lunes, 26 de enero de 2015

España: Recuperando un bosque arrasado por la Armada Invencible

Repoblando el bosque arrasado por la Armada española
ARACELI ACOSTA / MADRID
ABC
Un proyecto de restauración en la montaña pasiega intenta revertir la intensa deforestación sufrida hace tres siglos
Repoblando el bosque arrasado por la Armada española

Se estima que en la montaña pasiega se talaron 10 millones de árboles

El tapiz verde que cubre la montaña pasiega no puede esconder las señales de la brutal deforestación que se produjo en esta zona y en otras de España entre los siglos XVI y XVIII. La Real Armada fue aquí el mayor agente transformador del paisaje original dejando la tierra desnuda, sobre la que aún hoy puede adivinarse el camino que seguían los árboles talados, montaña abajo por el llamado Resbaladero de Troncos hasta llegar al río, y una cabaña de piedra, la Casa del Rey, que servía de puesto de operaciones para controlar el transporte de la madera. Su misión no era baladí, puesto que de aquí salieron los árboles con los que se construirían navíos, galeones y también armamento para la Armada española, un verdadero “bosque flotante”.

En total, en la montaña pasiega se estima que se talaron 10 millones de árboles. La extracción de madera fue destinada a los Reales Astilleros de Guarnizo y a los hornos de las Reales Fábricas de Liérganes y La Cavada, dedicadas a la fabricación de piezas de artillería y munición. La producción de un cañon de dos toneladas consumía la madera de 2,5 hectáreas de bosque, explica Carlos Sánchez, presidente de la Fundación Naturaleza y Hombre. Solo entre 1720 y 1770, en Guarnizo se construyeron 15 paquebotes, 36 navíos, 23 fragatas, 3.000 cañones y 3 galeones, arrasando 50.000 hectáreas de bosque.

Una deforestación que luego se perpetuó con la explotación ganadera y la práctica transmitida de generación en generación de hacer quemas controladas en la creencia de que así se renuevan los pastos, aunque lo que han hecho es impedir la regeneración natural de estos terrenos. Desde 1999, la Fundación Hombre y Naturaleza trabaja para revertir este proceso, un proyecto en el que ahora cuenta con la ayuda de la Fundación Banco Santander, y en este tiempo llevan plantados con éxito unos 80.000 árboles. Se trata de plantaciones de especies autóctonas, como el haya, el roble, el fresno, el avellano, los serbales y el abedul.

El área de trabajo se extiende sobre unas 50.000 hectáreas de Cantabria y Castilla y León, que conforman la montaña cantábrico-burgalesa, concretamente en el norte burgalés -Espinosa de los Monteros y las Merindades- y en el sureste de Cantabria, en las zonas altas de los ríos Pas, Asón y Miera. El pueblo pasiego ha mantenido hasta hoy un modo de vida original, seminómada, basado en la ganadería trashumante y sustentado sobre el prado cercado y la cabaña pasiega.

Recuperar razas autóctonas

Y por eso, este proyecto de reforestación lleva asociado un modelo de gestión silvopastoral. Como cuenta Sánchez, cuando se iniciaron los trabajos de restauración “nos dimos cuenta de que las fincas que los pasiegos trabajaban no se quemaban”, por eso es importante mantener los prados y la ganadería. En este sentido, una de las claves del proyecto es la recuperación de variedades locales de ganado doméstico: la oveja lacha carranzana, la vaca roja pasiega (vaca lechera rústica en peligro de extinción, en cuya leche está el secreto de los sobaos pasiegos), el caballo losino -también en peligro de extinción- y el burro.

Por tanto, como explica Borja Baselga, director de la Fundación Banco Santander, este proyecto, “además de poner su atención en los bosques, se ocupa de la actividad agropecuaria pasiega y de especies en peligro de extinción que han ayudado al hombre durante siglos”. Y lo continuán haciendo, ya que este ganado autóctono se está convirtiendo en un aliado para la regeneración.

Recuperar «la muda»

Así, se ha podido recuperar la transterminancia pasiega del ganado, la llamada “muda”, para que el ganado aproveche los pastos en las zonas altas en verano y en las zonas bajas en invierno. Con esto, además de suponer un ahorro para el ganadero -al que costaba unos 6.000 euros al año mantener el ganado en las cabañas en época de nieves- es un beneficio para el ecosistema, pues el ganado en su camino traslada los nutrientes de las zonas bajas del valle a las zonas altas en un trasiego cíclico que dura todo el año. Asimismo, el proyecto ha conseguido la certificación oficial para la producción ecológica de corderos y terneros.

“Esto es solo un granito de arena -explica Carlos Sánchez, puesto que esto es un proyecto a largo plazo, pero es el primer paso para revertir el proceso y que la montaña pasiega recupere su esplendor forestal y su capacidad de retención de ag

domingo, 25 de enero de 2015

San Martín: El hermano del Libertador en las Filipinas

El hermano desconocido de San Martín que luchó y murió en Filipinas
Claudia Peiró - Infobae

La visita del pontífice argentino al archipiélago asiático es una buena ocasión para recordar que un pariente de nuestro héroe nacional tiene su tumba en Manila. El homenaje de Perón y el orgullo filipino



Busto de San Martín en Manila. Fotografía tomada por el embajador argentino en Filipinas Joaquín Otero

Homenaje a San Martín en Manila

Homenaje a San Martín en Manila



¿Un San Martín sepultado y honrado en los confines del mundo? Es una noticia que sorprende, tan poca ha sido la atención prestada por nuestros historiadores a muchos detalles de la vida del Libertador y, particularmente, de su familia. Existe una excepción, y es el libro Los hermanos de San Martín, publicado hace unos diez años. Su autor es Armando Rubén Puente, periodista, historiador y escritor argentino radicado en España desde hace muchos años.



Reunión de la IDC en Manila Filipinas. De pie, Ricardo Romano (PJ). Sentado en el centro, el lider democristiano filipino Raúl Manglapus

El libro de Armando Puente sobre el exilio de San Martín

El Capitán Juan de San Martín, padre del Libertador

Puente es tal vez el único historiador que se dedicó a estudiar la vida de los hermanos de San Martín. Volcó el resultado de sus investigaciones en el libro mencionado -ampliamente agotado-, que por fortuna se encuentra a la espera de una reedición. Allí describe la trayectoria de Juan Fermín Rafael, nacido en 1774, y por lo tanto cuatro años mayor que José Francisco. Este hermano de nuestro prócer fue destinado a Filipinas en 1805. Ya no regresaría a España. Murió en Manila el 17 julio de 1822, a los 48 años.

Recordemos que fueron cinco los hijos del matrimonio formado por el Capitán Juan de San Martín y Gregoria Matorras, ambos oriundos de la actual Castilla. Todos nacieron en tierra americana, en las antiguas misiones jesuíticas, donde el padre fue Teniente Gobernador y se desempeñó en la defensa de la frontera, permanentemente amenazada por las incursiones de los bandeirantes portugueses. María Elena (1771), la hija mayor y única mujer, y los dos primeros varones, Manuel Tadeo (1772) y Juan Fermín (1774), nacieron en Calera de Vacas, actual territorio uruguayo, mientras que los dos menores, Justo Rufino (1776) y José Francisco (1778), en Yapeyú, hoy provincia de Corrientes. Toda la familia regresó a España en 1784. No se conocen retratos de todos los hermanos de San Martín; sólo de Justo, de María Elena. También éste, del padre, Juan.



Fuerte de Zamboanga, en Mindanao (Filipinas), la plaza que defendió Juan Fermín de San Martín, hermano del Libertador, en 1821.

Fuerte de Zamboanga, en Mindanao (Filipinas), la plaza que defendió Juan Fermín de San Martín, hermano del Libertador, en 1821. 

Fuerte de Zamboanga, en Mindanao (Filipinas), la plaza que defendió Juan Fermín de San Martín, hermano del Libertador, en 1821.

Desde Madrid, Armando Puente sintetizó para Infobae los datos que pudo recabar para reconstruir la trayectoria de este hermano del Libertador que vivió y murió en Filipinas que, recordemos, era una colonia española desde 1521, cuando fue reclamada para la Corona de España por Fernando de Magallanes en su truncada vuelta al mundo.

Todos los varones de la familia San Martín ingresaron al ejército español desde muy jóvenes, a los 13, 14 ó 15 años. Juan Fermín lo hizo como cadete en el Regimiento de Infantería Soria el 23 de septiembre de 1788, en el cual revistó durante 14 años. Luego pasó tres años en el Batallón Veterano Príncipe Fernando. Tras combatir en el continente, pasó a la Real Armada y se embarcó en enero de 1797 y participó en la batalla de San Vicente contra la flota inglesa. Luego, permaneció en Brest hasta 1801, con la escuadra española coaligada a la francesa. De regreso a España fue destinado al Escuadrón Húsares de Luzón, la más grande de las islas Filipinas, y donde se encuentra la capital, Manila. Allá fue nombrado sargento del regimiento de húsares y años después coronel, es decir que alcanzó el mismo grado que sus hermanos. En 1815, llegó a ser Comandante de Húsares del Regimiento Luzón.

Aunque permaneció la mayor parte del tiempo en Manila, en 1821 fue destinado a Mindanao, la segunda en tamaño de las islas del archipiélago. Estuvo un año entero a cargo del fuerte de Sanboanga (o Zamboanga) –entonces apenas una aldea, pero hoy una gran ciudad de casi un millón de habitantes-, que en tiempos coloniales era una plaza estratégica, por ser una de las dos puertas del estrecho de Joló, un paso cuyo control los españoles no podían perder. Sanboanga había sido fundada en 1635 como fortaleza militar española contra los moros que acechaban desde Borneo e Indonesia. Durante su estancia allí, Juan Fermín de San Martín tuvo que defender la plaza de una insurrección de sectores musulmanes en conflicto con la población indígena y las autoridades europeas, cuenta Armando Puente. Para esa tarea, dice, tenía bajo su mando una compañía de artillería y 4 de infantería, una de ellas conformada por tropa indígena.


En Manila, en el año 1813, Juan Fermín se había casado con Josefa Manuela Español de Alburu, hija de un militar español y de una mujer indígena. Con ella tuvo tres hijos, siendo el único San Martín en haber engendrado descendencia masculina.

La curiosidad natural lleva a preguntarse si Juan Fermín, viviendo a 20.000 kilómetros del escenario americano, y considerando la lentitud de los viajes y comunicaciones entre diferentes dominios españoles, estaría al tanto de las peripecias y hazañas de su hermano menor. Y, más en general, cuánto contacto hubo entre ellos en esos años.

Seguramente sí lo había, aunque con el correspondiente delay. Una carta entre Manila y Buenos Aires bien podía demorar un año. Pero Armando Puente aportó en su charla con Infobae un detalle singular.

En el año 1819, Antonio José de Escalada, el suegro de San Martín, viajó a Filipinas para visitar a uno de sus hermanos, Bernabé Antonio Escalada, quien tenía un cargo importante en esa Capitanía General (el archipiélago no tenía categoría de virreinato). Bernabé Escalada, que era abogado, también se dedicaba al comercio y amasó una importante fortuna con esa actividad antes de regresar a Buenos Aires.

En su visita, el padre de Remedios se entrevistó con su pariente político, Juan Fermín. Podemos imaginar que el hermano de San Martín aprovechó la presencia de Escalada para ponerse al día respecto a la vida y obra del Libertador. Al menos, de lo que su suegro podía contarle. Lo comprobado es que Juan Fermín le entregó una carta para su ya célebre hermano, que en ese momento estaba tratando de organizar la campaña al Perú y a punto de entrar en conflicto con los unitarios porteños.


Según Armando Puente, el último descendiente directo de Juan Fermín murió en 1945, justo después del fin de la Segunda Guerra Mundial y cuando concluía la ocupación japonesa de Filipinas.

Ahora bien, en el año 2010, a raíz del Segundo Centenario de la Revolución de Mayo, el embajador argentino en Filipinas, Joaquín Otero, descubrió que había un busto de José de San Martín en una avenida de Manila. Cuando indagó sobre los motivos de este homenaje, supo que se trataba de un obsequio hecho por el general Juan Perón al enterarse de que un hermano del Libertador había muerto allí.

En declaraciones a TN, el 17 de agosto de 2012, el embajador Otero aseguró haber hablado con "la esposa del nieto de Juan Fermín". "Se llama Mildred San Martin", dijo. La mujer le dijo que su esposo había fallecido en 1998.

Armando Puente, quien ha incursionado en otros aspectos de la vida del Libertador, como sus años de exilio –es autor, entre otros, de Historia de una amistad: Alejandro Aguado y José de San Martín (Claridad, 2011)-, asegura que aún quedan cosas por investigar sobre los otros San Martín y, más concretamente, en Filipinas, sobre la trayectoria de Juan Fermín. Evidentemente, el tema de la línea sucesoria y la fecha exacta de la desaparición del linaje es una de ellas. El autor de Los hermanos de San Martín desconoce si alguien en Filipinas se ha abocado al tema.

El embajador Otero dijo en la nota citada: "Nosotros estamos contando quién era San Martín a los filipinos. Nos parece importante transmitir qué hizo San Martín para que se sepa más sobre Argentina, y que este conocimiento promueva el intercambio en varios niveles". En la foto, uno de los actos de homenaje al Libertador en el Bicentenario (2010).


Sin embargo, matizando lo que dice el diplomático, para la clase política filipina la presencia de un San Martín en su suelo no era algo desconocido.

En el año 1997, un histórico dirigente filipino, Raúl Sevilla Manglapus (1918-1999), que fue senador y secretario de Asuntos Exteriores, y que presidía la Internacional de Partidos de Centro (IDC, ex Internacional Demócrata Cristiana) llevó a los delegados argentinos a ese foro a visitar la tumba de Juan Fermín de San Martín y depositar allí una ofrenda floral. En la fotografía, Manglapus está sentado en el centro. De pie, Ricardo Romano, delegado del justicialismo en la IDC. Esto ocurría bajo la presidencia de Fidel Ramos (1992-1998), cuyo padre, como veremos más abajo, también está vinculado a esta historia.


El homenaje al hermano de San Martín en Manila tuvo lugar durante una reunión de ese importante foro plural de partidos de centro del cual el Partido Justicialista era miembro hasta que, inexplicablemente, el kirchnerismo lo retiró.

Por otra parte, el busto de San Martín en Manila demuestra que el dato era conocido también por el Estado argentino. En 1945, al concluir la segunda guerra y la ocupación japonesa, Narciso Ramos –padre de Fidel Ramos, quien, como se vio, llegó a la presidencia varias décadas después- fue el encargado de organizar el servicio exterior filipino y varias de sus embajadas, como la de EEUU y varios países latinoamericano, el nuestro entre ellos, fue la primera persona que indagó acerca de la presencia de Juan Fermín de San Martín en su país. Y en 1950, al cumplirse los 100 años de la muerte de José de San Martín, el entonces presidente Juan Domingo Perón decretó el "Año del Libertador General San Martín" y, entre otros muchos homenajes, envió un busto de San Martín a Manila.

El fallecido Raúl Manglapus, héroe de la resistencia anti-japonesa y uno de los líderes del partido Lakas-Unión Nacional de los Cristianos Demócratas, luego fusionado por iniciativa suya con una agrupación islámica, con el nombre de Lakas-Tao-Christian Muslim Democrats, conocía y honraba estos lazos de sangre entre Argentina y Filipinas.

viernes, 23 de enero de 2015

SGM: Conversaciones entre soldados alemanes y la finalidad de la guerra

Los ecos de la Segunda Guerra Mundial
Las conversaciones entre los soldados revelan la lógica secreta de la guerra

Conversaciones grabadas en secreto entre los soldados alemanes prisioneros revela la mentalidad que condujo a los combatientes de la Segunda Guerra Mundial. Las transcripciones fueron encontrados por casualidad.



Cuando, en 2001, el historiador alemán Sönke Neitzel se encontró con una pila de documentos en el Archivo Nacional Británico, apenas podía creer lo que veía. Había encontrado las transcripciones de las conversaciones entre los soldados alemanes como prisioneros durante la Segunda Guerra Mundial, grababas en secreto. Fue una conversación íntima entre compañeros, sin darse cuenta de que un tercero tomaba notas y escuchaba con atención.

Las fuerzas británicas y estadounidenses, que tenían prisioneros alemanes, tenía la esperanza de que las conversaciones podrían proporcionar información militar importante. Pero poco se ha aprendido acerca de los arsenales secretos. Las transcripciones revelan que, en su mayor parte, era la vida cotidiana de los hombres en una guerra, que como ellos, luchaban, mataban y morían.

"Para mí, jugar con bombas se ha convertido en una necesidad", dice un pasaje. "Da un escalofrío en la espina dorsal, es una gran sensación. Disparar a alguien es tan bueno."

Sönke Neitzel y el psicoanalista Harald Welzer llegaron a estar tan fascinados con las 150 000 páginas de transcripciones que decidieron estudiar este material extraño. Los resultados de sus observaciones fueron publicados en el libro Soldaten - Protokoll vom Kämpfen, sterben und Toten (Los soldados: Protocolos para pelear, matar y morir).

"Tuvimos cuidado de evitar juicios. No queríamos sólo mostrar las cosas terribles que hicieron los soldados", dijo Neitzel. En cambio, queríamos entender los pensamientos de los soldados, y la forma en que fueron traídos estos terribles actos.

Matar por diversión
Sin embargo, los dos investigadores no dejaron de ser movidos por algunos de los informes. En algunos pasajes, se encontraron con historias acerca de cómo los soldados estaban discutiendo entre ellos sobre el gusto por el asesinato, o el número de mujeres que fueron violadas.

En raras ocasiones, algunas de las conversaciones de los participantes expresaron objeciones o criticas a este acto de jactancia. "En cierto modo, eran conversaciones más o menos normales entre dos compañeros", dijo Welzer. La única diferencia es que su trabajo era la guerra.

Cuando Neitzel contó a Welzer de las transcripciones, pronto se hizo evidente hasta qué raros y valiosos eran esos documentos. Aunque los historiadores a menudo tienen la oportunidad de estudiar las memorias de la guerra y las cartas que los soldados enviados a la familia, estas están tienen un valor limitado, dice Welzer.

"Cuando alguien escribe una carta a la madre, ciertamente no escribe cuántas mujeres violó." Estas transcripciones, a su vez, son una sensación para el mundo académico.

"No tenemos ningún material comparable o incluso guerras contemporáneas, como la de Afganistán. Por un lado, estas conversaciones no son probablemente está grabando, por el otro, incluso si lo fueran, no tendrían acceso a ellos."

 El nuevo libro escrito por estos estudiosos examinan cuestiones relacionadas con la mentalidad de los militares involucrados en el combate diario y cómo veían la guerra. Uno de los sorprendentes para los autores fue que la actitud de los soldados no variaban mucho según la edad, antecedentes personales o la jerarquía militar.

Un oficio especializado
El dúo está convencido de que las conversaciones abiertas entre los combatientes alemanes de la Segunda Guerra Mundial también penetrar en la mentalidad de los soldados involucrados en otros conflictos. Un hallazgo preocupante es que la misma lógica de la guerra es lo que resulta brutal en los seres humanos.

"El primer día parecía terrible. Pero luego me dije a mí mismo, 'A la mierda, una orden es una orden". En el segundo y tercer día, pensé,' lo que sea, de todos modos. "En el cuarto, me empezó a gustar" dice un pasaje de los archivos.

Para Sönke Neitzel, "librar una guerra es como un oficio especializado, y los mejores soldados dominan estas habilidades, mayores serán las posibilidades de supervivencia y éxito. Y ellos se definen por este éxito."

En este sentido, señala Neitzel, hay poca variación de una guerra a otra. "Al final, un francotirador de la Wehrmacht en la Segunda Guerra Mundial y uno de la Bundeswehr en Afganistán están haciendo el mismo trabajo. El arma y el uniforme es diferente, pero el trabajo es el mismo, es de disparar a matar, es exactamente el lo mismo ".

El historiador está convencido de que en tales situaciones, la ideología no entra en la mente de los soldados, la Wehrmacht no reflexionaba sobre la ideología nazi de sus tropas, las fuerzas armadas alemanas de hoy en día probablemente no reflejen la consciencia de cada soldado por la Constitución alemana.

Una guerra como los otros
Según Neitzel y Welzer, había ciertamente nazis convencidos entre los soldados alemanes de la Segunda Guerra Mundial, y estas creencias les hacía decir que el asesinato de judios era lo correcto. Estos, sin embargo, constituyeron una minoría.

Los investigadores también sostienen que los actos de violencia cometidos bajo el régimen nazi fueron más brutales que los cometidos en otras situaciones. Ellos creen que una ideología como el nazismo no es el factor más importante que conduce a las atrocidades, sino un sistema de valor militar que convierte a las personas en asesinos.

Harald Welzer considera inútil protestar públicamente en relación a los crímenes de guerra, porque la lógica de la guerra tiende a generar delitos. "En cualquier guerra moderna, las cosas exactamente el mismo pasará con los soldados alemanes de la Segunda Guerra Mundial sostuvieron. La única manera de erradicar que pondría fin a la guerra total y su sustitución por otro camino para que los países resuelvan sus diferencias sin recurrir al asesinato ", concluye el analista.

Autor: Nadine Wojcik (np)
Revisión: Augusto Valente

DefesaNet

miércoles, 21 de enero de 2015

Arqueología: Encuentran un Winchester apoyado por más de 100 años en un árbol

¿Quedó apoyado este rifle Winchester contra un árbol durante más de 100 años?

Las autoridades dijeron que el arma célebre estaba mostrando un montón de desgaste

Los arqueólogos que llevan a cabo una encuesta en Parque Nacional Great Basin en el este de Nevada han tropezado con un rifle de 132 años de edad, Winchester apoyada contra un árbol, posiblemente, de haber sido dejado allí hace más de un siglo.

El rifle, que registra espectáculo fue fabricado y enviado por el fabricante de armas en 1882, se había apoyado en el árbol de Juniper durante tanto tiempo que la madera de sus acciones estaba roto y deteriorado del sol del desierto, su cañón oxidado.

"Realmente es un misterio", dijo Nichole Andler, un oficial de información pública de Parque Nacional Great Basin. "Sabemos que ha estado por ahí un rato porque la acción fue enterrado en la tierra. Pero no sabemos por cuánto exactamente cuánto tiempo."



Andler dijo que más de 700 000 Winchester Modelo 1783 fusiles fueron fabricados por la empresa entre 1873 y 1916, llegando a ser conocido como el "arma que ganó el Oeste" debido a su popularidad.

El área remota, robusto ahora abarcado por el parque, en el alto desierto de Nevada del este, cerca de la frontera de Utah, se utiliza principalmente para la minería y la ganadería en el momento en el rifle fue vendido.

Parque Nacional Great Basin se estableció allí en 1986, conocido por sus 5,000 años de antigüedad pinos y otras especies de flora y fauna del desierto.

Así que los expertos ahora no han sido capaces de establecer que compró la pistola o en los que ha estado en los 132 años desde que.

Fue visto por primera vez en noviembre por un miembro de un equipo de parque arqueológico topografía de la zona y la Sra Andler dijo que podría haber sido pasado por alto en el pasado porque la acción gris de la madera mezclado con el árbol.

Ella dijo que el rifle se conservaría por los expertos para evitar que el deterioro de más lejos, pero no ser restaurado a la condición más nuevo mirando antes de su puesta en exhibición en el parque.

Reuters

The Independent

martes, 20 de enero de 2015

México: Maricones cercanos al gobierno en 1901

El baile de los 41 maricones en 1901

Javier Sanz - Historias de la Historia


“El baile de los cuarenta y uno” o “de los cuarenta y un maricones“, fue el escándalo más sonado de los siglos XIX y XX en México. El detonante del escándalo fue una redada realizada el 18 de noviembre de 1901 en una casa particular donde se celebraba un baile. Esto sucedió durante el mandato del General Porfirio Díaz. La prensa de la época registra que en aquella casa se dieron cita 42 individuos, todos del sexo masculino. La mitad de los asistentes vestía de mujer, ataviados con coquetas pelucas, aretes, amplias y frondosas caderas postizas, además de rostros embellecidos de colores llamativos, mientras que la otra mitad vestía prendas masculinas.

 Baile 41

Fiestas gays se han dado en todas las épocas y culturas, lo que este guateque tenía de especial, aparte de realizarse hace más de un siglo, bajo un gobierno militar y en medio de una sociedad ultra machista, era uno de los invitados que encontraron disfrazado en la fiesta:  Ignacio de la Torre y Mier, yerno del Generalísimo Díaz, esposo de Amanda Díaz, su hija mayor y consentida.


Ignacio de la Torre y Mier 

Según las pesquisas policiales, en aquella bacanal –uno de las tantas organizadas por Ignacio de la Torre-, se incluía también la rifa de un agraciado joven conocido bajo el mote de “El Bigotes”. Las crónicas añaden que los gendarmes hicieron una redada llevándose detenidos a todos los participantes del singular festín: 41 hombres fueron trasladados a prisión. El número 42, se supo más tarde, fue Ignacio de la Torre y Mier, al que su suegro salvó para cuidar la reputación familiar y la honra de su hija.

Aunque los periódicos de la época no lograron documentarlo, más tarde se supo que un gran número de los concurrentes pertenecían a las familias más prominentes del gobierno, algo así como un “círculo rosa” del Porfiriato. Los nombres de los más influyentes también fueron borrados gradualmente, y claro, no sufrieron las consecuencias de los menos afamados. Éstos, después de pasar por la cárcel, fueron confinados en campos de concentración militares como castigo a su “deshonrosa” actuación.




A pesar de los intentos del dictador de silenciar a la prensa e impedir un escándalo familiar, la noticia corrió como pólvora. Un ejemplo de esto fueron los ejemplares de la Gaceta Callejera, una hoja suelta que se repartía de mano en mano en esos días. Aquella edición especial se tituló: “Los 41 maricones encontrados en un baile de la calle de La Paz el 20 de noviembre de 1901“, y una caricatura mostraba a un grupo de hombres, todos con bigote acicalado, bailando alegremente en parejas, mientras que el editor Venegas Arroyo echaba más leña al fuego con un corrido subtitulado, “Aquí están los maricones, muy chulos y coquetones”, que incluía una irónica composición.



Por su parte, Amada, la hija favorita del dictador Porfirio Díaz, anotaba en su diario:

Un día mi padre me mandó llamar al despacho en su casa. Me quería informar que Nacho había sido capturado por la policía en una fiesta donde todos eran hombres pero muchos estaban vestidos de mujer. Ignacio -me dijo mi padre- fue dejado libre para impedir un escándalo social, pero quise prevenirte porque tienes derecho a saber del comportamiento con la persona con que vives.
Ignacio y Amanda

Del famoso yerno, se dice que era un caballero de ambiguas costumbres sociales. En 1906 conoce a Emiliano Zapata, “recargado bajo la sombra de los cacahuates que rodeaban el corral de la hacienda de San Carlos Borromeo“. Ignacio quedó impactado y pidió referencias de aquel hombre “callado, moreno, orgulloso“. Muchos historiadores han reseñado que estos señores vivieron un fogoso romance, otros dicen que el revolucionario supo aprovecharse de la debilidad de Ignacio para sacar partido de su cercanía al poder.


Emiliano Zapata

El primero de octubre de 1918, Ignacio de la Torre y Mier falleció en Nueva York mientras le practicaban una cirugía de hemorroides. En México, no faltó quien dijo que aquella enfermedad fue producto de sus andanzas, de la vida disoluta que llevaba.

Colaboración de Carlos Suasnavas
Fuentes: 1, 2, 3, 4

lunes, 19 de enero de 2015

Los descendientes de Bolviar eran bolivarianos en su despilfarro

La familia de Bolívar menosprecia su legado
Los descendientes del Libertador han subastado a lo largo de los años sus objetos personales ignorando su trascendencia. El general vivió en la abundancia, aunque terminó sus días gracias a sus devotos
JUAN JESÚS AZNAREZ -  El País


Retrato de Simón Bolívar en un museo de Lima Perú. / ERNESTO BENAVIDES (AFP / GETTY IMAGES)

Fugitivo de facciosos que habían sido aliados, Simón Bolívar murió en el año de 1830 vencido por la tisis y el padecimiento moral, y penalizado por el menosprecio de parientes que, invocando necesidad, subastaron sus bienes. Durante el escrutinio de los últimos 15 días del Libertador, hasta la recomendación del alma el 17 de diciembre en Santa Marta (Colombia), el escritor Fermín Goñi pudo comprobar que “a los descendientes vivos de este siglo no les interesa su antecesor”. Ignorando la trascendencia del tesoro legado, se lucraron vendiéndolo a trozos: desde las pistolas de duelo y la correspondencia, a las condecoraciones.

El caudillo murió perseguido por la malquerencia de quienes le preludiaban dictador, y se adentró en el siglo XXI abaratado por sucesores que hubieran debido salvaguardar su memoria. El 21 de diciembre del año 2012, última fecha de las ventas al mejor postor, Christie’s remataba, en Londres, la carta de Bolívar a un naturalista alemán por 9.375 libras esterlinas, casi 12.000 euros. Poco a poco, la dinastía fue liquidando sus pertenencias. Las tuvo en abundancia porque fue hijo de una de las familias más adineradas de Venezuela, aunque terminara viviendo de la buena voluntad de 10 o 12 devotos.

Emulando las verificaciones de Gabriel García Márquez en la preparación de El general en su laberinto, Goñi se ayudó de una lingüista peruana especializada en el lenguaje de Bolíva, Marta Hildebrandt, secretaria vitalicia de la Academia Peruana de la Lengua, para sumergirse en la lectura de más de 20.000 documentos y cartas dictadas o recibidas por el prócer. Fruto de la minuciosa criba, desarrollada entre los años 2009 y 2013, es su última novela histórica Todo llevará su nombre (Cénlit-Roca-Random House), presentada en Madrid después de haberlo sido en América Latina, en las tierras del emancipador y que se ha analizado recientemente en la Miami Book Fair, en una conversación del autor con Jorge Zepeda, último premio Planeta, y el expresidente de Bolivia Carlos Mesa. En sus páginas, sin poder, ni salud, en la antesala de la muerte, el agitador americano se despide de este mundo.

El médico francés Alejandro Próspero Reverend, las cocineras y un pequeño estado mayor de jefes y oficiales y fámulos le cuidan en la quinta de San Pedro Alejandrino. Junto al moribundo, los leales rememoran conjuras, lances de batalla y ambiciones panamericanas. Las ensoñaciones integradoras del yacente quedaron en eso. Colombia, Venezuela, Ecuador, Perú y Bolivia siguen a su aire, determinados por su historia y singularidades.

Indagando sobre las postrimerías y recuerdos de un hombre que influyó en la historia de una región como no lo hicieron ni Napoleón, ni Julio César, el escritor Fermín Goñi quiso contactar con algún pariente vivo. Buscó a un tataranieto, que había vendido lo poco que tenía del general, fundamentalmente parte de su correspondencia, pero no fue posible el encuentro. “La vendió en subastas. No ha tenido interés en conservar nada. Me parece insólito. Si yo tuviera una carta de Bolívar sería el hombre más feliz del mundo”, dice. “Pero ellos querían dinero. Un par de pistolas de duelo, fabricadas por el francés Nicolas-Noël Boutet, arcabucero del descabezado rey Luis XVI, se vendió por casi dos millones de dólares”.

El último capítulo de Todo llevará su nombre, que arranca donde acaba el laberinto de García Márquez, compila las subastas organizadas en los últimos 25 años por intermediarios y herederos de un estadista que murió casi con lo puesto. Almacenado en baúles ambulantes guardó ropa, manteles, legajos, vajillas, cuberterías, medallas, monedas preciosas, dos pistolas, y la silla de montar de sus épicas cabalgaduras. “Durante años sus descendientes fueron contactando con casas de subastas de Londres. Yo también lo hice pero nunca me dieron su identidad”, explica el autor.

El primer reparto de la heredad, certificada ante escribano, tuvo lugar en agosto de 1830. Los beneficiarios de un tercio fueron sus sobrinos, hijos de su hermano Juan Vicente. No fue fácil el entendimiento entre las hermanas Juana y María Antonia, y las pugnas fueron frecuentes entre los destinatarios del patrimonio. Una de las subastas de Christie's fue suspendida porque el Banco Central de Venezuela acordó con la firma londinense, en 1988, adquirir los 12 lotes de la puja, que se iba a celebrar en Nueva York, por la suma de 2.900.000 dólares. Entre las piezas figuraba una cajita repujada en oro y filigranas que el rey Jorge IV le regaló en 1824.

Simón Bolívar quiso serlo todo a la vez: gobernante, legislador, jefe militar y ciudadano ejemplar. Otro dictador en ciernes, sospecharon sus enemigos. “Fue una persona muy completa, pero no era perfecta. Yo creo que eso fue lo que le generó tantos enemigos en sus años finales”, subraya Goñi.

El impetuoso general fue dueño de las minas de cobre de Aroa, heredadas por mayorazgo y arrendadas a socios ingleses, pero no vio un duro. “Declaro que no poseo otros bienes más que las tierras y minas de Aroa, situadas en la Provincia de Carabobo [hoy Yaracuy]”, establece en su testamento. Sus hermanas las vendieron a una compañía británica. Se salvaron del remate reliquias invaluables: Bolívar dispuso la quema de manuscritos comprometedores que guardaba en Cartagena y ordenó el depósito en la Universidad de Caracas de dos libros que habían pertenecido a Napoleón.

Su criado José Palacios recibió 8.000 pesos y la espada de oro que le había regalado el asesinado mariscal Antonio José Sucre, jefe del Ejército de la Gran Colombia, le fue restituida a su viuda. Estragado por la tisis y la amargura, convencido de que le acechaban para asesinarle, el Libertador se proclamaba arrepentido durante las negras horas de la agonía: “Abomino de haber iniciado una guerra contra los españoles”.