Eugenio Zaffaroni, juez de la dictadura
Las razones por las que el Dr. Eugenio Zaffaroni no debió ser designado como juez de la Corte Suprema.
Por Rodolfo Terragno*
PASADO. Zaffaroni de joven cuando trabajaba como juez durante la última dictadura militar.
En 2003 me opuse en el Senado de la Nación a la designación del doctor Eugenio Zaffaroni como juez de la Corte Suprema. Lo hice por estas razones:
En 1976 Zaffaroni había jurado fidelidad a los “objetivos básicos” de la dictadura y el “estatuto” con la que ésta reemplazó la Constitución. Mal podía ser intérprete de la Constitución (que no otra cosa es un juez de la Corte) quien había formado parte de un atropello a la misma Constitución.
En el sitio web de las Madres de Plaza de Mayo había existido, hasta poco antes, un proyecto de denuncia criminal contra 437 jueces que habían jurado por los “objetivos básicos” y el “estatuto de la dictadura”, y legitimado la represión. Entre esos jueces, figuraba Zaffaroni.
Zaffaroni sostuvo en audiencia pública que su conducta durante la dictadura era parte de una “responsabilidad generacional”, ya que pertenecía a una generación confundida. Era una ofensa a millares de desaparecidos, de torturados, de presos, de exiliados, que no habían tenido la misma confusión que Zaffaroni.
Después de examinar 84 recursos por prisión irregular o desaparición de personas que recibió Zaffaroni en aquellos años, no encontré ningún ejemplo de actividad judicial de su parte que hubiera permitido esclarecer un caso o salvar una vida.
La Conadep había dicho en el libro “Nunca Más”, durante la dictadura, “las más duras represalias cayeron sobre muchos abogados. Las detenciones arbitrarias, los malos tratos, la desaparición y hasta la muerte de los abogados fueron uso corriente en los primeros años del régimen militar”.
Zaffaroni dijo en la audiencia: “Sabíamos que se estaba secuestrando gente. Ahora, cuál era su destino o qué pasaba con la gente secuestrada fue lo que en líneas generales me enteré en el extranjero en 1978”. Era muy grave que un juez conociera hechos de privación ilegal de la libertad y no hiciera nada porque no se imaginaba qué hacían con los secuestrados.
Presenté el libro Derecho Penal Militar, publicado en 1980, donde se justificaba la represión e inclusive “la muerte del delincuente”. En el prólogo de ese libro Zaffaroni había agradecido a los auditores de la Fuerza Aérea y la Marina, por haber tenido “la gentileza de leer los originales” y por “las importantísimas observaciones” que habían hecho. Había sometido su libro a la supervisión de las fuerzas que ejercían inconstitucionalmente el poder.
Cuando uní todos estos elementos, comprendí que no podía responder a mi impulso inicial, que había sido aprobar la designación del doctor Zaffaroni.
* Periodista y escritor.
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