miércoles, 27 de marzo de 2019

Esclavismo: Encuentran restos de esclavos en basurero de Portugal

Los arqueólogos encuentran cuerpos atados de africanos esclavizados en el basurero portugués


Kristina Killgrove | Forbes
Contribuyente principal
Ciencia
Arqueólogo, escritor, científico




El esqueleto femenino adulto encontrado en Valle da Gafaria, Portugal, sugiere un entierro descuidado.


A principios del siglo XV, los exploradores portugueses como Enrique el Navegante comenzaron a navegar a África, trayendo de vuelta tanto a los bienes como a los esclavos. Un nuevo estudio arqueológico de más de 150 esqueletos arrojados en Lagos, Portugal, revela que muchos de los esclavos africanos no recibieron enterramientos adecuados y que varios de ellos incluso pudieron haber sido atados al morir.

Los esqueletos provienen del sitio de Valle da Gafaria, que estaba ubicado fuera de las murallas medievales de la ciudad portuaria de Lagos a lo largo de la costa suroeste de Portugal. Utilizado entre los siglos XV y XVII como vertedero, el sitio también ofrecía restos de cerámica importada, huesos de animales sacrificados y algunos adornos de estilo africano. Cuando los esqueletos humanos se analizaron por primera vez, su forma y estilo dental único sugirieron que podrían haber sido de origen africano, y un análisis genético posterior confirmó la ascendencia con poblaciones del sur de África que hablan bantú. Debido a la información arqueológica e histórica, es probable que todas estas personas hayan sido esclavizadas.

En un nuevo artículo de investigación publicado en el International Journal of Osteoarchaeology, Maria Teresa Ferreira, Catarina Coelho y Sofia Wasterlain de la Universidad de Coimbra profundizaron en los datos de los huesos para comprender cómo los 158 esclavos africanos fueron enterrados en una basura Hoyo en Lagos. Específicamente, investigaron la posición de cada entierro, si el entierro se realizó con cuidado o no, y si pudieron identificar cualquier evidencia de que el cuerpo de la persona había sido atado.



Femenina adulta del Valle da Gafaria cuyo posicionamiento sugiere que ella pudo haber sido amarrada para el entierro.

La preocupación católica medieval por el entierro significó que la iglesia era importante en el manejo de las muertes en Portugal. Se transportaría un cuerpo a la iglesia en una procesión fúnebre y se elegiría una tumba lo más cerca posible de un edificio religioso. Las elites y los nobles solían estar enterrados en un área protegida por muros, mientras que las personas más marginales se encontraban fuera. Aquellas personas que fueron estigmatizadas por la enfermedad, condenadas o consideradas como no merecedoras de cuidado serían colocadas lejos de los espacios sagrados.


Los ocupantes esclavizados de Portugal medieval no habrían sido necesariamente impedidos de un entierro adecuado. Muchos se bautizaron al llegar a Portugal y, por lo tanto, tenían derecho a un funeral cristiano si el dueño de los esclavos decidía hacerlo. Sin embargo, debido a las malas condiciones a bordo de los barcos, muchas personas llegaron tan debilitadas que murieron sin ser bautizadas. "En esos casos", explican Ferreira y sus colegas, "como su humanidad no fue reconocida, los cadáveres fueron tratados como restos de animales: enterrados sumariamente en cualquier campo libre o arrojados a la basura".

Más de la mitad de las personas "parecían haber sido enterradas sin cuidado", señalan Ferreira y sus colegas. "Además, seis individuos mostraron evidencia de haber sido atados cuando fueron inhalados". Esta sugerencia de que varias personas habían sido atadas ha intrigado a otros académicos, aunque no queda claro a partir de la investigación publicada si las extremidades unidas estaban relacionadas con el estado de esclavitud de la gente o con un método más funcional para deshacerse de los cuerpos.

El antropólogo biológico Tim Thompson en la Universidad de Teesside elogió la "investigación sólida", pero también me dijo que "es difícil evaluar realmente los ejemplos de individuos vinculados porque hay muy pocos y no se presentan cifras". Sugiere que comparar "el posicionamiento anatómico con ejemplos de fosas comunes modernas permitiría un análisis más profundo. Hay muchos ejemplos de ataduras y vendas en estos entornos modernos de violencia masiva, junto con la deposición irrespetuosa de cuerpos".

Ellen Chapman, bioarqueóloga y especialista en recursos culturales de Cultural Heritage Partners, también me dijo que espera seguir trabajando en este sitio y en esta colección de esqueletos porque "este sitio es increíblemente perturbador y ilustra claramente el maltrato generalizado. de esclavos por los arquitectos del comercio transatlántico de esclavos ". En particular, Chapman señala que "esta colección esquelética es indicativa de la alta mortalidad asociada con los barcos de esclavos y el Paso Medio". Thompson agrega que "este trabajo tiene el potencial de contribuir a nuestra comprensión de los contextos antiguos y modernos de esclavitud forzada".

Al final, Ferreira y sus colegas concluyen que "la colección osteológica del Valle da Gafaria es extremadamente importante para los estudios de esclavitud. No solo hay pocos cementerios de esclavos en el mundo, sino que Lagos es la muestra más antigua que se ha descubierto y estudiado en el mundo. mundo."

martes, 26 de marzo de 2019

Golpe de estado: Las razones válidas

24 de marzo, lejos de la verdad

Por Rogelio López Guillemain - Tribuna de Periodistas



Otra mirada sobre un día emblemático


Soy un defensor incondicional de la Democracia y fundamentalmente de la República, amo a mi país y deseo, trabajo y escribo intentando mejorar el presente de nuestra patria; para ello, procuro acercar un punto de vista crítico, ecuánime e intelectualmente honesto.

Conocer la Historia Argentina y analizarla con la razón y no con la pasión, puede ayudarnos a entender nuestro pasado y nuestro hoy, para prevenir de este modo que repitamos los mismos errores en el futuro.  Advierto en los comentarios de mis artículos previos, adjetivos peyorativos hacia mi persona, calificativos que se esgrimen cuando se carece de fundamentos para debatir sobre algún tema y estoy seguro que este escrito no será la excepción.  Me resulta detestable el uso de la fuerza tanto física como verbal y ese uso de la fuerza es parte de esta historia.

El 24 de marzo de 1976 se produjo el último golpe militar en la Argentina, hecho lamentable que destituyó a un gobierno también lamentable.  Pero este escrito no pretende realizar un análisis político de ese suceso; sólo presentaré unos breves conceptos referidos a la guerra subversiva y a la posterior represión.

Nuestra historia de enfrentamientos entre argentinos se remonta a los albores de nuestra patria, desde el mismísimo 1810 (entre quienes querían liberarse de España y los que no), luego continuó con la guerra civil entre unitarios y federales que (teóricamente) finalizó en 1860 con la unificación de todas las provincias bajo la Constitución Nacional.

Desde ese momento, en el que se alcanzó una relativa la paz interior, la Argentina concentró sus energías en crecer y lo hizo de una manera formidable, al punto de llegar a convertirse en el 7° país del mundo apenas 50 años después.

Llegamos así a la década del 1960, época en la que se popularizan en Latino América, las ideas subversivas de la Revolución cubana (1959) y de sus artífices, Fidel Castro y el Che Guevara; quienes se convirtieron en ídolos, promotores y entrenadores de la guerrilla en Argentina, en todo Latino América e incluso en África.

Luego de algunas acciones militares revolucionarias aisladas en el norte de nuestro país (aún durante los gobiernos constitucionales de Frondizi e Illia), llega a Cuba (1966) el primer contingente de argentinos que recibirá entrenamiento subversivo; situación que se repitió por más de 10 años y que vio desfilar por aquellas tierras, entre otros, al periodista Jorge Masetti, a John William Cooke, a Marcos Osatinsky, a Fernando Abal Medina y al padre Carlos Mujica.

Con el paso del tiempo, las fuerzas subversivas fueron mutando hasta consolidar dos facciones principales, el ERP (ejército revolucionario del pueblo, de estirpe comunista) y Montoneros, principalmente peronista.

Se intentó replicar la experiencia cubana de guerrilla rural, y su fracasó,  lo que llevó a los cabecillas revolucionarios a tomar la decisión de trasladar el escenario de los combates a las ciudades.  Así comenzaron los atentados en bares, edificios, oficinas o en la misma calle; las tomas de comisarías, radios, puestos militares, los sabotajes, secuestros extorsivos y asesinatos de policías, militares y civiles.

Las fuerzas subversivas tenían una clara organización militar; había escalafones, planes de acción, batallones, pelotones, reglamentos, tribunales y juicios sumarios.  Poseían un área de propaganda, una de reclutamiento, un ala política, fábricas de armamento y centros de detención y tortura llamadas “cárceles del pueblo”.

Para combatirlos, los sucesivos gobiernos fueron cambiando sus formas. Primero los enfrentaron con la policial, luego con la gendarmería y finalmente con las fuerzas armadas.

En 1971 se crea la Cámara Federal en lo Penal (CAFEPE), área del poder judicial dedicada exclusivamente a los delitos subversivos, delitos deficientemente contemplados en el Código Penal.  En ella, hasta el momento de su disolución, se juzgaron (con todas las garantías jurídicas) y condenaron a prisión unos 600 guerrilleros, se absolvieron otros tantos y estaban siendo procesados otros 500 sospechosos más.

En 1973 es elegido como presidente Cámpora, y su primer medida de gobierno, fue liberar los presos y procesados por la CAFAPE; luego disolvió la Cámara Federal y anuló las leyes que castigaban con pena de prisión perpetua a quien asesinara un policía o un militar.  Los integrantes de esta Cámara sufrieron suertes muy diversas, unos se exiliaron, otros padecieron atentados y el juez Jorge Vicente Quiroga fue asesinado.

Ese mismo año, llega Perón a la Argentina y se produce la Masacre de Ezeiza, desencadenada por los montoneros.  Posteriormente, Perón  tuvo un triunfo aplastante en las elecciones presidenciales y la mano derecha del presidente, Lopez Rega, crea la entidad parapolicial conocida como la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina).

Tras la muerte de Perón, asume la presidencia “Isabelita”. En 1975 establece el estado de sitio y ordena “aniquilar el accionar de elementos subversivos que actúan en la provincia de Tucumán”, orden que fue extendida a todo el país por el presidente de la Cámara del Senado, Ítalo Lúder, quien asumió el ejecutivo tras la licencia por enfermedad de Isabel Martínez de Perón.

Se intentó reflotar la idea de la Cámara Federal, pero el núcleo duro del peronismo se negó a aceptarlo; tampoco había juez alguno que quisiese asumir ese cargo, teniendo en cuenta el macabro destino de uno de sus antecesores.  Es interesante recordar la opinión del General Edgardo Vilas (el que cumplió la orden del gobierno peronista de aniquilar la guerrilla) sobre el estado de la justicia en ese entonces, comentó que “Es más fácil hacer pasar un camello por el ojo de una aguja, que condenar en sede judicial a un subversivo”.

Finalmente, en 1976, se produjo el último golpe militar de nuestra historia.  Hasta ese momento, luego de más de 15 años de enfrentamientos, el número oficial de desaparecidos (CONADEP) era de 908 personas, número que ascendió a unos 7.000, según confirma el último informe oficial del 2008.

Una vez puntualizado los que considero los principales acontecimientos de esta etapa de nuestra historia, creo oportuno formular ciertos interrogantes y dar mis pareceres.

*¿Fue o no una guerra lo que aconteció en Argentina?


Se enfrentaron dos ejércitos, el estatal y el guerrillero; este último tenía una organización reglamentaria, logística y de escalafón propia de un ejército, incluso ellos mismos se definían como tal.  Por ello creo que sí hubo una guerra (no convencional) en Argentina.

*¿Variaron las tácticas de combates de ambas fuerzas a lo largo del conflicto?


Si.  La guerrilla dejó el inefectivo foquismo rural y eligió como campo de batalla las ciudades. Este cambio buscaba, sumar adeptos entre los obreros y estudiantes (ya que los peones de campo no los seguían) y “camuflarse” entre la multitud, con el implícito riesgo para la población en general.

La represión comenzó con las fuerzas policiales y a medida que los atentados aumentaban en cantidad e importancia, la gendarmería y luego el grueso de las fuerzas armadas se ocuparon de la lucha.  También debemos recordar, que en un principio se los combatió en forma anárquica, luego se creó un órgano judicial especial (que fue destruido por Cámpora) y finalmente se instauró la figura del desaparecido, con la que se ocultaban los muertos.

*¿Ambas fuerzas cometieron delitos de lesa humanidad?  ¿Son comparables?


Si, ambas fuerzas los cometieron, pero no son comparables.

Las fuerzas armadas combatieron contra un “enemigo interior” (como dice la Constitución) y cumplieron con el mandato de la entonces presidente Isabel Martínez de Perón.  Existieron militares (algunos de sus miembros, no la institución), que cometieron delitos de lesa humanidad y que por ellos deben ser juzgados y condenados.

Las guerrillas, generan SIEMPRE delitos de lesa humanidad.  No existe ninguna razón que justifique el querer imponer las ideas por la fuerza y menos aún durante gobiernos democráticos como lo fueron los de Frondizi, Illia y Perón.

*¿Qué queda hoy de todo esto?


En la actualidad, se habla de “los militares diabólicos” de un lado y de “los jóvenes idealistas” del otro. Y en realidad no es ni una cosa ni la otra.

A pesar de ser “políticamente incorrecto”, creo que debemos reconocer, que gracias a las fuerzas armadas (a pesar de lo nefasto de las desapariciones y los abusos), no vivimos más la pesadilla de la guerrilla; guerrilla que nos aterrorizó colocando 5052 bombas, realizando 1748 secuestros y asesinando a 1.501 personas (civiles, militares y policías).

Las fuerzas armadas como institución deben ser salvaguardadas (como se hace en todo el mundo) y se debe condenar con todo el peso de la ley, a aquellos militares que cometieron delitos.

Por su parte los guerrilleros no eran “nenes buenos”; secuestraban, torturaban y mataban, incluso hubieron muchos niños y adolescentes asesinados por los subversivos.  Esto no debería quedar impune.

Pero sobre todo, creo que debemos dar vuelta la hoja y seguir adelante.  Países que han estado en guerra como Estados Unidos y Japón o Gran Bretaña y Alemania, se transformaron en socios a los pocos años; Chile y Uruguay superaron hace años el lastre histórico de la guerra subversiva; es tiempo que Argentina entre al siglo XXI y deje atrás este doloroso pasado.

lunes, 25 de marzo de 2019

Golpe de 1976: Los planes para destituir a la prostituta peronista

La historia secreta de cómo se gestó el golpe del 24 de marzo de 1976


Por Juan Bautista "Tata" Yofre | Infobae



Los últimos meses y días de Isabel Perón en el poder

El golpe militar del 24 de marzo de 1976 demandó un largo proceso de reuniones castrenses en medio de un clima de violencia en las calles de la Argentina y, en especial, una crisis interna dentro del partido peronista en sus áreas política y sindical. Hubo un momento particular y fue cuando tras una temporada de descanso en Ascochinga, Córdoba, la presidenta Isabel Martínez de Perón decidió retornar al poder que, hasta ese momento, detentaba el senador Ítalo Luder. Su vuelta al centro de la política iba a llevarse a cabo el 17 de octubre, nada menos que el Día de la Lealtad justicialista.

En esos días, un observador privilegiado como Robert Hill, embajador de los Estados Unidos, informó al Departamento de Estado, respecto de Isabel Perón: "Su autoridad y posición está tan socavada que no puede tomar las riendas del poder. La manera en que deje estas riendas, de buena voluntad, tendrá mucho que ver con quién la reemplazará. En caso de que retorne el 17 de octubre a retomar la presidencia y se dedique a gobernar, poco después tendría lugar un golpe militar, posiblemente hacia fin de año".

El viernes 17 de octubre de 1975 amaneció soleado y caluroso. Isabel Perón se asomó al balcón de la Plaza de Mayo avanzada la tarde. Columnas obreras, prolijamente encuadradas detrás de los distintivos de sus organizaciones, la ovacionaron al grito de "Si la tocan a Isabel habrá guerra sin cuartel".

Las carpetas del golpe. Un "plan líquido". Los dos golpes

Los historiadores suelen hurgar en el pasado el día y la hora en que se tomó la decisión de deponer a la viuda de Perón. En el Ejército la idea fue madurando con el paso de las semanas tras la asunción de Jorge Rafael Videla como comandante del Ejército (agosto de 1975). Luego se tomó la decisión de preparar una carpeta con lineamientos generales: un plan líquido para actuar en cualquier situación de emergencia política que se produjera para ser utilizado sin fecha. La conspiración tuvo dos niveles muy bien definidos. Uno con la ayuda de asesores civiles, mientras, en el marco estrictamente castrense, se construía un entretejido de directivas destinadas a llevar adelante una represalia mayúscula.

Nadie pudo imaginar lo que se estaba tramando. Años más tarde, el ex presidente Raúl Alfonsín declaró que pensaba que la respuesta militar a la subversión no sería tan brutal. Que iba a ser una "dictablanda" como la de Lanusse. Imposible. Para esa época, no existía, ni existiría, una Cámara Federal Penal (El Camarón) porque había sido disuelta en 1973 y sus jueces, secretarios y fiscales perseguidos. Alguno (Jorge Vicente Quiroga) asesinado por el ERP-22 (uno de sus asesinos se pasea libremente por la calle); otros marcharon al exilio (el juez Jaime Smart, por ejemplo). Era difícil dimensionar la profundidad del odio que sobrevolaba entre los militares: asaltos a sus guarniciones; asesinatos a sus oficiales –y esposas– en la calle o en combate; secuestros seguidos de muerte (Argentino del Valle Larrabure o el coronel Jorge R. Ibarzábal) y "cárceles del pueblo" donde se los torturaba.

En las reuniones del Ejército se fueron macerando varias alternativas para enfrentar la evolución de los acontecimientos. En una de esas reuniones (6 de noviembre de 1975), presidida por Videla, quedó anotada en una de las libretas de apuntes del general Albano Harguindeguy, en ese momento subcomandante del poderoso Primer Cuerpo de Ejército, las cinco alternativas que estudiaba el Ejército:

"ACTITUD (de la) FUERZA: Cursos de acción posibles.

  1. Mantener actitud (de) prescindencia política de la Fuerza.
  2. Bordaberrización del proceso.
  3. Alejamiento del Poder Ejecutivo (PE)-ante ello-un interinato de Luder para crear un poder real.
  4. Renuncia – ley de acefalía – facilitar un poder real.
  5. Tomar el poder por parte de las FF.AA., a la situación se le puede responder con algunos de estos cursos de acción (CA) básicos."


Monseñor Tortolo intenta lo imposible

Tres hechos de características armadas paralizaron la vida de los argentinos de diciembre de 1975, aportando sus cuotas de dramatismo y conmoción. La guerra civil de la que hablaban unos y otros estaba en su momento culminante: 1) El 3 de diciembre son asesinados el general de brigada (R) Jorge Esteban Cáceres Monié y su esposa; 2) el 18 se produce una sublevación en el seno de la Fuerza Aérea y el Movimiento de Integración y Desarrollo (MID) anunció su separación del Frente Justicialista de Liberación, del que había formado parte en los últimos tres años; 3) el 23 es asaltado el Batallón Depósito de Arsenales 601 "Domingo Viejobueno".

El lunes 29 de diciembre de 1975, el vicario castrense, monseñor Servando Tortolo visitó a Isabel Perón. Conversaron a solas. En la ocasión "le habría transmitido a la señora de Perón la insistencia de los tres comandantes en jefe para que ella se alejara del poder. A su vez, ella indicó su voluntad de cambiar su gabinete, liberarse de su secretario privado Julio González y del dirigente del sindicalismo Lorenzo Miguel, pero insistió en que debía seguir al mando del ejecutivo sin ninguna condición restrictiva. Los tres comandantes generales replicaron a través de Tortolo que su propia remoción del poder era el único punto no negociable". (Informe Nº 08456 de la embajada de los Estados Unidos).

En esos días en la revista católica "Criterio" se escribió: "El país marcha a la deriva…En el curso de 1975, hubo 4 ministros del Interior, 4 ministros de Economía, 5 ministros de Bienestar Social, 3 ministros de Trabajo, 3 ministros de Relaciones Exteriores, 3 ministros de Defensa, 3 comandantes generales del Ejército, 3 interventores en Mendoza, 4 'hombres de confianza' de la Presidente y 5 secretarios de Prensa y Difusión".

El costo de la vida aumentó en enero 14% y en febrero tocó el 20%. El aumento salarial (del 18%, con un mínimo de 150.000 pesos) que otorgó el ministro Cafiero el 22 de enero fue absorbido por la inflación a los pocos días. El dólar subió, entre enero y los primeros 10 días de febrero, de 12.500 a 32.000 pesos. Y pronto llegaría a 38.000 en el mercado paralelo. Para peor, desde el Parlamento no le trataban las leyes que impulsaba y sobre su figura se lanzaban todo tipo de improperios desde el propio peronismo; hasta de ser un maniquí de su segundo, Guido Di Tella. "Esta situación ha llegado al límite de lo tolerable", afirmó uno de sus colaboradores más próximos. El miércoles 4 de febrero, asumió como ministro de Economía, Emilio Mondelli. También juró Miguel Unamuno en lugar de Carlos Ruckauf en Trabajo.

El viernes 7 de febrero de 1976, el Rambler negro que trasladaba al gobernador de la provincia de Buenos Aires, el sindicalista Victorio Calabró, ingresó a la residencia presidencial de Olivos un minuto antes de las 19 horas. Iba a entrevistarse con la presidenta Perón luego de mucho tiempo de desencuentros. La reunión duró más de una hora en la que prácticamente habló el gobernador de Buenos Aires. Un monólogo, solo interrumpido con un "claro", un "sí" o "un tome nota Ares" de parte de Isabel Perón. Calabró sobrevoló el panorama nacional de esos días. Habló de lo mal que iba la economía y la falta de coherencia; la invitó a la viuda de Perón a salir a recorrer el país; terminar con su encierro y retomar el diálogo con todos los sectores y partidos políticos. La reunión terminó cerca de las 21, luego Calabró con sus acompañantes se retiraron a comer un asado en las cercanías. Mientras cortaba una tira de asado les comentó: "Bueno, no podrán quejarse, les di el gusto. Pero no sirve. Es como hablarle a una pared, no entiende nada".

Raúl Quijano con Henry Kissinger. Lo que pensaba el Departamento de Estado



El canciller Raúl Quijano y su colega Henry Kissinger en la residencia del embajador argentino en los EE.UU

El 11 de febrero, el canciller Raúl Quijano se reunió con Henry Kissinger, Secretario de Estado de los EE.UU. La reunión fue en la residencia del embajador argentino, Rafael Vázquez a pasos de Dupont Circle. El encuentro fue franco y a agenda abierta. En un momento de la conversación, Quijano invitó a Kissinger a visitar la Argentina. Sin perder la cordialidad, respondió negativamente: "Necesitaría cuatro divisiones para custodiarme".

Para el encuentro con Quijano, el Departamento de Estado le preparó al Secretario de Estado una minuta de 7 páginas ("Briefing Memorándum", 10 FEB 1976), donde se detallaba la situación argentina. Llevaba la firma de Harol H. Saunders. Lo sustancial fue que bajo el subtítulo "Gobierno post golpe" el informe estadounidense expresó: "Si las Fuerzas Armadas asumieran el control del poder por un período largo, los argentinos se verían sujetos a reglas de severidad sin precedentes. Los líderes militares probablemente optarían por un programa económico muy rígido y austero que requeriría (una) considerable represión para ser implementado".

El Ministro de Economía informa a la CGT

El miércoles 10 de marzo, a las 18.30, frente a las cámaras de televisión, con la asistencia de la Presidente, el ministro Emilio Mondelli, Casildo Herreras, Lorenzo Miguel y los secretarios generales de los gremios, Isabel Perón pronunció un discurso en el Salón Felipe Vallese de la CGT. Cuando terminó observó que no había transmitido el optimismo ni el respaldo que necesitaba. Rápida de reflejos, intentó contagiar confianza. Dijo: "Veo demasiadas caras tristes. Yo sé que cuando hay que ajustarse el cinturón las caras se ponen tristes. Pero también les digo que no hay que perder el optimismo, porque si no estuviera segura de que vamos a salir adelante no estaría sentada aquí delante de ustedes. Muchachos, no me lo silben mucho al pobre Mondelli".

En este clima, el mismo martes 16, Ricardo Balbín enfrentó las cámaras de televisión: […] desde aquí invoco al conjunto nacional, para que en horas exhibamos a la República un programa, una decisión, para que se deponga la soberbia cuando se trata de estas cosas. Lo digo desde arriba para abajo. No hay que andar con látigos, hay que andar con sentidos morales de la vida […] Algunos suponen que vengo a dar soluciones. No las tengo, pero las hay". "Señoras y señores: pido disculpas, vienen de lo hondo de mí pensamiento estas palabras que pueden no tener sentido, pero tienen profundidad y sinceridad. No soy muy amante de los poetas, pero he seguido a un poeta de mí tierra: 'Todos los incurables tienen cura, cinco minutos antes de la muerte…..desearía que los argentinos no empezáramos a contar ahora los últimos cinco minutos".


10 de marzo de 1976: Isabel habla en salón central de la CGT

Una carrera contra reloj. Casildo Herrera viajó a Montevideo

El lunes 22 de marzo, después de más de dieciocho años de exilio, el empresario Jorge Antonio volvió a su país (con la garantía del general Dalla Tea). Fue uno de los grandes amigos del ex presidente Perón. Horas más tarde, dio una conferencia de prensa en un hotel céntrico de Buenos Aires. El viejo amigo de Juan Domingo Perón dijo: "Si las Fuerzas Armadas vienen a poner orden, respeto y estabilidad, bienvenidas sean". Finalizó diciendo que volvió cuando muchos "desean irse…cuando otros escapan".

Precisamente, la tapa de La Nación del martes 23 de marzo de 1976, informó que el dirigente Casildo Herreras, secretario general de la CGT, había viajado al Uruguay. Cuando el periodismo lo encontró, solo comentó "no sé nada, me borré". Tras muchos años de aquél momento uno de sus confidentes me relató que Herrera sabía que el golpe militar era inminente y aprovechó la convocatoria a una reunión sindical en Montevideo. Tras el golpe una "patota" intentó viajar para secuestrarlo pero personal de la embajada de los Estados Unidos lo llevó a la embajada de México. De esta manera le agradecieron la actitud de haber adherido a la CGT dentro de la AFL-CIO (la internacional sindical). Tras viajar a México el ex secretario general de la CGT se instaló en Madrid, España, donde paso sus años de exilio viviendo muy modestamente.

En la página 6 de la edición dominical del 21 de marzo, apareció el líder conservador Álvaro Alsogaray cuestionando la posibilidad de un golpe militar: "Nada sería más contrario a los intereses del país que precipitar en estos momentos un golpe. ¿Por qué habría un golpe de Estado de liberar a los dirigentes políticos de su culpabilidad? ¿Por qué transformarlos en mártires incomprendidos de la democracia, precisamente en el momento en que se verán obligados a declarar su gran fracaso?".

El final: el encuentro con los comandantes generales. Las últimas horas de Isabel Perón en la Casa Rosada

"La crisis alentaba el golpe militar, que a su vez ahondaba la crisis en una clara relación acumulativa. No es que la amenaza de golpe provocó la crisis sino que los últimos vestigios de autoridad se diluían ante el anunciado golpe", meditó José Alberto Deheza, ministro de Defensa, la tarde del lunes 22 de marzo de 1976. Por lo tanto, al día siguiente les iba a pedir una clara definición a los comandantes generales.

A las 11 de la mañana del martes 23 se reunió con los jefes militares y les dijo: "Todos los diarios de la mañana coinciden en señalar que hoy es el día de las grandes decisiones, así también lo entiende el gobierno en cuyo nombre les pido una definición sobre la inminencia del golpe militar". Luego, pasó a leerles un documento con sugerencias de las Fuerzas Armadas que el gobierno había recibido el 5 de enero pasado. Los tres comandantes respondieron que el documento contenía sugerencias y no una exigencia de las FF.AA.



"Una minuta" contiene, además de las palabras del ministro, otras revelaciones. La respuesta que formuló, en nombre de los tres, el almirante Emilio Eduardo Massera: "Señor Ministro. Si usted nos dice que la señora presidente está afligida y acorralada por el gremialismo. Si, además, nos sondea para ver cómo podemos ayudarla. Nuestra respuesta es clara: el poder lo tienen ustedes. Si lo tienen úsenlo, si no que la señora presidente renuncie". La reunión se levantó y los comandantes se reunieron para deliberar en sus propios comandos.

Años más tarde, Jorge Rafael Videla me relató: "Cuando salimos (de la cita con Deheza), los comandantes nos cruzamos al Edificio Libertador (sede del Comando General del Ejército). Nos preguntamos ¿qué hacemos, mañana va a pasar lo mismo? De esta gente ya no se puede esperar nada. Los planes de la "Operación Aries" (nombre en clave del golpe) estaban terminados, lo mismo que las directivas "Bolsa" y "Perdiz" (detención de blancos).

Cuando llegamos al despacho (de Videla) nos comunicamos con el "Colorado" Fernández y le preguntamos ¿cómo está todo por allí? 'Bien', fue la respuesta del jefe de la Casa Militar de la Presidencia. Muy bien, dígale a la señora presidente que por razones de seguridad viaje a Olivos en helicóptero". Era el mensaje que Fernández debía recibir para comenzar la operación de detención de Isabel Perón.

El helicóptero presidencial tardó en llegar desde Olivos. Cuando lo hizo, Isabel Perón se dispuso a viajar. La despidieron en la azotea de la Casa de Gobierno algunos miembros de su custodia y dos o tres oficiales de granaderos.

"La perdiz cayó en el lazo". La detención de Isabel Perón

Según la mayoría de los historiadores, el helicóptero decoló, a la 0.50 del 24 de marzo de 1976, con la presidente; Julio González, su secretario privado; Rafael Luisi, jefe de la custodia personal; un joven oficial del Regimiento de Infantería I Patricios, el edecán de turno (teniente de fragata Antonio Diamante) y dos pilotos de la Fuerza Aérea. En pleno vuelo, el piloto más antiguo le dice a la presidente que la máquina tenía un desperfecto y que necesitaba bajar en Aeroparque. Cuando bajan, Luisi observa un sospechoso movimiento de hombres e intenta manotear su pistola. "Quédese tranquilo", le dijo la señora de Perón. Pese a las sospechas de Luisi, ella bajó y se encaminó hacia el interior de las oficinas del jefe de la Base. Cuando entró, las puertas se cerraron para los otros miembros de la delegación. A la 01, aproximadamente, entraron al salón principal del edificio el general José Rogelio Villarreal, el almirante Pedro Santamaría y el brigadier Basilio Lami Dozo.

–Villarreal: "Señora, las Fuerzas Armadas se han hecho cargo del poder político y usted ha sido destituida"

–Señora de Perón: "¿Me fusilarán?"

–Villarreal: "No. Su integridad física está garantizada por las Fuerzas Armadas"

Luego, ella se extendió en un largo parlamento. "Debe haber un error. Se llegó a un acuerdo con los tres comandantes. Podemos cerrar el Congreso. La CGT y las 62 me responden totalmente. El peronismo es mío. La oposición me apoya. Les doy a ustedes cuatro ministerios y los tres comandantes podrán acompañarme en la dura tarea de gobernar".

En un momento de la conversación, amenazó con que iban a "correr ríos de sangre" por el país a partir de su destitución, de la movilización de los sindicatos y de las manifestaciones populares. Dijo que las Fuerzas Armadas no iban a poder contener la protesta popular por su caída. Como toda respuesta, se le dijo: "Señora, a usted le han dibujado un país ideal, un país que no existe".

En esos minutos, otro alto oficial se comunicó con los comandantes generales. Les pasó la contraseña: "La perdiz cayó en el lazo". Isabel Martínez de Perón había sido detenida.

Mientras Isabel hablaba con los tres delegados militares, se mandó a buscar a "Rosarito" (la empleada que la acompañaba desde España) a Olivos. Previamente se le había ordenado que hiciera dos valijas con ropa para la señora. A la 1.50 un avión de la Fuerza Aérea partió con la ex presidente, en calidad de detenida, a Neuquén.

A las 10.40 de la mañana, la Junta Militar asumió el poder, en medio de una gran tranquilidad pública.

domingo, 24 de marzo de 2019

Guerra contra la Subversión: Juzgan a exitosa operación de contrainteligencia

Discursos infiltrados en novelas de Andrea del Boca y atentados contra empresarios y funcionarios: a 40 años de la "Contraofensiva" de Montoneros

Este martes empieza el juicio de lesa humanidad “Contraofensiva Montonera” con 9 represores sentados en el banquillo. Se trata de privaciones ilegales de la libertad, tormentos y asesinatos contra 94 víctimas entre 1979 y 1980. Los casos más resonantes y la palabra de los protagonistas sobre uno de los hechos más controvertidos de la lucha política de los ´70
Por Juan Manuel Mannarino | Infobae




Mario Firmenich en el documental Resistir

De barba tupida, mate en mano, el líder montonero Mario Firmenich mira fijamente a la cámara, en París, y dice:

-Nuestro pueblo sabe luchar en las más variadas circunstancias. El objetivo es hacer retroceder a la dictadura. Exigimos se llame a elecciones y la única opción para el triunfo es armar un Frente Nacional.

Es 1978 y el fragmento forma parte de "Resistir", una suerte de larga entrevista en formato documental elaborado por la cúpula montonera desde el exilio, con textos de Juan Gelman y dirigida por Jorge Cedrón.

El llamado de Firmenich por una "resistencia del pueblo argentino" era, en definitiva, parte de una nueva estrategia política: la Contraofensiva Montonera.

El diagnóstico político de Montoneros había sido que los militares, tras más de tres años de feroz represión, estaban enfrentando una crisis de legitimidad social.

Fue entonces cuando la cúpula resolvió que integrantes que se encontraban exiliados, y otros que estaban aún dentro del país, fueran reclutados para una nueva tarea. La orden circuló en un documento interno: "Efectuar acciones directas y propagandísticas en Argentina entre 1979 y 1980".

Pero el servicio de inteligencia del Ejército siguió sus movimientos y emprendió un plan de acción para neutralizar la misión. Cerca de 600 militantes montoneros se sumaron a la Contraofensiva y muchos sortearon la represión, aunque otra buena parte de ellos fueron secuestrados, torturados y asesinados. Otros continúan desaparecidos.

Pasaron 40 años de esos hechos y el martes próximo, en el Tribunal Oral Federal N° 1 de San Martín, empezará el juicio por "Contraofensiva Montonera", como se la denomina en el expediente. En el banquillo habrá 9 represores, acusados de privación ilegítima de la libertad, tormentos y asesinatos contra 94 víctimas. Y los delitos fueron caratulados como crímenes de lesa humanidad "por haberse cometido en el contexto de un plan sistemático de represión desde el aparato estatal".

Volver para no morir

Para concretar la Contraofensiva, el autodenominado Ejército Montonero planeó que sus miembros más activos se agruparan en dos unidades: las TEI –Tropas Especiales de Infantería-, un grupo comando entrenado en el sur del Líbano "destinado a efectuar operaciones armadas en el país"; y las TEA –Tropas Especiales de Agitación, Prensa y Adoctrinamiento-, que estaban consignadas a tareas de propaganda.


“La Contraofensiva es una etapa de la guerrilla revolucionaria china, inspirada en escritos de Mao Tse-Tung, y Montoneros la adopta”, dice el historiador Hernán Confino

El historiador Hernán Confino hizo su tesis de doctorado sobre este tema y piensa que fue la última jugada de Montoneros en su estrategia por ser un partido de vanguardia. "La Contraofensiva es una etapa de la guerrilla revolucionaria china, inspirada en escritos de Mao Tse-Tung, y Montoneros la adopta", explica a Infobae.

Para Confino es imposible entender la Contraofensiva sin entender lo que sucedía en el exilio. "La jerarquía montonera estaba exiliada y hace una convocatoria a partir del '78 en sus centros políticos de México y España. Luego empezó la etapa de entrenamiento, que sucedió en Oriente por arreglos con la Organización para la Liberación de Palestina".

La propaganda consistía en la distribución de volantes y folletos y, sobre todo, en interferir clandestinamente las señales de televisión con mayor rating, como las novelas donde actuaba Andrea del Boca y partidos de la Copa Libertadores.

Mientras los televidentes estaban sentados en el sillón de sus casas, de pronto la transmisión se cortaba y sonaba la marcha peronista con discursos de los líderes montoneros. "Se buscaba derribar el relato de la dictadura, que decía que la lucha contra la subversión había sido un éxito rotundo. La Contraofensiva, en este sentido, es el último intento de Montoneros por irrumpir en la sociedad y decir 'acá estamos activos, no morimos, y los vamos a encauzar en el camino de la liberación'".


La cúpula de Montoneros

El primer tramo de la Contraofensiva Montonera fue un fracaso: se tradujo en la detención de la mayoría de los militantes que habían intentado reorganizarse dentro del país. La conducción evaluó los siguientes pasos. Se decidió que los que irían a ingresar al país debían aprovechar el caudal turístico veraniego a través de los pasos fronterizos de Brasil, Paraguay, Chile (por Mendoza y Bariloche) y Uruguay.

La segunda camada logró infiltrarse en el país con mayor éxito. Allí se desarrolla la principal actividad de agitación y propaganda, logran distribuir el libro Montoneros, el camino de la liberación y los militantes empiezan a tener reuniones con delegados sindicales para convocar a marchas y huelgas. También se planifican las acciones armadas.


Firmenich y Vaca Narvaja

Un eufórico Firmenich habla desde Nicaragua, al calor de la Revolución Sandinista: "El triunfo de la ofensiva del Frente Sandinista de Liberación Nacional es también el triunfo de la Contraofensiva Popular que se acaba de iniciar en nuestra patria"..

A fines del '79, el objetivo militar de Montoneros fue atacar a miembros del gabinete económico de José Alfredo Martínez de Hoz. Sin embargo, los atentados contra los funcionarios Juan Alemann y Guillermo Klein no prosperaron como sí el del empresario Francisco Pío Soldati, a quien matan a fuego de ametralladora.


El atentado y muerte del empresario Francisco Soldati

Fue el último acto: en 1980, Montoneros abandona la lucha armada.

"La Contraofensiva marcó el final del proyecto montonero, incluso hubo disidencias internas –analiza el historiador Hernán Confino-. Eso no implica que haya sido una locura de sus jefes sino que fue parte de los repertorios de acción política de Montoneros, no olvidemos que en 1976 arma un partido leninista. Quizás sea mejor entenderlo desde las palabras del líder Roberto Perdía, que dijo algo así como 'dimos con el diagnóstico, pero no con las recetas'. Lo que hay, en todo caso, es una derrota. Y una certeza: el aparato represivo de la dictadura seguía firme".

Los casos

Según la fiscal Gabriela Sosti, el juicio que arranca el martes marcará un antes y un después en la interpretación histórica.

"En primer lugar, es repensar el mito de la Contraofensiva, porque hay una opinión social amañada en considerarla como un delirio –dice en diálogo con Infobae-. El universo de víctimas no alcanza solamente a asesinados o desaparecidos sino que tendremos testigos que fueron sobrevivientes y una gran prueba documental que acredita la organización ágil y efectiva de la estructura de inteligencia de la dictadura en pos del exterminio. El otro mito a derribar es que, hacia 1980, la dictadura había aflojado en su faz represiva y eso no es cierto".


Bajas terroristas en combate: Antonio Tovo Cervigne, Norma Valentinuzzi Sretter, Margarita Gimenez Vich, Lorenzo Viñas Gigli, Hugo Alvarez Vocouber, Ana Weisen Miklawski, Sara Zermoglio Bailon y Ricardo López Zuker

Uno de los casos más significativos es el Noemí Gianneti de Molfino, que fue secuestrada en Perú y asesinada en Madrid. En la noche del 17 de junio de 1980, tres de los miembros de Montoneros que habían sido secuestrados en Lima por el Batallón de Inteligencia 601 del Ejército argentino fueron entregados por la Policía de Inteligencia peruana en el puesto fronterizo de Desaguadero, Bolivia. Noemí tenía 55 años, seis hijos militantes, y estaba temporariamente en Lima, como parte de una red de apoyo a Montoneros. Entre su secuestro -ocurrido ese día en Perú- y su asesinato -en un hotel de Madrid el 21 de julio de 1980- hay una trama de articulaciones entre las fuerzas armadas y los gobiernos de Argentina, Perú, y España.

"Queremos saber quiénes la mataron, pero también quiénes encubrieron el crimen", dice su hijo Gustavo Molfino, querellante en la causa. El terrorismo de Estado azotó a su familia desde tiempo antes de la muerte de la madre. Uno de los principales desvelos de Noemí era que en octubre de 1979 una patota militar había secuestrado a su hija Marcela Molfino y a su marido Guillermo Amarilla, militantes de Montoneros que también habían participado de la Contraofensiva, de quienes no había tenido más noticias. Marcela estaba embarazada de un mes al momento de su secuestro. En 2009 las Abuelas de Plaza de Mayo recuperaron a su hijo, Guillermo Amarilla Molfino, el nieto restituido 98.


Así paga el Diablo a quienes le sirven: Antonio Pared Vaio, Enrique Pecoraro, Mónica Pinus, Sara Ponti, Carlos Piccoli y Ricardo López Zucker

Noemí Molfino había sido una de las organizadoras de una red de protección de militantes montoneros en el exterior, como parte de la Contraofensiva. Tras su secuestro fue llevada a Madrid, en el marco de una campaña de propaganda de la dictadura que buscaba desacreditar las denuncias de desapariciones en Argentina. Sin embargo, la envenenaron en un hotel de la capital española. En la puerta de la habitación sus asesinos habían colocado el cartel de "No molestar".


Bien muertos: Angela Salomone Zárate, Ricardo Santilli Pariani, Diana Schatz, Juan Carlos Silva Ríos, Mirta Simonetti Olmos, Susana Solimano Ibarra, Julio Suárez Coria y Bernardo Tolchinsky Brenman

Otra de las historias resonantes es la de Mónica Pinus de Binstock. A fines de los '70, la pareja de militantes montoneros compuesta por Mónica Pinus y Edgardo Binstock vivían exiliados en Cuba. Él era el responsable del jardín de infantes que cuidaba a los hijos de los militantes montoneros –el documental "La guardería", dirigido por Virginia Croatto, hija del militante montonero Armando Croatto, que participó de la Contraofensiva y fue asesinado en 1979, ilustra ese período-. Ella estaba a cargo de los bebés. Entonces la cúpula de Montoneros les ordenó que viajaran a Brasil como parte de la Contraofensiva. A Mónica la secuestraron en Brasil cuando volvía al país, en 1980, y continúa desaparecida.

"Teníamos ciertas dudas del operativo, pero nos debíamos a la organización y por otro lado veíamos que la dictadura estaba en crisis con los primeros paros del '79 y asfixiada por la presión internacional. Además estaba la lucha del sandinismo en Nicaragua", recuerda ahora Edgardo Binstock, a la espera del juicio.

Tras la estadía en Cuba, Binstock fue el primero en arribar a Brasil. Mónica viajó con Horacio Domingo Campiglia, otro líder de la organización. Cuando se bajaron fueron sorprendidos por militares brasileños. Los separaron del resto de los pasajeros y, aunque se resistieron, los entregaron a represores del Batallón 601. Los subieron a otro avión con destino a Argentina. El plan represivo había resultado un éxito de logística.


Lo peor de una generación: Salvador Privitera Pritella, Jorge Quiroga Zilli, Julio Ramírez Olmos, María Raverta Gorostiaga, Adriana Riveiro Donadio, Matilde Rodríguez Suárez, Patricia Ronco Sánchez y Orlando Farías Ruiz

A los detenidos de Contraofensiva los trasladaron hacia Campo de Mayo, que funcionó como un centro de exterminio. Allí estuvieron junto con otras 40 personas secuestradas.

Según los datos del Equipo de Antropología Forense, la dictadura mató a más de 80 militantes –entre asesinados y desaparecidos- que habían regresado para participar de la Contraofensiva, entre 1979 y 1980. Mónica Pinus fue una de ellas.

Y de las historias con operativos menos cinematográficos pero que curiosamente fue llevada a la pantalla gigante, está la de Benjamín Ávila, que dirigió "Infancia Clandestina" basándose en su propia historia. Hijo de una madre en pareja con un alto mando montonero, Horacio Mendizábal, él era un niño cuando volvió con ellos a la Argentina para la llamada Contraofensiva: su madre fue desaparecida, la pareja de ella asesinada, su hermano menor apropiado y él criado por su padre en Tucumán.

Los victoriosos juzgados

"Si hoy fuera mediados de 1980, habría unas 48 personas para indagar y no sólo 9, porque todos los que integraban las estructuras de plana mayor estarían con vida", dice el abogado Pablo Llonto, representante de la querella.

Los represores imputados fueron parte de la jerarquía del Ejército: Jorge Apa, ex Jefe de la División Inteligencia "Subversiva Terrorista" dependiente del Departamento Interior de la Jefatura II de Inteligencia; Roberto Dambrosi, ex Jefe de la Compañía de Actividades Psicológicas del Batallón de Inteligencia 601; Raúl Pascual Muñoz, ex Jefe del Departamento Personal (G1) del Estado Mayor del Comando de Institutos Militares; Jorge Bano, ex Jefe de la División Operaciones del Departamento de Inteligencia (G2) del Comando de Institutos Militares; Eduardo Aschieri, ex Jefe de la División Planes del Departamento de Inteligencia (G2) del Comando de Institutos Militares; Carlos Casuccio, ex Segundo Jefe del Destacamento 201 de Inteligencia del Estado Mayor del Comando de Institutos Militares; Luis Firpo, ex Jefe de la Central Contrainteligencia y Jefe de la División Seguridad del Batallón de Inteligencia 601;  Marcelo Cinto Courtaux, ex Jefe de la Primera Sección de Ejecución perteneciente al Destacamento 201 de Inteligencia del Estado Mayor del Comando de Institutos Militares; y Alberto Sotomayor, ex Jefe de la Segunda Sección de Ejecución perteneciente al Destacamento 201 de Inteligencia del Comando de Institutos Militares. Los dos últimos habían estado prófugos durante años.


“La Contraofensiva tuvo que ver con una etapa de la resistencia a la dictadura. Sólo el 20 por ciento fueron acciones armadas. De más de 600 personas que participaron, sólo pudieron agarrar a 100, aunque de las que secuestraron hubo poca sobrevivencia. La brutalidad de la dictadura fue total”, dice Llonto abogado de las víctimas

Según Llonto, es un parte pequeña de un conjunto mayor de autores directos e indirectos tanto del Ejército como de las policías Federal y de la provincia de Buenos Aires.

Hay dos casos de niños apropiados durante la Contraofensiva, incluso, que se trataron en otros expedientes. "Éste es el primer juicio y ya hay otras instrucciones encaminadas. Cabe aclarar que en 2007 el juez Ariel Lijo había dictado 9 perpetuas contra represores, en un juicio escrito, pero ésta es la primera vez que se hace un juicio oral, con una causa global que es un desprendimiento de la Megacausa de Campo de Mayo".

La querella menciona un documento que permite conocer cómo el Ejército concentró su acción en la Contraofensiva: el relato del represor Eduardo Francisco Stigliano.

En un reclamo administrativo, el militar narró cómo le ordenaban matar a los prisioneros, inyectarles una droga mortal y envolver los cuerpos en nylon para ser arrojados al río. A partir de ese testimonio se reconstruyó de qué manera operaba la Sección de Operaciones Especiales de Campo de Mayo, que participó en la represión de la Contraofensiva.

La expectativa de los familiares –que durante décadas encabezaron una investigación con un trabajo exhaustivo- es que no sólo haya justicia y reparación para las víctimas sino que se corra el velo de lo realmente significó la Contraofensiva Montonera.

"Cuando el juez Claudio Bonadio ordenó la detención de Perdía, Firmenich y Vaca Narvaja, se instaló la teoría de que la conducción fue responsable de la muerte de los militantes –afirma Llonto-. Eso fue una paparruchada que la justicia misma rechazó. La Contraofensiva tuvo que ver con una etapa de la resistencia a la dictadura. Sólo el 20 por ciento fueron acciones armadas. De más de 600 personas que participaron, sólo pudieron agarrar a 100, aunque de las que secuestraron hubo poca sobrevivencia. La brutalidad de la dictadura fue total".

sábado, 23 de marzo de 2019

Buenos Aires: Visiones de un general británico en 1906

Buenos Aires en 1906, bajo la mirada de un general inglés


Daniel Balmaceda | La Nación







La Argentina de comienzos del siglo XX despertaba interés en los extranjeros. Para muchos, se encaminaba a ser potencia mundial. Aun lejos de parecer un paraíso en aspectos sociales y económicos, atraía grupos de inmigrantes que confiaban en su propia dedicación al trabajo y sacrificio personal para apuntar a un mejor destino que el que avizoraban en sus países de origen.

Pero también estaban los turistas (también llamados excursionistas), es decir, los que visitaban el país en viaje de placer. Entre ellos, el general Alexander Bruce Tulloch, un prestigioso militar británico que paseó por Brasil, la Argentina y Chile, a mediados de 1906. La casualidad hizo que este soldado inglés arribara a Buenos Aires cuando se cumplían cien años de la invasión de Beresford. Impresionado por la ciudad, a su regreso a Londres, dio una conferencia en el Royal United Services Institute (RUSI), entidad en donde aún se debaten cuestiones de defensa, seguridad y estrategia.


Alexander Bruce Tulloch, el militar que visitó la Argentina en 1906, cien años después de las Invasiones Inglesas, y quedó maravillado. Fuente: Archivo

Bajo el título "La República Argentina y sus vecinas", la exposición no abordó esos tópicos, pero dejó varias impresiones sobre aquella Buenos Aires de 1906 que conoció en su viaje.
Acerca del puerto (nuestro Puerto Madero), dijo:

Los diques de Buenos Aires, en los que entran todos los vapores, son la primera prueba tangible de la riqueza y prosperidad extraordinarias de la Argentina. Hay cuatro grandes diques en fila, paralelos a la línea del estuario, que se comunican entre sí y también, en los extremos, con el agua libre. Dos filas de vapores, y a veces tres, están amarrados a lo largo y a ambos lados de los diques. Los grandes depósitos en los muelles están provistos de todos los aparatos modernos para la carga y descarga de las mercaderías. Pero estas operaciones, o la administración del puerto, no se hacen con suficiente rapidez, porque, de otra manera, no habría allí semejante cantidad de vapores esperando el turno de cargar o descargar.

La Iglesia de San Ignacio, a metros de la Plaza de Mayo. Una reliquia de Buenos Aires, con el reloj que originalmente se instaló en la torre del Cabildo. Fuente: Archivo


Las calles de Buenos Aires también merecieron su comentario:

Al trasladarse en carruaje del vapor al hotel, se forja uno la idea de lo realmente magnífica que es la ciudad con su millón de habitantes. Después de comer, salí a dar un paseo a pie por la calle Florida, en la que estaba situado el hotel. El espectáculo era sencillamente sorprendente. No sólo estaba esa calle provista de luces eléctricas de arco, con soportes aéreos que atraviesan la calzada, sino que las tiendas y sus vidrieras estaban profusamente iluminadas también; y esas tiendas habrían hecho honor, por cierto, a la Rue de Rivoli parisina.

Algunas de las calles principales, asfaltadas en toda su extensión, están libres de las líneas de tranvías eléctricos, que forman una inmensa red de comunicaciones en toda la ciudad y sus suburbios. Aunque la mayor parte de las líneas de tranvías de la Argentina, así como las de ferrocarriles son de capital inglés, la fuerza eléctrica está en manos de un sindicato alemán. Los grandes edificios de los bancos, llenos de empleados y de clientes que entran y salen, dan también una idea de la prosperidad mercantil de la Argentina.

El general Tulloch hizo una curiosa aclaración: "Debo decir que, en todo tiempo que estuve en la República Argentina nunca vi un ebrio en las calles, y solo una media docena de mendigos, aparte de los discapacitados que frecuentan las aceras de la gran arteria principal, la Avenida de Mayo". En cuanto al hotel (cuyo nombre no ha brindado), aclaró que "las piezas y el servicio eran excelentes: pero la cocina o despensa era susceptible de mejoras". Y agregó: "En la Avenida de Mayo, la gente sentada por la tarde en los aceras casi le hace creer a uno que está en París y no en Buenos Aires".

Conceptos acerca de la población:

En la capital argentina los hombres y las mujeres son de raza europea, en lo que esta ciudad se diferencia de Río de Janeiro. Desde hace un tiempo, están llegando al país, grandes multitudes de inmigrantes del norte de Italia y corpulentos vascos de España y algunos de Francia. El año pasado su numero fue de 134.000 almas; entre ellos había 10.000 rusos y 7000 sirios. Gente fuerte, frugal y dura para el trabajo, que formará con el tiempo, una raza particularmente fina de argentinos. Un sitio tan bueno como cualquier otro para apreciar los habitantes de Buenos Aires es un asiento en el plaza de Palermo, el Hyde Park de Buenos Aires, desde el que puede observarse la fila de los carruajes que pasan.


En las estadísticas de todos los años, el Jardín Zoológico de Palermo figuraba entre los paseos públicos más visitados de la ciudad. Fuente: Archivo 

Opinión acerca de la mujer argentina:

Los carruajes no vuelven de Palermo a la ciudad sino muy tarde; pero como el resplandor de las luces eléctricas ilumina las calles entonces tanto como si fuera de día, uno puede apreciar allí, no solo la belleza fisonómica de las damas, sino también sus finos vestidos y sus joyas. Juzgando por estos dos últimos detalles, se diría que en Buenos Aires un hombre casado tiene que ser también un hombre rico.


Sin ser majestuosa a los ojos del visitante, la Catedral Metropolitana era muy concurrida en los Tedeum y en los aniversarios relacionados con San Martín. Fuente: Archivo

Pero el mejor sitio para tener oportunidad de admirar a las bellas argentinas de ojos pardos, de las que con razón puede decirse: "¡verlas y morir!", es la Ópera. Desgraciada o afortunadamente para mí tal vez, la Ópera no estaba abierta cuando llegué a Buenos Aires [se refiere al Teatro Colón que estaba en el tramo final de su construcción y recién abriría sus puertas en 1908]. No solo se dice que el edificio es, en su género, el tercero del mundo, sino que las damas, y sus perfectos trajes parisienses y sus joyas, dejan en la sombra a nuestro Covent Garden.

Durante los meses de verano, una gran parte de los habitantes pudientes de Buenos Aires, con sus esposas e hijas, se trasladan a una aristocrática estación veraniega llamada Mar de Plata, donde hay hoteles de primera clase y donde la gente joven, con sus bailes, sus partidas de recreo y otros entretenimientos por el estilo, pasan, como mis amigas americanas dicen, "un buen rato".
Acerca de la buena producción del país, señaló:

No se tiene idea en Inglaterra de lo mucho que dependemos de la República Argentina en materia de provisión de carne fresca. Ese país nos envió el año pasado 262.023 toneladas de carne vacuna congelada, por valor de 3.812.376 libras esterlinas y 1.7.692 toneladas de carnero congelado: por valor de 2.567.322, libras esterlinas, lo que hace un total de 6.379.698 libras esterlinas. En el mismo período, el valor de la carne recibida de Australia fue: buey, 239.740 libras y carnero 4.152.761 libras; total, libras 4.392.501. También los Estados Unidos envían menos carne fresca a Inglaterra que la República Argentina. Las cosechas de toda clase de cereales son maravillosas. En un campo de avena recogí una paja tan gruesa como mi dedo meñique.
El turista inglés también le dijo a sus compatriotas:

A no haber sido por la incapacidad completa de un general inglés que causó una terrible derrota al ejército británico, ese espléndido país sería ahora, no en teoría, sino positivamente, una parte del imperio británico. Aun cuando fuimos vergonzosamente batidos en 1806, cuando quisimos quitar Buenos Aires a los españoles, y las banderas de regimiento y reales que nos tomaron entonces pueden verse todavía en la iglesia principal de esa ciudad [se refiere a la Iglesia de Nuestra Señora del Rosario, conocida como Santo Domingo, situada en el barrio de Monserrat], cuya torre presenta, clavadas en ella algo que se dice que son balas de los cañones ingleses [en realidad fueron disparadas por los defensores], no hay gente más respetada y mejor considerada allí que la inglesa, cuyo número es de veinte mil almas.


La torre de Santo Domingo, a la que hace referencia el visitante británico. Por error, el disertante sostenía que las balas que dañaron la torre habían sido disparadas por los ingleses. Fuente: Archivo


Tulloch recomendó a su audiencia británica que en cuanto surgieran los primeros fríos, lo mejor que podrían hacer era tomar un barco y llegar al puerto de Buenos Aires. Así eran los tiempos en que parte del mundo miraba a la Argentina con admiración.

Por: Daniel Balmaceda

viernes, 22 de marzo de 2019

Rusia Imperial: La evolución de las fuerzas armadas durante el siglo 19

Las fuerzas militares rusas de la era imperial

Russian Armed Forces 1700-1917




Captura de Azov por Robert Kerr Porter. Pedro se para en primer plano, al mando de sus tropas.


Medido por grandes resultados, el establecimiento militar imperial ruso evolucionó a través de dos etapas distintas. Desde la era de Pedro el Grande hasta el reinado de Alejandro III, el ejército y la armada rusos lucharon, pidieron prestado e innovaron para obtener más éxitos que fracasos. Con la gran excepción de la Guerra de Crimea, las fuerzas navales y terrestres rusas superaron en gran medida los desafíos y contradicciones inherentes en diversas circunstancias y múltiples enemigos para extender y defender los límites del imperio. Sin embargo, en la época de Nicolás II, importantes fallas en el liderazgo y la adaptación generaron los tipos de desastres repetitivos y la desafección fundamental que excedían la capacidad de recuperación de los militares.

El ejército del siglo XVIII

El ejército y la armada rusos imperiales debían sus orígenes a Pedro I, aunque no tanto para el ejército como para la marina. Las raíces más profundas del ejército se encuentran claramente en el precedente de los moscovitas, especialmente con los nuevos regimientos de formación extranjera inspirados en Europa del zar Alexei Mikhailovich. El Gran Reformador respiró transformando energía e intensidad en estos y otros precedentes para formar un ejército regular permanente que para 1725 contaba con 112,000 soldados en dos guardias, dos granaderos, cuarenta y dos infantería y treinta y tres regimientos de dragones, con artillería de apoyo y auxiliares. Para servir a este establecimiento, también diseñó mecanismos administrativos, financieros y logísticos, junto con una estructura de rango racional y un reclutamiento sistemático de oficiales y soldados. Con una mezcla de extranjeros, el cuerpo de oficiales provenía principalmente de la nobleza rusa, mientras que los soldados provenían de los impuestos de reclutamiento contra la población campesina.


Flota de Pedro el Grande (1909) de Eugene Lanceray.


Aunque la fuerza de pie de Peter debía mucho al precedente europeo, su ejército divergió de los patrones convencionales para incorporar impuestos de caballería irregulares, especialmente cosacos, y para desarrollar un arte militar que enfatizaba la flexibilidad y la practicidad para combatir tanto a los enemigos convencionales del norte de Europa como a los adversarios menos convencionales de la estepa. Después del éxito mixto contra los tártaros y turcos en Azov en 1695-1696, y después de un revés severo en Narva (1700) contra los suecos al comienzo de la Gran Guerra del Norte, el ejército de Peter logró importantes victorias en Dorpat (1704), Lesnaya ( 1708), y Poltava (1709). Después de una abrupta pérdida en 1711 de los turcos en el río Pruth, Peter persiguió a sus adversarios suecos hasta que llegaron a un acuerdo en Nystadt en 1721. Posteriormente, Peter viajó a la cuenca del Caspio, donde a principios de la década de 1720 su Cuerpo Inferior (o Sur) Hizo campaña hasta el sur de Persia.

Después de la muerte de Peter, las fortunas del ejército disminuyeron y aumentaron, y gran parte de su desarrollo se caracterizó por el aspecto del legado petrino que parecía más político y apropiado para el tiempo y las circunstancias. Bajo la emperatriz Anna Ioannovna, el ejército llegó a reflejar un fuerte sesgo en la organización y las tácticas europeas, especialmente prusianas, un sesgo que durante la década de 1730 contribuyó a la derrota y la indecisión contra los tártaros y los turcos. Bajo la emperatriz Elizabeth Petrovna, el ejército revirtió parcialmente el precedente de Petrine, pero mantuvo un carácter europeo lo suficientemente fuerte como para rendirse cuentas en la Guerra de los Siete Años. Aunque en 1761 el péndulo de organización militar bajo Pedro III volvió a inclinarse breve y decisivamente a favor de los modelos inspirados en Prussian, un golpe de palacio en favor de su esposa, que se convirtió en la emperatriz Catalina II, dio paso a un largo período de renovado desarrollo militar. Durante el reinado de Catalina, el ejército libró dos grandes guerras contra Turquía y sus aliados de la estepa para emerger como la fuerza terrestre más grande de Europa. Tres comandantes fueron especialmente responsables de llevar el poder militar ruso contra los esquivos adversarios del sur. Dos, Peter Alexandrovich Rumyantsev y Alexander Vasilievich Suvorov, eran veteranos de la Guerra de los Siete Años, mientras que el tercero, Grigory Alexandrovich Potemkin, era un comandante y administrador de gran intelecto, influencia y talento organizativo.


Retrato ecuestre de Catalina II de Rusia (1729-1796) - Catalina II de Rusia en Uniforme de guardia de vida en el caballo Brillante, por Vigilius Eriksen

Durante la Primera Guerra Turca de Catalina (1768-1774), Rumyantsev empleó con éxito tácticas flexibles y simplificó la organización militar rusa para obtener importantes victorias en Larga y Kagul (ambas en 1770). Suvorov, mientras tanto, derrotó a la Confederación Polaca de Bar, luego de 1774 hizo campaña en la estepa de Crimea y Nogai. Al mismo tiempo, las formaciones regulares del ejército desempeñaron un papel importante en la supresión de la rebelión de Pugachev (1773-1775). Durante la Segunda Guerra Turca de Catalina (1787-1792), Potemkin emergió como el empresario de la victoria final sobre el Porte para la hegemonía sobre el litoral norte del Mar Negro, mientras que Suvorov emergió como tal vez el comandante de campo ruso más talentoso de todos los tiempos. Potemkin entendió de forma inherente el valor de las fuerzas de caballería irregulares en el sur, y tomó medidas para regularizar el servicio de cosacos y someterlos más plenamente a la autoridad militar rusa, o, en su defecto, a abolir a los anfitriones cosacos recalcitrantes. Siguiendo el precedente de Rumyantsev, también aligeró y multiplicó el número de infantería ligera y las formaciones de caballería ligera, al tiempo que enfatizó la utilidad y la practicidad en el taladro y en los equipos. En el campo, Suvorov refinó aún más las innovaciones tácticas de Rumyantsev para enfatizar "velocidad, evaluación, ataque". Los éxitos en el campo de batalla de Suvorov, junto con la conquista de Ochakov (1788) e Izmail (1790) e importantes salidas en todo el Danubio, llevaron a Rusia a Jassy (1792) en condiciones favorables. Incluso mientras la guerra se desarrollaba en el sur, el ejército en el norte una vez más derrotó a Suecia (1788-1790), luego en 1793-1794 invadió una Polonia rebelde, preparando el escenario para su tercera partición.


Vasily Surikov. Tropas rusas bajo Suvorov cruzando los Alpes. 1899. Óleo sobre lienzo. El Museo Ruso, San Petersburgo, Rusia

Bajo Pablo I, el ejército se burló de la imposición de la autoridad monárquica directa, sobre todo porque trajo otra breve alianza con los modelos militares prusianos. Suvorov fue desterrado temporalmente, pero más tarde fue llamado a liderar las fuerzas rusas en el norte de Italia como parte de la Segunda Coalición contra la Francia revolucionaria. En 1799, a pesar de la interferencia de Austria, Suvorov expulsó a los franceses del campo, y luego liberó a sus fuerzas de Italia a través de los Alpes. El siglo XVIII cerró con el ejército una característica fuertemente arraigada del poder imperial ruso, una fuerza a tener en cuenta tanto en las llanuras de Europa como en las estepas de Eurasia.

La armada del siglo XVIII

En contraste con el ejército, el precedente de los moscovitas proporcionó escasa inspiración para la Armada Imperial de Rusia, cuyos orígenes se encuentran claramente en Pedro el Grande. Enamorado del mar y de los barcos de vela, Peter tomó prestado tecnología y experiencia extranjeras para crear fuerzas navales tanto en el Mar de Azov como en el Báltico. Aunque la marina rusa siempre seguiría siendo "el segundo brazo" de una potencia esencialmente continental, las fuerzas marítimas figuraron prominentemente en los éxitos militares de Peter. Tanto en el sur como en el norte, sus flotas de galeras apoyaron al ejército en operaciones fluviales y costeras, y luego obtuvieron importantes victorias en el Báltico sobre los suecos, especialmente en Gangut / Hanko (1714). Peter también desarrolló una capacidad de navegación en aguas abiertas, de modo que para 1724 su Flota Báltica contaba con 34 barcos de línea, además de numerosas galeras y auxiliares. Flotillas más pequeñas navegaban los mares Blanco y Caspio.


Batalla de los estrechos de Chios (preludio a la batalla de Chesma) 5 de julio (24 de junio) de 1770 por Ivan Aivazovsky. 1848

Más dependiente que el ejército del sustento y mantenimiento rigurosos y regulares, la Armada Imperial de Rusia después de Pedro languideció hasta la era de Catalina II. Nombró a su hijo almirante general, revitalizó la Flota del Báltico y más tarde estableció Sebastopol como base para la flota del Mar Negro emergente. En 1770, durante la Primera Guerra Turca de la Emperatriz, un escuadrón del Almirante Alexei Grigorievich Orlov derrotó decisivamente a los turcos en Chesme. Durante la Segunda Guerra Turca, una flota rudimentaria del Mar Negro, bajo el mando del almirante Fyedor Fyedorovich Ushakov, con frecuencia operaba de forma independiente y en apoyo directo de las fuerzas terrestres. La misma cooperación tierra-mar se mantuvo en el Báltico, donde la flota de Vasily Yakovlevich Chichagov también terminó con las pretensiones navales suecas. Mientras tanto, en 1799 el almirante Ushakov obtuvo una serie de victorias en el Mediterráneo sobre los franceses, antes de que los rusos se retiraran de la Segunda Coalición.

El ejército y la armada en la primera mitad del siglo XIX

A principios de siglo, Alejandro I heredó un ejército considerable e inasequible, muchos de cuyos comandantes eran veteranos experimentados. Después de instituir una serie de reformas administrativas modestas para la eficiencia y la economía, incluida la creación de un verdadero Ministerio de Guerra, el Zar en 1805 se sumergió en las guerras de la Tercera Coalición. A pesar de toda su experiencia y flexibilidad, los rusos con o sin el beneficio de los aliados contra Napoleón sufrieron una serie de reveses o estancamientos, entre ellos Austerlitz (1805), Eylau (1807) y Friedland (1807). Después de que Tilsit Peace obtuviera cinco años de descanso, Grand Armée de Napoleón invadió Rusia en 1812. Tras una retirada rusa en el interior, Mikhail Illarionovich Kutuzov en septiembre dio una batalla indecisa en Borodino, seguida de otra retirada al sureste que descubrió Moscú. Cuando los franceses abandonaron Moscú en octubre, Kutuzov lo persiguió, reforzado por enjambres de partisanos y cosacos, quienes, junto con el hambre y el frío severo, hostigaron a la Gran Armada. En 1813, el ejército ruso luchó en Alemania, y en 1814 participó en la victoria de la coalición en Leipzig, seguida de una entrada de combate en Francia y la ocupación de París.

La finalización exitosa de las guerras napoleónicas todavía dejó a Alejandro I con un establecimiento militar demasiado grande e inasequible, pero ahora con la adición de elementos desafectos dentro del cuerpo de oficiales. Mientras que algunos oficiales gentry formaron sociedades secretas para defender las causas revolucionarias, el zar experimentó con el establecimiento de tropas establecidas, o colonias militares, para reducir los costos de mantenimiento. Aunque estas colonias fueron en muchos aspectos solo una extensión de la experiencia del siglo anterior con los colonos militares en la frontera, su aplicación generalizada generó mucho descontento. Después de la muerte de Alejandro I, los disturbios y la conspiración llevaron a un intento de golpe militar en diciembre de 1825.


Flota rusa del mar negro en una revista naval

El zar Nicolás reprimió enérgicamente la llamada rebelión decembrista y luego impuso un orden en el suelo del desfile. Su ejército permanente creció hasta alcanzar el millón de efectivos, pero su sistema de reclutamiento obsoleto y su infraestructura de apoyo tradicional eventualmente se mostraron incapaces de enfrentar los desafíos de la modernización militar. Superficialmente, el ejército era un modelo de rutina predecible y disciplina severa, pero sus defectos inherentes, incluyendo armas anticuadas, incapacidad para una rápida expansión y falta de movilidad estratégica, llevaron inexorablemente a la derrota de Crimea. El ejército fue capaz de someter a los insurrectos militares polacos (1830-1831) y los revolucionarios húngaros (1848), y combatir con éxito a persas y turcos (1826-1828, 1828-1829), pero en el campo quedó rezagado con respecto a sus homólogos europeos más modernos. Luchando desde 1854 hasta 1856 contra una coalición aliada en Crimea, los rusos sufrieron la derrota en Alma, las fuertes pérdidas en Balaklava y Inkerman, y la humillación de la rendición en Sebastopol. Solo la experiencia de la guerra prolongada en el Cáucaso (1801-1864) proporcionó un antídoto no convencional a la "paradomanía" convencional de San Petersburgo, que había inspirado tan a fondo la derrota de Crimea. Así, las montañas reemplazaron a la estepa como el polo sur en una versión actualizada de la dialéctica del norte del siglo anterior.


Defensores de Sebastopol - Vasily Igorevich Nesterenko (1967, Rusia, Pavlograd)

Durante la primera mitad del siglo XIX, la marina también experimentó su propia versión de la misma dialéctica. Durante un breve período, la marina rusa bajo el Almirante Dmity Nikolayevich Senyavin hostigó a las fuerzas turcas en el Egeo, pero después de Tilsit, la Marina Real Británica gobernó tanto en el Báltico como en el Mediterráneo. En 1827, los rusos se unieron a los británicos y franceses para golpear a los turcos en Navarino, pero en el norte, la Flota Báltica, al igual que el establecimiento militar de San Petersburgo, pronto degeneró en una fuerza de desfile imperial. Solo en el Mar Negro, donde las unidades apoyaban regularmente a las fuerzas terrestres rusas en el Cáucaso, la Marina revelaba cualquier visión táctica y operativa sostenida. Sin embargo, este logro pronto resultó contraproducente, ya que la victoria naval rusa en 1853 sobre los turcos en Sinope atrajo a los británicos y franceses a la causa turca, preparando así el escenario para la intervención aliada en Crimea. Durante la Guerra de Crimea, los buques aliados accionados por vapor y por tornillo atacaron a voluntad tanto en el norte como en el sur, revelando así el atraso esencial de la marina de guerra rusa.

El ejército y la armada durante la segunda mitad del siglo XIX

La era de las Grandes Reformas de Alejandro II marcó un hito importante para ambos servicios. En una serie de reformas entre 1861 y 1874, el Ministro de Guerra Dmitry Alexeyevich Milyutin creó los cimientos para una verdadera fuerza de tierra basada en cuadros y reservas. Facilitó la introducción de una obligación de servicio universal, y se rearmó, se volvió a equipar y se volvió a desplegar el ejército para enfrentar la amenaza emergente de Alemania y austro-húngara en la frontera occidental del Imperio. En 1863-1864, el ejército una vez más reprimió una rebelión polaca, mientras que en las décadas de 1860 y 1870, pequeñas fuerzas móviles figuraron en extensas conquistas militares en Asia Central. La guerra también estalló con Turquía en 1877-1878, durante la cual el ejército, a pesar de un inicio irregular, un liderazgo de campo inconsistente y las deficiencias en la logística y el apoyo médico, se desempeñó bien, especialmente en una campaña decisiva en el teatro europeo al sur de la cordillera de los Balcanes. . Circunstancias similares se regían en el teatro de Transcausus, donde el ejército superó los reveses iniciales para apoderarse de Kars y llevar la campaña a Asia Menor.

Después de la guerra de 1877-1878, las prioridades de planificación y despliegue vincularon al ejército más estrechamente con la frontera militar occidental y especialmente con los despliegues en tiempos de paz en la Polonia rusa. Con considerable dificultad, Alejandro III presidió una modernización de la fuerza limitada que presenció la adopción de armas de pólvora sin humo y los cambios en el tamaño y la estructura de la fuerza que mantuvieron al ejército en términos casi iguales con sus dos adversarios potenciales más significativos, la Alemania imperial y Austria-Hungría. Al mismo tiempo, el fin de siglo trajo nuevos compromisos militares extensos al Lejano Oriente, tanto para proteger los intereses imperiales en expansión como para participar en la supresión de la Rebelión Boxer (1900).


Ejército y marina rusos 1904-1905

Los mismos desafíos de la modernización de la fuerza y ​​las diversas responsabilidades acosaban a la armada, tal vez más que al ejército. Durante los años 1860 y 1870, la marina hizo la difícil transición de navegar a vapor, pero posteriormente tuvo que lidiar con requisitos geoestratégicos cada vez más diversos que exigían la retención de las fuerzas navales en al menos cuatro teatros (Báltico, Norte, Mar Negro y Pacífico), Ninguno de los cuales se apoyaban mutuamente. Simultáneamente, el Almirantazgo ruso lidió con cuestiones de rol e identidad, considerando si la misión principal de la marina en la guerra consistía en la defensa de las costas y el comercio o en el logro de la verdadera supremacía del "agua azul" en la tradición de Alfred Thayer Mahan y su naval ruso discipulos No obstante, en 1898, Rusia poseía la tercera armada más grande de Europa (diecinueve naves capitales y más de cincuenta cruceros), principalmente gracias a los programas de construcción de buques de Alejandro III.

El ejército y la armada de Nicolás II

Bajo el último zar de Rusia, el ejército pasó de la derrota al desastre y la desesperación. Inicialmente comprometido y dividido por una nueva dicotomía entre el Lejano Oriente y la frontera militar europea, al ejército le fue mal en la guerra ruso-japonesa de 1904-1905. La mala visión estratégica y aún peor la ejecución en el campo de batalla en una guerra del litoral del Lejano Oriente trajo la derrota porque Rusia no pudo aprovechar sus abrumadores recursos. Mientras que la marina cedió tempranamente la iniciativa y el comando del mar a los japoneses, las acumulaciones de la fuerza terrestre rusa a través de vastas distancias fueron lentas. El ayudante general Alexei Nikolayevich Kuropatkin y sus subordinados carecían de la capacidad para combatir acciones de demora de expertos o para dominar las complejidades de los compromisos de reuniones que se convirtieron en batallas y operaciones principales. Atado a una línea de comunicaciones de 8 mil kilómetros, el ejército marchó a través de una serie de reveses desde las orillas del Yalu (mayo de 1904) hasta los alrededores de Mukden (febrero-marzo de 1905). Aunque la guarnición en Port Arthur conservó la capacidad de resistir, la rendición prematura de la fortaleza a principios de 1905 simplemente se sumó a la humillación rusa.

A la armada rusa imperial le fue aún peor. A excepción de Stepan Osipovich Makarov, quien fue asesinado temprano, los almirantes rusos en el Lejano Oriente presentaron una imagen de indolencia e incompetencia. El escuadrón ruso del Pacífico en Port Arthur realizó varias incursiones a medias, y luego fue embotellado en su base por el almirante Togo, hasta finales de 1904, cuando la artillería de asedio japonesa golpeó al escuadrón en pedazos. Cuando el zar envió a su Flota Báltica (rebautizada con el Segundo Escuadrón del Pacífico) al Lejano Oriente, fue presa de los japoneses en Tsushima (mayo de 1905) en una batalla naval de aniquilación. En total, el zar perdió quince barcos capitales en el Lejano Oriente, la columna vertebral de dos flotas de batalla.

Los años entre 1905 y 1914 fueron testigos de renovación y reconstrucción, ninguno de los cuales fue suficiente para preparar al ejército y la armada del zar para la Primera Guerra Mundial. La derrota del Lejano Oriente alimentó los fuegos de la Revolución de 1905, y ambos servicios fueron testigos de motines dentro de sus filas. Una vez que los disidentes fueron eliminados, las tropas del ejército en pie fueron empleadas generosamente hasta 1907 para reprimir el desorden popular. Para 1910, la estabilidad y las mejores condiciones económicas permitieron al Ministro de Guerra del Ayudante General Vladimir Alexandrovich Sukhomlinov emprender reformas limitadas en la estructura de reclutamiento, organización, despliegue, armamento y suministro del ejército. Se podría haber hecho más, pero la marina desvió preciosos fondos para programas ambiciosos de construcción naval para restaurar el poder y el prestigio del segundo brazo. El objetivo general era preparar a Rusia para la guerra con la Triple Alianza. La obsesión con la amenaza frente a la frontera militar occidental eliminó gradualmente las dicotomías anteriores y subsumió todas las demás prioridades estratégicas.



El estallido de las hostilidades en 1914 llegó demasiado pronto para que varios proyectos de reforma y reconstrucción tuvieran éxito. Nuevamente, los rusos sufrieron de un alcance estratégico y redujeron demasiado sus recursos militares y navales. Además, los líderes militares no lograron establecer vínculos sólidos entre el diseño y la aplicación, entre los medios y los objetivos, y entre las tropas y sus instancias de comando. Estas y otras deficiencias, que incluyen un sistema logístico inadecuado y la incapacidad del régimen para movilizar al frente interno para apoyar al frente de combate, resultaron desastrosas. Así, los rusos movilizaron con éxito a 3,9 millones de soldados para una corta guerra de aniquilación militar, pero los primeros desastres en Prusia Oriental en Tannenberg y los Lagos de Masuria, junto con una ofensiva estancada en Galicia, condujeron inexorablemente a una prolongada guerra de desgaste y agotamiento. En 1915, cuando la presión ofensiva alemana hizo que el Comando Supremo ruso acortara su frente en la Polonia rusa, la retirada se convirtió en una derrota costosa. Una de las pocas notas positivas llegó en 1916, cuando el Frente Sudoeste de Rusia, bajo el mando del general Alexei Alexeyevich Brusilov, lanzó quizás la ofensiva más exitosa de toda la guerra en todos sus frentes. Mientras tanto, una marina que todavía no se recuperó completamente de 1904-1905 generalmente cumplió con sus funciones de apoyo requeridas. En el Báltico, colocó campos de minas y protegió los enfoques de Petrogrado. En el Mar Negro, después de las dificultades iniciales con las unidades alemanas que servían bajo los colores turcos, la flota tuvo un buen desempeño en una serie de operaciones de apoyo y operaciones anfibias.


El Sikorsky Il'ya Muromets de la era de la Primera Guerra Mundial, el primer bombardero pesado con 4 motores

En última instancia, una combinación de sangrado aparentemente interminable, cansancio de la guerra, ineficiencia gubernamental y la ineptitud política del régimen facilitaron la propagación del sentimiento pacifista y revolucionario tanto en el ejército como en la marina. A principios de 1917, se había establecido suficiente malestar para hacer que ambos servicios fueran incapaces de una lealtad constante o de operaciones de combate sostenidas y efectivas. Al final, ni el ejército ni la armada ofrecieron pruebas contra los enemigos internos y externos del zar.