martes, 8 de julio de 2025

Primera Guerra Balcánica: El frente búlgaro

Primera Guerra de los Balcanes – Teatro de operaciones búlgaro

War History





Artillería serbia en Adrianópolis

Los cañones serbobúlgaros arrasaron Adrianópolis, causando grandes pérdidas tanto en unidades militares turcas como en la población civil.



Apenas días después de la paz en la Guerra Ítalo-Turca de 1911-12, la Puerta (gobierno otomano) se vio en guerra con Grecia, Serbia y Bulgaria, unidas por primera vez en un esfuerzo por apoderarse de las posesiones turcas restantes en la península balcánica. A la que pronto se unió Montenegro, esta Liga Balcánica, al igual que los italianos, argumentó que sus ciudadanos, todos cristianos, estaban siendo maltratados por los turcos musulmanes, especialmente en la mal administrada Macedonia. La Liga se mostró inicialmente dispuesta a aceptar reformas, incluyendo la autonomía para Macedonia, pero la Puerta dudó y, por lo tanto, se vio envuelta, sin preparación y con una oficialidad deficiente, en violentas hostilidades. Las fuerzas griegas avanzaron desde el sur, atrapando a un gran ejército turco, capturando toda su artillería y transporte, y liberando Salónica. Los serbios avanzaron desde el norte, derrotando a los ejércitos turcos en las batallas de Kumanovo y Monastir (Bitola) en el otoño de 1912. Los búlgaros llegaron del este para invadir Tracia y obtuvieron victorias en Kirk Kilissa y Lule Burgas, donde se enfrentaron al grueso del ejército turco y lo obligaron a retirarse hacia Constantinopla. Los problemas de abastecimiento salvaron Adrianópolis (Edirne) y Constantinopla de la captura. Grecia y Montenegro ignoraron un armisticio búlgaro-turco (3 de diciembre de 1912), y la Conferencia de Paz de Londres no logró resolver los objetivos conflictivos de las partes beligerantes en los Balcanes. Los Jóvenes Turcos tomaron entonces el control del gobierno de Constantinopla, denunciaron el armisticio y reanudaron la lucha. El 26 de marzo de 1912, Adrianópolis cayó ante una fuerza serbio-búlgara sitiadora, tres semanas después de que los griegos forzaran la rendición de los turcos en Yannina (Ioannina). Con la caída de Scutari (Üsküdar) ante las tropas montenegrinas el 22 de abril de 1913, los otomanos aceptaron a regañadientes el Tratado de Londres impuesto por las grandes potencias, perdiendo Creta y sus posesiones europeas (salvo las penínsulas de Chatalja y Galípoli). (Estambul), la capital otomana. Solo los problemas de suministro búlgaros salvaron a Adrianópolis (Edirne) y Constantinopla de ser capturadas. Grecia y Montenegro ignoraron un armisticio búlgaro-turco (3 de diciembre de 1912), y la Conferencia de Paz de Londres no logró resolver los objetivos conflictivos de las partes beligerantes en los Balcanes. Los Jóvenes Turcos tomaron entonces el control del gobierno de Constantinopla, denunciaron el armisticio y reanudaron la lucha. El 26 de marzo de 1912, Adrianópolis cayó ante una fuerza serbio-búlgara sitiadora, tres semanas después de que los griegos forzaran la rendición de los turcos en Yannina (Ioannina). Con la caída de Scutari (Üsküdar) ante las tropas montenegrinas el 22 de abril de 1913, los otomanos aceptaron a regañadientes el Tratado de Londres impuesto por las grandes potencias, perdiendo Creta y sus posesiones europeas (salvo las penínsulas de Chatalja y Galípoli).

Diplomacia Balcánica y las Guerras de los Balcanes, 1908-1913

Poco antes de que el GNA se reuniera en Tûrnovo, se había formado un nuevo gobierno bajo el liderazgo de Ivan Geshov, quien había sucedido a Stoilov como líder del Partido Nacionalista. Se sabía que Fernando odiaba profundamente a Geshov, principalmente porque los nacionalistas se encontraban entre los críticos más feroces del gobierno personal del príncipe. Si el rey desconfiaba tanto de los nacionalistas en asuntos internos, su ascenso al cargo debía significar que aprobaba sus opiniones en política exterior. La principal prioridad de Geshov en este ámbito era mejorar las relaciones con Rusia, y como Rusia llevaba tiempo pidiendo una alianza búlgaro-serbia, se creía ampliamente que Geshov había sido designado para lograrla.

Había motivos de sobra para que los dos estados balcánicos estrecharan lazos. El gobierno de los Jóvenes Turcos no había traído la paz a la península y, en particular, había enfurecido a los albaneses; estos antiguos leales servidores del sultán estaban ahora sujetos a un gobierno más centralizado mediante impuestos, reclutamiento y un intento de desarmarlos. Se rebelaron todos los veranos entre 1909 y 1912. Este creciente desorden planteaba dos grandes peligros para los estados balcánicos circundantes. El primero era que las potencias pudieran intervenir para imponer reformas que funcionaran y que ellas supervisarían. La segunda era que una o más potencias pudieran ocupar parte de la península, y cuando Italia declaró la guerra a Turquía en 1911 por disputas territoriales en el norte de África, este peligro se volvió más ominoso. En cualquier caso, la puerta se cerraría a la expansión de los estados balcánicos. Pero si dos o más de esos estados pudieran formar una alianza, dificultarían la intervención de cualquier potencia externa. Rusia, por su parte, temía la intrusión austrohúngara más que la italiana y veía en una alianza balcánica la mejor barrera contra ella.



Soldado de infantería búlgaro.


Cuando comenzaron las negociaciones entre Belgrado y Sofía, la diplomacia rusa creía que ambos estados buscaban una alianza defensiva. Búlgaros y serbios sabían perfectamente que la alianza solo podía tener un propósito ofensivo. Querían apoderarse del Imperio Otomano en Europa antes de que hubiera tiempo para reformas o intervención de las potencias. Las negociaciones no fueron fáciles. Los búlgaros, obviamente con la esperanza de una segunda Rumelia Oriental, presionaron para que se otorgara autonomía a Macedonia; los serbios insistieron en la partición. Los búlgaros finalmente accedieron, pero resultó imposible trazar las líneas divisorias definitivas y la zona central alrededor de Skopie fue declarada «zona en disputa», cuyo destino, de ser necesario, se sometería al arbitraje del zar.

Un tratado sobre estas líneas se firmó en febrero de 1912. En la primavera, la situación en Macedonia se deterioró aún más y los griegos firmaron apresuradamente un tratado con los búlgaros, tan apresuradamente, de hecho, que no había cláusulas que regularan la división de ningún territorio conquistado. Los griegos también firmaron una alianza con los serbios. Montenegro no se quedó atrás y firmó acuerdos verbales con los otros tres estados.

Para el verano de 1912, Macedonia estaba sumida en el caos. La revuelta albanesa anual se extendió al valle del Vardar y llegó hasta Skopie, obligando al gobierno de los Jóvenes Turcos a dimitir. Los búlgaros se enfrentaban a una creciente presión interna para que actuaran en defensa de los exarquistas en Macedonia, presión que culminó en una gran manifestación a favor de la guerra en Sofía el 5 de septiembre. Dos días después, el rey y el gabinete decidieron declarar la guerra y se pusieron a ultimar los preparativos en el país y con sus aliados. Montenegro declaró la guerra al Imperio Otomano el 8 de octubre; los demás aliados siguieron el ejemplo diez días después.

Para el ejército búlgaro, la principal tarea era hacer retroceder al enemigo en las llanuras del este de Tracia, aunque se enviaron otras pequeñas fuerzas para unirse a los serbios en Macedonia y avanzar rápidamente por el valle del Struma con la esperanza de llegar a Salónica antes que los griegos. En su campaña principal, los búlgaros obtuvieron un éxito rotundo. Para la primera semana de noviembre, las fuerzas otomanas habían sido repelidas hasta las líneas de Tchataldja, en torno a su capital.


Bombardeo de Adrianópolis desde el aire.

El rey y la mayoría de los políticos querían avanzar e intentar tomar Constantinopla; incluso se decía que Fernando había encargado un uniforme suntuoso para la ocasión. El Estado Mayor se mostró menos entusiasta; las tropas estaban exhaustas y se había producido un brote de cólera en algunas unidades. Los civiles prevalecieron, pero la cautela de los soldados resultó justificada, y el 17 de noviembre se abandonó el ataque. En cuestión de días se firmó un armisticio y todos los beligerantes acordaron reunirse en el Palacio de St. James, en Londres, para determinar los términos de un acuerdo de paz. Mientras tanto, las grandes potencias habían hecho saber que una Albania independiente debía surgir de las ruinas del Imperio Otomano en Europa.

Mientras se desarrollaban las conversaciones en Londres, la lucha estalló de nuevo el 3 de febrero de 1913 en Tracia cuando los búlgaros lanzaron un ataque sobre Adrianópolis, una de las pocas fortalezas que quedaban bajo control otomano. La lucha se prolongó hasta la rendición de la guarnición el 26 de marzo; durante el asedio, la aviación búlgara llevó a cabo el primer bombardeo aéreo de la historia europea. A pesar de su éxito en Adrianópolis, los búlgaros se enfrentaban a un problema diplomático para el que no se había encontrado una solución satisfactoria. El gobierno rumano había exigido una compensación territorial por las ganancias de sus vecinos y, según afirmaba, como recompensa por su buen comportamiento durante la guerra. Dicha compensación solo podía provenir de Bulgaria y, tras una conferencia de embajadores en San Petersburgo, los búlgaros se vieron obligados a ceder el sur de Dobrudja a una línea que iba de Silistra a Balchik.

La resolución general de la guerra llegó posteriormente con la firma del Tratado de Londres el 30 de mayo de 1913. El tratado establecía que se crearía un estado albanés y que una comisión internacional definiría sus fronteras; el resto de las antiguas posesiones otomanas, al norte de una línea que iba de Enós a Midia, se dividiría entre los aliados según lo consideraran oportuno. Esto no iba a ser fácil. La pérdida del sur de Dobrudja intensificó la determinación búlgara de asegurar su parte completa del botín macedonio. Sofía presionó por la "proporcionalidad", argumentando que, dado que Bulgaria había contribuido con la mayor parte de la lucha, debía recibir las mayores ganancias. Los griegos y los serbios invocaron la noción de "equilibrio", enfatizando que la futura paz de los Balcanes solo podría garantizarse si los vencedores emergían de la guerra con una fuerza más o menos igual. El núcleo del problema era la zona en disputa. Cuando los búlgaros sugirieron que la cuestión se sometiera a arbitraje ruso, los serbios se negaron, insistiendo en cambio en negociaciones directas en las que los griegos debían participar. Las conversaciones fueron tan inútiles como los búlgaros habían temido. Cuando fracasaron, Geshov renunció y fue sucedido como primer ministro por Danev.

Geshov estaba muy desanimado por el poderoso grupo de presión a favor de la guerra que se estaba formando en Sofía, un grupo de presión reforzado al saberse que se había firmado una alianza greco-serbia. En el partido de la guerra se encontraban la mayoría de los grupos macedonios, los partidos de oposición no socialistas ni agrarios, el Estado Mayor, el rey y, finalmente, Danev, quien finalmente se convenció de que no se podía esperar nada aceptable del arbitraje ruso. El 29 de junio, el ejército búlgaro atacó a sus antiguos aliados serbios y griegos.

Al principio todo fue bien para los búlgaros, pero tras dos semanas de combates, llegó la noticia de que los rumanos se estaban movilizando, poco después de lo cual el ejército otomano cruzó la frontera sur y tomó Adrianópolis. Las fronteras del norte estaban indefensas, lo que significaba que nada podía impedir la entrada de los rumanos en Sofía, por lo que los búlgaros pidieron la paz. En los tratados de Bucarest (10 de agosto) y Constantinopla (13 de octubre) perdieron gran parte del territorio recientemente adquirido. Conservaron únicamente Pirin, Macedonia, hasta un punto intermedio en el valle de Struma y una franja de Tracia que incluía el puerto egeo de Dedeagach.

Wikipedia

lunes, 7 de julio de 2025

Colombia: Guerra de los Supremos (1839-1842)


Milicias neogranadinas en las cercanías de Bogotá en 1843 un año después de la guerra, obra de Edward Walhouse Mark.

Guerra de los Supremos (1839-1842)







La Guerra de los Supremos, también conocida como Guerra de los Conventos, fue el primer gran conflicto civil de la Colombia independiente, desarrollándose entre 1839 y 1842. Su origen fue principalmente religioso, pero se transformó rápidamente en una guerra política y regionalista. Este conflicto marcó el inicio de una larga tradición de enfrentamientos entre tendencias ideológicas opuestas en el país, y sentó las bases para las divisiones entre liberales y conservadores que dominarían el siglo XIX colombiano.

Contexto político y social

Con la independencia de la Gran Colombia y la transformación del Virreinato de la Nueva Granada en república, surgieron nuevas estructuras de poder político, militar y administrativo. Muchas provincias que antes no tenían relevancia comenzaron a cobrar importancia, y emergió una nueva clase dirigente compuesta por abogados, comerciantes y militares.

Durante este periodo, se consolidaron dos tendencias ideológicas fundamentales: una de carácter liberal, que promovía reformas, libertad de comercio y el laicismo, y otra conservadora, más aferrada a las estructuras tradicionales, la religión católica y el orden centralista. Este nuevo contexto produjo tensiones entre el poder central y los líderes regionales, muchos de los cuales buscaron autonomía o control local frente al gobierno nacional.

Causas inmediatas del conflicto

El detonante del conflicto fue una ley impulsada durante el gobierno de José Ignacio de Márquez, que ordenaba la supresión de conventos con menos de ocho religiosos, especialmente en la ciudad de Pasto. El propósito de la ley era subastar los bienes de esos conventos para financiar la educación pública. Aunque la jerarquía eclesiástica apoyó la medida, fue rechazada por sectores populares y religiosos de Pasto, especialmente por el padre Francisco de la Villota. Este rechazo generó una revuelta local que fue apoyada por fuerzas armadas irregulares conocidas como guerrillas.


José María Obando

La rebelión adquirió dimensiones mayores cuando José María Obando, caudillo del sur, se declaró Supremo Director de la Guerra. Al conflicto se sumaron diversos líderes regionales que también adoptaron el título de "Supremos", transformando una disputa religiosa en una guerra civil generalizada. Estos líderes, en su mayoría antiguos próceres de la independencia y hacendados locales, se alzaron con el objetivo de combatir el centralismo y promover un modelo federalista.

Desarrollo del conflicto

Inicio en el sur

La guerra comenzó en el sur del país, específicamente en Pasto. El presidente Márquez envió inicialmente al general Pedro Alcántara Herrán para sofocar la rebelión, pero, ante la resistencia, también fue designado el general Tomás Cipriano de Mosquera como jefe de operaciones. El conflicto tomó una dimensión internacional cuando el gobierno de la Nueva Granada pidió ayuda al presidente ecuatoriano Juan José Flores. Este intervino con 2000 soldados, lo que ayudó a derrotar temporalmente a los rebeldes en la zona, pero provocó rechazo en otras regiones.

Pedro Alcántara Herrán y Zaldua

Expansión del conflicto

La entrada de tropas extranjeras fue vista como una traición por muchos caudillos regionales, lo que llevó al alzamiento de nuevas provincias. La guerra se extendió a zonas como Ciénaga, Mompós, Cartagena, Riohacha, Pamplona, Casanare, entre otras. A finales de 1840, de las diecinueve provincias del país, solo Bogotá, Neiva, Buenaventura y Chocó apoyaban al gobierno central.

Uno de los momentos más críticos fue la amenaza directa sobre Bogotá. Manuel González, Supremo del Socorro, marchó hacia la capital con 2500 hombres. El avance rebelde fue contenido por el general Juan José Neira en la batalla de Buenavista o La Culebrera, aunque este murió poco después debido a las heridas sufridas.

Durante este periodo, el presidente Márquez dejó el poder temporalmente en manos del general Domingo Caicedo, buscando reagrupar fuerzas y reunirse con sus generales. El gobierno organizó una defensa combinada por parte de los generales Herrán y Mosquera, quienes junto con moderados liberales formaron el llamado Partido Ministerial o de la Casaca Negra.

“La Gran Semana” y reorganización militar

En noviembre de 1840, Bogotá fue nuevamente amenazada. Se vivió un periodo de alta tensión conocido como “La Gran Semana”, cuando un ejército rebelde llegó hasta Cajicá. Para levantar el ánimo popular, se realizó una procesión con la imagen de Jesús Nazareno y se rindió homenaje al moribundo general Neira. Afortunadamente para el gobierno, el ejército de Herrán se acercaba desde el sur, lo que obligó a los rebeldes a retirarse.

En marzo de 1841, Pedro Alcántara Herrán fue elegido presidente por el Congreso. Aunque inicialmente se rehusó a aceptar el cargo, finalmente lo asumió. Se reorganizó el ejército en cuatro divisiones bajo los generales Mosquera, Collazos, Posada Gutiérrez y Joaquín París, con el objetivo de enfrentar la rebelión en distintas regiones.

Desenlace y derrota de los Supremos

A lo largo de 1841, el ejército nacional logró recuperar posiciones estratégicas. Mosquera derrotó a Obando en varias batallas, lo que llevó a su huida hacia Perú, donde pidió asilo. Herrán, por su parte, logró retomar Ocaña y otras regiones. Los líderes rebeldes del norte, al ver la caída de sus aliados, comenzaron a rendirse y reconocer al gobierno.

Uno de los últimos focos de resistencia fue Santa Marta, donde el Supremo Santiago Mariño seguía enfrentando al gobierno. Esta ciudad fue abastecida por aliados extranjeros, lo que motivó la intervención diplomática del ministro británico Robert Stewart. A través de su mediación, se logró una tregua. El 29 de enero de 1842 se firmó un armisticio en Ocaña, y posteriormente se decretó una amnistía general en Sitionuevo el 19 de febrero.

 

Intervención extranjera

La Guerra de los Supremos contó con participación externa de diversa índole. Inicialmente, el gobierno de Márquez pidió ayuda a Ecuador, lo cual tuvo consecuencias negativas. Por otro lado, Venezuela también se vio involucrada indirectamente: dos de los caudillos rebeldes, Santiago Mariño y Francisco Carmona, eran venezolanos radicados en Colombia. Más tarde, buques ingleses ayudaron a abastecer a las fuerzas leales en Cartagena, y finalmente fue un diplomático británico, Robert Stewart, quien facilitó el acuerdo de paz entre el gobierno y los insurgentes.

Consecuencias de la guerra

El conflicto tuvo un alto costo político, social y económico para el país. Además de miles de muertos y regiones devastadas, consolidó las divisiones ideológicas que definirían la historia nacional durante el resto del siglo XIX. Se formalizaron los bandos:

  • Liberales federalistas, partidarios de la descentralización, la educación pública, el comercio libre y la separación entre Iglesia y Estado.

  • Conservadores centralistas, que defendían un Estado confesional católico y estructuras tradicionales de poder.

Esta polarización fue la semilla de múltiples guerras civiles futuras en Colombia.

Además, la guerra reforzó el caudillismo regional. Los “Supremos”, muchos de ellos antiguos héroes de la independencia y hacendados ricos, movilizaron peones y esclavos para sus causas personales o ideológicas. Entre ellos estaban:

  • José María Obando (Supremo Director)

  • Vicente Vanegas (fusilado en 1840)

  • José María Vezga Santofimio (fusilado en 1841)

  • José María Tadeo Galindo (fusilado en 1840)

  • Manuel González (Socorro)

  • Juan José Reyes Patria (Tunja y Casanare)

  • Salvador Córdova (Antioquia, fusilado en 1840)

  • Francisco Javier Carmona (Ciénaga)

  • Santiago Mariño (Santa Marta)

  • Juan Antonio Gutiérrez de Piñeres (Mompós)

  • Tomás de Herrera (Istmo)

Todos ellos dejaron claro que en Colombia aún no existía un sentimiento de unidad nacional fuerte. La lealtad estaba con las regiones, no con el Estado central.

Conclusión

La Guerra de los Supremos fue mucho más que un conflicto religioso. Aunque se originó por la clausura de conventos, se convirtió en una guerra de poder entre el centralismo bogotano y el regionalismo caudillista, entre el conservadurismo y las nuevas ideas liberales. Fue también un escenario donde se empezaron a configurar las grandes divisiones políticas del país y se puso de manifiesto la fragilidad de la nación recién independizada. Su desenlace significó una victoria temporal del centralismo, pero dejó abiertas profundas heridas que se manifestarían en múltiples guerras civiles a lo largo del siglo XIX.

Fecha 30 de junio de 1839-29 de enero de 1842
Lugar República de la Nueva Granada, (Actual Colombia y Panamá)
Casus belli El presidente ordena cerrar templos y conventos con menos de ocho miembros.
Resultado Victoria del gobierno
Beligerantes
Gobierno:
República de la Nueva Granada
República del Ecuador
Rebeldes:
Supremos
Comandantes
José Ignacio de Márquez
Pedro Alcántara Herrán
Juan José Neira 
Domingo Caycedo
Tomás Cipriano de Mosquera
Francisco Urdaneta
Eusebio Borrero
Juan José Flores
José María Obando
Francisco Carmona
Vicente Vanegas  Ejecutado
José María Vezga Santofimio  Ejecutado
José María Tadeo Galindo  Ejecutado
Manuel González
Juan José Reyes Patria
Salvador Córdova  Ejecutado
Santiago Mariño
Juan Antonio Gutiérrez de Piñeres
Tomás Herrera
Fuerzas en combate
Ejército: 5079
Guardia Nacional: 1184
Ecuador: entre 1500-2000
2000 alzados en 1839
Unos 3400​ -4000​ muertos entre 1840 y 1842.


domingo, 6 de julio de 2025

Virreinato del Río de la Plata: Fuga de amor en Carmen de Patagones

Planes de fuga y amor en la frontera

La antropóloga Lidia Nacuzzi reconstruye una historia de amor registrada en los documentos

Fuente



Autos contra Ana María Castellanos, “la más mala yerba o cizaña, capaz de infestalo y perderlo todo”. Archivo General de la Nación, fondo Secretaria de la Gobernación y Gobernación Intendencia. ID: AR-AGN-SGGI01-1428


En marzo de 1780, el fuerte de Carmen de Patagones estaba llegando a su primer año de existencia, su construcción avanzaba lentamente después de una relocalización desde la margen sur a la norte del río Negro. Se iban completando los muros de su planta cuadrada, la estacada y los bastiones; en su interior se habían ubicado la vivienda del superintendente Francisco de Viedma, la capilla, los almacenes, el cuerpo de guardia y los calabozos. Por fuera del fuerte se diseñaron nueve manzanas para las casas de los pobladores que fueron convocados desde Galicia, Asturias y Castilla. Las primeras familias comenzaron a llegar en octubre de 1779 y se agregaron al contingente inicial de oficiales, tropa, peones y presidiarios. La documentación de los legajos de Costa Patagónica da cuenta, casi día por día, de los sucesos de esta empresa colonizadora española que se inició en un lugar tan alejado de los otros centros urbanos de la época, solo accesible por vía marítima. El superintendente se ocupaba tanto de las cuestiones civiles de gobierno como de las militares, desde la administración de justicia al abastecimiento de alimentos, herramientas y materiales, incluyendo las negociaciones con los caciques indígenas de la región. Con ellos, que rápidamente se convirtieron en proveedores indispensables, acordaba el intercambio de bayetas, aguardiente, harina y yerba por vacas y caballos. Suponemos que, además, decenas de interacciones personales o negociaciones de diverso tipo, de las que no han quedado registros, deben haber sucedido entre los pobladores y los “indios” y “chinas” que integraban las comitivas indígenas. En uno de esos encuentros, el poblador Juan Domingo Basiga dio muerte al Capitán Chiquito, pariente de unos de los caciques. Tres días después se inició una información sumaria porque Basiga había intentado fugarse del bergantín en el que estaba preso, en la boca del río. La prueba de ese intento eran unas cartas que le fueron enviadas, estimadas como “un asunto que debía considerarse con mucho sigilo” y dieron origen a otra “sumaria” que se formó a nombre de su autora, Ana María Castellanos.

Los legajos mencionados están repletos de cartas que van dando cuenta de los avatares del fuerte y de su población. Son piezas cortas, con un formato muy estandarizado en cuanto a la redacción y la distribución del escrito en el folio, en ellas los escribientes tienen gran protagonismo como productores de los textos. Judy Kalman ha señalado que la injerencia de esos intermediarios a menudo da lugar a escrituras en colaboración. En este contexto, la carta de Ana es disruptiva. Hay otras voces de mujeres en estos papeles, pero nunca una expresándose por sí misma. Ella escribe sin intermediarios, rompe con los cánones epistolares y el formato establecido, aunque se vale de la pluma y usa cuartillas, un “recado de escribir” que le tuvieron que prestar. Utiliza el lenguaje corriente para convencer a su amado de fugarse “por tierra”, le hace llegar nombres de quienes lo ayudarán, le indica un lugar de reunión, propone unirse a la fuga (“quiero ir contigo”), cansada de su marido, “este borracho”. Puede ser que exagerara los argumentos (“soy capaz de tirar la cabeza al agua”, “los indios me quieren matar”) que se mezclan con frases apasionadas (“no puedo descansar este corazón de suspirar”, “me falta la prenda en que yo me miro”), en algunos pasajes enlaza ambos recursos: “dicen que te van para ahorcar por dios te lo pido que no me dejes que quiero morir contigo”. De las declaraciones de Ana y de sus supuestos cómplices, aunque todos niegan y se contradicen, queda claro que el deseo de huir no era exclusivo de ella, que muchos deseaban escapar de los duros trabajos o de las penas por cumplir, aún a costa de enfrentar el peligro de internarse en territorio indígena por rutas inexistentes.

Al cerrar el expediente, Viedma concluye que “la fuga es ilusoria”, “dimanada de la pasión” que dominaba a Ana y ordena liberar a los detenidos. Parece un final feliz para el momento folletinesco que nos hizo descansar de la monotonía burocrática de estos papeles. Sin embargo, su última línea nos repone a los prejuicios que todavía hoy combatimos: recomienda recluir a Ana a la “casa de la Residencia” en Buenos Aires.

Publicado originalmente en 2021, en Inspiraciones: pensamientos desde archivos.

sábado, 5 de julio de 2025

Guerra de la independencia: El asalto y combate de Talcahuano

Mariano de Escalada embosca a realista en Talcahuano 






El 7 de junio de 1817 una partida de 25 granaderos al mando del comandante Mariano de Escalada se adelanta por orden del teniente coronel Manuel Medina en persecución de una guerrilla realista, a la que no logra darle alcance y ésta ingresa en la fortaleza de Talcahuano. No obstante, Escalada se acerca hasta la fortificación despreciando el fuego de la plaza, logra sorprender inesperadamente a una guardia que custodiaba ganado, dispersa los hombres y se apodera de 50 caballos y vacas. Al regresar con su presa, Escalada choca imprevistamente con 80 jinetes realistas que se dirigían a Talcahuano. Sin perder la serenidad y sin considerar tampoco la distancia que lo separaba del resto del escuadrón, emplazó sus 25 granaderos en una altura y abrió fuego sobre su nuevo adversario, aferrándolo y dando tiempo a que el comandante Medina, atraído por el ruido de los disparos, llegase sorpresivamente al lugar e inmediatamente se lanzara a la carga derrotando completamente a sus enemigos, que tuvieron 10 muertos, numerosos heridos y 3 prisioneros; mientras que los independientes sufrieron la pérdida de 2 hombres y 2 heridos.

viernes, 4 de julio de 2025

Guerra mexicano-estadounidense: Las causas

Cuál es el origen de la guerra entre México y EEUU a 176 años del conflicto

México y Estados Unidos disputaron una guerra entre 1846 y 1848, en donde México terminaría cediendo parte de su territorio, como los estados de Texas, Nuevo México, California y Utah



Un 13 de mayo de 1846, Estados Unidos declararía la Guerra a México. Foto: www.gob.mx

A lo largo de la Historia de México, el país ha tenido diversos conflictos armados con otras naciones, entre ellos, potencias como España o Francia. Sin embargo, posiblemente el conflicto armado que más daño le ha hecho al país como nación independiente, es la Guerra que disputó contra el vecino del norte, Estados Unidos, de 1846 a 1848.

Luego de esta intervención estadounidense, México perdió varios estados que pertenecían a su territorio, y que en su conjunto equivalían a más de la mitad del territorio que le pertenecía, como Texas, Nuevo México y California.

La declaración de guerra por parte de Estados Unidos, se dio un día como hoy, 13 de mayo, pero de 1846, por parte del entonces presidente estadounidense Jame K. Polk.

Pero, ¿Cuáles son los orígenes del conflicto que tuvieron México y Estados Unidos, que llevaron a tener ese fatal desenlace?

Luego de la Independencia de México, Estados Unidos inició con su política expansionista. Foto: www.gob.mx

La política expansionista de los Estados Unidos de América, se hizo evidente con la compra de Luisiana en 1803 y la firma de Tratado Adams-Onís de 1819, con el que España cedió la Península de Florida estableciendo una política generosa para que se permitiera el traslado de algunos ciudadanos españoles que habían perdido sus territorios.

Cuando México logró consumar su independencia, iniciaron las pretensiones expansionistas estadounidenses, y Joel Robert Poinsett fue enviado como representante de Estados Unidos de América para firmar el tratado de los límites con México, en el que intentó anexar a su territorio la provincia de Texas.

A partir de 1823, fue imposible evitar el proceso de ocupación pacífica de miles de emigrantes, agricultores y aventureros, que se establecieron en la región. La diputación provincial de Texas se negó a enviar a un diputado a la Legislatura Constituyente, e informó que prefería ser un territorio independiente.

Al reunirse el primer Congreso Federal, algunos diputados como Carlos María Bustamante defendió la postura texana, para evitar más conflictos, el congreso concluyó que el Gobierno de Coahuila emitiría un decreto para la suspensión de la diputación provisional texana sin dejar de pertenecer al territorio nacional, razón por la que el gobierno mexicano decidió permitirle a Stephen Austin llevar emigrantes anglosajones a Texas desde el 25 de agosto de 1829. Poinsett intento nuevamente comprar el territorio de Texas, ofreciendo cinco millones de dólares.

La anexión de Texas a Estados Unidos fue uno de los principales motivos por los que comenzaría la guerra. (Foto: Wikipedia)

En consecuencia de las negativas del gobierno de México a las pretensiones que Estados Unidos tenía sobre el territorio de Texas, se suscitaron movimientos de carácter social, incitados por comunidades reconocidas como separatistas que buscaban la autonomía del estado.

El gobierno de los Estados Unidos apoyó económica y militarmente a los separatistas, para conseguir la independencia de Texas, mientras que el General Antonio López de Santa Anna, a finales de noviembre, decidió partir rumbo a Texas, para defender Saltillo y hasta el 1 de febrero de 1836 recibió el apoyo que le permitió conformar dos Divisiones del Ejército, con lo que logró importantes victorias sobre los separatistas texanos.

De ese modo, el 19 de abril alcanzaron el punto donde confluyen los ríos San Jacinto y Buffalo Bayou, conocida como Llanura de San Jacinto. En ese lugar, sin embargo, se realizó la Batalla de San Jacinto, en donde el General Santa Anna fue capturado y obligado a firmar el Tratado de Velasco, del 14 de mayo de 1836. La derrota de los mexicanos obligó al General Santa Anna a reconocer las peticiones texanas.

Durante casi 10 años, México intentó recuperar la provincia rebelde, y en marzo de 1845 la República de Texas se anexó a Estados Unidos, siendo reconocida la anexión del Río Nueces, lo que provocó que se revivieran tensiones pasadas, y que ese mismo años el gobierno del país vecino del norte intentara comprar los territorios de Alta California y Nuevo México.

James K. Polk fue el presidente estadounidense que declaró la guerra a México.

El gobierno mexicano se alertó con las nuevas peticiones del gobierno estadounidense, y rechazó la oferta, por lo que el entonces presidente de Estados Unidos, James K. Polk ordenó al General Zachary Taylor llevar un ejército a la frontera de Texas con México para que se estableciera en Corpus Christi, en agosto de 1845.

A principios de 1846 Taylor recibió órdenes de marchar con su ejército al sur, hasta el Río Bravo. El 24 de abril de 1846 se produjo un enfrentamiento entre las tropas de Taylor y las mexicanas comandadas por el General Mariano Arista. Esto propició que el 13 de mayo de 1846, Estados Unidos declarara la guerra a México.

Luego de esto se dieron una serie de batallas, en donde triunfaría el ejército invasor. Las hostilidades concluyeron con la firma del Tratado Guadalupe Hidalgo, en febrero de 1848, en el que México perdió los territorios que actualmente ocupan los estados de California, Nevada, Utah, Nuevo México, Texas, Colorado, Arizona y partes de Wyoming, Kansas y Oklahoma, en el que además, se recalcó que México renunciaría a todo reclamo sobre Texas y la frontera se estableció en el Río Bravo.


jueves, 3 de julio de 2025

Biografía: Teniente General Juan Andrés Gelly y Obes

Juan Andrés Gelly y Obes



Fue Ministro de Guerra y luego general en campaña. Su actuación en batallas como Tuyutí y Curupaytí fue destacada. Muchos historiadores lo valoran por su capacidad táctica y su comprensión del terreno.




Ministro de Guerra y Marina de la Nación Argentina
12 de octubre de 1862-6 de agosto de 1865
Presidente Bartolomé Mitre
Predecesor Pastor Obligado
Sucesor Julián Martínez (interino)

Diputado de la Nación Argentina
por Provincia de Buenos Aires
12 de octubre de 1872-26 de septiembre de 1874

Información personal
Nacimiento 21 de mayo de 1815
Buenos Aires (Argentina)
Fallecimiento 18 de septiembre de 1904 (89 años)
Buenos Aires (Argentina)
SepulturaCementerio de la Recoleta
Nacionalidad Argentina
Familia
Padres Juan Andrés Gelly
Micaela Obes
Cónyuge Felicia Álvarez
Estanislada Álvarez
Hijos Pascuala, Alberto, Julián y Ángel
Información profesional
Ocupación militar
Rama militarInfantería
Rango militar Teniente general
ConflictosGuerra de la Triple Alianza
Partido político Partido Unitario
Partido Liberal
Partido Nacionalista
Partido Liberal
Unión Cívica
Unión Cívica Nacional





Juan Andrés Gelly y Obes (Buenos Aires, 21 de mayo de 1815 - íd., 18 de septiembre de 1904) fue un militar argentino con actuación en las guerras civiles argentinas y la guerra del Paraguay, y un hombre leal y de confianza de Bartolomé Mitre.

Fue ministro de Guerra de la provincia de Buenos Aires durante Cepeda y Pavón. Fue convencional constituyente en 1860 y diputado nacional. En la guerra del Paraguay fue jefe del Estado Mayor del Ejército aliado de operaciones, y también general en jefe del Ejército a partir de 1868, con el regreso de Mitre por el fallecimiento del vicepresidente Marcos Paz.
Adhirió a la Revolución de 1874, la Revolución de 1880 y la Revolución del Parque.

Biografía

Era un adolescente aun cuando su padre —el paraguayo Juan Andrés Gelly— debió exilarse en Montevideo llevando consigo a su hijo, debido al apoyo que había prestado a la dictadura del general Juan Lavalle y su posición contraria a Juan Manuel de Rosas. Allí se sumó a la defensa contra el sitio que sufrió esa ciudad durante ocho años, llegando al grado de coronel, jefe de un regimiento de exiliados argentinos. Durante algún tiempo estuvo exiliado en el Brasil, donde administró una estancia. Durante su estadía en Montevideo entabló estrecha amistad con Bartolomé Mitre pero, a diferencia de este, sólo regresó a Buenos Aires en 1855.


Gelly y Obes en su vejez.

En Buenos Aires se incorporó al ejército con el grado de coronel, fue diputado provincial, comandante del Puerto de Buenos Aires, comandante de la Armada del Estado de Buenos Aires y ministro interino de Guerra y Marina durante las campañas de Cepeda y Pavón.

A fines de 1861 fue uno de los diplomáticos enviados por Mitre para convencer a Justo José de Urquiza de no impedir el derrocamiento del presidente Santiago Derqui. Fue senador provincial en 1862, y ascendido al grado de general.

Durante la presidencia de Mitre fue ministro de Guerra y Marina hasta la guerra del Paraguay. Fue designado jefe de Estado Mayor del ejército de operaciones, siendo sustituido por el coronel Julián Martínez el 6 de agosto de 1865 (más tarde asumió el brigadier Wenceslao Paunero). Estuvo en el frente de operaciones hasta fines de 1867, es decir durante la primera mitad de la Guerra del Paraguay; fue nombrado jefe del Estado Mayor del Ejército Argentino en campaña en el Paraguay, razón por la cual renunció a su cargo de ministro. Participó en la batalla de Tuyú Cué y fue ascendido a brigadier general por el presidente Mitre. El presidente Sarmiento lo nombró comandante del ejército argentino en el Paraguay, participando en la Campaña de Pikysyry, aunque renunció por un fuerte altercado con el presidente poco antes del saqueo de Asunción.


Plazoleta con su nombre y busto en la ciudad de Buenos Aires.

Fue el jefe de las fuerzas nacionales en Corrientes, donde combatió al general Nicanor Cáceres, que intentaba defender al gobernador constitucional de una revolución apoyada por el presidente Mitre.​ Permaneció en la provincia de Corrientes, como jefe de la reserva del ejército en campaña, hasta el estallido de la revolución de Ricardo López Jordán, dirigiendo una de las columnas principales en la guerra contra este. Controló parte del norte de Entre Ríos hasta la batalla de Don Cristóbal, en la que fue derrotado por López Jordán, aunque este debió retirarse al finalizar el día ante la aproximación de más fuerzas nacionales. No pudo impedir la marcha del jefe rebelde hacia Corrientes, donde sería decisivamente derrotado.

Debido a su ascendencia paraguaya, fue propuesto como candidato a ocupar la presidencia de ese país.

Fue diputado nacional entre 1872 y 1874, por el partido de Mitre, cargo al que renunció a fines de 1874 para poder participar en la revolución de Mitre del año 1874; también pidió la baja en el Ejército. Su participación en la revolución fue secundaria, aunque fue el jefe del estado mayor del ejército mitrista derrotado en La Verde.

Fue reincorporado al Ejército en 1877, por decreto del presidente Nicolás Avellaneda, pero volvió a ser dado de baja por su participación en la revolución de 1880. Sólo sería reincorporado a fines de la presidencia de Julio Argentino Roca. Acompañando a Mitre, fue parte del grupo fundador de la Unión Cívica, adhiriendo a la Revolución del Parque en 1890.

Durante la presidencia de José Evaristo Uriburu (1895-1898) presidió el recién creado Consejo Supremo de Guerra y Marina, que juzgaba la conducta de los oficiales del Ejército y la Armada Argentinas.​ Apoyó la gestión del general Pablo Ricchieri para la reforma militar de 1901, que creó el moderno Ejército Argentino fundado en el servicio militar obligatorio en Argentina.

Su fallecimiento, el 18 de septiembre de 1904, fue un acontecimiento público nacional. Sus restos fueron depositados en el Cementerio de la Recoleta, y su tumba fue declarada Monumento Histórico.

Una localidad de la provincia de Santa Fe y una calle de la ciudad del barrio de Recoleta de la ciudad de Buenos Aires llevan su nombre.

miércoles, 2 de julio de 2025

Malvinas: En junio de 1770, España bombardea Puerto Egmont

Malvinas, junio de 1770. Los españoles desalojan a cañonazos a la guarnición inglesa de Puerto Egmont

La Voz del Chubut



Batalla de las Malvinas entre las fuerzas al mando de Juan Ignacio de Madariaga Aróstegui y las inglesas

El Combate de Puerto Egmont (o Puerto de la Cruzada) se produjo el 10 de junio de 1770 cuando una expedición española al mando de Juan Ignacio de Madariaga, intimó a la guarnición británica establecida en la isla Trinidad al norte de la isla Gran Malvina desde 1765 a abandonar el territorio. La negativa británica de salir fue respondida por la fuerza española conformada por unos 1.500 soldados en cuatro buques enviados desde el actual territorio continental argentino.​ El contingente británico no pudo resistir una fuerza tal, por lo que después de disparar sus armas, capitularon en términos, realizaron un inventario de sus tiendas tomadas y se les permitió regresar a su propio país en el buque HMS Favourite.​

Tras esta acción militar, el Reino de España efectivizó su control del archipiélago malvinense,​ quedando bajo soberanía española el único establecimiento poblado del archipiélago: Puerto Soledad.

El establecimiento y la posterior rendición de la colonia británica desencadenó la crisis diplomática por las islas Malvinas de 1770, que estuvo a punto de enfrentar a España y Francia con el Reino Unido.​ Las consecuencias de la crisis y su resolución aún son objeto de debate en relación con la disputa de soberanía que existe entre la Argentina y el Reino Unido.

martes, 1 de julio de 2025

Guerra anglo-boer: Pozo de zorro bóer

Pozo de zorro bóer


Vista en sección de un trinchera típica bóer utilizada durante la Segunda Guerra Bóer, c. 1900.