando. Todas las pruebas realizadas fueron un éxito y su fabricación era muy barata, pero se desecharon porque el Ministerio de la Guerra las encontró ineficaces cuando las tropas enemigas se pusiesen a cubierto en edificios o vehículos, algo que no ocurría con las destructivas bombas convencionales.
sábado, 8 de agosto de 2015
viernes, 7 de agosto de 2015
SGM: Encuentran restos preservados de víctimas de experimentos nazis
Los restos de las víctimas del Holocausto experimento se encuentran en el instituto forense francesa
Por Lindsey Bever - Washington Post
Fotografía sin fecha de la Universidad de Estrasburgo. (Biblioteca del Congreso)
El profesor de anatomía nazi August Hirt quería una colección de esqueletos judíos.
En 1942, se puso en marcha un estudio científico en el Instituto Anatómico de la Universidad de Reich en Estrasburgo para tratar de probar Judios eran una raza inferior. Los antropólogos fueron a Auschwitz para seleccionar Judios para "experimentos médicos", que incluían medidas detalladas y documentación de la piel, el cabello y color de los ojos, según la investigación. En última instancia, 86 fueron enviados al campo de concentración de Natzweiler-Struthof y gaseados. Sus cuerpos fueron al laboratorio de Hirt.
Es una historia de terror médico francés e historiador Rafael Toledano ha estado investigando durante años, trabajando para encontrar evidencia de tormento de Hirt. Se pensaba muestras de tejido tomadas de víctimas de Hirt para ser almacenado en un museo privado en Estrasburgo, olvidado en la colección de la ciencia forense en la universidad. Toledano quería encontrarlos. Pero no fue hasta ahora que era capaz de hacerlo.
Toledano había tropezado con una carta de seis décadas de antigüedad, la descripción de los especímenes - especímenes destinados a ser utilizados como evidencia para enjuiciar Hirt por sus crímenes. Las autoridades dijeron que las muestras de piel de una de las víctimas mostraban contusiones del abuso aparente y muestras de intestino de otra víctima y el estómago mostraron que estaban desnutridos.
Toledano dijo que se acercó a la universidad al respecto hace unos años, pero se le dijo que los nazis dejaron nada detrás. Lo intentó de nuevo a principios de este mes.
Toledano dijo que fue llevado a una habitación bajo llave en el campus.
"Fue una pequeña habitación donde se presentan los tarros, cráneos, balas y máscaras de gas," Toledano dijo a The Washington Post. "Nosotros empezamos a buscar los frascos y después de unos minutos, encontramos la primera jarra ... que contiene trozos de la piel de una víctima de la cámara de gas. Después de varios minutos, encontramos los otros frascos - dos tubos de ensayo con el contenido del estómago y el intestino de una de las víctimas ".
Toledano, junto con Jean-Sebastien Raúl, director del Instituto de Ciencias Forenses de Estrasburgo, descubrió los especímenes 9 de julio en frascos y tubos de ensayo dentro de un armario de cristal en una habitación cerrada en la universidad. Una jarra que contenía cinco piezas de piel, se marcó con una nota que los restos eran de una víctima en Natzweiler-Struthof durante el experimento de Hirt, dijo Toledano. Dos tubos de ensayo contenían "cáscaras de papa" del intestino y estómago y se documentaron con un número de autopsias - No. 107969 - con respecto a un número tatuado en el brazo de una de las víctimas, un lechero de Berlín, dijo.
"¿Cómo podríamos encontrar todavía en el museo de la instalación de los restos de Judios asesinados por Hirt hace 70 años?", Dijo Toledano. "Es aterrador."
Raúl dijo que la Universidad de Estrasburgo, que alberga una de las escuelas de medicina más prestigiosas de Francia, nunca tuvo la intención de ocultar las muestras del público. Él dijo que la colección contiene muchos casos forenses que implican heridas de arma blanca, colgando y asfixia, por ejemplo, para ayudar a educar a científicos y estudiantes forenses.
"Yo no sabía que lo teníamos", dijo a The Post.
Era 1943 cuando los antropólogos alemanes seleccionaron 109 Judios para su examen. Midieron sus cabezas e hicieron moldes de sus caras. Tomaron fotografías y radiografías. Llamaron la sangre. Ochenta y seis fueron cargados en un tren y llevado a Natzweiler-Struthof, en los Vosgos de Francia, donde fueron obligados a marchar por el pueblo Natzweiler en el camino a su muerte.
Una noche de agosto, dentro de la prisión de doble alambre de púas del campamento, los soldados de Hitler los metió en una cámara de gas, de acuerdo con la investigación por el periodista alemán Hans-Joachim Lang. Campamento comandante Josef Kramer informó más tarde, "Con la ayuda de varios hombres de las SS, me desnudé completamente [15 mujeres] y los empujó a la cámara de gas. ... Cuando las puertas se cerraron, comenzaron a gritar ", según el estudio de Lang. "Vi que las mujeres seguían a respirar durante medio minuto antes de caer al suelo."
Muchas de las víctimas en el momento se vieron obligados los trabajadores, los presos políticos y prisioneros de guerra, según un estudio de Lang. Con los años, Lang ha trabajado para identificar el 86 y contar sus historias.
Sus cuerpos fueron trasladados al Instituto de hecho anatómico de Hirt, según el estudio, sino porque Hirt carecía del equipo que necesitan para llevar a cabo sus experimentos, los cuerpos fueron olvidados allí hasta sangriento final de la Segunda Guerra Mundial. Cuando Estados Unidos liberó a Estrasburgo, se encontraron los cadáveres - algunos sin tocar; otros cortaban o quemaban, enterrado en los contenedores de alcohol destilado, según la Agencia France-Presse.
Después de las autopsias, los cuerpos fueron enterrados en una fosa común.
Tanques franceses y semiorugas rugen en el centro de Estrasburgo, el 27 de noviembre de 1944 después de un elemento que conduce había despejado la ciudad del enemigo. La pista principal medio en la procesión lleva una foto de Hitler en el frente, montado como un trofeo. (AP Photo)
Los especímenes descubiertos este mes eran muestras tomadas por Camille Simonin, quien se desempeñó como director de Estrasburgo de la escuela de la ciencia forense después de la guerra, como evidencia de los crímenes de Hirt.
"La evidencia que se ha encontrado no tiene absolutamente nada que ver con los preparativos realizados por Hirt para el propósito anatómica de las víctimas", Raúl, actual director del instituto, dijo. Dijo que se recogieron las muestras durante las autopsias y se mantienen en una colección privada ciencia forense en la universidad como evidencia "para mostrar a las generaciones futuras lo que se ha hecho."
Por delante de un tribunal militar francés en Metz, Francia, Simonin había recibido el encargo de realizar autopsias a "establecer las condiciones que llevaron a la muerte" de las víctimas, según AFP. Él escribió una carta en 1952 a un juez que planeaba poner Hirt a juicio, haciendo referencia a los frascos que contenían muestras - pruebas contra Hirt - y pidiendo al juez si podrían ser útiles en la corte. No está claro si fueron utilizados en el juicio, dijo Raúl.
Hirt rápidamente se convirtió en un fugitivo, escondido en el Bosque Negro en el suroeste de Alemania, según un estudio de Lang.
De vuelta en Estados Unidos, los juicios de guerra de Nuremberg ya habían llegado y se han ido. Transcripciones hacen referencia a la colección del esqueleto en el instituto, destacando los experimentos médicos, que incluyó la congelación "para poner a prueba la resistencia humana a temperaturas extremadamente bajas," gas mostaza, la malaria, ictericia epidémica, venenos, así como la esterilización "para poner a prueba técnicas para prevenir una mayor propagación de la mental y físicamente defectuoso ", entre otras cosas.
"Además de estos experimentos", de acuerdo a las transcripciones, "más de 100 prisioneros de los campos de concentración fueron asesinados con el fin de obtener sus esqueletos. Sus restos fantasmales se encontraron en Estrasburgo por las tropas aliadas ".
En última instancia, Hirt se suicidó. Sin darse cuenta de esto, las autoridades francesas en Metz lo condenaron a muerte, de acuerdo con el francés y el Inglés informes.
Algunos seis décadas más tarde, en 2013, Toledano corrieron a través de la carta en los archivos militares y de seguimiento de las muestras a la Universidad de Estrasburgo.
"Le dije a [Raúl] sobre el descubrimiento que hice de la letra", dijo. "Le dije que si estos restos de Judios asesinados por los nazis estaban todavía en su museo, que quería que fueran devueltos a la comunidad judía para ser enterrado. Estaba muy sorprendido por mi petición y dijo que nunca había visto estos frascos en el museo ".
La universidad dijo que dará a los restos a las autoridades locales y la oficina del alcalde de Estrasburgo dicho que planea devolverlos a la comunidad judía de Estrasburgo, según The Guardian.
Médico Yohav Federmann de Estrasburgo paga sus respetos a las víctimas del médico nazi August Hirt en un monumento en el cementerio judío de Estrasburgo, este de Francia, el 11 de diciembre de 2005. (Christian Lutz / AP)
Por Lindsey Bever - Washington Post
Fotografía sin fecha de la Universidad de Estrasburgo. (Biblioteca del Congreso)
El profesor de anatomía nazi August Hirt quería una colección de esqueletos judíos.
En 1942, se puso en marcha un estudio científico en el Instituto Anatómico de la Universidad de Reich en Estrasburgo para tratar de probar Judios eran una raza inferior. Los antropólogos fueron a Auschwitz para seleccionar Judios para "experimentos médicos", que incluían medidas detalladas y documentación de la piel, el cabello y color de los ojos, según la investigación. En última instancia, 86 fueron enviados al campo de concentración de Natzweiler-Struthof y gaseados. Sus cuerpos fueron al laboratorio de Hirt.
Es una historia de terror médico francés e historiador Rafael Toledano ha estado investigando durante años, trabajando para encontrar evidencia de tormento de Hirt. Se pensaba muestras de tejido tomadas de víctimas de Hirt para ser almacenado en un museo privado en Estrasburgo, olvidado en la colección de la ciencia forense en la universidad. Toledano quería encontrarlos. Pero no fue hasta ahora que era capaz de hacerlo.
Rafael Toledano |
Toledano dijo que se acercó a la universidad al respecto hace unos años, pero se le dijo que los nazis dejaron nada detrás. Lo intentó de nuevo a principios de este mes.
Toledano dijo que fue llevado a una habitación bajo llave en el campus.
"Fue una pequeña habitación donde se presentan los tarros, cráneos, balas y máscaras de gas," Toledano dijo a The Washington Post. "Nosotros empezamos a buscar los frascos y después de unos minutos, encontramos la primera jarra ... que contiene trozos de la piel de una víctima de la cámara de gas. Después de varios minutos, encontramos los otros frascos - dos tubos de ensayo con el contenido del estómago y el intestino de una de las víctimas ".
Toledano, junto con Jean-Sebastien Raúl, director del Instituto de Ciencias Forenses de Estrasburgo, descubrió los especímenes 9 de julio en frascos y tubos de ensayo dentro de un armario de cristal en una habitación cerrada en la universidad. Una jarra que contenía cinco piezas de piel, se marcó con una nota que los restos eran de una víctima en Natzweiler-Struthof durante el experimento de Hirt, dijo Toledano. Dos tubos de ensayo contenían "cáscaras de papa" del intestino y estómago y se documentaron con un número de autopsias - No. 107969 - con respecto a un número tatuado en el brazo de una de las víctimas, un lechero de Berlín, dijo.
Esta foto muestra la parte superior del tubo de ensayo que menciona experimentos en Natzweiler-Struthof y referencias, el número de autopsias. (Rafael Toledano) |
"¿Cómo podríamos encontrar todavía en el museo de la instalación de los restos de Judios asesinados por Hirt hace 70 años?", Dijo Toledano. "Es aterrador."
Raúl dijo que la Universidad de Estrasburgo, que alberga una de las escuelas de medicina más prestigiosas de Francia, nunca tuvo la intención de ocultar las muestras del público. Él dijo que la colección contiene muchos casos forenses que implican heridas de arma blanca, colgando y asfixia, por ejemplo, para ayudar a educar a científicos y estudiantes forenses.
"Yo no sabía que lo teníamos", dijo a The Post.
Era 1943 cuando los antropólogos alemanes seleccionaron 109 Judios para su examen. Midieron sus cabezas e hicieron moldes de sus caras. Tomaron fotografías y radiografías. Llamaron la sangre. Ochenta y seis fueron cargados en un tren y llevado a Natzweiler-Struthof, en los Vosgos de Francia, donde fueron obligados a marchar por el pueblo Natzweiler en el camino a su muerte.
Una noche de agosto, dentro de la prisión de doble alambre de púas del campamento, los soldados de Hitler los metió en una cámara de gas, de acuerdo con la investigación por el periodista alemán Hans-Joachim Lang. Campamento comandante Josef Kramer informó más tarde, "Con la ayuda de varios hombres de las SS, me desnudé completamente [15 mujeres] y los empujó a la cámara de gas. ... Cuando las puertas se cerraron, comenzaron a gritar ", según el estudio de Lang. "Vi que las mujeres seguían a respirar durante medio minuto antes de caer al suelo."
Muchas de las víctimas en el momento se vieron obligados los trabajadores, los presos políticos y prisioneros de guerra, según un estudio de Lang. Con los años, Lang ha trabajado para identificar el 86 y contar sus historias.
Sus cuerpos fueron trasladados al Instituto de hecho anatómico de Hirt, según el estudio, sino porque Hirt carecía del equipo que necesitan para llevar a cabo sus experimentos, los cuerpos fueron olvidados allí hasta sangriento final de la Segunda Guerra Mundial. Cuando Estados Unidos liberó a Estrasburgo, se encontraron los cadáveres - algunos sin tocar; otros cortaban o quemaban, enterrado en los contenedores de alcohol destilado, según la Agencia France-Presse.
Después de las autopsias, los cuerpos fueron enterrados en una fosa común.
Tanques franceses y semiorugas rugen en el centro de Estrasburgo, el 27 de noviembre de 1944 después de un elemento que conduce había despejado la ciudad del enemigo. La pista principal medio en la procesión lleva una foto de Hitler en el frente, montado como un trofeo. (AP Photo)
Los especímenes descubiertos este mes eran muestras tomadas por Camille Simonin, quien se desempeñó como director de Estrasburgo de la escuela de la ciencia forense después de la guerra, como evidencia de los crímenes de Hirt.
"La evidencia que se ha encontrado no tiene absolutamente nada que ver con los preparativos realizados por Hirt para el propósito anatómica de las víctimas", Raúl, actual director del instituto, dijo. Dijo que se recogieron las muestras durante las autopsias y se mantienen en una colección privada ciencia forense en la universidad como evidencia "para mostrar a las generaciones futuras lo que se ha hecho."
August Hirt (Cortesía Hans-Joachim Lang) |
Por delante de un tribunal militar francés en Metz, Francia, Simonin había recibido el encargo de realizar autopsias a "establecer las condiciones que llevaron a la muerte" de las víctimas, según AFP. Él escribió una carta en 1952 a un juez que planeaba poner Hirt a juicio, haciendo referencia a los frascos que contenían muestras - pruebas contra Hirt - y pidiendo al juez si podrían ser útiles en la corte. No está claro si fueron utilizados en el juicio, dijo Raúl.
Hirt rápidamente se convirtió en un fugitivo, escondido en el Bosque Negro en el suroeste de Alemania, según un estudio de Lang.
De vuelta en Estados Unidos, los juicios de guerra de Nuremberg ya habían llegado y se han ido. Transcripciones hacen referencia a la colección del esqueleto en el instituto, destacando los experimentos médicos, que incluyó la congelación "para poner a prueba la resistencia humana a temperaturas extremadamente bajas," gas mostaza, la malaria, ictericia epidémica, venenos, así como la esterilización "para poner a prueba técnicas para prevenir una mayor propagación de la mental y físicamente defectuoso ", entre otras cosas.
"Además de estos experimentos", de acuerdo a las transcripciones, "más de 100 prisioneros de los campos de concentración fueron asesinados con el fin de obtener sus esqueletos. Sus restos fantasmales se encontraron en Estrasburgo por las tropas aliadas ".
En última instancia, Hirt se suicidó. Sin darse cuenta de esto, las autoridades francesas en Metz lo condenaron a muerte, de acuerdo con el francés y el Inglés informes.
Algunos seis décadas más tarde, en 2013, Toledano corrieron a través de la carta en los archivos militares y de seguimiento de las muestras a la Universidad de Estrasburgo.
"Le dije a [Raúl] sobre el descubrimiento que hice de la letra", dijo. "Le dije que si estos restos de Judios asesinados por los nazis estaban todavía en su museo, que quería que fueran devueltos a la comunidad judía para ser enterrado. Estaba muy sorprendido por mi petición y dijo que nunca había visto estos frascos en el museo ".
La universidad dijo que dará a los restos a las autoridades locales y la oficina del alcalde de Estrasburgo dicho que planea devolverlos a la comunidad judía de Estrasburgo, según The Guardian.
Médico Yohav Federmann de Estrasburgo paga sus respetos a las víctimas del médico nazi August Hirt en un monumento en el cementerio judío de Estrasburgo, este de Francia, el 11 de diciembre de 2005. (Christian Lutz / AP)
jueves, 6 de agosto de 2015
Roma: Piedras malditas
"Las robé en 1995 y no me han traído más que problemas", confesó un ladrón arrepentido
Israel.
El ladrón las dejó dentro de una bolsa, en el patio de un museo. Dejó una nota escrita en hebreo en la que finalmente pide: "¡Por favor, no roben antigüedades!".
Las piedras devueltas por el ladrón 20 años después. (EFE)
No fue la culpa. Tampoco un súbito deseo de hacer las cosas bien. Fue la suerte o, más bien, la mala suerte la que hizo que un ladrón devolviera su botín. Un hombre devolvió dos piedras milenarias que había robado de una ciudad antigua de Israel, tras padecer dos décadas de infortunio.
El curioso hecho ocurrió en Israel. La semana pasada, las autoridades del Museo de las Culturas Islamica y de Próximo Oriente de la ciudad de Beersheba hallaron en el patio de la institución una bolsa que contenía dos piedras. Las rocas tenían unos dos mil años de antigüedad y eran bolas de balista (un arma similar a una ballesta).
Junto a la bolsa, había una nota escrita en hebreo. “Estas son dos bolas de balista romanas de Gamla, procedentes de un barrio residencial a los pies de la colina. Las robé en julio de 1995 y desde entonces no me han traído más que problemas”, confiesa el ladrón anónimo que concluye su escrito con un pedido: “¡Por favor, no roben antigüedades!”.
La Autoridad israelí encargada de las Antigüedades detalló que en Gamla se hallaron unas 2.000 piedras de ese tipo, que solían ser usadas por los romanos contra los judíos que intentaban evitar la conquista de esa ciudad.
(Fuente: AFP)
Clarín
Israel.
El ladrón las dejó dentro de una bolsa, en el patio de un museo. Dejó una nota escrita en hebreo en la que finalmente pide: "¡Por favor, no roben antigüedades!".
Las piedras devueltas por el ladrón 20 años después. (EFE)
No fue la culpa. Tampoco un súbito deseo de hacer las cosas bien. Fue la suerte o, más bien, la mala suerte la que hizo que un ladrón devolviera su botín. Un hombre devolvió dos piedras milenarias que había robado de una ciudad antigua de Israel, tras padecer dos décadas de infortunio.
El curioso hecho ocurrió en Israel. La semana pasada, las autoridades del Museo de las Culturas Islamica y de Próximo Oriente de la ciudad de Beersheba hallaron en el patio de la institución una bolsa que contenía dos piedras. Las rocas tenían unos dos mil años de antigüedad y eran bolas de balista (un arma similar a una ballesta).
Junto a la bolsa, había una nota escrita en hebreo. “Estas son dos bolas de balista romanas de Gamla, procedentes de un barrio residencial a los pies de la colina. Las robé en julio de 1995 y desde entonces no me han traído más que problemas”, confiesa el ladrón anónimo que concluye su escrito con un pedido: “¡Por favor, no roben antigüedades!”.
La Autoridad israelí encargada de las Antigüedades detalló que en Gamla se hallaron unas 2.000 piedras de ese tipo, que solían ser usadas por los romanos contra los judíos que intentaban evitar la conquista de esa ciudad.
(Fuente: AFP)
Clarín
miércoles, 5 de agosto de 2015
GCE: Siguen los recelos por una misa en el castillo de Montjuic
Colau prohíbe la misa en el castillo de Montjuïc por los sublevados de 1936
El acto en el foso de Santa Elena se celebraba casi ininterrumpidamente desde 1940
JACINTO ANTÓN - El País
Misa en el foso de Santa Elena en el Castillo de Montjuïc, tras la guerra. / JAUME BIOSCA (ARXIU CENTRE EXCURSIONISTA DE CATALUNYA)
La tradicional misa en al antiguo santuario en el castillo de Montjuïc dedicado a los caídos en la Guerra Civil del autodenominado bando nacional no va a celebrarse este año. El Ayuntamiento de Barcelona que encabeza Ada Colau ha decidido no autorizar el uso de la fortaleza, de la que es titular, para la realización del acto, que se ha llevado a cabo en el foso de Santa Elena casi ininterrumpidamente desde la inauguración allí el 1 de diciembre de 1940 de un espacio monumental de recuerdo de los “héroes y mártires del Glorioso Movimiento Nacional”.
El consistorio aduce que la misa, que pretendía celebrarse el domingo, 19 de julio, y se presentaba como acto por todos los difuntos de la guerra, contravenía la ley de memoria histórica al encubrir en realidad “un acto de exaltación” del alzamiento militar, como ha señalado esta tarde en una rueda de prensa el teniente de alcalde Jaume Asens, que ha recalcado lo muy significativo de la fecha elegida.
Asens ha añadido que diversas asociaciones de víctimas del franquismo, como la de expresos políticos y la de Inmolados por la libertad, habían expresado su queja por la convocatoria de la misa y manifestó que la prohibición —”no autorización” en su lenguaje— responde en buena medida al deseo de “salvaguardar el sentimiento de las víctimas”, El teniente de alcalde ha recordado que uno de los compromisos de campaña de Barcelona en Comú era ser especialmente sensible en temas de memoria histórica y que el Ayuntamiento no podía favorecer un acto como el que se pretendía.
La misa estaba organizada por la asociación Amigos del Castillo, cuya presidenta, Carmen Fuster, fue, según fuentes municipales, destacada participante en el acto de jura de bandera de civiles celebrada el pasado 27 de junio en el Acuartelamiento de El Bruc.El consistorio ha ofrecido la posibilidad de celebrar la misa en otro espacio público municipal en una fecha que no coincida con el aniversario del alzamiento militar en la ciudad.
El comisionado de Memoria, Xavier Doménech, ha admitido que todo el mundo tiene derecho a su memoria y que hay que trabajar la coexistencia en Montjuïc de esas diferentes memorias, pero sin olvidar, puntualizó, los aspectos éticos y el predominio de la memoria democrática.
En el foso de Santa Elena, del que se ha ido retirando toda la iconografía franquista y que desde hace un año está abierto a la ciudadanía, se fusiló durante la Guerra Civil a más de un centenar de presos del bando sublevado. Al poco de acabar la contienda, el 16 de abril de 1939 tuvo lugar ya un primer homenaje a esos ejecutados con asistencia del capitán general Eliseo Álvarez Arenas y el Conde de Montseny, entre otras autoridades. El espacio devino santuario —se enterró una arqueta con tierra “empapada con la sangre redentora de nuestros mártires”— y las misas ocasión multitudinaria de autoafirmación franquista con profuso despliegue de simbología del régimen.
El acto en el foso de Santa Elena se celebraba casi ininterrumpidamente desde 1940
JACINTO ANTÓN - El País
Misa en el foso de Santa Elena en el Castillo de Montjuïc, tras la guerra. / JAUME BIOSCA (ARXIU CENTRE EXCURSIONISTA DE CATALUNYA)
La tradicional misa en al antiguo santuario en el castillo de Montjuïc dedicado a los caídos en la Guerra Civil del autodenominado bando nacional no va a celebrarse este año. El Ayuntamiento de Barcelona que encabeza Ada Colau ha decidido no autorizar el uso de la fortaleza, de la que es titular, para la realización del acto, que se ha llevado a cabo en el foso de Santa Elena casi ininterrumpidamente desde la inauguración allí el 1 de diciembre de 1940 de un espacio monumental de recuerdo de los “héroes y mártires del Glorioso Movimiento Nacional”.
El consistorio aduce que la misa, que pretendía celebrarse el domingo, 19 de julio, y se presentaba como acto por todos los difuntos de la guerra, contravenía la ley de memoria histórica al encubrir en realidad “un acto de exaltación” del alzamiento militar, como ha señalado esta tarde en una rueda de prensa el teniente de alcalde Jaume Asens, que ha recalcado lo muy significativo de la fecha elegida.
Asens ha añadido que diversas asociaciones de víctimas del franquismo, como la de expresos políticos y la de Inmolados por la libertad, habían expresado su queja por la convocatoria de la misa y manifestó que la prohibición —”no autorización” en su lenguaje— responde en buena medida al deseo de “salvaguardar el sentimiento de las víctimas”, El teniente de alcalde ha recordado que uno de los compromisos de campaña de Barcelona en Comú era ser especialmente sensible en temas de memoria histórica y que el Ayuntamiento no podía favorecer un acto como el que se pretendía.
La misa estaba organizada por la asociación Amigos del Castillo, cuya presidenta, Carmen Fuster, fue, según fuentes municipales, destacada participante en el acto de jura de bandera de civiles celebrada el pasado 27 de junio en el Acuartelamiento de El Bruc.El consistorio ha ofrecido la posibilidad de celebrar la misa en otro espacio público municipal en una fecha que no coincida con el aniversario del alzamiento militar en la ciudad.
El comisionado de Memoria, Xavier Doménech, ha admitido que todo el mundo tiene derecho a su memoria y que hay que trabajar la coexistencia en Montjuïc de esas diferentes memorias, pero sin olvidar, puntualizó, los aspectos éticos y el predominio de la memoria democrática.
En el foso de Santa Elena, del que se ha ido retirando toda la iconografía franquista y que desde hace un año está abierto a la ciudadanía, se fusiló durante la Guerra Civil a más de un centenar de presos del bando sublevado. Al poco de acabar la contienda, el 16 de abril de 1939 tuvo lugar ya un primer homenaje a esos ejecutados con asistencia del capitán general Eliseo Álvarez Arenas y el Conde de Montseny, entre otras autoridades. El espacio devino santuario —se enterró una arqueta con tierra “empapada con la sangre redentora de nuestros mártires”— y las misas ocasión multitudinaria de autoafirmación franquista con profuso despliegue de simbología del régimen.
martes, 4 de agosto de 2015
Japón: Un samurái negro
Un samurai negro en la corte del Señor más poderoso de Japón
Javier Sanz - Historias de la Historia
A mediados del siglo XVI, las costas de Japón empezaban a ser frecuentadas por barcos portugueses y españoles, que por aquellos tiempos ya surcaban el Pacífico como quien va de Santurce a Bilbao. Además de las sedas y especias de rigor, en estos mercantes solían ir también, como parte del lote, cuadrillas de misioneros, jesuitas en su mayoría, deseosos de recolectar almas frescas para el Señor por aquellas tierras paganas. Y hay que decir que no eran pocos los nobles japoneses que veían con curiosidad, y hasta con buenos ojos, esta nueva religión. Uno de estos aficionados a las novedades extranjeras era Oda Nobunaga, el primero de los tres grandes unificadores del imperio insular, que hacia 1580 se las había arreglado para poner bajo su control medio país y tener atado en corto al otro medio. No era exagerado considerarlo el rey de facto de Japón. Hombre de inquieta inteligencia y miras avanzadas, Nobunaga estaba en buenos términos con los jesuitas y, aunque convertirse al cristianismo no entraba en los planes de un ateo convencido como él, gustaba de recibir de cuando en cuando a los frailes en audiencia para informarse de cómo era el mundo más allá de los confines del archipiélago nipón.
Oda Nobunaga, el gran unificador de Japón
Pero cuentan las crónicas que, un buen día de 1581, la paz que con tanto esfuerzo había logrado imponer Nobunaga en la capital se vio de pronto alterada por la llegada de un pintoresco invitado. Recién llegado a Kyoto, el padre visitador de los jesuitas, Alessando Valignano, traía en su comitiva a alguien cuyo verdadero nombre desconocemos, pero a quien los japoneses no tardarían en bautizar como Yasuke:
Esclavos negros y comerciantes europeos vistos por los artistas de la época
El señor de los Oda, siempre amigo de las novedades, quedó encantado con el descubrimiento, y consiguió que los jesuitas le cedieran a Yasuke para ponerlo a su servicio. Pero Yasuke, un chicarrón espabilado y con don de lenguas, sería algo más que una nueva adquisición para la colección de rarezas de Nobunaga. Las crónicas de la época lo describen así:
Yasuke como héroe de un libro de cuentos infantiles
Nadie sabe cuán lejos podría haber llegado Yasuke en la corte. Al morir Nobunaga en 1582, su pista se desvanece definitivamente entre las brumas de la Historia. Se dice que estuvo presente la fatídica noche en que Nobunaga cayó víctima del ataque a traición de Akechi Mitsuhide, uno sus propios generales. En uno de los episodios más famosos de la historia de Japón, por razones que aún 400 años después siguen sin estar claras, Mitsuhide decidió rebelarse contra su señor y caer por sorpresa sobre el templo de Honnoji, en Kyoto, donde Nobunaga pernoctaba plácidamente protegido por una reducida guarnición antes de reunirse con el grueso de sus tropas y partir a la batalla. Al amanecer, las llamas habían consumido Honnoji hasta los cimientos y el cadáver de Nobunaga desaparecía para siempre entre sus cenizas.
Según dicen, Yasuke habría formado parte de esa pequeña guarnición de leales y se habría batido el cobre como un samurái más tratando de evitar lo inevitable. Entre rescoldos humeantes, las tropas rebeldes dieron con él y lo llevaron ante su general, Mitsuhide, que debió pensar que no merecía la pena añadir su cabeza a la nutrida colección que ya habían acumulado y lo envió al “templo bárbaro” (o sea, la iglesia de los jesuitas en Kyoto) para que los suyos se hicieran cargo de él.
Ilustración moderna de Yasuke escoltando a su señor
Lo más probable es que, bajo la tutela de los frailes, acabara en Goa o en alguna otra de sus misiones en Asia. Quién sabe, hasta puede que el bueno de Yasuke tuviera la suerte de volver a casa y acabar sus días en su Mozambique natal. A buen seguro, habría tenido un buen repertorio de historias con las que asombrar a sus compatriotas a su regreso. Samurái o no, podía jactarse de haber servido en la corte del señor más poderoso de Japón. No está mal para alguien que empezó su viaje cubierto de cadenas en un barco negrero.
Colaboración de R. Ibarzabal
Fuentes: The Chronicle of Lord Nobunaga – Ota Gyuichi; Interracial Intimacy in Japan: Western Men and Japanese Women – Gary Leupp; Histoire ecclesiastique des isles et royaumes du Japon – François Solier
Javier Sanz - Historias de la Historia
A mediados del siglo XVI, las costas de Japón empezaban a ser frecuentadas por barcos portugueses y españoles, que por aquellos tiempos ya surcaban el Pacífico como quien va de Santurce a Bilbao. Además de las sedas y especias de rigor, en estos mercantes solían ir también, como parte del lote, cuadrillas de misioneros, jesuitas en su mayoría, deseosos de recolectar almas frescas para el Señor por aquellas tierras paganas. Y hay que decir que no eran pocos los nobles japoneses que veían con curiosidad, y hasta con buenos ojos, esta nueva religión. Uno de estos aficionados a las novedades extranjeras era Oda Nobunaga, el primero de los tres grandes unificadores del imperio insular, que hacia 1580 se las había arreglado para poner bajo su control medio país y tener atado en corto al otro medio. No era exagerado considerarlo el rey de facto de Japón. Hombre de inquieta inteligencia y miras avanzadas, Nobunaga estaba en buenos términos con los jesuitas y, aunque convertirse al cristianismo no entraba en los planes de un ateo convencido como él, gustaba de recibir de cuando en cuando a los frailes en audiencia para informarse de cómo era el mundo más allá de los confines del archipiélago nipón.
Oda Nobunaga, el gran unificador de Japón
Pero cuentan las crónicas que, un buen día de 1581, la paz que con tanto esfuerzo había logrado imponer Nobunaga en la capital se vio de pronto alterada por la llegada de un pintoresco invitado. Recién llegado a Kyoto, el padre visitador de los jesuitas, Alessando Valignano, traía en su comitiva a alguien cuyo verdadero nombre desconocemos, pero a quien los japoneses no tardarían en bautizar como Yasuke:
Habría traído el Padre Alexandre consigo de las Indias un vasallo mauro, tan negro como los etíopes de Guinea, pero nativo de Mozambique, de esos que son llamados propiamente cafres, habitantes del cabo de Buena Esperanza.No sabemos si Yasuke era la primera persona de raza negra que ponía pie en Japón, ya que no era raro encontrar esclavos africanos en los galeones europeos de la época. Pero, por lo que parece, debió de ser el primer negro que veían en la capital nipona, porque las gentes de Kyoto se volvieron locas con él. Una multitud enfervorecida se agolpaba día y noche a las puertas de la residencia de los jesuitas. Hubo hasta trifulcas a pedrada limpia para pillar un buen sitio desde el que divisar el portento. Todos querían ver a aquel misterioso hombre de piel atezada como el carbón. Las autoridades, desbordadas, tuvieron que intervenir para poner orden en aquel desmadre. Y, por aquel entonces, la autoridad en Kyoto era Nobunaga. En cuanto se enteró del revuelo, le faltó tiempo para convocar al gerifalte jesuita a la corte y comprobar en persona la causa de tanta algarabía. Cuando vio a Yasuke aparecer ante sus ojos, se quedó de una pieza. No podía creerse que esa piel, negra zahína, fuese de verdad. De hecho, sospechando que los jesuitas estuvieran tratando de dársela con queso y en realidad no se tratase más que de un tipo pintarrajeado de betún, Nobunaga mandó traer un barreño de agua y, tras ponerlo en pelota picada, hizo que enjabonaran al pobre esclavo a conciencia. Solo después de ver que, lavado tras lavado, aquello no desteñía, Nobunaga se convenció de que no había trampa ni cartón. Efectivamente, tenía ante sí a un fulano negro como noche sin luna.
Esclavos negros y comerciantes europeos vistos por los artistas de la época
El señor de los Oda, siempre amigo de las novedades, quedó encantado con el descubrimiento, y consiguió que los jesuitas le cedieran a Yasuke para ponerlo a su servicio. Pero Yasuke, un chicarrón espabilado y con don de lenguas, sería algo más que una nueva adquisición para la colección de rarezas de Nobunaga. Las crónicas de la época lo describen así:
Aparenta entre 26 o 27 años, grande y oscuro como un buey; tiene la fuerza de diez hombres y buen discernimiento.Según cuentan, se convirtió en un miembro destacado de su séquito, hasta el punto de despertar celos e intrigas en palacio. Las malas leguas decían que Nobunaga, tan satisfecho de sus servicios como estaba, acabaría por nombrarlo señor de algún castillo el día menos pensado. Aunque no hay constancia de ello, hay quien asegura incluso que llegó a armarlo samurái. Este extremo es poco probable pero, conociendo al señor de los Oda y su gusto por las excentricidades, tampoco es del todo descartable (De hecho, algunos cuentos infantiles así lo relatan y dibujan). Si alguien llegó a tener alguna vez un samurái negro a su servicio, ese era Nobunaga,
Yasuke como héroe de un libro de cuentos infantiles
Nadie sabe cuán lejos podría haber llegado Yasuke en la corte. Al morir Nobunaga en 1582, su pista se desvanece definitivamente entre las brumas de la Historia. Se dice que estuvo presente la fatídica noche en que Nobunaga cayó víctima del ataque a traición de Akechi Mitsuhide, uno sus propios generales. En uno de los episodios más famosos de la historia de Japón, por razones que aún 400 años después siguen sin estar claras, Mitsuhide decidió rebelarse contra su señor y caer por sorpresa sobre el templo de Honnoji, en Kyoto, donde Nobunaga pernoctaba plácidamente protegido por una reducida guarnición antes de reunirse con el grueso de sus tropas y partir a la batalla. Al amanecer, las llamas habían consumido Honnoji hasta los cimientos y el cadáver de Nobunaga desaparecía para siempre entre sus cenizas.
Según dicen, Yasuke habría formado parte de esa pequeña guarnición de leales y se habría batido el cobre como un samurái más tratando de evitar lo inevitable. Entre rescoldos humeantes, las tropas rebeldes dieron con él y lo llevaron ante su general, Mitsuhide, que debió pensar que no merecía la pena añadir su cabeza a la nutrida colección que ya habían acumulado y lo envió al “templo bárbaro” (o sea, la iglesia de los jesuitas en Kyoto) para que los suyos se hicieran cargo de él.
Ilustración moderna de Yasuke escoltando a su señor
Lo más probable es que, bajo la tutela de los frailes, acabara en Goa o en alguna otra de sus misiones en Asia. Quién sabe, hasta puede que el bueno de Yasuke tuviera la suerte de volver a casa y acabar sus días en su Mozambique natal. A buen seguro, habría tenido un buen repertorio de historias con las que asombrar a sus compatriotas a su regreso. Samurái o no, podía jactarse de haber servido en la corte del señor más poderoso de Japón. No está mal para alguien que empezó su viaje cubierto de cadenas en un barco negrero.
Colaboración de R. Ibarzabal
Fuentes: The Chronicle of Lord Nobunaga – Ota Gyuichi; Interracial Intimacy in Japan: Western Men and Japanese Women – Gary Leupp; Histoire ecclesiastique des isles et royaumes du Japon – François Solier
lunes, 3 de agosto de 2015
Irlanda: Fucking ingleses piden que recuerden a sus tropas de ocupación
Insulta recordar muertes del ejército británico por igual a las víctimas de los eventos de 1916
Niall O'Dowdniallodowd
Irish Central
Tras el Alzamiento de Pascua, los soldados del Ejército británico buscan un coche en el monte de la calle del puente sobre el Gran Canal, en una zona de Dublín que había visto la lucha feroz y prolongada. Foto por: Biblioteca Nacional de Irlanda
Las familias de algunos soldados británicos desde 1916 están pidiendo un monumento en Irlanda para el ejército británico muerto en el conflicto.
31 soldados británicos murieron en los combates y los nietos de uno de ellos, el capitán Frederick Dietrichsen, han pedido un monumento permanente.
El memorial del ejército británico se está convirtiendo en un poco de un movimiento.
Escribiendo en el Irish Times el editor político Sábado Stephen Collins aprueba esto. Él escribió: "El programa conmemorativo para 2016 anche Reconoce la escala de bajas civiles en Pascua 1916, y no elude de reconocer que el ejército y la policía bajas británicas son anche digno de recuerdo."
Pero, ¿son todos iguales?
Si el zapato estuviese en el otro pie sería los británicos igualmente debieran recordar los bombarderos del IRA que se suicidaron al plantar bombas durante los disturbios o el gobierno irlandés se perdonaría a los asesinos de Garda Jerry McCabe como parte de un reconocimiento de que todos los participantes y las víctimas eran iguales de alguna manera ?
¿Hay que saludar a los hombres que James Connolly atado a una silla de ruedas, le vendaron los ojos y lo ejecutado?
¿O los hombres del regimiento South Staffordshire, que como comentarista John Dorney ha escrito, bayoneta a la muerte de 15 civiles inocentes?
"Enfurecido con las pérdidas que habían sufrido, en la noche del viernes por la noche y la madrugada del sábado, las tropas irrumpieron en las casas de los lugareños y fusilados o bayonetas 15 hombres quienes civiles que acusaban de ser rebeldes. Ellos mataron a tres hombres en 170 Dueños de la calle Norte Cuyo muertos cuerpos se encontró que tenían heridas de bayoneta, luego irrumpieron en el número 172 y mataron a dos hombres. En el número 174 de dos opiniones más fueron asesinados a tiros. Dos opiniones más hombres civiles murieron en el número 177 en 27 North King Street y otros cuatro hombres, que trabajaron allí en el Dairy Louth fueron encontrados muertos en un sótano y un hombre más fue asesinado en el número 91. El decimoquinto fue muerto a tiros en la contigua Coleraine la calle por las tropas británicas ".
Estas masacres fueron cualquier realizan de forma rutinaria por el Tans Negro y en años posteriores y que también sufrió grandes bajas en la Guerra de la Independencia. ¿Vamos a escuchar las llamadas para conmemorar caído también su igual?
Nos guste o no a los británicos estaban en Irlanda como conquistadores, no aceptado por la gente nativa. El ejército británico en 1916 defendía una posesión imperialista y estaba dispuesto a matar y mutilar masacre Los que se opusieron el dominio británico.
En la nueva Irlanda son estos agresores que deben ser considerados a la par con los revolucionarios irlandeses y los ciudadanos irlandeses que murieron?
Yo creo que no. La teoría Kumbaya de la historia sólo nos lleva hasta el momento.
Es una mala idea ya que el Sinn Féin TD Peadar Toibin escribió en Twitter: "Los soldados británicos que imponen la opresión a través de la violencia ¿No deberían ser conmemorado por igual con los voluntarios irlandeses en busca de libertad."
Amen a eso.
Niall O'Dowdniallodowd
Irish Central
Tras el Alzamiento de Pascua, los soldados del Ejército británico buscan un coche en el monte de la calle del puente sobre el Gran Canal, en una zona de Dublín que había visto la lucha feroz y prolongada. Foto por: Biblioteca Nacional de Irlanda
Las familias de algunos soldados británicos desde 1916 están pidiendo un monumento en Irlanda para el ejército británico muerto en el conflicto.
31 soldados británicos murieron en los combates y los nietos de uno de ellos, el capitán Frederick Dietrichsen, han pedido un monumento permanente.
El memorial del ejército británico se está convirtiendo en un poco de un movimiento.
Escribiendo en el Irish Times el editor político Sábado Stephen Collins aprueba esto. Él escribió: "El programa conmemorativo para 2016 anche Reconoce la escala de bajas civiles en Pascua 1916, y no elude de reconocer que el ejército y la policía bajas británicas son anche digno de recuerdo."
Pero, ¿son todos iguales?
Si el zapato estuviese en el otro pie sería los británicos igualmente debieran recordar los bombarderos del IRA que se suicidaron al plantar bombas durante los disturbios o el gobierno irlandés se perdonaría a los asesinos de Garda Jerry McCabe como parte de un reconocimiento de que todos los participantes y las víctimas eran iguales de alguna manera ?
¿Hay que saludar a los hombres que James Connolly atado a una silla de ruedas, le vendaron los ojos y lo ejecutado?
¿O los hombres del regimiento South Staffordshire, que como comentarista John Dorney ha escrito, bayoneta a la muerte de 15 civiles inocentes?
"Enfurecido con las pérdidas que habían sufrido, en la noche del viernes por la noche y la madrugada del sábado, las tropas irrumpieron en las casas de los lugareños y fusilados o bayonetas 15 hombres quienes civiles que acusaban de ser rebeldes. Ellos mataron a tres hombres en 170 Dueños de la calle Norte Cuyo muertos cuerpos se encontró que tenían heridas de bayoneta, luego irrumpieron en el número 172 y mataron a dos hombres. En el número 174 de dos opiniones más fueron asesinados a tiros. Dos opiniones más hombres civiles murieron en el número 177 en 27 North King Street y otros cuatro hombres, que trabajaron allí en el Dairy Louth fueron encontrados muertos en un sótano y un hombre más fue asesinado en el número 91. El decimoquinto fue muerto a tiros en la contigua Coleraine la calle por las tropas británicas ".
Estas masacres fueron cualquier realizan de forma rutinaria por el Tans Negro y en años posteriores y que también sufrió grandes bajas en la Guerra de la Independencia. ¿Vamos a escuchar las llamadas para conmemorar caído también su igual?
Nos guste o no a los británicos estaban en Irlanda como conquistadores, no aceptado por la gente nativa. El ejército británico en 1916 defendía una posesión imperialista y estaba dispuesto a matar y mutilar masacre Los que se opusieron el dominio británico.
En la nueva Irlanda son estos agresores que deben ser considerados a la par con los revolucionarios irlandeses y los ciudadanos irlandeses que murieron?
Yo creo que no. La teoría Kumbaya de la historia sólo nos lleva hasta el momento.
Es una mala idea ya que el Sinn Féin TD Peadar Toibin escribió en Twitter: "Los soldados británicos que imponen la opresión a través de la violencia ¿No deberían ser conmemorado por igual con los voluntarios irlandeses en busca de libertad."
Amen a eso.
domingo, 2 de agosto de 2015
Argentina: El accidente de Retiro
La explosión del cuartel del Retiro
Una accidente hizo volar en 1864 el polvorín del ejército cerca de la actual Plaza San Martín. Cuentan que hubo 50 muertos.
Los cuarteles de Retiro a mediados del siglo XIX.
Eduardo Parise - Clarín
Cuando ocurrió la explosión en Retiro, la nefasta Guerra de la Triple Alianza llevaba menos de un mes de comenzada. Y aunque la Argentina todavía era neutral (recién iba a participar militarmente desde abril de 1865), su influencia política en el conflicto ya era visible. De todas maneras, aquel hecho que conmovió a Buenos Aires el 9 de diciembre de 1864 no estaba vinculado con ese enfrentamiento: siempre se lo consideró un accidente. La historia habla de cincuenta muertos y muchos daños, no sólo en el cuartel sino también en los edificios de los alrededores que, por fortuna, todavía no eran muchos.
El cuartel estaba en lo que hoy son las cercanías del monumento al General José de San Martín, cuya imagen ecuestre había sido inaugurada en 1862. Los registros dicen que la explosión ocurrió quince minutos después de las 7 de una calurosa mañana porteña. Fue justo cuando los soldados de dos compañías del Regimiento de Artillería volvían al cuartel después de realizar trabajo de campo en el llamado “hueco de las cabecitas” (actual plaza Vicente López), un área por entonces bastante despoblada. Cuentan que en ese momento estalló el polvorín del cuartel y literalmente voló toda el ala derecha del edificio. Los soldados quedaron tapados por los escombros.
Después del primer momento de angustiosa sorpresa, llegó la asistencia. Entre una nube de polvo flotando en el aire soldados de la Legión Militar y del Segundo Batallón de línea empezaron a remover aquellas piedras. La intención era rescatar sobrevivientes. Además, mucha gente llegó para asistir a los habitantes de la zona vecina. Es que en todas las viviendas de los alrededores no sólo habían estallado los vidrios: puertas y ventanas también habían sido arrancadas de cuajo y mucha mampostería había quedado hecha pedazos. Se recuerda que el cura párroco de la cercana iglesia del Socorro corrió hasta el lugar para asistir espiritualmente a las víctimas que habían salvado sus vidas por milagro.
Años más tarde, el edificio había sido reconstruido para seguir funcionando como cuartel. Algunas versiones dicen que en un tiempo antes de la explosión se habían realizado trabajos bajo la dirección del arquitecto Edward Taylor, el mismo de la Aduana Nueva que estaba junto a la Casa Rosada. Sin embargo, otros investigadores lo desmienten. Lo que sí confirman es que recién en 1883 se agregaron torres con almenas en los extremos del edificio original del siglo XVIII. Además, se construyeron dependencias en un primer piso y se modificó el portón central, levantando una torre cuadrada que le otorgaba al sitio una imagen más militar.
Pero para ese tiempo la Ciudad ya perfilaba cambios importantes y el área en donde estaba el cuartel empezaba a transformarse en residencia de muchas familias que, en 1871, habían dejado el Sur por la epidemia de fiebre amarilla que azotó a Buenos Aires. Eso motivó que empezara a pensarse en el desplazamiento de las instalaciones militares hacia otros lugares. En 1878, cuando se cumplía el centenario del nacimiento de San Martín, la plaza cambió de nombre, dejando atrás el de Plaza de Marte por el actual que recuerda al prócer.
La demolición total del cuartel se realizó en 1891. La idea era que ese terreno lo ocupara el famoso Pabellón Argentino que había estado en la Exposición Universal realizada en 1889 en París, para celebrar el centenario de la Revolución Francesa.
Aquel Pabellón, totalmente desarmado, ya había sido embarcado hacia Buenos Aires. Luego estaría en Retiro hasta 1933, cuando lamentablemente se lo desguazó y se vendió como chatarra. El Cuartel de Artillería, igual que el Pabellón de París, quedó en el recuerdo. Pero no fueron las únicas construcciones de la zona de Retiro que se convirtieron en leyenda. En ese lugar, en 1800, se había edificado la segunda y última plaza de toros que tuvo Buenos Aires.
La tarea de construirla se la había encargado el virrey Gabriel Miguel de Avilés y del Fierro a don Martín Boneo y Villalonga, una suerte de “intendente” porteño de aquellos años. La demolieron en 1819. Pero esa es otra historia.
Una accidente hizo volar en 1864 el polvorín del ejército cerca de la actual Plaza San Martín. Cuentan que hubo 50 muertos.
Los cuarteles de Retiro a mediados del siglo XIX.
Eduardo Parise - Clarín
Cuando ocurrió la explosión en Retiro, la nefasta Guerra de la Triple Alianza llevaba menos de un mes de comenzada. Y aunque la Argentina todavía era neutral (recién iba a participar militarmente desde abril de 1865), su influencia política en el conflicto ya era visible. De todas maneras, aquel hecho que conmovió a Buenos Aires el 9 de diciembre de 1864 no estaba vinculado con ese enfrentamiento: siempre se lo consideró un accidente. La historia habla de cincuenta muertos y muchos daños, no sólo en el cuartel sino también en los edificios de los alrededores que, por fortuna, todavía no eran muchos.
El cuartel estaba en lo que hoy son las cercanías del monumento al General José de San Martín, cuya imagen ecuestre había sido inaugurada en 1862. Los registros dicen que la explosión ocurrió quince minutos después de las 7 de una calurosa mañana porteña. Fue justo cuando los soldados de dos compañías del Regimiento de Artillería volvían al cuartel después de realizar trabajo de campo en el llamado “hueco de las cabecitas” (actual plaza Vicente López), un área por entonces bastante despoblada. Cuentan que en ese momento estalló el polvorín del cuartel y literalmente voló toda el ala derecha del edificio. Los soldados quedaron tapados por los escombros.
Después del primer momento de angustiosa sorpresa, llegó la asistencia. Entre una nube de polvo flotando en el aire soldados de la Legión Militar y del Segundo Batallón de línea empezaron a remover aquellas piedras. La intención era rescatar sobrevivientes. Además, mucha gente llegó para asistir a los habitantes de la zona vecina. Es que en todas las viviendas de los alrededores no sólo habían estallado los vidrios: puertas y ventanas también habían sido arrancadas de cuajo y mucha mampostería había quedado hecha pedazos. Se recuerda que el cura párroco de la cercana iglesia del Socorro corrió hasta el lugar para asistir espiritualmente a las víctimas que habían salvado sus vidas por milagro.
Años más tarde, el edificio había sido reconstruido para seguir funcionando como cuartel. Algunas versiones dicen que en un tiempo antes de la explosión se habían realizado trabajos bajo la dirección del arquitecto Edward Taylor, el mismo de la Aduana Nueva que estaba junto a la Casa Rosada. Sin embargo, otros investigadores lo desmienten. Lo que sí confirman es que recién en 1883 se agregaron torres con almenas en los extremos del edificio original del siglo XVIII. Además, se construyeron dependencias en un primer piso y se modificó el portón central, levantando una torre cuadrada que le otorgaba al sitio una imagen más militar.
Pero para ese tiempo la Ciudad ya perfilaba cambios importantes y el área en donde estaba el cuartel empezaba a transformarse en residencia de muchas familias que, en 1871, habían dejado el Sur por la epidemia de fiebre amarilla que azotó a Buenos Aires. Eso motivó que empezara a pensarse en el desplazamiento de las instalaciones militares hacia otros lugares. En 1878, cuando se cumplía el centenario del nacimiento de San Martín, la plaza cambió de nombre, dejando atrás el de Plaza de Marte por el actual que recuerda al prócer.
La demolición total del cuartel se realizó en 1891. La idea era que ese terreno lo ocupara el famoso Pabellón Argentino que había estado en la Exposición Universal realizada en 1889 en París, para celebrar el centenario de la Revolución Francesa.
Aquel Pabellón, totalmente desarmado, ya había sido embarcado hacia Buenos Aires. Luego estaría en Retiro hasta 1933, cuando lamentablemente se lo desguazó y se vendió como chatarra. El Cuartel de Artillería, igual que el Pabellón de París, quedó en el recuerdo. Pero no fueron las únicas construcciones de la zona de Retiro que se convirtieron en leyenda. En ese lugar, en 1800, se había edificado la segunda y última plaza de toros que tuvo Buenos Aires.
La tarea de construirla se la había encargado el virrey Gabriel Miguel de Avilés y del Fierro a don Martín Boneo y Villalonga, una suerte de “intendente” porteño de aquellos años. La demolieron en 1819. Pero esa es otra historia.
sábado, 1 de agosto de 2015
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