jueves, 28 de julio de 2022

Nazismo: La Latinoamérica que ansiaba Hitler

El misterio del mapa secreto con el que Hitler iba a conquistar América y dividirla en estados nazis

En 1941, el presidente de Estados Unidos, Franklin D. Roosevelt, aseguró que lo tenía en su posesión y que mostraba un área equivalente a 14 países latinoamericanos con las fronteras borradas y reorganizadas en cinco naciones vasallas del Tercer Reich.
Israel Viana || ABC






En un dramático discurso difundido el 27 de mayo de 1941, medio año antes de que su país entrara en la Segunda Guerra Mundial, el presidente Franklin D. Roosevelt declaró que se acababa de producir lo que calificó de «emergencia nacional ilimitada». A continuación, explicaba: «Me limito a repetir lo que ya está escrito en el libro nazi de la conquista del mundo. Ellos planean tratar a las naciones latinoamericanas tal como hoy tratan a los Balcanes. Luego, planean estrangular a los Estados Unidos de América».

En aquel momento, los afanes expansionistas de Adolf Hitler y la Alemania nazi no eran un misterio para nadie. Nada más alcanzar el poder, inició una profunda modificación de la política exterior que comenzó por la revisión del Tratado de Versalles.

En 1936, con motivo de la Guerra Civil española, el ‘Führer’ empezó a intervenir en el extranjero, mandando a la Legión Cóndor en apoyo de las tropas de Franco. Esta acción le hizo alinearse con la Italia de Mussolini por primera vez. Nació así el Eje Roma-Berlín, al que poco después sucedió el Pacto Antikomintern con Japón.

En un nuevo y decisivo paso adelante, Alemania vulneró el Tratado de Versalles y se anexionó Austria en marzo de 1938. El siguiente objetivo de Hitler fue Checoslovaquia, que invadió en marzo de 1939. Unos días después, el 23 del mismo mes, los nazis entraron en la región lituana de Memel. El 1 de septiembre de 1939 se lanzó a por Polonia y dio comienzo la Segunda Guerra Mundial, a los que sumó Holanda, Bélgica, Luxemburgo y Francia en mayo del año siguiente. Sin embargo, su teoría del Lebensraum, o suelo vital, en función de la cual debía invadir todo país que limitara con el suyo, no se limitaba a Europa.

Desde el comienzo del imperio nazi, América Latina había estado dentro de los cálculos de Hitler, entre otras cosas, debido a la cantidad de alemanes residentes allí. Por ese motivo, la organización política de los germanos en el exterior pasó a ser una tarea prioritaria a la hora de consolidar el partido. Fue tal el esfuerzo de tiempo y dinero realizado por el Tercer Reich para reclutar a colonos para que trabajaran en la causa del ‘Führer’, que Roosevelt se convenció de que los nazis querían dominar el mundo entero.
El «nuevo orden mundial»

En octubre de 1941, cinco meses después del mencionado discurso, y unos días más tarde de que un grupo de submarinos alemanes hundiera a un buque estadounidense, el presidente Roosevelt subió aseguró en otro ‘speech’ que las amenazas eran mucho mayores de lo que había expuesto: «Estoy en posesión de un mapa secreto realizado en Alemania por el Gobierno de Hitler, por los planificadores del nuevo orden mundial. Es un mapa de Sudamérica y de parte de Centroamérica, tal como Hitler propone reorganizarlas».

A continuación agregaba: «Hoy, en esa área hay catorce países distintos. Sin embargo, los expertos geógrafos de Berlín han borrado inexorablemente todas las fronteras existentes, y han dividido Sudamérica en cinco estados vasallos, sometiendo todo el continente a su dominio. También han dispuesto que el territorio de uno de estos nuevos estados títeres incluya la República de Panamá y nuestra gran vía de comunicación, el canal. Ese es el plan. Nunca dejaré que se lleve a efecto».

El mapa al que aludía Roosevelt, y al que se refieren los historiadores Jorge Camarasa y Carlos Basso Prieto en ‘América nazi’ (Aguilar, 2014), mostraba América Latina dividida en cinco territorios:

- Argentina: que abarcaba también Uruguay, Paraguay y parte de Bolivia.

- Chile: que absorbía Perú, Ecuador y el oeste de Bolivia.

- 'Nueva España': que fusionaba Colombia, Venezuela y Panamá.

- Guyana: que permanecía intacta.

- Brasil: que sumaba a su territorio actual el resto de Bolivia, incluida su capital, La Paz.
La falsificación

Según señala Tim Weiner en ‘Enemigos: Una historia del FBI’ (Debate, 2012), el mapa había sido entregado al jefe de la Oficina de Servicios Estratégicos norteamericana, William Donovan, por efectivos de la inteligencia británica. Estos aseguraban habérselo robado a un agente nazi en Río de Janeiro, pero en realidad lo habían falsificado para precipitar el ingreso de Estados Unidos en la guerra europea. La artimaña, sin embargo, permaneció en secreto durante décadas.

De poco sirvió que el Gobierno de Hitler negase la veracidad del documento, puesto que el 11 de diciembre de 1941, cuatro días después del ataque japonés a Pearl Harbor y la declaración de guerra de Estados Unidos contra el Imperio nipón, la Alemania nazi le declaró también la guerra a Estados Unidos. Hitler aseguró que había dado aquel paso en respuesta a una serie de provocaciones y pretextos por parte de Roosevelt para entrometerse en el conflicto cuando todavía eran oficialmente neutrales.

El detalle del mapa cayó en el olvido a medida que avanzaba la guerra más devastadora de la historia de la humanidad, hasta que el documento apareció entre los papeles del antiguo presidente estadounidense muchas décadas después y pudo ser examinado por el historiador Nick Cull, de la Universidad del Sur de California. La conclusión a la que llegó fue una auténtica sorpresa, ya no solo lo consideraba falso, sino que no había sido elaborado por los nazis, sino por los mismos aliados británicos. En concreto, por William Stephenson, un canadiense que colaboraba con ellos desde América del Norte.
La neutralidad

Se cree que el plan inicial era dejarlo en algún lugar meticulosamente escogido para que el FBI lo descubriese, pero finalmente decidió entregárselo directamente al FBI asegurando haberlo encontrado en un registro en un almacén nazi. El objetivo era sacar a Estados Unidos de su neutralidad, y es probable que algo hubiera influido a la luz de los acontecimientos. En cualquier caso, Cull defiende que Roosevelt lo sospechaba. De hecho, en el manuscrito original del discurso de octubre de 1941, el presidente escribió «un mapa de indudable autenticidad», pero luego lo tachó y sustituyó esas palabras por «un mapa secreto».

Eso no implica que los alemanes no estuvieran trabajando en la organización de sus colonias en Latinoamérica, y que esos trabajos, naturalmente, habían comenzado en aquellos países donde las comunidades germanas tenían un mayor arraigo y un desarrollo más favorable. En 1937, de hecho, la filial en Chile del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán (NSDAP) contaba con cerca de mil militantes; en Brasil, con 2.903, y en Argentina, con más de 1.500. Además, desde principio de los años 30, en todos los países del continente existían ligas juveniles alemanas, organizaciones de colegios alemanes e ingentes cantidades de dinero destinadas a la propaganda pro nazi.

Prueba de este arraigo que pudo confundir a Roosevelt es que, América del Sur se convirtió durante y después de la Segunda Guerra Mundial en el perfecto refugio para un siniestro grupo de personalidades nazis. Miles de científicos, técnicos, ideólogos, oficiales y burócratas que llegaron escapando de sus perseguidores y encontraron en este continente su «tierra prometida». También asesinos como Josef Mengele, Klaus Barbie, Adolf Eichmann, Whalter Rauff, Fritz Schwend, Herbert Cuckurs, Franz Stangl, Alfons Sassen y Hans Rudel, entre otros muchos, que se mudaron a ciudades importantes y comarcas rurales para escapar de la pena de muerte o la cadena perpetua.

miércoles, 27 de julio de 2022

Guerra de independencia: Estonia (2/2)

Guerra de Liberación: Estonia

Parte 1 || Parte 2
Weapons and Warfare






Con unos 13.000 hombres listos para la acción, el ejército estonio inició una contraofensiva en enero de 1919. Los barcos británicos tenían ahora un firme control del mar, y el 4 de enero los dos cruceros ligeros, acompañados por el destructor Wakeful, sometieron varias posiciones rusas cerca de Narva. a un fuerte bombardeo. Un destacamento de tropas finlandesas y estonias desembarcó en la retaguardia de la 6.ª División de Fusileros Rojos en Kunda a última hora del 10 de enero; al día siguiente, se retomó Rakvere y los estonios avanzaron constantemente hacia Narva. El 18 de enero se llevó a cabo otra operación marítima en Udria, y este contingente se desplazó rápidamente hacia la parte norte de Narva. El resto de la ciudad fue liberada al día siguiente. León Trotsky, que dirigía personalmente la defensa de la ciudad, escapó por poco de ser capturado.

Con la parte norte del país libre de fuerzas soviéticas, la atención se dirigió al sur. Se habían creado varios trenes blindados para proporcionar al ejército de Estonia el apoyo de fuego que tanto necesitaba. Montando una variedad de armas, desde ametralladoras hasta artillería de 6 pulgadas, los trenes eran un activo potente, aunque, por supuesto, su despliegue estaba dictado por la red ferroviaria. Otra de las nuevas formaciones surgidas durante el invierno fue el Batallón de Partisanos Tartumaa, creado por el teniente Julius Kuperjanov; El personal joven y enérgico del batallón se ganó rápidamente una reputación de agresividad y audacia, y la unidad liberó la ciudad de Tartu el 14 de enero, atacando a bordo de trenes blindados que rompieron las líneas bolcheviques y entraron en la ciudad antes de que desembarcara la infantería estonia. Desde aquí, era posible planear un ataque para retomar Valga, que estaba a horcajadas sobre el único enlace ferroviario a Riga y el sur. El acceso principal a Valga desde el norte pasaba por Paju Manor, y ahora se convirtió en el foco de feroces combates. Los partisanos estonios tomaron la mansión el 30 de enero, pero un batallón de fusileros rojos letones los hizo retroceder rápidamente.

Los estonios se encontraron en desventaja. Las unidades rusas en retirada habían destruido el puente ferroviario en Sangaste, un poco al norte, impidiendo que los estonios desplegaran su tren blindado. Por el contrario, los fusileros letones contaban con el apoyo de fuego de su propio tren blindado, además de varios vehículos blindados. Sin desanimarse, Kuperjanov dirigió su batallón en un ataque a la mansión el 31 de enero a través de campo abierto. Junto con muchos de sus hombres, fue abatido por el fuego fulminante de los defensores, pero hacia el final del día llegó como refuerzo un cuerpo de voluntarios finlandeses, en un batallón llamado 'Hijos del Norte'. El cuerpo combinado de finlandeses y estonios penetró en los terrenos de la mansión, despejándolo de defensores bolcheviques en una amarga lucha. Al día siguiente, los fusileros letones se retiraron de la zona.

Con la línea ferroviaria de Letonia ahora en manos estonias, se hizo cada vez más difícil para las fuerzas soviéticas en el centro de Estonia coordinar sus movimientos y se vieron obligadas a retirarse hacia el este. A fines de febrero de 1919, todo el territorio estonio había sido liberado por las fuerzas nacionalistas. Además, los estonios capturaron 35 cañones de campaña, varios cañones navales desmontados y miles de armas pequeñas, junto con abundantes existencias de municiones. La necesidad de reconstruir las posiciones bolcheviques en el norte obligó a los rusos a desviar tropas de Letonia, donde habían tenido un éxito considerable. Los estonios ahora redactaron un acuerdo de defensa mutua con el gobierno de Letonia y comenzaron a prepararse para un ataque contra las fuerzas bolcheviques en el noreste de Letonia.

Mientras tanto, en el norte, el maltratado Séptimo Ejército Rojo había recibido refuerzos sustanciales y lanzó un gran asalto a Narva el 18 de febrero. La 1ª División de Estonia, reforzada por el Cuerpo del Norte de Rusia Blanca, rechazó con éxito los ataques que continuaron hasta finales de abril, aunque la ciudad sufrió daños considerables por el fuego de artillería. Hacia el sur, un renovado ataque soviético invadió el sureste de Estonia en la primera quincena de marzo y comenzó a abrirse una brecha entre la 1.ª y la 2.ª Divisiones estonias. Para contrarrestar esto, el Ejército de Estonia desplegó su nueva 3ª División en la brecha y lanzó un contraataque, recuperando Petseri a finales de mes. Los combates confusos en la zona pantanosa continuaron durante varias semanas antes de que los estonios pudieran asegurar sus posiciones, con el apoyo de más formaciones militares nuevas: Los letones que habían huido a Estonia se formaron en una nueva brigada, y otros 7.000 rusos e ingrios antibolcheviques (de Ingermanland, la región de Rusia inmediatamente al este de Estonia) sirvieron junto a las unidades estonias y finlandesas existentes. A lo largo de esta fase de la lucha, los estonios pudieron hacer un uso eficiente de sus fuerzas limitadas como consecuencia de un apoyo logístico bien organizado. Por el contrario, el sistema de suministro del Ejército Rojo era caótico y sus servicios médicos casi inexistentes. los estonios pudieron hacer un uso eficiente de sus fuerzas limitadas como consecuencia de un apoyo logístico bien organizado. Por el contrario, el sistema de suministro del Ejército Rojo era caótico y sus servicios médicos casi inexistentes. los estonios pudieron hacer un uso eficiente de sus fuerzas limitadas como consecuencia de un apoyo logístico bien organizado. Por el contrario, el sistema de suministro del Ejército Rojo era caótico y sus servicios médicos casi inexistentes.

Los estonios habían combatido dos invasiones y parecía que los bolcheviques estaban interesados ​​en las negociaciones de paz. Los comunistas húngaros se ofrecieron como mediadores, pero Estonia se vio presionada por sus partidarios occidentales, en particular los británicos, que amenazaron con retirar su apoyo; todavía había esperanza de que Estonia pudiera usarse como base para un intento de derrocar a los bolcheviques, y esto sería claramente imposible si Estonia y Rusia acordaran términos para la paz. Después de un período de preparación, los estonios y sus aliados decidieron lanzar su propio ataque. Los relatos estonios describen la operación que siguió como un intento de empujar a los bolcheviques lo más lejos posible del territorio estonio.

El 13 de mayo, Yudenich ordenó a Rodzianko que iniciara una operación denominada 'Espada Blanca'. Su cuerpo de 3.000 efectivos atacó en Narva, sorprendiendo y abrumando a la 6ª División de Fusileros Rojos. Con el apoyo de unidades navales frente a la costa, los rusos blancos avanzaron rápidamente y, anticipándose a su llegada, la guarnición de la fortaleza de Krasnaya Gorka se amotinó. Este fue un desarrollo devastador para los bolcheviques, ya que la presencia de las fuerzas rusas blancas en esta fortaleza, en la costa báltica, quizás a dos tercios del camino desde la frontera estonia hasta Petrogrado, haría imposible defender Petrogrado. A pesar de estar al corriente del motín, las autoridades estonias tardaron varios días en pasar la información a Rodzianko y Yudenich; en cambio, alentaron al destacamento ingrio dentro de sus fuerzas a intentar llegar al área, tal vez prefiriendo que las tierras al este quedaran bajo el control de los amistosos ingrios en lugar de los rusos blancos. La fuerza ingria resultó demasiado débil para alcanzar a los amotinados y, finalmente, los estonios informaron a Rodzianko, casi dos días después de que comenzara el motín.

Antes de que los rusos blancos o los buques de guerra de la Royal Navy que operaban en el golfo de Finlandia pudieran acudir en ayuda de los amotinados, intervino Josef Stalin, a quien se le había encomendado la tarea de defender la capital rusa. Nacido como Josef Vissarionovich Dzhugashvili en su Georgia natal, fue educado al principio para el sacerdocio, pero se convirtió en ateo y se involucró en grupos revolucionarios antes de terminar sus estudios. Fue uno de los primeros seguidores de Lenin y demostró ser experto en la organización de grupos bolcheviques en los primeros años del siglo XX, recurriendo a medios criminales para obtener fondos y mostrando los primeros signos de la crueldad que se convertiría en su sello distintivo. Al igual que Trotsky, fue arrestado y exiliado a Siberia, pero viajó a Petrogrado después de la Revolución de Febrero. apoyando a Kerensky al principio, pero luego jugando un papel de liderazgo en el trabajo del Comité Central Bolchevique durante la Revolución de Octubre. Fue nombrado Comisario del Pueblo para Asuntos de Nacionalidades pero, como muchos bolcheviques destacados, se le pidió que tomara el mando de las formaciones del incipiente Ejército Rojo contra las fuerzas de la Rusia Blanca; pronto se hizo conocido por sus políticas intransigentes hacia los oficiales de la Rusia Blanca, ordenando la ejecución de muchos, además de tomar medidas draconianas contra los desertores bolcheviques y los campesinos que mostraban renuencia a apoyar a los bolcheviques.

Fuera de Petrogrado, Stalin actuó con resolución y fuerza características. Se ordenó a dos de los grandes buques de guerra en Kronstadt que comenzaran un bombardeo de la fortaleza, mientras que una fuerza de voluntarios navales se reunió como una formación de infantería para asaltar la posición. Después de dos días de rebelión, incluso cuando Rodzianko, finalmente consciente de los acontecimientos, ordenaba a sus tropas que trataran de alcanzar a los amotinados, las ruinas de Krasnaya Gorka volvieron a estar en manos de los bolcheviques. En otro acto característico, Stalin ordenó la ejecución de casi 70 oficiales navales rusos de la base de Kronstadt, sobre la base de que habían estado planeando una revuelta similar. Aunque Stalin afirmó tener evidencia documental de esto, incluida la prueba de que los británicos habían financiado el motín planeado, nunca se presentó tal documento.

Una segunda ofensiva estonia tuvo lugar al sur del lago Peipus, y una fuerza combinada estonia y rusa blanca conocida como Petseri Battle Group cruzó a Rusia y se apoderó de Pskov el 25 de mayo. Casi de inmediato, los rusos blancos parecieron perder interés en luchar contra el Ejército Rojo, volviendo su atención contra aquellos que consideraban simpatizantes y partidarios de los bolcheviques. Dados los prejuicios de la región en ese momento, era casi inevitable que todos los judíos fueran considerados automáticamente como parte de este grupo, y hubo saqueos, asesinatos y encarcelamientos generalizados. Desde Pskov, los estonios avanzaron hacia el río Velikaya, pero se hizo cada vez más claro para los estonios que su avance era insostenible, sobre todo debido al creciente resentimiento de la población local hacia el comportamiento de las tropas de Rodzianko. Los estonios eliminaron a los rusos blancos de su propia línea de mando y el Cuerpo del Norte se reorganizó en el Ejército del Noroeste. Los bolcheviques contraatacaron el 19 de junio con la 6.ª División reorganizada, reforzada por la 2.ª División, y eliminaron rápidamente la mayor parte de las ganancias obtenidas por el Cuerpo del Norte.

Mientras tanto, Alexander-Sinclair había sido relevado por el almirante Sir Walter Cowan y el 1.er escuadrón de cruceros ligeros británico. Si bien los buques de guerra de Cowan pudieron controlar la costa de Estonia, la presencia de buques de guerra rusos en Kronstadt siguió representando al menos una amenaza teórica. Afortunadamente para Cowan, se encontró trabajando junto a un oficial naval británico, Augustus Agar, que operaba lanchas a motor costeras en nombre del Ministerio de Asuntos Exteriores británico, intentando mantener vínculos con espías británicos dentro de Rusia. Uno de ellos, cuyo nombre en código era ST-25, era el último agente importante que quedaba en suelo bolchevique, pero concertar una cita para recogerlo parecía casi imposible. Frustrado en sus intentos, Agar se puso en contacto con Cowan y se ofreció a utilizar sus lanchas a motor para atacar a los acorazados rusos que habían sido utilizados para bombardear Krasnaya Gorka. Hubo un intercambio de señales con Londres, como resultado de lo cual se le informó a Cowan que las lanchas a motor se utilizarían únicamente con fines de inteligencia, a menos que lo ordenara especialmente un oficial de rango de bandera. Cowan estaba decidido a poner sus barcos en acción y decidió estirar sus órdenes al límite; le aconsejó a Agar que no podía ordenar específicamente a las lanchas a motor que atacaran a los acorazados rusos, pero que si lo hicieran, Agar podría contar con el apoyo de Cowan.



Infantería estonia 

El 17 de junio, Agar partió con dos barcos. Uno se dio la vuelta después de desarrollar problemas mecánicos y llegaron noticias de que los acorazados rusos se habían retirado y habían sido reemplazados por el crucero Oleg, que había sido parte de la desastrosa incursión de Raskolnikov contra Tallin, pero Agar siguió adelante sin desanimarse y se acercó a Kronstadt durante las pocas horas. de la noche de verano. Después de un feroz intercambio de disparos con los destructores soviéticos, se acercó al faro de Tolbukin donde se vio obligado a encallar su barco en un rompeolas para hacer reparaciones. Todavía bajo fuego constante, él y sus hombres repararon el bote y luego lanzaron un torpedo a Oleg antes de girar y correr hacia la costa finlandesa. El crucero de 7.000 toneladas, que había luchado en la batalla de la Armada rusa contra la flota japonesa en Tsushima en 1905, fue alcanzado por el torpedo y se hundió. Agar y su tripulación lograron escapar en la confusión resultante, aún bajo fuego. Por esta misión, fue galardonado con la Cruz Victoria y ascendido a teniente comandante.

Agar no estaba terminado. Cowan deseaba eliminar cualquier otra amenaza de los acorazados de la flota rusa del Báltico y planeó una nueva incursión en Kronstadt. Esta operación recibió el nombre en código 'RK' en honor al amigo de Cowan, el almirante Roger Keyes, quien dirigió la incursión en Zeebrugge en abril de 1918. El 18 de agosto, Agar dirigió un grupo de siete botes pequeños hacia Kronstadt. En esta ocasión, se quedó fuera del puerto mientras los otros seis barcos, dirigidos por el comandante Claude Dobson, realizaban un ataque nocturno, mientras aviones británicos realizaban un ataque aéreo para distraer a los defensores. Los destructores y cruceros de Cowan esperaban a poca distancia, listos para intervenir si los buques de guerra rusos intentaban perseguir a la fuerza de Agar.

El ataque logró una completa sorpresa; la pequeña flotilla pasó junto a la silenciosa nave de guardia rusa en la entrada del puerto e hizo su ataque, y lo primero que los rusos supieron de la presencia de los británicos fue una explosión cuando un torpedo golpeó el barco de depósito de submarinos Pamiat Azova, que se hundió rápidamente. El teniente Gordon Steele estaba a bordo de un barco comandado por el teniente Archibald Dayrell-Reed, con órdenes de atacar al acorazado Andrei Pervozvanni:

Cuando el barco de Dayrell-Reed entró en el puerto, se abrió fuego contra nosotros, primero desde la dirección del dique seco y luego desde ambos lados. Nos dirigimos a la esquina donde estaban atracados nuestros objetivos, los acorazados. Casi simultáneamente recibimos ráfagas de fuego de las baterías y aparecieron salpicaduras en ambos lados. Instintivamente me agaché cuando las balas pasaron silbando. Me di la vuelta y estaba a punto de comentarle a Dayrell-Reed, '¿Hacia dónde te diriges?' mientras nos dirigíamos directamente a un barco hospital, cuando noté que su cabeza estaba apoyada en la parte superior de la torre de mando de madera frente a él. Le habían disparado en la cabeza. A pesar de su considerable peso, pude bajarlo a la cabina. Al mismo tiempo puse el timón con fuerza y ​​enderecé el barco en su rumbo debido. Ahora estábamos bastante cerca de Andrei Pervozvanni. Acelerando lo más posible, le disparé ambos torpedos, después de lo cual detuve un motor para ayudar al barco a girar rápidamente. Mientras hacía esto, vimos dos columnas de agua que se elevaban desde el costado del Petropavlovsk [el segundo acorazado ruso] y escuchamos dos estruendos. Sabía que debían ser los torpedos de Dobson que habían dado en el blanco. Luego hubo otra terrible explosión cerca. Recibimos un gran susto y una ducha de agua. Me di cuenta de que la causa fue uno de nuestros torpedos que explotó en el costado del acorazado [Andrei Pervozvanni]. Estábamos tan cerca de ella que una lluvia de ácido pícrico de la ojiva de nuestro torpedo salió disparada por la popa del barco, tiñéndonos de un color amarillo que tuvimos cierta dificultad en quitarnos después. [Perdiendo] un encendedor por unos pocos pies [nosotros] seguimos a Dobson fuera de la cuenca. Tuve el tiempo justo para echar otra mirada atrás y ver el resultado de nuestro segundo torpedo. Una alta columna de llamas del acorazado iluminó toda la cuenca. Volvimos a pasar junto al barco de guardia anclado. Morley [el mecánico a bordo del barco] le dio una ráfaga de ametralladora como regalo de despedida y luego fue a ver qué podía hacer por Reed.

Tres de los barcos británicos fueron hundidos por disparos rusos, con la pérdida de 15 tripulantes muertos, incluido el Dayrell-Reed, y nueve capturados de los barcos que se hundían; el relato ruso afirma que el buque de guardia vio los barcos cuando penetraron en el puerto, pero decidió no disparar por temor a golpear a los barcos amigos más allá de los barcos. Por supuesto, esto no explica por qué la nave de guardia no dio la alarma. Por su participación en esta acción, tanto Dobson como Steele recibieron la Cruz Victoria.

Agar tenía la intención de usar el ataque como tapadera para otro intento de llegar al agente ST-25, pero no pudo hacerlo. El verdadero nombre del agente era Paul Dukes, y había trabajado durante muchos años como concertista de piano en el Conservatorio de Petrogrado, reuniendo información de inteligencia y ayudando a los rusos blancos a escapar a Finlandia. Fue un logro notable para un hombre sin ningún entrenamiento antes de ser enviado a Rusia: simplemente se le dijo que estableciera contacto con los agentes de su predecesor, el oficial naval Francis Crombie, quien había sido asesinado por la Cheka, la policía secreta soviética. . Sin saber siquiera los nombres de estos agentes, logró restablecer e incluso construir en la red. Usó muchos disfraces y adoptó una variedad de alias, infiltrándose en el partido comunista ruso, el Komintern (la organización internacional dedicada a la revolución mundial) e incluso la Cheka: tenía un documento falsificado que decía que era miembro de la Cheka, lo que le permitía pasar la mayoría de los puntos de control sin dudarlo. Durante un tiempo adoptó el papel de un pobre ruso, dejándose crecer la barba y el pelo, pero cuando se enteró de que la Cheka lo buscaba se afeitó y arregló su apariencia, enorgulleciéndose de que muchos de sus conocidos ya no lo reconocieran. No mucho después, estaba a bordo de un tranvía, disfrazado de soldado ruso, cuando vio a un Cheka conocido y se dio cuenta de que había sido descubierto por un informador conocido: pero cuando supo que la Cheka lo buscaba se afeitó y arregló su apariencia, enorgulleciéndose de que muchos de sus conocidos ya no lo reconocieran. No mucho después, estaba a bordo de un tranvía, disfrazado de soldado ruso, cuando vio a un Cheka conocido y se dio cuenta de que había sido descubierto por un informador conocido: pero cuando supo que la Cheka lo buscaba se afeitó y arregló su apariencia, enorgulleciéndose de que muchos de sus conocidos ya no lo reconocieran. No mucho después, estaba a bordo de un tranvía, disfrazado de soldado ruso, cuando vio a un Cheka conocido y se dio cuenta de que había sido descubierto por un informador conocido:

No esperé para asegurarme... Al pasar la estación Tsarskoselsky, salté del automóvil mientras aún estaba en movimiento, me agaché debajo de su costado hasta que pasó y subí a otro en la dirección opuesta. En la estación salté, entré al edificio y me senté entre las manadas masivas... hasta el anochecer.

Bajo su apariencia de ruso común, fue reclutado en el Ejército Rojo. Sus observaciones de las causas del fracaso de las diversas fuerzas Blancas son interesantes:

La completa ausencia de un programa aceptable alternativo al bolchevismo, las amenazas audiblemente susurradas por los terratenientes de que, en caso de una victoria blanca, la tierra arrebatada por los campesinos sería devuelta a sus antiguos gobernantes, y la lamentable falta de comprensión de que en el anti- La política de guerra bolchevique y no la estrategia militar debe desempeñar el papel dominante, fueron las principales causas de las derrotas blancas. Esta teoría se ve confirmada por todas las diversas aventuras de White... el curso de cada uno de ellos, en términos generales, es el mismo. Primero, los blancos avanzaron triunfalmente, y hasta que se comprendió el carácter de su régimen, fueron aclamados como libertadores del yugo rojo. Los soldados rojos les desertaron en hordas y el mando rojo quedó consternado... Luego se produjo un alto, debido al descontento incipiente entre la población civil en la retaguardia. Las requisas, la movilización, las luchas internas y la corrupción entre los funcionarios, que diferían muy poco del régimen de los rojos, enajenaron rápidamente las simpatías del campesinado, que se rebeló contra los blancos como lo habían hecho contra los rojos, y la posición de los ejércitos blancos fue hecho insostenible. La primera señal de ceder en el frente fue la señal de un cambio total de fortuna.

Aprovechando que su unidad del ejército fue enviada al frente en septiembre, Duke logró persuadir a su oficial al mando, que era zarista, para que le permitiera viajar a la Letonia ocupada por los rusos con otros dos soldados en lugar del resto del regimiento. Cuando llegaron a Letonia, saltaron de su tren y desaparecieron en el bosque, uniéndose a miles de otros 'Verdes', soldados que eligieron no ser ni rojos ni blancos, pero evitaron ambas facciones escondiéndose en los bosques. Con documentos secretos ocultos sobre su persona, copiados en hojas de papel higiénico, Duke finalmente llegó a un lugar seguro.

Mientras tanto, los rusos avanzaban contra las fuerzas rusas blancas y estonias en Pskov y sus alrededores, y el 10 de agosto los bolcheviques ofrecieron tentativamente reconocer la independencia de Estonia a cambio de una evacuación voluntaria del territorio ruso por parte de las fuerzas estonias. Este fue, por supuesto, un desarrollo bienvenido para Estonia, pero tanto los rusos blancos como los británicos se opusieron a tal desarrollo. El agregado militar británico en Tallin, el brigadier Frank Marsh, convocó a funcionarios estonios y rusos blancos a la embajada británica en un intento de impulsar un acuerdo que satisficiera el apoyo británico tanto a una Estonia independiente como a los rusos blancos. Informó a los rusos que era imperativo que formaran un gobierno en el noroeste de Rusia; esto tendría que reconocer la independencia de Estonia, a menos que lo hicieran, las potencias occidentales ya no los apoyarían. Yudenich no tuvo más remedio que aceptar. Sin embargo, parecía que Marsh, y su superior, el general Sir Hubert Gough, jefe de la misión militar de las potencias occidentales en el Báltico, se habían excedido en gran medida en su autoridad al forzar tal reconocimiento de Estonia; Kolchak todavía se negaba a tal reconocimiento, y muchos funcionarios en Londres estaban furiosos por los acontecimientos en Tallin. Mientras tanto, las tropas rusas recuperaron Pskov el 8 de septiembre. y muchos funcionarios de Londres estaban furiosos por los acontecimientos en Tallin. Mientras tanto, las tropas rusas recuperaron Pskov el 8 de septiembre. y muchos funcionarios de Londres estaban furiosos por los acontecimientos en Tallin. Mientras tanto, las tropas rusas recuperaron Pskov el 8 de septiembre.

Los políticos de los tres Estados bálticos se reunieron en Tallin el 14 de septiembre, donde acordaron que negociarían una paz colectiva con Rusia. Las conversaciones formales con el gobierno de Estonia comenzaron el 16 de septiembre en Pskov, pero se interrumpieron después de dos días. Parte de la razón de esto fue que los Estados Bálticos habían asistido a una conferencia en Riga el 26 de agosto, donde se reunieron con representantes de las Potencias de la Entente. Aquí, se les instó a apoyar un ataque planeado por el general Yudenich; Claramente, apoyar tal ataque no sería posible si estuvieran negociando activamente un acuerdo de paz. Pero, dado lo que se había acordado en Riga, parece extraño que tuviera algún sentido reunirse con los bolcheviques en Pskov. Quizás tenía la intención de engañar a los rusos;

El 10 de octubre, Yudenich lanzó su Ejército del Noroeste en un ataque hacia Petrogrado. Había pasado los meses desde su ataque anterior aumentando el tamaño de su fuerza; ahora contaba con más de 18.000, con apoyo de artillería y dos trenes blindados. Su fuerza incluso incluía seis tanques británicos, tripulados por voluntarios británicos. Las fuerzas que se oponían a él eran numéricamente mayores, pero se vieron gravemente perjudicadas por la escasez de suministros y la organización caótica. Había tratado de asegurar el apoyo finlandés para el ataque, pero aunque Mannerheim estaba a favor, el presidente finlandés, Kaarlo Ståhlberg, rechazó el permiso. El almirante Kolchak, que era nominalmente el líder de la causa de la Rusia Blanca, se había negado previamente a reconocer la independencia finlandesa de Rusia, y las garantías algo tardías de Yudenich de que garantizaría el reconocimiento de Finlandia fueron en vano.

Al principio, el ataque del Ejército del Noroeste disfrutó de un éxito considerable. Las fuerzas bolcheviques estaban ahora bajo el mando de Trotsky, ya que Stalin había regresado a Moscú. El contraste entre el liderazgo de los dos bandos no podía ser mayor; Trotsky, el gran orador de la revolución, inspiró a sus conciudadanos a tomar las armas para la defensa de la capital rusa, mientras Yudenich y Rodzianko discutían sobre quién debería comandar el ejército en el campo. Desde el momento en que cruzaron la frontera, los soldados rusos blancos comenzaron a desertar, incluso cuando avanzaban y ganaban batallas. Algunos se unieron a los rojos, pero la mayoría simplemente aprovechaba estar en territorio ruso para intentar llegar a sus hogares. Kingisepp cayó el 12 de octubre y, al día siguiente, 1.600 soldados estonios desembarcaron cerca de la fortaleza de Krasnaya Gorka. A pesar del apoyo de fuego de los buques de guerra estonios y británicos, el intento de capturar la fortaleza fracasó, aunque la lucha continuó hasta finales de mes antes de que los estonios se retiraran. El 20 de octubre, los elementos principales de la fuerza de Yudenich alcanzaron y capturaron Pavlovsk y Tsarskoe Selo, en las afueras del sur de Petrogrado.

Aproximadamente al mismo tiempo, las fuerzas de la Rusia Blanca bajo el mando de Denikin en el sur de Rusia estaban haciendo un buen progreso y parecía que los bolcheviques podrían ser derrocados. Yudenich era consciente de la fragilidad de su ejército y del número de deserciones que sufría y estaba ansioso por llegar a Petrogrado lo antes posible; sin embargo, también era consciente de que si llegaba y capturaba la capital rusa, heredaría un gran problema. La ciudad estaba al borde de la inanición, y quienquiera que la controlara sería responsable de encontrar suficientes suministros de alimentos para evitar un levantamiento masivo. Con la esperanza de que los británicos y otros pudieran y estuvieran dispuestos a acudir en su ayuda, ordenó a sus tropas que avanzaran lo más rápido que pudieran. Incluso Lenin comenzó a considerar abandonar Petrogrado, pero Trotsky no tenía intención de permitir tal cosa. Insistió en que la cuna de la revolución podría convertirse en una fortaleza, en la que cada casa sería un punto fuerte y las fuerzas Blancas morirían desangrados. Críticamente, la carrera de las tropas de Yudenich para llegar a Petrogrado incluyó una división a la que en realidad se le había ordenado marchar hacia el sureste de la ciudad para cortar la vía férrea desde Moscú. Con esta ruta de suministro vital intacta, los bolcheviques pudieron traer suministros sustanciales. El 21 de octubre, un contraataque bolchevique recuperó los suburbios del sur de Petrogrado. El Decimoquinto Ejército Rojo avanzó desde el sureste y atacó hacia Volosovo, amenazando las líneas de suministro del Ejército del Noroeste. Muy superado en número, Yudenich no tuvo más remedio que retirarse hacia Estonia. El 15 de noviembre, sus tropas se retiraron de Kingisepp, abandonando su última gran posesión dentro de Rusia. Mientras retrocedían, se encontraron con aldeas y pueblos llenos de partidarios de la Rusia Blanca, que tenían la intención de seguirlos hasta Petrogrado:

Cada pueblo, cada casa y cada refugio de cualquier tipo estaban literalmente rebosantes de gente miserable, hambrienta y congelada. No había un solo rincón protegido donde los soldados en retirada pudieran calentarse y descansar. Por lo tanto, los combatientes tenían que vivir sin techo durante los días y las noches cuando la temperatura era de 10 a 18 grados bajo cero.

Yudenich tenía la intención de retirarse a Estonia y reagruparse, pero el gobierno estonio no tenía intención de permitirlo. Cuando los rusos blancos llegaron a la frontera, la mayoría fueron desarmados. La razón oficial fue que Estonia no deseaba permitir que un cuerpo tan grande y bien armado de hombres desmoralizados deambulara por Estonia; otra explicación es que los bolcheviques habían ofrecido reconocer la independencia de Estonia a cambio de poner fin a la guerra.

Para Yudenich, este fue el final de sus intentos en nombre de la causa de la Rusia Blanca. Los estonios lo arrestaron, pero lo liberaron después de la presión de Gran Bretaña y Francia. Dejó la región y se instaló en Francia, donde evitó involucrarse en los círculos de la Rusia Blanca. Murió cerca de Niza, en 1933. Dejó atrás a los hombres desarmados del Ejército del Noroeste que pasaron un invierno terrible encontrando todo el refugio que pudieron. Miles murieron de hambre y enfermedades; algunos de sus oficiales lograron viajar para unirse a las fuerzas blancas en otros lugares, pero para la mayoría fue suficiente para encontrar una salida a su situación. Muchos regresaron a la frontera con Rusia e hicieron las paces con los bolcheviques, regresando a los hogares que habían dejado muchos años antes. Otros construyeron nuevos hogares en otras partes del mundo; a pocos se les permitió establecerse en Estonia.

Las fuerzas soviéticas que habían perseguido al ejército en retirada de Yudenich ahora atacaron hacia Narva en un intento de apoderarse de la ciudad como moneda de cambio final en las negociaciones de paz. El Séptimo Ejército Rojo logró algunos avances iniciales, pero se vio obligado a detenerse a fines de noviembre para reagruparse. Las conversaciones de paz se abrieron el 5 de diciembre en Tartu y, con la esperanza de ejercer influencia en estas negociaciones, los bolcheviques renovaron su ataque el 7 de diciembre, y el Decimoquinto Ejército Rojo se unió al asalto nueve días después. Después de atravesar las líneas estonias, los rusos cruzaron el río Narva congelado al sur de la ciudad, pero al día siguiente la 1.ª División estonia reforzada contraatacó, haciendo retroceder lentamente a los bolcheviques a pesar de sufrir grandes pérdidas. En las negociaciones de paz, los bolcheviques repentinamente exigieron por sorpresa que una franja a ambos lados del Narva se mantuviera libre de fortificaciones; cuando los estonios se negaron, realizaron un ataque final el 28 de diciembre. A finales de año, el agotamiento y la nieve pusieron fin a todas las operaciones de combate y los bolcheviques abandonaron su demanda.

Un alto el fuego entró en vigor el 3 de enero de 1920 y el Tratado de Tartu se firmó el 2 de febrero. El tratado especificó la frontera entre las dos naciones, con una franja de tierra al este de Narva que permaneció bajo el control de Estonia, y permitió el movimiento de rusos y estonios desplazados a sus países de origen. También incluía una renuncia a cualquier reclamo ruso sobre territorio estonio y una transferencia de oro de Rusia a Estonia, que representaba la parte de Estonia de las reservas de oro del Imperio ruso zarista. Para ambas partes, este tratado representó un hito significativo. Para Estonia, equivalía a un 'certificado de nacimiento' para la nación, mientras que para la Rusia de Lenin, era el primer tratado pactado con una potencia extranjera. Estonia había obtenido su independencia, pero a un costo considerable: las bajas militares en la guerra se estimaron en más de 3, 500 muertos y casi 14.000 heridos. Además, Narva había sufrido daños sustanciales, con muchos civiles muertos o heridos. Sin embargo, la nación podría mirar hacia un nuevo futuro.

domingo, 24 de julio de 2022

Imperio Persa: La satrapía de Egipto

Egipto: La supervivencia del más apto

Weapons and Warfare




Los sucesores del rey persa Darío mostraron mucho menos interés en su satrapía egipcia. Dejaron incluso de hablar de boquilla sobre las tradiciones de la realeza y la religión egipcias. La actividad comercial comenzó a declinar y el control político se aflojó a medida que los persas centraron su atención cada vez más en sus problemáticas provincias occidentales y los "estados terroristas" de Atenas y Esparta. En este contexto de debilidad política y malestar económico, la relación de los egipcios con sus amos extranjeros comenzó a agriarse. Un año antes de la muerte de Darío I, estalló la primera revuelta en el delta. El siguiente gran rey, Jerjes I (486–465), tardó dos años en sofocar el levantamiento. Para evitar que se repitiera, purgó a los egipcios de los puestos de autoridad, pero no pudo detener la podredumbre. Mientras Jerjes y sus funcionarios estaban preocupados por luchar contra los griegos en las épicas batallas de las Termópilas y Salamina, los miembros de las antiguas familias provinciales del Bajo Egipto comenzaron a soñar con recuperar el poder; algunos incluso llegaron a reclamar títulos reales. Después de menos de medio siglo, el dominio persa comenzaba a desmoronarse.


El asesinato de Jerjes I en el verano de 465 proporcionó la oportunidad y el estímulo para una segunda revuelta egipcia. Esta vez, fue dirigida por Irethoreru, un carismático príncipe de Sais que seguía la tradición familiar, y la revuelta no fue tan fácil de sofocar. En un año, había ganado seguidores en todo el delta y más allá; incluso los escribas del gobierno en el Oasis de Kharga fecharon los contratos legales en el "año dos de Irethoreru, príncipe de los rebeldes". Solo en el extremo sureste del país, en las canteras de Wadi Hammamat, los funcionarios locales aún reconocían la autoridad del gobernante persa. Sintiendo la popularidad de su causa, Irethoreru apeló al gran enemigo de los persas, Atenas, en busca de apoyo militar. Todavía dolidos por la cruel destrucción de sus lugares sagrados por parte del ejército de Xerxes dos décadas antes, los atenienses estaban encantados de ayudar. Enviaron una flota de batalla a la costa egipcia, y las fuerzas greco-egipcias combinadas lograron hacer retroceder al ejército persa a sus cuarteles en Menfis y mantenerlos inmovilizados allí durante muchos meses. Pero los persas no iban a renunciar tan fácilmente a su provincia más rica. Eventualmente, por pura fuerza numérica, escaparon de Menfis y comenzaron a recuperar el país, región por región. Después de una lucha que duró casi una década, Irethoreru finalmente fue capturado y crucificado como una advertencia sombría para otros posibles insurgentes. Pero los persas no iban a renunciar tan fácilmente a su provincia más rica. Eventualmente, por pura fuerza numérica, escaparon de Menfis y comenzaron a recuperar el país, región por región. Después de una lucha que duró casi una década, Irethoreru finalmente fue capturado y crucificado como una advertencia sombría para otros posibles insurgentes. Pero los persas no iban a renunciar tan fácilmente a su provincia más rica. Eventualmente, por pura fuerza numérica, escaparon de Menfis y comenzaron a recuperar el país, región por región. Después de una lucha que duró casi una década, Irethoreru finalmente fue capturado y crucificado como una advertencia sombría para otros posibles insurgentes.

Los egipcios, sin embargo, habían disfrutado de su breve sabor a la libertad y no pasó mucho tiempo antes de que estallara otra rebelión, una vez más bajo el liderazgo de Saite y una vez más con el apoyo de Atenas. Solo el tratado de paz de 449 entre Persia y Atenas detuvo temporalmente la participación griega en los asuntos internos de Egipto y permitió la reanudación del libre comercio y los viajes entre las dos potencias mediterráneas. (Uno de los beneficiarios de la nueva dispensación fue Heródoto, quien visitó Egipto en algún momento de la década de 440). Sin embargo, el descontento egipcio no se evaporó. La perspectiva de otro gran levantamiento parecía segura.

En 410, la lucha civil estalló en todo el país, con casi la anarquía y la violencia intercomunitaria estallando en el sur profundo. Por instigación de los sacerdotes egipcios de Khnum, en la isla de Abu, matones atacaron el vecino templo judío de Yahvé. Los perpetradores fueron arrestados y encarcelados, pero, aun así, era una señal de que la sociedad egipcia estaba convulsa. En el delta, una nueva generación de príncipes tomó la bandera de la independencia, encabezada por el nieto del primer líder rebelde de cuarenta años antes. Psamtek-Amenirdis de Sais recibió su nombre de su abuelo, pero también llevaba el orgulloso nombre del fundador de la dinastía Saite, y estaba decidido a restaurar la fortuna de la familia. Lanzó una guerra de guerrillas de bajo nivel en el delta contra los señores supremos persas de Egipto, utilizando su conocimiento local detallado para desgastar a sus oponentes. Por seis años,

Finalmente llegó el punto de inflexión. En 525, Cambises aprovechó al máximo la muerte del faraón para emprender su toma de Egipto. Ahora los egipcios le devolvieron el cumplido. Cuando la noticia llegó al delta a principios de 404 de que el gran rey Darío II había muerto, Amenirdis se proclamó monarca de inmediato. Fue solo un gesto, pero tuvo el efecto deseado de galvanizar el apoyo en todo Egipto. A fines del 402, el hecho de su realeza fue reconocido desde las orillas del Mediterráneo hasta la primera catarata. Algunos vacilantes en las provincias continuaron fechando documentos oficiales del reinado del gran rey Artajerjes II, cubriendo sus apuestas, pero los persas tenían sus propios problemas. Un ejército de reconquista, reunido en Fenicia para invadir Egipto y restaurar el orden en la satrapía rebelde, tuvo que ser desviado en el último momento para hacer frente a otra secesión en Chipre. Habiéndose evitado así un ataque persa, se podría haber esperado que Amenirdis diera la bienvenida al almirante chipriota renegado cuando buscó refugio en Egipto. Pero en lugar de desplegar la alfombra roja para un compañero luchador por la libertad, Amenirdis hizo que el almirante fuera asesinado de inmediato. Fue una demostración característica del doble trato de Saite.

A pesar de tal crueldad, Amenirdis no disfrutó mucho tiempo de su trono recién ganado. Al tomar el poder a través de la astucia y la fuerza bruta, había despojado cualquier mística restante del cargo de faraón, revelando la realeza por lo que se había convertido (o, detrás del pesado velo del decoro y la propaganda, siempre había sido): el poder político preeminente. trofeo. Los descendientes de otras poderosas familias delta pronto tomaron nota. En octubre de 399, un señor de la guerra rival de la ciudad de Djedet dio su propio golpe, derrocando a Amenirdis y proclamando una nueva dinastía.

Para marcar este nuevo comienzo, Nayfaurud de Djedet conscientemente adoptó el nombre de Horus de Psamtek I, el fundador más reciente de una dinastía que había liberado a Egipto del dominio extranjero. Pero ahí terminó la comparación. Siempre cauteloso con las represalias persas, el breve reinado de Nayfaurud (399–393) estuvo marcado por una febril actividad defensiva. Su política exterior más significativa fue cimentar una alianza con Esparta, enviando grano y madera para ayudar al rey espartano Agesilao en su expedición persa.

En 393, cuando Agar, la heredera de Nayfaurud, se convirtió en rey, un hijo nativo sucedió a su padre en el trono de Egipto por primera vez en cinco generaciones. A pesar de tener un nombre que significaba “el árabe”, Agar estaba orgullosa de su identidad egipcia y estaba decidida a cumplir con las obligaciones tradicionales de la monarquía. Un epíteto favorito al comienzo de su reinado era “el que satisface a los dioses”. Pero la piedad por sí sola no podía garantizar la seguridad. Después de apenas un año de gobierno, la rivalidad interna entre las principales familias de Egipto golpeó de nuevo. Esta vez, fue el turno de Agar de ser depuesta, cuando un competidor usurpó tanto el trono como los monumentos de la incipiente dinastía.

A medida que el tiovivo de la política faraónica seguía girando, pasaron solo otros doce meses antes de que Agar recuperara su trono, proclamando con orgullo que estaba “repitiendo [su] aparición” como rey. Pero fue un alarde hueco. La monarquía se había hundido a un mínimo histórico. Desprovisto de respeto y despojado de mística, no era más que una pálida imitación de pasadas glorias faraónicas. Hagar logró aferrarse al poder durante otra década, pero su hijo ineficaz (un segundo Nayfaurud) duró apenas dieciséis semanas. En octubre de 380, un general del ejército de Tjebnetjer tomó el trono. Representó a la tercera familia delta en gobernar Egipto en solo dos décadas.

Sin embargo, Nakhtnebef (380-362) fue un hombre en un molde diferente al de sus predecesores inmediatos. Había sido testigo de primera mano de la reciente y amarga lucha entre los señores de la guerra en competencia, incluido "el desastre del rey que vino antes", y entendió mejor que la mayoría la vulnerabilidad del trono. Como militar, sabía que el poder militar era un requisito previo para el poder político. Por lo tanto, su prioridad número uno, con el país viviendo bajo la constante amenaza de la invasión persa, era ser un "rey poderoso que guarda Egipto, un muro de cobre que protege a Egipto". Pero también se dio cuenta de que la fuerza por sí sola no era suficiente. La realeza egipcia siempre había funcionado mejor a nivel psicológico. No en vano, Nakhtnebef se describió a sí mismo como un gobernante “que corta los corazones de los traidores”. Si la monarquía fuera a ser restaurada a una posición de respeto, necesitaría proyectar una imagen tradicional e intransigente al país en general. Entonces, de la mano de las maniobras políticas habituales (como asignar todos los puestos más influyentes en el gobierno a sus familiares y simpatizantes de confianza), Nakhtnebef se embarcó en el programa de construcción de templos más ambicioso que el país había visto en ochocientos años. Quería demostrar de forma inequívoca que era un faraón al estilo tradicional. En la misma línea, uno de sus primeros actos como rey fue asignar una décima parte de los ingresos reales recaudados en Naukratis, de los derechos de aduana sobre las importaciones fluviales y los impuestos recaudados sobre los productos fabricados localmente, al templo de Neith en Sais. Eso logró el doble objetivo de aplacar a sus rivales Saite mientras promocionaba sus propias credenciales como un rey piadoso. Siguieron otras dotaciones, sobre todo al templo de Horus en Edfu. Nada podría ser más apropiado que la encarnación terrenal del dios para dar generosamente al principal centro de culto de su patrón.

Nakhtnebef no estaba simplemente interesado en comprar crédito en el cielo. También reconoció que los templos controlaban gran parte de la riqueza temporal del país, las tierras agrícolas, los derechos mineros, los talleres artesanales y los acuerdos comerciales, y que invertir en ellos era la forma más segura de impulsar la economía nacional. Este, a su vez, fue el método más rápido y efectivo para generar ingresos excedentes con los que fortalecer la capacidad defensiva de Egipto, en forma de mercenarios griegos contratados. Así que aplacar a los dioses y construir el ejército eran dos caras de la misma moneda. Sin embargo, fue un acto de equilibrio complicado. Ordeñe los templos con demasiada avidez, y es posible que se molesten por ser utilizados como fuentes de ingresos.

Sabio estudioso de la historia de su país, Nakhtnebef se movió para evitar la lucha dinástica de las últimas décadas al resucitar la antigua práctica de la corregencia, nombrando a su heredero Djedher (365-360) como soberano conjunto para garantizar una transición de poder sin problemas. Sin embargo, la mayor amenaza para el trono de Djedher no provenía de los rivales internos, sino de sus propias políticas domésticas y exteriores arrogantes. Sin compartir la cautela de su padre, comenzó su único reinado partiendo para apoderarse de Palestina y Fenicia de los persas. Tal vez deseaba recuperar las glorias del pasado imperial de Egipto, o tal vez sintió la necesidad de llevar la guerra al enemigo para justificar el continuo control del poder por parte de su dinastía. De cualquier manera, fue una decisión precipitada y tonta. Aunque Persia estaba distraída por una revuelta de sátrapas en Asia Menor, difícilmente podía esperarse que contemplara la pérdida de sus posesiones en el Cercano Oriente con ecuanimidad. Además, los vastos recursos que necesitaba Egipto para emprender una gran campaña militar corrían el riesgo de ejercer una presión insoportable sobre la todavía frágil economía del país. Djedher necesitaba urgentemente lingotes para contratar mercenarios griegos y estaba convencido de que un impuesto sobre las ganancias inesperadas en los templos era la forma más fácil de llenar las arcas del gobierno. Por lo tanto, junto con un impuesto sobre los edificios, un impuesto de capitación, un impuesto sobre la compra de productos básicos y cuotas adicionales sobre el envío, Djedher se movió para secuestrar la propiedad del templo. Habría sido difícil concebir un conjunto de políticas más impopular. Para empeorar las cosas, los mercenarios espartanos contratados con todos estos ingresos fiscales —mil tropas de hoplitas y treinta asesores militares— llegaron con su propio oficial, el antiguo aliado de Egipto, Agesilao. A la edad de ochenta y cuatro años, era un veterano en todos los sentidos de la palabra, y no estaba dispuesto a que le quitaran el mando de un cuerpo de mercenarios. Solo el mando de todo el ejército lo satisfaría. Para Djedher, eso significaba dejar de lado a otro aliado griego, el ateniense Chabrias, que había sido contratado por primera vez por Agar en la década de 380 para supervisar la política de defensa egipcia. Con Chabrias puesto a cargo de la marina, Agesilaos ganó el control de las fuerzas terrestres. Pero la presencia de tres egos tan grandes en la parte superior de la cadena de mando amenazaba con desestabilizar toda la operación. Con el resentimiento en el país en general por los impuestos punitivos, una atmósfera de sospecha y paranoia invadió la expedición desde el principio. Solo el mando de todo el ejército lo satisfaría. Para Djedher, eso significaba dejar de lado a otro aliado griego, el ateniense Chabrias, que había sido contratado por primera vez por Agar en la década de 380 para supervisar la política de defensa egipcia. Con Chabrias puesto a cargo de la marina, Agesilaos ganó el control de las fuerzas terrestres. Pero la presencia de tres egos tan grandes en la parte superior de la cadena de mando amenazaba con desestabilizar toda la operación. Con el resentimiento en el país en general por los impuestos punitivos, una atmósfera de sospecha y paranoia invadió la expedición desde el principio. Solo el mando de todo el ejército lo satisfaría. Para Djedher, eso significaba dejar de lado a otro aliado griego, el ateniense Chabrias, que había sido contratado por primera vez por Agar en la década de 380 para supervisar la política de defensa egipcia. Con Chabrias puesto a cargo de la marina, Agesilaos ganó el control de las fuerzas terrestres. Pero la presencia de tres egos tan grandes en la parte superior de la cadena de mando amenazaba con desestabilizar toda la operación. Con el resentimiento en el país en general por los impuestos punitivos, una atmósfera de sospecha y paranoia invadió la expedición desde el principio. Agesilaos ganó el control de las fuerzas terrestres. Pero la presencia de tres egos tan grandes en la parte superior de la cadena de mando amenazaba con desestabilizar toda la operación. Con el resentimiento en el país en general por los impuestos punitivos, una atmósfera de sospecha y paranoia invadió la expedición desde el principio. Agesilaos ganó el control de las fuerzas terrestres. Pero la presencia de tres egos tan grandes en la parte superior de la cadena de mando amenazaba con desestabilizar toda la operación. Con el resentimiento en el país en general por los impuestos punitivos, una atmósfera de sospecha y paranoia invadió la expedición desde el principio.

El relato más vívido de los acontecimientos que rodearon la desafortunada campaña 360 de Djedher lo proporciona un testigo presencial, un médico serpiente del delta central llamado Wennefer. Nacido a menos de diez millas de la capital dinástica de Tjebnetjer, Wennefer era el tipo de seguidor fiel favorecido por Nakhtnebef y su régimen. Después de un entrenamiento temprano en el templo local, Wennefer se especializó en medicina y magia, y fue en este contexto que llamó la atención de Djedher. Cuando el rey decidió lanzar su campaña contra Persia, Wennefer se encargó de llevar el diario oficial de guerra. Las palabras tenían una gran potencia mágica en el antiguo Egipto, por lo que este era un papel muy delicado para el cual un mago consumado y archienemigo era la elección obvia. Sin embargo, tan pronto como Wennefer partió con el rey y el ejército en su marcha hacia Asia, se entregó una carta al regente de Menfis en la que se implicaba a Wennefer en un complot. Fue arrestado, atado con cadenas de cobre y llevado de regreso a Egipto para ser interrogado en presencia del regente. Como cualquier funcionario exitoso en el Egipto del siglo IV, Wennefer era experto en librarse de situaciones comprometidas. A través de algunas maniobras astutas, salió de su terrible experiencia como un leal confidente del regente. Se le dio protección oficial y se colmó de regalos. Wennefer era experto en librarse de situaciones comprometedoras. A través de algunas maniobras astutas, salió de su terrible experiencia como un leal confidente del regente. Se le dio protección oficial y se colmó de regalos. Wennefer era experto en librarse de situaciones comprometedoras. A través de algunas maniobras astutas, salió de su terrible experiencia como un leal confidente del regente. Se le dio protección oficial y se colmó de regalos.

Mientras tanto, antes de que se disparara un tiro, la mayor parte del ejército había comenzado a abandonar a Djedher en favor de uno de sus jóvenes oficiales, nada menos que el príncipe Nakhthorheb, sobrino del propio Djedher e hijo del regente de Menfis. Agesilaos el espartano se deleitaba en su papel de hacedor de reyes y se unió al príncipe, lo acompañó de regreso a Egipto en triunfo, luchó contra un retador y finalmente lo vio instalado como faraón. Por sus esfuerzos, recibió la suma principesca de 230 talentos de plata, suficiente para financiar a cinco mil mercenarios durante un año, y se dirigió a su hogar en Esparta.

Por el contrario, Djedher, caído en desgracia, desertado y depuesto, tomó la única opción disponible y huyó a los brazos de los persas, el mismo enemigo contra el que se había estado preparando. Wennefer fue enviado de inmediato a la cabeza de un grupo de trabajo naval para peinar Asia y rastrear al traidor. Djedher finalmente se ubicó en Susa, y los persas estaban muy contentos de deshacerse de su invitado no deseado. Wennefer lo llevó a casa encadenado y un rey agradecido lo colmó de regalos. En una época de inestabilidad política, valía la pena estar del lado ganador.

viernes, 22 de julio de 2022

Guerra de Secesión: El rol de los pueblos originarios

Nativos americanos en la Guerra Civil