El primer avión
El 20 de julio de 1882 en la localidad Krásnoye Seló en las proximidades de San Petersburgo despegó el primer avión, construido bajo la dirección del inventor ruso Alexandr Mozhaiski (1825-1890). Este aparato, que posteriormente fue patentado por su autor, tenía todos los rasgos de un avión moderno. Pero los padres de la aviación se consideran inventores de otros países.
Alexandr Mozhaiski, hijo de un almirante de la Armada rusa, se graduó en el Cuerpo de Cadetes de la Marina. Sin embargo, durante toda su carrera en el mar el inventor estuvo interesado solo en los aparatos voladores. Ya en 1855 Mozhaiski empezó a hacer observaciones de los vuelos de las aves y de las cometas (volantines), sistematizando los conocimientos sobre el empuje y el arrastre atmosférico de los objetos en el aire.
Sin embargo, el marino pudo dedicarse a su afición solamente cuando se retiró del servicio militar. Según sus cohetáneos, en 1876 Mozhaiski, realizó dos vuelos por medio de grandes cometas capaces de arrastrar a un hombre. Además de experimentos con estos elementos, trabajó en la creación de los modelos de su futuro avión, y en septiembre de 1876 el primer avión del mundo se presentó al público.
Este modelo consistía de una lancha (fuselaje) a la que se sujetaba un ala (superficie portadora). El empuje lo facilitaban tres hélices, una de las cuales estaba situada en la proa de la lancha, y las otras dos en unas ranuras especiales en el ala. Las hélices se ponían en marcha con una espiral de reloj. Para el despegue y el aterrizaje el modelo disponía de cuatro ruedas bajo el fuselaje. El modelo realizaba vuelos estables a velocidad mayor de 5 metros por segundo y con una carga adicional aproximada de un kilógramo de peso.
Al elaborar un avión con fuselaje, Mozhaiski adelantó en más de 30 años a los constructores de Europa y América del Norte, donde la construcción de las aeronaves de ese tipo comenzó a finales de la primera década del siglo XX. Al mismo tiempo, la idea de construir un avión capaz de amarar apareció en 1913 por obra de otro ingeniero ruso, Dmitri Grigoróvich, quien creó el primer hidroplano a partir de una lancha.
Una comisión especial de expertos en ciencias asistió aquel día a los ensayos del primer avión. Entre los miembros de la comisión figuraba el famoso químico Dmitri Mendeléyev, quien se quedó entusiasmado por el invento y ofreció su apoyo para las siguientes investigaciones, considerando que estas podrían facilitar el avance de los conocimientos en el ámbito de la aerodinámica, entonces bastante escasos.
Después de la demonstración exitosa de su invento, Mozhaiski prosiguió con la elaboración de su aparato volador a tamaño real. Pero, si el inventor había podido realizar los trabajos preliminares por cuenta propia, en este caso tuvo que solicitar financiamiento. Mozhaiski se dirigió a la Comisión por el uso de la Aeronáutica con Fines Militares y consiguió una inversión de 3000 rublos, una suma muy grande para aquel entonces. A principios de 1877 Mozhaiski presentó un programa de ensayos de los modelos del avión.
En el marco de los experimentos el inventor formuló una de las leyes fundamentales de la aerodinámica sobre la relación entre la velocidad y la sustentación 11 años antes de la publicación de trabajos similares.
Para los motores del avión el inventor pensó utilizar dos máquinas de vapor con una potencia total de 30 caballos de vapor. Una de las máquinas propulsaba la hélice tirante de proa; la otra, las dos hélices delanteras propulsoras. El aparato, según la idea de su creador, podía amarar ya que entonces el fuselaje tenía forma de barco. Además, estaba previsto instalar en el avión dispositivos de navegación y un visor de bombardeo, pues el vehículo se estaba construyendo con fines militares.
Para seguir con los experimentos, se necesitaban más recursos, pero otra comisión convocada para aprobar una inversión adicional rechazó de manera ignorante apoyar la construcción del aparato. A pesar de todos los cálculos y planos de la construcción presentados por Mozhaiski, le comentaron que habría sido mejor si su vehículo hubiera tenido alas móviles capaces de alterar de forma.
Mozhaiski tuvo que seguir construyendo el ingenio por cuenta propia. Para asegurarse de que su invento no se robara o vendiera al extranjero, en 1881 obtuvo la patente. Se le denegaron varias solicitudes de patrocinio financiero para su proyecto y el entusiasta tuvo que vender casi todo lo que tenía y pedir préstamos a sus familiares.
Para principios de 1882 el aparato estaba listo. El fuselaje era de madera y estaba cubierto de seda encolada. La envergadura de la nave era de unos 24 metros con una longitud de fuselaje de 15 metros, pesaba 950 kilos y tenía una carga útil de 300 kilógramos, mientras que la velocidad calculada del vuelo no superaba los 40 kilómetros por hora.
Durante el experimento realizado el 20 de julio de 1882, el avión pilotado por el ayudante de Alexandr Mozhaiski despegó y recorrió cierta distancia, pero perdió velocidad y aterrizó con complicaciones sufriendo daños en el ala. La comisión del Ministerio Militar concluyó que dos motores no eran suficientes para mantener la construcción en el aire. El inventor estaba de acuerdo y encargó una máquina de vapor adicional.
Alexandr Mozhaiski no pudo finalizar las mejoras de su avión. Murió en 1890, a la edad de 65 años. El aparato pasó varios años a cielo abierto, y luego fue desmantelado. Su hijo trató de vender los restos del avión al Gobierno ruso, pero no tuvo éxito.
En la década de 1970 en el Instituto Central de Estudios Aerohidrodinámicos se realizaron cálculos para comprobar si el avión de Mozhaiski realmente habría podido volar, y resultó que sí. La máquina era capaz de volar de manera estable con tres motores. A Alexandr Mozhaiski le faltó muy poco para convertirse en el primer aviador de la historia. (c)
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