domingo, 7 de abril de 2019

Genocidio en Ruanda: Causas y consecuencias

A 25 años del "holocausto africano": cómo fue y por qué se produjo el genocidio en Ruanda 

Un atentado que derribó el avión en el que viajaba el presidente el 6 de abril de 1994 desató una ola de masacres que en apenas tres meses dejó más de un millón de muertos. Los antecedentes de la matanza y la dificultosa recuperación del país

Por Darío Mizrahi | Infobae
dmizrahi@infobae.com

  Calaveras pertenecientes a víctimas del genocidio, exhibidas en el Memorial Nyamata, ubicado en la ciudad de Kinazi (Fanny Schertzer)

Ruanda tenía 8 millones de habitantes a principios de la década del 90. El 89,9% eran hutus y el 9,8% eran tutsis. El conflicto entre estos dos grupos étnicos llevaba ya varios siglos de historia, aunque no siempre se había resuelto por medio de la violencia.

La colonización europea —primero alemana y luego belga— fue una primera escalada en el enfrentamiento, que se agravó tras la independencia del país en 1962. La Guerra Civil que comenzó en 1990 con la rebelión del Frente Patriótico Ruandés (FPR) contra el régimen hutu de Juvénal Habyarimana fue el preludio del genocidio.

El 6 de abril de 1994, el avión oficial del dictador fue derribado por dos misiles tierra aire cuando se disponía a aterrizar en el aeropuerto de la capital, Kigali. Habyarimana, que venía de discutir en Tanzania un posible acuerdo de paz impulsado por la ONU, murió en el atentado.




Nunca se logró determinar quién efectuó el ataque, pero las consecuencias fueron devastadoras. Al día siguiente comenzó una masacre indiscriminada contra todos los tutsis y contra los hutus moderados. En sólo tres meses, 1.2 millón de personas fueron asesinadas, según las cifras del actual gobierno ruandés.

El genocidio y la guerra civil concluyeron el 4 de julio, con el triunfo del FPR, liderado por Paul Kagame, que nunca más dejó el poder. Un cuarto de siglo después, Ruanda es un país relativamente estable, que viene de un largo período de crecimiento económico, pero todavía se esfuerza por digerir las secuelas de la mayor limpieza étnica en la historia moderna de África.
  Juvénal Habyarimana, dictador de Ruanda entre 1973 y 1994

Los orígenes del odio y de la violencia

Los primeros pobladores de lo que hoy es Ruanda pertenecían a la etnia Twa. Llegaron en el siglo VI y, si bien continúan teniendo presencia, en la actualidad son un grupo muy reducido. Los hutus arribaron en el siglo VII y los tutsis un poco más tarde, entre los siglos VIII y IX.

Hacia fines del 1800, las divisiones entre estas dos comunidades no eran tan tajantes, pero había una diferencia de estatus. Como los tutsis tenían ganando, algo muy valorado en ese momento, empezaron a ser vistos como superiores. Lo curioso es que si un hutu se hacía de ganado podía ser considerado tutsi, lo que evidencia que la distinción era más social que racial, según cuenta la historiadora holandesa Maria van Haperen.

  Paul Kagame, líder del Frente Patriótico Ruandés y hombre fuerte de Ruanda desde 1994

Los dos grupos estaban organizados en clanes y tenían sus propias autoridades, pero había un poder bastante centralizado en la figura del mwami, un monarca que provenía de los tutsis. Cuando las potencias europeas se repartieron el continente africano en la Conferencia de Berlín (1884 — 1885), Ruanda quedó en manos del Imperio Alemán. El canciller Otto von Bismarck eligió una colonización a distancia, y ejerció el dominio apoyándose en los poderes preexistentes. En ese período se acentuó el sometimiento de los hutus, que eran mayoría.

Estaba en la casa de mi tío con cinco primos. Los Interahamwe vinieron diciendo que iban a violar a las niñas. El tío Gashugi les suplicó que no lo hicieran, pero lo mataron con un machete

El gran salto en la escalada de odio se dio a partir de 1919, tras la Primera Guerra Mundial. Alemania fue despojada de sus colonias y Ruanda pasó a manos de Bélgica. Las nuevas autoridades impusieron un régimen racista. Hutus y tutsis pasaron a ser concebidos como especies diferentes, a partir de supuestos rasgos físicos, y empezaron a ser identificados en sus documentos como pertenecientes a una u otra etnia. Las diferencias llegaron a niveles nunca antes vistos.

Los belgas sólo les permitían estudiar y acceder a cargos públicos a los tutsis, profundizando la degradación del grupo mayoritario. La muerte del mwami en 1959 gatilló un alzamiento hutu, que terminó con la primera matanza masiva de tutsis. Los colonizadores restablecieron el orden, pero se dieron cuenta de que su presencia era insostenible, así que habilitaron una convocatoria a elecciones. Ganó el Movimiento de Emancipación Hutu.

  En plena guerra civil, combatientes rebeldes cargan morteros y municiones en un camión (Reuters)

De un momento a otro, el balance de poder dio un vuelco abrupto. Los hutus desplazaron a los tutsis de los principales puestos de gobierno y cientos de miles huyeron del país, temiendo represalias. En 1963, un año después de que Ruanda se independizara, un intento fallido de derrocar al presidente Grégoire Kayibanda terminó en una segunda ola de ataques contra los tutsis.

"Con la independencia, los hutus tomaron el control del gobierno y comenzaron las masacres genocidas contra los tutsis, muchos de los cuales huyeron a Uganda y a Burundi. Pero estos retuvieron el control militar en Burundi (país con la misma composición étnica) y llevaron a cabo un genocidio en 1972 que mató a 200.000 hutus, incluidos los líderes más educados", contó a Infobae Gregory H. Stanton, presidente del Observatorio de Genocidios y profesor de la Escuela de Análisis y Resolución de Conflictos de la Universidad George Mason.
  Soldados del Frente Patriótico inspeccionan los restos del avión que trasladaba a los presidentes de Ruanda y Burundi el 6 de abril de 1994 (Reuters)

Juvénal Habyarimana lideró un golpe militar en 1973 e inauguró una dictadura que duraría 21 años. Lo distintivo es que reprodujo el régimen de segregación racial de los belgas, pero invertido, con los hutus al mando. En 1976 prohibió los matrimonios mixtos.

Los tutsis que estaban radicados en Uganda se organizaron con la esperanza de regresar a su país. En 1987 se fundó el Frente Patriótico Ruandés (FPR), liderado primero por Fred Rwigyema y luego por Paul Kagame. En 1990 dieron el paso: decenas de miles entraron sigilosamente a Ruanda, se unieron con los millones que ya estaban allí y así comenzó la guerra civil. Hacia 1992 ocupaban buena parte de las provincias del norte.

Habyarimana, que estaba cada vez más presionado por sectores extremistas dentro de su propio espacio político —identificados como "Poder Hutu"—, se radicalizó. Creó un temible grupo paramilitar llamado Interahamwe y lanzó una política de criminalización de todo lo que oliera a tutsi.
  Combatientes del Frente Patriótico caminan el 16 de junio al lado del cuerpo de una mujer asesinada días antes por hutus (AFP)

"El preámbulo del genocidio incluye décadas de odio étnico, que culminaron en una campaña de propaganda masiva a principios de los años 90, perpetrada por extremistas hutu. Los tutsis eran catalogados como una 'raza de señores arrogantes', con imágenes viles que los mostraban como hambrientos de poder, engañosos y obsesionados con la dominación total. En transmisiones de radio y en artículos periodísticos llegaron incluso a difundir historias inventadas sobre planes de los tutsis para exterminar a todos los hutus", dijo Daniel Rothbart, codirector del Programa de Prevención de la Violencia Masiva de la Universidad George Mason, en diálogo con Infobae.

La creciente tensión llamó la atención de la ONU, que decidió intervenir. En 1993 creó la Misión de Asistencia de las Naciones Unidas para Ruanda (Unamir, por sus siglas en inglés) y forzó a ambas partes a alcanzar un acuerdo de paz. A regañadientes, Habyarimana aceptó sentarse en una mesa de negociación con el FPR en Tanzania.

  Los restos de unos 500 tutsis asesinados por milicias hutus en una iglesia el 17 de junio de 1994 (Reuters)

El matadero

El 6 de abril de 1994, Habyarimana regresaba de una nueva ronda de conversaciones en Dar es Salaam. Junto a él estaban Cyprien Ntayamira, presidente de Burundi, y otros altos mandos del gobierno. El encuentro en la capital tanzana no había sido uno más: el dictador había aceptado implementar los Acuerdos de Arusha, que iban a poner fin a la guerra civil.

A las 08.20 pm, el Dassault Falcon 50 dio una vuelta al aeropuerto de Kigali, esperando autorización para aterrizar. Cuando comenzaba el descenso, un misil tierra aire le voló un ala. Segundos más tarde, otro proyectil le destruyó la cola. El avión se prendió fuego y se estrelló. Los 12 ocupantes murieron.



  Una niña refugiada contempla una fosa común donde fueron enterrados decenas de cuerpos el 20 de julio de 1994 (Reuters)

Nadie se atribuyó la autoría del atentado. Las sospechas estuvieron repartidas entre el FPR y los hutus radicalizados. Ambos podían tener razones para oponerse a la paz, pero Stanton apuntó contra los últimos. "Akazu, un grupo que defendía el Poder Hutu, decidió detener la aplicación de los acuerdos de Arusha. Planearon un genocidio y lo iniciaron derribando el avión del presidente Habyarimana", afirmó.

Ante el deceso del dictador, le correspondía asumir la jefatura de Estado a Agathe Uwilingiyimana, primera ministra desde el año anterior. Lo hizo, pero sólo duró unas horas en el cargo. En la madrugada del 7 de abril, el coronel Théoneste Bagosora, un halcón del supremacismo hutu y referente del Interahamwe, ordenó el asesinato de Uwilingiyimana.

Salí corriendo por la puerta de atrás. Todas las otras chicas fueron asesinadas. Soy la única de la familia que sobrevivió

Bagosora desplegó luego tropas del Ejército por toda la capital y bloqueó los accesos. Nadie podía salir ni entrar. Entonces comenzó la carnicería. Soldados, paramilitares y civiles armados empezaron a recorrer las calles de Kigali en busca de tutsis y de hutus moderados. A cada uno que veían lo asesinaban.

Las radios difundían los nombres y las direcciones de los blancos e incentivaban a los ciudadanos a ir a matarlos. Días más tarde, la ciudad se volvió intransitable por el olor nauseabundo que emanaba de los cuerpos apilados.

Lo mismo sucedió en el interior del país en las semanas siguientes. Autoridades municipales coordinaron los ataques con policías, militares y la Interahamwe. Pero todo fue más sangriento, porque en vez de fusiles y pistolas, los genocidas usaban machetes y palos de madera cubiertos con clavos. Iban casa por casa con la intención de que no saliera nadie con vida.
  Un soldado del Frente Patriótico Ruandés examina un palo cubierto de clavos, una de las armas utilizadas por los genocidas en las zonas rurales (Reuters)

"Estaba en lo de mi tío con cinco primos. Los Interahamwe vinieron diciendo que iban a violar a las niñas. El tío Gashugi les suplicó que no lo hicieran, pero lo mataron con un machete. Salí corriendo por la puerta de atrás. Todas las otras chicas fueron asesinadas. Soy la única de la familia que sobrevivió. A veces me escondía en los desagües con los cadáveres, fingiendo estar muerta yo misma", contó Béatha Uwazaninka, una sobreviviente citada por Van Haperen en el libro El Holocausto y otros genocidios: una introducción (Amsterdam University Press, 2012).

El 75% de la población tutsi de Ruanda fue exterminada entre abril y junio de 1994. El estado ruandés estima que 1.2 millón de personas fueron asesinadas, en un cálculo que incluye a los cientos de miles que murieron en los campos de refugiados en Congo, a donde habían ido creyendo que allí podían estar a salvo.

  Miles de refugiados cruzan la frontera hacia Tanzania el 30 de mayo de 1994 (Reuters)

"A nivel macro, encontré tres grandes impulsores del genocidio en mis investigaciones. Primero, que tuvo lugar durante una guerra civil por el control del Estado. Segundo, la presencia de una narrativa ideológica que sostenía que, por ser mayoría, los hutus debían gobernar Ruanda. Tercero, un Estado poderoso que tenía la capacidad de movilizar personas en todo el país. A nivel micro, los impulsores más importantes fueron las formas de presión intragrupales, porque hubo una gran movilización cara a cara; el miedo en el contexto de la guerra, la inseguridad y los magnicidios; y el oportunismo de aprovechar el período de violencia para acumular poder y recursos", explicó Scott Straus, profesor de ciencia política y estudios internacionales en la Universidad de Wisconsin, Madison, consultado por Infobae.
  Soldados congoleños inspeccionan armas confiscadas en la frontera a tropas del régimen ruandés, tras la caída de Kigali, en julio de 1994 (Reuters)

Ruanda después del horror

El FPR se movió ni bien comenzó la masacre. Kagame dio por terminados los diálogos de paz y lideró una serie de ataques selectivos. De a poco, fue capturando ciudades de distinta envergadura, y se fue acercando a Kigali. A su paso, sumaba cada vez más reclutas entre los sobrevivientes, que encontraban en el FPR el único refugio de una muerte segura. En ese período, también se produjeron matanzas indiscriminadas de tutsis contra hutus.

Antes de asaltar la capital, Kagame se aseguró de tenerla rodeada y de cortarle los suministros. Fue un verdadero asedio. De otra manera, no habría podido derrotar a un Ejército que estaba mucho mejor equipado. Roméo Antonius Dallaire, entonces comandante de la Unamir, lo definió como un "maestro de la guerra psicológica".

  Miles de personas que trataron de refugiarse en esta iglesia ubicada en el interior profundo de Ruanda terminaron siendo masacradas. Sus restos quedaron esparcidos por todo el lugar (Scott Chacon)

La caída de Kigali se consumó el 4 de julio de 1994. Ese lunes terminaron el genocidio y la guerra civil. Hoy es celebrado como el Día de la Liberación. A fin de año, todo el territorio nacional ya estaba en manos del FPR.

"Francia intervino en julio de 1994 y permitió que muchos genocidas escaparan a través de la zona de Operación Turquesa, en el oeste de Ruanda —dijo Stanton—. Sin embargo, el Tribunal Penal Internacional para Ruanda fue autorizado por el Consejo de Seguridad de la ONU en noviembre de 1994 y los principales líderes fueron capturados en los muchos países a los que habían huido. Los condenados fueron 62″.

Fui de casa en casa, como un animal atormentado. A veces me escondía en los desagües con los cadáveres, fingiendo estar muerta yo misma

Kagame, que tomó las riendas del gobierno en ese momento y no las soltó hasta la actualidad, prefirió estar formalmente en un segundo plano al principio. Impulsó como presidente a Pasteur Bizimungu, un hutu que había sido funcionario de Habyarimana pero que luego se había sumado a su movimiento, y él asumió la vicepresidencia. De todos modos, como comandante en jefe del Ejército, todas las decisiones sensibles pasaban por él.

"Además del encarcelamiento de decenas de miles de hutus por su participación en el genocidio, el Gobierno implementó una campaña nacional diseñada para fomentar la reconciliación. Incluía programas educativos que enseñaban la versión gubernamental sobre el genocidio, que mostraba a todos los hutus como perpetradores o simpatizantes de los extremistas durante la masacre, y a todas las víctimas como tutsis. Pero lo cierto es que un pequeño número de hutus intentó rescatar a los tutsis, y muchas víctimas fueron hutus. También se promulgaron leyes que prohíben el uso público de los términos hutu y tutsi. El razonamiento de los funcionarios es que, simplemente, ya no existen. Sin embargo, en las conversaciones privadas se usan estos términos y sigue habiendo importantes tensiones étnicas hasta el día de hoy", sostuvo Rothbart.

  Fotos de algunas de las víctimas, exhibidas en el Memorial del Genocidio, en Kigali (Jenny Paul)

Una crisis interna eyectó a Bizimungu del gobierno en marzo de 2000. Kagame asumió la presidencia de forma interina hasta 2003, cuando fue elegido por amplia mayoría en elecciones muy cuestionadas. Tendría que haber dejado el cargo en 2015, ya que no estaba autorizado a una tercera reelección, pero el 18 de diciembre consiguió el apoyo del 98% de los votantes para hacer una reforma que le permitirá seguir gobernando hasta 2024. Como en muchos países de la región, la democracia en Ruanda es una ficción.

No hay partidos políticos opositores ni periodistas independientes, porque los pocos que había fueron encarcelados o murieron misteriosamente. Pero el país está hoy lejos de los niveles de violencia de hace 25 años.

  Huesos de víctimas del genocidio encontrados en una fosa común descubierta en abril de 2018 (AFP)

La economía está bastante ordenada. En 1994 sufrió una caída 41,9% del PIB, pero desde entonces crece sostenidamente, con condiciones razonables para los inversores. La última década promedia un alza de 7,8% anual.

En 2018 inició una intensa campaña para atraer turistas, que incluyó un acuerdo con el Arsenal, uno de los principales equipos de fútbol de la Premier League inglesa. En la manga izquierda de la camiseta hay una leyenda que dice "Visit Rwanda" ("Visita Ruanda").

La camiseta del Arsenal, con el logo “Visita Ruanda”

"El modelo que prevaleció después del genocidio fue el ejercicio de un fuerte control político en un entorno autoritario, junto con grandes esfuerzos para desarrollar y rediseñar a la sociedad —dijo Straus—. También hubo una política agresiva de justicia, a través de la celebración de tribunales comunitarios, llamados gacaca. Se adjudicaron más de un millón de casos de esta manera. El país ha tenido un muy buen desempeño en indicadores como salud, seguridad, facilidad para hacer negocios y crecimiento, entre otros. Pero ese desarrollo ha ido de la mano de represión y de un fuerte control sobre el espacio político. La gran pregunta es cuánto puede durar este modelo".

Más allá de los avances, Ruanda sigue siendo un país extremadamente pobre, con enormes dificultades. Tiene un PIB per cápita de apenas 847 dólares y un Índice de Desarrollo Humano bajo, de 0,524, que lo deja en el puesto 158 a nivel mundial. Y si bien el genocidio quedó en el pasado, los conflictos étnicos continúan latentes, y cualquier crisis económica o política podría servir como disparador para un nuevo estallido de violencia.

sábado, 6 de abril de 2019

SGM: La noble resistencia checa

Resistencia checa de 1942-45

Weapons and Warfare


  Cuerpos de dos de los asesinos de Reinhard Heydrich en Praga, mayo de 1942.

En el aniversario de la independencia checa el 28 de octubre de 1939, el movimiento clandestino checo organizó una manifestación masiva anti-alemana. El resultado fue una confrontación con la policía y la muerte de un estudiante, Jan Opletal. El funeral de ese estudiante el mes siguiente se convirtió en la ocasión para más mítines en Praga. Hitler decidió que ya había tenido suficientes manifestaciones. Cerró todas las universidades checas, y nueve líderes estudiantiles, seleccionados al azar, fueron fusilados sin juicio. Durante la ausencia temporal de Neurath del país, Frank ordenó el arresto de todos los estudiantes que viven en dormitorios; 1.200 fueron deportados a campos de concentración. Habiendo concluido que Neurath estaba protegiendo demasiado a los checos, Hitler lo eliminó. Pero en lugar de reemplazarlo con Frank, Hitler nombró como Protector interino del Reich al temido jefe de la Policía de Seguridad de Alemania, Reinhard Heydrich.

Con la llegada de Heydrich a Praga el 27 de septiembre de 1941, la ocupación pasó a una nueva fase despiadada. Heydrich declaró la ley marcial y colocó a todo el país bajo un toque de queda que duraría cuatro meses. Los tribunales sumarios fueron los principales instrumentos del terror que ahora imponía. Un juicio en un tribunal sumario tuvo solo tres resultados posibles: el acusado fue absuelto, condenado a muerte o enviado a un campo de concentración. Entre el verano de 1941 y el fin de año, 10,000 personas fueron arrestadas, incluyendo miles de comunistas checos. Cada miembro de la prisión, sujeto a interrogatorio, significaba un peligro mucho mayor para aquellos que aún estaban libres. Las personas que descubrieron que eran buscadas para ser interrogadas inmediatamente se escondieron.

Más de 100 crímenes ahora calificados como delitos capitales: escuchar transmisiones extranjeras, consorcerse con judíos, poseer armas de cualquier tipo, no entregar a una persona no registrada, hablar en contra de la ocupación. Bajo restricciones tan estrictas, cualquier persona podría ser declarada culpable de la llamada resistencia. Todos los días, en los patios de los dormitorios que se usaban como cárceles, a los checos con rostros sangrientos se les disparaba y ahorcaba. Aparecieron cajas en las portadas de los periódicos con los nombres de las personas que habían sido condenadas a muerte, unas veinte al día: campesinos, periodistas, capitanes y coroneles. Entre ellos, uno de los primeros que anunció Heydrich el día después de su llegada, se encontraba el Primer Ministro Aloys Eliáš, acusado de alta traición, aunque su sentencia de muerte no se ejecutó de inmediato.

Uno de los controles más efectivos que emplearon los alemanes fue exigir que todos registraran su dirección. Vivir en cualquier lugar del Protectorado sin registrarse en una oficina del distrito o en una estación de gendarmería era ser un enemigo del Reich. Cualquier persona que no fuera buscada por la policía tenía una tarjeta de identidad, aunque a veces se encontró una manera de obtener una falsa para un solicitante. Una oficina distrital distribuyó los documentos de identidad. Es posible que un trabajador logre contrabandear uno en blanco, aunque los funcionarios contaron las tarjetas como se imprimieron y las contaron nuevamente cuando se entregaron a los solicitantes. Descubrir que una persona que se inscribió tenía una tarjeta falsa significaba exponer al trabajador en la oficina que la había proporcionado.

Vivir sin una tarjeta de identidad significaba también estar sin una tarjeta de racionamiento, por lo que la familia que albergaba al residente tenía que compartir sus raciones escasas o participar en el comercio ilegal en el mercado negro. Las personas que albergaban a un fugitivo fueron fusiladas junto con sus familias. Además, cualquier persona que no entregue a una persona no registrada también puede ser ejecutado. Era imposible simplemente vivir al aire libre: se asignaba a los aldeanos a patrullar los bosques. En las ciudades y pueblos, las casas de campo eran de paredes delgadas y estaban juntas, por lo que no era fácil mantener a alguien escondido en un dormitorio o ático. Cualquiera que haya prestado la más mínima ayuda a una persona que se convierta en un especialista se convertirá también en una persona. Estaría tan muerto después de su cautiverio como si hubiera conspirado para matar a Hitler. Una vez que alguien ayudó a un miembro de la resistencia, por ejemplo, permitiéndole dormir una noche en su establo, nunca más podría sentirse seguro. Si se atrapa al reclutador, podría ser torturado para revelar cada vínculo en su supervivencia clandestina, cada ayuda, sin importar lo trivial que sea, meses y meses atrás. Un arresto generalmente significaba la muerte de docenas de personas.

Sin embargo, después de la guerra resultó que algunas personas bien conocidas habían ayudado al movimiento clandestino, como Cyril Musil, un famoso piloto de esquí checo, que escondió a varios fugitivos no registrados. Los fondos habían sido donados a la resistencia por varios hombres bastante prominentes. Las familias que se consideraban un tanto por encima de la comunidad general que los rodeaba eran a veces las más dispuestas a dar refugio, hombres como Jaroslav Kobylka, alcalde de la ciudad de Kadolec. Consideraron apropiado que hicieran lo que la gente promedio no haría.

Cada vez que los alemanes encontraban reveses en la guerra, en lugar de concentrarse únicamente en la batalla principal, reaccionaban endureciendo la ocupación. Esto parecía irónico para muchos observadores. El frente militar era el teatro donde el sistema alemán viviría o moriría; La resistencia solo pudo hostigar al gobierno alemán. Sin embargo, en momentos cruciales durante la guerra, los alemanes despilfarraron a sus hombres y recursos para mantener un control más estricto de las poblaciones sometidas. Los checos podrían ser arrestados por no cubrir sus ventanas lo suficiente durante un apagón; ocultando unos trozos de cuero o tela; reteniendo un poco algo que era requisado. Debido a los controles de Heydrich, la vida estaba plagada de terror, no solo para los auténticos resistentes, sino también para los checos promedio que simplemente intentaban llevarse bien. Para comer, muchas personas intercambiaron en el mercado negro: cambiaron un vestido por un poco de carne, intercambiaron el juguete de un niño por unos pocos huevos. Ya que todos lo hacían, parecía que uno podía arreglárselas con eso; Pero era imposible estar seguro. Hubo continuas ejecuciones de los llamados mercaderes negros. Las personas de los países tenían que registrar su ganado y se les exigía que entregaran cierta cantidad de carne, huevos y productos lácteos en determinados momentos. Todos los agricultores y aldeanos guardaban ilegalmente algunos animales, a pesar de saber que las autoridades aparecerían de vez en cuando con la lista oficial de ganso o cerdo y la compararían con las colas que contaban en el patio. Si una familia comía algo en casa que estaba severamente racionado, tenían que preocuparse de que los niños hicieran un comentario en la escuela que despertara sospechas. Cada vida fue puntuada con pequeñas mentiras constantes, compromisos y ansiedad.

La ley marcial fue levantada en enero de 1942. Desde la perspectiva alemana, la política de severidad controlada de Heydrich - severo castigo por la resistencia, pero sin empujar a la población checa al punto de la rebelión - estaba funcionando; El país parecía estar pacificado. Heydrich reorganizó la administración para que los agentes alemanes transfirieran una gran cantidad de negocios de rutina a sus homólogos checos. Los alemanes actuaron simplemente como inspectores y supervisores de los checos. A fines de 1942, más de 350,000 administradores checos trabajaban bajo el control de solo 738 alemanes en la Oficina del Protector y otros 1,146 que formaban parte de varias agencias checas. La misión de Heydrich fue completa; aparentemente estaba listo para mudarse a otro país ocupado, posiblemente a Francia. Sin embargo, el 27 de mayo de 1942, exactamente ocho meses después de su llegada a Praga, se arrojó una bomba a su automóvil y murió el Reich Protector SS – Obergruppenführer Reinhard Heydrich.

El asesinato de Heydrich fue el acto de rebelión más sensacional de Checoslovaquia, pero no fue llevado a cabo por la resistencia local. El asesinato fue planeado e implementado por checos en el extranjero, un asesinato ordenado por Beneš porque el presidente quería una demostración dramática de la fuerza de la resistencia checa. Los británicos, siguiendo el consejo de František Moravec, entrenaron, equiparon y transportaron a dos agentes checos que fueron ingresados ​​en el Protectorado en diciembre de 1941. Los asesinos demoraron su misión por cinco meses, tiempo durante el cual sus partidarios en el subterráneo checo descubrieron qué. estaban hasta Luego, los que se encontraban en la casa conectaron por cable a Beneš con urgencia, suplicando y exigiendo que se cancelara el plan de asesinato debido a la "inmensurable" represalia alemana que provocaría, pero fueron ignorados.
Beneš a veces tomaba decisiones controvertidas; éste, para matar a Heydrich, también suscitó críticas debido a la violenta retribución que debía seguir. Tal como lo predijeron los resistentes locales, los alemanes entraron en un frenesí de venganza, poniendo a todo el país bajo la ley marcial. Antes de que Heydrich hubiera expirado, Hitler ordenó que 10.000 checos, principalmente intelectuales, fueran tomados como rehenes y 100 fusilados inmediatamente. Uno por uno, en 5,000 pueblos y ciudades, la policía alemana fue de casa en casa en busca de sospechosos. Aunque la bomba había sido obra de solo un puñado, miles de checos fueron arrestados durante las próximas 6 semanas y más de 1.000 fueron ejecutados, incluido el general Eliáš encarcelado. Las búsquedas arrojaron a cientos de hombres escondidos, pero la masacre fue dirigida especialmente contra intelectuales y ex oficiales del ejército que aún estaban libres. Se implementó todo el aparato de seguridad, tanto los gendarmes checos estacionados en el campo, como la policía regular en las ciudades, todos bajo estricta supervisión nazi.

En el apogeo del terror, los alemanes incendiaron dos aldeas, Lidice, no lejos de Praga, y Ležáky. Para entonces, siete paracaidistas, incluidos los dos checos a quienes el gobierno de Londres les ordenó matar a Heydrich, habían muerto en una iglesia de Praga donde estaban acorralados. Ante la brutal represalia, los británicos renunciaron tardíamente a participar en el Pacto de Munich, un ejemplo clásico de "demasiado poco y demasiado tarde".

Después del asesinato de Heydrich, toda esperanza, lo que había de ella, de alzarse contra los ocupantes alemanes, estaba con Eslovaquia. Su gobierno fascista fue vigilado de cerca por los alemanes; sin embargo, como Eslovaquia no estaba ocupada, la resistencia tenía más libertad para operar allí que en las tierras checas. Como en el Protectorado, un centro de la resistencia era el ejército. No se había disuelto en Eslovaquia, y aún contenía posibles confederados que podían contrabandear armas pesadas a los checos. Con estos, los checos esperaban acosar a la retaguardia del ejército alemán cuando los rusos se acercaban al Protectorado desde el este. Jan Moravanský, antiguo legionario y especialista en artillería del difunto ejército checoslovaco, era el entonces jefe de ON, que vivía legalmente cerca de Praga. Su grupo se llamaba primero Slezák, y luego el Tau. Finalmente fue subsumido en el Consejo de los Tres. En 1942, Moravanský tenía una lista de 1,400 ex soldados que aún vivían legalmente, 600 de los cuales pensó que, de manera optimista, responderían si fueran llamados a un levantamiento.

¿Pero quién estaba allí para liderar una revuelta así? En 1943 el metro estaba casi estéril. Nada quedaba de las grandes organizaciones de resistencia, excepto unos pocos seguidores dispersos y asustados sin líderes. Josef Grňa, ex profesor de finanzas, sobrevivía bajo tierra y se contactó con algunos de los militares que se encontraban también en la clandestinidad. Estas conexiones, entre Grňa y un general, por ejemplo, eran arduas empresas que involucraban una peligrosa caminata de 15 o 20 millas, y cada hombre seguía un mapa para que ambos pudieran cruzarse en alguna zanja o árbol en el medio de la nada. Las personas que se escondían dependían totalmente de quienes vivían legalmente para traerles noticias, comunicaciones y material de lectura, y para ponerse en contacto con otros en la clandestinidad. Grňa no era político y apenas era un líder de los revolucionarios, pero fue casi el último hombre en pie después de la represalia contra el asesinato de Heydrich. Otro que sobrevivió a la devastación de la resistencia de 1941-2 fue el Embajador Arnošt Heidrich. Había sido un representante checoslovaco frecuente en las conferencias de desarme de Ginebra en la década de 1920 y confidente del presidente Beneš. Evitó el arresto hasta 1944. Leopold Chmela era un miembro principal del grupo Heidrich. Sobrevivió a la guerra para escribir un libro sobre las pérdidas checas durante la ocupación. Pero ninguno de estos checos pudo liderar un levantamiento.
Mientras tanto, los alemanes habían destruido todos los transmisores utilizados por la resistencia. Karel Staller, un genio técnico, fue el director de Brno Small Arms Factory en 1943, y uno de los pocos checos que todavía podía viajar a Eslovaquia.29 Escondiendo microfilm en su kit de afeitado y en monedas, estableció una ruta de mensajería desde De Bratislava a Suiza y de Londres.30 Durante más de un año, la red de mensajería organizada por Staller fue prácticamente el único medio de contacto entre la resistencia local y el presidente Beneš o entre la resistencia checa y eslovaca. Parte de la información tan peligrosamente comunicada era esencial; algunos de ellos no, como la inteligencia de que un nuevo grupo de resistencia se estaba formando alrededor de Grňa y Vojtech Luža, un ex general de la división del ejército. El gobierno de Londres reconocería la llegada del microfilm al dar una contraseña o frase particular en una de las transmisiones de la BBC. Al comienzo de cada transmisión checa había una serie de anuncios codificados: "Reloj Erica". La primavera está llegando. La memoria es vigilante. El maíz está creciendo ". Los alemanes, por supuesto, también escucharon las comunicaciones, pero se esperaba que no pudieran decodificarlas.

Radio Moscú, aparentemente ajena a la geografía, estaba exhortando a la resistencia local a ayudar a los rusos al iniciar la guerra de guerrillas. De todos los países ocupados, Checoslovaquia estaba más lejos de cualquier frente, demasiado distante para que los aliados occidentales o los rusos pudieran ayudar a cualquier lucha partidista. Las transmisiones desde Moscú incluso instaron a la resistencia local a establecer comités nacionales, organismos locales de unas pocas ciudades que representarían a la población más grande, esto en un momento en que cualquier tipo de reunión era una forma segura de convertirse en un objetivo de arresto. Además, los checos no tenían armas con las que enfrentarse a los tanques alemanes. El general Luza, por ejemplo, quería ponerse en contacto con el coronel Theodor Lang de las tropas del Protectorado. Aunque estas tropas solo llevaban armas ligeras, eran 10,000 fuertes. Tuvo que discutir con los comunistas de su grupo que despreciaron a tales "colaboradores burgueses".

Para el otoño de 1943, Roosevelt, Churchill y Stalin se habían reunido en Teherán para planificar las próximas ofensivas de la guerra. Desde Sicilia, los aliados avanzaban hacia el norte, mientras que el Ejército Rojo había empujado a los alemanes de regreso al río Dneister, a unas 600 millas del Protectorado. Uno supondría que Hitler estaría demasiado ocupado evitando el colapso de sus ejércitos para continuar el seguimiento ferviente de los checos no registrados, pero de hecho, sus reveses en el frente fueron seguidos como de costumbre por una mayor severidad en la tierra ocupada. El terror en el Protectorado nunca fue tan bárbaro como en Polonia, pero siguió siendo mucho peor que en Holanda, Bélgica o Francia. En 1944, los alemanes ejecutaban a más de 100 personas al mes en el Protectorado. Hitler continuó eliminando a los intelectuales y enemigos internos, como si estuviera ganando la guerra, incluso cuando las tropas aliadas estaban en la frontera del Reich y las ciudades alemanas estaban siendo bombardeadas. Los observadores cercanos de aquellos años se maravillaron con el aparato de seguridad de los nazis. Ante la cruda cara de la aniquilación, los alemanes podrían haber dedicado todos sus esfuerzos a la lucha militar crítica. En su lugar, continuaron eliminando a judíos, opositores y comunistas en toda Europa ocupada, investigando en cada aula donde podrían haber palabras de contrabando y en todas las bodegas donde las señales de radio de onda corta podrían penetrar.

En ese momento, finalmente había muy pocos nazis para controlar a poblaciones enteras. Los alemanes estaban convirtiendo a sus víctimas checas capturadas en informantes, personas que compraban la vida de sus seres queridos con información que proporcionaban, aunque de mala gana. A pesar de que no tenían ningún corazón para ello, estos informadores eran detectives productivos para la Gestapo y establecieron organizaciones de resistencia falsas para atraer a los resistores de buena fe. El sistema informador fue especialmente efectivo contra los comunistas.

Los comunistas se habían distinguido entre los opositores en 1940 y 1941, ya sea cooperando con la resistencia democrática o difamándola, según sus instrucciones desde Moscú. Pero fueron eliminados en gran medida en los dos períodos de la ley marcial relacionados con Heydrich. Los alemanes fueron feroces con cualquier persona relacionada con el comunismo. Su atención especial a los comunistas disminuyó la población de izquierda, de modo que no fue hasta finales de 1944 cuando surgieron los grupos comunistas. La actitud de los checos hacia el comunismo no fue necesariamente amistosa, pero no fue abrumadoramente hostil. El Partido Comunista había sido durante mucho tiempo parte de la vida política del país, al igual que otros partidos. Para los checos, no había duda de que los fascistas eran el enemigo y los rusos los probables liberadores. Al mismo tiempo, la actitud checa hacia Occidente era profundamente ambivalente, incluso durante la guerra. Después de Munich, fueron los franceses y los británicos los que desconfiaban los checos, no los rusos, es decir, hasta que los comunistas impusieron el control monopolístico en 1948.

En el otro extremo del espectro político de la resistencia estaba el PRNC con derecho de centro, el Comité Preparatorio de la Nación Revolucionaria, que se preparaba para la revolución que estallaría cuando los alemanes se retiraran y los rusos entraran. El PRNC decía ser el sucesor a las grandes redes de resistencia destruidas por la Gestapo en 1941. No era un cuerpo de resistencias activas, sino más bien una organización ramulenta que sirvió para poner a varios grupos en una asociación flexible. La gente alrededor del general Novák se encontraba entre sus líderes: Jaroslav Kvapil, un famoso dramaturgo; František Richter, director de una empresa de impresión y ex miembro de la Legión Checa, un ejército de voluntarios que luchó en Rusia contra Austria-Hungría en la Primera Guerra Mundial: la Legión formó una especie de red de ancianos que luego ayudaría a la resistencias que habían sido parte de ella; El juez Emil Lány, ex presidente del tribunal de tierras de Bohemia; el poeta josef palivec; crítico literario Václav Čzerny; y el escritor Jaroslav Kratochvil, que también fue miembro del movimiento clandestino comunista y utilizó su influencia para lograr que el Partido cooperara más estrechamente con la resistencia democrática. Algunos de los otros miembros de PRNC fueron Jaromír Dvoařk y Josef Mainer de Pilsen y Kamil Krofta, ex ministro de asuntos exteriores. Uno de los componentes de PRNC era un grupo liderado por los profesores Josef Drachovký, Josef Hutter y Růžena Vacek. Otro componente incluía representantes de la policía del Protectorado checo, como Bohdan Sefčik. Rudolf Fraštacký sirvió, como Staller, como mensajero. Jaroslav Krátký (Zdena), uno de los mayores del antiguo ejército checoslovaco, fue enviado por Beneš e Ingr a Eslovaquia para ejecutar transmisores secretos que conectan a Londres con los principales grupos de resistencia allí, y también para obtener información sobre la resistencia en el Protectorado. Su contacto en Bratislava fue Rudolf Fraštacký. Zdena finalmente fue atrapada por la Gestapo y asesinada en prisión por las SS.

Los paracaidistas rusos que comenzaron a entrar en el Protectorado en 1944 enseñaron a los checos sobre zemljankas, un escondite camuflado que ayudó a innumerables resistentes a sobrevivir el último año terrible de la guerra. Primero se cavó un hoyo lo suficientemente profundo para que un hombre se parara y lo suficientemente ancho como para sostener un banco que pudiera servir de cama. Luego fue amurallado por dentro con tablas de madera, y se colocó una cubierta de tierra y pasto sobre la parte superior. La entrada estaba oculta en un arbusto cercano, a unos metros de distancia.

Fue en la oscuridad de zemljankas y áticos que muchos resistores se enteraron de la invasión de Normandía. Claramente, los alemanes parecían estar perdiendo la guerra. Los resistentes solo tenían que resistir y la pesadilla terminaría. Incluso entonces, los alemanes desperdiciaron sus recursos persiguiendo resistencias internas. Mientras los checos se regocijaban por el Día D, se enteraron de que casi toda la organización de PRNC había sido eliminada por la Gestapo. El general Novák, que había estado viviendo legalmente, decidió esperar la captura en lugar de huir y abandonar a su familia para vengarse de la Gestapo. Detenido durante la noche del 22 de junio de 1944, fue torturado pero no ejecutado, y logró sobrevivir en la prisión de la Gestapo hasta el final de la guerra. Junto con Novak, Moravansky, el coronel Lang y muchos otros fueron capturados. Leopold Chmela fue arrestado el 6 de junio, seguido poco después por la captura del propio Heidrich. El sucesor del general Novák como jefe de PRNC fue el general František Bláha, quien fue arrestado en el otoño de 1944. El sucesor de Bláha fue el general Fraštisek Slunečko, que había vivido bajo tierra desde 1940 en Bohemia. Cuando los Aliados se acercaban a los alemanes, los alemanes se acercaban a la resistencia, o al menos eso les parecía a las almas aisladas tratando desesperadamente de aferrarse hasta el final. Esto fue una ilusión porque la resistencia en realidad estaba resurgiendo. Las redes aparecían hacia el final de la guerra casi más rápido de lo que los nazis podían sofocarlas.
La resistencia no podía reclamar ninguna autoridad sin contacto con el gobierno exiliado, y el gobierno de Londres no podía reclamar ser la voz de Checoslovaquia a menos que pudiera mantener un mínimo de contacto. Los transmisores secretos eran esenciales para que la resistencia del hogar y los exiliados pudieran comunicarse. Los alemanes, al darse cuenta de esto, dedicaron un gran esfuerzo a localizar y destruir transmisores. Primero había existido la red Esparta con once transmisores, que proporcionaron a los Aliados unos 20,000 mensajes de inteligencia hasta que fue destruida en 1941. Luego, el ejército checoslovaco en el extranjero formó voluntarios especiales a quienes los británicos ingresaron en el Protectorado. Estos paracaidistas restauraron la comunicación, junto con el asesinato de Heydrich; pero a principios de 1943, ellos también habían sido cazados. A lo largo de ese año, los checos utilizaron únicamente correos, personas que traficaban mensajes con su ropa. Sin embargo, el lento sistema de mensajería era cada vez más poco práctico a medida que se intensificaba el ritmo de la guerra. En abril de 1944, por lo tanto, Beneš, Ingr y František Moravec, el jefe de inteligencia militar en el extranjero, comenzaron a enviar nuevos equipos de paracaidistas, catorce en total, acusados ​​de recopilar información por su cuenta y comunicar información de la resistencia local. Cada equipo incluyó al menos un operador inalámbrico con un transmisor. Ya era bastante difícil para los paracaidistas aterrizar en el Protectorado y encontrar grupos para ayudarlos (después de todo, los que se encontraban en la clandestinidad) estaban escondidos, pero la transmisión en sí era peligrosa. Los voluminosos transmisores tenían que ser movidos con frecuencia para que los alemanes siguieran las ondas de radio y los rastrearan; sin embargo, los únicos vehículos que poseían los checos eran las bicicletas. A pesar de todas las precauciones, la Gestapo generalmente localizaba los transmisores en unos pocos meses.

Con los transmisores, varios grupos de resistencia importantes se enteraron de la existencia de cada uno y pudieron discutir los planes para un levantamiento. Un ex teniente coronel, Josef Svatoň, encabezó una organización que se extendió desde Bohemia occidental a Moravia e incluyó los restos de ON. Otro hombre, Josef Císař, dirigió un grupo muy importante llamado Avala. Císař vivía legalmente en Praga y tenía un trabajo regular. Su organización secreta incluía la asociación de bomberos voluntarios checos, hombres que podían movilizarse en cualquier momento y que estaban conectados a todos los demás departamentos de bomberos de todo el país. Eran las únicas personas en el Protectorado que tenían a su disposición tanto gasolina como vehículos: motores de bomberos. La Gestapo no pudo aplastar a su grupo de resistencia porque los bomberos eran muy necesarios. Císař también había organizado las sociedades de caza checas. Los cazadores se extendieron por todo el país y, además, poseían armas, que se les había permitido conservar. Estos dos grupos ahora se unieron con el general Luža en lo que se llamó el Consejo de los Tres, o R3, Rada tří en checo. Otro partidario fue Josef Ouředník, el líder de una organización al sur de Praga llamada Sázava. Luža, habiendo sido aceptado tanto por Londres como por la resistencia local como líder supremo del levantamiento proyectado, hizo todo lo posible por subsumir a todos los grupos difusos, incluida una asociación de Praga llamada Sindicatos Revolucionarios. El grupo de Luža ya no era una organización morava de unos pocos cientos, sino una federación de miles dispersos.

El gobierno de Londres esperaba dirigir la insurrección propuesta desde el extranjero, mediante el uso de transmisores, un método que habría sido incómodo y poco fiable teniendo en cuenta la tenue posición de todos los diversos grupos clandestinos. Luža insistió en que la resistencia local debe controlar el levantamiento, obtener crédito por su éxito y organizar el gobierno provisional que seguiría.36 Una insurrección era necesaria incluso si la resistencia local no era necesaria para derrotar militarmente a los alemanes. Sin una revuelta, el campo político de la posguerra estaría dominado por los ataques de partidos que regresan del extranjero. Los cambios que se iban a hacer en el sistema político tenían que hacerse durante el breve comienzo revolucionario, advirtió, o no lo hizo en absoluto. Todos los opositores, excepto los comunistas, asumieron que al final de la guerra, estos revolucionarios, es decir, los líderes de la resistencia que llevaron a cabo el levantamiento proyectado, se harían cargo de los alemanes derrotados y gobernarían el país hasta que el presidente Beneš regresara y se celebraran las elecciones. Se esperaba que a las principales figuras de la resistencia se les ofrecieran posiciones ministeriales en cualquier gobierno de posguerra. Las armas para esta revolución debían ser tomadas de un depósito de almacenamiento y de una fábrica de municiones, suficientes armas para armar a 10,000 hombres. Se esperaba que los británicos arrojaran armas, y también se esperaba un envío del Ejército Rojo.

Sin embargo, parecía que los británicos miraban a los rusos para suministrar insurgencias anti-alemanas. Tal vez los británicos temían que cualquier arma que cayeran cayera en manos de los aliados comunistas con los que estaban cada vez más desilusionados. En cuanto a los rusos, que habían caminado más de 1,000 millas, no querían preparar las cosas para felicitar a los checos por liberarse. Tampoco estaban ansiosos por tomar el control de un país con un ejército independiente que buscaba la dirección de sus propios líderes. Eligieron ignorar cualquier expectativa que tuvieran los resistentes en cuanto a las armas.

En agosto de 1944, Eslovaquia estalló en una revolución prolongada, dirigida por ex militares y apoyada tanto por demócratas como por comunistas locales. Fue dirigido por el teniente coronel Ján Golian, el jefe de una organización clandestina eslovaca; había sido elegido por Beneš y el gobierno en el exilio, sin tener en cuenta la recomendación de Luža. La resistencia checa fue bombardeada luego con transmisiones de Moscú exhortándola a seguir el ejemplo eslovaco y tomar las armas. Pero en septiembre, antes de que los checos pudieran reaccionar ante la situación eslovaca, la Gestapo mató a Ouředník y capturó a los ayudantes más cercanos de Luža, destruyendo a toda la sección de Praga de la organización. En octubre, Luža, haciendo su difícil camino hacia Praga con un asistente y tarjetas de identidad falsas, fue asesinado por los oficiantes gendarmes checos que, con un exceso de puntualidad, decidieron volver a verificar las identidades de los dos extraños que pasaban.

El último otoño de la guerra marcó el momento en que los líderes de la resistencia se dieron cuenta de que no podían llevar a cabo una insurrección nacional. Podrían surgir revueltas impulsivas e inconexas: rebeliones suicidas de grupos mal equipados y dispersos. Pero el golpe de muerte organizado y masivo a un ejército de ocupación alemán debilitado fue una quimera. No solo a los resistentes les parecía que los Aliados estaban reteniendo armas pesadas, sino que en noviembre la resistencia había perdido a los únicos líderes militares que podían haberlos usado con eficacia: Svatoň, Moravanský, Novák, Luža, los otros generales. Los checos observaron la revuelta de Varsovia que comenzó el 1 de agosto, justo cuando el Ejército Rojo se acercaba a la capital polaca, y la siguió a su aterradora conclusión dos meses después, una insurrección librada de la misma manera que la que varios grupos clandestinos checos estaban planeando. . No fueron alentados.

Observaron la insurrección eslovaca junto al Protectorado con el mismo sentimiento de desesperación. La revuelta eslovaca había comenzado tres semanas antes de lo programado por Golian, cuando los alemanes terminaron el gobierno títere de los eslovacos y se movieron para ocupar el país directamente. Debido a que el levantamiento no tuvo lugar dentro de su zona de operación, los británicos y los estadounidenses se negaron a proporcionar armas a los insurgentes, excepto, hacia el final, en cantidades esporádicas y de ahorro. Se creía que los rusos se mostraban indiferentes ante el destino de los resistentes que debían obediencia no al Ejército Rojo, sino a los líderes independientes. Después de dos meses, la insurrección colapsó y Golian fue capturado y ejecutado por los alemanes. Los checos en el Protectorado no sabían nada de las políticas de los aliados que condenaron el levantamiento, ni siquiera sabían que 10.000 eslovacos habían sido sacrificados en esa lucha empapada de sangre. Pero vieron que el levantamiento no había destruido el poder de los alemanes sobre el país, y que tales revueltas se redujeron al final en escaramuzas de guerrillas que tuvieron poco efecto militar.

Ese otoño, cuatro grupos principales de paracaídas soviéticos flotaron hacia el Protectorado, unas sesenta personas en total, antes del Ejército Rojo. Aunque los grupos de paracaídas tomaron los nombres de los héroes checos, como Jan Hus o Miroslave Tyrš, tomaron sus órdenes del Ejército Rojo. Su tarea consistía en hostigar a los nazis que se retiraban, quienes, seguidos por verdaderas brigadas de simpatizantes civiles alemanes, intentaban llegar a alguna parte del Protectorado que aún ocupaban los alemanes. Los simpatizantes alemanes serían expulsados ​​de Checoslovaquia después de la guerra, en una de las transferencias de poblaciones que tuvieron lugar en varios países.

Los ataques partidistas, que roían al enemigo en los márgenes del frente, se convirtieron en la forma principal de la resistencia checa desde noviembre de 1944 hasta el final de la guerra en mayo siguiente. En el área alrededor de Brno, estos ataques fueron llevados a cabo por varias bandas; No había grupos que fueran claramente comunistas. Después de la guerra, los comunistas afirmaron haber sido la columna vertebral de la resistencia; sin embargo, en el Protectorado central, eran los resistores no comunistas los que estaban activos. Esta actividad partidista dispersa no sustituyó a una insurrección armada, un hecho que fue demostrado por las insurrecciones fallidas de los polacos, los eslovacos, los partisanos de Tito en Yugoslavia en 1941 e incluso los maquis en Francia, que luchaban en condiciones más favorables que las Checos Una cosa que lograron los paracaidistas fue organizar prisioneros de guerra fugados. Al principio, estos ex prisioneros estaban armados solo con su odio hacia los alemanes. Unos 50,000 alemanes estaban en el Protectorado en 1944, retirándose de los Aliados. Los partisanos, ahora incluidos los ex prisioneros, atacaron sus transportes en las carreteras y robaron sus armas; También allanaron estaciones de gendarme por sus armas. Los partisanos colocaban clavos de acero o un cable de acero robado a través de las carreteras (prácticamente los únicos vehículos motorizados en las carreteras eran alemanes, todos los demás iban en bicicleta). Un camión tendría que detenerse, tras lo cual los atacantes matarían a los ocupantes y tomarían sus armas. También allanaron las estaciones de gendarme donde normalmente tomaban las armas pequeñas pero no lastimaban a los gendarmes checos. Los alemanes finalmente tuvieron que quitar todas las carabinas de las estaciones de gendarme para que no las perdieran por la resistencia.

Al no tener una comunicación consistente, un grupo de resistencia nunca estaba seguro de lo que estaban haciendo otros grupos. Después de la guerra, los partidarios se enteraron de la cantidad de grupos de resistencia dispares y en gran medida independientes: 7.500 combatientes de resistencia activos, distribuidos en 120 grupos, dedicados a actividades militares o cuasi militares, cada uno de los cuales usaba o tenía a su disposición un arma personal. . Además de estos combatientes, había miles de partidarios que estaban fuera de cualquier estructura y no se los llamaba "resistores". El grupo General Luža (R3), formado por el hijo y los seguidores del líder asesinado, tenía 856 miembros activos centrados cerca de Brno, sin contar a las personas que los ayudaron con suministros, refugio y silencio. Fue la organización más importante dentro de R3, que a su vez fue la organización más grande en la resistencia checa en 1945, formada por diez grupos.

A fines de la primavera de 1945, los guerrilleros en el Protectorado central controlaban el campo, pero no las ciudades, de modo que los alemanes no podían viajar excepto en grandes grupos. Aun así, los aldeanos que albergan a los resistentes y les traen comida en sus zemljankas se estaban poniendo en peligro. La última táctica de la Gestapo no consistía en arrestar a quienes se encontraban en un refugio, sino en encerrar a toda la familia en la casa y luego prenderle fuego, una tarea a la que habían prestado atención a conciencia incluso mientras se retiraban.

La respuesta alemana al aumento de la actividad guerrillera fue doble y efectiva. Karl Hermann Frank reorganizó la fuerza policial alemana, separando unidades especiales y ubicándolas en todos los distritos para mantener las carreteras seguras para el retiro alemán. Los Jagdkommandos, como se los llamó, dispararon y ahorcaron a los partisanos en el lugar, incluidas las personas que solo habían sido de ayuda marginal para los resistentes. Una molestia aún mayor para los partisanos fueron las tropas Vlasov, anti-bolcheviques liberados de los campos de prisioneros de guerra alemanes. En 1944 formaron un ejército de unos 100.000, luchando al lado de los alemanes por la liberación de Rusia de Stalin. Peinaron las aldeas en busca de partisanos, o ayudaron a los Jagdkommandos haciéndose pasar por prisioneros soviéticos escapados e infiltrándose en los partisanos.

Los estadounidenses ya soltaban regularmente grupos de paracaídas checos en el Protectorado, los exiliados que regresaban para unirse a la lucha final y llevaban armas con ellos. Estas no fueron las infusiones de armas masivas que querían los resistentes, sino más bien las armas para ayudar a la actividad de la guerrilla: armas Sten, una o dos ametralladoras, revólveres, explosivos plásticos, etc. La cantidad de armas contenidas en las doce gotas fue despreciable. Las entregas se llevaron a cabo, después de un largo proceso burocrático, por un Grupo Especial de la Fuerza Aérea del Ejército de los EE. UU. estacionado en Livorno. Varios aviones de entrega al Protectorado fueron derribados, a pesar de una planificación precisa. El momento de una caída fue señalado por un código en una transmisión de la BBC. Las armas se empacaron en contenedores de 300 libras que se adjuntaron a los paracaídas. Cuando flotaban hacia abajo, tenían que abrirse y dividirse entre los partidarios de allí y de allí. Los partisanos tuvieron que planear algunos medios para quitar las armas, ya que todavía no tenían automóviles ni camiones. Aunque en un retiro de cabeza, los alemanes no se mantuvieron a un lado deferencialmente durante estas operaciones. Dos de los equipos de paracaidistas fueron golpeados por la Gestapo en mayo de 1944, incluso cuando los que se encontraban en el hogar estaban luchando de un refugio a otro, teniendo que moverse constantemente.

Los alemanes estaban siendo acosados ​​por arrebatos de libre para todos contra ellos cuando se retiraron. No siempre estaba claro si los alemanes o los checos tenían el control de una ciudad en particular. Una vez que los alemanes se fueron y los checos tomaron el control, los alemanes podrían regresar brevemente para asegurar su línea de comunicaciones, ejecutar a los nuevos funcionarios locales que habían comenzado a establecer una administración de la ciudad después de la guerra y luego retirarse nuevamente. El frente no era una línea obvia con los ejércitos opuestos de un lado y el otro, sino una tierra irregular de hombres donde cualquier soldado que pudiera encontrar podría pertenecer a los ejércitos aliados o al ejército alemán.

A lo largo de la guerra, los checos habían escuchado tanto de Londres como de Moscú que la resistencia local, la gente que se sacrificaba y sufría, formaría el gobierno de posguerra. Mucho antes de la liberación, Beneš había decidido que la supervivencia de Checoslovaquia dependía del alojamiento del país tanto con las potencias occidentales como con la Unión Soviética. Pero para el invierno de 1944/5, a medida que el Ejército Rojo cubría cada vez más Checoslovaquia, el equilibrio entre los partidos democráticos checos representados por Beneš en Londres y los comunistas liderados por Klement Gottwald en Moscú había cambiado a favor de los comunistas. Según los comunistas, habían sido el elemento predominante en la resistencia; reescribieron la historia de tiempos de guerra para excluir la actividad de los no comunistas. Al final de la guerra, era una conclusión inevitable que los comunistas predominarían en cualquier gobierno de posguerra; pero la mayoría de los checos creían, junto con el gobierno de Londres en el exilio, que los comunistas seguirían un sistema democrático en Checoslovaquia.

Como sucede a menudo en los últimos espasmos de guerra, el país estalló repentinamente en una revuelta, no la rebelión nacional organizada que la resistencia había planeado al comienzo de la ocupación, sino una serie de levantamientos que estallaron de manera impredecible en las ciudades donde los alemanes todavía estaban en el camino de salida. Los levantamientos fueron aleatorios, desconectados y feroces. Comenzaron el 1 de mayo en Moravia central justo cuando los rusos estaban a punto de mudarse. Sin esperar a que los alemanes se fueran, la gente comenzó a tomar posesión de las oficinas gubernamentales y se nombraron a sí mismas representantes locales de la República de Checoslovaquia. Estas revueltas arrasaron el país. En algunos lugares, los rebeldes intentaron desarmar a los alemanes; en otros, dejaron que los alemanes continuaran con el negocio de irse. A veces, el comandante alemán en la región, no queriendo retrasar su retirada, ignoró lo que estaba sucediendo mientras sus propias fuerzas no fueran molestadas. En otros, cada levantamiento fue respondido con una furiosa represalia. En medio de todo, el 30 de abril de 1945, todas las radios de Europa transmitían la noticia de que Hitler se había suicidado.

Varios factores contribuyeron a estas revueltas. Cuando los alemanes se retiraron hacia el oeste, vaciaron sus campos de concentración y transportaron a los internos, especialmente a los judíos, por delante del frente. Hasta entonces, los checos aún desconocían en gran medida lo que se conoció como el Holocausto. De repente, una comunidad tras otra en el Protectorado vio a decenas de miles de personas desnudas y hambrientas envueltas en camiones de ganado o tropezando en las colinas en marchas forzadas. Vieron a alemanes maltratando a estas víctimas moribundas, que alguna vez habían sido maestros judíos, amas de casa y escolares, vieron a los alemanes maltratándolos o disparándoles sin remordimientos. Sorprendió a las personas que estaban en el pasado, checos cuyos familiares habían sufrido a manos de los nazis.

 

Los levantamientos de Moravia de finales de abril y principios de mayo de 1945 fueron inútiles, aplastados en todos los lugares donde los alemanes respondieron a las provocaciones. Sin embargo, la fiebre de la revuelta se extendió a Praga el 5 de mayo de 1945. El Consejo Nacional Checo, una organización incolora, durante varias semanas había estado preparando una insurrección en la capital con los restos de ON y otros ex militares. Sin embargo, el levantamiento masivo tomó al Consejo por sorpresa y obligó prematuramente a los líderes a la calle. Antes de que el Consejo pudiera movilizarse, los ciudadanos comunes y los policías del Protectorado se apoderaron de la estación de radio de Praga y emitían frenéticas llamadas a los aliados en busca de ayuda. Los ex generales František Slunečko y Karel Kutlvašr, los hombres que se habían reincorporado después del arresto del general Novák, fueron al principio los líderes militares de facto que pedían armas. Los ciudadanos levantaron 1,600 barricadas en las calles para paralizar el movimiento alemán, barreras tripuladas por 30,000 civiles checos sin armas efectivas. Cuando los alemanes salieron de sus vehículos para eliminar los obstáculos, los francotiradores los eliminaron. Pronto aprendieron a usar a las mujeres y niños checos como escudos mientras luchaban con las barricadas. Las tropas Vlasov que habían sido colaboradores alemanes ahora cambiaron de bando y lucharon junto a los checos. Sin embargo, no era la mano de obra la que carecían los checos, sino las armas. Hombres y mujeres con rastrillos y pistolas se enfrentaron entre 30,000 y 40,000 combatientes entrenados armados con tanques y artillería. Su batalla duró tres días, transmitida por toda Europa hora por hora desesperada mientras suplicaban a los aliados que enviaran armas.

Los estadounidenses ignoraron todas sus apelaciones, aunque el general Patton y el Tercer Ejército estaban a menos de 50 millas de Praga. El general Eisenhower se negó rotundamente a permitir que las tropas estadounidenses se movieran porque Praga se encontraba dentro de la zona soviética de ocupación propuesta. Incluso Beneš y el gobierno en el exilio que habían regresado al país y estaban esperando en Košice, incluso se quedaron en silencio. Hasta 2.000 checos fueron asesinados por los alemanes. Los alemanes, temerosos de que se acercara el Ejército Rojo, fueron inducidos a abandonar la lucha. Ansiosos por evadir a los rusos y rendirse ante los estadounidenses, capitularon ante el Consejo Nacional Checo el 8 de mayo y marcharon hacia las líneas estadounidenses, llevando solo sus armas pequeñas. Cuando el Ejército Rojo entró en Praga el 9 de mayo, lo encontraron en manos del Consejo Nacional Checo, una situación que no le gustaba a Stalin, a juzgar por su reacción. Se negó a reconocer al Consejo o tuvo relaciones con él y, siguiendo las órdenes de Beneš, el Consejo renunció.

La guerra no terminó bruscamente el 9 de mayo en Checoslovaquia, sino que murió en grados imperceptibles. Los alemanes se movieron en columnas ordenadas, a veces acompañadas por un tanque; Los rusos se mudaron, se reunieron con torpes discursos de bienvenida y un ambiente de fiesta en cada comunidad. La siguiente oleada del Ejército Rojo se extendió por todo el país, y la siguiente y la siguiente: campesinos jóvenes, de aspecto infantil, de buen corazón pero incontrolable. Sus peores transgresiones parecían menores en comparación con la brutalidad de los nazis que habían perseguido.

La guerra había terminado. Las ciudades estaban llenas de edificios demolidos y psiques dañadas. Detrás de cada cara había experiencias que nunca podrían borrarse. Esta chica había sido violada. Ese hombre había sido torturado. Otro había perdido a un niño en un ataque con bomba. Era un país de víctimas, en el que nadie esperaba un nuevo comienzo. El Ejército Rojo, no los comunistas locales, había liberado al país. Excepto en algunos lugares, los comunistas checos no habían sido líderes en la resistencia, pero después de la guerra emergieron como el elemento prominente en cada unidad administrativa y política. Los resistentes se dejaron enojar por otros que clamaban por el reconocimiento. Pronto todos escucharon que la resistencia democrática no había sido importante en la guerra, solo los comunistas en la clandestinidad: propaganda generada desde Moscú y repetida tan incesantemente que quizás la mayoría de la gente comenzó a creerlo.

 

viernes, 5 de abril de 2019

Antigüedad: Roma enfrenta a Cártago por primera vez

Primer contacto: Roma y Cartago

Weapons and Warfare




La guerra de Roma contra el infame condottiere helenístico del rey Pirro de Epiro en 280 a 275 que finalmente llevó a Roma al ámbito de las relaciones internacionales helenísticas. Pirro en la batalla de Ausmo.

Los cartagineses tenían intereses comerciales en Etruria (hierro y cobre de bajo costo) y se habían combinado con los etruscos para desafiar a los griegos de Massalia (Massilia latina, Marsella moderna) en un combate naval frente a Córcega en el 535 a. C., lo que les impidió establecerse. en Alalia (Aleria) en la costa este de la isla. Este fue también el final del sueño griego de aprovechar el comercio ibérico de cobre y plata, con el río que los griegos conocían como el Iber (Latin Iberus, Ebro moderno) convirtiéndose en la línea divisoria efectiva entre las esferas cartaginesas y griegas (es decir, Massiliote). Las excavaciones arqueológicas en un santuario en Pyrgi (Santa Severa), el puerto de la ciudad etrusca de Caere, han descubierto tres placas de oro inscritas, dos en etrusco y una en púnica, dedicadas a la diosa madre semítica Astarté y su etrusca. Equivalente, Uni, por el gobernante de Caere. Se pueden fechar a principios del siglo quinto antes de Cristo.




Esta evidencia nos da el contexto para el primero de los tres tratados realizados entre Roma y Cartago antes de la Primera Guerra Púnica. Fechado, según Polybios, al comienzo de la República y veintiocho años antes de la invasión de Grecia por Jerjes (es decir, 508 aC), nuestro historiador griego tuvo dificultades para leer este documento fascinante en el que encontró la fecha debido a su latín arcaico. que 'difiere de lo moderno tanto que solo se puede ver parcialmente'. Según su entender, los romanos y sus aliados no deben navegar más allá del Promontorio de la Feria a menos que estén obligados a hacerlo por la tormenta o por los enemigos, y que deben seguir ciertas regulaciones si quieren comerciar en África o Cerdeña, aunque no con la Sicilia cartaginesa, donde disfrutaron de los mismos derechos que los demás. Los cartagineses, por su parte, acordaron no herir a ninguna comunidad latina o establecer un fuerte en territorio latino. Polybios nos dice que el Promontorio de la Feria, Pulchri Promontorium para los romanos, estaba en la costa africana, yacía 'inmediatamente al frente de Cartago al norte', en otras palabras, el moderno Cap Farina o Rass Sidi Ali el Mekki, el cuerno occidental Que flanquea el Golfo de Túnez, el este es Cap Bon o Rass Adder, el antiguo Promontorio de Hermaia.

Polybios dice que el tratado nombra pretores, pero ni un rey ni dos cónsules, mientras que las esferas de influencia definidas tanto para Cartago como para Roma solo se ajustan a este período (es decir, los primeros años de la República) y el interés cartaginés en el área ha sido confirmado por Inscripciones pyrgi. Por lo tanto, el tratado de 508 aC se redactó precisamente para delimitar la esfera de las actividades comerciales de los romanos, que estaban excluidos del comercio a lo largo de la costa africana al oeste de Cartago. Más importante aún, las condiciones reales del tratado nos permiten vislumbrar la forma en que los cartagineses intentaron ejercer el control económico en el Mediterráneo occidental.

En el 348 aC, los romanos y sus aliados hicieron un segundo tratado con Cartago y sus aliados, también informados pero no fechados por Polibios. Los términos de este tratado obligaron a ambas partes a no dañar a los amigos o aliados de ninguna de las dos, y una vez más reglamentaron las circunstancias en que los romanos podían comerciar en el territorio cartaginés, pero también añaden el sur de Iberia a la zona de exclusión original. A los romanos también se les impide merodear a lo largo de la costa del norte de África, lo que implica que las ciudades fenicias como Utica se encontraban ahora dentro de la esfera cartaginesa, y si los cartagineses capturan cualquier ciudad en Lacio, que no está sujeta a Roma, pueden mantener a los cautivos y El botín, pero debe entregar la ciudad. La ventaja en el tratado parece estar otra vez con Cartago como el poder dominante.

Todo este tiempo, los verdaderos enemigos de los cartagineses fueron los griegos, y la verdadera razón de esto, como pronto descubriremos, no es difícil de apreciar, a saber, la isla de Sicilia. Un tercer y último tratado informado por Polibios se realizó en el momento de la Guerra Pírrica (280-275 aC) y "antes de que los cartagineses comenzaran su guerra por Sicilia". Esto probablemente coloca la firma del tratado después de las dos victorias de Pirro en Herakleia (280 a. C.) y Asculum (279 a. C.) cuando los cartagineses debieron temer que el "rey elefante" cruzaría a Sicilia, como lo haría en el año siguiente cuando Casi los expulsaría de la isla. En el tratado, ambas partes confirmaron sus acuerdos previos, y agregaron que si debían formar una alianza contra Pirro, ambas partes proporcionarían ayuda a la otra, los cartagineses, especialmente por mar. El principal interés del tratado, desde nuestro punto de vista, es la falta total de fuerzas navales romanas que implica. Esta situación continuó hasta el estallido de la Primera Guerra Púnica.

Así que en 279 aC, las relaciones entre Roma y Cartago (más amigos que rivales) fueron razonablemente buenas, aunque bajo una amenaza común. Pero tras la retirada de Italia de Pirro después de su derrota en Malventum (275 aC), los romanos plantaron dos colonias latinas, Cosa y Paestum, en la costa oeste de la península (273 aC). ¿Le temía Roma a la fuerza marina cartaginesa? Para regresar al tercer tratado, según Justin, los cartagineses enviaron a un Mago con 120 barcos (Valerius Maximus dice 130) para ayudar a los romanos, pero el Senado, al expresar su agradecimiento, rechazó la ayuda, y Mago se embarcó para negociar con Pyrrhus6 Este tratado entre Cartago y Roma, por lo tanto, parece haber sido negociado después de estos eventos; "Quizás", como dice Lazenby, "después de que Pyrrhus rechazó alguna oferta de Mago". Parece que Mago había hecho su punto. Los 120 buques de guerra podrían ser lanzados en cualquier escala.

Al norte de Cartago, a lo largo de 140 km de agua, se encuentra la isla de Sicilia, de forma triangular, la clave del Mediterráneo occidental que dominaba el estrecho mar entre la punta de Italia y el extremo norte de la costa del norte de África. Inicialmente, Cartago no había sido lo suficientemente fuerte ni siquiera estaba interesado en adquirir la isla, a pesar de sus buenos puertos y su fecundidad. Para citar a Tucídides sobre los colonos pre-griegos de Sicilia:

También había fenicios que vivían en toda Sicilia. Los fenicios ocuparon los promontorios y las pequeñas islas frente a la costa y las utilizaron como puestos para comerciar con los siceles. Pero cuando los griegos comenzaron a llegar por mar en gran número, los fenicios abandonaron la mayoría de sus asentamientos y se concentraron en las ciudades de Motya, Soleis y Panormus, donde vivían juntos en el barrio de Elymi, en parte porque dependían de ellos. su alianza con los Elymi, en parte porque desde aquí el viaje de Sicilia a Cartago es más corto.

De su cuenta, a pesar de su brevedad, nos enteramos de que los primeros comerciantes fenicios en Sicilia no fueron obligados a ir al extremo occidental de la isla por una marea de colonizadores griegos, como han sostenido algunos estudiosos, sino que simplemente abandonaron lo que no era más que Estaciones comerciales. El valor y la precisión del pasaje de Tucídides, a la luz de los descubrimientos arqueológicos, se ha vuelto cada vez más evidente.

Sin embargo, en algún momento después de 580 aC, Cartago finalmente fue tentado a lo que se convertiría en aguas turbulentas por ello. Como hemos discutido en otra parte, el primer ejército cartaginés en desembarcar en Sicilia fue posiblemente bajo un general llamado Malchus. De todos modos, todo lo que hizo o no logró allí, durante los primeros cien años, Cartago se alegró de mantener un enfoque discreto con respecto a Sicilia, pero en el año 480 a. De C. vio su primer intento a gran escala de expansión imperial. Gelón, tirano de Siracusa, estaba haciendo movimientos para unir a la isla bajo su liderazgo militar, y al hacerlo amenazaba a los habitantes fenicios del sur y el oeste. Cartago respondió y envió una fuerza expedicionaria bajo el mando de Amílcar, hijo de Hanno, para enfrentar esta amenaza. De hecho, la armada cartaginesa era tan formidable que los contemporáneos la compararon con la hueste de Xerxes que se estaba organizando en el este. Era sufrir un destino similar. Amilcar aterrizó en la ciudad púnica de Panormus (Palermo), solo para ser derrotado rotundamente por Gelon cerca de Himera, se dice, el mismo día que los persas fueron derrotados en Salamis.

Tan grande fue la pérdida de Cartago en Himera (el mismo Amílcar había muerto luchando), parece que va a disminuir en las próximas décadas. La guerra se terminó con este golpe. Cartago demandó por la paz, pagó una gran indemnización, y en el caso, a pesar de los constantes rumores de invasiones, dejó a Sicilia solo durante setenta años. Mientras tanto, en casa, la dinastía Magonid gobernante fue expulsada del ejecutivo y la aristocracia tomó el poder. Se fortalecieron las relaciones con el África subsahariana, una región conocida por sus ríos que contienen oro y, más especialmente, Cartago cayó sobre la llana y fértil costa del norte de África, ocupando una vasta área circundante para la cría de ganado y frutales .
En 409 aC, sin embargo, Cartago se había recuperado lo suficiente como para intervenir una vez más en los asuntos sicilianos. Bajo Aníbal, nieto de Amílcar, una fuerza punitiva cartaginesa logró capturar a Selinous (Selinunte) mientras que la fuerza de alivio griega todavía estaba en la etapa de preparación. Luego, Hannibal irrumpió en Himera y, después de destruir la ciudad y matar a 3.000 cautivos griegos en el lugar de la muerte de su abuelo, llevó a su ejército a su casa en Cartago cargado con mucho botín. Sin embargo, el principal enemigo, Siracusa, todavía estaba intacto, y tres años más tarde, una segunda expedición cartaginesa, nuevamente dirigida por Aníbal, aterrizó en la isla para difundir nuevamente el terror a través de las ciudades griegas. Los cartagineses, sin embargo, pronto se vieron acosados ​​por la mala suerte. Una "plaga" diezmó sus filas, incluso matando a Hannibal mientras su ejército asediado se pudría bajo los muros de Akragas (latín Agrigentum, moderno Agrigento). Aunque su sucesor, Himilco, hijo de Hanno, logró capturar tanto a la ciudad rica como a Gela y derrotar un intento de ayuda de Syracusan, un regreso de la pestilencia dejó su mando tan debilitado que en 405 a. C. firmó un acuerdo de paz con Dionysios de Syracuse. El recién establecido tirano estaba más que feliz por el respiro. Igualmente satisfecho con el resultado, Himilco regresó a Cartago con los sobrevivientes de su ejército anémico.

Siete años después, Dionysios se sintió lo suficientemente fuerte como para renovar las hostilidades con Carthage. La guerra fue popular, y los griegos comenzaron con una masacre de todos los cartagineses y fenicios en sus ciudades. Dionisios aseguró la Sicilia griega y, al año siguiente, marchó sobre el bastión púnico de Motya (Mozia). Esta isla costera bien amurallada cayó con la ayuda de una formidable variedad de maquinaria de asedio, incluidas catapultas de no torsión recientemente inventadas. Pero esto provocó un nuevo esfuerzo cartaginés, en el que Himilco no solo recuperó a Motya, sino que también despidió a Messina al otro lado de la isla y, finalmente, después de una victoria naval decisiva, hizo que Dionisios volviera a enfrentar un asedio en Siracusa. Esta expedición, sin embargo, también terminó en un completo desastre plagado de enfermedades y la pérdida de todo el ejército, que a su vez provocó una revuelta de los súbditos africanos de Cartago.

Una frontera acordada se trazó entre las dos esferas y una tregua incómoda duraría durante el próximo medio siglo. Pero a estas alturas Sicilia ya era una obsesión. El sorprendente balancín continuó cuando se lanzó un tercer gran intento de conquista en el 341 aC, y una vez más terminó en desastre y derrota. Sin embargo, a pesar de esto, la falta de unidad entre los griegos sicilianos permitió que Cartago mantuviera firme el extremo occidental de la isla. "Ninguna tierra fue más productiva de tiranos que Sicilia", escribió Justin, y los comentaristas modernos están de acuerdo en que las tiranías sicilianas debían su existencia pasada de moda, al menos en parte, a la necesidad de una mano fuerte y un control central contra los cartagineses. No obstante, después de la ruptura en la segunda generación de la tiranía establecida por Dionysios, el Timoleón corintio trató de purgar a la isla de sus señores de la guerra más grandes que la vida y de sus ejércitos privados y reavivar la autonomía de los estados de ciudades griegas. Pero a pesar de que tuvo éxito en derrotar a los cartagineses más decisivamente de lo que había sido desde la época de Gelon, no se logró una estabilidad política a largo plazo para la isla cansada de la guerra. La libertad que ofrecía Timoleón era la libertad al estilo de la antigua ciudad-estado, y la Sicilia griega ya no tenía la vitalidad de utilizarla. La tiranía reapareció en la isla.

En el 311 aC, Agathokles, cuyo sueño era la completa unificación de Sicilia bajo la égida de Siracusa, atacó la última de estas posesiones púnicas, pero fue fuertemente derrotado y conducido de regreso a Siracusa, y la mayor parte de la isla cayó en manos cartaginesas. En un acto de pura desesperación, aunque otros argumentarían que se trataba de una verdadera visión estratégica, el tirano cargó a 14,000 soldados, mercenarios en su mayoría, en 60 barcos, salió del puerto, y se dirigió a África, esperando por este atrevido contragolpe salvar el situación. En esto tuvo éxito. Habiendo quemado literalmente sus botes, derrotó a un ejército cartaginés, reclutado a toda prisa, que se enfrentó a él y, por lo tanto, pudo moverse a voluntad por el campo fértil y las ciudades indefensas. De allí atrapado en el pie trasero, Cartago tuvo que recordar a las tropas de Sicilia para hacer frente al invasor. Sin embargo, Agathokles no se apropió de Cartago bien amurallado y finalmente se logró la paz en 307 a. C., lo que dejó a los cartagineses en control de la mayor parte del oeste y el sur de Sicilia. Aunque la atrevida expedición africana de Agathokles fracasó, más tarde influyó en los romanos en las guerras púnicas.

Cartago tenía un enemigo más que enfrentar antes de que el telón subiera en la lucha con Roma. En el 280 a. C., la ciudad greco-italiana de Taras (latín Tarento, moderna Tarento), amenazada por los romanos, había llamado a Pirro de Epeiros, un destacado guerrero-rey mercenario, para ayudarlos. Su primera victoria sangrienta sobre las tropas romanas fue cerca de la colonia de Taras, Herakleia, después de lo cual se dirigió hacia el norte a Roma y envió a su diplomático de confianza Kineas para extender los términos al Senado. Se ofreció a restaurar a todos los prisioneros y terminar la guerra, si los romanos hacían las paces con Taras, otorgaban autonomía a los griegos italianos y devolvían todo el territorio tomado de los samnitas y los lucanianos, los pueblos oscanos recién conquistados por Roma. Estos términos habrían limitado severamente la propagación de la participación romana en el sur y han creado allí una supremacía tarentina. Fue rechazado sin rodeos y enviado por el Senado, y se dijo que le había informado a su rey que Roma era como un monstruo con muchas cabezas cuyos ejércitos seguirían siendo repuestos. Si esto era cierto, entonces Kineas, antiguo discípulo del gran orador y demócrata ateniense Demóstenes, era un juez astuto de la mano de obra romana.

Después de este rechazo, Pirro obtuvo una segunda victoria sangrienta en Asculum, un feroz compromiso de dos días, en el que sus elefantes de guerra desempeñaron un papel importante. Cada uno llevaba una torre, o howdah, atada a su espalda como una plataforma de combate que protegía a dos hombres armados con jabalinas. Esta es nuestra primera referencia confiable al howdah, y Pyrrhus puede haberlo inventado. En cualquier caso, solo cuando un legionario heroico (o temerario) cortó el tronco de un elefante se dijo que los romanos se habían dado cuenta de que "los monstruos eran mortales". Sin embargo, todavía aterrorizaban a la caballería enemiga. Una vez más, las bajas en ambos bandos fueron pesadas. "Otra de esas victorias", se dice que Pyrrhus comentó, "y nos perderemos", por lo que decimos "una victoria pírrica" ​​por cualquier éxito comprado a un precio demasiado alto. Como resultaba dolorosamente claro, los romanos podían permitirse tales pérdidas mejor que Pyrrhus, ya que tenían gran parte de Italia para reclutar, mientras que los profesionales altamente calificados de la falange de estilo macedonio de Pyrrhus eran insustituibles.

En el 278 aC, Pyrrhus se enfrentó a una opción: o recurrir a Macedonia, donde los acontecimientos recientes le dieron la esperanza del trono allí, o bien a Sicilia, de acuerdo con su anterior matrimonio con una princesa siracusana, nada menos que la hija de Agathokles, Lanassa. . Mientras continuaba protegiendo a Taras, eligió ir al sur a Sicilia, donde ahora prometía la "libertad" de los cartagineses, quienes tenían grandes esperanzas de ganar toda la isla. Durante tres años no mostró más compromiso con la libertad real que cualquier verdadero rey helenístico y fracasó en sus esperanzas. Los planes de Cartago se frustraron de hecho, los cartagineses fueron barridos de la isla a excepción del único bastión Lilybaeum (Marsala), pero el autócrata Pyrrhus se quedó más que satisfecho, y sus partidarios siciliano-griegos, que no estaban dispuestos a rendirse a su libertad. a Pirro que a Cartago, se volvió contra él. En su viaje de regreso a Italia, perdió varios de sus preciosos elefantes cuando fue derrotado por la marina cartaginesa, perdiendo 70 de sus 110 barcos, y no pudo ganar el tercer encuentro crucial contra los romanos en Malventum. Así que Pyrrhus dejó una guarnición sustancial en Taras y navegó a través del Adriático.

Mientras tanto, se restableció el status quo en Sicilia, y los cartagineses y griegos estaban una vez más en la garganta del otro, ajenos al mundo que los rodeaba. La carrera meteórica de Pyrrhus allí le había impedido convertirse en una provincia cartaginesa y, al partir, se dice que describió a la isla como el "futuro campo de lucha para Roma y Cartago". Al principio, Roma y Cartago habían reafirmado sus antiguas alianzas frente al nuevo invasor. Pero dentro de una docena de años estarían atrapados en la guerra, como predijo Pirro. De vez en cuando, duró más de seis décadas. En cuanto a Taras, sus días de libertad habrían terminado. Tres años después de Malventum, en 272 a. C., los romanos tomaron el control de las problemáticas Taras, permitiendo que la guarnición que Pirro había dejado allí se retirara en condiciones honorables. Definitivamente aplastado, su territorio fue confiscado y se hizo público, en tierras estatales. El saqueo de Taras, según el autor y poeta floriano Adriano, fue enorme y su adquisición sería un punto de inflexión en la historia de la República:

Un botín tan rico fue recogido de tantas razas ricas que Roma no pudo contener los frutos de su victoria. Casi nunca un triunfo más hermoso o más glorioso entró en la ciudad. Hasta ese momento, los únicos despojos que se podían ver eran el ganado de los Volsci, los carros de los galos, los brazos rotos de los samnitas; Ahora, si mirabas a los cautivos, eran molosos, tesalios, macedonios.

[es decir. soldados del ejército de Pirro que habían permanecido en Taras]

, Bruttianos, apulianos y lucanianos [es decir, Pueblos itálicos y griegos italianos]; Si miras la procesión, ves oro, púrpura, estatuas, cuadros y todo el lujo de Taras. Pero sobre todo el pueblo romano miró con mayor placer que sobre esas enormes bestias [es decir, Los elefantes de Pyrrhus], que tanto habían temido, con torres sobre sus espaldas, ahora siguiendo a los caballos [es decir, La caballería de los ciudadanos romanos], que los había vencido, con las cabezas inclinadas hacia abajo, no del todo inconsciente de que eran prisioneros.

Con la toma y el despido de Taras, continúa el barroco Florus, "toda Italia disfrutó de la paz". Sin embargo, la paz duraría poco, ya que los romanos poco después ocuparon Rhegion (Reggio di Calabria) en el estrecho de Messina, frente a Sicilia. Según el destino, los poderes rivales de Roma y Cartago estaban ahora cara a cara y a punto de cruzar espadas.

El rey de los elefantes

La carrera inquieta de Pirro de Epeiros personifica la edad de los sucesores de Alejandro. En la primavera del 280 a. C., el rey cruzó a Italia y enfrentó a los romanos por primera vez con soldados profesionales de primera clase que habían sido entrenados en las tácticas de conquistador mundial de Alejandro Magno. También trajo otra novedad helenística: veinte elefantes de guerra.

Pero Pirro también fue un retroceso; Fue el último gran rival de los héroes de Homero. Al igual que su primo Alexander, se enfrentó a Aquiles, su supuesto antepasado, y se dispuso a librar una nueva guerra de Troya contra los romanos de ascendencia "Trojan". El príncipe brilló en la primera línea de batalla con su armadura adornada y su casco laurel. Sin embargo, no era un héroe de oropel. Se deleitó en un solo combate y se dice que una vez, con un solo golpe, cortó a un mercenario mamertino salvaje por la mitad. Pero él no era solo un hooligan heroico tampoco. Fue el general más famoso de su época. Escribió un tratado sobre tácticas y un conjunto de memorias personales, y más tarde fue admirado por su oficio y diplomacia.

Hoy en día, al menos en la imaginación pública, es Hannibal quien es recordado como el célebre usuario de los paquidermos, ¡probablemente se popularizó por primera vez como tal cuando el satírico Juvenal se burló de él como "el comandante de un solo ojo posado en su gigantesca bestia!" descubrirá más adelante, esto es algo paradójico, ya que los elefantes figuraron solo en sus primeras victorias, el Tajo (220 aC) y el Trebbia (218 aC), y luego, de manera dañina, en Zama (202 aC). De hecho, Pyrrhus los desplegó en muchos más entornos, incluida la península italiana, a lo largo de su carrera completa y agitada. En el oeste, él, no Hannibal, es el verdadero "Rey Elefante", y es interesante observar que el genio cartaginés clasificó a Pirro como el segundo después de Alexander en su jerarquía de generales de alto nivel. Antígonos Gonatas de Macedonia expresó un sentimiento similar, ya que cuando le preguntaron al rey quién era el mejor general de su época, respondió: "Pirro, si vive para ser lo suficientemente viejo" Como Justin debía escribir más tarde, "toda Grecia en admiración por su nombre y asombrado por sus logros contra los romanos y los cartagineses, estaba esperando su regreso 'Y el regreso lo hizo.

Después de Italia, Piriro terminó peleando primero en Macedonia, luego en Esparta y Argos. En Macedon, repuso sus elefantes con una victoria sobre Antigonos Gonatas, y luego los llevó al Peloponeso. Cuando Areus fue elegido como rey de Esparta, su tío Kleonymos, que creía que tenía un mejor derecho, se fue a luchar por Taras como mercenario. Más tarde, después de haberse apoderado de Corcyra, firmó con el poder que más probablemente lo ayudaría a alcanzar cosas más elevadas, de ahí la invasión de Pyrrhus del Peloponeso durante la primavera de 272 a. C., pero su intento de colocar a Kleonymos en el trono por la fuerza de las armas. ha fallado. Más tarde, en el mismo año, mientras sus elefantes en estampida bloqueaban las puertas de Argos, fue derribado por una teja, aparentemente arrojada desde la azotea por la madre de un Argive que intentaba matar, y se cayó de su caballo. En la confusa lucha callejera, un soldado de Antígonos lo arrastró a una puerta y lo decapitó. Su cabeza fue llevada a Antígonos, de quien se dijo que había reprendido a su portador, su hijo, y lloró al ver el rostro ceniciento. La cabeza y el tronco de Pyrrhus pronto se reunieron y cremaron con todos los honores.