miércoles, 27 de septiembre de 2023
martes, 26 de septiembre de 2023
Propaganda: La firma del Armisticio de Corea en 1953
Pintura norcoreana (2009) mostrando la firma del Acuerdo de Armisticio Coreano del 27 de Julio de 1953.
La pintura muestra a la delegación de Corea del Norte posando triunfante mientras que la delegación de la ONU está desesperada, con el teniente general Harrison firmando el acuerdo con la cabeza entre las manos.
La pintura es de Cui Gexin y se exhibió en una exposición de 2009 celebrada en el Museo de Arte Songzhuang de Beijing para celebrar los 60 años de amistad entre la República Popular China y la RPDC (y parece haber generado una pequeña controversia en China por la omisión del delegado chino Peng Dehuai ).
lunes, 25 de septiembre de 2023
Los uniformes de las Revoluciones de 1848
Uniformes de las Revoluciones de 1848 en Europa
Weapons and WarfareEn los primeros meses de 1848, Francia estaba en ebullición por la franquicia del país. Louis-Philippe, «rey de los franceses por la gracia de Dios y la voluntad del pueblo», había intentado establecer una monarquía constitucional siguiendo el modelo británico. Pero faltaba la base sólida de una tradición sólida y los descontentos en cada extremo de la escala social se apresuraron a criticar las deficiencias mientras ignoraban los puntos buenos: las barricadas de 1830 eran, después de todo, todavía un recuerdo vívido.
El 24 de febrero de 1848, la población industrial de los suburbios de París asaltó la ciudad y el desafortunado Louis-Philippe se vio obligado a huir a Gran Bretaña.
El espíritu de revuelta se extendió rápidamente a otros países, siendo el vasto y heterogéneo Imperio austríaco una víctima predestinada. Estallaron disturbios en Viena y Metternich escapó el 13 de marzo para compadecerse de Luis Felipe en Inglaterra.
El ejército austrohúngaro en este momento todavía usaba la chaqueta blanca de cola corta, pero el tocado ahora era un batido cilíndrico. Las distinciones de regimiento continuaron mostrándose por el color del cuello, puños y vueltas combinados con el metal blanco o latón de los botones.
Una de las revueltas más interesantes. Sin embargo, ocurrió el 1 de marzo de 1848 en Neuchatel. Ese territorio, que, dicho sea de paso, había producido el Regimiento de Meuron para los servicios holandeses y británicos, así como el batallón de casacas amarillas de Berthier para Napoleón, había sido cedido a Prusia después de la guerra napoleónica. guerras, y muchos de los 'Canarios' se unieron al recién formado Gardeschütze-Bataillon prusiano para el servicio en Berlín. Afortunadamente para ellos, porque luego se libraron de la agonizante tarea de tener que disparar contra sus propios compatriotas cuando estos descendieron de las montañas del Jura para atacar el castillo de Neuchatel. Los prusianos pronto fueron vencidos, se proclamó la inevitable república y Neuchatel se convirtió en un cantón suizo.
Las tropas prusianas ahora habían usado el famoso casco con púas, pero en una versión mucho más alta que el patrón familiar de 1914. La túnica empezaba a sustituir a la chaqueta de falda larga, y los pantalones largos se usaban con preferencia a los calzones y las polainas.
domingo, 24 de septiembre de 2023
SGM: La ofensiva del Sarre
Ofensiva del Sarre
Justo al comenzar la Segunda Guerra Mundial en Septiembre de 1939 con la invasión de Alemania a Polonia, en el Frente Occidental de la «Línea Maginot» el Ejército Francés atacó por la espalda al Tercer Reich. Esta inesperada intervención de Francia constituyó el único intento por parte de los Aliados de conquistar el territorio alemán a inicios del conflicto durante una operación que sería conocida como la ofensiva del Sarre.
Plan de Francia
Francia se había planteado atacar la frontera occidental de Alemania mucho antes de la Segunda Guerra Mundial, en Mayo de 1939, con la finalidad de aliviar la presión germana en Polonia con motivo del Pacto de Asistencia Militar Franco-Polaco. Entre las zonas seleccionadas como posible objetivo estuvieron el Río Rin, el Río Mosela y los Vosgos, aunque finalmente el Ejército Francés se decantó por la línea comprendida entre Spicheren y Hornbach sobre la región minera del Sarre.
Coincidiendo con el primer día de invasión alemana a Polonia, el 1 de Septiembre de 1939, Francia inició la evacuación de los civiles sobre la futura zona de operaciones del Sarre, concretamente entre el Río Mosela y el Palatinado; mientras que a la jornada siguiente, el 2, se cerraron todos los puestos fronterizos, se interrumpió el tráfico ferroviario y se suspendieron los permisos militares. A partir de entonces el IV Ejército Francés al mando del general Edouard Réquin fue concentrando frente al Sarre al V Cuerpo con la 9ª División Motorizada y la 23ª División de Infantería; y al XX Cuerpo con la 4ª División de Tropas Coloniales y las 11ª y 21ª División de Infantería. A estas unidades se añadieron de forma autónoma las 34ª y 42ª Divisiones de Infantería y el 20th Batallón Blindado; además de la Fuerza Expedicionaria Británica del general John Vereker Gort con la 21ª División de Infantería.
Aproximadamente los Aliados desplegaron un total de 320.000 efectivos entre 300.000 franceses y 20.000 británicos con 2.400 tanques y 4.700 piezas de artillería.
Ejército Aliado:
IV Ejército Francés
·V Cuerpo Francés
-9ª División Motorizada Francesa
-23ª División de Infantería Francesa
·XX Cuerpo Francés
-4ª División de Tropas Coloniales
-11ª División de Infantería Francesa
-21ª División de Infantería Francesa
·Unidades Autónomas
-34ª División de Infantería Francesa
-42ª División de Infantería Francesa
-20th Batallón Blindado Francés
·Fuerza Expedicionaria Británica
-21ª División de Infantería Británica
Plan de Alemania
Alemania no quería ser la culpable de una guerra contra Francia y por eso Adolf Hitler prohibió al Ejército Alemán (Wehrmacht) hacer la más mínima penetración dentro de territorio francés, aunque sí autorizó defenderse a nivel local en caso de producirse un ataque galo contra los propios germanos. Tal posibilidad suponía en verdadero quebradero de cabeza para los alemanes porque la fortificada «Línea Sigfrido» había quedado muy desguarnecida debido a que la mayor parte de las Fuerzas Armadas Alemanas (Heer) se hallaban operando en Polonia. Por esa mismo, en caso de producirse una ofensiva francesa a gran escala, los alemanes únicamente disponían para defenderse de 17 divisiones, 10 de las cuales eran de reservistas, agrupadas en torno al I Ejército Alemán del general Erwin Von Witzleben, una cifra insuficiente para repeler un ataque en el Sarre.
Aproximadamente el Ejército Alemán desplegó 100.000 soldados, 100 piezas de artillería y 152 vehículos.
Ofensiva del Sarre
El 7 de Septiembre de 1939 dio comienzo la invasión de Francia a Alemania cuando la 42ª División de Infantería Francesa cruzó la demarcación fronteriza franco-germana. Sin encontrar ningún tipo de resistencia porque los escasos defensores alemanes prefirieron replegarse, los franceses avanzaron 6 kilómetros hacia el interior hasta ser frenados por culpa de las minas y trampas explosivas en caminos y carreteras que provocaron las primeras bajas a los galos. Casi al mismo tiempo, algo más al norte sobre la región de Launstroff, otra columna francesa atravesó la frontera penetrando unos 10 kilómetros en territorio enemigo y ocupando la localidad de Creutzwald, antes de acampar el día 8 frente a Sierck-les-Bains.
Oficialmente a las 3:50 horas de la madrugada del 9 de Septiembre de 1939, se inició la gran ofensiva del IV Ejército Francés sobre el Tercer Reich. Todo comenzó al amanecer mediante el cruce del Río Sarre a través de botes de remo, puentes artificiales de pontones, flotadores impermeables de paja o hierba seca y rampas sobre barcazas de duraluminio que permitieron el paso a los soldados y tanques por debajo de las 18 toneladas de peso. Una vez en la orilla opuesta, el primer contingente galo penetró 5 kilómetros en el sector de Sarreguemines; mientras que el siguiente equipado con vehículos Renault, Citroën y Rosengard, expulsó a los pocos militares alemanes del área de Omersviller, tomando el nexo de unión entre Brenschelbach y Peppenkum, y despejando el trayecto hacia Utwiller. Simultáneamente al norte, los tanques Renault R-35 y FT-17 del 20th Batallón Blindado Francés y las tropas inglesas de la 21ª División de Infantería Británica entraron en Blies y tras una marcha de 7 kilómetros tomaron Bliesbrück, donde cuatro blindados galos fueron destruidos a manos de las minas anticarro.
Repentinamente el 10 de Septiembre, el I Ejército Alemán protagonizó un pequeño contraataque sobre el pueblo de Apach que fracasó porque al cabo de unas horas los franceses recuperaron la localidad. Dos días más tarde, el 12 de Septiembre, se realizó el máximo avance del Ejército Francés en Alemania cuando sus vanguardias alcanzaron la línea defensiva en torno a Bübingen, Hinterwald, Uberwald y el Bosque de Warndt, además de ocupar la localidad de Brenschelbach que costó la muerte a 9 franceses (1 oficial, 1 suboficial y 7 soldados). Hubo incluso un breve enfrentamiento junto a la frontera de Luxemburgo que terminó con la voladura del Puente de Schengen.
Al producirse la invasión de la Unión Soviética a Polonia el 17 de Septiembre de 1939 en coalición con el Tercer Reich, se terminó de dar el golpe de muerte al Ejército Polaco y por tanto a aliviarse la concentración del Ejército Alemán en el Frente Oriental para en seguida comenzar a desviar divisiones hacia el Frente Occidental. Este inesperado suceso que sorprendió a los Aliados, forzó al Ejército Francés a suspender las operaciones de progreso en el Sarre y adoptar una actitud meramente defensiva.
Desde finales de 1939 en adelante, el IV Ejército Francés se dedicó exclusivamente a mantener las posiciones ganadas en el Sarre atrincherando a sus tropas. A partir de entonces los soldados franceses fueron víctimas de los francotiradores alemanes ocultos, los golpes de mano de patrullas avanzadas y las trampas explosivas en el suelo, llegando la 34ª División de Infantería Francesa a desactivar 12.173 minas (10.032 antipersona y 2.141 anticarro). Mientras tanto al otro lado de la «Línea Sigfrido», fueron estacionándose nuevas divisiones alemanas de la recién invadida Polonia, lo que cada vez más alejó las posibilidades de éxito del Ejército Francés, cuyos mandos decidieron aceptar la derrota y ordenar la retirada el 30 de Septiembre.
Resultado
El Ejército Francés abandonó el Sarre el 5 de Octubre de 1939 para volver a refugiarse tras la seguridad de la «Línea Sigfrido» en Francia. Diez días más tarde, el 16 de Octubre, el grueso del Ejército Alemán avanzó sobre las zonas perdidas en Septiembre que nuevamente fueron recuperadas por el Tercer Reich. Únicamente las ciudades de Forbach y Orethal resistieron en manos de los franceses hasta que finalmente las dejaron atrás a mediados de Noviembre de 1939 para cedérselas a la Wehrmacht.
Francia sufrió un total de 2.000 bajas entre muertos y heridos, e incluyendo 689 prisioneros, además de resultar destruidos 4 tanques.
Alemania sufrió 666 bajas entre 310 muertos y 356 heridos, además de ser 11 aviones derribados.
La ofensiva del Sarre efectuada por Francia fue la primera derrota terrestre de los Aliados Occidentales frente al Tercer Reich. Esta operación que desde el principio estuvo condenada al fracaso por no perseguir un objetivo claro, hubiese tenido un resultado bien distinto de haberse planteado con meses de antelación como una campaña de invasión a nivel general contra Alemania y no contra una región concreta con la que ni siquiera se sabía qué hacer. Tal cosa sin duda obligó al Ejército Francés a pasar a la defensiva en el Frente Occidental, cuando verdaderamente había tenido una oportunidad real de modificar la Segunda Guerra Mundial.
Bibliografía:
-Alfonso Casado, Operación Sarre. El Ataque Francés sobre Alemania en Septiembre de 1939 ¿Una oportunidad perdida?, Revista Serga Nº101 (2016),p.41-46
-https://en.wikipedia.org/wiki/Saar_Offensive
-https://www.historynet.com/operation-saar-a-lost-opportunity-september-99-world-war-ii-feature.htm
sábado, 23 de septiembre de 2023
Argentina: "Macoco" Alzaga Unzué y la fortuna de la guerra del Paraguay
Gloria, lujo, dinero a dos manos y sexo: las peligrosas aventuras del último playboy argentino con fama mundial
Macoco Álzaga Unzué nació y vivió como millonario, y murió pobre y sin más compañía que tres gatas
Por Alfredo Serra || Infobae
Martín de Álzaga Unzué, conocido como “Macoco” fue el último gran playboy argentino
Una noche de 1967, en un viejo almacén porteño "donde van los que tienen perdida la fe", según la letra del tango Sentimiento gaucho, un bicho nocturno con más copas que memoria, sin conocerme, me preguntó:
–¿Vos que hacés, pendejo?
–Soy periodista.
–Te canto la justa. ¿Sabés quién fue Macoco?
–Sí, más o menos…
–Todos creen que está muerto…, pero vive. Buscálo por la calle Peña. No le quedó ni un mango…
"La calle Peña" me pareció una vaguedad. Pero tuve suerte. Imaginé que Martín de Álzaga Unzué, Macoco, aun sin un mango, no viviría lejos de la mejor esquina de Peña.
Breve rastreo por la cuadra, y ¡bingo!
Toqué un timbre al azar en el portero eléctrico de un edificio, Peña al tres mil cien, y una voz (de mala gana), ajustó mi brújula:
–Es en la planta baja.
Timbre otra vez, y apareció. No era el galán engominado, con raya al medio, de los años locos, los 20, pero sobrevivían en él sus ojos celestes, fino remate de ese metro ochenta que –con tres fortunas de por medio que pulverizó en tres toques de magia– lo erigieron en Rey de París…
Lo envolvía una bata de seda azul con pintas blancas: un clásico de ayer.
Me tendió la mano con ademán de caballero nacido y entrenado para ese rol…, más allá de los zafarranchos de su vida.
Fui al grano.
–¿Usted fue realmente el último playboy nacional e internacional?
–Nadie lo discute.
–¿Qué se necesita para serlo?
–Tener mucha plata, cultura, amistades, simpatía, decencia y mundo. Y viajar: algo imprescindible.
–Pero los muchachos de hoy, los corredores de autos de doble apellido que terminan la noche en La Biela, ¿no lo son?
–¡Qué van a ser playboys! Son garuferos, garuferos locales. Una carrera de autos cada tanto, y después a emborracharse en Cero Cinco (Nota: boliche de onda en el Pasaje Schiaffino, frente al edificio en que vivían Adolfo Bioy Casares y Silvina Ocampo, su mujer).
–¿Qué lo diferencia a usted de ellos?
–Un playboy no es tal hasta que participe de un safari africano y pegue una vuelta al mundo en el yate de un príncipe hindú.
Pausa. Con el dedo índice de la mano derecha revuelve unos agónicos cubos de hielo en un vaso con más agua que whisky.
Filmo con los ojos el departamento.
Es inútil buscar huellas de excitantes batallas sexuales: no hay botellas vacías en el suelo, vasos con huellas de rouge debajo de los sillones, ceniceros intoxicados de puchos, prendas íntimas de damas y damitas asomando por cajones mal cerrados.
No es la celda de un monje cartujo, pero tampoco la sombra de un harén…
Los muebles delatan un antiguo esplendor. Pero tres personajes de sexo femenino, Isabel, Alicia y Rayita, las tres gatas que desde hace un lustro son su única compañía, se empeñan en martirizar los sillones de terciopelo rojo a pesar de los golpes de fusta con que Macoco intenta ahuyentarlas.
Hombre tan sabio, e ignora que gatos y sillones son una ecuación imposible…
Cierto desorden aristocrático mezcla pesadas piezas de plata vieja con fotos amarillentas de mujeres bellísimas con dedicatorias que no exigen explicación: Darling Mac, I love you, Remember Paris?
–Usted estudió en los mejores colegios de Buenos Aires y de Londres, pero lo expulsaron de todos. ¿Por qué?
–Porque era un demonio. En la primavera europea, dos de mis tías millonarias, Cochonga Unzué de Casares y Manita Unzué de Alvear, iban a revolear las polleras –usted me entiende–, y me dejaban pupilo en algunos colegios de alto nivel. Encerrado. Preso. Yo, que tenía doce años y era capaz de todo para fugarme…
–Capaz de todo, ¿hasta qué punto?
–Un domingo, solo, asfixiado, para escapar… ¡incendié el colegio!
–¿Mal alumno, buen alumno?
–Me gustaba la literatura. Nada más. Un día, el profesor de geografía nos enseñaba cómo medir una montaña. Me levanté y salí del aula. Me reprendió:
–No sea irrespetuoso. Estoy enseñando algo muy útil para el futuro.
–Vea, profesor, no sé qué haré en mi vida. ¡Pero cualquier cosa menos medir una montaña!
–¿Le gustaba el campo?
–Antes, mucho. Pero hoy no lo soporto.
Me pone melancólico.
–¿Un recuerdo querido?
–Una tarde, en su casa, María Paz de Gainza me enseñó a bailar el foxtrot. Hoy, esa casa es el Círculo Militar…
–¿Quién le puso Macoco?
–Mi padre, Félix David de Álzaga, no sé por qué. Pero con los años me enteré de que hay (o hubo) un reino africano llamado Macoco, poblado por caníbales…
–A su modo, ¿usted no fue un caníbal?
–Bueno, atrapaba mujeres, pero no las comía.
–¿Cuánto hay de cierto y cuánto hay de leyenda en su infinita colección de mujeres famosas? Notas y biografías de dudosa veracidad anotan los nombres de Rita Hayworth, Claudette Colbert, Greta Garbo, Ginger Rogers, Olivia de Havilland… ¡Gina Lollobrigida!
–La mente de los ignorantes vuela muy rápido. Además, un caballero, respecto de sus amoríos, debe ser mudo…
–¿Qué descubrió primero, ¿las mujeres o los autos?
–Corrieron parejos. Pero los autos fueron mi locura. Sin un volante en las manos me sentía muerto. Era parte de mi cuerpo.
–Pero no fue un crack. Algunos dicen que su mayor hazaña fue arruinar con el escape abierto las siestas del presidente Marcelo de Alvear…
–(Se ríe) No tuve suerte. Una vieja publicación, Almanaque de la Mujer 1929, me pidió la historia de mi carrera deportiva. Y escribí, aunque mi pluma nunca fue mi fuerte: "Corrí por primera vez una carrera a los diecisiete años…, en 1917, en el circuito de Morón, y rompí el coche, un Ford".
–¿Se deprimió?
–Al contrario. Al otro año salí segundo en el Gran Premio de Rosario. No gané por una serie de percances: ¡seis pinchaduras! Lo único que limitaba mi poder eran los malos caminos y la torpeza de los que manejan, su falta de sangre fría.
–¿Alguna buena?
–Europa 1922: Gané el campeonato de la Cuesta del Faro Biarritz. En Monza no gané: volqué y quedé último. En el Gran Premio de los Ángeles me acercaba a los primeros…, pero se rompió una biela y quedé en la estacada. Tengo un récord de vuelta en Indianápolis, con pista mojada: ¡144 kilómetros por hora de promedio! Abandoné las carreras después de un vuelco en San Sebastián, y empecé a correr en lanchas. También muy peligrosas: en cualquier momento el barquito se da vuelta o se prende fuego…
–Hablemos de sus amistades non sanctas. ¿Al Capone?
–Lo conocí, y casi hacemos un negocio. Pero me advirtieron que era el hombre más peligroso del hampa norteamericana, y me abrí.
–Pero hizo negocios con otro gángster: John Perona.
–Sí. Dirigimos juntos un cabaret de lujo en Nueva York: el Bath Club. Superlujo puro. Bar giratorio: de un lado, despacho de bebidas, y del otro, con sólo apretar un botón, espejos y bailarinas. Lo hicimos así para eludir la Ley Seca, y funcionó hasta 1928. Tuvimos que cerrar por problemas con los pistoleros locales. Una noche nos destrozaron el local porque nos negamos a comprarles su asquerosa bebida.
–Pero no fue mal que por bien no viniera…
–¡Nuestro golpe maestro! En 1931 abrimos El Morocco. El cabaret más exclusivo del mundo. Todo tapizado con pieles de cebra cazadas por mí en un safari. ¡Qué noches! Llegaban Humphrey Bogart, Marilyn Monroe, Truman Capote, Carmen Miranda, Maurice Chevalier, Chaplin, la Mistinguette –las piernas más perfectas del mundo–, los Windsor, Ginger Rogers… Además, fue el negocio que más dólares nos hizo ganar.
–Sin embargo, el soltero empedernido, el galán de medio mundo… hocicó.
–Sí. Me casé con una norteamericana angelical: Gwendolyn Robinson. El matrimonio duró ocho años y nos dio una única hija: Sally (Nota: murió en 2011, a los 84 años).
–Pero hubo reincidencia.
–Sí. Segundo matrimonio con Kay Williams, una modelo de Vogue, y la más cotizada figura de la publicidad de los cigarrillos Chesterfield, que más tarde se casó con Clark Gable.
–Hay una Mitología Macoco. Que entró a Harrod's, pero no por la puerta. En auto, por una vidriera, y pagó los destrozos. Que una noche se lavó los pies en un balde de champagne. Que en el célebre restaurante Maxim´s de París inventó aquello de tirar manteca al techo, con la punta de un cuchillo, tratando de embocarla en los ampulosos senos de unas valkirias pintadas que decoraban el techo de uno de los salones…., una rubia despechada que quiso tirarse del piso veinticinco, que le regaló un yate a Errol Flynn, etcétera. ¿Cuánto es cierto y cuánto es puro cuento?
–Algo cierto, mucho puro cuento. Pero lo muy-muy-muy cierto es que heredé de mi padre cinco mil hectáreas, y la fortuna de dos tías millonarias…¡dueñas de tres estancias! Lo de mis tías lo perdí en tres segundos: lo que tardó el escribano en firmar el nuevo testamento…
–¿De qué lo acusaron sus tías?
–De casarme siete veces, cuando sólo fueron dos.
–¿Por qué eligió Europa y los Estados Unidos para sus negocios y aventuras?
–Porque Buenos Aires era irremediablemente aldeana, primitiva, aburrida. Me asfixiaba…Después del glorioso Armenonville, todo se acható.
–¿Cuántos viajes ida y vuelta Buenos Aires, París y otras latitudes llegó a hacer?
–No menos de cuarenta.
–A pesar de su discreción, ¿con quién hablaba de sus conquistas con nombre y apellido?
–En La Biela, en una mesa bien alejada de la puerta, con Adolfito Bioy Casares…
En este momento de la tarde que empieza a hacerse noche cabe recordar la letra del tango Shusheta, de Cobián y Cadícamo, inspirado en Macoco: "Pobre shusheta, tu triunfo de ayer / hoy es la causa de tu padecer… / Hoy la vejez el armazón te ha aflojao / y parecés un bandoneón desinflao" (Nota: shusheta, palabra lunfarda, significa elegante, petimetre, pintón).
El departamento entra en sombras: anochece. Del segundo whisky –escaso– y sus cubos de hielos sólo queda un pequeño lago turbio.
Me voy.
Las tres gatas siguen dueñas y señoras del sillón, pero la fusta descansa: han ganado por cansancio.
Macoco morirá quince años después de este encuentro, el 15 de noviembre de 1982.
Tenía 81 años.
Pero con él no desaparecía sólo un cuerpo: también un tiempo irrepetible. La Belle Èpoque.
Como escribió Charles Dickens mucho antes, en Historia de dos ciudades, ese también "era el mejor de los tiempos y el peor de los tiempos".
Según en qué palacio o en qué andurrial del mundo tocara en suerte.
viernes, 22 de septiembre de 2023
Siglo 18: Asalto anfibio en Quebec
¡Operaciones combinadas en 1759!
Combined OperationsWolfe (Ejército) y Saunders (Marina) en una Operación Combinada Accidental
Introducción
El asalto de Wolfe a las alturas de Abraham, cerca de Quebec, fue una operación combinada clásica que contenía muchos de los elementos utilizados en los desembarcos anfibios en la Segunda Guerra Mundial. La historia se incluye aquí a modo de introducción al tema de Operaciones Combinadas y como ilustración del uso efectivo de algunos principios básicos.Esta historia está casi 250 años fuera del ámbito de la Segunda Guerra Mundial de este sitio, pero ayuda a definir las características de planificación y ejecución que hacen que una operación combinada exitosa.
[Mapa cortesía de Google Map Data 2017.]
Cuando Louisburg en la isla del Cabo Bretón cayó ante las fuerzas de Wolfe a principios de agosto de 1758, era demasiado tarde para un asalto a la guarnición francesa en el Viejo Quebec. Dadas las circunstancias, Wolfe decidió tomarse las vacaciones en casa que le habían prometido antes de que la expedición zarpara de las aguas del Reino Unido. Sin que Wolfe lo supiera, en el momento de su partida de Canadá, Pitt le había enviado una orden para que se quedara con sus hombres. Este accidente de la historia tuvo consecuencias beneficiosas de largo alcance al año siguiente.
Planificación y Preparativos
La primera regla importante para una operación combinada exitosa estaba en su lugar: la oportunidad de considerar la campaña futura en discusión con los jefes políticos (el Gabinete de Guerra) y los Jefes de Estado Mayor (Mariscal de Campo Lord Ligonier y otros) ganando así su confianza, compromiso y apoyo. Como resultado, a Wolfe se le permitió elegir sus propios brigadistas y se le asignaron amplios suministros para una campaña de 6 meses.[Mapa cortesía de Google Map Data 2017.]
Wolfe también tuvo la suerte de haber establecido una buena relación de trabajo con su equivalente naval Charles Saunders. De hecho, cruzaron juntos el Atlántico y coincidieron plenamente en su pensamiento sobre la campaña contra los franceses. Saunders escribió más tarde: "Durante la tediosa campaña ha continuado un perfecto entendimiento entre el Ejército y la Armada". Así fue como se cumplió la segunda regla principal para una campaña exitosa: una buena relación personal y laboral entre (o entre) los comandantes de campo.
La acción
No fue posible lograr una sorpresa estratégica, un requisito previo normal para una operación combinada anfibia exitosa. Montcalm era un soldado capaz y sabía, desde hacía al menos 14 semanas, que iba a ser atacado. Al principio, sus preparativos tuvieron éxito en repeler los ataques y Wolfe retiró sus fuerzas para considerar su posición. Pasaron las semanas con pocos avances. Se identificó un posible lugar de desembarco una o dos millas río arriba de las principales posiciones francesas y durante 6 días parte de la flota se desplazó río arriba con la marea alta y río abajo con la marea baja mientras se realizaban las evaluaciones.Montcalm encontró este comportamiento muy extraño y concluyó que era una distracción del objetivo principal de Wolfe, Beauport Lines. Esta opinión se vio reforzada por una finta perpetrada por Saunders. El 13 de septiembre a la 1 a. m., mientras la flota avanzaba una vez más río abajo con la marea baja, Wolfe desembarcó con sus hombres. Cuando salió el sol a las 8 am, 4500 hombres estaban en la cima de Abraham Heights. Así fue como se cumplió otra regla de oro de las operaciones combinadas: el logro de la sorpresa, que en esta ocasión fue más táctico que estratégico.
[Muerte del general Wolfe en Quebec.]
Las fuerzas francesas estaban en desorden pero en la acción que siguió Wolfe fue alcanzado tres veces. Sus últimas palabras fueron una orden de enviar un batallón para cortar la retirada francesa. Cinco días después, las fuerzas francesas en Quebec se rindieron.
jueves, 21 de septiembre de 2023
Guerra del Paraguay: Batalla de Yatay
Batalla de Yatay
Batalla de Yatay - 17 de agosto de 1865
La Guerra del Paraguay puede dividirse en cinco campañas: la de Matto Grosso, la del Uruguay, la de Humaitá, la de Pikysyry y la de las Cordilleras. En la campaña de Matto Grosso los paraguayos se apoderaron de la fortaleza de Coimbra, Alburquerque, Corumbá, Miranda y Dorados. La segunda tuvo por objetivo el Uruguay, hacia donde se dirigieron dos columnas del ejército paraguayo, por Corrientes y Río Grande, para expulsar a los brasileños y sostener la soberanía de ese país. El objetivo de la tercera -para los aliados- era la toma de la plaza fuerte que fue el centro de la resistencia paraguaya. La cuarta se llama así porque se desarrolló sobre la línea fortificada del arroyo Pikysyry, segundo centro de la resistencia del Paraguay. La quinta fue la que se llevó a cabo después de la batalla de las Lomas Valentinas, al otro lado de las Cordilleras, hasta Cerro Corá.
Al iniciarse la segunda campaña, abandonó Solano López la capital, para ir a ponerse al frente de sus ejércitos. Dejaba así la Asunción para siempre. Nunca más entraría en ella, no permitiéndole los azares de una guerra a muerte ni siquiera volver a contemplarla a la distancia.
En realidad, en aquel momento -8 de junio de 1865- empezaba su agonía, que era la de su patria, como él condenada a una muerte cruel e irremediable. Antes de partir dirigió al pueblo una proclama, en el que daba a entender que iba resuelto a abandonar “el seno de la Patria”, para incorporarse “a sus compañeros de armas en campaña”
Pero llegó a Humaitá y cambió de opinión, bajo la influencia de insinuantes cortesanos, como el obispo Palacios, que acabaron por convencerle de que no debía imponerse ese inútil sacrificio, teniendo a su lado tantos hombres capaces que podían muy bien reemplazarle… Instaló, pues, allí su cuartel general, estableciendo una activa comunicación telegráfica con la ciudad de Corrientes, donde José Berges ejercía su representación.
El general Wenceslao Robles había reunido, entretanto, 30.000 hombres de las tres armas y estaba en condiciones de marchar, sin dificultad alguna, arrollando los pequeños obstáculos que encontrase en su camino. En aquellos momentos aún no se había establecido el campamento general de los aliados en Concordia, ni éstos disponían de tropas capaces de contrarrestar la acción del Paraguay. Ningún paraguayo dudaba del éxito de la empresa confiada a Robles, experimentado militar, que había dado tantas pruebas de sus aptitudes de brillante organizador. Pero los hechos desvanecieron bien pronto tan optimistas esperanzas.
Al frente de aquella poderosa columna, Robles se sintió inferior a su cometido, no atinando a obrar con la resolución y la pericia que le imponían las circunstancias. Perdió su tiempo con fútiles pretextos, avanzando con lentitud extrema, distraído por pequeñas guerrillas sin importancia. Así perdió la oportunidad única que se le brindaba, dando todas las ventajas a los oponentes. Finalmente, entró en tratos con los aliados, pagando con su vida los graves errores cometidos.
Lo reemplazó el general Francisco Isidoro Resquín, quien hizo contramarchar a su ejército, regresando con él a territorio paraguayo. El fracaso de la expedición de Robles determinó el fracaso de la expedición de Estigarribia. Este, al frente de 12.000 hombres, invadió el Estado de Río Grande del Sud, siguiendo la línea del Uruguay, para ir a encontrarse con la otra columna expedicionaria en la frontera de la República Oriental.
La llegada oportuna de Robles debió impedir la formación del ejército aliado que salió a batirle permitiéndole someter holgadamente a los brasileños. Pero no sucedió así. Robles no llegó nunca a la frontera oriental, no pasando más allá de los límites de Corrientes. Gracias a esto, Mitre pudo organizar el ejército hasta encontrarse en situación de batir a los paraguayos.
Realmente Estigarribia debió retroceder al ver que había fracasado el plan convenido. Pero lo empujaron adelante, los numerosos jefes orientales que lo acompañaban, los cuales le aseguraban que, al llegar a la frontera de su país, contaría con el franco apoyo de todos los compatriotas uruguayos.
Entrar en Uruguayana fue para él entrar en una ratonera. Pronto fue allí rodeado por el ya poderoso ejército aliado, teniendo que sucumbir, vencido por el hambre y por la muerte. Una parte de su ejército, que marchaba por la orilla derecha del río Uruguay, a las órdenes del mayor Pedro Duarte, sucumbió también, aplastado por fuerzas muy superiores.
En efecto, el 17 de agosto de 1865 libraron batalla 3.500 paraguayos, de caballería e infantería, con 11.000 aliados de las tres armas, a las órdenes del general Venancio Flores.
Pese a la abrumadora superioridad enemiga, Estigarribia rechazaba con ironía la propuesta de rendirse a los “libertadores de su patria”. “Si VV.EE. (decía a los jefes aliados) se muestran tan celosos por dar libertad al pueblo paraguayo, ¿por qué no empiezan por dar libertad a los infelices negros del Brasil, que componen la mayor parte de la población, y gimen en el más duro y espantoso cautiverio para enriquecer y estar en la ociosidad a algunos de cientos de grandes del Imperio?”
Luego de la derrota de los paraguayos, Flores declaró: “Los paraguayos son peores que salvajes para la pelea, prefieren morir antes que rendirse…”
La mayor parte de los prisioneros fueron pasados a cuchillo (se calcula que eran alrededor de 1.400) y los soldados sobrevivientes fueron alistados en los batallones del ejército aliado, obligándoseles así a ir contra su patria. Decía Flores: “Los batallones orientales han sufrido en Yatay una gran baja, y estoy resuelto a reemplazarla con los prisioneros paraguayos, dándole una parte al general Paunero para aumentar sus batallones, que están pequeños algunos¨. Mientras tanto el vicepresidente argentino Dr. Marcos Paz agrega: “El general Flores ha adoptado por sistema incorporar a sus filas a todos los prisioneros, y después de recargar sus batallones con ellos ha organizado uno nuevo de 500 plazas con puros paraguayos”.
El gran publicista oriental, Carlos María Ramírez protestó en 1868, contra la repetición sistemática del mismo hecho: “Los prisioneros de guerra –decía- han sido repartidos entre los cuerpos de línea y, bajo la bandera y con el uniforme de los aliados, compelidos a volver sus armas contra los defensores de su patria. ¡Jamás el siglo XIX ha presenciado un ultraje mayor al derecho de gentes, a la humanidad, a la civilización!.
En la Quinta Sección, chacra el Ombucito, existe un monolito que evoca la Batalla de Yatay. Este sitio fue declarado Lugar Histórico el 4 de febrero de 1942, por la Ley 12665, según consta en “Monumentos y Lugares Históricos” de Hernán Gómez. Allí serpentea un arroyo, entre arbustos y pajonales, que se vuelca en el río Uruguay. Este paisaje está adornado con elegantes palmeras Yatay (Yatay significa Palmera en guaraní). Ellas dieron su nombre al arroyo y al lugar. El topónimo dio el nombre a la batalla.
Fuente
Efemérides – Patricios de Vuelta de ObligadoO’Leary, Juan E. – El Mariscal Solano López – Asunción (1970).
Portal www.revisionistas.com.ar
Rosa, José María – La Guerra del Paraguay y las Montoneras Argentinas – Buenos Aires (1985).
Turone, Gabriel O. – La Batalla de Yatay – (2007)
Fuente: www.revisionistas.com.ar
miércoles, 20 de septiembre de 2023
Carrera espacial: El viaje encubierto de Gordon Cooper
El astronauta que desde la soledad del espacio halló tesoros que mantuvo en secreto durante 40 años
Hace 60 años, Gordon Cooper dio 22 vueltas a la Tierra. El objetivo era superar a los rusos en cantidad de tiempo en el espacio. Su misión secreta, además, era detectar misiles soviéticos que apuntaran a Estados Unidos, Sin embargo, desde la distancia observó anomalías en los mares y dibujó un mapa
Por Mariano Jasovich || Infobae
Mayo de 1963. Plena Guerra Fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Uno de los escenarios de esa contienda era la conquista del espacio. Todavía faltaban 6 años para la llegada del hombre a la luna. Sin embargo, desde los dos lados del muro de Berlín se lanzaban misiones para avanzar en ese sentido.
El 15 de mayo de ese año de la década del 60, el comandante de la Fuerza Aérea estadounidense, Gordon Cooper, fue el astronauta solitario a bordo de una nave espacial Mercury.
El mapa de Cooper
El astronauta en su pequeño cubículo llegó a dar 22 vueltas alrededor de la Tierra. Desde allí, atado a su asiento para evitar la falta de gravedad tenía una misión especial y secreta.
Públicamente, la misión de Cooper era simplemente pasar un día en órbita, algo que habían logrado los soviéticos, pero no todavía los estadounidenses, que deseaban no quedarse atrás en la carrera espacial.
Sin embargo, se sospecha que la misión de Cooper tuvo un elemento más clandestino: el espionaje. Aunque estaba encubierto en ese momento, ahora surge que la nave espacial estaba equipada con un equipo sofisticado diseñado para detectar sitios de misiles soviéticos cerca de los Estados Unidos.
El objetivo de Cooper era poder detectar desde dónde partirían los cohetes nucleares en caso de desatarse una Tercera Guerra Mundial.
El viaje de Cooper hacia las estrellas se dio siete meses después de la crisis de los misiles en Cuba. Todo indica que Washington sintió claramente que la amenaza soviética no había terminado. En 1962, los rusos habían amenazado con instalar misiles nucleares en la isla de Fidel Castro a escasos kilómetros de Estados Unidos. La tensión escaló. El mundo estuvo muy cerca de un incidente nuclear de alta escala. La charla telefónica con el famoso teléfono rojo entre Kennedy y Kruschev enfrió el conflicto.
Sin embargo, menos de un año después el astronauta enviado al espacio escaneaba la Tierra en busca de bases soviéticas alrededor del mundo.
La vista desde el espacio
Cooper detectó lo que describió como “anomalías”, particularmente en el Mar Caribe y frente a la costa de México. Estas eran, de hecho, lecturas magnéticas, lo que sugería la presencia de metal, y debido a que estaban en el agua, sabía que no podían ser sitios de misiles. ¿Era oro o algunas otras piedras preciosas?
Había cientos de estas anomalías, y pronto se dio cuenta de lo que las había causado: naufragios de barcos de siglos anteriores. Muchos de ellos podrían tener tesoros enterrados en el fondo del mar.
Tras lograr pasar el tiempo alrededor de la órbita de la Tierra, el astronauta aterrizó con su nave tras volver a traspasar con cierta tranquilidad la atmósfera de nuestro planeta.
Un barco de la marina de Estados Unidos los fue a buscar al medio del Océano y lo llevó hasta Cabo Cañaveral en el centro de la NASA. Entre sus pertenencias, el piloto del espacio se guardó un secreto que no le contó a sus superiores.
Cooper había anotado las ubicaciones de esos naufragios. De vuelta en la Tierra, compiló todas las ubicaciones en un mapa, que luego usó para buscar tesoros hundidos. Su corazonada de que eran naufragios demostró ser correcta.
Luego de muchos años se puso a trabajar con el legendario cazador de tesoros Kip Wagner. Con los datos que se trajo desde el espacio, Cooper ayudó a descubrir la famosa flota del tesoro española de 1715 que se había hundido frente a la costa de Florida, Estados Unidos.
La ruta del oro perdido
En su mapa secreto Cooper había marcado cientos de esas anomalías en los océanos. En especial en la ruta entre Europa y América. Desde su pequeña cabina del Mercury, en la oscuridad y el silencio del espacio había marcado muchísimas cruces en las costas de América del norte, central y el sur.
Decenas de naves a vela que comerciaban desde que Cristóbal Colón había llegado hasta las costas americanas hasta entrado el siglo XIX. Barcos que sucumbieron a fuertes tormentas marinas o que fueron atacados por piratas en la zona del caribe.
Sin embargo, la búsqueda de tesoros es un negocio costoso y arriesgado que a menudo involucra negociaciones tortuosas con los gobiernos. Y Cooper, quien murió en 2004, solo pudo explorar algunos de los naufragios en su mapa.
El astronauta siempre sospechó que entre las anomalías que había visto desde el espacio estaba el buque insignia de Colón en su viaje de 1492 a América. La Santa María y los seis barcos que se hundieron en su viaje de 1494 que pueden haber contenido grandes cantidades de tesoros.
El chico que soñaba con ser astronauta
Leroy Gordon Cooper había nacido el 6 de marzo de 1927 en Shawnee, Oklahoma. Su papá que se llamaba igual también había participado en el Ejército de Estados Unidos.
Las escuelas de vuelo del Ejército y la Marina no aceptaron candidatos el año en que se graduó de la escuela secundaria, por lo que decidió alistarse en la Infantería de Marina. Se fue a Parris Island tan pronto como se graduó. Sin embargo, la Segunda Guerra Mundial terminó antes de que pudiera entrar en combate.
Estaba sirviendo con la Guardia de Honor Presidencial en Washington cuando fue relevado de su servicio junto con otros reservistas de la Infantería de Marina. Después de su baja de la Infantería de Marina, se fue a Hawai a vivir con sus padres.
Su padre fue asignado a Hickham Field en ese momento. Comenzó a asistir a la Universidad de Hawái para estudiar ingeniería aeroespacial y allí conoció a su primera esposa, Trudy B. Olson. Se casaron el 29 de agosto de 1947 en Honolulu con todas las tradiciones hawaianas.
Ya casado, realizó entrenamiento de piloto en la base de la Fuerza Aérea Perrin, Texas, y la Base de la Fuerza Aérea Williams, Arizona. En 1950, después de recibir sus alas, fue asignado al 86th Fighter Bomber Group en Landstuhl, Alemania Occidental, donde voló aviones F-84 y F-8 durante cuatro años.
En 1954 Cooper regresó a Estados Unidos. Allí asistió al Instituto de Tecnología de la Fuerza Aérea en la Base de Dayton, Ohio, durante dos años. Se graduó allí con una licenciatura en ingeniería aeronáutica en agosto de 1956.
Por esos años encontró un anuncio de que McDonnell Aircraft Corporation en St. Louis había obtenido un contrato para construir una cápsula espacial. Esto realmente interesó a Cooper. Pronto descubrió que el Proyecto Mercury también estaba interesado en él.
El sueño de ir al espacio
Unos días después de leer el anuncio sobre la nueva cápsula, lo llamaron a Washington para una sesión informativa. Los ingenieros de la NASA pasaron una mañana entera dando a los 110 pilotos de prueba militares invitados un resumen técnico del Proyecto Mercury y cuál sería la parte de los astronautas.
Se pidió a los pilotos más tarde ese mismo día que dieran sus reacciones a lo que habían visto y oído, y que indicaran si estaban interesados o no. Cooper respondió que definitivamente estaba convencido del programa y que tenía muchas ganas de convertirse en astronauta.
Primero, los candidatos debían pasar por varias series de pruebas técnicas y psicológicas, seguidas de exámenes físicos en la Clínica Lovelace en Albuquerque, Nuevo México.
Luego, los candidatos volaron a Wright-Patterson para una ronda de pruebas psicológicas o de estrés. Los candidatos fueron aislados, vibraron, giraron, calentaron, congelaron, fatigaron y corrieron a grandes alturas. Al final, Cooper sintió que lo había hecho muy bien. De hecho, tenía plena confianza cuando regresó a Edwards de que formaría parte del equipo.
Le dijo a su jefe que comenzara a buscar un reemplazo y alertó a su familia para que estuvieran listos para mudarse. Tomó una licencia de dos semanas para prepararse para levantar las apuestas y mudarse a Langley, Virginia, sede del Grupo de Trabajo Espacial de la NASA y el Proyecto Mercury.
Durante la misión del 15 de mayo se convirtió en el primer astronauta estadounidense en dormir en órbita. Su misión duró 34 horas, 19 minutos y 49 segundos, durante las cuales completó 22 órbitas. Fue el último astronauta que viajó solo al espacio.
Allí, mientras superaba el tiempo de los rusos en la carrera espacial, también buscaba bases de misiles rusos. Sin embargo, la observación desde el espacio le dio mucha curisiodid al astronauta. Y logró divisar anomalías en los mares. Cada punto que marcó en su mapa secreto se convirtió en un naufragio y en un potencial tesoro enterrado a miles de metros en los mares, especialmente en las costas de América.