Reescribiendo la guerra, la derecha japonesa ataca un periódico
Por MARTIN FACKLERDEC - The New York Times
Takashi Uemura, ex periodista, está siendo atacado por sus reportajes sobre "mujeres de confort". Crédito Ko Sasaki para The New York Times
SAPPORO, Japón - Takashi Uemura tenía 33 años cuando escribió el artículo que haría su carrera. A continuación, un periodista de investigación de The Asahi Shimbun, el segundo periódico más grande de Japón, examinó si el Ejército Imperial había obligado a las mujeres a trabajar en burdeles militares durante la Segunda Guerra Mundial. Su informe, bajo el título "Recordar todavía trae lágrimas", fue uno de los primeros en contar la historia de un ex "mujer de confort" de Corea.
Avanzando rápido un cuarto de siglo, y lo que el artículo ha hecho al Sr. Uemura, ahora de 56, y retirado del periodismo, un objetivo de la derecha político de Japón. Los tabloides tildarlo de traidor por difundir "mentiras coreanas" que, según ellos eran parte de una campaña de desprestigio dirigida a ajustar cuentas con el Japón. Las amenazas de violencia, el Sr. Uemura dice, le han costado un trabajo de enseñanza universitaria y pronto podría robarle un segundo. Los ultranacionalistas han llegado incluso a estar detrás de sus hijos, con la publicación de mensajes de Internet instando a la gente a llevar a su hija adolescente a un suicidio.
Las amenazas son parte de un amplio asalto vitriólica por parte de los medios de comunicación y políticos de derecha aquí en el Asahi, que ha sido durante mucho tiempo el periódico que los conservadores japoneses les encanta odiar. La batalla es también la más reciente andanada en una disputa de larga discusión acalorada sobre la culpabilidad del Japón por su comportamiento durante la guerra que ha estallado bajo el gobierno de derecha del primer ministro, Shinzo Abe.
Esta última campaña, sin embargo, ha ido más allá de todo Japón de la posguerra ha visto antes, con los políticos nacionalistas, incluido el Sr. Abe mismo (primer ministro japonés), desatando un torrente de insultos que ha intimidado a uno de los últimos bastiones de influencia política progresiva en Japón. También ha envalentonado a los revisionistas que piden un replanteamiento de la disculpa del gobierno de 1.993 para la coacción durante la guerra de las mujeres a ejercer la prostitución.
"Están utilizando la intimidación como una forma de negar la historia", dijo el Sr. Uemura, quien habló con una urgencia rogando y llegó a una entrevista en esta ciudad norteña con pilas de papeles para defenderse. "Nos quieren intimidar en silencio."
"La guerra contra el Asahi," como comentaristas han llamado, comenzó en agosto, cuando el periódico hizo una reverencia a la crítica pública y se retractó de al menos una docena de artículos publicados en la década de 1980 y principios de los 90. Esos artículos citaron un ex soldado, Seiji Yoshida, quien afirmó haber ayudado a las mujeres coreanas para secuestrar a los burdeles militares. Sr. Yoshida fue desacreditado hace dos décadas, pero la derecha japonesa se abalanzó sobre el gesto del Asahi y llamó a un boicot para conducir los 135 años de edad, el diario de negocios.
En declaraciones a un comité parlamentario en octubre, el Sr. Abe dijo "Información errónea del Asahi ha hecho que muchas personas heridas, la tristeza, el dolor y la ira. Se hirió a la imagen de Japón ".
Con las elecciones de este mes, los analistas dicen que los conservadores están tratando de entorpecer el principal periódico de izquierda, de centro de la nación. El Asahi ha apoyado durante mucho tiempo una mayor expiación por el militarismo de guerra de Japón y se ha opuesto el Sr. Abe en otros temas. Pero se encuentra aislado cada vez más como la oposición liberal de la nación sigue en desorden después de una aplastante derrota en las urnas hace dos años.
Sr. Abe y sus aliados políticos también se han aprovechado de los problemas del Asahi como una oportunidad largamente esperada para ir tras el partido más grande: la vista ahora internacionalmente aceptado que los militares japoneses coaccionado a decenas de miles de coreanos y otras mujeres extranjeras a la esclavitud sexual durante la guerra.
La mayoría de los principales historiadores están de acuerdo en que el Ejército Imperial trató a las mujeres en los territorios conquistados como botín de la batalla, el redondeo de ellos para trabajar en un sistema de burdeles militares ejecutar conocidos como centros de solaz que se extendían desde China hasta el Pacífico Sur. Muchos fueron engañados con ofertas de empleo en las fábricas y los hospitales y luego forzadas a mantener relaciones sexuales a los soldados imperiales en los centros de solaz. En el sudeste de Asia, existe evidencia de que los soldados japoneses simplemente secuestraron a las mujeres a trabajar en los burdeles.
Entre las mujeres que hayan dado a conocer a decir que fueron forzadas a tener relaciones sexuales con los soldados son chinos, coreanos y filipinos, así como las mujeres holandeses capturados en Indonesia, entonces una colonia holandesa.
Hay poca evidencia de que los militares japoneses secuestrados o participó directamente en atrapar las mujeres en Corea, que había sido una colonia japonesa desde hace décadas, cuando comenzó la guerra, aunque las mujeres y los activistas que los apoyan dicen que las mujeres a menudo eran engañados y obligados a trabajar en contra de su voluntad.
Los revisionistas, sin embargo, se han aprovechado de la falta de evidencia de secuestros negar que algunas mujeres estaban cautivos en la esclavitud sexual y para argumentar que las mujeres de solaz eran simplemente campamento siguiente prostitutas a hacer buen dinero.
Para los estudiosos del tema mujeres de solaz, la sorpresa no fue la conclusión del Asahi que el señor Yoshida había mentido - el periódico reconoció en 1997 que no podía verificar su cuenta - pero que esperó tanto tiempo para emitir una retractación formal. Los empleados de The Asahi dijo que finalmente actuó porque los miembros del gobierno de Abe habían estado utilizando los artículos de criticar a sus reporteros, y esperaba a despuntar los ataques mediante el establecimiento de las cosas en claro.
En cambio, el movimiento provocó una tormenta de denuncias y se entregó a los revisionistas una nueva apertura para promover su versión de la historia. Ellos también están presionando a un reclamo que ha dejado a los expertos extranjeros rascándose la cabeza con incredulidad: que solo El Asahi es el culpable de convencer al mundo de que las mujeres de solaz eran víctimas de coerción.
Aunque decenas de mujeres se han presentado con el testimonio de sus pruebas, el derecho japonés sostiene que fue la presentación de informes del Asahi que dio lugar a la condena internacional de Japón, incluyendo una resolución de 2007 por los Estados Unidos Cámara de Representantes llamado en Japón a disculparse por "uno de los mayores casos de trata de personas en el siglo 20 ".
Para los conservadores, humillándose El Asahi es también una manera de avanzar en su agenda desde hace mucho tiempo de borrar representaciones de Japón imperial que consideran demasiado negativo y, finalmente, volcar la disculpa 1993 para consolar a las mujeres, según los analistas. Muchos en la derecha han argumentado que el comportamiento de Japón no era peor que la de otros combatientes de la Segunda Guerra Mundial, incluyendo el bombardeo de civiles japoneses de los Estados Unidos.
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"La admisión del Asahi es una oportunidad para que la derecha revisionista que decir: 'Ver! Les dijimos que sí! '", Dijo Koichi Nakano, un politólogo de la Universidad de Sophia en Tokio. "Abe ve esto como su oportunidad de ir después de un problema histórico que él cree que ha herido el honor nacional de Japón."
El competidor conservador del Asahi, The Yomiuri Shimbun, el periódico de mayor circulación en el mundo, ha capitalizado en los problemas de su rival mediante la distribución de folletos que resaltan los errores del Asahi en la información sobre las mujeres de consuelo. Desde agosto, la circulación diaria del Asahi se ha reducido en 230.797 para llegar a cerca de siete millones de lectores, según la Oficina de Auditoría de Circulaciones de Japón.
Los tabloides de derecha han ido más lejos, señalando el Sr. Uemura como un "fabricante de mujeres de confort" a pesar de que su artículo no se encontraba entre los que El Asahi retiró.
El Sr. Uemura dijo The Asahi había sido demasiado miedo para defenderlo, o incluso a sí mismo. En septiembre, los altos ejecutivos del periódico se disculpó por la televisión y dispararon el editor en jefe.
"Abe está utilizando problemas del Asahi para intimidar a otros medios de comunicación a la autocensura", dijo Jiro Yamaguchi, un politólogo que ayudó a organizar una petición para apoyar al Sr. Uemura. "Esta es una nueva forma de macartismo".
Gakuen University Hokusei, una pequeña universidad cristiana donde el Sr. Uemura conferencias sobre la cultura y la historia local, dijo que estaba revisando su contrato debido a amenazas de bomba por los ultranacionalistas. En una tarde reciente, algunos de los partidarios del Sr. Uemura se reunieron para escuchar un sermón de advertencia en contra de repetir los errores de los años oscuros antes de la guerra, cuando la nación pisoteada disidencia.
El Sr. Uemura no asistió, explicando que él ahora era reacio a aparecer en público. "Este es el camino de la derecha de amenazar a otros periodistas en el silencio", dijo. "Ellos no quieren sufrir la misma suerte que tengo."
jueves, 4 de diciembre de 2014
miércoles, 3 de diciembre de 2014
El Gral Prado, 47 años después del matar al cubano Guevara
El hombre que mató al Che, 47 años después
El final de Ernesto Guevara. Un soldado del ejército boliviano recibió la orden de ejecutarlo. Y dejó todo contado por escrito. Día atrás, un diario español dio con él en Santa Cruz de la Sierra.
El diario español El Mundo publicó este domingo una entrevista con el hombre que supuestamente mató al Che Guevara el 9 de octubre de 1967 en la localidad de La Higuera, en el sudoeste de Bolivia.
Dos periodistas de ese diario viajaron hasta Santa Cruz de la Sierra para hablar con Mario Terán Salazar, al que identifican con el soldado que disparó contra Guevara, capturado el día anterior por el Ejército de Bolivia cuando intentaba llevar la revolución a este país.
Los periodistas no consiguen de Terán Salazar una confesión de que fue él quien dio muerte al Che, pero han conseguido de su entonces superior jerárquico, el hoy general Gary Prado, el reconocimiento de cómo habían transcurrido los hechos, que el propio Terán contó por escrito.
Según ese relato, tras la captura de Guevara los militares recibieron la orden gubernamental de ejecutarlo y varios soldados se ofrecieron voluntarios para hacerlo.
El coronel Joaquín Zenteno designó a Terán, quien se dirigió a la escuela de La Higuera en la que estaba retenido el Che.
Al entrar en la sala Guevara se percató de las intenciones del suboficial Terán y le dijo: "Usted viene a matarme (...) Póngase sereno, usted va a matar a un hombre".
Según la confesión por escrito que hizo a sus superiores, Terán se sintió cohibido por la presencia del guerrillero y tuvo un mareo.
Exhibición. Luego de matarlo, lo llevaron a Valle Grande y lo mostraron en una conferencia de prensa.
"Entonces di un paso atrás, hacia el umbral de la puerta, cerré los ojos y disparé la primera ráfaga. El Che cayó al suelo con las piernas destrozadas, se contorsionó y empezó a regar muchísima sangre. Yo recobré el ánimo y disparé la segunda ráfaga, que lo alcanzó en un brazo, en un hombro y en el corazón...", dice. El diario pública una foto del suboficial Terán en 1967 y ahora, cuando tiene 72 años.
El general Gary Prado lo reconoce en las fotos y afirma que todavía se ven esporádicamente en Santa Cruz de la Sierra.
Prado asegura que siempre recomendó al suboficial que no confesara públicamente su papel protagonista en la muerte de Guevara, para evitar posibles venganzas de sus seguidores.
En la charla de poco más de veinte minutos con Terán, en su casa de Santa Cruz, el antiguo suboficial juega con la confusión y afirma que hubo tres militares con su mismo apellido en el Ejército boliviano.
Por eso apunta que "seguramente" ha sido confundido durante toda su vida con quien mató al Che.
Afirma que su compañía estaba alejada de La Higuera en los días de la captura y muerte del líder guerrillero, de quien no tiene buena opinión.
"Para mí ha sido un invasor. Tenía ideas que con su guerrilla quería inculcar en la gente boliviana... ¡Cómo lo idolatran ahora!... ¡Tanta gente ha caído", asegura el ex militar, hoy jubilado.
Clarín
El final de Ernesto Guevara. Un soldado del ejército boliviano recibió la orden de ejecutarlo. Y dejó todo contado por escrito. Día atrás, un diario español dio con él en Santa Cruz de la Sierra.
El diario español El Mundo publicó este domingo una entrevista con el hombre que supuestamente mató al Che Guevara el 9 de octubre de 1967 en la localidad de La Higuera, en el sudoeste de Bolivia.
Dos periodistas de ese diario viajaron hasta Santa Cruz de la Sierra para hablar con Mario Terán Salazar, al que identifican con el soldado que disparó contra Guevara, capturado el día anterior por el Ejército de Bolivia cuando intentaba llevar la revolución a este país.
Los periodistas no consiguen de Terán Salazar una confesión de que fue él quien dio muerte al Che, pero han conseguido de su entonces superior jerárquico, el hoy general Gary Prado, el reconocimiento de cómo habían transcurrido los hechos, que el propio Terán contó por escrito.
Según ese relato, tras la captura de Guevara los militares recibieron la orden gubernamental de ejecutarlo y varios soldados se ofrecieron voluntarios para hacerlo.
El coronel Joaquín Zenteno designó a Terán, quien se dirigió a la escuela de La Higuera en la que estaba retenido el Che.
Al entrar en la sala Guevara se percató de las intenciones del suboficial Terán y le dijo: "Usted viene a matarme (...) Póngase sereno, usted va a matar a un hombre".
Según la confesión por escrito que hizo a sus superiores, Terán se sintió cohibido por la presencia del guerrillero y tuvo un mareo.
Exhibición. Luego de matarlo, lo llevaron a Valle Grande y lo mostraron en una conferencia de prensa.
"Entonces di un paso atrás, hacia el umbral de la puerta, cerré los ojos y disparé la primera ráfaga. El Che cayó al suelo con las piernas destrozadas, se contorsionó y empezó a regar muchísima sangre. Yo recobré el ánimo y disparé la segunda ráfaga, que lo alcanzó en un brazo, en un hombro y en el corazón...", dice. El diario pública una foto del suboficial Terán en 1967 y ahora, cuando tiene 72 años.
El general Gary Prado lo reconoce en las fotos y afirma que todavía se ven esporádicamente en Santa Cruz de la Sierra.
Prado asegura que siempre recomendó al suboficial que no confesara públicamente su papel protagonista en la muerte de Guevara, para evitar posibles venganzas de sus seguidores.
En la charla de poco más de veinte minutos con Terán, en su casa de Santa Cruz, el antiguo suboficial juega con la confusión y afirma que hubo tres militares con su mismo apellido en el Ejército boliviano.
Por eso apunta que "seguramente" ha sido confundido durante toda su vida con quien mató al Che.
Afirma que su compañía estaba alejada de La Higuera en los días de la captura y muerte del líder guerrillero, de quien no tiene buena opinión.
"Para mí ha sido un invasor. Tenía ideas que con su guerrilla quería inculcar en la gente boliviana... ¡Cómo lo idolatran ahora!... ¡Tanta gente ha caído", asegura el ex militar, hoy jubilado.
Clarín
martes, 2 de diciembre de 2014
Eufrasio Videla, el último granadero
Los últimos soldados
Por Luciana Sabina @Kalipolis en Twitter
Detrás de cada guerra hay historias, historias de sufrimiento, superación dentro del caos, valentía y miseria humana. Hoy vamos a ponerle nombre y rostro a algunas de ellas, hablando de los últimos soldados de distintas conflagraciones.
El último veterano francés documentado de la Primera Guerra Mundial fue Lazare Ponticelli, aunque en realidad nació en Italia el 7 de diciembre de 1897 y a los nueve años se instaló en Francia, país del que adoptó la ciudadanía.
Lazare mintió sobre su edad para poder participar en la Gran Guerra, tengamos en cuenta que esta fue un enfrentamiento que entusiasmó a las masas y en la que la opinión pública de entonces veía la solución a todos sus problemas de Europa. Tras esta experiencia, él y sus hermanos fundaron una compañía metalúrgica y de tuberías llamada "Hermanos Ponticelli", que tuvo un gran impulso gracias a la demanda generada por la Segunda Guerra Mundial y que aún existe.
Todos los 11 de noviembre, Ponticelli, asistía al homenaje celebrado en honor a sus compañeros caídos en combate. Explicó que durante la guerra, un soldadito que perdió la vida en la misma les pidió que si moría pensaran en él y fue justamente lo que hizo hasta su fallecimiento a los 110 años. En ese momento Nicolás Sarkozy emitió un comunicado informando a los franceses de esta perdida y lamentándola profundamente.
Pero el último combatiente de la Gran Guerra en morir no fue el italiano, se trató del británico Harry Patch de 111 años, fallecido en julio de 2009. Patch se desempeñó como ametralladorista en la Infantería Ligera del Duque de Cornualles y sufrió una terrible herida durante cierta batalla, de la que tardó mucho en recuperarse.
Existen numerosos videos de entrevistas a Patch, aunque accedió a hablar sobre la guerra recién tras cumplir los 100 años. Sin duda en la mirada centenaria de Patch se materializaba un gran abatimiento, muestra del infierno del que escapó y que jamás lo dejó del todo libre. Podemos adivinar que aún noventa años después, sus ojos seguían viendo el horror de las trincheras.
En cuanto a Argentina, ¿existe registro de algún último soldado? Sí. En la Revista "Caras y Caretas" de mayo 1910 se realizó un reportaje a quien sería el último soldado de San Martín. Un mendocino llamado Eufrasio Videla que, a juzgar por el entrevistador, tendría por entonces entre 110 y 115 años. En el texto se lo describe como un anciano "… alto, flaco, nudoso, erguido, casi tan erguido como los álamos que cortan las perspectivas en los alrededores de Mendoza…" a quien el gobierno de Mendoza pasaba una pequeña pensión, "… que le alcanza para cubrir sus modestos gastos…".
Lo demás se lo otorga la caridad de las personas que le daban asilo. En el momento del encuentro con el periodista Eufrasio vivía en casa del ingeniero Fossati en la calle San Martín 1778. Para finalizar dejamos parte del reportaje que se encuentra en el Nro Nº 607 de la citada revista:
"…Dijéronme que fue soldado de San Martín, pero no estuvo en el Plumerillo, ni se acuerda del general (…)
-¿Pero, se acuerda de Maipú?
- Sí que me acuerdo. Fue allí, pues, la última batalla, donde se rindieron.
-¿Y cómo empezó la cosa?
-Unos cuantos días antes yo había llegado con los que salimos de San Juan. Después fueron viniendo otros grupos de prisioneros y así se fue formando el ejército. (pudiera el relato muy bien referirse a la llegada de dispersos de Cancha Rayada). Nosotros estábamos de la parte de aquí -prosigue Don Eufrasio-, y al hacerlo sale al descanso de la escalera, poniendo cara a Los Andes, -y como en la parte de allí enfrente, en un cerrito blanco, estaban los godos.
-Flojanazos, ¿verdad?
-Hum… ¡Fieros habían sido! Peleamos y peleamos y no aflojaban… Después no quisieron pelear más cuando vieron que nosotros tampoco aflojábamos. Entonces corrimos atrás pa' que se rindieran.
-¿Y se rindieron?
-¿Y cómo no? Si ya no tenían más ganas de pelear.
-¿Y se entregaban?
-Muchos se entregaban, otros querían escapar. Pero nosotros los alcanzábamos.
-¿Y no decían nada, los españoles?
-¿Quiénes, los godos? Sí, decían: "¡No mate, corcho, no mate!", cuando los alcanzábamos…"
Los Andes
Por Luciana Sabina @Kalipolis en Twitter
Detrás de cada guerra hay historias, historias de sufrimiento, superación dentro del caos, valentía y miseria humana. Hoy vamos a ponerle nombre y rostro a algunas de ellas, hablando de los últimos soldados de distintas conflagraciones.
El último veterano francés documentado de la Primera Guerra Mundial fue Lazare Ponticelli, aunque en realidad nació en Italia el 7 de diciembre de 1897 y a los nueve años se instaló en Francia, país del que adoptó la ciudadanía.
Lazare mintió sobre su edad para poder participar en la Gran Guerra, tengamos en cuenta que esta fue un enfrentamiento que entusiasmó a las masas y en la que la opinión pública de entonces veía la solución a todos sus problemas de Europa. Tras esta experiencia, él y sus hermanos fundaron una compañía metalúrgica y de tuberías llamada "Hermanos Ponticelli", que tuvo un gran impulso gracias a la demanda generada por la Segunda Guerra Mundial y que aún existe.
Todos los 11 de noviembre, Ponticelli, asistía al homenaje celebrado en honor a sus compañeros caídos en combate. Explicó que durante la guerra, un soldadito que perdió la vida en la misma les pidió que si moría pensaran en él y fue justamente lo que hizo hasta su fallecimiento a los 110 años. En ese momento Nicolás Sarkozy emitió un comunicado informando a los franceses de esta perdida y lamentándola profundamente.
Pero el último combatiente de la Gran Guerra en morir no fue el italiano, se trató del británico Harry Patch de 111 años, fallecido en julio de 2009. Patch se desempeñó como ametralladorista en la Infantería Ligera del Duque de Cornualles y sufrió una terrible herida durante cierta batalla, de la que tardó mucho en recuperarse.
Existen numerosos videos de entrevistas a Patch, aunque accedió a hablar sobre la guerra recién tras cumplir los 100 años. Sin duda en la mirada centenaria de Patch se materializaba un gran abatimiento, muestra del infierno del que escapó y que jamás lo dejó del todo libre. Podemos adivinar que aún noventa años después, sus ojos seguían viendo el horror de las trincheras.
En cuanto a Argentina, ¿existe registro de algún último soldado? Sí. En la Revista "Caras y Caretas" de mayo 1910 se realizó un reportaje a quien sería el último soldado de San Martín. Un mendocino llamado Eufrasio Videla que, a juzgar por el entrevistador, tendría por entonces entre 110 y 115 años. En el texto se lo describe como un anciano "… alto, flaco, nudoso, erguido, casi tan erguido como los álamos que cortan las perspectivas en los alrededores de Mendoza…" a quien el gobierno de Mendoza pasaba una pequeña pensión, "… que le alcanza para cubrir sus modestos gastos…".
Lo demás se lo otorga la caridad de las personas que le daban asilo. En el momento del encuentro con el periodista Eufrasio vivía en casa del ingeniero Fossati en la calle San Martín 1778. Para finalizar dejamos parte del reportaje que se encuentra en el Nro Nº 607 de la citada revista:
"…Dijéronme que fue soldado de San Martín, pero no estuvo en el Plumerillo, ni se acuerda del general (…)
-¿Pero, se acuerda de Maipú?
- Sí que me acuerdo. Fue allí, pues, la última batalla, donde se rindieron.
-¿Y cómo empezó la cosa?
-Unos cuantos días antes yo había llegado con los que salimos de San Juan. Después fueron viniendo otros grupos de prisioneros y así se fue formando el ejército. (pudiera el relato muy bien referirse a la llegada de dispersos de Cancha Rayada). Nosotros estábamos de la parte de aquí -prosigue Don Eufrasio-, y al hacerlo sale al descanso de la escalera, poniendo cara a Los Andes, -y como en la parte de allí enfrente, en un cerrito blanco, estaban los godos.
-Flojanazos, ¿verdad?
-Hum… ¡Fieros habían sido! Peleamos y peleamos y no aflojaban… Después no quisieron pelear más cuando vieron que nosotros tampoco aflojábamos. Entonces corrimos atrás pa' que se rindieran.
-¿Y se rindieron?
-¿Y cómo no? Si ya no tenían más ganas de pelear.
-¿Y se entregaban?
-Muchos se entregaban, otros querían escapar. Pero nosotros los alcanzábamos.
-¿Y no decían nada, los españoles?
-¿Quiénes, los godos? Sí, decían: "¡No mate, corcho, no mate!", cuando los alcanzábamos…"
Los Andes
lunes, 1 de diciembre de 2014
SGM: Una historia de amor ruso-japonesa
La esposa rusa que se convirtió en un símbolo de amor y sacrifico para los japoneses
por Javier Sanz - Historias de la Historia
Los triángulos amorosos suelen esconder historias de infidelidad y mentiras, pero el triángulo formado por la rusa Klavdia Novikova, el japonés Yasaburo Hachiya y su esposa Hisako sólo esconde amor y sacrificio.
Durante la Segunda Guerra Mundial, Yasaburo y su esposa Hisako huyeron de Japón y se establecieron en Corea donde tuvieron dos hijos. Terminada la guerra en Europa y tras la Conferencia de Yalta, en agosto de 1945 Stalin entró en guerra contra Japón invadiendo Manchuria, Corea y las islas Kuriles. Como ocurrió a muchos japoneses residentes en Corea, Yasaburo fue acusado de espionaje y sentenciado a 10 años en los terribles gulag siberianos. En aquel campo conoció a Klavdia Novikova, encerrada por el terrible crimen de “robar para comer” vestido de “robo de la propiedad socialista“.
Cuando ambos terminaron sus condenas, sus vidas volvieron a dar un giro inesperado: Klavdia regresó a su casa y no encontró a nadie, su marido la había abandonado; Yasaburo, víctima de un error burocrático, tuvo que quedarse en la Unión Soviética al no incluirse su nombre entre los prisioneros japoneses que serían repatriados a Japón. Sin posibilidad de regresar a casa, sin noticias de su familia durante 10 años y pensando que su vida anterior estaba rota, Yasaburo Hachiya desapareció bajo el nombre de Yasha Ivanovich. De la amistad nacida en reclusión, aderezada por la soledad, surgió algo más profundo. En un principio, Klavdia tenía miedo de iniciar una relación con Yasha por el qué dirán -había sido condenado por espionaje-. Así que, a pesar de lo que le dictaba su corazón, puso tierra de por medio y se trasladó a miles de kilómetros hasta un pueblecito llamado Progreso. Pero Yasha no se dio por vencido. La siguió hasta Progreso y allí, después de mucho insistir, consiguió el sí. Se casaron y vivieron felices durante 37 años de un pequeño huerto, algunas cabras y los trabajos de Yasha como barbero y acupuntor.
Yasha y Klavdia
Yasha y Klavdia
Sus vidas volverían a cambiar en los años 90 con la caída de la URSS. La apertura al comercio exterior hizo coincidir a un hombre de negocios local con varios empresarios japoneses. Áquel les comentó, como anecdótico, que en su pueblo vivía un japonés que había estado preso en los gulag. A los japoneses les pareció curiosa su historia y comenzaron a investigar su origen… hasta que encontraron a un hermano de Yasha/Yasaburo y los pusieron en contacto. El mundo de Yasha se derrumbó cuando su hermano le dijo que su esposa Hisako y su hija habían sobrevivido y vivían en Japón -su hijo murió en Corea-. Después de 50 años, Hisako todavía seguían esperándolo. Aquella noticia dejó a Yasaburo desconcertado, no sabía si quedarse y seguir con la vida de Yasha junto a Klavdia o regresar para recuperar a Yasaburo y todo lo que dejó atrás. Klavdia decidió por él: reunió los pocos ahorros que tenían y consiguió un pasaporte para su marido, además de divorciarse de él para que recuperase su anterior vida.
Klavdia sacrificó su propia felicidad e insistió en que debía regresar a los brazos de su esposa que había esperado tanto tiempo. Además, con la pensión que obtendría en Japón podría acceder a la atención médica necesaria para su delicado estado de salud.
Su esposa necesitaba abrazarlo de nuevo y su hija necesitaba un padre [...] Cuando le dejé ir, sentí que me habían arrancado la mitad de mi corazón. La culpa no fue de nadie, sólo el destino. Él había sufrido mucho y merecía unas mejores condiciones de vida en su tierra natal.
Yasha y Klavdia
En marzo de 1997, se despidieron con un apasionado beso y ambos pensaron que sería la última vez que se veían… pero no fue así. Todos los sábados hablaban por teléfono y Yasaburo enviaba regalos y dinero siempre que podía.
Klavdia
Yasaburo
Un escritor japonés se enteró de aquella historia y decidió escribir un libro de aquel triángulo amoroso que luego se llevó al cine. La historia impactó a la sociedad japonesa y se hizo una colecta para financiar el viaje de Klavdia a Japón…. y el reencuentro se produjo. Si intenso y emotivo fue el abrazo entre Yasaburo y Klavdia, no lo fue menos el de Klavdia y Hisako… no hicieron falta palabras, las lágrimas lo decían todo.
Yasaburo y Hisako
El pasado mes de septiembre falleció Klavida Novikova. Su muerte pasó casi inadvertida en Rusia, pero no en Japón donde se había convertido en un símbolo de amor y sacrificio. Después de su muerte, llegó una emotiva carta de despedida a Progreso escrita por Yasaburo.
Fuente e imágenes: The Siberian Times
por Javier Sanz - Historias de la Historia
Los triángulos amorosos suelen esconder historias de infidelidad y mentiras, pero el triángulo formado por la rusa Klavdia Novikova, el japonés Yasaburo Hachiya y su esposa Hisako sólo esconde amor y sacrificio.
Durante la Segunda Guerra Mundial, Yasaburo y su esposa Hisako huyeron de Japón y se establecieron en Corea donde tuvieron dos hijos. Terminada la guerra en Europa y tras la Conferencia de Yalta, en agosto de 1945 Stalin entró en guerra contra Japón invadiendo Manchuria, Corea y las islas Kuriles. Como ocurrió a muchos japoneses residentes en Corea, Yasaburo fue acusado de espionaje y sentenciado a 10 años en los terribles gulag siberianos. En aquel campo conoció a Klavdia Novikova, encerrada por el terrible crimen de “robar para comer” vestido de “robo de la propiedad socialista“.
Cuando ambos terminaron sus condenas, sus vidas volvieron a dar un giro inesperado: Klavdia regresó a su casa y no encontró a nadie, su marido la había abandonado; Yasaburo, víctima de un error burocrático, tuvo que quedarse en la Unión Soviética al no incluirse su nombre entre los prisioneros japoneses que serían repatriados a Japón. Sin posibilidad de regresar a casa, sin noticias de su familia durante 10 años y pensando que su vida anterior estaba rota, Yasaburo Hachiya desapareció bajo el nombre de Yasha Ivanovich. De la amistad nacida en reclusión, aderezada por la soledad, surgió algo más profundo. En un principio, Klavdia tenía miedo de iniciar una relación con Yasha por el qué dirán -había sido condenado por espionaje-. Así que, a pesar de lo que le dictaba su corazón, puso tierra de por medio y se trasladó a miles de kilómetros hasta un pueblecito llamado Progreso. Pero Yasha no se dio por vencido. La siguió hasta Progreso y allí, después de mucho insistir, consiguió el sí. Se casaron y vivieron felices durante 37 años de un pequeño huerto, algunas cabras y los trabajos de Yasha como barbero y acupuntor.
Yasha y Klavdia
Yasha y Klavdia
Sus vidas volverían a cambiar en los años 90 con la caída de la URSS. La apertura al comercio exterior hizo coincidir a un hombre de negocios local con varios empresarios japoneses. Áquel les comentó, como anecdótico, que en su pueblo vivía un japonés que había estado preso en los gulag. A los japoneses les pareció curiosa su historia y comenzaron a investigar su origen… hasta que encontraron a un hermano de Yasha/Yasaburo y los pusieron en contacto. El mundo de Yasha se derrumbó cuando su hermano le dijo que su esposa Hisako y su hija habían sobrevivido y vivían en Japón -su hijo murió en Corea-. Después de 50 años, Hisako todavía seguían esperándolo. Aquella noticia dejó a Yasaburo desconcertado, no sabía si quedarse y seguir con la vida de Yasha junto a Klavdia o regresar para recuperar a Yasaburo y todo lo que dejó atrás. Klavdia decidió por él: reunió los pocos ahorros que tenían y consiguió un pasaporte para su marido, además de divorciarse de él para que recuperase su anterior vida.
Klavdia sacrificó su propia felicidad e insistió en que debía regresar a los brazos de su esposa que había esperado tanto tiempo. Además, con la pensión que obtendría en Japón podría acceder a la atención médica necesaria para su delicado estado de salud.
Su esposa necesitaba abrazarlo de nuevo y su hija necesitaba un padre [...] Cuando le dejé ir, sentí que me habían arrancado la mitad de mi corazón. La culpa no fue de nadie, sólo el destino. Él había sufrido mucho y merecía unas mejores condiciones de vida en su tierra natal.
Yasha y Klavdia
En marzo de 1997, se despidieron con un apasionado beso y ambos pensaron que sería la última vez que se veían… pero no fue así. Todos los sábados hablaban por teléfono y Yasaburo enviaba regalos y dinero siempre que podía.
Klavdia
Yasaburo
Un escritor japonés se enteró de aquella historia y decidió escribir un libro de aquel triángulo amoroso que luego se llevó al cine. La historia impactó a la sociedad japonesa y se hizo una colecta para financiar el viaje de Klavdia a Japón…. y el reencuentro se produjo. Si intenso y emotivo fue el abrazo entre Yasaburo y Klavdia, no lo fue menos el de Klavdia y Hisako… no hicieron falta palabras, las lágrimas lo decían todo.
Yasaburo y Hisako
El pasado mes de septiembre falleció Klavida Novikova. Su muerte pasó casi inadvertida en Rusia, pero no en Japón donde se había convertido en un símbolo de amor y sacrificio. Después de su muerte, llegó una emotiva carta de despedida a Progreso escrita por Yasaburo.
Fuente e imágenes: The Siberian Times
domingo, 30 de noviembre de 2014
Araucanos buscan dividir la Patagonia con apoyo británico
Araucanos chilenos financiados por británicos buscan reclamos falsos
El programa de cable Proyecto Segunda República explica cómo el Reino Unido coordina sus acciones militares en Malvinas y el Atlántico Sur con su Guerra Psicológica y Política, apoyando a la "Nación Mapuche" en la Patagonia, para fracturar el territorio argentino. Esto forma parte del Informe Especial "Doce ejes de ataque contra el territorio de la Patagonia"
El programa de cable Proyecto Segunda República explica cómo el Reino Unido coordina sus acciones militares en Malvinas y el Atlántico Sur con su Guerra Psicológica y Política, apoyando a la "Nación Mapuche" en la Patagonia, para fracturar el territorio argentino. Esto forma parte del Informe Especial "Doce ejes de ataque contra el territorio de la Patagonia"
sábado, 29 de noviembre de 2014
JMR: El testamento de la madre del Restaurador de las Leyes
EL TESTAMENTO DE DOÑA AGUSTINA.
23 de noviembre de 2014 a la(s) 12:51
Doña Agustina Lòpez Osornio fue la esposa de Don Leòn Ortiz de Rozas y la madre del Ilustre Restaurador de la Leyes y de otros 19 hijos. Fue una mujer de caràcter y de acciòn. Durante su vida, ademàs de criar a sus hijos dirigiò sus estancias, administrò sus bienes y procurò ayudar a su projimo toda vez que tuvo oportunidad.
Estas son algunas anècdotas que pintan su caràcter, extraìdas del libro de su nieto el general Lucio Victorio Mansilla titulado "Rosas,ensayo històrico psicològico".
" Gervasio (el menor de los varones) fue, en efecto, hecho tendero, y lo traemos a colación incidentalmente para volver una vez más sobre el carácter de doña Agustina, que llevaba la batuta en todo, en aquel hogar ya descrito.
La cosa no era tan llana como a primera vista parecerá. El mostrador era una doble escuela: preparaba para el buen trato y curaba de falso orgullo. Se conversaba con el bello sexo, entre el chis chas de la tela rasgándose, después de haber sido medida concienzudamente; pero había que vivir en la tienda, que comer platos de viandas preparadas en la fonda, que barrer adentro y afuera, en una palabra, que no hacerle asco a nada, siendo, ítem más, el doncel tan respetuoso con los patrones como con los propios padres. El tiempo y la paciencia, la humildad y un poco de neuronas completarían la obra.
Sucedió que Gervasio, habiéndosele mandado que lavara los platos en que habían comido sus colegas de más edad, contestó: "Yo no he venido aquí para eso".
El dependiente principal dio cuenta al patrón y éste, llamando a Gervasio, le dijo secamente: "Amiguito, desde este momento yo no lo necesito a usted más, tome su sombrero, váyase y mande por su cama. Yo hablaré con misia Agustina después; mientras tanto prontito, a su casa..."
Gervasio llegó a ella todo lleno de turbación, porque en el camino había calculado lo que le esperaba.
Habló; la madre nada dijo. Salió, y un rato después regresaba con el patrón.
Que llamen a Gervasio, ordenó a un sirviente.
Gervasio se presentó: tomóle de una oreja, y diciéndole "hínquese usted y pídale perdón al señor ", a ello le obligó. Y prosiguió: "¿Lo perdona usted, señor?" -Y cómo no, mi señora doña Agustina. - Bueno, pues caballerito, con que tengamos la fiesta en paz... y váyase a su tienda con el señor que hará de usted un hombre. Pero, ahora, mi amigo, yo le pido a usted come un favor que a este niño le haga usted hacer otras cosas (y al oído le dijo: que limpie las bacinillas).
Gervasio no volvió a tener humos. Poco tiempo después, habiéndose bajado el talle, su posición era otra en todo sentido, no faltándole sindéresis. ¡Cuán cierto es que así como hay analépticos para fortificar el cuerpo, así también los hay para curar los resabios del amor propio mal entendido!
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Cuando don León pasó a mejor vida, doña Agustina hacía ya años que no se levantaba de la cama; estaba tullida. Pero asimismo de todo se ocupaba: de su casa, de su familia, de sus parientes, de sus relaciones, de sus intereses, comprando y vendiendo casas, reedificando, descontando dinero, y siempre constantemente haciendo obras de caridad y amparando a cuantos podía, a los perseguidos con o sin razón por sus opiniones políticas. Y hubo vez en que riñó por mucho tiempo con su hijo por negarse éste a poner en libertad a un perseguido, del que ella decía: "Ese señor (Almeida) no es unitario ni es federal, no es nada, es un buen sujeto; y así es como Juan Manuel se hace de enemigos porque no oye sino a los adulones". El entredicho duró hasta que el dictador fue a pedirle perdón de rodillas, anunciándole que el hombre estaba en libertad.
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Uno de los actos de doña Agustina que más acentúan sus caracteres complejos de mujer caritativa y prepotente es su testamento. Estos documentos no mienten, siendo una secuela legal que puede compulsarse.
Necesitamos para mejor inteligencia de las cosas decir que de la unión entre doña Manuela y el doctor Bond, ya citados, le quedaron huérfanos a doña Agustina varios nietos, de los que fue tutora y curadora: Enriqueta, Franklin, Carolina y Enrique, que murió. Doña Agustina los cuidaba y los amaba con la más tierna y exagerada solicitud, a título de que eran muy desgraciados no teniendo padre ni madre.
Resolvió, pues, hacer su testamento. Tenía un escribano condiscípulo y amigo, hombre seguro, de toda su confianza, con el que se tuteaba. Lo mandó llamar.
-Montaña, quiero hacer mi testamento.
-Bueno, hija.
-Siéntate y escribe.
Montaña se acomodó en una mesita redonda estilo imperio que conserva la familia, y doña Agustina, que tenía una excelente memoria, mucho orden y todas sus facultades mentales intactas a pesar de sus años y de sus achaques dolorosos, comenzó a dictar.
-Agustinita, eso que dispones no está bien.
-¿Por qué?
-Porque lo prohíbe la ley.
-¡Que lo prohíbe la ley! ¡já, ja, já! ¿Qué, yo no puedo hacer con lo mío, con lo que hemos ganado honradamente con mi marido, lo que se me antoje? escribí no más, Montaña.
-Pero, hija, si no se puede, si no será válido; no seas porfiada.
-¿Qué no se puede? escribí no más, que vos no sos el del testamento, sino yo, y ya verás si se puede...
-Pues escribiré y ya verás.
-Ya veremos.
Montaña siguió escribiendo, y la señora disponiendo sus bienes.
Montaña arguyó nuevamente: "Eso tampoco se puede", y la señora redarguyó: "Ya verás si se puede; escribí, nomás, escribí".
Montaña agachó la cabeza, siguió, y las mismas contradicciones se repitieron unas cuantas veces más...
-Bueno; lee ahora, Montaña.
Montaña leyó.
-Perfectamente, agregá ahora: Sé que lo que dispongo en los artículos tales y cuales es contrario a lo que mandan las leyes tales y cuales (cita todas tus leyes). Pero también sé que he criado hijos obedientes y subordinados que sabrán cumplir mi voluntad después de mis días: lo ordeno.
Y el testamento, que era una monstruosidad legal, se cumplió. La señora favorecía a sus tres nietos a tal punto, que todos ellos heredaban más que sus hijos.
El testamento se abrió; la primogénita, doña Gregoria, dijo: "Vayan a ver qué dice Juan Manuel". Así se hizo. Don Juan Manuel no lo leyó, diciendo: "Que se cumpla la voluntad de madre". Los otros de ambos sexos, sabiendo lo que había dicho el hermano mayor, contestaron lo mismo sin leer. Sólo Gervasio, el hermano menor, se lo hizo leer. Meditó, y después de reflexionar, dijo: "Que se cumpla la voluntad de madre. Pero vayan a decirle a Juan Manuel y a Prudencio que nosotros somos ricos, que de lo nuestro se tome para integrar la hijuela que a las hermanas mujeres corresponde..."
Y así se hizo, y la voluntad de doña Agustina López de Osornio prevaleció contra la ley, cumpliéndose lo que al testar le decía al escribano refractario, plenamente convencida de su infabilidad : "Ya verás como se puede ".
23 de noviembre de 2014 a la(s) 12:51
Doña Agustina Lòpez Osornio fue la esposa de Don Leòn Ortiz de Rozas y la madre del Ilustre Restaurador de la Leyes y de otros 19 hijos. Fue una mujer de caràcter y de acciòn. Durante su vida, ademàs de criar a sus hijos dirigiò sus estancias, administrò sus bienes y procurò ayudar a su projimo toda vez que tuvo oportunidad.
Estas son algunas anècdotas que pintan su caràcter, extraìdas del libro de su nieto el general Lucio Victorio Mansilla titulado "Rosas,ensayo històrico psicològico".
" Gervasio (el menor de los varones) fue, en efecto, hecho tendero, y lo traemos a colación incidentalmente para volver una vez más sobre el carácter de doña Agustina, que llevaba la batuta en todo, en aquel hogar ya descrito.
La cosa no era tan llana como a primera vista parecerá. El mostrador era una doble escuela: preparaba para el buen trato y curaba de falso orgullo. Se conversaba con el bello sexo, entre el chis chas de la tela rasgándose, después de haber sido medida concienzudamente; pero había que vivir en la tienda, que comer platos de viandas preparadas en la fonda, que barrer adentro y afuera, en una palabra, que no hacerle asco a nada, siendo, ítem más, el doncel tan respetuoso con los patrones como con los propios padres. El tiempo y la paciencia, la humildad y un poco de neuronas completarían la obra.
Sucedió que Gervasio, habiéndosele mandado que lavara los platos en que habían comido sus colegas de más edad, contestó: "Yo no he venido aquí para eso".
El dependiente principal dio cuenta al patrón y éste, llamando a Gervasio, le dijo secamente: "Amiguito, desde este momento yo no lo necesito a usted más, tome su sombrero, váyase y mande por su cama. Yo hablaré con misia Agustina después; mientras tanto prontito, a su casa..."
Gervasio llegó a ella todo lleno de turbación, porque en el camino había calculado lo que le esperaba.
Habló; la madre nada dijo. Salió, y un rato después regresaba con el patrón.
Que llamen a Gervasio, ordenó a un sirviente.
Gervasio se presentó: tomóle de una oreja, y diciéndole "hínquese usted y pídale perdón al señor ", a ello le obligó. Y prosiguió: "¿Lo perdona usted, señor?" -Y cómo no, mi señora doña Agustina. - Bueno, pues caballerito, con que tengamos la fiesta en paz... y váyase a su tienda con el señor que hará de usted un hombre. Pero, ahora, mi amigo, yo le pido a usted come un favor que a este niño le haga usted hacer otras cosas (y al oído le dijo: que limpie las bacinillas).
Gervasio no volvió a tener humos. Poco tiempo después, habiéndose bajado el talle, su posición era otra en todo sentido, no faltándole sindéresis. ¡Cuán cierto es que así como hay analépticos para fortificar el cuerpo, así también los hay para curar los resabios del amor propio mal entendido!
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Cuando don León pasó a mejor vida, doña Agustina hacía ya años que no se levantaba de la cama; estaba tullida. Pero asimismo de todo se ocupaba: de su casa, de su familia, de sus parientes, de sus relaciones, de sus intereses, comprando y vendiendo casas, reedificando, descontando dinero, y siempre constantemente haciendo obras de caridad y amparando a cuantos podía, a los perseguidos con o sin razón por sus opiniones políticas. Y hubo vez en que riñó por mucho tiempo con su hijo por negarse éste a poner en libertad a un perseguido, del que ella decía: "Ese señor (Almeida) no es unitario ni es federal, no es nada, es un buen sujeto; y así es como Juan Manuel se hace de enemigos porque no oye sino a los adulones". El entredicho duró hasta que el dictador fue a pedirle perdón de rodillas, anunciándole que el hombre estaba en libertad.
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Uno de los actos de doña Agustina que más acentúan sus caracteres complejos de mujer caritativa y prepotente es su testamento. Estos documentos no mienten, siendo una secuela legal que puede compulsarse.
Necesitamos para mejor inteligencia de las cosas decir que de la unión entre doña Manuela y el doctor Bond, ya citados, le quedaron huérfanos a doña Agustina varios nietos, de los que fue tutora y curadora: Enriqueta, Franklin, Carolina y Enrique, que murió. Doña Agustina los cuidaba y los amaba con la más tierna y exagerada solicitud, a título de que eran muy desgraciados no teniendo padre ni madre.
Resolvió, pues, hacer su testamento. Tenía un escribano condiscípulo y amigo, hombre seguro, de toda su confianza, con el que se tuteaba. Lo mandó llamar.
-Montaña, quiero hacer mi testamento.
-Bueno, hija.
-Siéntate y escribe.
Montaña se acomodó en una mesita redonda estilo imperio que conserva la familia, y doña Agustina, que tenía una excelente memoria, mucho orden y todas sus facultades mentales intactas a pesar de sus años y de sus achaques dolorosos, comenzó a dictar.
-Agustinita, eso que dispones no está bien.
-¿Por qué?
-Porque lo prohíbe la ley.
-¡Que lo prohíbe la ley! ¡já, ja, já! ¿Qué, yo no puedo hacer con lo mío, con lo que hemos ganado honradamente con mi marido, lo que se me antoje? escribí no más, Montaña.
-Pero, hija, si no se puede, si no será válido; no seas porfiada.
-¿Qué no se puede? escribí no más, que vos no sos el del testamento, sino yo, y ya verás si se puede...
-Pues escribiré y ya verás.
-Ya veremos.
Montaña siguió escribiendo, y la señora disponiendo sus bienes.
Montaña arguyó nuevamente: "Eso tampoco se puede", y la señora redarguyó: "Ya verás si se puede; escribí, nomás, escribí".
Montaña agachó la cabeza, siguió, y las mismas contradicciones se repitieron unas cuantas veces más...
-Bueno; lee ahora, Montaña.
Montaña leyó.
-Perfectamente, agregá ahora: Sé que lo que dispongo en los artículos tales y cuales es contrario a lo que mandan las leyes tales y cuales (cita todas tus leyes). Pero también sé que he criado hijos obedientes y subordinados que sabrán cumplir mi voluntad después de mis días: lo ordeno.
Y el testamento, que era una monstruosidad legal, se cumplió. La señora favorecía a sus tres nietos a tal punto, que todos ellos heredaban más que sus hijos.
El testamento se abrió; la primogénita, doña Gregoria, dijo: "Vayan a ver qué dice Juan Manuel". Así se hizo. Don Juan Manuel no lo leyó, diciendo: "Que se cumpla la voluntad de madre". Los otros de ambos sexos, sabiendo lo que había dicho el hermano mayor, contestaron lo mismo sin leer. Sólo Gervasio, el hermano menor, se lo hizo leer. Meditó, y después de reflexionar, dijo: "Que se cumpla la voluntad de madre. Pero vayan a decirle a Juan Manuel y a Prudencio que nosotros somos ricos, que de lo nuestro se tome para integrar la hijuela que a las hermanas mujeres corresponde..."
Y así se hizo, y la voluntad de doña Agustina López de Osornio prevaleció contra la ley, cumpliéndose lo que al testar le decía al escribano refractario, plenamente convencida de su infabilidad : "Ya verás como se puede ".
viernes, 28 de noviembre de 2014
Vida civil: Un médico asesino en serie en la París ocupada
Médico francés en la Segunda Guerra Mundial fue un asesino en serie
Medical Bag
Desde 1942 hasta 1944, el Dr. Marcel Petiot, un médico muy respetado en su comunidad, vio la oportunidad de construir su riqueza personal durante la locura de la Segunda Guerra Mundial en París. Fue un periodo negro en la historia de París, cuando las familias judías esperaban escapar masacre. También fue un momento surrealista en París mientras la Segunda Guerra Mundial estaba en su apogeo, ya que las desapariciones eran comunes en la ciudad ocupada por los nazis. No había nadie a quien acudir. Temiendo por sus vidas, Judios no podía reportar a personas que faltan a los nazis.
En medio de la anarquía en curso era Marcel Petiot, quien era conocido como un médico devoto y benévolo. A lo largo de la resistencia francesa, fue reconocido como un luchador por la libertad dispuesto a arriesgar su vida para ayudar a los Judios, combatientes de la resistencia, y los ciudadanos franceses ordinarios que buscan escapar de París para la seguridad de América del Sur. Sin embargo, Petiot particular aprovechaba de los judíos que estaban desesperados por huir de Francia con el fin de sobrevivir en el ambiente letal.
Negocios estaba en auge para Petiot, como muchos Judios estaban siendo cazados por los alemanes para "interrogatorio", y estaban en la clandestinidad por temor a la muerte inminente. Al principio, Petiot vierten los cadáveres en el Sena, que era muy riesgoso dado lo ocupado fue el río. Finalmente, Petiot compró una casa en París a los 21 Rue le Sueur, donde construyó pozos de cal en el sótano para desintegrar los cuerpos, junto con una estufa de carbón utilizado para la incineración. Como implementó su esquema ruta de escape falso, Petiot era descuidado, y no se molestó en mantener un perfil bajo. Con el tiempo, la noticia llegó a la Gestapo que había un médico que era un miembro de la resistencia francesa que estaba ayudando Judios escapar del país. Autoridades alemanas detuvieron a los cómplices de Petiot, y bajo tortura, se reveló que el "Dr. Eugène "era en realidad el Dr. Marcel Petiot, que corría la red de la huida de los nazis creían que es auténtico.
Cuando París fue liberado en 1944, Petiot estaba usando el nombre de Henri Valeri. El nuevo nombre y bigotes no ayudaron mucho, porque el 31 de octubre de 1944, Petiot fue reconocido en una estación del metro de París y arrestado. Fue acusado de 27 cargos de asesinato fines de lucro.
Durante su juicio, Petiot era desafiante, alegando que las personas que ayudó estaban todos vivos y vivir bien en América del Sur con nombres falsos. En cuanto a los órganos y partes del cuerpo que se encuentran en su bodega, Petiot afirmó que cada uno era un nazi a quien había matado a proteger al pueblo de Francia. Su historia no era creíble, y fue declarado culpable de 26 cargos de asesinato y condenado a muerte. Los medios de comunicación llamaron él "Doctor Muerte" y el "Carnicero de París", entre otros apodos. Era sospechoso de matar a más de 60 personas durante su juerga de asesinato. Sus ganancias financieras se estimaron en 200 millones de francos, el equivalente de aproximadamente $ 25 millones en la actualidad. Petiot fue decapitado en la guillotina el 25 de mayo 1946 por sus crímenes atroces.
Muerte en la Ciudad de la Luz: El asesino en serie de la ocupación nazi de París, un libro sobre crímenes reales escrita por David Rey y que cubre la investigación y el juicio del Dr. Marcel Petiot, fue publicado en 2011. Un libro anterior, los crímenes indescriptibles de Dr. Petiot por Thomas Maeder, reconstruye los crímenes del doctor y el juicio de las entrevistas de supervivencia, así como el expediente oficial de la corte una vez clasificada.
Medical Bag
Desde 1942 hasta 1944, el Dr. Marcel Petiot, un médico muy respetado en su comunidad, vio la oportunidad de construir su riqueza personal durante la locura de la Segunda Guerra Mundial en París. Fue un periodo negro en la historia de París, cuando las familias judías esperaban escapar masacre. También fue un momento surrealista en París mientras la Segunda Guerra Mundial estaba en su apogeo, ya que las desapariciones eran comunes en la ciudad ocupada por los nazis. No había nadie a quien acudir. Temiendo por sus vidas, Judios no podía reportar a personas que faltan a los nazis.
En medio de la anarquía en curso era Marcel Petiot, quien era conocido como un médico devoto y benévolo. A lo largo de la resistencia francesa, fue reconocido como un luchador por la libertad dispuesto a arriesgar su vida para ayudar a los Judios, combatientes de la resistencia, y los ciudadanos franceses ordinarios que buscan escapar de París para la seguridad de América del Sur. Sin embargo, Petiot particular aprovechaba de los judíos que estaban desesperados por huir de Francia con el fin de sobrevivir en el ambiente letal.
Asesinato con fines de lucro
Petiot ideó un plan malvado y despreciable en el que afirmaba que podía organizar el paso seguro de París a Argentina a través de Portugal por un importe de 25.000 francos por persona. El precio incluye todos los documentos de viaje necesarios. Los cómplices serían atraer a víctimas desprevenidas a Petiot, quien usaba el alias de "Dr. Eugène. "Decenas de víctimas se presentaba con sus 25.000 francos, además de todos sus ahorros y pertenencias metido en una maleta, pensando que iban a empezar una nueva vida lejos del peligro a diario en el que vivían.Su veneno de elección: Cianuro
Cuando las víctimas llegaron a su casa, Petiot les informó que los funcionarios argentinos requieren una inoculación para todas las personas que entran en su país. Y, ¿quién mejor para inocular ellos que un médico? La ruta de escape que prometió era inexistente. Petiot procedió a inyectar a sus víctimas con cianuro. Entonces él verlos morir. No sólo roban sus 25.000 francos, que había hurgar en su equipaje y tomó algo de valor que encontraba.Negocios estaba en auge para Petiot, como muchos Judios estaban siendo cazados por los alemanes para "interrogatorio", y estaban en la clandestinidad por temor a la muerte inminente. Al principio, Petiot vierten los cadáveres en el Sena, que era muy riesgoso dado lo ocupado fue el río. Finalmente, Petiot compró una casa en París a los 21 Rue le Sueur, donde construyó pozos de cal en el sótano para desintegrar los cuerpos, junto con una estufa de carbón utilizado para la incineración. Como implementó su esquema ruta de escape falso, Petiot era descuidado, y no se molestó en mantener un perfil bajo. Con el tiempo, la noticia llegó a la Gestapo que había un médico que era un miembro de la resistencia francesa que estaba ayudando Judios escapar del país. Autoridades alemanas detuvieron a los cómplices de Petiot, y bajo tortura, se reveló que el "Dr. Eugène "era en realidad el Dr. Marcel Petiot, que corría la red de la huida de los nazis creían que es auténtico.
El hedor de la muerte
Pero el 11 de marzo de 1944, antes de que los nazis podían localizar al doctor, sus vecinos se quejaron de un hedor nauseabundo que emanaba de humo que salía de la chimenea de la casa. El olor nocivo incitó a los vecinos de Petiot llamar a la policía para investigar. La policía temían un incendio en la chimenea y convocaron a los bomberos también. Cuando la policía y los bomberos entraron en la casa de Petiot, descubrieron restos humanos esparcidos por todo el sótano. Petiot declaró su caso, diciendo que la Gestapo lo buscaba porque era parte de la Resistencia y explicó que había matado a los alemanes, informantes y traidores franceses. La policía francesa, simpatizantes a la causa y amargados por años de ocupación nazi, no se detienen a Petiot-una ruptura muy afortunado. Petiot inmediatamente huyó de su casa y se escondió bajo tierra en París, afirmando su lealtad a la Resistencia. Él fue proporcionado refugio seguro por algunos de los partidarios del movimiento. Ahora, viviendo como un fugitivo de los nazis, Petiot crecer la barba y adoptó varios alias. Durante su ausencia, sus crímenes asesinato fines de lucro fueron rápidamente descubierto y la cacería humana creció hasta incluir a las autoridades francesas también.Cuando París fue liberado en 1944, Petiot estaba usando el nombre de Henri Valeri. El nuevo nombre y bigotes no ayudaron mucho, porque el 31 de octubre de 1944, Petiot fue reconocido en una estación del metro de París y arrestado. Fue acusado de 27 cargos de asesinato fines de lucro.
Durante su juicio, Petiot era desafiante, alegando que las personas que ayudó estaban todos vivos y vivir bien en América del Sur con nombres falsos. En cuanto a los órganos y partes del cuerpo que se encuentran en su bodega, Petiot afirmó que cada uno era un nazi a quien había matado a proteger al pueblo de Francia. Su historia no era creíble, y fue declarado culpable de 26 cargos de asesinato y condenado a muerte. Los medios de comunicación llamaron él "Doctor Muerte" y el "Carnicero de París", entre otros apodos. Era sospechoso de matar a más de 60 personas durante su juerga de asesinato. Sus ganancias financieras se estimaron en 200 millones de francos, el equivalente de aproximadamente $ 25 millones en la actualidad. Petiot fue decapitado en la guillotina el 25 de mayo 1946 por sus crímenes atroces.
Muerte en la Ciudad de la Luz: El asesino en serie de la ocupación nazi de París, un libro sobre crímenes reales escrita por David Rey y que cubre la investigación y el juicio del Dr. Marcel Petiot, fue publicado en 2011. Un libro anterior, los crímenes indescriptibles de Dr. Petiot por Thomas Maeder, reconstruye los crímenes del doctor y el juicio de las entrevistas de supervivencia, así como el expediente oficial de la corte una vez clasificada.
jueves, 27 de noviembre de 2014
Catalanes quieren sacar la estatua de su asediador madrileño
Una estatua reabre la guerra de 1714
Madrid rechaza quitar la efigie a Blas de Lezo, al que Barcelona culpa de asediar la ciudad
BRUNO GARCÍA GALLO - El País
Detalle de una ilustración sobre el primer asedio a Barcelona, datada en 1706, dentro de la exposición 'Memória gráfica de una guerra'.
“En ningún momento, bajo ningún concepto y en ningún caso contemplo quitar el monumento a Blas de Lezo, que lo es a la verdad, contra el olvido y contra la manipulación de quienes pretenden cambiar la historia de una gran nación como es España”, ha respondido la alcaldesa de Madrid, Ana Botella (PP) a EL PAÍS sobre la exigencia del Ayuntamiento de Barcelona (CiU), para que se retire la estatua al militar.
“¿Qué dirían si Barcelona homenajeara a una persona que hubiera bombardeado Madrid?”, se preguntaba el miércoles el primer teniente de alcalde barcelonés, Joaquim Forn (CiU). “Homenajear al cómplice de la pérdida de nuestras libertades, de la prohibición de nuestra lengua y un largo etcétera, no nos parece de justicia, ni digno de admiración”, censuró Joan Laporta (Democràcia Catalana), que, junto a Jordi Portabella (ERC), presentó la moción, informa Clara Blanchar.
Según Laporta, “Blas de Lezo tuvo “un protagonismo destacado” en el asedio a Barcelona, al “capitanear el bombardeo”. En opinión de la historiadora Carolina Aguada, comisaria de la última gran exposición sobre el militar y asesora en la elaboración de la estatua, “ese punto de partida es erróneo”. Según su reconstrucción, aún bajo investigación, Blas de Lezo (Pasaia, 1689) acababa prácticamente de iniciar su carrera y era alférez de bajel de alto bordo cuando le mandaron a Barcelona durante el primer (y fracasado) sitio, en 1706, en el que participó Felipe V y que por mar capitaneó Luis Alejandro de Borbón.
En 1713, relata la historiadora, Barcelona era el último bastión leal al archiduque Carlos de Austria cuando las tropas de Felipe V, comandadas por el duque de Popoli, cercaron de nuevo la ciudad. Blas de Lezo formó parte del asedio por mar como capitán del Campanela en una flota al mando de Manuel López Pintado. En los combates, perdió la movilidad en un brazo por un disparo de mosquete; en 1704 había perdido una pierna en Vélez-Málaga por un cañonazo, y dos años después un ojo en Santa Catalina de Tolón.
“Los decretos de Nova Planta (en 1716) pusieron fin a las leyes catalanas y su gobierno. En el siglo XIX, el movimiento catalanista de la Renaixença contribuyó a crear un imaginario colectivo sobre el pasado catalán”, y aquel día “se convirtió en símbolo y un referente importante de las reivindicaciones nacionalistas”, añadía.
Estatua a Blas de Lezo inaugurada el día 15 en Madrid. / ÁNGEL DÍAZ (EFE)
Así lo explica el catedrático Joaquim Albareda (UPF): “Fue la pérdida de un sistema jurídico y político propio; no sólo se perdieron las Cortes, la Generalitat y un tribunal de tipo constitucional, sino la capacidad de que el hombre común participara en política. De golpe y porrazo, se impuso un sistema militarizado y absolutista”.
Así, la estatua es “inoportuna por sus connotaciones en un momento político ya de por sí bastante complejo y envenenado”. “Con la memoria histórica hay que tener respeto por lo que significa, sobre todo porque en la guerra hubo una España vencida”, zanja.
José Álvarez Junco, catedrático emérito de la UCM, coincide en que “todo esto nada tiene que ver con lo que ocurrió hace 300 años sino que responde a intereses políticos actuales”.
La referida gesta fue la defensa victoriosa de Cartagena de Indias (ahora, Colombia) con 6.000 soldados y 990 cañones ante las tropas inglesas, que contaban con 23.600 hombres y 3.000 piezas de artillería. Blas de Lezo murió seis meses después de peste.
Poco antes de la inauguración de la estatua, el edil barcelonés de Cultura, Jaume Ciurana (CiU), publicó en Twitter: “Madrid mañana inaugura una escultura a Blas de Lezo, que, entre otras cosas, bombardeó Barcelona durante el sitio de 1714. En fin”. Aquello levantó una tormenta en esa red social, convirtiéndose en uno de los temas más comentados.
García Cárcel y García de Cortazar rechazan la crítica al militar del siglo XVIII
El miércoles, en el Ayuntamiento catalán, también ICV vio “plenamente justificada” la petición de retirar la estatua. Los socialistas aseguraron no entenderlo, y calificaron la moción de “injerencia” en asuntos de Madrid. Acusaron a los proponentes de querer “borrar todo lo que tiene que ver con la historia común”, pero se abstuvieron; el PP votó en contra. En Madrid, el candidato socialista a la Alcaldía, Antonio Miguel Carmona, achacó el jueves la iniciativa a “la incultura, el provincianismo y un deseo de reescribir la historia para que los hechos cuadren con sus delirios”.
Madrid rechaza quitar la efigie a Blas de Lezo, al que Barcelona culpa de asediar la ciudad
BRUNO GARCÍA GALLO - El País
Detalle de una ilustración sobre el primer asedio a Barcelona, datada en 1706, dentro de la exposición 'Memória gráfica de una guerra'.
“En ningún momento, bajo ningún concepto y en ningún caso contemplo quitar el monumento a Blas de Lezo, que lo es a la verdad, contra el olvido y contra la manipulación de quienes pretenden cambiar la historia de una gran nación como es España”, ha respondido la alcaldesa de Madrid, Ana Botella (PP) a EL PAÍS sobre la exigencia del Ayuntamiento de Barcelona (CiU), para que se retire la estatua al militar.
“¿Qué dirían si Barcelona homenajeara a una persona que hubiera bombardeado Madrid?”, se preguntaba el miércoles el primer teniente de alcalde barcelonés, Joaquim Forn (CiU). “Homenajear al cómplice de la pérdida de nuestras libertades, de la prohibición de nuestra lengua y un largo etcétera, no nos parece de justicia, ni digno de admiración”, censuró Joan Laporta (Democràcia Catalana), que, junto a Jordi Portabella (ERC), presentó la moción, informa Clara Blanchar.
Según Laporta, “Blas de Lezo tuvo “un protagonismo destacado” en el asedio a Barcelona, al “capitanear el bombardeo”. En opinión de la historiadora Carolina Aguada, comisaria de la última gran exposición sobre el militar y asesora en la elaboración de la estatua, “ese punto de partida es erróneo”. Según su reconstrucción, aún bajo investigación, Blas de Lezo (Pasaia, 1689) acababa prácticamente de iniciar su carrera y era alférez de bajel de alto bordo cuando le mandaron a Barcelona durante el primer (y fracasado) sitio, en 1706, en el que participó Felipe V y que por mar capitaneó Luis Alejandro de Borbón.
En 1713, relata la historiadora, Barcelona era el último bastión leal al archiduque Carlos de Austria cuando las tropas de Felipe V, comandadas por el duque de Popoli, cercaron de nuevo la ciudad. Blas de Lezo formó parte del asedio por mar como capitán del Campanela en una flota al mando de Manuel López Pintado. En los combates, perdió la movilidad en un brazo por un disparo de mosquete; en 1704 había perdido una pierna en Vélez-Málaga por un cañonazo, y dos años después un ojo en Santa Catalina de Tolón.
Laporta, apoyado por CiU e ICV, le acusa de “capitanear” el ataque a la ciudad condal“Las autoridades catalanas resolvieron continuar la guerra contra Felipe V ante la posibilidad de perder sus leyes y autogobierno”, aseguró la Generalitat de Cataluña (CiU) con motivo de una exposición en febrero que conmemoraba el tricentenario de la caída de Barcelona. La ciudad “capituló después de 14 meses de asedio” (aquel 11 de septiembre es la fiesta nacional catalana, la Diada).
“Los decretos de Nova Planta (en 1716) pusieron fin a las leyes catalanas y su gobierno. En el siglo XIX, el movimiento catalanista de la Renaixença contribuyó a crear un imaginario colectivo sobre el pasado catalán”, y aquel día “se convirtió en símbolo y un referente importante de las reivindicaciones nacionalistas”, añadía.
Estatua a Blas de Lezo inaugurada el día 15 en Madrid. / ÁNGEL DÍAZ (EFE)
Así lo explica el catedrático Joaquim Albareda (UPF): “Fue la pérdida de un sistema jurídico y político propio; no sólo se perdieron las Cortes, la Generalitat y un tribunal de tipo constitucional, sino la capacidad de que el hombre común participara en política. De golpe y porrazo, se impuso un sistema militarizado y absolutista”.
Así, la estatua es “inoportuna por sus connotaciones en un momento político ya de por sí bastante complejo y envenenado”. “Con la memoria histórica hay que tener respeto por lo que significa, sobre todo porque en la guerra hubo una España vencida”, zanja.
Botella: “En ningún caso y bajo ningún concepto retiraré el monumento”Disiente Ricardo García Cárcel, catedrático de la UAB y miembro de la Real Academia de la Historia: “La participación de Blas de Lezo fue casi anecdótica, y no sirviendo a España sino a Felipe V contra los partidarios del archiduque. Me produce un rechazo enorme la interpretación de Guerra de Sucesión en términos de España contra Cataluña. Es falso y maniqueo”. Fernando García de Cortázar, catedrático de Deusto, lo cree “una muestra más de la agotadora campaña nacionalista”. “La derrota de 1714 se prolonga en la imaginación colectiva como esos relatos de ficción que niegan la historia y pretenden reconstruirla. Dudo de que en ninguna parte de Europa se haya asistido a tal labor de manipulación cultural como la que estamos sufriendo con ocasión del tricentenario. Ahora le toca a Blas de Lezo, uno de los marinos más destacados. Aquí no cabe ni indiferencia profesional ni desidia cívica porque el nacionalismo nunca construye sus espejismos sin arrebatarnos nuestras realidades”, asegura.
José Álvarez Junco, catedrático emérito de la UCM, coincide en que “todo esto nada tiene que ver con lo que ocurrió hace 300 años sino que responde a intereses políticos actuales”.
Albareda: “Es inoportuno en un momento ya complejo y envenenado”La estatua, sin embargo, tuvo una génesis aparentemente inocente, según explica su impulsor, Íñigo Paredes. “Queremos recuperar la memoria de aquel almirante que, ante una flota mucho mayor que la Armada Invencible, hizo gala de un heroísmo inigualable”, señaló en una petición en change.org. Recabó 10.700 firmas, concitó la respuesta entusiasta de Botella, y permitió recaudar 150.000 euros entre ciudadanos de a pie para construir la estatua (obra de Salvador Amaya), que el rey Juan Carlos I inauguró en la plaza de Colón el sábado 15.
La referida gesta fue la defensa victoriosa de Cartagena de Indias (ahora, Colombia) con 6.000 soldados y 990 cañones ante las tropas inglesas, que contaban con 23.600 hombres y 3.000 piezas de artillería. Blas de Lezo murió seis meses después de peste.
Poco antes de la inauguración de la estatua, el edil barcelonés de Cultura, Jaume Ciurana (CiU), publicó en Twitter: “Madrid mañana inaugura una escultura a Blas de Lezo, que, entre otras cosas, bombardeó Barcelona durante el sitio de 1714. En fin”. Aquello levantó una tormenta en esa red social, convirtiéndose en uno de los temas más comentados.
García Cárcel y García de Cortazar rechazan la crítica al militar del siglo XVIII
El miércoles, en el Ayuntamiento catalán, también ICV vio “plenamente justificada” la petición de retirar la estatua. Los socialistas aseguraron no entenderlo, y calificaron la moción de “injerencia” en asuntos de Madrid. Acusaron a los proponentes de querer “borrar todo lo que tiene que ver con la historia común”, pero se abstuvieron; el PP votó en contra. En Madrid, el candidato socialista a la Alcaldía, Antonio Miguel Carmona, achacó el jueves la iniciativa a “la incultura, el provincianismo y un deseo de reescribir la historia para que los hechos cuadren con sus delirios”.
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