viernes, 12 de marzo de 2021

Los inventores de armas que se arrepintieron

El mal genio: grandes inventores de armas que se arrepintieron

Los creadores de la dinamita, la ametralladora, la bomba atómica o el AK-47 confesaron sus remordimientos por el daño causado


Dresde destruida por el bombardeo aliado de febrero de 1945 Terceros

Abril Phillips | La Vanguardia


En mayo de 2012, Mikhail Kalashnikov escribió a sus 92 años una carta dirigida al patriarca de la Iglesia Ortodoxa Rusa. Había sido bautizado hacía apenas un año y acudía a su referente religioso en busca de respuestas. “El dolor en mi alma es insoportable”, decía en la carta publicada después por el diario local Isvestya, “Sigo teniendo la misma pregunta sin resolver: si mi rifle se cobró la vida de personas, entonces puede ser que yo... un cristiano y un creyente ortodoxo, sea el culpable de sus muertes?”.

El arma a la que se refería era el icónico rifle AK-47, nombrado así en su honor (“A” de automático y “K” por Kalashnikov) y por el año de su creación, 1947. Más de 70 años después, se estima que se han producido unos 100 millones de ejemplares alrededor del mundo, según afirma la enciclopedia Britannica, donde figura como “posiblemente el arma de hombro más utilizada en el mundo”. Lee también

Eficaz, fácil de utilizar y de producir en masa, el fusil se difundió rápidamente y llegó tanto a manos de ejércitos como de milicias y grupos paramilitares en todo el mundo. “Me resulta doloroso ver cuando elementos criminales de todo tipo disparan con mi arma”, dijo Kalashnikov en una conferencia sobre armas de Rusia en 2009. “La creé principalmente para defender las fronteras de nuestra patria”, decía sobre el invento que resultó tener una deriva indeseada para su creador.

En 2007, se unió a Amnistía Internacional y Oxfam en una campaña a favor de controles más estrictos para lo que definieron como “la máquina de matar preferida en el mundo”.


Mikhail Kalashnikov en Alemania en el 2002 con un AK 47 Getty

Cinco años antes, en una visita a Alemania, Kalashnikov había dicho: “Me entristece que lo utilicen terroristas. Habría preferido inventar una máquina que la gente pudiera utilizar y sirviera para ayudar a los granjeros en su trabajo”. Kalashnikov, que murió después de haber sido condecorado como héroe de su país y que incluso tiene monumentos con su nombre, hubiera preferido ser recordado por inventar un cortador de césped que una herramienta para matar.

No es el único. Muchos de los inventores de armas a los largo de la historia tenían pensados para sus creaciones usos muy distintos a los que se les terminaron dando. Un claro ejemplo es el del médico estadounidense Richard Jordan Gatling, creador de la ametralladora manual Gatling, un arma de repetición con primero seis y después diez cañones que, al girarse con una manivela, se cargaban, disparaban y expulsaban los cartuchos usados.
Kalashnikov aseguró haber creado su rifle para defender a Rusia y que no soportaba la idea de que lo usaran grupos terroristas
Cuando Gatling creó el arma en el año 1862, en plena guerra civil que dividía a su país, tenía previsto para su invento un fin más humanitario que el que tuvo finalmente. “Se me ocurrió que si pudiera inventar una máquina -un fusil- que pudiera, por su rapidez de fuego, permitir a un hombre la misma tantas tareas de batalla como cien, superaría en gran medida la necesidad de grandes ejércitos", señaló.

"En consecuencia, la exposición a la batalla y a la enfermedad se vería muy disminuida”, añadió Gatling sobre su creación, tal como recopila Kevin Baker en su libro America The Ingenious (América la ingeniosa). Sin embargo, tal como apunta el autor: “El cañón de Gatling, por desgracia, no resultó ser más disuasorio para la guerra que la dinamita de Alfred Nobel”.


Soldados estadounidenses posan con una ametralladora Gattling en 1901 Getty Images

En efecto, aunque el nombre del fundador de los Premios Nobel hoy puede asociarse con la diplomacia y los esfuerzos por lograr la paz mundial, durante su vida sucedía lo contrario. “El nombre Nobel estaba relacionado con explosivos y con inventos útiles para el arte de hacer la guerra, pero ciertamente no con cuestiones relacionadas con la paz”, explica en un artículo el historiador Sven Tägil.

De hecho, durante su juventud Nobel vio a su padre construir por cuenta del zar de Rusia las primeras minas marinas utilizables que fueron estrenadas a mediados de siglo en la Guerra de Crimea. Por su parte, el fundador de los Premios Nobel inventó la dinamita en la década de 1860, aunque no con la idea de que fuera utilizada durante la guerra.
Alfred Nobel creía que la dinamita acabaría con las guerras por su gran poder destructivo; se equivocó

Sin embargo, ese fue exactamente el curso que siguió su invento, que fue puesto en uso durante la década siguiente en la Guerra Franco-Prusiana por ambos bandos. En adelante, Nobel se dedicó al desarrollo de distintos inventos de uso militar, como cohetes, cañones y pólvora.

Sin embargo, tal como pudo expresar en su correspondencia con la condesa austríaca activista pacifista, Bertha von Suttner, Nobel esperaba que sus inventos ayudaran a acotar los conflictos bélicos. En la primera reunión entre ambos en París en 1876, Nobel había expresado su deseo de producir algo que tuviera un efecto tan devastador que la guerra a partir de entonces fuera imposible.


Alfred Nobel Terceros

“Tal vez mis fábricas pongan fin a la guerra antes que sus congresos: el día en que dos cuerpos de ejército puedan aniquilarse mutuamente en un segundo, todas las naciones civilizadas seguramente retrocederán con horror y disolverán sus tropas”, aseguraba Nobel en una carta de 1891 dirigida a la condesa. Sin embargo, tal como apunta Tägil en su artículo, “Nobel no vivió lo suficiente como para experimentar la Primera Guerra Mundial y ver cuán equivocada era su concepción”.

Robert Oppenheimer no tuvo la misma suerte. El líder del famoso Proyecto Manhattan que desarrolló la bomba nuclear fue testigo del efecto devastador de su propio invento. Su reacción a la primera prueba Trinity en Nuevo México en julio de 1945, se volvió icónica. En una entrevista para la revista Time en 1948, que quedó registrada en video, dijo: “Sabíamos que el mundo no sería el mismo. Algunas personas rieron, otras lloraron. La mayoría permaneció en silencio”, y compartió unas líneas de una escritura hindú que se le vinieron a la mente en ese momento: “Me he convertido en muerte, destructor de los mundos”.
Contrariamente a lo que se dice, los remordimientos no fueron generalizados entre los científicos que crearon la primera bomba atómica

En su libro Oppenheimer: The Tragic Intellect (Oppenheimer: el intelecto trágico), el profesor de sociología Charles Thorpe explica que dos años antes, había dicho frente a un público universitario, en referencia a la prueba: “Pensamos en la leyenda de Prometeo, en ese profundo sentido de culpa en los nuevos poderes del hombre que refleja su reconocimiento del mal”. En un contrapunto, Thorpe cita al hermano del científico, Frank Oppenheimer, que presenció la prueba a su lado y dijo, “Me gustaría recordar lo que mi hermano dijo, pero no puedo, pero creo que acabamos de decir, ‘Funcionó’. Creo que eso es lo que dijimos, los dos, ‘Funcionó’”.

Para Thorpe, esto último sintetiza la tensión entre la función de Oppenheimer como tecnócrata al servicio del gobierno y como científico humanista a favor del control de armas. En este sentido, el autor asegura que “En comparación con Oppenheimer, otros científicos, en particular Albert Einstein y Leo Szilard, fueron más consistentes en su oposición a las armas atómicas y la carrera armamentista, y esta consistencia les dio mayor autoridad moral como portavoces del humanismo científico. Pero a diferencia de Oppenheimer, ellos eran forasteros, sin acceso directo”.


Robert Oppenheimer (de civil) tras una de las pruebas de bomba nuclear dentro del proyecto Manhattan Terceros

Einstein y Szilard habían alertado mediante una carta en 1939 al entonces presidente Roosevelt sobre la posibilidad de que Alemania pudiera desarrollar una bomba atómica, gracias a la energía producida por las reacciones en cadena de fisión mediante el uso de uranio.

Esta carta atormentaría a Einstein hasta el final de sus días. Después de que se arrojaran las bombas en Hiroshima y Nagasaki, la prensa le dio una gran importancia a la misiva como supuesto punto de partida para el Proyecto Manhattan, e incluso se lo llegó a llamar el “padre de la bomba atómica”. En 1945, el físico ocupó la portada de la revista Time, junto a su fórmula “e=mc2” y el hongo de la explosión nuclear. Lee también

“Me arrepiento mucho... Creo que fue una gran desgracia”, dijo Einstein en 1951 en la Universidad de Princeton y apuntó que Roosevelt, a diferencia de Truman, “no la habría usado si hubiera vivido... estoy convencido”. Aunque la participación de Einstein fue marginal y siempre tuvo una postura claramente pacifista, el episodio fue algo que lo acompañó hasta el final de su vida. “He cometido un gran error en mi vida: firmar esa carta”, le confesó a un amigo unos meses antes de su muerte.

En cuanto a los efectos que tuvieron las bombas en el equipo del Proyecto Manhattan, Thorpe señala que Robert Wilson fue uno de los científicos más poderosamente afectados por Hiroshima: “La noticia del tremendo sufrimiento, daño y pérdida de vidas... fue una epifanía que ha cambiado mi vida desde entonces”, aseguró en su momento.
Carl Norden creyó que su mira serviría para que los bombardeos fueran mucho más precisos; nunca supo que se usaron en ataques contra la población civil
Sin embargo, el autor asegura que “la idea de que los científicos del Proyecto Manhattan estaban colectivamente destrozados por la culpa de Hiroshima y Nagasaki es un concepto erróneo” y apunta que si bien algunos sí que lo estaban, la supuesta angustiosa confesión de Oppenheimer de que tenía “sangre en sus manos”, expresada a un antipático Truman, “fue tomada con demasiada frecuencia”. Para el autor, la distancia con las víctimas y las cicatrices de la guerra hacía que el optimismo y el sentimiento de logro terminaran pesando más que la tragedia.

El ingeniero norteamericano Carl Norden tampoco supo de todos los usos que se le dieron a su invento, la mira Norden, que fue diseñada con el objetivo de lograr una absoluta precisión en los bombardeos aéreos durante la Segunda Guerra Mundial. En una presentación TED de 2011, el periodista Malcolm Gladwell explica que el inventor “Pensó que había diseñado algo que reduciría el número de víctimas y el sufrimiento en la guerra”.

La mira demostró no tener la precisión prometida, debido a que requería para ello condiciones imposibles de cumplir en zonas bélicas: velocidad reducida y baja altura de vuelo. Además, se necesitaban cielos despejados, algo difícil de encontrar en los nublados cielos del norte de Europa. Quizás la más grande ironía de la mira fue haber sido utilizada el 6 de agosto de 1945 para arrojar sobre la ciudad de Hiroshima una bomba de destrucción masiva que no requería de precisión alguna.

“La bomba falló su objetivo por 800 pies, pero por supuesto no importó, y esa es la mayor ironía de todas”, explica Gladwell, y agrega: “La mira de la fuerza aérea de 1.500 millones de dólares se utilizó para lanzar su bomba de 3.000 millones de dólares, que no necesitaba ninguna mira. Nadie le dijo a Carl Norden que su visor había sido usado sobre Hiroshima. Era un cristiano comprometido. Le habría roto el corazón”.

jueves, 11 de marzo de 2021

SGM: La batalla de las Ardenas

Ardenas 1944: Batalla de las Ardenas

por Renaud Mayers || The Defensiomen




Ardenas 1944: Batalla de las Ardenas

Ardenas 1944: Batalla de las Ardenas. La última apuesta de Hitler. El 16 de diciembre de 1944, el ejército alemán contraatacó a los aliados en las Ardenas. La operación involucró a 200.000 soldados de la Wehrmacht apoyados por unidades de las Waffen SS y lo que hoy se llamaría "fuerzas especiales" que operan con uniformes estadounidenses detrás de las líneas estadounidenses. La ofensiva de Rundstedt, como la llaman a veces los alemanes, vio a las tropas alemanas intentando montar una Blitzkrieg contra menos de 100.000 soldados estadounidenses. Las tácticas eran una reminiscencia de las utilizadas 4 años antes, cuando los alemanes rodaron los Países Bajos y Francia en mayo de 1940. Sin embargo, el terreno de las Ardenas y el clima invernal fueron factores que jugaron contra los alemanes.


Soldados alemanes en movimiento

Por otro lado, el exceso de confianza por parte de los aliados y la falta de conocimiento de la situación debido al mal tiempo (sin reconocimiento aéreo) hizo que los aliados fueran tomados completamente por sorpresa. Peor aún, el mal tiempo también significó que las fuerzas aéreas aliadas no pudieran suministrar gruñidos en tierra con apoyo aéreo. Además, la línea del frente estadounidense en las Ardenas estaba tripulada principalmente por reclutas verdes y veteranos golpeados que necesitaban descansar y reacondicionarse.

En septiembre de 1944, la Fuerza Expedicionaria Aliada del Cuartel General Supremo (SHAEF) imaginó a Alemania derrotada por la Navidad. Para el 16 de diciembre en adelante, los estadounidenses estaban librando la batalla más dura y sangrienta de la guerra en el frente occidental. Finalmente, más de 600.000 soldados entraron en acción durante un período de un mes, con la ayuda de otros 400.000 soldados de apoyo. Las bajas en el lado estadounidense fueron aterradoras e inimaginables para los estándares actuales: más de 100,000 muertos y heridos, y algunas unidades informaron una tasa de bajas del 150% (lo que significa que murieron tanto las tropas originales como las de reemplazo) .La campaña entró en el folclore militar estadounidense, con el asedio de Bastogne. y el ahora famoso “Nuts!”. El terreno, el clima, la falta de reservas, repuestos y combustible combinados con la valiente resistencia estadounidense frustraron la ofensiva alemana de las Ardenas. También hay que decir que la calidad de las tropas a disposición alemana no era tan buena en 1944 como lo era en 1940 ... La apuesta de Hitler fracasó y nunca más pudo montar una ofensiva significativa de esta escala.


Vertedero de combustible destruido por soldados estadounidenses y belgas para evitar que cayera en manos alemanas.

Jagdtiger al acecho

23 de diciembre de 1944: Batalla de Chaumont. Con la batalla de las Ardenas en pleno apogeo, la 4.a División blindada del 3. ° ejército de Patton fue convocada para aliviar la presión en el frente y asegurar las carreteras alrededor de Bastogne ... El 23 de diciembre, el elemento principal de su columna blindada fue emboscado cerca del ciudad de Chaumont. Allí, los Sherman estadounidenses se enfrentaron a algo contra lo que nunca fueron diseñados para luchar: ¡el Jagdtiger de 70 toneladas!
 


Jagdtiger

Cuatro Jagdtigers alemanes habían sido enviados al frente donde tendieron una emboscada a la espera de que llegaran los estadounidenses ... El Jagdtiger se basaba en el chasis de un Tiger II, pero en lugar de una torreta, tenía una casamata armada con un PaK 44 de 12,8 cm. ¡Cañón L / 55! Este fue el cañón antitanque más pesado que los alemanes tenían en su inventario ... Montado en el vehículo blindado más pesado para ver acción en la Segunda Guerra Mundial ... El proyectil AP de 28 kilos que disparó fue capaz de penetrar 230 mm de blindaje inclinado a 1000 metros y aún podía atravesar ¡170 mm de armadura a una distancia de 3 km! La armadura frontal del Jagdtiger tenía 250 mm de grosor, lo que lo hacía impermeable a casi cualquier cosa en ese momento. No hace falta decir que la columna estadounidense fue mutilada y tuvo que retirarse. Los elementos del 3er ejército tardaron 6 días en lograr llegar finalmente a Bastogne y relevar al 101º Airbone sitiado.

En cuanto a los Jagdtigers, continuaron emboscando columnas estadounidenses y soviéticas hasta el final de la guerra ... ¡Otto Carius, el as de los Tigres, una vez comandó un Jagtiger y logró destruir un tanque Sherman disparándole a través de una casa! Y en abril de 1945, pocos días antes del final de la guerra, un puñado de Jagdtigers en posiciones de casco hundido logró destruir 11 tanques y otros 30 vehículos en un enfrentamiento ... ¡Algunos impactos se lograron a una distancia de 4 km! La combinación de potencia de fuego, óptica de calidad alemana y armadura los convirtió en un gran arma defensiva de enfrentamiento. Sin embargo, no te hagas ninguna idea, ¡esas bestias tenían muchos defectos! Su tamaño los convertía en un objetivo fantástico para los aviones aliados. Su transmisión se estresó más allá de lo creíble (tanto debido a su peso extremo como a sus tripulaciones sin experiencia) y su arma y miras tenían que ser aburridas cada vez que la máquina se movía unos pocos metros ... Solo el 20% de los Jagdtigers registrados como perdidos lo estaban en combate. Las otras pérdidas (¡80%!) Se debieron a averías mecánicas y falta de combustible: si un Jagdtiger se averiaba, había que abandonarlo, ya que los alemanes no tenía nada lo suficientemente poderoso para remolcarlo!

En el aire…

Operación Bodenplatte: El suicidio de la Luftwaffe. El 1 de enero de 1945, la Luftwaffe lanzó su última operación a gran escala de la guerra (en el frente occidental). El objetivo era paralizar las fuerzas aéreas aliadas y ganar superioridad aérea. Se suponía que Bodenplatte se había lanzado junto con la ofensiva alemana en las Ardenas, pero había sido imposible seguir adelante debido al mal tiempo. La operación fue tan secreta que muchas unidades de primera línea alemanas no lo sabían ... Como resultado, varios aviones alemanes fueron atacados y derribados por su propio fuego antiaéreo el día del lanzamiento de Bodenplatte. La Luftwaffe destruyó 290 aviones aliados y dañó decenas más. Sin embargo, muy pocos pilotos aliados murieron ya que muchos de esos aviones fueron destruidos en tierra. Esos aviones perdidos fueron reemplazados en una semana y, por lo tanto, Bodenplatte apenas obstaculizó las operaciones aliadas. Por otro lado, la Luftwaffe perdió alrededor de 300 aviones y, lo peor de todo, 210 pilotos. Esto, en un momento en que la industria alemana no podía reemplazar fácilmente las pérdidas y cuando los pocos pilotos de la Luftwaffe que quedaban se necesitaban desesperadamente para defender el espacio aéreo alemán.


Operación Bodenplatte

Algunos de los pilotos alemanes utilizados para Bodenplatte eran tan inexpertos que tuvieron que integrarse en airwings especiales: los estudiantes despegaron y siguieron fielmente a su líder de ala hacia sus objetivos. No podían navegar por su cuenta y no tenían ninguna posibilidad de sobrevivir a una pelea de perros o encontrar el camino de regreso a su propia base en caso de que derribaran a su líder de ala ... Bodenplatte fue el suicidio de la Luftwaffe. Nunca se recuperó de eso. Desde el 2 de enero en adelante hasta el final de la guerra, ya no habría operaciones aéreas alemanas coordinadas en el frente occidental: los pilotos individuales y las unidades aéreas lucharon lo mejor que pudieron. Las armas aéreas alemanas estaban muertas.

París no tan "gay": cuando los desertores estadounidenses reinaban en la capital francesa

Las tropas aliadas sufrieron tras el desembarco del Día D en Normandía en junio de 1944. Los avances se produjeron aproximadamente un mes después de dichos desembarcos. Pero a partir de entonces, las tropas aliadas estuvieron en constante movimiento, persiguiendo a los alemanes del norte, liberando París en agosto y Amberes, Lieja y Bruselas en septiembre. No hay que olvidar que la Operación Market-Garden también se lanzó en los Países Bajos el mismo mes (septiembre). No hace falta decir que en ese momento, los soldados aliados estaban agotados y las líneas de suministro aliadas se extendieron hasta el punto de ruptura. Cuando París fue liberada en 1944, las autoridades y las poblaciones francesas estaban en la luna: ¡Libertad, finalmente, después de 4 años de ocupación alemana! Esa libertad terminó teniendo un sabor amargo. Tras su entrada en Bélgica en septiembre de 1944, los aliados se detuvieron repentinamente en seco a lo largo de la Línea Siegfried. La línea Siegfried era una línea defensiva alemana fortificada que se extendía a través del bosque de Eifel (Ardenas alemanas) a lo largo de la frontera belga.

Después de meses de operaciones constantes, ambos lados necesitaban descansar y la línea del frente se asentó por un tiempo. París se convirtió en el lugar elegido por los aliados R&R: los soldados estadounidenses cansados ​​de la batalla fueron enviados allí con permiso. Con un pase de 72 horas y un sueldo atrasado en el bolsillo, descenderían a la ciudad en busca de alcohol y sexo. La policía francesa junto con los parlamentarios estadounidenses lucharon por lidiar con esos hombres borrachos y desordenados. Las cosas empeoraron gradualmente cuando miles de esos jóvenes soldados desertaron mientras estaban en París. Lo hicieron por muchas razones: algunos porque estaban cansados ​​de luchar, algunos, por la aventura, otros lo hicieron por el dinero. En total, se estima que 50.000 soldados estadounidenses desertaron en Europa durante la Segunda Guerra Mundial. ¡Había alrededor de 20.000 desertores en la naturaleza en la Navidad de 1944! ¡Eso es el equivalente a una división de infantería!

¡Muchos de estos hombres formaron bandas criminales y usaron su entrenamiento militar, uniformes y armas con malos resultados! Robarían depósitos del ejército, almacenes civiles, casas, negocios ... Robaron, violaron y saquearon en París, pero también en el norte de Francia y Bélgica. La actividad criminal alcanzó su punto máximo cuando los combates alcanzaron un crescendo a lo largo de la frontera alemana: más de 144.000 soldados estadounidenses terminaron muriendo o resultaron heridos entre septiembre de 1944 y enero de 1945. Entre la batalla del bosque de Hurtgen y la batalla de las Ardenas en las Ardenas, los aliados fueron empujado al punto de ruptura y los soldados desertaron en masa. Como muy pocos de ellos hablaban francés, su única forma de sobrevivir y evadir con éxito a las autoridades era a menudo unirse a una de esas bandas de soldados de desertores ...


París "alegre"

Al final de la Segunda Guerra Mundial, 20.000 soldados estadounidenses habían sido juzgados y condenados por deserción. Muchos terminaron con penas de prisión; la mayoría fueron despedidos deshonrosamente. 49 fueron condenados a muerte, aunque posteriormente solo un soldado fue ejecutado. Su nombre era Eddie Slovik.

El 25 de enero de 1945, la Wehrmacht, derrotada, se retiró detrás de Siegfried Li

La Batalla de las Ardenas, como se la llama a menudo en Alemania y Bélgica, había terminado. Para los aliados, las esperanzas de poner fin a la guerra y volver a casa en Navidad se vieron frustradas: el ejército alemán todavía tenía dientes ... ¡Pero el final del túnel estaba a la vista! Hitler quería que la línea de Siegfried se mantuviera a toda costa. Walter Model, comandante del Grupo de Ejércitos B, quería que se le permitiera retirarse detrás del Rin y reformar una nueva línea defensiva allí. Hitler obviamente no estaba de acuerdo. Los aliados sufrieron tratando de abrirse camino a través de la Línea Siegfried, que estaba fortificada en profundidad y, a menudo, se establecía sobre terrenos accidentados y bosques. Aún así, los aliados presionaron, desde las Ardenas belgas en adelante, y finalmente rompieron la línea alemana.

Como resultado de la microgestión del conflicto por parte de Hitler. El Grupo de Ejércitos B acabó rodeado en abril de 1945 en lo que acabó llamándose la Cuenca del Ruhr. Model, por primera vez en su carrera, vio que la derrota era inevitable. ¡En lugar de rendirse, ordenó la disolución del Grupo de Ejércitos B! ¡Literalmente les dijo a sus hombres que fueron relevados de su deber y que eran libres de intentar regresar a casa! ¡Hitler declaró a todo el Grupo de Ejércitos B enemigo del Reich y desertores! La disolución de su último mando fue la última orden de Model: se suicidó. El hecho de que los soviéticos lo quisieran por crímenes de guerra debe haberle pesado tanto como su deseo de no presenciar la rendición y la derrota de Alemania. Dicha derrota se produjo pocos días después.

martes, 9 de marzo de 2021

Alemania pre-nazi: Las guerras callejeras entre nazis y comunistas en Berlin

Una guerra callejera: comunistas y nazis en la batalla por Berlín (1929-1933)

A partir de 1929, la situación general en Alemania experimentó un cambio profundo tras la caída de la bolsa estadounidense. La crisis económica que afecta al país se manifiesta por un importante aumento del desempleo. También conduce a un proceso de radicalización política que se refleja a diario en el aumento de la violencia política, especialmente entre comunistas y nazis. Uno de los mayores desafíos de esta lucha es el control de la capital del Reich, Berlín. Para los comunistas, la Ciudad Roja es un bastión que debería irradiar el comunismo por toda Alemania. Para los nacionalsocialistas, cuyo movimiento era esencialmente bávaro en ese momento, conquistar Berlín era esencial para aparecer como una verdadera fuerza nacional.

Berlín se convierte en un campo de batalla entre dos movimientos para los que el uso de la fuerza se considera legítimo en el marco de la competencia política. Esta guerra callejera dura hasta 1933 cuando los nazis toman el poder para usar la violencia estatal para aplastar despiadadamente a sus oponentes.

No se trata aquí de relatar algunas reyertas, sino de mostrar las fases de un conflicto urbano de baja intensidad. Desde mayo de 1930 hasta noviembre de 1931, no menos de 31 personas murieron en peleas callejeras en Berlín. El número de heridos es infinitamente mayor y esto en la capital de una democracia parlamentaria en tiempos de paz.


David FRANCOIS || L'autre côté de la colline



Los nazis se instalan en Berlín.

El 7 de noviembre de 1926, un hombre de 29 años se bajó del tren en la estación Berlín-Anhalter con la misión de conquistar Berlín. Se trata de Joseph Goebbels, que acaba de ser nombrado Gauleiter, es decir, líder regional del Partido Nazi en Berlín. La misión que se le encomienda parece a priori difícil o incluso imposible.

Cuando Goebbels llegó a Berlín, el Partido Nazi tenía sólo 49.000 miembros en toda Alemania y sólo unos 100 en la capital del Reich. La organización nazi en la ciudad es inexistente. La sede del movimiento se encuentra en un sótano oscuro y lleno de humo en Potsdamerstrasse. Antes de fin de año, Goebbels alquila una nueva habitación más presentable en Lützowstrasse y expulsa a los inútiles y alborotadores para movilizar al resto de activistas. Menos de una semana después de su llegada, organizó una marcha en el distrito obrero de Neukölln, un bastión comunista, que rápidamente degeneró en peleas callejeras.


Goebbels en 1926 (fuente alphahistory.com)

En la década de 1920, Berlín era, en palabras del propio Goebbels, “la ciudad más roja de Europa fuera de Moscú”. Los partidos marxistas, es decir el Partido Socialdemócrata (SPD) y el Partido Comunista (KPD) obtuvieron más del 52% de los votos en las elecciones municipales de 1925. La tarea que se ha propuesto el nuevo Gauleiter de Berlín es a la vez simple e improbable: apoderarse de la supremacía de la capital mediante un ataque frontal a sus principales oponentes, los comunistas y los socialdemócratas.

Para simbolizar esta línea, Goebbels organizó una reunión en el Pharussäle, una sala de reuniones en el distrito obrero de Wedding y que utiliza a menudo el Partido Comunista. Esta intrusión en un feudo rojo es, por supuesto, considerada una provocación y la reunión que se celebra el 11 de febrero de 1927 se convierte en un violento enfrentamiento donde los vasos de cerveza y las sillas sirven como proyectiles. Pero Goebbels anota puntos desde que los 200 comunistas presentes fueron expulsados ​​de la sala.

El instrumento de la estrategia nazi en Berlín son las SA (Sturm Abteilung) y sus camisas marrones. La SA nació en 1921 en Baviera y durante mucho tiempo siguió siendo una organización esencialmente regional, principalmente en Baviera. En Berlín, surgió de los restos del cuerpo franco de Rossbach y no hizo su aparición real hasta la primavera de 1926 con menos de 200 miembros bajo la dirección de Kurt Daluege. Las SA, reclutadas principalmente entre desempleados, aprendices y empleados, son "soldados políticos" cuya tarea fundamental consiste en conquistar las calles. Se trata de agitar las tensiones en la capital hasta el punto de ruptura.

Goebbels también está apuntando a las autoridades socialdemócratas de la ciudad, en particular al subjefe de policía Bernhard Weiss, que se convierte en el principal objetivo de una campaña antisemita. Goebbels le puso el apodo de Isidore y nunca perdió la oportunidad de ridiculizar a la policía. Las SA también se complacen en desfilar cantando canciones satíricas o sucias sobre Isidore. Esta impertinencia también va acompañada de abucheos. Así, durante la proyección el 5 de diciembre de 1930 de la película pacifista "En Occidente, nada nuevo", las SA soltaron ratones en la sala de cine Mozart que hicieron gritar a las mujeres presentes y obligaron a interrumpir la proyección. Pero la mayor parte de la actividad de las SA sigue siendo la batalla callejera, donde se forja un sentimiento de unidad y camaradería.

Cinco días después de que Hitler diera su primer discurso en Berlín el 1 de mayo de 1927, la policía prohibió al Partido Nazi en la capital. Fue en este punto que Goebbels demostró su genio en esta insidiosa guerra civil que socavó la República de Weimar. Para ello se inspira en los recuerdos de uno de los fundadores del Partido Socialdemócrata, August Bebel, cuyo partido tuvo que afrontar los dolores de la ilegalidad tras la adopción por Bismarck de leyes antisocialistas en la década de 1880. Luego, los nazis crearon diferentes grupos y asociaciones: equipos de bolos, círculos de ahorro o clubes de natación para seguir reuniéndose. Goebbels también lanzó en julio de 1927 el periódico Der Angriff (El ataque) para tener un medio adicional de propaganda en Berlín.

Los éxitos son inicialmente modestos. En las elecciones legislativas de mayo de 1928, solo el 1,6% de los berlineses dieron su voto a los candidatos nazis. Pero la campaña electoral permite que se levante temporalmente la prohibición del NSDAP en Berlín y así autoriza a Goebbels a ser uno de los 12 nazis electos en el Reichstag. Esta elección no significa abandonar la estrategia de oposición extraparlamentaria seguida hasta ahora, ya que los nazis siguen creando secciones en barrios y negocios. En 1928, una primera reunión en el Sportspalast reunió a varios miles de oyentes. En 1929, en el momento de las elecciones municipales, el NSDAP reunió casi el 6% de los votos y envió 13 representantes al parlamento de la ciudad.

La respuesta comunista.

A finales de la década de 1920, los comunistas fueron los principales oponentes de los nazis en la conquista de Berlín. Dirigido por Walter Ulbricht, el comunismo de Berlín controla los barrios de clase trabajadora de Neukölln o Wedding y puede confiar para ello en una organización paramilitar fundada en 1924, Rot Frontkämpferbund.

La RFB es oficialmente una organización de veteranos, pero fue fundada en 1924 principalmente para unir a los antiguos siglos proletarios después del fracaso del levantamiento de octubre de 1923. Los militantes, la mitad de los cuales no son miembros del KPD, use el uniforme, haga un juramento de lealtad y marche en filas cerradas. La organización rápidamente ganó decenas de miles de miembros y estableció una rama joven, Rote Jungfront. El destino de la RFB se jugó en 1929 con el turno de "clase contra clase" iniciado por el Comintern. Esto último se refleja en la denuncia de la socialdemocracia que se convierte en el vocabulario comunista en social-fascismo. Para Moscú, Alemania está entrando en un período de intensificación de la lucha de clases donde el oponente más peligroso es el SPD considerado como el máximo defensor del capitalismo. El enfrentamiento es particularmente duro en Berlín, la capital del país de Prusia, gobernada por los socialdemócratas. El 1 de mayo de 1929, los enfrentamientos entre manifestantes comunistas y policías dejaron 33 muertos en la capital. Poco después, las autoridades prohibieron la RFB, pero siguió existiendo clandestinamente y sin uniforme.



Ernst Thälmann dirigió una demostración de RFB en 1927 (fuente: Wikipedia)

Mientras que el activismo comunista tiene a la socialdemocracia como su principal objetivo, las SA están reclutando discretamente en los barrios obreros gracias a la propaganda que enfatiza los elementos antiburgueses del programa nazi. La organización de los camisas pardas se desarrolló así casi clandestinamente entre mayo de 1927 y finales de 1928 cuando se inició la lucha por las tabernas. Estos lugares son de capital importancia en la socialización popular. De hecho, es en las tabernas donde los trabajadores se encuentran y especialmente se politizan. El 22 de agosto de 1929, dos tabernas comunistas fueron atacadas por SA-Sturm n ° 5 encabezado por el joven Horst Wessel. Los ataques se multiplican en septiembre y luego en los meses siguientes. Las tensiones aumentaron gradualmente en Berlín y los enfrentamientos callejeros alcanzaron su punto máximo en febrero de 1930.

La dirección del KPD no empezó a tomarse en serio la amenaza fascista en Berlín hasta 1929 y buscó adaptar su organización para luchar contra los nazis. La actitud de los comunistas hacia la violencia es, por tanto, equívoca. No condenan su uso como medio político, sino que buscan darle un carácter de masas para movilizar a todo el proletariado en acciones a gran escala controladas y dominadas por los ejecutivos. Pero esta estrategia resulta ineficaz a nivel local y deja espacio para una violencia más individual y difusa basada en la existencia de pequeñas bandas.

La dispersión de la violencia comunista que tuvo lugar entonces también tuvo su origen en la crisis económica. Si la violencia de masas defendida por la dirección comunista central presupone la movilización de los trabajadores reunidos en sus lugares de trabajo, el desarrollo del desempleo transforma rápidamente al KPD de Berlín en un partido de los desempleados. El centro de gravedad del Partido se desplaza luego de las fábricas a los barrios de clase trabajadora que ya son el objetivo del activismo nazi. En estos barrios, la acción de las SA tiende a sacudir los cimientos de la dominación comunista y también amenaza la vida de los militantes. La violencia proletaria se convierte en prerrogativa de bandas de jóvenes desempleados que libran una guerra callejera con los nazis. A menudo, a partir de iniciativas locales, estas luchas surgen a veces de forma espontánea sin el control del partido, que entonces no puede repudiar ni apoyar a estos grupos. Pero esta lucha está condenada al fracaso por las condiciones en las que se libra, como muestra el caso Wessel.

La muerte de Horst Wessel.

Horst Wessel es un típico activista del partido nazi de Berlín de finales de la década de 1920. Nacido en 1907, el hijo de este pastor fracasó durante sus estudios universitarios. Víctima de degradación, se convirtió en conductor y trabajador y, a pesar de sus opiniones nacionalistas, se declaró socialista. Se unió al Partido Nazi en 1926 y se unió a las SA en el distrito de Bötzow. El joven Wessel se nota rápidamente por su ardor y su motivación, en particular por Goebbels, a quien conoce en varias ocasiones. En 1928, Wessel fue asignado al equipo de SA en Alexanderplatz y en 1929 se hizo cargo de SA-Sturm 5, que operaba en el distrito obrero de Friedrichshain. Este equipo se destaca por su brutalidad pero también por su proselitismo entre los trabajadores, especialmente los comunistas. Wessel organizó así una camarilla musical, siguiendo el modelo de las lideradas por los comunistas, para animar las manifestaciones nazis y que tuvo cierto éxito.

Wessel rápidamente se hizo un nombre en Alexanderplatz, el distrito de la prostitución y el crimen que también era un distrito proletario dominado por los comunistas. Para hacerse un hueco, Wessel no duda en frecuentar tabernas y bares sombreados para hacer propaganda, reclutar matones o entregar a militantes del Partido Comunista. Rápidamente se convierte en una figura odiada por los militantes comunistas. Es en uno de sus bares donde se enamora de una prostituta. Para vivir este romance, deja la casa paterna para subarrendar una habitación con una tal Elisabeth Salm. Cuando Wessel decide que su amigo vivirá con él de ahora en adelante, las relaciones con su casera se tensan debido a disputas sobre el alquiler. A principios de 1930 Élisabeth Salm quiso desalojar a Wessel del apartamento, pero esta viuda no sabía cómo llegar. Decide recurrir a los antiguos compañeros de su difunto esposo, él mismo miembro del KPD y del Rot Frontkämpferbund. Los activistas que conoce la escuchan cortésmente hasta que les da el nombre de su inquilino no deseado. Wessel tenía entonces una sólida reputación como nazi persuasivo y pegadizo. Parece que se ha encontrado la oportunidad de darle una lección.


Horst Wessel, a la cabeza de su sección de asalto, marcha por Nuremberg en 1929 (fuente: Bundesarchiv)

El 14 de enero de 1930, un grupo de militantes y simpatizantes comunistas fue al apartamento de Elisabeth Salm. Temiendo que Wessel estuviera armado, pidieron a dos activistas, que también se sabe que son miembros del Medio, Erwin Rückert y Albrecht Höhler, que los acompañen con armas. El grupo llama a la puerta de la habitación de Wessel, que está allí con su pareja y un amigo. A la espera de la visita de un miembro de las SA, Wessel abre. Höhler luego le dispara en la cara. El joven SA gravemente herido fue trasladado al hospital donde falleció cinco semanas después, el 23 de febrero.

El KPD se encuentra entonces en una posición difícil porque no puede asumir la responsabilidad de este asesinato, que tiene poco que ver con la autodefensa. La situación es aún más delicada porque si la violencia política en lugares públicos se ha convertido en algo común y aceptado, el ataque a Wessel es el primero de este tipo que tiene lugar en un lugar privado. Esto parece tanto más intolerable para la población dado que los comunistas y nazis son a menudo vecinos de los desembarcos y una tregua tácita santifica las viviendas. Negarlo públicamente significaría, por el contrario, que el Partido no controla las iniciativas militantes de su base. La dirección comunista de Berlín reúne al comando que llevó a cabo el ataque para advertirles que matarán a cualquiera que quiera hablar del asunto. La prensa comunista afirma que se trata sólo de un ajuste de cuentas entre proxenetas y presiona a Höhler para que testifique en ese sentido.

La muerte de Horst Wessel, cuyo funeral fue motivo de una formidable manifestación nazi organizada por Goebbels, no obstaculizó el desarrollo del nacionalsocialismo en la capital del Reich. Al contrario, atrae a nuevos miembros para quienes Wessel aparece como un mártir. El número de tabernas de Berlín controladas por los nazis, que son tantos puntos de partida como la apuesta de una feroz lucha con los comunistas, se quintuplicó entre 1928 y 1931. La SA encabezada por Walter Stennes tiene cerca de 3.000 miembros en el ciudad capital. El 10 de septiembre de 1930, 100.000 personas se reunieron frente al Palais des Sports con la esperanza de escuchar el discurso de Hitler. Cuatro días después, el Partido Nazi, con el 18% de los votos en las elecciones legislativas, se convirtió en el tercer partido de la capital después de los comunistas y los socialdemócratas. Sobre todo, reúne diez veces más voces que en 1928.

Los comunistas no obtienen ningún beneficio de la muerte de Wessel, ya que el KP se niega a asumir su responsabilidad y convierte a los asesinos en héroes antifascistas. Por el contrario, las autoridades utilizan la muerte de Wessel como pretexto para redoblar la represión contra las organizaciones comunistas, incluida la RFB, que sigue operando clandestinamente como élite militar. También nacen nuevas formaciones para dar apoyo militar a los militantes, como la Antifaschistische Junge Garde fundada en julio de 1929 pero que es rápidamente diezmada por la represión policial.

La batalla de las tabernas

A partir de abril de 1931, los comunistas lanzaron una campaña contra la red de tabernas que se infiltraba cada vez más profundamente en los distritos obreros. Los dueños de estas tabernas siempre han puesto sus establecimientos a disposición de las reuniones comunistas o socialdemócratas. Las audiencias son igual de consumidores pero con la crisis los clientes son escasos y los que vienen a las reuniones políticas gastan menos. Los jefes, por tanto, responden favorablemente a las peticiones de los nazis que, a cambio de una clientela regular y solvente porque les paga el partido, piden utilizar las tabernas como cuartel de las SA, bases marrones en territorio rojo. Para los comunistas, el cierre de estas tabernas se convierte en un objetivo táctico esencial. El 9 de septiembre en Kreuzberg un ataque le costó la vida a un centinela nazi, pero fue en octubre cuando los comunistas lanzaron una vasta ofensiva en el distrito de Neukölln contra las tabernas controladas por los nazis.

Estos ataques están bien preparados y llevados a cabo por pequeños grupos que actúan como comandos. Se desarrollan según un patrón que resume la acción organizada el 15 de octubre de 1931 contra una taberna de Richardstrasse. Activistas de organizaciones antifascistas lideradas por comunistas convocan una manifestación masiva a aproximadamente un kilómetro de la taberna en un intento de distraer a la policía. Durante este tiempo, un pequeño grupo armado liderado por un líder local del KPD avanza hacia la taberna. En la calle entre 30 y 50 personas se acercan a la taberna y gritan "Abajo el fascismo" y cantan la Internacional. Cuando el dueño de la taberna y las SA salen a la calle, la procesión se detiene y un disparo se realiza. Luego, de cuatro a cinco hombres dispararon unos veinte tiros mientras la multitud de manifestantes se dispersaba y los tiradores huían.

La redada es aparentemente un éxito ya que el jefe ha sido asesinado y la taberna cerrada. En octubre y noviembre de 1931, estos ataques costaron la vida a 14 nazis contra seis comunistas, lo que los líderes comunistas de Berlín dieron la bienvenida. Pero tres meses después de su cierre, la taberna de Richardstrasse está reabriendo cuando la policía arrestó a 22 personas implicadas en el ataque. Las manifestaciones del KPD contra estas tabernas también son cada vez más atacadas por las SA y la policía. Los comunistas están entonces en inferioridad mientras prosperan las tabernas nazis. Las acciones de los combatientes rojos tampoco son unánimes dentro de la dirección del KPD, y su utilidad y los métodos de lucha empleados son objeto de acalorados debates.



Desfile comunista en el distrito de Wedding (fuente: Berlin.de)


La resolución de noviembre de 1931.

En el verano de 1931 la situación del Partido Comunista era de lo más precario, ya que rayaba en la legalidad, especialmente después del asesinato de dos policías berlineses como parte de la campaña para el referéndum exigiendo la disolución del gobierno social prusiano. -demócrata. Luego, la policía asestó golpes cada vez más duros al KPD y el activismo antinazi solo pudo alentar un poco más al gobierno a arrojar a los comunistas a una ilegalidad que la dirección rechazó. Tras las reuniones en Moscú entre los líderes alemanes y los del Komintern, la Central del KPD adopta la resolución del 31 de noviembre de 1931 que distingue en la lucha contra los nazis entre acciones de masas alentadas y terror individual que es fuertemente condenado. La dirección teme que la espontaneidad que esto conlleva acabe perjudicando la disciplina militante.

La resolución provoca una ruptura dentro del movimiento comunista y ya dentro de la dirección. Heinz Neumann se muestra hostil. Para él, las acciones de los grupos locales no necesitan recibir el acuerdo de los órganos centrales para ser efectivas. Un sistema de comando excesivamente centralizado también solo puede ralentizar las acciones defensivas en los vecindarios de clase trabajadora contra los ataques nazis. Sin embargo, Neumann está en desventaja y pronto será expulsado de la dirección. Pero más grave es la ruptura que se produce con los militantes de base que se enfrentan en la calle a las SA y acusan a los dirigentes de cobardía y traición. Sobre todo, la resolución no pone fin a los actos de indisciplina y los grupos de lucha locales plantean ahora un delicado problema político. Atrapados en la cadena de la lógica ojo por ojo contra los nazis, desarrollan comportamientos similares a los de las pandillas, basados ​​en la defensa de un territorio a través de la violencia. A diferencia del marxismo ortodoxo, el KPD llegó a ejercer su hegemonía, no sobre las fábricas, sino al margen de los barrios obreros. Junto al modelo militante, el joven trabajador politizado, gravita en las organizaciones comunistas un lumpenproletariado que coquetea con la delincuencia. Las bandas de jóvenes existen desde hace mucho tiempo en las grandes ciudades alemanas pero con la crisis de 1929 tienden a politizarse y en particular a unirse a formaciones paramilitares, nazis o comunistas. La explosiva mezcla nacida de este encuentro es condenada por la dirección comunista, sobre todo porque busca seducir a los trabajadores adquiridos del nazismo.

La policía observa el desfile de las SA en Berlín (fuente: art.com)

Los líderes comunistas son conscientes de que los nazis rompieron el monopolio de la protesta obrera que tenían hasta entonces. Cuando la violencia no da resultados convincentes, el KPD cambia de táctica y Berlín se convierte en un campo de aplicación privilegiado. El 1 de noviembre de 1931, la dirección comunista de la región de Berlín-Brandenburgo saludó a los "trabajadores nacionalsocialistas" ya los partidarios de la clase trabajadora de los nazis que luchan honestamente contra el capitalismo. Los comunistas reconocen así que los nazis lograron establecerse en la clase obrera de Berlín disputando su monopolio en este terreno. La SA abre comedores populares y en Navidad se invita a militantes nazis desempleados a pasar las vacaciones con militantes que tienen trabajo.

En 1932, el Partido Nazi logró un avance decisivo en Berlín, con casi 40.000 miembros. En marzo, logró reunir a 80.000 personas en el parque Lustgarten. El 4 de abril, 200.000 personas asistieron a un mitin de Hitler al aire libre. La influencia de los nazis está creciendo, incluso en los negocios. En noviembre de 1932, organizaron una huelga con los comunistas contra la reducción de los salarios de los empleados del transporte público de Berlín. Incluso están surgiendo piquetes comunes. Esta acción fortalece al establecimiento nazi en los distritos obreros de la capital. Este año, la SA bajo las órdenes de Heinrich von Helldorff reúne a más de 16.000 miembros en Berlín. Después de una prohibición de abril a julio, las SA, seguras de sí mismas, instalaron la violencia en las calles, contribuyendo al agravamiento de la crisis política que vivía Alemania en el invierno de 1932-1933.

A pesar de los desvíos y vueltas de la línea oficial, en gran parte dictada por Moscú, los militantes comunistas siguen queriendo tomar, por la fuerza, la calle. Organizan formaciones militares de diferentes tamaños para esto. Los Rote Betriebswehren tienen los negocios como su dominio privilegiado, mientras que la calle es la del Kampfbund gegen der faschismus donde, además, se encuentran los antiguos ORP. Esta organización, que alcanzó su apogeo a principios de 1931, posteriormente declinó y la antorcha fue tomada por Antifaschistiche Aktion, que nació en Berlín el 12 de julio de 1932.

Estos grupos continuaron la lucha hasta enero de 1933. Cuando las SA celebraron la llegada de Hitler a la Cancillería con desfiles de antorchas, los grupos comunistas lideraron la resistencia, particularmente en los barrios obreros. Un tiroteo en Charlottenburg provoca la muerte de un policía y una SA. Pero estos son solo actos aislados. El grado de violencia de la persecución nazi a través de detenciones arbitrarias y la apertura de campos de concentración llevó rápidamente a la desaparición de los restos de los grupos de combate comunistas.

Bibliografía

  • James M. Diehl, Paramilitary Politics in Weimar Germany, Indiana University Press, 1977.
  • Eve Rosenhaft, Beating the Fascists ? The German Communists and Political Violence, 1929-1939, Cambridge University Press, Cambridge, 1983.
  • Dirk Schumann, Political Violence in the Weimar Republic, 1918-1933: Fight for the Streets and Fear of Civil War, Berghahn Books, 2009 (ce livre est initialement paru en allemand en 2001).
  • Daniel Siemens, The Making of Nazi Hero. The murder and myth of Horst Wessel, I.B.Tauris, 2013, (ce livre est paru initialement en allemand en 2009).

lunes, 8 de marzo de 2021

GCE: La Guardia de Asalto

Guardia de Asalto




La Guardia de Asalto, denominada de forma oficial como Cuerpo de Asalto, fue un cuerpo policial español creado durante la Segunda República con el objetivo de disponer de una fuerza policial para el mantenimiento del orden público y que fuera de probada fidelidad a la República. Rápidamente se convertiría en un eficaz cuerpo policial, y tuvo una destacada e intensa actividad durante toda su historia, especialmente durante algunos hechos de la guerra civil española. 

Durante el golpe de Estado de julio de 1936 la fidelidad y actuación de los Guardias de Asalto fue fundamental en muchos sitios para que fracasase el golpe y por ello gozó de prestigio entre la población de la zona republicana. No obstante, el Cuerpo de Asalto fue fusionado, por decreto, el 27 de diciembre de 1936 con la Guardia Nacional Republicana para formar el nuevo Cuerpo de Seguridad Interior, aunque este siguió manteniendo unas unidades de Asalto y vanguardia que actuaron en operaciones militares.


Historia

Orígenes

La policía española fue creada en 1824 mediante una real cédula del rey Fernando VII. Tras muchos avatares y reorganizaciones, se funda en 1844 el Cuerpo de Protección y Seguridad, un cuerpo civil de policía, distinto del militarizado que constituía la Guardia Civil. Fue en 1887 cuando se determinó que la policía comprendía dos servicios: el de Vigilancia y el de Seguridad, dependientes ambos del Ministerio de la Gobernación. 


Según un Real decreto de 25 de noviembre de 1930, se aprueba un nuevo reglamento de la policía. Mediante este decreto, la policía gubernativa se ponía bajo el mando directo y único del Director General de Seguridad (dependiente del Ministro de Gobernación). La policía se compondría de dos cuerpos: el Cuerpo de Vigilancia y el Cuerpo de Seguridad, atribuyendo a ambos carácter civil. Sin embargo, el Cuerpo de Seguridad se regía por normas militares, estando sus componentes sujetos al Código de Justicia Militar. Sus funciones comprendían el mantenimiento del orden público, la seguridad personal, el respeto a las propiedades y la observancia de las leyes. Dentro de este Cuerpo, se crea la denominada Sección de Gimnasia, encargados del mantenimiento del orden público. 

 

 

Con la llegada de la II República en 1931, aumenta la inestabilidad social. A ello se une el hecho de que la policía no goza ni del apoyo ni de la confianza de los nuevos gobernantes republicanos. Miguel Maura Gamazo, político republicano conservador que fue nombrado ministro de la Gobernación del Gobierno Provisional de República, acometió la tarea de adaptar el antiguo Cuerpo de Seguridad a las nuevas necesidades: crear rápidamente otra fuerza, para hacer frente a las alteraciones del orden en las ciudades, más ágil y con más moderno armamento, dejando a la Guardia Civil la custodia del campo, su auténtica misión.​

Recién proclamada la República, el 17 de mayo de 1931 se reorganizó el Cuerpo de Seguridad y se le adscribieron las llamadas Compañías de Vanguardia (posteriormente denominadas Sección de Guardias de Asalto), utilizando como base la ya existente Sección de Gimnasia del Cuerpo de Seguridad. Integrada en el Cuerpo de Seguridad, la Sección de Guardias de Asalto constituyó una fuerza de choque destinada a actuar en las aglomeraciones con motivo de festejos, desfiles, manifestaciones, etc., y en los intentos de alteración del orden público. Se trata de los antecesores de los actuales antidisturbios. Entre otros cambios, respecto la Guardia Civil sus miembros fueron mejor dotados y equipados para la conservación del orden público.

Durante la II República

Finalmente, el 9 de febrero de 1932, una parte del Cuerpo de Seguridad se transformó en Guardias de Asalto, pasando el cuerpo a denominarse Cuerpo de Seguridad y Asalto. Fue nombrado Muñoz Grandes primer jefe y fundador del Cuerpo, por el entonces Director General de Seguridad, José Valdivia, permaneciendo Muñoz Grandes al frente de la nueva policía republicana hasta 1935. Para su nombramiento influyó la gran fama adquirida al organizar y dirigir las tropas regulares de Marruecos durante la Guerra del Rif. Así se convirtió en el máximo responsable del orden público en las grandes ciudades.​

En enero de 1933, este cuerpo interviene junto a la Guardia Civil en la represión de los Sucesos de Casas Viejas, en el cual mueren más de 20 vecinos de la localidad. La brutalidad empleada por las fuerzas represivas conmociona a la opinión pública española. No sería la única actuación durante ese año, si bien durante la conocida como Revolución de diciembre de 1933 intervienen nuevamente en el mantenimiento del orden y la lucha contra los distintos levantamientos y atentados anarquistas. La otra intervención destacada tendría lugar durante la Revolución de 1934, donde los Guardias de Asalto volvieron a jugar un importante papel en la represión de los disturbios en Barcelona o el fracaso de la huelga en Madrid y otras ciudades importantes. 


Guerra civil española

Con el estallido de la Guerra Civil, el Cuerpo se alineó fundamentalmente con el Gobierno de la República, siendo uno de los cuerpos armados donde menos apoyos tuvo la Sublevación militar del 18 de julio: un 70 %​ se mantuvo leal al Gobierno. Sin embargo, los acuartelamientos de Zaragoza y Valladolid se sumaron a la sublevación (los de Oviedo, Sevilla y La Coruña al principio permanecieron fieles al gobierno). De todos los cuerpos policiales que habían quedado en la zona gubernamental, el de Asalto era el mejor visto por la mayor parte de la población. ​ Esto hizo que gran número de militares decidieran ingresar en este cuerpo, para evitar los recelos y suspicacias que la filiación militar creaba entre las milicias obreras. Este hecho llegó hasta el punto de que el Presidente de Gobierno, Largo Caballero, tuvo que prohibir a los oficiales del ejército integrarse a la Guardia de Asalto sin autorización expresa del Ministerio de la Guerra. ​ Los Guardias de Asalto se distinguieron como una infantería fiable y de choque a la que la República siempre confiaba sus operaciones más delicadas,​ como la supresión de los sucesos de Barcelona de mayo de 1937​ o la toma de Belchite.​ Ya avanzada la guerra, el Cuerpo de Asalto se convirtió en la élite del nuevo Ejército Popular. El propio George Orwell lo reflejaba en una de sus obras más destacadas:

Eran unas tropas magníficas, con mucha diferencia las mejores que yo había visto en España (...) Yo estaba acostumbrado a las andrajosas y mal armadas milicias del frente de Aragón, y no sabía que la República poseyera tropas como aquellas. No sólo eran hombres de unas condiciones físicas excepcionales, sino que lo que más me asombraba eran sus armas... .
Orwell, George. Homenaje a Cataluña. pág. 146

Desaparición

A pesar de su importante papel, la vida del cuerpo estaba llegando a su fin. Con la reorganización de las instituciones de la Segunda República a finales de 1936, llegaron algunos cambios: la Guardia Civil ya había sido transformada por el gobierno republicano en Guardia Nacional Republicana. A su vez, ésta fue fusionada, por decreto, el 27 de diciembre de 1936 con el Cuerpo de Seguridad y Asalto para formar el Cuerpo de Seguridad Interior pero no llegó a ser efectivo realmente. ​ Sin embargo, el nuevo Cuerpo creado siguió manteniendo unas unidades de Asalto o vanguardia (fundamentalmente los miembros del ya extinto Cuerpo de Seguridad y Asalto), que sirvieron en el frente o con misiones pseudomilitares en la retaguardia. Con el final de la guerra, el Cuerpo de Seguridad Interior sería disuelto por los vencedores de la contienda. Tras la contienda, la Ley de 15 de marzo de 1940 promulgada por Francisco Franco haría desaparecer también el Cuerpo de carabineros integrándolo en la Guardia Civil. Los pocos miembros de la Guardia de Asalto que superaron los expedientes de depuración, se integraron en la recién creada Policía Armada (cuyos miembros empezaron a ser popularmente conocidos como "los grises", por el color de sus uniformes).

Estructura

Organización inicial

El Cuerpo de Seguridad y Asalto estaba organizado militarmente y distribuido en pelotones (de veinticinco guardias), que agrupados en compañías, se desplegaban por las principales ciudades españolas. Su función principal era el mantenimiento del orden público y actuaba normalmente en caso de disturbios. A diferencia de los otros cuerpos policiales de la época, no tenía como función principal la persecución de la delincuencia. Con su creación, el mantenimiento del orden público, hasta entonces en manos de la Guardia Civil, quedó exclusivamente a su cargo en las zonas en las que estaba desplegado. Estaban bajo el mando directo del ministro de la Gobernación.​

El Cuerpo de Asalto se dividía en grupos de diferentes tamaños al modo del Ejército, pero quedándose en la jerarquía de Compañía.

  • Escuadra: 7 agentes al mando de un cabo.
  • Pelotón: 3 escuadras más un suboficial; además cuentan con ametralladora (Hotchkiss M1914), camión descubierto de 25 plazas y granadas de humo.
  • Sección: 3 pelotones.
  • Compañía: 3 secciones a cargo de un oficial.
  • Grupo: estaba formado por 3 compañías de fusiles y una que llamaban Compañía de especialidades. Esta compañía estaba integrada por una Plana Mayor y tres secciones: una de morteros, otra de ametralladoras y la sección motorizada, la cual contaba con coches ligeros, motocicletas, camionetas y autocares, ambulancias y blindados Bilbao dotados de ametralladoras.


Evolución

El 24 de abril de 1932 se autorizaba el aumento de la dotación del Cuerpo de Seguridad y Asalto a un coronel, dos tenientes coroneles, 12 comandantes, 57 capitanes, 177 tenientes, 302 suboficiales y sargentos, y 3.896 cabos y guardias. El 8 de septiembre del mismo año, se autorizaba un aumento de 2.500 guardias más que se unían a los ya existentes.1​ Ya en 1936 el número de integrantes del Cuerpo de Seguridad y Asalto era de 17.660: 450 jefes y oficiales, 543 suboficiales y 16.667 guardias, de los que unos 8.000 pertenecían a la sección de Seguridad y el resto a la de Asalto. Para esas fechas el cuerpo tenía 50 compañías distribuidas en 16 grupos: Madrid (1º,2º y 3º), Bilbao (4º), Sevilla (5º), Valencia (6º), Zaragoza (7º), La Coruña (8º), Málaga (9º), Oviedo (10º), Badajoz (11º), Valladolid (12º), Murcia (13º) y Barcelona (14º, 15º y 16º). 

 


Puntos oscuros en su historial

Algunos puntos negros de la historia del cuerpo fueron la citada intervención en la represión de la revuelta anarquista de Casas Viejas en 1933, los enfrentamientos en mayo de 1937 en las calles de Barcelona, la dureza empleada en reprimir algunas huelgas o protestas sociales y la participación de varios de sus miembros en el asesinato del líder del Bloque Nacional y diputado José Calvo Sotelo, el 13 de julio de 1936.

 

domingo, 7 de marzo de 2021

Primera Guerra Sino-Japonesa: Japón y sus planes (2/2)

Guerra Sino-Japonesa 1894-1895

Parte I || Parte II
W&W



Soldados del ejército japonés. De izquierda a derecha: soldado raso, sargento y capitán.

Fuerza comparativa de los beligerantes y sus planes de guerra


Japón

El ejército japonés moderno se originó en la Guardia Imperial, creada en abril de 1871 con la fuerza de nueve batallones de infantería, dos unidades de caballería y cuatro brigadas de artillería. Estas fueron las primeras unidades regulares japonesas de estilo europeo. Poco después se elaboró ​​un borrador de la reforma militar, que fue aprobado por edicto imperial en enero de 1873. Por su poder, se introdujo el servicio militar obligatorio universal y todos los hombres de una edad determinada estaban obligados a servir. Junto con la abolición de las diferencias de clase, esto supuso un duro golpe para la clase samurái, para la cual el servicio militar había sido una distinción honorable que decidió su situación social y material. Las reformas provocaron inevitablemente el descontento en ese grupo, que encontró su salida en unos pocos disturbios armados de los samuráis 'desempleados', incluida la famosa rebelión de Saigo Takamori de 1877. Sin embargo, todos estos fueron rápidamente sofocados y el samurái, convencido de los europeos La eficacia de las tropas de estilo, se apresuró a unirse a las filas del ejército, lo que les permitió recuperar su antiguo prestigio. En consecuencia, en un tiempo relativamente corto, Japón logró crear un ejército valiente y bien entrenado basado en los estándares alemanes. Su cuerpo de oficiales estaba compuesto principalmente por antiguos samuráis, que introdujeron antiguas tradiciones militares. Esa combinación de tradición, organización moderna y armamento dio excelentes resultados: un ejército a la altura de las fuerzas armadas europeas en todos los aspectos.

En vísperas del estallido de la guerra con China, todos los hombres de entre 17 y 40 años estaban en servicio militar obligatorio, pero solo los que cumplían 20 podían ser reclutados (los más jóvenes, que cumplían 17, podían ser voluntarios). Tras el período de servicio militar activo (gen-eki), que duró tres años, los soldados se convirtieron en la 1ª Reserva (yobi), que la 2ª Reserva (kobi). Los hombres jóvenes y sanos, que no tenían entrenamiento militar básico, se convirtieron en la Tercera Reserva (hoju) de inmediato, al igual que los reclutas que no habían cumplido completamente con los requisitos físicos del servicio. Todos los soldados que cumplieron su mandato se unieron a las filas de la milicia territorial (kokumin). En caso de guerra, la 1ª Reserva (yobi) debía alistarse en primera instancia. Estaban destinados a completar las filas de las tropas regulares. Los siguientes en alistarse fueron la reserva de kobi, quienes debían completar aún más las filas de unidades de línea o formar nuevas unidades. Los miembros de la reserva hoju debían alistarse solo en circunstancias excepcionales. La milicia territorial solo sería llamada a las armas en caso de peligro inmediato de invasión enemiga.

El país estaba dividido en seis distritos militares, cada uno de los cuales era una base de reclutamiento para una división de infantería de dos brigadas de aproximadamente 18.600 soldados (incluido 1/3 de las unidades de retaguardia) y 36 cañones de artillería en tiempos de guerra. También había una división de la Guardia Imperial con reclutas de todos los distritos. Este también estaba compuesto por dos brigadas, pero estaban formadas por dos, no tres regimientos de batallón. Por lo tanto, su fuerza numérica después de la movilización fue de 12.500 soldados (incluidas las unidades de retaguardia) y solo 24 cañones de artillería. Además, había tropas de la fortaleza (aproximadamente seis batallones), el llamado "Cuerpo Colonial" estacionado en Hokkaido y las islas Ryukyu (alrededor de 4.000 soldados) y un batallón de policía militar en cada uno de los distritos. En tiempos de paz, estas unidades tenían un total de menos de 70.000 hombres, mientras que después de la movilización el número ascendió a más de 220.000. Además, el ejército todavía tenía una reserva entrenada. Tras la movilización de las divisiones de primera línea, esas reservas se constituirían en brigadas de reserva (cuatro batallones, una unidad de caballería, una compañía de ingenieros, una batería de artillería y unidades de retaguardia cada una), que en primera instancia servirían de reclutamiento. base para 'sus' divisiones frontales. También podrían realizar operaciones de combate secundarias. Si es necesario, podrían desarrollarse en divisiones completas, es decir, un total de 24 regimientos de fuerzas territoriales. Sin embargo, la formación de estas unidades se vio obstaculizada por la falta de un volumen suficiente de equipo, principalmente uniformes.

El arma principal de un soldado japonés era el rifle de retrocarga Murata Type 18 de 8 mm. El Tipo 22 mejorado de cinco disparos recién se estaba introduciendo y en 1894, solo la Guardia Imperial y la 4ta División estaban equipados con rifles de ese patrón. La artillería de la división consistía en cañones de campaña de 75 mm y piezas de montaña con bocas de bronce endurecido fabricadas en Osaka. Ese equipo, basado en los diseños de Krupp adaptados por los italianos a principios de la década de 1880, difícilmente podría describirse como moderno en 1894, aunque, en general, todavía coincidía con los requisitos del campo de batalla contemporáneo.

El entrenamiento de las tropas japonesas promovió el espíritu ofensivo y se prestó especial atención a la formación de resistencia y fuerza en la batalla. En combinación con un entrenamiento sistemático y una disciplina estricta, produjo buenos resultados y, en consecuencia, la efectividad en el combate de las tropas japonesas fue alta. El único punto débil del ejército japonés eran los servicios logísticos, que no eran muy eficientes. Esto se pudo observar especialmente durante las campañas de Manchuria y Corea. A pesar de que el armamento de las tropas imperiales no era tan moderno como algunos de los últimos patrones utilizados por algunas de las unidades chinas, su efectividad en el combate era incomparablemente mayor que la del enemigo, siendo igual a los ejércitos europeos.



El crucero japonés Itsukushima. Las unidades de esta clase se construyeron específicamente para hacer frente a los acorazados chinos; por lo tanto, estaban armados con un enorme cañón de 320 mm, cuyos proyectiles podían penetrar la armadura de los buques de guerra chinos. A pesar de que el diseño falló, los cruceros de esa clase constituyeron el núcleo de la armada japonesa durante la guerra con China.

La marina japonesa nació junto con la Restauración Meiji en 1868. La política aislacionista adoptada a principios del siglo XVII detuvo el desarrollo de la tradición naval japonesa. En consecuencia, hasta la década de 1860 las fuerzas navales eran prácticamente inexistentes. Su renacimiento comenzó solo después de la "apertura de Japón" en la década de 1850. Sin embargo, no había una política naval centralizada y los líderes de los clanes individuales (daimyos) tenían sus propias fuerzas armadas, incluidas las marinas. Esa situación llegó a su fin en 1869 con la Restauración Meiji, que desmanteló el sistema bakufu. Como resultado de esos hechos, el gobierno imperial también se hizo cargo de todos los buques de guerra que pertenecían al shogun y los puso bajo el control del Ministerio de Guerra (Hoyobusho), que había sido creado en agosto de 1869. Sin embargo, más del 85 por ciento de todos los barcos todavía estaban bajo el control de los daimyos.

Una armada tan débil y mal organizada no podía considerarse una fuerza eficaz, lo que quedó claramente demostrado durante la Rebelión de Enomoto. El levantamiento no fue sofocado con éxito hasta mediados de 1869. Ya en marzo del mismo año, en la creciente ola de júbilo patriótico, los daimyos más poderosos de los clanes Satsuma, Choshu, Tosa y Hizen renunciaron a su derecho feudal y se ofrecieron a entregar su fincas al emperador. El tribunal aceptó su oferta en junio, iniciando así el proceso conocido más tarde como hansen-hokan (devolución de los registros). En las siguientes seis semanas, otros 118 daimyos renunciaron a los derechos y, a fines de agosto de 1869, solo los últimos 17 (de un total de 276) no lo habían hecho. Este evento tuvo un significado significativo para el destino futuro de la armada japonesa, ya que junto con sus derechos, tierras y propiedad fija, los daimyos también comenzaron a entregar sus bienes muebles, incluidos los buques de guerra que habían estado bajo su control hasta el momento. Su toma de posesión por las autoridades centrales fue un proceso gradual que se prolongó hasta principios de 1871. El control de esos buques de guerra fue asumido por el Ministerio de Guerra, que tenía una sección naval autónoma desde febrero de 1871. En junio de 1871, el Ministerio de Guerra existente se dividió en el Ministerio del Ejército (Rikugunsho; extraoficialmente todavía conocido como el Ministerio de Guerra) y el Ministerio de la Marina (Kaigunsho).

El nuevo ministerio tomó el control de todos los buques de guerra, que eran una mezcla de tipos y clases de diferentes características y en varios estados de conservación. Guiados, por un lado, por la política económica y por el otro tratando de eliminar unidades de dudosa efectividad de combate, de más de 100 buques de guerra y transportes, sólo 19 buques, de un total de 14.610 toneladas y complementos de casi 1.600 hombres, permanecieron en servicio. . Además, los astilleros Ishikawajima y el astillero naval de Yokosuka (hasta ahora bajo el control del Ministerio de Obras Públicas) quedaron bajo el control del Ministerio de la Armada y también lo hizo la Academia Naval de Tokio, establecida en 1873.

Los inicios de la armada japonesa no fueron fáciles ya que las circunstancias marginaron su papel. Baste decir que en los años 1868 a 1872 se produjeron unas 160 revueltas o rebeliones campesinas, que tuvieron que ser sofocadas principalmente por tropas terrestres. Más tarde, hubo al menos tres rebeliones importantes de antiguos samuráis, incluida la famosa Rebelión de Saigo Takamori en 1877. Una vez más, el papel de la armada en acabar con ellos fue insignificante. Así, el desarrollo del ejército se convirtió en la prioridad del gobierno japonés en la primera mitad de la década de 1870 y eso afectó inevitablemente la condición de la armada. Así, cuando en 1873, el Ministro de Marina Katsu Kaishu presentó el primer programa de armado naval de la historia japonesa que preveía la construcción de 104 buques (26 de metal, 14 grandes y 32 más pequeños de construcción mixta más 32 transportes y embarcaciones auxiliares) dentro de 18 años por la suma de 24,170 mil yenes, el plan fue rechazado por el gobierno por razones financieras.

La situación cambió considerablemente tras la intervención japonesa en Taiwán, que duró de mayo a octubre de 1874, lo que hizo que las autoridades japonesas se dieran cuenta de la necesidad de una armada fuerte. En consecuencia, todavía en 1874, se tomó la decisión de encargar tres buques de guerra modernos (incluido un acorazado) de Gran Bretaña, lo que fortalecería significativamente la armada imperial. Todos los buques de guerra, construidos por un total de tres millones de yenes, se entregaron en 1878. Hasta mediados de la década de 1880, otras seis unidades de tamaño mediano (de hecho, había cinco buques de guerra y un yate imperial) y dos veleros de entrenamiento fueron construidos por astilleros nativos. Además, se compraron cuatro torpederos en el extranjero. Sin embargo, todas estas fueron medidas a corto plazo que no aseguraron el desarrollo adecuado de la armada a largo plazo.

Mientras tanto, la situación financiera del país comenzó a mejorar. Esto no se debió tanto al aumento de los ingresos, sino a la resolución de algunas cuestiones legales-financieras y administrativas. Además, la introducción del catastro generó ingresos regulares, aunque no lo suficientemente altos para cubrir todas las necesidades. Todo eso permitió una planificación real de los gastos presupuestarios, incluidos los militares. En consecuencia, en 1881, el Ministro de Marina Kawamura Sumiyoshi (que había ocupado el cargo desde 1878), presentó otro programa de reconstrucción naval que preveía la construcción de un total de 60 buques en 20 años (a tres unidades por año). por 40 millones de yenes. Aunque no fue respaldado por el gobierno, el próximo año trajo la aprobación de un programa de ocho años que prevé la construcción de un total de 48 buques y modernas bases navales en Kure y Sasebo (además de la base ya existente en Yokosuka ) por un total de 26,670,000 yenes. Su propósito era la creación de una armada, que proporcionaría una protección eficaz a las islas japonesas y al mismo tiempo sería capaz de realizar operaciones ofensivas de escala limitada, especialmente contra el mayor enemigo potencial de Japón: China. Guiado por su política económica, el Ministerio de Marina adoptó el concepto francés de "Escuela Joven" (Jeune École), que abogaba por el uso de torpedos para defensa costera y cruceros para operaciones ofensivas contra líneas de comunicación enemigas. La adopción de tal solución fue el resultado de un compromiso entre la necesidad de garantizar el potencial apropiado de la marina en caso de guerra con China y la capacidad de emprender operaciones efectivas en caso de conflicto con una potencia europea.

Para proporcionar fondos adecuados para el programa (así como otros gastos militares), en 1882, el gobierno japonés introdujo impuestos especiales sobre el sake (vodka de arroz japonés), la soja y el tabaco, que generaban ingresos anuales de aproximadamente 7,5 millones de yenes. Un aumento de la carga fiscal sobre la sociedad proporcionó ingresos adicionales y, por lo tanto, el gasto naval aumentó de 3,4 millones de yenes en el año fiscal 1882/1883 (el primer año presupuestario de la implementación del programa) a 9,5 millones de yenes en el año fiscal 1891 / 1892. Permitió la plena realización del programa de 1882, que después de la introducción de algunas modificaciones, vio la finalización de 22 buques de guerra de tamaño grande y mediano (nueve cruceros, seis cruceros pequeños, dos cañoneros torpederos y cinco cañoneros), dos buques de entrenamiento y 18 torpedos barcos, así como las bases navales antes mencionadas en Kure y Sasebo. Estos buques de guerra debían enfrentarse a la Flota Peiyang en la próxima guerra.

El emperador era el comandante en jefe de las fuerzas armadas japonesas, tanto del ejército como de la marina. El Ministerio de Marina y el Estado Mayor de la Armada Imperial Japonesa también estaban directamente subordinados a él. El primer organismo era responsable de todos los asuntos estructurales, técnicos y de personal, mientras que el segundo era responsable de los que estaban directamente relacionados con la organización de las operaciones de combate y el mantenimiento de la preparación para el combate. En el momento del estallido de la guerra con China, el cargo de Ministro de Marina lo ocupaba desde 1893 el vicealmirante Saigo Tsugumichi30. El vicealmirante Kabayama Sukenori, un oficial experimentado, capaz y enérgico, aunque a veces se pensaba un poco impulsivo, había sido Jefe del Estado Mayor desde julio de 1894. Poco después del comienzo de las operaciones militares, se creó un Alto Mando en Tokio, que , además del emperador, reunía a los principales oficiales del ejército y la marina, y era responsable de importantes decisiones estratégicas tomadas durante la guerra. Debido a su ubicación insatisfactoria, dado que la mayoría de las tropas movilizadas se concentraron en Hiroshima y fueron enviadas al frente desde el puerto de Ujina ubicado en las cercanías, el Alto Mando fue trasladado a Hiroshima a mediados de septiembre.

Toda la costa de Japón se dividió en cinco distritos navales con base en Yokosuka (Distrito I), Kure (Distrito II), Sasebo (Distrito III), Maizuru (Distrito IV) y Muroran (Distrito V). Dado que en 1894, la organización del cuarto y quinto aún no se había terminado, el territorio del Distrito IV se colocó temporalmente bajo la administración de las autoridades de Kure y parcialmente las de Yokosuka, mientras que el Distrito V solo estaba bajo el control de esta última autoridad. .

En tiempos de paz, los buques de guerra de la armada japonesa se dividieron entre tres bases navales principales en Yokosuka, Kure y Sasebo, desempeñando indistintamente tareas activas, de guardia y de entrenamiento o permaneciendo como reserva. Después de la movilización, la armada estaría compuesta por cinco divisiones de buques de guerra y tres flotillas de torpederos (se estaba formando una cuarta). No se movilizaron unidades obsoletas de escasa efectividad en combate. Durante el tiempo de paz, a finales de 1893, había 14.850 oficiales y marineros en el servicio, pero durante la guerra el número aumentó a más de 20.000 hombres.

Una marina mercante relativamente grande, que a principios de 1894 tenía 288 vapores de un total de 174.000 TRB, era un excelente complemento para la marina japonesa. Sesenta y seis de estos buques, de un total de 135.755 TRB, pertenecían a Nippon Yusen Kaisha, el armador que recibió subsidios del tesoro nacional para mantener los buques que podrían ser utilizados por la marina en caso de guerra. De esta forma, la armada pudo recurrir a un número suficiente de auxiliares y transportes.

Durante la guerra con China, la base naval de Sasebo jugó el papel más importante. Además de Sasebo, también se utilizarían los puertos de Hiroshima (Ujina), Yokohama, Kobe y Nagasaki, principalmente para cargar tropas y suministros. La bahía de Muira en el archipiélago de Tsushima se utilizaría como base temporal y más tarde también algunos puertos y fondeaderos coreanos. Las bases navales de Kure y Sasebo, así como la entrada a la bahía de Tokio, estaban fuertemente fortificadas y equipadas con un número considerable de cañones de artillería costera de 120 mm a 280 mm.

La Armada japonesa estaba bajo el mando inmediato del almirante Ito Yuko, que no era un comandante brillante, pero sin duda tenía experiencia y estaba bien preparado para su deber. Era cauteloso por naturaleza y no estaba dispuesto a correr riesgos innecesarios, pero al mismo tiempo era un hábil táctico, persistente y no se desanimaba fácilmente. Las tripulaciones japonesas también estaban bien preparadas para la guerra: tanto los oficiales como los marineros ordinarios estaban bien entrenados y su moral era excelente. Solo las reglas de ascenso de oficiales y nombramiento para puestos de mando pueden plantear algunas objeciones. Aunque las divisiones de clases fueron abolidas en 1871, el origen samurái definitivamente podría facilitar una carrera. Las conexiones entre los clanes también eran importantes: después de 1872, el clan Satsuma tenía la mayoría en la marina y sus miembros constituían la mayoría (aunque no todos) los oficiales navales de alto rango. Esencialmente, el fenómeno antes mencionado no violó la disciplina interna de la Armada y con requisitos mínimos esenciales para un puesto de mando en vigencia, no tuvo un impacto significativo en el nivel de entrenamiento del cuerpo de oficiales, lo que podría considerarse bueno.

Las tácticas de la armada japonesa se basaron en las regulaciones de combate de 1892. Supusieron que los buques de guerra japoneses entrarían en combate en línea hacia adelante (en divisiones de cuatro buques de guerra) con el buque insignia a la cabeza. En los momentos en que las señales solo podían transmitirse visualmente (mediante banderas de señales, señales de luz o semáforos), se suponía que esta formación facilitaría el mando y maniobra de toda la fuerza frente al enemigo. El papel de la velocidad y la maniobra era muy importante, ya que permitirían una utilización óptima del potencial de combate existente. De hecho, los japoneses realizaron experimentos tácticos casi desde el comienzo de la guerra (principalmente gracias al contraalmirante Tsuboi), desarrollando la regla de dividir las fuerzas en la batalla en la fuerza principal y una unidad de maniobra rápida, que, aunque operaba por separado en el campo de batalla, lucharía en concierto, dando ventaja sobre una fuerza enemiga homogénea (las ventajas en la velocidad de la unidad de maniobra permitirían a la fuerza atacar los puntos débiles de la formación enemiga o absorber su atención para facilitar las operaciones de la fuerza principal).

En resumen, la efectividad de combate de la armada japonesa fue alta, disminuida solo por la falta de acorazados modernos, que por otro lado, los chinos estaban en posesión. Es cierto que un programa temporal de refuerzo naval aprobado en 1892, que preveía la construcción de dos acorazados, tres cruceros y un pequeño crucero, constituyó una clara desviación de las ideas de la 'Jeune École', pero no se completó antes del estallido. de la guerra con China. En consecuencia, en la guerra que se avecinaba, las fuerzas navales de China y Japón podrían haber estado equilibradas: un mejor entrenamiento y un armamento más moderno en el lado japonés fueron contrarrestados por acorazados grandes y relativamente modernos en el lado chino.




Planes japoneses

Japón, al entrar en la guerra, tenía un plan de acción claramente definido, cuyos principales objetivos militares eran la captura de Corea y el empuje de las tropas chinas detrás del río Yalu. Se ejecutaría en tres fases.

La primera fase se dividiría en tres etapas: la armada japonesa evitaría la entrega de refuerzos para el cuerpo chino al mando del general Yeh en Asan. Entonces, la brigada del general Oshima derrotaría a la fuerza de Yeh y finalmente tomaría Seúl. La segunda etapa comprendería el rápido redespliegue de las fuerzas del I Ejército a Corea, mientras que la tercera etapa sería derrotar a las tropas chinas concentradas en Phyongyang y conducirlas detrás del río Yalu. La realización de la tercera etapa terminaría con la conquista de todo el territorio coreano.

La victoria japonesa en Corea dependería en gran medida de mantener el control de sus líneas de comunicación marítima con el fin de entregar libremente suministros y refuerzos a sus tropas que luchan en el continente, la segunda fase de las operaciones sería que la armada japonesa asegurara el control del mar. . Se anticipó que esto se lograría en una batalla naval decisiva, pero el momento de esa fase fue fluido. Dependía de las acciones del enemigo, pero la captura más rápida posible de Corea era una prioridad. Solo entonces comenzarían las operaciones enérgicas contra las bases navales enemigas, para aniquilar su armada (o cualquier fuerza que sobreviviera a la batalla naval decisiva esperada). La segunda fase terminaría con el control total del mar y la aniquilación de las fuerzas navales enemigas.

Si, tras la pérdida de Corea y el control de los mares, los chinos aún poseían la voluntad de luchar, los japoneses anticipaban una tercera fase de una serie de operaciones ofensivas, tanto en tierra en Manchuria como, ejerciendo un control total del mar, también contra objetivos costeros seleccionados, que tenían el potencial de infligir grandes pérdidas y obligar a las autoridades de Pekín a firmar un tratado de paz sobre las condiciones japonesas.

Por lo tanto, el plan de guerra japonés fue de naturaleza claramente ofensiva y se basó en gran medida en los principios de las doctrinas navales clásicas de Mahan y Colomb. Su rasgo característico era que el redespliegue de tropas a Corea no dependía de la toma del control absoluto del mar. Lógicamente hablando, tomar el control de Corea debería haber dependido del control del mar. Cualquier otra combinación, incluso teniendo en cuenta la pasividad y la ineptitud dentro del alto mando chino, conllevaba un grave riesgo de una ruptura en las líneas de comunicación entre las tropas que combatían en Corea y la patria. De cumplirse esto, el peor de los casos supondría una catástrofe de consecuencias inimaginables, incluso después de los éxitos iniciales. Sin embargo, los japoneses asumieron deliberadamente ese riesgo, teniendo en cuenta el potencial económico del país. Japón simplemente no tenía medios para librar una guerra duradera con la rica China. La guerra tenía que ser rápida y exitosa. Por lo tanto, se adoptó un plan militar más arriesgado para evitar acciones militares prolongadas, que serían destructivas para la economía japonesa. Sin embargo, se debe enfatizar que el riesgo asumido estaba dentro de límites aceptables y con cierta disciplina de operaciones e iniciativa estratégica, el plan japonés tenía, no obstante, una buena oportunidad de otorgar un grado significativo de éxito, especialmente si las ventajas generales en la calidad de los productos japoneses Fueron tomadas en consideración.