lunes, 9 de septiembre de 2019

GCE: ¿Terminó en 1952, en un conflicto irregular?

¿Y si la Guerra Civil española duró hasta 1952?


El historiador Jorge Marco argumenta que la derrota del ejército republicano no marcó el fin del conflicto, sino que transformó un enfrentamiento convencional a otro irregular 

El dictador Francisco Franco visitó Girona en 1942, cuando España había pasado de una Guerra Civil convencional a otra de “irregular”, según el historiador Jorge Marco (UPIFC)



David Ruiz Marull || La Vanguardia


La Guardia Civil apareció por sorpresa en un pequeño pueblo andaluz. Su objetivo era detener a tres jóvenes campesinos. Pasaron la primera noche en comisaría y luego fueron llevados a una fábrica situada en un lugar tranquilo. Allí, los torturaron durante horas y horas. A la mañana siguiente, la policía les entregó a los regulares, las temidas unidades del ejército compuestas por soldados procedentes de la colonia española en Marruecos.

Ataron a los jóvenes a los caballos y los arrastraron por un camino rocoso antes de apedrearlos. Había sangre por todo el trayecto, pero los muchachos -familiares o colaboradores de guerrilleros antifranquistas- aún seguían con vida. Así que los soldados cogieron sus armas y los remataron con un disparo en la cabeza. El registro los identificó con un simple “fusilados por la Guardia Civil”.
El historiador Jorge Marco defiende que el conflicto armado no terminó en 1939, sino que se alargó hasta 1952

Los hechos no ocurrieron en 1936, ni tampoco en el 37. Ni tan siquiera ocurrieron durante el periodo conocido tradicionalmente como Guerra Civil española. Ocurrieron en Frigiliana, un pueblo de la provincia de Málaga, abril de 1950 y es uno de los ejemplos que permiten al historiador Jorge Marco, de la Universidad de Bath, defender que el conflicto no acabó en 1939, como siempre se ha dicho, sino que se alargó hasta 1952.

La derrota del ejército republicano, según explica Marco en un estudio que está a punto de publicar en la revista Journal of Contemporary History , no marcó el fin de la Guerra Civil, sino que la transformó de un enfrentamiento convencional a una guerra irregular.


El historiador Jorge Marco, de la Universidad de Bath (Jorge Marco)

“Describir la década de 1940 como un período de posguerra sería minimizar el conflicto armado que tuvo un gran impacto en las áreas rurales del país y, al mismo tiempo, resonaba en las ciudades”, explica el investigador a La Vanguardia.

“Los derrotados –explica Marco- fueron obligados a pagar por acciones pasadas. La mayoría fue clasificada por la dictadura como redimible y sometida a un intenso proceso de aislamiento, castigo y conversión forzada. Pero también hubo miles de republicanos que fueron considerados irredimibles y fueron ejecutados por tribunales militares”.

Desfile de Guardias Civiles y policías armados en San Sebastián en 1942 (Wikipedia)

La magnitud de la represión fue tal que provocó una reacción en cadena que propició la aparición de los grupos guerrilleros y, con ello, la lógica de la violencia de contrainsurgencia, afirma el autor. “Por eso Franco combinó diferentes técnicas represivas, incluidos los tribunales militares y el sistema penal, además de una amplia gama de prácticas brutales y masacres contra civiles y combatientes que duró más de una década”, indica.

De campos de batalla abiertos a áreas aisladas de montaña y combates clandestinos en las ciudades. El caso de España, afirma el experto, guarda similitudes con el de la Guerra Civil polaca (1942-1948), la Guerra Civil griega (1946-1949) y otras guerras irregulares en los países bálticos (1944-1953), Ucrania (1944-1953) y Rumania (1944-1962).

El documental 'Rejas en la memoria' analizaba la vida de los miles de presos contrarios a la dictadura franquista (CANAL +)

Al menos 20.000 personas fueron asesinadas por la dictadura durante la década de 1940. Como admitió Eulogio Lima, uno de los mandos de la Guardia Civil encargado de eliminar toda la resistencia en España, en esa época se entró en “una guerra fría, callada y silenciosa”.

Pero estas cifras, indica el experto de la Universidad de Bath, no incluyen cientos de muertes causadas por la violencia contrainsurgente, que son “notoriamente difíciles de identificar”. Según fuentes oficiales, el número de fallecidos directamente atribuibles a la guerra irregular fue de 3.433, entre los que había 2.489 combatientes y 953 civiles. Milicias republicanas en los campos de Tardienta, en el frente aragonés (.)

Las estadísticas de la Guardia Civil indican, además, que 19.444 civiles fueron arrestados y juzgados por colaborar con los grupos guerrilleros antifranquistas entre 1943 y 1952, aunque indican que el número de intermediarios (miembros de la población civil que ayudó a los guerrilleros) podía estar entre 60.000 y 80.000.

“El número de muertes directamente relacionadas con la guerra irregular –argumenta Marco- debe estar entre 6.500 y 8.000 personas, con una división uniforme entre civiles y combatientes. De éstos, entre 5.000 y 6.500 fueron víctimas de la dictadura. Estas cifras son significativamente más bajas que las de las guerras irregulares que tuvieron lugar después de la Segunda Guerra Mundial en Ucrania, Lituania y Grecia, aunque tiene similitudes con Polonia, Letonia, Estonia y Rumania”.

Un grupo de presos contrarios a la dictadura franquista (CANAL +)

La dictadura de Franco aprobó dos leyes específicas para reprimir al movimiento guerrillero: la Ley de Seguridad del Estado en 1941 y el Decreto de bandidismo y terrorismo en 1947. Ambos permitieron a los tribunales sentenciar a miles de intermediarios (y guerrilleros) a prisión o muerte. Sin embargo, la mayoría de los civiles fueron asesinados en masacres, particularmente durante el período conocido como “los tres años de terror” entre 1947 y 1949, explica el investigador a La Vanguardia.

Jorge Marco entiende que, durante los primeros años, la estrategia fue de combate directo formando grupos mixtos de guardias civiles, policías y falangistas para combatir a los guerrilleros. A partir de 1944, se empezó a usar de forma más amplia la guerra psicológica, el uso de la inteligencia militar y la persecución de las redes de apoyo.

Ancianos del bando republicano, hambrientos y con aspecto desolador, huyen de los estragos provocados por la Guerra Civil (LVE)

También se contó con la asistencia adicional de 100.000 civiles, principalmente voluntarios falangistas, que desde 1945 formaron grupos paramilitares conocidos como Somatén. “El alto grado de brutalidad empleado por las fuerzas militares y paramilitares en esta guerra irregular estaba en consonancia con el hecho de que el enemigo interno había sido deshumanizado”, admite el historiador.

Una de las técnicas de represión que tuvo mayor efecto psicológico en la población fue poner los cadáveres en exhibición pública. Esta práctica fue habitual en las primeras semanas de la guerra civil, hasta que fue prohibida por las autoridades militares en febrero de 1937. La dictadura, sin embargo, la restableció.
Una técnica de represión que tuvo alto efecto psicológico en la población fue exhibir cadáveres públicamente

La mayoría de masacres de civiles, asegura Jorge Marco, tuvieron lugar lejos del ojo público. “La Guardia Civil, por lo general, arrestó a los campesinos o los sacó de la prisión y los llevó a zonas periféricas para asesinarlos. Los informes oficiales generalmente ocultaron estos hechos afirmando que se aplicaba la Ley de Fugas: el asesinato de una persona con el pretexto de que había tratado de escapar de las autoridades”, remarca.

“A excepción de unas pocas docenas de hombres que decidieron no entregarse y murieron en silencio o permanecieron escondidos hasta el final de la dictadura, los guerrilleros depositaron sus armas a finales de 1952. Franco había derrotado finalmente a sus enemigos tras someterles a más de una década de terror. Pero no hubo ninguna declaración oficial que pusiera fin a la Guerra Civil”, concluye Marco.

domingo, 8 de septiembre de 2019

Entreguerra: La expedición militar japonesa a la Siberia soviética de 1918-22

La expedición japonesa de 1918 a Siberia.

Minor Nations Militare 1914-45



Una litografía de propaganda japonesa para la ocupación del Lejano Oriente ruso. Los japoneses fueron derrotados por la Rusia soviética y se vieron obligados a retirarse en 1922.


La operación militar japonesa más importante durante la Primera Guerra Mundial fue la expedición de 1918 a Siberia. Aunque a menudo se describe como una respuesta defensiva de los poderes a la Revolución rusa y la propagación del poder bolchevique al este, en el contexto de los objetivos japoneses desde agosto de 1914, la Intervención Aliada marcó para Tokio otra oportunidad de oro para promover la expansión continental japonesa. Al igual que una variedad de intereses japoneses en vísperas de la Revolución China, cuyo objetivo era capitalizar los disturbios continentales para ampliar su órbita de influencia, muchos en Japón consideraron la Revolución Rusa como una oportunidad extraordinaria. El ministro de Relaciones Exteriores, Motono Ichiro, instó a tomar medidas inmediatas en Siberia y en el norte de Manchuria para establecer una "posición predominante en Oriente". El ministro del Interior, Goto Shinpei, pidió en diciembre de 1917 que un millón de soldados japoneses ocupen Rusia al este del lago Baikal a un costo de cinco mil millones de yenes un año. Y el asesor especial del primer ministro Terauchi Masatake, Nishihara Kamezo, comenzó a formular planes en noviembre de 1917 para una Siberia "independiente" bajo tutela japonesa.

Sin embargo, los campeones de acción más influyentes de Siberia fueron, con mucho, el anciano estadista Yamagata Aritomo y sus protegidos en el Ejército Imperial. Aunque estos hombres habían desempeñado un papel político y militar central en las guerras de Japón contra China y Rusia, el Ministro de Relaciones Exteriores Kato Takaaki y el gabinete civil, con su rápida declaración de guerra contra Alemania y la exitosa negociación de derechos en China, superaron decisivamente a la facción Yamagata En el primer año de la Gran Guerra. Como primer ministro desde octubre de 1916, el protegido de Yamagata, el general Terauchi Masatake, tomó las riendas de la política continental de Japón en 1917 al negociar una serie de préstamos a Beijing por un total de 145 millones de yenes (los llamados Préstamos Nishihara). Los miembros de la facción de Yamagata vieron la intervención en el Lejano Oriente ruso, por lo tanto, como una oportunidad ideal tanto para expandir la autoridad japonesa en el este de Asia como para reforzar la autoridad militar-burocrática en el país. En enero de 1918, un Comité Conjunto de Asuntos Militares comenzó las discusiones entre el personal general y el ministerio de guerra para un envío de tropas a Siberia. En abril de 1918, el Ministerio de Guerra decidió apoyar a los Generales Rusos Blancos Dimitry Leonidovich Horvath y Grigory Mikhailovich Semyonov, quienes luchaban desde Manchuria por una Siberia independiente. En mayo de 1918, el Vice Jefe del Estado Mayor del Ejército, Tanaka Giichi, negoció un acuerdo militar con China que sentó las bases para un envío inmediato de las tropas japonesas al núcleo de la presencia de Rusia en Manchuria, el Ferrocarril Oriental Chino. Con la primera llegada de las tropas japonesas al Lejano Oriente ruso en agosto de 1918, en otras palabras, la Intervención Siberiana se había convertido en un espectáculo abrumadoramente del Ejército Imperial, y Yamagata Aritomo y sus protegidos del ejército aprovecharon la ocasión para inundar el Lejano Oriente ruso con 72,000 tropas.


A pesar de la escala de sus operaciones en Siberia, la ganancia más significativa de Tokio en la Primera Guerra Mundial fue el efecto acumulativo que todas sus actividades tuvieron sobre su estatus internacional. Aunque había entrado en la guerra como una potencia regional en ascenso, en la Conferencia de Paz de París, Japón se había unido a las filas de las potencias mundiales. Los delegados japoneses se unieron al cuerpo oficial de gobierno de la conferencia, el Consejo de los Diez, para participar en las discusiones sobre los temas más importantes de la paz mundial. Como proclamó con orgullo el Primer Ministro Hara Takashi en enero de 1920, "como una de las cinco grandes potencias, el imperio [Japón] contribuyó a la recuperación de la paz mundial. Con esto, el estatus del imperio ha ganado más autoridad y su responsabilidad con el mundo se ha vuelto cada vez más pesada ".

La nueva autoridad de Japón en París se basó, por supuesto, en un registro de participación japonesa en la Entente que se remonta a los primeros días de la guerra en agosto de 1914. Mientras que Japón, como hemos visto, aprovechó la oportunidad para expandir enormemente sus propios intereses. y la autoridad en la región de Asia / Pacífico, su registro de operaciones militares desde 1914 hasta 1918 destaca un nivel sin precedentes de cooperación japonesa con una causa aliada. El asedio de Qingdao en Japón se llevó a cabo en el otoño de 1914 por 29,000 soldados del Ejército Imperial en conjunto con 2,800 fuerzas imperiales británicas. Dos grupos de trabajo de la Armada Imperial persiguieron a los barcos del Escuadrón de Asia Oriental alemán y finalmente ocuparon las islas alemanas al norte del ecuador en septiembre de 1914. Pero las operaciones de la Armada Imperial en el Océano Índico ejemplifican la dependencia crítica del lejano Imperio Británico sobre ayudas aliadas. Los barcos japoneses desempeñaron un papel clave en la movilización del Imperio Británico entre 1914 y 1918, transportando a las tropas de Australia y Nueva Zelanda desde el Pacífico a través del Océano Índico hasta Adén en el Mar Arábigo. Y, luego de los ataques contra buques mercantes japoneses en el Mediterráneo, tres divisiones de destructores japoneses y un crucero (trece barcos en total) en febrero de 1917 se unieron a la lucha aliada contra los submarinos alemanes allí.

Donde las tropas japonesas no estaban directamente involucradas, una gran cantidad de ayuda japonesa fluía. Varias unidades de la Cruz Roja Japonesa operaron en capitales aliadas durante la guerra, y Japón suministró a los aliados el envío, el cobre y el dinero que tanto necesitaban, incluidos 640 millones de yenes en préstamos. A los rusos, Japón les vendió 600,000 rifles desesperadamente necesitados. Según un observador occidental contemporáneo, "si esta ayuda hubiera sido denegada, el colapso de Rusia se habría producido mucho antes". De hecho, la medida en que los miembros de la Entente y las Potencias Centrales buscaron con entusiasmo la ayuda y el apoyo de los japoneses. El comienzo de la guerra es asombroso y ejemplifica, una vez más, la increíble apuesta global del conflicto. El embajador alemán en Japón, el conde Graf von Rex, estaba tan preocupado por la perspectiva del apoyo japonés a la Entente a principios de agosto de 1914 que, en una audiencia con el ministro de Relaciones Exteriores japonés, Katô Takaaki, rompió la silla en la que estaba sentado y casi cayó al suelo. Los representantes alemanes y austriacos en las capitales europeas se acercaron a los representantes japoneses varias veces en los primeros dos años de guerra por la posibilidad de una paz separada.

Dado el compromiso inicial de Japón con la Entente, las expectativas entre los aliados de Japón fueron aún mayores. A pesar de las dudas iniciales sobre el alcance de las acciones japonesas en Asia a principios de agosto de 1914, Gran Bretaña solicitó en septiembre de 1914 que se enviaran tropas de Japón al Frente Occidental. Con la caída de Qingdao, las solicitudes de ayuda aliadas se multiplicaron. El 6 de noviembre de 1914, el Secretario de Relaciones Exteriores británico Edward Gray instó al embajador de Gran Bretaña en Tokio a pedir que una fuerza japonesa "participe en las principales operaciones de guerra en Francia, Bélgica y Alemania de la misma manera que lo está haciendo nuestro Ejército, y que luchen al mismo tiempo". de nuestros soldados en el continente de Europa ”. Poco después, los periódicos franceses informaron sobre solicitudes informales francesas de 500.000 soldados japoneses para unirse a Serbia en las operaciones en la península balcánica. A fines de julio de 1918, la Marina de los Estados Unidos declaró que era "una cuestión de vital necesidad" que los cruceros de batalla japoneses ayudaran a proteger los transportes de tropas estadounidenses a través del Atlántico.

Dada la constante disputa entre Japón y sus aliados sobre la Intervención Siberiana, los historiadores han visto la operación como el ejemplo más atroz de la acción autónoma japonesa durante la Primera Guerra Mundial. Sin embargo, en el contexto de las incesantes solicitudes aliadas de ayuda japonesa desde 1914, la expedición también debería ser reconocida, como otra visión del enorme alcance mundial de la Primera Guerra Mundial. La Revolución rusa de noviembre de 1917 y la conclusión de una paz separada con Alemania el siguiente marzo marcaron un serio golpe estratégico para la Entente. No solo significó el colapso del frente ruso, dado el régimen rabiosamente anti-occidental bolchevique recién instalado en Moscú; El futuro de todo el Imperio ruso se puso en tela de juicio.

Extendidos hasta el límite en el frente occidental, Gran Bretaña y Francia se dirigieron a Estados Unidos para liderar el esfuerzo de apuntalar elementos amigables con los aliados dentro del Imperio ruso. Pero en el contexto de cuatro años de pedidos aliados para obtener más ayuda japonesa, la Entente también tenía grandes esperanzas de participación japonesa. En el preciso momento en que el Secretario de la Armada estadounidense se acercó al embajador de Japón en los EE. UU. Sobre posibles cruceros de batalla japoneses al Atlántico, Washington invitó formalmente a las tropas japonesas a unirse a las fuerzas británicas, francesas, italianas, estadounidenses y canadienses en Siberia.

Mucho antes de la Conferencia de Paz de París, en otras palabras, las enormes ramificaciones globales de la Gran Guerra habían alentado pedidos desesperados de ayuda japonesa y habían catapultado a Japón a una posición prominente en el escenario mundial.

sábado, 7 de septiembre de 2019

SGM: ¿Por qué fracasó Barbarossa?

La derrota del plan Barbarroja

Weapons and Warfare



¿Fueron los alemanes derrotados en la Operación Barbarroja y en la Batalla de Moscú, o los rusos fueron victoriosos? La mejor respuesta para ambos es sí. La Unión Soviética y el Ejército Rojo se defendieron desde el principio, movilizando recursos y desarrollando habilidades para salvar su capital, frustrar la invasión, capturar la iniciativa, demostrar los límites de Blitzkrieg y comenzar el proceso aún continuo de desacreditar el mito de un inherentemente superior. Camino de guerra alemán. Esa no es una lista de logros en seis meses contra cualquier oponente, y mucho menos la Wehrmacht.



La larga lista de errores alemanes específicos se puede agrupar convenientemente en dos encabezados: sobreextensión general y subestimación global. Ambos reflejaban el sentido general de emergencia que había informado al Reich de Hitler desde los primeros días de su existencia. El tiempo siempre fue el principal enemigo de Adolf Hitler. Estaba convencido de que solo él podía crear el Reich de mil años de sus visiones, y con ese fin estaba dispuesto a correr los riesgos más extremos.

Los generales de Hitler, especialmente los generales panzer, compartieron esa mentalidad arriesgada y aceptaron las visiones apocalípticas que lo acompañaban. Esa congruencia dio forma a la naturaleza racista y genocida de Barbarroja. Desde el inicio de la campaña, el terror y el asesinato siguieron a los panzers. Eso fue peor que un crimen. Fue un error antagonizar los amplios espectros de una población que podría haberse movilizado para trabajar para y con los conquistadores, y en algunos casos actuar contra el sistema soviético. Comportarse de otra manera habría requerido que los nazis fueran algo más que nazis, y, tal vez, que los generales fueran algo más que generales, al menos cuando se enfrentaran a bolcheviques eslavos / judíos.

El ejército se habría visto obligado a modificar su mentalidad institucional. Por más intenso que haya sido el antagonismo entre el Führer y sus comandantes en años posteriores, en 1941 poseían una visión común en la que las elecciones y las prioridades no eran necesarias. Las debilidades de Alemania en cuanto a número, equipo y logística fueron lo suficientemente desalentadoras como para que los planificadores militares razonablemente prudentes hubieran aconsejado no llevar a cabo toda la campaña hasta el punto de renunciar. Pero en parte a través de su propia historia y en parte a través de los años de exposición al nacionalsocialismo, los soldados de Alemania han llegado a creer en el "Triunfo de la Voluntad".

Es una paradoja pasada por alto que el hecho de no haber llegado a Moscú pudo haber evitado una catástrofe alemana. Stalin propuso continuar luchando incluso si Moscú caía, pidiendo recursos de los Urales y Siberia. Aparte de eso, capturar la ciudad con los recursos disponibles, si es que se podría hacer, habría implicado grandes pérdidas, pérdidas que caerían desproporcionadamente en las tropas móviles que serían las primeras y esperaban que hicieran gran parte del trabajo pesado. Comparaciones con Verdún una vez más circularon en la fuerza blindada. Y si la esvástica sobrevolara el Kremlin, el Centro del Grupo de Ejércitos se cargaría hacia adelante en el extremo más alejado de un saliente largo y vulnerable a contraataques sistemáticos, que contuviera una línea de suministro tenue expuesta al hostigamiento constante de un movimiento partidista en desarrollo. El resultado de la Operación Tifón preservó los cuadros, o los esqueletos, de los panzers para anclar la defensa durante el invierno y prepararse para otro intento en la primavera.

Lo hicieron bien los dos. En enero de 1942, la 18 División Panzer usó su última docena de tanques como el núcleo de un empuje de 50 millas en el territorio ocupado por los soviéticos para rescatar a una división de infantería que había estado rodeada durante un mes. En la 6ª División Panzer, Erhard Raus empleó pragmáticamente una serie de contraataques locales como ejercicios de entrenamiento táctico para los reemplazos. ¿Fue esta profesionalidad heroica o ilusión? ¿O más bien como el pensamiento mágico, el tipo de locura definida como hacer lo mismo de la misma manera y esperar resultados diferentes? En 1807 y nuevamente en 1918, el ejército prusiano / alemán respondió a la derrota con un autoexamen exhaustivo. En 1939, el ejército de Hitler había respondido a la victoria con una puesta a punto iniciada internamente. Nada remotamente similar ocurrió durante el invierno de 1941-42. Especialmente para los panzers, la energía restante después de reemplazar las pérdidas se dedicó a mejorar los sistemas existentes.

Esa situación invita a la explicación en términos de desesperación. A fines de febrero, la resistencia total del tanque se redujo a alrededor de 150, para todo el Frente Oriental. No era una figura que alentara la especulación independiente sobre mejores formas de guerra. Pero incluso en esta etapa relativamente temprana, se estaba llevando a cabo un proceso de selección en los regimientos y divisiones. El jefe de operaciones de la Octava División Panzer, Erich Brandenberger, era un viejo artillero, con una actitud tan tranquila que reaccionaba rápidamente ante las emergencias. Heinrich Eberbach se hizo cargo de 4th Panzer, lo cual no es una sorpresa después de su éxito en sacar el máximo provecho de los pequeños números en el camino a Tula. La pérdida de un brazo de Hans Hube en la Gran Guerra no le había impedido ascender al mando de la 16ª División Motorizada, quedarse con él cuando se convirtió en tanques y construir una reputación de táctica brillante. Hermann Balck, marcado como un rincón por su trabajo en Francia, había estado en servicio de personal durante Barbarroja, pero dejaría su huella a partir de mayo al mando de la 11 División Panzer.

No se puede hablar de un tipo de personalidad común en los oficiales que vinieron de todas partes en el ejército de antes de la guerra. Algunos eran religiosos; algunos eran escépticos; algunos eran casualmente Gottglaubig, el término nazi para no denominacional. Algunos eran deliberadamente botas de barro; otros tomaron dolores conscientes con su aseo. Lo que estos oficiales y sus contemporáneos señalaron de manera similar para el alto mando fue el pragmatismo. Eran solucionadores de problemas prácticos que maximizaban el material que recibían y hacían todo lo posible en las situaciones a las que se enfrentaban. "Lo intentaré, señor" no fue una respuesta aceptable en la fuerza panzer que emergió de los escombros de Barbarroja. No hubo intento, solo hazlo o no lo hagas.

Otra cosa que la nueva generación de líderes panzer tenía en común era un nivel de valentía y carisma que no se ve entre los altos oficiales prusianos / alemanes desde las Guerras Napoleónicas. Omer Bartov ha defendido con firmeza la creciente "demodernización" del ejército alemán en la Unión Soviética. Su versión simplificada describe una situación en la que la inferioridad material y numérica, y las altas bajas resultantes, llevaron a la erosión de la identificación de los grupos primarios y al énfasis en la ideología nacionalsocialista como elemento principal de la moral y el poder de lucha. Uno podría sugerir que una tripulación de tanques es un grupo primario que se renueva automáticamente, como lo es en menor medida los hombres que viajan en la misma media vía o camión. En los panzers, sin embargo, los comandantes de regimiento y división también facilitaron en gran medida los grupos primarios por liderazgo personal.

Posbárbara, un coronel de infantería que aparecía en la línea del frente probablemente generaría una reacción similar a la que hizo famoso el dibujante estadounidense Bill Mauldin: "Señor, ¿tiene que hacer fuego mientras usted nos inspira?" Su panzer la contraparte, en un tanque o media pista con radio, generalmente con uno o dos más como escolta, podría tener un efecto decisivo en los eventos en el extremo agudo, y tenía una gran posibilidad de sobrevivir hasta la próxima vez. Tal comportamiento tuvo poco que ver con la ideología, y no mucho más con el "espíritu guerrero", pero tuvo mucho que ver con expectativas mutuas. Era lo que uno hacía cuando tenía que hacerse. Incluso para los generales, a menudo se trataba de dirigir como si la vida de uno dependiera de ello, como a menudo lo hacía literalmente. Y hay pocos impulsores mayores de la moral de combate que la presencia efectiva en un punto caliente de alguien que parece saber lo que está haciendo y qué hacer a continuación. En la 6ª División Panzer, un eslogan familiar era "Raus zieht heraus": "Raus nos sacará de esto". El apodo de Hans Hube era simplemente "el hombre", no "el viejo", sino "el hombre".

El ethos tenía serios inconvenientes. Condujo a centrarse en "alcanzar el próximo objetivo", un privilegio de acción a expensas de la reflexión en todos los niveles y en todos los aspectos de la guerra. Ese patrón fue, si no siempre exacerbado, muy a menudo no equilibrado por el personal. La abolición del Gran Estado Mayor por el Tratado de Versalles combinada con la rápida expansión del ejército bajo Hitler conspiró para crear una escasez crónica de oficiales de personal calificados, y alentó el desarrollo de nuevos para cumplir con los requisitos de personal de las nuevas formaciones. Lo importante era resolver los problemas inmediatos de organizar y entrenar nuevas divisiones, y proporcionar equipo y doctrina para nuevas sucursales, como los panzers.



No es necesario hacer referencia al antiintelectualismo nazi para comprender que considerar las ramificaciones y las implicaciones no fue una cualidad particularmente valorada en la fuerza blindada posterior a Barbarroja. Es irónico pensar que Versalles, tan a menudo exorbitante por no sostener el rearme alemán, puede haber tenido un "éxito oculto" decisivo en la eliminación de un contrapunto potencialmente significativo para la visión del túnel del ejército.

El espíritu panzer también se difundió a través de la promoción. La defensa de Guderian de una defensa móvil flexible contra la ofensiva de invierno soviética podría ser sólida en principio, pero podría decirse que está fuera de las capacidades actuales de los panzers. Su sucesor fue el comandante del cuerpo Rudolf Schmidt, cuyo apodo "Panzerschmidt" sugiere determinación en lugar de delicadeza. Schmidt basó sus tácticas en los puntos fuertes establecidos en las aldeas que eran imanes para los rusos, no menos fríos que sus oponentes, y defendidos hasta que fueron relevados por grupos de batalla construidos alrededor de todo lo que estaba disponible y podían ser rastreados. Walther Model comandó un cuerpo durante el tifón, y en enero de 1942 llevó su novedosa mentalidad y su creencia en el potencial defensivo de los pequeños grupos de combate blindados al 9º Ejército. Muchos otros generales panzer seguirían el mismo camino.

Reconfigurar el perfil de comando de los panzers habría significado poco si la fuerza blindada no se hubiera restaurado materialmente. Ese fue el principal desafío durante el invierno y principios de la primavera de 1942. Las pérdidas totales durante Barbarroja ascendieron a más de 1,100,000 hombres, y no había forma de que pudieran ser reemplazados por completo antes de que las operaciones reanudadas aumentaran la brecha. Halder calculó la pérdida resultante de efectividad en el combate de la mitad a dos tercios en la infantería. Las divisiones móviles estaban mejor en términos de personal, pero no en gran medida, especialmente dada la pérdida de especialistas incurridos por medidas tales como el uso de petroleros desmontados como infantería durante los desesperados meses de invierno. Más de 4,200 tanques han sido destruidos o dañados durante Barbarroja. No había manera de que una red industrial demasiado extendida y un sistema de reparación sobrecargado pudieran compensar. Hasta marzo, la brecha entre las tablas de organización y los tanques en el servicio de unidades era más de 2,000. El déficit correspondiente en camiones fue de 35.000. Un cuarto de millón de caballos murieron, una pérdida no menos grave para un ejército que todavía es en gran parte impulsado por los músculos y es probable que se mantenga así dada una brecha cada vez más insostenible entre los recursos petroleros del Reich y las necesidades de la Wehrmacht.

Hitler había planeado usar una nueva producción para expandir el ejército a 30 divisiones panzer. Lo mejor que pudieron ofrecer las fábricas y los sistemas de reemplazo sobreexplotados fueron cuatro: tres construidos alrededor de los regimientos militares existentes y uno formado por la conversión de la 1ª División de Caballería. Grossdeutschland fue actualizado a una división motorizada, con reclutas seleccionados y una garantía de los últimos equipos a medida que estuvieran disponibles. La autorización de los batallones de tanques para las cuatro divisiones motorizadas SS absorbió aún más producción. Se hicieron algunos esfuerzos para reemplazar la cantidad por la calidad. Las dos compañías ligeras de cada batallón de tanques fueron autorizadas 17 versiones J o L de los Panzer III con el cañón de 50 mm de cañón largo. Un número cada vez mayor de los 17 Mark IV de la compañía mediana fueron Fs y Gs, con un cañón de alta velocidad de 75 mm que fue el primer partido claro para que el T-34 apareciera en la fuerza blindada. Estos tanques armados fueron emitidos para reemplazar las pérdidas, por lo que a lo largo de 1942 los batallones panzer operarían con establecimientos mixtos de pantalones cortos y largos.

A la mayoría de las divisiones panzer y motorizadas se les asignó un batallón antiaéreo con ocho cañones remolcados de 88 mm y un par de docenas de 20 mm. En reconocimiento de la capacidad de ataque terrestre que mejora exponencialmente la Fuerza Aérea Roja, la nueva adición también fue una mejora bienvenida de la capacidad antitanque de las divisiones. Las divisiones motorizadas recibieron un multiplicador de fuerza directa aún mayor: un batallón de tanques orgánicos. Eso les dio una proporción de seis a uno en infantería y armadura, en comparación con los cuatro a dos de las divisiones panzer. Dadas las altas bajas que sufrió la infantería motorizada en 1941, y dada la capacidad limitada del Reich para reemplazar las pérdidas de los tanques, la mejora fue más o menos una distinción sin una diferencia. También fue una forma de aumentar el número de divisiones equipadas con tanques sin los problemas que inevitablemente acompañan a las nuevas organizaciones.

La renovada estructura de las divisiones motorizadas también fue un reconocimiento de que la infantería de guerra, que tenía martillos duros (algunas divisiones estaban a dos tercios de la fuerza autorizada hasta mayo) iba a requerir respaldo móvil, "corset se queda", incluso en lo que pasó Para sectores tranquilos. El estado de la infantería motorizada se reconoció cuando, en octubre de 1942, fueron redesignados como granaderos. En marzo de 1943 se convirtieron en granaderos panzer. En junio, las divisiones motorizadas también fueron rebautizadas como granaderos panzer.

Los honoríficos habrían sido intercambiados por unas cuantas docenas de medias pistas más: el valor de esos valiosos vehículos de un batallón era el mejor que la mayoría de las divisiones móviles podían esperar. Sin embargo, la potencia de fuego aumentó, con la pista del comandante en cada pelotón luciendo un cañón de 37 mm, que aún era útil de muchas maneras. Otras medias pistas llevaban una variedad de armas y morteros cada vez más pesados ​​en monturas improvisadas. El cañón antitanque de 50 mm se convirtió en un arma de batallón, y los batallones de granaderos panzer también tenían hasta ocho cañones de infantería para apoyo directo, sustituyendo a la artillería de campo remolcada muy a menudo bloqueada, fuera de contacto o fuera de alcance.

La resultante amalgama de armas y vehículos continúa deleitando a los jugadores de guerra y los aficionados al orden de batalla. De hecho, la plétora de armas pesadas servidas por la tripulación reflejaba la continua escasez, o mejor dicho, ausencia, de tanques y armas de asalto. Otra indicación de la naturaleza de mosaico de la reconstrucción de la fuerza blindada es que los batallones de tanques para las divisiones de granaderos motorizados / panzer fueron transferidos de las divisiones panzer: otra dispersión institucionalizada de un activo escaso y desperdiciado.
El sistema de grupos de batalla siguió siendo básico para el empleo de las tropas móviles, pero la experiencia produjo modificaciones. Los regimientos evolucionaron hacia la sede del grupo de trabajo, con batallones cada vez más autónomos, transferidos entre ellos según sea necesario para los bloques de construcción. En la ofensiva o para los contraataques, los grupos de batalla generalmente se construían alrededor de los batallones de tanques, el batallón de rifles de media pista y el batallón de reconocimiento. A la defensiva, los regimientos de granaderos panzer hicieron el trabajo pesado con los tanques en la reserva, si estaban disponibles, para tapar las brechas y contraataques. En principio, las mejoras en el control de fuego hacia adelante permitieron que la artillería de los panzers se centralizara a nivel de división, y su fuego se asignó donde era más necesario o más prometedor. De hecho, los batallones a menudo se unían a grupos de batalla por una reacción rápida.



La mayor contribución del Frente Oriental a las tácticas fue un énfasis añadido en la velocidad. La capacidad de formar, cometer y reestructurar grupos de batalla para adaptarse a las situaciones cambiantes fue a menudo el mayor multiplicador de la fuerza alemana contra un enemigo material y numéricamente superior que, aun cuando su flexibilidad mejoraba, todavía estaba estructurada en torno a órdenes de arriba. El éxito de estas formaciones, una y otra vez, contra todas las probabilidades y obstáculos, a su vez fomentó un sentido de superioridad operativa que inevitablemente se manifestó en contextos raciales y militares. Los resultados pueden ir desde el triunfo hasta el desastre, pero a nivel de división y por debajo de los desastres, tienden a ser descartados como una posibilidad de guerra en lugar de signos de un cambio fundamental en el equilibrio del poder de lucha.

El sistema de grupos de batalla desarrollado también fue una respuesta táctica a una estrategia soviética que, durante el invierno de 1941-42, trató de decidir la guerra rompiendo las defensas alemanas en todo el frente. Stalin y sus asesores militares clave estuvieron de acuerdo en que lo mejor era hacerlo martillando lo más fuerte posible en tantos sectores como fuera posible, sobre el principio de que algo tenía que ceder en alguna parte. El plan también tenía una dimensión política: restaurar la moral doméstica aún demasiado inestable para la tranquilidad de Stalin al proporcionar al menos victorias a pequeña escala.

Un enfoque más prudente podría haber involucrado la estructuración de objetivos militares para ganar tiempo: tiempo para que llegue la asistencia estadounidense prometida; tiempo para reestabilizar una base industrial transferida físicamente al este de los Urales; y, sobre todo, el tiempo para derrotar a un Ejército Rojo en proceso de reconstrucción que aún no puede traducir la planificación estratégica en éxito operacional y táctico. En cambio, recuperados de los choques de diciembre, los alemanes demostraron ser capaces de detener, bloquear y luego detener una serie de ofensivas ambiciosas desde Leningrado a Rzhev-Vyazma y al sur a Orel y Kursk.

Esos éxitos se lograron principalmente mediante las tácticas de economía de fuerza bien aplicadas indicadas anteriormente: puntos fuertes de apoyo mutuo respaldados por grupos de batalla blindados relativamente pequeños. Validaron las afirmaciones de los oficiales de infantería de que con infusiones directas mínimas del tipo correcto de apoyo, podrían cuidar de ellos mismos y de los rusos. A partir de 1942, la Oficina de Armas del Ejército comenzó a montar cañones soviéticos de 76 mm y alemanes de alta velocidad de 75 mm en el chasis Panzer II. Estos destructores de tanques Marder de 10.5 toneladas, aunque abiertos y ligeramente blindados, eran potentes asesinos de T-34. Primero fueron a la infantería. Lo mismo hizo la mayoría del número creciente de batallones de armas de asalto independientes formados durante 1942, cuyos Sturmgeschütz III de tiro bajo estaban armados con cañones cortos y largos de 75 mm en combinaciones, dependiendo de la disponibilidad. Una división móvil que tuvo la suerte de tener uno de estos batallones adjuntos durante un tiempo, usualmente lo empleó con los granaderos blindados, donde su flexible potencia de fuego no fue menos bienvenida que entre los Landser comunes.

El Ejército Rojo no fue el único capaz de restablecerse en condiciones de emergencia. Al pasar el invierno a la primavera, los alemanes en Rusia surgieron como una combinación de un ejército ciudadano ideológicamente motivado y una fuerza de combate profesional experimentada. Los meses en Rusia habían expuesto sin piedad los débiles vínculos materiales y humanos. Las armas nuevas todavía existían principalmente en los tableros de dibujo, pero los oficiales y los hombres sabían cómo usar lo que tenían para sacar ventaja. Un contraataque a fines de abril alivió a 100,000 hombres aislados en el Demyansk Pocket desde enero. Infantería, artillería y pioneros, con el apoyo sustancial de los rumanos, comenzaron el ataque final en la península de Crimea el 8 de mayo. La mayoría de las divisiones móviles habían sido reacondicionadas. Algunos de los más duros, como las divisiones Panzer 6 y 7, fueron enviados a Francia. El resto permaneció en Rusia, pero fuera de la línea durante unas pocas semanas. Estarían listos para cuando finalice el rasputitsa, el deshielo primaveral.

viernes, 6 de septiembre de 2019

UK: La Black Watch

La Black Watch en Fontenoy

Weapons and Warfare





La Black Watch en la batalla de Fontenoy por William Skeoch Cumming.


El capellán del Black Watch en la batalla de Fontenoy, 1745 por William Skeoch Cumming (1897)

En marzo de 1743 el regimiento fue ordenado al sur de Inglaterra. Llegaron a Londres los días 29 y 30 de abril, y en mayo se embarcaron para el Continente, para unirse al ejército bajo el mando del Conde de la Escalera en las fuerzas francesas de Luis XV. Navegaron de Gravesend a Ostende, desde donde marcharon a Bruselas, llegando el 1 de junio de 1743; y de allí por Lieja a Hanau, donde estaba el ejército al mando de Jorge II en persona, que acababa de asumir el mando del Conde de la Escalera. A lo largo de los siguientes doce meses o más, los Highlanders no vieron un servicio activo, pero el año 1745 iba a ser memorable para el Black Watch y, de hecho, para la patria del regimiento.

Liderando las poderosas fuerzas francesas en los Países Bajos estaba el temerario Marshal Saxe, una de las más grandes figuras militares del siglo. Se opuso, después de que el rey George regresara a Inglaterra, por el duque de Cumberland, al menos el igual del general más infructuoso que jamás había mandado a las tropas británicas. Junto con sus aliados holandeses y algunos austriacos, marchó a principios de mayo para liberar a la fortaleza de Tournai del sitio con el que el mariscal Saxe había abierto su campaña. Dejando una fuerza para "enmascarar" a Tournai, Saxe había reclutado a su ejército en una excelente posición defensiva a unas millas de distancia. Formando el punto clave de toda la línea de defensa en forma de L estaba el pueblo de Fontenoy; varios bosques formaron obstáculos naturales, los franceses construyeron reductos para aumentar los peligros a los que se enfrentaban los atacantes, y todo el frente estaba adornado generosamente con cañones de campaña.

El 10 de mayo, cuando, a la manera de la época, el ejército aliado comenzó su acercamiento deliberado, se vio que la línea de inicio planeada para el ataque solo podía alcanzarse a través de la pequeña aldea de Vezon. Por lo tanto, se detalló una fuerza mixta de infantería y caballería, incluidos los montañeses, para despejar el lugar. Esto se logró sin muchos problemas, los franceses retrocedieron después de un fuerte intercambio de mosquetería; y ese fue el bautismo de fuego del Black Watch. Posteriormente, el regimiento se colocó en el extremo derecho de la línea aliada, frente a la madera de Barri, que formaba el punto d’appui del flanco izquierdo francés. A la mañana siguiente, la tarea de eliminar a los franceses de la madera fue asignada a un determinado Coronel Ingoldsby, a quien se le proporcionó una brigada compuesta por los pies 12 y 13, un regimiento de Hannover y los montañeses. A las 6.00 a.m. la brigada se marchó, pero una sucesión de eventos bastante inexplicables lo detuvo. No se sabe si fue incertidumbre sobre la parte de Ingoldsby o la confusión que resultó de órdenes en conflicto de sus superiores (más tarde fue absuelto en una corte marcial) pero, a pesar de la llegada de artillería de apoyo, no pudo o no quiso insistir en el ataque. . A las 11.00 a.m., un ataque holandés contra Fontenoy había fallado, y los Highlanders recibieron la orden de proceder desde el lado derecho al flanco izquierdo para apoyarlos en un segundo asalto. Esto era mucho más a su gusto; Se fueron al doble liderado por Lieut.-Col. Sir Robert Munro, y se lanzó contra las posiciones francesas sobre Fontenoy con un espíritu y un espíritu tremendos. Los franceses, protegidos por fortificaciones de campo y con una fuerza considerable, fueron sacudidos por este ataque inusual lanzado por las furias de las Tierras Altas armadas, gracias a la solicitud de que este día debían luchar con sus armas nativas, con espada y espada. En la primera línea de atrincheramientos se derramaron los montañeses, pero el mosquetero francés fue sostenido y mortal, y muchos de ellos cayeron y murieron antes de las fortificaciones. Después de una amarga lucha, los Highlanders tuvieron que retirarse, llevando consigo al Teniente Coronel, un hombre de una circunferencia tan tremenda que se metió en uno de los atrincheramientos y apenas escapó de ser hecho prisionero.

Mientras el Black Watch se reagrupaba después de este ataque violento, siguió el tremendo episodio cuando la masa sólida de infantería británica y hannoveriana, 16,000 efectivos, avanzó hacia el corazón de la posición francesa, destrozando a Gardes Francaises y muchos otros distinguidos regimientos del antiguo régimen. , y retirarse solo después de haber sido diezmado virtualmente por mosquetes y disparos e innumerables contraataques de infantería y caballería. Los montañeses y otro batallón fueron detallados para cubrir el inevitable retiro, un deber difícil a pesar de que no hubo una persecución sostenida, y el regimiento fue señalado para el elogio especial por Cumberland en su informe de la batalla.

Como una marca adicional de favor, se preguntó a los hombres si había alguna petición especial que les gustaría hacer. Por unanimidad, expresaron el deseo de que dos de sus compañeros, condenados por flagelación por permitir que escaparan algunos prisioneros, deberían recibir la pena. Vale la pena grabar otro incidente. En la mañana de la batalla, cuando los Highlanders desfilaron, el oficial al mando vio al ministro de regimiento de pie en las filas con espada ancha. Este fue Adam Ferguson, más tarde profesor de Filosofía Moral en la Universidad de Edimburgo, quien fue amenazado en el acto con la pérdida de su comisión si no regresaba de inmediato a sus deberes más ortodoxos. "¡Maldita sea mi comisión!" Replicó el prelado belicoso y se dirigió a la batalla con sus hombres. Su primer compromiso le costó caro al regimiento, más de 30 oficiales y hombres muertos y casi 90 heridos, no tan graves como las víctimas de otros regimientos que participan, pero lo suficientemente graves.

jueves, 5 de septiembre de 2019

SGM: El teatro China-Birmania-India

El teatro China-Birmania-India


China Burma India WWII




La estrategia para la derrota de Japón no podría haber sido más sencilla: las fuerzas aéreas, terrestres y marítimas aliadas avanzaron en tres ejes amplios para hacer retroceder el nuevo imperio japonés a las islas de origen, que las fuerzas aliadas invadirían y ocuparían, si fuera necesario. . Las fuerzas de la Commonwealth británica avanzaron desde la India a través de Birmania a Malaya y Hong Kong; Las fuerzas estadounidense-australianas conducirían al norte y al oeste de Australia a las Indias Orientales Neerlandesas y Filipinas; y los Estados Unidos, ricos en unidades aéreas y de superficie navales, atacarían a través del Pacífico Central hacia Filipinas y Formosa. La destrucción de las fuerzas armadas japonesas (especialmente las unidades aéreas y navales) se llevaría a cabo simultáneamente con la ruina de la economía de Japón, dependiente del petróleo, minerales, carbón, caucho y alimentos transportados por el mar. Cualquier aficionado que pudiera leer un mapa podría diseñar una gran estrategia. Hacer que esto sucediera resultó ser un asunto muy diferente.

La experiencia militar aliada en el teatro China-Birmania-India (CBI) demostró lo difícil que sería montar un esfuerzo ofensivo cohesivo de naciones con intereses en conflicto y capacidades asimétricas. Hasta 1943, los comandantes británicos en la India no creían que su principal fuerza de campaña, el Decimocuarto Ejército, pudiera realizar operaciones ofensivas limitadas. Ellos probaron sus fuerzas con un avance de una división a lo largo de la costa de Arakan y encontraron que los japoneses y el terreno eran invencibles. La ofensiva arakana demostró lo que temía el comandante del XIV Ejército, el general William Slim. Solo las operaciones anfibias de amplio rango podrían llevar a su ejército a pasar por las colinas de Chin Hills, protegiendo a Birmania desde el oeste y bloqueando el acceso a los valles fluviales que conducen a Mandalay y Rangún. Un soldado de campo endurecido que había aprendido su oficio en el Frente Occidental y en el Ejército de la India, Slim combinó sus habilidades de entrenamiento y liderazgo con el coraje personal y moral, así como con el encanto, un buen conocimiento de los soldados y una sólida apreciación de la guerra asiática. y la excelencia del ejército japonés. Había experimentado la catástrofe de la retirada de Birmania en 1942 y el ataque abortivo en el Arakan. Su honestidad y su carácter lo convirtieron en la opción obvia para reformar el Decimocuarto Ejército, una fuerza integrada en el Ejército de la India pero que incluye los siempre confiables fusiles Gurkha de Nepal, batallones de infantería no probados del este y el oeste de África, y batallones de infantería y armas de apoyo del Armada británica.

En teoría, el concepto de envolturas anfibias que llegaban a Singapur tenía sentido para todos, excepto para los demás Aliados y gran parte de la Royal Navy. Con las demandas de otros teatros, los Aliados no pudieron encontrar envíos anfibios adecuados ni siquiera para una operación modesta dirigida a Rangún y programada para fines de 1943 o 1944. Slim ahora no veía alternativa, sino un avance por tierra de su ejército, gradualmente reforzado desde Medio Oriente. y la India propiamente dicha, donde la misión de seguridad interna requería menos batallones británicos para 1944. El Decimoquinto Ejército japonés, bajo el mando del Teniente General Mutaguchi Renya, también creció en los mismos meses de cuatro a ocho divisiones, lo que elevó el posible costo para Slim de una batalla por tierra a través de las montañas del oeste de birmania. Si Slim no podía encontrar una alternativa razonable a una ofensiva convencional, otros ofrecían brillantes promesas de victoria fácil. Churchill y Roosevelt, políticos y oportunistas hasta la médula, captaron estas falsas opciones con entusiasmo.



Roosevelt, ya vinculado a la China nacional por sentimiento y compromiso previo, nunca abandonó su esperanza de que los ejércitos de Chiang Kai-shek pasaran a la ofensiva y que el propio Chiang pudiera desempeñar el papel de líder regional. Desde mediados de 1942 hasta mediados de 1943, Roosevelt luchó para mantener a China en la guerra, ayudado por Marshall y Stilwell en su búsqueda. En octubre de 1942, Roosevelt respondió a las Tres demandas de Chiang con promesas limitadas de una acumulación de aire en la India y un serio esfuerzo para llevar los suministros de Lend-Lease a Kunming por aire. Los Aliados podrían completar la extensión de Ledo del camino de Birmania solo conduciendo al menos una división japonesa desde el norte de Birmania con algún tipo de ejército chino-estadounidense. Roosevelt no prometió enviar fuerzas de combate terrestres, a pesar de que Stilwell estaba a favor de esta opción. Alentado por el personal de Hap Arnold y Chennault (ahora al mando de la Décima Fuerza Aérea en China) a pensar más sobre las operaciones aéreas ofensivas de China, en mayo de 1943, Roosevelt eligió (para gran consternación de Stilwell y deleite de Chiang) el concepto de Chennault de un bombardero ofensivo contra China. Ciudades costeras y rutas marítimas japonesas. Chennault, el experto en defensa aérea, prometió repentinamente la victoria mediante un bombardeo, probablemente influenciado por su comandante aéreo nominal del teatro, el mayor general Clayton D. Bissell, y el patrón de Bissell, Hap Arnold. Sin embargo, el plan aéreo le ofreció a Stilwell algo de consuelo, ya que tal compromiso requería un camino abierto entre Ledo y Birmania y un ejército chino reformado para proteger las bases de los bombarderos en China. En la conferencia de Quebec de agosto de 1943, Churchill, Roosevelt y el Estado Mayor Combinado aprobaron una ofensiva en el norte de Birmania.

Con sus planes de operaciones anfibias frustrados por la escasez de envíos, Churchill apoyó los planes estadounidenses para el teatro China-Birmania-India, a pesar de que tenía poca fe en la China nacionalista. Además, Churchill cayó bajo el hechizo de uno de los comandantes más excéntricos y carismáticos de la guerra, el brigadier Orde Wingate. Wingate, un experto en Oriente Medio con éxitos guerrilleros en Sudán, Etiopía y Palestina, abogó por una guerra no convencional en Birmania. Slim dudaba que Wingate encontrara a los japoneses tan impresionables como sus enemigos del Medio Oriente, y él estaba resentido por la influencia de Wingate con Churchill, quien le permitió a Wingate despojar al Decimocuarto Ejército de algunos de sus mejores soldados británicos, Gurkha y africanos.

Rebosante de energía, Wingate formó la Brigada 77a de 3.300 hombres en 1943, el Grupo de Penetración de Largo Alcance (LRPG, por sus siglas en inglés) o "Chindits", un apodo extraído de los feroces leones de piedra alados que custodiaban los templos de Birmania. Las alas tenían mucho que ver con los Chindits, ya que Wingate esperaba que su fuerza aterrizara en planeador o paracaídas detrás de las líneas japonesas y luego se reabasteciera por aire. Los bombarderos proporcionarían apoyo contra incendios en lugar de artillería. El primer experimento en febrero-junio de 1943 no fue un gran éxito, solo demostró que los Chindits se cansaron y enfermaron como todos los demás y no pudieron vivir solo con gotas de aire. Los Chindits mataron tres veces más japoneses que ellos mismos (68 a 28), pero casi toda la fuerza puso fin a la operación no apta para el servicio futuro. Slim ciertamente no vio las operaciones de Chindit como un sustituto de su campaña.

Los esquemas quijotescos de Wingate se convirtieron en un plan más grande y más optimista para un regreso a Birmania en 1944 con el mismo modelo. A Churchill le gustó el concepto, mientras que Stilwell vio la fuerza de Wingate como un instrumento útil en su propio plan para liderar una fuerza terrestre sino-estadounidense contra Myitkyina, un cruce de carreteras crucial en el camino a Lashio, terminal de Burma Road. Con la aprobación del almirante Lord Louis Mountbatten, nombrado comandante del teatro en septiembre de 1943, Wingate arrebató el control de las tropas en la India que estaban fuera del mando de Slim y formó un LRPG de seis brigadas de 20,000 oficiales y hombres. Stilwell no tenía una fuerza terrestre comparable. Tenía dos pequeñas divisiones chinas bajo su control directo, y Marshall había proporcionado solo un improvisado equipo de combate de regimiento de infantería compuesto por "voluntarios" del Ejército de los Estados Unidos. Designada como la 5307ª Unidad Compuesta Provisional, la unidad prefirió el nombre de los Marauders de Merrill, identificándose así con el General de Brigada Frank D. Merrill, uno de los oficiales favoritos del personal de Stilwell, pero un comandante inexperto con una enfermedad cardíaca grave.
Stilwell, sin embargo, tenía otros activos para atraer a Wingate a la campaña del norte de Birmania. Primero, contó con la plena cooperación de las fuerzas aéreas estadounidenses (si no Chennault), ya que un camino abierto de Ledo-Birmania reduciría drásticamente los requisitos de transporte aéreo sobre "The Hump", la peligrosa extensión sureste de los Himalayas. Además, la posibilidad de que las bases chinas atrajeran a generales de bombarderos estadounidenses, que aún no tenían gran éxito en Alemania y que habían realizado grandes inversiones en un nuevo bombardero de largo alcance, el B-29 Superfortress. Arnold y Bissell organizaron su propia ala de operaciones especiales, la 5138ª Unidad de la Fuerza Aérea o el 1er Grupo de Comando Aéreo, comandado por el Coronel Philip "Flip" Cochran, quien resultó ser uno de los oficiales más capaces en el teatro China-Birmania-India. Stilwell le prometió a Wingate que el grupo de 200 aviones de Cochran, que incluía a bombarderos y cazas, así como a planeadores y aeronaves de reconocimiento, proporcionaría a los Chindits el apoyo aéreo que la RAF no podría, si Wingate coordinara sus operaciones con la expedición de Myitkyina.

Tanto Stilwell como Wingate asumieron que disfrutarían de los servicios de las tribus de las colinas de Birmania, que son aliadas. Los principales grupos tribales de montaña (nagas, kachins, karens, shans y chins) eran una minoría de aproximadamente 7 millones de los 17 millones de habitantes de Birmania. Los Nagas, Kachins y Karens habían servido felizmente en las fuerzas de seguridad coloniales, habían combatido a los japoneses en 1942 y ahora querían armas para luchar contra los colaboradores birmanos y los japoneses. Muchos Karens se habían convertido en cristianos, y los Kachins rivalizaron con los Gurkhas en sus cualidades guerreras. En 1943, las tribus de las montañas recibieron a nuevos líderes guerrilleros de los Estados Unidos y la Commonwealth, Destacamento 101 de la OSS y Fuerza 136 de la Dirección de Operaciones Especiales británica. Suministrados generosamente con armas, dinero, suministros y radios, estos equipos partidistas reunieron a miles de miembros de las tribus Kachin y Karen. Ellos, también, dependían del 1er Grupo de Comandos Aéreos para el apoyo.

Mientras que las divisiones indias de Slim realizaron cautelosas operaciones ofensivas en el centro y sur de Birmania en 1943–44, los chindits, los merodeadores y los chinos marcharon o volaron hacia el centro norte y norte de Birmania en febrero y marzo de 1944. Wingate no tuvo la intención de apoyar a Stilwell, pero murió en un accidente aéreo en marzo, y su sucesor coordinó el movimiento de las seis brigadas de LRPG con la fuerza de Stilwell. Desafortunadamente, Stilwell subestimó la habilidad de combate y la tenacidad de la 18 División Japonesa, bajo la teniente general Tanaka Shinchi, y utilizó sus fuerzas (incluido el apoyo aéreo) con tanto desprecio que los Chindits y 1st Air Comando fueron ineficaces en el combate antes de que Myitkyina cayera. Los Merodeadores y las tres divisiones chinas se abrieron camino hacia las cabeceras de Irrawaddy en abril de 1944, pero se agotaron en el proceso. En las batallas de Walawbum y Shadzup, solo la oportuna llegada de los chinos salvó a los Merodeadores del desastre. Merrill mismo se derrumbó con otro ataque al corazón.

Stilwell luego ordenó los restos de su fuerza expedicionaria en un viaje de 65 millas a Myitkyina, que asedió en junio y finalmente capturó en agosto con la ayuda de más partidarios chinos y birmanos. La campaña destruyó a los Merodeadores y paralizó la X Fuerza china. Sin embargo, la campaña no terminó, ya que Chiang finalmente le ordenó a Y Force que entrara a Birmania desde el este, mientras que Marshall envió dos regimientos de infantería más (Fuerza de Marte) al CBI para reemplazar a los Merodeadores, quienes reunieron apenas 200 efectivos de un original de 3.000 -el hombre de la fuerza. El precio de cooperación de Chiang fue el alivio de Stilwell, ya que consideraba a "Vinegar Joe" como pro comunista. Stilwell sabía qué régimen chino tomaría el Mandato del Cielo. El Kuomintang, observó, se caracterizaba por "corrupción, abandono, caos, [mal] economía, impuestos. . . acaparamiento, mercado negro, comercio con el enemigo ". Los comunistas" reducen impuestos, rentas, intereses. . . Aumentar la producción, y el nivel de vida, participar en el gobierno. Practiquen lo que predican ”. Vinegar Joe, enfermo y amargado, abandonó el CBI antes de que la fuerza de Birmania del norte finalmente se reuniera con la Fuerza Y en la frontera china al sur de Lashio y permitiera a los ingenieros del Ejército de los Estados Unidos enlazar la carretera de Ledo con la carretera a Kunming.

Para cuando se reabrió la ruta terrestre a China, el plan aéreo de Chennault ya se había convertido en una cosecha. Incluso Roosevelt finalmente aceptó la conclusión a la que sus jefes militares habían llegado mucho antes: los nacionalistas chinos harían poco por derrotar a Japón. Dentro de China, las señales de eludir eran demasiado claras. La inflación y la corrupción, alimentadas por los suministros y el dinero estadounidenses, se hicieron rampantes. Las bajas militares chinas cayeron por debajo de 300,000 por primera vez desde 1937. La misión militar estadounidense en Chungking, ahora dirigida por el General de División Albert C. Wedemeyer, creía que solo el Ejército Comunista de la Octava Ruta y los partisanos chino-mongoles apoyados por OSS eran verdaderos combatientes .

El declive del Ejército Nacionalista no reflejó ninguna falta de esfuerzo por parte de los transportes aéreos de la Décima Fuerza Aérea para volar "el Jorobado". Para agosto de 1943, los C-46 estaban entregando 5,000 toneladas de suministros al mes a China, una cifra impensable cuando Chiang había Exigió ese apoyo un año antes. Para enero de 1944, el esfuerzo de la Décima Fuerza Aérea alcanzó 15,000 toneladas por mes. El compromiso tuvo un alto precio. La fuerza de transporte perdió al menos un avión por cada una de las 500 millas aéreas entre India y China; Más de 1,000 tripulantes murieron a lo largo de la ruta. En su punto máximo de fuerza, la Décima Fuerza Aérea tenía 650 aviones en el aire todos los días, durante todo el día. Este esfuerzo hizo posible que Chennault montara la Operación Matterhorn, el bombardeo estratégico de objetivos chinos y de Formosa con B-24 y B-29 con sede en China.

El costo de oportunidad para los nacionalistas chinos también fue alto, ya que el 90 por ciento del tonelaje de carga en 1943–44 era gasolina y artillería de aviación, no armas de Lend-Lease para el ejército chino. Este desequilibrio exigió su peaje demasiado pronto. A medida que el puente aéreo sobre "The Hump" proporcionaba más apoyo logístico, Arnold envió más alas operativas a China y creó un nuevo comando para Chennault, la Decimocuarta Fuerza Aérea, que incluía una ala de bombardeo B-29. Cuando Churchill y Roosevelt se encontraron con Chiang Kaishek en su camino a Teherán en noviembre de 1943, le prometieron a Chiang, cargada de importancia, una gran guerra aérea de China contra Japón. Su encuentro coincidió con el primer bombardeo estadounidense de Formosa. También prometieron impulsar las operaciones en Birmania para abrir el Camino Ledo-Birmania y aumentar la ayuda de Préstamo-Arrendamiento. A cambio del reconocimiento de su papel como General Aliado en Asia, Chiang prometió usar su ejército lo mejor que pudiera para apoyar la ofensiva estadounidense y británica.

Sin embargo, los japoneses no miraron con amabilidad la creciente presencia de las Fuerzas Aéreas del Ejército de los EE. UU. en China y ordenaron al ejército expedicionario de China que inicie ICHI-GO (Operación Uno) en enero de 1944. Durante los próximos diez meses, el Ejército japonés rechazó a los nacionalistas. y sobrepasó una base tras otra, lo que obligó a los catorce combatientes y bombarderos de la Fuerza Aérea con base avanzada a penetrar más profundamente en China, más de la mitad de los cuales permanecieron invictos. La resistencia del ejército chino fue errática y finalmente inútil, pero las bajas japonesas y el alargamiento de la cola logística de las divisiones japonesas detuvieron las operaciones en enero de 1945. Los generales japoneses en China advirtieron a Tokio que no podían avanzar lo suficiente para capturar las bases de China. Los nuevos B-29, que tenían un alcance de 4,000 millas.

Los campeones de los bombardeos estratégicos, sin embargo, ya habían llegado a la conclusión de que un Matterhorn ampliado era un desafío demasiado alto. Con el declive de la Decimocuarta Fuerza Aérea y el apoyo militar de Chiang Kai-shek, las operaciones en el teatro China-Birmania-India, divididas en el sudeste asiático y los teatros chinos en 1944, se convirtieron en un esfuerzo de la Commonwealth británica para restaurar el Imperio británico, un Meta que Estados Unidos no logró apoyar con entusiasmo. La guerra con Japón se ganaría en otra parte.

miércoles, 4 de septiembre de 2019

Conquista de América: Un libro remarca el caracter vanidoso de Colón

“Cristobal Colón no era buena persona”


Eslava habla de la turbulenta relación entre España y América y sus orígenes en su nuevo libro ‘La conquista de América contada para escépticos’

Imagen de archivo de la estatua original de Colón de Barcelona (Roser Vilallonga)


Lara Gómez Ruiz, La Vanguardia

Puede que piensen que de la conquista de América ya se ha contado todo y más. Juan Eslava Galán no lo cree así. “Se ha divulgado sólo la parte que ha interesado”, asegura en una entrevista a La Vanguardia. “En estos tiempos en los que nos intentan inculcar extremos, ya sea una leyenda negra o una leyenda rosa, conviene poner las cosas tal y como fueron para que, con sus luces y sus sombras, sea el lector saque sus propias conclusiones”. Por ello, el escritor ha decidido ponerle remedio y contar “lo que realmente ocurrió” con pelos y señales en su nuevo libro La conquista de América contada para escépticos (Planeta, 2019).

Con su toque de humor característico, Eslava ofrece una nueva óptica contando la historia “desde la mirada de los que la padecen” y tratando de desmitificar a Cristobal Colón, “un personaje que, cuando lo estudias, te das cuenta de que buena persona no era. Era ambicioso, bastante vanidoso y tuvo frecuentes encontronazos con los Reyes Católicos por esos motivos”, asegura. Pese a ello, el autor recalca que “tanto él como la tripulación que le acompaña son hombres de su época y no podemos juzgarles desde los criterios actuales”. Eso sí, reconoce, “él [Colón] quería esclavizar a los indios. Así hubiera sido si Isabel la Católica no le hubiera parado los pies. Ella asegura que son súbditos suyos como lo son los súbditos de Castilla”.


[Colón] era ambicioso, bastante vanidoso y tuvo frecuentes encontronazos con los Reyes Católicos por esos motivos”
Juan Eslava Escritor

Aunque sea una mera casualidad, el libro sale poco después del debate por la conquista que inició el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador después de invitar al rey Felipe VI a que pidiera perdón. Eslava es de la opinión de que “debemos estar orgullosos de la conquista. Lo que el imperio español hace desde el principio es trasplantar España a América, con sus instituciones y con las universidades, conventos… Todo eso que hay en Sudamérica, y que no hay en Norteamérica, digamos porque la conquista inglesa fue de explotación, pues eso es un dato positivo”.

Así, apunta a que “nos han colgado un sambenito que no es justo. Que sea injusto no quiere decir que todo sea mentira. Efectivamente, los españoles allí cometieron grandes abusos, pero no mayores que los abusos que han cometido los ingleses, los belgas. España no quiere esclavizar. De hecho, fomenta el mestizaje. Los hombres de Cortés lo que hacen es casarse con las indias, no hacerlas sus esclavas”.

El escritor Juan Eslava Galán, en una imagen de archivo (Editorial Planeta / Carlos Ruiz B.k.)

Nos han colgado un sambenito que no es justo”
Juan Eslava Escritor

Eslava admite que hay un colectivo que piensa distinto a él. “Parte de ello puede deberse al cine. Pero esto es algo que yo entiendo y justifico. El cine es espectáculo, y a veces cuenta la historia tal y como fue, pero otras simplemente da al público lo que quiere, es decir, cosas más turbulentas y de leyenda negra […] Lo que yo no disculpo es que algunos historiadores y políticos falsifiquen la historia y usen una palabra tan peligrosa como es la de genocidio, cuando sabemos que la gran mortandad de los indios la causó la viruela. Viruela que, es cierto, llevaron a esas tierras los españoles. Pero, del mismo modo, adquirimos nosotros de los indios la sífilis, que hizo estragos en Europa”.

Cuenta el autor que algunos enemigos, como los ingleses, aseguraban tener “absoluta admiración” hacia los conquistadores españoles. “Lo que más admiraban era la capacidad de sufrimiento. Ellos van un poco al azar. Alguno iría a cristianizar pero casi todos van movidos por la ambición, porque quieren mejorar su vida. Se encuentran con un medio hostil, muy distinto a lo que hay en Europa, desde todos los puntos de vista: el climático, la fauna, la flora y luego los indios. Se enfrentan a todo eso y a la gran incógnita de explorar una tierra nueva, lo que supone cruzar junglas y desiertos. Eso resulta admirable. Se enfrentaban a un mundo que les superaba. Pero, pese a eso, no se doblegaban.

Pese a que el libro acaba de llegar a las librerías, Eslava asegura que ya está manos a la obra con otro proyecto. No resulta extraño, pues lleva una media de dos libros por año. Eso sí, asegura que, esta vez, “no será para escépticos, será más bien para desmemoriados”. “Se trata del intento que hace Franco de entrar en la Segunda Guerra Mundial. Nuevamente, un capítulo que la historia ha contado como le ha dado la gana y que trato de rescatar”. Sin duda, promete.


[Los conquistadores] se enfrentaron a un mundo que les superaba. Pero, pese a eso, no se doblegaron”
Juan Eslava Escritor

martes, 3 de septiembre de 2019

Argentina: El indulto de Roca a Sosa en 1902

El día que Roca rescató a un hombre condenado a muerte media hora antes de la ejecución 

El general era presidente y le otorgó el indulto a un militar preso por haber atacado a un superior que lo había maltratado. Los detalles de la decisión
Por Luciana Sabina || Infobae

  Evaristo Sosa, el soldado “salvado” por Julio A. Roca

En enero de 1902 el país estuvo en vilo durante días al conocerse la condena a muerte del soldado Evaristo Sosa, un militar de origen humilde quien, luego de ser sometido a malos tratos, atentó contra la vida de un superior. La prensa reflejó el rechazo social que generó esta sentencia cuyo desenlace fue digno de una novela de suspenso.

El 3 de enero de 1902 Sosa, soldado voluntario, con seis años de servicio en el ejército nacional, fue arrestado ebrio en un almacén, hecho que agravó, según las crónicas de la época, "promoviendo desórdenes". El hombre fue trasladado inmediatamente a Campo de Mayo. Allí quedó a cargo del alférez Ramírez, cuyo nombre de pila, curiosamente, no mencionan los escritos de aquellos años. Como sanción se le impuso un "plantón" -la obligación militar de permanecer en guardia sin relevo- de seis horas, aunque sólo cumplió tres.
  El “Caso Sosa” tuvo una gran repercusión en su época

Una vez que cumplió su castigo y quedó libre, el condenado Sosa enfureció. Entonces tomó su arma reglamentaria y, durante la madrugada del 4 de enero, se dirigió a la habitación del alférez, quien dormitaba en una silla hamaca. Casi sin mediar palabras, descargó sobre él su carabina mauser con la que le destruyó parte del rostro. Sosa fue encarcelado sin oponer resistencia y declaró que hirió al oficial que lo cuidaba porque éste lo castigó en "forma deprimente". Ramírez, en tanto, fue trasladado al Hospital Militar donde logró recuperarse. Por aquel ataque el agresor terminó engrillado y puesto ante el tribunal militar que lo condenó a muerte.

La sentencia fue dictada el 17 de enero y debía cumplirse al día siguiente. Pronto, la sociedad se movilizó para evitarlo, conscientes de que la reacción de Sosa era producto de consabidos malos tratos que recibían los miembros inferiores del Ejército. Un grupo de damas porteñas llegó por aquellos días a solicitar el perdón al entonces presidente, Julio Argentino Roca. Pero no obtuvieron respuesta.

 

Mientras tanto, la prensa denunciaba esta situación a nivel nacional y señalaba lo aberrante que resultaba. A pesar de que la pena de muerte era legal en el país, causaba un rechazo inmenso a nivel social.

Las horas pasaban mientras la impotencia de muchos aumentaba. Aquella noche Evaristo Sosa no durmió. A las 5 de la mañana fueron a buscarlo para comenzar con el calvario rutinario al que eran expuestos los reos antes de ser fusilados. Su entereza no decayó, a pesar de la terrible noche que había pasado bajo el peso de la condena.

Se lo colocó "en capilla" bajo una carpa, un concepto que merece una explicación. El término refiere al espacio que cualquier condenado a muerte ocupaba mientras esperaba ser ejecutado. Como señala el historiador Carlos Riviera, proviene "de una tradición de la antigua Universidad de Salamanca [España], en la que los doctorandos, el día antes de defender su tesis ante el tribunal, debían encerrarse durante un día entero en la capilla de Santa Bárbara de la vieja catedral salmantina para pedir la iluminación al Espíritu Santo. Allí debían prepararse en completa soledad, pues incluso la comida les era pasada por un pequeño ventanuco".

  Sosa fue puesto “en capilla” durante la noche que esperaba para ser ejecutado

Volviendo a Sosa, media hora después de ser "colocado en capilla", recibió la visita de un religioso que celebró misa junto a la carpa. El soldado comulgó, ya hondamente conmovido, impresionando con su aspecto a las pocas personas que presenciaron el acto. Poco después recibió a algunos compañeros para despedirse y recibir consuelo ante el inminente fin. Uno de ellos rasgueó en su guitarra cierta canción triste y entonó además sus estrofas, algo que puso más nervioso al reo.

Mientras la emoción se apoderó de aquel pequeño grupo de soldados y arrancó lágrimas a todos, a su alrededor todo era ruido y movimiento. La revista Caras y Caretas cubrió con profundidad la noticia. Entre otras cosas señaló que entonces el comandante Rostagno, secretario militar del Presidente de la República, llegó "trayendo una nota para el jefe superior de las fuerzas".

"'¡El indulto!', murmuró entonces la mayoría, corriéndose la voz por todo el campamento, por más que continuaran los preparativos del acto incomunicándose a Sosa", reconstruyó la revista.

No se equivocaban, Julio Argentino Roca decidió, a último momento, otorgar el añorado perdón. Pero el soldado comprendió lo contrario y exclamó con desesperación: "¡Tengo media hora de vida!".

  Roca decidió indultar al reo

Pero el pánico duró minutos y se repuso al ver llegar a su carpa un séquito de jefes y oficiales. "Eran los portadores de la buena nueva -señala Caras y Caretas-, que al pronto se limitaron a dejar entrever alguna esperanza para evitar lo que era de temerse (…) dieron paso al teniente García para notificar al reo la conmutación—como un día antes le había enterado de la sentencia—el pobre soldado se desplomó sobre un banco presa de una terrible crisis de nervios que alarmó a los médicos haciéndoles temer un síncope cardíaco, 120 pulsaciones por minuto tuvo en el primer momento, bajando después tan rápidamente, que fue indispensable aplicarle inhalaciones de éter para que reaccionara".

"Enseguida se hizo desalojar la carpa y Sosa pidió que le dejaran solo un momento. Poco después dormía con sueño de plomo. Entre tanto, el campamento entero daba visibles muestras de satisfacción, contándose entre los jefes, oficiales y soldados el grato suceso. Más de quinientas personas de la capital y de los pueblos, vecinos se habían trasladado al Campo de Mayo y todas ellas llevaron la impresión feliz que se desprendía de aquel ambiente, poco antes, preparado para la fúnebre ejecución", detalló la publicación.

 

Evaristo, oriundo de la provincia de Mendoza, estaba casado con Teresa Espíndola y tenía un pequeño hijo de nueve años. Es fácil imaginar la felicidad de todos.

Sin duda alguna el mayor sorprendido con la noticia de la conmutación de la pena fue el mismo condenado, que presentó un episodio de enajenación mental pocas horas más tarde.

El país entero preveía la nota de Roca. Porque, si bien el accionar de Sosa fue criminal, todos consideraron como una reacción natural contra el maltrato que sufrían los soldados entonces. Además, el Consejo Supremo militar que dictó la sentencia desconoció la Intromisión del Ministerio de Guerra, señalando que no era de su jurisdicción. Esto que significó una verdadera cachetada al Poder Ejecutivo.





A pesar de recibir la noticia con alivio, la opinión pública fustigó a Roca ya que pudo haberse anticipado aún más y no esperar hasta último momento. "Hubiera sido humanitario proceder así -señaló entonces Caras y Caretas-, pues el reo, como decimos al principio, trabajado por tantas emociones y convencido de que su falta no iba a obtener misericordia, ha experimentado un notable decaimiento físico y moral. Inequívocas muestras de enajenación presentó desde días atrás, y en la mañana del viernes, luego de conocida la conmutación, fue indispensable trasladarlo al Hospital Militar".



Efectivamente, ante semejante sufrimiento Sosa enloqueció y pasó meses internado. Deliraba diciendo que tenía balas en el pecho, creyendo que había sido fusilado.



Una vez recuperado, se lo encarceló. En 1909 fue trasladado al presidio militar de Ushuaia, donde trabajó como arriero. Entonces su nombre se pierde entre las páginas del olvido.



 

Pero este no fue el único mendocino al que Roca indultó en 1902. Hacia el mes de julio tuvo lugar otro episodio singular. En Mendoza se encarceló a Juan Rodríguez, cuyo delito fue asesinar a una mujer embarazada y a su marido para robarles una suma ínfima de pesos. El hecho, sucedido en el departamento de Rivadavia, tuvo gran resonancia. Desde la presidencia llegó un telegrama aprobando la ejecución del acusado, con apoyo del gobernador y la justicia mendocina. Fue verdaderamente indescriptible la sorpresa en Mendoza y en el resto de la nación, cuando a través de otra comunicación el mismo general Roca declaró apócrifo aquel telegrama. Se supo posteriormente que el autor del mismo había sido su propio hijo y secretario personal, doctor Julio A. Roca. La censurable informalidad del procedimiento puso en la mira al primer magistrado y al gobernador mendocino. Rodríguez salvó así su vida.

Más allá de estos casos en particular, es importante destacar el fuerte rechazo que la pena de muerte causaba en la sociedad. A principios del siglo XX la prensa liberal refiere a ésta como "un acto de barbarie, lejano a la sociedad civilizada que aspiramos ser entonces". Años más tarde los socialistas, especialmente Alfredo Palacios, se sumaron a la lucha por su abolición.

Finalmente en 1922, con la modificación del Código Penal, la pena de muerte desapareció en el país.

lunes, 2 de septiembre de 2019

Angola: Nzinga Mbandi, la reina bisexual caníbal que combatió a Portugal

Comió carne humana, mató a su hermano y armó su ejército: la reina negra que es ícono de la lucha anticolonial africana

Nzinga Mbandi creó el reino de Matamba, al norte de Angola. Hoy es honrada como una figura clave de la resistencia a la corona portuguesa
Por Alfredo Serra || Especial para Infobae

  Nzinga Mbandi (Ilustración: Rodrigo Acevedo Musto)

Mientras el barco negrero avanza, proa a Brasil, el más viejo de los esclavos, encadenado en la estremecedora fila de los que trabajarán allá, serán azotados, y sin duda morirán, recuerda días mejores en Ndongo (hoy Angola). Mejores hasta que llegaron ellos, los enemigos, los portugueses, a saquear presuntas minas de oro, plata, diamantes…

La historia empezó en 1842, cuando una pandilla de aventureros, partiendo de Portugal, asaltó la región sur del Congo, capturó a sangre y fuego su botín humano, y lo vendió como esclavo al Brasil.

Aventura que repitió, casi un siglo más tarde, Paulo Dias de Novais. Que tampoco encontró pletóricas minas, pero sí una feroz resistencia de las tropas de Nzinga Mbandi, la reina.

La gran protagonista desde su nacimiento hasta 1663, cuando a sus 80 años dejó este mundo sin poder vencer a los portugueses, pero sometiéndolos a derrotas y humillaciones.

Hija del rey de Angola Ngola Mbandi Kiloanje, fue criada en el esoterismo (muertos, espíritus, sueños premonitorios), pero también, por su padre, en las leyes de la guerra. De las casi constantes guerras entre tribus enemigas.
Tuvo, Nzinga, un hermano y tres hermanas. Varón que, muerto su padre, reclamó el trono, y para afirmar ese derecho y su herencia perpetró una tragedia digna de Shakespeare: mató a su madre, al hijo de Nzinga, y destrozó los órganos sexuales de sus tres hermanas para clausurar el posible nacimiento de hijos que –algún día– intentaran derribarlo del trono.

Y por las dudas, alejó de Angola a Nzinga: la nombró embajadora en Luanda, la capital del país, dominada por el gobernador portugués Joao Correia de Sousa.

Un encuentro histórico…, por una razón especial. De Sousa, apoltronado en un sillón, no se levantó –no la consideraba una dama–, y la invitó a sentarse sobre un almohadón… ¡en el suelo!

Serena, Nzinga le ordenó a una esclava a ponerse en cuatro patas, y se sentó sobre su espalda. Cara a cara con el gobernador.

Cuatro años pasaron. Nzinga negoció un tratado de paz, no pagó el tributo exigido por Portugal, y acaso como prenda de paz aceptó convertirse al cristianismo. La bautizaron como Ana de Sousa. Pero la nueva fe no pudo borrar la dualidad de su flamante hija. Que cumplía los ritos, pero no abandonó el canibalismo ni la poligamia. Y mucho menos la ambición y la crueldad…

Decidida a ocupar el trono que fue de su padre, hizo matar a su hermano el rey, y envenenar al hijo varón de éste (la leyenda jura que comió su corazón) para limpiar de escollos el camino al trono.

Segundo paso: armar un ejército. Tercer paso: nueva guerra contra los portugueses para impedir más capturas de los traficantes de esclavos, aterrados por la figura guerrera de Nzinga, de sus gritos de guerra que parecían lanzas echadas a volar contra ellos, y hasta por los rumores de su conducta íntima: sexo insaciable con hombres y mujeres.

Una nueva guerra, en 1626, terminó con su suerte. Se rindió, pero reunió a lo que quedaba de su ejército y fundó el reino de Matamba, al norte de Angola.

Las muchas hostilidades y los muchos combates, agotadores para los dos bandos, impulsaron, en 1639, otro tratado de paz…, sólo en los papeles. Nzinga y su ejército –o lo que quedaba de los días de gloria– quebró dos veces la paz: en 1641, aliada con holandeses para vencer a Portugal, y en 1654. Esta vez, luego de una derrota y bajo durísimas condiciones: la orgullosa reina, ya a sus 72 años, fue obligada a imponer la religión católica en todo su territorio, jurar que no volvería a comer carne humana, y adoptar la monogamia de modo práctico: debió casarse en una iglesia con un hombre notablemente menor que ella. Todo ello, dictado por un grupo de misioneros capuchinos italianos, con una contracara: el rescate de una de sus hermanas, bautizada por los portugueses como Doña Bárbara, cautiva y liberada por el gobernador de Angola Luís Martins de Sousa Chichorro…

La reina Nzinga y su obligado Otro Yo, Doña Ana de Sousa, murió –no en paz pero serenamente– el 17 de diciembre de 1663. Tenía 80 años.
Luego de su final, siete mil soldados de su ejército fueron capturados, desembarcados en Brasil…, y vendidos como esclavos. La otra cara de la moneda. O mejor: una moneda de dos caras iguales. La codicia negrera y la lucha por una emancipación que duraría siglos.

Decenas de miles de hombres y mujeres africanos fueron repartidos, como mercancía, en América. Brasil y el sur de los Estados Unidos tienen aún descendientes de esclavos angoleños…

Una de las zonas más atroces de la leyenda de Nzinga cuenta que, en el apogeo de su poder, elegía a los hombres que tomaría como amantes, los obligaba a combatir entre sí, y llevaba a su cama al vencedor…, que también era asesinado después de cumplir su tarea. Como el zángano que fertiliza a la reina y muere destrozado.

Sin embargo, hay una razonable duda. Se dice que esa truculenta historia fue inventada por monjes italianos al servicio de Portugal, y también por políticos colonialistas portugueses.

¿Por qué no?

Lo cierto: en el balance histórico, Nzinga fue honrada como una figura clave, esencial e indomable de la resistencia de África contra el colonialismo y la barbarie esclavista.

Según Joao Pedro Lourenço, director de la Biblioteca Nacional de Angola, "ella y su lucha contrarrestan el prejuicio de la sumisión de las mujeres africanas a lo largo de los siglos".

Ella misma, según el padre Brásio, sacerdote, en su obra Monumenta Missionaria Africana, "escribió una carta en la que jura que sus muchos amantes fueron simbólicos, y que sólo tuvo un marido".

En todo caso, más allá de luces y sombras, de leyendas ciertas o falsas, la redime una misión suprema: la defensa de su tierra.