lunes, 20 de abril de 2020

Los primeros navegantes de la historia

Los primeros navegantes de la historia










Fundación Nuestro Mar

Desde muy antiguo, los pueblos costeros construyeron embarcaciones para pescar o trasladarse por el agua. El siguiente paso fue lanzarse a explorar otros territorios. Los orígenes de la navegación se remontan a miles de años atrás. Desde tiempos primitivos el hombre ha sentido la necesidad vital de adentrarse en el mar, ya sea para obtener alimento o para explorar nuevos horizontes. Probablemente, en un principio se valió de troncos, después de balsas fabricadas con maderos atados con lianas, luego de canoas, piraguas y embarcaciones cada vez más sofisticadas e impulsadas por remos primero y velas después.

Fueron los inicios de la navegación, la manera más antigua de transportar personas en forma masiva de la Humanidad. Aunque las primeras evidencias de la inquietud del ser humano por la navegación se remontan a la época mesolítica, fue con el desarrollo de las grandes

civilizaciones de la Antigüedad cuando aparecieron las primeras embarcaciones relativamente avanzadas. Hace más de 5.000 años los egipcios construyeron diferentes tipos de barcos para navegar por el Nilo, su principal vía de comunicación. Posteriormente, fenicios, griegos y romanos se lanzaron a la conquista del Mediterráneo con naves cada vez más desarrolladas. Uno de los rasgos característicos de muchos de los barcos de aquella época era la presencia de varias filas de remos para obtener mayor impulso.

Estas son las naves características de las principales civilizaciones de la Antigüedad:

Los barcos egipcios


Dada la importancia vital del río Nilo –su principal vía de comunicación–, los egipcios

desarrollaron desde tiempos ancestrales diferentes tipos de embarcaciones, como botes fabricados con papiros, naves de pasajeros y funerarias y barcos de guerra. Las clásicas embarcaciones egipcias tenían la proa y la popa elevadas y contaban con un mástil y una vela cuadrada que descansaba sobre la verga inferior, siendo la superior la móvil. Cuando navegaban por el Nilo hacia el norte, a favor de corriente, utilizaban los remos, y cuando iban hacia el sur, desplegaban la vela para aprovechar el viento a favor. En el Mediterráneo, utilizaban barcos similares de doble timón –los kebenit– fabricados con madera, y realizaban navegación de cabotaje. Foto: © Sol90 Images.

Las naves fenicias


Expertos navegantes, los fenicios fueron los grandes impulsores del intercambio mercantil en el Mediterráneo durante el I milenio a. C. Suyos fueron los enclaves más ricos en metales, gracias a sus innovadoras naves –comerciales y de guerra–, sus conocimientos náuticos y su arrojo. Su principal ruta comercial transcurría desde la ciudad de Tiro (actualmente en el sur del Líbano) hasta sus factorías en Gadir (actual Cádiz). En total, navegaban 4.600 kilómetros a lo largo de 50 días, haciendo escala en diversos puertos, con naves de entre 20 y 30 metros de eslora en las que transportaban unas cien toneladas de mercancía. Durante los viajes aprovechaban para colonizar a otros pueblos y hasta llegaron a circunvalar África. Foto: © Sol90 Images.

La trirreme griega


Desde los inicios de la era arcaica, en el siglo VIII a.C., las principales ciudades griegas se sirvieron de la pericia de sus navegantes y de la calidad de sus embarcaciones

para colonizar toda la costa mediterránea. A partir del siglo VI a.C., la amenaza del Imperio persa obligó a los griegos a desarrollar una nueva embarcación de guerra, basada en los antiguos pentecónteros usados en la guerra de Troya. Como su nombre indica, los trirremes contaban con tres bancos de remos, dispuestos en diferente nivel, lo que les permitía alcanzar una velocidad jamás vista hasta entonces. Estrechas, largas, con poco calado y ligeras, estas naves destacaban por su gran maniobrabilidad. Foto: © Sol90 Images.

La galera romana


Aunque Roma no inventó las galeras, fue una potencia marítima que contó con una gran flota de este tipo de navíos. Incorporadas durante el siglo III a.C., rápidamente proporcionaron a los romanos un completo dominio sobre el Mediterráneo. La galera combinaba remos y velas, aunque si el viento soplaba de frente solo podía valerse de la fuerza de los remeros. Sus espolones reforzados con metal y situados en la línea de flotación eran utilizados para embestir a las naves enemigas. La liburnia fue un modelo de galera birreme ideado por los romanos. Ligera, veloz y con gran capacidad de maniobra, fue utilizada en diferentes batallas como la de Actium (31 a.C.), en la que la armada romana venció a la flota de Marco Antonio y Cleopatra. (FUNDACION AQUAE) #NUESTROMAR

domingo, 19 de abril de 2020

ARA: Los blindados argentinos

Viejos blindados de la ARA




Vista de los Buques Cruceros Pesados ARA Almirante Brown y ARA 25 de Mayo, abarloados (abarloar: Situar un buque con el costado muy próximo a un muelle o a otro buque) y amarrados al muelle del Puerto de Buenos Aires - Año: 23 de Septiembre de 1931.


Avión biplano de Reconocimiento y Ataque Vought O2U 1.A Corsair, perteneciente a la Aviación Naval, durante el proceso de izado a la catapulta de proa del Buque Crucero Pesado ARA Almirante Brown - Año: 1933.
Dimensiones: *Envergadura: 10,5 mts. *Largo: 7,17 mts. *Alto: 2,75 mts. Tripulación: 2 (dos).


Vista del Comedor de Oficiales perteneciente al Buque Acorazado ARA Moreno - Año: 1920.


Momento del sobrevuelo de un hidroavión Militar Italiano realizando una pasada en Honor al Izamiento de la Bandera de Guerra en el Buque Crucero Pesado ARA 25 de Mayo, amarrado en puerto del Astillero de Livorno, Italia - Año: 7 de Julio de 1931.


El Buque Escuela Fragata ARA Presidente Sarmiento atravesando un temporal cuando efectuaba el cruce del Océano Atlántico Sur, durante el Viaje de Instrucción N°26 y N°6 del Navío - Año: 1905.


Vista del Buque Acorazado ARA Moreno, a Valparaíso, Chile, el cual concurre con la Escuadra de Mar de la Flota, en un crucero de verano - Año: Enero de 1937.

sábado, 18 de abril de 2020

Guerra Antisubversiva: Por esto los tiraron al mar después

 Terrorismo en Argentina


Sepelio del Capitán de Navío José G. Burgos emboscado y asesinado por 4 terroristas del Ejercito Revolucionario del Pueblo.

viernes, 17 de abril de 2020

Proceso de Reorganización Nacional: Cuando la URSS y el PC apoyaron al gobierno militar

Cuando la Unión Soviética y el Partido Comunista Argentino no hablaron de derechos humanos y respaldaron a la dictadura

Las críticas del presidente Jimmy Cartes de los Estados Unidos a las violaciones a los derechos humanos irritaron a la Junta Militar. La relación con el Kremlin y el sorprendente argumento del PC para apoyar a los dictadores y prefirieron no hablar de la criminal persecución a la izquierda
Por Daniel Gutman || Infobae


Emilio Eduardo Massera, Jorge Rafael Videla y Ramón Agosti: la Junta Militar que derrocó al gobierno de Isabel Perón el 24 de marzo de 1976 recibió el apoyo de la Unión Soviética y el PC Argentino (AFP)

Una misión comercial con 65 funcionarios de la Unión Soviética aterrizó en Buenos Aires a fines de octubre de 1976. El motivo del viaje era que se realizaría una muestra de la industria de ese país en el Centro Municipal de Exposiciones de Figueroa Alcorta y Pueyrredón.

El evento, planificado antes del golpe militar del 24 de marzo, llevaba el título de “Unión Soviética hoy” y había sido confirmado luego de que la Junta Militar tomara el poder, a pesar de la oposición de los sectores del Ejército más obsesivamente anticomunistas, encabezados por el jefe del I Cuerpo, Carlos Guillermo Suárez Mason.

Cuando llegó el momento de la inauguración, ya habían pasado siete meses desde el derrocamiento del gobierno constitucional y las violaciones a los derechos humanos en Argentina eran denunciadas por influyentes sectores políticos y periodísticos del mundo occidental. En Estados Unidos, por ejemplo, aunque el gobierno del republicano Gerald Ford apoyaba a la Junta Militar, la cuestión de los desaparecidos no sólo era noticia en los medios sino que había sido discutida en el Capitolio, a instancias de legisladores demócratas.

La posición de la Unión Soviética con respecto a la dictadura argentina no estaba entonces del todo clara, a diferencia de lo que pasaba con el régimen del vecino Chile. La superpotencia comunista era un fuerte adversario de la dictadura de Augusto Pinochet y había realizado un fuerte gesto político en uno de los ámbitos más visibles mundialmente: el fútbol. Los soviéticos se habían negado a presentar a su selección en Santiago en el repechaje de las eliminatorias para el Mundial 74, ya que se pretendía jugar el partido en el Estadio Nacional, “salpicado con sangre de patriotas chilenos”. Por el boicot habían perdido la oportunidad de jugar el Mundial de Alemania. Sin embargo, no había habido señales significativas con respecto a la visión soviética sobre el gobierno de Jorge Rafael Videla.

El contexto de la muestra en la Buenos Aires de 1976 era de tensión y el Centro Municipal de Exposiciones había sido rodeado de policías y carros de asalto, con la excusa de cuidar la seguridad de los asistentes. El primer discurso, en tono formal, fue del secretario argentino de Comercio Exterior, Roberto Fraguío. El segundo fue del jefe de la delegación visitante, el viceministro de Relaciones Exteriores, Alexsey Manzhulo.

El alto funcionario dijo entonces el mensaje político que la dictadura quería escuchar: El Kremlin, “fiel a la política de coexistencia pacífica en sus relaciones con otros estados, sigue rigurosamente los principios del respeto a la soberanía nacional, la no intervención en los asuntos internos, la igualdad de derechos y el beneficio mutuo”.

Esa declaración estableció la tónica de que lo que sería durante los años siguientes el trato de la Unión Soviética hacia la Argentina, marcada por el privilegio de las relaciones comerciales y el silencio del gigante comunista ante los crímenes que cometía la dictadura, justamente en nombre del combate contra el comunismo internacional.

La Unión Soviética incluso bloquearía más de un intento de condenar a la Argentina en la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.

Pero sería el Partido Comunista Argentino el que iría todavía bastante más allá para incursionar muchas veces en la defensa entusiasta de la dictadura, cuando en el mundo se la señalaba por la cuestión de los derechos humanos.

Estados Unidos ataca y el PC defiende

El primer verano de la dictadura, en 1977, fue tenso en materia de relaciones internacionales. En Estados Unidos, gobierno republicano -extremadamente amigable con los militares argentinos- fue reemplazado por uno demócrata, encabezado por Jimmy Carter. El nuevo presidente prometía abandonar la tradicional política de la Casa Blanca de apoyo a cualquier dictador latinoamericano que combatiera el comunismo, para privilegiar el respeto a los derechos humanos.

Los peores temores de la Junta Militar se confirmaron el 24 de febrero, cuando el secretario de Estado Cyrus Vance anunció que Estados Unidos reduciría la ayuda militar a la Argentina de 48 a 15 millones de dólares anuales a partir de agosto, debido a las violaciones a los derechos humanos. En términos económicos no significaba gran cosa, pero era un gesto político mayúsculo, que generó desconcierto en la Junta Militar, convencida de que Estados Unidos sería un aliado permanenente en la represión a la izquierda.

En Buenos Aires fue el Partido Comunista Argentino el que salió a defender con énfasis al gobierno de facto. El PC señaló en un comunicado que el gobierno de Carter,
“erigido en un tribunal supremo que se atribuye el derecho de juzgar a las demás naciones del mundo, ha interferido en asuntos internos de nuestro país esgrimiendo hipócritamente el argumento de la violación de los derechos humanos (…) Negamos sinceridad y autoridad moral al imperialismo yanqui para defender los derechos humanos más allá de su frontera”.

Lo firmaban Rodolfo Ghioldi, Rubens Iscaro y Fernando Nadra.

Puede resultar paradójico hoy, pero a partir de ese momento la defensa de del PC Argentino fue constante frente a las presiones del gobierno de Carter a la dictadura argentina debido a la represión ilegal.
  Los dirigentes del PC argentino intentaron explicarles a sus interlocutores locales que la dictadura de Videla no se sometía a las imposiciones de las corporaciones norteamericanas y que por eso Jimmy Carter utilizaba hipócritamente el argumento de los derechos humanos para castigar a la Argentina (Reuters)

A principios de 1978 dos de los principales dirigentes del PCA, Athos Fava y Fernando Nadra, consiguieron visas para viajar a Estados Unidos, que por muchos años no había permitido el ingreso a su territorio de personas vinculadas al marxismo.

Así, Fava y Nadra recorrieron el país del Norte durante un par de meses y se entrevistaron con dirigentes políticos, sindicales y sociales, pero prefirieron no hablar de la criminal persecución que tenía lugar en la Argentina no sólo contra la guerrilla sino también contra militantes de izquierda que no tenían vínculos con la lucha armada.

Según ellos mismos contaron en un libro que publicaron al regresar a Buenos Aires con el título Estados Unidos: grandezas y miserias, Fava y Nadra intentaron explicarles a sus interlocutores locales que la dictadura de Videla no se sometía a las imposiciones de las corporaciones norteamericanas y que por eso Carter utilizaba hipócritamente el argumento de los derechos humanos para castigar a la Argentina.

Durante ese viaje Fava y Nadra visitaron en el Capitolio al representante demócrata por el estado de Iowa, Tom Harkin, autor en 1975 de la llamada enmienda Harkin, que prohibía al gobierno de Estados Unidos dar asistencia financiera a gobiernos represivos y que había sido utilizada contra la dictadura de Videla. Fava y Nadra le advirtieron a Harkin que los argentinos no toleraban que desde el exterior pretendieran imponérseles normas de conducta.

En Estados Unidos los comunistas argentinos también insistieron en que había que preservar al gobierno de Videla para evitar que en el país se instalara “el pinochetismo”.

Pinochet había sido aislado por buena parte de la comunidad internacional debido a su abierta persecución a la izquierda y a decisiones de alto impacto, como la utilización del Estado Nacional para alojar presos políticos. Y en ese sentido, “el pinochetismo” era para el PC el sector de las Fuerzas Armadas de Argentina que favorecía una represión sangrienta, por oposición a la línea encabezada por Videla y el jefe del Estado Mayor, Roberto Viola, que supuestamente era moderada y se inclinaba por la legalidad.

Ya en agosto de 1977, el PC respaldó el rumbo elegido por Videla como “el camino adecuado para ganar la paz, aventar el peligro del pinochetismo y de las amenazas exteriores y encontrar soluciones económicas, políticas, sociales y culturales que el país necesita”. El comunicado, en una época en que a los partidos políticos les costaba llegar a los medios de comunicación, fue reproducido por el diario La Opinión, en manos de los militares desde el secuestro de su director, Jacobo Timerman, en marzo.

  Las relaciones económicas florecientes entre la Unión Soviética y la Argentina, seguramente, explican mucho de este apoyo. En 1981 las exportaciones a la Unión Soviética se acercarían a los 3000 millones de dólares anuales, casi un tercio del total que Argentina vendía en el mundo

En noviembre de 1977 Athos Fava publicó un artículo en la Nouvelle Revue Internationale, periódico del PC francés, en el que llamaba a apoyar “a la corriente dirigida por el general Videla y sus acciones positivas, particularmente aquellas tendientes a aislar a los pinochetistas y a lograr la victoria en la batalla por la democracia”.

Fava pidió a los comunistas franceses “que ayuden a aislar a los pinochetistas de nuestro país y a evitar así un baño de sangre que podría tener una amplitud sin precedentes”.

Las relaciones económicas florecientes entre la Unión Soviética y la Argentina, seguramente, explican mucho de este apoyo.

En octubre de 1977 la dictadura ratificó convenios con Moscú que habían sido firmados en 1974 por el entonces ministro de Economía de Perón, José Ber Gelbard. Gracias a ello el comercio bilateral, que había alcanzado 406 millones de dólares en 1975 y había caído hasta poco más de 300 millones en 1976 y 1977, llegó en 1978 a 486 millones, “para seguir trepando hasta convertirse, los soviéticos, en los clientes más importantes de la Argentina”, según escribió Isidoro Gilbert en su libro El oro de Moscú.

En 1981 las exportaciones a la Unión Soviética se acercarían a los 3000 millones de dólares anuales, casi un tercio del total que Argentina vendía en el mundo.

Efectivamente, el historiador y economista Mario Rapoport señaló que la Unión Soviética, que era el país número 33 en el ranking de compradores de carne argentina en 1978, pasó al segundo lugar en 1979 y al primero entre 1980 y 1982. También en granos la Unión Soviética se convirtió en destino principal de las exportaciones argentinas.

Las compras y el silencio soviético ante las violaciones a los derechos humanos serían pagados en 1980, cuando la Junta Militar se negó a sumar a Argentina al embargo de cereales dispuesto por Estados Unidos contra Moscú, en castigo por la invasión a Afganistán del año anterior.

jueves, 16 de abril de 2020

Indonesia: Del viejo al nuevo orden

Indonesia: del viejo orden al nuevo

Revista Militar (original en ruso)




En la primera mitad del siglo pasado, una lucha de liberación nacional comenzó en Indonesia, dirigida contra el modelo colonial del estado y la dependencia de los Países Bajos. Uno de los líderes prominentes en esta lucha fue el ingeniero Sukarno, miembro del Partido Nacional de Indonesia, que luego llegó al poder en el país y puso en práctica sus ideas políticas. Ya en los años 30, Sukarno era un nacionalsocialista completamente formado, no en el sentido alemán, sino en el sentido de centrarse en un nacionalismo indonesio bastante extremo y una economía soviética. En realidad, los conceptos básicos del nacionalismo indonesio fueron desarrollados precisamente por Sukarno. Instó a los jueces que llevaron a cabo su juicio a no invadir la libertad de opinión y expresión: "Estoy seguro de que el pensamiento ..." Es tentador condenar al rebelde solo porque es su oponente político ", no se aplica a los señores de los jueces", pero después Cuando llegó al poder, introdujo una censura estricta en el país y prohibió partidos políticos enteros. En general, Sukarno era un populista anticolonialista de izquierda que cambió de parecer repetidamente e intentó, sin reducir el patetismo ideológico general, llevar a cabo algo como una realpolitik indonesia.




Después de una larga lucha con la influencia holandesa, muchos años bajo custodia, la creación de nuevos partidos y movimientos que no fueron particularmente exitosos, en 1950 Sukarno se convirtió en el líder de la República Unitaria independiente de Indonesia. En general, se guió por el concepto laxo del modelo de la "tercera vía": economía estatal, nepotismo, economía nacional cooperativa y patriotismo, nacionalismo, religiosidad y los principios de Panchilil en la política social. Panchila - "cinco principios" - incluye
  1. monoteísmo;
  2. humanidad justa y civilizada;
  3. la unidad del país sobre la base del nacionalismo indonesio, que en la práctica significaba un unitarismo y un centralismo duros;
  4. democracia en el formato de consenso público, musyawarah;
  5. justicia social para todo el pueblo de Indonesia.
Panchila - enseñanza social. Políticamente, Panchila expresó a través de Nasakom. Esta abreviatura proviene de una combinación de las palabras NASionalisme (nacionalismo), Agama (religión) y KOMunisme (comunismo).

Los conceptos sociales de Sukarno eran tan vagos y vagos que los militares que lo derrocaron, establecieron la dictadura correcta en 67, adoptaron los mismos memes ideológicos sin cambiar una palabra en ellos, y los usaron con éxito hasta finales de los 90. Entre los importantes ideólogos nacionalsocialistas de Sukarn también se puede llamar "dharma eva hato hanti", que entendió como "Fuerza a través de la unidad, unidad a través de la fuerza", marhaenismo, es decir. centrarse en la gente común oprimida por el capital extranjero; así como "gotong-rojong", "asistencia mutua". Él entendió la democracia y la construcción nacional en el espíritu de futuristas fascistas como Marinetti, y los "románticos soviéticos": "El pueblo indonesio debe movilizar toda su energía, como una poderosa máquina alimentada por el espíritu de Panchil, como un milagro de coordinación. Cada rueda debe poner en marcha otra una rueda, cada tornillo debe realizar su trabajo con absoluta precisión (...) Al igual que una colmena gigante, toda la sociedad debe esforzarse por implementar el principio de "uno para todos y todos para uno". Está sucumbiendo después de llegar al poder censura LED - prohibido las películas americanas y europeas, así como un gran número de libros, especialmente el género de entretenimiento - Pulpa, un detective, y así, citando el hecho de que el imperialismo internacional descompone la cultura original de Indonesia.

Era imposible reformar el sector económico mediante la adopción de conceptos vagos, por lo que el gobierno comenzó a probar diferentes modelos. Los primeros conceptos se desarrollaron con la participación activa del vicepresidente Mohammed Hatt, quien recibió una educación económica en los Países Bajos. Hatta durante mucho tiempo se opuso a Sukarno durante la lucha de liberación nacional, pero más tarde los políticos se reconciliaron y llevaron a cabo reformas en el país. Sin embargo, el mundo no duró mucho: en 1956, los hutta renunciaron. Criticó a Sukarno, llamándolo dictador y posteriormente terminó cualquier relación con él.



Se llevaron a cabo extensas nacionalizaciones en el país: el capital holandés Javashe Bank se transformó en el Banco de Indonesia, el gobierno compró la mayoría de las centrales eléctricas, Garuda Indonesian Airways. Por cierto, los nombres de Sukarno y Hatta, que sentaron las bases de la aviación nacional de Indonesia, son el aeropuerto más grande del país: Bandar Udara Internasional Soekarno - Hatta. Al nacionalizar sectores económicos enteros, el estado aseguró derechos exclusivos para ciertas ramas de producción: ferrocarriles, líneas aéreas, energía nuclear, la industria de defensa y el sistema de suministro de agua. Se hicieron intentos para introducir un análogo de GOST: crear una serie de empresas estatales que produjeran productos estandarizados y mejoraran los bienes producidos por pequeñas organizaciones artesanales para el estado GOST, pero el plan funcionó mal debido al analfabetismo masivo y al desinterés de la población. En 1949, el gobierno adoptó el Plan Sumitro, cuyo objetivo era crear condiciones de mercado prioritarias para los indonesios indonesios y reducir el papel del capital extranjero en el país. Los importadores nacionales recibieron subsidios y todo tipo de concesiones. Se adoptó el Plan Benteng, que regulaba y distribuía los derechos de importación de bienes raros y escasos entre empresas que al menos en un 70% pertenecían a indonesios indígenas. Sin embargo, este enfoque condujo a un aumento increíble de la corrupción, la mayoría de los privilegios se vendieron a extranjeros, principalmente a los chinos. En 1957, cuando el fracaso del programa se hizo evidente, se redujo oficialmente. El gobierno dejó de construir un "estado agrario corporativo" y pasó al concepto de democracia controlada, economía controlada e industrialización.

El estado, buscando recaudar fondos para el desarrollo de la industria y elevar el nivel de vida, llevó a cabo nacionalizaciones adicionales. "La vida económica de la nación será guiada, la economía de la nación se convertirá en una economía guiada. Con este sistema (...) el estado debería tener todos los medios básicos, o al menos estar controlado por él", dijo Sukarno. El radicalismo de este período político no se pudo comparar con 1950-1957. Muchos investigadores, como Frederick Bannell, han observado la política extremadamente agresiva de Sukarno hacia las empresas y culturas extranjeras. Si antes el gobierno nacionalizaba a las empresas con una indemnización por daños, o simplemente volvía a comprar acciones de propietarios extranjeros, ahora las nacionalizaciones quedaron sin ninguna compensación. Durante los siguientes 13 años, Holanda fue expulsada casi por completo de la economía indonesia. Esto proporcionó algún incentivo para el desarrollo de la educación primaria, la industria nacional y la medicina, pero los resultados aún eran débiles; Además, el lugar de los holandeses fue ocupado por los chinos y no por los indonesios con los que el gobierno contaba. En un esfuerzo por reunir a la gente, el gobierno declaró un enfrentamiento con el joven estado de la Federación de Malasia. Fue declarada agente de Gran Bretaña y, a raíz de los sentimientos contra Malasia, el gobierno nacionalizó aún más las empresas inglesas y malasias. Con el "protegido del imperialismo británico" todas las relaciones se cortaron, los grupos partisanos fueron arrojados a su territorio. En 1965, Indonesia generalmente anunció su control sobre todas las empresas extranjeras, con la preservación formal de los derechos de los propietarios. Sin embargo, no garantizaba nada especial: aquellos en Indonesia permanecieron en Indonesia.

Todo esto condujo a un aumento de la inflación, una ruptura de los lazos económicos establecidos en las regiones y una caída en el ya bajo nivel de vida. Comenzaron acciones separatistas de masas, que fueron reprimidas por la fuerza y ​​la distribución de fondos a las regiones, bastante, por cierto, en el estilo soviético de "comprar lealtad". Además de la supresión del separatismo, los nacionalsocialistas indonesios lograron apoderarse de otros países, por ejemplo, West Irian. La supresión militar del separatismo y la resistencia de los territorios ocupados, el mantenimiento de un ejército creciente y los "regalos" a las regiones rebeldes, según Sukarno, ocuparon la mitad de todo el presupuesto indonesio. Teniendo en cuenta los costos de planificación y actividades de la burocracia gubernamental, se gastaron 2/3 del presupuesto. El resto se gastó con moderación en necesidades sociales e industrialización. Con todo esto, los separatistas capturaron periódicamente regiones enteras, formaron sus propios gobiernos, por ejemplo, el Gobierno Revolucionario de la República de Indonesia. Algunas organizaciones separatistas, como Organisasi Papua Merdeka, el Movimiento por la Papua Libre, continuaron operando después del derrocamiento de Sukarno.

Se descartaron los conceptos de la construcción de choque del socialismo: ahora era posible llegar al orden deseado solo después de unos ocho años de trabajo de choque y cooperación total, el ajuste de "engranajes" y "engranajes". Al mismo tiempo, Sukarno insistió en que el kepribadio, la "peculiaridad", "originalidad" del camino indonesio, se reflejó necesariamente en la nueva idea nacional, que se expresó simplemente en una disociación demostrativa de los modelos chino y soviético, incluida la transición de los planes quinquenales adoptados antes para ocho años El nuevo modelo fue apoyado por el Partido Comunista de Indonesia, KPI.

El plan era voluminoso. Asumió el próximo fortalecimiento de la ideología planificada y su introducción en todas las esferas de la vida pública. Para el año 69, se planeó proporcionar a la población alimentos y ropa según el plan sandang-pangan (que en realidad significa "ropa de alimentos"). En la agenda estaba el problema de la educación y el apoyo médico, que luego de un breve despertar nuevamente cayó en coma. Sukarno insistió en llevar a cabo la reforma agraria.

Todos estos planes, sin embargo, no salvaron la situación. La inflación descontrolada ha comenzado en Indonesia; La reforma agraria creó un aumento de la violencia en las regiones más atrasadas y en realidad permaneció "en el papel", y todos los decretos y planes caóticos adicionales, como DEKON, diseñados para hacer que la enorme máquina burocrática sea más flexible, solo agravaron la situación. La insatisfacción ha madurado en el país tanto a la derecha (de los militares, propietarios extranjeros, habitantes de ciudades ricas, empresarios y círculos agrícolas conservadores que apoyaron ideas separatistas) como a la izquierda: Sukarno fue criticado por todos los socialistas que se opusieron a la burocratización y la militarización del país. Viejos compañeros y amigos de la fiesta se alejaron de él. Desde todas partes sonó el eslogan "Sukarno-1945 - sí, Sukarno-1966 - ¡no!".

Para una oposición violenta a la oposición, Soekarno decidió crear una fuerza policial, esta idea se le ocurrió después de una reunión con el ministro de Relaciones Exteriores de China, Zhou Enlai. Sukarno planeó llamar a la policía "Quinta Fuerza" y armarla con la ayuda de China. Los planes, sin embargo, no estaban destinados a hacerse realidad.

En la noche del 30 de septiembre al 1 de octubre de 1965, un grupo de rebeldes procomunistas militares asesinaron a seis generales, miembros del Estado Mayor de Indonesia, incluido el cuartel general del ejército, Ahmad Yani, y capturaron a otros tres vivos. Los golpistas confiscaron instalaciones clave en Yakarta, incluyendo construcción de la Radio República de Indonesia, y transmitió información según la cual el país estaba preparando un golpe de derecha, programado para el 5 de octubre. Los rebeldes dijeron que el golpe contrarrevolucionario incluyó a figuras prominentes del gobierno como el General Nasution, el jefe de gabinete del ejército; Ruslan Abdulgani, diplomático y ministro de Asuntos Exteriores, quien, por cierto, ayudó a Sukarno a desarrollar el concepto de una transición "prolongada" al socialismo, etc.

La resolución del problema fue asumida por el general Suharto, quien, después del asesinato por parte de los golpistas del comandante de las fuerzas terrestres, Ahmad Yani, tomó el mando del ejército, entabló negociaciones con los rebeldes y los obligó a rendirse. Es importante decir que los rebeldes cometieron una serie de errores graves en la coordinación del golpe: claramente contaron con el rápido desarrollo de los acontecimientos y una victoria temprana. Por ejemplo, los rebeldes no proporcionaron provisiones a los soldados que ocupaban puestos en Yakarta. Tampoco se molestaron en explicar sus objetivos, diciendo solo que se estaban trayendo tropas a la capital para proteger al presidente Sukarno. Cuando los "defensores de Sukarno" anunciaron inesperadamente su destitución del cargo y la transferencia del poder al Consejo Revolucionario, así como cancelaron las filas militares con un rango superior al teniente coronel, los soldados comenzaron a preocuparse. Suharto solo podía expresar que los comunistas los usan en vano para derrocar al presidente legítimo.

Sin embargo, el desempeño del golpe recibió cierto apoyo. En la mañana del 1 de octubre, poco después del mensaje de radio de Untong, cinco de las siete unidades de la división Diponegoro quedaron bajo el control del Movimiento del 30 de septiembre. El alcalde de Surakarta, miembro del Partido Comunista, habló en apoyo del Movimiento. En Yogyakarta, los rebeldes, liderados por el comandante Muljohno, secuestraron y luego mataron al general de brigada Katamso, comandante del distrito militar de Java Central, y al teniente coronel Sugijono, jefe de su administración. Sin embargo, después de recibir noticias de la derrota del Movimiento 30 de septiembre en Yakarta, la mayoría de los rebeldes en Java Central dejaron las armas.

El jefe de los rebeldes Untung Shamsuri negó pertenecer a los comunistas y dijo que el Movimiento actuó por iniciativa propia, por consideraciones patrióticas. Fue sentenciado a muerte.

Este golpe se convirtió en un punto decisivo para la Indonesia socialista. Sukarno realmente perdió el poder, aunque los militares lo restauraron a la presidencia, pero se vio obligado a transferir el poder real al gabinete de ministros, y un año después, al general Suharto, quien cerró oficialmente la doctrina Nasakom y declaró la era de Orde Baru, el Nuevo Orden. Se ha iniciado una febril creación de organizaciones paramilitares juveniles en el país, como Kesatuan Aksi Mahasiswa Indonesia - la "Unión de Acción Estudiantil de Indonesia" y Pemuda Pancasila - Panchila-youth. Estos movimientos pasaron rápidamente de tácticas de protesta callejera a barridos y masacres de comunistas en alianza con los islamistas y, en algunas regiones, bajo los auspicios y con la participación del ejército. Hablando de la participación de los militares en la masacre, cabe señalar que no ayudaron a los paramilitares o incluso los alentaron en todas las regiones del país. En algunas áreas, el ejército se comportó desconcertado e intentó mantener el orden lánguidamente; en algunos, ella participó activamente en el asesinato de los comunistas. A este respecto, me gustaría recordar la figura de Sarvo Edi, un anticomunista radical indonesio, un destacado líder militar que se hizo particularmente famoso durante las purgas.


Además de su odio hacia los comunistas, tenía una razón personal: Sarvo Edi se vengó de Ahmad Yani, el comandante de las fuerzas terrestres, quien fue asesinado por los rebeldes del Movimiento 30 de septiembre. Jani era su amiga y aliada. Como jefe de personal de la unidad de élite del Resimen Para Komando Angkatan Darat, las fuerzas especiales aerotransportadas del ejército indonesio, Sarvo Edi y sus soldados mataron a decenas de miles de personas en Java, Bali y Sumatra. Organizó el movimiento paramilitar en las aldeas; más tarde, la ultraderecha latinoamericana en Colombia, Guatemala, El Salvador y Brasil promovería ampliamente esta práctica. El jefe de las fuerzas especiales indonesias era un destacado especialista en el campo de los métodos militares no convencionales y el trabajo contra el terrorismo, y la red de militantes anticomunistas creada por él funcionaba como una máquina aerodinámica.

Sarvo Edi se destacó incluso entre los militares indonesios de extrema derecha: abogó por la eliminación de Sukarno, el endurecimiento del terror y la represión, y la erradicación completa del comunismo en el país. En los días de Suharto, cuando la derecha se percibía claramente como los salvadores del país, Sarvo Edi fue condenado por crueldad excesiva y extrema. Durante el Nuevo Orden, criticó a Suharto por políticas demasiado blandas, corrupción y lealtad al legado de Sukarno. Durante el golpe del 30 de septiembre surgió cierta hostilidad entre Suharto y el líder paramilitar. Sarvo Edi le preguntó a Suharto dónde estaban los generales secuestrados, a lo que él respondió con indiferencia: "¿No son normales esas cosas (desapariciones) durante las revoluciones?" Para un amigo y aliado de uno de los generales asesinados, fue muy desagradable escucharlo.

El jefe de estado mantuvo el radical implacable alejado de las grandes políticas. Sarvo Edi fue transferido a Sumatra, entonces, para reprimir a los separatistas en Nueva Guinea, enviado como embajador en Corea del Sur, nombrado jefe de la Academia de las Fuerzas Armadas de Indonesia. En 1987, sin embargo, fue elegido al parlamento, pero en 1988 renunció en protesta contra el nombramiento del general Sudarmono como vicepresidente (y como se suponía que sería el sucesor de Sukharto).

Es curioso que Sarvo Edi desarrolló un concepto social cercano a las ideas de los fanáticos españoles y los griegos chilenos. Él creía que los partidos políticos deberían ser liquidados y reemplazados por "facciones" sociales dirigidas no a la actividad política, sino al desarrollo económico.



En 1967, el general Suharto se convirtió en actor Presidente del país por orden de Sukarno, y en 1968 - el presidente oficial. Su política económica era muy diferente del estilo estalinista de su predecesor. Se llamaba "democracia económica" e implicaba un fuerte desenroscado de nueces y la restauración de las relaciones normales con el capital extranjero. Se abolió el control gubernamental sobre las empresas extranjeras; Sin embargo, el estado retuvo un monopolio nacional en los campos de la energía nuclear, las aerolíneas, los medios de comunicación, el ferrocarril, el suministro de agua, el transporte marítimo y las telecomunicaciones.

Suharto trabajó con un equipo de economistas profesionales que fueron apodados La mafia de Berkeley "Berkeley Mafia". Fueron ellos quienes desarrollaron los conceptos económicos para el régimen de Orde Baru. Muchos críticos del Nuevo Orden, citando Doctrine of Shock de Naomi Klein, argumentan que los mafiosos eran idénticos a los Chicago Boys de Pinochet. Esta es una declaración bastante analfabeta: los "mafiosos" eran un orden de magnitud que quedaban de los "Chicagoans" ultraderechistas, y en Occidente, Berkeley siempre fue calificado como "nacionalista económico". Mientras que los "Chicago Boys" se hicieron más famosos por su enfoque "libertario", ajustado al griego. Es importante agregar que entre la gente de Berkeley también había personas muy específicas, como un agrario, un nacionalista y el desarrollador del concepto de economía Panchilah, el profesor Mubiarto. Es decir Los Berkeley eran un grupo tecnocrático moderadamente correcto, inclinado hacia un compromiso conjunto y la protección de la economía indonesia, y en absoluto a los habitantes de Chicago del derrame local.

El grupo de economistas sukhartianos estaba encabezado por el profesor Vijojo Nitisastro. Él y su gente desarrollaron el Programa para estabilizar la economía y frenar la inflación, y lo implementaron en 1969, proporcionando al país una salida indolora de la crisis.
El gobierno indonesio se comprometió a no nacionalizar y garantizó la protección del capital extranjero contra la usurpación. Con todo esto, Suharto no tenía prisa por abandonar la planificación: los organismos administrativos centrales, como Bappenas y Biro Perankangan, que se dedicaban al desarrollo de proyectos de desarrollo socioeconómico, continuaron trabajando.
Suharto se centró en mejorar la vida de los ciudadanos, elevar el estatus internacional del país, superar la pobreza y la autosuficiencia en Indonesia. Abordó la implementación de este plan de manera integral. Para restaurar y mejorar la comunicación entre diferentes partes del país, se estableció la Oficina de Logística - BULOG. En las regiones más densamente pobladas del país, estaban vigentes los programas del recién formado Instituto de Planificación Familiar. Suharto pudo ralentizar en gran medida el crecimiento de la población del país: del 2.5% anual al 1.5% en los años 90. La urbanización se llevó a cabo. Sin embargo, el gobierno no tenía prisa por "rechazar la aldea". La aldea indonesia fue donde los trabajadores regresaron después del trabajo estacional en la ciudad. Se invirtieron grandes cantidades de dinero en el desarrollo, el apoyo técnico y el programa para el desarrollo de la agricultura de plantación, y como resultado, dieron sus frutos gracias a las granjas campesinas integradas en la red de Perkebunan inti rakyat - plantaciones nacionales centrales.

Estas medidas despertaron un fuerte descontento entre los círculos islámicos, que esperaban convertirse en la base del Nuevo Orden. Sin embargo, Suharto decidió confiar en círculos militares y economistas profesionales. Los islamistas estaban aún más insatisfechos con el programa cultural del gobierno. La censura de películas y libros occidentales fue abolida. Suharto, sin embargo, no era liberal. Simplemente reorientó la censura de oeste a este: todos los periódicos chinos estaban cerrados, excepto uno, y la mayoría de las escuelas chinas. Sin embargo, el sistema de medios indonesio ya bajo Suharto se volvió bastante diverso; ahora los medios indonesios son los más libres y "abiertos" en Asia. Luego comenzaron los intentos activos de crear su propia cinematografía, centrada en modelos occidentales y la escuela de cine de Hong Kong. Sukarno y el régimen del Viejo Orden fueron puestos en teatros nacionales y regionales.
La tarea fue muy difícil: sacar el cine nacional al menos a nivel de Bollywood y Hong Kong. Funcionó, al menos, Bollywood Indonesia se puso al día. Una escuela de cine indonesia original y extremadamente prolífica ha aparecido en el país, trabajando principalmente en el género de acción, terror y drama. A pesar de lo inusual de los productos indonesios, es muy cómodo para el espectador que está acostumbrado a los productos occidentales. Entre los conocedores del cine explotador, las cosas indonesias son muy valoradas, y películas como "Mysticism in Bali", "Lady Terminator", etc., generalmente pertenecen a obras maestras incondicionales. Ellos, por cierto, son muy famosos en los Estados Unidos. Los islamistas condenan constantemente estas películas por "depravación" (generalmente los personajes principales son hermosas chicas semidesnudas, que llevan un estilo de vida completamente no conservador).

La cuestión de los derechos de las mujeres bajo Suharto puede interpretarse de diferentes maneras. Por un lado, en palabras, era partidario de una familia tradicional, una gestión familiar conservadora y una "moral fuerte". Por otro lado, alentó el desarrollo del cine avanzado y los medios de comunicación femeninos con todas sus fuerzas, promovió el desarrollo de la institución de planificación familiar y el hecho de que durante su reinado la imagen de una mujer independiente del "tipo moderno" se hizo muy popular, según un estudio de Susan Brenner "Sobre la intimidad pública de la Nueva orden: imágenes de mujeres en los medios impresos populares de Indonesia ".

La Indonesia moderna sigue siendo un país bastante corrupto, pero ya existe una libertad de expresión muy fuerte, hay muchas organizaciones de derechos humanos que investigan los crímenes de 1965-1966. El país tiene una poderosa oposición de izquierda a Sukarno y la orientación socialdemócrata: partidos como PDI-P, la "hija" del Partido Nacional de Indonesia, ganan hasta un 40% en las elecciones regionales y tienen un peso político sólido. También hay partidos de izquierda más pequeños, como Partai Hanura o Gerindra, que ganan 5-6% en las elecciones. Todavía están a la izquierda del PDI-P y también están en oposición.

La opinión generalmente aceptada sobre el conflicto del Nuevo y el Viejo Orden y las represiones masivas en las grandes ciudades del país es la siguiente: Sukarno era insoportable, debería eliminarse, las represiones eran innecesarias y causaron un gran trauma a toda la nación. Tal como estaban las cosas, solo tenemos que averiguar cuándo se abrirán los archivos de Indonesia.

miércoles, 15 de abril de 2020

GCE: Los problemas de traducción de las Brigadas Internacionales

‘Lost in translation’ en las trincheras de la Guerra Civil

Un libro recuerda a las personas que ejercieron de intérpretes para las Brigadas Internacionales




Milicianos de la División Ascaso almuerzan en el frente de Aragón en 1937. Fotografía de Margaret Michaelis. OPE-CNT-FAI, IISG


María José Turrión || El País

Bajo el título Lenguas entre dos fuegos. Intérpretes en la Guerra Civil española (1936-1939), publica la editorial Comares en su colección Interlingua un trabajo del profesor Jesús Baigorri Jalón sobre las personas que ejercieron su labor como intérpretes en la Guerra Civil. El prólogo de Enrique Moradiellos avala el hacer historiográfico de quien trabajó como intérprete en la ONU entre 1989 y 1999 y es reconocido internacionalmente como experto y un buen conocedor de la historia de la interpretación. Con un buen número de trabajos pioneros en este terreno, la obra de Baigorri es una imprescindible consulta para cualquiera que se quiera adentrar en esta materia.

El maestro, antes de meterse de lleno en el papel que tuvo la interpretación en la Guerra Civil, nos da en el libro una clase magistral sobre qué es la mediación lingüística y cuál es su importancia a lo largo de la historia; qué aspectos se repiten a lo largo de su devenir y cuáles son los que hacen más difícil su reconstrucción, como es “el silencio de las fuentes respecto a los eslabones orales y escritos que suelen estar ausentes de los documentos y de las crónicas”.

El autor transita de Heródoto a los dragomanes de Constantinopla, de los alfaqueques a Umberto Eco o Augusto Monterroso y su dinosaurio, para enseñarnos que la interpretación tiene su historia y su relevancia y que se hacen imprescindibles los trabajos de los intermediarios lingüísticos en una infinidad de hechos y situaciones, como por ejemplo en las negociaciones que condujeron a la liberación del más ilustre de nuestros escritores de la prisión de Argel, o en los aspectos puramente humanitarios de la sanidad.

La trascendencia de la interpretación para el presente se pone de manifiesto en las palabras de Umberto Eco, “la lengua de Europa es la traducción”. Su significado queda evidenciado, entre otros ejemplos, en la labor mediadora de Malinche, la intérprete de Hernán Cortés, en la Oficina de Lenguas creada por Carlos V para gestionar las relaciones diplomáticas y en las leyes de Indias, con reglamentación específica relativa al uso de intérpretes para mediar con los habitantes de las tierras descubiertas en América. En la Primera Guerra Mundial fueron miles los intérpretes formados en el Ejército francés para comprender a los aliados británicos y estadounidenses. Pero la interpretación también adquiere un alto significado en época de paz, por ejemplo en 1919 en la Conferencia de Paz de París, de la que surgió el Tratado de Versalles y la Sociedad de Naciones, y tiempo después en el proceso de Núremberg.

Más adelante, y ya de lleno en el análisis, Baigorri disecciona con fino bisturí las características del intérprete. Reconstruye la memoria y la identidad de un oficio señalando aspectos que informan sobre cómo se realiza la selección de un intérprete, qué vestimenta y complementos identificativos utiliza, cuáles son las condiciones de su trabajo o los riesgos a los que se expone, así como el encuadramiento y la instrucción entre otros muchos contextos en que se desarrolló su labor. Enfermeras políglotas que atienden y consuelan al soldado y que en ocasiones le acompañan en su lengua al difícil tránsito de la muerte. O compañeros que leen y escriben cartas de amor entre los camaradas y las novias que conocieron en encuentros fugaces. Son reflexiones también muestra de la empatía que aporta el autor al abordar contextos tan sensibles.

Aunque muchos de los intérpretes llegaron encuadrados en sus unidades, otros fueron seleccionados de manera espontánea, basándose para su elección en la necesidad imperiosa de la intermediación y en las dotes lingüísticas naturales que se percibían en el intérprete junto a una probada lealtad ideológica a la autoridad militar de la que dependían. Los intérpretes de las Brigadas Internacionales fueron identificados a veces con brazaletes de tela que, en el caso de la Legión Cóndor, eran distintivos que se llevaban en el gorro o en el bolsillo superior del uniforme.

Este nuevo trabajo de Baigorri, dirigido tanto a historiadores como a estudiosos de la interpretación, no en vano ha combinado los objetivos y los métodos de ambas disciplinas, plantea una serie de reflexiones que, como él mismo indica, van dirigidas al lector para que se conciencie sobre la ficción que se esconde detrás de una “aparente intercomunicabilidad universal que transmiten los medios de información”, poniendo de manifiesto que la comunicación entre los que no comparten el mismo código no es posible a menos que exista un mediador lingüista que los ayude.

Es un trabajo que visibiliza una ocupación y unos nombres marginales en la guerra y a los que apenas se les ha mostrado atención en la historiografía militar, a pesar del alto valor estratégico que supone el conocimiento de la lengua enemiga ya que, como dice el autor, “las lenguas son un arma más en situaciones de guerra”.

El libro pone de manifiesto cómo sin la labor de entendimiento que supone la interpretación y que desarrollaron cientos de personas, hombres y mujeres, la Guerra Civil no habría sido igual. Los jefes militares y asesores de uno y otro bando, así como mandos intermedios y tropa, comprobaron en sus propias vivencias y necesidades la utilidad de la interpretación de lenguas para desarrollar tanto las tareas en el frente como en la retaguardia. La llegada de los intérpretes supuso también un choque cultural para muchos españoles que no estaban acostumbrados al grado de desarrollo de otras sociedades. A algunos mandos militares les costó entender que pudiera haber mujeres casadas y con hijos que ingresasen como voluntarias en la guerra española.

El libro supone también una apuesta por destacar el trabajo pionero de las mujeres intérpretes y su valoración en el espacio bélico, tradicionalmente de hombres, remarcando labores como la de la francesa Teresa Debernardi, que llegó a alcanzar el grado de alférez en julio de 1937, o el trabajo de las intérpretes rusas, iguales en número que sus compañeros varones, que se vieron inmersas no solo en la mediación lingüística sino que fueron mujeres polifacéticas que realizaron además tareas de espionaje, “propio y ajeno”, de propaganda, emitiendo continuos mensajes de los logros de la revolución de octubre de 1917. Se movieron en un entorno caracterizado por la soledad y el esfuerzo propio, en el que casi nunca, a pesar de conocerse muchas por haber estudiado juntas, coincidieron con sus compatriotas al estar destinadas en batallones y compañías diferentes.

Para hacernos una idea de la importancia de la lengua y la comunicación y por ende de las tareas de los intérpretes, leemos a Fuster Ruiz, quien habla de la maldición bíblica de Babel como uno de los mayores sufrimientos de las Brigadas Internacionales: “Estaban en un país que no conocían, donde muchos de ellos derramaban diariamente su sangre, sin que pudieran comunicarse con la mayoría de los amigos que disparaban a su lado y sin que pudieran entender ni comprender, mucho menos aún, a quienes consideraban sus enemigos, que tenían enfrente”.

martes, 14 de abril de 2020

Rosismo: Las gestiones de antirrosistas al gobierno de Chile

Capítulo 19: Las relaciones entre Rosas, las provincias cuyanas y Chile



Introducción

El estudio de las relaciones entre la Confederación Argentina y Chile necesariamente incluye el de los vínculos entre las provincias de la región cuyana -Mendoza, San Juan y San Luis- y el país trasandino. Esta afirmación choca contra la idea vulgar de que la Confederación Argentina era algo parecido a un Estado nacional. Asimismo, quiebra el tradicional esquema de la historia argentina según se la enseña en los textos primarios y secundarios, una historia cuyo protagonista casi exclusivo es Buenos Aires, con vagas referencias a la Banda Oriental y el Litoral y muy escasa atención a las zonas norteña y cuyana.
Retomando el hilo de la cuestión, cabe afirmar que desde el punto de vista económico Cuyo estaba durante la etapa rosista más cerca de Chile que de Buenos Aires. Esta realidad no hacía más que confirmar una tendencia histórica y geográfica, dado que las ciudades de Mendoza, San Juan y San Luis fueron fundadas por los conquistadores españoles desde la capitanía general de Chile y tuvieron estrecha conexión política y económica con ésta a pesar de la cordillera de los Andes. Los intereses económicos que vinculaban a Cuyo más con Santiago de Chile que con Buenos Aires persistieron. En tiempos de Juan Manuel de Rosas, la política económica de Chile se basaba en el dominio del océano Pacífico. Dentro de esta estrategia, Valparaíso fue decretado puerto franco, factor que favorecía la salida de los productos cuyanos hacia dicho océano. Por el contrario, el comercio de Cuyo con Buenos Aires no tenía la constancia del efectuado con Santiago. La consideración de elementos económicos en el análisis de las relaciones entre las provincias cuyanas y la república de Chile permite comprender por qué las primeras firmaron con el gobierno chileno un tratado en 1835, a pesar de la tendencia federal de las mismas -definida erróneamente como un sinónimo de obediencia al rosismo por más de un historiador argentino- y a pesar de la expresa prohibición establecida por el Pacto Federal del 4 de enero de 1831 de que las provincias de la Confederación Argentina firmasen por iniciativa propia tratados con un país extranjero sin previo consenso de las restantes.
Cabe agregar que no sólo hubo una estrecha vinculación de las provincias cuyanas con Chile en cuestiones económicas, sino también culturales. Durante mucho tiempo fue Chile el país que proveía de libros a esas provincias, especialmente a la de San Juan. Rota la dependencia política de Cuyo con la capitanía general de Chile en 1776 e incorporada esa región al virreinato del Río de la Plata, subsistieron no obstante los vínculos culturales con el país trasandino. Inclusive muchas de las obras que llegaban de Chile eran de autores sanjuaninos residentes allí, como en el caso de Sarmiento. Asimismo, muchos cuyanos se formaron en escuelas y universidades chilenas (1).


(1) El caso de José Dolores Bustos, por ejemplo, que egresó de la Escuela Normal de Santiago.



Las gestiones de los antirrosistas mendocinos y sanjuaninos ante el gobierno chileno

Mendoza y San Juan tuvieron gobiernos que fueron federales más por temor a Juan Manuel de Rosas que por un sincero compromiso ideológico con el encargado de las relaciones exteriores de la Confederación Argentina. Según muchos historiadores argentinos fueron "seudofederales". Esta última categoría tiene una validez más que discutible, pues parte de la idea de identificar federalismo y rosismo. En todo caso, el federalismo de Buenos Aires era rosismo. Podía serlo quizás el de las provincias del Litoral, cuyos intereses económicos eran bastante coincidentes con los de Buenos Aires -salvo en los puntos críticos de la libre navegación de los ríos interiores y de la utilización de los recursos de la Aduana-. Pero el federalismo rosista no tenía por qué ser identificable con el de las provincias de Cuyo. Distanciados geográfica y económicamente de Buenos Aires, mal podían los gobiernos de San Juan y Mendoza tener un tinte federal si se entiende federalismo como adhesión a los principios de política económica y exterior del hombre fuerte de la Confederación.
En numerosas ocasiones la provincia de San Juan dio claras muestras de sus disidencias con la autoridad de Rosas. Así, el gobierno del teniente coronel Hipólito Pastoriza (diciembre de 1830 a marzo de 1831) dispuso una ley el 21 de diciembre de 1830 mandando retirar al gobierno de Buenos Aires la conducción de las relaciones exteriores. Este no sería el único desafío cuyano a la autoridad de Rosas.
El 8 de febrero de 1835 Pedro Molina era elegido gobernador de Mendoza. El 11 de marzo del mismo año, el antirrosista José I. Calle dirigió una carta a Diego Portales, el hombre fuerte detrás del gobierno de Joaquín Prieto (1831-1841), instándolo a que Chile se apoderara de las provincias de Mendoza y San Juan. En su carta decía Calle:

Existe en Santiago una comisión enviada por la provincia de Mendoza y San Juan, cerca del gobierno de la República... No será difícil obtener la incorporación de aquellas provincias a esta República. Creo conveniente decir a Vd. las razones que tiene en vista indudablemente, para creer que el gobierno de Chile no rechazaría la solicitud de las provincias de Mendoza y San Juan, de que las admitiese en la asociación política de este país. (...) La población de aquella provincia (Mendoza) simpatiza con la de Chile más bien que con la de ninguna de las provincias de Córdoba, Buenos Aires, Salta, etc.; por consiguiente, ni aun el temor de extinguir rivalidades locales existe, para el caso de agregar aquella agregación (...) (1).

Vale destacar que en 1840 Calle fue secretario de la Comisión Argentina en Santiago de Chile, que entre otros antirrosistas integraron Domingo Faustino Sarmiento, Gregorio Gómez, Joaquín Zapata, Joaquín Godoy y Francisco Domingo de Oro. Portales rechazó el ofrecimiento de Calle y además destacó a un comisionado para informar a Rosas sobre la conducta adoptada por los enemigos de éste en las provincias cuyanas. La reacción de Rosas no se hizo esperar y el gobernador mendocino Pedro Molina recibió una amonestación a raíz de la carta de Calle a Portales.

En realidad, la importancia del mercado chileno como salida común para los productos de las provincias cuyanas llevó desde muy temprano a éstas a buscar su integración económica entre sí y con Chile. Así, a instancias del gobernador de San Luis coronel José Gregorio Calderón (2) se iniciaron conversaciones en Mendoza que tenían el objetivo de unir económicamente a las tres provincias integrantes de la región cuyana. Vale detenerse en el contenido de las informaciones del mendocino Pedro Pascual Segura del 16 de junio de 1835, interesante reflejo de los problemas económicos de Cuyo y del apoyo mendocino a este proyecto de integración económica:

pues considerando los Mendosinos en todo sentido, necesario natural e indispensable la union de estos Pueblos, discurren del modo siguiente. Las produsiones de San Luis tienen su consumo en Mendoza y Chile, fuera de estas Plasas, no tiene otro mercado q. los cueros q. produse al año y remite a Bs. As. Esta entrada sola, es muy corta: El trafico de Mendoza y San Juan es a San Luis utilisimo, pues sin él caresería de todo jiro: Mendoza y Sn. Juan necesitan de Sn Luis pa qe los provea de ganado y consuma sus productos en cambio, mas, pa qe proteja su comercio con las Provincias de Abajo. De lo que se deduse qe estos tres Pueblos deben sostenerse, y fomentarse resiprocamente, p. qe no podria ecsistir uno sin el otro: Allándose Mendoza en menos peligro por ser poseedor de los Puertos de Cordillera y sus producsiones favorecidas pr. Chile, y sus puertos francos pa. el Perú y Colombia; po si estas bentajas no tuvieran, y se biese en el caso de sucumbir a la influencia del Comersio estranjero protegido en Buens. Ayrs. contra los intereses de la Republica, y aun asi propio ¿Que seria de Sn Luis con estas Plasas arruinadas y quisa despobladas? Claro es, qe bendria e ser un Departamento o rincon de la Cordova (3).

No obstante el fracaso de la gestión de Calle, los elementos antirrosistas de las provincias de Mendoza y San Juan no cejaban en sus intentos de conectarse con el gobierno chileno para debilitar a Rosas y a los gobiernos provinciales que respondieran a su política. Así, por ejemplo, el gobernador Pedro Molina y el general José Félix Aldao, aliados de Rosas en Mendoza, sufrían las acechanzas del grupo antirrosista sanjuanino liderado por Francisco Domingo de Oro (ministro del gobernador de San Juan, José Martín Yanzón, cuya gestión se extendió desde mayo de 1834 hasta enero de 1836), e integrado también por el coronel graduado del ejército de la provincia de Buenos Aires, Lorenzo Barcala (de origen africano), que había participado en las guerras de la Independencia. Justamente, Barcala expresaba en una carta a un capitán llamado José María Molina que uno de sus planes consistía en

Adelantar los tratados con Chile y proteger las compañías de minas propuestas por aquéllos. Ponerse de acuerdo con San Juan, Córdoba, Salta, Jujuy, Santa Fe y todas las provincias para dejar a Buenos Aires que hiciese lo que le pareciera con su dictador; pero este acuerdo con las demás provincias debería sólo entenderse en defensiva, quedando una estricta neutralidad armada que pudiera respetar otras (4).

Asimismo, según la prensa rosista de Buenos Aires, Barcala (quien fue juzgado y ejecutado en Mendoza el 1º de agosto de 1835) confesó al gobierno mendocino antes de morir que existía un plan gestado por el ministro sanjuanino Domingo de Oro para incorporar Mendoza y San Juan a la República de Chile. Esta confesión de Barcala fue transmitida del gobierno de Mendoza al de San Juan, factor que motivó el arresto y juicio de Oro.
Otro ejemplo interesante de las intrigas de los elementos antirrosistas en las provincias cuyanas y del respaldo del gobierno chileno a las mismas tuvo lugar en el contexto de las negociaciones que el ministro chileno Diego Portales llevaba a cabo con el gobierno de Rosas a fin de aunar su voluntad contra el régimen de Santa Cruz, quien estaba al frente de lo que sería la Confederación Peruano-Boliviana. Cabe apuntar que, más allá de los diferentes intereses que impulsaron al gobierno de Rosas y al de Chile a declarar la guerra a Santa Cruz -desarrollados con mayor detalle en los capítulos correspondientes a la guerra contra la Confederación Peruano-Boliviana-, desde el principio de la negociación con Portales, Rosas mostró desconfianza hacia las intenciones del gobierno chileno. Este sentimiento del encargado de las relaciones exteriores de la Confederación Argentina fue potenciado por un episodio de singular importancia: la captura por parte del gobierno de Rosas de una carta de César Hipólito Bacle a Bernardino Rivadavia. Bacle era un litógrafo suizo residente en Buenos Aires que luego se trasladó a Chile, donde fue empleado como litógrafo de Estado. Diego Portales ofreció hospitalidad a los emigrados antirrosistas a través de Bacle, quien escribió a Rivadavia. Esta carta decía que en un viaje que el suizo había realizado a Chile había hablado con Portales, quien le había recomendado y "encargado que indujese a todos los hombres de talento a trasladarse a Chile, proponiéndoles una protección decidida, pero me ha designado muy especialmente al Sr. Rivadavia, al Sr. Valentín Alsina y a los S.S. Varela (...)", todos claramente antirrosistas. Finalmente, Bacle comentaba a Rivadavia sin vueltas sus intenciones y las del ministro chileno Portales con las siguientes palabras: "El Sr. Portales tiene las mismas ideas que V. y quiere hacer por su propio país lo que V. ha querido hacer por el suyo" (5).
Por cierto, las intrigas de los antirrosistas en las distintas provincias tanto del Interior como del Litoral y Cuyo, tenían campo propicio en la dudosa vocación "federal" de muchos de los gobernadores, vinculados a la autoridad de Rosas más por temor que por convicción ideológica. Aun disintiendo con el orden rosista, más de un gobierno provincial usaba el ropaje federal para no desatar inmediatas represalias por parte del Restaurador de las Leyes. No obstante, ello no implicaba necesariamente la subordinación al poder de Buenos Aires. En este sentido, un claro testimonio del grado de involucramiento de los sectores antirrosistas en las políticas internas de las provincias cuyanas fueron las palabras que el propio Rosas dirigiera a la Legislatura de Buenos Aires el 31 de diciembre de 1835:

La quietud interior se encuentra restablecida y los pueblos cubiertos de honor. Sin embargo, ese bando de anarquistas, el más fecundo en arterías y medios de iniquidad, no deja de ocupar la atención del gobierno. Acosado en todas partes por el grito de la opinión, ha tomado el arbitrio de disfrazarse con la máscara de la Federación, y de este modo ha logrado sorprender al actual Gobernador de la Provincia de San Juan sometiéndolo a su funesta influencia y se ha apoderado también del gobierno de la Provincia de Salta (6).

Notas

  1. Carta de José I. Calle citada en Vicente D. Sierra, Historia de la Argentina, tomo VIII, Buenos Aires, Ed. Científica Argentina, 1969, p. 396.
  2. Calderón fue gobernador desde el 26 de diciembre de 1833 hasta el 11 de noviembre de 1840.
  3. Ricardo R. Caillet-Bois, "La vinculación económica de las provincias de Cuyo en 1835", en Boletín del Instituto de Investigaciones Históricas, Buenos Aires, 1932, Nros. 51-52, pp. 93-97, y Enrique M. Barba, "Formación de la tiranía", Academia Nacional de la Historia, R. Levene (comp.), Historia de la Nación Argentina (desde sus orígenes hasta su organización definitiva en 1862), Vol. VII, 2ª sección, Buenos Aires, El Ateneo, 1962, p. 99.
  4. Carta del coronel Lorenzo Barcala al capitán José María Molina, citada en V. D. Sierra, op. cit., t. VIII, p. 397.
  5. Ver carta de Hipólito Bacle a Bernardino Rivadavia, citada en Enrique M. Barba, "Las relaciones exteriores con los países americanos", Academia Nacional de la Historia, R. Levene (comp.), op. cit., vol. VII, 2ª sección, pp. 193-194.
  6. Mensaje de Juan Manuel de Rosas a la Legislatura de Buenos Aires, 31 de diciembre de 1835, citado en Julio Irazusta, Vida política de Rosas a través de su correspondencia, Buenos Aires, Jorge E. Llopis, 1975, tomo III, p. 27. Otro ejemplo que demuestra la dudosa vocación federal de las provincias cuyanas es el contenido de una carta del gobernador de San Juan, José Martín Yanzón, enviada el 15 de octubre de 1835 a su colega de Tucumán, Alejandro Heredia, que refleja el sentimiento de resistencia que despertaba el poder de Buenos Aires en más de un gobierno provincial. En ella Yanzón acusaba al teniente coronel Nazario Benavides y a Félix Aldao -dos nombres ligados al rosismo mendocino- de intentar derrocarlo. A su vez, éste era un tiro por elevación a Rosas, ya que en esta carta Yanzón declaraba estar convencido de que se quería someter a las provincias contra:
    nuestra voluntad y por un tiempo determinado a un poder sin límites, empleando al efecto el soborno para dividirnos y oponernos los unos a los otros, y llevando la presión hasta tal punto que satisfaga el deseo y la ambición de quien lo ha concebido y de los agentes que él emplea.
    Asimismo, en esa carta Yanzón invitaba a Heredia a oponerse a Rosas. (Carta del gobernador de San Juan José Martín Yanzón al gobernador de Tucumán Alejandro Heredia, San Juan, 15 de octubre de 1835, citada en: V. D. Sierra, op. cit., t. VIII, p. 400. También hay referencias acerca de esta carta en J. Irazusta, op. cit., p. 27). Luego de su fracaso en este intento, Yanzón se decidió a intevenir en La Rioja a favor de un alzamiento encabezado por Angel Vicente "Chacho" Peñaloza, quien se pronunció en Los Llanos aprovechando la circunstancia de que el caudillo Tomás Brizuela no estaba en condiciones de salud para sustituir a Villafañe en el gobierno de esa provincia.
        Aun otro testimonio de las actividades de los opositores a Rosas en Cuyo y su conexión con los gobiernos de Chile, Bolivia y la Banda Oriental es la carta que Rosas escribió a su colega santafesino Estanislao López, el 4 de enero de 1836. Refiriéndose al rol de Heredia y a la complicada situación en las distintas provincias, Rosas decía a López:
    el objeto del señor Heredia es demostrarnos que por aquella parte de la República aún hay muchos enemigos, y que estando al presente Salta y Jujuy gobernadas por administraciones unitarias y San Juan dirigida por los mismos, y su Gobernador entregado absolutamente a su dirección, y en Catamarca haberse arribado a un arreglo satisfactorio, que todos estos elementos forman un todo que obliga a pensar seriamente en el modo de prevenir con tiempo y sin demora males futuros que pueden darnos después mucho trabajo si ahora nos descuidamos a la vista del peligro, tanto más cuanto que es indudable que el Gobierno de Bolivia está protegiendo estos poderosos elementos de desorden contra nuestra República (...). A mi juicio, (los temores de Heredia) son fundados porque si es de fijarse en la vista que arroja la pintura de esa parte de la República en las Provincias de Salta y San Juan es de temerse desde que se relaciona a las maniobras de los muchos unitarios que hay en las demás cuando todos marchan a un objeto y rumbo, cuando todos tienen facilidad para comunicarse unos con otros, y con los refugiados en los tres Estados vecinos, donde se les tolera con escándalo todo género de hostilidad por la prensa y fuera de ella de diversos modos hacia los primeros hombres de esta Nación y su tranquilidad. (Carta de Juan Manuel de Rosas a Estanislao López, Buenos Aires, 4 de enero de 1836, citada en J. Irazusta, op.cit., tomo III, p. 29).
    Pero a su vez el mismo Heredia -considerado el guardián del orden rosista en la región norte- caería también bajo las sospechas de Rosas debido al pacto firmado por aquél con el gobernador de Santiago del Estero y el de Salta. No obstante Heredia consiguió aventar las sospechas y mantenerse como custodio del orden federal, pero luego aquéllas se renovaron al firmar el gobernador tucumano otro pacto con Catamarca que aparecía como una decisión alejada del dogmatismo rosista.
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