Libro revela detalles estremecedores del percance de medio millón de croatas al final de la Segunda Guerra Mundial
Por Jorge Elías || Tribuna de Periodistas
El vía crucis croata
No ha de haber peor crimen que aquel que se oculta o se niega, como si se tratara de un jalón de la historia fácil de borrar de la memoria colectiva. Pocos conocen, inclusive en Croacia, el vía crucis croata. El que debió recorrer medio millón de civiles y militares desde Zagreb para huir de la dictadura comunista del mariscal Tito, “una versión en miniatura de Stalin”, según el historiador británico Nikolai Tolstoi, y rendirse ante las tropas aliadas en el sur de Austria.
Sólo pretendían salvar sus vidas para emigrar hacia destinos seguros que necesitaban manos de obra, como Estados Unidos, Argentina y Australia.
Promediaba mayo de 1945. Las columnas marchaban por Eslovenia rumbo a una masacre inesperada en una pequeña ciudad del sur de Austria.
El genocidio de Bleiburg, como titula su medulosa investigación Carmen Verlichak Vrljicak, periodista, licenciada en letras y miembro de la Academia Argentina de Artes y Ciencias de la Comunicación, publicada por el sello Krivodol Press. Un libro impactante de la autora de Los croatas de la Argentina y En el nombre de Tito, entre otros. Los testimonios de los sobrevivientes y de sus descendientes, así como la bibliografía, nunca justifican la impunidad. La explican, apenas.
Un silencio cómplice en la Yugoslavia de Tito, entre 1945 y 1991.
Un silencio perturbador en Croacia, donde la Justicia “no ha iniciado investigaciones, acusaciones o procedimientos judiciales contra los responsables y los delincuentes que viven en la República de Croacia”.
Ese silencio a gritos, narrado por la autora, se remonta a las peripecias judiciales que debió sortear en Londres el historiador Tolstoi, sobrino del escritor ruso León Tolstoi, por haber puesto en aprietos a Harold Macmillan, primer ministro británico entre 1957 y 1963.
En 1945, Macmillan comandaba el V Cuerpo del Ejército inglés, ante el cual se rindieron los croatas.
La matanza pasó a llamarse La tragedia de Bleiburg por el sitio en el cual comenzó, en el medio de una pradera y a la vera de un castillo, no por el tortuoso derrotero posterior. Terminada la reunión de los croatas con Macmillan, “el terror de la multitud se trocó en un pánico absoluto cuando los partisanos” de Milan Basta, comisario político del régimen de Tito, “abrieron fuego desde ambos lados del bosque”.
Muchos murieron en el acto. Los otros “fueron masacrados durante los días, las semanas y los meses que siguieron”.
Fue el punto de partida de un genocidio olvidado adrede tanto por la responsabilidad de la dictadura comunista como por la complicidad británica y, en cierto modo, el miedo croata.
Un crimen de lesa humanidad negado, condenado al olvido de no ser por la memoria de aquellos que sobrevivieron y pudieron contárselo a sus parientes y de pesquisas como la de Carmen Verlichak Vrljicak, capaz de espabilar la memoria y mirar hacia atrás sin perder de vista el presente.
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