martes, 1 de diciembre de 2015

Argentina: Sarmiento y los emigrados

Refutación al periodista emigrado



Domingo Faustino Sarmiento (1811-1888)

La importancia que Juan Manuel de Rosas daba a la prédica de Sarmiento resulta del hecho de que mandó a editar en Mendoza una revista La Ilustración Argentina casi exclusivamente dedicada a combatirlo. Esta campaña empezó aproximadamente a mediados de 1849. El 1º de junio de ese año, el nuevo periódico argentino dedica un artículo a la cuestión de Magallanes. Señala el avieso propósito del periodista emigrado, de envenenar un debate que los gobiernos chileno y argentino se empeñaban en llevar con amistosa calma. Luego censura su absurda tesis acerca de que la propiedad de un territorio correspondería a aquel de entre los dos litigantes, al que resultara más ventajosa su ocupación En el debate sobre el fondo del asunto, La Ilustración aporta pruebas sobre la ininterrumpida ocupación argentina en Magallanes, desde 1519 hasta los días en que el artículo se escribió. Rechaza el cargo de ambición que Sarmiento dirige contra su patria, haciendo una historia de la nobleza argentina en toda su acción continental, y acaba citando la carta de Rosas a Oribe, del 12 de enero de 1842 (1).

Dos meses más tarde el redactor de La Ilustración (que según unánime consenso de los historiógrafos era Bernardo de Irigoyen) desmenuza a Sarmiento. Recuerda su renuncia a la ciudadanía argentina; el odio que cometió en Chile por su impiedad y su traición a la causa de América. Sobre los imprudentes paralelos con personalidades americanas o europeas, el redactor intenta otro de su cosecha, entre Sarmiento y algunas de aquéllas. Así describe:

“Hoy incurre nuevamente en la pretensión de equipararse con los Ss. Montt, Tocornal y demás (chilenos). Estos Americanos no han conspirado en efecto contra el orden legal de su patria; ellos pueden haber hecho distintas exposiciones de principios; pueden haber sostenido, pacíficamente, en la órbita que permite la ley, la conveniencia de una idea administrativa, de un pensamiento político; pero nunca han atentado contra las instituciones y la libertad de Chile, como Sarmiento y los salvajes unitarios en la Confederación; nunca han votado como éstos, el exterminio y la desolación de su país. Con ellos no debe compararse Sarmiento, porque son grandes las diferencias que los dividen.

Tampoco puede igualarse Sarmiento a Mr. Lamartine: inmensa es la desigualdad de figuras, de principios y se sentimientos. Mientras el desacordado Sarmiento, siendo argentino, ha combatido la causa de la República, el Sr. Lamartine, francés, la ha defendido con una rectitud digna de su elevación, rechazando las reiteradas instancias del intruso Gobierno de Montevideo para que apoyara en la Cámara las pretensiones de su autoridad anómala. Mientras Sarmiento ha querido justificar en sus torpes publicaciones, la guerra que los salvajes unitarios asociados a la Francia hicieron a la Confederación en 1840, el Sr. Lamartine la ha rechazado en la tribuna francesa, llamándola guerra de exterminio, y reprobando que el pabellón tricolor hubiera descendido a cobijarla. Mientras Sarmiento cree justo el asociarse a los extranjeros para hostilizar la independencia de su patria, el Sr. Lamartine rechaza esas infames alianzas, y considera que “Dumouriez falleció en el destierro temeroso de que hasta la tierra le diese en rostro con su traición”. Con hombre de tan nobles sentimientos no puede compararse el turbulento emigrado. Es igualmente absurda la pretensión de igualarse a Guizot: prescindiendo de la altura del uno y la nimiedad del otro, hay por supuesto disidencia de ideas. Mr. Guizot recuerda con entusiasmo las guerras nacionales del siglo XV y la época en que luchaba la Francia por la independencia del territorio y del nombre francés, contra una dominación extranjera; y Sarmiento mira con horror y como prueba de nuestra barbarie, el que luchemos por la independencia del territorio y del nombre argentino. Mr. Guizot considera, que la unión que ligó a los franceses para vencer al extranjero, concurrió poderosamente a formar la nación francesa; pero Sarmiento reputa nuestra unión para resistir al extranjero como un signo de infame servidumbre; y mira en esa unidad y acción que prevalece entre nosotros, y que formó a la nación francesa, el disolvente de la Confederación. Muy diferentes son pues las ideas de Guizot y Sarmiento”.

Luego rebate las afirmaciones del emigrado sobre el problema del indio. Aquel había dicho que Río IV quedaba suprimida del mapa. “Difícilmente”, dice el redactor de La Ilustración, “puede darse una intervención más insolente”. Respetables residentes chilenos pudieron apreciar este año las “sencillas comodidades” que se pueden disfrutar para un descanso en Río IV:

“Cuando el general Rosas subió al gobierno –agrega- las fronteras de Buenos Aires estaban en el Río Salado, y hoy se hallan en la altura de Bahía Blanca, es decir como 180 leguas más avanzadas al sur. Cuando el general Rosas entró a presidir la República, las fronteras de la provincia de San Luis estaban en la misma capital, y bajo el gobierno de los ilustrados unitarios fue que emigró su población en masa. Entretanto hoy se hallan las fronteras en el Río V. En aquella época la frontera de Mendoza estaba en San Carlos y hoy se halla en San Rafael, 40 leguas adelante. Esta sencilla manifestación demuestra que las fronteras, lejos de haber retrocedido, como afirma el periodista emigrado, han avanzado, ganando campos inmensos a la civilización”.

A renglón seguido enumera las “fortalezas militares” establecidas “con progreso del país bajo el sistema federal y en la administración del general Rosas”. Si los bárbaros lograron dar algunas sorpresas, pese al poder militar de la nación, se debe a la insignificancia misma de los indios, que reducidos a ínfimo número y acuciados por el hambre “se lanzan en cortas partidas sobre los caminos” contra pasajeros indefensos. Inconveniente que la nación debe a los unitarios, aliados de Baigorria, jefe de los depredadores, perteneciente al “bando civilizador de Sarmiento”, cuyas fechorías de 1840 y 1841 reseña en apretada síntesis. El gobierno espera dar solución al problema de la intervención para “contraerse a dictar las órdenes para someterlos” a los depredadores.

“La protección que el general Rosas ha prestado a la población –sigue diciendo el redactor de La Ilustración- a la industria, a la agricultura nacional, es un hecho evidente. El ha fundado poblaciones remotas, asegurando tierras feraces y dilatadas en que anteriormente dominaban los bárbaros, y que hoy son una fuente de riqueza permanente y de prosperidad. Las empresas agrícolas y los establecimientos rurales que en el año 30 no pasaban del Río Salado, hoy llegan hasta Bahía Blanca. Importantísimas estancias cubren esas inmensas y fértiles campañas, que bajo el gobierno de los salvajes unitarios, se hallaban esterilizadas y entregadas únicamente al pillaje de los indios. El general Rosas ha dirigido siempre sus esfuerzos a extender las poblaciones, y dar expansión a la agricultura. En la administración de Rodríguez (1822) evitó las fatales consecuencias de una desacertada expedición, que intentó el gobierno sobre los indios. En la administración de Las Heras pacificó numerosas tribus de Pampas y en la de Rivadavia contuvo a los indios con su habilidad y poder. En el gobierno del ilustre coronel Dorrego, adelantó una línea de fronteras. En su primera administración de 1830, los indios fueron siempre escarmentados y perseguidos; y al terminar aquel período administrativo, descendió republicanamente del gobierno, para emprender bajo la administración de Balcarce esa gloriosa expedición al desierto que tan inmensos bienes ha dado a la nación. En ella fueron rechazados los indios hasta lo más austral de la Patagonia, destruidas numerosas tribus, asegurados los desiertos y costas del Sud, hasta una latitud de 41 grados, y allanados nuevos senderos a la civilización. Sobre las márgenes del Colorado se fundaron fortalezas; como 3.000 cautivos chilenos y argentinos fueron rescatados por el general Rosas; y la provincia de Buenos Aires adquirió más de 6.000 leguas de campos que tenían perdidos, y que hoy son un emporio de riqueza y población”.

Luego enumera lo hecho por Rosas a favor de las provincias del interior, los auxilios que le presta, la organización que dio al país con la liga litoral, base de la actual Confederación Argentina, y la protección dispensada “a las producciones e industria de los pueblos del interior” de que no gozaron en las anteriores administraciones, por el decreto del 18 de diciembre de 1835, o sea la ley de aduana para 1836.

“Sarmiento ataca –prosigue La Ilustración- como nuevos impuestos los derechos de tránsito que cobran algunas de las provincias interiores de la República, y atribuye esa imposición al sistema de gobierno en que se halla constituida la nación. Este es un nuevo rasgo de abominable deslealtad. Las tarifas de tránsito no han nacido con el gobierno federal: eran muy anteriores a su aclamación…. Sarmiento comete, pues, una porque él sabe perfectamente que la existencia de tales impuestos es muy anterior a la data del orden actual.

En seguida refuta el aserto del emigrado, al decir que San Luis rebajó los derechos de tránsito por reclamo de los gobiernos de San Juan y Mendoza. No hubo tal cosa. Luego cita un pasaje del mensaje de 1848, que encara el problema y declara el propósito de resolverlo “cuando el gobierno se encuentre desembarazado de sus atenciones vitales, y le sea posible” proponer a los gobiernos provinciales interesados “un plan para afianzar la seguridad en el tránsito, por el camino enunciado de la frontera”. Y otro de la respuesta de la legislatura bonaerense a dicho mensaje, en que se lee lo siguiente:

“Convienen con V. E. los Representantes en que los derechos que se cobran por los gobiernos del tránsito desde Buenos Aires a Mendoza sobre los ganados y cargas, no están en proporción con la inseguridad del camino. Piensan como V. E. que si esos derechos se disminuyesen producirían al erario de aquellas provincias una entrada mayor que la que hoy le proporcionan, porque la disminución de los impuestos atraería la afluencia de los ganados y cargas. Es notorio que en la actualidad se retraen los traficantes, no sólo por el recelo en el camino, sino muy principalmente en razón de que el pago de aquellos derechos en el todo hasta Mendoza y San Juan, y hasta Salta y Jujuy, y gastos de camino, exceden de un modo considerable el valor del ganado en la provincia de Buenos Aires. Este punto es nacional, y desde que V. E. se ha fijado en él, ya puede abrigarse la esperanza de que el mal será remediado con provecho, y complacencia de los gobiernos a quienes inmediatamente interesa el arreglo, y con beneficio y aplauso del comercio interior”.

A la afirmación de Sarmiento, en el sentido de que la Gaceta no tendrá más artículos del Progreso para citar, porque este periódico cambió de redacción, le contesta que la mayoría de la opinión chilena, según lo manifiestan sus diarios, apoya la resistencia argentina a la intromisión europea; y cita una carta del general Pinto a Baldomero García, donde así lo expresa. Por último refuta el absurdo sarmientino, acusando a Rosas de haber provocado las guerras permanentes en que se vio envuelto durante tantos años. La breve reseña de la cuestión del Plata, hecha en dos páginas, es lo menos bueno de este artículo de La Ilustración Argentina de Mendoza.

Decía Lafontaine: “El hombre es de hielo para la verdad, de fuego para las mentiras”. Las palabras de libertad embriagaban a la burguesía culta del siglo XIX, comprendiéndolas exclusivamente en lo que se refería al orden interno. La independencia nacional le parecía de poca monta en comparación, y descuidaba la relación entre una y otra, para después que se hubiera logrado alcanzar la primera con ayuda ajena.

El siglo posterior a Caseros les había de mostrar a los argentinos que la independencia nacional es base indispensable de la libertad individual en todo su alcance. Y que si ésta no resulta de una evolución interna, ninguna ayuda extranjera nos la dará sino a un precio infinitamente superior al que cuesta soportar el despotismo hasta el logro de la soberanía plena; problema mucho más difícil de resolver, en el espacio y en el tiempo, que el de la libertad individual.

El caso argentino está lejos de ser único en la historia mundial. En estos mismos días, Francia se extraviaba como la Argentina, hacia la senda equivocada, para ir al encuentro de los peores desastres de su historia. Con menos tradición ¿qué tiene de extraño que erráramos?

Referencia


(1) La Ilustración Argentina del 1º de junio de 1849; reproducido en Archivo Americano, 2º serie, Nº 16, ps. 137-145.

Fuente
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
Irazusta, Julio – Vida política de Juan Manuel de Rosas a través de su correspondencia – Jorge E. Llopis Editor, Buenos Aires (1975).
Portal www.revisionistas.com.ar

Revisionistas

lunes, 30 de noviembre de 2015

Japón medieval: Goemon, el samurai frito

ISHIKAWA GOEMON, EL ROBIN HOOD JAPONÉS QUE ACABÓ HERVIDO

JAVIER SANZ — Historias de la Historia


Los amigos de lo ajeno han existido en todas las épocas y lugares y, si echamos un vistazo a los periódicos, vemos que no están precisamente en peligro de extinción. Pero siempre ha habido clases y, entre tanto mangante y estafador de poca monta, también hay bandidos que se han acabado convirtiendo en auténticos héroes de leyenda. Nuestro protagonista de hoy es uno más en esa lista de nombres míticos que va desde Robin Hood hasta Bonnie & Clyde y demás forajidos de legendarios. Hablamos de Ishikawa Goemon, un ladrón de guante blanco que sembró el terror entre los ricachones de Kyoto y alrededores a finales del siglo XVI. Tan sonados fueron sus golpes que llegó a ser poco menos que el enemigo público número de su época. Pero, como dice el refrán, al final el crímen siempre se acaba pagando. Por desgracia para Goemon, iba a acabar saliendo literalmente escaldado de tanto atraco.


Goemon

Goemon tuvo una vida (y sobre todo una muerte) digna de la mejor novela. De él se ha dicho de todo: unos lo pintan como un paladín de los desfavorecidos que robaba a los ricos para repartir el botín entre los pobres; otros dicen que era un antiguo ninja (criado por el no menos legendario Momochi Sandayu), al que la reciente unificación del país había dejado en paro y que, sin guerras en las que luchar, se veía obligado a robar para ganarse el arroz. La historia más plausible nos lo pinta como el hijo segundón de una familia samurái de poca monta al que, tras caer en desgracia por un turbio asunto de robo con homicidio de por medio, no se le ocurrió mejor manera de salir adelante que echarse al monte y hacerse bandolero. Hay versiones para todos los gustos, y seguramente todas tengan algo de verdad.

Lo poco que sabemos de él a ciencia cierta nos lo cuenta un vallisoletano, el padre Pedro Morejón, misionero jesuita que, por aquellos días, estaba en Japón pescando almas para mayor gloria del Señor. Aunque, en realidad, Morejón solo llega a tiempo de relatarnos sus últimos momentos:

El incidente aconteció en 1594. Un tal Ixicava Goyemon y nueve o diez de sus parientes fueron hervidos en aceite.
No sabemos si el aceite sería de oliva o de soja pero, en cualquier caso, debió de ser una muerte bastante desgradable. La ejecución tuvo lugar en Kyoto, la capital del país por aquel entonces, y al parecer fue un éxito de público. Gentes de las más lejanas provincias acudieron a ver cómo cocían a fuego lento en un enorme caldero a aquel bandido indomable. Como condimento al macabro estofado, aderezaron el puchero con su propio hijo, a quien Goemon trató de mantener a salvo de las llamas hasta su último aliento. Para acompañar el guiso, también pasaron por el fuego a varios familiares y compinches. Un final sonado para la banda de ladrones más famosa del momento.


Goemon y su hijo

Semejante calvario se nos antoja un poco excesivo para ejecutar a un simple ladronzuelo, pero es que Goemon no era un chorizo cualquiera. Su clientela predilecta eran los potentados de la época: ricos comerciantes, grandes señores feudales, gerifaltes del clero… No había en todo Japón muro lo bastante alto ni puerta lo suficientemente recia para detenerle. Mientras, el pueblo llano veía con simpatía cómo él y su banda de amigos de lo ajeno limpiaban impunemente las cajas fuertes de los peces gordos de Kyoto. La fama de Goemon crecía a ojos vista, pero a la vez se estaba ganando enemigos muy poderosos.

Entre ellos se encontraba nada menos que Toyotomi Hideyoshi, el amo y señor del recién unificado Japón. La leyenda dice que, indignado por el giro despótico que había tomado el gobierno de Hideyoshi, Goemon empleó sus habilidades ninja para colarse en el mismísimo castillo de Fushimi, su residencia oficial en Kyoto, y rebanarle el pescuezo mientras dormía. Pero se ve que, para haber sido ninja, era un poco torpe, porque lo de moverse en sigilo no se le daba muy bien. En medio de la oscuridad acabó derribando un incensario de un puntapié y el ruido alertó al instante a toda la guarnición que se le echó encima antes de que pudiera acercarse siquiera a los aposentos del tirano. Seguramente todo esto no es más que una bonita historia, ya que ni a Goemon ni a nadie en su sano juicio se le habría ocurrido atacar al hombre más poderoso del país en su propio castillo. Pero el ladrón ninja se había convertido en una figura tan fabulosa que ninguna hazaña, por descabellada que fuera, se le quedaba pequeña. Su truculento final, cocinado en su propio jugo, no haría sino agrandar su leyenda.

La imagen que ha quedado de Goemon para la posteridad es una mezcla entre Robin Hood y Arsène Lupin, un caballero ladrón, un dandy del Japón feudal amante de los lujos caros pero, a la vez, con un corazón de oro. Un rebelde que se ríe del peligro y gusta de desafiar a los ricos y poderosos, con un punto descarado y bravucón. El teatro kabuki lo terminó de consagrar, convirtiéndolo en personaje recurrente y dándole su característico tupé, seña de identidad inconfundible de ahí en adelante. Desde entonces hasta nuestros días, Ishikawa Goemon ha sido una de los héroes más reconocibles de la cultura popular nipona. Su nombre les sonará a algunos lectores, ya que aún hoy es fácil encontrárselo como protagonista de videojuegos, películas y dibujos animados.



400 años después de su truculento final, Goemon sigue estando muy vivo. Como muestra, un botón: hoy en día, no sin cierta mala leche, los japoneses llaman a las bañeras hechas de metal “Goemon Buro”, o sea, baños a lo Goemon, recordando la olla en la que lo cocieron a fuego lento. Apenas se usan ya en las casas particulares, pero aún es posible verlas en balnearios y termas públicas. Con la afición que tienen los japoneses a bañarse con el agua a temperaturas imposibles, no sería raro que el día menos pensado alguien acabara marcándose un Goemon en toda regla. Pero, por escaldado que salga, es difícil que se llegue a hacer tan famoso como el último baño de este intrépido Robin Hood japonés.


Baño Goemon


Colaboración de R. Ibarzabal
Fuente: Relación del Reino de Nippon a que llaman Corruptante Japón – Bernardino de Ávila; Ninja Attack – Matt Alt y Hiroko Yoda

sábado, 28 de noviembre de 2015

Biografía: El asesino Guevara

La verdadera historia de un asesino llamado "Che" Guevara
Por Gabriel Astengo


Ernesto Guevara de la Serna, fue un sociopata argentino, nacido en Rosario y mas conocido como el "Che" o "el Chancho", que en el argot latinoamericano significa cerdo, mote que le impusieron sus jovenes amigos por su poca aficion a la higiene personal.

Proveniente de una familia pudiente de la clase media alta, comenzo sus estudios de Medicina, los que nunca concluyo, para dedicarse segun el, "a correr mundo".

En Peru conoce a la troskista Hilda Gadea, mujer poco agraciada y mucho mayor que el, quien lo inicia en esa variante radical de la doctrina marxista y con quien procrea una hija.

Su afan aventurero lo lleva a Guatemala, donde se identifica con el gobierno pro'marxista de Jacobo Arbenz, de donde sale huyendo luego de la caida de este, producto de una rebelion nacionalista encabezada por el coronel Carlos Castillo Armas.

Ernesto Guevara de la Serna predicó y practicó el odio como factor de lucha. Racista cabal, escribió “Los negros, los mismos magníficos ejemplares de la raza africana que han mantenido su pureza racial gracias al poco apego que le tienen al baño”. Sobre los indios anotará “en este tipo de trenes hay una tercera clase destinada a los indios de la región… es mucho más agradable el olor a excremento de vaca que el de su similar humano… la grey hedionda y piojosa… nos lanzaba un tufo potente pero calentito”.

A los aborígenes mexicanos los definió como “la indiada analfabeta de México”. Sobre el campesinado boliviano subrayó “son como animalitos”.

Ni su mujer, Hilda Gadea, se salvó de sus humillaciones “Hilda Gadea me declaró su amor en forma epistolar y en forma práctica. Yo estaba con bastante asma, si no tal vez la hubiese cogido...lástima que sea tan fea”.

Llega asilado a Mexico, donde conoce a Fidel Castro y se une al Movimiento 26 de Julio, con el que comienza a entrenar para un desembarco en Cuba. Su introvertida personalidad y sus prejuicios racistas contra los indios y negros, no son bien mirados por los futuros expedicionarios, en su inmensa mayoria compuesto por cubanos idealistas que soñaban con derrocar la dictadura impuesta por Fulgencio Batista, el 10 de Marzo de 1952.

El 2 de Diciembre de 1956, el grupo expedicionario desembarca en playa Las Coloradas, al sur de la provincia de Oriente, cerca de los enclaves montañosos de la Sierra Maestra. El desembarco fue todo un desastre, pero Castro y un pequeño grupo logran sobrevivir e internarse en los montes de espesa vegetacion, donde mas tarde se reagrupan.

Ya en la Sierra Maestra, el "Che", comienza a destacarse por su total sumision a Fidel Castro y por sufrir constantes ataques de asma. Por su proximidad a Castro es ascendido comandante, antes que otros rebeldes con mas meritos que el.

Constante intrigante junto a Raul Castro, en contra de revolucionarios de claras y definidas tendencias democraticas, como Frank Pais, Rene Ramos Latour, Jorge Sotu, Huber Matos, Higinio (Nino) Diaz y muchos mas, Guevara se va ganando poco a poco la total confianza de Castro, quien mas tarde lo utilizaria para sus solapados planes hegemonicos.

Luego de la muerte de Frank Pais, producto de la infame delacion de Vilma Espin Guillois (cumpliendo secretamente ordenes de Castro) la seccion civilista y democratica del Movimiento 26 de Julio queda definitivamente acefala. Los revolucionarios santiagueros, que tan valientemente habian combatido el 30 de Noviembre de 1957, tienen que huir de las ciudad, abandonar la lucha clandestina e integrarse a las guerrillas de la Sierra Maestra controladas por Castro.

No obstante, ya en la Sierra, surgen algunos enfrentamientos ideologicos, siendo el mas destacado la polemica entre Guevara y Rene Ramos Latour, el Comandante "Daniel", segundo hombre de Frank Pais.



He aquí algunos fragmentos de esta polémica escrita:

En una carta del 14 de diciembre de 1957, Guevara escribía a Daniel: ''Pertenezco por mi preparación ideológica a los que creen que la solución de los problemas del mundo está detrás de la llamada cortina de hierro y tomo este movimiento como uno de los tantos provocados por el afán de la burguesía de liberarse de las cadenas del imperialismo''.

Daniel responde a Guevara el 18 de diciembre de 1957: ''Los que tienen tu preparación ideológica piensan que la solución a nuestros males está en liberarnos del nocivo dominio yanqui por medio del no menos nocivo dominio soviético''.

En aquella misma carta, Ramos Latour agregaba que la ideología del Movimiento 26 de Julio se inspiraba en el pensamiento político de José Martí, que consistía en hacer de Cuba un país democrático y próspero, con justicia social, y que los pactos con otras fuerzas opositoras eran necesarios y saludables para el bien del pais, a los que se oponían Castro y Guevara..

Lamentablemente, un tiempo después, René Ramos Latour, caería combatiendo heroicamente contra el ejército de Batista.

Meses más tarde, Castro designa a Guevara y Camilo Cienfuegos, para comandar la invasión hacia las provincias occidentales. Luego de librar pequeñas escaramuzas, Guevara negocia con jefes militares corruptos de Batista, su paso por la provincia de Camagüey, entregándoles a estos, fuertes sumas de dinero en efectivo, siendo el caso más destacado el del Coronel Dueñas, quien le cedió el paso a los rebeldes por el sur de Ciego de Ávila.

Por el contrario las fuerzas de Camilo, tuvieron que enfrentarse contra militares honorables, que aunque defendiendo un mal gobierno, no se dejaron comprar.



Al llegar a la provincia de Las Villas, Guevara confronta nuevos problemas, ya que los grupos rebeldes que combatían en esa zona se niegan a ponerse bajo su mando.

Finalmente y sin más alternativas al respecto, se ve prácticamente obligado a firmar el Pacto de El Pedrero junto a los líderes del "Directorio Revolucionario 13 de Marzo" y así aunar esfuerzos para atacar la ciudad de Santa Clara, con fuerzas combinadas de ambas agrupaciones. Otros grupos de insurgentes no pactan con Guevara y continúan la lucha de manera independiente, como el "Segundo Frente Nacional de El Escambray", quien no reconoce el mando impuesto de Guevara.

Al caer el "famoso" tren blindado en manos de los rebeldes, ahí comienza el fabricado mito de "el guerrillero heroico" otorgándole a Guevara una inmerecida fama, cuando en realidad el peso del combate lo llevaron los hombres del Directorio Revolucionario.

Al triunfo de la Revolución, Guevara es designado jefe militar de la Fortaleza de La Cabaña, donde se destaca por su sangre fría e inmensa crueldad contra los políticos, policías y soldados del régimen vencido. Asesina personalmente en su oficina, al teniente Castaño, Jefe del BRAC (Buro Represivo de Actividades Comunistas). La misma cruel actitud, que más tarde emplearía contra sus antiguos compañeros de lucha, quienes no se someterían al giro comunista del proceso revolucionario. Sus cientos de atrocidades en aquella etapa están más que documentadas.

Posteriormente, y en pago a sus servicios criminales, Castro lo designa, nada menos como presidente del Banco Nacional de Cuba, donde irrespetuosamente firmaba con su vulgar seudonimo. Pocos años despues, fue trasladado para dirigir, el Ministerio de Industrias.

Ernesto Guevara junto a los Castro, fueron los artífices de la traición a los postulados originales de la Revolución Cubana y de la entrega de nuestra soberanía nacional en manos de la Unión Soviética. Los verdaderos contrarrevolucionarios de aquel histórico proceso.

Años más tarde, cumpliendo órdenes de Castro en su afán expansionista, trata de apuntalar un régimen de tendencia comunista en el Congo, pero malogrado su intento y a punto de caer prisionero, logra escapar y regresa derrotado a Cuba, donde es recibido de manera clandestina y con suma frialdad por parte del gobierno comunista, motivo de su fracaso en tierras africanas.

Finalmente y para salvar el mito de "el guerrillero heroico", la dictadura castrista lo pone al frente de una nueva campaña expansionista, pero esta vez en tierras latinoamericanas. Se monta un entramado publicitario al mejor estilo hollywoodense, con "carta de despedida" y todo (que más tarde se descubriría que fue escrita por el propio Castro para ensalzar su ego) y lo envían al frente de un grupo de "problemáticos" oficiales castristas, a su postrera campaña en Bolivia.

En aquel país todo le fue mal desde el principio, los comunistas bolivianos le viraron la espalda, sus tácticas guerrilleras fueron un total desastre, sus antiguos métodos de sobornar militares no le funcionaron, el campesinado lo ignoró, Castro lo abandonó, Regis Debray lo delató y ya sin logística, con su grupo diezmado, cae herido gritando acobardado ¡¡no me maten, no me maten, soy el "Che" Guevara y valgo más vivo que muerto!!

Finalmente, hecho prisionero fue trasladado a La Higuera, donde se le trató con respeto en todo momento como prisionero de guerra, en claro contraste con su conducta en Cuba, donde antes de asesinar fríamente a sus adversarios, los vejaba e insultaba.

Horas más tarde el alto mando boliviano decidía sumariamente ejecutarle.
¡¡Y cosas de la vida!! El oficial de más alto rango que se encontraba ese día en La Higuera, era un cubano exilado, el mayor Félix Ismael Rodríguez Mendegutía, (primero de la izquierda) quien recibió directamente la orden del presidente de Bolivia, Gral. René Barrientos, de que el mercenario argentino fuera inmediatamente ajusticiado.

Dicen que cuando el mayor Rodríguez le comunicó a Guevara la decisión gubernamental, éste se puso pálido. Minutos más tarde, entró el sargento Terán y se oyeron varias descargas.

El que a hierro mató a hierro moría. El mayor Félix Rodríguez, quizá sin proponérselo, era la representación de nuestro pueblo cubano haciendo ejemplar justicia con un asesino.

Fue un 9 de Octubre de 1967, en que el mundo comenzo a respirar mucho mejor.

viernes, 27 de noviembre de 2015

Guerra de Corea: Una estampilla hipócrita

La hipocresía que esconde un sello de los EE.UU.
Javier Sanz


Con la rendición de Japón en la Segunda Guerra Mundial, la península de Corea, ocupada por los japoneses desde 1910, quedó dividida a la altura del Paralelo 38: el norte ocupado por los soviéticos y el sur por los estadounidenses. La tensión reinante estalló cuando las tropas de Corea del Norte invadieron Corea del Sur el 25 de junio de 1950. Los estadounidenses, con el aprobación de la ONU, se pusieron al frente de un ejército de aliados para echar a los norcoreanos.



El 4 de septiembre de 1950, el reportero gráfico estadounidense David Douglas Duncan, que ya había cubierto la batalla de Okinawa y la rendición japonesa a bordo del USS Missouri, se unió al 5º Regimiento de Marines para cubrir la guerra de Corea. Sus fotos se convirtieron en el testigo mudo de aquella contienda. Al año siguiente, publicó el libro This is War!, un libro de las imágenes tomadas en la Guerra de Corea cuya recaudación destinó a las viudas e hijos de los marines muertos en el conflicto. Años más tarde, se utilizó una de sus fotografías -la imagen anterior de las tropas caminando por un paso de montaña- en una emisión de sellos postales de 22 centavos para honrar a los soldados que lucharon en la guerra de Corea: Veterans Korea. No hace falta fijarse mucho para comprobar que la imagen del sello tiene un “pequeño” retoque: se eliminaron los muertos que aparecen tirados en el suelo. Duncan fue el primero que criticó aquel efecto photohop hipócrita por querer vender una guerra sin muertos.



Historias de la Historia

jueves, 26 de noviembre de 2015

Aviación: ¿El primer avión fue ruso?

El primer avión

El 20 de julio de 1882 en la localidad Krásnoye Seló en las proximidades de San Petersburgo despegó el primer avión, construido bajo la dirección del inventor ruso Alexandr Mozhaiski (1825-1890). Este aparato, que posteriormente fue patentado por su autor, tenía todos los rasgos de un avión moderno. Pero los padres de la aviación se consideran inventores de otros países.

Alexandr Mozhaiski, hijo de un almirante de la Armada rusa, se graduó en el Cuerpo de Cadetes de la Marina. Sin embargo, durante toda su carrera en el mar el inventor estuvo interesado solo en los aparatos voladores. Ya en 1855 Mozhaiski empezó a hacer observaciones de los vuelos de las aves y de las cometas (volantines), sistematizando los conocimientos sobre el empuje y el arrastre atmosférico de los objetos en el aire.



Sin embargo, el marino pudo dedicarse a su afición solamente cuando se retiró del servicio militar. Según sus cohetáneos, en 1876 Mozhaiski, realizó dos vuelos por medio de grandes cometas capaces de arrastrar a un hombre. Además de experimentos con estos elementos, trabajó en la creación de los modelos de su futuro avión, y en septiembre de 1876 el primer avión del mundo se presentó al público.

Este modelo consistía de una lancha (fuselaje) a la que se sujetaba un ala (superficie portadora). El empuje lo facilitaban tres hélices, una de las cuales estaba situada en la proa de la lancha, y las otras dos en unas ranuras especiales en el ala. Las hélices se ponían en marcha con una espiral de reloj. Para el despegue y el aterrizaje el modelo disponía de cuatro ruedas bajo el fuselaje. El modelo realizaba vuelos estables a velocidad mayor de 5 metros por segundo y con una carga adicional aproximada de un kilógramo de peso.

Al elaborar un avión con fuselaje, Mozhaiski adelantó en más de 30 años a los constructores de Europa y América del Norte, donde la construcción de las aeronaves de ese tipo comenzó a finales de la primera década del siglo XX. Al mismo tiempo, la idea de construir un avión capaz de amarar apareció en 1913 por obra de otro ingeniero ruso, Dmitri Grigoróvich, quien creó el primer hidroplano a partir de una lancha.

Una comisión especial de expertos en ciencias asistió aquel día a los ensayos del primer avión. Entre los miembros de la comisión figuraba el famoso químico Dmitri Mendeléyev, quien se quedó entusiasmado por el invento y ofreció su apoyo para las siguientes investigaciones, considerando que estas podrían facilitar el avance de los conocimientos en el ámbito de la aerodinámica, entonces bastante escasos.

Después de la demonstración exitosa de su invento, Mozhaiski prosiguió con la elaboración de su aparato volador a tamaño real. Pero, si el inventor había podido realizar los trabajos preliminares por cuenta propia, en este caso tuvo que solicitar financiamiento. Mozhaiski se dirigió a la Comisión por el uso de la Aeronáutica con Fines Militares y consiguió una inversión de 3000 rublos, una suma muy grande para aquel entonces. A principios de 1877 Mozhaiski presentó un programa de ensayos de los modelos del avión.

En el marco de los experimentos el inventor formuló una de las leyes fundamentales de la aerodinámica sobre la relación entre la velocidad y la sustentación 11 años antes de la publicación de trabajos similares.

Para los motores del avión el inventor pensó utilizar dos máquinas de vapor con una potencia total de 30 caballos de vapor. Una de las máquinas propulsaba la hélice tirante de proa; la otra, las dos hélices delanteras propulsoras. El aparato, según la idea de su creador, podía amarar ya que entonces el fuselaje tenía forma de barco. Además, estaba previsto instalar en el avión dispositivos de navegación y un visor de bombardeo, pues el vehículo se estaba construyendo con fines militares.

Para seguir con los experimentos, se necesitaban más recursos, pero otra comisión convocada para aprobar una inversión adicional rechazó de manera ignorante apoyar la construcción del aparato. A pesar de todos los cálculos y planos de la construcción presentados por Mozhaiski, le comentaron que habría sido mejor si su vehículo hubiera tenido alas móviles capaces de alterar de forma.

Mozhaiski tuvo que seguir construyendo el ingenio por cuenta propia. Para asegurarse de que su invento no se robara o vendiera al extranjero, en 1881 obtuvo la patente. Se le denegaron varias solicitudes de patrocinio financiero para su proyecto y el entusiasta tuvo que vender casi todo lo que tenía y pedir préstamos a sus familiares.

Para principios de 1882 el aparato estaba listo. El fuselaje era de madera y estaba cubierto de seda encolada. La envergadura de la nave era de unos 24 metros con una longitud de fuselaje de 15 metros, pesaba 950 kilos y tenía una carga útil de 300 kilógramos, mientras que la velocidad calculada del vuelo no superaba los 40 kilómetros por hora.

Durante el experimento realizado el 20 de julio de 1882, el avión pilotado por el ayudante de Alexandr Mozhaiski despegó y recorrió cierta distancia, pero perdió velocidad y aterrizó con complicaciones sufriendo daños en el ala. La comisión del Ministerio Militar concluyó que dos motores no eran suficientes para mantener la construcción en el aire. El inventor estaba de acuerdo y encargó una máquina de vapor adicional.

Alexandr Mozhaiski no pudo finalizar las mejoras de su avión. Murió en 1890, a la edad de 65 años. El aparato pasó varios años a cielo abierto, y luego fue desmantelado. Su hijo trató de vender los restos del avión al Gobierno ruso, pero no tuvo éxito.

En la década de 1970 en el Instituto Central de Estudios Aerohidrodinámicos se realizaron cálculos para comprobar si el avión de Mozhaiski realmente habría podido volar, y resultó que sí. La máquina era capaz de volar de manera estable con tres motores. A Alexandr Mozhaiski le faltó muy poco para convertirse en el primer aviador de la historia. (c)

VK

miércoles, 25 de noviembre de 2015

Peronismo: Esa prostituida palabra de militancia

Perón, Rucci y el paraguas de la Militancia
En el calendario peronista, hoy es el Día de la Militancia. Una palabra que el kirchnerismo utilizó a su manera.


Por Ceferino Reato | Perfil


La foto del paraguas: José Ignacio Rucci recibió a Juan Domingo Perón, que volvía. | Foto: Cedoc


Lloviznaba hace 43 años, aquel 17 de noviembre de 1972, cuando el charter que traía al general Juan Domingo Perón del exilio aterrizó en el aeropuerto de Ezeiza. El secretario general de la CGT, José Ignacio Rucci, fue a recibirlo a la pista y lo cubrió con un paraguas oportuno.

En el calendario peronista, el 17 de noviembre pasó a ser el Día de la Militancia, una palabra mágica ligada al altruismo de la política activa pero que el kirchnerismo asoció con la defensa apasionada y por lo general rentada de las posiciones del gobierno. Las que fueran: la privatización de YPF, el “suicidio” de Nisman, los subsidios, el Fútbol para Todos o la “inocencia” de Boudou.

Rucci fue uno de los protagonistas del retorno de Perón luego de más de diecisiete años de exilio. En aquel momento, la Juventud Peronista, hegemonizada por Montoneros, era todavía la “juventud maravillosa” de Perón y, por consiguiente, se llevaba bien con Rucci.

Gobernaba el general Alejandro Agustín Lanusse, última etapa de la llamada “Revolución Argentina”, y el país iba desembocando en una salida electoral. Muchos dirigentes peronistas seguían dudando si el chárter aterrizaría efectivamente en Ezeiza. Por un lado, recordaban el intento frustrado de 1964, cuando Perón solo pudo llegar hasta Río de Janeiro. Por otro, la dictadura de Lanusse machacaba con que a Perón “no le da el cuero” para volver.

No era un día “peronista” sino un viernes gris, frío y lluvioso. La CGT había dispuesto un paro general para recibir a Perón y la sede de la calle Azopardo se había convertido en el cuartel general del Operativo Regreso.

La última discusión en la CGT sobre si Perón regresaría a la Argentina o bajaría en Paraguay o en Uruguay ocurrió en aquella larga noche del jueves 16 al viernes 17. En un momento, cuando ya eran las 2 de la madrugada, apareció Rucci en calzoncillos, camiseta y pantuflas, camino al departamentito que tenía en la terraza.

“Muchachos, me van a perdonar pero falta poco para que llegue el General y yo me voy a dormir. No hay ninguna posibilidad de que esta vez no traigamos de regreso al General. Así que los que quieran quedase a dormir en la CGT son muy bienvenidos: agarren los primeros sillones que encuentren y acomódense. Buenas noches”, fueron sus palabras.

Los visitantes tardaron un poco en reaccionar. El teniente Julián Licastro lo codeó a Carlos Grosso, luego intendente de Buenos Aires, y le dijo: “¡Éste sí que es un conductor!”. A los quince minutos no quedaba nadie en la CGT. Todos se fueron a sus casas convencidos de que aquella vez el retorno iba en serio.

Perón, en tanto, venía en el avión de Alitalia fletado por Gianzarlo Elía Valori, un empresario italiano vinculado al Vaticano y a la logia Propaganda Due. Era una suerte de Arca de Noé del peronismo, en el que estaban representados todos los gajos del Movimiento: la política, el sindicalismo, la ciencia, el deporte, la cultura y el espectáculo, entre otros. Mezclaba, por ejemplo, a Héctor Cámpora, Isabel Perón, Carlos Menem y Antonio Cafiero con el cineasta y cantautor Leonardo Favio, la modelo Chunchuna Villafañae, la joven estrella Marilina Ross y “El Nene” Sanfilippo, el goleador de San Lorenzo; a sacerdotes como Carlos Mugica; a figuras de la derecha peronista como Lorenzo Miguel con personajes de la izquierda peronista como Eduardo Luis Duhalde.

Eran 153 pasajeros que se turnaban para sacarse fotos y charlar un rato con Perón, que a los 77 años aparentaba una salud de hierro.

Perón llegó y estuvo en el país algunas semanas. Su retorno definitivo se concretaría el año siguiente, el 20 de junio de 1973. Pero, el peronismo ya era otra cosa, surcado por un enfrentamiento sangriento entre sus distintas facciones que incluiría, por ejemplo, el asesinato de Rucci a manos de Montoneros.

martes, 24 de noviembre de 2015

Oriente Medio: Como el Acuerdo Sykes-Picot moldeó la actualidad islamista

Los Orígenes del Acuerdo de la Primera Guerra Mundial que se repartieron Oriente Medio
Cómo Gran Bretaña y Francia en secreto negociaron el Acuerdo Sykes-Picot

Por Texto de Scott Christianson; Interactivo por Chris Heller
The Smithsonian



Incluso antes de que se haya determinado el resultado final de la Gran Guerra, Gran Bretaña, Francia y Rusia discuten en secreto cómo iban a repartirse el Medio Oriente en "esferas de influencia" una vez que la Primera Guerra Mundial había terminado. El Imperio Otomano había estado en declive durante siglos antes de la guerra, por lo que las Potencias Aliadas ya había pensado un poco en cómo iban a dividir el botín considerable en el caso probable de que derrotó a los turcos. Gran Bretaña y Francia ya tenían algunos intereses importantes en la región entre el mar Mediterráneo y el Golfo Pérsico, pero una victoria ofrecieron mucho más. Rusia y hambre de una pieza.

De noviembre 1915 a marzo 1916, los representantes de Gran Bretaña y Francia negociaron un acuerdo, con Rusia a ofrecer su asentimiento. El tratado secreto, conocido como el Acuerdo Sykes-Picot, lleva el nombre de sus principales negociadores, los aristócratas Sir Mark Sykes de Inglaterra y François Georges-Picot de Francia. Sus términos se exponen en una carta del secretario de Relaciones Exteriores británico Sir Edward Grey a Paul Cambon, el embajador de Francia a Gran Bretaña, el 16 de mayo 1916.

El mapa de particiones con código de color y el texto siempre que Gran Bretaña ("B") recibiría el control sobre el área roja, conocida hoy como Jordania, el sur de Irak y Haifa en Israel; Francia ("A") obtendría la zona azul, que cubre hoy en día Siria, el Líbano, el norte de Irak, Mosul y el sureste de Turquía, incluido el Kurdistán; y el área de color marrón de Palestina, con exclusión de Haifa y Acre, se convertiría en objeto de administración internacional, "la forma de que va a ser decidido, previa consulta con Rusia, y, posteriormente, en consulta con los otros aliados, y los representantes de [Sayyid Hussein bin Ali, Sharif de La Meca] ". Además de la talla a la región a británicos y franceses "esferas de influencia", el acuerdo especifica diversas relaciones comerciales y otros entendimientos mutuos para los países árabes.

El cambio de la situación de Rusia, provocada por la revolución y la retirada de la nación de la guerra, lo sacó de la inclusión. Pero cuando merodeaban los bolcheviques descubrieron documentos sobre los planes en los archivos del gobierno en 1917, el contenido del tratado secreto fueron revelados públicamente. La exposición avergonzó a los británicos, ya que contradice sus afirmaciones existentes a través de TE Lawrence que los árabes recibirían la soberanía sobre las tierras árabes a cambio de apoyar a los aliados en la guerra. De hecho, el tratado de dejar de lado la creación de un Estado árabe independiente o confederación de estados árabes, en contra de lo que previamente se había prometido, dando a Francia y Gran Bretaña el derecho a establecer límites dentro de sus esferas de influencia ", ya que pueden pensar en forma."

Después de que la guerra terminó como estaba previsto, los términos se afirmaron en la Conferencia de San Remo de 1920 y fueron ratificados por la Sociedad de Naciones en 1922. A pesar de que Sykes-Picot fue pensado para dibujar nuevas fronteras de acuerdo a líneas sectarias, sus simples líneas rectas tampoco pudieron tener en cuenta las configuraciones tribales y étnicas reales en una región profundamente dividida. Sykes-Picot ha afectado las relaciones árabe-occidental hasta nuestros días.


lunes, 23 de noviembre de 2015

Subversión: La rata Verbitsky intenta ocultar su pasado de terrorista de Estado

Es hora de que Horacio Verbitsky explique sus vínculos con la dictadura

Por: Gabriel Levinas - Infobae


Horacio Verbitsky intentó desmentir sus vínculos con la dictadura, pero sus propios libros cuestionan su versión

Hace unos meses, Horacio Verbitsky escribió: "La categórica manifestación del brigadier Rubens Omar Graffigna de que nunca tuvo relación alguna conmigo, que jamás escribí ninguno de sus discursos ni tuve relación alguna con sus antecesores en la Fuerza Aérea, confirma la absoluta falsedad de la acusación difamatoria en mi contra".

Esta aseveración es la parte central de la estrategia con la que pretendió tapar el sol con su mano.

Es extraño que quien nos tiene acostumbrados a descalificar hechos y argumentos simplemente desacreditando a la fuente pretenda defenderse usando, ni más ni menos, a uno de los comandantes en jefe de la Junta Militar acusado de crímenes de lesa humanidad cometidos durante la dictadura. Si fuese Verbitsky, alcanzaría con esto. Pero para que no queden dudas preferimos ahondar y demostrar las mentiras de la operación montada por el "Perro" en el diario Página 12 y en los medios de comunicación donde tuvo oportunidad de atacar el libro de investigación Doble Agente que revela sus vínculos con sectores del proceso militar, aún antes de que la editorial tuviera los originales. ¿Extraño no?


  1. Jamás en el libro sostuvimos que Graffigna y Verbitsky se conocían. Por lo tanto la desmentida solo sirve para aquellos que no leyeron el libro.
  2. Graffigna sostiene que nadie le escribió sus discursos y encontramos (parte se reproduce en el sitio Plazademayo.com) cantidad de carpetas conteniendo borradores y cartas entre Güiraldes y Graffigna en donde consta el proceso de elaboración de los discursos y la discusión de su contenido. Es decir, el comandante miente; sí le escribían los discursos Güiraldes y el brigadier Pedrerol con la colaboración de Verbitsky.
  3. En la página final de las memorias donde figuran los registros de contratos y pagos a Verbitsky, se da cuenta del destino de los 50 ejemplares publicados en base al texto encargado al "Perro". El primero de ellos, según indica la documentación pública archivada en distintas bibliotecas estatales, fue a parar a manos del Comandante en Jefe de la Aeronáutica, es decir Graffigna.


La otra estrategia de Verbitsky es negar o disminuir al mínimo la influencia y poder del comodoro Güiraldes durante la dictadura, alegando que no podía protegerlo porque era apenas un "cuatro de copas" durante el Proceso.

Llegó incluso a criticar a su hijo Pedro por insinuar que su padre estaba ligado al proceso. "Es insólito que yo deba defender el honor de los Güiraldes de las ofensas de su hijo", sostuvo en una entrevista en la revista Noticias en mayo de este año cuando trataba de desmentir sus contratos con la Fuerza Aérea.

En nuestro libro reproducimos profusa correspondencia y escritos que dicen exactamente lo contrario. Pero lo que definitivamente muestra la estrategia insostenible de Verbitsky es un libro que él mismo escribió después de la guerra de Malvinas y que editó a meses del inicio de la democracia.

En primera edición de La última batalla de la tercera guerra mundial, de editorial Legasa, año 1984, página 44, el autor narra lo que sigue:


"La última batalla de la tercera guerra mundial", el libro del propio Horacio Verbitsky que deja en evidencia sus contradicciones
....Pero un ejemplo ayudará a entenderlo. Un ganadero y militar retirado, cuyos abuelos poseyeron mas de 90.000 hectáreas en un partido de la provincia de Buenos Aires, recurrió al jefe del área de seguridad con jurisdicción sobre el municipio para solicitarle, con aplomo de patricio acostumbrado a mandar, el relevo del intendente. El coronel lo recibió saliendo de la ducha y envuelto en la toalla.
-Yo no puedo reemplazarlo porque eso depende de la gobernación. Pero si me espera que me vista, vamos con el camión y lo chupamos-dijo.
-No, gracias, no es para tanto -contestó el reclamante- quien mirando por el espejo retrovisor de un Torino verde si no lo seguían, regresó a su despacho en la Capital, desde el que asesoró políticamente a los tres primeros comandantes en jefe de su fuerza durante el Proceso, y participó en alguna de las campañas internacionales en defensa de la dictadura desmintiendo que aquí se violaran los Derechos Humanos.
Caso extremo, este oficial superior sufrió en carne propia la perversión que negaba, cuando un comando de otra fuerza secuestro y asesinó a una hermana de su esposa.


En la reedición del año 2002, Verbitsky removió del libro el párrafo que lo comprometía

Demás está aclarar que se refiere al Comodoro Güiraldes, quien -además de manejar un Torino verde durante esos años y venir de una familia patricia propietaria 90 mil hectáreas en la zona de San Antonio de Areco- sufrió en carne propia la muerte de su cuñada, Elena Holmberg, a manos de un grupo de tareas que respondía al almirante Emilio Masera.

Pero la confirmación de la importancia y veracidad que el propio Verbitsky da a este documento, que echa por tierra toda su defensa y lo muestra como mendaz es que eliminó todo el párrafo citado, en la reedición de ese libro que la Editorial Sudamericana publicó en el año 2002. En esa época, la versión de que había colaborado con la Aeronáutica ya había tomado cuerpo en algunos círculos. Es una táctica que años después replicó al borrar del archivo de Página12 las notas críticas contra Jorge Bergoglio cuando fue nombrado Papa.

Tal vez sea hora de que Horacio explique su verdadera historia durante los terribles años de la dictadura y nos permita reconstruir una imagen suya menos perfecta, pero más humana.