martes, 31 de diciembre de 2024

Guerra contra la Subversión: La emboscada a Papini y Rojas en Bahía Blanca

¿Quién fue el Cabo René Alfredo Papini?





René Alfredo Papini había nació el 20 de mayo de 1954. Cursó sus estudios primarios en el Colegio Santa Teresita del Niño Jesús, y los secundarios en el Colegio Nacional San Bartolomé, ambos de Arrecifes. Fue empleado de la firma Martillera Fernando D. Risso. A los 20 años fue incorporado al Servicio Militar Obligatorio y cumpliendo sus funciones en el V Cuerpo de Ejército, con asiento en Bahía Blanca, perdió la vida.
El 15 de diciembre de 1975, Papini junto a un oficial y cuatro soldados más fueron sorprendidos por un grupo subversivo al cruzar un paso a nivel en el barrio Palihue, perdiendo la vida Papini, con tan sólo 21 años, y el Cabo Rojas. Fueron gravemente heridos los soldados Jorge Martelliti, Héctor Natali y Osvaldo Ramírez.



Los asesinos fingían trabajar como obreros ferroviarios, y cuando el transporte de las fuerzas de seguridad cruzaba la vía, un vehículo bloqueó su paso y más de 30 terroristas abrieron fuego contra las víctimas.
Posteriormente, los atacantes pintaron el vehículo militar con leyendas de Montoneros, robaron armas y huyeron.
El pueblo se volcó a las calles para recibir y despedir sus restos.
Rojas y Papini fueron ascendidos post mortem a Sargento y Cabo, respectivamente.
En el lugar de la emboscada se encuentra un monolito emplazado en el lugar donde ocurrió el atentado y dónde todos los 15 de diciembre se realiza un acto recordatorio.
En el año 2000 en dicho acto, la familia Papini recibió «La Cruz Púrpura» entregada a quiénes ofrendan su vida por la patria.
Al año siguiente de este fatídico hecho, en nuestra ciudad se designa por ordenanza con el nombre de «Cabo René Alfredo Papini» a la plazoleta de ingreso al balneario municipal sector izquierdo.

domingo, 29 de diciembre de 2024

Argentina: Historia de la defensa argentina hasta la conquista del desierto

Defensa argentina: De la Independencia a la Campaña del Desierto


A lo largo de la historia argentina, la planificación y ejecución de la defensa nacional ha sufrido por no ser abordada como una política de Estado que trascienda las ideologías y gobiernos de turno. Este análisis, en tres entregas, examina los aciertos, errores y desafíos pendientes en la evolución de la defensa argentina. En esta primera parte: desde la Independencia hasta la Campaña del Desierto.


Por José Javier Díaz || DEF



Política, diplomacia y guerra

En 1811, Paraguay declaró su independencia y estableció cuáles serían sus fronteras. Sin embargo, estas aspiraciones territoriales entraban en conflicto con las reivindicaciones fronterizas de Brasil, lo que inició un largo período de tensiones entre ambos países y, eventualmente, afectó a Argentina.

Con el tiempo, Paraguay también tuvo fricciones comerciales con el gobierno argentino, lo que provocó una alianza tácita entre Argentina y Brasil, ambos interesados en proteger sus respectivos intereses territoriales y comerciales. Además, Paraguay enfrentaba problemas con Uruguay, ya que encontraba dificultades para comerciar en la margen oriental del Río de la Plata. A fines de 1864, Paraguay envió tropas a Uruguay para apoyar al Partido Blanco, que luchaba contra el Partido Colorado, respaldado por Brasil.

Paraguay solicitó permiso al presidente argentino Bartolomé Mitre para atravesar la Mesopotamia argentina con sus tropas en camino a Uruguay. La autorización fue denegada, pero en abril de 1865, las fuerzas paraguayas ingresaron a Argentina y ocuparon la ciudad de Corrientes, lo que obligó a Argentina a entrar en guerra junto a Brasil y Uruguay contra Paraguay, en lo que se conocería como la Guerra de la Triple Alianza.

Este cruento conflicto finalizó en 1870 con la rendición paraguaya, causando enormes pérdidas territoriales y una catástrofe demográfica para Asunción, con la muerte de casi la mitad de su población y alrededor del 90% de los hombres.

La ocupación de Corrientes por las fuerzas paraguayas podría haberse evitado si Argentina hubiera contado con Fuerzas Armadas mejor equipadas y estratégicamente desplegadas.

Fuerzas Armadas y soberanía en la Patagonia

Después de la independencia de Argentina y Chile, ambos países comenzaron un período de tensiones crecientes en torno a sus reclamos territoriales sobre la Patagonia austral. Estas tensiones se complicaban debido a la geografía de la Cordillera de los Andes, que dificultaba la demarcación precisa de los límites, y por la presencia de tribus mapuches, originarias del lado chileno de los Andes, que atacaban con frecuencia los poblados argentinos.

Los mapuches comenzaron a ganar terreno en la Patagonia y en el sur de la Pampa húmeda, donde desplazaron o exterminaron a las tribus locales, lo que aumentaba la influencia chilena en la región. Según historiadores, el botín obtenido en los ataques mapuches —principalmente ganado robado— se trasladaba a Chile y se vendía con el consentimiento de las autoridades chilenas.

Argentina, sumida en luchas internas durante casi medio siglo, no había logrado consolidar su soberanía sobre la Patagonia. A inicios de la década de 1870, las relaciones entre Argentina y Chile se deterioraron aún más, con ambos países reafirmando sus reivindicaciones territoriales. En 1872, las autoridades chilenas interfirieron en las actividades comerciales argentinas en Santa Cruz, lo que llevó al gobierno argentino a desplegar una guarnición militar en la región y explorar el territorio.



La tensión aumentó cuando, en 1876, Chile envió la corbeta Magallanes al puerto de Santa Cruz para capturar un barco francés autorizado por Argentina a extraer guano. En respuesta, el gobierno argentino envió una flota liderada por el Comodoro Luis Py a la Patagonia en 1878, con la misión de reafirmar la soberanía argentina sobre el sur.

Ante estas tensiones, el presidente Nicolás Avellaneda declaró al Congreso que, en legítima defensa, había ordenado estacionar buques de guerra en el río Santa Cruz y fortificar la zona con cañones y guarniciones. Sin embargo, en caso de enfrentamiento, las Fuerzas Armadas argentinas no habrían estado en condiciones de superar a la Escuadra chilena, que enfrentaba a su vez conflictos con Bolivia y Perú en el norte.

La Campaña del Desierto y la afirmación de la soberanía

En este contexto, y viendo amenazada la integridad territorial de la nación, el entonces Ministro de Guerra y Marina, General Julio Argentino Roca, propuso al presidente Avellaneda llevar a cabo una campaña militar conocida como la Conquista del Desierto. Su objetivo estratégico era que las tropas del Ejército Argentino avanzaran hacia el sur, ocupando las tierras patagónicas y reafirmando la soberanía nacional en una zona que hasta entonces estaba bajo dominio mapuche.

El gobierno argentino apoyó estas operaciones del ejército con la creación de subdelegaciones de la Marina de Guerra en Carmen de Patagones, Puerto Deseado, Río Gallegos, Isla de los Estados y Ushuaia, lo que facilitó el asentamiento de las primeras poblaciones argentinas en esas localidades y contribuyó al fortalecimiento de la soberanía nacional.

Simultáneamente, se comenzó a incorporar armamento moderno para el Ejército Argentino y nuevos buques para la Marina, lo que posicionó a la Flota de Mar entre las más poderosas del mundo. Estos desarrollos permitieron a Argentina llegar a una solución diplomática con Chile, que culminó en la firma del Tratado de Límites de 1881, garantizando la soberanía argentina en la Patagonia.

En 1884, la Marina argentina, bajo el mando del Comodoro Augusto Lasserre, desplegó una división de seis buques hacia Tierra del Fuego y la Isla de los Estados. Durante esta operación, Lasserre se encontró con una misión británica en Ushuaia. Tras conversaciones, el 12 de octubre se izó la bandera argentina, reafirmando la soberanía nacional en el extremo sur.



Conclusión

La capacidad de Argentina para defender su soberanía en el sur dependió en gran medida del fortalecimiento de sus Fuerzas Armadas. El desarrollo de una Marina de Guerra moderna y una diplomacia respaldada por la fuerza militar permitió asegurar la soberanía en la Patagonia y Tierra del Fuego. La Campaña del Desierto, aunque controvertida, fue fundamental para consolidar el control argentino sobre vastas extensiones del sur, evitando conflictos territoriales con Chile y asentando las bases de la defensa nacional en el siglo XIX.

viernes, 27 de diciembre de 2024

Argentina: JAR y Joaquín V. González, políticos productores rurales

JAR y JVG en el campo

Argentina en la Memoria


El general Julio Argentino Roca manejando una sembradora en la estancia La Larga, de su propiedad, en la localidad bonaerense de Guaminí, en 1912.



En la segunda fotografía, se lo puede apreciar a Joaquín V. González, ex ministro del interior del general Roca entre 1901-1904 y una de las principales figuras de la Generación del 80, trabajando en su finca ubicada en la localidad de Chilecito, provincia de La Rioja, en 1913.

jueves, 26 de diciembre de 2024

Crisis del Beagle: Reclutamiento en Chile, 1960-1980

Reclutamiento de tropas en Chile, 1960-1980





Durante las décadas de 1960 a 1980, Chile vivió una época de profundos cambios que dejaron una huella indeleble en su tejido político, social y militar. En el corazón de estos años turbulentos, el reclutamiento militar evolucionó de una práctica estructurada y rutinaria a un engranaje fundamental en las transformaciones del país. Desde los días de relativa calma democrática hasta el auge de la dictadura militar, el servicio militar obligatorio fue un reflejo de las tensiones y aspiraciones de cada época.

Los años de la conscripción tradicional

El sistema de servicio militar obligatorio, conocido como conscripción, tenía una larga historia en Chile, arraigada en la Ley de Servicio Militar de 1900. Durante los años sesenta, bajo los gobiernos democráticos de mandatarios como Eduardo Frei Montalva, este sistema operaba de manera relativamente predecible. A la edad de 18 años, los jóvenes debían registrarse para el servicio militar, y mediante un sistema de sorteo, se seleccionaba a quienes servirían entre 12 y 24 meses.

En aquellos tiempos, el ejército mantenía un enfoque clásico: defensa nacional y seguridad interna, sin intromisiones políticas notables. El servicio militar era considerado un rito de paso, un puente hacia la adultez para muchos jóvenes chilenos. Sin embargo, la experiencia no era universal. Aquellos que no resultaban seleccionados o lograban exenciones, ya sea por razones médicas o educativas, observaban desde las sombras cómo otros cruzaban este umbral obligatorio.

La transformación bajo la dictadura de Pinochet

Todo cambió drásticamente tras el golpe militar del 11 de septiembre de 1973, que derrocó al gobierno de Salvador Allende y colocó al General Augusto Pinochet al mando de una dictadura férrea. En este nuevo orden, el ejército dejó de ser una institución al margen del poder político para convertirse en su columna vertebral. El reclutamiento militar adquirió una nueva dimensión, ya no solo como una herramienta de defensa, sino también como un medio para asegurar lealtades y fortalecer las filas de las fuerzas armadas en un clima de tensión interna y amenaza percibida.

Los jóvenes reclutas fueron inmersos en un ambiente impregnado de anticomunismo y adoctrinamiento ideológico. La neutralidad que había caracterizado al ejército en el pasado se diluyó, reemplazada por un claro alineamiento con los principios del régimen. Para algunos, el uniforme se convirtió en una oportunidad de estabilidad y profesionalización, ya que el ejército ofrecía incentivos como mejores salarios y beneficios. Para otros, sin embargo, representaba un peligro y una asociación con las violaciones a los derechos humanos que definieron al régimen. Conscriptos y soldados profesionales por igual fueron desplegados en tareas que incluyeron la represión interna, la detención de opositores y la ejecución de políticas que sembraron miedo en la sociedad chilena.

La sociedad frente al ejército

La percepción social del servicio militar durante este período fluctuó drásticamente. Lo que antes se veía como una experiencia formativa y de honor, comenzó a ser visto con desconfianza y temor bajo la dictadura. Muchas familias buscaron desesperadamente exenciones para sus hijos, especialmente aquellas con conexiones políticas o recursos económicos que les permitieran sortear el azar de la conscripción. Por otro lado, para algunos sectores, el ejército seguía representando un pilar de estabilidad en medio de la convulsión nacional.

Hacia un nuevo horizonte

A medida que la década de 1980 avanzaba, la dictadura consolidó su poder y el ejército se incrustó profundamente en la vida cotidiana de Chile. Sin embargo, las discusiones sobre el papel y la estructura de las fuerzas armadas no desaparecieron. La conscripción continuó siendo una práctica común, pero el debate sobre su legitimidad y necesidad comenzó a crecer a medida que el país buscaba reconciliarse con su pasado y encontrar un camino hacia la democracia.

En definitiva, el reclutamiento militar en Chile durante este período no solo fue un mecanismo de defensa, sino también un espejo de las transformaciones políticas y sociales de un país en constante redefinición. Cada joven que vestía el uniforme cargaba, de alguna manera, con el peso de una nación que luchaba por definir su identidad en medio de la tormenta.

 



miércoles, 25 de diciembre de 2024

Crisis del Beagle: La Navidad de 1978

Navidad de 1978: La guerra entre Argentina y Chile

Los mendocinos vivimos más de cerca que otros habitantes del país los ejercicios militares que pronosticaban un conflicto bélico con Chile. Trae el presente la Navidad del '78 Gustavo Capone, en esta nota.
Gustavo Capone || Memo






Aquellos goles de Kempes, los cruces de "Tolo" Gallego o las atajadas de Fillol generaron una sensación de invencibilidad en el gobierno de facto. "Fue cuando el fútbol se lo comió todo", cantará tiempo después León Gieco.

Los gritos de gol frente a Holanda, los papelitos que pedía tirar Clemente y el triunfalismo reinante por consagrarnos "los mejores del mundo", taparon los reclamos políticos y los lamentos de los clandestinos calabazos. La victoria argentina en el mundial de fútbol sobre finales de junio de 1978 había envalentonado a los militares que conducían el país.




Una pantalla tapaba aquel el crudo y duro tiempo. La Argentina, en un amplio margen, estaba tendenciosamente distraída por el éxito del equipo que dirigía Menotti. La provocada sensación trasmitía el momento como "la fiesta de todos", según describía el título de la película que para la ocasión dirigió Sergio Renán.

En paralelo, casi solapadamente para la mayoría de la sociedad argentina, otra grave amenaza surcaba los aires de la patria. El gobierno dictatorial llevaría el centenario conflicto de límites con Chile por las islas Picton, Nueva y Lennox en el Canal de Beagle al borde de la guerra.

En esencia lo que justamente se disputaba con Chile era la posesión soberana de las islas ubicadas entre la boca oriental del canal Beagle y el Cabo de Hornos. Eso definiría la delimitación de la frontera entre Argentina y Chile en los mares australes, y por consiguiente el control sobre los regímenes de navegación en la zona afectada.

En ese diciembre de 1978 la guerra con Chile estaba a la vuelta de la esquina. Todavía retumba como una muestra del desvarío reinante del momento, la arenga de Luciano Benjamín Menéndez, general de división y comandante del III Cuerpo de Ejército, ante un grupo de oficiales en vísperas del inminente enfrentamiento: "Si nos dejan atacar a los chilotes, los corremos hasta la isla de Pascua, les comeremos las gallinas, nos vamos a violar a las chilenas, el brindis de fin de año lo haremos en el Palacio La Moneda y después iremos a mear el champán en el Pacífico".

El error del arbitraje

"(...) El 22 de julio de 1971, durante la dictadura del quinto golpe de Estado cívico-militar en la Argentina presidida por el general Alejandro Agustín Lanusse, y siendo canciller el doctor Luis María de Pablo Pardo, se concretó un hecho relevante relacionado con nuestra política exterior y la soberanía en el Sur: la petición (incomprensible a poco que se analice) de someter a arbitraje la solución de las diferencias de interpretación que nuestro país mantenía con Chile, en relación con el tratado de límites de 1881 en la región austral y, consecuentemente, la posesión de las islas Picton, Lennox y Nueva en el Canal de Beagle.
Navidad de 1978: La guerra entre Argentina y Chile




Lo acordaron Lanusse y el presidente chileno, Salvador Allende. El acuerdo fue suscripto en Londres por el embajador argentino, general Gustavo Martínez Zubiría, por el embajador chileno, Álvaro Bunster, y por Joseph Goldberg, representante del Reino Unido.

El abrupto abandono de las negociaciones políticas en curso y la amenaza de concurrir a la Corte Internacional de Justicia por parte de Chile determinaron la aceptación de la vía jurídica para dirimir el conflicto. Esto rompía con la postura tradicional, sostenida por tres presidentes constitucionales (Juan Domingo Perón, Arturo Frondizi y Arturo Illia) de negociar en forma bilateral y política-diplomática el diferendo.

El mecanismo adoptado fue el arbitraje y, dentro de él, el de Corte Arbitral según las normas del Derecho Internacional Público. Dicha Corte estaba integrada por cinco juristas (de Estados Unidos, Francia, Nigeria, Reino Unido y Suecia) y sería presidida por la reina Isabel II, soberana de un Estado con el cual manteníamos un secular litigio por las Islas Malvinas.

La Corte se tomó 6 años para analizar el caso, y es sabido que el aporte probatorio original y subsiguiente hecho por nuestro país fue escaso e inconsistente, además de carente del mínimo destello de habilidad política y diplomática.

En marzo de 1977 (en plena vigencia del último y definitivo golpe cívico-militar, que presidía el general Jorge Rafael Videla) el régimen militar se había anoticiado del rotundo revés diplomático frente al adverso arbitraje sobre el Beagle: todas las islas, rocas y adyacencias eran para Chile" (Textual de Martín Balza. Ex jefe del Ejército Argentino, Veterano de la Guerra de Malvinas y ex Embajador en Colombia y Costa Rica. Para Infobae - 22/12 /2018).

Es importante destacar que hubo dirigentes políticos que en forma aislada también rechazaron públicamente el arbitraje. Pidieron retrotraer la situación y volver inmediatamente a la postura ya llevada adelante por gobiernos democráticos retomando la negociación bilateral. Entre muy pocos: Raúl Alfonsín.

Estado de situación en vísperas 1977 - 1978




Aviones desplegados desde la Cuarta Brigada Aérea ante la visita de Augusto Pinochet.

Es importante resaltar algunas notas preliminares.

    Tanto Argentina como Chile al momento del conflicto nombrado (disputa por la soberanía sobre las islas del Beagle) estaban conducidas por gobiernos militares con enormes coincidencias en temas internos y externos. Un ejemplo puntual podría citarse: la "Operación Cóndor". Esa campaña de represión política y terrorismo de Estado, promovida por EE.UU. que incluía acciones de inteligencia y desaparición de opositores, implementada a mediados de los '70 por las cúpulas de los regímenes dictatoriales sudamericanos (Argentina, Chile, Brasil, Paraguay, Uruguay, Bolivia y esporádicamente Perú, Ecuador, Colombia y Venezuela). La "Operación Cóndor" se produjo en el marco de un plan estratégico de Estados Unidos durante la Guerra Fría, guiada por la Doctrina de la Seguridad Nacional, promoviendo dictaduras con el fin de suprimir derechos políticos y ciudadanos.
    Paradójicamente ambos gobiernos de facto debieron tomar posiciones inusuales y claramente contradictorias a sus genéticas concepciones políticas respecto a los gobiernos del año 1971 que habían acordado el arbitraje. El gobierno chileno de Pinochet debió ponderar la política del gobierno democrático de Salvador Allende al que había derrocado. Por el contrario el gobierno de facto argentino de Videla debió criticar la política exterior de la también inconstitucional "Revolución Argentina" durante la presidencia del teniente general Lanusse.

En este marco se desenvolvió el gobierno de Jorge Rafael Videla. En medio de una profunda división interna donde distintos sectores, y con visiones opuestas, se miraban con desconfianza y recelo sobre qué hacer ante el conflicto con Chile. Así "los blandos", representado principalmente por Jorge Rafael Videla y Roberto Eduardo Viola, se enfrentaban a "los duros" guiados por Emilio Eduardo Massera, Carlos Guillermo Suárez Mason y Luciano Benjamín Menéndez.

Concordarán ambos grupos en que el reconocimiento del arbitraje sería una pérdida de prestigio para el gobierno militar. Y en el mientras tanto, Galtieri (a cargo de II Cuerpo de Ejército por entonces) ordenará inconsultamente el cierre de fronteras con Chile y Massera desde una posición personal y populista preparaba su propia campaña soñando con ser presidente si caía Videla. El sueño presidencial de Massera continuará aún después del conflicto llegando a componer un sello político - partidario.

Por ende, el poder de Videla estaba por ese tiempo claramente restringido por los otros miembros más extremistas de la Junta. El liderazgo castrense estaba preocupado de que una aproximación conciliadora hacia Chile sería considerada como una transacción vergonzosa que podría desestabilizar su poder. La confirmada reunión entre Videla y el Nuncio Papal, Pio Laghi, fue una prueba histórica contundente sobre este hecho: "Si no doy la orden de atacar me reemplazan inmediatamente de la Junta", le confió Videla al Nuncio Papal.

Así pues, el 2 de mayo de 1977 se había comunicado oficialmente el fallo arbitral sobre el litigio con Chile. La sentencia había resultado ampliamente favorable a las aspiraciones chilenas de extender su presencia al océano Atlántico. Ahora el gobierno argentino debía decidir qué hacer, aunque los belicistas gestos públicos (amplias campañas de medios mediante) convertían la situación en un camino sin aparente retorno.

La vendimial Mendoza testigo del encuentro Videla - Pinochet

"Las fotos los mostraron sonrientes. No faltaron los abrazos. Pero toda la serenidad y las supuestas buenas intenciones que mostraban cuando estaban frente a la prensa eran una fachada que ocultaba la tensión puertas adentro. El 19 de enero de 1978, en plenas dictaduras tanto en la Argentina como en Chile, los presidentes de facto Jorge Rafael Videla y Augusto Pinochet tuvieron una reunión para intentar acercar partes y poner fin al conflicto del Beagle.

Fueron doce horas de encuentro en El Plumerillo, Mendoza. Hubo otra reunión un mes después, en Puerto Montt, que duró 13 horas. Se repitieron buenos augurios en los discursos de ambos. Se habló de hermandad y de lazos de sangre entre ambas naciones. Hasta firmaron un acuerdo para continuar con las negociaciones. Pero el clima estaba lejos de ser el mismo en la intimidad". (Juan Manuel Trenado, La Nación, 18 /1 /2018).



Pinochet también sufría presiones en su país. El ala dura chilena apuraba un enfrentamiento.

"Pinochet me planteó un problema: ¿Qué hacer? ¿Retirarme al frente de mi delegación y romper la posibilidad de una negociación que, más allá de ese discurso inesperado, había quedado plasmada en el documento firmado? Opté por una respuesta de circunstancia sobre la hermandad entre ambos países, la complementariedad comercial... Me pareció lo mejor: no quise romper todo. La comisión que me acompañaba se enojó conmigo; consideró ese discurso como una aflojada. En la Argentina también cayó muy mal: los comandantes se sintieron todos halcones"; textual de Jorge Videla (Ceferino Reato. "Disposición Final". Sudamericana. 2012).

En el encuentro mendocino lo protocolar estuvo al orden del día. Videla le obsequió a Pinochet una cigarrera de plata con un estuche de terciopelo rojo. Pinochet le regaló a Videla un plato de porcelana con el escudo chileno pintado en relieve. Risas, fotos, caminata a la par. Todo para la tribuna.

"Mientras tanto en Mendoza ya eran habituales los ejercicios de oscurecimiento y las ventanas de los edificios públicos permanecían tapadas para dificultar impactos ante eventuales bombardeos nocturnos" (Los Andes. 18 / 5/ 2013. Nota de Marcelo Sivera). Además, un tramo de la propia ruta a San Juan fue "ensanchada" para facilitar el aterrizaje y despegue de aviones. Hoy parecería una locura.

"El fracaso de las negociaciones promovió una escalada de aprestos bélicos en la Patagonia, aunque la cercanía del inicio del Mundial de Fútbol traslado todas las posibles acciones al segundo semestre". El gobierno debía mostrarnos ante el mundo "como derechos y humanos".



La farsa continuó. Videla volverá a Mendoza nuevamente en tiempos de la Fiesta de la Vendimia. Será el 3 y 4 de marzo del ‘78. En el tradicional almuerzo de las fuerzas vivas realizado en la bodega Arizu sostuvo: "Mendocinos, estamos poniendo de pie un país postrado y queremos caminar hacia los grandes destinos".
Navidad de 1978: La guerra entre Argentina y Chile



En el Frank Romero Day será testigo de la coronación de Mónica Patricia Castro, representante de Guaymallén. Videla permaneció en toda su estadía mendocina al lado del gobernador de facto Sixto Fernández. La fiesta del momento se denominó "Vendimia Multicolor"; sobre un libreto de Elvira Maure de Segovia, Manuel Vega y Walter Romanelli y la dirección de Juan Rossi.

Las tribunas estaban llenas. Los cerros plagados de familias. Se cantaba por Argentina. "Esta barra bochinchera no te deja de alentar". El vecino estadio mundialista estaba a punto de inaugurarse. Cada voto de las soberanas departamentales era interrumpido por un estruendoso y englobante: "Argentina... Argentina". La vendimia había pasado definitivamente a convertirse en un escenario político. Los aplausos de pie a las autoridades demostraban una vez más, la contradictoria, sana, santa y bohemia ingenuidad argentina, que nos hizo y nos hace seguir creyendo que "somos campeones del mundo" para luego ante la desilusión, llorar desconsolados y arrepentidos sobre la leche derramada. Ayer, hoy y ojala no fuera para siempre.

La guerra que afortunadamente no fue

"La Operación Soberanía" tenía fecha y hora: 22 de diciembre de 1978 a las 22:00. En ese momento empezaría el ataque. Todas las negociaciones habían fracasado, tanto las oficiales y visibles, como las secretas y reservadas.

Estamos en vísperas de navidad; la Armada Argentina avanzaba con el fin de tomar las islas Picton, Nueva y Lennox. La escuadra chilena detectó el movimiento y salió a su encuentro. La tensión en la frontera se tornó extremadamente elevada y en algunos sectores del conflicto los soldados se vieron las caras y hasta intercambiaron balazos intimidatorios. El almirante Massera ya estaba ubicado en las islas en conflicto. Se habían movilizado miles de soldados.

"La inminencia de una guerra con Chile concebida por ‘profetas de salón' fue algo incompresible desde el punto de vista político, diplomático y militar. En 1978, las Fuerzas Armadas se movilizaron para un conflicto convencional sin estar debidamente preparadas, como consecuencia de haber privilegiado durante años una absurda ‘guerra ideológica-contrarrevolucionaria' y estar volcadas a participar en la política interna. El Plan de Campaña evidenciaba utópicas posibilidades de éxito. En todo el contexto internacional seríamos considerados agresores (invasores) y hasta el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) de 1947 (pieza más inútil que un libro de quejas) nos jugaría en contra. La incompetencia militar y la estupidez fueron de la mano. La Junta Militar (Videla, Massera y Agosti), y los mandos superiores incapaces e inoperantes (Galtieri, Riveros, Bussi, Suárez Mason, Trimarco, Viola, Harguindeguy y Nicolaídes, entre otros) tenían concepciones estratégicas solo evidenciadas para atacar la Casa Rosada y expulsar gobiernos constitucionales. (...) Aprobaron el plan militar de Menéndez, teñido por su fuerte personalidad y por un intento de satisfacer su ego autoritario. El esnobismo impertinente de sus bravuconadas, en algunas unidades, era acompañada por cartelitos que decían: ¡Ahora vamos al mundial del Beagle! Eran militares de escritorio". (Martín Balza, Infobae, 20 /12 /2018).

De pronto, a las 18.30, la Armada Argentina retornaba. La guerra, que debió comenzar en vísperas navideñas, no se concretó. Juan Pablo II, recién llegado al papado se ofreció como mediador y pidió encarecidamente retrotraer todo. Inmediatamente enviará al recordado Antonio Samoré, quien facilitaría un acuerdo de paz entre Argentina y Chile.

La Nochebuena y la Navidad de 1978 serán recibidas con cierto sosiego. Será solo una pausa.

 

martes, 24 de diciembre de 2024

Guerra francoprusiana: El telegrama de Ems

El incidente del telegrama de Ems: La chispa que encendió la Guerra Franco-Prusiana






Era el verano de 1870, un tiempo de tensiones y expectativas en Europa. En el tranquilo balneario de Ems, Alemania, el rey Guillermo I disfrutaba de un descanso. No podía prever que una breve conversación, alterada por manos astutas, desataría una guerra que cambiaría el destino del continente.

Un Príncipe para España

Todo comenzó con la vacante en el trono de España. Los españoles, en busca de un nuevo monarca, habían ofrecido la corona a Leopoldo de Hohenzollern, un príncipe alemán. Esta propuesta alarmó a Francia. Con Napoleón III en el trono, los franceses no querían ver una potencial alianza entre Prusia y España, lo que podría rodearlos y debilitar su posición en Europa.

El embajador francés en Prusia, el Conde Benedetti, recibió órdenes de viajar a Ems para hablar con el rey Guillermo I. Su misión era clara: obtener una garantía de que Leopoldo renunciaría a su candidatura y que ninguna futura candidatura de un Hohenzollern sería considerada.

El Encuentro en Ems

En una soleada mañana, Benedetti se acercó al rey Guillermo mientras paseaba. El diplomático expuso su petición, pero Guillermo, educado y respetuoso, le explicó que no podía dar tal garantía permanente. Le aseguró que respetaba la preocupación francesa y que, hasta el momento, no había recibido ninguna noticia oficial sobre la candidatura de Leopoldo.

La conversación fue cortés, pero Benedetti insistió. Guillermo, molesto por la insistencia, se negó nuevamente, aunque siempre mantuvo un tono diplomático. Esta interacción fue reportada a Berlín en un telegrama que describía la conversación con detalle y diplomacia.

El Rol de Bismarck

Aquí es donde entra en escena Otto von Bismarck, el astuto y ambicioso canciller de Prusia. Bismarck tenía un objetivo claro: unificar los estados alemanes bajo el liderazgo prusiano, y para lograrlo, necesitaba una guerra con Francia. El telegrama de Ems le proporcionó la oportunidad perfecta.

Bismarck recibió el telegrama original y vio su potencial. Con un toque maestro, lo editó para hacerlo parecer insultante y provocador. En lugar de la descripción detallada y cortés del intercambio, Bismarck presentó un resumen breve y tajante: parecía que el rey Guillermo había tratado al embajador francés con desprecio y había rechazado verlo de nuevo.

El telegrama y su alteración

Este es el telegrama original enviado por el rey Guillermo I de Prusia a Bismarck:

Su Majestad el Rey me ha escrito: “El Conde Benedetti me habló durante el paseo para demandarme, finalmente, de manera muy insistente, que yo le autorizara a telegrafiar inmediatamente que me comprometía para siempre a no dar nunca más mi consentimiento si los Hohenzollern volvieran a presentar su candidatura. Me negué finalmente de manera algo brusca, ya que no es ni correcto ni posible asumir compromisos de este tipo para siempre. Naturalmente, le dije que aún no había recibido ninguna noticia, y como él fue informado antes que yo de la renuncia (de Leopoldo), solo podía atribuir su demanda a un deseo de mantener abierta la cuestión y de extorsionarnos. Luego, le rechacé nuevamente. Él verá en los periódicos que no he recibido ninguna noticia, y solo a partir de esto aprenderá que mi gobierno una vez más recibe noticias directamente de mí.”

Esta es la versión editada que fue publicada por Bismarck:

Después de que los informes de la renuncia del príncipe heredero de Hohenzollern fueron oficialmente transmitidos al gobierno imperial de Francia por el gobierno real de España, el embajador francés en Ems demandó a Su Majestad el Rey que autorizara telegrafiar a París que Su Majestad el Rey se comprometía para siempre a no dar su consentimiento si los Hohenzollern volvieran a presentar su candidatura. Su Majestad el Rey se negó a recibir nuevamente al embajador francés y le informó a través del ayudante de campo de servicio que Su Majestad no tenía nada más que comunicarle al embajador.

La Publicación del Telegrama

El telegrama editado fue publicado el 13 de julio de 1870. Las palabras cuidadosamente elegidas por Bismarck hicieron que pareciera que el rey Guillermo había humillado al embajador francés. La noticia se propagó rápidamente, inflamando el orgullo y la indignación de ambos lados.

En Francia, la reacción fue furiosa. La prensa y el público clamaban por una respuesta enérgica a lo que consideraban una ofensa a la dignidad nacional. Napoleón III, bajo presión y deseoso de restaurar su prestigio, declaró la guerra a Prusia el 19 de julio de 1870.


Las Consecuencias de la Manipulación

La guerra franco-prusiana comenzó con entusiasmo y patriotismo en ambos lados. Sin embargo, Francia, mal preparada y mal liderada, sufrió una serie de derrotas devastadoras. En cuestión de meses, el ejército prusiano marchó hacia París, y en enero de 1871, Francia fue forzada a capitular.

La victoria prusiana no solo humilló a Francia, sino que también permitió a Bismarck cumplir su sueño. El 18 de enero de 1871, en el Salón de los Espejos del Palacio de Versalles, se proclamó el Imperio Alemán, unificando los estados alemanes bajo el liderazgo de Prusia. Guillermo I se convirtió en el Kaiser (emperador) del nuevo imperio.

Reflexiones sobre el Telegrama de Ems

El incidente del telegrama de Ems es un ejemplo clásico de cómo una manipulación de la información puede cambiar el curso de la historia. La habilidad de Bismarck para transformar una conversación diplomática en una provocación que llevó a la guerra demuestra el poder de la diplomacia y la comunicación en la política internacional.

Para las familias que escuchan esta historia, es una lección sobre la importancia de la precisión y la verdad en la comunicación. También es un recordatorio de cómo las tensiones y los conflictos entre naciones pueden ser influidos por la percepción y el orgullo nacional.

En un mundo donde la información viaja más rápido que nunca, y donde las palabras pueden ser tan poderosas como las acciones, la historia del telegrama de Ems sigue siendo relevante. Nos enseña a ser críticos y a valorar la paz, recordando que a menudo, las guerras comienzan no solo por grandes acciones, sino también por pequeños malentendidos y manipulaciones.

Un Epílogo para Reflexionar

Hoy, más de 150 años después, el incidente del telegrama de Ems sigue siendo estudiado por historiadores y analizado en las aulas. Es un ejemplo de cómo un solo acto de manipulación puede desencadenar eventos de proporciones épicas.

Para nosotros, como individuos y miembros de la comunidad global, esta historia nos insta a valorar la diplomacia, la comunicación honesta y la resolución pacífica de conflictos. Recordemos siempre que, aunque la historia esté llena de guerras y conquistas, también está llena de oportunidades para aprender, crecer y construir un futuro más pacífico y cooperativo.

domingo, 22 de diciembre de 2024

Crisis del Beagle: Asalto blindado argentino por el norte a Santiago

Crisis del Beagle: Asalto blindado sobre Santiago

Por Esteban McLaren



El 22 de diciembre de 1978, conocido como el Día D, se habrían iniciado de manera coordinada a lo largo de las fronteras con Chile diversas acciones militares dentro del marco de la operación Soberanía. Es muy difícil determinar con certeza cuál de todas las acciones planificadas hubiera iniciado propiamente la guerra, pero está claro que habría sido un asalto simultáneo en, al menos, cuatro frentes. El principal habría sido la batalla naval y el desembarco en el canal de Beagle, donde la Infantería de Marina de la Armada de la República Argentina (IMARA) intentaría desembarcar parte de sus tropas en las islas Lennox, Nueva (ya ocupada por tropas del Cuerpo de Infantería de Marina chileno, CIM) y Picton, mientras otras tropas buscarían ocupar el resto de la isla. Este frente será objeto de análisis futuro. Sincronizadamente, habría un avance terrestre en el frente central partiendo desde Mendoza (con una posible segunda línea de avance desde el sur por el paso Puyehue, hoy Cardenal Samoré) con el objetivo final de llegar a la capital nacional, Santiago.

El propósito de este artículo es explorar un escenario de historia alternativa centrado únicamente en el frente de ataque de la ruta Mendoza-Santiago. La guerra nunca ocurrió, pero ¿cómo habría sido si Argentina no hubiera aceptado la mediación papal? Ese será nuestro punto de divergencia con la historia real. Apelemos a la racionalidad y la prospectiva en un ejercicio que siempre será incompleto y cuyo resultado final pertenece a otro espacio-tiempo.

En el conflicto del canal de Beagle de 1978 entre Argentina y Chile, se consideró un ataque directo desde Mendoza hacia la capital chilena, Santiago. Esta decisión táctica y estratégica se justificaba desde varias perspectivas. Primero, el foco principal del conflicto estaba en la región austral, lo que significaba que un ataque desde Mendoza podría servir como una maniobra de distracción para dividir las fuerzas chilenas, debilitando así su capacidad de defensa en el sur.

El acceso directo a Santiago desde Mendoza era otra razón clave. Santiago, siendo el centro neurálgico de Chile tanto política como militarmente, representaba un objetivo crucial. Tomar la capital podría forzar una rápida capitulación chilena debido al impacto estratégico y psicológico que ello conllevaría. Las rutas de acceso a través de los Andes, especialmente el Paso de los Libertadores, conectaban directamente Mendoza con la región metropolitana de Santiago, facilitaban un avance argentino hacia la capital.

Además, Mendoza contaba con importantes recursos logísticos, lo que la convertía en una base de operaciones ideal para un asalto sostenido hacia Santiago. Obviamente "detrás" de Mendoza se hallaba todo el complejo industrial militar asentado en Córdoba, Rosario y Gran Buenos Aires, con fábricas de armas y municiones, aviones ligeros y astilleros así como todo el complejo agro-alimentario nacional. Desde el punto de vista argentino, la estrategia implicaba preparativos logísticos y de inteligencia detallados sobre las defensas chilenas a lo largo del Paso de los Libertadores. Establecer líneas de suministro robustas desde Mendoza era esencial para asegurar un flujo continuo de recursos.

La táctica argentina se centraría en un ataque rápido y coordinado, utilizando tropas de infantería mecanizada y apoyo aéreo para penetrar rápidamente las defensas fronterizas y avanzar hacia Santiago. Se desplegarían las unidades mejor entrenadas para maximizar la eficiencia del ataque y mantener la moral de las tropas alta mediante una comunicación efectiva de los objetivos. Además, se planearían operaciones de distracción en otras partes de la frontera para confundir y dispersar a las fuerzas chilenas.

Por otro lado, una estrategia de defensa de la capital implicaría fortificar el Paso de los Libertadores con artillería y tropas bien posicionadas, utilizando la geografía montañosa a favor para establecer posiciones defensivas estratégicas. Mantener una vigilancia constante y activa en la frontera sería crucial para detectar movimientos argentinos y anticipar sus planes. El anecdotario trasandino comenta de tropas desplegadas en los picos cordilleranos para avisar del traspaso de vuelos argentinos como una suerte de observadores adelantados.



La defensa chilena se organizaría en profundidad, estableciendo varias líneas de defensa escalonadas para retrasar y desgastar a las fuerzas argentinas, mientras se utilizarían fuerzas de reserva para contragolpes y ataques de flanco. Preparar a la población civil de Santiago para la defensa, construyendo barricadas y organizando milicias, sería esencial para mantener la moral alta. Además, se coordinaría la defensa aérea y de artillería para realizar ataques preventivos sobre las columnas argentinas y responder rápidamente a sus movimientos.

Las fuerzas especiales chilenas jugarían un papel crucial, implementando operaciones de sabotaje detrás de las líneas enemigas para interrumpir suministros y comunicaciones, y llevando a cabo ataques precisos contra líderes y centros de comando enemigos. Veamos con más detalles estas acciones que nunca ocurrieron aunque bien cerca se estuvo.

Orden de Batalla Regional (ORBAT) en 1978

Argentina

Ejército:

  • IV Cuerpo de Ejército en Mendoza:
    • 8va Brigada de Infantería de Montaña: Unidades de infantería de montaña entrenadas para combate en terreno montañoso.
    • 2da Brigada Blindada: Unidades blindadas con tanques y vehículos de combate.
    • IV Brigada Aérea: Apoyo aéreo cercano y transporte.
    • VIII Brigada de Infantería de Montaña: Especializada en combate en terreno montañoso, equipada con artillería ligera y morteros.
    • Regimiento de Caballería Blindada 11 "Cazadores de Los Andes": Con tanques AMX-13 y vehículos de transporte blindados.
    • Regimiento de Infantería 16: Con infantería mecanizada lista para un asalto frontal.

Fuerza Aérea:

  • IV Brigada Aérea (El Plumerillo, Mendoza): Aviones de ataque como el A-4 Skyhawk, Mirage III, y aviones de transporte para logística y apoyo aéreo cercano.


Chile

Ejército:

  • III División del Ejército en Valparaíso:
    • 1ra Brigada Acorazada “Coraceros”: Unidades blindadas con tanques y vehículos de combate.
    • 2da Brigada de Infantería: Unidades de infantería regular.
    • Brigada de Operaciones Especiales “Lautaro”: Fuerzas especiales y de montaña entrenadas para operaciones en terreno accidentado.
    • Regimiento de Infantería N°1 "Buin": Ubicado en la región del Aconcagua, equipado con artillería ligera y mediana.
    • Regimiento de Caballería Blindada N°1 "Granaderos": Operando en el valle con tanques ligeros y vehículos de reconocimiento.
    • Baterías de Artillería: Posicionadas en puntos estratégicos para cobertura de fuego.
    • Fuerzas menores de Carabineros

Fuerza Aérea:

  • V Brigada Aérea (Base Aérea Cerro Moreno, Antofagasta, altamente improbable por la distancia) y II Brigada Aérea (Santiago): Aviones de combate como el F-5E Tiger II y cazas Hawker Hunter, además de aviones de transporte y apoyo.
  • Brigada de Aviación del Ejército: Proporcionando apoyo aéreo con helicópteros UH-1 y aviones ligeros de reconocimiento.


Rol de las Fuerzas Aéreas

Argentina:

  • La Fuerza Aérea Argentina intentaría mantener la superioridad aérea sobre el Paso Los Libertadores y sus alrededores para proteger el avance de las tropas terrestres y proporcionar apoyo aéreo cercano.
  • Aviones de ataque como el A-4 Skyhawk y Mirage III realizarían misiones de interdicción y bombardeo contra posiciones chilenas. Sin dudas el primer blanco sería la base aérea en Santiago en un estilo de ABA (Airbase Attack) que imposibilite el poder aéreo chileno para el resto de las operaciones.

Chile:

  • La Fuerza Aérea de Chile defendería su espacio aéreo agresivamente, utilizando aviones F-5E Tiger II y Hawker Hunter para interceptar y atacar aviones argentinos. Probablemente ejemplares más antiguos en condiciones de vuelo sería puestos en línea de combate de nuevo.
  • Las unidades aéreas chilenas también atacarían columnas terrestres argentinas y sus líneas de suministro para ralentizar el avance.


En términos de poder aéreo, ambas bases aéreas se encontraban en relativa paridad de poder y calidad de los aviones aunque la información reciente nos presenta a los F-5 Tiger II con baja operatividad debido al embargo norteamericano que ya llevaba años. El tema de guerra aérea sobre la cordillera por las maniobras muy repentinas de aceleración por las trepadas y profundos picados implicados merece un análisis aparte.

Defensa del Valle del Aconcagua

Contexto y Situación:

En diciembre de 1978, en el marco del conflicto del Beagle entre Argentina y Chile, la tensión estaba en su punto álgido. Las fuerzas argentinas, concentradas en Mendoza, estaban listas para un potencial asalto blindado a través de los Andes, apuntando hacia el valle del Aconcagua, al norte de Santiago de Chile. El objetivo era romper las defensas chilenas y avanzar hacia la capital. En este escenario montañoso y estratégico, ambos ejércitos desplegaron sus fuerzas y prepararon tácticas de defensa en profundidad.


Estrategia y Tácticas Chilenas de Defensa en Profundidad:

Conociendo las capacidades del enemigo y la geografía del terreno, las fuerzas chilenas implementaron una defensa en profundidad para proteger el valle del Aconcagua:

1. Reconocimiento y Vigilancia:

Desde tempranas horas de la mañana, equipos de reconocimiento chilenos patrullaban las alturas, observando cualquier movimiento en los pasos de montaña. Utilizando binoculares y radios, estos soldados vigilaban constantemente los senderos que descendían desde Mendoza, atentos a cualquier señal de actividad enemiga.

  • Patrullas de Reconocimiento: Equipos de reconocimiento fueron desplegados en puntos elevados para vigilar los movimientos argentinos a través de los pasos de montaña.
  • Puestos de Observación: Establecieron puestos de observación a lo largo de las rutas posibles de avance, utilizando comunicación por radio para reportar movimientos enemigos.

2. Fortificaciones y Puntos de Resistencia:

A lo largo del valle, los ingenieros militares habían trabajado sin descanso, aprovechando las formaciones rocosas naturales para construir bunkers y trincheras. En puntos estratégicos, se habían colocado nidos de ametralladoras, listos para repeler cualquier intento de avance. Los soldados del Regimiento de Infantería N°1 "Buin" se apostaron en estas posiciones, preparados para ofrecer una resistencia feroz.

  • Fortificaciones Naturales: Aprovecharon las formaciones rocosas y acantilados naturales para construir defensas y trincheras.
  • Bunkers y Nidos de Ametralladoras: Construyeron bunkers y posiciones fortificadas en puntos clave del valle para maximizar la resistencia y retrasar el avance enemigo.

3. Maniobra y Movilidad:

En áreas accesibles, la caballería blindada del Regimiento de Caballería Blindada N°1 "Granaderos" mantenía sus tanques ligeros y vehículos de reconocimiento en constante alerta, listos para moverse rápidamente y reforzar cualquier punto que fuese atacado. Las unidades de reserva se mantenían móviles, listas para intervenir donde se las necesitase.

  • Unidades de Reserva: Mantuvieron unidades de reserva móvil en las zonas más accesibles del valle para reforzar rápidamente cualquier punto que fuese atacado.
  • Despliegue de Caballería Blindada: La caballería blindada se posicionó en áreas donde podían realizar contraataques rápidos y flanquear a las fuerzas argentinas.

4. Uso de Artillería:

En colinas elevadas, las baterías de artillería estaban bien camufladas. Los artilleros mantenían sus ojos fijos en las posiciones de los observadores avanzados, esperando las coordenadas para iniciar un bombardeo preciso. La coordinación con la infantería era vital para maximizar el impacto de los bombardeos y detener el avance enemigo.

  • Bombardeo Preventivo: Utilizaron artillería para realizar bombardeos preventivos en las rutas de acceso conocidas, dificultando el avance argentino.
  • Coordinación con Infantería: La artillería estaba estrechamente coordinada con las unidades de infantería para proporcionar fuego de cobertura durante los enfrentamientos.

5. Obstáculos y Trampas:

Los ingenieros militares habían sembrado minas en los senderos más probables y preparado deslizamientos de tierra controlados para crear obstáculos adicionales. Cualquier avance argentino encontraría un terreno hostil y lleno de trampas mortales.

  • Minado de Senderos: Colocaron minas y trampas en los senderos y rutas de acceso más probables para retrasar y desorganizar a las tropas blindadas argentinas.
  • Obstáculos Naturales: Utilizaron el terreno para crear obstáculos adicionales, como la voladura de puentes y la creación de deslizamientos de tierra.

Tácticas argentinas para desarmar la defensa en profundidad chilena:

Las fuerzas argentinas, conscientes de la defensa chilena, planificaron su ataque con una combinación de tácticas de reconocimiento, maniobra y poder de fuego.

1. Reconocimiento y Inteligencia:

Patrullas de reconocimiento argentinas, incluyendo exploradores de la VIII Brigada de Infantería de Montaña, se infiltraron en el terreno hostil, identificando puntos débiles y rutas menos defendidas. Utilizando métodos tradicionales de inteligencia, como el interrogatorio de prisioneros y la interceptación de comunicaciones, reunieron información crítica.

  • Patrullas de Reconocimiento: Enviaron patrullas de reconocimiento y exploradores para identificar las posiciones defensivas chilenas y encontrar rutas menos defendidas.
  • Interrogatorio de Prisioneros: Recopilaron inteligencia a través del interrogatorio de prisioneros y la interceptación de comunicaciones.

2. Ataques de Flanqueo y Maniobras:

Al amanecer, las fuerzas especiales argentinas, expertos en combate en terreno montañoso, comenzaron a moverse a través de pasos ocultos, flanqueando las posiciones chilenas. Mientras tanto, las unidades mecanizadas del Regimiento de Caballería Blindada 11 "Cazadores de Los Andes" se preparaban para avanzar rápidamente por rutas identificadas como menos defendidas.

  • Rutas Alternativas: Utilizaron rutas menos defendidas y pasos de montaña ocultos para flanquear las posiciones chilenas.
  • Fuerzas Especiales: Desplegaron fuerzas especiales para realizar incursiones detrás de las líneas enemigas, saboteando sus posiciones y líneas de suministro.

3. Coordinación de Ataques:

A medida que los exploradores confirmaban las posiciones chilenas, la artillería argentina comenzó a bombardear los puntos fortificados. El estruendo de los cañones rompió el silencio del valle, mientras las tropas de infantería se preparaban para avanzar. Los ataques se coordinaron desde múltiples direcciones, buscando abrumar y desorganizar la defensa chilena.

  • Ataques Coordinados: Realizaron ataques coordinados desde múltiples direcciones para abrumar y desorganizar la defensa chilena.
  • Uso de Morteros y Artillería: Emplearon morteros y artillería para bombardear las posiciones fortificadas chilenas antes de avanzar con la infantería.

4. Movilidad Rápida:

Utilizando vehículos ligeros y su conocimiento del terreno, la infantería de montaña argentina avanzó a través del terreno difícil, buscando superar las defensas naturales y artificiales. La rapidez y flexibilidad de estas unidades eran clave para mantener el impulso del ataque.

  • Unidades Mecanizadas: Las unidades mecanizadas se movieron rápidamente a través del terreno difícil, utilizando vehículos ligeros y adaptados al terreno montañoso.
  • Infantería de Montaña: La infantería de montaña avanzó utilizando su conocimiento del terreno para superar las defensas naturales y artificiales.

5. Apoyo Aéreo:

A lo lejos, aviones de ataque ligero A-4 de la Fuerza Aérea Argentina rugieron por el cielo, lanzando bombardeos precisos sobre las posiciones chilenas. Estos ataques aéreos proporcionaron cobertura adicional y desestabilizaron aún más las defensas enemigas.

  • Ataques Aéreos Tácticos: Utilizaron aviones de ataque ligero para bombardear posiciones defensivas y proporcionar apoyo cercano a las tropas en avance.
  • Reconocimiento Aéreo: Los aviones de reconocimiento ayudaron a identificar las posiciones enemigas y ajustar el fuego de artillería.

En diciembre de 1978, la batalla por el valle del Aconcagua entre Argentina y Chile habría sido un enfrentamiento feroz y complicado, donde la defensa en profundidad chilena y las tácticas de asalto argentinas se pondrían a prueba en uno de los terrenos más difíciles del mundo. La combinación de tácticas adaptadas al terreno, reconocimiento efectivo y maniobras inteligentes habría sido clave para determinar el resultado de este potencial conflicto.


Conducta de las Tropas Argentinas

Podemos inferir la conducta en combate de las tropas argentinas a partir de su participación en la guerra de las Malvinas, cuatro años después. Las tropas chilenas, por su parte, no habían enfrentado a un enemigo extranjero en un siglo antes del conflicto, y la única escaramuza previa fue en 1965 entre gendarmes y carabineros en Lago del Desierto. Este incidente no demostró una disposición a morir en combate, ya que se rindieron rápidamente, a pesar de haber estado afianzados en el terreno durante semanas, sin aprovechar esa ventaja. Basándonos en la experiencia de las Malvinas:

  • Moral y Motivación: Las tropas argentinas podrían mostrar alta moral y motivación al tener suministro constante y el objetivo de defender el honor nacional, similar a su comportamiento en Malvinas.
  • Tácticas: Las tácticas de ataque frontal vistas en Malvinas podrían repetirse, pero con la diferencia de tener una línea de suministro terrestre constante y apoyo logístico, mejorando su efectividad en el campo.
  • Desempeño: Es probable que muestren mejor coordinación y efectividad operativa debido a la presencia de líneas de suministro y soporte constante, a diferencia del aislamiento en Malvinas. Ahora la provisión estaría más asegurada con los depósito en Mendoza y el interior del país. Asimismo, al igual que en Malvinas, la mayoría de las tropas se rindieron sólo tras agotar munición.


Escenarios probables en el choque de fuerzas

Rutas de Ataque

El ataque desde Mendoza hacia Santiago podría seguir las siguientes rutas principales:

  1. Ruta Nacional 7 (Paso Internacional Los Libertadores):

    • Esta es la principal vía terrestre que conecta Mendoza con Santiago, cruzando la Cordillera de los Andes por el Paso Los Libertadores. Es la ruta más directa pero también la más predecible y, por lo tanto, fortificada.
  2. Ruta Nacional 40 hacia el sur y luego cruzando por el Paso Pehuenche:

    • Una ruta alternativa menos directa pero que podría ofrecer menos resistencia inicial debido a su menor uso comercial y turístico en comparación con Los Libertadores.

 

1. Estancamiento 

Zona de Estancamiento Probable

Valle del Aconcagua:

  • Este valle es un punto crítico antes de llegar a Santiago y sería el lugar donde las fuerzas chilenas probablemente establecerían una línea defensiva fuerte debido a la geografía que permite defensas naturales y al control de las rutas de acceso a la capital.
 

Análisis de un potencial estancamiento en el Valle del Aconcagua

1. Identificación de la Ruta de Ataque

  • Punto de Partida: Las tropas argentinas saldrían desde Mendoza, una ciudad importante con infraestructura militar adecuada para movilizar una ofensiva de gran escala.
  • Ruta de Abastecimiento:
    • Mendoza: Principal centro de logística y abastecimiento.
    • Los Andes: Cruce fronterizo clave. Aquí se acumularían suministros antes de cruzar hacia Chile.
    • Valle del Aconcagua: Primer punto estratégico en territorio chileno donde se establecerían depósitos avanzados para mantener el flujo de suministros.

2. Defensa Chilena en el Valle del Aconcagua

El alto mando chileno al considerar la defensa del Valle del Aconcagua en 1978 se centraría en utilizar el terreno montañoso a favor y establecer una defensa en profundidad. Los recursos disponibles incluirían minas antitanque, artillería, y posiciones de infantería bien fortificadas.

Zonas de Defensa Clave:

  • Mina San José/Las Cuevas: Zona adecuada para la colocación de minas antitanque debido a su terreno angosto y rocoso, dificultando el avance de vehículos blindados (linea Amarilla, debajo).
  • Los Andes: Ubicación ideal para artillería debido a su elevación y vista sobre las rutas de avance. Aquí se podrían emplazar piezas de artillería pesada para atacar formaciones argentinas en movimiento (linea Roja, debajo).
  • Calle Larga: Trincheras y posiciones defensivas de infantería, proporcionando una línea defensiva inicial y conteniendo el avance enemigo lo suficiente para permitir ataques de artillería y preparativos adicionales en retaguardia (linea Roja, debajo).
  • San Felipe: Posición secundaria para artillería y reservas, listo para reforzar las líneas frontales o cubrir la retirada en caso de necesidad (linea Roja, debajo).

 

Mapa Estratégico:

  1. Minas Antitanque: Instaladas en Mina San José y puntos críticos a lo largo del valle.
  2. Artillería: Emplazada en Los Andes y San Felipe.
  3. Trincheras y Fortificaciones: Establecidas en Calle Larga y otros puntos elevados del valle.
  4. Emboscadas y guerrilla: La zona rural, si bien el valle es relativamente ancho y llano, permitiría operaciones de desgaste por parte de tropas y civiles.

El valle del Aconcagua se convertiría en un campo de batalla donde la estrategia y la adaptabilidad de ambas fuerzas se pondrían a prueba. Los soldados chilenos, atrincherados y bien preparados, se enfrentaron con determinación a cada avance argentino. Las minas y trampas ralentizaban el avance, y el fuego de artillería chileno causarían bajas significativas.

Sin embargo, los ataques coordinados y la movilidad argentina podrían romper las líneas defensivas. Los flanqueos y las incursiones detrás de las líneas chilenas desorganizarían a las fuerzas defensoras, obligándolas a retroceder y reagruparse constantemente. La presión sería implacable.





Configurada esta situación, debe remarcarse que éste podría ser el objetivo final de esta fase de ataque. El asalto a Santiago puede caber perfectamente en el concepto de ataque distracción: el asalto a la capital obligaría al Alto Mando chileno a desviar las mejores fuerzas para defensa de la capital. Regimientos, helicópteros, artillería y blindados, los mejores cazas disponibles, se distraerían del frente Sur donde fuerzas militares estarían implicadas en un asalto blindado a Punta Arenas y una operación de desembarco en las islas Picton, Nueva y Lennox. Es decir, esta fase de estancamiento del frente podría ser un objetivo en sí mismo y tendría perfecta lógica. Ahora veremos por qué, avanzar hacia la capital, hubiese sido a todas luces un evento enormemente costoso para atacantes y defensores.

Estrategia Argentina para Romper la Defensa Chilena

Para un general argentino, la clave para superar las defensas chilenas en el Valle del Aconcagua residiría en la combinación de maniobras tácticas y apoyo aéreo.

Acciones probables:

  • Ataques de Artillería y Aérea Preliminares: Bombardeo intensivo de posiciones defensivas en Los Andes y Calle Larga para desestabilizar y debilitar las líneas chilenas.
  • Infiltración y Sabotaje: Unidades de operaciones especiales podrían infiltrarse para desactivar minas antitanque y sabotear posiciones de artillería chilenas antes del avance principal.
  • Ataques de Pinza: Coordinación de ataques en múltiples frentes para diluir las defensas chilenas. Un ataque principal desde el norte del valle y un segundo avance desde el sur para rodear y desbordar las líneas enemigas.
  • Despliegue de Tropas Motorizadas: Aprovechar el terreno abierto tras el valle para un avance rápido hacia Santiago, minimizando el tiempo de respuesta y reagrupamiento de las fuerzas chilenas.


Resumen de esta fase

Defensa Chilena:

  • Minas antitanque en puntos críticos.
  • Artillería en posiciones elevadas.
  • Trincheras en rutas de acceso principales.

Estrategia de Rompimiento Argentina:

  • Bombardeos intensivos iniciales.
  • Infiltración y sabotaje.
  • Ataques coordinados en pinza.
  • Avance rápido de tropas motorizadas.

Esta combinación de tácticas y la adecuada utilización de los recursos disponibles podrían determinar el éxito de la operación argentina y la efectiva defensa chilena durante la crisis del Beagle de 1978.


2. Rompimiento del Frente por Parte de Argentina

Si las fuerzas argentinas lograran romper el frente chileno en el Valle del Aconcagua, avanzarían hacia Santiago tomando las siguientes rutas:

  1. Ruta 5 Norte (Autopista Panamericana):

    • Esta sería la principal vía de entrada a Santiago desde el norte, ofreciendo un acceso directo a la ciudad. Al ser una ruta principal, sería altamente defendida.
  2. Ruta 57 (Los Andes - Santiago):

    • Una alternativa más directa desde Los Andes a Santiago. Esta ruta sería utilizada para aprovechar el impulso de una ruptura rápida y avanzar hacia el corazón de la ciudad.


2.1 Focos de Resistencia Más Duros en Santiago

Dentro de Santiago, los focos de resistencia más duros probablemente serían:

  1. Centro Histórico de Santiago:

    • Concentra muchos edificios gubernamentales y estratégicos, incluyendo La Moneda, el Palacio Presidencial. Este área sería fuertemente defendida por tropas chilenas (Plaza de Armas de Santiago). Ruta 1 debajo, en rojo.
  2. Barrio Independencia y Recoleta:

    • Estas zonas, al norte del centro, serían claves para controlar las rutas de acceso desde el norte y noreste de la ciudad. Ruta 1 debajo, en rojo y amarillo.
  3. Sector Militar de la Escuela Militar Bernardo O'Higgins:

    • Al este de la ciudad, esta área incluye instalaciones militares y de entrenamiento, ofreciendo una base sólida para la defensa. Ruta 2 debajo, línea roja.
  4. Aeropuerto Internacional Comodoro Arturo Merino Benítez:

    • Controlar el aeropuerto sería crucial para cualquier operación militar, tanto para asegurar líneas de suministro como para impedir refuerzos aéreos. Ruta 3 debajo, línea roja.

1. Avance hacia el centro y núcleos de resistencia

2. Desvío a Escuela Militar

3. Desvío a Aeropuerto


Opciones de conducción de las operaciones

Un comando de operaciones arriesgado y agresivo podría tomar las siguientes decisiones:

  • Ataque Rápido al Centro Histórico:
    • Ordenar un avance directo y rápido hacia el centro de Santiago para capturar La Moneda y otros edificios gubernamentales clave, buscando desmoralizar a las fuerzas chilenas y generar un colapso rápido de la resistencia organizada.
    • Ventaja: Potencial para una victoria rápida y decisiva.
    • Riesgo: Alta probabilidad de encontrarse con defensas concentradas y bien organizadas, lo que podría resultar en grandes bajas y una posible contraofensiva.

 

Una aproximación más racional y meditada podría optar por:

  • Asegurar Perímetros y Flancos:
    • Avanzar de manera más cautelosa, asegurando las áreas periféricas y consolidando las líneas de suministro antes de avanzar hacia el centro de Santiago.
    • Priorizar Objetivos Estratégicos:
      • Tomar control del aeropuerto y rutas principales para asegurar el flujo de suministros y refuerzos.
      • Llevar a cabo operaciones para debilitar la moral chilena y desorganizar su mando y control mediante ataques a objetivos clave pero menos defendidos inicialmente.
    • Ventaja: Reducción de riesgos y posibilidad de avanzar de manera sostenida y organizada.
    • Riesgo: Mayor tiempo de campaña, lo que podría permitir a las fuerzas chilenas reorganizarse y recibir refuerzos.


Consideraciones Estratégicas

  • Fuerza Aérea: Ambos generales necesitarían asegurar la superioridad aérea para proteger sus tropas y líneas de suministro, utilizando ataques aéreos para debilitar las defensas chilenas.
  • Tropas de Montaña: Serían esenciales para asegurar los flancos y proporcionar inteligencia sobre las defensas chilenas, así como para realizar operaciones de infiltración y sabotaje detrás de las líneas enemigas.
  • Logística: Mantener líneas de suministro abiertas y seguras sería crucial para sostener el avance argentino, especialmente en un terreno montañoso y urbano como Santiago.

 

Conclusión

La elección de un ataque desde Mendoza hacia Santiago se justificaría por el impacto potencial de capturar la capital chilena y desviar las defensas enemigas. Como general argentino, se priorizaría un ataque coordinado y rápido, aprovechando la sorpresa y el apoyo logístico. Mientras tanto, un comandante chileno centraría la defensa en fortificar las rutas de acceso, utilizar la geografía a su favor, y mantener la moral y preparación de sus fuerzas y población civil. En definitiva, abocarse a una defensa en profundidad.


Un ataque argentino desde Mendoza hacia Santiago durante la crisis del Beagle habría sido un conflicto complejo y multifacético. La geografía, la preparación de las tropas y el apoyo aéreo habrían jugado roles críticos en el desarrollo del conflicto. El Valle del Aconcagua probablemente habría sido el punto de estancamiento, con ambos lados utilizando sus fuerzas aéreas y tropas de montaña para intentar ganar la ventaja en este terreno desafiante. Si era vencido esta obstáculo, las rutas de ataque a Santiago son evaluadas. La lucha hubiese sido cara en términos de bajas para ambos bandos, tanto militares (ambos) como civiles (chilenos). El daño a la infraestructura chilena sería bajo cualquier parámetro una pesada carga para su economía y normal desarrollo futuro.

La estrategia adoptada por el liderazgo argentino en un avance hacia Santiago dependería del balance entre la agresividad y la prudencia. Un avance rápido y decisivo podría ganar terreno rápidamente pero con mayores riesgos, mientras que un enfoque más metódico y racional podría asegurar una victoria más sostenida aunque más lenta. Las fuerzas aéreas y las tropas de montaña jugarían roles cruciales en ambos enfoques, garantizando el apoyo y la seguridad del avance terrestre. 

 

Continuará...