domingo, 5 de julio de 2015

Peronismo: Cuando Perón se arrepintió de alentar a los Montoneros

Cinco advertencias de Perón a Montoneros que anticiparon el accionar de la Triple A


Un libro recién publicado compila 20 señales que Perón le fue enviando a la agrupación para demostrar una fuerte tesis: que la represión institucionalizada por López Rega tuvo antecedentes en el mismo General, y no sólo en el accionar de "el brujo". Aquí, cinco de ellas.


 Mario Firmenich, Roberto Quieto y Andrés Framini. (Archivo Clarín)



Juan Brodersen - Clarín
Mucho había cambiado en la Argentina el día que Juan Domingo Perón volvió al país luego del exilio. La relación con Montoneros, actor clave en la repatriación del líder, se fue tensando cada vez más en el tironeo con la vieja guardia sindical que ostentaba el carnet vitalicio del movimiento peronista. El 17 de noviembre de 1972 el General se encontró con un país distinto, con niveles de violencia política actualizados a los tiempos que corrían. Y fue entonces cuando empezó a enviarle ciertos mensajes a aquellos jóvenes que habían posibilitado su propio regreso.

Perón y la Triple A, de Sergio Bufano y Lucrecia Teixidó, editorial Sudamericana, destaca "las 20 advertencias que Perón fue lanzando a Montoneros desde la vuelta al país hasta su muerte". La hipótesis del libro es contundente: la Alianza Anticomunista Argentina -conocida como la Triple A- no fue una creación aislada del entonces ministro de Bienestar Social, José López Rega, sino una concepción que ya estaba en la cabeza de Perón.

Leé cinco extractos de las advertencias más fuertes del líder del justicialismo a los Montoneros:

I. Mantener a Montoneros lejos del Estado

Consciente de que el pedido de cordura y madurez solicitado desde España había caído en saco roto, y que la solicitud de mantenerse "dentro del mayor orden y tranquilidad" durante el acto de recibimiento terminó con numerosos muertos y heridos, Perón hizo una advertencia, la primera de las veinte que lanzó desde su llegada hasta el día de su muerte. Fue el 21 de junio de 1973, al día siguiente de su arribo a la Argentina y después de haber sido informado de los sucesos ocurridos en Ezeiza y de quiénes conformaban los dos bandos que participaron.

En ese, su primer discurso, tomó partido por quienes estaban en el palco oficial y dispararon sus armas contra los montoneros que intentaban copar la primera fila del palco. La advertencia fue explícita: "Los que ingenuamente piensan que pueden copar a nuestro Movimiento o tomar el poder que el pueblo ha reconquistado, se equivocan. Ninguna simulación o encubrimiento, por ingeniosos que sean, podrán engañar a un pueblo que ha sufrido lo que el nuestro. [...] Por eso, deseo advertir a los que tratan de infiltrarse en los estamentos populares o estatales, que por ese camino van mal". Montoneros había logrado una considerable participación en las administraciones nacionales y provinciales y a ellas se refería con el término infi ltración.

Los enemigos de afuera eran fácilmente identificables en su discurso: los imperialismos de uno y otro signo, los grandes monopolios internacionales, los capitales salvajes especuladores, entre otros. ¿Pero quiénes eran los enemigos de adentro? Faltaba identificarlos y Perón —un hombre astuto que sabía elegir las palabras— lo hizo expresamente para que no quedaran dudas: "Los peronistas tenemos que retornar a la conducción de nuestro Movimiento. Ponerlo en marcha y neutralizar a los que pretenden deformarlo desde abajo o desde arriba. Nosotros somos justicialistas. Levantamos una bandera tan distante de uno como de otro de los imperialismos dominantes [...] No hay nuevos rótulos que califiquen a nuestra doctrina ni a nuestra ideología".

La consigna de "patria socialista" coreada por Montoneros quedó al desnudo y el mensaje de Perón fue claro y directo a todos los argentinos.

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II. Ni yanquis ni marxistas, peronistas

El 1° de octubre Perón pronunció un discurso ante los gobernadores de todo el país. Perón comenzó su discurso afirmando que "el asesinato del secretario de la Confederación General del Trabajo (José Ignacio Rucci) no es sino la culminación de una descomposición política, que los hechos han venido acumulando a lo largo de una enconada lucha, que influyó sobre algunos sectores de nuestra juventud, quizás en momentos justificada, pero que hoy amenaza con tomar caminos que divergen totalmente de los intereses esenciales de la República Argentina por los cuales nosotros hemos de luchar a la altura de la responsabilidad que tenemos".

La frase "quizás en momentos justificada" con seguridad remitía al aliento que desde su exilio en España había otorgado a los movimientos armados, especialmente a Montoneros. Ahora, de regreso en la Argentina, se encontraba con que aquella "juventud maravillosa" no respondía a sus órdenes ni respetaba la voluntad de la mayoría de los ciudadanos que lo habían elegido en comicios irreprochables.

La reunión con los gobernadores fue a puertas cerradas y la palabra de Perón fue oficialmente entregada a los medios por la Secretaría de Prensa. No obstante, durante el cónclave, se distribuyó un documento reservado leído por Martiarena que, probablemente con la venia oficial, los gobernadores no titubearon en dar a conocer públicamente.

Inmediatamente fueron reproducidas por los diarios: "Los grupos o sectores que en cada lugar actúen invocando adhesión al peronismo y al general Perón deberán definirse públicamente en esta situación de guerra con los grupos marxistas y deberán participar activamente en las acciones que se planifiquen para llevar adelante esta lucha".

El asombro o la incredulidad de Montoneros ante esas afirmaciones fue expresado por el editorial de El Descamisado del 9 de octubre de 1973 que llevaba por título "Y esto, ¿qué es?"

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III. Marx, Lenin y el Che, afuera

Finalmente, llegó el día esperado. El 12 de octubre el general Juan Domingo Perón asumió la Presidencia de la Nación por tercera vez en la historia luego de dieciocho años de exilio. La tensión y los enfrentamientos entre las diferentes organizaciones en el seno del movimiento peronista se profundizaba día a día y en todos los terrenos. Las exigencias de ortodoxia e higienismo ideológico se extendían como una mancha ominosa sobre el territorio nacional. No importaban las declamaciones de lealtad a Perón por parte de gobernadores y funcionarios.

La cruzada adquiría por momentos rasgos tragicómicos. La Policía Federal tomó por asalto un local al que califi caron como "centro de adoctrinamiento marxista" en Lanús, provincia de Buenos Aires, dirigido por Rodolfo Mattarollo y José Manuel Soriano, ambos redactores de la revista Nuevo Hombre. Oficialmente se informó que al llegar la policía los efectivos sorprendieron a unas veinte personas, "de ambos sexos, de 5 a 16 años de edad, que esperaban recibir las clases de adoctrinamiento". En el local se secuestraron retratos de Marx, Lenin y el Che Guevara que "adornaban el aula".


IV. Las armas y López Rega

Era tan evidente el apoyo que recibían los grupos derechistas por parte del Estado, que en esa reunión con los periodistas, Perón se preocupó por desligar a su gobierno de la acción violenta. Para ello comentó que le habían sugerido crear batallones de la muerte como los que funcionaban en Brasil, para eliminar a los violentos; pero que él desistió de la idea: "Hay hombres que siguen pensando como antes, que es mejor pelear que ponerse a trabajar. [...] Y esos ya no están en la contra, ahora son recontras como dicen los muchachos".

Algo más ambiguo fue su comentario siguiente: "Hay otros que quieren copar el gobierno violentamente porque creen que hay que poner sistemas más drásticos y duros, empezando a destruir muchas cosas. Son distintas maneras de pensar. Ellos compran armas y por intersticios entran sus armas; creen que un día podrán hacer algo. Yo lo dudo, pero... ellos están convencidos. Esa gente es la que conspira. En esto hay sectores de la ultraizquierda, pero también los hay de ultraderecha", dijo sin identificarlos.

Pero a continuación —retornando a la misma argumentación ya expresaba en otras ocasiones— el Presidente prefirió culpar a la izquierda. Sostuvo que había surgido en 1968 con la IV Internacional de París y estaba dispuesto a combatirla con la ley y la justicia: "Muchas veces me han dicho que creemos un 'batallón de la muerte' como el que tienen los brasileños, o que formemos una organización parapolicial para hacerle la guerrilla a la guerrilla. Pienso que esto no es posible ni conveniente".

Había que salir al paso de las versiones que sugerían tímidamente que el Estado estaba Vinculado y alentaba a los grupos de derecha a través del Ministerio de Bienestar Social dirigido por su secretario privado López Rega.



V. De la advertencia a la amenaza

El 17 de junio, dos semanas antes de su muerte, el presidente mantuvo la última reunión política pública, y fue con los dirigentes de la CGT que concurrieron preocupados por las versiones que circulaban sobre su salud. Inquietos, veían con temor un desenlace que podía dejarlos en manos de una mujer a la que ellos habían considerado únicamente como esposa de su líder. Los espantaba la posibilidad de una sucesión que transmitiera la responsabilidad del aparato de Estado a Isabel Perón. No solo a ellos, sino a la mayoría de los argentinos.

Allí realizó su última advertencia, que en verdad habría que denominar amenaza. En primer lugar, planteó su preocupación por el clima de violencia que existía en el país: "Ahora ya no se sabe quiénes son los que asaltan, quiénes los que roban. Algunos dicen que son políticos, otros dicen que son delincuentes. Yo creo que son todos delincuentes. [...] Pero ese proceso tenemos que encararlo y ya el gobierno lo va a encarar. Hasta ahora no hemos querido sumar a la violencia de ellos, la violencia nuestra. Pero, policialmente, se va a ir resolviendo ese problema, que es de la policía, dado que son delincuentes".

Y finalmente dijo lo que quería decir pero no debería haber dicho, porque su palabra, él lo sabía perfectamente, alimentaba a los peores demonios: "Desgraciadamente, la descomposición del hombre argentino, practicada sin medida durante tantos años, nos ha llevado a esto. [...] Tenemos que erradicarlo de una o de otra manera. Intentamos hacerlo pacíficamente con la ley. Pero si eso no fuera suficiente, tendríamos que emplear una represión un poco más fuerte y más violenta también".

Ese fue su último mensaje. Los sindicalistas obedecieron la orden y la represión, de una o de otra manera, se lanzó a la calle a sangre y fuego.

La fuente utilizada por el libro para citar los discursos es: Perón, Juan, 1973-1974, Todos sus discursos, mensajes y conferencias, vol. I, colección "La palabra y la obra de Juan D. Perón", Editorial de la Reconstrucción, Buenos Aires, 1974.

sábado, 4 de julio de 2015

Cuba: Cómo el cubano Guevara terminó siendo lo que fue

Cómo Ernesto acabó siendo Che Guevara
El documental ‘La huella’ de Jorge Denti repasa el viaje que cambió la vida del mito


CRÍTICA | La huella del doctor Ernesto Guevara. Por J. OCAÑA
TOMMASO KOCH - El País


Ernesto Guevara, en un fotograma de 'La huella'.

¿Quién no conoce al Che Guevara? Su espíritu rebelde todavía enamora a muchos soñadores. Su mirada seduce en las camisetas de medio mundo. Y sus luchas ocupan, con luces y sombras, los manuales de historia. Sin embargo, pocos saben quién fue Ernesto. Es decir, cómo ese médico argentino sediento de conocimiento acabó siendo el icono inmortal que lideró en los cincuenta la revolución cubana. Convencido de ello, el cineasta Jorge Denti (Buenos Aires, 1943) ha tratado de colmar esta laguna. Su remedio es un documental que se titula La huella del doctor Ernesto Guevara y se estrena hoy en España.

Al fin y al cabo, Denti se lo debía al propio padre del mito. “En una cena, en el Festival de La Habana, me dijo que le gustaría que se hiciera una película que le perteneciera a Ernesto. No algo del Che, que ya le pertenece al mundo”, relata el director. Denti se tomó la misión tan en serio como para volcarse durante décadas en el intento. Él mismo, en el fondo, sufría el hechizo del Che: “Recuerdo leer un día en un periódico ‘Ernesto Guevara ha tomado La Habana’ y quedarme impresionado. Cada 10 años se me ocurre algún proyecto sobre él”.

La huella del doctor Ernesto Guevara narra su segundo gran viaje por América Latina, entre 1953 y 1954, el mismo que ya filmó Walter Salles en Diarios de la motocicleta. Denti, sin embargo, sustituye la ficción por la realidad: la aventura avanza gracias al relato de los amigos y familiares de Guevara, mientras una voz en off lee de vez en cuando alguna carta que el joven intercambiaba con su madre, su hermana o su gran amiga Tita Infante.


LA HUELLA del Doctor Ernesto Guevara Trailer 2-SD from Luis Angel Bellaba on Vimeo.

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“Es una historia para jóvenes narrada por octogenarios”, remata Denti. Así, el retrato del Che es pintado por Carlos Calica Ferrer, su gran amigo de infancia, Alberto Granado, quien compartió con él viajes e ideales, o Juan Martín Guevara, hermano del icono. “Es un investigador que sale a ver los males del continente. La clave es su pasión por conocer el mundo”, agrega Denti. En La huella, apenas se entrevén Fidel Castro y la venidera revolución cubana. No se habla del Guevara que viajó a despertar África o de su captura y ejecución en Bolivia. Lo que se descubre es el prólogo del icono.

Ernesto Guevara tenía 25 años cuando, el 7 de julio de 1953, cogió un tren con Calica rumbo a Bolivia y a un destino extraordinario. A la sazón, había estudiado y descartado Ingeniería y soñaba con especializarse en alergología en París. Denti cree que la apuesta por la medicina tenía que ver con “sus propios males”, del asma al fallecimiento de su abuela. Estudiante perezoso, Guevara compensaba con su inteligencia y su cultura. “A los 15 años ya lo había leído todo. Podía hablar con cierto conocimiento de cualquiera”, asevera Denti. Entre los intereses de aquel viajero estaban también la poesía y la Guerra Civil española, gracias a las misivas y las crónicas de su tío, enviado a cubrir el conflicto.

“La chica boliviana que trabajaba en su casa le habló de su país. Él conocía Bolivia cuando viajó allí”, asegura Denti. Sin embargo, el periplo le enseñó a Guevara muchas cosas que no sabía. En La Paz se asomó a la revolución que a la sazón combatía el Movimiento Nacionalista Revolucionario; descubrió sus virtudes y sus defectos, como el estilo elitista de algunos de sus líderes. Vio, en palabras de Denti, que “no era la revolución que él quería”.

De ahí, Guevara y Calica pasaron a Perú. El joven mostraba ya entonces una pulsión que caracterizaría tanto ese viaje como su vida. “Yo quiero unir mis destinos a los de los pobres del mundo”, lo resumía él mismo. Por eso, no se limitaba a curar a los leprosos en Lima sino que dormía y jugaba al fútbol con ellos. Y por eso, tras pisar Ecuador, Panamá, Honduras y El Salvador, se lanzó a Guatemala, a ver con sus ojos la joven revolución que allí se gestaba. “Va, entrega, pelea, sufre”, sintetiza Denti. Le dolió, sobre todo, el golpe de Estado que Washington apoyó para defender los intereses en el país de la empresa United Fruit, dañada por la reforma agraria del gobierno.

“Era latinoamericanista”, lo define Denti. En esto, cineasta y guerrillero se parecen. Y en unos cuantos aspectos más: Denti ha filmado varios conflictos, hecho películas en la clandestinidad y apostado siempre por un cine social. “Las películas no pueden hacer una revolución, pero sí acompañarla”, reza. El director habla con la misma pasión y cariño de su Argentina o de México –donde vive desde hace 30 años-. Se indigna por el abandono que padece Haití y se emociona al recordar cuándo entró en Managua, cámara en mano, al lado de los sandinistas que echaron de Nicaragua al dictador Somoza. El cineasta se muestra preocupado por la “grave polarización izquierda-derecha” que padece hoy América Latina, aunque celebra que sus pueblos estén “más unidos”.

Otro panorama, a su modo de ver, respecto a una quincena de años atrás. A la sazón, en torno a 1997, Denti quiso rodar Un fuerte abrazo para todos, un filme de ficción que siguiera el viaje de Ernesto Guevara, lo llevara a nuestros días y demostrara como los mismos problemas seguían en pie. “Hice 12 o 14 versiones del guion, dos veces la preproducción. Vendí mi casa para hacer la película”, relata Denti. Sin embargo, el filme no encontró financiación en América Latina y nunca se rodó. Un proyecto soñado que se quedó en utopía. Suena a una revolución.

viernes, 3 de julio de 2015

SGM: Un bunker oculto de la Armada Imperial Japonesa



Bunker secreto de la marina de guerra de Japón da visión de los últimos días de la Segunda Guerra Mundial
Por Associated Press - The New York Post

YOKOHAMA, Japón - en una colina con vistas a un campo de atletismo, donde los estudiantes de secundaria juegan voleibol, una entrada discreta lleva por un polvoriento terreno resbaladizo - y aparentemente atrás en el tiempo - a la sede de la Armada Imperial secreto de Japón en los últimos meses de la Segunda Guerra Mundial.
Aquí, los líderes de la marina de guerra de Japón hicieron planes para las batallas más feroces, incluidos los del Golfo de Leyte, Iwo Jima y Okinawa desde finales de 1944 hasta el final de la guerra en agosto de 1945. Ellos sabían cuando pilotos kamikaze se estrelló a la muerte cuando las señales de sus aviones se detuvieron. Lloraron cuando monitoreados cables de los oficiales a bordo del acorazado Yamato famoso, ya que fue objeto de un intenso fuego de Estados Unidos y se hundió en el sur de Japón.
Modal de disparo
Periodistas pie cerca del edificio de Keio Senior High School, que fue una vez parcialmente utilizado por la Armada Imperial de Japón, en Yokohama.
Foto: AP
Hoy en día, los túneles de hormigón, áridos sientan en silencio debajo de una escuela secundaria y el campus universitario, en gran parte intacta y desconocido, de vez en cuando la visita de visitas guiadas para los alumnos. La escuela les abrió a los medios de comunicación por primera vez esta semana para concienciar a la población del lugar y la historia trágica que representa, en el año 70 aniversario del final de la Segunda Guerra Mundial.
Modal de disparo
Takeshi Akuzawa, subdirector de Keio Senior High School, lleva un recorrido por los túneles subterráneos utilizados por la Armada Imperial.
Foto: AP
"Es una herencia negativa que los humanos hizo. Es el legado de los perpetradores ", dijo Takeshi Akuzawa, subdirector de Keio Senior High School, quien acompañó la gira de medios el martes. "Imagínense la enorme cantidad de gente que tuvo que morir en el último año de la guerra debido a sus operaciones."
Los túneles en forma de U invertida son un recordatorio silencioso de un momento en que se enviaron los estudiantes y muchos otros a la guerra, muchos a la muerte, a las órdenes que emanaban de este bunker bajo una escuela.
Los expertos dicen que el significado de dicha guerra sigue va en aumento, sobre todo en aquella época se desvanece de la memoria, y en medio de una resistencia creciente entre algunos japoneses que mirar el lado negativo de la historia.
Una de las mejores universidades japonesas, Keio, arrendó el sitio para la Armada en 1944 en virtud de una orden del Ministerio de Educación, después de que se redactaron y enviaron al campo de batalla a miles de maestros, el personal y los estudiantes, dejando el campus prácticamente vacío. En la tierra, la armada mandó de un dormitorio, corriendo al centro de mando subterráneo siempre que los Estados Unidos B-29 bombarderos volaron sobre.
Campus de Hiyoshi de Keio, al sur de Tokio, en Yokohama, se eligió al parecer debido a su relativa proximidad a la base naval de Yokosuka tanto y cuartel general en Tokio. El campus colina también era adecuado para una instalación subterránea.
La construcción de los túneles subterráneos comenzó en julio de 1944, la movilización de tropas y trabajadores forzados coreanos. Un espacio para el comandante en jefe Adm. Soemu Toyota y departamentos clave estaban en marcha y funcionando en pocos meses.


Universidad de Keio abrió los túneles a los medios de comunicación por primera vez para dar a conocer el sitio y la historia trágica que representa.
AP

Sólo en la habitación del jefe del comandante, el cemento en las paredes se suavizó, el suelo estaba cubierto de tatami y había una puerta. Se subió arriba y hacia abajo 126 escaleras entre los dos centros de comando - por encima y por debajo del suelo. Su habitación estaba un poco elevado para que el suelo se quedó seco, y había incluso un inodoro.
El centro de mando del túnel también tenía los conductos de ventilación, una sala de baterías, el almacenamiento de alimentos con amplio stock de sake, además de descifrar y departamentos de cable y comunicaciones. Las marcas en el techo permanecen desde donde las luces del techo colgaban.
Las condiciones para las que llevan la guerra en contraste con los de la gente común, que se escondieron en pequeños refugios de barro como bombas incendiarias llovieron del cielo, dijo Akuzawa.
Hisanao Oshima, que estaba allí de febrero a mayo de 1945, como parte de un código Morse monitoreo tripulación comunicaciones, todavía no puede olvidar los momentos cuando perdió las señales de los combatientes del kamikaze. "El sonido se detiene, y eso significa que se estrelló. No puedo conseguir que fuera de mi cabeza ", dijo en una entrevista con la cadena pública NHK.
Este sitio debe ser preservado ", por lo que podemos decir que es la prueba de por qué no debemos hacer la guerra nunca más", dijo Oshima.
Japón también construyó la sede de metro Matsushiro Imperial en el centro de Japón por el entonces emperador Hirohito y el Ejército Imperial y funcionarios clave del gobierno, mientras se preparaban para una posible guerra terrestre con los estadounidenses, a pesar de que uno nunca se utilizó.
Permanece aún existen cientos de hangares, túneles y otros en tiempos de guerra en Japón, pero muchos han sido abandonados como el interés ha decaído. Un sentimiento creciente entre algunos conservadores favorece la eliminación de dichos restos, si se les ve que retrata la historia negativa.
Las secciones de los túneles de la marina en Keio fueron dañados en un proyecto de desarrollo hace unos años, lo que llevó a expertos y voluntarios para pedir más apoyo de la ciudad para preservar el sitio.
Akuzawa dijo que lo que le pareció más como maestro fue el hecho de que la universidad fue utilizado como un centro de mando guerra para enviar a los estudiantes al campo de batalla. A la Universidad de Keio gradúan a sí mismo, que no sabía acerca de los túneles hasta que comenzó a enseñar en la escuela secundaria.
"Me siento conmovido emocionalmente cuando pienso en aquellos estudiantes enviados a la guerra eran igual que estos muchachos", dijo.

jueves, 2 de julio de 2015

Napoleón y el Sr. Pickwick

Dos grandes hombres pequeños
The Economist




Una semana después de ser derrotado en Waterloo, Napoleón abandonó París por última vez. "Mi vida política ha terminado", escribió en un escueto comunicado de la abdicación. El hombre que había gobernado la mayor parte de Europa fue de repente sin hogar. Se dirigió hacia el Chateau de Malmaison, a las afueras de París, la elegante casa de su recientemente fallecido primera esposa y gran amor, Josephine.

Su plan era inverosímil que esperar allí por un pasaporte y una garantía de seguro-paso, y luego navegar como un solicitante de asilo a Estados Unidos. ¿Y qué vas a hacer en Estados Unidos, se le preguntó a un general horrorizado. "Voy a vivir de los productos de mis campos y rebaños," Napoleón respondió.

En Malmaison, su hijastra ansiosa Hortense le dio la bienvenida. Fue un momento muy peligroso. Los prusianos se acercaban, decidido a matar al bandido corso; el Inglés también fueron en su persecución. Y por su parte el gobierno francés no podía esperar para deshacerse de su ex-emperador-lo entrometida si él organizó otro golpe de estado?

Pero algo le había pasado a Napoleón. Parecía haberse apagado, o al menos conmutado en otra dirección. Durante cuatro días, se sentó en la magnífica biblioteca de teca vestidos del castillo sumergido en los libros de Alexander von Humboldt, entre ellos "Viaje a las regiones equinocciales del Nuevo Continente". Como Apolo y Minerva miraban hacia abajo desde el techo alto, se escapó en los volúmenes encuadernados en piel escritos por el más célebre explorador científico de la época. Humboldt había pasado cuatro años en el Nuevo Mundo escalar volcanes, el estudio de los indios Chyama, la captura de anguilas eléctricas, y comparar su colección de dientes mamuts 'con Thomas Jefferson. Sus libros fueron congestionados con minucias sobre la flora y la fauna de América Latina. No tenían nada que ver con los campos de batalla, y que, al parecer, era hasta qué Napoleón quería.

Nadie podía entender lo que se había apoderado de él. Pero era bastante simple en realidad. Él siempre había amado las matemáticas y la ciencia, incluso la elección de 167 científicos por su expedición egipcia y ahora se había convertido en su lugar de mayor seguridad. Se retiró en sus brazos, y al hacerlo, gran estratega militar de Europa se transformó en el señor Pickwick.

Samuel Pickwick, Esq., Que igualmente inmortales, diminutas y egoístas botones caballero de la capa de los miembros del Club Pickwick se marca con de su fundador estimable todavía busto era de dos décadas de distancia de ser creado. (De hecho Charles Dickens era sólo tres en 1815, y no produjo "Los papeles póstumos del Club Pickwick" hasta 1836.) Pero así como que regordeta caballero andante de la ciencia sería una aljaba día con entusiasmo sobre su "Teoría de la Tittlebats "y la" Fuente de la Hampstead Estanques ", también lo hizo Napoleón maravillarse con descripciones del árbol de la quinina y la forma de hojas secas de la Alistonia hicieron un té saludable. Y así como Pickwick y sus tres compañeros boon sería emprender un paseo de la diligencia para reunir datos científicos para "el avance del conocimiento y la difusión del aprendizaje", Napoleón soñaba que él y un compañero sería "estudiar el nuevo continente desde Canadá hasta el Cabo de Hornos y, en este inmenso viaje estudiaremos todos los grandes fenómenos del mundo ".

En su ayuda de cámara, Louis Manchard, él tenía su propio Sam-Weller no tan ingenioso tal vez, pero igual de leal. Incluso tenía una banda provisional de voluntarios: hermanos Lucien, Jerome, y José; y Gaspard Monge, el más pickwickiano del partido. Un brillante matemático y fundador de la Escuela Politécnica, Monge habían acompañado a Napoleón a Egipto. A bordo del L'Orient, habían debatido las grandes preguntas de la ciencia. ¿Hubo vida en otros planetas, preguntó Napoleón. ¿Qué edad tenía la tierra? ¿Se terminará en inundación o un incendio?

Fue a Monge que escribió: "Ahora que estoy sin un ejército y un Imperio, veo la ciencia por sí sola capaz de imponerse fuertemente en mi mente. Pero para saber lo que otros han hecho no es suficiente para mí. Quiero hacer una nueva carrera, dejar trabajos, descubrimientos digno de mí. Quiero un compañero que me puede hacer rápidamente al corriente de la situación actual de la ciencia. "A pesar de que el 69, Monge, quien se creía un Argonaut tratando de propagar la llama de la razón: su esposa lo llamó un viejo tonto-ofrecí para seguir a su amigo en exilio. Su oferta de Napoleón dejó profundamente conmovido.

Cientos de francos se gastaron en la compra de los últimos instrumentos científicos. A diferencia de Mr. Pickwick, Napoleón no estaba a punto de alfarero alrededor con una vasija de barro y el telescopio de bolsillo. Incluso durante su fantasía de corta duración, que fue impulsado por el deseo incontrolable de conquistar, no un país, pero la reputación de la gran Humboldt.

Ambos hombres habían nacido en 1769. Se crió en llamar el pequeño boticario, el otro el Cabito. Que este último ahora se sumergió en los descubrimientos de Humboldt fue muy irónico, porque la única vez que se vieron, Napoleón había preguntado: "Así que, señor, recoja las plantas?" Cuando Humboldt sonrió en señal de asentimiento, Napoleón respondió: "Lo mismo sucede con mi esposa, "y se alejó.

Con los prusianos se acerca, Napoleón se vio obligado a salir de Malmaison. Escalada en su carruaje escapada sin marcar el 46-años de edad, llevaba un fugitivo levita marrón y sombrero redondo, por mucho que el señor Pickwick podría haber hecho. Nada salió de su sueño, por supuesto. Hermanos Lucien y Jerónimo lo abandonaron; Monge era demasiado viejo; José era el único en llegar a América. Napoleón pasó sus últimos años, no en medio de las riquezas botánicas del Nuevo Mundo, sino como un prisionero del Inglés en la "roca repugnante" de Santa Elena. Allí se presentó dos ejemplares del jardín de Josephine, la Sydney oro zarzo y la Australia de oro eterno. Ambos sobrevivieron, pero su legado más duradero naturalista es la plaga endémica St. Helena poco halagüeña nombrado en su honor, la araña saltarina Napoleón.

miércoles, 1 de julio de 2015

Antigüedad: Lullubi, una trampa de guerrillas

Lullubi, el “Vietnam” acadio

Javier Sanz - Historias de la Historia


El primer imperio conocido de la humanidad fue el acadio, fundado por Sargón de Akhad. Naram-Sin, su nieto, fue un digno sucesor en cuanto a conquistas, pues habiendo perdido todo el imperio al comienzo de su reinado, por culpa de una guerra civil, logró recuperarlo y aumentar las fronteras a costa, eso sí, de pasar a la posteridad como un gran conquistador pero un pésimo gobernante, pues hizo que el imperio acabase sumido en la ruina económica, social y demográfica. Uno de los recuerdos que nos quedan de él es un objeto conservado en el Museo del Louvre, en concreto, la Estela de Naram-Sin. Esta bella talla en piedra arenisca se ha hecho famosa en los últimos años gracias a que en muchos medios ufológicos la exponen como ejemplo de que hubo ovnis en la Antigüedad. El monarca estaría, según estos medios, observando dos ovnis en lo alto.

Estela de Naram-Sin

No deja de ser curioso que esos medios no hayan caído en el inocente detalle de que hay dos textos cuneiformes en la estela. En uno de ellos se explica que el objeto conmemora la victoria del rey acadio sobre los montañeses lullubis. Los dos “ovnis” son, simplemente, representaciones de los dioses a los que estaba dedicada la campaña militar, pues los templos de turno corrían con los gastos de intendencia. La mejor conservada es, claramente, la estrella de Shamash (el dios sol) y la dañada parece ser la de Ishtar (diosa de la guerra, del sexo y el amor). A lo largo de los años la estela ha personificado el poderío militar acadio, pero en los últimos tiempos varios historiadores han comenzado a ver que hay algo raro en ella. Damos por supuesto que es una obra de autobombo típica de un monarca de la Antigüedad. El rey es más alto, más guapo, más valiente que nadie, y no sabía la lista de los reyes godos al derecho y al revés porque aún no se había inventado. Pero definitivamente algo no cuadra del todo. El primer elemento anómalo sería la duración de la campaña: unas versiones apuntan cinco años; otras algo más. Naram-Sin conquistó toda Ebla (Siria y parte del sur de Turquía), con 17 ciudades incluida una con triple muralla (Armanum), en menos tiempo. Arrasó desde la actual Siria hasta Gaza en menos aún. Sometió el Elam en una sola batalla. Los lullubis eran montañeses que vivían en lo que hoy son los Montes Zagros, en la frontera entre Irán e Iraq. ¿Cinco años para conquistar ese pedacito de terreno? Por si fuera poco, no mató Satuni, el rey lullubi. Firmó un tratado de amistad con él, lo que también es increíble porque al acadio le encantaba cortar gargantas. Dejó un rastro de más de 40 gobernantes muertos. Y más increíble es que, al parecer, los acadios no conocieran el nombre de la capital lullubi, ni su localización, al contrario que en los demás casos. Hoy en día, por culpa de ello, no tenemos ni idea de dónde estaba situada. Sabemos que Naram-Sin era algo mentirosillo. En su estela del Monte Taurus asegura haber matado a 17 reyes eblaítas, pero gracias a la biblioteca real de Ebla sabemos que, salvo dos, el resto eran simples gobernadores… o incluso menos. Al acadio le gustaba exagerar.


Zagros

Todo esto nos hace imaginar un panorama distinto al que el monarca nos quiere hacer ver en la estela. Los Montes Zagros son muy escarpados, y en tiempos de de los acadios, además, estaban cubiertos por grandes y espesos bosques de cedros y coníferas. Imaginemos a un ejército triunfante que avanza por un terreno desconocido, del que no sabe ni dónde están las ciudades, ni los puntos de vaguada. Soldados entrenados para utilizar dos armas fulminantes, la falange de infantería y el arco compuesto, pero que ven que son inútiles en un terreno escarpado, boscoso y abrupto. Guerreros que pasan hambre porque no saben dónde está la comida,  y que son emboscados día y noche por enemigos armados con hachas arrojadizas que conocen el terreno a la perfección ¿Qué nos recuerda esto? Un nombre viene a nuestra mente: Vietnam. Todos los grandes imperios tuvieron un mal día, un talón de Aquiles. Por lo visto, los lullubis fueron el hueso que se le atragantó a la maquinaria bélica acadia. Después de años de bajas, de sufrimiento, de gastos, y de no saber ni la distancia a la que estaba la capital enemiga, el rey acadio optó por hacer el paripé: firmar un tratado inexistente o mero papel mojado, darle unas palmaditas al colega Satuni y largarse silbando mientras se alega que París es bonito en primavera. No es el primer caso de la Antigüedad en que un monarca absoluto levanta un monumento para disimular un dolor de callos.

Esto nos indica varias cosas: que no hay enemigo pequeño y los kurdos son gente dura de pelar, pues se piensa que son los descendientes de los lullubis; que incluso de los fracasos puede salir una bellísima obra de arte; que no hay que creerse todo lo que diga un monarca absoluto y, menos aún, si se nos muestra con un marcado amor por las proporciones exageradas (dime de qué presumes…); y, por supuesto, que aunque tengas a dos ovnis de tu parte puedes sufrir, a fin de cuentas, un mal día.

martes, 30 de junio de 2015

Cruzadas: Cómo se hacía el transporte de cadáveres

¿Cómo se transportaban los cadáveres de los Cruzados?
Javier Sanz - Historias de la Historia


Urbano II recibió la visita de un embajador del emperador bizantino Alejo I Comneno pidiéndole ayuda para derrotar a los turcos selyúcidas. El Papa, que vio la oportunidad de unir bajo un mismo estandarte a toda la cristiandad, no sólo prestaría ayuda al emperador sino que una vez recuperado el territorio perdido por los bizantinos, dirigiría -mejor dicho, ordenaría dirigir- sus ejércitos a Tierra Santa para recuperar Jerusalén. Así que, en el Concilio de Clermont (1095), Urbano II hizo un llamamiento a toda cristiandad para luchar contra los infieles bajo el estandarte de la cruz (cruzada) al grito de…

Dios lo quiere



Se había convocado la Primera Cruzada… Encabezados por Francia y el Sacro Imperio Germánico, se unieron caballeros, soldados y numerosa población -unos fanáticos religiosos y otros gente sin oficio ni beneficio que veían la cruzada como una oportunidad de conseguir botín-, hasta transformarse en una migración masiva. En 1099 conquistaron Jerusalén. Aunque la cruzada fue todo un éxito, también fallecieron muchos cruzados durante las distintas batallas. El deseo de los caballeros de noble familia muertos en la cruzada era que sus cuerpos se devolviesen a Europa, pero ¿cómo?

En palabras del historiador italiano Boncompagno da Signa en el siglo XIII…

Los alemanes sacan las entrañas de los cadáveres de sus caballeros de alto rango, si mueren en el extranjero, y dejan el resto del cuerpo hervir mucho tiempo en las calderas. La carne, los tendones y los cartílagos los separan de los huesos. Lo huesos los lavan en vino perfumado y espolvorean con especias, y luego los llevan de vuelta a casa.
Así explica Boncompagno da Signa en qué consistía el Mos Teutonicus (Funeral Alemán). Esta práctica era habitual entre los cruzados cuando morían en Tierra Santa. Dada la imposibilidad de poder llevar el cuerpo incorrupto al lugar de origen del caballero, le extraían el corazón y lo enterraban en algún lugar sagrado, luego descuartizaban el resto del cuerpo y lo ponían a hervir durante varias horas para quedarse únicamente con los huesos. De esta forma, se podían transportar fácilmente y llevárselos a sus familiares para darles sepultura. Hasta que la Iglesia, en este caso el Papa Bonifacio VIII, dijo hasta aquí hemos llegado. En 1300, promulgó al bula De Sepulturis prohibiendo, bajo pena de excomunión, descuartizar y hervir cuerpos para separar los huesos y la carne.

Imagen: Historia Universal,

lunes, 29 de junio de 2015

Guerra Antisubversiva: Zaffaroni, un activo del Proceso

Eugenio Zaffaroni, juez de la dictadura
Las razones por las que el Dr. Eugenio Zaffaroni no debió ser designado como juez de la Corte Suprema.
Por Rodolfo Terragno*


PASADO. Zaffaroni de joven cuando trabajaba como juez durante la última dictadura militar.

En 2003 me opuse en el Senado de la Nación a la designación del doctor Eugenio Zaffaroni como juez de la Corte Suprema. Lo hice por estas razones:
En 1976 Zaffaroni había jurado fidelidad a los “objetivos básicos” de la dictadura y el “estatuto” con la que ésta reemplazó la Constitución. Mal podía ser intérprete de la Constitución (que no otra cosa es un juez de la Corte) quien había formado parte de un atropello a la misma Constitución.
En el sitio web de las Madres de Plaza de Mayo había existido, hasta poco antes, un proyecto de denuncia criminal contra 437 jueces que habían jurado por los “objetivos básicos” y el “estatuto de la dictadura”, y legitimado la represión. Entre esos jueces, figuraba Zaffaroni.
Zaffaroni sostuvo en audiencia pública que su conducta durante la dictadura era parte de una “responsabilidad generacional”, ya que pertenecía a una generación confundida. Era una ofensa a millares de desaparecidos, de torturados, de presos, de exiliados, que no habían tenido la misma confusión que Zaffaroni.
Después de examinar 84 recursos por prisión irregular o desaparición de personas que recibió Zaffaroni en aquellos años, no encontré ningún ejemplo de actividad judicial de su parte que hubiera permitido esclarecer un caso o salvar una vida.
La Conadep había dicho en el libro “Nunca Más”, durante la dictadura, “las más duras represalias cayeron sobre muchos abogados. Las detenciones arbitrarias, los malos tratos, la desaparición y hasta la muerte de los abogados fueron uso corriente en los primeros años del régimen militar”.
Zaffaroni dijo en la audiencia: “Sabíamos que se estaba secuestrando gente. Ahora, cuál era su destino o qué pasaba con la gente secuestrada fue lo que en líneas generales me enteré en el extranjero en 1978”. Era muy grave que un juez conociera hechos de privación ilegal de la libertad y no hiciera nada porque no se imaginaba qué hacían con los secuestrados.
Presenté el libro Derecho Penal Militar, publicado en 1980, donde se justificaba la represión e inclusive “la muerte del delincuente”. En el prólogo de ese libro Zaffaroni había agradecido a los auditores de la Fuerza Aérea y la Marina, por haber tenido “la gentileza de leer los originales” y por “las importantísimas observaciones” que habían hecho. Había sometido su libro a la supervisión de las fuerzas que ejercían inconstitucionalmente el poder.
Cuando uní todos estos elementos, comprendí que no podía responder a mi impulso inicial, que había sido aprobar la designación del doctor Zaffaroni.
* Periodista y escritor.

Perfil

domingo, 28 de junio de 2015

SGM: Los kamikazes que no llegaron al blanco

El kamikaze japonés más torpe de la Segunda Guerra Mundial
Yoshiomi Yanai no pudo estrellarse sobre su objetivo porque no supo ubicarlo en el mapa. Su historia es una de las que cuentan los voluntarios que se ofrecieron para inmolarse por su país.




La leyenda popular los muestra como unos sujetos que se abalanzaban con sus Zeros sobre los enemigos de Japón al grito de ¡Banzai! Sin embargo, la realidad es bien diferente, pues detrás de esa imagen de fanáticos dispuestos a inmolarse por su país que tenían los Kamikaze había historias emotivas, de valor y, en algunos casos, hasta cómicas. Así lo afirma la versión digital de la «CBS», donde se narran las vivencias de varios de estos pilotos nipones que, de una forma o de otra, no se estrellaron sobre sus objetivos y acabaron sobreviviendo a la contienda.

Entre las vivencias más curiosas destacan las de Yoshiomi Yanai, hoy de 93 años. Y es que, este japonés sobrevivió debido a que, en su última misión –aquella en la que debía dar su vida por Japón- no pudo localizar su objetivo y, finalmente, decidió regresar a su base. Tampoco es desdeñable la de su compañero, Hisashi Tezuka, quien está hoy vivo gracias a que escuchó por radio al emperador Hirohito decir que Japón se había rendido… ¡justo antes de estrellarse! Estos dos nipones son unos de los pocos que, a día de hoy, pueden decir que combatieron en la Segunda Guerra Mundial y aún siguen vivos.

El hombre que no pudo estrellarse

Yoshiomi Yanai, entonces de 23 años de edad, fue uno de los muchos pilotos que, cuando Japón empezó a perder la guerra y carecía de tropas, rellenó el formulario para ser un piloto suicida a lomos de un Zero. Muchos de ellos eran estudiantes universitarios que habían sido rechazados por las fuerzas aéreas pero que, en el ocaso de la contienda, eran llamados a filas de esta peculiar forma. Fueron, en definitiva, los hombres pertenecientes al «viento divino» (traducción aproximada de «Kamikaze»). Unos 2.500 de los cuales murieron en su misión. Todo ello, a pesar de que solo una de cada cinco impactaba en el lugar correcto.

La historia de Yanai, en su momento de 23 años y hoy con una setentena más, comenzó cuando despegó rumbo a su destino. Por entonces ya había escrito una carta a sus padres en las que les informaba de sus intenciones. «Padre, madre, me voy a matar ahora. Voy a morir con una sonrisa. Yo no era un hijo perfecto, perdonadme por favor por ello. Yo me marcharé el primero y os estaré esperando», explicó en letras bien grandes. Aquel era, presuntamente, el último mensaje que iba a enviarles, aunque posteriormente pudo verles en persona.

Durante el vuelo la suerte le fue esquiva en parte, pues no pudo cumplir con su deber al no hallar el objetivo sobre el que debía estrellarse. Así pues, mientras el resto de los compañeros de su unidad etrminaban con su vida, él se mantuvo en el cielo tratando de orientarse. Así hasta que, hastiado, regresó al aeródromo. Acababa de salvarse, y gracias a su torpeza. «Me siento fatal por mis compañeros, todos los que murieron aquel día», señala en declaraciones recogidas por la cadena británica. Hoy en día, todavía conserva fotografías con sus amigos y compañeros Kamikaze.

Salvado por la radio

Otro de los casos más curiosos recogidos por esta cadena es el de Hisashi Tezuka, de 23 años cuando se alistó. Él destacó sobre el resto por la forma que tuvo de responder al formulario de inscripción. Este contaba con tres opciones: «Deseo apasionadamente unirme», «Deseo unirme» y «No quiero unirme». El japonés tachó todas y escribió «Voy a unirme». Según explica –usando un argumento que afirman tantos otros- no tenía otra opción, pues le movía el patriotismo, el sacrificio y se sentía compungido por las necesidades de su país.

Al ser uno de los hermanos menores de una familia, no tuvo problemas para acceder. No sucedía lo mismo con aquellos que eran primogénitos, sobre los que recaía una gran responsabilidad en Japón y era sumamente considerados. Así pues, tras despedirse de sus padres partió en su caza. «Estaba listo para morir, mi mente estaba totalmente en blanco», explica. Sin embargo, salvó la vida gracias a que antes de estrellarse, escuchó por radio a Hirohito anunciar que la guerra había terminado y Japón había capitulado. Unas palabras sumamente oportunas y que, casi literalmente, le dieron la vida. (ABC – España)

Nuestro Mar