martes, 13 de mayo de 2025
Invasiones Inglesas: Batallón Buenos Ayres del Ejército de Galicia
lunes, 12 de mayo de 2025
domingo, 11 de mayo de 2025
sábado, 10 de mayo de 2025
Guerra Antisubversiva: Padre e hijo contra la "revolución"
¡"La noche que un pibe de 16 y su padre, enfrentaron a la "revolución"!
@PedroMihovilce1
Era 1975, transcurría el gobierno democrático del peronismo, con Isabel y los compañeros al mando, marcaba el pulso de un país en ebullición. Yo tenía 16 años, trabajaba en el campo con mi viejo y era un estudiante más en una secundaria atravesada por vientos turbulentos. Algunos profesores, vociferaban discursos encendidos, militando en Montoneros, ERP, JP y otras siglas de la época, sembrando ideas entre los pupitres, para conseguir soldados para la revolución.
Pero una noche, en el campo de mi familia en San Antonio de la Paz, provincia de Catamarca, la teoría se estrelló contra la realidad. La paz se quebró con el rugido de dos jeeps y un camión jaula que irrumpieron con una misión: llevarse nuestras vacas para "alimentar a los soldados de la revolución" y a los humildes de los campos tucumanos. Mis viejos, eran gente de trabajo honrado (lejos de ser Bunge o Born), habían puesto en esa hacienda todo lo que teníamos, era nuestro único capital.
La luna llena reinaba esa noche, como un farol plateado que nos regaló claridad. Nosotros conocíamos el monte como las líneas de nuestras manos, porque lo recorríamos de día y de noche para cuidar la hacienda, era época de sequía y esta fue la ventaja para resistir el asalto.
24 sombras llegaron con su "idealista tarea revolucionaria" (en criollo, a robarnos sin ningún pudor). Comenzaron a exponer sus ideales revolucionarios apuntándonos con fusiles y ametralladoras, pero no cedimos. Y de una discusión acalorada pasamos a que el aire se llene de pólvora y furia.
Entre mi viejo y yo, vaciamos varias cajas de cartuchos 12/70 y varios cargadores de .45. En una hora y media, su revolución se desmoronó: huyeron como ratas entre los arbustos del monte, dejando atrás los vehículos y a dos camaradas que sorprendí y retuve con la escopeta en ristre, listos para un retrato improvisado (que hoy conocemos como selfie). Cuando la estrenduosa visita cedió, los llevé a pie hasta casa, pasos firmes y patadas en el culo, bajo la mirada de la luna a esperar a la policía.
Entramos, y "el sol de noche" de la cocina de la casa, los iluminó de lleno. Entonces vi sus caras: ¡eran dos profesores de mi escuela! La sorpresa me atravesó como un relámpago. La policía llegó, se los llevó, y en Catamarca los pusieron a disposición del Poder Ejecutivo Nacional. Fin de la historia, pensé...
Pero no, semanas después, en la feria remate de hacienda de Jesús María, reconocí un lote de novillos con la marca de un vecino al que sí habían doblegado. Interrogué al rematador. "Los trajo el hijo de la jueza tal", confesó, aunque ese día no se vendían: porque carecían de papeles que justificaran su origen (obvio era hacienda robada, cuatrereada).
Así, entre el ’73 y el ’76, desangraron a productores de Santiago del Estero, Catamarca, Córdoba y Tucumán, dejándolos en la ruina. Los "profes" que capturamos esa noche, con las manos en un novillo, entraron por una puerta y salieron por la otra a la semana.
Al mes, los vi otra vez en la escuela, tejiendo sus palabras cargadas de odio a la “oligarquía” (¿les suena?) entre los pibes como si aquí, nada hubiera pasado.
Años después, durante "el Menemato", alzaron la voz y cobraron indemnizaciones como "víctimas de la represión" 250 mil dólares (en realidad y por el caso que les cuento, fue por una semana tras las rejas por cuatreros).
Colorín colorado: la mentira y el afán de robar siempre fueron el mismo hilo conductor enroscado en la política.
Por eso les dejo un consejo a los pibes laburadores y de bien:
"Métanse en política, porque tarde o temprano la política se mete con ustedes".
Basta de ingenuidad; hay que actuar, mientras los populistas millonarios brindan en su fiesta eterna el país se sigue cayendo de a pedazos.
Si a los 16 años, con mi querido viejo Antonio, no arrugamos frente a 24 de ustedes (24 contra 2), imaginate hoy... ¿se acuerdan del tiroteo en el monte? Esa noche, que nos llovieron más de 400 disparos de FAL, para lograr su "objetivo de guerra" (robarse nuestra hacienda) y se les escurrió entre los dedos. Cuando corrieron en retirada, abandonando a dos camaradas que capturé, temblando y descompuestos frente a un pendejo de 16 años. ¿se acuerdan? o ¿les dá vergüenza el recuerdo?...
Hoy, a mis 65, con un pie en el cajón y con nada que perder, ¿en serio creen que me van a asustar con amenazas, soretes? En esa época que eran idiotas útiles, vaya y pase. Pero ahora, hombres grandes, no inspiran miedo: como siempre, dan asco.
Sus miserables vidas orbitan en torno a engrosar sus cuentas bancarias, usando a los pobres como escudo, un arte que nunca abandonaron, propio de cobardes, cínicos y miserables, para terminar finalmente siendo los más ricos del cementerio.
¡Piensen! aunque les hagan un mausoleo como al virolo, los gusanos se van a comer sus restos al igual que con los restos del más pobre.
Volviendo al tema de aquella noche del ’75 con mi viejo, los espero. Solo lamento que “el Antonio” no esté para compartir la fiesta; esta vez, el telón sube solo para mí. Vengan tranquilos, pero traigan los pañales puestos: ¡no hay que perder la dignidad camaradas! menos ustedes, los soldados del Che. Y recuerden como les dijo mi querido viejo Antonio:
"No siempre el hilo se corta por lo más fino".
Aunque me pese el alma hoy, viejo y cansado de ver cómo les llenaron la cabeza con mentiras y toneladas de mierda a varias generaciones, destrozando lo hermoso que fue mi país, la Argentina, se los digo alto y claro: aún en mi ocaso, puedo darles una sorpresa. Quizás así cerremos este capítulo como "hombres de honor", aunque sé que con ustedes es imposible, honor y pelotas es lo que siempre les faltó.
Por desgracia para nosotros y en favor de ustedes habitamos un país de justicia parcial, ustedes carecen de patriotismo y honor. Espero no tener que partir sin saldar esta deuda que tenemos pendiente.
Nos merecemos un segundo acto ¿no les parece? para ver quién tiene las pelotas bien puestas y quiénes siguen siendo unas ratas cobardes, siempre agazapadas en las sombras del poder de turno.
Hago público este mensaje porque no pienso suicidarme como recientemente algún amigo empresario, ni arrastro deudas turbias. Lo digo por si se les cruza la mala idea de mandarme a alguien a matarme por la espalda, como hicieron siempre con propios y ajenos, sepan que: por cada amenaza va a salir una antorcha como esta, para quemarlos vivos frente a la opinión pública.
Que todos vean qué clase de porquerías conviven entre nosotros, metidos en la política y que encima, por ende "viven de nosotros".
Dios quizás los perdone; YO NO, ¡NUNCA! ¡JAMÁS!
Saludos cordiales, ¡CAGONES!
Pedro, el chango de ‘El 17’.
viernes, 9 de mayo de 2025
Occidente: Las raíces filosóficas de James Bond
Las raíces filosóficas de James Bond
El personaje de James Bond, creado por Ian Fleming, tiene raíces filosóficas y culturales profundas dentro de la tradición occidental. Su figura es más que la de un simple espía; representa un ideal arquetípico con influencias de distintas corrientes filosóficas, literarias y culturales que han moldeado la identidad del héroe occidental.
1. El héroe estoico y la virtud romana
Bond encarna la tradición del estoicismo, similar a los filósofos romanos como Séneca, Marco Aurelio y Epicteto. Es un hombre de acción que enfrenta la muerte, la violencia y el caos con control emocional, disciplina y determinación. No se deja dominar por el miedo ni por la debilidad, sino que se guía por la idea de que su deber es superior a sus deseos personales.
Esto se relaciona con la virtud romana de la "gravitas", que denota dignidad, seriedad y responsabilidad, y con la "fortitudo", el valor de actuar con firmeza ante la adversidad. Bond acepta su destino sin quejas y se sacrifica sin vacilar, siguiendo un código de conducta tácito, aunque a veces cínico.
2. El caballero errante y la tradición artúrica
Bond es un caballero moderno. Su estructura narrativa sigue la del caballero medieval, como en la leyenda del Rey Arturo y los Caballeros de la Mesa Redonda. Tiene un juramento implícito de servicio, una lealtad inquebrantable a su reina y su país, y enfrenta peligros para proteger el mundo civilizado de las fuerzas del caos.
Su relación con "M" (especialmente en la etapa de Judi Dench) refuerza esta conexión, ya que ella actúa como una figura de mentor, similar a Merlín o a un monarca que guía al caballero en su misión. Sus misiones son pruebas de nobleza, y sus enemigos suelen representar fuerzas de corrupción, desorden o tiranía, reflejando la clásica lucha entre el caballero y el dragón.
3. El héroe byronesco y el romanticismo inglés
Bond también comparte rasgos con los personajes del romanticismo inglés, especialmente los de Lord Byron. Es un héroe solitario, rebelde, con un pasado traumático y una actitud de desencanto cínico frente al mundo. No es un idealista puro, sino alguien que conoce la oscuridad del ser humano y la acepta sin ilusiones.
Este rasgo byronesco se ve en su relación con las mujeres, su sentido trágico de la vida y su aparente insensibilidad emocional, que en realidad oculta un hombre marcado por el dolor. Sus romances suelen ser fugaces, porque su destino no le permite el amor duradero, reflejando el arquetipo del héroe maldito que nunca puede encontrar la paz.
4. El superhombre Nietzschiano y la voluntad de poder
En el fondo, Bond encarna una versión estilizada del superhombre de Nietzsche. Es un hombre que vive más allá de la moral tradicional, operando en un mundo donde las reglas convencionales no aplican. No es un agente del bien absoluto, sino un ejecutor que decide su propio código de conducta basado en la eficacia y la supervivencia.
Su superioridad física e intelectual, su autocontrol y su dominio sobre el entorno reflejan la "voluntad de poder" nietzscheana: la capacidad de moldear el mundo a su conveniencia sin ser gobernado por normas impuestas. No se deja someter por la debilidad ni la mediocridad, sino que sobresale como un individuo excepcional en un mundo lleno de mediocridad y corrupción.
5. El agente del Imperio y el colonialismo occidental
Bond también es producto de la Gran Bretaña imperial. Su misión no es solo proteger al Reino Unido, sino mantener el orden mundial occidental frente a amenazas externas, muchas veces representadas como dictadores, multimillonarios megalómanos o ideologías rivales (antes la URSS, luego el terrorismo internacional).
Esta dimensión tiene raíces en la tradición del aventurero británico, como los exploradores del siglo XIX o los espías de la Primera Guerra Mundial. Bond no solo es un guerrero, sino un hombre de mundo, sofisticado, culto y con acceso a los círculos de poder global. Su estilo refinado lo coloca en la línea de personajes como Sherlock Holmes o Richard Hannay, pero con un enfoque más pragmático y letal.
Conclusión: Bond como el último héroe occidental
James Bond es una síntesis de estas tradiciones filosóficas y culturales. Es el último héroe de una era crepuscular, donde el honor, la astucia y la fuerza individual aún tienen valor en un mundo dominado por la burocracia y la impersonalidad. Su carácter mezcla el estoicismo romano, la nobleza caballeresca, el fatalismo romántico, la voluntad de poder nietzscheana y el legado del imperialismo británico.
Por eso sigue siendo un ícono atemporal, porque representa un ideal de masculinidad y heroísmo que, aunque evoluciona con el tiempo, sigue apelando a las raíces más profundas de la cultura occidental.
jueves, 8 de mayo de 2025
miércoles, 7 de mayo de 2025
JMR: Exilio y muerte del dictador
El final de Juan Manuel de Rosas en Inglaterra: el abandono de sus hijos y la vida al día con lo que producía en su campo
Se exilió en Gran Bretaña luego de ser derrotado en Caseros. En ese país viviría 25 años en una granja que mantenía con la colaboración de un par de peones. La relación con su hija Manuelita, la circunstancia de su fallecimiento y los intentos por repatriar los restos de la controversial figura de la historia argentina
Adrián Pignatelli || Infobae
Burgess Farm, la vivienda que Rosas alquilaba, a unos 10 kilómetros de Southampton, sobre el camino a la capital británica
Ese americano rubio de ojos claros que vestía como gaucho, que hablaba inglés a los ponchazos y que tenía la costumbre de tomar una extraña infusión con una bombilla, vivía al día y se alimentaba de lo que producía en la granja que alquilaba en Swanthling, a unos kilómetros de Southampton, sobre el camino a Londres.
Lejanísimos habían quedado esos años de señor todopoderoso de la Confederación Argentina. La estrechez económica por la que pasaba lo obligaba a declinar o ignorar invitaciones a recepciones ya que no disponía de vestimenta adecuada. Para Juan Manuel de Rosas habían quedado en el pasado las visitas que intercambiaba con su amigo Lord Palmerston, a quien había nombrado su albacea y que ya había fallecido. Otros que solían visitarlo eran el cardenal Wiseman y el reverendo Mount. Nadie más.
El mismo día en que fue derrotado en la batalla de Caseros el 3 de febrero de 1852, Rosas renunció, se refugió en la legación británica y días después partió al exilio
En 1862, la falta de dinero lo obligó a desprenderse de su casa en la ciudad, convirtiendo la granja en su residencia definitiva.
Hombre de campo
Su jornada de trabajo comenzaba a las ocho de la mañana, que interrumpía una hora al mediodía para almorzar. Iba acompañado de un niño negro quien le cebaba mate. Luego seguía hasta las cinco de la tarde, tiempo en que se ponía a escribir, preferentemente con lápiz. Tenía varios con la punta preparada, para no perder tiempo.
En la Argentina le habían confiscado sus propiedades, la legislatura lo había declarado en 1857 “reo de lesa patria”. No mantenía contacto con su familia ni con su hermano Prudencio, que vivía holgadamente en un palacete en Sevilla. Se animó a escribirle a Justo José de Urquiza por su situación, y éste lo ayudó económicamente. Lo seguiría haciendo su viuda Dolores Costa, cuando el entrerriano fue asesinado el 11 de abril de 1870.
En 1851, el artista Prilidiano Pueyrredón pintó este retrato de Manuela, la hija de Rosas. Ella lo acompañaría a Gran Bretaña, donde se casaría y formaría una familia
En el dormitorio de su granja guardaba lo más preciado de sus pertenencias: papeles, documentos y libros que había logrado rescatar cuando dejó Buenos Aires. Muchos eran papeles de la época de gobernador. Decía que serían clave para defenderse de las acusaciones de sus enemigos.
Rosas siempre fue un personaje algo pintoresco para los lugareños, al que recordaban montado a caballo y que hablaba no tan bien el inglés, al que había empezado a estudiarlo junto a su hija Manuelita en el barco que lo llevó a Gran Bretaña y que siguió con lecciones en Southampton.
Para el anciano general, su hija Manuelita no era más que una ingrata. Había tenido la idea de casarse y dejarlo solo. El 22 de octubre de 1852 se había casado con Máximo Terrero en la iglesia católica de Southampton y se habían ido a vivir a South Hampstead, en las afueras de Londres. Dos veces al año junto a sus hijos Rodrigo Tomás y Manuel Máximo y a su marido recorría los 120 kilómetros que los separaban para pasar unas semanas junto a él.
Silencioso benefactor. Justo José de Urquiza, quien lo había derrotado en Caseros, le enviaba dinero a Rosas
Su hijo varón, Juan Bautista, que también lo había acompañado en el exilio junto a su familia, en 1855 había resuelto volver a Buenos Aires. Tan contrariado estaba Rosas que no fue al puerto a despedirlo.
Con su hija había sentido algo similar. Tomó su matrimonio como una traición. No asistió a la boda y en cartas a allegados se lamentaba: “me ha dejado abandonado”.
A pesar de sus 83 años, no había dejado de lado su costumbre de salir a la mañana al campo a trabajar, a pesar de sus problemas de gota. Había caído en cama por un enfriamiento que había tomado el sábado 10 de marzo y ese resfriado rápidamente se complicó.
Sepulcro de Rosas en Southampton. En esa tumba también fueron enterrados su hija y su yerno
Lo asistió su vecino y amigo, el doctor John Wiblin. Hicieron llamar a Manuelita, quien llegó de inmediato. No se separaba de la cama del enfermo.
Ella se tranquilizó cuando el martes 13 Rosas había amanecido un poco mejor. Sin embargo, en las primeras horas del miércoles lo besó como acostumbraba y notó que tenía su mano muy fría.
— “¿Cómo se siente, tatita?”- le preguntó su hija.
— “No sé, m’ hija”. Fueron sus últimas palabras. Falleció en su exilio inglés el 14 de marzo de 1877, dos semanas antes de cumplir 84 años.
De nuevo en el país. Primero hubo una misa y un acto en el Monumento a la Bandera; luego el féretro fue llevado por el río Paraná a Buenos Aires y depositado en la bóveda familiar de los Ortiz de Rozas en Recoleta
Los funerales fueron el lunes siguiente en el cementerio local. El 24 el Southampton Times & Hampshire Express publicó una breve necrológica, que informaba que “su excelencia” el general Juan Manuel de Rosas había muerto de inflamación a los pulmones.
El féretro de roble inglés macizo y lustre francés, cubierto por un paño negro que tenía una cruz blanca, fue acompañado por dos coches fúnebres. Fue una ceremonia corta, de la que participaron unos pocos allegados. Se cumplió su deseo, de que en su despedida al más allá solo se rezase una misa.
Muy lejos, en Buenos Aires, al llegar la noticia, viejos federales salieron a manifestar, lo que dio lugar a que otros tantos viejos unitarios que habían sufrido la persecución rosista y el exilio, hicieran lo mismo y tuvieran como blanco el sepulcro de Juan Facundo Quiroga en La Recoleta, donde intentaron enlazar por el cuello a la Dolorosa, la escultura que coronaba la lápida. El gobierno prohibió a los familiares de Rosas rezar una misa en su memoria.
De nuevo en el país
En la madrugada del 3 de febrero de 1899 su caserón de Palermo fue dinamitado y el extenso parque que lo rodeaba pasó a llamarse Tres de Febrero, que recordaba la batalla de Caseros. El 25 de mayo de 1900 un busto del ex presidente Sarmiento fue colocado en el centro de lo que había sido su residencia, en el actual cruce de las avenidas Del Libertador y Sarmiento.
Desde entonces, hubo varios intentos y proyectos de repatriar sus restos. El 30 de octubre de 1973 la misma legislatura que lo había condenado retiró los cargos, hubo un proyecto en el tercer gobierno de Juan Perón que por su muerte frustró. Y en el comienzo del gobierno de Carlos Menem se concretó.
El caserón que Rosas había hecho levantar donde hoy se cruzan las avenidas del Libertador y Sarmiento. Fue demolido en 1899
La exhumación fue el 21 de septiembre de 1989, a las tres de la tarde. Fueron testigos su tataranieto Martín Silva Garretón y Manuel de Anchorena. El féretro estaba en un nicho de mampostería, debajo de los de su hija Manuelita y su yerno Máximo Terrero. El trabajo demoró horas y se usó una pala mecánica para excavar. Tenía la tapa deteriorada. La inexperta manipulación había provocado la destrucción de algunos huesos. Los restos se pasaron a otro ataúd y fueron llevados a la funeraria Mallum.
El viernes 22 por la tarde el Boeing 707 de la Fuerza Aérea que llevaba los restos aterrizó en el aeropuerto francés de Orly, en el sector reservado a los jefes de Estado. Habían colocado una alfombra roja y banderas argentinas y francesas a media asta. El féretro de madera clara, que contenía a otro estaba cubierto por dos banderas, la azul y blanca federal y la celeste y blanca, la misma que hasta el 2 de abril de 1982 había flameado en la entrada de la embajada argentina en Londres. Acompañaban los restos miembros de la Comisión Nacional de Repatriación, con Julio Mera Figueroa a la cabeza. Un grupo de gremialistas que se encontraba en Europa depositaron un poncho punzó sobre el ataúd.
El 27 de septiembre se abrió el féretro ante la presencia de sus descendientes. Los huesos, desarticulados, eran de color castaño y muchos estaban casi destruidos. El cráneo estaba volcado hacia la derecha y la mandíbula aún aprisionaba una dentadura postiza. Era todo lo que quedaba del que durante un cuarto de siglo había gobernado con mano de hierro el país. Se hallaron además un crucifijo de madera y un plato de porcelana, que podría haber sido usado para colocar agua bendita durante el velatorio.
De Francia, el vuelo hizo escala en las islas Canarias y en Recife. El 30 de septiembre por la mañana llegó a Rosario, donde se hizo un acto en el Monumento a la Bandera, con misa y con la presencia de descendientes directos. Allí Carlos Menem pronunció su primer discurso como presidente apelando a la unidad nacional.
“Al darle la bienvenida al Brigadier General don Juan Manuel de Rosas también estamos despidiendo a un país viejo, malgastado, anacrónico, absurdo (…) En la unidad nacional nadie está obligado a renunciar a sus ideas ni a su juicio histórico; en la unidad nacional nadie está obligado a claudicar en sus opiniones sobre nuestro pasado”.
En el buque de la Armada Murature fue llevado por el Paraná hacia Buenos Aires. Una parada de rigor fue en la Vuelta de Obligado, escenario del emblemático combate contra ingleses y franceses.
El 1 de octubre llegó al puerto de Buenos Aires y un multitudinario cortejo de jinetes vestidos a la usanza federal acompañó el féretro a su destino final, la bóveda de los Ortiz de Rozas en el cementerio de La Recoleta.
No se cumplió la premonición de José Mármol de que “ni el polvo de sus huesos esta tierra tendrá”. En noviembre de ese año se inauguró un monumento con su figura que mira fijo al busto de su acérrimo opositor, Sarmiento, levantado en medio de lo que era su caserón en Palermo. Y el ya devaluado billete de veinte pesos llevó el rostro de ese anciano ermitaño que había exportado a la campiña inglesa las extrañas costumbres de los gauchos de las lejanas pampas argentinas.













