jueves, 19 de julio de 2018

SGM: Hotel colombiano funcionó como campo de prisioneros del Eje

Hotel Sabaneta, el insólito "campo de concentración" donde Colombia encerró a alemanes y japoneses 

En plena Segunda Guerra Mundial, un decreto del gobierno ordenó confinar en aquel recinto de lujo a empresarios sospechados de colaborar con el Eje


Por Adriana Chica García 3 de junio de 2018
desde Bogotá, Colombia
Infobae



Las ruinas del Hotel Sabaneta, pocos años después de finalizada la Segunda Guerra Mundial.

En plena Segunda Guerra Mundial, a miles de kilómetros de una Europa que se desangraba, se vivió una historia increíble en una pequeña ciudad del centro de Colombia. Los edificios de estilo colonial del Hotel Sabaneta, en Fusagasugá (Cundinamarca), pasaron de pronto de ser el lugar de encuentro de la alta sociedad a convertirse en el recinto de confinamiento de más de un centenar de ciudadanos alemanes, italianos y japoneses residentes en Colombia, sospechados por el gobierno de colaborar con los países del Eje.


No era un campo de concentración como los nazis, de trabajos forzados, cámaras de gases y asesinatos sistemáticos. Al contrario, era el mejor hotel de entonces, con pisos de madera de pino, amplios jardines, piscina olímpica, lagos artificiales y canchas deportivas. Aun así, se fue convirtiendo en un reclusorio insoportable para los refugiados que fueron confinados allí contra su voluntad.

Cuando en 1941, el ataque de la Armada Imperial Japonesa contra la base naval de Pearl Harbor detonó el ingreso de Estados Unidos al conflicto, Colombia aún no había tomado partida en la guerra. Por su neutralidad, se había convertido en el destino de muchas familias alemanas y japonesas que huían de la violencia.

Pero todo cambió cuando una ofensiva de submarinos nazis hundió el barco militar colombiano Resolute, que zarpó de Cartagena en diciembre de 1942. Desde ese momento, Colombia le declara la guerra a los países del Eje y se convierte en aliado de Estados Unidos.



Barco militar colombiano Resolute hundido por submarinos nazi en el mar Caribe.

El gobierno norteamericano crea la llamada Lista Negra, que incluía a empresas y empresarios en varios países de la región acusados de colaborar con los países del Eje. Su objetivo era impedir que la ayuda financiera que brindaba Estados Unidos a Latinoamérica cayera en manos enemigas. Nadie en Colombia podía comerciar con quienes aparecían en la lista, cuenta el libro 'Colombia Nazi'.

El Tiempo, por ejemplo, reseñó una carta de Daniel Vallejo, un comerciante colombiano de sombreros, en la que pide a la Cancillería que lo excluyan de la lista, argumentando que solo trabajó en una empresa de socios italianos y que sus negocios se vieron perjudicados porque nadie quiere comerciar con él por temor a ser incluido en la lista.

No obstante, con la publicación de la lista, el entonces presidente colombiano Eduardo Santos impulsó la Ley 39 de 1944, por medio de la cual decretó la concentración de los extranjeros que aparecían en ella.




Lista negra conservada en el Archivo General de la Nación.


"Los nacionales de países con los cuales haya roto relaciones la República de Colombia y en especial la de los nacionales alemanes, se determinará cuándo deben ser internados en sitios especiales de concentración, bajo el control de la Policía Nacional o de las autoridades civiles respectivas (…) deben someterse para mantener sobre sus actividades plena vigilancia", describía la norma conservada en el Archivo General de la Nación.


Campo de concentración de Sabaneta

En marzo de 1944, 150 ciudadanos alemanes y japoneses, sobre todo, pero también italianos, fueron citados a comparecer ante las autoridades colombianas por sus negocios comerciales. A 109 de ellos se les ordenó el arresto en el llamado 'campo de concentración de Sabaneta'.

Todos sus bienes fueron confiscados por el recién creado Fondo de Estabilización Nacional, que administró más de 2.500 propiedades alemanas, 1.500 italianas y otras cuantas japonesas, según el documental Exiliados en el exilio, de Rolando Vargas. Parte de esos recursos sirvieron para financiar el hotel en los casi dos años de confinamiento.

Noticias de la época sobre la concentración de alemanes, italianos y japoneses acusados de colaborar con países del Eje.

Los extranjeros de la lista fueron forzados a abandonar sus hogares y negocios para vivir en el hotel. Muchos se mudaron con sus familias colombianas, a otros les tocó mudar a sus esposas e hijos cerca para poder recibir visitas solo los jueves y domingos, como reseñaron algunos medios de la época.

"Las mismas informaciones oficiales indican que antes del fin de la presente semana y en el transcurso de la próxima, nuevos grupos serán enviados al mismo sitio de concentración de Sabaneta, donde permanecerán los nacionales alemanes sujetos a un régimen de vigilancia y aislamiento", decía una noticia de El Colombiano del 25 de marzo de 1944.

"Un día llegaron a mi casa, le ordenaron a mi papá que entregara los documentos de sus propiedades y le dieron un ultimátum de tres días para presentarse en Fusagasugá", contó Joerg Scheuerman en el documental de Vargas. No recibieron ningún abuso, pero los días les pasaban sin nada que hacer.


 

Por cada habitación vivían unas tres personas, que contaban con una cama doble, un closet, una mesa de noche, un escritorio y una silla. Algunos recibían una pensión mensual por las utilidades de sus negocios, pero debían pagar su alimentación y estadía en el hotel, lo que llevó a la quiebra a muchos.

Los retenidos inventaban grupos de carpintería, equipos deportivos y hasta una orquesta para pasar el tiempo. Los japoneses diseñaron estanques para sus peces dorados alrededor de una quebrada que causaron sensación. Aunque eran vigilados por las autoridades desde altas torres de control, podían pasear libremente por los espacios del hotel.

Algunos fueron obligados a abordar embarcaciones, supuestamente, para ser expatriados hacia Alemania, pero su destino terminó en Estados Unidos, en otro centro de concentración en Nueva York.

 
Así se ve el Hotel Sabaneta en la actualidad.

Nunca se comprobó realmente la colaboración de los extranjeros con los países del Eje. Una vez finalizada la guerra, todos fueron dejados en libertad. Algunos que contaban con bienes en el Fondo de Estabilización Nacional recibieron una indemnización insignificante.

Y el exclusivo Hotel Sabaneta, construido en 1938 y ganador en 1945 del Premio Nacional de Arquitectura, nunca volvió a ser el mismo. Fue derribado tiempo después, y hoy en día solo le sobrevive una torre de control donde vigilaban a los refugiados, que ahora sirve de valla publicitaria para los locales comerciales que se asentaron en el lugar.

miércoles, 18 de julio de 2018

martes, 17 de julio de 2018

PGM: Subastan chocolates y cigarrillos de un soldado británico

El chocolate de 103 años encontrado por el soldado de la PGM


Imagen de derechos de autor CJM Auctioneers

Leyenda de la imagen Cadbury hizo las barras de chocolate y Barringer Wallis & Manners, de Nottinghamshire, creó la lata

 Se descubrieron nueve barras de chocolate de 103 años en una lata que perteneció a un héroe de la Primera Guerra Mundial.

Se encontró entre una colección de artículos pertenecientes al soldado del Regimiento de Leicestershire Richard Bullimore.

Las tropas que servían en Francia durante la primera Navidad de la guerra recibieron las Colonies Gift Tins, fabricadas en Mansfield, Nottinghamshire.

Solo uno de los 10 barras había sido comido y la lata se vendía en una subasta de antigüedades el martes.


Pie de foto de la imagen Cpl Richard Bullimore se unió a la policía de Leicestershire después de su servicio en el regimiento

Paul Cooper, de Edmond CJM, subastador de Scunthorpe, dijo: "Incluso la lata es rara, pero descubrir que el chocolate todavía está adentro es simplemente irreal.

"Richard también recibió una caja de regalo de tabaco Princess Mary que contiene cigarrillos, tabaco y fósforos, y casi todos los contenidos de eso todavía están allí. Solo faltan tres cigarrillos".


Pie de foto Los cigarrillos se venderán junto con el chocolate

Toda la colección, incluidos chocolate, cigarrillos, medallas, citas, cartas y otro material, se venderá como un solo lote y se espera que gane más de £ 2,000.

Cpl Bullimore fue galardonado con varias medallas por su servicio, incluida la Medalla de Conducta Distinguida por galantería conspicua durante un enfrentamiento en tierra de nadie en el Saliente de Ypres en julio de 1915.

lunes, 16 de julio de 2018

PGM: La actualidad de los campos de batalla

Los campos de batalla que se desvanecen de la Primera Guerra Mundial


Alan Taylor | The Atlantic



Este año marcará el paso de un siglo completo desde el final de la Primera Guerra Mundial, cien años desde la "Guerra para Terminar con Todas las Guerras". En ese tiempo, gran parte del paisaje devastado por la batalla a lo largo del Frente Occidental ha sido reclamado por naturaleza, o devuelto a las tierras de cultivo, y las cicatrices de la guerra están desapareciendo. Algunas zonas siguen siendo tóxicas un siglo después, y otras aún están plagadas de municiones sin estallar, cerradas al público. Pero a través de Francia y Bélgica, importantes campos de batalla y ruinas se conservaron como monumentos, y los campos de cultivo que se convirtieron en campos de batalla terminaron como vastos cementerios. En estos lugares, el daño físico visible en el paisaje permanece como evidencia de la violencia y la destrucción fenomenales que tantas vidas tomaron hace tanto tiempo.
Sugerencias: Ver esta página a pantalla completa. Pase a la foto siguiente y anterior escribiendo j / k o ← / →.


    Vista aérea del campo de batalla conservado de la Primera Guerra Mundial en el Beaumont-Hamel Newfoundland Monument en Beaumont-Hamel, Francia, el 10 de junio de 2016. Las trincheras y cráteres preservados forman parte de los terrenos en los que el Terranova se formó. ataque fallido el 1 de julio de 1916, el día de la apertura de la Batalla del Somme. #
    AP

    Las ovejas pastan entre los cráteres y vuelven a crecer los bosques en el campo de batalla de la Primera Guerra Mundial en Vimy Ridge, Francia. Las municiones sin estallar siguen siendo un peligro constante. #
    Timsimages / Shutterstock

    Una fortificación alemana se encuentra cubierta en el Bosque de Argonne, Francia, en mayo de 1998. La Batalla del Bosque de Argonne fue parte de la Ofensiva Meuse-Argonne planeada por el General Ferdinand Foch. El general John Pershing dirigió la AEF en la Batalla del Bosque de Argonne mientras que el general Henri Gouraud dirigía el Cuarto Ejército francés. Las bajas estadounidenses en la Batalla de Argonne Forest totalizaron 117,000, mientras que los franceses perdieron 70,000 hombres y los alemanes 100,000 soldados. #
    Horacio Villalobos / Corbis vía Getty

    Una pieza de alambre de púas que data de la Primera Guerra Mundial se encuentra en el sitio de la antigua aldea de Bezonvaux el 27 de agosto de 2014, cerca de Verdun, Francia. Bezonvaux, como una serie de otras aldeas en la región, fue destruida durante la intensa guerra de artillería y trincheras entre los ejércitos alemán y francés durante la Batalla de Verdún en 1916 y nunca fue reconstruida. #
    Sean Gallup / Getty

    Las cruces de piedra que marcan las tumbas de los soldados alemanes son superadas por el tiempo y el creciente tronco de un árbol en el cementerio militar alemán de Hooglede el 4 de agosto de 2014 en Hooglede, Bélgica. #
    Christopher Furlong / Getty

    Un antiguo búnker alemán de la Primera Guerra Mundial se encuentra en el bosque de Spincourt el 27 de agosto de 2014 cerca de Verdun, Francia. Al menos media docena de los búnkeres permanecen en el bosque en una zona donde el ejército alemán mantuvo un hospital, conexiones ferroviarias y puestos de comando durante la Batalla de Verdun. #
    Sean Gallup / Getty

    Parte del fuerte de Douaumont en el campo de batalla de Verdun, en Douaumont, este de Francia, el 17 de mayo de 2016. #
    Jean-Christophe Verhaegen / AFP / Getty

    Esta imagen aérea muestra la puerta restante del destruido Chateau de Soupir, cerca del famoso "Chemin des Dames" (Sendero de las Damas) durante el cual se libraron las batallas de la Primera Guerra Mundial, fotografiadas el 25 de marzo de 2017. #
    Francois Nascimbeni / AFP / Getty

    "Estos son algunos de nuestros marines enterrados aquí", dijo el Sargento de Marina estadounidense Major Darrell Carver del 6. ° Regimiento de Marines mientras camina entre las tumbas de soldados estadounidenses, la mayoría de ellos muertos en la Batalla de Belleau Wood durante la Primera Guerra Mundial. para conmemorar el centenario de la batalla del Día de los Caídos en el Cementerio Estadounidense de Aisne-Marne el 27 de mayo de 2018 cerca de Chateau-Thierry, Francia. Casi 100 años antes de que los soldados de los EE. UU., Incluidos los Infantes de Marina del 6. ° Regimiento, repelieran los repetidos asaltos de un avance alemán en Belleau Wood, a solo 60 millas de París. Los EE. UU. Sufrieron aproximadamente 10.000 bajas en la batalla de un mes, incluidos cerca de 2.000 muertos. Hoy, la Batalla de Belleau Wood es fundamental para el conocimiento de los Marines de EE. UU. #
    Sean Gallup / Getty

    Las amapolas silvestres crecen al borde de un campo de Flandes cerca del cementerio militar Tyne Cot al amanecer el 4 de agosto de 2014 en Passchendaele, Bélgica. #
    Christopher Furlong / Getty

    Los restos del Chateau de la Hutte, en Ploegsteert, Bélgica, fotografiados el 21 de noviembre de 2014. El castillo, debido a su alta posición, sirvió como un puesto de observación para la artillería británica, pero poco después fue destruido por la artillería alemana. Las bodegas servirían como refugio durante gran parte de la guerra y los soldados canadienses pronto lo apodaron "Henessy Chateau", después del nombre del propietario. #
    Virginia Mayo / AP

    Los restos de trincheras se ven en el Newfoundland Memorial Park en Beaumont Hamel el 17 de mayo de 2016 cerca de Albert, Francia. #
    Matt Cardy / Getty

    Una fortificación alemana que se desmorona en el bosque de Argonne, Francia, en mayo de 1998. #
    Horacio Villalobos / Corbis vía Getty

domingo, 15 de julio de 2018

Fortaleza: Castillo de coerción

Castillo de coerción


La Ciudadela, Budapest, Hungría

Un castillo de coerción (alemán: Zwingburg) o castillo coercitivo era un castillo medieval fuertemente fortificado construido para dominar la tierra circundante. Dichos castillos se construyeron principalmente en la Alta y Media Edad Media con el fin de proteger esos territorios en áreas donde la población no fue evaluada como totalmente leal al soberano. Debido a la pobre infraestructura de la Europa medieval, la construcción de castillos fue una de las formas más importantes de ejercer el poder, razón por la cual se rige por los derechos reales (conocidos como regalía). Ejemplos de castillos coercitivos son el Moritzburg en Halle, que se construyó a finales del siglo XV, y el Alte Burg en Koblenz.


Moritzburg (Halle)



Alte Burg (Koblenz)



Petersberg Citadel (Erfurt)



Veste Oberhaus (Passau)



Forte Spagnolo (L’Aquila, Italy)



Castello di San Giusto (Triest, Italy)

sábado, 14 de julio de 2018

Guerra de la Independencia: Batalla de Marmarajá

Batalla de Marmarajá




José Gervasio de Artigas (1764-1850)

A pesar de sus virtudes militares, Dorrego poseía un espíritu turbulento y juntamente con el coronel Carlos Forest se pusieron en pugna con el general en jefe, lo que obligó a Belgrano a ordenar la separación de Dorrego del mando y la formación de una causa, razón por la cual debió regresar a Jujuy cuando el Ejército del Norte estaba en marcha hacia Potosí.  Eso impidió que estuviera en las desastrosas actuaciones de Vilcapugio y Ayohuma.  El general Belgrano dijo después de la primera de ellas que si hubiera estado presente el teniente coronel Dorrego, no hubiera sido batido el ejército patriota.

Cuando el ejército se replegó hasta Jujuy, Manuel Dorrego se incorporó nuevamente a él.  Quedó a cargo de las fuerzas de avanzada que se situaron en Guachipas para alimentar una guerra de guerrillas, y con 500 nuevos soldados organizó un regimiento llamado de “Partidarios”.  Al poco tiempo el general San Martín recibió el mando de aquel ejército y ordenó el repliegue de la fuerza hasta Tucumán.  A fines de enero Dorrego sostuvo un combate en la Quebrada de Humahuaca contra el coronel Saturnino Castro.

A consecuencia de una discusión con San Martín, éste ordenó que fuese remitido a Santiago del Estero, a fines de febrero de 1814.  Desde este último destino, Dorrego pasó a Buenos Aires por disposición del Gobierno General, al que solicitó el 15 de junio de 1814, le hiciera algún pago a cuenta de los sueldos que se le adeudaban, correspondientes a un año de servicios; decía que habiendo estado constantemente en campaña, atendió sus gastos con recursos particulares que ahora le escaseaban para los preparativos de viaje que estaba realizando.

Le fueron acordados 400 pesos; ultimó sus aprestos y se trasladó, de acuerdo con órdenes recibidas, al lado de Alvear; iba a ser envuelto en la guerra civil que tuvo su primer resplandor siniestro en el combate de Las Piedras. (1)

La acción militar que desarrollaría inmediatamente, y las ideas de organización nacional que sostuvo más tarde, tal vez ya profesadas, no fueron contradictorias; combatiendo a Artigas cumplía el mismo deber a que no se sustrajo en 1816, y en 1820, cuando volvió a esgrimir la espada contra los caudillos gauchos; sosteniendo los poderes nacionales y perteneciendo al ejército regular, se podía aspirar sinceramente a la unión de todos los argentinos mediante transacciones patrióticas, y a una constitución grata a las distintas provincias.

Dorrego fue el jefe que salió a Montevideo al frente de la división que cooperaría al ataque que el general llevaba a los montoneros.  Conducía 900 hombres y debía interponérsele en el camino a Torgués, que suponía en retirada a Santa Teresa, frontera Este de la Banda Oriental.  En tanto, Alvear, situado en el Paso de los Toros, resguardaba los Ríos Negro y Yí, evitando que Torgués pasara al Norte y que otros caudillos pasaran al Sud en su protección, desprendió fuertes destacamentos que según explicaciones del general, recorrieron 250 leguas inútilmente buscando a Torgués que, avisado del peligro, se movía con velocidad asombrosa.  Contrariado e impaciente, Alvear trasladó su cuartel general a la Calera de García (30 de setiembre), dejando a Hortiguera con 500 hombres, en su anterior posición.

Desde la Calera conoció el rumbo del enemigo y emprendió una marcha forzada (3 de octubre), en la cual recorrió catorce leguas y vadeó tres ríos en el transcurso de veinticuatro horas solamente.

Mientras Alvear salía del Paso de los Toros, su mayor general, que disponía de excelentes cabalgaduras, emprendió, desde el Paso de Villaboa, una marcha convergente, también precipitada, oculto por las fragosidades que hay entre los ríos Negro y Yí, hasta presentarse por el frente a Torgués, que no lo había sentido y creía ser perseguido por Alvear solamente.

Una avanzada del ejército regular, mandada por el capitán Manuel Mármol, aprisionó una partida de 37 hombres de Torgués y 600 caballos que custodiaba, y luego cayó sobre una compañía compuesta por negros y mulatos, tomando dos oficiales, 50 soldados armados y casi todo el parque del caudillo; otra, mandada por el teniente de “Granaderos a Caballo” Manuel Suárez, tomó a un capitanejo Mieres y 25 soldados también con armas.

El caudillo artiguista, cuyas huestes, según cálculo aproximado, sumaban 1.000 hombres, campaba en el valle de Marmarajá cuando Dorrego lo acometió a las primeras luces del 4 de octubre.  La acción duró poco y fue poco reñida.  Torgués se retiró del combate, perdiendo en la acción su sombrero y su espada, que se habían de contar entre los trofeo obtenidos por las tropas porteñas.  Sin embargo los fieros gauchos se resistieron sin dirección.  Después de ser arrojada toda la montonera del valle, hubo un fuerte núcleo que se rehizo, pero inmediatamente alcanzado, se dispersó, perdiendo 81 hombres -28 muertos y 43 prisioneros.

Durante todo el día no cesó la persecución, tan encarnizada y bien dirigida que el caudillo no se creyó salvo hasta azotar el arroyo Chuy, para refugiarse con su desorganizada y maltrecha hueste en el Brasil.  Dorrego se apoderó de toda la artillería de Torgués, una cantidad de municiones, un trozo de caballada flor, un cargamento de paños, una suma de dinero y gran cantidad de carretas cargadas de familias, en una de las cuales estaba la del propio caudillo.  Entre los prisioneros merecen citarse especialmente el secretario presbítero Domingo Sánchez, el consejero Antonio José del Tejo y Félix Artigas, primo de Gervasio Artigas.

Las tropas regulares tuvieron de pérdida 11 hombres muertos –siendo uno de ellos el teniente Nicasio Carreto- y algunos heridos.

Terminada la persecución, Dorrego se estableció en Santa Teresa con parte de su fuerza (el resto se lo retiró Alvear), vigilando cuidadosamente la frontera del Brasil, con sus tropas listas para abatir de nuevo a Torgués así pretendiera volver a atacar (2); pero Torgués había encontrado cómodo asilo: los codiciosos vecinos lo dejaron permanecer tranquilamente con sus gauchos reunidos y conservando las armas, a espera de tiempos mejores: la guerra civil no les desagradaba, porque pensaban ya, que podía servirles de pretexto para la conquista. (3)

Referencias


(1) Documentos del Archivo General de la Nación.

(2) Francisco Bauzá, en su Historia de la dominación española en el Uruguay, afirma que Dorrego cometió repudiables actos de libertinaje en el pueblo de la Colonia, donde fue a festejar su triunfo de Marmarajá inmediatamente de obtenerlo; el doctor Eduardo Acevedo (segundo), en su alegato “José Artigas”, pretende disculpar las atrocidades cometidas por Torgués en Montevideo, diciendo que los jefes porteños habían violado a la hija de ese caudillo, apresada en Marmarajá.  El general Mitre, haciendo el retrato de Torgués en la “Historia de Belgrano”, dice que aquél castró una partida de porteños, para vengarse del general de éstos que le habían quitado la querida; y se refiere al general en jefe o sea Alvear, pero se equivoca: éste sedujo a la hija de Torgués, según nota dirigida al delegado Herrera por aquél; por eso calla Alvear la existencia de la joven en los partes de Marmarajá.  El doctor Acevedo hace mal en decir “los jefes” en lugar del “general en jefe”.

Alvear llegó al campo de su mayor general, muy luego de alcanzada la victoria de Marmarajá; se recibió de todos los bagajes e hizo los partes del combate,  Con paciencia benedictina, he revisado, hoja por hoja, los papeles que se guardan en el Archivo General de la Nación y son muy valiosos, relativos a la tropa de la Banda Oriental y la insurrección artiguista, sin encontrar rastro alguno de incorrecciones cometidas por Dorrego.  En todos los que se refieren a él, y especialmente en los subscriptos por Alvear y Soler, se elogian sus cualidades sin la menor reticencia.

Inexplicable sería que Pueyrredón y Terrada, si Dorrego hubiera cometido excesos en la Banda Oriental, no los hayan citado en su famoso decreto que acumuló cuantos antecedentes parecieron podían presentarse como desfavorables a él, sin prescindir de los más triviales.  Lo de “haciendo alarde de impunidad ha repetido y reagravado iguales delitos “después de mi mando”, reduciendo a conflictos la quietud y armonía de los pueblos hermanos”, se refiere evidentemente a quejas recién llegadas de Santa Fe, por la acción desenvuelta allí, a las órdenes del general Díaz Vélez.

La afirmación que hago en este artículo, de que Dorrego se estableció en Santa Teresa después de la acción de Marmarajá, está justificada por diversos documentos que cito y transcribo en parte, todos los cuales se guardan en el Archivo General de la Nación.  El examen de esos documentos y el absurdo de ir a festejar un triunfo, alcanzado en el extremo Este de la Banda Oriental, en el extremo Oeste de la misma, me persuadieron que la versión aludida, perjudicial a la fama de Dorrego y en pugna con su reconocida caballerosidad, no podía ser cierta, despertándose en mí la sospecha de que se confundiera al vencedor de Marmarajá con algún jefe de tránsito o algún comandante destacado en la Colonia.

El historiador Bauzá, después de hacer la acusación, cita los “Apuntes de Larrañaga y Guerra”, dos cronistas contemporáneos y partidarios de Artigas, que escriben con tal pasión y ligereza, recogiendo informaciones contrarias a los hombres de Buenos Aires, que es la misma de quienes escribieron en esta ciudad contra Artigas, sus tenientes y sus huestes; además invoca una nota, fecha 7 de octubre de 1814, dirigida al Cabildo de Montevideo y subscripta por Alvear.

El último documento me pareció digno de respeto, y por lo mismo, pensé que de él saldría la luz que necesitaba, vale decir, que destruiría la propia versión, revelando su error.  Me dirigí entonces, dando explicaciones minuciosas, a uno de los hombres más espectables del Uruguay, el doctor Luis Alberto de Herrera, que ha brillado como escritor, periodista, parlamentarista, diplomático y jurisconsulto, quien me había dicho anteriormente en gentilísima carta: “creo que los escritores de ambas orillas, nos debemos este recíproco apoyo, a fin de ir esclareciendo la historia verdadera de estos países, tan adulterada por la pasión y por el interés político”.  La respuesta que obtuve, fue la siguiente:

“Señor Saturnino Uteda – Distinguido amigo: Primeramente, debo pedirle a usted disculpa por la demora en contestarle; sucedió que no sé cómo extravié la última carta de usted, que contenía los datos, y pareciéndome impropio pedirle la renovase los produje en la forma imperfecta que me fue posible.  Y bien: he visto el parte de Alvear, fecha 7 de octubre de 1814, que usted refiere, y aparece del folio 61 a 63 del libro respectivo; en él no se dice nada de ningún exceso cometido por Dorrego, sino que relaciona únicamente un combate victorioso sostenido contra Otorgues, por tropas del general Alvear a las órdenes del coronel Dorrego; sorprendido Otorgués, perdió la “armería” y sufrió una gran dispersión, cayendo prisionero su hijo y no su hija como varios escritores afirman.

“Pero como el historiador Bauzá era muy concienzudo, y para evitarle a usted un involuntario error, creo conveniente me envíe nuevos datos.  Si le interesa el parte de Alvear, le ruego me lo avise para mandarle una copia debidamente legalizada; pero eso sería dentro de un mes, porque mañana mismo me embarco para el Brasil.

“Poniéndome nuevamente a sus órdenes, lo saluda muy atentamente su afectivísimo. – L. A. de Herrera”.

Respondí que faltándole a la versión el testimonio de Alvear, ella ya no me preocupaba, pues las aseveraciones de cronistas parciales, visiblemente erróneas, no tenían autoridad ni merecían crédito, como no tienen ni merecen las que han imputado a Artigas desde esta orilla, por ejemplo, haber escrito a uno de sus tenientes una carta que jamás apareció y a la cual el doctor Carlos María Ramírez llamaba “la carta perdida o empacada”, ordenando que todas la semanas se fusilase un “porteño” o un “godo” para conservar la moral.  Por lo demás, respeto las opiniones del doctor de Herrera, pero no comparto la que exterioriza sobre Bauzá, quien no solamente se ha equivocado en la colocación de una cita de documentos probatorios, lo cual puede atribuirse a un simple descuido, sino que ha incurrido en errores garrafales muy frecuentes, admitiendo cuanta leyenda antiporteña conoció.

(3) Documentos del Archivo General de la Nación.

Fuente


  • Chávez, Fermín – Iconografía de Rosas y de la Federación.
  • Departamento de Estudios Históricos del Estado Mayor del Ejército, apartado del Boletín Histórico del Ejército, N° 132-135 (tercera edición), el 14 de junio de 1974
  • Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado.

Portal www.revisionistas.com.ar
Rodriguez, Cap. Edison A. – Artigas, Aspectos Militares del Héroe
Se permite la reproducción citando la fuente: www.revisionistas.com.ar

viernes, 13 de julio de 2018

Islam vs China: Batalla de Talas

Batalla de Talas en 751




War History Online presenta este artículo invitado de Hikma History



¿Pivotante o exagerado?

Algunas batallas se ven como momentos emblemáticos; su resultado podría ser el catalizador de un cambio monumental en los siglos venideros. La Batalla de Talas en 751 es considerada como uno de esos momentos. Vamos a explorar por qué.

¿Que pasó?

En los años previos al 751, tanto la dinastía Tang china como el califato árabe omeya se habían expandido agresivamente en Asia central, lo que hacía inevitable una colisión. La región ya había ocupado un lugar destacado en la historia islámica porque la Revolución abasida a fines de la década de los años cuarenta, que reemplazó a los omeyas con los abasíes, estaba centrada en la provincia de Khorasan (actual Afganistán occidental, noreste de Irán y Uzbekistán).



Además de cumplir los objetivos de un credo religioso o político expansionista, Asia Central era muy importante porque era un punto de conexión para la lucrativa Ruta de la Seda.


Batalla de Talas

La chispa del conflicto Abbasid-Tang fue proporcionada por las ciudades estado locales. En 750, el rey de Fergana tuvo una disputa fronteriza con el gobernante del vecino Chach. Fergana pidió ayuda a los chinos, que fue debidamente obligado por el general Kao del ejército occidental chino. El gobernante de Chach fue decapitado, pero su hijo escapó y buscó refugio en el famoso general abasí Abu Musullah Khorasani, que deseaba frenar la influencia china en la región.

Las fuerzas árabes se unieron a los Uighurs y al Imperio Tibetano (que era una gran potencia regional en ese momento). Las dos partes se encontraron en Talas, en la actual Kirguistán. Después de cinco días de combates intensos, el resultado de la batalla fue determinado por la deserción de los Karluks (tribu nómada turca) del lado chino al lado árabe, lo que condujo a la destrucción de las fuerzas chinas.


La mayor extensión de la dinastía Tang.


Secuelas

La realidad de las consecuencias de Talas se ha mezclado con la mitología en la imaginación popular. Por ejemplo, se afirma que la victoria musulmana provocó que los chinos abandonaran Asia Central. Esto simplemente no es verdad. Aunque el resultado de Talas fue decisivo y causó mucho daño al ejército chino, solo unos pocos años después, en 755, la dinastía Tang reclutó un gran ejército para disputar la influencia de los abasíes en la región. El plan fue interrumpido por la Rebelión de An Lushan (755-763), cuando el sedicioso general chino An Lushan se declaró emperador de una nueva dinastía y marchó sobre la capital imperial china. En el conflicto subsiguiente, la Rebelión de An Lushan finalmente fue sofocada, pero la autoridad imperial de los Tang nunca se recuperaría adecuadamente, tanto que ya no tenían el privilegio de mirar hacia la expansión, sino que centraron sus esfuerzos en el corazón de su reino. Así es como los chinos perdieron lo que llamaron las "Regiones Occidentales" (Asia Central).


El califato abasí (verde claro) en su altura.

Pero el lugar de Talas en la historia está asegurado por el hecho de que puede haber sido un ímpetu para llevar la tecnología de fabricación de papel a Medio Oriente y Europa. Supuestamente (hay un debate histórico sobre esto) los prisioneros chinos capturados en la Batalla de Talas compartieron sus conocimientos con sus captores: los chinos habían estado usando papel durante siglos, mientras que el resto de la civilización se rezagaba con métodos más primitivos como arcilla, papiro y pergamino. Esta teoría es ayudada por el hecho de que existe evidencia documentada de estos individuos expertos, como Tou Houan. Además, la fabricación de papel se puede observar en Oriente Medio por primera vez a fines del siglo VIII, lo que resultó en la proliferación de textos producidos en centros de aprendizaje como Bagdad.

Conclusión

Parece que la reputación de la Batalla de Talas deletreó el final de la influencia china en el área fue, en el mejor de los casos, circunstancial debido a la ocurrencia de la Rebelión de An Lushan, que sucedió solo unos pocos años después y fue la verdadera razón. Mientras que las ramificaciones geopolíticas de Talas pueden haber sido desproporcionadas, su importancia en la transmisión de la tecnología de fabricación de papel definitivamente merece consideración como un evento verdaderamente significativo en la historia.

jueves, 12 de julio de 2018

Guerra Antisubversiva: El indulto y anmistía del terrorismo peronista

Sin indulto ni amnistía: cómo fue la liberación de los presos políticos del 25 de mayo de 1973, el día de la asunción de Cámpora

Se inventó una "acta de liberación" que permitió la salida, aún antes de que Cámpora firmara el indulto y el Parlamento sancionara la amnistía. El rol del ERP, Juan Manuel Abal Medina y Esteban Righi en la noche del "Devotazo", que dejó dos muertos en tiroteo. El secuestro del jefe del Departamento de Psiquiatría del penal para denunciar las condiciones del régimen carcelario de "máxima seguridad"

Por Marcelo Larraquy  |  Infobae
Periodista e historiador (UBA)






En el atardecer del 25 de mayo de 1973, atrincherado en su despacho de la planta baja del penal de Villa Devoto, el prefecto Romualdo Díaz recibió con decepción la respuesta de su Ayudante de Órdenes.

Le había encomendado que llamara a la Dirección Nacional del Servicio Penitenciario, al juzgado de turno y al Ministerio de Justicia. Pero nadie atendía los teléfonos. La Policía Federal había levantado a su personal de los pabellones y un escuadrón de la Gendarmería, que estaba en los galpones, se había ido hacía unos días.

El penal hervía.



Desde el miércoles 23 a la madrugada los presos políticos, hombres y mujeres del ERP, Montoneros, FAR, FAL, militantes estudiantiles, dirigentes obreros, habían tomado los pabellones. Eran 135 hombres y 87 mujeres. Circulaban por el hall, moviéndose entre el segundo y el quinto piso. Las celdas estaban abiertas. El día 24, las visitas les habían ingresado telas, una cámara de fotos, un grabador, radios y un megáfono para que se comunicaran con la movilización, prevista para el 25 de mayo.

Ese día, al atardecer, en la oficina de Díaz, una radio informaba que una multitud caminaba con antorchas hacia Devoto para presionar por la liberación de los presos.

Desde afuera llegaba un bramido, como un grito de guerra, "Reviente quien reviente, libertad a los combatientesۛ".

Al prefecto Díaz, a cargo de la dirección del instituto penal, le preocupaba que los presos comunes, que permanecían encerrados en sus pabellones, se amotinaran y aprovecharan el descontrol para salir de la cárcel. Eran más de tres mil. Ya habían roto algunas rejas de acceso y habían incendiado colchones. Algunos guardiacárceles dejaron sus uniformes y se vistieron de civil, por prevención.



Díaz estaba acompañado por seis o siete hombres de su playa mayor y un grupo de diputados que habían jurado ese mismo día. Se habían acercado al penal con la voluntad de asegurar la vida de los detenidos políticos. Estaban Rodolfo Díaz Vittar, Héctor Sandler Julio Mera Figueroa, Roberto Vidaña, entre tantos otros. También había llegado Roberto Petinatto, jefe penitenciario del primer gobierno de Perón.

Los diputados temían que, el día que el peronismo retornaba al poder tras diecisiete años de proscripción, por una orden militar secreta, o un desborde emocional, se consumara una masacre.

Una nueva masacre.


Los dieciséis fusilados en la base naval de Trelew, en la madrugada del 22 de agosto de 1972, sobrevolaban como un fantasma en la mente de los legisladores, y también de los presos.



Los tres sobrevivientes de los fusilamientos –María Antonia Berger, René Haidar y Alberto Camps, estaban en los pabellones de arriba. El día anterior se habían encerrado en una celda con Paco Urondo, periodista y militante de FAR, que también estaba detenido. Urondo grabó por primera vez sus testimonios, que publicaría en el libro "La Patria Fusilada".

En su acción pacificadora, los diputados no imaginaban que un desventurado plan de la dirección de presos del ERP planeaba utilizarlos como «escudos humanos», si se les negaba la salida. Algunos guerrilleros del ERP imaginaban, oscuramente, que Cámpora podría indultar a los montoneros, y mantenerlos presos a ellos.

Y su objetivo era salir ese mismo 25 de mayo del modo en que fuera, aún con los diputados como rehenes.

El ERP había tomado en forma literal la promesa del candidato del FREJULI, Héctor Cámpora. "Ni un solo día de gobierno popular con presos políticos".

Pero esa misma mañana, ante la Asamblea Legislativa, Cámpora había entregado un proyecto de Ley de Amnistía para que lo debatiera el Congreso. Los diputados se habían comprometido a iniciar el debate a partir del día siguiente.

Se especulaba que, tomando en cuenta el debate, la sanción de la ley y el análisis de los expedientes por partes de los jueces, los detenidos podrían salir en libertad en una semana.

Pero la situación en el penal de Devoto hacía impensable una espera semejante. Los pabellones eran una caldera y miles de personas reclamaban la liberación. Incluso, Pedro Cazes Camarero, responsable de los presos del ERP, cuando bajó a la pasarela del primer piso para observar a la multitud, quedó estupefacto. Las columnas instaladas en la calle Bermúdez llegaban hasta la avenida Beiró.



Los golpes contra los portones estallaban en oficina de Díaz. "Vamos a entrar a romper todo".

Díaz reclamó a los diputados una orden para abrir las puertas. Pero no había orden ni indulto. Se sancionaría la amnistía luego del debate parlamentario.
Al único funcionario de Gobierno que fue informado sobre la situación en el penal era el ministro del Interior Esteban Righi, que había asumido hacía tres horas, y acababa de darse un baño en su departamento. Decidió llamar a la oficina de Díaz.

"Cuando estaba en la pasarela un guardia me dijo que bajara a la oficina para hablar por teléfono con Righi. Todavía no era de noche. Righi no era un tipo reaccionario, sobre los presos políticos le había dicho a Cámpora que dejara pasar el tema, que en cuatro o cinco días salíamos. Me dijo 'Escúcheme, Cazes. Ustedes le dicen a la gente que se retire y nosotros les garantizamos la amnistía y salen todos afuera' Estaban todos escuchando, veinte tipos alrededor, mientras desde afuera se escuchaban los golpes de poste de teléfono contra el portón. Le digo:'Mire Righi, están tirando la puerta abajo. Usted cree que a la gente que viene a pedir mi libertad y la de los compañeros yo le puedo decir que se vaya", afirmó Pedro Cazes Camarero al autor de este artículo,en una entrevista para el libro

"Primavera Sangrienta"


"El ERP presionaba a un gobierno que acababa de asumir. Querían aparecer arrancándole el indulto al nuevo gobierno. Había un conflicto de intereses claro entre un gobierno que quería ser protagonista de una etapa –FREJULI- y ellos –ERP-, que querían hacernos parecer un gobierno burgués, y que la libertad la conseguían ellos. Querían marcar esa diferencia. Montoneros fue arrastrado por el ERP. Era un híbrido. Mi preocupación era que no hubiera episodios de violencia. Acabábamos de llegar, y cuando estás recién llegado, no sabés qué timbres tocar", afirmó Righi, cuarenta y cinco años después de los hechos.



En un momento, cuando ya había oscurecido, un camión avanzó sobre la multitud y se colocó de culata frente al portón. La caja trasera estaba cubierta con una lona. Los guardiacárceles suponían que bajarían armas para distribuir a la multitud. Algunos agentes, que se habían negado a entregar sus armas, se parapetaron en las ventanas del penal con pistolas 9mm y ametralladoras PA3. La orden fue cubrir el frente y el playón grande, para que nadie entrara ni saliera. Un agente, desde la terraza, tiró un gas lacrimógeno hacia el camión pero golpeó contra una reja y golpeó al casco de un penitenciario. Fue insultado por sus pares.

"El camión nunca golpeó el portón. Lo habían traído los montos. No tenía armas. Los montos dicen que llevaron algunas armas en auto. Nosotros no llevamos armas. Había una decisión política de no liberar el penal con armas. La decisión era entrar, como última opción, en el marco de una movilización, que podía ser muy fuerte" –indica Cazes Camarero, responsable de los presos del PRT-ERP.

"En un momento empezaron a perforar el portón principal con una autógena. Yo sé lo que es una autógena. Vengo del Otto Krausse. ¡Los tipos tenían una autógena! Díaz no quería reprimir, pero hizo armar a su oficialidad y la puso delante de los portones para repeler un posible ataque. Los presos ya estaban por el patio. Afuera había una multitud", recuerda el ex diputado Héctor Sandler.

Los presos políticos detenidos en distintas cárceles del país-, habían sido imputados y en pocos casos condenados, por la Cámara Federal Penal Nacional –sus críticos se referían a ella como "El Camarón"-.

La Cámara del "fuero antisubversivo" había sido creada por el general Alejandro Lanusse por decreto en mayo de 1971. La Cámara tenía competencia específica para las «actividades subversivas». Juzgaba las acciones armadas, la difusión de propaganda política, las movilizaciones, las huelgas y las protestas callejeras, que se sucedían en el contexto de la dictadura militar, que prohibía la actividad política.



La Cámara tenía una jurisdicción única –todo el territorio del país-, la instrucción quedaba a cargo de las fuerzas de seguridad, sus jueces habían sido designados por el gobierno militar y las condenas no preveían instancias de apelación, en contradicción con las garantías que reserva la Constitución.

Una de las denuncias más frecuentes contra el "fuero antisubversivo" eran las torturas que padecían sus acusados en sedes policiales, antes de ser indagados por el juez de la Cámara, que desechaba las denuncias de apremios y tormentos.

En el primer año, la Cámara Federal llevó a prisión a 1452 imputados, y dictó 45 condenas. Algunos de los presos fueron alojados permanecieron en el buque "Granaderos". Una masiva huelga de hambre, en junio de1972, desactivó a la nave como establecimiento carcelario.

Los detenidos, a su vez, estaban encarcelados bajo régimen cerrado, de "máxima peligrosidad", en celdas individuales, de 1.80 por 2. Disponían una hora de recreo por día. Estaban uniformados con un mameluco, con visitas restringidas. Este régimen carcelario era sólo aplicado para los detenidos por la Cámara Federal.

Para denunciar el trato humanitario "denigranteۛۛۛ" y dar a conocer los efectos en la salud y en la psiquis de los detenidos, un grupo de las Fuerzas Armadas de Liberación –FAL- decidieron secuestrar al jefe de psiquiatría del penal de Villa Devoto, Hugo Norberto D Aquila. El 11 de enero de 1973 lo sacaron de su consultorio particular en Avellaneda y lo llevaron amordazado. Lo interrogaron durante cuatro días sobre las condiciones carcelarias. El interrogatorio fue publicado algunos meses después en el libro «Máxima seguridad«, que circuló de modo restringida en el ámbito de la militancia armada. Cuatro días después, sin que mediara pedido de rescate, el doctor DAquila fue liberado en Liniers.

Hasta ese momento, en los establecimientos penales de Villa Devoto, Caseros, Córdoba, Santa Fe, Chubut, Mendoza, Chaco y Tucumán, permanecían en prisión guerrilleros del EGP, el primer foco guevarista de Salta, detenidos en 1964, algunos guerrilleros peronistas detenidos en Taco Ralo, Tucumán, en 1967, otros que habían participado del secuestro del General Aramburu, y del industrial Oberdán Sallustro, presidente de FIAT; obreros detenidos en huelgas, entre otros.

En su campaña electoral, Cámpora había prometido liberarlos a todos.

Después de la comunicación con el jefe de los presos del ERP Cazes Camarero, Righi logró interceptar a Cámpora en su departamento, antes de que saliera hacia la cena de gala que se ofrecía en el salón del Concejo Deliberante para las delegaciones extranjeras.

"Le conté lo que pasaba y le dije que las alternativas eran todas malas. Reprimir, cosa que no se podía hacer. O dejar que tomaran la cárcel, que tampoco se podía hacer. Veníamos precedidos de una larga discusión entre los partidarios del indulto y los de la amnistía. Yo estaba en este último grupo. Habíamos logrado una fórmula que permitía la liberación en un par de días. No había razones para presionar y obtener el indulto. Cámpora entendió que no había más remedio que dar el indulto y le dije que había que anunciarlo para descomprimir. Me dijo que prepara todo", refirió Righi al autor de este artículo.



Pero mientras el ministro del Interior empezaba a trabajar con su equipo en el despacho de la Casa Rosada para la elaboración del indulto, llegó al penal de Villa Devoto Juan Manuel Abal Medina, secretario general del Movimiento Justicialista, que no tenía funciones de Gobierno. Había sido llamado por su secretario, el diputado Julio Mera Figueroa, que estaba en la oficina del prefecto Díaz analizando qué hacer.

"Me llamó Julio y me dijo que estaban golpeando las puertas y no se sabían si las iban a tirar. Decidí ir a Devoto. No tenía ninguna instrucción. En esa época era todo de hecho. Fui en auto, con mi custodia policial, entré por el portón. Adentro era un despelote. Los guardiacárceles estaban muy asustados. Los presos comunes, los más pesados, habían logrado abrir la primera puerta y estaban sobre el pasillo. Salí a una pasarela para hablar con la multitud, dije que se estaba avanzando en los aspectos legales, conforme a la ley. Y la gente gritaba cada vez más. Había una presencia muy importante del ERP, que apretaba para la libertad inmediata. Hablé con el director y acordé un acta que decía algo así como que «bajo la responsabilidad de los diputados presentes, que manifiestan que todos los sectores van a coincidir en la amnistía, para evitar un hecho mayor, los presos salgan en libertad". Entonces subí de nuevo a la pasarela, algunos legisladores subieron conmigo y dije que se mantuviera la calma, que ya estaba el indulto, lo cual no era cierto. Había que calmar las cosas de alguna manera".

-¿El indulto lo da usted, de alguna manera?

-No puedo decir eso. No hubo coordinación. Yo no era parte del gobierno. Mi papel era como secretario del movimiento. Esa noche, Devoto estaba explosivo. Yo lo liberé… a mí no me gustaba hacerlo así, pero eso explotaba.
Cazes Camarero describe el momento en que Abal Medina, en la pasarela del primer piso del penal, frente a la multitud que estaba en las calles, anunció el indulto.

"Abal llegó a la pasarela y me pidió el megáfono. Venía con un rollo de papel blanco en la mano y empezó a hablarle a las masas de la historia argentina, el rosismo, la resistencia peronista, Frondizi… y cortó bruscamente el discurso y dijo "…por todo lo dicho, quedan en libertad…". Yo me enteré cuando él lo dijo. La movilización lo aplaudió. Y Abal seguía con el papel blanco. Yo pensaba que era el indulto. Cuando bajamos por las escalinatas, el jefe de la guardia del penal me gritó "Cazes, ¿dónde está la lista? " Y le dije a Abal: "Dame el papelito". Me da el papelito. Lo abro: en blanco. Era una hoja tamaño A 4. Además, con el énfasis del discurso estaba toda arrugada. "Nos vamos igual…", me dice. Y les dije a los compañeros: "Salen".

El acta de la libertad de los detenidos políticos fue redactada y firmada por la comisión de diputados presentes en la oficina del prefecto Díaz. A la medianoche, ordenados en filas de a veinticinco, los presos comenzaron a salir del penal y se reencontraron con sus familiares y militantes.



Algunas horas después, mientras esperaban la salida de otros presos, frente al penal se cruzaron disparos en los que resultaron muertos los militantes Oscar Lysac y Carlos Sfeir.

Durante toda la madrugada, Righi y su equipo de juristas armó la lista de presos, en base las detenciones registradas por el fuero "antisubversivo", el órgano que los había llevado a prisión, y por el régimen carcelario de "máxima seguridad".

El sábado 26 de mayo, con los presos políticos de todo el país en libertad, Cámpora firmó el indulto. Ese día, la Cámara de Diputados inició el debate del proyecto de Amnistía, lo votó y lo trasladó al Senado. La ley fue sancionada en la madrugada del domingo 27, con el voto unánime de todos los representantes de los partidos políticos.

Luego de la votación, los legisladores se pusieron de pie y cantaron el himno nacional.

*Marcelo Larraquy es periodista e historiador (UBA) Su último libro es Primavera Sangrienta. Argentina 1970-1973. Un país a punto de explotar. Guerrilla, presos políticos y represión ilegal. Ed. Sudamericana.