De la admiración, al desprecio y el temor: qué escribieron sobre Juan Manuel de Rosas, una figura que provoca lealtades y odios
En un nuevo aniversario del nacimiento del Restaurador, un repaso por los escritos de las personas que lo conocieron. Anécdotas familiares, elogios y recuerdos de un personaje de la historia argentina que despierta pasiones hasta la actualidad
Por Luciana Sabina | Infobae
Juan Manuel de Rosas nació el 30 de marzo de 1793
Juan Manuel de Rosas nació el 30 de marzo de 1793, hace exactamente 226 años. En vida, su figura inspiró lealtades y odios. Actualmente no deja de fascinar a diversos historiadores, lo que lleva a algunos hacia extremos en su investigación. Por eso es importante hacer un breve recorrido por su origen, las anécdotas más salientes y la opinión de ciertos contemporáneos basta para entender aquél magnetismo.
Se conocen diversos detalles sobre los padres de Rosas gracias a los textos de Lucio V. Mansilla, nieto de ambos. Se sabe, por ejemplo, que dormían en habitaciones separadas porque Agustina López Osornio -madre del caudillo-, a cargo de criar niños casi todo el tiempo, no quería afectar el sueño del esposo.
Agustina López Osornio, la madre del Restaurador, fue una figura clave en su vida
Todos los hermanos y hermanas del Restaurador -en total diecinueve, según Mansilla- se emparentaron con familias de abolengo, incluyendo a un descendiente del mismísimo Atahualpa, el inca caído por obra de Francisco Pizarro durante la Conquista americana.
Cada comida familiar era excesiva, casi barroca, pero de utensilios simples. La madre de Rosas fue briosa, decidida y por momentos cruel. Una especie de deidad doméstica que se hacía cebar mates de rodillas por alguna esclava negra. Sus hijos le obedecieron con entrega feudal. Se puede decir que en cuanto a familia, hogar y administración de bienes, ella tuvo aquellos "poderes extraordinarios" que el Restaurador consiguió en la esfera pública.
Vicente Fidel López definió al caudillo como “un estanciero sin rival en el duro trabajo de domesticar ganados y caballos salvajes”.
De hecho, doña Agustina dominó a todos incluso después de muerta. En su testamento favoreció inmensamente a dos nietos huérfanos y sus hijos lo respetaron. "De tamaña mujer nació Rosas", comentó Mansilla al relatar esta anécdota.
Cada comida familiar era excesiva, casi barroca, pero de utensilios simples. La madre de Rosas fue briosa, decidida y por momentos cruel. Una especie de deidad doméstica que se hacía cebar mates de rodillas por alguna esclava negra. Sus hijos le obedecieron con entrega feudal
Ya convertido en un hombre de poder, Rosas recibió al naturalista británico Charles Darwin, quien por entonces contaba con 22 años y estaba realizando su famoso viaje científico por estas tierras. Darwin lo describió como "un hombre de extraordinario carácter, que ejerce la más profunda influencia sobre sus compañeros; influencia que sin duda pondrá al servicio de su país para asegurar su prosperidad y su dicha".
"Dirige admirablemente sus inmensas propiedades y cultiva mucho más trigo que todos los restantes propietarios del país", concluyó el científico.
Darwin describió a Rosas como “un hombre de extraordinario carácter, que ejerce la más profunda influencia sobre sus compañeros”
Por su parte, el historiador y político Vicente Fidel López definió al caudillo como "un estanciero sin rival en el duro trabajo de domesticar ganados y caballos salvajes. (…) Se fingía modesto y recatado en las escasas visitas que hacía a la capital. Pero allá en los campos era tan brutal en los juegos hípicos que no se contentaba sino haciendo víctimas".
La figura de Rosas despierta pasiones hasta la actualidad
Aparentemente, Rosas protagonizaba episodios durante los que saltaba del caballo y empezaba a correr, agitando las extremidades y lanzando gritos descomunales. Finalmente caía al suelo, agotado. Para sus médicos -a quienes Ramos Mejia entrevistó- todo era fruto de los "excesos de vida".
Rosas supo ganar la admiración de muchos contemporáneos, entre ellos la de José Francisco de San Martín. El último mensaje que recibió del Libertador fue escrito en mayo de 1850, poco antes de su muerte.
Aparentemente, Rosas protagonizaba episodios durante los que saltaba del caballo y empezaba a correr, agitando las extremidades y lanzando gritos descomunales. Finalmente caía al suelo, agotado. Para sus médicos -a quienes Ramos Mejia entrevistó- todo era fruto de los “excesos de vida”
Cabe destacar que Rosas y San Martín no llegaron a conocerse en persona, pero seguramente la opinión de este último no hubiese variado ya que el ex gobernador de Buenos Aires poseía un carisma apabullante. De esto pudo dar muestras Juan Bautista Alberdi, quien dedicó su juventud a combatirlo y al conocerlo terminó admirándolo.
San Martín le mandó una carta a Rosas para felicitarlo
En 1857, Alberdi representaba a la Confederación Argentina en Inglaterra, país en el que Rosas se hallaba exiliado. No dudó en visitarlo. La reunión generó cierta fascinación en el tucumano y lo hizo cambiar por completo su visión sobre el antiguo enemigo. Desde entonces mantuvieron una interesante relación epistolar.
En septiembre de 1864 Alberdi le escribió: "No quiero (…) dejar pasar el año, sin presentarle mis respetos y renovarle los testimonios de mi constante aprecio y distinción, de un modo directo, pues por intermedio de amigos, no he cesado de tener ese gusto, y de saber igualmente por ellos que su salud y su espíritu se conservan fuertes y enteros como en sus bellos años".
"El ejemplo de moderación y dignidad que Vd. está dando á nuestra América despedazada por la anarquía es, para mí una prenda segura de que le esperan días más felices que los actuales. Yo sé los deseos de su corazón, mi distinguido señor General, y con estos sentimientos tengo el honor de renovarle mis respetos amistosos con que soy de Vd. General, su atento compatriota y servidor", agregó.
Alberdi visitó a Rosas en su exilio
Claro que no todos olvidaron el lado oscuro de Rosas, ni los años de terror y muerte con que supo mantener en vilo al país, desde una residencia en Palermo.
Así, en 1877, tras conocerse la noticia de la muerte del Restaurador en Inglaterra, una horda desquiciada azotó Buenos Aires y destruyó todo símbolo federal. Sin duda alguna, la ambivalencia que generó entre quienes compartieron su tiempo dota de amplias bases a sus actuales detractores y admiradores.
Juan Manuel de Rosas nació el 30 de marzo de 1793
Juan Manuel de Rosas nació el 30 de marzo de 1793, hace exactamente 226 años. En vida, su figura inspiró lealtades y odios. Actualmente no deja de fascinar a diversos historiadores, lo que lleva a algunos hacia extremos en su investigación. Por eso es importante hacer un breve recorrido por su origen, las anécdotas más salientes y la opinión de ciertos contemporáneos basta para entender aquél magnetismo.
Se conocen diversos detalles sobre los padres de Rosas gracias a los textos de Lucio V. Mansilla, nieto de ambos. Se sabe, por ejemplo, que dormían en habitaciones separadas porque Agustina López Osornio -madre del caudillo-, a cargo de criar niños casi todo el tiempo, no quería afectar el sueño del esposo.
Agustina López Osornio, la madre del Restaurador, fue una figura clave en su vida
Todos los hermanos y hermanas del Restaurador -en total diecinueve, según Mansilla- se emparentaron con familias de abolengo, incluyendo a un descendiente del mismísimo Atahualpa, el inca caído por obra de Francisco Pizarro durante la Conquista americana.
Cada comida familiar era excesiva, casi barroca, pero de utensilios simples. La madre de Rosas fue briosa, decidida y por momentos cruel. Una especie de deidad doméstica que se hacía cebar mates de rodillas por alguna esclava negra. Sus hijos le obedecieron con entrega feudal. Se puede decir que en cuanto a familia, hogar y administración de bienes, ella tuvo aquellos "poderes extraordinarios" que el Restaurador consiguió en la esfera pública.
Vicente Fidel López definió al caudillo como “un estanciero sin rival en el duro trabajo de domesticar ganados y caballos salvajes”.
De hecho, doña Agustina dominó a todos incluso después de muerta. En su testamento favoreció inmensamente a dos nietos huérfanos y sus hijos lo respetaron. "De tamaña mujer nació Rosas", comentó Mansilla al relatar esta anécdota.
Cada comida familiar era excesiva, casi barroca, pero de utensilios simples. La madre de Rosas fue briosa, decidida y por momentos cruel. Una especie de deidad doméstica que se hacía cebar mates de rodillas por alguna esclava negra. Sus hijos le obedecieron con entrega feudal
Ya convertido en un hombre de poder, Rosas recibió al naturalista británico Charles Darwin, quien por entonces contaba con 22 años y estaba realizando su famoso viaje científico por estas tierras. Darwin lo describió como "un hombre de extraordinario carácter, que ejerce la más profunda influencia sobre sus compañeros; influencia que sin duda pondrá al servicio de su país para asegurar su prosperidad y su dicha".
"Dirige admirablemente sus inmensas propiedades y cultiva mucho más trigo que todos los restantes propietarios del país", concluyó el científico.
Darwin describió a Rosas como “un hombre de extraordinario carácter, que ejerce la más profunda influencia sobre sus compañeros”
Por su parte, el historiador y político Vicente Fidel López definió al caudillo como "un estanciero sin rival en el duro trabajo de domesticar ganados y caballos salvajes. (…) Se fingía modesto y recatado en las escasas visitas que hacía a la capital. Pero allá en los campos era tan brutal en los juegos hípicos que no se contentaba sino haciendo víctimas".
"Alto, hercúleo, de semblante rubio, de ojos azules y de hermosa figura, tenía no sé qué avasalla bárbaros. (…) era el que a su vez traía y clasificaba a los habitantes de aquella campaña como si fuesen ganados mansos de su rodeo", agregó el historiador.En ambos testimonios es palpable la esencia del líder carismático que encarnó Rosas. Pero no sólo Darwin y López se refirieron al físico y temperamento de Rosas. Son numerosos los cronistas que escribieron al respecto, aunque pocos hicieron hincapié en su salud. En ese sentido se destaca el estudio realizado por José María Ramos Mejía, médico e historiador, donde asegura que Rosas sufría "arrebatos de insania".
La figura de Rosas despierta pasiones hasta la actualidad
Aparentemente, Rosas protagonizaba episodios durante los que saltaba del caballo y empezaba a correr, agitando las extremidades y lanzando gritos descomunales. Finalmente caía al suelo, agotado. Para sus médicos -a quienes Ramos Mejia entrevistó- todo era fruto de los "excesos de vida".
Rosas supo ganar la admiración de muchos contemporáneos, entre ellos la de José Francisco de San Martín. El último mensaje que recibió del Libertador fue escrito en mayo de 1850, poco antes de su muerte.
"Como argentino me llena de un verdadero orgullo al ver la prosperidad, la paz interior, el orden y el honor, restablecidos en nuestra querida patria: y todos esos progresos efectuados en medio de circunstancias tan difíciles en que pocos estados se habrán hallado. Por tantos bienes realizados, yo felicito a Ud. sinceramente como igualmente a toda la Confederación Argentina. Que goce Ud. de salud completa y que al terminar su vida pública sea colmado del justo reconocimiento de todo argentino. Son los votos que hace y hará sierre a favor de Ud. éste su apasionado amigo y compatriota Q.B.S.M (Que besa sus manos)".
Aparentemente, Rosas protagonizaba episodios durante los que saltaba del caballo y empezaba a correr, agitando las extremidades y lanzando gritos descomunales. Finalmente caía al suelo, agotado. Para sus médicos -a quienes Ramos Mejia entrevistó- todo era fruto de los “excesos de vida”
Cabe destacar que Rosas y San Martín no llegaron a conocerse en persona, pero seguramente la opinión de este último no hubiese variado ya que el ex gobernador de Buenos Aires poseía un carisma apabullante. De esto pudo dar muestras Juan Bautista Alberdi, quien dedicó su juventud a combatirlo y al conocerlo terminó admirándolo.
San Martín le mandó una carta a Rosas para felicitarlo
En 1857, Alberdi representaba a la Confederación Argentina en Inglaterra, país en el que Rosas se hallaba exiliado. No dudó en visitarlo. La reunión generó cierta fascinación en el tucumano y lo hizo cambiar por completo su visión sobre el antiguo enemigo. Desde entonces mantuvieron una interesante relación epistolar.
En septiembre de 1864 Alberdi le escribió: "No quiero (…) dejar pasar el año, sin presentarle mis respetos y renovarle los testimonios de mi constante aprecio y distinción, de un modo directo, pues por intermedio de amigos, no he cesado de tener ese gusto, y de saber igualmente por ellos que su salud y su espíritu se conservan fuertes y enteros como en sus bellos años".
"El ejemplo de moderación y dignidad que Vd. está dando á nuestra América despedazada por la anarquía es, para mí una prenda segura de que le esperan días más felices que los actuales. Yo sé los deseos de su corazón, mi distinguido señor General, y con estos sentimientos tengo el honor de renovarle mis respetos amistosos con que soy de Vd. General, su atento compatriota y servidor", agregó.
Alberdi visitó a Rosas en su exilio
Claro que no todos olvidaron el lado oscuro de Rosas, ni los años de terror y muerte con que supo mantener en vilo al país, desde una residencia en Palermo.
Así, en 1877, tras conocerse la noticia de la muerte del Restaurador en Inglaterra, una horda desquiciada azotó Buenos Aires y destruyó todo símbolo federal. Sin duda alguna, la ambivalencia que generó entre quienes compartieron su tiempo dota de amplias bases a sus actuales detractores y admiradores.