jueves, 7 de diciembre de 2023

Guerra Antisubversiva: El secuestro y asesinato de Larrabure

Guerra Antisubversiva



En la noche del noche del 10 de Agosto de 1974 subversivos del ERP-PRT, ayudados por un soldado traidor, intentan tomar por asalto la Fábrica de Pólvora y Explosivos de Villa María, Córdoba, y asesinan al Cabo 1° Marcelino Cuello de la Policía de la Provincia de Córdoba, secuestrando, para asesinar luego de un año de torturador cautiverio, al Mayor del Ejército Argentino, Julio Argentino del Valle Larrabure en plena democracia, con un gobierno elegido por el 62% de votos, y poco después de haber fallecido el Presidente electo, Teniente General Juan Domingo Perón, sin que jamás haya cesado el accionar extremista comunista que desde 1959 intentaba tomar el poder por la fuerza y nada tuvo nunca que ver ni con el bombardeo a Plaza de Mayo ni con el golpe de Estado de 1955 (golpe de Estado respuesta al inconstitucionalismo y golpismo que Perón puso en marcha desde 1930, y repitió en 1943, y en 1945), habiendo el Presidente Perón, el 28 de abril de 1974 en una conferencia brindada en el Centro Cultural San Martín, dejado bien en claro que el peronismo rechazaba rotundamente al socialismo, e incluso luego, el 1° de Mayo de 1974 y frente a millones de argentinos, habiendo expulsado de Plaza de Mayo y luego del peronismo a todos los comunistas montoneros infiltrados en el peronismo (que son los mismos comunistas montoneros que hoy, simulando ser peronistas, único modo que los voten, gobiernan. Ver enlaces adjuntos), el extremismo de todas las facciones, Montoneros, ERP, FAL, FAR, OCPO, etc., todas izquierdistas y todas a órdenes de potencias externas bajo los lineamientos de la Operación Manuel, ideada por los judíos Raúl Castro Ruz y Ernesto "Che" Guevara, y el cubano Ramiro Valdéz (tal cual consta en el Informe A-00940/67 elaborado por el StB o Státní bezpečnost, en eslovaco, Štátna bezpečnos en checo, los Servicios de Inteligencia checoslovacos, con copia para la Administración Primera, Octavo Departamento, del Partido Comunista Checoslovaco, hoy desclasificados, y existiendo 10.000 documentos más, que revelan que obraban a órdenes de Cuba y la URSS), recrudecieron el accionar extremista al saber debil al gobierno de Doña María Estela Martínez, y dentro de ese recrudecimiento de ofensiva terrorista, principalmente llevado a cabo por Montoneros y ERP, se produjo un audaz golpe de mano en la provincia de Córdoba.
Por esas fechas, la guerra que el extremismo llevaba a cabo en el noroeste argentino cobraba ya dimensiones extremas, y las fuerzas subversivas se movían ya en la campiña y el monte tucumano, desplegando efectivos de nivel Batallón, que en apenas meses alcanzaron el nivel de Brigada, y por ello necesitaba con urgencia proveerse de una cadena de abastecimiento material para mantener operativos a sus cuadros. En ese sentido, su Estado Mayor decidió poner en marcha un vasto plan militar destinado a obtener armamento, con el cual proveer su frente rural.
  Durante una reunión plenaria llevada a cabo en un lugar no determinado, el ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo), que era la facción militar del PRT (Partido Revolucionario de los Trabajadores; donde si algo brillaba por su ausencia era, precisamente, los TRABAJADORES, ya que estaba conformado por acomodados burgueses y aristócratas, igual que Montoneros), decidió ejecutar un ataque simultáneo contra el Regimiento de Infantería Aerotransportada 17 del Ejército Argentino, asentado en Catamarca, y la Fábrica Militar de Pólvora y Explosivos, también del Ejército Argentino, asentada en Villa María, provincia de Córdoba, ambas unidades castrenses que por sus dimensiones y equipamiento requerirían de una planificación meticulosa y una considerable fuerza de asalto para garantizar el éxito de la operación.
  A comienzos del mes de agosto de 1974, el ERP impartió las primeras directivas, seleccionando a una fracción de la Compañía de Monte “Ramón Rosa Jiménez” (de entidad Batallón entonces, y que alcanzaría el mivel de Brigada reducida/Regimiento reforzado para el siguiente año), para batir el primer objetivo, y a la Compañía “Decididos de Córdoba” para el segundo. Siendo en total 147 efectivos, distribuidos en 47 hombres (y mujeres) para el primero y 60 para el segundo objetivo, quienes debían iniciar los aprestos necesarios de manera inmediata para una acción sincronizada.




  La Fábrica Militar de Pólvora y Explosivos era una de las unidades más significativas del Ejército Argentino. Creada por decreto oficial en el año 1937, tuvo por finalidad el autoabastecimiento para las Fuerzas Armadas y de Seguridad, de acuerdo a las exigencias del sistema de producción para la Defensa Nacional. Sus instalaciones abarcaban un predio de 316 hectáreas distante a 7 kilómetros del centro de Villa María; y comenzando de manera inmediata la producción de éter dietílico, pólvoras monobásicas, pólvoras de doble base, nitrocelulosas, de ácidos, de nitroglicerina y de dinamitas para uso militar y civil. Posteriormente se comenzó a elaborar nitrocelulosa para lacas y todo tipo de pinturas y pólvoras. En 1947 fue tema de controversia internacional, por parte de Chile, debido a la extracción ilegal de azufre que las Fuerzas Armadas argentinas efectuaban en el cerro Julia, de la Corrida de Cori, territorio de la Puna atacameña perteneciente a Chile. El producto era cargado en camiones militares y conducido a las industrias que el Ejército poseía en Villa María y Río Tercero, hecho denunciado por el ciudadano croata nacionalizado chileno Danko Zlozilo Pavlicevic, en 1954, un año antes de la caída de Perón. Para el año 1974, la planta, de unos 700 empleados castrenses y civiles, entre personal especializado, la mayoría técnicos e ingenieros, y operarios (lo que da una buena idea no sólo del volumen de producción, sino de lo grandiosa que era Argentina antes de que los argentinos, votando cualquier cosa una y otra vez, arruináramos todo), contaba con una dotación de entre 60 y 70 conscriptos a las órdenes de un Teniente Coronel, un Mayor y un Capitán.
  De este modo, y contando con labores de inteligencia previa, y un "as en la manga", la noche del 10 de agosto de 1974, siendo las 21.30 horas, una pareja joven ingresó en el motel “El Pasatiempo” (o "El Descanso" según algunos medios de prensa), sito en la Ruta Provincial N° 2, a un kilómetro al sudoeste de Villa María. Cuando el conserje se disponía a entregarle las llaves de la habitación, la muchacha extrajo de su bolso una pistola de puño y le ordenó ponerse de pie, a lo que éste obedeció atemorizado en momentos que varios sujetos armados irrumpían en el local, dirigiéndose resueltamente, habitación por habitación, para reducir a todos los clientes y garantizar el dominio absoluto de las instalaciones. Detrás de ellos ingresaron Juan Eliseo (nombre de guerra “Comandante Pedro”) Ledesma, y otros dos desconocidos, quienes se instalaron en la recepción para montar el puesto de comando de la operación, con una central de comunicaciones.
  A través de radios portátiles, Ledesma comenzó a impartir directivas a subversivos que se encontraban afuera en tanto los extremistas obligaban a las parejas a abandonar las habitaciones, concentrándolas en un pequeño recinto, junto al conserje y los nuevos huéspedes que iban llegando. Casi todos lo hicieron en paños menores o desnudos, pues algunas de ellas fueron sorprendidas en pleno acto sexual, y a pesar del frío extremo que hacía, tampoco les permitieron arroparse.
  Según el plan operacional, el grueso de la fuerza de asalto debía avanzar rumbo al objetivo, la mayoría luciendo uniformes militares, para lo cual se valían de un ómnibus y varios vehículos robados, entre ellos dos camiones y un jeep; pero mientras ello tenía lugar, llegó al motel una pareja en su automóvil la cual, al notar movimientos extraños, así como advertir parte del establecimiento a obscuras, decidió retirarse retrocediendo hacia la ruta. Los extremistas les hicieron señas indicándoles detenerse pero lejos de obedecer, el conductor aceleró y se alejó hacia Villa María, recibiendo varios disparos desde diferentes posiciones.
  El vehículo logró escapar y una vez en la ciudad se detuvo en la seccional sudoeste de la Policía de la Provincia de Córdoba, alertando a la guardia de lo que estaba sucediendo en el motel, la cual, de manera inmediata dio aviso al Comando Radioeléctrico, que dispuso el envío de 2 móviles para determinar lo que sucedía. Al llegar al inmueble, los móviles patrulleros se detuvieron y al menos dos de los agentes policiales descendieron, para dirigirse resueltamente a la entrada.
  Al advertir su presencia, los extremistas abrieron fuego sobre el personal policial, obligando a los policías a retroceder y retirarse. Ante el brutal fuego recibido, era evidente no se trataba de delincuentes comunes, por lo que uno de los patrulleros se encaminó a la ciudad, en busca de refuerzos, mientras el otro lo hizo hacia la unidad militar donde esperaba obtener apoyo.
  A su vez y sin amedrentarse, a las 23:30 Ledesma impartió la orden de ataque y los subversivos iniciaron el avance.
  El grueso de su fuerza partió desde el motel, atravesando 40 metros a campo descubierto hasta dar con un camino al que los lugareños llamaban “El Arenero”. Se detuvieron unos instantes frente a una chacra contigua al Cuartel, reconocida previamente durante la planificación y al notar el área despejada se introdujeron en ella para avanzar hacia los fondos del mismo, en el más absoluto silencio. Lo hicieron agazapados, encolumnados de a dos, sin pronunciar palabra, atentos a las señas que les hacían sus jefes.
  Tras cruzar los 150 metros del terreno, llegaron a un alambrado al cual cortaron para seguir campo traviesa.
  El Polígono de Tiro del Cuartel era el punto donde los pelotones extremistas debían concentrarse y hacia allí dirigirse hasta un segundo cerco de alambres, bordeando el Río Tercero, donde aguardaba el "as en la manga" que poseían, y les había facilitado toda la información para el acceso, el soldado conscripto Mario Eugenio Antonio Pettigiani, un acaudalado burgués que estando obligado a realizar su Servicio Militar Obligatorio por la Patria, aprovechó a traicionar la Patria sirviendo a potencias externas; quien primero les hizo señas y luego los ayudó a cortar el tejido para ingresar en la unidad. Lo hicieron siempre encolumnados de a dos pero en esta ocasión mucho más espaciados, lo más agazapados posible a efectos de no llamar la atención de los centinelas que si bien permanecían alejados, pues la ruta de irrupción había sido cuidadosamente elegida, podrían notar movimientos y que ahora estaban en un sector al alcance de las potentes luces de la fábrica y las armas de los centinelas, y siempre existía la posibilidad de la inesperada aparición del Cabo de rondín.
  Precedidos por el conscripto traidor, los extremistas cubrieron los 40 metros hasta el puesto de guardia Nº 5 y una vez allí, Pettiggiani extrajo su pistola y redujo al centinela. Ese fue el punto donde se dividieron, enfilando cada pelotón hacia los objetivos asignados, la Compañía, la Guardia Central, la Administración y el Casino de Oficiales, donde precisamente se daba una cena.
  Fue en ese preciso instante, cuando se escucharon disparos procedentes del motel. La policía había rodeado el edificio y después de formar un semicírculo comenzó a batir la posición intentando neutralizar a sus ocupantes, que desde las aberturas respondieron con nutrido de armas automáticas, generándose un violento tiroteo que obligó a los policías a retroceder y ponerse a cubierto para devolver la agresión.
  Fue en esa circunstancia que al menos dos proyectiles alcanzaron al Cabo Primero Marcelino Cuello, de la Policía cordobesa quien cayó sin vida sobre el pavimento. El oficial Miguel Ángel Liendo Moral resultó herido y quedó tendido en el suelo mientras los extremistas intentaban acribillar a ambos policías caídos, zumbando y rebotando las balas cerca de sus cabezas.
  En la habitación donde habían encerrado a los rehenes, las mujeres gritaban y lloraban aterradas mientras los hombres intentaban calmarlas. En la Fábrica Militar, en tanto, la fuerza atacante continuaba su desplazamiento, hasta que se toparon con un inesperado escollo. En la puerta principal, Jorge Carlos Fernández, el Soldado Conscripto de guardia, advirtió la presencia de la columna en aproximación, y tras dar la voz de alto, y no obtener respuesta, abrió fuego y se trabó en desigual lucha, pero increiblemente clavando al terreno a los incursores.
  Así estaba la situación, el Soldado Fernández no había cedido ni un centímetro de terreno, y disparaba hacia la obscuridad cuando el traidor Pettiggiani obrando de la misma manera que en el otro puesto de guardia, entró; Fernández se volvió un instante para ver quién era y al reconocer a su compañero, incluso con la pistola en la mano, pensó era el primer apoyo que llegaba, e incluso le dijo a Pettiggiani que se cuidara, y siguió tirando contra los extremistas. No imaginaba lo que estaba a punto de suceder. Llegándole por detrás, el traidor alzó su mano, le apoyó su pistola .45 en la cabeza y le descerrajó un disparo. Fernández cayó prácticamente inconsciente aunque alcanzó a sentir dos balazos más en el hemitórax y los golpes que le propinó su agresor, una vez estaba ya indefenso en el suelo; pues Pettiggiani se le acercó, le dio al menos un culatazo y varios puntapiés en tanto sus compañeros se adueñaban de la posición y tomaban control del puesto de guardia, dando por muerto a Fernández.
  Justo en ese momento, se detuvo frente al acceso el patrullero proveniente del motel. Sus ocupantes no imaginaban que los soldados parados enfrente eran elementos subversivos y por eso no tuvieron inmediata reacción. Ni bien bajaron del móvil se vieron encañonados pero lejos de amilanarse, extrajeron sus armas y comenzaron a tirar. Pero todo fue inútil, pues terminaron por ser rodeados, desarmados y capturados.
  Con la Guardia Central en su poder, entre 4 y 5 extremistas vestidos con uniforme militar abordaron un jeep de la unidad y partieron rumbo al Puesto Nº 1, al cual dominaron sin inconvenientes.
  En el motel, mientras tanto, el tiroteo arreciaba. Bien pertrechados, los extremistas pusieron fuera de combate a los agentes Pedro Aguilera, Juan Bruno y Juan Carlos Gutiérrez, obligando al resto a aferrarse al terreno. Aun así, un disparo alcanzó al extremista Justino César "Chechi" Argañaraz, hiriéndolo gravemente.
   Contando con el apoyo de un segundo entregador, el soldado Tagassich, familiar de uno de los atacantes, una sección se encaminó al Casino de Oficiales, donde tenía lugar un evento social (la despedida de un médico recientemente trasladado); otras dos lo hicieron hacia los arsenales y el polvorín y una tercera a la casa del jefe de la unidad, Teniente Coronel Osvaldo Jorge Guardone, quien no había acudido a la fiesta por encontrarse enfermo.
  Posicionados frente a la residencia de este alto oficial, los insurgentes la rodearon y valiéndose de un megáfono intimaron al mismo a rendirse. La idea era secuestrarlo para mantenerlo en una de las infames "cárceles del pueblo" para usarlo como rehén en un intercambio o algo similar, pero lejos de lo esperado, el Teniente Coronel se asomó por una ventana y con enorme valor repelió la agresión.
  Lo hizo utilizando armamento diverso y efectuando constantes cambios de posiciones con la intención de confundir al enemigo. Su esposa tomó parte en el combate al abrir fuego desde la parte posterior, todo ello permaneciendo los cinco hijos de la pareja en el interior de la vivienda, el mayor de ellos de 13 años de edad.
  El intercambio de disparos fue intenso y sostenido, y es de resaltar que los extremistas que en sus publicaciones, comunicados y partes de guerra, solían poner énfasis en su coraje y valentía al enfrentar, como ciertamente lo hicieron, a un enemigo poderoso y algunas veces superior, bien evitaban remarcar cuando el oponente era quien les hacía frente disminuido como sucedía la mayoría de las veces, y más cuando ese enemigo disminuido los ponía en fuga y provocándoles bajas, como sucedió en esta oportunidad. Aún enfermo, solo y desprevenido como se encontraba, Guardone mostró un temple inesperado y logró herir de muerte a Ivar "Manuel" Brolo, jefe de la sección de asalto y rechazar la embestida.
  Repelida por la firme determinación de Guardone y su esposa, la sección encargada de su secuestro emprendió la retirada, llevándose a la rastra a Brolo, quien morirá una hora después.
  En mérito a su valerosa acción, al Teniente Coronel Guardone le fue conferida la medalla "La Nación Argentina al Heroico Valor en Combate". Curiosamente, el extremista caído en combate en plena Democracia mientras intentaba asesinar a un militar y su familia en su casa, figura como "víctima" del Estado argentino, y el Estado argentino ha premiado a su familia mediante una injustificada "indemnización" millonaria.
  La acción más violenta tuvo lugar en el Casino de Oficiales, donde los subversivos irrumpieron a los gritos, esgrimiendo sus armas. Sorprendidos cuando cenaban, rodeados de mujeres y niños, los militares que allí había no tuvieron la más mínima oportunidad de defenderse. Al verlos ingresar, el Mayor Julio Argentino del Valle Larrabure, Subdirector del establecimiento, se dio a conocer y les pidió mantener la cordura. Los insurgentes lo tomaron de la solapa (vestían todos de civil), le colocaron unas improvisadas esposas hechas a base de sogas y se lo llevaron junto al Capitán Roberto A. García, oficial de fábrica recientemente ascendido.
  Mientras eso ocurría, en otros puntos de la unidad continuaban los combates entre atacantes y conscriptos. Un pelotón subversivo se acercó al depósito de explosivos donde se guardaba el armamento pesado pero fue contenido y rechazado. De todas maneras, logró ingresar en los arsenales y comenzó a extraer el armamento para cargarlo en los dos camiones recientemente arribados, los cuales llegaron escoltados por otros vehículos.
  En medio del tiroteo, pero cubiertos por tiradores, se apoderaron de 100 fusiles FAL, 2 FAP, 10 ametralladoras Madsen con sus portacargadores, 4 ametralladoras FN MAG, 60 subfusiles PAM-M3A1, cajones con granadas antitanque y municiones, todo lo cual, comenzaron a colocar en la parte posterior de los rodados.
  A García y Larrabure los subieron a una ambulancia y un automóvil, respectivamente para partir a toda velocidad, siguiendo a los camiones y los vehículos restantes, algunos de ellos sustraídos a los militares frente al Casino.
  Durante la huida, el Capitán García pudo liberar sus manos y saltar fuera de la ambulancia, pero fue alcanzado por dos certeros disparos, cayendo agonizante al suelo. Los insurgentes frenaron bruscamente, lo subieron nuevamente a la ambulancia y se alejaron, siempre disparando para cubrir su salida.
  Mientras era conducido en la ambulancia, el Capitán García fue sometido a interrogatorio. Sus captores procedieron salvajemente al golpearlo esposado, aplicarle quemaduras y finalmente descerrajarle dos disparos, abandonándolo moribundo en el interior del rodado.
  Los conscriptos presentaron una fuerte resistencia, sobre todo en el sector de depósitos pero al no contar con sus oficiales por hallarse prisioneros, lo hicieron desordenadamente y terminaron por ser desbordados. De todas maneras, las manchas de sangre en distintos puntos del establecimiento, así como en los vehículos abandonados (también en su interior encontraron armas y vainas servidas), fueron prueba elocuente de que la fuerza agresora había sufrido numerosos heridos, no pudiendo probarse jamás si de ellos alguno falleció luego (y hoy bien podría ser parte de esa lista de supuestas "víctimas" desaparecidas/asesinadas por el Estado argentino, pero en realidad  terroristas muertos en combate).
  Finalizadas las acciones, los pelotones subversivos abandonaron la fábrica y se replegaron al hotel-base para dispersarse por diferentes caminos, iniciándose de manera inmediata la persecución, bloqueándose las rutas y estableciéndose retenes en torno a la localidad.
  En horas de la madrugada, un Fiat 128 robado la noche anterior en Villa María, se desplazaba velozmente por la ruta 35, en dirección a la capital provincial. Lo conducía el médico José Luis Buscaroli, integrante de la división sanitaria del ERP y partícipe del copamiento; cuando en inmediaciones de Alta Gracia, el facultativo advirtió a la distancia el control policial montado por efectivos del departamento de Santa María e intentando evadirlo tomó un camino de tierra, buscando alejarse del lugar, pero advertidos de la maniobra, los policías se lanzaron en su busca iniciando una cinematográfica persecución que finalizó de manera abrupta, cuando el conductor perdió el control del rodado y volcó de costado, dando numerosos tumbos, falleciendo Buscaroli en el acto (y por lo cual, increiblemente, hoy figura como víctima del Estado argentino, o sea que es parte de esa mentira del supuesto "Terrorismo de Estado", y parte de los miles de millones U$D de los argentinos que como premios disfrazados de "indemnizaciones" por ser víctimas de nada, esos terroristas o sus deudos recibieron con el "curro de los derechos humanos"), ni así su compañero, un sujeto de apellido González (que en un primer momento los medios de prensa dijeron que se llamaba Sánchez y luego Fernández), oriundo de Tucumán, quien emergió aturdido de los restos del rodado, manifestando haber tomado parte en el ataque. Al ser reducido, los agentes le encontraron una pistola calibre 11.25 y algunos cargadores junto a 2.500 $ Ley 18.188.
  Horas después, comenzaron a aparecer abandonados los automotores utilizados por la guerrilla, el primero en Laboulaye, el segundo en Villa Nueva y un tercero en Oliva, todos con manchas de sangre.
  En el Barrio Clínicas de la ciudad de Córdoba fue hallado un Ford Falcon con indicios de haber participado en el hecho.
  El automóvil sedán del capitán Elicardi quedó en la localidad de La Payosa; poco después se recibió una denuncia dando cuenta de la presencia de otros en Hernando, cerca de Villa Nueva, en Las Predices y Alta Gracia, puntos por los cuales huyeron los atacantes.
  A las 17:00 del 11 de agosto se hizo presente en la Fábrica el comandante del Tercer Cuerpo de Ejército, General Ernesto Federico Della Croce, quien venía dispuesto a dirigir personalmente la represión en tanto desde Buenos Aires viajaba el General Santiago Omar Riveros, director de Fabricaciones Militares, a efectos de prestar su colaboración e interiorizarse de los pormenores.
  Para el Mayor Julio Argentino del Valle Larrabure en cambio, comenzaba una larga odisea, soportando un torturador cautiverio (en el que jamás reveló secreto alguno, admirablemente), que finalizaría en forma cruenta más de un año después, cuando resultó estrangulado con un alambre, para ser su cuerpo abandonado en la vía pública como un mafioso mensaje de terror.
  La ambulancia con el Capitán García fue dejada en la calle Neuquén, cerca del Bulevar Sarmiento de la ciudad de Córdoba, donde la policía lo encontraron con un hilo de vida, un brazo y una pierna rotos, y dos impactos en el vientre, además de algunas quemaduras. Fue primeramente derivado al Hospital Aeronáutico “Agesilao Milano” situado en Avenida Colón al 500 de Córdoba y luego al Hospital Militar Regional de la misma ciudad. Al soldado Fernández, se lo derivó al hospital de Villa María, donde quedó internado con pronóstico reservado.
  Posteriormente fue conducido al Hospital Fernández de Buenos Aires, donde permaneció varias semanas en espera de una recuperación que solo se produjo en parte. Quedó hemipléjico de por vida, terminó por perder a su novia y apenas le concedieron una mínima pensión por los servicios prestados a la patria. Inexplicablemente, el Proceso de Reorganización Nacional que reivindicaba la lucha antisubversiva, le retiró la pensión y en su lugar le entregó un diploma de honor. Le consiguieron un trabajo en Fabricaciones Militares, en la Capital Federal (con el tiempo logró volver a caminar), se ofreció como voluntario para ir a Malvinas aunque fue rechazado por su estado físico y con el tiempo regresó a Villa María, donde vive de su escasa jubilación, olvidado e ignorado por la ciudadanía. Por el contrario, el soldado traidor y asesino Mario Pettiggiani fue merecedor de honores y reconocimientos en su falsa condición de “detenido-desaparecido” por la dictadura. En su memoria de descubrió una placa en una escuela de Oliva y se le rinde tributo en el desmemoriado Parque de la Memoria subversiva cada vez que las organizaciones de derechos humanos arremeten con el tema del terrorismo de Estado. Hay quienes dicen que aún vive en Barcelona según refiere Alfonso Ludueña en “Homenaje al TERRORISTA, TRAIDOR y ASESINO ‘MARIO EUGENIO PETTIGGIANI’" (Mendoza Transparente. Autopista de Información Confiable, 21 de octubre de 2016 http://www.mendozatransparente.com.ar/.../pettigianitraidor).
  Al ser revisada la barraca donde dormía Pettiggiani, se encontraron varios objetos personales, entre ellos una carta donde revelaba su ideología y su pertenencia al ERP.
  Ni bien se tomó conocimiento del hecho, se adoptaron las primeras medidas para neutralizar el accionar de los subversivos y cortarles las vías de escape.
  El 11 de agosto se practicaron cerca de treinta allanamientos en diferentes puntos de la provincia, el primero, en el domicilio del soldado traidor Mario Eugenio Pettigiani, en la localidad de Oliva, donde su padre era un prominente médico y el segundo en la vivienda ocupada por José Buscaroli. Al mismo tiempo, la policía pudo determinar que el acompañante de este último era Manuel "Luis" Alberto González, oriundo de Tucumán, quien quedó a disposición de la justicia en tanto se lo trataban de heridas.
  Buscaroli era intensamente buscado por las autoridades luego de la detención de María Cristina Bollatti, esposa de Hugo Alfredo Irurzún, implicados ambos en varios atentados.
  La nómina de bajas incluía un muerto por el lado de las fuerzas legales, el Cabo Primero Marcelino Cuello, fallecido durante el enfrentamiento frente al motel “El Pasatiempo”; siete heridos: el Oficial de la policía provincial Miguel Ángel Liendo Moral, los Agentes Pedro Aguilera, Juan Carlos Gutiérrez y Juan Bruno, el Capitán del Ejército Roberto A. García, oficial de fábrica atacado a mansalva durante su cautiverio; el Suboficial Mayor del Ejército Ramón Albornoz, alcanzado por varios impactos y, el Soldado Conscripto clase 1954 Jorge Carlos Fernández, quien quedó hemipléjico de por vida, con el lado derecho inmovilizado, además de otros dos reclutas con heridas leves.
  Del lado extremista los muertos conocidos fueron tres, Ivar "Manuel" Brolo, abatido por el Teniente Coronel Guardone cuando los terroristas intentaban ingresar en su domicilio; Justino César Argañaraz, al recibir una bala policial dentro del motel-base (falleció esa misma noche y fue enterrado en un lugar clandestino) y José Luis Buscaroli, fallecido durante la fuga, como consecuencia del accidente. En cuanto a los heridos, no se puede precisar exactamente su número pero debió ser elevado a juzgar por las manchas de sangre encontradas en la unidad militar y los autos abandonados, y es muy probable que entre ellos varios puedan haber fallecido y al igual que en toda guerra contra insurgencia y como hacen todas las fuerzas insurgentes, ocultaron las bajas, y desde ya hoy muchos de ellos son los que están dibujados como víctimas del Estado, como desaparecidos.
  Durante todo aquel día y hasta altas horas de la noche, el Ministro Robledo mantuvo permanentemente contacto con el Estado Mayor Conjunto y altos funcionarios civiles y militares, informándose de la situación o poniéndolos al tanto de la investigación.
  En el Edificio Libertador la actividad fue intensa durante toda la jornada. A las 05.00 del 11 de agosto se hizo presente en su despacho del 3º piso el General Leandro Anaya, urgido por conocer la situación; detrás suyo lo hicieron los Generales de División Luis Alberto Betti, jefe del Estado Mayor Conjunto y Emiliano Antonio Fiouret, Director General de Fabricaciones Militares, seguidos poco después por los Generales de Brigada Jorge Rafael Videla, jefe del Estado Mayor; Roberto Eduardo Viola, secretario del comando; Carlos Alberto Dalla Tea y Eduardo Pedro Epíscopo, ambos jefes de Inteligencia, quienes procedieron a evaluar los hechos junto a otros altos oficiales. Ignoraban que en pocas horas tendría lugar un nuevo enfrentamiento en el norte, más vasto y mucho más violento que el anterior.
  Pasadas las 14.30 del 11 de agosto, el Teniente Coronel Justo José Villanueva, jefe de Prensa del Estado Mayor Conjunto, leyó el comunicado oficial titulado “Ataque a una fábrica militar por parte de un grupo subversivo”. Decía el mismo:
"Aproximadamente a la 1 hora del día 11 de agosto de 1974, un numeroso grupo de la guerrilla armada atacó la Fábrica Militar de Pólvora y Explosivos Villa María, ubicada en la localidad homónima de la provincia de Córdoba.
  Dicho grupo subversivo estaba constituido por aproximadamente 70 hombres fuertemente armados, vistiendo uniformes militares y a quienes acompañaban algunas mujeres.
  El grupo subversivo contó con la complicidad de un soldado entregador que presta servicios en la citada fábrica.
  En la acción llevada a cabo se apoderaron de armamento y munición y tomaron como rehenes al mayor D. Julio Argentino del Valle Larrabure y al capitán D. Roberto A. García, subdirector y oficial de fábrica, intentando hacer lo propio con el director de la misma, teniente coronel D. Jorge Osvaldo Guardone quien repelió el ataque con un intercambio de más de cincuenta disparos de armas largas, lo que motivó la fuga del grupo atacante.
  Al huir llevaron consigo a los guerrilleros heridos y al mayor Larrabure, abandonando al capitán García quien fue posteriormente encontrado dentro de una ambulancia gravemente herido.
  Como resultado de la acción perdió la vida el suboficial Cuello de la policía de Córdoba, resultando heridos el agente Aguilera y cuarto soldados pertenecientes a la fábrica.
  Además de los guerrilleros heridos durante la acción, resultó muerto el médico cordobés José L. Buscaroli, cuando trataba de eludir el control policial de Alta Gracia al dirigirse al valle de Calamuchita y detenido un apellido de apellido Fernández [sic] de la provincia de Tucumán, quien manifestó ser integrante de una organización declarada fuera de la ley y haber recibido la cantidad de m$n 250.000 por su participación en el hecho.
  El establecimiento atacado es parte de un grupo de 14 que integran Fabricaciones Militares y viene trabajando desde 1937 en la producción de elementos químicos para la actividad privada, particularmente pólvora y dinamita para uso minero, nitrocelulosa para pinturas, esmaltes lacas, barnices y películas radiográficas y nitroglicerinas para productos farmacéuticos. Trabajan en la misma más de 700 operarios.
Se sustancia el correspondiente sumario."
CABO PRIMERO MARCELINO CUELLO, CORONEL JULIO ARGENTINO DEL VALLE LARRABURE, ¡SALUDO UNO!
▪️Imágenes:


•1: Mayor ingeniero químico
Julio Argentino del Valle Larrabure
subdirector de la Fábrica Militar de
Pólvora y Explosivos de Villa María
•2: Cabo Primero Marcelino Cuello de la Policía de la Provincia de Córdoba, caído el 10 de agosto de 1974.
•3: El soldado Jorge Carlos Fernández siendo condecorado por el Jefe del Ejército Argentino, General Claudio Pasqualini. Solo, resistía el embate extremista, quedó inválido tras ser atacado por la espalda por el conscripto traidor Eduardo Pettiggiani.
•4: Portada de la revista "Estrella Roja", órgano de difusión subversiva del ERP, dando cuenta del ataque a la Fábrica de Pólvora y Explosivos de Villa María, y el secuestro del Mayor Larrabure.
•5: Fábrica Militar de Pólvoras y Explosivos de Villa María.
•6 y 7: Acceso principal a la Fábrica Militar de Pólvoras y Explosivos de Villa María, vista en el momento del ataque, y como se ve hoy.
•8: Personal policial conduce armamento y uniformes utilizados por los atacantes (foto La Nación)


•9: Motel "El Pasatiempo" utilizado por la guerrilla como base de operaciones (foto diario La Nación)


•10: Lugar frente al motel "El Pasatiempo" donde cayó asesinado el Cabo Primero Marcelino Cuello (foto La Nación)
•11: Vainas servidas y esposas hechas con soga utilizadas por los terroristas. Fueron halladas en el interior del motel (foto diario La Nación)
•12: Capitán Ingeniero Químico Roberto A. García (foto diario La Nación)
•13: Ambulancia con la cual los subversivos evacuaron securstrados al Mayor Larrabure y al Capitán García. Policías cordobeses la hallaron en la calle Neuquën, cerca del boulevard Sarmiento, de la ciudad de Córdoba, con el Capitán García en su interior, que los extremistas lo habían abandonado agonizando.
•14: Para todos los ignorantes de hoy, y los porfiados que se hacen los desmemoriados, el 28 de abril de 1974, el Presidente de la Nación, Teniente General Juan Domingo Perón, en una conferencia de prensa en el Centro Cultural San Martín, dejó bien en claro que ni él ni el peronismo eran socialistas, y nada tenían que ver con esa corriente, como los socialistas y comunistas que Perón luego expulsó de Plaza de Mayo y ordenó aniquilarlos, pero hoy dirigen el peronismo, no cuentan. En ese clima, estando Argentina en plena Guerra Antisubversiva, se dio el asalto a la Fábrica de Pólvora y Explosivos.
•15: El 1° de Mayo de 1974 el Presidente de la Nación Argentina, Teniente General Juan Domingo Perón, expulsó de Plaza de Mayo y del peronismo, y luego ordenó aniquilarlos, a todos los comunistas montoneros. Los que sobrevivieron, son los antiperonistas que hoy dirigen el peronismo y gobiernan Argentina.
•16: El soldado conscripto traidor Mario E. Pettigiani, era un comunista infiltrado que, aprovechando que realizaba su Servicio Militar Obligatorio, aprovechó para servir a potencias externas que atacaban a la Argentina. Hasta el día de hoy permanece prófugo e impune por los crímenes que cometió, no obstante figura como "víctima" del Estado y se le rinden honores de Estado a pesar de haber sido un delincuente y un enemigo que le hacía la guerra a la Argentina (foto diario La Razón)
•17: El soldado Jorge Carlos Fernández, que defendiendo la Patria se estaba enfrentando, solo, contra docenas de extremistas, fue baleado en la cabeza por la espalda por de el.soldado traidor Pettiggiani, cuando Fernàndez pensó que lo venía a ayudar. Fernández quedó inválido de por vida. Aquí muestra la gorra de servicio que llevaba puesta y el agujero que dejó el balazo que le pegó a traición Pettiggiani, le estalló el cráneo. La guarda como recuerdo.
•18: Zona donde se produjo el combate (foto diario La Nación)
•19: Plano de la fábrica y desplazamiento de los grupos subversivos (foto "Estrella Roja")
•20 al 22: De Cadete del Colegio Militar de la Nación, a Mayor, y con su familia, una buena parte de su vida Julio Argentino del Valle Larrabure la dedico al servicio de la Patria.
•23 al 26: Los medios de todo el país reflejaron los trágicos hechos de Villa María y Catamarca.
•27: El mayor Larraburre estuvo un año en torturador cautiverio. Sin embargo, las actas de interrogatorio luego secuestradas por la policía, demuestra que, increiblemente, jamás reveló secreto alguno.
•28 al 36: Finalmente fue asesinado por sus captores, y la autopsia reveló la desnutrición y torturas padecidas encerrado en las jaulas y pozos que lo tenían cautivo y pueden ver en imágenes. Todo esto cuando ya los juzgados y fiscalías no podían actuar, acosados por el terrorismo, y mucho antes del golpe de 1976...
•37 y 38: Las posibilidades que los conocimientos de Larrabure, en el desarrollo de propelentes sólido, para el programa coheteríl argentino, hayan sido útiles, no se pueden descartar, y es uno de los tantos capítulos de la historia argentina ocultos por los mafiosos terroristas que gobiernan en Argentina desde 1983 a hoy.
•39 y 40: Acción-reacción. Quienes atacaron primero, sucia e irregularmente, a la Argentina, fueron los comunistas a partir de 1959, por más que se quieran hacer las víctimas; en 1975 el PERONISMO en el poder respondió LEGAL Y CONSTITUCIONALMENTE, y las Fuerzas Armadas y de Seguridad sólo obedecieron.
•41 al 44: Hoy se rinden humilde tributo institucional a los caídos y supervivientes de aquella gesta patria contra la subversión. Sin embargo, a la subversión que atacaba a la Argentina, atentaba contra el estado de derecho y contra el pueblo argentino, se le rinden pompososos honores de Estado, y se han gastado entre 2.300 y 14.000 millones U$D en promover la mentira terrorista y ayudar a los terroristas.





miércoles, 6 de diciembre de 2023

Biografía: Benito Mussolini, figlio da putana

Socialista, violento, se casó con la hija de la amante de su padre y fundó el fascismo: así era el joven Mussolini

Nació hace 140 años. Tuvo una infancia dividida entre un padre socialista y una madre católica devota. Estudió en un internado salesiano de donde lo expulsaron por herir a un compañero con un cuchillo. Fue socialista y viró de ideas después de la Primera Guerra. Fundó el Movimiento Fascista, marchó sobre Roma, conquistó el poder y se convirtió en dictador. Este es Il Duce que pocos conocen

Nació y creció en un hogar humilde y desangelado: padre herrero, anticlerical y socialista, madre maestra, católica devota y sufrida; cuando tenía nueve años lo enviaron a un internado católico donde chocó con una disciplina férrea y una también férrea discriminación hacia los chicos humildes; de joven se volcó al socialismo, a los ideales de una revolución proletaria y a intentar sanar las injusticias de un mundo que le era poco comprensible. Este es a grandes rasgos el retrato de cualquier muchacho, tal vez incluso de cualquier época, que determina el futuro venturoso de cualquier mortal, ya sea violín solista de la sinfónica de Liverpool, delantero centro de un primer equipo, cosechador, cirujano, abogado, político o poeta.

No es el caso de Benito Mussolini, que con esa infancia a cuestas se transformó en un monstruo que sumergió a Italia en el desastre, adhirió al más rancio nacionalismo, creó el movimiento fascista, abrazó la doctrina nazi, gobernó su país durante veinte años basado en la persecución, el terror y los asesinatos, y terminó atado al destino del Tercer Reich: fue fusilado casi al terminar la Segunda Guerra, su cuerpo, junto a de su amante, Clara Petacci, fue arrojado a una plaza de Milán con los de otros fascistas también asesinados y colgados todos, por los pies, de las vigas de una estación de servicio en construcción. La historia nunca deja en claro cuál es la fragua que forja un dictador.

Mussolini nació el 29 de julio de 1883, hace ciento cuarenta años, en Dovia, un barrio de Predappio, un municipio de la provincia de Forli-Cesena, en la Emilia Romaña del noreste italiano. Su padre, Alessandro, que provenía de una familia campesina arruinada, lo llamó Benito Amilcare Andrea porque eran los nombres de sus ídolos políticos: Benito Juárez, una figura crucial en la formación del estado mexicano, Amilcare Cipriani, un patriota internacionalista y anarquista italiano, y Andrea Costa, fundador del socialismo italiano. Su madre, Rosa Maltoni, era una maestra católica convencida y practicante que dividió el esquema de su hogar en dos grandes mundos bien diferenciados: ella quedaba a cargo del hogar y la educación de los hijos; Alessandro tomaba en sus manos los sueños y las pasiones políticas. Esa es una fragua.

Alessandro Mussolini y Rosa Maltoni, los padres del dictador italiano Benito Mussolini en 1900 (Grosby)

La educación de Benito quedó a cargo de Rosa que le enseñó a leer, a escribir y a contar. Si en la pareja hubo alguna pugna por la educación algo superior del chico, la ganó Rosa que decidió enviar al hijo al colegio religioso de los salesianos en la vecina Faenza, a unos cuarenta kilómetros de la casa natal. Fueron las influencias religiosas de la madre las que se impusieron a los convencimientos políticos del padre los que hicieron que Benito, a los nueve años, dejara la casa paterna en septiembre de 1892.

Hasta entonces, su infancia había sido símbolo de libertad al aire libre y en el campo, se había formado un temperamento fuerte y decidido y privilegiaba la acción física por sobre las ideas. El choque con el internado católico fue traumático. Si antes el chico Benito no había prestado atención a su condición de muchachito humilde, ahora esa condición le mostraba su cara más brutal en el trato discriminatorio y privilegiado que recibían en el colegio sus compañeros más ricos. No duró mucho: hirió a otro chico con un cuchillo y lo expulsaron, con cierta elegancia, del internado. En 1894 ya estaba de regreso en Dovia.

Estudió entonces en otro internado, esta vez no confesional, de Forlimpopoli, a veinte kilómetros de Predappio. Era un instituto técnico dirigido por Valfredo Carducci, hermano del poeta Giosué Carducci que sería Premio Nobel de Literatura en 1906. Mussolini era entonces un chico alto para su edad, aunque luego no pasó del metro sesenta y nueve, fuerte, hábil para las tareas manuales, con “grandes dotes para la percepción rápida”, según sus maestros, y de gran predicamento entre sus compañeros. Era bueno en historia, geografía, lengua italiana y pedagogía. Cuando en julio de 1901, a punto de cumplir dieciocho años, consiguió su diploma de maestro, siguió con su formación clásica y humanística como era tradición en las escuelas italianas.


Benito Amilcare Andrea Mussolini en la escuela, en Dovia di Predappio en 1891

Los años de estudiante en Forlimpopoli tampoco habían sido fáciles. Benito era un chico áspero y agresivo: otra pelea con un compañero lo había obligado a cursar como “alumno externo” del instituto, en el que destacaba por expresarse muy bien por escrito y por sus planteos serios y fundamentados que hacían avizorar al periodista brillante y polémico del futuro. Esos fueron los años de las primeras experiencias sexuales y de las primeras amistades con mujeres: burdeles para las primeras y bailes en el círculo socialista para las segundas. Esas fueron también las bases de su “filosofía sexual”, dominada por una concepción objetivada de la mujer, que sería rectora en su vida de adulto.

Aquellos fueron también los años de fascinación por la política, que le había llegado desde temprano en charlas con su padre y en la lectura de los libros de su pequeña biblioteca. En el diario socialista Avanti del 1 de febrero de 1901 figura un elogio al “aplaudido discurso del camarada-estudiante Mussolini”, pronunciado en ocasión de un aniversario de la muerte del gran músico Giuseppe Verdi. Mussolini ya era socialista en estado joven y romántico, que intentaba hacer coincidir con su fuerte egocentrismo, sus ansias de afirmación y sus deseos de ser protagonista: lo normal, si se quiere, en un chico a punto de cumplir dieciocho años.

Otras ansias lo igualaban a sus pares: la necesidad de conseguir trabajo. No lo consiguió como maestro y fracasó en su intento de ser secretario municipal de Predappio. En febrero de 1902 lo contrataron como profesor auxiliar en la escuela elemental del municipio de Gualtieri Emilia. También duró poco, cuatro meses: una historia amorosa con una mujer casada, y el consabido escándalo, arruinaron su contrato y lo convencieron de su falta de apego hacia la vocación docente. Entonces decidió marcharse, huir casi, a Suiza. No buscaba sólo mejores horizontes: también eludió así el servicio militar obligatorios.

Benito Mussolini a los 16 años

Estuvo en Suiza dos años y anduvo de un sitio a otro, empleado en trabajos temporales: ayudante en la construcción, asistente en una tienda de comestibles primero y en otra de vinos después Durante los dos años que vivió allí, hasta 1904 y a sus veintiún años, se volcó de lleno a la política: era propagandista del socialismo en la pequeña comunidad italiana de emigrantes; ni bien llegar escribió su primer artículo para el periódico L’Avvenire del Lavoratore – El porvenir del trabajador.

En agosto de 1902 ya era secretario del sindicato italiano de obreros de la construcción en Lausana. Estaba del lado de los revolucionarios intransigentes que en Italia encabezaba Constantino Lazzari, que despreciaba el colaboracionismo del movimiento suizo de trabajadores y el reformismo, así lo llamaba, del socialismo italiano.

Mussolini destacaba como orador y como escritor: en noviembre de 1902 había publicado nueve artículos en L’Avvenire… centrados en el adoctrinamiento más que en proselitismo. Si algo le faltaba para terminar de cincelar su figura de joven líder rebelde, en junio de 1903 fue a parar a la cárcel de Berna por su activismo en una huelga local de carpinteros. Lo expulsaron del cantón, pero de regreso en Lausana hizo jugar en su favor el episodio carcelario y se vistió con la aureola del perseguido. Sus biógrafos afirman que no tenía ninguna ideología propia; como era habitual en el socialismo rechazaba el militarismo, la guerra, la aventura colonial, detestaba a la monarquía, era ateo y anticlerical.


La ficha policial de Benito Mussolini a los 20 años al ser echado de Suiza por ser considerado un anarquista, fechada el 19 de junio de 1903 en Berna
(Photo by Apic/Getty Images)

Volvió a Italia en noviembre de 1904, gracias a la amnistía decretada por el nacimiento de Humberto, el príncipe heredero de la corona. Igual fue a las filas del X Regimiento de Bersaglieri: el día de su incorporación, 19 de febrero de 1905, murió su madre. Terminó su servicio militar en septiembre de 1906, tenía entonces veintitrés años; sus contactos políticos en Italia se habían roto y durante dos años volvió a la indeseada docencia. En 1908, al finalizar el año escolar, Mussolini regresó a Predappio y se topó con una gran huelga de jornaleros, la apoyó incluso en los disturbios callejeros que fueron el sello de la protesta y no dudó en admirar esa forma de lucha.

Había hecho ya un acto de fe sobre la violencia: “Nosotros –había escrito– tenemos otro concepto de las ideas. Para nosotros las ideas no son abstractas, sino fuerzas físicas. Cuando una idea quiere ser objetivada en el mundo, ello se realiza gracias a manifestaciones nerviosas, musculares y físicas. Las ideas contrapuestas se objetivan en la antítesis, en la lucha; pero ella irá adelante violentamente, pues la fuerza realizadora de la idea es material”. Allí dormía todavía, vestido de socialista, el huevo de la serpiente.

El 18 de julio de 1908 fue detenido en Forli por haber amenazado a un agricultor que había contratado a obreros rompe huelgas. Lo condenaron a tres meses de cárcel, pero fue puesto en libertad doce días después. Su padre dirigía por entonces un restaurante del que era arrendatario y en el que trabajaba con su amante, Anna Guidi.

Mussolini en 1914, cuando comenzó su carrera política al mismo tiempo que trabajaba como periodista (Grosby)

A Mussolini lo tentaron desde Trento para ser el secretario de la Cámara del Trabajo local y director del periódico L’ Avvenire del Lavoratore. Trento era una ciudad de raíces italianas que en 1815 había sido incorporada al imperio austro-húngaro como parte del Tirol alemán. El diario que dirigía Mussolini se convirtió en un éxito editorial porque esgrimió un nuevo estilo, vivo y guerrero, que se oponía a los periódicos clericales: en siete meses sus ediciones fueron secuestradas once veces y su director fue condenado seis veces con multas y prisiones breves y simbólicas. En junio pidieron la expulsión de Mussolini de Trento, que se demoró sólo hasta que lo decidió la corte de Viena. El 10 de septiembre de 1909 fue detenido por “provocación a actos inmorales e ilegales y por odio y desprecio al poder del Estado”.

Esos términos ocultaban la sospecha de las autoridades imperiales sobre la participación de Mussolini en un complot terrorista derivado del robo de trescientas mil coronas a un banco de Trento. Fue declarado inocente de la acusación, pero de todas maneras lo sacaron de la cárcel de Rovereto el 26 de septiembre, lo llevaron a la frontera, le leyeron el decreto de expulsión y lo pusieron del otro lado del mapa.

El 5 de octubre había regresado a Forli. Se dedicó a la literatura: escribió historias de terror, novelas cortas, cuentos, folletines sensibleros y de dudoso romanticismo: no sabía muy bien qué hacer con su militancia política. Llegó a escribir una novela de gusto dudoso, “Claudia Particella, l’amante del cardinale”, en parte para mostrar su anticlericalismo pero, sobre todo, porque necesitaba con urgencia dinero. Quería formalizar su relación sentimental con Rachele Guidi, que era la hija de la amante de su padre y con la que convivía desde 1911. Él escribió más tarde: “El 17 de enero de 1910 me uní a Rachelle Guidi sin formalidades oficiales, civiles ni religiosas. Tomamos una vivienda amueblada en la Via Merenda y allí pasamos nuestra luna de miel”.

La primera mujer conocida de Mussolini, Ida Dalser, con el hijo de ambos, Benito Albino. Ambos fueron despreciados por Il Duce y tuvieron un trágico final (Photo by IPA/IPA/Sipa USA)

Rachele sería su esposa de por vida y la madre de sus cinco hijos. Pero Mussolini tuvo en esos años un hijo con otra mujer a la que había conocido en Trento en 1909. Era Ida Dalser, hija del alcalde de Sopramonte. El chico nació en 1915, cuando hacía cinco años que Mussolini se había “unido sin formalidades” con Rachele y ya había nacido su hija Edda.

La Primera Guerra Mundial lo cambió todo. Mussolini impulsó la neutralidad: “Para el proletariado italiano ha llegado el día de demostrar la lealtad al antiguo lema de “Ni un sólo hombre, ni un sólo céntimo”, mientras el Partido Socialista italiano vivía una profunda crisis de identidad y de ideas de la que tomaban parte figuras de la izquierda, republicanos, anarquistas y sindicalistas: debatían la necesidad de definir si Italia debía participar de una guerra ofensiva, o de una guerra defensiva. Mussolini dio un salto que lo alejaría para siempre del socialismo.


Mussolini en 1915 durante su actuación en la Primera Guerra Mundial
(Photo by Hulton Archive/Getty Images)

El 18 de octubre de 1914, ya con la guerra en las trincheras, Italia entraría en ella recién en mayo de 1915, Mussolini escribió en Avanti su artículo “Della neutralitá assoluta alla neutralitá attiva e operante – De la neutralidad absoluta a la neutralidad activa y operativa” en el que afirmó: “Para evitar una guerra se debe derribar, con la revolución, al Estado”. Esa era una declaración de guerra al socialismo. Mussolini sostenía que el partido socialista estaba “acabado”, pero que la guerra mundial era la ocasión para su autoafirmación y para provocar una revolución política. Se reservaba un papel preponderante en ella, dada su inteligencia política y sus sólidos conocimientos de la psicología de las masas. La sección Milán del socialismo italiano recomendó que lo expulsaran. Mussolini se adelantó: renunció como director de Avanti y el 15 de noviembre de 1914 apareció el primer número de su diario Popolo d’Italia.

De pronto, la popularidad de Mussolini, el aislamiento al que lo condenó el socialismo, el aporte al Popolo… que era en buena parte subvencionado con garantía de Filippo Naldi, director del diario conservador Il Resto del Carlino, hicieron que sus ideas y sus visión del mundo, así lo dijeron los socialistas, coincidieran ahora con sus antiguos “enemigos de clase”. En verdad, Popolo d’Italia contaba con una red de distribución sostenida por Messagerie Italiene, un equipo técnico, administrativo y de redactores y un suculento contrato publicitario al que no eran ajenos el ministro de Asuntos Exteriores del reino, marqués de San Giuliano, y representantes de grandes grupos industriales como Edison, Fiat, Unión Azucarera y Ansaldo.

Una nueva realidad, un nuevo bienestar, una posibilidad clara de liderazgo, cambiaron también de lleno a Mussolini que se adaptó casi de inmediato a la respetabilidad de su nueva posición social. El 16 de diciembre de 1915 se casó por civil con Rachele, se había acabado la informalidad. El 11 de febrero de 1916 reconoció a su hijo Benito con Ida Dalser, fue a combatir al frente de guerra hasta el 23 de febrero de 1917, cuando fue herido por la explosión de un lanzagranadas.


El dictador italiano Benito Mussolini con su esposa Rachele Guidi y sus cinco hijos: Edda, Vittorio, Bruno, Romano y Anna Maria
(Photo by Three Lions/Getty Images)

En las trincheras fue testigo de deserciones, muertes, mutilaciones voluntarias, vio cuerpos destrozados, vio flotar el gas mostaza en los campos de la muerte y perdió para siempre el entusiasmo juvenil de la guerra revolucionaria. Después de la derrota militar de Italia en octubre de 1917, esa perspectiva revolucionaria, impulsada también por al triunfante revolución soviética de octubre, pasó a ser su principal enemigo.

El 1 de agosto de 1918, Popolo… dejó de lado su lema de portada, “Diario socialista” para ser “Diario de los que luchan y de los que creen”. En sus páginas reivindicó y ensalzó a los soldados italianos que habían combatido en el frente, en un artículo con un título que lo decía todo: “Trincerocrazia”.

Hábil, intuitivo, poco escrupuloso, condiciones que en tiempos modernos se tradujeron en un solo adjetivo: pragmático, Mussolini capitalizó el descontento de la sociedad italiana por las escasas ventajas territoriales que le había dejado la guerra al país, cuando Francia y Gran Bretaña habían estimulado con grandes promesas la participación italiana en el conflicto. Llamó a una lucha contra los partidos socialistas, a los que culpó del descalabro social y económico.


Mussolini y los líderes del Partido Fascista en la Marcha sobre Roma, que inició la dictadura en Italia. Desde la izquierda son Attilio Teruzzi, Italo Balbo, Emilio de Bono, Benito Mussolini, Cesare Maria de Vecchi, y Michele Bianchi
(Photo by Stefano Bianchetti/Corbis via Getty Images)

El 23 de marzo de 1919 creó los Fasci Italiani di Combattimento, unos grupos armados de agitación, embrión del futuro Partido Nacional Fascista, que se fundaría en noviembre de 1921. Ese mismo mes, Mussolini desfiló con las columnas de “camisas negras”, la prenda distintiva de los fascistas, durante el funeral de las víctimas de un atentado anarquista. Enemigo de socialistas y comunistas, el fascismo se ganó el apoyo de los grandes industriales y de los propietarios de grandes extensiones de tierra. Ese año fue elegido diputado.

Los “camisas negras” desataron una campaña de violencia y agresión física contra sus adversarios políticos, sobre todo contra los socialistas y comunistas. Fue un fenómeno anterior al de los “camisas pardas” que asolarían a la Alemania pre hitleriana años después. En Italia se llamó “squadrismo”, por lo de las “escuadras de acción” que actuaban como piquetes callejeros.

Eran parte de la estrategia de Mussolini para lanzarse a la conquista del poder.

El 2 de agosto de 1922, la izquierda italiana impulsó una huelga general contra la violencia de los “camisas negras”, que hicieron fracasar la protesta. En los primeros días de septiembre, las escuadras fascistas ocuparon, ante la pasividad de la policía, los municipios de Ancona, en Milán, Génova, Livorno y Parma.


'Il Duce' llegando a Piazza del Campidoglio, Roma
(Photo by E. Sangiorgi/General Photographic Agency/Getty Images)

Mussolini convocó entonces a una Gran Marcha sobre Roma, pidió a sus partidarios llevaran delante manifestaciones públicas en toda Italia y él mismo, en Nápoles, frente a cuarenta mil “camisas negras” proclamó el derecho del fascismo de gobernar el país. Miles de fascistas marcharon sobre Roma el 22 de octubre y amenazaron con provocar una guerra civil si les impedían el paso a la capital del reino. Entre el 27 y el 28, escuadras de “camisas negras” ocuparon edificios públicos y estratégicas centrales telefónicas.

El entonces jefe de gobierno, Luigi Facta, pidió al rey Vittorio Emanuele III que declarase el estado de sitio para que el ejército frenara el avance de los fascistas. Pero el rey se negó y el 29 de octubre pidió a Mussolini, que estaba en Milán, que formara gobierno. Eso fue lo que Mussolini hizo en el tren que lo llevaba de Milán a Roma, mientras veinticinco mil “camisas negras” eran llevados a la ciudad para celebrar un desfile triunfal el 31 de octubre. El gran montaje de propaganda había creado el mito que afirmó que la insurrección popular había logrado frenar una revolución socialista.

El antiguo muchacho socialista de Predappio había llegado al poder. Y ahora iba a gobernar.


martes, 5 de diciembre de 2023

PGM: Bromeando hacia la muerte

Humor triste


“Mi bisabuelo bromeando justo antes de ser enviado al frente. Murió en el primer día de combate, sólo cuatro días después de haber sido movilizado”

domingo, 3 de diciembre de 2023

Carrera armamentística Argentina-Chile: El abrazo del estrecho

El histórico abrazo del Estrecho: la muñeca diplomática de Roca cuando estuvimos por ir a la guerra con Chile

En 1899 el presidente Julio A. Roca decidió tomar el toro por las astas y viajar a Chile para coronar las negociaciones que se hacían a contrarreloj. Los reclamos de territorios en disputa habían llevado a ambos países a una carrera armamentística que por poco no terminó en un conflicto armado

 
Ya en su segundo mandato, Roca tenía más experiencia. Los que trabajaron entonces con él, lo encontraron más reflexivo y observador

Martín Rivadavia, un marino de 46 años ascendido a comodoro en octubre de 1896 y ministro de Marina en el segundo gobierno de Julio Argentino Roca, no se movía del puesto de mando del Acorazado General Belgrano, comprado a nuevo a Italia el año anterior. Llevaba un pasajero ilustre, al propio Presidente, que iba a reunirse con su par chileno, Federico Errázuriz.

El encuentro sería en Punta Arenas y el ministro tuvo una idea de la que se arrepintió cuando era demasiado tarde: en lugar de acceder a Chile por el Canal de Beagle y el Estrecho de Magallanes, le propuso a Roca hacerlo por los canales fueguinos, lo que representaba una navegación mucho más complicada y riesgosa, pero que sabía que sorprendería a los chilenos. Aclaró que él mismo respondería personalmente por la decisión tomada.

El Presidente aceptó gustoso y cuando llegaron a destino se enteró de que Rivadavia había sudado a mares y que guardaba una pistola con la que pensaba volarse la cabeza si se hundía el acorazado con el Presidente a bordo, en esos canales que no eran del todo conocidos.

Cuando la tensión con Chile iba en aumento, y muchos imaginaban una guerra, el presidente argentino decidió ir a encontrarse con Federico Errázuriz

Había asumido la primera magistratura el 12 de octubre de 1898. En la carrera hacia la Casa Rosada, asomaban dos candidatos potables: uno era él y otro Carlos Pellegrini. El general Bartolomé Mitre intentó cortar el avance de Roca a la presidencia al proponer una alianza entre radicales y nacionalistas. Pero Hipólito Yrigoyen la rechazó de plano. Él era el líder indiscutido desde el suicidio de su tío Leandro Alem el año anterior.

Lo que primó a la hora de ungir a Roca presidente fue la situación internacional, especialmente con nuestros vecinos los chilenos. Ese país venía de proclamarse triunfador en su guerra contra Perú y Bolivia y ese ambiente de un posible enfrentamiento por cuestiones limítrofes amenazaban la paz. Para algunos políticos, la guerra era un hecho, y quién mejor para conducirla que el único militar que nunca había sido derrotado. Así se afianzó la idea de su candidatura.

Invitación cursada por el gobierno de Chile, para participar de la histórica jornada (Gentileza Museo Roca)

Ya no era un joven de 37 años, sino que a sus 55 años se había convertido, según lo describe Ibarguren, en una persona flexible, tolerante, reflexiva y observadora.

Fue elegido gracias al voto de 218 electores. Su vice era Norberto Quirno Costa, con experiencia en política exterior.

“Felizmente, nos hallamos en paz y concordia con todas las naciones del mundo”, señaló Roca. “Las últimas cuestiones de límites, que heredamos del coloniaje, marchan a su solución, por los medios y procedimientos que presenten los tratados internacionales. La cuestión de Chile, resuelta desde 1891, ha sido entregada al arbitraje y de acuerdo con el tratado de este año y el de 1893. Esperamos tranquilos el fallo del árbitro, confiados en que nada turbará nuestras relaciones internacionales y en que la terminación pacífica de este largo pleito que será una victoria de la razón y del buen sentido, influirá en las relaciones de los estados sudamericanos”.

De etiqueta y ambos con la banda presidencial, en la cubierta del O'Higgins (Archivo General de la Nación)

Era consciente de la situación irresuelta con Chile. Unas de las cuestiones que se resolvería entonces sería la Puna de Atacama, un conflicto que se arrastraba desde el fin de la guerra del Pacífico, cuando Chile ocupó tierras que estaban en disputa entre Argentina y Bolivia. A partir de un laudo celebrado en Buenos Aires entre el 1 y el 9 de marzo de 1899, Argentina terminó quedándose con el ochenta por ciento y Chile con el veinte restante del sector en disputa.

De la mano de su ministro de guerra Pablo Riccheri modernizó el Ejército y adquirió armamento. También se creó el ministerio de Marina, a cuyo frente puso a Martín Rivadavia y compró barcos, en un vasto plan que incluyó la ley 4031 del servicio militar obligatorio.

Devolución de gentilezas. Luego del encuentro en el buque chileno, Errázuriz abordó el acorazado Belgrano. Fotografía revista Caras y Caretas.

El objetivo de Roca era mostrarse fuerte, en el ajedrez del cono sur, frente a Chile y a Brasil.

“Roca fue una figura central del proceso de consolidación del Estado nacional entre fines del siglo XIX e inicios del XX, y por aquellos años sus gobiernos tuvieron que enfrentar delicados conflictos con el Vaticano y con países limítrofes. También se retomaron antiguos reclamos de soberanía sobre las Islas Malvinas. Asimismo, se dio gran importancia a la organización y desarrollo de un cuerpo diplomático, enviado a diversas partes del mundo”, explican desde el Museo Roca.

Como los peritos de ambos países no lograban ponerse de acuerdo, Roca tomó el toro por las astas y decidió concretar un viejo anhelo, el de viajar al sur y cerrar él la cuestión.

A comer. El menú que se sirvió la noche del 16 de febrero (Gentileza Museo Roca)

No fue una decisión apresurada: daba el puntapié inicial de los presidentes argentinos que se involucraban personalmente en la solución de diferendos internacionales. Se la llamó la diplomacia presidencial, algo novedoso para la época. “Era consciente que la guerra había sido un impedimento en los procesos de modernización del Estado y de desarrollo económico”, se explica en un trabajo del citado museo. Sabía que su par chileno opinaba lo mismo.

Junto a su ministro de Marina y secretarios, el 20 de enero de 1899 partió en el ferrocarril del Sud hasta Bahía Blanca, donde abordó el acorazado Belgrano. Luego, el ministro de Relaciones Exteriores Amancio Alcorta lo alcanzó con el Transporte Chaco. Una comitiva de periodistas lo seguía en el crucero liviano Patria.

Junto al menú, se distribuyó el programa musical ejecutado en la cena (Gentileza Museo Roca)

En Puerto Belgrano -entonces se llamaba Puerto Militar- visitó las obras que se estaban realizando. A Puerto Madryn llegaron con lluvia y fueron en ferrocarril hasta Trelew. De ahí se trasladó en carruaje a Rawson y Gaiman.

Nuevamente a bordo, continuaron el viaje bordeando la costa patagónica. En Río Gallegos se hospedó en la casa del gobernador del territorio de Santa Cruz, Matías Mackinlay Zapiola. Cuando los pobladores se enteraron se concentraron y Roca les habló desde el balcón, donde prometió la concreción de obras. Era la primera vez que un Presidente los visitaba. Esa casa se demolió pero se conservó el balcón.

Cuando navegaban hacia Ushuaia, quiso visitar la estancia Haberton, donde fue agasajado por la viuda del dueño. El Presidente aprovechó a conversar con los indígenas onas y yaganes que trabajaban allí.

Debía cumplir con la agenda. Para el 15 de febrero al mediodía el mandatario chileno lo esperaba en Punta Arenas, tramo que cumplieron siguiendo la ruta propuesta por el comodoro Rivadavia. Al anochecer del 14, la comitiva argentina fondeó en Puerto Hambre, donde se sumó la fragata Sarmiento, el buque escuela que había decidido modificar su itinerario para sumarse al viaje.


El acorazado General Belgrano, comprado a Italia. En ese buque viajó Roca. Fue desguazado en el Riachuelo en 1947 (Wikipedia)

Los chilenos apostados en el muelle del puerto se sorprendieron al ver cerca de las dos de la tarde que la flota argentina aparecía por el sur y no por el este, el camino fácil y conocido. Junto al buque insignia O’Higgins, estaban los cruceros livianos Zenteno y Errázuriz y el transporte Argamos.

Apenas se avistó a los buques, en un día soleado en el que soplaba una brisa helada, fueron recibidos con interminables salvas de cañones. Había expectativa y ansiedad entre los funcionarios chilenos.

Errázurriz envió una embarcación con una comisión integrada por el general Vergara y el coronel Quintavalla para arreglar los detalles del ceremonial. El chileno ofrecía ir al buque argentino, pero Roca, vestido de civil y con banda presidencial -dejó a bordo su uniforme militar y medallas- se adelantó y abordó el O’Higgins, junto a sus ministros Alcorta y Rivadavia. Su par chileno estaba acompañado por sus ministros de Relaciones Exteriores, Guerra y Marina, Justicia e Instrucción Pública y por el director de la Armada, Jorge Montt, ex presidente.

Se saludó con Errázuriz con un apretón de manos, no con un abrazo. Igualmente pasó a la historia como “El abrazo del Estrecho”. La banda militar de la marina chilena ejecutó los himnos.

Luego, el chileno abordó el Belgrano y repitieron los saludos.

Hubo una reunión importante entre ellos al día siguiente, por la noche, en la que organizó un banquete. Se imprimió el menú, escrito en francés y con platos que aludían a la jornada, como “pigeons aux a vocats, a la Belgrano” y “soufflé de volaille, a la O’Higgins”. Una orquesta ejecutó diversas piezas musicales a lo largo de la velada.

A la hora de los brindis, el mandatario transandino expresó que “la paz, siempre benéfica, es fecunda entre naciones vecinas y hermanas, armoniza sus intereses materiales y políticos, estimula su progreso, da vigor a sus esfuerzos, hace más íntimos sus vínculos sociales y contribuye a la solución amistosa de sus dificultades y conflictos. La paz es un don de la Divina Providencia”.

Por su parte, Roca dijo que “la paz, como medio y como fin de civilización y engrandecimiento es, en verdad, un don de la Divina Providencia, pero es también un supremo deber moral y práctico para las naciones que tenemos el deber de gobernar. Pienso, pues, como el señor presidente de Chile y confundo mis sentimientos y mis deseos con los suyos, como se confunden en estos momentos las notas de nuestros himnos, las salvas de nuestros cañones y las aspiraciones de nuestras almas”.

Acordaron dirimir las disputas de límites por el camino diplomático. Tres años después se firmarían los Pactos de Mayo, donde ambos países renunciaban a reclamos de expansiones territoriales, que alejaron el fantasma de la guerra. Errázuriz falleció en julio de 1901 en el ejercicio de su cargo, y su sucesor Germán Riesco continuó con la misma política.

Roca permaneció tres días en Punta Arenas. El 22 de febrero ya estaba de regreso en Buenos Aires.

Ese mismo año viajó a Uruguay y Brasil. A este último país lo hizo acompañado, entre otros, por los generales Nicolás Levalle, José Garmendia y Luis María Campos, veteranos de la Guerra de la Triple Alianza.

El objetivo principal del viaje fue el encuentro con el presidente brasileño Campos Salles, con quien estableció muy buenas relaciones y le sirvió a Roca para estrechar lazos y mantener el equilibrio en la región.

Algo ducho en la materia debía ser, ya que cuando ya no era más presidente, le encomendaron dos misiones diplomáticas al Brasil, a fin de aquietar tensiones derivadas de la carrera armamentística y de ocupación de territorios. La última la cumplió en 1912, dos años antes de su muerte.

Tapa de Caras y Caretas del 25 de febrero de 1899, ironizando sobre el viaje del presidente. Roca se había transformado en un clásico en el semanario

Pasaron 124 años del aquel histórico encuentro entre Roca y Errázuriz, donde el sentido común solo estuvo ausente en el comodoro Martín Rivadavia, que sorprendió a propios y a extraños con sus dotes de navegante y experto conocedor de los peligrosos canales fueguinos. Todo lo vale para evitar una guerra.

Fuentes: Museo Roca – Instituto de Investigaciones Históricas; Félix Luna – Soy Roca; Carlos Ibarguren – La historia que he vivido; diario El Mercurio; revista Caras y Caretas



sábado, 2 de diciembre de 2023

SGM: El fin de un padre

El fin de un pobre soldado italiano





En la década de 1940, durante la campaña del norte de África de la Segunda Guerra Mundial, un soldado italiano perdió trágicamente la vida en acción. Antes de encontrarse con su destino, agarró una fotografía de su hijo, quizás mirándola por última vez antes de partir de este mundo.

En ese momento, Italia estaba pasando por una transformación en un estado fascista. La dictadura italiana priorizó el orgullo nacional y tuvo como objetivo restaurar la antigua gloria del país, que recuerda a los días del Imperio Romano. Esta asociación histórica evocó sentimientos de poder y patriotismo entre la población italiana, especialmente cuando buscaban superar los desafíos de una economía en dificultades, un gobierno ineficaz y una infraestructura subdesarrollada.

Actuando sobre estas aspiraciones, Italia comenzó a invadir naciones más débiles, cuya pobre infraestructura las convertía en blancos más fáciles de capturar. Un enfoque importante fue en el norte de África y, con el apoyo de Alemania, obtuvieron el control de áreas como Etiopía, Marruecos y Chad.

Entre 1940 y 1943, los Aliados dedicaron esfuerzos a liberar estos territorios capturados y lanzar contraataques contra las potencias del Eje desde el Sur. Esta reñida campaña en el desierto, conocida como la campaña del norte de África, finalmente condujo a una victoria aliada.