jueves, 22 de octubre de 2015

SGM: ¿Un musulmán incitó al exterminio de los judíos?

Netanyahu culpa a un líder islámico de convencer a Hitler del Holocausto

El primer ministro asegura que el gran muftí de Jerusalén ideó el exterminio judío en 1941
Juan Carlos Sanz - El Pais


Hitler recibe al gran mufti de Jerusalén en 1941 en Alemania. / GETTY


Precisamente cuando se disponía este miércoles a viajar a Alemania en visita oficial, las redes sociales empezaron a entrar en combustión en Israel con un mensaje que bordea el negacionismo: Benjamín Netanyahu exculpa a Adolf Hitler de haber ideado el Holocausto. El primer ministro había afirmado la noche del martes en Jerusalén en su discurso ante los asistentes al 27º Congreso Sionista: “Hitler no quería exterminar a los judíos en aquel momento [noviembre de 1941], quería expulsarlos”. Según el jefe del Gobierno, fue el líder palestino de la época, el muftí de Jerusalén Haj Amín al Huseini, el que convenció al dirigente nazi durante un encuentro en Berlín con este argumento: “Si expulsa a los judíos, todos ellos vendrán aquí [a Palestina]”.

—“Entonces, ¿qué debo hacer con ellos?”, le replicó Hitler al muftí, según el relato que Netanyahu hizo ante el Congreso Sionista.

— “Quemarlos”, respondió el dirigente político y religioso palestino.

Los historiadores judíos, la oposición israelí e incluso algún ministro desautorizaron, condenaron o se desligaron, respectivamente, este miércoles de las afirmaciones del primer ministro, hijo del historiador Benzion Netanyahu y aficionado a introducir citas históricas en sus discursos. En una intervención en la Knesset (Parlamento) en 2012, el líder del Likud ya se había referido al muftí al Huseini como “uno de los principales arquitectos" de la solución final.

La tesis de que el dirigente palestino fue quien ideó el plan para exterminar a los judíos en Europa ya había sido planteada por algunos historiadores, según el diario Haaretz como Barry Rubin y Wolfgang G. Schwanitz en su libro Nazis, islamistas y la construcción del moderno Oriente Próximo, que traza una línea histórica desde Al Huseini hasta la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) de Yasir Arafat. Pero estos autores no citan el diálogo que refirió Netanyahu ante los delegados del Congreso Sionista.

El profesor Dan Michan, director del Instituto para la Investigación del Holocausto en la Universidad de Bar Ilan, precisó al diario Yediot Ahoronot que la reunión entre Hitler y Al Huseini se produjo cuando ya se había iniciado el plan de exterminio masivo de los judíos.

Desde el Museo del Holocausto, la historiadora jefa de la institución, Dina Porta, aseguró que las afirmaciones de Netanyahu son “factualmente incorrectas”. “No es verdad que la idea fuera del muftí”. El profesor de historia de la Universidad de Tel Aviv Meir Litvak precisó, por su parte, que la idea de aniquilar a los judíos ya había surgido entre los nazis en 1939.

El líder de la oposición israelí, el laborista Isaac Herzog, advirtió de que las palabras de Netanyahu suponen “una peligrosa distorsión de la historia”, y exigió una inmediata rectificación por parte del primer ministro para evitar la trivialización del Holocausto y el auge del negacionismo. “El hijo de un historiador debería ser más riguroso”, apuntilló Herzog.

Moshe Yaalon, ministro de Defesna y estrecho aliado político de Netanyahu, se apartó de las afirmaciones del primer ministro en unas declaraciones a la Radio del Ejército: “La Historia es muy, muy clara. Hitler lo inició [el Holocausto]".

Para el secretario de la OLP, Saeb Erekat, “Netanyahu parece odiar tanto a los palestinos que está dispuesto a absolver a Hitler de la matanza de seis millones de judíos”. En un comunicado de la principal organización palestina, Erekat recordó que miles de palestinos combatieron en las filas aliadas durante la II Guerra Mundial.

Minutos antes de subir a bordo del avión que le conducía a Berlín, Netanyahu respondió a las críticas: "No quise decir que absolvía a Hitler de su responsabilidad, sino que el fundador de la nación palestina [Al Huseini] quería destruir a los judíos incluso antes de que existiera la ocupación de territorios o los asentamientos". El primer ministro puntualizó en que el Fürher fue "el responsable de la solución final y quien tomó la decisión" de iniciar el Holocausto, pero insistió en el papel de muftí de Jerusalén en la puesta en marcha del exterminio sistemático de judíos en Europa.

miércoles, 21 de octubre de 2015

Montoneros: El secuestro de los Born

Montoneros, entre la impunidad y las cuentas pendientes
A 50 años del secuestro de los Born, por el que se pagó 60 millones de dólares, un récord mundial. Violencia armada y corrupción de la política. 

Por Rodrigo Lloret | Perfil




María O’Donnell dio a conocer este año una gran investigación periodística sobre el secuestro de los hermanos Jorge y Juan Born, producido en 1975 a manos de los Montoneros. El libro se titula Born, la tapa se ilustra con una foto de uno de los empresarios durante su cautiverio, delante de una inscripción que dice “Montoneros” con un fusil y una lanza formando la V de la victoria bajo la P, que fue el eslogan utilizado por el peronismo durante los años de exilio de su líder, mientras que detrás de la foto de Born aparecen dos retratos: Juan Domingo Perón y Eva Duarte. El trabajo editado por Sudamericana ya se ha convertido en el mejor libro del año y tiene tres sugerentes subtítulos: 9 meses en las entrañas de Montoneros, 60 millones que corrompen la política, 40 años del secuestro más caro de la historia.

Luego de varios encuentros con Jorge Born, que ahora tiene 82 años, O’donnell logró reflejar un momento histórico de la política local que marcó a fuego la lucha armada en la Argentina. La obra es también una demostración cabal de la impunidad con la que se movieron los Montoneros bajo un gobierno constitucional, demostrando el desprecio por la democracia que tuvieron esos jóvenes arrogantes, obnubilados por el poder de saberse dueños de un ejército de miles de militantes armados, en lo que se convirtió la organización guerrillera más importante del mundo.

Tras haber pasado a la clandestinidad en 1974, los Montoneros diseñaron la Operación Mellizas con la que buscaban repercusión internacional y, fundamentalmente, dinero para subsistir. Siguiendo ese plan, el 20 de junio de 1975, Jorge y Juan Born, los dos herederos del emporio Bunge y Born fueron secuestrados por hombres que empuñaban fusiles y ametralladoras y eran comandados por Roberto Quieto, oficial superior de Montoneros y responsable militar de la operación, y Rodolfo Galimberti, jefe de la Columna Norte de Montoneros. En el ataque fallecieron dos personas: el chofer de los Born y un empresario amigo de Jorge desde la infancia y ejecutivo de una de las empresas del grupo.

Los Born fueron trasladados a las “cárceles del pueblo” creadas por Montoneros en las “casas operativas” que controlaban en el norte del conurbano bonaerense. Eran espacios minúsculos, de seis metros cuadrados, sin ventilación ni luz solar, en donde les entregaban alimentos que debían comer junto a un balde con sus propias deposiciones.

Montoneros habían pedido 100 millones de dólares para liberarlos, pero Jorge Born padre se negó a pagar esa cifra y ni siquiera aceptó una conversación para negociar por la vida de sus seres queridos. Fue su hijo Jorge, desde su propio cautiverio, el que estableció un contacto (un amigo que no fue identificado en el libro) para que el padre aceptara pagar por el rescate. Fue también el propio rehén el que inició la negociación de la cifra de pago, que finalizó en 60 millones de dólares, 30 millones por cada secuestrado, cuando su hermano Juan empezó a mostrar serios problemas de salud por las condiciones del cautiverio.

De la planificación de Mellizas había participado Rodolfo Walsh, aportando datos de inteligencia. Y la operación fue un éxito. Pero los Montoneros no habían planeado el pago del rescate y tuvieron que ser asesorados, irónicamente, por el propio secuestrado: Jorge les indicó cómo debían cobrar el dinero y cómo trasladarlo al exterior. Una parte llegó a Cuba para ser administrada por el gobierno de Fidel Castro (O’donnell calcula que podrían haber sido más de 40 millones de dólares), y otra parte fue controlada por el banquero David Graiver en Suiza hasta su muerte en un sospechoso accidente de aviación en 1976 en los Estados Unidos.

Por su responsabilidad en el secuestro de los Born, uno de los fundadores de Montoneros y su principal comandante, Mario Firmenich fue capturado en Brasil tras el regreso de la democracia argentina. Bajo el gobierno de Raúl Alfonsín fue extraditado, juzgado y condenado a treinta años de prisión. Pero los indultos firmados por Carlos Menem lo beneficiaron junto a Fernando Vaca Narvaja, Roberto Perdía (la cúpula de montonera) y Galimberti. Fue la devolución de un favor: los Montoneros apoyaran políticamente y, sobre todo, financieramente, al riojano. En su investigación, O’donnell plantea la cifra de tres millones de dólares para la campaña presidencial.

Desde entonces, nunca más un jefe Montonero fue acusado. Ninguna causa fue reabierta a pesar de que hace cuatro décadas tomaron las armas para decidir sobre la vida y la muerte en la Argentina. Los principales líderes Montoneros no fueron simples idealistas que buscaban un mundo mejor nuevo: fueron criminales que usaron armas para asesinar como excusa política. Ojalá algún día puedan saldar esas cuentas pendientes en la justicia. El secuestro de los Born y la corrupción generada por el dinero pagado por ese rescate, son dos ejemplos que lo reclaman hasta el presente.

lunes, 19 de octubre de 2015

Subversión: 40 años sin reparación por Formosa

Cuarenta años sin reconocimiento ni justicia
Tras un nuevo aniversario del ataque montonero al regimiento de Formosa en 1975, las víctimas de ese acto terrorista siguen aguardando una reparación

La Nación

Hace 40 años, el 5 de octubre de 1975, la organización armada Montoneros protagonizó su bautismo de fuego, al atacar el Regimiento 29 de Monte, en Formosa, copar el aeropuerto internacional de El Pucú y secuestrar en vuelo un avión de Aerolíneas Argentinas que se dirigía a esa ciudad, manteniendo privados de su libertad a los pasajeros y familiares que los esperaban.

En esa operación terrorista, conocida como Operación Primicia, fueron asesinados diez soldados conscriptos, un policía, un suboficial y un teniente de 21 años. Sus nombres se incorporan a la lista de quienes dieron su vida en defensa de la patria y en cumplimiento de su deber: Argentino Alegre, Antonio Arrieta, Heriberto Dávalos, José Coronel, Dante Salvatierra, Ismael Sánchez, Tomás Sánchez, Edmundo Sosa, Marcelino Torales, Alberto Villalba, Hermindo Luna, Víctor Sanabria y Ricardo Massaferro.


Era un domingo calmo cuando, a la hora de la siesta, el denominado ejército montonero, aprovechando la complicidad de un soldado conscripto entregador, ingresó al regimiento para tomarlo y robar las armas que allí había. Algunos fueron sorprendidos en su descanso y otros, con su juventud temeraria, reprimieron con coraje la acción cobarde de los terroristas mesiánicos que, en plena democracia, atacaban unidades militares, secuestraban, asesinaban y sembraban miedo en todo el país. Como recuerda el periodista Ceferino Reato en su libro Operación Primicia, el ataque fue diseñado y dirigido por Raúl Yaguer, el número cuatro en la conducción de Montoneros, y los terroristas que protagonizaron el hecho se fugaron en un Cessna 182 y en un Boeing 737-200 de Aerolíneas, que aterrizó a 700 kilómetros de Formosa, en una pista clandestina de Santa Fe.

La defensa heroica del regimiento es recordada en Formosa como el Día del Soldado Formoseño, aunque debería conmemorar en todo el país a las víctimas del terrorismo, en recuerdo de todos aquellos que fueron asesinados, heridos, secuestrados o que padecieron de alguna forma la agresión directa o indirecta de los grupos armados. Sin embargo, para el Estado argentino el recuerdo de esas víctimas no tiene valor alguno. Sus nombres no se incluyen en el Monumento a la Memoria ni han sido indemnizados ni homenajeados por un gobierno que considera que los derechos humanos, por razones fundamentalmente ideológicas, sólo deben ser otorgados a quienes actuaron en los grupos subversivos. Aún más, se los ensalza y premia con cargos públicos, asegurando su impunidad como responsables del dolor de miles de ciudadanos.


La Asociación Civil Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas (Celtyv), que lleva adelante desde hace casi una década el reclamo de las víctimas del terrorismo, cifra en 17.382 personas las que fueron agredidas por el terrorismo, de las cuales 1094 fueron asesinadas, según da cuenta la obra Los otros muertos, de Carlos Manfroni y Victoria Villarruel.

Las familias de los atacantes terroristas que murieron en el intento de copamiento del regimiento de Formosa fueron indemnizadas durante el gobierno del presidente Carlos Menem. Por el contrario, los parientes de los muertos en la defensa de la unidad militar fueron ignorados y se les denegó un beneficio similar. El diputado nacional formoseño Ricardo Buryaile presentó un proyecto de ley para indemnizar a sus familiares, pero el kirchnerismo, gran conocedor de todas las tretas para obstaculizar iniciativas legislativas, aprobó una más que modesta pensión y saboteó el de la indemnización, hasta que perdiera estado parlamentario. Mientras tanto, esta forma asimétrica e interesada de manejar los derechos humanos se extendió con el otorgamiento de una pensión mensual vitalicia a alrededor de 10.000 ex detenidos o sus familiares por haber sido "presos políticos", un beneficio que es percibido, entre otros, por algunos ex integrantes de organizaciones terroristas detenidos antes del golpe militar de 1976 y que hoy ocupan funciones en el propio Congreso de la Nación en representación del kirchnerismo.


Los derechos humanos han sido enlodados al hacer de ellos un uso político y asimétrico. La calificación de lesa humanidad y la imprescriptibilidad aplicadas a los delitos en la represión no fueron, como corresponde en la jurisprudencia internacional, consideradas para los crímenes de organizaciones armadas con apoyo internacional. Las condenas y detenciones de miembros de las fuerzas armadas, de seguridad y civiles han desconocido principios de la justicia como los de cosa juzgada y la irretroactividad de la ley penal. Mientras tanto, las víctimas del terrorismo sólo esperan reconocimiento.

sábado, 17 de octubre de 2015

Conquista de América: La masacre azteca de Zultépec

El sacrificio ritual de los 550 hombres de Hernán Cortés
Una excavación en México revive la captura, encierro y muerte de una expedición del conquistador español a manos indígenas
JAN MARTÍNEZ AHRENS - El País


Hernán Cortes entrando en Tenochtitlán
Grabado de Hernán Cortes entrando en Tenochtitlán

El paso de los siglos no ha podido borrar las huellas del horror. La excavación del recinto prehispánico de Zultépec-Tecoaque, a 63 kilómetros de la Ciudad de México, ha sacado a la luz el destino atroz que corrieron en plena conquista los 550 integrantes de una olvidada expedición de Hernán Cortés. La caravana, en su camino hacia Tenochtitlán, fue atacada por los acolhuas, aliados de los aztecas. Llevados al poblado indígena, los prisioneros entraron en un túnel sin salida. Uno tras otro, fueron sacrificados ante dioses extraños. La pesadilla duró de junio de 1520 a marzo de 1521. Cuando los hombres de Cortés llegaron al lugar, ya no quedaba ninguno vivo. La hecatombe se había completado. Y Zultépec, bajo el hierro español, fue arrasada.

Los trabajos arqueológicos, reiniciados en agosto pasado tras una primera fase entre 1993 y 2010, han hallado nuevos vestigios de este infernal cautiverio. Son las celdas en las que pasaron sus últimos días los prisioneros y que materializan el abismo al que se enfrentaron las dos civilizaciones. “Lo que ocurrió ahí fue un ejemplo de choque cultural, pero también un episodio de resistencia”, explica el responsable de la excavación, Enrique Martínez Vargas, de Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

La historia, o al menos una versión de la misma, fue recogida por el propio Cortés en sus Cartas de relación, y en ella juega un papel clave la expedición de Pánfilo Narváez, enviado por el gobernador de Cuba para apresar al conquistador. Al conocer este desembarco, Cortés dejó la recién tomada Tenochtitlán, la capital azteca, y se dirigió hacia la costa oriental a enfrentarse a su perseguidor. El 24 de mayo de 1520 le derrotó en Cempoala.

La victoria duró poco. En Tenochtitlán, tras las matanzas de Pedro de Alvarado, el poder español se tambaleaba. Cortés se aprestó a volver. Pero antes de partir, dejó organizada una caravana que tenía que conducir a la capital azteca a enfermos, mujeres y bienes. En esta expedición, según Martínez Vargas, iban 5 españoles a caballo y 45 a pie. Les acompañaba un contingente de negros, mulatos, zambos y tainos procedentes de Cuba, así como unos 350 indígenas mesoamericanos fieles al conquistador. Completaban el grupo unas cincuenta mujeres y diez niños pequeños. Ninguno tuvo suerte. Antes de alcanzar su destino, cayeron en manos de los acolhuas. Era junio de 1520 y la rebelión azteca había prendido.

La irrupción de medio millar de cautivos en Zultépec dejó huellas profundas. Los trabajos arqueológicos están destapando los espacios donde se les tuvo prisioneros. En algunos casos son habitáculos antiguos que fueron desocupados para darles encierro, otros fueron construidos especialmente para ellos. A estas trazas arquitectónicas, fuera del recinto ceremonial, se suman vestigios hallados en anteriores campañas de investigación en este asentamiento del Estado de Tlaxcala. Entre ellos destaca un cuenco azteca en cuyo fondo hay marcada una cruz cristiana, pero también decenas de figurillas degolladas, unas con rasgos hispanos y otras negroides. Esta colección, cuyo origen los arqueólogos sitúan en Cuba, se completa con un par de esculturas que dan alas al espanto: la miniatura de un ángel y la de un demonio con cuernos de macho cabrío.

Son los restos de una barbarie de la que nadie escapó. A medida que avanzaba el calendario, los españoles y sus acompañantes iban siendo inmolados. Su sangre se vertió en honor de Huitzilopochtli, el dios de la guerra; Tezcatlipoca, el señor del cielo y de la tierra, y del propio Quetzalcóatl, la enigmática serpiente emplumada. Entre los cráneos recuperados en la excavación se ha confirmado la presencia de europeos, así como de una mulata y de numerosos mesoamericanos. Las huellas de corte evidencian su sacrificio y sugieren la ingesta ritual de su carne.

Los frailes españoles que acompañaron la conquista han dejado descripciones de lo que debieron ser estas ofrendas. A los cautivos se les obligaba primero a bailar entre cánticos de esclavos; luego eran decapitados, desmembrados y comidos. Ante el dios de la guerra se les arrancaba el corazón. Los despojos se arrojaban por las escaleras de los templos. En el caso de la ciudad de Zultépec, las cabezas fueron exhibidas en un tzompantli, un altar del terror erigido sobre cientos de cráneos. Otros huesos sirvieron para presidir salas principales del conjunto arquitectónico.

La respuesta de Cortés llegó demasiado tarde. El conquistador, a su regreso a Tenochtitlán, se enfrentó a una furiosa rebelión azteca. Ante su avance, la noche del 30 de junio de 1520 abandonó la capital bajo el viento de la derrota. Tardaría meses en recuperarse y sólo entonces enviaría una expedición de castigo.

Cuando Gonzalo de Sandoval, al mando de 15 jinetes y 200 infantes, llegó al lugar, sus antiguos compañeros ya no estaban. El sacrificio se había consumado. En una pared, el capitán de Cortés pudo leer cómo un cautivo había escrito con carbón: “Aquí estuvo preso el sin ventura de Juan Yuste”. No hubo piedad para los acolhuas. De poco sirvió su intento de huir. Tampoco les valió, como revelan la excavaciones, esconder en aljibes todo aquello que habían traído los cautivos. Zultépec fue devastada. En su lugar sólo quedó una humeante ruina. Y con el tiempo, el emplazamiento recibió un nuevo nombre: Tecoaque, “el sitio donde los señores fueron devorados”. El 13 de agosto de 1521, Tenochtitlán se rindió ante Hernán Cortés.

viernes, 16 de octubre de 2015

Norcorea: Una saga familiar hacia la dictadura absoluta

El extraño origen del partido comunista que gobierna al país más hermético del mundo
Corea del Norte celebró ayer el 70 aniversario de la fundación de su Partido de los Trabajadores; el único controlador del Estado, Kim Jong-un, el nieto del hombre que consolidó el mando del partido, estuvo al frente de las espectaculares celebraciones
La Nación


Kim Il-sung (izq.) es considerado el padre de la nación norcoreana. A su lado su hijo, Kim Jong-il. Foto:Mark Ralston


Pero la historia de cómo el partido se transformó de ser una organización política a un régimen familiar institucionalizado es extraña y sangrienta, según explica el experto en liderazgo norcoreano Michael Madden.

Un adolescente con una idea


El 17 de octubre de 1926, un adolescente Kim Il-sung, quien luego se convertiría en el primer líder de Corea del Norte, estableció la Unión para Derrotar al Imperialismo. Fue fundada, según cuenta la propaganda oficial, para luchar contra el imperialismo japonés y promover el marxismo-leninismo.

La máquina de propaganda de Corea del Norte quisiera celebrar este momento como el aniversario de la fundación del partido. Para otros, la verdadera fundación ocurrió en 1949, cuando los comunistas de Corea del Norte y de Corea del Sur finalmente crearon una coalición con el objetivo de avanzar hacia una Corea unificada.


El fundador de Corea del Norte, Kim Il-sung, sería quien establecería las reglas del partido comunista

Pero fue en 1945 cuando se estableció el buró norcoreano del Partido Comunista de Corea. Este se convirtió en el órgano que gobierna actualmente.

La creación de un líder


Kim Il-sung era una especie de leyenda urbana conocida por un atrevido asalto en el pueblo de Pochonbo en 1937 cuando, a la edad de 24 años, se dice que comandó una unidad militar que capturó una población controlada por Japón en la frontera coreana. Esto fue visto como un importante logro militar, incluso pese a que sólo duró unas pocas horas.

Los soviéticos lo colocaron en el centro de una extraña coalición que se convirtió en el Partido de los Trabajadores de Corea del Norte. Este incluía a activistas chino-coreanos, miembros de la diáspora coreana de Rusia, comunistas de Corea del Sur que emigraron al norte y milicianos de las guerrillas de Kim.

En los años que siguieron a 1945 otras personas tuvieron nominalmente posiciones clave en la estructura comunista de Corea del Norte, pero Kim Il-sung siguió siendo su principal figura.

No disfrutaba de un perfil público muy destacado, y los soviéticos trabajaron en ello de forma lenta pero constante.

La primera purga sangrienta


Con Kim Il-sung firmemente asentado en el poder en 1950, la reunificación con Corea del Sur ocupaba un lugar prominente en la agenda de Corea del Norte y entonces se produjo la guerra de Corea.

Kim comenzó a consolidar su poder eliminando a los comunistas que tenían vínculos con Corea del Sur, muchos de los cuales fueron acusados de espionaje.

Entonces, aquellos rusos y chino-coreanos que habían sido parte de los inicios del partido fueron sacados del camino a través de exilios, de la cárcel y de las desapariciones.


La idea del fundador de Corea del Norte fue evitar el imperialismo japonés a partir de una política basada en el marxismo

Es bien sabido que los funcionarios del partido vinculados a Rusia y a China que organizaron un complot contra Kim Il-sung fueron eliminados tras una dramática confrontación en un congreso del partido en 1956.

Algunos de sus descendientes aún viven en centros de detención política.

Creando un sistema de castas


Apenas un año más tarde, el Partido de los Trabajadores adoptó el sistema de castas Songbun. Era, en realidad, una purga política masiva de la sociedad de Corea del Norte a través de la clasificación social.

Existen pocas guías definitivas sobre el Songbun y este es conocido por ser al mismo tiempo complejo y opaco. En esencia, la gente era separada en tres grupos: la clase central, la clase indecisa y la clase hostil. Los pertenecientes a la llamada clase "hostil" eran fundamentalmente aquellos considerados como una amenaza política y no tenían esperanza de lograr ningún avance personal o profesional.


Los trabajadores rasos en Corea del Norte son llamados

El Departamento de Orientación del Partido ejercía el control y muchos expertos creen que este era el verdadero poder central en la década de 1960, cuando las autoridades comenzaron a clasificar a cada ciudadano como un amigo o enemigo.

Nació el culto al líder


Un baño político de sangre ocurrió entre 1967 y 1971, cuando 17 altos funcionarios fueron purgados.

Las purgas apuntaban hacia miembros de la guerrilla original de Kim Il-sung.

Fue sacado el liderazgo militar que existía cuando el barco espía USS Pueblo fue capturado por los norcoreanos en 1968 -un gran golpe-. A diferencia de otras purgas, algunos de los expulsados regresaron al poder años más tarde.


Con las purgas, Kim Il-sung logró consolidar su liderazgo y crear una especie de culto alrededor de su figura

Después del quinto congreso del Partido en 1970, se completó su transformación de un típico partido político marxista leninista a uno que veneraba a Kim Il-sung y que se hacía responsable por cumplir con su voluntad.

¿Cómo se convirtió en un asunto familiar?


El próximo paso era asegurar que su hijo quedara en situación de heredarle. Kim Jong-il fue elevado a posiciones de liderazgo en el partido en 1973 y 1974, siendo lo más importante su designación como cabeza del Departamento de Orientación.

Desde esas posiciones, Kim Jong-il fue ascendiendo a muchos de sus partidarios. Además castigaba a quienes se atrevían a retarle como, por ejemplo, su madrastra Kim So'ng-a'e who, quien presionaba para lograr para su hijo Kim Pyong-il la posición de sucesor.


Kim Il-sung comenzó a involucrar a su hijo Kim Song-il en las principales actividades del Estado

Usando su control sobre los medios de comunicación de Corea del Norte y sus vínculos con las agencias de seguridad interna, Kim Jong-il efectivamente logró echar a un lado a su madrastra y a sus medio hermanos. En la década de 1990, Kim Jong-il purgó a decenas de altos oficiales, haciéndose así con el control de los militares.

Los años salvajes


Después de la muerte de Kim Il-sung en 1994 y por el impacto social más amplio de la hambruna que sufrió Corea del Norte, conocida como La Marcha Penosa, el partido se convirtió en algo moribundo. Su Comité Central no se reunió entre 1993 hasta el año 2010 y los puestos claves vacantes se quedaban sin cubrir.


La década de los 90 fue una de las peores épocas para el país asiático debido a la fuerte hambruna que afectó a la mitad de la población

Aún tenía funciones administrativas, pero como entidad política estaba disminuido. En 2010, Kim Jong-il revivió el partido como institución política para hacer frente al empeoramiento de su salud e impulsar la sucesión de su hijo Kim Jong-un.

El partido es ahora la familia


Bajo Kim Jong-un, el partido ha prosperado como institución política.

El líder norcoreano ha estado involucrado en el avivamiento del partido desde 2007 y, como líder supremo, al igual que su abuelo, ha utilizado Buró Político del partido para despedir públicamente a funcionarios díscolos como lo hizo con el ex jefe del Estado Mayor, Ri Yong-ho, e incluso con su propio tío Jang Song-thaek.


De alguna manera Kim Jong-un ha logrado revitalizar la economía del país, aunque todavía permanecen grandes cuestiones en temas de derechos humanos y su plan nuclear

Kim Jong-un también está construyendo su base de poder mediante la Comisión Militar Central del partido. Así sostiene el legado familiar de mantenerse dentro del partido.

jueves, 15 de octubre de 2015

Subversión: El grupo terrorista Montoneros

Un ejército para la Patria Socialista

Por Ceferino Reato | Perfil


A mediados de 1975, en pleno gobierno de la presidenta Isabel Perón, casi un año después de su retorno oficial a la lucha armada, Montoneros colocó en la mira también a los militares. Hasta ese momento se había concentrado en sus rivales dentro del peronismo: la “burocracia sindical” y los políticos de derecha; la Triple A, la Policía y los empresarios. Y había dejado a la guerrilla trotskista/guevarista del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) los ataques contra las Fuerzas Armadas por tres razones:

Los montoneros necesitaban tiempo para completar el retorno de sus militantes a la clandestinidad antes de lanzar una serie de “ofensivas militares tácticas”.

Todavía no habían decidido quemar los contactos que aún mantenían con algunos oficiales en actividad, en especial en el Ejército.
Había una tácita división de roles con el ERP, que se “especializó” en los ataques a cuarteles y en el foco rural con la instalación de un grupo guerrillero en los montes tucumanos a principios de marzo de 1974, en pleno gobierno de Juan Perón.
Además, la cúpula de Montoneros reforzó sus tendencias militaristas luego del fracaso de su Partido Auténtico en el debut en las elecciones para gobernador y vice en Misiones, el 13 de abril de aquel año: aliado a un partido local, sumó apenas el 10% de los votos.

A partir de agosto, la guerrilla peronista atacó primero a la Marina, luego a la Fuerza Aérea y, por último, al Ejército con un intento de copamiento al Regimiento de Infantería de Monte 29, ubicado en las afueras de la ciudad de Formosa, en la periferia del país.

El 22 de agosto, volaron la joya más valiosa de la Marina, la fragata Santísima Trinidad, la primera con misiles, que había sido construida con ayuda británica como parte de un acuerdo por 350 millones de dólares. Todos los pecados juntos: la fuerza militar más gorila aliada con los colonialistas que usurpan las Malvinas.

Seis días después, dinamitaron la pista del aeropuerto Benjamín Matienzo, de San Miguel de Tucumán, mientras despegaba un avión Hércules C-130 de la Fuerza Aérea con 114 personas a bordo, casi todos gendarmes que regresaban a San Juan tras dos meses en la lucha contra la guerrilla. Cayó el avión, murieron seis gendarmes y fueron heridos otros treinta.

Pero la acción más audaz fue la Operación Primicia, el ataque contra el cuartel de Formosa, que marcó el debut del Ejército Montonero con sus grados y sus uniformes azules. El domingo 5 de octubre a la siesta, hace cuarenta años, secuestraron un avión de Aerolíneas Argentinas en pleno vuelo, coparon el aeropuerto de Formosa y, en simultáneo, atacaron el cuartel. Los soldados –cumplían el servicio militar, que era obligatorio– se resistieron; el combate duró media hora y hubo 24 muertos: 12 guerrilleros y 12 defensores del regimiento, entre ellos diez soldados; también murieron un subteniente y un sargento primero.

En el aeropuerto, los montoneros mataron a un policía. Los sobrevivientes del ataque huyeron en el Boeing 737-200 de Aerolíneas, que aterrizó en Rafaela, en una pista preparada por guerrilleros santafesinos.

Cuando todo había pasado, patrullas salieron del cuartel a la caza de guerrilleros y mataron a tres vecinos que no tenían nada que ver.
El objetivo principal de esas tres acciones fue demostrar que estaban en condiciones de crear su propia fuerza militar, como señaló en octubre de 1975 un documento titulado “Hacia la construcción del Ejército Montonero”, que afirmó que ya tenían “una experiencia que permite conducir acciones militares y paramilitares con la participación de cuadros y de miles de activistas. Nos proponemos ahora dar un nuevo salto: la construcción del ejército popular, el Ejército Montonero, que supere todas las experiencias anteriores del peronismo”.

Los montoneros tenían grandes expectativas en su flamante ejército. “Será el instrumento para la liberación nacional y la construcción de una patria justa, libre y soberana: la patria socialista”, prometía ese documento.



*Editor ejecutivo de Fortuna, autor del libro Operación Primicia.

miércoles, 14 de octubre de 2015

SGM: La mente de un juez nazi

El extraño caso del juez nazi

Konrad Morgen afirmó que trabajó para socavar el régimen nazi por rigurosa aplicación de sus propias leyes.

Por Charles Fried - Slate


Tarjeta de identificación del partido nazi de Konrad Morgen, 1936.

Cortesía de la Fritz Bauer Institut


Este ensayo se reimprime con permiso de la Nueva Rambler Review, una revisión en línea de libros.

Ley habla el lenguaje de la obligación. Estas obligaciones muy a menudo vienen como la conclusión de los sistemas a veces muy complejas de reglas. Estos sistemas de reglas son parte de las prácticas y las instituciones que hacen posible la coordinación humana de cada grado de complejidad. Nuestra vida social a través y por medio está constituida y habilitada por las normas legales. Pero hacer estas reglas, no la ley tiene un derecho moral sobre nosotros? La ley dice que debemos o no hacer esto o aquello, sino que debe realmente? Podemos estar obligados legalmente, pero estamos moralmente obligados? La conexión entre la obligación legal y moral es la cuestión de la firma de la filosofía del derecho. En un extremo se podría decir que los dos son sólo dos sistemas normativos relacionados que suceden a compartir (algunos) Vocabulario común. En el otro un extremo podría decir que son isomorfos: estar obligado legalmente solo es por esa razón que se moralmente obligado también. Muy pocas personas toman uno u otro de estos extremos, aunque este último se acerca a un punto de vista común, natural y irreflexiva. Yo digo que es sólo de cerca, porque debe haber algo sobre el sistema legal que nos conecta con ella, más allá del hecho de que existe un sistema en particular. Lo que los estudiantes del sistema de derecho romano clásico se siente moralmente obligado a sus preceptos sólo porque es un sistema y un intrincado elaborados en eso, de hecho uno de los cuales hace siglos muchos millones rigen su conducta?

Por lo general, las disputas como éstas parecen abstractos y alejados de los dilemas reales de la vida ordinaria. Podemos ignorar razonablemente ellos y seguir con nuestra vida cotidiana como si no importaban. De vez en cuando un conjunto concreto de circunstancias hace que su resolución vívidamente urgente. Herlinde Pauer-Studer y de J. David Velleman Konrad Morgen: La Conciencia de un juez nazi es una cuenta escrupulosa y agarrando por dos filósofos-an un austriaco y-Americana de la confrontación de estos dilemas de la filosofía moral y legal por una persona real, persona no es mejor o peor que cualquiera de nosotros, en circunstancias tan inimaginablemente extrema que podemos todos esperamos no tener que encontrarse con ellos. No hay hipotéticos inventados por académicos inteligentes para ilustrar sus reflexiones sobre estas abstracciones podrían acercarse a la realidad contada aquí en detalle meticuloso, verificado por documentación indiscutible.

El libro cuenta la historia de Konrad Morgen. Morgen, nacido en 1909 en Frankfurt para una familia de escasos recursos (él declaró que su padre "conduce un tren") prosiguió sus estudios en Alemania, con algunos períodos en otras ciudades continentales. A la edad de 24, cuando Hitler llegó al poder, se unió por primera vez el Partido Nazi "en el consejo de mis padres" y luego la SS. En sus interrogatorios por los estadounidenses, se retrata a sí mismo como primera engañar por las protestas de Hitler de estar dedicado únicamente a la paz, y como generalmente apolítica, principalmente interesados ​​en seguir la formación para el sistema judicial civil. En Alemania y en el continente en general, el poder judicial es una carrera distinta, a partir de las funciones de bajo nivel y progresando a filas judiciales superiores, como en otras partes del servicio civil de carrera. Su temprana carrera sufrió algunos reveses, tal vez porque su compromiso con la administración pública nazi era suficientemente entusiasta. Fue seleccionado en la rama militar de las SS (Waffen-SS) cuando se declaró la guerra a la invasión de Polonia, pero se las arregló para evitar el combate. En la invasión de Francia el próximo año, se nos dice, sorprendentemente, que fue desmovilizado y, informar a Berlín, encontró empleo en la SS judicial burocracia algo, supongo, al igual que el cuerpo de JAG de nuestros varios servicios. Los autores informan de la carrera temprana de Morgen, teniendo a su valor nominal por cuenta propia de los interrogatorios de la posguerra por los estadounidenses, al igual que estándar para los ex oficiales de las SS.

La imagen que surge es de un hijo obediente (que es ahora casi 30) tratando de hacer su camino y mantener la cabeza hacia abajo en tiempos peligrosos. Se suma a la credibilidad y, por tanto, el poder de este libro que los autores están ahorrando en sus juicios y evitan sobre todo reflexiones psicológicas y sociológicas sobre este hombre algo incoloro. Uno no puede dejar suponiendo que en estos interrogatorios de rutina que era en gran medida a las ventajas de Morgen retratarse como un engranaje burocrático de rutina, ya que difícilmente podría haber afirmado ser algún tipo de opositor. A través de este período, la imagen que ofrece es tal que si alguien como él estaba contaminado con algún tipo de culpa, entonces también lo fueron otros millones de alemanes-que bien puede ser el caso, pero difícilmente un juicio en el que las autoridades estadounidenses estaban dispuestos a actuar . Su relato de cómo llegó a encontrarse a sí mismo en el poder judicial SS está diciendo:

Le dije al hombre en la oficina de personal que me gustaría retomar el empleo en mi profesión, ya que si uno acaba de pasar los exámenes de uno y luego se va a la profesión por más de un año, es muy difícil trabajar el propio camino de nuevo. Él dijo: "OK, la Oficina Central de las SS Judicial está buscando jueces. Así obtendrá un trabajo allí ".
Es sólo después de que entra en ese servicio que la historia psicológica y moral que Morgen y los autores ofrecen toma un giro extraordinario. Él descubre que su verdadera pasión y vocación; es por la ley, o más bien la legalidad, y él la persigue sin descanso. Toma el credo de las SS y la auto-propaganda en serio, literalmente: Es un cuerpo desinteresado, la élite de los servidores dedicados, una especie de medieval, teutónica Reiterbund prometió lealtad absoluta y obediencia absoluta al ideal del Volk. La corrupción, el egoísmo, el sadismo, y sexual (es decir, racial) impureza son anatema para este ideal. El propio Heinrich Himmler, el Reichsführer de las SS, expresó esta idea en una alocución que figura en el detalle.

Les hemos tomado a ellos [los Judios] la riqueza que tenían. He dado órdenes estrictas ... que esta riqueza debe, como cuestión de rutina, se entregará al Reich. Hemos tomado nada de eso para nosotros mismos. ... El que toma tanto como una señal de que es un hombre muerto ... van a morir sin piedad. Teníamos el derecho moral, teníamos el deber de nuestro pueblo, para destruir a este pueblo que nos destruirían. Pero nosotros no tenemos el derecho de enriquecernos con tanto como una piel, un reloj, una marca o un cigarrillo o cualquier otra cosa.
Este es el ideal al que Morgen se dedica, o al menos esta es la historia que él dijo a sus inquisidores estadounidenses después de la derrota, pero hay un montón de pruebas que le dijo a sí mismo durante los años reales de su servicio. Un momento de la revelación viene a él cuando es llamado para investigar un pequeño paquete enviado por correo militar por un asistente médico en Auschwitz a su esposa en Alemania. Se había despertado las sospechas de las autoridades postales debido a su notable peso, y le dio la vuelta a las autoridades judiciales. Resultó contener varios kilos de oro dental de alta quilates. Qué impresionado y consternado Morgen fue el gran número de personas que deben haber sido asesinados, 20 o 50 o 100 000, dice a obtener esta cantidad de oro. Pero es difícil evitar la conclusión de que lo que particularmente consternado y energizado este funcionario investigadora no fue la escala de sufrimiento que estas muertes deben haber representado pero la extensión de la criminalidad, la corrupción descarada por parte del funcionario de bajo nivel que se había apropiado indebidamente este tesoro.

Hay otros ejemplos del enfoque de las sensibilidades de Morgen. Cuando lo hizo un completo recorrido por el complejo matando a Auschwitz-Birkenau, como parte de su investigación de la corrupción en las filas allí, estaba particularmente impresionado por una visita a la sala de guardia de las SS en Birkenau. Se trata de "aquí por primera vez que recibí un verdadero shock"; el explica:

Como ustedes saben, en todos los ejércitos del mundo una sala de guardia militar se distingue por espartana [sic] y simple. ... [Pero aquí] en lugar de un escritorio había estufa de hotel gigante, en el que cuatro o cinco chicas jóvenes estaban horneando tortitas de patata. Ellos eran, obviamente, judías, muy bonitas, bellezas orientales, ojos ardientes de pleno reventado, no usar los uniformes de los presos sino vestidos normales, incluso coquetas. Y trajeron las tortitas de patata a sus bajás, que ponen alrededor en los sofás y dormitaba, y les preguntó con ansiedad si había suficiente azúcar en ellos, y les alimentan. ... Yo no podía creer lo que oía: Estas mujeres presas y las SS, que llamaban entre sí "du".
Así que, después de recorrer toda la línea de montaje para el asesinato en masa, esta escena de familiaridad informal con el supuesto enemigo racial es lo que le dio el "verdadero shock." Y le dio este testimonio como testigo de la acusación en el juicio de Auschwitz en 1964, aparentemente sin apreciación de lo que esta observación callejero reveló acerca de su sistema de sensibilidades.

Pero, como señalan los autores, la postura moral de Morgen hacia la solución final fue complicada, contradictoria y conflictiva. Él aceptó declaraciones de Himmler que debido a la judería mundial había decidido a destruir a la raza aria, ahora era apropiada para eliminar los Judios. De hecho hasta el colapso del Tercer Reich, Morgen continuó en su admiración por Reichsführer Himmler, jefe de las SS. Por otra parte, él se esforzó en destacar que albergaba ningún odio personal para los Judios, y los autores a organizar y presentar el material de tal manera como para apoyar esta afirmación. Él se sorprendió por el asesinato brutal, a menudo al azar y no autorizada de Judios en Buchenwald, aunque acepta que el asesinato de Judios por los trenes cargados en Auschwitz fue autorizada por el orden de Hitler, cuya palabra era literal y constitucionalmente la ley. Y se reporta una noche sin dormir después de su gira de Auschwitz cuando reflexionó sobre la magnitud de la matanza masiva en Auschwitz y una masacre anterior, menos mecanizada y desinfectada, la masacre Fiesta de la Vendimia: En noviembre de 1943, 40.000 Judios se marchó en trincheras que habían sido obligados a cavar (supuestamente como refugios antiaéreos) y fueron asesinados uno por uno. Cuando las trincheras estaban llenas de cadáveres, que estaban cubiertos una y otras nuevas excavados.

Morgen procesó sin descanso incluso figuras de muy alto nivel en la jerarquía del campo de concentración por cualquier auto-enriquecimiento.
En su relato posterior de este episodio a sus interrogadores, Morgen dijo que estaba tan horrorizado por estas cosas; aunque, como señalan los autores, debe de haber sido conscientes de los asesinatos en masa en la frontal del Este que se determina que alguna acción sobre su parte era necesario. Dice que contempla tratar de asesinar a Hitler, pero llegó a la conclusión de que Hitler estaba tan bien guardado que no podía siquiera se acercan. Consideró huir a Suiza y denunciando el régimen de asesinato, pero decidió no hacerlo. Sus razones incluyen los pensamientos que no se cree, que después de todo no quería contribuir a la propaganda anti-alemana, que se utilizaría para justificar un programa similar de masacre por los aliados en caso de derrota alemana (una versión sangrienta del Plan Morgenthau?), y que él no podía abandonar su profesión y la buena situación, que su "querida madre y el padre" habían sacrificado tanto para que le permitiera alcanzar, una versión casi grotesca parodia del clásico "buen hijo "escrúpulo.

Al final se decidió a obstaculizar y socavar el progreso de la Solución Final de "trabajo a reglamento". Esto significaba hacer cumplir rigurosamente las normas de honor y obediencia a la ley que después de todo sí mismo Himmler había reclamado para insistir en. En consecuencia, se procedió a enjuiciar a cifras sin descanso, incluso de muy alto nivel en la jerarquía de campamento para cualquier irregularidad, enriquecimiento o pecadillo sexual racial. Él trató de ampliar su jurisdicción más allá de la corrupción para incluir actos no autorizados de asesinato. Los autores se adhieren a una, just-the-hechos-señora presentación admirablemente directa de la propia cuenta de Morgen y los documentos justificativos. Uno no puede dejar de preguntarse hasta qué punto esto era un brebaje después de los hechos por un hombre que había sido un alto oficial de la SS, íntimamente en contacto con sus peores ultrajes, tratando de evitar el destino de muchos nazis de alto rango: colgante o largas penas de prisión. Sin embargo, no es sólida documentación, objetivo de su realización sólo la campaña que él afirma haber establecido a sí mismo. Consiguió la ejecución por las SS de figuras como los comandantes de los campos Karl Koch y Hermann Florstedt y de Georg von Sauberzweig, hijo de un famoso general de la Primera Guerra Mundial. Y lo hizo buscar el auto de procesamiento, por haber malversado una bolsa de piedras preciosas de Adolf Eichmann, en medio del proyecto de Eichmann para reunir y transportar a sus muertes en Auschwitz 400.000 Judios de Hungría. Lo más sensacional, que había buscado y arengó el jefe de la Gestapo, Heinrich Mueller, sobre el efecto corruptor de la participación de los hombres de las SS en los programas de asesinato en masa en su espíritu, la moral, y la utilidad futura (después de una victoria nazi). Al final, la jerarquía de las SS se hartó de Morgen y le relegó a tareas menos estratégicas, aunque algunos habían pensado que una frase corta a un campo de concentración podría haberlo puesto en su lugar.

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Ningún filósofo legal puede evitar enfrentarse a la cuestión de las obligaciones morales del individuo en y para el sistema de derecho en el que ella se encuentra. H.L.A. Hart tomó la postura positivista de que la ley es una cosa, la moralidad otra, y para confusión de los dos disserves despejar pensar en ambos. Pero Hart también entiende que un sistema de normas jurídicas con mayor frecuencia es una condición necesaria para una solución pacífica, ordenada y productiva de la sociedad, particularmente una sociedad de cualquier tamaño y complejidad y que la moralidad de la justicia implica cumplir con el papel en el mantenimiento de un sistema en el que uno participa y de la que se beneficia. Esto me parece que he sido la visión de John Rawls también. Cualquier punto de vista, por supuesto, reconoce que llega un punto en el que las demandas sobre el individuo o el equilibrio de los objetivos del sistema son tan irrazonable, corrupto, o el mal que el individuo está dispensado de este deber de imparcialidad y de hecho pueden ser moralmente obligado a resistir, oponerse, o rebelarse. Ronald Dworkin distingue a sí mismo de Hart y la tradición positivista al insistir en que la moral impregna todos los aspectos de la ley, y que las mismas consideraciones morales que Hart concede comandar nuestra fidelidad en nombre de la justicia también a guiar el desarrollo y la comprensión de las normas que conforman el sistema, por lo que tenemos un deber moral no sólo a obedecer las normas, sino para hacer de ellos a cada paso la mejor versión del sistema que podrían ser. Pero su punto de vista también se encuentra con dificultades. Sin duda, en un fondo malvado régimen y el régimen nazi es el paradigma del régimen de un tal oficial, lejos de tener la obligación de llevar adelante y perfeccionar el "espíritu" de sus normas ruidosas, está moralmente obligado a resistir, disimular, y subvertir la eficacia del sistema y sus normas. Uno podría pensar que esto era sólo la situación de Morgen. De hecho, como Pauer-Studer y Velleman nos recuerdan, Dworkin tiene incluso un nombre para el juez justo en un sistema así: Él es Siegfried, y su deber es hacer todo lo posible para destruir la eficacia del régimen y sus normas. El problema es que incluso un régimen tan groseramente mal como el régimen nazi puede tener -y ciertamente tenía-grandes franjas de regulación social que eran propicias, incluso necesarias para las relaciones sociales pacíficas, ordenadas y productivas. Había reglas de propiedad y los contratos, normas que prohibía y castigaba algunas (no todas) las agresiones de los ciudadanos contra los demás, y los magistrados que interpretaron y administrados tales normas estaban en muchos casos el mantenimiento de relaciones justas entre las personas. Un juez ordinario civil en un régimen de este tipo podría ser una analogía a un médico que, como cuestión de probidad profesional, ministra a quien viene dentro de su gama de preocupación. Pero tal vez si el régimen es bastante malo y el nazi fue, entonces manteniendo aun esta maquinaria periférica va ayuda a sostener, y luego esa participación es la participación en el mal. La rebelión y sabotaje vuelven vocación de todos.

Lon Fuller ofreció una posición intermedia intrigante, centrada en lo que él llamó la moral interna de la ley. Ley, a su juicio, sea de derecho en todo debe a un puerto com mínimo con ciertas normas: la regularidad, publicidad, claridad, estabilidad. Esto no es sólo una cuestión de definición: Si el derecho al mínimo es la empresa general de la presentación de la conducta humana a la disciplina de las normas, hay características mínimas que las recetas de un régimen deben tener para cumplir esa función. Quizás Morgen tenía algo así concepción en mente cuando él insistió en la aplicación constante de las propias reglas promulgadas públicamente del régimen. Pero está lejos de ser claro que el proyecto de Morgen habría derribado o incluso mejorado el régimen nazi. Es cierto que el asesinato en masa de millones no se había promulgado explícita y públicamente. Está lejos de ser claro que habría fracasado si hubiera sido. Tal hecho Morgen estaba haciendo el régimen nazi más no menos eficaz en la ejecución de sus propósitos monstruosas.

Pauer-Studer y Velleman concluyen con reflexiones acerca de lo que Morgen y su situación nos dicen acerca de la moralidad y su relación con la ley. Como en todo el libro, estas reflexiones son ni pesada ni muy largo. Ellos no buscan ser definitiva; sino que nos invitan a considerar el caso y nos orientará en algunas de las direcciones nuestras reflexiones nos pueden tomar. Este es un aspecto de bienvenida y atractivo del libro. Y nos da aún más confianza en la imparcialidad de su cuenta, que tanto se transmite en los documentos y extractos de propio testimonio y escritos de Morgen. Me dejo llevar a preguntar: ¿Qué habría hecho yo en los zapatos de Morgen? ¿Qué debería haber hecho? Se nos ha dado la imagen de Morgen sólo en los años tensas desde 1933 en adelante, pero me pregunto qué Morgen habría sido como si no hubiera existido Hitler, ningún régimen nazi, sin la Segunda Guerra Mundial. ¿Y si él había vivido toda su carrera mucho antes de la Primera Guerra Mundial puso al mundo al revés? O incluso si él había nacido en 1970 en lugar de 1909? Me parece que habría sido un hombre corriente, más que un poco pedante, no profundamente cultivada, casi la caricatura del funcionario de nivel medio: trabajador, concienzudo, sin imaginación, incorruptible, y totalmente carente de interés. Las burocracias no sólo de Alemania, sino de todos los regímenes constitucionales desarrollados están llenos de gente así como así, y son probablemente mejor para él. A partir de entonces con este tipo completamente familiar, voy a preguntar: ¿Cómo podría uno esperar que una persona como para responder a las circunstancias extremas de la Alemania de Hitler? Habiendo se unió al Partido Nazi "en el consejo de mis padres", qué historias qué tiene que decirse a sí mismo que aceptar la doctrina, expuesta por Himmler, que los Judios deben ser aniquilados por una cuestión, si no de la legítima defensa, entonces represalia, que Alemania tiene no sólo el derecho, sino el destino de vacío de su población vastas porciones de un país colindante para que pueda ser resuelta por los miembros de su propio grupo étnico, que la gente de fuera de esta área podrían convertirse en una clase ilota, permitido existir sólo la medida en que sirve los intereses de sus conquistadores, que la matanza industrializada de millones de hombres, mujeres y niños es una necesidad lamentable, que las relaciones sexuales con alguien de otro grupo- étnica "frenar Polnisch", por no hablar de un Judio-era una transgresión grave y contaminante? Y habiendo aceptado todo esto, entonces ¿qué se necesita cuando se ha visto el funcionamiento de todos estos conceptos en la práctica, los uniformes, los trenes, las mujeres agarraban sus niños aterrorizados en las plataformas de ferrocarril, los cadáveres, la sangre derramada, la taquilla de simulación habitaciones, "duchas comunales" de cuyas cabezas de ducha no agua, sino gas venenoso vendrá, los montones de ropa, montañas de anteojos, bares kilo de oro dental, ¿qué se necesita para hacer que usted piensa de nuevo? ¿O es que todo esto te obligan a cavar a ti mismo más profundamente en estos términos en primeras nociones justificativos abstractas, para convencerse de que purgando esta maquinaria de la muerte de sus excrecencias accidentales de pequeños robos, de irregularidad administrativa, de la crueldad más allá de la necesidad del proyecto como un conjunto, de la conducta descuidada como en la sala de guardia de Auschwitz, están haciendo del mundo un poco mejor, tal vez apresurando el día en que nada de esto será necesario? ¿Qué tipo de personas son estos, estos burócratas de nivel medio común? En otras ocasiones, y en otras circunstancias habrían sido mucho como el resto de nosotros. De este vasto ejército de hombres y mujeres comunes, ¿cómo sabemos quiénes serán los asesinos, que los cómplices, quiénes son los que saben de tiempo servidores, y quiénes son los héroes? ¿Cómo sabemos por qué los procesos, movidos por lo que la confrontación, lo que la realización, algunos pueden pasar de ser temporales servidores culpables de ser héroes de la resistencia, o como Morgen algo intermedio? ¿Cómo sabemos lo que habría sido en tales circunstancias, ¿qué historias que podríamos haber dicho a nosotros mismos para justificar la aquiescencia o complicidad, ¿qué visión habría nos cambiaron a resistir? ¿Cómo sabemos lo que somos, lo que íbamos a estar en esos momentos?

martes, 13 de octubre de 2015

SGM: Otra historia de amor

Una historia de amor entre un prisionero británico y una alemana en medio de la SGM
JAVIER SANZ — Historias de la Historia


Horace y Rosa

Dicen que en el amor y en la guerra todo vale, pues esto es una historia de amor en mitad de una guerra: la del británico Horace Greasley y la alemana Rosa Rauchbach durante la Segunda Guerra Mundial.

En la Navidad de de 1918, venían al mundo dos gemelos en un pequeño pueblo de la campiña inglesa, Ibstock (en el condado de Leicestershire, Reino Unido). Harold y Horace, que así se llamaron, decidieron quedarse en su pueblo natal para ayudar a sus padres en la granja familiar. Horace, cuando podía, también trabajaba algunas horas en la barbería del pueblo y allí se enteró de que Alemania había invadido Checoslovaquia… Todo en su vida cambió. Ante los posteriores movimientos de Alemania, el Parlamento británico aprobó en 1939 la ley de instrucción militar que obligaba a todos los hombres con edades comprendidas entre los dieciocho y cuarenta años —los hermanos tenían veintiuno— a someterse a un entrenamiento militar básico durante seis meses para luego pasar a la reserva activa. No tuvieron tiempo ni de terminar el entrenamiento, a las siete semanas fueron adscritos a la 2ª compañía del 5º batallón de Leicestershire y enviados a Francia integrados en la British Expeditionary Force o BEF (Fuerza Expedicionaria Británica) para frenar la ofensiva alemana. Aunque inicialmente la BEF tuvo cierto éxito, nada pudieron hacer ante el poderío de los panzers alemanes. En mayo de 1940, el oficial al mando, lord Gord, ordenó la retirada hacia Dunkerque para evacuar lo que quedaba de la BEF. De Harold nada más se supo y Horace… aquí comienza su aventura.


Horace Greasley

El 25 de mayo, Horace fue capturado en Carvin, al sur de Lille. Él y el resto de los prisioneros tuvieron que caminar durante diez semanas a marchas forzadas atravesando Francia y Bélgica hasta llegar a Clervaux (Luxemburgo). Los que sobrevivieron fueron metidos en un tren, y después de un viaje de varios días en condiciones infrahumanas llegaron al campo de prisioneros Stalag XXI-D en Silesia (Polonia). Fueron días de trabajos de sol a sol, acompañados de algunas palizas, escasa comida y tener que compartir la cama con piojos y ratas. Cuando terminó el invierno de 1941, los supervivientes fueron trasladados a otro campo en Lamsdorf (Polonia), que nada tenía que ver con el anterior. Aunque tenían que trabajar durante diez horas en una cantera de mármol, podían ducharse con agua caliente, recibían varias comidas al día y dormían sobre algo que podía llamarse cama. Herr Rauchbach, el propietario del negocio, sabía que el trabajo en la cantera dependía de que la condición física de los prisioneros fuese aceptable, así que procuró asegurarles unas mínimas condiciones. Rosa, su hija de diecisiete años, trabajaba en el campo como intérprete. Horace se quedó prendado de ella nada más verla, pero, lógicamente, en su estado sabía que ella nunca se fijaría en él. Desde aquel momento, se propuso, en la medida de sus posibilidades, recuperar la imagen de lo que era: un joven de veintitrés años. Tras varias semanas, y ya con mejor pinta, comenzaron a tontear… y del tonteo a los encuentros furtivos. Cuando llevaban un año de relación y los encuentros ya eran diarios, Horace fue trasladado a un campo en Freiwaldau, cerca de Auschwitz, a unos cuarenta kilómetros de distancia de su amada. Aquello parecía el fin… pero no.

Las condiciones del campo eran muy parecidas al de Lamsdorf, pero sin Rosa. Horace tenía que volver a verla. Ejerciendo su antigua profesión de peluquero, se ganó la confianza de los alemanes y tuvo cierta libertad de movimientos que le permitieron conocer al detalle la seguridad del campo. Cuando tuvo preparado un plan de huida, y gracias a otros prisioneros que trabajaban en el exterior, consiguió comunicarse con Rosa para citarse con ella en el bosque detrás de la cantera. Llegado el día de la fuga, y con la complicidad de sus compañeros del campo y los que transportaban las mercancías, huyó y consiguió reunirse con Rosa. Después de los correspondientes abrazos, besos, lágrimas… y lo que se terciase, Rosa le dijo que tenía que escapar, pero ¿adónde? El lugar más cercano en el que podría sentirse seguro era Suecia —país neutral— a cuatrocientos veinte kilómetros. Se olvidaron de ese tema y decidieron que Horace huiría cuando pudiese para ir a verla… y así lo hicieron. En las siguientes citas, y para alegría de los compañeros que le ayudaban a escapar cada noche, Rosa llevaba frutas, verduras e incluso una radio que les permitió conocer día a día el rumbo de la guerra. Durante dos años y medio mantuvieron más de doscientas citas.

El 24 de mayo de 1945, los prisioneros del campo fueron liberados y Horace, sin poder encontrarse con Rosa, repatriado al Reino Unido. Volvió a Leicestershire y durante un tiempo siguieron carteándose y preparando su reencuentro hasta que Rosa dejó de escribir… falleció mientras daba a luz al hijo de Horace, nacido muerto. Horace rehízo su vida y montó una peluquería, poco más tarde una empresa de transportes en la que conoció a la que sería su esposa. Se casaron y en 1988 se trasladaron a vivir a Alicante (España).


Horace en Alicante

En 2008 se publicó el libro Do the birds still sing in Hell? (¿Siguen cantando los pájaros en el infierno?) donde Horace cuenta sus penurias y su historia de amor. Lo que no podrá ver Horace —falleció en 2009 a la edad de noventa y un años— es la película… Silverline Productions compró los derechos del libro para adaptarla al cine y el productor Stratton Leopold ya está con los preparativos. Se rumorea que el papel de Horace lo podría interpretar Robert Pattinson.