viernes, 22 de mayo de 2015

Terrorismo: ETA estaba compuesto por brutos

Iñaki Rekarte: “ETA estaba compuesta por los más burros de cada barrio”
El terrorista arrepentido Iñaki Rekarte asegura que la organización no tenía estructura, ni ideología y los cabecillas se aprovechaban de jóvenes ignorantes
Alfonso L. Congostrina - El País


Iñaki Rekarte, terrorista de ETA arrepentido.

Iñaki Rekarte nació en Irún en 1971, regenta una taberna en Navarra, y es un asesino. En 1992 era el jefe del comando Santander de ETA y el encargado de apretar el botón que hizo saltar por los aires el 19 de febrero del ese año olímpico una furgoneta que acabó con la vida de tres personas. Quería matar a policías pero no lo consiguió. Tenía 20 años. Fue condenado a 203 años de cárcel. Ha estado 21 años privado de libertad.

“La mayoría de los miembros de ETA éramos los más burros de nuestros barrios, pudimos ser cualquier cosa pero, te aseguro, que nada bueno”, certifica Rekarte. “Fuimos una cuadrilla de locos, capaces de matar a desconocidos. Me arrepentiré toda la vida”.

Se desvinculó de la banda terrorista y ahora cuenta su historia en Lo difícil es perdonarse a uno mismo (Península). “Acababa de salir de Proyecto Hombre, no había hablado nunca de política ni en mi casa ni en mi barrio, pero buscaba a ETA con todas las ganas, quería aventuras y al final un día los encontré”, lamenta. La entrada en la organización no fue nada protocolaria: “No hubo ninguna reunión. A mi amigo Juanra y a mi nos dieron un papel con un dibujo donde se explicaba cómo hacer bombas y varios explosivos”. Las órdenes eran simples, “matar a los enemigos, sobretodo policías y guardias civiles”.

Juanra e Iñaki se bautizaron como terroristas acabando con la vida de un narcotraficante. Entonces la organización potenciaba la lucha contra la droga en el País Vasco, ya que la banda aseguraba que los traficantes recibían ayuda de los cuerpos de seguridad, llenaban Euskadi de droga y acababan así con la juventud que creía en ETA. Iñaki no disparó el tiro que segó la vida del camello. Lo echaron a suertes y perdió. Aún así, se acababa de estrenar. “Ya era etarra, me metía en la cama y sabía que tenía que matar, tenía miedo pero no huí, mi cabeza dejó de funcionar; ya no pensaba ni en tener una casa, ni hijos, ni nada… ojala hubiera tenido el valor de marcharme”.

Iñaki ingresó un verano en ETA y fue detenido “ocho o diez meses después”. Le dio tiempo a matar a las tres personas. “Al entrar en prisión sentí tranquilidad, el sinsentido se había acabado”.

En el juicio se limitó a seguir las órdenes de la organización. “Las tonterías que me ordenaron decir eso de no reconozco a este tribunal…” y empezó una nueva vida enjaulado y bajo las órdenes que la organización tenía reservada para los terroristas que acaban entre rejas.

“He estado 22 años preso y nunca me he sentido de ETA. Un día me di cuenta que no tenía ni idea de política, ni de historia, no sabía nada de la vida… me di cuenta de lo que había hecho, el mundo te odia con razón y sólo puedes relacionarte con el resto de presos etarras”. Continuó su vida bajo el yugo de las las órdenes de ETA. “A dónde vas a ir, todo tu entorno es de esa mierda, tu novia también, los que vienen a verte a la prisión, tus compañeros de módulo, todo”.

La banda destinaba los jueves a seguir el adoctrinamiento de los reos dentro de la cárcel: “Hablaban de marxismo y de mil historias que no me interesaban, no sé si uno es de derechas o de izquierdas, sé cuándo alguien me cae bien”. La cuerda empezó a tensarse con sus compañeros y acaba rompiéndose cuando se enamora de una trabajadora social con la que tiene un hijo. “Santi Potros me intentó regañar y me dijo que mi mujer podía ser una infiltrada”, fue la gota que colmó el vaso.

El asesino Iñaki Rekarte dijo basta e hizo público su arrepentimiento. “Al principio me dio miedo acabar como Yoyes pero todo se pasa”.

“Soy el máximo responsable de mis crímenes. Entré en ETA pensando que me encontraría con el Che y con lo que me topé fue con un grupo de personas que utilizaban a jóvenes y balas perdidas como yo para matar”.

Vivir habiendo matado es un ejercicio complicado. “Si hubieran acabado con la vida de un familiar mío creo que odiaría al asesino toda mi existencia. No creo que quisiera hablar con él. Sin duda, soy el máximo responsable de todo el odio y el daño que he causado”.

jueves, 21 de mayo de 2015

Biografía: La voz de Hitler que seducía a las multitudes

¿Por qué Hitler era un orador tan exitoso?

Amanda Macias - Business Insider


Rally de Hitler (Bundesarchiv)

"Sé que los hombres se ganan más de menos por el escrito que por la palabra hablada, que cada gran movimiento en esta tierra debe su crecimiento a grandes oradores y no a grandes escritores." Adolf Hitler "Mein Kampf", 1925

Uno de los oradores más influyentes del mundo crearon el partido político más grande de Alemania, conquistaron una docena de naciones, y masacraron a un máximo de 21 millones de personas durante su brutal de 12 años del Tercer Reich.

En más de 5.000 discursos persuasivos, líder nazi Adolf Hitler hechizado a su público y les prometió que su imperio reinaría por mil años.



El profesor Bruce Loeb, que ha enseñado una clase llamada la retórica de Hitler y Churchill durante los últimos 46 años en la Universidad Estatal de Idaho, atribuye el éxito oratorio del Führer a su carisma.
"Aprendió cómo llegar a ser un orador carismático, y la gente, por la razón que sea, se enamoró de él", dijo Loeb Business Insider.

"La gente estaba más dispuesta a seguirlo, porque él parecía tener las respuestas correctas en un momento de gran agitación económica."

Plagado de reparaciones relacionadas con la Primera Guerra Mundial enorme, además de una economía global cada vez más deprimido, el entorno económico de Alemania apoyó el ascenso de Hitler en la década de 1930.

Hitler aprovechó el descontento de elaboración de la cerveza y se encontró en la vanguardia de una ideología política oportunista, partido Nacional Socialista Obrero Alemán.

Arena política de Hitler



Antes de rápido ascenso de los nazis a la escena mundial, el partido de Hitler era en gran parte desconocido, ganando un trivial 3% de los votos en las elecciones 1924 de Alemania.
"Cuando Hitler decidió competir en el Reichstag," o Parlamento alemán, "él sabía que eso significaba que tenía que dar discursos y eso significaba que tenía que hablar con tantas personas como pudo para conseguir votos", dijo Loeb Business Insider.

Ocho años después, los nazis eran el partido más grande en el Reichstag. En 1934, Hitler y su agenda política aterradora lideraban el gobierno alemán.

En resumen, como escribe el historiador Robert Waite: "Hitler era nazismo Pocas veces en la historia de la civilización occidental ha dependido mucho de la personalidad de un hombre que Él creó su propia teoría política y un gobierno que no podría existir sin él..."

Proceso de redacción de discursos de Hitler



Joseph Goebbels, ministro de propaganda nazi, escribió en su diario que Hitler era conocido por escribir sus propios discursos y editarlos hasta cinco veces.
Él sería "trabajar bien entrada la noche, varias noches corriendo, ocupando tres secretarios que toman dictado directamente a las máquinas de escribir antes de corregir cuidadosamente las corrientes de aire", según el historiador británico Ian Kershaw.

"Simplemente no quería depender de nadie para escribir sus discursos", dijo Loeb Business Insider. "Para Adolf Hitler, hablar en público era tan importante que nunca volvería a confiar en nadie para escribir sus discursos para él."

Loeb también señaló que Winston Churchill prefirió escribir sus propios discursos, así, algo poco común entre los líderes de la época (y hoy en día).

La voz de Hitler era "hipnótica"


Discurso de Hitler en 1935

En el libro de Ron Rosenbaum "Explicando a Hitler", novelista francés-americano George Steiner describe la voz del líder nazi como abrumadoramente potente y "fascinante".
"Yo nací en 1929, por lo que desde '33 en mis primeros recuerdos están sentados en la cocina escuchando la voz [de Hitler] en la radio," Steiner compartida con Rosenbaum.

"Es una cosa difícil de describir, pero la propia voz era hipnótica ... Lo sorprendente es que el cuerpo llega a través de la radio. No puedo poner ninguna otra manera. Sientes que estás siguiendo los gestos" dijo Steiner.

"En la lengua alemana, Hitler se basó en una especie de poder retórico que - de una manera tal vez sea un poco peculiar de Alemán - aliados conceptos muy abstractos con la violencia política, física de una manera más inusual Y Hitler era fácilmente un genio. que, absolutamente ninguna duda de ello ".



Además, el psicólogo estadounidense Henry Murray describe presencia general del Führer como "hipnótico" en "La personalidad de Adolf Hitler," un informe de 229 páginas que fue encargado en 1943 por la Oficina de Servicios Estratégicos, precursora de la CIA.

Según el informe de Murray, Hitler recibió elogios frecuentes en sus ojos gris-azul, a pesar de que fueron descritos como "muertos, impersonal y sin ver."

El Führer fue ligeramente inferior a la media de altura y tenía un retroceso de cabello, labios delgados, y las manos bien formadas.

Murray señala que el líder nazi despiadado era conocido por ofrecer un apretón de manos débil con palmas "húmedas y pegajosas" y era incómodo al hacer una pequeña charla.

'Tenía que añadir animación a su lengua "


Heinrich Hoffmann / Bayerische Staatsbibliothek / US Holocaust Memorial Museum

Hitler manufacturaba sus entregas, sus gestos con las manos, y el lenguaje corporal mientras practicaba sus discursos.

"Él absolutamente tuvo que trabajar en su presentación ya que era la mitad de su mensaje", dijo Loeb Business Insider. "Él tuvo que añadir animación a su lengua para comunicarse con éxito sus ideas."

Fotógrafo personal de Hitler, Heinrich Hoffmann, capturado 2.000.000 imágenes del líder belicista y se le aconsejó que nunca se lanzará una serie específica para el público, de acuerdo con sus memorias, "Hitler era mi amigo."


Heinrich Hoffmann / Bayerische Staatsbibliothek / US Holocaust Memorial Museum

En 1925, Hoffman tomó varias fotos de expresiones y gestos faciales de Hitler mientras ensayaba discursos en un espejo.
Después de estudiar las imágenes, el líder nazi habría pedido para que sean destruidos.

Secretamente Hoffman salvó las fotos y los publicó 30 años después en sus memorias.


Heinrich Hoffmann / Bayerische Staatsbibliothek / US Holocaust Memorial Museum

"Ningún otro fotógrafo en la historia aterrizó la primicia de que él [Hoffman] hizo: acceso íntimo y exclusivo para un importante jefe de Estado - y esto es importante, la oportunidad de trabajar con un tema que sabía muy bien cómo" trabajo "de la cámara, y pagado esmerada atención al cultivo de su imagen pública ", el historiador Roger Moorhouse más tarde escribió en la introducción a publicar las memorias de Hoffman.

Aquí hay un video de uno de los discursos de Hitler con subtítulos en inglés:



El Tercer Reich de Hitler terminó oficialmente el 30 de abril de 1945, cuando el Führer se suicidó en su búnker con su nueva esposa después de enterarse de las fuerzas aliadas habían rodeado Berlín.

miércoles, 20 de mayo de 2015

Españoles dieron refugio a nazis

“Tráeme un nazi a casa”
Centenares de familias españolas escondieron a huidos alemanes en sus domicilios
Alemania conmemora los 70 años de su liberación de la tiranía nazi
JOSÉ MARÍA IRUJO - El País


León Degrelle (en el centro de la imagen, tomada durante la II Guerra Mundial) se refugió en España. 


El refugio predilecto, el más seguro, caliente y acogedor; la primera etapa de una ruta secreta para huir de Europa y llegar a Sudamérica en alguno de los barcos de la naviera Aznar que salían desde el puerto de Bilbao y trasportaban a las ratas hasta lugares ignotos donde no llegaban las narices de los espías aliados. Bajo el manto de la Iglesia y la protección del régimen de Franco, España se convirtió desde 1945 en una de las madrigueras más confortables de centenares de agentes de la Gestapo, la Abwehr, la SD y las SS que huían en busca de un refugio seguro.

Decenas de familias acomodadas, en su mayoría vinculadas al régimen y a la Falange, acogieron durante meses en sus casas a tipos altos y rubios que un día tocaban el timbre de sus domicilios y se presentaban embutidos en un traje de raya diplomática y con una maleta de cuero en la mano. Mostraban una carta de recomendación y confesaban que no hablaban una sola palabra de español. Durante meses, en ocasiones años, convivían con las familias sin que nadie les preguntara por su pasado. Luego desaparecían para siempre.

"¿Podría usted ayudarme a saber quiénes eran estas tres personas, dos hombres y una mujer, que durante un año vivieron en nuestra casa en Bilbao? Solo sé que se llamaban Otto, Hans y Helga. ¿Cree usted que hicieron algo malo?”, me escribió en los noventa una señora. Nunca pudimos descubrir el secreto de aquellos tres personajes. Ni el de otros centenares que vivieron experiencias similares y cuyo enigmático rastro se lo ha llevado el viento de la historia.

“¡Español! ¡Difunde esta hoja! Son los judíos los que ordenan y mandan en Rusia, Inglaterra y Estados Unidos. No olvidemos que esta guerra ha sido provocada por el judaísmo, que es el verdadero director de la política de las naciones que forman en la fila de los anti-Dios”. Hojas volanderas como esta distribuidas por los cines, cafés, parroquias y peluquerías por el equipo del director de la propaganda pro-nazi en España, el hábil y elegante Hans J. Lazar, desde su oficina en la embajada alemana en Madrid, en un palacete en el número 4 del Paseo de la Castellana, allanaron el camino para que se abrieran las puertas a los hombres con traje y maleta que aparecieron en silencio, pero como un aluvión por toda España. Sus identidades no están en las listas negras redactadas por los Aliados.

Al agente Obermueller los policías le despidieron con una cena de gala y cantaron el Danubio Azul
Las listas de repatriación de los Aliados al terminar la guerra demuestran la importancia de España como refugio de espías y criminales nazis. Están escritas a máquina y en inglés y detallan la dirección en las que residían y sus actividades: torturadores, empresarios que colaboraban con Hitler, diplomáticos, agentes de la Gestapo, Abwehr y las SS. Ninguno relevante de los 750 reclamados fue entregado. Tampoco el doctor Franz Liseau Zacharias que vivía en el número 52 de la calle Alcalá y cuya ficha decía: “Este hombre se hace llamar doctor. En realidad fue agente del servicio de contraespionaje (la Abwehr) involucrado en la compra de animales del Marruecos español y de la Guinea española para fines experimentales en Alemania, entre ellos la propagación de horribles enfermedades, como la peste, en los campos de concentración”.

“Tráeme un alemán, que yo lo escondo en mi casa', me decía una amiga española. Como ella, había mucha gente dispuesta a ayudar a cambio de nada. En un pequeño hotel cerca de mi casa se escondió una familia entera”, me confesaba la esposa de Ivo Obermueller, jefe de la sección naval de contraespionaje, incluido en una lista negra y detenido por la presión de los Aliados durante una semana en los calabozos de la Puerta del Sol. “Lo trataron muy bien y el día que se marchó le ofrecieron una cena de gala en la que sus vigilantes le cantaron el Danubio Azul”.

Los nombres y las historias de los nazis más relevantes que se escondieron y murieron en paz en España son conocidos: León Degrelle, el llamado hijo adoptivo de Hitler, cuya avioneta aterrizó en la playa de la Concha en San Sebastián en 1945; Otto Remer, el general que salvó al jefe nazi del atentado en julio de 1944; Otto Skorzeny, el hombre que liberó a Musssolini en el Gran Sasso cuando estaba en manos de los Aliados; los SS Gerhard Bremer, Anton Galler y otros muchos cuyas tumbas se pueden visitar en Denia (Alicante) y, sobre todo, en cementerios de Andalucía y Cataluña. Casi nadie conoce, en cambio, la identidad de aquellos centenares de visitantes anónimos que tocaron los timbres de muchas casas de españoles y luego desaparecieron. A buen seguro que en su gran mayoría sí hicieron algo malo.

 José María Irujo es periodista de El País y autor de La Lista Negra. Los espías nazis protegidos por Franco y la Iglesia (Aguilar).

martes, 19 de mayo de 2015

SGM: Un detective español desenmascara impostores de campos de concentración

El detective de Mauthausen

Benito Bermejo es célebre por descubrir impostores en los campos nazis
Nunca ha tenido un salario fijo como historiador

Francisco Boix, los ojos de Mauthausen

El País



Benito Bermejo conserva el hábito del clásico detective que olfatea una pista, indaga en los archivos, interroga a los testigos y, si acaso estos han fallecido, pregunta a sus familiares por algún recuerdo. Durante 20 años ha investigado cuanto sucedió a los 9.200 españoles deportados en los campos de exterminio nazis. Sobre todo en Mauthausen (Austria), del que hoy se cumplen 70 años de su liberación. Ha desenmascarado a impostores, ha verificado miles de identidades y ha descubierto detalles ocultos durante décadas.

Bermejo no es un historiador al uso, algo que se advierte a primera vista y no solo porque se desplace en bicicleta durante todas las estaciones del año (4.000 kilómetros anuales le contemplan, según sus cálculos). No es profesor, no disfruta de un puesto de trabajo estable en una institución pública o privada. No vive de un salario. Es autónomo y, sobre todo, es independiente: a nadie tiene que dar cuentas de sus investigaciones. Ha vivido de becas de investigación durante algún tiempo, ha dado clases de español en Francia durante un año, y se ha curtido como investigador para la realización de documentales. Ese es su currículo. Padre de dos hijas, está casado con una funcionaria que trabajó siete años en un archivo. En una frase sintetiza lo que fue esa experiencia para su mujer: “En todo ese tiempo, su jefe solo se dirigió a ella una vez”.

Hombre especialmente modesto, Bermejo no polemiza, ni busca el abrazo de la prensa, pero quien quiera corroborar algún detalle de lo sucedido en Mauthausen debe pasar por Bermejo. No hay anécdota, detalle, fotografía, no hay superviviente o caído en los campos, que no haya pasado por su escrutinio. Ahí está su obraMemorial (en colaboración con la historiadora Sandra Checa), un volumen seco, inmenso (580 páginas), tremendo y tan austero que vive de tres adjetivos: fallecido (F), evadido (E) y liberado (L), donde están registrados nombre, apellidos, procedencia y destino de los 7.200 españoles deportados a Mauthausen.

Formado en la Universidad de Salamanca, donde preparó en 1989 una tesina sobre el aparato de propaganda del primer franquismo, Bermejo disfrutó de una beca francesa para dar clases de español en Francia. Y allí fue donde tomó contacto con el exilio español y con el testimonio de los deportados en los campos nazis. Conoció a los primeros testigos y empezó a darse cuenta de que no había un relato riguroso de lo que sucedió con los españoles: testimonios interesados unos, contradictorios otros, obras sin contrastar, y, finalmente, también algunas historias falsas.

Después de años de oscura investigación, Bermejo adquirió en 2005 un repentino protagonismo por desenmascarar a Enric Marco, el presidente de la asociación de deportados de Mathausen, un hombre que se hizo pasar por deportado. Meses antes había hecho lo mismo con Antonio Pastor, otro presunto preso andaluz que simuló ser un músico preso en el campo. Ambos fueron personajes carismáticos, llegaron a ser condecorados por institutciones oficiales, pero resultaron ser impostores. Ninguno fue un deportado. “Hemos aceptado que el testigo tiene la verdad y eso supone una rendición incondicional”, dijo el escritor Javier Cercas, autor de un libro sobre Marco (El impostor). “Por otro lado, se ha producido la conversión de las víctimas en héroes. Eso es una perversión. Los héroes son los que dicen que no, como el historiador Benito Bermejo, que fue a contracorriente de lo que dice la mayoría”.

Y, a contracorriente, Benito Bermejo indagó también en el hecho más fascinante sucedido en Mauthausen: lo protagonizó Francisco Boix,un joven fotógrafo (también era un personaje muy atrevido), que trabajó en el laboratorio fotográfico del campo. Allí se guardaban todo tipo de imágenes, de las visitas ilustres a Mauthausen, entre ellas la de Himmler, de los asesinatos y de la vida cotidiana del campo. Después de la derrota de Stalingrado, se recibió la orden de destruir los archivos y de esa tarea se encargó Boix junto a otros deportados, salvo que Boix trató de sustraer una parte de esos documentos gráficos, hasta 20.000 fotos según su testimonio. Boix llegó a ser el único testigo español en el juicio de Nüremberg. Pero Boix, que vivió unos años en Francia y trabajó incluso como reportero gráfico para el diario L’Humanité, murió joven, a los 30 años, en 1951.

Durante décadas, aquella historia la contó Antonio García, otro español que trabajaba en el departamento de fotografía. Y García no simpatizaba con Boix, a quien llegó a considerar poco menos que un colaborador de los nazis. Su versión enriqueció un relato casi cinematográfico de cómo un grupo de españoles se jugó la vida para salvar esos documentos. Y ese testimonio único (Boix estaba muerto) trascendió de un libro a otro, hasta que el historiador Bermejo descubrió que en aquel laboratorio no hubo dos españoles, sino tres. El tercero era un tal José Cereceda, que parecía haber desaparecido del mapa. Nadie había reparado en Cereceda. Bermejo lo encontró en Francia, en su casa cerca de los Pirineos, tras husmear en la guía telefónica. Y Cereceda contó otra verdad: “Aquello fue asunto de Boix. García y yo no hacíamos otra cosa que ver, oír y callar”.


En 2005 con su trabajo desenmascaró a Enric Marco

Bermejo llegaría más lejos. Indagando en archivos, y de nuevo con la guía telefónica, localizaría cerca de Berlín a uno de los jefes del laboratorio, el sargento de las SS Hermann Schinlauer. Viajó hasta su domicilio y le entrevistó. Se acordaba de los tres españoles, a quienes nombraba por sus nombres de pila en alemán, Franz (Boix), Josef (Cereceda) y Antony (García). Aquella conversación terminó con una sorprendente petición del ex SS: “Si usted visita a Josef, dele recuerdos de mi parte”.

Boix será el protagonista de su tesis doctoral. Lo cual no quiere decir que Bermejo esté dispuesto a entrar en la comodidad del historiador con plaza fija.

lunes, 18 de mayo de 2015

SGM: Berlín apenas concluida la guerra

Un video único y a color muestra a Berlín en julio de 1945

Infobae

Grabado dos meses después de la caída del nazismo en la II Guerra, exhibe la ciudad en ruinas pero viva. Ya está dividida por los aliados y se ven los primeros símbolos soviéticos. Los alemanes intentan rehacer sus rutinas diarias en medio de calles arrasadas por los bombardeos. El material pertenece a Konstantin von zur Muehlen, fundador de Chronos Medios
 

domingo, 17 de mayo de 2015

Imperio Persa: Fotos del viejo Teherán (1848-1864)

Fotos del Viejo Teherán: 1848-1864

por Kaveh Farruj

A continuación están las fotos de la vieja Teherán datan de 1848 a 1864, publicadas originalmente en el sitio web todos los días de la vendimia. Los lectores también se hace referencia a la publicación "Mapas y Fotos de Viejo Teherán 1826-1900".

Las fotos han sido citados como las primeras y raras fotografías de Qajar Irán por los fotógrafos italianos Louis Montalbone (1827-1877) y Luigi Pesce (1827-1864). A pesar de la excelente y profesional de calidad de sus obras, ni Montalbone ni Pesce han sido merecidamente apreciado en las bellas artes y fotografía arenas Europea.

=========================


El Palacio Real (Fuente: Diario época).


La Ciudadela (Fuente: Diario época).


El bazar de Teherán (Fuente: Diario época).


Portal de la mezquita (Fuente: Diario época).


Soldados de la era Qajar (Fuente: Diario época).


Los vendedores vendiendo sus mercancías (Fuente: Diario época).


Príncipe Qajar (Fuente: Diario época).


El trono imperial de Qajar (Fuente: Diario época).


Palacio Imperial en Teherán (Fuente: Diario época).

sábado, 16 de mayo de 2015

Malvinas: El plano de la isla Soledad

El plano de Malvinas

Plano geográfico de la Isla Oriental de Malvinas realizado por Luis Vernet, primera autoridad política de la Confederación Argentina en las Islas, sobre el reconocimiento que practicó durante los años 1826, 1827 y 1828.

viernes, 15 de mayo de 2015

GCE: Un crimen rural atroz

Seis niños y una embarazada a 50 metros bajo tierra
La familia Sagardía pide sacar siete cuerpos arrojados a una sima navarra
Carmen Morán - El País


Boca de la Sima de Legarrea cerca de Gaztelu donde supuestamente fueron arrojados varios componentes de la familia Sagardia en 1936. / LUIS AZANZA (EL PAÍS)


Gloria Pedroarena abre la puerta de su habitación en la residencia de ancianos e invita a la periodista a sentarse en su sillón, al lado de la cama. Tiene un porte regio, pero acusa el cansancio de la edad. El pelo corto, blanco, bien peinado, y unas gafas de sol de patillas anchas. Es ella la que ocupara el sillón para contar lo que recuerda de todo aquello. “Quién me iba a decir a mí que estaría hablando hoy de esa historia”.

Pío Baroja lo llamó el país del Bidasoa para definir las montañas navarras que estos días de primavera desafían al sol con un verde fluorescente. Se llama, de verdad, valle de Malerreka y en uno de sus 13 pueblos ocurrió una de las tragedias más espeluznantes de aquellos días salvajes que sucedieron al inicio de la Guerra Civil. Juana Josefa Goñi Sagardía era una mujer de extraordinaria belleza, casada con Pedro Antonio Sagardía Agesta, con el que tuvo siete hijos. Seis desaparecieron con ella, embarazada de nuevo. El mayor salvó la vida porque estaba en el monte con el padre, de carbonero.

En Navarra, el nacimiento no determina la herencia. Deciden los padres, y los de Juana Josefa dispusieron que fuera para ella. “La gastaron pronto, puede que fuera una derrochona, pero era una buena madre”, relata por teléfono su sobrina Nati desde San Sebastián. Tiene 83 años y los achaques propios. Apenas tenía cuatro años cuando aquella oscura sima se tragó a toda una familia, pero recuerda a sus primos merendando en su casa pan con chocolate. “Cuando llegaron las vacas flacas los chicos no tenían qué comer y que si uno robaba una berza, que si otro unas patatas, que si una gallina. Esa fue la excusa para que los caciques del pueblo los expulsaran de allí”, relata Nati. Estos días, la familia pide que, en cumplimiento de la Ley de Memoria Histórica, se sondee la sima y se saquen los restos para enterrarlos con dignidad, fuera de un agujero inaccesible de 50 metros de profundidad que se ha convertido en un basurero. Allí abajo hay frigoríficos, maderas, piedras. Y otro cadáver, más reciente, que apareció en diciembre pasado, como luego se verá.

José Mari Esparza y la editorial Txalaparta presentan este martes, La sima. ¿Qué fue de la familia Sagardía?, un libro que rescata aquella espantosa historia, el juicio que le siguió y los silencios y leyendas que cubrieron esos valles. “No viviré lo suficiente para agradecerle que haya escrito esto, esta desgracia ha estado siempre presente en mi casa. Mi madre [la hermana de la malograda Juana Josefa] sufrió muchísimo, nos contó la historia a todos, también a sus nietos, todos la saben”, sigue Nati, una de las sobrinas octogenarias. “Quién iba a pensar que hicieran aquella barbaridad”.

MÁS INFORMACIÓN
Navarra se compromete por ley a pagar la apertura de fosas del franquismo
La memoria aguarda en las fosas
“El mapa de las fosas es nuestra tarea pendiente”
Juana Josefa salió del pueblo a mediados de agosto, expulsada por los vecinos y, embarazada de siete meses; cogió a los seis chicos y se instaló en una caseta derruida en el monte que cubrió con unos matojos. A 450 metros de la sima. Desde allí mandó aviso a su marido, en el monte, pero cuando Pedro Antonio bajó al pueblo en su ayuda lo paró la Guardia Civil. “Lo llevaron a la misma prisión, en Doneztebe, donde retuvieron a Pío Baroja, precisamente”, señala Jose Mari Esparza, el autor del libro, que ha buscado los detalles en el sumario del caso. Estuvo preso ocho días y salió con el mandato de alejarse de allí. El dinero que mandó desde el monte con un conocido le llegó de vuelta. Juana Josefa ya había desaparecido y con ella toda la familia.

“Lo sabe todo el mundo. Esa noche del 30 de agosto se oyeron cuatro disparos de escopeta. Quizá los más pequeños lloraban y los mataron… Pero a los otros los echaron vivos a la sima. Todo el mundo sabe que al día siguiente fueron a ver si aún se oían gemidos o llantos allí”, asegura Nati. Pero no hay pruebas de nada. Solo secretos a voces sostenidos en el tiempo. “Después tiraron piedras y troncos. Unos dos días antes, los niños habían merendando con nosotros en casa y una de ellas, Martina, quería quedarse y no volver a la chabola, pero no podíamos tenerla, mi padre estaba entonces en la cárcel. Cuando pasó todo, mi madre no dejaba de repetir: la podía haber salvado, la podía haber salvado”.

Los primeros días de la guerra fueron salvajes en el mundo rural. Los más pérfidos aprovecharon para dirimir lindes, consumar venganzas, callar bocas incómodas, apropiarse de terrenos. Las escopetas iban por libre, adelantando la barbarie bélica que llegaría después y sabiendo que los tiros no encontrarían más eco que el que devolviera el monte. En pleno toque de queda, con las guardias vecinales que se formaban, la gente no abría siquiera las ventanas. Pero en los pueblos todo acababa sabiéndose. “Es imposible que nadie viera en una noche de agosto el fuego que arrasó la chabola en la que vivía la familia, que no se oyeran los disparos”, dice Esparza. Las incógnitas no son ajenas a este relato, a pesar de su peculiaridad: en contra de lo común, hubo una investigación abierta 10 años y ha quedado documentación. En eso tuvo que ver un pariente poderoso, de influencia en el alzamiento militar, “el famoso y cruel coronel Antonio Sagardía, tío del carbonero Pedro, que amenazó con quemar el pueblo si no se aclaraba lo sucedido”. Pero las declaraciones de unos y otros aportaron poca luz. Es tierra de contrabando y bocas selladas. En aquellos años, mandado por el juez, un albañil bajó a la sima, pero a la subida solo relató el hallazgo de piedras, leña y lanas de oveja. Caso cerrado.

El pasado diciembre, unos espeleólogos descendieron de nuevo. El forense Francisco Etxevarría también estuvo allí. Pero lo que apareció nada tenía que ver con lo que se buscaba. El cadáver que emergió pertenecía a un joven de 24 años, desaparecido en la zona en 2008. El secreto de sumario ha paralizado las pesquisas antiguas. Los vecinos han contestado decenas de preguntas sobre este asunto y de paso, entre los verdes prados y las piedras centenarias ha rodado de nuevo la historia de “la sima de la familia”.

Arriba, entre Gaztelu y Donamaría, en la ermita de Santa Leocadia se despacha a gusto Mariluz. “Yo era muy chica, pero mi madre la veía ir y venir a Juana Josefa y siempre decía que era guapísima. Estuvieron siete u ocho hombres en el ajo, ellos fueron los que los mataron. Qué valor. Alguno de ellos murió entre alucinaciones: ‘están ahí, míralos, los veo, en la puerta’; eso dicen”. Y fija la mirada en la montaña mientras cae el sol de la tarde y el verde cobra tonalidades evocadoras. “¿Y sabes qué te digo? Que después de todo aquello siguieron robando gallinas”. Y la quesera Ascen rememora en su caserío el disgusto de su padre porque no evitaron la tragedia. “Siempre lo decía: ‘debíamos haber ayudado a aquella gente”.

En el geriátrico de Pamplona, la mujer de gesto grave, se remueve en el sillón. Ella se casó con el único de los hijos de Juana Josefa que se salvó: José Martín, fallecido en 2007. En la estantería está la foto de la boda. “Él nunca hablaba de esto, pero sabía dónde estaban, en la sima, porque a veces le visitaba gente del pueblo y entonces comentaban… Pero era doloroso. Él siempre llevó algo dentro, pero no lo decía…”. José Martín se metió a requeté, como su padre, que murió joven. Cuando acabó la guerra fue a visitar a sus primos y a la tía, la que le daba pan y chocolate a sus hermanos. La tía Petra le recibió con una bofetada. Le reprochaba que se hubiera ido a la guerra sin saber qué había sido de su familia. Pero luego estuvieron charlando. Esa fue la última vez que lo vieron. Ahora la prima Nati espera saludar a su viuda, Gloria Pedroarena, a quien no conocen. Todos se verán en la presentación del libro de Esparza, en Pamplona, el martes. “Quiero que saquen los huesos de allí, que se les dé un final digno”, reclama Nati. Y la viuda de José Martín, el único hijo que sobrevivió dice con voz serena: “Yo no sé si podemos pedir algo, hasta ahora no me lo había ni planteado y él ya no vive, así que… Yo no sé si esas personas que hicieron eso habrán podido dormir. Quién me iba a decir a mí que hoy estaría hablando de esta historia”.