domingo, 1 de diciembre de 2024
sábado, 30 de noviembre de 2024
viernes, 29 de noviembre de 2024
jueves, 28 de noviembre de 2024
GCE: El asalto al Cuartel de la Montaña
El asalto al cuartel de la Montaña
Fue el 20 de Julio de 1936, tenía lugar el asalto al Cuartel d la Montaña; se cometerían las primeras atrocidades de la guerra
Aquí los protagonistas de estos trágicos sucesos en los q se vulneraron los Tratados internacionales (Convenio Ginebra) sobre el trato de prisioneros.

Destacar como protagonista, en primer lugar, al Teniente de Asalto Máximo Moreno, uno de los que salieron de la Sección de Pontejos en la madrugada del 12 al 13 de Julio para asesinar a Calvo Sotelo.

En la imagen, se le puede ver arengando a las masas para iniciar el asalto al Cuartel de la Montaña.
Permanecía en libertad pese a las evidencias de su participación en el asesinato de Calvo Sotelo y el intento de los otros 2 líderes de las derechas; Gil Robles y José Antonio Goicoechea.

El Teniente Máximo Moreno eludió toda responsabilidad en el asesinato de Calvo Sotelo "ocultándose" en la Dirección General de Seguridad, órgano dependiente del Ministerio de la Gobernación (Interior).
Otros protagonistas del crimen lo harían en domicilios particulares de diputados del PSOE (Margarita Nelken e Indalecio Prieto entre ellos).
Es decir, encontró "cobijo" en dependencias ministeriales, de las que era titular el Gobierno del Frente Popular.
Desde allí eludiría la acción de la Justicia durante 7 días, hasta ese 20 de Julio, fecha en la que saldría para dirigir a los milicianos, ya armados, al asalto del Cuartel de la Montaña de Madrid..

Aquel 20 de Julio, muchas de las Milicias Socialistas y Comunistas ya estaban armadas; estas habían permanecido ocultas en los miles de arsenales que habían destinado para el golpe de Estado de Octubre de 1934 (algunos de ellos, encontrados en los domicilios de diputados del PSOE). Esto, no lo afirmo yo, lo reconocía el líder y promotor del golpe, Largo Caballero. En este recorte, del libro de Clara Campoamor; "La Revolución española vista por una republicana",se recoge un testimonio de enorme valor del líder socialista: "Sería un poco exagerado afirmar que el Gobierno armó a las organizaciones obreras; ya lo estaban. A pesar de los registros efectuados tras la revolución de Octubre de 1934, muchas armas habían quedado en manos de los obreros sublevados. La decisión del Gobierno se limitaba a legalizar la situación"..

A pesar de los numerosos registros efectuados tras la revolución de Octubre de 1934, muchas armas habían quedado en manos de los "obreros sublevados".
Esto es sumamente revelador; Largo Caballero reconocía públicamente que los milicianos socialistas nunca habían dejado de estar armados, los trágicos sucesos de la Primavera dramática de aquel 1936 tuvieron como protagonistas a muchos de estos milicianos, muchos de ellos, convertidos en agentes del orden y la seguridad del Gobierno del Frente Popular..

Largo Caballero, La Pasionaria, los propios milicianos frentepopulistas y tantos otros, hicieron bandera política de la presunta represión con la que las autoridades republicanas intentaron hacer valer la legalidad y el orden.
Ahora, meses después, con aquellos que se habían acuartelado para defender la causa de los sublevados, no dudaban en ejercer, no sólo una violenta represión, sino iniciar un brutal ejercicio de eliminación sistemática de los que allí, previamente, ya se habían rendido y depuesto las armas.
Casi 2 años estuvieron exigiendo responsabilidades por la represión en Asturias, ahora, a las primeras de cambio, pasaban "a cuchillo" a más de 200 prisioneros sin ningún tipo de miramiento.

Esto pone de manifiesto otro de los mantras defendidos por la historiografía tradicional; no, el Gobierno de Giral no armó a los milicianos, ya estaban armados, y con estas armas se asesinó indiscriminadamente, con esas armas se asesinaría a muchos inocentes en las terribles Chekas frentepopulistas y en manos de estas nuevas "autoridades"

Otro de los que jugaría un papel destacado en los sucesos del 20 de Julio sería el "Comandante" del V Regimiento del PCE, Enrique Castro (imagen, arengando a los milicianos para tomar el Cuartel).
Él mismo relataría, años después, las brutalidades ejercidas contra los que se rindieron:
"Matar... matar, seguir matando, hasta que el cansancio impida matar más. Después... después construir el socialismo".
Así, de esta forma, pasaron a cuchillo y bayoneta a más de 130 prisioneros que, previamente, aguardaban en el patio del Cuartel tras su rendición (imagen)..
Los milicianos, las masas frentepopulistas armadas también por el Gobierno Giral, eran así "dirigidas" por elementos subalternos del Gobierno del Frente Popular muchos de ellos, inmersos en todo tipo de causas con delitos de sangre y que la amnistía del 21 de Febrero de 1936, los había exonerado

Los relatos sobre la masacre son muchos, no se respetaron los Tratados Internacionales (Convenio de Ginebra) respecto al justo y debido trato a los prisioneros, al revés, se les agolpaba contra las paredes del Cuartel donde eran acuchillados a bayonetazos, otros eran lanzados desde las ventanas más altas.
Enrique Castro (imagen), Jefe de estas Milicias comunistas, fue protagonista (como muchos de ellos) en el Golpe de Octubre de 1934.
Según relata en sus Memorias (se arrepintió de todo ello tras su exilio en Moscú..), el 14 de Abril de 1931 llegaría a afirmar:
"Hoy necesitaríamos 100 muertos para que la cosa empezara bien"; lo decía el día el mismo día en que se proclamaba la II República.

Otro de los que participó activamente en el asedio del Cuartel de la Montaña sería Agustín Vivero (imagen), escritor y periodista que, ese mismo día, 20 de Julio de 1936, sería nombrado por las autoridades frentepopulistas nuevo director del ABC republicano.

Agustín Vívero será el responsable de las execrables y sacrílegas imágenes que, en los siguientes días, se publicarían, en un diario como el ABC, con momias de monjas expuestas fuera de Conventos e Iglesias ante el aparente regocijo de milicianos.
Imágenes que, por cierto, darían la vuelta al mundo y que tantas críticas internacionales suscitaron contra el régimen republicano (luego vendrían los terribles problemas de éste para recabar ayudas internacionales en el conflicto)..

Estos fueron algunos de los protagonistas del asalto al Cuartel de la Montaña, muchos de ellos, elementos subalternos del Gobierno del Frente Popular que, dada la extrema crueldad con la que se emplearon, nada bueno hacia presagiar en un trágico conflicto entre españoles que se alargaría casi 3 años.
miércoles, 27 de noviembre de 2024
martes, 26 de noviembre de 2024
El flautista de Hamelin y las Cruzadas de Niños
El horrible origen del flautista de Hamelin
1. ¿Conoces el cuento de “El flautista de Hamelin”? Es la historia de unos niños arrastrados al desastre por las notas de una flauta mágica. Pues bien, el relato o cuento se basa en un episodio insólito de la historia medieval que terminó en tragedia: La Cruzada de los niños.
Allá por mayo del año 1212 un pastorcillo francés de unos 12 años llamado Esteban, vecino de Cloyes (cerca de Orleáns), se presentó ante el rey Felipe Augusto de Francia con una carta que, según aseguraba, el mismo Jesucristo le había entregado mientras apacentaba su ganado. El objeto de la misiva no era otro que predicar una Cruzada de niños para salvar los Lugares Santos allá por Tierra Santa allende el mar. En su delirio aseguraba que, igual que le ocurrió a Moisés en el mar Rojo en su huida de Egipto, las aguas del Mediterráneo se abrirían a su paso dejando vía libre a su misión.
Cuál no sería la sorpresa del monarca que le invitó a volver a su casa y a sus quehaceres. Aún seguía vivo el recuerdo del fracaso de la Cuarta Cruzada.
2. El tal Esteban no se arredró y el frenesí religioso logrado por su iniciativa logró en menos de un mes reunir unos 30.000 niños y a algunos religiosos y adultos.
Partieron de Vendôme en julio de 1212 hacia el sur. Tras numerosas e incontables penalidades, muchos murieron por sed, hambre, enfermedades o volvieron con sus padres, sólo un tercio de los niños llegó a Niza, hay fuentes que hablan de Marsella. Sea como fuere, tras esperar dos largas semanas el milagro divino de las aguas dos mercaderes, Hugo el Hierro y Guillermo el Cerdo, fletaron siete barcos para el traslado de la chiquillería.
3. De la expedición no se volvió a saber nada.
Pasaron dieciocho años antes hasta tener noticias de lo que había sucedido a sus pasajeros. Será en 1230 cuando un sacerdote que había participado en el viaje de regreso a Francia procedente de Oriente contó como dos de los siete barcos se habían estrellado contra las rocas durante una tormenta en la isla de San Pietro, en Cerdeña, ahogándose todos los ocupantes. Los niños de los otros cinco barcos, corrieron una suerte atroz, unos fueron atrapados por piratas, otros llevados a Argel por los mercaderes y vendidos como esclavos.
Pero el fervor religioso no solo animó a los niños franceses, en Alemania un niño llamado Nicolás, prendió la llama de la cruzada infantil. En poco tiempo reunió cerca de 7.000 seguidores y tras incontables avatares menos de la tercera parte llegó a Génova. Allí el mar volvió a ser el obstáculo insalvable. El desánimo cundió y la mayoría se volvieron a sus hogares tras la visita de Nicolás al Papa Inocencio III, quien les instó a volver a casa.
4. Los hermanos Grimm popularizaron en 1816 un relato que trataba de un músico que valiéndose de su flauta atraía a las ratas pero que viéndose engañado, atrajo a los niños de Hamelín con sus notas mágicas haciéndolos desaparecer.
¿Es simplemente un cuento, una tradición popular o una leyenda cuyos orígenes se remontan a la Edad Media?
Curioso es que la primera representación gráfica de los niños saliendo de Hamelín es de 1300 y se hallaba en una de las vidrieras de la iglesia del mercado (desapareció en el s. XVII). Lo curioso de la vidriera es que en ella no aparecían ratas, sólo un hombre con un instrumento musical seguido por niños.
Toda leyenda tienen un fondo de verdad…
Espero que os haya gustado y como siempre, gracias por leerme.

lunes, 25 de noviembre de 2024
domingo, 24 de noviembre de 2024
Crisis del Beagle: Los planes secretos del ataque a Temuco
Un general cuenta cómo fueron los preparativos secretos para ir a la guerra por el Canal de Beagle e invadir Chile en 1978
Por aquel entonces, Hugo Domingo Bruera tenía 23 años y era teniente de Infantería. Según los planes, su regimiento iba a ser uno de los primeros en cruzar la frontera durante la invasión
Se esperaba que fuera una guerra sangrienta. El gobierno de Jorge Videla no reconocía el resultado del laudo sobre el Canal de Beagle. Muchos años antes, en 1971, durante los gobiernos de Salvador Allende en Chile y el presidente Alejandro Lanusse en Argentina, se había decidido que la Corte Internacional de La Haya mediara en el conflicto.
El fallo fue emitido a mediados de 1977, y a principios de 1978, la dictadura argentina anunció que desconocía esa decisión. A partir de ahí, las tres fuerzas armadas comenzaron los preparativos. El plan era iniciar con la ocupación de las islas Picton, Nueva y Lennox, que habían sido adjudicadas a Chile. Desde el aire, mar y tierra, la dictadura argentina planeaba una especie de blitzkrieg con la esperanza de que la comunidad internacional ignorara el fallo de La Haya.
Aunque los preparativos eran secretos, todos sabían que decenas de miles de soldados de ambos lados iban a enfrentarse. Esta vez, el cruce de la cordillera no sería un San Martín acudiendo en ayuda de O'Higgins, sino un Videla intentando demoler a un Pinochet.
Las tropas terrestres estaban bajo el mando de Luciano Benjamín Menéndez, alias "El Cachorro", jefe del III Cuerpo de Ejército con base en Córdoba. Allí,los rumores decían que Menéndez mostraba a sus oficiales cómo disparar a la cabeza de un prisionero. Los que mataban quedaban unidos, ya fuera por sumisión, convicción o cualquier otra razón; ese era el estilo de Menéndez. El mismo Pinochet había hablado que habría enorme cantidad de fusilados de ambos bandos.
Hugo Domingo Bruera tenía 23 años, era de Granadero Baigorria, hincha de Central y le gustaba cantar tangos de Gardel. Era alto, fuerte y capaz de andar en mula o cargar los morteros pesados de la sección a su cargo. Era teniente de Infantería; su padre, abogado laboralista y ferviente peronista, lo había llamado Domingo.
Hugo Bruera
Hugo estaba en el regimiento 21, en Las Lajas, bajo la VI Brigada de Montaña de Neuquén, comandada por Mario Benjamín Menéndez, quien años después se rendiría en Malvinas. "El Cachorro" Menéndez visitaba frecuentemente para supervisar los ejercicios de cruce de la cordillera previos a la Navidad. A principios de diciembre de 1978, Menéndez llegó, recorrió a caballo las estribaciones de la cordillera y luego subió a un helicóptero para cruzar a territorio chileno.
Se rumoraba entre los oficiales que Menéndez había orinado desde el aire sobre lo que él consideraba territorio enemigo. Más tarde, frente a un centenar de oficiales, en medio de una arenga, Menéndez pronunció una frase que, 40 años después, aún resuena en los oídos de Bruera:
—¿Y cómo reaccionaron los oficiales? —pregunta Infobae.
—Nadie dijo nada. En esa época todos nos quedábamos callados frente a un general de tan alto rango —responde Bruera, quien había llegado a Las Lajas a principios de 1978.
Las Lajas, un pueblito de unos 500 habitantes, está en un valle y el regimiento en una meseta, a 60 kilómetros de la cordillera y a otra distancia similar de Zapala.
En Las Lajas, ni siquiera los rebeldes estaban informados: no llegaba ninguna radio ni mucho menos televisión, hasta las comunicaciones telefónicas eran dificultosas.
-Era un regimiento montado, teníamos gran cantidad de mulas. Yo era el jefe de la sección Morteros Pesados. Tenía más mulas que soldados. Teníamos un puesto de avanzada en Pino Hachado –cuenta.
Se trata de uno de los cruces cordilleranos más importantes del sur, a casi 2.000 metros de altura y un punto donde, en caso de estallar el conflicto, sería escenario de combate.
-La segunda mitad de 1978 fue de muchos ejercicios militares. Teníamos una mística bastante fuerte porque ese lugar, tan solitario, hace que uno se sienta orgulloso de defender un paso de frontera. La mística te sostiene. Aunque los conscriptos que llegaban de Buenos Aires, Córdoba y Tucumán sufrían el frío –dice Bruera, que llegó a general de Brigada y pasó a retiro hace unos años.
El jefe del regimiento empezó a revistar las tropas con más frecuencia desde mitad de 1978 y llegado diciembre los rumores de malestar con Chile eran fuertes. Bruera estaba centrado en su misión: con los morteros pesados debían pasar por encima de las avanzadas de infantería para neutralizar la eventual defensa chilena. Dormían a la intemperie para familiarizarse con lo que les esperaba.
-En las marchas dormíamos al aire libre. Se ataban las mulas y los caballos. Hacíamos la cama con el capote abajo, el pellón de la montura y la bolsa de dormir arriba. De almohada el casco –dice.
Las bromas estaban a tono con la locura de las guerras. Una noche, mientras dormía en el cuartel, a Bruera le pusieron un grabador Geloso al lado de la oreja. Se sobresaltó con una música que hoy recuerda como la de las proclamas de los golpes de Estado. En ese momento, creyó que era el inicio de las operaciones.
-Salté de la cama, me puse el casco y agarré el equipo. Salí corriendo hacia la mulera para buscar a los soldados y a los animales –dice.
Apenas se encontró con las carcajadas de los bromistas.
Perder el caballo
Bruera había logrado tener un caballito de montaña para desplazarse.
-Le puse Pajarito, por lo rápido que andaba. Me lo había dado un indio que era soldado en mi sección. Era de la tribu de Namuncurá, hijo del cacique en ese momento. El animal estaba acostumbrado a pasar a Chile con la veranada, llevando ovejas o chivos, algo que habitualmente hacían los indios por su destreza en ese territorio. El caballito se me escapó y se fue para Chile. Tuve que pedirle a Crisóstomo, un baqueano de la sección, conocedor de la zona, que se vistiera de paisano y pasara al otro lado de la frontera. La pista que podía seguir era el surco que abría la soga que, al estar desatada, dejaba alguna huella en el camino. Crisóstomo sabía dónde pastaba el ganado y me trajo a Pajarito de vuelta –cuenta, y agrega que los baqueanos llevaban chupilca en la cantimplora: una mezcla de vino con harina tostada y azúcar, muy bueno para levantar la temperatura del cuerpo.
En la montaña no estábamos quietos. La preparación y los ejercicios seguían a diario. Hacíamos los cálculos para el lanzamiento de los morteros. También teníamos que tratar de suplir la falta de provisiones que no llegaban. Teníamos que llevar a pastorear las mulas, montarlas, entrenándolas para desplazarse en la montaña.
Habíamos cavado como para contar con unas cuevas donde se guardaban las municiones. Tengo una foto con una flor silvestre que pusimos en una de esas cuevas. Si había un rato libre, Bruera siempre tenía la guitarra presta para acompañar su repertorio gardeliano.
Casamiento postergado
-Yo tenía agendado mi casamiento para el 29 de diciembre y diez días antes me dijeron que suspendiera la ceremonia porque no sabían qué iba a pasar. Yo tenía que avisarle a mi futura esposa, que vivía en un pueblito de La Pampa que tenía la misma escasez de teléfonos que sufría Las Lajas. Desde una cabina, como no se escuchaba nada, fue la operadora quien le dijo a mi novia se suspendía el casamiento: "Suspende porque es militar y no le puede decir más, pero quédese tranquila", fueron sus palabras.
Muy cerca de Navidad les llegó la orden de operaciones. Se desplazaron los sesenta kilómetros que los separaban de la cordillera.
-El desplazamiento era difícil. Teníamos que ir a pie, de noche, llevando las mulas del cabestro. Llovía, había viento, se puso frío. Cuando llegamos a un monte pequeño paré la tropa para que durmiera y esperé a un soldado que se le había roto el soporte del mortero. Yo salí a buscarlo y muy rápidamente di con él -cuenta.
Los preparativos de invasión
Lo que hasta acá parece una descripción dura pero bucólica debe cotejarse con los propósitos de la Junta Militar, que había hecho contactos tanto con Perú como con Bolivia (donde también había dictaduras militares) para instarlos a tomar parte en el ataque a Chile. De los planes no quedó documentación escrita pero sí fueron reconstruidos los pasos a seguir.
A principios de diciembre había partido una nutrida flota naval. El día D era el 22 de diciembre a las ocho de la noche, donde la infantería de marina ocuparía las cinco islas adjudicadas a Chile en el laudo. Unas horas después, en la Patagonia comenzaba a actuar el Ejército y de inmediato los aviones de la Aeronáutica atacarían la aviación chilena. El Cachorro Menéndez, con las tropas aerotransportadas del III Cuerpo de Ejército, invadiría cercanías de Santiago de Chile. También entrarían en combate unidades del II y el V Cuerpo. Para el 23 de diciembre, la supremacía argentina sería aplastante. El costo en vidas humanas iba a ser inmenso.
Guerra postergada
Las olas de 12 metros, los vientos huracanados y el frío de la noche del 21 de diciembre frustraron el desembarco de los infantes de marina. Tampoco los helicópteros podían despegar de las cubiertas de los barcos. Ni los buzos podían ir en gomones hacia sus objetivos. La tormenta evitó el primer paso de la guerra. A su vez, los militares chilenos, que tenían órdenes de responder la ocupación, no recibieron instrucciones para atacar a los buques argentinos que estaban en su mar territorial.
Pero, como siempre, las guerras se ganan o se pierden en los escritorios. Ambas dictaduras habían aceptado que el Vaticano intercediera en el conflicto. Y fue el ya veterano cardenal Antonio Samoré quién hablaba por teléfono con Pinochet y Videla para frenar el conflicto. Su llegada a Montevideo se produjo justo el día de Navidad de 1978 y allí ambas dictaduras aceptaron firmar un acta que evitaba la guerra. Siempre quedará para los admiradores de los escenarios contrafácticos pensar qué hubiera pasado si el clima del 21 de diciembre en el Beagle hubiera sido agradable.
Dos días de respiro
Los soldados y oficiales que estaban en operaciones no sabían nada más que las instrucciones que recibían. Bruera apenas supo que Samoré había llegado a esta lejana región del planeta.
-Antes de fin de año nos dieron dos días para ir en camiones hasta el regimiento sin desarmar las posiciones de la cordillera. Ahí podíamos bañarnos y cambiar la ropa. Yo usé esos dos días para subirme a mi Fiat 600 y recorrer los 900 kilómetros que me separaban del pueblito donde vivía mi novia. Ahí pude decirle personalmente lo que no había podido contarle por teléfono. Volví enseguida, fui al puesto en la cordillera. Año nuevo los pasé con la tropa.
Guardamos la posición hasta fin de enero y luego nos desmovilizaron y volvimos al regimiento.
-¿Y el casamiento? –preguntan los cronistas.
-Fue en Rosario, el 2 de febrero de 1979. Pero sin luna de miel. Me volví a ir en el Fiat 600 y dos días después lo cargué para llevar todo a Las Lajas. Mi esposa se venía a vivir allá –cuenta.

Cara a cara con un militar chileno
Treinta años después Argentina y Chile conmemoraron la paz. El acto se hizo en Santa Cruz, en el paso Monte Aymond, donde fueron las dos presidentas de entonces, Cristina Kirchner y Michele Bachelet. Bruera fue con la comitiva oficial, ya no como teniente de morteros sino como secretario general del Ejército.
-Del Ejército chileno fueron varios jefes. Nosotros llevamos una sección de soldados de Río Gallegos para que luego de la ceremonia oficial pasáramos del lado chileno y hacer un desfile conjunto. Como sorpresa hubo una invitación a comer en un restorán de Puerto Natales. Ahí celebramos no haber entrado en combate. Yo canté algún tango y de repente estaba hablando con el general Hernán Mardones de Chile, a quien no conocía. Pero nos contamos en qué lugar estaba cada uno. Yo, en Pino Hachado y él cerca de Temuco, dos localidades que están a la misma latitud, enfrentadas. Entonces los dos dijimos "si se armaba la guerra nos matábamos".

Cuarenta años después
A mediados de 2018, tras casi cuatro décadas de aquel momento infame para los pueblos de Chile y Argentina, el regimiento de Las Lajas se juntó en Villa María, Córdoba, para compartir anécdotas, asado y vino. Por supuesto, Bruera sacó la guitarra y cantó Palermo, me tenés seco y enfermo…
-Bruera, ¿y de la dictadura de entonces? –preguntan los cronistas.
-Yo tenía el concepto claro de que la dictadura era un flagelo.

A principios de junio de 2010, Bruera fue desplazado de su cargo y enviado a Perú. Una nota de Mariano Obarrio, cronista en Casa Rosada por La Nación, señalaba: "Bruera es peronista y siempre jugó muy bien para inculcar los derechos humanos en el Ejército", como si a alguien le interesara ese tema.
Esta nota fue escrita por el ex-terrorista montonero Eduardo Anguita y Daniel Cecchini