domingo, 2 de agosto de 2015

Argentina: El accidente de Retiro

La explosión del cuartel del Retiro

Una accidente hizo volar en 1864 el polvorín del ejército cerca de la actual Plaza San Martín. Cuentan que hubo 50 muertos.

Los cuarteles de Retiro a mediados del siglo XIX.

Eduardo Parise - Clarín

Cuando ocurrió la explosión en Retiro, la nefasta Guerra de la Triple Alianza llevaba menos de un mes de comenzada. Y aunque la Argentina todavía era neutral (recién iba a participar militarmente desde abril de 1865), su influencia política en el conflicto ya era visible. De todas maneras, aquel hecho que conmovió a Buenos Aires el 9 de diciembre de 1864 no estaba vinculado con ese enfrentamiento: siempre se lo consideró un accidente. La historia habla de cincuenta muertos y muchos daños, no sólo en el cuartel sino también en los edificios de los alrededores que, por fortuna, todavía no eran muchos.

El cuartel estaba en lo que hoy son las cercanías del monumento al General José de San Martín, cuya imagen ecuestre había sido inaugurada en 1862. Los registros dicen que la explosión ocurrió quince minutos después de las 7 de una calurosa mañana porteña. Fue justo cuando los soldados de dos compañías del Regimiento de Artillería volvían al cuartel después de realizar trabajo de campo en el llamado “hueco de las cabecitas” (actual plaza Vicente López), un área por entonces bastante despoblada. Cuentan que en ese momento estalló el polvorín del cuartel y literalmente voló toda el ala derecha del edificio. Los soldados quedaron tapados por los escombros.

Después del primer momento de angustiosa sorpresa, llegó la asistencia. Entre una nube de polvo flotando en el aire soldados de la Legión Militar y del Segundo Batallón de línea empezaron a remover aquellas piedras. La intención era rescatar sobrevivientes. Además, mucha gente llegó para asistir a los habitantes de la zona vecina. Es que en todas las viviendas de los alrededores no sólo habían estallado los vidrios: puertas y ventanas también habían sido arrancadas de cuajo y mucha mampostería había quedado hecha pedazos. Se recuerda que el cura párroco de la cercana iglesia del Socorro corrió hasta el lugar para asistir espiritualmente a las víctimas que habían salvado sus vidas por milagro.

Años más tarde, el edificio había sido reconstruido para seguir funcionando como cuartel. Algunas versiones dicen que en un tiempo antes de la explosión se habían realizado trabajos bajo la dirección del arquitecto Edward Taylor, el mismo de la Aduana Nueva que estaba junto a la Casa Rosada. Sin embargo, otros investigadores lo desmienten. Lo que sí confirman es que recién en 1883 se agregaron torres con almenas en los extremos del edificio original del siglo XVIII. Además, se construyeron dependencias en un primer piso y se modificó el portón central, levantando una torre cuadrada que le otorgaba al sitio una imagen más militar.

Pero para ese tiempo la Ciudad ya perfilaba cambios importantes y el área en donde estaba el cuartel empezaba a transformarse en residencia de muchas familias que, en 1871, habían dejado el Sur por la epidemia de fiebre amarilla que azotó a Buenos Aires. Eso motivó que empezara a pensarse en el desplazamiento de las instalaciones militares hacia otros lugares. En 1878, cuando se cumplía el centenario del nacimiento de San Martín, la plaza cambió de nombre, dejando atrás el de Plaza de Marte por el actual que recuerda al prócer.

La demolición total del cuartel se realizó en 1891. La idea era que ese terreno lo ocupara el famoso Pabellón Argentino que había estado en la Exposición Universal realizada en 1889 en París, para celebrar el centenario de la Revolución Francesa.

Aquel Pabellón, totalmente desarmado, ya había sido embarcado hacia Buenos Aires. Luego estaría en Retiro hasta 1933, cuando lamentablemente se lo desguazó y se vendió como chatarra. El Cuartel de Artillería, igual que el Pabellón de París, quedó en el recuerdo. Pero no fueron las únicas construcciones de la zona de Retiro que se convirtieron en leyenda. En ese lugar, en 1800, se había edificado la segunda y última plaza de toros que tuvo Buenos Aires.

La tarea de construirla se la había encargado el virrey Gabriel Miguel de Avilés y del Fierro a don Martín Boneo y Villalonga, una suerte de “intendente” porteño de aquellos años. La demolieron en 1819. Pero esa es otra historia.

viernes, 31 de julio de 2015

San Martín: Las necrológicas francesas

Así informaron en Francia la muerte de José de San Martín
Claudia Peiró - Infobae
Por: Claudia Peiró cpeiro@infobae.com




El 21 de agosto de 1850, un diario de Boulogne-sur-mer publicó una necrológica que sorprende por lo completa y detallada. Escrita por un amigo francés, es una minibiografía exenta de algunas deformaciones de que fue objeto luego la trayectoria del Libertador

Adolph Gérard era el propietario de la casa que San Martín habitó en Boulogne-sur-mer durante poco más de un año y medio y en la cual murió. El general alquilaba un piso del edificio de la Grande Rue 105 –hoy propiedad de la República Argentina– en cuya planta baja residía el propio Gérard, abogado, periodista y por entonces director de la biblioteca de esa ciudad marítima del noroeste de Francia.

Gérard cultivó la amistad de San Martín en ese período y cuando éste murió auxilió a su hija y yerno en todos los trámites relativos a su sepelio. Días después, el 21 de agosto, publicó un extenso artículo en el diario local sobre la vida y la trayectoria político-militar de su ilustre inquilino.



Considerando que no se había escrito aún la historia de la Independencia Sudamericana y de sus protagonistas, y teniendo en cuenta también la inmediatez de esta publicación –hecha a tan sólo cuatro días de la muerte del general– cabe suponer que la fuente de los detallados conocimientos de que hace gala Adolph Gérard en su texto sobre la vida de San Martín era el mismo protagonista. De ahí su incalculable valor. Y por eso también la sorpresa ante la escasa atención que le prestaron posteriormente los estudiosos de la vida de San Martín a este texto, en el cual hay referencias a aspectos de su trayectoria que luego fueron reinterpretados, polemizados o silenciados por biógrafos supuestamente más “rigurosos” y documentados. Un caso es el de la famosa entrevista de Guayaquil. Gérard refiere lo allí discutido –no habla de secreto– y da por cierta –citando un párrafo– una famosa carta de San Martín a Bolívar –posterior a su célebre encuentro– que hizo correr ríos de tinta a los historiadores en una interminable polémica sobre su autenticidad.

“Aunque cinco años mayor que su rival de gloria, (San Martín) le ofreció (a Bolívar) su ejército –dice Gérard sobre la entrevista que tuvo lugar en Guayaquil el 22 de julio de 1822–, le prometió combatir bajo sus órdenes, lo conjuró a ir juntos al Perú y a terminar allí la guerra con brillo, para asegurar a las desdichadas poblaciones de esas regiones el descanso que tanto necesitaban. Con vanos pretextos, Bolívar se negó. Su pensamiento no es, parece, difícil de penetrar: quería anexar el Perú a Colombia, como había anexado el territorio de Guayaquil. Para eso, debía concluir solo la conquista. Aceptar la ayuda de San Martín era fortalecer a un adversario de sus ambiciones. Bolívar sacrificó por lo tanto sin hesitar su deber a sus intereses”.

Y sobre la que se conoce como “carta de Lafond” por el nombre del autor francés que primero la publicó completa, agrega Gérard: “De Lima misma, y con fecha del 29 de agosto, había anunciado a Bolívar sus designios en una carta mantenida secreta hasta estos últimos años, y que es como un testamento político (…): ‘He convocado, le decía, para el 20 de septiembre, el primer congreso del Perú; al día siguiente de su instalación, me embarcaré para Chile, con la certeza de que mi presencia es el único obstáculo que le impide venir al Perú con el ejército que usted comanda… No dudo de que después de mi partida el gobierno que se establecerá reclamará vuestra activa cooperación, y pienso que usted no se negará a una tan justa demanda’”.

Otro detalle interesante en el artículo del Impartial de Boulogne-sur-mer es la síntesis que hace Gérard del pensamiento político de San Martín, en términos que iluminan la futilidad de la discusión sobre el monarquismo del Libertador; no porque lo niegue, sino porque lo explica, al ponerlo en contexto: “Partidario exaltado de la independencia de las naciones, sobre las formas propiamente dichas de gobierno no tenía ninguna idea sistemática. Recomendaba sin cesar, al contrario, el respeto de las tradiciones y de las costumbres, y no concebía nada menos culpable que esas impaciencias de reformadores que, so pretexto de corregir los abusos, trastornan en un día el estado político y religioso de su país: ‘Todo progreso, decía, es hijo del tiempo’. (…) Con cada año que pasa, con cada perturbación que padece, la América se acerca más aún a esas ideas que eran el fondo de su política: la libertad es el más preciado de los bienes, pero no hay que prodigarla a los pueblos nuevos. La libertad debe estar en relación con la civilización. ¿No la iguala? Es la esclavitud. ¿La supera? Es la anarquía”.



Gérard nos deja también una descripción del aspecto y carácter de San Martín por aquel entonces. Cabe señalar que, dos años antes de su muerte, en 1848, su hija Mercedes lo convenció de posar para un daguerrotipo, por entonces toda una novedad. Esa es por lo tanto la única “fotografía” que tenemos de él: aquella en la cual está sentado y luce el cabello encanecido. Permite calibrar cuáles de los tantos retratos pintados de él son los más fidedignos.


Así describía Gérard a su inquilino: “El señor de San Martín era un bello anciano, de una alta estatura que ni la edad, ni las fatigas, ni los dolores físicos habían podido curvar. Sus rasgos eran expresivos y simpáticos; su mirada penetrante y viva; sus modales llenos de afabilidad; su instrucción, una de las más extendidas; sabía y hablaba con igual facilidad el francés, el inglés y el italiano, y había leído todo lo que se puede leer. Su conversación fácilmente jovial era una de las más atractivas que se podían escuchar. Su benevolencia no tenía límites. Tenía por el obrero una verdadera simpatía; pero lo quería laborioso y sobrio; y jamás hombre alguno hizo menos concesiones que él a esa popularidad despreciable que se vuelve aduladora de los vicios de los pueblos. ¡A todos decía la verdad!”.



Del relato de Gérard, emerge además una imagen diferente del ostracismo de San Martín, presentado por muchos de sus biógrafos como un período de oscuridad y silencio. Aunque, “menos conocido en Europa que Bolívar, porque buscó menos que él los elogios de sus contemporáneos”, dice Gérard, no era un exiliado ignoto: “En sus últimos tiempos, en ocasión de los asuntos del Plata [el bloqueo anglo-francés del Río de la Plata en tiempos de Rosas], nuestro Gobierno se apoyó en su opinión para aconsejar la prudencia y la moderación en nuestras relaciones con Buenos Aires; y una carta suya, leída en la tribuna por nuestro Ministro de Asuntos Extranjeros, contribuyó mucho a calmar en la Asamblea nacional los ardores bélicos que el éxito no habría coronado sino al precio de sacrificios que no debemos hacer por una causa tan débil como la que se debatía en las aguas del Plata”.

Este hecho –la lectura de una carta de José de San Martín en el parlamento francés en la cual el general les advertía de que no podrían doblegar al pueblo argentino– muestra no sólo que su presencia en Francia no era ignorada por las autoridades de ese país sino que él se mantuvo siempre atento a lo que sucedía en su Patria e intervino cada vez que pudo con los medios a su alcance en defensa de la independencia que había conquistado.

jueves, 30 de julio de 2015

Hitler: Alemania vuelve a publicar Mein Kampf

Mein Kampf se vuelve a publicar, y esas son buenas noticias para Alemania
Al permitir que la prohibición lapso de décadas de antigüedad, Alemania democrática se desempatanando además de un libro una vez considerado peligroso.

   
Jacob Heilbrunn - The Atlantic




La autobiografía de Hitler y otros escritos nazis se apoderaron de parte de un AP 1960 Berlín occidental redada policial

Fue ampliamente observó durante los contratiempos más recientes derrames novelista Gunter Grass sobre Israel de ser una amenaza para la paz mundial que una división surgió en Alemania. Por un lado estaban las élites intelectuales y políticas que condenaron sus comentarios. Por otro lado estaba el público, que tendía a simpatizar con la hierba y se quejan de un "garrote" ser ejercido para silenciar el debate sobre el pasado alemán.

Ahora, Alemania está tomando un nuevo paso hacia lo que se denomina la "normalización". El estado de Baviera ha anunciado que en 2015 publicará Mein Kampf de Hitler, que apareció por primera vez en 1925. Se publicó un segundo volumen en 1926. El libro fue escrito en la prisión de Landsberg, donde Hitler fue encarcelado después de su golpe de Estado fallido en 1923.

Hitler, se podría decir, se hizo en Baviera. Salió de Austria y sirve en el Reichwehr lugar del ejército austríaco, que se vio obligado oficialmente a unirse. Después de la Primera Guerra Mundial, Hitler comenzó su ascenso en Baviera, donde lanzó el golpe Beer Hall y donde fue adulado por un número de aristócratas locales, entre ellos el Bechstein, que le ayudó a financiar y el Partido Nazi. Baviera era un hervidero de movimientos de derecha en la era de la posguerra, que Hitler soldado en el partido nazi. Su talento, que nadie había logrado en Alemania, era unificar los diversos grupos disidentes en una organización poderosa. Sí Múnich era conocido como el "Haupstadt der Bewegung" - capital del movimiento. Así Baviera tiene mucho que contemplar y rue cuando se mira hacia atrás en el pasado.

Es su decisión de publicar la autobiografía de Hitler una señal de que Alemania es un retroceso? De ningún modo. Mein Kampf ha sido prohibido en Alemania desde la Segunda Guerra Mundial, y el sistema de justicia Bavrian recientemente impedido el editor Inglés Peter McGee de publicar extractos de ella en Munich. Pero la prohibición, hay que decir, ya no tiene mucho sentido. El libro puede ser fácilmente adquiridos en el extranjero o en Internet. Al anunciar la publicación del libro, el ministro de Finanzas de Baviera Markus Soeder dice que quiere contribuir a la "desmitificación" de la misma. En 2015, los derechos de autor del estado de Baviera al libro expirará. La idea es publicar una versión académica que ayudará a detener su atractivo para los editores comerciales.

El propio Hitler seguramente sería disgustado al saber que su libro fue, en efecto, ser quitado los colmillos aún más por una Alemania democrática, que está tratando en una manera tranquila y clínica. La verdad es que el libro en sí es un fárrago unedfying de los diversos libros antisemitas que Hitler, un autodidacta incansable, había leído en los últimos años, un tema que Timoteo Ryback cubre en su libro biblioteca privada de Hitler. El título en sí cristalizó la visión del mundo de Hitler de una lucha darwinista social de poder y supervivencia, un mensaje que resonó en la Alemania de posguerra humillados por el Tratado de Versalles y apaleado por la crisis económica. En los años 1920 y 1930, el libro era una sensación rotura violenta e hizo Hitler ricos. Si va a dar mucho que hablar o incluso vender muchas copias de hoy, sin embargo, puede ser preguntado.

Más importante para el futuro de Alemania y de Europa es como una nueva canciller alemana, Angela Merkel, responderá a la crisis económica que una vez más asalta el continente. Como Alemania se adhiere a sus convocatorias de austeridad fiscal, los partidos políticos de derecha en Grecia y Francia están en movimiento. Sería irónico si Alemania, en su afán por evitar la inflación de los años de Weimar, acabó creando las circunstancias para el resurgimiento de la derecha política en otros países europeos mediante la adhesión demasiado rígida a las políticas monetarias restrictivas.

miércoles, 29 de julio de 2015

Conquista del desierto: Una visión más compleja y comprehensiva

La “conquista del desierto” analizada a partir de diferentes tipos de fuentes
Estudios realizados por un investigador del CONICET destacan aspectos poco conocidos de este complejo proceso histórico de nuestra nación.
Campaña del desierto


Julio Vezub estudia diferentes fuentes, documentos, testimonios y registros para poder reconstruir hechos ligados a las campañas. Foto: gentileza investigador.

Fotografías tomadas en 1882 y 1883 por técnicos e ingenieros topógrafos que acompañaban a las tropas, la confrontación de esas imágenes con los mismos paisajes en la actualidad, cartografía, partes militares y la correspondencia escrita por los propios caciques indígenas le permitieron al historiador Julio Vezub, investigador adjunto del CONICET en el Centro Nacional Patagónico (CENPAT), poder construir una visión más completa de la historia, de los protagonistas y de los sucesos vinculados a las campañas.

Vezub sostiene que el cruce entre diferentes tipos de fuentes posibilita conocer una dimensión mucho más cotidiana de los enfrentamientos y de la experiencia social que significó la guerra sobre un entramado de relaciones preexistentes. “Los movimientos sobre el territorio resultaron exitosos para el ejército porque combinaron la represión con la subordinación de mediadores y jefes indígenas, que facilitaron el avance y el acceso de las tropas nacionales en un contexto de violencia como nunca antes se había vivido. Esta realidad cuestiona la idea de la conquista como un evento único, al modo de una campaña napoleónica, para dar una visión más fragmentaria de una serie de acontecimientos bélicos que se registran antes y después de las expediciones encabezadas por Roca”, dice.

Las fotografías capturadas en 1882 y 1883 en el contexto de las campañas militares por los ingenieros Carlos Encina y Edgardo Moreno fueron contrastadas en la actualidad con los parajes en las que se tomaron para poder entender las modificaciones en la configuración del paisaje, los cambios ambientales, los usos sociales del territorio, los recursos y las modalidades de explotación.

Por orden del presidente Julio Argentino Roca, Encina y Moreno condujeron una expedición científica y se adentraron en lo que se denominaba en aquel entonces el “Territorio del Triángulo” delimitado por los ríos Neuquén, Limay y la cordillera de los Andes. Tomaron fotos, medidas de terreno e intervinieron en el espacio social a controlar. Publicaron el álbum “Vistas fotográficas del territorio Nacional del Limay y Neuquén”. Algo más de un siglo después y con esa fuente en mano, Vezub recorrió en Neuquén las mismas rutas y caminos que transitaron los ingenieros para comprender la lógica existente detrás de los enfrentamientos.

“Encina y Moreno iban junto a las tropas cumplían un rol de reconocimiento del territorio para su posterior mensura y para el ingreso de esas tierras en un régimen de propiedad privada. No se avanzaba hacia cualquier lugar ni por cualquier camino. Los expedicionarios no se aventuraban en territorio desconocido. Iban allí donde sabían que había agua y pasturas. Fue una guerra por los recursos, por la captación y control de poblaciones, y por la captura de ganado”, explica el historiador.

Algunas fuentes además permiten conocer a diferentes actores sociales que no han sido completamente representados en los libros clásicos que se han escrito sobre la conquista ni en los partes de campaña que elaboraban los oficiales del ejército. Las fotografías, por ejemplo, retratan la presencia de mujeres tanto en los fortines como en las tolderías. La correspondencia escrita por los propios caciques permite recrear el rol trascendente de los mediadores indígenas.

Los jefes militares indígenas contaban con sus pequeños aparatos burocráticos letrados para comunicarse con otros caciques, con otras autoridades hispano criollas para entablar negociaciones comerciales o acuerdos políticos de distinta naturaleza. La carta escrita era un canal que vehiculizaba las relaciones y la sociabilidad político económica desde décadas antes de las campañas.

Los mediadores y baqueanos aparecen en los partes militares como personajes minimizados pero las cartas destacan su figura. “Estos actores no solo tenían un conocimiento de los recursos y del paisaje sino también de los distintos grupos y de los protocolos sociales que había que respetar, los peajes, la política de regalos y agasajos. La ocupación del territorio nacional del Neuquén por ejemplo, hubiera durado mucho más tiempo de no haber sido por ellos”, asegura el historiador.

El conocimiento novedoso que empieza a surgir a partir del cruce entre diferentes fuentes hace evidente la necesidad de profundizar los estudios sobre la denominada “conquista del desierto”. Para Vezub “esta merma histórica puede deberse a que la última dictadura militar y la historiografía nacionalista se han apropiado de este evento como capital simbólico propio y eso dificultó cualquier reflexión más intensa de ese proceso además del repudio”.

CONICET

martes, 28 de julio de 2015

SGM: Uniformes del Real Ejército Sueco

El Ejército de Suecia - Los uniformes usados durante la Segunda Guerra Mundial 

Introducción 

El siguiente artículo y la placa de uniforme por parte de Ronald Kidd se deriva de la revista británica Military Modelling, noviembre de 1985. 

click para ampliar 



A Uniforme modelo 1910 - soldado lancero de una unidad de la HEMVÄRNET (Guardia Nacional) , c. 1940. 
E Uniforme Modelo 1923 - Capitán, c. 1940. 
B Uniforme Modelo 1937 - soldado de infantería, c. 1941. 
C Uniforme Modelo 1939 - Suboficial mayor de Infantería, c. 1945. 
D Sombreros y abrigos de piel de oveja fueron usados durante los meses de invierno. 
1 calcomanía de casco . 
2 escarapela nacional . 
3 insignia de bronce rama collar para la infantería; se usa en el punto de collar. 
4 placa de bronce rama collar para la artillería. 
5 Bronce rama insignia del collar de las tropas de la señal. 
6 ilustración general de acuerdo de fotografía, de la insignia de la manga se usa en el brazo izquierdo del gabán o túnica por unidades HEMVÄRNET. 
Escudo y la corona se usan en un rectángulo de tela de uniforme. 


Antecedentes históricos 

El sistema militar sueco, como los suizos, se basa en el sistema de milicias. Al igual que los suizos, la neutralidad sueca tiene efectivamente más de un siglo de antigüedad, la última guerra que se libra contra los ejércitos napoleónicos en 1814. Aunque el Ejército Real de Suecia no ha peleado una guerra desde la época napoleónica, los voluntarios suecos en varias ocasiones la asistencia de sus compatriotas a los países escandinavos a resistir mucho más grandes y más poderosos vecinos. Esto sucedió en Dinamarca en 1848 y 1864, y más recientemente en Finlandia durante 1939-40. 

Tras la Primera Guerra Mundial, Suecia permitió a sus fuerzas armadas sumergirse en un periodo de muy baja preparación; en 1924 la conscripción se redujo a cuatro meses, sólo se elevó a seis meses en 1936, cuando se estaba haciendo evidente que la tensión internacional crecía. Tras la invasión alemana de Polonia en septiembre de 1939, Suecia convocó a 70.000 reservas. 

Cuando Rusia declaró la guerra a Finlandia en noviembre de 1939, aunque simpatizaba con los finlandeses Suecia, se negó a enviar tropas para ayudar. Sin embargo, los suministros se enviaron en la forma de más de 8.000 voluntarios de Suecia, junto con voluntarios de América, Noruega, Dinamarca, Hungría y España lucharon con los finlandeses, hasta que se vieron obligados a pedir la paz en marzo de 1940. 

En abril de 1940 la invasión alemana de Noruega y Dinamarca fue tan rápida que no hubo tiempo de enviar voluntarios para ayudar. Los aviones alemanes que volaron a través del territorio de Suecia fueron rechazados con poco efecto, aunque durante la guerra un número de aviones aliados y del Eje se estrelló, o fueron destruidas, al volar sobre Suecia. 

Al inicio de la Campaña de Noruega, Suecia puso toda sus fuerzas de 400.000 hombres en estado de alerta. Durante esta campaña Suecia resistió las demandas alemanas que se le permitiera enviar tropas a través de Suecia, aunque después de la rendición alemana de Noruega tráfico "humanitaria" fue permitido de viajar en los ferrocarriles de Suecia a Noruega. Más tarde, los trenes se ofrecieron a los alemanes y también se les permitió dejar de utilizar esta ruta, hasta que este contrato fue rescindido por Suecia en 1943. 

En Suecia, un gobierno nacional se formó, y el país entró en pie de guerra, el servicio militar en las fuerzas armadas aumentó a 450 días, y su fuerza se incrementó al tiempo de 800,000; civiles fueron formados en guardia local, observadores aéreos para avisar de raids aéreos y varias unidades auxiliares. 

La invasión alemana de Rusia en junio de 1941 contó con el apoyo en el norte por las fuerzas finlandesas ansioso por recuperar el territorio perdido en la última "Guerra de Invierno". A pesar de la defensa sueca el aumento de su neutralidad, a unos 1,000 voluntarios se les permitió servir con las tropas finlandesas en flagrante violación de su neutralidad. Suecia también permitió a una completamente equipada y uniformada división alemana cruzar desde Noruega a Finlandia para que pueda llegar al frente de batalla rápidamente. En 1945 se retiró junto con unidades alemanas de la frontera sueca, a través de Finlandia norte a Noruega. 

Los exiliados daneses y noruegos se les permitía establecer campamentos en Suecia y recibieron entrenamiento militar como "soldados de policía", en preparación para la eventual liberación de sus respectivos países. Desde diciembre de 1944 hasta mayo de 1945, aviones estadounidenses de la USAF se les permitió operar en apoyo de las tropas de "policía" de Noruega luchando en el norte de Noruega. El 5 de mayo 1945 una brigada entera danés de "policía y tropas" fueron escoltados por buques de guerra de Suecia a través del canal que divide los dos países, aquí asistida tropas aliadas para el control de las fuerzas derrotadas en Alemania (1). 

Aunque Suecia no tomó acciones militares directas en Noruega y Dinamarca, que tenía planes de contingencia para la intervención en ambos países, en caso de los aliados no logran llegar a estos países a tiempo para impedir una acción deliberada de Alemania en contra de sus pueblos. La rendición incondicional de Alemania el 4 de mayo y 8 de mayo de 1945, en Dinamarca y Noruega, respectivamente, hizo dicha acción innecesaria. 

Uniformes 

El comienzo de este siglo se produjo la adopción general por los ejércitos europeos de los uniformes de color gris de servicios y Suecia no fue la excepción. 

El uniforme de servicio primero se introdujo en 1906 en un color azul-gris, con cuello azul marino, galones manga y rayas del pantalón. Todas las distinciones fueron abolidas regimiento, con la excepción de los botones y un brazo de tela de servicio escudo lleva en la manga superior derecha. Una característica distintiva de este uniforme era un sombrero de tres picos azules claros y oscuros, al estilo del siglo 18. 

En 1910, este uniforme fue modificada por la eliminación del escudo manga, y la adición de correas de los hombros azul oscuro con un trapo de colores del regimiento número de armas de servicio: amarillo para la infantería, la artillería roja y blanca para la caballería. Esta modificación uniforme fue aprobado por todas las ramas del ejército y todavía se lleva el comienzo de la Segunda Guerra Mundial por los miembros de las unidades de defensa local. 

El Modelo 1910 (m/1910) uniforme fue reemplazado por un nuevo uniforme de servicio en 1923 (m/1923), aunque tardó mucho tiempo antes de que este uniforme entró en uso general. El color era conocido como Mignonette y fue una mezcla de tela de color marrón-gris-marrón, con la que predomina el marrón. Una modificación de este uniforme introducido en 1937 (m/1937) fue un pie y caer en el lugar del collar del cuello en posición vertical original. El color sigue siendo el mismo. Ambos vestían uniformes durante los primeros años de la Segunda Guerra Mundial. 

Después de poco tiempo de usar el uniforme m/1937 fue suplantado por un nuevo uniforme de servicio introducido en 1939 (m/1939). Este era un uniforme de estilo moderno en un paño de color verde grisáceo, similar en estilo al uniforme del ejército alemán de la época. En 1945 la totalidad del ejército estaba vestido con el uniforme m/1939. 

Figura A: Soldado lancero de una unidad HEMVÄRNET (Guardia Nacional), c. 1940, vistiendo el uniforme m/1910. El casco de acero introducido en 1918 es de color gris-marrón en general. El emblema de la Triple Corona sueca en un escudo, a ambos lados, son de color azul y amarillo calcomanías nacional. Las insignias de rango suboficial se indica mediante barras de plata vertical o espigas, una barra vertical que indica una lanza-corporal. El rifle es el rifle Mauser 6.5mm, m/1896; la correa de cuero estrecho por debajo del cinturón de cargadores de 5 municiones podría ser usado para sujetar la culata del rifle al marchar. Una mochila de lona se lleva sobre el hombro izquierdo. Tenga en cuenta los fondos de pantalones enrollados, una característica común de los uniformes de Suecia hasta la introducción de tobillo con el uniforme m/1939. 

Figura E: Capitán, c. 1940, vistiendo el uniforme m/1923. El kepi de oficial tenía cuerdas de plata en las costuras verticales y bandas de plata alrededor de la base, el número y el grosor varían en función de su rango. En el frente fueron una escarapela nacional superior y un botón inferior heráldicos, ambos unidos por cables de plata. Clasificación de los oficiales fue indicado por 1 a 3 estrellas de plata de cinco puntas, en pequeño, mediano y grande se usa en el cuello. El collar tenía galones de plata al frente y los bordes superiores. Botones eran color bronce, con bolsillos en el pecho y la falda. El cinturón de cuero marrón Sam Browne y la funda lleva el m/1940 9mm versión sueca de la pistola finlandesa "Lahti" de 1935. 

Figura B: Soldado de Infantería, c. 1941, vistiendo el uniforme m/1937. Un simple gorra de campo en forma de pico es llevada con orejeras con el frente de hebilla. El collar lleva insignias de metal de bronce en rama introducido con este uniforme, y las correas del hombro tiene el número del regimiento, también en bronce. Los bolsillos de la túnica de las filas otros tienen aletas visibles solamente. Los cuatro grandes bolsas de cuero municiones contienen cargadores de 20 cartuchos para la versión sueca del rifle americano automático Browning (BAR) m/1937 de 6.5mm. 

Figura D: Sombreros y abrigos de piel de oveja fueron usados durante los meses de invierno. El sombrero tiene una escarapela nacional y botones heráldicos similar a la figura B, de lo contrario la cifra es sin insignias. Una mochila con la hoja de suelo, tienda, pala, etc se lleva en la espalda, y un alemán de estilo caja cilíndrica máscara de gas se realiza en el frente. Los pantalones metidos dentro botines cordones laterales. 

Figura C: Suboficial Mayor de Infantería, c. 1945, vistiendo el uniforme m/1939. La tapa del servicio de campo tiene una escarapela nacional fija al frente. El Rango de Suboficiales Mayores es indicado por dos o tres espigas de bronce fijada a las correas de los hombros por encima de la de bronce el número del regimiento. En el cuello es la insignia de la rama de bronce, similar a la figura B. el casco de acero de aspecto moderno, introducido en 1937, está pintada de color caqui con las etiquetas nacionales de ambas partes. Los pantalones metidos dentro tobilleras lienzo filo de cuero, la primera vez que este tema ha sido incluido como parte de la vestimenta de campo. los uniformes de los oficiales incluyen una túnica de cuello abierto y una gorra de forraje alcanzó su punto máximo. El rifle llevado es un AG m/42 sueco con un cargador de 10 tiros. Otras armas utilizadas por el ejército sueco incluyó la versión sueca de la sub-ametralladora "Suomi" finlandesa m/1937 y granadas de mango alemanas. 

Agradecimientos 

Agradezco el apoyo del Dr. Jan von Konow, Armémuseum, Estocolmo. 

Fuentes 

1. The Luftwaffe in Sweden 1939-45, B. Widfeldt, 1983. 
2. Uniforms of the World, R. Knötel & H. Sieg, 1980. 
3. Sweden, E. Elstob, 1979. 
4. Battle for Scandinavia, Time Life, 1981. 
5. Military Small Arms of the Twentieth Century, I. Hogg & J. Weeks, 1974. 

Per Finsted 

Nota: 

1) El "canal", por supuesto, es de Øresund, el escolta de los buques daneses los recogió al final de las aguas territoriales suecas. 

Chakoten - Dansk Militærhistorisk Selskab

lunes, 27 de julio de 2015

Napoleón: Cornudo pero no tanto

El húsar de Josefina
La relación de la mujer de Bonaparte con el guapo oficial Hippolyte Charles arroja otra perspectiva de la épica napoleónica
JACINTO ANTÓN - El País


'Flirtation' (Flirteo), cuadro de Frédéric Soulacroix.

Creía saberlo todo de los húsares hasta que el otro día me enteré con grandes sorpresa y embarazo de que el teniente (luego capitán) Louis Hippolyte Charles plantaba margaritas en el crypsimen –un cultismo que significa exactamente eso que imaginan- de Josefina. La actividad jardinera era solo uno de los pasatiempos eróticos, dignos de Lady Chatterly y su guardabosques, a los que se libraban la ya entonces mujer de Napoleón y su amante el guapo húsar, un verdadero deporte de riesgo si se tiene en cuenta que al marido, héroe de Arcole y futuro emperador de los franceses, le enfurecía notablemente que le llamaran, ni que fuera por lo bajito (!), le géneral cornaparte. Napoleón, por cierto, solía acabar sus inflamadas cartas de entonces a Josefina con un tan sentido como inesperado “J’embrasse ta petite forêt noire”. Y uno que pensaba que la frase más inspirada del corso era “Francia solo admira lo imposible”.
A mí, lector apasionado de toda la vida del Napoleón de Emil Ludwig –en el que uno buscará infructuosamente el crypsimen y el bosquecillo de Josefina-, entusiasta seguidor de los relatos militares tipo La batalla, de Patrick Rambaud; 1812: la trágica marcha de Napoleón sobre Moscú, de Adam Zamoyski, o el que estoy leyendo ahora, el estupendo Waterloo del novelista Bernard Cornwell reciclado en historiador, las aventuras amorosas de la época me traían al pairo. Donde se ponga una buena carga de caballería... Sin embargo, recientemente, visitando en el Hermitage de Amsterdam la formidable exposición Alexander & Napoleon & Josephine (hasta el 8 de noviembre, no se la pierdan), que traza la relación del trío (el zar admiraba al emperador antes de convertirse en enemigos y veló por la emperatriz tras la caída de Bonaparte), mi natural inclinación a los hechos de armas napoleónicos se ha abierto a otros intereses distintos.

De entrada, me cautivó en la exposición el gran despliegue de uniformes, espadas, pistolas y banderas. ¡Si es que tienen el sable que usó el emperador en Marengo, el bastón de mariscal de Davout y la famosa águila del 4º Regimiento de infantería de línea capturada por la caballería de la guardia imperial rusa en Austerlitz! –con el mástil algo torcido, eso sí-. En plena inmersión épica (¡el estandarte de los cosacos de Astracán!), me sorprendí a mí mismo admirando un maravilloso vestido femenino de batista y seda de corte imperio que una vez puesto no debía dejar nada, pero nada, a la imaginación. Sumergido en pensamientos irreproducibles acabé dándome de bruces con un cuadro de Josefina que parecía sonreírme burlona, sin abrir mucho la boca –es sabido que tenía una muy mala dentadura, seguramente de chupar de joven mucha caña de azúcar-.

Bonaparte era de una fogosidad artillera y le encendía aún más la pericia amatoria de su esposa criolla
Marie-Joseph-Rose de Tascher de La Pagerie (1763-1814), nacida en Trois Ilets, en la Martinica, ya era una mujer madura cuando su protector Barras, a la sazón su amante, la puso, fatigado, en brazos del joven Bonaparte. Viuda –del general Alexandre de Beuharnais, guillotinado-, madre de dos hijos y sin fortuna pero célebre por su ardor, Josefina (a la que rebautizó así Napoleón) se casó con el prometedor general corso como un modus vivendi, falsificando su edad cuatro años y decidida a seguir pasando los días de cintura para abajo a su feliz manera. Al principio le halagaron la pasión y los celos de le Petit Cabron, como diría Arturo Pérez-Reverte.

Bonaparte, poco experimentado (de “inepto sexual” le califica el historiador Andrew Roberts), era de una fogosidad artillera, no en balde su arma favorita era el cañón, y le encendía aún más la proverbial pericia amatoria de su veterana esposa criolla, una de cuyas técnicas era la del denominado zigzag (?). Dichas técnicas parecen haber sido en realidad poco necesarias dado que Bonaparte era de ir derecho al objetivo -fueran los prusianos o la selva negra-, y apenas sacada la mano de la pechera ya te la había puesto encima. Es célebre la anécdota de la noche de bodas en la que mientras el general atacaba con todo, el perrito de su mujer, Fortuné, le propinó un traidor mordisco en la retaguardia, lo que provocó tal grito a Napoleón que Josefina pensó, contenta, que su marido venait d’atteindre l’extase.

Un fotograma de 'Los duelistas' que evoca el ambiente
de seducción de la época napoleónica.

Pasado un tiempo, estuvo encantada de que su chat botté, como lo llamaba, se marchara a combatir a Italia (se cuenta que le regaló un pequeño anillo de pelos del pubis trenzados para que se lo colocara como un íntimo nomeolvides alrededor del miembro –hoy bastaría con un selfie-, ; y volvió a su rutina de amantes, una larga lista entre la que se contaban, según algunas fuentes, un jardinero, varios ayudas de campo e incluso algunos negros, cosa exótica para la época, y hasta Murat. Consumido entre la gloria y un irrefrenable deseo por su mujer (“elle avait le plus joli petit c… qui fut posible”, le confió un día suspirando al general Bertrand mientras consultaban unos mapas), Bonaparte no paraba de escribirle a Josefina cartas que causan sonrojo y ofrecen una diferente perspectiva del vencedor de Wagram, Marengo y Austerlitz (“te beso los senos y abajo, mucho más abajo”; “vengo mañana, no te laves”).

Cuando el general descubre la infidelidad amenaza con fusilar al oficial
Es mientras Napoleón guerrea en Italia cuando hace su aparición el beu lieutenant Hippolyte (nacido en Romans en 1772), que inmediatamente se convierte en amante de Josefina, seducida por su bonita cara y su carácter encantador y divertido, por no hablar de lo que pone un húsar en uniforme y más si es hábil en acariciar el as de trébol, como se decía entonces. Pese a que todo París conoce el affaire, Josefina no duda en llevarse a Hippolyte a Italia cuando Bonaparte la reclama. El propio Napoleón promueve al chico a capitán del 1º Regimiento de húsares, pero cuando descubre que esta liado con su mujer le acomete un ataque de rabia y amenaza con fusilarlo. Josefina logra apaciguar al general y sigue con Hippolyte mientras Bonaparte marcha a la conquista de Egipto. Cuando le llegan noticias de que la pareja persevera en lo suyo decide divorciarse y solo la promesa suplicante de su mujer de que dejará definitivamente al húsar (de húsar y tirar, y perdonen por el irresistible chiste), le decidirá a no hacerlo.

La historia no tiene ningún final edificante: Hippolyte tuvo una vida muy provechosa, adquirió tierras (parece que con dinero amasado en asuntos turbios) e incluso un castillo, y sobrevivió a las guerras napoleónicas –algo difícil si eras un húsar de corazón- y a los propios Napoleón y Josefina, para morir en 1837 rico y hasta famoso (Balzac se inspiró en él para uno de sus personajes). Despidámosle como hizo su amante: “Adieu, mon Hippolyte, mille baisers brûlants, comme mon coeur, et aussi amoreux…”. ¡Vaya con el húsar!

domingo, 26 de julio de 2015

SGM: Una visita a Berchtesgaden

El refugio alpino de Adolf Hitler
Visita al Nido del Águila, un regalo para el Führer reconvertido en centro de documentación y restaurante al sur de Alemania

JOSÉ MIGUEL RONCERO - El País



Vista del Nido de Águila, en un gran saliente del pico Hoher Göll, en Berchtesgaden (Alemania). / MARTIN SIEPMANN

Berchtesgaden, localidad alpina situada a 25 kilómetros de la ciudad austriaca de Salzburgo, es un verdadero paraíso natural. Capital de la comarca Berchtesgadener Land, está integrada en uno de los parques nacionales más grandes de Alemania, famoso por sus águilas y sus marmotas. Esta pequeña esquina de la región de Baviera es famosa por sus cuevas de hielo, a las que se accede después de tres horas de caminata; su mina de sal, que conjuga la tradición minera con una visita moderna y educativa, y, por supuesto, por ser uno de los escenarios donde se rodaron algunos exteriores de la archiconocida película Sonrisas y lágrimas. Pero quizá la atracción más famosa de Berchtesgaden es el Kehlsteinhaus, o Nido del Águila, la mansión que el partido nazi regaló a Adolf Hitler por su cincuenta cumpleaños.

El Nido está situado a 1.834 metros de altura, sobre un gran saliente de pico Hoher Göll llamado Kehlstein; de ahí su nombre, Kehlsteinhaus, que por cierto nada tiene que ver con ningún águila. Fue construido en 1939, al igual que la estrecha carretera de montaña por la que se llega, que con 700 metros de desnivel y seis kilómetros y medio de recorrido sigue siendo la más alta de Alemania y una de las más empinadas. Todo el complejo (carretera incluida) se considera una brillante obra de ingeniería para la época y se puede visitar entre los meses de mayo y octubre, aunque el acceso con vehículo privado no está permitido. No obstante, la ciudad dispone de un servicio de autobús que nos permitirá relejarnos y disfrutar sin preocupaciones de las magníficas vistas durante toda la aproximación hasta la entrada al Nido: un túnel que se adentra en la montaña, al que se puede llegar también por un sendero.

El pasadizo tiene 124 metros excavados en roca viva. No es particularmente angosto, pero sí está tenuemente iluminado. Es húmedo y frío, parece interminable. Lo cierto es que esta galería horadada en el duro granito parece sacada de una película de James Bond. El túnel, en cuyos laterales se alternan paños de roca viva con secciones cubiertas de ladrillo, nos lleva hasta un ascensor con remates de bronce y tapizado de espejos en su interior. Otro alarde de ingeniería para su tiempo que nos elevará 124 metros más por las entrañas de la montaña en solo 41 segundos, abriendo sus puertas dentro ya del lujoso refugio del Führer.

Cerveza bávara, cocina austriaca



Túnel de acceso al Nido de Águila, en Berchtesgaden (Alemania). / JOSÉ M. RONCERO

El interior del Nido de Águila ha cambiado completamente. Tanto los aliados como los alemanes decidieron eliminar cualquier vestigio nazi y fue convertido en un centro de documentación contra las barbaries del nacionalsocialismo. Además, el complejo fue reabierto al público en forma de restaurante. Las habitaciones de la plata baja, entre ellas el pequeño estudio de Hitler, se han transformado en bodega y despensa, y se pueden visitar solo con un guía oficial. El restaurante cuenta con una amplia terraza de espectaculares vistas a los Alpes; en los días claros, la visibilidad puede alcanzar los 200 kilómetros. Como es de rigor, se sirve cerveza de trigo, Weißbier, que se puede combinar con el tradicional Wiener Schnitzel, plato predilecto entre austriacos, así como otras delicias regionales a base de carne de cerdo, como las Weißwürste o salchichas blancas bávaras. Una ironía histórica: Hitler era vegetariano y abstemio.

Lo que no parece tan claro es por qué los Aliados no destruyeron el Nido después de la guerra. Algunos cuentan que le cayó en gracia a algunos comandantes aliados, como el general estadounidense Dwight Eisenhower. Otras voces apuntan a que debido al escaso uso que Hitler hizo del edificio, apenas tenía carga simbólica. Con mayor probabilidad fueron su localización y su bajo perfil táctico los que más favorecieron su supervivencia: bombardear un chalé en lo alto de una montaña, encajado entre picos aún más altos sin suponer una amenaza militar, no fue considerado una prioridad, especialmente teniendo en cuenta la cercanía de Obersalzberg y el Berghof, segunda residencia oficial de Hitler.

Por una u otra causa, el edificio permaneció intacto durante la Segunda Guerra Mundial y se convirtió, después de esta, en puesto de mando aliado. En 1960 fue devuelto al Estado Libre de Baviera, que en la actualidad dedica todos sus beneficios como restaurante al mantenimiento de este complejo histórico y a diversas obras benéficas.

Entre águilas y marmotas

Berchtesgadener Land, la región donde se encuentra el famoso Nido de Águila de Adolf Hitler, es un paraíso natural que acoge uno de los parques nacionales más grandes de Alemania, famoso entre los germanos por sus águilas y sus marmotas. A unos 25 kilómetros de la ciudad austriaca de Salzburgo, dentro del parque encontramos el Königssee, o el lago del rey, un magnífico lago glaciar alpino de aguas cristalinas que se puede atravesar en bote. A orillas del Königssee se sitúa la iglesia católica de San Bartolomé, a la que todos los 24 de agosto acude una gran peregrinación desde la localidad austriaca de Maria Alm. Berchtesgaden es también una zona de escalada dominada por el Watzmann (2.713 metros), el tercer pico más alto de Alemania. En definitiva, un lugar de referencia para los amantes de la naturaleza alpina.