domingo, 21 de noviembre de 2021

SGM: Identifican a marinero del HMAS Sydney hundido por el Kormoran

Australia identifica al legendario «soldado desconocido» de la II Guerra Mundial


Imagen coloreada del joven marinero australiano Thomas Welsby Clark.

Los restos pertenecen al marinero Thomas Welsby Clark, un joven de la ciudad australiana de Brisbane que se cree que fue el único tripulante que logró escapar del hundimiento del barco HMAS Sydney en un combate con los alemanes en 1941


Australia ha identificado a un legendario «soldado desconocido», el único cuerpo que se recuperó tras el hundimiento del barco HMAS Sydney en un combate con los alemanes en 1941 frente a las costas occidentales del país durante la Segunda Guerra Mundial, informaron este viernes fuentes oficiales. Los análisis de ADN confirmaron que los restos pertenecen al marinero Thomas Welsby Clark, un joven de la ciudad australiana de Brisbane que se cree fue el único tripulante que logró escapar en una balsa salvavidas del naufragio hace 80 años, según un comunicado de la Armada de Australia.

Los restos del marinero, quién tras lograr montar en la balsa pereció en alta mar, fueron hallados hace casi tres meses en la isla Christmas, cerca de Indonesia y a miles de kilómetros del lugar de la tragedia. La identificación de los restos de Clark, muerto a los 21 años de edad, se realizó a partir del análisis de las muestras genéticas tomadas en el 2006, las cuales permitieron relacionarlos tras 15 años de investigaciones con dos familiares directos que sobrevivieron al heroico marinero.

La académica retirada Leigh Lehane expresó su tristeza al saber que su tío Tom -quien llegó a conocerla cuando era una recién nacida durante su última visita a Brisbane- era el famoso soldado desconocido del HMAS Sydney, aunque también agradeció que se «establezca la verdad sobre su identidad».

Por su lado, el ministro australiano de Asuntos de los Veteranos y del Personal de Defensa, Andrew Gee, destacó que se trata de un momento histórico para su país, informa Efe. «El que finalmente podamos conocer el nombre de Tom, su rango, su número de servicio y su ciudad natal, ochenta años después de que desapareciera, es realmente notable», comentó el ministro en el comunicado en el que le rindió tributo a él y los marineros que «murieron defendiendo a Australia, sus valores y su forma de vida».

El buque australiano HMAS Sydney se hundió el 19 de noviembre de 1941 tras un intenso combate con el mercante alemán encubierto HSK Kormoran, a unos 222 kilómetros al oeste de la localidad de Steep Point, en el estado de Australia Occidental. «De la dotación total de Sydney, de 645 hombres, no sobrevivió ninguno», explicó en el comunicado el vicealmirante Mike Noonan, Jefe de la Armada australiana.

 

sábado, 20 de noviembre de 2021

Roma: Las cáligas romanas

Caligae

 

Una cáliga romana.

Cáligas (en latín caligæ, singular caliga) es el nombre dado a las sandalias de cuero usadas por los legionarios y miembros de los cuerpos auxiliares romanos.

Estaban formadas por una suela y tiras de cuero que se ataban en el centro del pie y en la parte superior del tobillo. Para el uso militar, las suelas eran tachonadas con clavos de hierro con el fin de reforzarlas, mejorar la tracción del pie y «armarlas», es decir, permitir al soldado infligir daño pateando con ellas.


Suela tachonada con clavos de hierro.

Impresión del tachonado de unas caligae de un legionario de la Legio X Gemina sobre un ladrillo procedente del campamento de esta legión en Noviomagus Batavorum (Nimega, Países Bajos).

Aparecen representadas en numerosas esculturas, y los hallazgos arqueológicos han suministrado numerosos ejemplares, a veces en excelente estado de conservación.

Curiosidades

El nombre del emperador Calígula es un apodo militar, diminutivo de caliga, que significa, pues, botita.




viernes, 19 de noviembre de 2021

Imperio Otomano: El motín que fue el fin de los jenízaros


Sipahis otomanos defendiendo su bandera ante los polacos durante el asedio de Viena (Józef Brandt)/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

Incidente Afortunado, el motín de los jenízaros que supuso su disolución

Por Jorge Álvarez  ||  La Brújula Verde




Los jenízaros constituyeron la fuerza de élite del ejército otomano desde la Edad Media, integrando por ello no sólo las mejores unidades de choque sino también la guardia personal de los sultanes. Esto último fue confiriéndoles riquezas y un creciente poder que, a la manera de los pretorianos romanos, les llevaría a condicionar la política hasta pasar a convertirse en un peligro para la Sublime Puerta. Por eso en 1826 fueron disueltos en lo que se conoce como Vaka-i Hayriye o Incidente Afortunado.

El origen de los jenízaros está en el año 1330, casi simultáneo al nacimiento del Imperio Otomano. El fundador de éste fue Osmán I, bey (príncipe) de la ciudad de Söğüt, en la antigua Frigia (Anatolia), que a finales del siglo XIII se independizó de los selyúcidas de Rüm y dio comienzo a una expansión aprovechando las luchas internas del Imperio Bizantino y los problemas de los musulmanes ante los ataques mongoles. Tras incorporar varios territorios, derrotó al emperador Andrónico II Paleólogo y le arrebató varias urbes, entre ellas Eskişehir, Nicomedia (actual Izmit), Prusa (Bursa) y Nicea (Iznik). Cuando murió en 1326, el pueblo aclamó a su sucesor, su hijo Orhan I, al grito de «¡Que sea tan grande como Osmán!».


Osmán I/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

De esa forma, se asentaba la dinastía túrquida osmainí. Orhan, que había sido jefe del ejército en vida de su padre, puso ese cargo y el de visir en manos de su hermano Alaadin -contentándolo a la par que cortaba sus aspiraciones al trono- y ambos rompieron definitivamente el vasallaje con el sultanato de Rüm porque, al fin y al cabo, éste había sido abolido en 1308. El Imperio Otomano estaba listo para volar solo: empezó a acuñar su propia moneda, se reformó la administración y se continuó la expansionista política exterior, alcanzando el noroeste de Anatolia e interviniendo en las disputas sucesorias bizantinas, fruto de lo cual los soldados otomanos pisaron por primera vez suelo europeo.


Entre esas tropas figuraba un cuerpo de nueva creación, el de los jenízaros, resultante de una profunda reforma militar llevada a cabo por Alaadin. Él fue quien estableció un ejército permanente -un siglo antes de que Carlos VII de Francia fundase sus quince compañías de hombres de armas-, con salario y derecho a botín, introduciendo una fuerza complementaria a la habitual de guerreros turcómanos. Estos últimos eran jinetes nómadas y, por tanto, se encuadraban en unidades de caballería que se dividían en otras menores según el número de efectivos. Pero, aparte de su dudosa lealtad, siempre veleidosa, consideraban impropio combatir desmontados, así que hacía falta infantería.

La expansión otomana con Orhan I/Imagen: Rowanwindwhistler en Wikimedia Commons

Ahí es donde entraron los jenízaros. Orhan (o Alaadin, más bien), los incorporaron imitando las fuerzas mamelucas adoptadas por los califas abásidas, que estaban formadas por esclavos combatientes de diversas etnias. Por tanto, al principio, los yeniçeri eran básicamente prisioneros de guerra y esclavos no musulmanes, sobre todo cristianos. Sin embargo, tenían el problema de que resulta difícil convencer a adultos y asegurarse su fidelidad, al menos a escala suficiente, de ahí que a partir de 1380, ya con Murad I (el hijo de Orhan) en el trono, se instituyera una nueva y eficaz forma de reclutamiento de la que ya hablamos en otro artículo: la Devşirme o tributo de sangre.

Si devşirme se puede traducir como recolectar, tributo de sangre hace referencia a que lo que se recolectaba eran niños, pues los territorios cristianos sometidos (Anatolia, Balcanes, Europa oriental) tenían la obligación de proporcionar un número de ellos, de entre ocho y catorce años, para que fueran educados en el Islam y entrenados militarmente. Después pasaban a integrar las filas del ejército o, los más sobresalientes, de la administración. Era algo que se hacía cada lustro, aproximadamente, si bien desde 1568 pasó a ser esporádico al complementarse con los niños comprados a los piratas berberiscos.

Pese a todo, la diferencia con los mamelucos es que no se los consideraba esclavos, pues de lo contrario la devşirme estaría prohibida por la ley islámica al deber proteger a los dhimmi o Gentes del Libro (cristianos y judíos, aunque éstos estaban exentos del reclutamiento) a cambio del pago de una yizia (un impuesto por cada adulto) y un jarach (impuesto sobre la renta de la tierra). De hecho, no faltaban familias campesinas pobres que entregaban a sus hijos sabiendo que probablemente les esperaba un futuro mejor, aunque debían superar un proceso de selección o eran devueltos.

Esquema de las enderûn otomanas/Imagen: Corlumeh en Wikimedia Commons

Tras la preceptiva circuncisión, eran sometidos a un intenso adiestramiento en Anatolia para luego pasar a las siete enderûn (escuelas) de Estambul y completar un período de alfabetización y formación intelectual. Al acabar, se los destinaba según la capacidad demostrada, bien como funcionarios, bien como soldados. En el primer caso, el objetivo era desbancar a los nobles, que copaban los puestos de la administración. En el segundo, constituían la base de la infantería, repartiéndose en tres cuerpos: los Yeni Çeri (el grueso de la tropa), los Yerlica (jenízaros destinados a guarniciones urbanas); y los Kapikulu, la élite de la élite; a ellos se sumaba un cuarto, el de los Başıbozuk (irregulares, mercenarios).

Una serie de factores hizo que los jenízaros fueran adoptando una identidad propia, un espíritu de corps. En parte se debió a su normativa, que les prohibía dejar barba, les otorgaba su condición sólo a los veinticuatro o veinticinco años, les permitía heredear las propiedades de los compañeros muertos y les vinculaba estrechamente con el sultán, cuya seguridad quedaba en sus manos. Pero otra parte fue adquirida poco a poco, como ser devotos de Hacı Bektaş-ı Veli (el derviche santo que bendijo a los primeros jenízaros) y formar una élite enriquecida, privilegiada.


La reducción progresiva del Imperio Otomano/Imagen: Alc16 en Wikimedia Commons

Eso fue a partir del siglo XVII, cuando el dominio que ejercía el Imperio Otomano en el Mediterráneo empezó a decaer por tener que atender demasiados frentes -incluyendo el interno- y los jenízaros vieron reducido su protagonismo bélico. Para entonces eran una casta hereditaria que ya no gozaba de simpatías populares porque se la dispensaba de pagar impuestos, pese a que seguían cobrando su salario y lo incrementaban con negocios comerciales. Y es que llegaron a ser lo que hoy llamaríamos lobby, capaz de presionar a los sultanes y amenazar con su destitución si no atendían sus exigencias.
Mahmud II vistiendo al estilo occidental/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

Fuerza no les faltaba, porque si el primer cuerpo de jenízaros, aquel fundado bajo el mandato de Orhan I, apenas contaba un centenar de hombres, en el último cuarto del siglo XVI sumaba nada menos que doscientos mil. Una cantidad disuasoria que les permitía conseguir cualquier capricho so pena de conspirar con algún visir y derrocar al sultán de turno. A partir de esa fecha, el número fue reduciéndose en paralelo a la decadencia del imperio y al finalizar el primer cuarto del siglo XIX eran poco más de la mitad. Aún así, suficientes para seguir determinando la política, pese a que la mayoría ya ejercían más labores funcionariales que militares.

En 1826 el titular de la Sublime Puerta era Mahmud II, que había subido al trono en 1808 precisamente tras un golpe de estado que derrocó a su hermano Mustafá IV (al que mandó eliminar poco después); éste, a su vez, había alcanzado el poder merced a una acción de los jenízaros contra su predecesor, su primo Selim III, lo que deja a las claras el decisivo papel que jugaba ese cuerpo. Mahmud entendió que no podía arriesgarse a sufrir lo mismo y como además su ejército había salido malparado en las últimas guerras, decidió que también debía modernizar sus fuerzas armadas al estilo occidental.

Selim III (Joseph Warnia-Zarzecki)/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

Efectivamente, primero se perdieron los territorios que el Imperio Otomano tenía al oeste del Danubio y luego, en la Guerra de la Independencia de Grecia, las derrotas empezaron a acumularse humillantemente. Inmerso en la última fase de esa contienda, poco antes del desastre de Navarino, se produjo el episodio que permitió a Mahmud dar el golpe definitivo a los jenízaros, el que al comienzo decíamos que se llama Vaka-i Hayriye o Incidente Afortunado. Fue debido a la reforma radical del ejército que acometió el sultán retomando la iniciada por Selim III (Nizam-ı Cedid) y que hizo pública en un edicto el 11 de junio de 1826.

Selim III había tenido que vivir una revuelta jenízara en ese sentido en 1806, el conocido como Incidente de Edirne por la ciudad donde ocurrió: la llegada de tropas modernas del llamado Nuevo Orden fue considerada un desafío por los jenízaros y autoridades locales, que las expulsaron. Al año siguiente ya había rebelión abierta; los jenízaros marcharon sobre Estambul y depusieron al sultán en favor del mencionado Mustafá IV, que era más conservador y no siguió adelante con el proyecto renovador. Pero éste se retomó en 1808, cuando el comandante albanés Alemdar Mustafá Pachá dio un golpe de estado en favor de Mahmud.


Alemdar pasó a ser su gran visir y juntos acometieron un programa reformista que buscaba dar estabilidad al país estrechando lazos entre el centro y la periferia, así como modernizar el ejército. Los jenízaros no aceptaron las novedades y se deshicieron de Alemdar junto con todos los implicados en el proceso reformador, advirtiendo al sultán que abandonase la idea o se atuviera a las consecuencias. Mahmud tuvo que ceder pero años más tarde, ante la inoperancia de sus tropas en Grecia, tomó la resolutiva decisión final.

La proclama de 1826 anunciaba un Sekban-ı Cedit (Nuevo Ejército) basado en el reclutamiento de soldados de etnia turca, algo que enardeció a los jenízaros porque veían amenazada su cómoda posición, lo que, tal como habían tomado por costumbre, les llevó a amotinarse. De hecho, el incidente quizá no fue tan «afortunado» como indica su nombre; en opinión de no pocos historiadores, el verdadero objetivo de Mahmud al dar tanta publicidad a sus medidas era precisamente incitar a la rebelión para poder actuar con dureza y acabar de una vez con aquel problema, en lo que algunos han dado en llamar un golpe de estado del propio sultán. Sea cierto o no, el caso es que el gobernante había previsto su reacción y estaba preparado.

Los jenízaros marcharon sobre el palacio de Estambul pero Mahmud les tenía reservada una sorpresa, pues allí les aguardaba la Kapıkulu Süvari (Caballería de los Sirvientes de la Sublime Puerta), una tropa de élite montada que integraban los sipahi, los caballeros nobles; irónicamente, los jenízaros habían sido creados para compensar su dudosa fidelidad y ahora resultaba todo al revés. Los sipahi cerraron filas en torno al sultán, que para unirlos recurrió a una de las Reliquias Sagradas islámicas que se conservaban en el Palacio de Topkapi: el Santo Estandarte que presuntamente enarboló Mahoma y solía sacarse cuando había guerra, de manera análoga a la Oriflama francesa.

La caballería cargó contra los jenízaros por las calles, según se dice ayudada por un pueblo que dio rienda suelta al odio acumulado contra ellos. Entre unos y otros los barrieron hacia sus cuarteles y una vez allí fueron sometidos a un duro bombardeo con cañones modernos, comprados en el citado proceso y manejados por artilleros adiestrados por occidentales. Entre las cargas, los bombardeos y los incendios, que duraron tres días, murieron miles de jenízaros; dramáticas escenas que se repitieron en otras ciudades como Tesalónica, donde los integrantes de la fuerza local acabaron derrotados en la Torre Blanca o ahogados en la Cisterna de Binbirdirek.

Entre fallecidos, heridos, prisioneros y exiliados, el cuerpo dejó de existir de facto y fue disuelto por orden gubernamental, teniendo que dedicarse los miembros supervivientes a otros trabajos (salvo los oficiales, que acabaron en el cadalso). Asimismo, el estado incautó sus propiedades y la represión se extendió a la Bektaşi Tarîkatı, una orden sufí muy vinculada a los jenízaros que fue prohibida y sus escuelas clausuradas con el apoyo de una fatwa del clero suní. Así quedó expedito el camino para el Asakir-i Mansure-i Muhammediye (Soldados Victoriosos de Mahoma), el nuevo ejército, formado por ocho cuerpos o tertips subdivididos en dieciséis unidades cada uno; a su vez, cada regimiento se componía de tres batallones.
La Batalla de Navarino (Ambroise Louis Garneray)/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

Paradójicamente, el Asakir-i Mansure-i Muhammediye no fue capaz de sofocar la revuelta griega y el sultán tuvo que conceder la independencia. Un ejército no se improvisaba en tan poco tiempo y así lo vieron los rusos, dispuestos a pescar en aguas revueltas; su participación en la batalla de Navarino indignó a Mahmud, que cerró el paso por los Dardanelos a los barcos de ese país. La Convención de Akkerman, convocada para solucionar el contencioso, resolvió que el Imperio Otomano cediera Valaquia a los rusos junto con varios puertos del Danubio -muchos pueblos de los Balcanes aprovecharon para rebelarse- y admitiera una autonomía en el Principado de Serbia.

En realidad, Mahmud se negó a cumplirlo, lo que desembocaría en la Guerra Ruso-Turca de 1828, algo que no impidió que el sultán pudiera cumplir su objetivo reformador en múltiples aspectos: militar, administrativo, político, legislativo y hasta cultural (se introdujo la moda occidental). De esta manera, a su muerte, acaecida en 1839, dejaba sentadas las bases de la Tanzimat, el período de renovación que se extendería hasta 1876 y encauzaría al Imperio Otomano en la línea del mundo occidental.

Fuentes

History of the Ottoman Empire and modern Turkey (Stanford J. Shaw y Ezel Kural Shaw)/Breve historia del Imperio Otomano (Eladio Romero García e Iván Romero Catalán)/Constantinopla 1453: mitos y realidades (Pedro Bádenas de la Peña e Inmaculada Pérez Martín)/Conflict and conquest in the Islamic world. A historical encyclopedia (Alexander Mikaberidze)/Encyclopedia of the Ottoman Empire (Ga ́bor A ́goston y Bruce Alan Masters)/The decline and fall of the Ottoman Empire (Alan Palmer)/Wikipedia
 

jueves, 18 de noviembre de 2021

Patagonia: Los araucanos chilenos caníbales de turcos... otra razón para odiarlos

Una historia canibalesca de crímenes y saqueos en la Región Sur

Se trata de la matanza de turcos que ocurrió entre 1905 y 1910. Desaparecieron más de 100 personas en sucesos repletos de incógnitas.
 

Por Río Negro 




“Usted, nunca sintió hablar algo de la matanza de los turcos, allá en Lagunitas, entre 1905 y 1910 ?”. Esta pregunta, realizada un día de 1969 por don Juan Amado Chuquer a Elías Chucair sirvió a la postre, para sacar a la luz una sangrienta y canibalesca historia protagonizada a principios del siglo pasado en la Región Sur por indígenas chilenos.

Una historia de robos y crímenes cometidos en la más absoluta impunidad, en la que desaparecieron más de cien personas. Aunque muy poco se conoce de ella. Quizá no se le quiso dar transcendencia que hubiera requerido.

Es que en aquellos años en las ciudades más importantes del país los actos del centenario de la Revolución de Mayo centralizaban toda la atención. Además y sin lugar a dudas, que la trascendencia de estos hechos de matanzas mechados con actos canibalescos más allá de las fronteras opacaban el prestigio ganado por Argentina en el ámbito mundial.

Los sucesos ocurrieron y tuvieron como escenario un inhóspito lugar perdido en la Región Sur rionegrina llamado Lagunitas (ver infografía).

A principios del siglo pasado, muchos árabes, algunos recién llegados al país, partían desde General Roca y Neuquén hacia el sur del Territorio del Río Negro con el propósito de vender mercaderías en los centros alejados de comercios. Vendían y canjeaban mercadería por cerda, plumas y tejidos artesanales que realizaban las mujeres aborígenes, entre otras cosas.

Aquellos “mercachifles” se dirigían hacia el sur del territorio rionegrino internándose en el corazón de la llamada meseta patagónica.

Portaban la mercadería en caballos cargueros, carros, vagonetas o sulkys y siempre los acompañaba algún peón nativo que hacía las veces de baqueano.

Sin embargo comenzó a llamar la atención que muchos de ellos no regresaban al punto de partida, ni sus proveedores tenían noticias de ellos.

Un cruel testimonio

“Mire, -prosiguió Chuquer ante la atenta mirada de Chucair- aquello que hicieron unos cuantos cabecillas de indígenas chilenos fue muy alevoso. Después que robaban a los pobres mercachifles, los asesinaban de la manera más cruel y les llegaban a sacar el corazón y los testículos y se los guardaban porque creían que teniendo eso en su poder no iban a ser descubiertos. Después descuartizaban los cuerpos y hasta se comían algunas partes. Finalmente quemaban los restos de los cadáveres y los ocultaban para no dejar rastros”.



Eldahuk Hnos., Mehdi y David y Miguel Yunes, entre otras, eran las firmas comerciales más importantes de la época radicadas en General Roca.

Estas, con el fin de darle una mano a sus “paisanos”, le facilitaban mercaderías para pagar a la vuelta del viaje, hecho que nunca se producía. En un período de tres años, Eldahuk Hnos. tenía registrado entre sus deudores a unos cincuenta y cinco vendedores ambulantes de origen árabe que no habían regresado a regularizar su deuda.

Pasaban los años y nadie tenía noticias sobre aquellos mercachifles que habían partido hacía el sur del río Negro.

En la misma medida que pasaba el tiempo, la incertidumbre y consternación invadía cada vez más a sus familiares.

Hasta que el 15 de abril de 1909 se presenta en la comisaría ubicada en El Cuy el comerciante Salomón Daud.

El hombre concurría a denunciar la desaparición de su hermano José Elías y del peón que lo acompañaba -también de origen árabe-, que tenía apellido Ezan.

Ambos habían partido desde General Roca en agosto de 1907 con mercaderías para vender en los parajes y campos del Departamento 9 de Julio.

En su declaración, Daud, admitió tener sospechas de que tanto su hermano como el peón que lo acompañaba habrían sido asesinados.

Sus dichos se basaban en averiguaciones realizadas por cuenta propia, de las que se pudo comprobar que ambos habían sido vistos por última vez en el paraje Lanza Niyeo, en octubre del año anterior.

Tiempo después sólo habían sido encontradas las dos mulas y el caballo en el que viajaban.



Cuando los apresaron

A partir de esta denuncia se inició un largo operativo de averiguaciones a cargo del comisario José M. Torino, quien se internó en la zona de Lagunitas para realizar una severa batida en aquel refugio de bandoleros y cuatreros.

Allí recibió la colaboración y el apoyo de muchos vecinos que no escatimaron en brindarle información.

En este contexto, la declaración de un menor, llamado Juan Aburto, proporcionó a la policía varios datos muy significativos que se transformaron en la punta del hilo de un gran ovillo para comenzar a esclarecer numerosos crímenes cometidos por estos caciques y capitanejos, en su gran mayoría de origen chileno.

Con sólo 16 años de edad, Aburto había sido testigo presencial de más de cuarenta asesinatos cometidos contra vendedores ambulantes de origen árabe. Su testimonio fue crucial.

A tal punto que ayudó al comisario Torino y su comitiva a comprobar la desaparición de unas ciento treinta víctimas.



El trabajo del uniformado terminó con la detención de alrededor de ochenta personas, entre los que se encontraban varias mujeres, capitanejos, caciques y cómplices de los crímenes más horrendos y numerosos que deben haberse cometido en nuestro país.

Sin embargo sólo 45 bandoleros y 8 mujeres fueron trasladados al Fuerte de General Roca donde llegaron el 24 de enero de 1910, luego de cabalgar sin pausa 22 días.

En aquel tiempo, don Juan Amado Chuquer trabajaba como empleado del Juzgado de Quetrequile, un paraje ubicado a unos 30 kilómetros al sudeste de Jacobacci.

“Al descubrirse todo, por el año 1910, la gente no hablaba de otra cosa. Mire, en los boliches de Quetrequile y de otros lugares, hasta mucho tiempo después, se cantaba una milonga que tenía que ver con la muerte de los turcos”. Con esta frase Chuquer finalizaba su relato.

En 1991 y luego de una gran investigación, Elías Chucair transcribe aquella historia el su libro titulado “Partidas Sin Regreso de Arabes en la Patagonia”.

José A. Mellado



Nota: Un agradecimiento especial a don Elías Chucair por su colaboración. Su testimonio y su libro “Partidas Sin Regreso de Arabes en la Patagonia” fueron un aporte fundamental para narrar esta historia.

Qué es el paraje Lagunitas

El paraje Lagunitas está ubicado en el vértice sudoeste de la Provincia de Río Negro, en el Departamento 9 de Julio. La pequeña aldea se levanta al norte de las localidades de Maquinchao y Los Menucos, en las proximidades de Lanza Niyeo a unos 175 kilómetros al sudoeste de El Cuy y casi el doble de General Roca.

En aquella época, en su gran mayoría sus habitantes eran indígenas procedentes de Chile que subsistían mediante la crianza de ganado lanar y yeguarizos, además de la cacería de avestruces, guanacos y liebres. Sin embargo, la ausencia de personal policial en esa zona del territorio provincial favorecía el desarrollo de la actividad delictiva. En este sentido sus habitantes mataban y saqueaban a su antojo y contrabandeaban a Chile lo que robaban. Esta actividad se había convertido en algo normal y corriente. Según se calcula, en 1909 desaparecieron alrededor de 50.000 ovejas de esa zona y se estima que la mayoría fue arreada hacia Chile. En las proximidades del paraje existían los comercios de Domingo Proid, sucursal de Saxemberg y Cía., Olgán y Córdoba en Pitral Co, José Echeverría y Benito Sacco en Tremeniyeu y de José Inda Contín en Lanza Niyeo. Sin embargo hoy, casi 100 años después, nadie podría pensar que aquel lugar fue el escenario de los crímenes más horrorosos que registra la historia del país. (J. A. M.)



Los embriagaban, los mataban y se los comían

En el paraje Lagunitas se levantaban los toldos de los bandoleros Pedro Vila, Ramón Zañico, Bernardino Aburto, Julian y Temisto Muñoz, Juan Cuya, Hilario Castro y Antonia Gueche, más conocida como Macagua.

Allí estos caciques y capitanejos de origen chileno consumaban los crímenes de la manera más alevosa que podría imaginarse, haciendo en todos los casos, desaparecer los cadáveres recurriendo al descuartizamiento y al fuego. Antes, les extraían los corazones, el pene o los testículos para dotarse de un poder especial que los protegiera para no ser descubiertos y también para dotarse, a su entender, de una virilidad poco común.

Según consta en la declaración del menor Juan Aburto al comisario Torino, en el mes de noviembre de 1907 en el toldo de Ramón Zañico, ubicado en el “Sierra Negra”, fueron asesinados los turcos José Elías y Kessen Ezen, entre otras personas, por varios cabecillas.

Ambos habían sido agasajados con un opíparo almuerzo, acompañado con abundante vino y caña. En la sobremesa y mientras mateaban, Zañico le indica a su mujer, María Alonzo, que le cebe un mate a José Elías, sirviéndoselo con la mano izquierda. Al mismo tiempo, con la derecha, sacó de entre el chaleco y el sacó el revolver y le asestó tres tiros. En el mismo instante Bernardino Aburto, Julián Muñoz, entre otros cabecillas, acribillaron a balazos a José Elías y a su acompañante. Los ultimaron a puñaladas y disparos en la cabeza.



Luego de despojarlos del dinero y las joyas -grandes anillos y relojes de oro- y repartirse la mercadería y la ropa, descuartizaron los cadáveres y les extrajeron el corazón y los genitales. Ambas partes fueron charqueadas y asadas y luego comidas por todos los participantes de aquellos asesinatos.

Antes de comer un pedazo del corazón del turco José Elías, Julián Muñoz les dijo a los presentes: “Antes, cuando era yo capitanejo y sabíamos pelear con los huincas, sabíamos comer corazones de cristianos; pero de turco no he probado nunca y ahora voy a saber qué gusto tiene”.

El resto de los cadáveres fueron quemados en dos hogueras antes la presencia de todos los cómplices. Una vez incinerado, el polvo de los huesos era guardado ya que según creían servía como gualicho para no ser descubiertos.

Más de cien personas -en su mayoría de origen árabe- que se internaron en la meseta patagónica a principios del siglo pasado con el propósito de vender corrieron la misma suerte. (J. A. M.)

Macagua, una mujer despiadada y sanguinaria

Como toda tribu, estos indígenas también tenían su hechicera. Antonia Gueche, más conocida como Macagua, era la curandera y a su vez la figura más importante del elenco femenino.

Era una mujer sin escrúpulos que se encargaba de decapitar o descuartizar los cadáveres de las víctimas y extraerles las vísceras. No usaba polleras, sino bombacha de campo y chiripá y había servido como hombre en el Ejército nacional. Esta hechicera y curandera de la tribu tuvo un papel protagónico en los numerosos crímenes de los vendedores ambulantes, ejerciendo gran influencia sobre los habitantes del paraje Lagunitas.

En algunas declaraciones de los indígenas que fueron arrestados, se la califica como “muy mala”. Era temida y respetada y se le asignaban algunos crímenes cometidos en Chile, su tierra de origen, de donde era prófuga. “Antonia es brava por demás; cuando se enoja acostumbra a hacerse un tajo en el brazo y chuparse la sangre haciendo exorcismos tendientes a invocar o espantar el gualicho”, señaló Juan Cuya a la policía.

Cuando en su toldo mataron a dos árabes de Trai o Fraíl, al encontrarse uno de ellos en agonía, la Macagua le asestó un golpe en el cráneo con una barra de hierro y le abrió el pecho extrayéndole el corazón. Mientras realizaba esta operación manifestaba: “Voy a apurarme a sacarle el corazón a este turco antes de que muera, pues he visto que es bueno sacarles a los cristianos aún vivos el corazón. El de los turcos debe ser bueno sacarlo y tenerlo dentro del toldo para gualicho”.

Luego de los asesinatos, reclamaba que le entregaran de las víctimas el corazón, hígado y los riñones. Con ellos hacía remedios para curar distintos males. Cuando el comisario Torino arrestó a los integrantes de la banda de forajidos, no pudo trasladar a Antonia Gueche, alias Macagua, hasta el Fuerte de General Roca. Tampoco obtuvo ninguna declaración indagatoria. Con casi ochenta años permanecía postrada, enferma de tuberculosis terminal. Sólo pudo secuestrar de su toldo numerosos corazones disecados y otros órganos de humanos. (J. A. M.)


miércoles, 17 de noviembre de 2021

Medioevo: El legendario lupanar de Valencia

Prostitución medieval: el burdel de Valencia cuya fama atrajo clientes de toda Europa del siglo XIV al XVII

El rey aragonés Jaime II concentró a todas las meretrices de la ciudad en un barrio cerrado y prohibió el trabajo en las calles. Creó así el lupanar más grande de la época, frecuentado y admirado por visitantes de todos los rincones
Por Claudia Peiró
Infobae


En Valencia, Jaime II decidió concentrar a todas las meretrices en un sector periférico de la ciudad

El oficio más viejo del mundo siempre ha sido objeto de polémica. Y de intentos de reforma, tendientes a organizarlo y controlarlo. El debate legalización versus prohibición es casi tan viejo como el métier.

Para la mayoría de los gobernantes era un mal necesario. Incluso la Iglesia lo veía de ese modo y se resignaba a tolerarlo, siguiendo la sentencia de San Agustín: “Quita las sentinas en el mar o las cloacas en el palacio y llenarás de hedor el palacio (o el barco): quita las prostitutas del mundo y lo llenarás de sodomía” (La Ciudad de Dios).

Según la revista de Historia Herodote.net, en Francia, el rey San Luis que era extremadamente piadoso, no aceptó este enfoque tolerante y decretó en 1254 que las “mujeres de mala vida” fueran expulsadas de las ciudades y sus bienes confiscados. Pero al poco tiempo debió rendirse ante la evidencia. Su orden no fue cumplida. Se resigna entonces a sacarlas de la vía pública y alejadas del centro y de las iglesias, en casas ubicadas al borde del río Sena, lo que dará origen al término burdel: “bord d’eau” (al borde del agua) derivará en la palabra francesa “bordel”.


El oficio más viejo del mundo, ejercido en los baños públicos medievales

En toda Europa occidental se toman medidas similares a partir del siglo XIII: las nacientes municipalidades quieren enmarcar la prostitución y en lo posible circunscirbirla a casas o prostíbulos. Algunas de estas mujeres ejercían también el oficio en baños públicos, al estilo de los hammams orientales, muy numerosos en la Edad Media. La tendencia, más marcada a partir de mediados del silgo XIV, es al control de esta práctica por las autoridades municipales en general a través de la creación de casas públicas o prostibulum.

“Un mal necesario mediante el cual controlar los impulsos más primarios de jóvenes ansiosos y evitar que ejercieran la violencia contra las ‘mujeres honradas’, como eran conocidas por entonces las damas que no vendían su cuerpo por dinero”, decía un artículo de Manuel Villatoro sobre el burdel de Valencia en el diario español ABC.

Con ese fin, las grandes ciudades medievales españolas empezaron a abrir burdeles a partir del siglo XIII, como pasó en Francia. La finalidad no era sólo el control sino también erradicar la práctica de ciertas zonas de la ciudad, las más transitadas, y relegarla a calles periféricas.

Tanto Sevilla como Barcelona, entre otras ciudades, tuvieron prostíbulos intramuros, pero el más destacado y cuya fama trascendió fronteras extendiéndose por toda Europa fue el de Valencia, en el reino de Aragón.

Los motivos de esta trascendencia fueron de dos categorías: cantidad y calidad. Llegó a tener 200 meretrices trabajando allí, instaladas en casas y hostales, cuidadas y vigiladas.


Jan Van Bijlert, Die Kupplerin, 1625

Entre 1229 y 1245, la Corona de Aragón había emprendido la reconquista de Valencia, ocupada por los moros, y su anexión al reino. “Ganada la capital al Islam y ocupada por los cristianos, las prostitutas se instalaron en Valencia, como podía hacerlo un tabernero, un zapatero o cualquier profesional”, dicen José Ignacio Fortea, Juan Eloy Gelabert y Tomás Antonio Mantecón en Furor et rabies: violencia, conflicto y marginación en la Edad Moderna (citado por Manuel Villatoro).

La prostitución se ejercía en calles, posadas y hostales. Nada nuevo bajo el sol. Pero en el año 1321, el rey Jaime II emitió una advertencia oficial: “Que ninguna mujer pecadora se atreva a bailar fuera del lugar que ya tiene habilitado para estar”; indicio de que ya existía el célebre lupanar oficial de Valencia. En concreto, desde ese momento quedó establecido que las mujeres públicas debían abstenerse de ejercer la prostitución en cualquier calle.

El burdel habilitado por el rey estaba ubicado intramuros, pero en un sector distante del centro urbano, según el libro citado. Cerca de la morería -el gueto de los árabes que permanecían en las ciudades reconquistadas por los cristianos- y de quienes ejercían otras profesiones consideradas insalubres.

El burdel, que funcionaba como una comunidad, dirigida por un Regente, se mantuvo activo durante tres siglos, siendo su momento de esplendor a finales del siglo XV. Un cliente que lo visitó en 1501 dijo que vio entre 200 y 300 meretrices en el lugar, cifra que los historiadores consideran algo exagerada; se cree que había alrededor de un centenar. “La mayoría procedían de otros reinos o localidades, quizá para eludir problemas personales o familiares”, dicen los autores de Furor et rabies... Incluso se las apodaba de acuerdo al origen: “la aragonesa”, “la murciana”, por ejemplo.



"El mensaje de amor". Pintura de François Clouet, 1570, Museo del Prado

La mujer que quería ejercer el oficio debía ser mayor de 20 años y tramitar una licencia especial al “Justicia”, el funcionario que se ocupaba de los asuntos civiles o criminales. Económicamente era ventajoso estar en el burdel oficial: se ganaba casi el doble que por la libre.

La jornada no tenía horarios definidos, pero sí una mayor afluencia de clientes hacia el atardecer, cuando concluía la faena del día y los hombres buscaban distracción. También se intensificaban las prestaciones en días de ferias o mercados que atraían visitantes de lso alrededores.

Eso sí, se respetaban los “días de guardar”: en Semana Santa y en las festividades de la Virgen, el lupanar valenciano cerraba sus puertas y las meretrices eran llevadas a un centro religioso. Otra norma estricta era la prohibición de trabajar antes de la misa del domingo, so pena de multas elevadas. Estas “vedas” en fechas sacras y previas al rito dominical eran impuestas por la Iglesia en casi toda Europa.

Lo gracioso, destaca Villatoro, es que en esos retiros espirituales se intentaba que las mujeres dejaran el oficio y hasta se les ofrecía ayuda para rehacer sus vidas, conseguir marido y asentarse. Una visión social de avanzada.

El prostíbulo no era un edificio sino un mini barrio de varias calles con una quincena de hostales y muchas casas. Las prostitutas que obtenían la licencia para ejercer alquilaban una habitación en los hostales o una vivienda. Los caseros eran los que dirigían el lugar. “Cada mujer cuidaba de su casita con esmero, blanqueando su fachada, poniendo flores y arreglándola según su gusto”, dicen los autores de Furia…” Se veía a estas mujeres sentadas en la puerta esperando a sus clientes.

La situación más ventajosa era la de las que tenían una de estas viviendas, ya que eso les daba cierta autonomía; escapaban un poco más a la vigilancia de los hostaleros. Los caseros y hostaleros eran los que tenían el verdadero poder en el lugar: se ocupaban de contratar a las prestadoras, acordar la distribución de las ganancias, facilitar trámites ante las autoridades, intervenir en caso de peleas entre clientes o agresiones a las mujeres, prestarles o adelantarles dinero y asistirlas en caso de enfermedad.



Los préstamos funcionaban como cepo ya que ninguna mujer podía dejar el prostíbulo si tenía una deuda: otra práctica que no ha perdido vigencia como a diario se verifica en nuestros días en los casos de trata de mujeres.

Se controlaba que no ingresaran armas al lugar, y al cliente que causaba problemas se le vedaba la entrada en el futuro. Eran frecuentes los hurtos a las prostitutas: joyas, vestidos y otros elementos. Pero el burdel tenía una sola salida, lo que facilitaba el control de este tipo de infracciones al orden. El encargado de administrar justicia en ese pequeño mundo era el Regente.

A los visitantes del lugar, en especial extranjeros, les llamaba la atención el orden, el cuidado de las casas y la ausencia de sordidez, habitual en este tipo de sitios.

A mediados del siglo XVII, Fray Pedro de Urbina, arzobispo y virrey de Valencia, ordenó el fin de la prostitución y dispuso que las mujeres que ejercían el oficio pasaran al servicio doméstico o regresaran a sus casas. De lo contrario, serían expulsadas de la ciudad. Esto marcó el fin del célebre prostíbulo. En 1671, las últimas prostitutas del lupanar fueron llevadas al monasterio de San Gregorio. Eran apenas siete y fueron convertidas por el jesuita valenciano P. Catalá: “Aquellas siete pecadores se convirtieron en siete ángeles”, según un cronista de la época.

Pintura mural en un lupanar de Pompeya, siglo I d.C.

Previsiblemente, el cierre del lupanar resucitó la prostitución callejera y causó un brote de enfermedades venéreas.

Durante su larga existencia el lupanar de Valencia fue uno de los mayores atractivos de la ciudad.

Como se dijo, otras ciudades también legalizaron la prostitución en aquellos tiempos. El lupanar de Sevilla se abrió en 1337, el de Barcelona en 1448 y el de Murcia en 1444. La ordenanza murciana mandaba por ejemplo que “que todas las malas mujeres rameras” salieran “de la ciudad de entre las buenas mujeres e se vayan al burdel”.


lunes, 15 de noviembre de 2021

PGM: Encontraron intacto un bunker alpino

“Congelado en el tiempo”: encuentran un búnker de la Primera Guerra por el deshielo en los Alpes

LONDRES.- Un grupo de historiadores acaba de encontrar, escondido dentro de lo que era una montaña helada en los Alpes, un búnker de la Primera Guerra Mundial perfectamente conservado, que ha salido a la luz por el calentamiento global y el derretimiento de un glaciar.

La caverna-cuartel intacta, que contiene municiones, libros, boquillas para cigarrillos y huesos de animales, y que alguna vez estuvo repleta de tropas austrohúngaras. se encuentra en el monte Scorluzzo, a casi 3000 metros sobre el nivel del mar, en la frontera entre Italia y Suiza, y ahora forma parte del territorio del Parque Nacional Stelvio de Italia.



“Estos lugares quedaron literalmente congelados en el tiempo”, dijo a The Washington Post Giovanni Cadioli, historiador e investigador postdoctoral de la Universidad de Padua en Italia.


Ahora, agregó, el cambio climático está jugando un “papel fundamental” en su descubrimiento, el calentamiento llevó al derretimiento de los glaciares y del permafrost, revelando una “cápsula del tiempo”.

La entrada al búnker

Con el telón de fondo de lacumbre mundial sobre el cambio climático COP26 en Escocia, Cadioli subrayó que los impresionantes hallazgos fueron agridulces: “Realmente preferiríamos no tener glaciares en retirada”.

Estas cuevas artificiales se construyeron en 1915 dinamitando partes de la montaña y transformándolas en barracones y refugios improvisados para albergar a cientos de tropas europeas.

Los cuarteles, ametralladoras, pasarelas y túneles, estaban bajo control de los soldados austrohúngaros que luchaban contra las tropas italianas. El 3 de noviembre de 1918 dejaron el lugar, de acuerdo con las órdenes de retirada, pocos días antes del acuerdo de armisticio del 11 de noviembre, que puso fin a la Primera Guerra Mundial.

De 1915 a 1918, los soldados europeos estuvieron estacionados en el terreno montañoso extremadamente duro, enfrentando condiciones climáticas extremas durante todo el año. La naturaleza, el congelamiento y las avalanchas finalmente se cobraron más vidas que el fuego enemigo, dijo Cadioli.

Otro cuartel en la misma montaña fue hallado en 2017 después de que el hielo se derritió, revelando una superestructura de madera completa que fue desmontada y transportada, junto con unos 300 artefactos, a Bormio, en la región italiana de Lombardía, donde se exhibirá en un museo a partir de 2022.

El interior del búnker, con cueros de animales

En la cueva descubierta en 2017, los investigadores incluso encontraron montículos de heno congelado en los que solían dormir los soldados, que contenían semillas que se conservaron tan bien que se pusieron al sol para que se secasen y luego fueron plantadas. Ahora florecieron 100 años después, dijo Cadioli, en lo que llamó una anécdota “conmovedora”.

“La vida se conservó incluso en un lugar que en realidad se trataba principalmente de la muerte”, dijo.

Herramientas y latas de alimentos

Los objetivos de las excavaciones son asegurar el área y preservar los rastros orgánicos conservados en el hielo, que, a través de investigaciones históricas y científicas, arrojarán luz sobre la “guerra alpina” y la vida de los soldados, dijo Cadioli. Los diversos proyectos involucran a unos 40 investigadores en disciplinas como botánica, cartografía y glaciología, y cuentan con el apoyo del Parque Nacional Stelvio y la Universidad de Padua.

Es muy probable que haya más cuevas por descubrir, dijo Cadioli, pero debido a factores climáticos los investigadores solo pueden acceder a los sitios de mayo a octubre.

Añadió con entusiasmo que se sentía como “un pequeño Indiana Jones” tropezando con tesoros cuando examinó el cuartel. “Esto es algo con lo que sueñan los historiadores”.


domingo, 14 de noviembre de 2021

Guerras napoleónicas: Los destacamentos voladores de la guerrilla rusa

Partisanos rusos en 1812. "Destacamentos voladores" de tropas regulares

Autor: Ryzhov V.A.
Revista Militar



A. Figner, F. Vintsingorode, A. Seslavin


El artículo Partisanos rusos de 1812: "guerra popular" hablamos un poco de la "guerra popular" que libraron los destacamentos campesinos con el Gran Ejército de Napoleón en 1812. En él se hablará de los "destacamentos voladores" de tropas regulares formadas por orden del mando ruso, que en ese momento se consideraban (y se llamaban) partidistas.

Esta idea no surgió de la nada. En Rusia se conocía bien el éxito de la guerrilla española, por lo que, como decían, desde 1808 “Napoleón solo podía luchar con una mano". El caso es que desde entonces, una parte importante de sus fuerzas ha permanecido siempre en España. Según E. Tarle, en 1812, el número de tropas francesas estacionadas en España era casi 2 veces superior a las formaciones del Gran Ejército que participaron directamente en la Batalla de Borodino.


Guerrillas españolas

Muchos consideran a Denis Davydov como el "pionero" de la guerra partisana en el otoño de 1812: el valiente húsar informó personalmente a los lectores de sus memorias y del artículo "Sobre la guerra partisana" sobre esto. De hecho, Davydov no fue ni el iniciador de tales acciones, ni el comandante más exitoso del destacamento volador, ni el más aventurero y atrevido de ellos. Pero las relaciones públicas competentes triunfaron incluso en esos días. Davydov, que quería contarles a todos sobre sus hazañas, tenía algunas habilidades literarias (no demasiado grandes). Y esto resultó ser suficiente para que permaneciera en la memoria de los descendientes como el principal partidario de esa guerra (así como el húsar más famoso del Imperio Ruso).

Pero hablaremos de Davydov un poco más tarde, por ahora decidiremos los verdaderos autores de la idea de la guerra de guerrillas.

"Pensamientos patrióticos"


Karl Ful, quien construyó el absolutamente inútil campamento de Drissa para el ejército ruso, expresó la posibilidad y conveniencia de utilizar formaciones militares regulares en la retaguardia del enemigo. Pero la fundamentación escrita de esta idea la dio el teniente coronel Pyotr Chuykevich, quien en abril de 1812 elaboró ​​un documento titulado “Pensamientos patrióticos”. Chuikevich luego se desempeñó en la Cancillería Especial del Ministerio de Guerra, que no se dedicaba al papeleo ni a la investigación política, sino que desempeñaba las funciones de inteligencia del ejército. El iniciador de su creación fue el Ministro de Guerra M. B. Barclay de Tolly. Chuikevich le dirigió su nota. Propuso, en caso de una nueva guerra con Napoleón, sin entablar grandes batallas por el momento, debilitar al ejército enemigo, acosándolo constantemente en el camino. Para ello, en su opinión, era necesario atacar por la retaguardia, cortar las fuentes de suministro, cortar y destruir los destacamentos enemigos individuales. Estas acciones fueron llamadas por Chuykevich una guerra partidista, que se suponía que debían librar las "partes": los destacamentos de caballería ligera de las tropas regulares con las unidades cosacas y jaeger unidas a ellas. Dichos destacamentos deberían haber sido comandados por oficiales de carrera inteligentes, que en campañas anteriores habían demostrado su valentía, gestión y capacidad para actuar de forma independiente.

Primer partisano


El primer destacamento partidista de 1300 personas fue creado por orden de Barclay de Tolly el 2 de agosto de 1812 (incluso antes del inicio de la batalla de Smolensk). Ferdinand Fedorovich Vintsingerode se convirtió en su comandante. Uno de los oficiales de este destacamento fue el notorio A.H. Benckendorff. La tarea se estableció de la siguiente manera:

"Proteger el interior de la región de los destacamentos y recolectores enviados por el enemigo ... tratando de actuar, siempre que sea posible, sobre el mensaje de las tropas francesas".

Este destacamento atacó a los franceses en Velizh y luego capturó Usvyat, que se convirtió en su base temporal. Finalmente, bloqueó efectivamente Vitebsk, destruyendo todos los equipos de búsqueda enviados desde allí, y luego atacó Polotsk. Más de 2 mil personas fueron capturadas solas.

Pero esta "fiesta" no es muy conocida en nuestro país. Probablemente, la actitud hacia ella estuvo influenciada por el apellido alemán de su comandante y la personalidad de Benckendorff, quien luego se convirtió en el jefe de los gendarmes y en el jefe del famoso Tercer Directorio de la Cancillería Imperial. Benckendorff también era masón, un maestro de United Friends Lodge, que incluía, sin embargo, a personas con una reputación más positiva: Vyazemsky, Chaadaev, Griboyedov, Pestel, Muravyov-Apostol. Tras la salida del ejército napoleónico de Moscú, Benckendorff se convirtió en el primer comandante de esta ciudad. Y el 7 de noviembre de 1824, gracias a sus acciones decisivas, muchas personas se salvaron durante la catastrófica inundación en San Petersburgo, que se describe en el poema de Alexander Pushkin "El jinete de bronce":

"En el balcón,
Triste, confundido, salió
Y dijo: “Con el elemento de Dios
Los reyes no pueden hacer frente "...
El rey dijo - de un extremo a otro,
En las calles cercanas y lejanas
En un camino peligroso a través de aguas tormentosas
Sus generales partieron
Rescate y miedo abrumados
Y ahogando a la gente en casa ".

Zar - Alejandro I, generales - Benkendorf y Miloradovich.

Todo esto no impidió que el "preso de Londres" A. Herzen declarara con desdén sobre Benckendorff:

"No hizo el bien, le faltó energía, voluntad y corazón para esto".

Vintzingerode tampoco era un agitador de parquet que vino a Rusia "en busca de la felicidad y los rangos", sino un oficial militar honesto y experimentado.


F.F. Wintzingerode, retrato de D. Dow

Inició su carrera militar en el ejército austríaco, donde ingresó en 1790. En 1797 se trasladó al servicio ruso. Participó en la campaña suiza de Suvorov, estando en su ejército como ayudante del Gran Duque Konstantin Pavlovich. Durante la infeliz campaña de 1805, negoció hábilmente con Murat, ganando un tiempo precioso para la retirada del ejército ruso, que se encontraba en una posición difícil tras la rendición de Mack y la rendición de los puentes sobre el Danubio por parte de los austriacos (el mismo Murat). Estos eventos fueron descritos en el artículo. Dos "Gasconades" de Joachim Murat.

Después de eso, participó en la batalla de Austerlitz.

En 1809, Wintzingerode se encontró nuevamente en el ejército austríaco y resultó gravemente herido en la batalla de Aspern. Regresó al ejército ruso en 1812.

Después de la Batalla de Borodino, Vintsingerode se estableció entre Mozhaisk y Volokolamsk. De acuerdo con las instrucciones, realizó reconocimientos, interceptó recolectores y atacó pequeños destacamentos enemigos. Habiendo aprendido sobre el comienzo del movimiento de los franceses de Moscú, por su propia iniciativa trató de entablar negociaciones. Más tarde, argumentó que, al enterarse de la orden de Napoleón de volar el Kremlin, esperaba disuadir a los franceses de llevar a cabo tal orden criminal. Sin embargo, Winzingerode no tuvo en cuenta que su ciudad natal de Hesse en ese momento formaba parte de la Francia vasalla del Reino de Westfalia. Y por eso los franceses decidieron que, siendo súbdito de Westfalia, durante la guerra no tenía derecho a estar al servicio de Rusia, y lo declararon traidor. Wintzingerode fue arrestado y enviado a juicio en Westfalia. Así que perdió la oportunidad de ser el primero en informar al cuartel general de Kutuzov sobre el movimiento del Gran Ejército.

Entre Minsk y Vilna, fue liberado por el "destacamento volador" de A. Chernyshev, quien más tarde sería elevado a la dignidad principesca, se convirtió en Ministro de Guerra y Presidente del Consejo de Estado. Chernyshev será famoso por su arresto personal de Pestel en 1825, así como por la orden, contrariamente a la tradición, de volver a colgar a los decembristas que se cayeron del travesaño (K.Ryleev, P. Kakhovsky y S. Muravyov-Apostol se convirtieron en "colgado dos veces"). No es de extrañar que las actividades partidistas de Chernyshev sean poco conocidas en nuestro país.

Pero volvamos al liberado F. Vintsingerode, quien más tarde, en el rango de comandante de cuerpo, participó en la campaña del ejército ruso en el exterior. E incluso sacó del mando a Denis Davydov, quien violó la orden de no entablar negociaciones con la guarnición de Dresde (esto se discutirá en el próximo artículo).

El hombre que cambio la historia



A. N. Seslavin. Retrato de D. Doe

Quizás la contribución más significativa a la victoria del ejército ruso en 1812 de todos los comandantes de los partidarios de esa guerra la hizo Alexander Nikitich Seslavin. La primera vez que se encontró con los franceses durante la batalla de Heilsberg en Prusia Oriental (29 de mayo de 1807): fue herido en el pecho y recibió la Orden de San Vladimir, cuarto grado. En los años 4-1810. participó en la guerra con Turquía. Fue galardonado con la Orden de Santa Ana, segundo grado, y recibió el rango de capitán. Después de ser herido en el hombro, tuvo que ser tratado durante unos 1811 meses.

Comenzó la Guerra Patria como ayudante del comandante del 1er Ejército Ruso M. Barclay de Tolly. Por las batallas de Smolensk se le concedió una espada de oro con la inscripción "Por la valentía". Luchó en Borodino: fue herido en la batalla de Shevardino, pero permaneció en las filas, recibió la Orden de San Jorge, cuarto grado.

El 30 de septiembre de 1812, el capitán Seslavin fue nombrado comandante del destacamento de partisanos (voladores) (250 cosacos del Don y un escuadrón del regimiento de húsares de Sumy). Con él, se fue "a la caza".

No fue nada difícil ir a la retaguardia del Gran Ejército en 1812, ya que no había una única línea de frente. Evitando enfrentamientos con unidades enemigas, un pequeño destacamento podría llegar fácilmente incluso a Polonia. Pero Seslavin no necesitaba ir allí, su destacamento operaba en el área entre Moscú y Borovsk.

Es interesante que Seslavin tuviera su propia artillería: su papel lo desempeñaba una especie de carros: trineos con armas montadas en ellos. Y varias veces las grandes formaciones enemigas, persiguiendo a estos partisanos, se retiraron, cayendo bajo una andanada de estas "baterías".

Como comandante de un destacamento partidista, Seslavin realizó la principal hazaña de su vida.

Del articulo El ejército ruso en las batallas de Tarutino y Maloyaroslavets debe recordar que las primeras unidades del ejército de Napoleón que salieron de Moscú fueron vistas por los partisanos de Dorokhov (que se discutirá más adelante). Pero fue Alexander Seslavin quien se dio cuenta de que todo el Gran Ejército estaba avanzando y pudo determinar la dirección de su movimiento. La información que entregó fue de verdadera importancia estratégica. Gracias a ellos, el cuerpo de Dokhturov pudo acercarse a Maloyaroslavets a tiempo y entablar una batalla, después de lo cual ambos ejércitos se alejaron de esta ciudad. Napoleón no se atrevió a dar una nueva batalla general: sus tropas se dirigieron hacia el oeste por la devastada carretera de Old Smolensk.

Después de la batalla de Maloyaroslavets, Kutuzov perdió contacto con el ejército enemigo y no supo dónde estaba hasta el 22 de octubre. Y de nuevo fue Seslavin quien encontró a los franceses en Vyazma.

Luego, los "partidos" de Seslavin, Figner y Davydov (el número total de partisanos es de 1300 personas) y el destacamento de caballería de incursión del héroe de la batalla de Tarutino Orlov-Denisov (2000 personas) en Lyakhov rodearon y capturaron de una y media a dos mil soldados de la brigada del general Augereau. Por esta operación, Seslavin recibió el grado de coronel.


A. Telenik. "Lucha de partisanos con coraceros del general Augereau cerca del pueblo de Lyakhovo cerca de Smolensk el 9 de noviembre de 1812"
En esta imagen, vemos un episodio de la batalla cuando un destacamento de coraceros franceses, enviado en ayuda de Augereau por el general Louis Baraguay d'Illeère, fue emboscado.

El 16 de noviembre, el destacamento de Seslavin capturó la ciudad de Borisov, en la que 3000 franceses se rindieron a los partisanos. Después de eso, el cuartel general del ejército principal estableció contacto con las tropas de Wittgenstein y Chichagov. Esta notable e importante victoria se atribuyó a Davydov durante mucho tiempo, y luego a Platov.

Finalmente, el 23 de noviembre, Seslavin tuvo la oportunidad de capturar al propio Napoleón. Decidió incendiar el almacén del Gran Ejército en la pequeña ciudad de Oshmyany (ahora parte de la región de Grodno en Bielorrusia). Y realmente lo quemó, a pesar de la resistencia inusualmente fuerte (y ya inusual) de los franceses. Justo durante esta batalla, Napoleón, que había dejado su ejército, entró en la ciudad. Su escolta y la caballería de Seslavin estaban separados solo por unas pocas decenas de metros, pero solo más tarde Seslavin se enteró de cómo las grandes presas eludían a sus partisanos, aprovechando la oscuridad nocturna. Y comprendí la razón de una resistencia tan desesperada de los franceses.

Finalmente, el 29 de noviembre, su destacamento capturó Vilno. El propio Seslavin resultó herido en el brazo durante esta batalla.

Habiéndose recuperado, participó en la campaña de Ultramar. En 1813, después de la batalla de Leipzig, fue ascendido a general de división. En 1814, el destacamento de Seslavin llevó a cabo la comunicación entre el ejército ruso y las tropas de Blucher.

Los méritos de Seslavin no fueron debidamente apreciados en la corte, y en 1820 dimitió, recibiendo finalmente el grado de teniente general.

Entre otros comandantes de los destacamentos volantes, Seslavin destacó por su actitud humana hacia los prisioneros.

«Seslavin es mejor que yo, no hay tanta sangre en él", - admitió otro gran partidario de esa guerra - Alexander Figner. Era Seslavin a quien consideraba su único rival (y Denis Davydov no fue reconocido como un "gran partidario" por ninguno de los dos). Hablaremos de Figner ahora.

"Había un hombre ese aventurero"



Figner A.S.

El capitán Alexander Samoilovich Figner, que se convirtió en el prototipo del hermano de Dolokhov en la novela Guerra y paz de León Tolstoi, fue sin duda el partidario más brillante y brillante de 1812. Es incluso extraño que hasta ahora no se haya convertido en el héroe de una novela de aventuras o de una película histórica cargada de acción, en la que, sobre todo, no habría que inventar nada. Hablando de él, uno recuerda involuntariamente los versos de S. Yesenin del poema "El hombre negro":

"Había un hombre que aventurero,
Pero la marca más alta y pura ".

Al mismo tiempo, por alguna razón, su apellido fue alterado en el ejército ruso. En las historias y reportajes aparecían en ocasiones algún "Capitán Wagner" y "Capitán Finken", quienes le quitaban a nuestro héroe algunas de sus hazañas. Pero luego lo descubrimos.

El padre de Alexander Figner era el jefe de las fábricas de vidrio imperiales y el vicegobernador de la provincia de Pskov. Era severo y estricto con su hijo, y lo envió a estudiar en el 2º Cuerpo de Cadetes, que se consideraba menos prestigioso que el 1º. Fueron principalmente los hijos de nobles pobres los que estudiaron allí. En 1805 Figner se encontró en Italia, donde el cuerpo ruso debía actuar contra los franceses en alianza con los británicos. Aquí, entre tiempos, aprendió perfectamente el idioma italiano, lo que le ayudó mucho a partidista en 1812.

En 1810, Figner luchó contra los otomanos y participó en el asalto de la fortaleza de Ruschuk, recibiendo la Orden de San Jorge de 4º grado por servicios militares. Se encontró con la Segunda Guerra Mundial con el rango de capitán de estado mayor de la 3ª compañía ligera de la 11ª brigada de artillería. Demostró su valía en la batalla por Smolensk. Después de la Batalla de Borodino, persuadió a Kutuzov para que lo enviara de reconocimiento a Moscú ocupada por los franceses. En esta "fiesta" sólo había 8 personas (junto con el comandante), pero Figner le agregó un cierto número de voluntarios que se encuentran en Moscú y sus alrededores. Su misión resultó ser muy exitosa: un oficial que hablaba perfectamente francés, italiano, alemán, holandés y polaco, disfrazado con el uniforme de diferentes regimientos, así como un peluquero, o incluso un simple campesino, obtuvo mucha información valiosa. . Pero más tarde Figner admitió que su principal objetivo era el asesinato de Napoleón y, por lo tanto, no estaba satisfecho con su visita a la Sede Madre.

Después de que el Gran Ejército de Napoleón abandonara Moscú, Figner dirigió uno de los escuadrones voladores. Kutuzov valoró enormemente las acciones de los partidarios de Figner. En su orden para el ejército del 26 de septiembre de 1812 se decía:

“Un destacamento enviado para intrigas contra el enemigo, en las cercanías de Moscú, en poco tiempo destruyó alimentos en las aldeas entre las carreteras de Tula y Zvenigorod, golpeó a 400 personas, voló un parque en la carretera de Mozhaisk, hizo seis baterías armas completamente inutilizables, y 18 cajas volaron, y un coronel, cuatro oficiales y 58 soldados fueron secuestrados y algunos golpeados ... Expreso mi agradecimiento al Capitán Figner por la correcta ejecución de la tarea ".

Kutuzov le escribió a su esposa sobre Figner:

“Esta es una persona extraordinaria. Nunca había visto un alma tan elevada. Es fanático en valentía y patriotismo ".

Pero Figner se hizo famoso no solo por numerosas operaciones atrevidas y exitosas contra los franceses (por las que recibió el grado de teniente coronel con un traslado a la guardia), sino también por la "codicia de asesinato" (crueldad hacia los prisioneros).

Figner odiaba especialmente a los franceses y polacos; los soldados y oficiales de estas nacionalidades que fueron capturados por él no tenían posibilidades de sobrevivir. Trataba mucho mejor a los italianos, holandeses y alemanes, y a menudo los dejaba con vida.

El sobrino de Figner recordó:

“Cuando las masas de prisioneros fueron entregadas en manos de los vencedores, mi tío estaba perdido por su número y un informe a A.P. Le preguntó a Ermolov cómo tratar con ellos, porque no había medios ni oportunidad de apoyarlos. Ermolov respondió con una nota lacónica: armas a la tierra rusa - muerte ".

A esto, mi tío envió un informe con el mismo contenido lacónico:

"A partir de ahora, Vuestra Excelencia ya no molestará a los prisioneros", ya partir de ese momento comenzó el brutal exterminio de los prisioneros, que fueron asesinados por miles ".


John Augustus Atkinson. Los cosacos atacan a los franceses en retirada, dibujo 1813

Denis Davydov incluso dijo que Figner una vez le pidió que entregara a los prisioneros a los franceses para que pudieran ser asesinados por los cosacos que vinieron con la reposición, que aún no estaban "atacados". Sin embargo, este testimonio debe ser tratado con cautela, porque Davydov, que estaba claramente celoso de la fama de Figner, podría tener esta historia y componer.

El comandante fue igualado por sus combatientes, quienes en el ejército, insinuando la variada composición del destacamento de Figner, fueron llamados “temerarios de diferentes tamaños","pandilla multicolor"e incluso"hombres tontos". AP Ermolov dijo que con la llegada del destacamento de Figner, su cuartel general se convirtió en una "cueva de ladrones". Y el comandante de otro "grupo", Peter Grabbe (el futuro decembrista) llamó a Figner "un cacique ladrón". Pero las acciones de esta "pandilla" fueron tan útiles y efectivas que tuvieron que aguantar.

En el destacamento de Figner, se hizo famoso un tal corneta Fyodor Orlov, que acudió a él después de un intento de suicidio fallido (el cañón de una pistola explotó, hiriendo su mano). Cornet, aparentemente, decidió que con un comandante tan apuesto y desesperado, no se curaría durante mucho tiempo. Sin embargo, a pesar de todos sus esfuerzos, no logró morir por Rusia, tuvo que sufrir en este mundo otros 23 años.

Durante la famosa batalla cerca del pueblo de Lyakhovo, que se describió anteriormente, Figner fue a Augereau como parlamentario. "Con un ojo azul", le informó que tanto su brigada como la división de Baraguay d'Illera estaban rodeadas por un cuerpo ruso de 15 efectivos, y la resistencia era inútil, a menos que, por supuesto, Augereau no quisiera morir heroicamente por la gloria. de Francia en este triste pueblo ruso. Augereau, como saben, no quería convertirse en un héroe muerto.

Polyglot Figner también usó sus habilidades de actuación durante las operaciones partidistas. A veces, él, haciéndose pasar por un oficial del Gran Ejército, tomaba el mando de una unidad o asumía las funciones de guía. Y llevó a este destacamento a una emboscada preestablecida. Para ello disponía de toda una colección de uniformes de diferentes regimientos.

Intentó el mismo truco en 1813 durante el sitio de Danzig. Entró allí bajo la apariencia de un italiano robado por los cosacos para intentar organizar un levantamiento. Pero los vigilantes franceses detuvieron al sospechoso italiano. Sin embargo, Figner desempeñó su papel de manera impecable y pronto fue liberado por falta de pruebas. Después de eso, cautivó al comandante en funciones del general Rapp hasta tal punto que lo envió con una carta a ... Napoleón Bonaparte. Como probablemente adivinó, el emperador francés no esperó el informe de Rapp. La información sobre el estado de la fortaleza y su guarnición parecía tan valiosa para el mando ruso que Figner recibió el rango de coronel. Entonces él, habiendo reunido una "legión vengativa", formada por 326 rusos (húsares y cosacos) y 270 soldados de infantería españoles e italianos capturados, comenzó a "gastar bromas" en la retaguardia francesa. El 1 de octubre (12) de 1813, cerca de Dessau, Figner fue rodeado y traicionado por sus subordinados extranjeros. Según una de las versiones, murió en combate a orillas del Elba, según la otra, al ser herido, saltó al río y se ahogó en él. En el momento de su muerte, tenía 26 años.

En el próximo artículo continuaremos nuestra historia sobre los comandantes de los destacamentos partisanos voladores y hablaremos sobre I. Dorokhov, D. Davydov y V. Dibich.