viernes, 17 de abril de 2015

Otomanos: Las locuras por la sucesión del Sultanato

La carrera de la vida o la muerte: 300 metros contra un jardinero

Javier Sanz - Historias de la Historia


La ley del fratricidio impuesta por Mehmed II, sultán del Imperio Otomano, intentaba evitar las guerras civiles, como le había ocurrido a su abuelo Mehmed I, entre los posibles herederos al título de Sultán. Por esta ley, cuando era nombrado un nuevo Sultán, todos sus hermanos sobrevivientes eran estrangulados con una cuerda de seda. La mayor matanza tuvo lugar en la sucesión de Mehmed III, cuando 19 de sus hermanos fueron asesinados. Esta práctica fue abandonada en el siglo XVII por Ahmed I y sustituida por la prisión en la Kafes, “jaula”, un conjunto de habitaciones en el palacio de Topkapi (Estambul) donde los posibles sucesores al trono se mantenían bajo arresto y en constante vigilancia.

Mehmed II
Y si esto hacían con los miembros de su familia, qué no harían con sus enemigos… En tiempos de Selim, apodado el Severo, en un período de 8 años ordenó la muerte de siete visires y otras 30.000 ejecuciones menores. Así que, lo lógico por la alta demanda de trabajo, habría sido crear un cuerpo específico de verdugos, pero ya tenían uno que se dedicaba a “podar y arrancar las malas hierbas“… los bostanci (“jardineros”). Los bostanci, cuerpo compuesto por unos 5.000 hombres, tenían tres funciones: guardia personal del Sultán, verdugos y el mantenimiento de los jardines de palacio.

Bostanci
La sentencia se comunicaba al reo mediante un curioso ritual: el bostanci le entregaba un sorbete, si era blanco se le perdonaba la vida pero si era rojo se le ejecutaba rápidamente (normalmente decapitación). Si el reo era un funcionario de alto nivel (visir, eunuco…), debía ser tratado directamente por el Bostanci Basha (el jefe de los jardineros) y, además, aunque el sorbete fuese rojo todavía tenía una oportunidad para salvar la vida: la carrera de la vida o la muerte.

El condenado a muerte y el Bostanci Basha debían competir en una carrera de unos 300 metros, desde los jardines de palacio hasta la Puerta del Mercado de pescado, en la zona Sur del palacio de Topkapi. Si ganaba el condenado se le conmutada la muerte por el destierro. Si, por otro lado, ganaba el Bostanci-Basha, allí mismo era ejecutado y su cuerpo arrojado al mar.

El último hombre que salvó su vida, al ganar esta carrera de vida o muerte, fue el gran visir Hacı Salih Pasha en noviembre de 1822.

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