lunes, 11 de septiembre de 2023

Nazismo: Las directivas operativas de Adolf Hitler

 

Lista de directivas de Adolf Hitler






Las Directivas de Adolf Hitler , o Directivas del Führer ( Führerbefehle ), fueron instrucciones y planes estratégicos emitidos por el propio Adolf Hitler durante el período de su gobierno sobre Alemania . Cubrieron una amplia gama de temas, desde la dirección detallada de las operaciones de las Fuerzas Armadas durante la Segunda Guerra Mundial hasta la gobernanza de los territorios ocupados y sus poblaciones.

Historia

El fracaso del intento de golpe de los nazis en 1923 hizo que los nazis se dieran cuenta de que la fuerza no siempre era la mejor solución. El fracaso enseñó a los nazis que la participación masiva era necesaria para lograr sus objetivos. Esta participación requería una base legal para garantizar que el público cooperara con los nazis como un deber cívico .

Hitler puso en práctica esta lección tan pronto como se convirtió en Canciller . Primero, convenció con éxito al presidente Paul von Hindenburg para que firmara el Decreto del Incendio del Reichstag después del incidente del incendio del Reichstag a fines de febrero de 1933, que esencialmente suspendió la Constitución y la mayoría de las libertades civiles en el país, lo que le dio a los nazis rienda suelta para eliminar a sus oponentes políticos. Después de la muerte de Hindenburg en 1934, Hitler hizo que el Reichstag aprobara la Ley Habilitante, que no solo fusionó las oficinas del presidente y el canciller en una sola oficina, sino que también otorgó al canciller el poder de hacer leyes sin la aprobación del Reichstag. Este nuevo poder significó que los nazis ahora podían convertir libremente sus ideologías políticas en políticas nacionales sin preocuparse por los obstáculos de la legislación existente.

En la práctica, sin embargo, Hitler utilizó principalmente este poder para asegurar el control personal sobre las fuerzas armadas, particularmente durante el curso de la guerra. Logró esto mediante la emisión de instrucciones ejecutivas llamadas "Directrices del Führer", que eran absolutamente vinculantes y debían seguirse al pie de la letra sin cuestionamientos. Las Directivas reemplazaron todas las demás leyes del país, incluida la Constitución. Sin embargo, no deben confundirse con las Órdenes del Führer, emitidas al final de la guerra, que eran más precisas y de bajo nivel, y podían ser escritas u orales. Eran tan vinculantes como las directivas más generales. [1]

Las Directivas

Directiva n.º Fecha de emisión Sujeto notas Texto completo
1 1 de septiembre de 1939 Plan de Ataque a Polonia Invasión alemana de Polonia [2]
2 3 de septiembre de 1939 Hostilidades en Occidente

3 9 de septiembre de 1939 Transferencia de fuerzas de Polonia a Occidente

4 25 de septiembre de 1939 Terminando la guerra en Polonia

5 30 de septiembre de 1939 Partición de Polonia, eliminando las restricciones a la guerra naval.

6 9 de octubre de 1939 Planes para la ofensiva en el oeste

7 18 de octubre de 1939 Preparativos para el ataque en el oeste

8 20 de noviembre de 1939 Más preparativos para el ataque en el oeste

9 29 de noviembre de 1939 Instrucciones para la Guerra contra la Economía del Enemigo

10 19 de enero-18 de febrero de 1940 Concentración de Fuerzas para "Caso Amarillo" ( Fall Gelb ) Plan Manstein
10 a marzo de 1940 Caso "Ejercicio Weser" contra Dinamarca y Noruega Operación Weserübung
11 14 de mayo de 1940 La ofensiva en Occidente

12 18 de mayo de 1940 Enjuiciamiento del Ataque en Occidente

13 24 de mayo de 1940 Siguiente Objeto en el Oeste

14 8 de junio de 1940 Continuación de la ofensiva en Francia

15 14 de junio de 1940 Avance en el Loira

dieciséis 16 de julio de 1940 Preparativos para la Operación León Marino Especifica un aterrizaje frontal amplio en la costa sur de Inglaterra desde Ramsgate hasta la Isla de Wight . [3]
17 1 de agosto de 1940 batalla de gran bretaña
[4]
18 12 de noviembre de 1940 Toma de Gibraltar Operación Félix Texto completo
19 10 de diciembre de 1940 Ocupación alemana de la Francia de Vichy Operación Atila Texto completo
20 13 de diciembre de 1940 Invasión alemana de Grecia Operación Marita [5]
21 18 de diciembre de 1940 Invasión de la Unión Soviética Operación Barbarroja texto completo ; alternativa Texto completo
22 11 de enero de 1941 Apoyo alemán a las batallas en el área del Mediterráneo Operación Sonnenblume
23 6 de febrero de 1941 Instrucciones para operaciones contra la economía de guerra inglesa

24 5 de marzo de 1941 Cooperación con Japón

25 27 de marzo de 1941 Plan de Ataque a Yugoslavia Operación Strafe [6]
26 3 de abril de 1941 Cooperación con nuestros aliados en los Balcanes

27 4 de abril de 1941 Plan de Ataque a Grecia

28 25 de abril de 1941 Invasión de Creta Operación Mercurio [7]
29 17 de mayo de 1941 Gobierno militar propuesto de Grecia
[8]
30 23 de mayo de 1941 Apoyo de las fuerzas antibritánicas en Irak (ver Directiva del Führer No. 30 )
31 9 de junio de 1941 Organización militar alemana en los Balcanes Batalla de Creta
32 11 de junio de 1941 Planes tras la derrota de la Unión Soviética Operación Oriente Texto completo
32a 14 de julio de 1941 Uso de recursos tras la derrota de la Unión Soviética
Texto completo
33 19 de julio de 1941 Continuación de la Guerra en el Este Se eliminaron dos Grupos Panzer del Grupo de Ejércitos Centro , privándolo de la armadura que de otro modo habría utilizado para atacar Moscú. [9]
33a 23 de julio de 1941 Suplemento a 33

34 30 de julio de 1941 Fortalecimiento de la resistencia soviética

34a 12 de agosto de 1941 Suplemento a 34

35 6 de septiembre de 1941 Cierre del cerco de Leningrado, destrucción del Frente Sudoeste Batalla de Moscú , Sitio de Leningrado
36 22 de septiembre de 1941 Instrucciones para operaciones de invierno en el Ártico Instrucciones para el Alto Mando del Ejército, Noruega, la marina y la fuerza aérea para operaciones de invierno en y alrededor del norte de Noruega, Finlandia y las regiones árticas soviéticas.
37 10 de octubre de 1941 Reorganización de las fuerzas en el Ártico

38 2 de diciembre de 1941 Traslado de unidades aéreas al Mediterráneo

39 8 de diciembre de 1941 Abandonando la Ofensiva

40 23 de marzo de 1942 Competencia de los Comandantes en Zonas Costeras Organización del Comando del Muro Atlántico de las Costas ; [10] [11]
41 5 de abril de 1942 Campaña de verano en la Unión Soviética operación azul [12]
42 29 de mayo de 1942 Instrucciones para operaciones contra la Francia no ocupada y la Península Ibérica Operación Attila reemplazada por Caso Anton ; Operación Isabella cancelada; [13]
43 11 de julio de 1942 Continuación de las operaciones desde Crimea

44 21 de julio de 1942 Operaciones en el norte de Finlandia

45 23 de julio de 1942 Continuación de la Operación Brunswick

46 18 de agosto de 1942 Instrucciones para una acción intensificada contra el bandolerismo en el Este

47 28 de diciembre de 1942 Describe la cadena de mando para el sureste del Mediterráneo y las estrategias defensivas para un posible ataque aliado en los Balcanes y las islas circundantes.

48 26 de julio de 1943 Medidas de mando y defensa en el sureste

49 julio de 1943 Se cree que es un plan de contingencia para apoderarse de las posiciones italianas en caso de que se retiren de la guerra. ¿No sobreviviste?
50 28 de septiembre de 1943 Sobre los preparativos para la retirada del 20º Ejército de Montaña al norte de Finlandia y el norte de Noruega

51 3 de noviembre de 1943 Preparativos para una guerra en dos frentes
[14]
52 28 de enero de 1944 batalla de roma Batalla de Montecasino
53 8 de marzo de 1944 Establecimiento de zonas fortificadas y puntos fuertes

54 2 de abril de 1944 Medidas para frenar el avance soviético en el Este

55 16 de mayo de 1944 Utilización de bombardeos de largo alcance contra Inglaterra.

56 12 de julio de 1944 Órdenes para la protección del envío

57 13 de julio de 1944 Protocolos sobre cómo deben operar las autoridades en caso de una invasión del Reich

58 19 de julio de 1944 Preparativos para la defensa del Reich

59 23 de julio de 1944 Reorganización de la estructura de mando del Grupo de Ejércitos Norte

60 26 de julio de 1944 Medidas defensivas para los Alpes italianos

61 24 de agosto de 1944 Establecimiento de posiciones defensivas en Occidente

62 29 de agosto de 1944 Establecimiento de defensas a lo largo de las regiones costeras del norte de Alemania

63 1 de septiembre de 1944 Orden para que el Muro Oeste esté a la defensiva

64 3 de septiembre de 1944 Órdenes para el Comandante en Jefe Oeste

64a 7 de septiembre de 1944 Conferir poderes al Comandante en Jefe Oeste

64b 9 de septiembre de 1944 Suplemento a 64a

sesenta y cinco 12 de septiembre de 1944 Medidas defensivas para el sureste

66 19-22 de septiembre de 1944 Segundo decreto sobre la autoridad de mando dentro del Reich en caso de invasión

67 28 de noviembre de 1944 Ejercicio de mando de unidades aisladas

68 21 de enero de 1945 Restablecimiento de la supremacía de mando del Führer

69 28 de enero de 1945 Empleo de la Volkssturm

70 5 de febrero de 1945 Evacuación de refugiados del Este a Dinamarca

71 20 de marzo de 1945 Órdenes para una campaña de tierra arrasada dentro del Reich "Decreto sobre demoliciones en el territorio del Reich", también conocido como Decreto Nero
72 7 de abril de 1945 Reorganización del mando en Occidente

73 15 de abril de 1945 Organización del mando en caso de que el norte y el sur de Alemania se separen

74 15 de abril de 1945 Orden del día a los soldados del Frente Oriental
[15]

domingo, 10 de septiembre de 2023

Conquista del desierto: La Fortaleza Protectora Argentina, el origen de Bahía Blanca

 Plano de la Fortaleza Protectora Argentina

 

 

 

1. Plaza de Armas de la Fortaleza
2. Corral de ganado
3. Corral de la Caballada
4. Plaza de la Población
5. La Comisaría
6. Ranchería de los Chinos
7. Campamento de los Portugueses
8. Quinta del Estado
9. Arroyo Nampostá (cc Napostá)
10. Perfil de la frontera




 

sábado, 9 de septiembre de 2023

Nazismo: Gestapo y la política de la delación y el control totalitario

Delaciones, torturas y asesinatos para perseguir disidentes: la Gestapo, la siniestra policía secreta nazi


Hace 90 años, nacía la Gestapo por impulso de Hermann Göring. Cómo sembraron el terror en la población. Los espantosos métodos que usaron para acallar críticos al régimen. Los religiosos que se animaron a oponerse y las consecuencias que debieron afrontar

Por Matías Bauso
Infobae




La policía secreta nazi se alimentaba de la delación de la gente común. Sus integrantes vestían de civil y aparecían en cualquier momento para sembrar el terror. Acompañaban también a los fuerzas formales en sus operativos (Yad Vashem Photo Archive)

Un sistema macabro y efectivo de terror que se hizo carne en la población. Un monstruo persecutorio. Un estado de delación masiva y permanente. Una trama de miedo y persecución que provocaba que la gran mayoría de la gente estuviera dispuesta a delatar a familiares, amigos y vecinos.

Controlar, asustar, disciplinar, torturar, secuestrar, matar. Esas eran las acciones cotidianas de la Gestapo. Todo estaba permitido. La Gestapo se convirtió en la principal institución estatal para controlar, callar, perseguir y matar disidentes. Y a todo aquel que pudiera ser molesto para los jerarcas nazis.

Un Golem estatal que creció con desmesura y logró expandir el terror y disciplinar en cada rincón del Tercer Reich. La policía secreta nazi, creada hace 90 años, sembró el terror durante más de una década.

Una de las características que define casi por sí sola a la Gestapo es que tres de los más sanguinarios y despóticos jerarcas del Reich estuvieron involucrados en su fundación y expansión: Hermann Göring, Heinrich Himmler y Reinhard Heydrich. De hecho los dos primeros fueron capaces de dejar de lado sus habituales diferencias y tensiones, para conseguir que el organismo se consolidara.

Hacía tres meses que Adolf Hitler era el canciller alemán. Todavía no tenía la suma del poder. En su gabinete de ministros sólo tenía dos hombres que le respondían totalmente. Uno de ellos ni siquiera tenía una cartera a su cargo, era itinerante. Pero ese hombre no era uno más. Hermann Göring había acompañado a Hitler desde sus inicios. Y tenía una ambición inmensa. No le alcanzaba con ese cargo ejecutivo ni con su evidente influencia en el canciller. Acumuló, con sigilo, diversos cargos. Uno de ellos fue el de Ministro de Interior de Prusia. Allí, el 26 de abril de 1933, una de sus primeras medidas fue la de aprovechar estructuras ya existentes para crear una Policía de Seguridad.

O al menos así la llamaron.


Hermann Goering fue el fundador de la Gestapo. Utilizó su poder para sojuzgar a sus contrincantes y enemigos. En la imagen se lo ve durante una de las audiencias del Juicio de Nuremberg (Photo by © CORBIS/Corbis via Getty Images)

Ese cuerpo especial tenía como fin imponer la paz en las calles luego de meses de revueltas. Es, al menos, lo que decían los fundamentos del instrumento legal de su creación. Lo que se declamaba públicamente. Sin embargo, la primera misión que se le asignó fue la persecución de los comunistas. No fue una desviación casual: esa era la finalidad original oculta. Göring puso a cargo a Rudolf Diels, un antiguo funcionario policial, que no era de origen nazi, pero fiable, con tendencia al oficialismo y gran capacidad de trabajo. Como nombre le pusieron la Gestapo.

Ese modelo de policía secreta con velocidad, pero casi imperceptiblemente, dejó de ser regional y se nacionalizó. Al ver que funcionaba, Heinrich Himmler llevó ese esquema a cada lugar del país que estaba.

Se suele creer que sus miembros eran cientos de miles, que en cada cuadra había un agente haciendo su trabajo.

La organización consiguió que cada ciudadano alemán estuviera convencido de que el estado los observaba y escuchaba. En parte era cierto.

Sin embargo su estructura nunca fue demasiado voluminosa. Antes de la guerra contaba con 5.000 efectivos. En 1944, el momento en que más personal tuvo, eran 32.000. Pero se cree que más de la mitad de ellos eran administrativos, que dejaban asentada y clasificaban la información que traían los agentes que estaban en las calles. Con estas cifras se demuestra imposible que tal como se pensó durante años, que hubiera en cada esquina del Tercer Reich un agente de la Gestapo.

Su gran éxito fue convencer a todos, propios y extraños, que su poder (y su alcance) era total. Uno de sus principales combustibles no fue la red de agentes ni su idoneidad (para el mal), sino la delación.

El investigador Frank McDonough en su libro La Gestapo (Crítica) brinda estadísticas sorprendentes sobre esta cuestión. Establece que sólo el 15 % de las investigaciones se iniciaban por el procedimiento de los agentes de la Gestapo. El resto eran denuncias de civiles.

Himmler, al ver el éxito de Göring en Prusia, extendió la red de la Gestapo a todo el Tercer Reich

De esos denunciantes una mayoría estrepitosa eran varones, casi el 80%. Por lo general de clase baja, obreros o empleados de comercio. Los maridos casi no denunciaban a sus esposas. Pero la mayoría de las presentaciones hechas por mujeres eran contra sus cónyuges. Por lo general el móvil de estas era vengar infidelidades, evitar nuevos casos de violencia doméstica o maltratos. Que estas mujeres fueran violadas, golpeadas o maltratadas no era motivo para la intervención oficial, pero sí que alguno de estos victimarios se expresara domésticamente en contra del régimen.

Muchas denuncias eran también devoluciones por conflictos personales entre amigos, vecinos y compañeros de trabajo. Hubo quienes fueron apresados, en medio de la contienda bélica, por hacer comentarios derrotistas en un bar.

El discurso único se imponía. Un padre de familia o un ama de casa temían hacer una observación contra alguna medida del gobierno por temor a que alguna rencilla familiar o consorcial terminara con ellos en un interrogatorio de la Gestapo. Hubo casos en que ciudadanos fueron detenidos por haber criticado la vestimenta de algún jerarca o de la esposa de éste en una reunión social, otros por hablar bien de algún escritor considerado un enemigo del régimen. O caso tan disparatados como el de un hombre que se autodenunció para ser detenido unos meses y de esa manera poder luchar contra su adicción al alcohol.

Los interrogatorios eran célebres por su dureza y falta de humanidad. No se cumplía con ninguna norma y los apresados carecían de cualquier mínimo derecho. Sólo estaban ahí para brindar más información o para ser castigados físicamente por una supuesta falta de lealtad. Las torturas eran habituales y de una crueldad manifiesta, de la que los oficiales alemanes solían vanagloriarse. Submarinos, testículos apretados con una morsa, picanas, golpes en la cara, asfixias prolongadas, huesos fracturados. Todo era válido para obtener una confesión o una delación. Algunos podían salvar su destino sin necesidad de confesar sus faltas; para eso estaban obligados a entregar a varios ciudadanos comunes.

Aunque no siempre era necesaria la tortura. La manera en que la Gestapo vejaba a sus víctimas una vez detenidas estaba tan difundida que las personas hablaban antes de llegar a la tortura.

Esa regla conocía excepciones. Paul Schneider era un pastor evangélico protestante que vivía en Pfersdfeld, un pequeño pueblo rural de Renania. En 1933 criticó desde su púlpito a algunas de las nuevas autoridades nazis porque creían que iban a hacer triunfar una revolución sin proponer ni buscar una renovación espiritual del pueblo alemán. Alguien informó a las autoridades eclesiásticas de su mensaje y fue apercibido. Él siguió con su prédica discreta. Un año después, la Gestapo había conseguido que no lo dejaran oficiar servicios religiosos en otros dos pueblos rurales vecinos. Fue detenido y por la protesta de su grey fue puesto en libertad.

 

El pastor Martin Niemöller fue perseguido por sus críticas que nunca acalló. Escribió el poema generalmente atribuido a Bertolt Becht: “Primero vinieron por los socialistas / Y yo no dije nada porque no era socialista / Luego vinieron por los sindicalistas / Y no dije nada porque yo no era sindicalista / Luego vinieron por los judíos / Y yo no dije nada porque yo no era judío,/ Luego vinieron por mí / Y no quedó nadie para hablar por mí”

Pero algunos vecinos siguieron alertando a las autoridades de su conducta. Definamos “su conducta”: sin demasiado énfasis pero con firmeza, Schneider criticaba al partido gobernante por su vocación unanimista, por la restricción evidente de las libertades. Para 1937 acumulaba una docena de denuncias. La Gestapo le prohibió vivir en Renania, una especie de exilio interior, y también lo proscribió de la actividad religiosa.

Las autoridades eclesiásticas asistían a la persecución en silencio. En 1938 dio otro sermón crítico. Para ese momento ya tenía su propio agente de la Gestapo vigilándolo. Luego de esa homilía lo detuvieron. Un breve paso por una cárcel y luego el traslado al campo de concentración de Buchenwald. Lo maltrataron, lo torturaron pero lo único que obtuvieron de él fue una censura por el modo de actuar de los captores. Él seguía intentando que sus torturadores se comportaran cómo correspondía. No consiguió la redención de ninguno, sólo los enfureció más.

El jefe del campo decidió liberarlo pero bajo condición de que jurara no volver a predicar en ninguna parroquia alemana. Schneider agradeció la oferta pero la rechazó: no podía dejar de cumplir con su misión. Al día siguiente, el 18 de julio de 1939 fue ejecutado en la enfermería de Buchenwald con cinco inyecciones letales de estrofantina.

Otro de los religiosos perseguidos por la Gestapo fue Martin Niemöller. Fue un pastor luterano que se opuso con firmeza a la nazificación de las iglesias alemanas. Eso provocó que se convirtiera en objetivo de la Gestapo. Fue detenido y acusado de actividades contra el estado. Un juez lo liberó pero la Gestapo lo volvió a detener porque consideró que debía ser castigado. Desde ese momento hasta el final de la guerra estuvo detenido en campos de concentración. De una alocución de Niemöller de 1946 surgió el famoso poema que suele atribuirse erróneamente a Bertolt Brecht:

“Primero vinieron por los socialistas

Y yo no dije nada porque no era socialista

Luego vinieron por los sindicalistas

Y no dije nada porque yo no era sindicalista

Luego vinieron por los judíos

Y yo no dije nada porque yo no era judío,

Luego vinieron por mí

Y no quedó nadie para hablar por mí”.

Los motivos por los cuales los ciudadanos eran perseguidos eran diversos. Si la Gestapo tuvo como principal impulso inicial la eliminación de los comunistas y de los opositores políticos más recalcitrantes, luego se dedicó a ir tras cualquier disidente o cualquiera que pudiera afectar o amenazar el discurso único imperante. Así fue que los religiosos, los homosexuales, los otros “marginados sociales” (cómo se los llamaba) y disidentes varios estuvieron en el elenco estable de las víctimas de la Gestapo.

Paul Schneider, pastor evangélico protestante, vivía en Pfersdfeld, pequeño pueblo rural de Renania. Criticó desde su púlpito a las autoridades nazis y terminó en un Lager

Mientras la Alemania Nazi atacaba a los otros países europeos, el enemigo interior era combatido por esta organización.

Se suele creer que quienes eran llevados al cuartel general de la Gestapo no salían más. Otra vez McDonough prueba que no es así. La gran mayoría de las investigaciones se cerraban sin resultados y los detenidos eran liberados. Pero los casos más resonantes y violentos hacían que el ejemplo se difundiera. Además los que eran liberados resultaban muy útiles para el diseño del terror. Divulgaban las torturas y en la silla de los tormentos habían brindado nombres para que la rueda persecutoria no se detuviera.

No todos los agentes de la Gestapo eran, en su inicio, nazis. Al principio trabajaron con los policías que ya venían desempeñándose. Con el correr de los años, se fueron radicalizando y sus métodos y motivaciones se volvieron cada vez más arbitrarios.

El imaginario identifica a los hombres de la Gestapo con largos abrigos de cuero. En realidad, la mayoría vestía de civil. Debían pasar desapercibidos para obtener información y confundirse con la población. Esos sacones estaban de moda. Pero el manual de estilo, las instrucciones que recibían los obligaban a vestir ropas propias y a no llevar documentos encima.

En los primeros tiempos, la Gestapo se ocupó de la destrucción de los opositores políticos y religiosos. Pero con bastante celeridad también se sumó a la persecución racial. Fue quién se ocupó, bajo el paraguas de estar cumpliendo la normativa vigente, de que se aplicaran las Leyes de Nuremberg.

Su red de información fue vital para ubicar a los judíos que pretendían escapar o esconderse. Las Leyes de Nuremberg funcionaron casi como la excusa perfecta para el actuar fuera de control de la organización. Eso no constituía un secreto para nadie, el corresponsal del diario inglés The Times lo consignó: “Las Leyes de Nuremberg se están utilizando para justificar todo tipo de indignidad y persecución, no por parte de individuos, sino por las autoridades”. Las oportunidades (para el mal) que ofrecían estas leyes eran casi ilimitadas. Y la Gestapo las aprovechó.

Reinhard Heydrich describió cuál era la función de la Policía Secreta que él lideraba con rigor: “Nuestra responsabilidad es salvaguardar el Volk alemán como un ser total, su fuerza vital e instituciones de todo tipo de destrucción y desintegración. Debe repeler los ataques de todas las fuerzas que puedan de alguna manera debilitar o destruir la salud de la fuerza vital de la nación”

Fue Heydrich, mano derecha de Himmler, quien con su mano dura, con su falta de matices, su astucia y su impudicia estableció el cariz inclemente de la Gestapo tal cual lo conocemos.

Reinhard Heydrich fue uno de los más temibles hombres del Tercer Reich. Obediente, violento y cruel, su ambición asesina no conoció límites. Se convirtió en un engranaje vital de la barbarie nazi.

Adolf Hitler confiaba en él; le encargaba las peores tareas. Y él las cumplía con exactitud. Era un tecnócrata criminal. Nada lo amedrentaba.

Escaló posiciones con celeridad. Integrante de las SS, fue ganando lugar. Dirigió las fuerzas de seguridad que integraban las SS, la Gestapo y la SD. Participó de la Noche de los Cuchillos Largos y él mismo asesinó al General Strasser. Fue quien coordinó la Noche de los Cristales Rotos. Dirigió, también, la Conferencia de Wansee en la que los jerarcas nazis pusieron en marcha la Solución Final. Fue el creador de las Einsatzgruppen, los comandos especiales nazis responsables de al menos un millón de muertes.

Por su juventud -al momento de la muerte tenía 38 años- y su osadía inescrupulosa era visto como el posible sucesor de Hitler. Cuando el Führer sintió que Checoslovaquia se había convertido en un territorio hostil, lo envió a Heydrich a poner orden. Heydrich lo hizo de inmediato.

El Verdugo, el Carnicero, la Bestia Rubia, El Genio Malvado de Himmler, El Carnicero de Praga. Esos fueron algunos de los apodos que se ganó en su vertiginosa carrera. Él prefería el que le proporcionó Hitler en persona: El Hombre con Corazón de Hierro. Ese fue el hombre que afianzó a la Gestapo y que la convirtió en esa temible máquina de perseguir, torturar y matar.

La Gestapo tuvo una vida breve. Fundada como dependencia estatal por Göring el 26 de abril de 1933 fue disuelta por el general norteamericano Eisenhower el 7 de mayo de 1945, apenas caído el Tercer Reich.

viernes, 8 de septiembre de 2023

Argentina aborigen: El sol rojo de los comechingones

El Sol Rojo de los Comechingones

Revisionistas






Sol Rojo de los Comechingones

“La provincia de los comechingones” ….. así llamaron los españoles a casi toda la jurisdicción de Córdoba. Encontramos en los archivos municipales, que esta provincia ubica a los comechingones en las sierras a uno y otro lado, desde más o menos Cruz del Eje hasta el Arroyo de La Punilla.

La Primera Expedición que entra a Córdoba en el año 1528, lo hace al mando del navegante Gaboto, por el Este y llega a estas zonas serranas atraído por un Cerro de Plata y una ciudad llamada Paititi que se halla cerca de Yúngulo, donde se encuentra la famosa Ciudad de los Césares, cuyos pobladores son llamados los Señores, pues se sientan en sillas de oro y toda la vajilla es de ese metal precioso. Gaboto siente hablar en el Perú de los famosos y verídicos Comechingones, cuyas virtudes de hombres amantes de la verdad, han llegado hasta esos lugares del Incario.

Tienen la ciudad de Yúngulo, les comentan a los europeos en el Perú y lo que dicen los Comechingones es cierto, porque son hombres formales y de cumplimiento. Gaboto entra por el Este a la provincia de Córdoba y la camina en sus partes principales, pero no puede llegar hasta esos tesoros que la leyenda o la fábula, habían creado. Luego otro “conquistador” llamado Mendoza, entra por el norte en 1545 sin fundar ninguna población y en 1550, también lo hace Francisco de Villagra, quien no deja ninguna señal de su paso por tierras de los Barbados Serranos de Viarava y Charava. A principios de 1573, un “conquistador”, llamado Mejía Miraval, entra a Córdoba, precediendo a Jerónimo Luis de Cabrera que en los primeros días de Julio de 1573, funda la ciudad de Córdoba y muere de “garrote vil” en su cama, a principios del año 1575.

Las formas culturales de los Comechingones eran variadas y auténticas. Tenían su máxima expresión en el arte rupestre de Cerro Colorado, en las pinturas de Inti Huasi y en las pictografías y petroglifos que se encontraban en distintos lugares de las sierras cordobesas.

Para desgracia de la cultura argentina, gran porcentaje de estas expresiones se han perdido o desmejorado por encontrarse sin ninguna clase de protección de las inclemencias del tiempo, otras han sido arrancadas por manos impías con el empleo de cortafierros y martillos y llevadas a lugares desconocidos o han quedado también expuestas a la veleidades y al desprecio de los lugareños y de un turismo que en su mayoría no entiende la trascendencia de sus expresiones culturales y pone leyendas y símbolos sectarios con tiza o aerosoles imborrables.

Con las cavernas y alerones, sucede lo mismo, pues en algunas de ellas se han levantado remedos de grutas religiosas europeas, llegando en algunos casos a pintarlas con exóticos e inconcebibles colores que se refieren a determinados equipos de fútbol, en un total descreimiento de incultura y violencia populachera, tan arraigada en ciertos sectores de la sociedad argentina.

La propiedad privada que se ejerce sobre estos bienes incalculables de la cultura del hombre, ha hecho posible con el transcurso de los años, la desaparición o destrucción de Estanques Sagrados, donde en épocas pretéritas se bañaban las Ñustas, Vírgenes y Doncellas de las antiguas religiones, los Templos del Sol convertidos en resguardo de
ganado y de murciélagos, las casas de Piedra, los Menhires que fueron destruidos como el de Calabalumba al pie del Uritorco o trasladados a una plaza para propaganda turística, con lo cual perdieron sus mágicos atributos, las Pircas que delineaban provincias, aldeas o propiedades, los Pucaraes o antiguas fortalezas de piedra, las manifestaciones de arte rupestre milenario y todos los objetos históricos/ culturales de mediana o pequeña construcción que los hombres de la antigüedad nos dejaran, como
un testimonio silencioso de su belleza espiritual y moral, a través de su arte lítico, de la cerámica de sus guardas y dibujos, de sus trabajos en cobre, plata y oro, de los restos paleontológicos, llevados en camiones al extranjero, como los dinosaurios de Ischigualasto y toda la herencia cultural que nos dejaron grabada y pintada en la roca de sus cavernas y en sus Templos Solares Metafísicos.

El patrimonio espiritual de las antiguas civilizaciones debe permanecer sin duda alguna, a la propiedad directa del Ser Nacional de los Argentinos, por cuanto esas obras se encuentran en sus límites territoriales y su custodia, protección y conocimiento, es un derecho y una obligación irrenunciable que debe ejercer por sí misma la Nación Argentina.

El Sol Rojo del Templo del Sol

Estando de vacaciones, el escritor Leopoldo Lugones (2), el 26 de marzo de 1903 dio a conocer el hallazgo de las pinturas rupestres de Inti Huasi (Departamento de Tulumba), en un artículo publicado en el diario La Nación de Buenos Aires.

En la caverna de Inti Huasi, se podía mirar hasta el año 1926, esculpido en la pared de esa roca, al Sol Rojo de los Comechingones, una de las joyas de la arqueología de Armórica (1). Frente a ese Sol terracota, también se apreciaba el cielo que de noche podían ver dichos indígenas. Formaba parte, junto a otras pinturas ancestrales, del llamado “Templo del Sol”, sitio sagrado para los originarios. Ese mismo año, arribó a la zona el arqueólogo escocés Gordon Gardner, de la Universidad de Oxford con el pretexto de estudiar las pictografías, frecuentando estos lugares hasta 1926. Antes de su regreso a Inglaterra, donde publicó un trabajo sobre las mismas (3), arrancó con un martillo neumático el Sol Rojo. Ardua tarea dado que tiene un metro con sesenta centímetros de diámetro y pesa tres mil setecientos kilos,

Una vez fuera de la cueva, fue llevado desde Tulumba con el ferrocarril, en aquel tiempo Central Argentino y de allí a la estación Retiro. Luego fue cargado en una carreta tirada por 2 caballos de pelo tordillo, pasando por detrás de la Casa de Gobierno y fue cargado en un buque con destino a Inglaterra.

El Sol Comechingón estuvo expuesto en el British Museum hasta 1982, Actualmente dicha pieza arqueológica no se halla más en ese repositorio, pues en la guerra de Malvinas la habían sacado, junto con otros testimonios de los Dioses Solares Armoricanos, se desconoce si está en el Makind Museum de Londres o en los Archivos Secretos del Vaticano (4). Su paradero hasta ahora es todo un misterio.

El Sol Rojo es una obra de arte magnífica, mal llamada Sol Incaico, dado que es muy anterior al Imperio Inca y, que perteneció a la cultura troyana que fundó el Primer Imperio de Tiwanaku (en la actual Bolivia). Algunos suponen que su origen pertenece al período Incaico posiblemente tallado por la cultura Ayampitín. Esta cultura debió sobrevivir hasta el 500 o 1000 a.C., aunque no existe certeza al respecto.

Es lamentable que las autoridades argentinas nunca hayan hecho un reclamo para su devolución. Parece que su prioridad es regalar terrenos a pueblos “no originarios” y devolver piezas arqueológicas foráneas a sus países de procedencia. Nadie se preocupa por cuidar y recuperar lo que es verdaderamente nuestro. México y Perú han logrado recuperar exitosamente miles de objetos, en su mayoría de la época prehispánica. Los pueblos víctimas de este saqueo no han sido desposeídos de objetos de arte irreemplazables, han sido desposeídos de una memoria que les hubiera ayudado a conocerse mejor a sí mismos,

Referencias


(1) Leopoldo Antonio Lugones nació en Villa de María del Río Seco, Córdoba (cerca de Río Colorado en las proximidades del límite con Santiago del Estero) el 13 de junio de 1874 en el seno de una familia de clase aristocrática. Pasó su infancia en diversos pueblos del interior de la provincia de Córdoba, hasta que se mudó a la capital, Se quitó la vida en San Fernando, Pcia. de Buenos Aires, el 18 de febrero de 1938.
(2) El profesor cordobés Guillermo Alfredo Terrera escribió un gran número de obras sobre la historia esotérica del continente al que él llamaba “armoricano”.
(3) “Las rocas pintadas del noroeste de Córdoba“, Oxford, Clarendon Press (1931).
(4) Los Museos Vaticanos custodian cerca de 80.000 piezas de culturas de todo el planeta, por supuesto también de la América precolombina.

Fuente

Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
Portal revisionistas.com.ar
Terrera, Guillermo Alfredo y Moreno de Terrera, Edith – Los Comechingones – Sol Rojo Editora, Córdoba (2004).
Turone, Oscar A. – El Sol Rojo de los Comechingones – Buenos Aires (2023)

jueves, 7 de septiembre de 2023

Carrera espacial: Los últimos momentos de Komarov

 

Las últimas horas del astronauta soviético y su intento desesperado por arreglar la nave antes de estrellarse

Vladimir Mijailovich Komarov fue el primer muerto de la carrera espacial. Ocurrió un 24 de abril de 1967. A la nave Soyuz I no se le abrieron los paracaídas y se estrelló a más de 200 kilómetros por hora contra el suelo ruso. Cuáles fueron las fallas tecnológicas y la desesperación del piloto por volver a la Tierra a salvo. El silencio de Moscú sobre las causas del accidente

 

Todo lo que quedó del comandante de la Soyuz 1, Vladimir Komarov, ante la mirada de tres oficiales soviéticos

Fue un desastre tan grande, que los detalles se mantuvieron ocultos durante muchos años. No por la magnitud del desastre en sí, sino por la mamarrachada, la impericia y la estupidez que lo acunaron. El 24 de abril de 1967, hace cincuenta y seis años, la astronave rusa Soyuz 1, que debía tocar tierra con lentitud, balanceada por sus poderosos paracaídas y con la velocidad disminuida por el accionar de los retrocohetes encargados de frenar el descenso, cayó en cambio a Tierra a una velocidad de más de doscientos kilómetros por hora y se fundió con el suelo soviético. Los paracaídas jamás se abrieron. Y los retrocohetes, que debían haberse encendido antes del aterrizaje, se encendieron ahora que la nave estaba destrozada: la intensidad del fuego derritió el metal a su alrededor y el cadáver del único astronauta que la tripulaba. El coronel Vladímir Mijailovich Komarov, que tenía cuarenta años recién cumplidos y un futuro brillante en la carrera espacial de la URSS.

Los soviéticos tenían la idea de lanzar a Komarov en la Soyuz I. Al otro día, despegaría otra nave con otros dos astronautas. Todos se encontrarían en el espacio. Komarov se cambiaría de cápsula para volver a la Tierra sano y salvo. Esto adelantaría a la URSS en la carrera espacial que llevaba con Estados Unidos.

Ya en el espacio, la nave empezó a tener los problemas que se habían anticipado. No tuvo energía eléctrica por el mal funcionamiento de las antenas. Cada minuto que pasaba aumentaba el peligro y bajaban las chances de supervivencia de Komarov.

Komarov estuvo unas 5 horas buscando orientar el módulo hacia la Tierra. Se acercaba el final. La Soyuz I volvía a la Tierra, el primer paracaídas no abrió y el de repuesto quedó enredado entre los motores. Así, el astronauta soviético se estrelló hace 56 años a más 200 kilómetros por hora.

Paracaídas y retrocohetes no fue lo único que no funcionó en la Soyuz 1. En la Soyuz 1 no funcionó nunca nada. La misión era de un riesgo altísimo, era, casi, una misión suicida que Komarov aceptó con melancólico fatalismo. El silencio de la URSS, que atribuyó la tragedia al mal funcionamiento de los paracaídas, alimentó alrededor del caso una serie de leyendas románticas e imposibles de confirmar. Por ejemplo, la que dice que Komarov subió a la Soyuz a sabiendas de su muerte segura, pero que no quiso renunciar a la misión porque el designado para reemplazarlo era Yuri Gagarin, el primer hombre en orbitar la Tierra, un héroe nacional. Lo único comprobable de la leyenda es que, en efecto, Gagarin era el piloto suplente de la misión.

Ahora, todo lo que quedaba de Komarov, de sus ansias de conquistar el espacio, de la confianza ciega en el proyecto espacial de la URSS, de su devoción por su mujer, Valentina y por sus dos hijos Yevgeny e Irina, de su esperanza en el grupo de astronautas en formación y destinados todos a la gloria, de todo lo que Komarov había encarnado sólo quedaban unos pocos restos ennegrecidos, imposibles de reconocer como partes de un cuerpo; un extraño carbón humano embebido en parte por metal fundido, reducido todo a la imagen de un tronco de árbol con unas pocas ramas.

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Detrás de la muerte del cosmonauta, latía la sorda batalla por ganar la carrera espacial, la urgencia de la URSS por igualar a los Estados Unidos, que llevaban cierta ventaja a los rusos, que habían sido dueños de la delantera seis años antes, cuando Gagarin fue el primer ser humano en orbitar la Tierra. Y también latía la impericia soviética, su tecnología tosca y rudimentaria que chocaba con las urgencias políticas que signaban la carrera espacial.

La sombra de Brezhnev

Y, además, estaba Brezhnev. Leonid Brezhnev había barrido del poder a Nikita Khruschev en 1964 y se preparaba para ejercerlo hasta el final de su vida. Fue lo que hizo: ocupó el cargo de Secretario General del Comité Central del Partido Comunista de la URSS hasta su muerte, en 1982. Su gobierno fue un desastre y, en cierto modo, abrió camino hacia la disolución de la Unión Soviética en 1991. En 1967, como máxima autoridad del imperio soviético, exigía resultados urgentes en la carrera espacial.

El comandante Vladimir Mijailovich Komarov fue considerado un héroe para la Unión Soviética

Komarov había nacido en Moscú el 16 de mayo de 1927. Era una luz en matemáticas y siempre estuvo interesado en la aeronáutica. En 1945 se graduó con honores en la Escuela de Vuelo y la Segunda Guerra terminó poco antes de que lo llamaran al combate. Fue piloto de aviones de combate en los años 50 y el 13 de marzo de 1960, junto a otros tres mil candidatos, se presentó al examen como futuro cosmonauta. No lo eligieron. No cumplía con los requisitos de edad (tenía 32 años) altura y peso que requería el programa espacial en pañales. Lo aceptaron luego porque tenía amplia experiencia como ingeniero de prueba de aviones nuevos. Y también porque era un piloto excepcional. Los colegas más jóvenes lo bautizaron “El Profesor” porque los ayudaba en sus estudios académicos.

Cuando empezaron los vuelos espaciales tripulados, en 1961, Komarov era el tercer cosmonauta ruso mejor pago, detrás de Gagarin y de Gherman Titov. Aquellos eran los primeros vuelos espaciales de las misiones Vostok. Fue en una nave Vostok 1 que Yuri Gagarin orbitó la Tierra, una hazaña que fue igualada apenas doce semanas más tarde por los americanos, cuando Alan Shepard suborbitó tres veces la Tierra a bordo de la nave “Freedom 7″ del proyecto Mercury.

Komarov tuvo su primera vez en el espacio en 1964 como comandante de la Voskhod 1. No iba solo. Lo acompañaban en el vuelo el ingeniero Konstantin Feoktistov y el médico Boris Yegorov. Fue la primera misión al espacio tripulada por más de un astronauta. La decisión de la URSS era tomar la delantera al proyecto Gemini de Estados Unidos, que también pugnaba por vuelos espaciales con un equipo de tripulantes. Los tripulantes de la Voskhod 1 realizaron pruebas biomédicas en el interior de la nave, aunque la misión especial era diseñar un modelo de organización para vuelos tripulados por tres y más cosmonautas.

Pero desde 1965 a 1967 la URSS no había enviado vuelos al espacio, mientras Estados Unidos había completado con éxito numerosas misiones tripuladas: en el Kremlin querían recuperar el terreno perdido. Además, exigieron una misión espacial exitosa para finales de abril, para presentarla con toda la furia el 1 de mayo, cuando se conmemoraba el cincuenta aniversario de la Revolución Rusa. Para eso, al Kremlin le venía fantástico el proyecto Soyuz, que era muy ambicioso, tal vez más ambicioso que la técnica que debía desarrollarlo y controlarlo. El proyecto planteaba una aventura singular: el intercambio de astronautas entre dos naves y en el espacio exterior. La Soyuz 1, con un solo tripulante, despegaría para ser alcanzada luego por una segunda nave, la Soyuz 2, que debía acoplarse a su gemela para que sus tripulantes pasaran de una nave a otra: el piloto de la Soyuz 1 tripularía la Soyuz 2 de regreso a Tierra y los cosmonautas de la Soyuz 2 harían lo mismo con la Soyuz 1. La experiencia de Komarov en vuelos espaciales hizo que fuese elegido para tripular la Soyuz 1. Su piloto suplente era Gagarin.


La Soyuz 1, en camino hacia el espacio. La experiencia resultó un fracaso en la carrera espacial soviética

Sólo que Komarov tenía muy malos presentimientos con la misión, más que con la misión, con la nave en sí, que vistas con los ojos de hoy, se parecía bastante a un cachivache. No era una cuestión de superstición, eran datos. Los ensayos no tripulados de cuatro naves que debían haber hecho las veces de Soyuz, habían terminado en desastre: la Cosmos 133 se había quedado sin combustible a medio camino, la Cosmos 140ª estalló antes de despegar, la Cosmos 140 tuvo problemas en la altitud y también agotó todo su combustible, y la nave Cosmos 154 se desintegró al intentar regresar a la Tierra. Los técnicos a cargo de esas pruebas habían señalado ciento una fallas o anomalías en distintos sistema de esas naves.

Es verdad que un astronauta acepta todos los riesgos. También es verdad que la presión a la que estaban sometidos aquellos pilotos, rusos y americanos, por parte de jefes militares y de sus colegas, era demasiado grande como para negarse al cumplimiento de una misión espacial, tal como refleja Asif Siddiqi, historiador de la Universidad de Fordham, Estados Unidos, especialista en la carrera espacial rusa.

La leyenda dice que cuando Komarov planteó algunas de las fallas técnicas de la Soyuz (ciento una son muchas fallas) el general Dmitri Ustínov, el poderoso ministro de Defensa de Brezhnev, lo había amenazado con “quitarle todas las estrellas del pecho y todos los galones del hombro”. El director del programa Soyuz, Vasili Mishin, ante algunas quejas de los astronautas, había gritado por los pasillos del centro espacial: “¡No quiero cobardes en mis naves…!”. La última chance de frenar el vuelo de la Soyuz 1 fue encarada por el coronel Aleksandr Kirilov: le dijo a Mishin, por si no lo sabía, que la Soyuz acarreaba unos cuantos defectos técnicos todavía sin resolver y que no estaba lista para la prueba. Mishin estalló y le contestó, furioso, que nadie le iba a decir a él cómo hacer su trabajo.

La viuda de Komarov durante el funeral del astronauta en la Plaza Roja de Moscú

Lo lógico hubiese sido un vuelo de prueba, no tripulado y exitoso, y un vuelo de prueba tripulado e igual de exitoso. Pero a menudo, lo lógico nunca sucede. El Kremlin dijo no, el lanzamiento sería el 23 de abril, día del cumpleaños de Lenin, y el regreso planeado para antes del 1° de mayo, día de fiesta popular. Brezhnev ordenaba y la URSS cumplía.

La historia de Brezhnev no se puede contar sin una historieta de humor. Gobernó con mano de hierro a la URSS durante veintiocho años, sólo superado por José Stalin; el mundo le debe la “doctrina de la soberanía limitada”, o “doctrina brezhneviana”, que disponía la intervención de las tropas del Pacto de Varsovia (la OTAN de la URSS) a cualquier país del bloque soviético que se alejara de Moscú. Es la teoría que aplica hoy Vladimir Putin en Ucrania, sólo que ya no hay más bloque soviético aunque Putin dispone lo contrario. No hay muchos méritos que adjudicarle al gobierno de Brezhnev: anuló las reformas algo liberalizadoras de Khruschev y desató una notable persecución al mundo del arte y de los intelectuales. Uno de sus últimos actos de gobierno fue enviar tropas soviéticas a Afganistán y mantener las prisiones llenas de opositores políticos. También fue el duro marxista que, cuando el gobierno de Estados Unidos le preguntó en mayo de 1972 qué le gustaría como regalo de parte del presidente Richard Nixon, antes de su histórica visita a la URSS, contestó: “Un Cadillac”. Y Nixon se lo llevó: negro, modelo 72, fabricado por la General Motors.

Pero el rasgo más saliente del gobierno de Brezhnev fue el estancamiento económico de la URSS, también bautizado como “brezhneviano”, que deterioró la calidad de vida de los soviéticos, la de los servicios públicos, la de la salud bajo un sistema sanitario burocrático y decadente; bajó el índice de nutrición infantil y el racionamiento de alimentos volvió a algunas ciudades de la URSS como en los años posteriores a la Revolución Rusa.


Hecho mierda: Restos de la nave al estrellarse en la Tierra

Es sobre ese estancamiento que los soviéticos tejieron las historias más sarcásticas y corrosivas. Una de ellas contaba que en un hipotético tren que se dirige a un lugar de la vasta Rusia viajan Lenin, Stalin, Khruschev y Brezhnev. De pronto, el tren se detiene en medio de la nada, tal vez un desperfecto. Lenin, el ideólogo, dice: “No nos preocupemos ¿No estamos en un Estado proletario? Llamemos a algunos camaradas ferroviarios que lo arreglarán todo enseguida”. Stalin, fiel a su estilo, dice: “Esto es un complot. Voy a hacer fusilar al maquinista, al resto del personal del tren y a todas sus familias”. Khruschev, voluntarista y poco práctico, dice: “Debe ser un problema en las vías. Saquemos los tramos de rieles que ya dejamos atrás y pongámoslos en el lugar de las vías que tenemos por delante”. Y Brezhnev dice: “Camaradas… Camaradas… Bajemos las ventanillas del vagón, corramos las cortinas, bebamos una vodka, movamos un poco los hombros de izquierda a derecha y hagamos como si el tren todavía estuviera en movimiento”…

Esa fue la política que mató a Komarov.

Aquel 23 de abril, el astronauta trepó a la Soyuz 1, junto a sus pájaros negros, y la nave despegó sin dificultades. Entró en la órbita terrestre también sin problemas evidentes, hasta que las cosas empezaron a fallar. Uno de los dos paneles solares que tenían que desplegarse cuando la Soyuz orbitara la Tierra, no se desplegó. En ese momento, la misión debió abortarse, pero siguió adelante. La del panel solar no era una falla menor: ambos tenían como misión proveer de energía a la Soyuz y la falta de uno provocó enormes dificultades: primero, hizo que la nave redujera sus reservas de energía, segundo, alteró sistemas vitales como el de telemetría y el de control térmico y alteró el funcionamiento de los sensores de orientación y propulsión. A esa hora, apenas iniciado el viaje, la Soyuz era una cáscara de nuez en el espacio.

En tierra, los ingenieros soviéticos, que ya preveían el desastre, barajaron dos posibilidades: enviar la Soyuz 2 antes de lo previsto para que sus tripulantes le dieran una mano a Komarov. La segunda era hacer regresar a Komarov de inmediato. El viaje de la Soyuz 2 fue juzgado muy peligroso, un juicio sensato en medio del disparate, sobre todo a la hora del acoplamiento de las dos naves, con la Soyuz 1 hecha un cascabel juguetón. Se decidieron por hacer regresar a la Soyuz 1. Y disimularon los fallos y el no lanzamiento de la Soyuz 2 por presuntas tormentas en torno al centro espacial.

Mientras esto se debatía en tierra, sobre todo se debatía quién iba a darle la mala noticia a Brezhnev, Komarov intentaba domar a su cascabel. Era un piloto enorme, capaz y valiente. Las grabaciones de sus conversaciones con el centro espacial muestran serenidad y templanza. Salvo cuando, impotente y furioso, la emprendió a patadas contra el dichoso panel solar, a ver si se desplegaba. No se desplegó. “¡Maldita máquina! ¡Nada de lo que hago funciona!”, gritó entonces. Y volvió a la calma poco después. Arremeter a patadas contra un panel solar, en una nave que surca el espacio, habla del heroico y peligroso mundo de los pioneros y de los rudimentos de una tecnología todavía en desarrollo.

A Komarov le llegaba todo el apoyo de sus colegas desde el centro espacial. Al frente del solidario grupo de astronautas estaba su amigo Gagarin, ambos intercambiaba información y esbozaban maniobras de éxito probable para su reingreso a la Tierra. Había otras personas que pululaban en el centro espacial: el director de la misión, Mishin, que debió haberla suspendido, había llegado para desearle suerte al astronauta. También llegó el primer ministro, Alexei Kosygin, que intentó darle ánimos, que era justo lo que a Komarov le sobraba. Aquello parecía un velorio anticipado. En privado, el cosmonauta llegó a hablar con su mujer de quien, dice la leyenda, se despidió para siempre.


Hijo de puta: El director del programa Soyuz, Vasili Mishin, les gritó a los cosmonautas soviéticos que se quejaban por las fallas: “¡No quiero cobardes en mis naves…!”

El 24 de abril, durante el décimo noveno giro a la Tierra de la Soyuz, la nave tenía baterías apenas para uno o dos giros más. Las de reserva le daban chance para otros tres giros. El plan era que Komarov orientara a la Soyuz de manera manual cuando navegaba por el lado diurno del planeta. Cuando entraba en el lado nocturno, debía usar unos giroscopios para mantener la orientación y regresar al mando manual cuando volviera a volar sobre la Tierra en su lado diurno. Komarov no había sido entrenado para esta maniobra, que incluía el inicio del frenado de la Soyuz. El tiempo se acababa. Como el frenado debía operarse en el lado oscuro de la Tierra, Komarov no pudo usar el visor para orientarse: lo hizo con su periscopio y por la ubicación de la Luna, en una maniobra que años después, en 1970, emplearían los astronautas de la misión Apolo 13, que casi termina en desastre.

La maniobra de Komarov fue perfecta. Para estabilizar a la Soyuz, caprichosa e indomable, la hizo girar sobre sí misma y el frenado se inició con éxito. Pero algo volvió a fallar. Cuando corrían 146 de los 150 segundos previstos, el combustible usado para controlar a la Soyuz se acabó y el sistema de navegación ordenó el apagado de los motores. Ahora, la nave se preparaba a reingresar a la Tierra en modo balístico, que implica el descenso sin propulsión, con un rumbo fijado sólo por su impulso y con la esperanza que los paracaídas frenaran, suavizaran al menos, el impacto del aterrizaje. De hecho, el sitio previsto para la llegada de la Soyuz, en Orenburg, se había trasladado ahora a Orsk, a unos trescientos veinticinco kilómetros.

Tal vez, todo no pasara de un golpazo en la tundra soviética y, con suerte, Komarov salvara su vida. Pero algo volvió a fallar de nuevo: los vitales paracaídas. Cuando Komarov los accionó, no se desplegaron: el calor al que había sido expuesta la Soyuz al reingresar a la Tierra había fundido el compartimento de los paracaídas. Pero esos elementos vitales también tenían fallos de diseño. El paracaídas principal debió haberse abierto luego de que uno más pequeño, el paracaídas guía, se desplegara. Ese sí se abrió, pero sin la fuerza suficiente para arrastrar al principal, que quedó atascado. El paracaídas de emergencia se enredó y tampoco llegó a desplegarse.

La Soyuz 1 quedó reducida a nada.

En un giro interpretativo que consagra a la hipocresía y la perversidad como estrategias políticas, la URSS, que ocultó la tragedia, o al menos lo hizo con gran parte de sus detalles, intentó convertir en un éxito dolido la tragedia de Komarov.

Tres meses antes del desastre de la Soyuz, Estados Unidos había perdido a tres astronautas. Eran los encargados de la misión espacial de la Apolo 1. En un ensayo del despegue, el 27 de enero de 1967, la Apolo 1 estalló, se incendió y murieron sus tripulantes, Viril Grissom, Edward White y Roger Chafe, los tres en tierra. De manera que Brezhnev impuso que Komarov fuese consagrado como “el primer ser humano en morir en un vuelo espacial”.

Mala estrella cargan los héroes en Rusia.




miércoles, 6 de septiembre de 2023

SGM: Los blindados en Varsovia en 1944

Unidades de tanques en Varsovia el 1 de agosto de 1944

W&W




Las unidades blindadas alemanas más grandes en la capital de Polonia el 1 de agosto de 1944 fueron las compañías 1 y 2 de Panzer-Abseiling 743, estacionadas en Plac Saski y Plac Teatralny. Cada una de estas unidades constaba de catorce cañones antitanque blindados, modelo Jagdpanzer 38(t) Hetzer (de aquí en adelante, llamados Jagpanzer o Hetzer, como se denominan correctamente) y muy probablemente algunos cañones de asalto para vehículos blindados, modelo Sturmgeschutz 40 Sd Kfz 142/1 Ausf., en adelante, denominado aquí simplemente StuG 40, dentro de las unidades de la 2ª compañía.

Dentro del llamado Distrito de Policía, el jefe de las SS y su ejército policial (SS und Polizeiführer) en Varsovia, SS-Standarten-führer, Paul Otto Geibel, tenía el mando de un pelotón de tanques compuesto por cuatro o cinco tanques italianos, modelos M13/40 y M14/41, que en el futuro se denominarán PzKpfw 736 (i).



En un "supuesto" Kraftfahrpark (instalación de reparación de grupos de vehículos motorizados) en Fort Bema en el distrito de Wola, había varios otros vehículos blindados y vehículos de transporte blindados que habían sido reparados. También se repararon automóviles y otros vehículos de manera continua en el Kraftfahrpark en Ulica Gniewkowska (Ulica: Street/ Avenue en inglés).

El 1 de agosto comenzó la descarga de tanques pertenecientes al II Fallschirm-Panzer-Regiment “Hermann Göring” en Wola (Ulrychów) y Boernerowo. Estos estaban dirigidos hacia el frente en las afueras de Siedlce, Minsk y Wolomin, así como hacia el frente en las afueras de Magnuszew, al este de Varsovia. El 31 de julio, cinco modelo PzKpfw VI Tiger Ausf. Los carros E fueron descargados, después de haber sido reparados y enviados desde Alemania, como refuerzo a la 3ª SS-Panzer-Division “Totenkopf”. Los Tigres fueron conducidos por personal de la fábrica por las calles de Ulica 22 Listopada, Ulica Targowa, Ulica Zielieniecka, Ulica 3 Maja, Aleje Jerozolimske, Ulica Chaubinskiego, Aleje Niepodleglości (Ulica Topolowa) y Ulica Rakowiecka hasta la SS-Staufernkasern (guarnición de las SS) ubicado en Ulica Rakowiecka 4. Además, la guarnición ya tenía algunos tanques que habían sido reparados allí. Von Kranhals, (Hans Von Krannhals, Der Warschauer Aufstand 1944, Frankfurt am Main 1964, p.242) informa que había 11 vehículos en el SS-Staufernkasern: cinco tanques Tiger, un tanque Panther-PzKpfw V, cuatro tanques PzKpfw IV y un auto - Cañón de asalto Sturmpanzer IV Brummbär propulsado. Todos eran vehículos reparados de otras unidades, entre ellos, la 3ª SS-Panzer-Division “Totenkopf” así como la 5ª SS-Panzer-Division “Wiking”.



También se deben mencionar algunos otros vehículos blindados, por ejemplo, los que tienen la sede de las SA en Ulica Krucza, y los tractores de artillería antiaérea en Pole Mokotowskie y en el aeródromo de Okęcie. Además de estos, se deben tener en cuenta los tanques que se mueven hacia el este a través de Varsovia hacia el frente. Por ejemplo, los PzKpfw IV que se enviaron para reforzar el 3.er SS-Panzer-Regiment "Totenkopf" y luego se enviaron a una escuela primaria en Ulica Mieszka I en el distrito de la ciudad de Targówek. Estos tanques podrían, en cualquier momento, ser "retirados" a la ciudad y enviados contra los combatientes de la resistencia. Además, el comandante alemán también podía dirigir las fuerzas de primera línea a Varsovia, pero la situación en el frente era tal que esta salvaguarda no se tomó al principio.



Cerca de la hora de la cena del 1 de agosto, un StuG 40 bajo el mando del teniente Jg Kannert de Fallschirm-Panzer-Division "Herman Göring" se encontró en el distrito de la ciudad de Praga. Este vehículo, como sucedió, había sido enviado a la fábrica de FAMO-Warschaus en Ursus, en las afueras de Varsovia, para su reparación. En las cercanías de Most Kierbedzia (el Puente Kierbedzia), soldados de una unidad de infantería informaron a Kannert que el Levantamiento había estallado. Kannert transportaba a un colega herido, el teniente Jg Hoffman, y por lo tanto decidió atravesar Varsovia. A pesar de recibir fuego hostil, Kannert cruzó rodando el puente hacia el centro de la ciudad a lo largo de Ulica Mowy Zjazd. Ulica Senatorska estaba acordonada por una barricada, por lo que giró a la izquierda y llegó a Plac Pilsudskiego (Plaza de Pilsud), o "Adolf Hitler Platz", como la llamaron los alemanes, donde estaba alojado el regimiento de la guarnición. El herido Hoffman fue llevado al hospital. En la guarnición, la tripulación también recibió equipo adicional y se le ordenó disparar contra las posiciones de los insurgentes. El cargador disparó con una metralleta mientras que Kannert utilizó “la artillería”, es decir, un Panzerfaust que le había sido asignado y con el que demolió las posiciones polacas (Ulica Krakowskie Przedmieście). El 2 de agosto, se envió un StuG 40 para atacar los emplazamientos polacos en Theatre Square. Un proyectil explotó mientras se disparaba, lo que destruyó el cañón del arma principal. Sin embargo, la tripulación siguió disparando contra las posiciones polacas en el edificio municipal con una ametralladora, que era la única arma disponible. Al día siguiente, se ordenó a la tripulación que recuperara un tanque del Kraftfahrpark en Praga. Cruzaron el puente Kierbiedz y atravesaron Praga sin dificultad. Allí, la tripulación se encontró con un PzKpfw II Ausf. Tanque F que, por alguna razón desconocida, había sido abandonado. Se colocó una línea de remolque y el StuG 40 procedió a remolcar el tanque por donde había venido. Mientras cruzaban el Wisła, estos vehículos blindados alemanes fueron atacados por insurgentes que disparaban desde Stare Miasto (La Ciudad Vieja). El PzKpfw II fue conducido de manera descuidada y chocó con su “vehículo de recuperación”, lo que provocó la rotura de la línea de remolque. Después de asegurar una vez más una línea de remolque, los vehículos blindados alemanes reanudaron su viaje.