viernes, 1 de diciembre de 2023
jueves, 30 de noviembre de 2023
Imperialismo: Razones del conflicto entre Venezuela y Guyana
Venezuela-Guyana: razones de un conflicto
Carlos A. Romero || Nueva SociedadLas tensiones fronterizas entre Venezuela y Guyana volvieron a ser noticia. En diciembre, la Corte de Internacional Justicia de La Haya se declaró competente para ver el caso. Mientras que Georgetown celebró la decisión como «un gran momento», Caracas la tildó de «infame». Entretanto, Guyana se convirtió en un país petrolero. Mientras que Hugo Chávez buscó un acercamiento, la situación se encuentra en una escalada en un nuevo contexto geopolítico.
Venezuela y Guyana se enfrentan de nuevo política y diplomáticamente por el destino de la Guayana Esequiba. Se trata de una parte sustancial del territorio guyanés –alrededor de dos tercios- que es reclamada por Caracas en un contexto en el que, además, la ex-colonia británica descubrió enormes riquezas petroleras.
Según Venezuela, el Laudo de París de octubre de 1899, que refrendó su frontera con el Reino Unido en lo que se llamó la Guayana Británica hasta 1966, es nulo e írrito. Guyana piensa lo contrario. El tema se ha reactivado en los últimos meses a partir de la decisión de Guyana de ir a la Corte Internacional de Justicia de La Haya, dejando atrás el compromiso bilateral pautado en el Acuerdo de Ginebra de 1966.
La controversia territorial entre Venezuela y Guyana incluye dos aspectos principales. Uno es de carácter jurídico y otro es de carácter político. El de naturaleza jurídica se basa en el reclamo de Venezuela de más de 70% del territorio de la República Cooperativa de Guyana. El de carácter político se deriva del anterior y ha pasado por diversas etapas, en las que cada país ha tratado de lograr y mantener respaldos domésticos e internacionales, con el fin de cumplir con sus objetivos. Uno pretende que se le devuelva una parte de su territorio despojado, el otro se niega a desprenderse de lo que estima es suyo.
El Laudo de París es un instrumento jurídico que sirvió para confirmar la anexión de Reino Unido de ese territorio perteneciente a Venezuela de jure, con base en el principio jurídico del uti possidetis juris. Venezuela reclama ese espacio y Guyana ha utilizado y proyectado la tesis de ser un país pequeño agredido por una nación vecina con recursos, que busca quitarle de manera ilegal e ilegítima una buena parte de su superficie.
Luego de su independencia en 1821, Venezuela tomó como su frontera oriental el río Esequibo. Reino Unido la reconoció, luego de que los Países Bajos le cedieran lo que se conocería, desde 1814, como la Guayana Británica, y aceptó como válido el Tratado de Reconocimiento de España y la soberanía venezolana sobre el territorio de la antigua Capitanía General de Venezuela. Sin embargo, a partir de 1849, Londres comenzó a anexar parte de la superficie que era de Venezuela y se negó a llevar la controversia a un arbitraje, sin respetar los acuerdos anteriores y su debido reconocimiento.
Venezuela no aceptó la sentencia del laudo, que estaba basada en falsas informaciones cartográficas y documentales y en el desconocimiento del Tratado de Arbitraje de 1897, pero se vio obligada a participar en la demarcación de la nueva frontera, aunque sin asumir el territorio trazado en el Laudo de París, tal como se observa en un escrito de Venezuela ante la Corte de La Haya en 1903.
Desde el punto de vista jurídico, debemos recordar que Guyana ha considerado la cuestión de la validez del laudo como el tema central de la controversia. En cambio, Venezuela considera que tiene pruebas suficientes para justificar la nulidad e invalidez del tratado. Como consecuencia de lo anterior, los dos países difieren en el objetivo mismo de la controversia. Georgetown plantea la validez del laudo y Caracas, la devolución de lo que define como la Guayana Esequiba.
Desde ese momento y hasta 1962, los sucesivos gobiernos venezolanos sostuvieron la tesis de una solución amistosa del conflicto fronterizo, procurando una justicia territorial al grave daño cometido a la integridad geográfica del país. Reino Unido respondió siempre a las diligencias venezolanas afirmando que la controversia era «cosa juzgada». En febrero de 1962, Venezuela denunció ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU) la necesidad de revisar el estado de la reclamación venezolana y reiteró la posición venezolana de que el Laudo Arbitral de 1899 era nulo e írrito, en el momento en que Reino Unido se preparaba para darle la independencia a la Guayana Británica. La independencia se postergó hasta 1966, una vez que Londres y Caracas llegaron al acuerdo de crear una comisión mixta con la incorporación de representantes de la Guayana Británica, que durante cuatro años y en el marco del Acuerdo de Ginebra buscaron una salida jurídica al contencioso entre las dos naciones. El documento permitió a Venezuela condicionar la independencia de la ahora República Cooperativa de Guyana al reconocimiento de Reino Unido y de la propia Guyana de la reclamación venezolana.
Con la excepción del congelamiento de jure de las conversaciones entre 1970 y 1982, una vez finalizados los cuatro primeros años de conversaciones bilaterales y bajo la firma del Protocolo de Puerto España, la comisión mixta creada por el Acuerdo se reunió en varias ocasiones sin llegar a una solución al contencioso fronterizo. Venezuela, por su parte, alentó años antes y de manera indirecta una rebelión de amerindios guyaneses al este de la frontera en 1968. La revuelta buscaba que el territorio Esequibo de Guyana se independizara y pidiera la anexión a Venezuela. El movimiento secesionista no tuvo éxito, aunque dejó un trago amargo en las relaciones entre Caracas y Georgetown.
Ese mismo año se cerró por parte de las autoridades venezolanas la desembocadura del río Orinoco, cuestión que introduciría un elemento nuevo en el diferendo: el tema de la delimitación futura de áreas marinas y submarinas, sumado a otros altercados fronterizos de menor importancia. En 1983, una vez finalizado el periodo de 12 años de congelamiento de la controversia –de acuerdo con el ya citado Protocolo de Puerto España–, ambas naciones se acogieron a una disposición contemplada en el texto del Acuerdo de Ginebra de dirigirse al secretario general de las Naciones Unidas para lograr una solución «práctica» del problema.
Entre 1983 y 2018, continuaron reuniéndose los comisionados de cada país con el fin de lograr un acuerdo sobre el contencioso sostenido por tantos años, sobre la base de las tesis de los buenos oficios, una solución pacífica y una metodología bilateral, y a la espera de la decisión del secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres. Sin embargo, es necesario aclarar que en el periodo 1999-2018 las negociaciones perdieron mucha eficacia y se congelaron las deliberaciones sobre contencioso territorial entre ambos países. La decisión de Guterres se dio finalmente en el mes de enero de 2018, cuando estableció que la Corte Internacional de Justicia de la Haya examinara el caso con base en la posibilidad de impulsar una solución jurídica y multilateral.
En marzo de 2018, Guyana solicitó ante la misma Corte que se resolviera en esa instancia el conflicto territorial y pidió que «se confirme la validez legal y el efecto vinculante del laudo arbitral de 1899 con respecto a la frontera común para que el máximo tribunal dictamine sobre su jurisdicción y competencia sobre el tema, y conozca sobre el fondo del conflicto». Para el gobierno del presidente Nicolás Maduro, la Corte de la Haya carece de jurisdicción para conocer el tema sobre el Esequibo. Pero el tribunal se declaró competente el 18 de diciembre de 2020 para conocer la demanda unilateral de Guyana sobre la validez del laudo arbitral y decidir sobre la controversia concerniente a la frontera terrestre. Venezuela no se presentó para conocer la decisión e insistió en regresar a las bases del Acuerdo de Ginebra y a los buenos oficios de la ONU.
Héroes y villanos
Desde el punto de vista político, la disputa entre Venezuela y Guyana se remonta al proceso de independencia de los países latinoamericanos y al contexto de los cambios geopolíticos que se dieron luego de las guerras napoleónicas y el Congreso de Viena. En esa ocasión, Venezuela surgió ante el mundo como una república unitaria con un territorio trazado de acuerdo con el principio del uti possidetis juris, pero con una debilidad estatal producto de la propia independencia, de la ruptura con la Gran Colombia y las sucesivas guerras civiles.Esa debilidad institucional y política le produjo grandes pérdidas territoriales, entre las cuales se contó parte del noreste del país, dado el avance del imperio británico desde la Guayana Inglesa. Con el Laudo de París de 1899 se refrendó esa pérdida, lo que de cierta manera y junto con otros procesos de principios del siglo XX creó una percepción negativa entre la mayoría de los venezolanos sobre la posibilidad de que diera una salida judicial de carácter multilateral que favoreciera a Venezuela.
De ahí la insistencia de los gobiernos venezolanos en preservar el carácter bilateral del Acuerdo de Ginebra. Pero el secretario general de la ONU y el gobierno de Guyana rechazaron, cada uno a su manera, la salida bilateral. La nueva y controversial posición de Guyana puede caracterizarse como la ruptura unilateral de ese país del statu quo alcanzado en 1966, una decisión que no puede quedar, como observamos más adelante, fuera del contexto internacional y hemisférico actual.
En segundo lugar, el contencioso entre Venezuela y Guyana no solo es el producto de consideraciones de carácter histórico-global, sino que a lo largo de este dilatado proceso se han dado circunstancias difíciles que, de algún modo, han limitado la búsqueda de una solución al problema. En el siglo XIX, tal como se dijo, las consideraciones domésticas y la debilidad del país pesaron frente a la posibilidad de un arreglo justo para Venezuela. Ni siquiera hubo testigos ni jueces venezolanos.
Antes de 1962, no hubo un proceso diplomático o procesal importante referido al tema, y solo a partir de la denuncia del laudo en esa fecha, la posterior firma del Acuerdo de Ginebra y la independencia de Guyana se reactivó la reclamación venezolana. Una consideración especial merece la política exterior de Guyana, que logró el apoyo de la mayoría de los países del Tercer Mundo y del Caribe, en particular en la defensa de su territorio y en respuesta a la tesis de Venezuela.
A comienzos del siglo XXI, Venezuela buscó fomentar un mejor espacio de entendimiento con los países caribeños, con la promoción del programa energético Petrocaribe y la creación de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) y la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA). La apertura al tercermundismo y las causas antiimperialistas por parte de Venezuela habilitaron de manera parcial ese proceso. Pero, paradójicamente, Guyana no solo no participó de manera integral, sino que se distanció de ellos. Mantuvo, empero, el apoyo del Caribe, en un contexto de coaliciones regionales e internas muy diferentes de los «momentos» progresistas que se observaron en Guyana bajo el liderazgo de los primeros ministros Forbes Burnham y Cheddi Jagan, en la segunda mitad del siglo XX. Guyana tiene un largo historial de país tercermundista que manipuló siempre sus diferencias con los gobiernos venezolanos del periodo democrático, tildándolos de agresivos, imperialistas y asociados a Estados Unidos. Por su parte, Venezuela se concentró en su reclamación, tratando de reducir al mínimo el impacto de esas acusaciones en su diplomacia deliberada de presencia caribeña y de acercamiento al Tercer Mundo.
En este marco, cabe resaltar el conjunto heterogéneo de declaraciones y comunicados de los gobiernos venezolanos que, de alguna forma, permitieron crear desde 1999 una atmósfera contraria al sostenimiento del reclamo sobre la Guayana Esequiba por parte del Estado venezolano. Merece destacarse la tesis presentada por Caracas: que el contencioso con Georgetown que se da desde el año 1962 está relacionado con gobiernos venezolanos no querían la independencia de Guyana, dado que en ese momento el gobierno semiautónomo de ese país era conducido por Cheddi Jaggan, a quien se consideraba simpatizante de las ideas de izquierda y de la Revolución Cubana.
Otro elemento que debe analizarse es el potencial económico de Guyana a partir de la prospección y producción de petróleo en las zonas cercanas al territorio venezolano y en el espacio en reclamación, lo que ha llevado a generar problemas de interpretación entre las cancillerías de ambos países y se proyecta como un punto fundamental de discordia. La presencia de compañías multinacionales estadounidenses en las áreas adyacentes a la zona en litigio, el abierto apoyo del gobierno del ex-presidente estadounidense Donald Trump a la decisión de la Corte de la Haya y el desarrollo de maniobras conjuntas navales entre Guyana y Estados Unidos han aumentado las hostilidades entre ambos países, habida cuenta de que Washington refuerza sus alianzas con países vecinos de Venezuela en una especie de «operación tenaza» mediática y diplomática en contra del régimen de Nicolás Maduro.
De igual modo hay que considerar el impacto político que tiene la decisión de Venezuela de crear un nuevo espacio marítimo denominado Territorio para el Desarrollo de la Fachada Atlántica. El contenido del decreto es muy confuso y habla de forma genérica de resguardar «los espacios continentales, áreas marinas interiores, limítrofes, históricas y vitales venezolanas». Esto está ligado a la tesis sostenida por representantes del gobierno de Maduro de que todas estas maniobras están dirigidas a «arrebatarle el territorio de la Guayana Esequiba».
Estas consideraciones son muy sensibles y merecen una profunda discusión. Por una parte, no se puede determinar áreas marinas y submarinas sin aclarar si son proyectadas desde un territorio venezolano con una soberanía controversial. Por otra parte, como el tema que nos ocupa no está resuelto, está de más pretender desarrollar un territorio marítimo que no se especifica en qué coordenadas está situado y si choca con parte de la Guayana Esequiba que está bajo la jurisdicción de Guyana y pendiente de delimitar hasta que se demuestre lo contrario.
La ruptura del statu quo
No queda más que alertar sobre el peligroso camino que actualmente está tomando la controversia territorial entre Venezuela y Guyana. Dos decisiones macro han creado un escenario difícil para la paz regional. Guyana ha roto su compromiso con el Acuerdo de Ginebra, trasladando el plano bilateral que se sostuvo por ambos países a un plano multilateral que ha sido rechazado por Venezuela. En segundo término, el gobierno venezolano ha sostenido la controversial idea de que la Guayana Esequiba es hoy por hoy parte integral del territorio de Venezuela. Estas posiciones pueden contribuir a una escalada del conflicto que podría llegar a crear las condiciones de un escenario bélico.En este marco, cabe pensar que el contencioso tiene sus vinculaciones e impactos con el plano doméstico en cada país. En el caso de Venezuela, la reclamación del Esequibo se ha respaldado mayoritariamente de manera interna, como también ocurre en el caso de Guyana con sus propias afirmaciones territoriales. Por ello, no es de extrañar que sectores importantes del oficialismo, de la oposición y otros actores sociales y económicos venezolanos hayan manifestado su apoyo a las decisiones del gobierno de Maduro. El oficialismo ha insistido, por su parte, en que el interés nacional reclama cerrar filas ante este conflicto fronterizo.
Sin embargo, un sector opositor piensa que no es correcto adherir sin reservas a una posición oficial que, en sí misma, es producto de serios errores que no se deben endosar, sin conocer más a fondo cuáles son los nuevos objetivos del país, en el momento en que han cambiado las coordenadas que fundamentaron su política exterior sostenida durante años y las bases de la reclamación del Esequibo. En Guyana se mantiene un pleno respaldo a la política del gobierno actual del presidente Mohamed Irfaan Ali de presentarse ante la Corte de la Haya.
Cabe destacar, a título de nota al margen y para generar un debate que se considera necesario, cómo se han reconfigurados los roles internacionales y hemisféricos de Venezuela y Guyana luego del Acuerdo de Ginebra. En el plano externo, costó mucho convencer a ese conjunto heterogéneo de naciones en desarrollo, subdesarrolladas y descolonizadas de lo justo de las posiciones defendidas por Caracas. En el plano interno, los gobiernos venezolanos colocaron el tema de la reclamación de la Guayana Esequiba como un dogma a ser respetado y defendido por todos los nacionales, incluido el estamento militar.
Ahora esto ha cambiado. Venezuela se presenta como un país «revolucionario», que busca desarrollar un modelo socialista, que es aliado de Cuba y que se alejó de Estados Unidos, que ha desarrollado alianzas extrahemisféricas y se enfrenta a una crisis petrolera y económica enormemente profunda. Y algunos gobiernos consideran al régimen venezolano como una amenaza externa. Guyana, por el contrario, está clasificando para ser un país petrolero, sus gobiernos han reducido su vocación tercermundista, se lleva bien con Estados Unidos, proyecta bienestar económico, no practica el ya olvidado «socialismo cooperativo», sus líderes son pragmáticos y sostienen una sociedad multicultural, al tiempo que priorizan sus relaciones hemisféricas y occidentales.
A su vez, Guyana ha intentado reactivar los apoyos históricos que ha recibido desde 1966, incluyendo el de Cuba y el Caribe, a pesar de las estrechas relaciones que Venezuela ha mantenido con esos países y muchos más dentro del Movimiento de Países No Alineados. En el caso de Cuba, su gobierno ha tratado estos últimos años de ser neutral en el tema, dada su alianza estratégica con Caracas. Por otro lado, Estados Unidos y el Grupo de Lima mantienen un régimen de sanciones y una serie de advertencias a un gobierno como el de Maduro, que confronta tantos problemas internos y está vigilado internacionalmente.
A partir de estos parámetros, ¿qué queda por decir por ahora? En un escenario a corto plazo, dominará la agenda la discusión sobre la participación o no en la Corte de La Haya. A mediano plazo, se observa la posibilidad de una espiral conflictiva por el problema de la interpretación de facto de qué áreas marinas y submarinas le corresponden a cada país, dado el vacío legal que significa el hecho de que no se haya llegado a un acuerdo previo para definir la delimitación territorial terrestre.
Quizás la única manera de evitar males mayores sea que ambos gobiernos se pongan de acuerdo y llamen a terceros a mediar sobre sus controversias, sean gobiernos u organismos multilaterales. Pero para ello hay que tener una actitud flexible y creativa frente a las posiciones maximalistas mantenidas por cada país. Caracas está comprometida con la tesis de volver a lo estipulado en el Acuerdo de Ginebra, y Georgetown, con las presiones para que Corte de la Haya decida sobre el caso. ¿Será posible diseñar otras vías para salir del actual estancamiento al que lleva tal rigidez? Es un camino difícil, pero no imposible de transitar. Este artículo forma parte de la sección Diálogo y Paz, elaborada junto con analistas y especialistas para abordar la compleja situación política de América Latina.
miércoles, 29 de noviembre de 2023
Guerra contra el terrorismo peronista: La emboscada de Munro
Atentado en Munro de 1972
27 de julio de 1972, En Munro, sobre ruta Panamericana, extremistas emboscan a un patrullero del Comando Radioeléctrico San Martín y asesinan al Cabo Primero Ramón González
Siendo las 9:40 horas de una fría mañana de invierno del 27 de julio de 1972, en la localidad bonaerense de Munro, partido de San Martín, en el Conurbano Bonaerense, un grupo comando de extremistas castroguevaristas integrado por cinco hombres y una mujer (uno de ellos luciendo prendas femeninas), que se desplazaban a bordo de un automóvil Citroën patente B-410.733 y un Dodge 1500, salen al paso de un móvil policial del Comando Radioeléctrico de la Regional San Martín de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, que realizaba su habitual recorrido de patrullado en prevención de ilícitos por la ruta Panamericana, logrando sorprender a los cuatro efectivos policiales que viajaban a bordo, abriendo fuego de armas largas y automáticas contra los efectivos policiales, no obstante lo cual, y a pesar de la sorpresa inicial, el personal policial responde el fuego, lo que genera un brutal intercambio de disparos a resulta del cual es asesinado el Cabo Primero Ramón González, e hiriendo de gravedad al Agente Omar Enrique Ibáñez, pero poniendo en fuga a los extremistas a bordo de los mismos vehículos en que se desplazaban, que huyeron con rumbo a la localidad de Tigre, sin poder determinar bajas en sus filas.
Horas más tarde los terroristas se identificaron como pertenecientes al Comando Descamisados Lizaso, de la mafiosa organización terrorista castroguevarista Montoneros-JP, mediante los habituales "partes de guerra" que solían distribuir anonimamente entre los medios de prensa y organismos públicos.
El Cabo Primero González, de 38 años de edad, era casado y padre de dos niños, el mayor de 13 años y el menor de 11, otro hogar argentino quedaba librado a su suerte por las balas terrorista.
Sin embargo, Ramón González no fue víctima esa sola mañana de julio de 1972. La insidia y desidia política argentina, y la cobarde indiferencia de la sociedad, que en su momento golpearon las puertas de los cuarteles militares y las comisarías para que, como corresponde, las Fuerzas Armadas y de Seguridad defiendan a la sociedad a la Nación Argentina de la entonces arrolladora ofensiva terrorista, tan pronto los militares y policías cumplieron con su deber derrotando en guerra a la subversión, asegurando la paz social y garantizando la institucionalidad y democracia de las que aún hoy gozamos en Argentina, se olvidaron, ignoraron o negaron todo el esfuerzo realizado por quienes poniendo la cara y el pecho frente a las balas extremistas, lucharon esa guerra y hasta hicieron el sacrificio supremo de ofrendar su vida en haras de la Patria toda. De ese modo, todos lo caídos en defensa de la Patria y sus instituciones, en defensa de la sociedad, cuando acalló el fragor de las armas fueron bastardeados por aquellos mismos que una vez los necesitaron, y los mártires como el Cabo Primero Ramón González fueron borrados de la historia, para poder así reinsertar y en caracter de víctimas, a los victimarios asesinos miembros de aquella subversión que le hacían la guerra a la Argentina, y son quienes hoy gobiernan políticamente el descarriado destino de nuestro país.
Pero lo más triste, e infame aún, es que hasta la propia institución de la que Ramón González formaba parte cuando dió su vida por la Patria, se encargó de mancillarlo, y borrarlo de la historia, al retirar las placas de honor que con el nombre de todos los efectivos policiales caídos en la Guerra Antisubversiva que les rendía humilde y silencioso tributo a los mismos en los accesos y la vista pública de todas las dependencias policiales de la provincia de Buenos Aires, fueron retiradas por infame orden política de la Gobernación (Scioli), sin que exista resistencia alguna de parte del comando institucional, al extremo que la Jefatura policial del momento ni hizo público el agravio padecido ni presentó su renuncia, siendo tal infamia sostenida por la sucesivas gobernaciones (Vidal y hoy Kiciloff), todas izquierdistas y declaradas abiertamente prosubversivas, pues a ultranza defienden la causa extremista y sus 30.000 mentiras, y siguen mancillado y pisoteando a la institución policial, a sus miembros, la memoria de los caídos, y a la entera sociedad que hoy vive sumergida en una inseguridad que desde 1983 no ha parado de crecer al amparo del poder político, pues parece que la sociedad otra cosa no merece, ya que también olvidó y sigue olvidando a quien se sacrifica por ella, al extremo de dar la vida, como lo hizo el Cabo Primero Gonzalez y miles más, sino que incauta, inconsciente, infame y/o irresponsablemente le sigue otorgando poder político a inmorales que, incluso, en sus filas tienen a terroristas asesinos de ayer, y entre los cuales bien pueden estar gobernando los asesinos de González y tantos otros inocentes argentinos. Así, al Cabo Primero Ramón Gonzalez y a otros 145 efectivos policiales bonaerenses ¡volvieron a eliminarlos, a asesinarlos por segunda vez!
Dijo Napoleón Bonaparte que “Aquel que no conoce su historia está condenado a repetirla”, y como advertimos en Argentina se repite la historia que los argentinos no conocen, porque un grupúsculo de delincuentes, sinvergüenzas, apátridas y cobardes se han encargado de borrar la historia hasta donde les fue posible y otros, ¡los más cobardes!, lo han permitido y/o se han empecinado en no recordarla. Pero aquí estamos, y cada vez somos más, los encargados de referescarles la memoria a los argentinos, y de hacerles conocer lo que sucedió a quienes no lo sabían...
CABO PRIMERO RAMÓN GONZÁLEZ, ¡SALUDO UNO!
martes, 28 de noviembre de 2023
Segunda guerra sino-japonesa: La valentía de Cheng Benhua
Cheng Benhua
Cheng Benhua, que se muestra en la fotografía, sonríe desafiante a la cámara momentos antes de su trágico asesinato por parte de los hombres detrás de ella. Su valiente lucha por la libertad de su pueblo tuvo lugar en 1938, en un momento en que Japón estaba pasando por una transformación militarista y una ola extrema de patriotismo, creyendo en su superioridad sobre otras naciones asiáticas. La falta de Japón de recursos naturales esenciales como el caucho y el petróleo condujo a su invasión de China, buscando establecer esferas de influencia en toda Asia.
Cheng Benhua, junto con su esposo, Liu Zhiyi, asumieron el papel de liderar un pequeño grupo de resistencia en su ciudad natal de Hexian en la provincia de Anhui, oponiéndose a los invasores japoneses. Desafortunadamente, en una feroz batalla, Liu perdió la vida y Cheng fue capturado y posteriormente sometido a brutales interrogatorios y torturas por parte de las fuerzas japonesas. La fotografía captura un poderoso momento de resistencia y desafío de Cheng frente a sus opresores. A pesar de soportar horrores indescriptibles, se mantiene erguida, cruza los brazos y mantiene una sonrisa resuelta, negando a sus torturadores la satisfacción de quebrantar su espíritu.
Trágicamente, poco después de que se tomó la fotografía, Cheng fue asesinada con bayoneta por los hombres detrás de ella, quienes la apuñalaron con cuchillos unidos a sus armas. Cheng y Liu ahora son venerados como mártires en China, lo que simboliza el espíritu inquebrantable del pueblo chino frente a la injusticia y la opresión. Su valentía y sacrificio dejaron un impacto duradero, a pesar de que no tuvieron hijos para continuar con su legado.
Los japoneses cometieron crímenes atroces contra la humanidad durante su presencia en China, dejando un doloroso capítulo en la historia. La historia de Cheng sirve como un conmovedor recordatorio de la fuerza y la resiliencia de las mujeres que enfrentaron la adversidad y lucharon por lo que creían.
lunes, 27 de noviembre de 2023
domingo, 26 de noviembre de 2023
SGM: Operación Tracer, enterrando espías propios en Gibraltar
Operation Tracer: La operación militar británica secreta para Gibraltar
Rosemary Giles, War History Online
De todas las operaciones secretas de la Segunda Guerra Mundial, ninguna fue menos atractiva que la Operación Tracer, que involucró espías enterrados vivos (literalmente). Esta misión británica tenía como objetivo enterrar a un equipo especial en un búnker de cueva, sellándolos desde el exterior. Esto significaba que no podrían irse.
Los operativos estaban destinados a permanecer bajo tierra durante un año entero. Existía la posibilidad de que pudiera ser por mucho más tiempo, y se les dieron disposiciones para permitir esto. Por extraño y tortuoso que pueda parecer, el razonamiento de la misión era sólido y podría proporcionar a los británicos información importante, incluso si los aliados perdían el control de Gibraltar.
Gibraltar en la Segunda Guerra Mundial
Situado en la parte sur de la Península Ibérica en España, Gibraltar fue un territorio británico de ultramar durante la Segunda Guerra Mundial . Su ubicación proporcionó a los aliados una base naval y aérea directamente cerca del mar Mediterráneo. Si
bien era un lugar muy útil para los Aliados, también estaba rodeado por
las potencias del Eje y aquellos que simpatizaban con su causa.
El ejército británico usando reflectores durante una práctica
de ataque aéreo en Gibraltar, 20 de noviembre de 1942. (Crédito de la
foto: Lt. GW Dallinson / Imperial War Museums / Getty Images)
Existía una gran preocupación de que las potencias del Eje obtuvieran el control de Gibraltar, lo que provocaría que los Aliados perdieran su puerto mediterráneo para los barcos en el Atlántico Norte. En un esfuerzo por fortificar el área, los británicos decidieron mejorar el sistema de túneles existente en el área, partes del cual datan del siglo XVIII. Al final de la guerra, había aproximadamente 34 millas de túneles debajo de Gibraltar.
Establecer un puesto de observación encubierto
Los túneles creados durante la guerra también jugaron un papel crucial en las primeras etapas de la Operación Tracer. El contralmirante John Henry Godfrey, director de la División de Inteligencia Naval del Almirantazgo Británico, creó un plan
para un puesto de observación encubierto en Gibraltar, diseñado para
permanecer funcional, incluso si las potencias del Eje pudieran hacerse
con el control.
Vicealmirante. John Henry Godfrey, CBE. (Crédito de la foto: Capitán Wales Smith / Wikimedia Commons / Dominio público)
Si un grupo como este pudiera permanecer en funcionamiento, significaría que podrían informar los movimientos enemigos a los británicos. Los túneles existentes se utilizaron como parte del nuevo esfuerzo de construcción, específicamente el Refugio de Lord Airey , ubicado bajo tierra cerca de la Batería de Lord Airey . La construcción comenzó en 1941 y se prolongó hasta el año siguiente.
Diseño de la cueva Stay Behind
Lo que se conoció como "Stay Behind Cave" fue creado por trabajadores que en realidad no sabían lo que estaban construyendo. No
solo eso, sino que tan pronto como el complejo estuvo terminado, fueron
devueltos inmediatamente a Inglaterra para evitar que se filtrara el
plan. El complejo incluía una vivienda para los seis hombres, dos áreas de observación, un gran tanque de agua, baños y una sala de radio.
Niveles inferior (L) y superior (R) de la cueva Stay Behind construida para la Operación Tracer. (Crédito de la foto: Jim Crone / Wikimedia Commons CC BY-SA 3.0)
Los planes estaban muy bien pensados y representaban muchos problemas potenciales. El suelo de la cámara principal se cubrió con baldosas de corcho para reducir el ruido, y las rendijas de observación se ocultaron desde el exterior. Además, la antena para transmisiones inalámbricas podría extenderse al exterior a través de una tubería, según sea necesario. El diseño incluso tuvo en cuenta la muerte de un miembro del equipo, ya que el pasaje de entrada quedó con tierra suelta para que pudiera realizarse un entierro.
Construyendo un equipo dispuesto a ser enterrado bajo tierra
Mientras se diseñaba y construía el puesto, también se estaba formando el equipo especial que eventualmente lo llamaría hogar. Cirujano-Lt. Bruce Cooper fue contratado
durante su licencia en tierra en 1941 y se le dijo que, si bien no
podía saber lo que estaría haciendo, necesitaba recomendar a otro médico
para que lo acompañara. Eligió a Arthur Milner, uno de sus amigos de la facultad de medicina.
General Sir Richard “Windy” Gale, 22 de agosto de 1958. (Crédito de la foto: John Franks / Keystone / Getty Images)
Junto con los dos médicos, el equipo estaba formado por tres marineros subalternos que operarían las radios y Richard "Windy" Gale, que se desempeñaría como oficial ejecutivo. El equipo fue enviado a Gibraltar, habiendo sido advertido de antemano que podrían permanecer sellados en el puesto de operaciones durante un año o más. Una vez que llegaron, fueron colocados encubiertos como otros militares, preparados para ser trasladados a su ubicación secreta en cualquier momento.
Permanecieron encubiertos durante aproximadamente dos años y medio y nunca fueron necesarios. En 1943, se emitió una orden para bloquear las cuevas antes de que el ejército británico retirara sus fuerzas. Cuando terminó la guerra, el equipo se disolvió y juró mantener el secreto, como muchos otros involucrados en acciones de alto secreto durante la Segunda Guerra Mundial. Cuando finalmente habló sobre la misión a mediados de la década de 2000, Cooper fue el único miembro sobreviviente del grupo.
Redescubriendo el complejo olvidado
Después
de que terminó la guerra, se difundieron rumores sobre una sala secreta
de tiempos de guerra en el sistema de túneles de Gibraltar. Muchos lo buscaron, pero no encontraron nada concreto hasta que el Grupo de Espeleología de Gibraltar se embarcó
en una búsqueda de dos años y medio para encontrarlo en 1997. Su
dedicación los llevó al sistema de túneles de Lord Airey, donde
sintieron una extraña ráfaga. de viento procedente de uno de los
túneles.
Uno de los muchos túneles construidos debajo de Gibraltar durante la Segunda Guerra Mundial. (Crédito de la foto: Wolfgang Kaehler / LightRocket / Getty Images)
Cuando los exploradores investigaron, encontraron una lámina de hierro colocada sobre una pared de ladrillos. Detrás de los ladrillos había una entrada oculta a la cueva Stay Behind. No fue hasta que Cooper visitó el sitio en 2008 que se confirmó oficialmente como el mítico búnker desaparecido.
sábado, 25 de noviembre de 2023
Guerra Antisubversiva: Leonetti abate a Santucho y deja un mundo mejor
A 47 años de la muerte de Santucho: las tres hipótesis de cómo lo encontraron y el pacto de silencio sobre sus restos
La tarde del 19 de julio de 1976, un grupo de tareas integrado por cuatro hombres del Ejército llegó al departamento de Villa Martelli donde estaba el líder del PRT-ERP junto a otros dirigentes de la organización y un niño de dos años. Nunca se supo cómo supieron dónde encontrarlo: ¿casualidad, un infiltrado, un seguimiento o un dato revelador? La investigación del hijo de Santucho y el enigma sobre su cadáver
Por Daniel Cecchini || Infoabe
El héroe de la jornada: El capitán Juan Carlos Leonetti fue quien mató al jefe guerrillero Mario Santucho. Fue ascendido post mortem al grado de mayor
Pasaron 47 años de los hechos, y la trama detrás de la caída y la muerte de Mario Roberto Santucho, el líder del PRT-ERP, el 19 de julio de 1976 en un departamento del cuarto piso de un edificio de Villa Martelli sigue siendo un enigma, un punto oscuro envuelto por una serie de hipótesis que no alcanzan a descifrarlo y que, según se las mire, aparecen como complementarias o contradictorias.
Para la dictadura que se había instalado en la Argentina el 24 de marzo de 1976, Mario Roberto Santucho no sólo era un hombre sino un símbolo. Era el nombre que encarnaba el Ejército Revolucionario del Pueblo, una de las dos organizaciones guerrilleras de mayor desarrollo en el país.
El ERP había seguido actuando militarmente luego de la recuperación de la democracia, en 1973, exclusivamente contra las Fuerzas Armadas, pero para diciembre de 1975 ya había sido militarmente derrotado, luego del fracasado intento de copamiento del Batallón 601 de Monte Chingolo.
Sin embargo, la existencia de Santucho, su liderazgo, no sólo era el motor más fuerte para la supervivencia del golpeado PRT-ERP sino una espada simbólica que cuestionaba la fortaleza de la dictadura.
Las muchas reconstrucciones que se han hecho de lo ocurrido la tarde del lunes 19 de julio de 1976 en el departamento de Villa Martelli tienen pequeñas discrepancias, pero coinciden en lo fundamental: que el grupo atacante estaba integrado por cuatro hombres, que Mario Roberto Santucho murió en el tiroteo, que a Benito Urteaga lo sacaron del edificio moribundo o ya muerto, y que se llevaron ilesos a Ana María Lanzillotto, a Liliana Delfino y un niño de dos años.
Lo que 42 años después sigue siendo un enigma sin resolver es cómo el grupo dirigido por el capitán de Inteligencia Juan Carlos Leonetti -el hombre al que el Ejército le había dado la misión de “cazar” a Santucho- llegó hasta allí esa tarde.
Disparos y muerte
Una posible reconstrucción de la escena, que será vertiginosa, es ésta: a la una y media de la tarde del lunes 19 de julio de 1976 alguien llama a la puerta del departamento “B” del cuarto piso del edificio de Venezuela 3149, en Villa Martelli.
Una mujer entreabre la puerta y ve cómo una bota se mete para evitar que vuelva a cerrarla, un instante antes de que un fuerte empujón desde afuera la abra del todo y empiece el infierno.
En el departamento hay dos hombres, dos mujeres -una de ellas embarazada de seis meses- y un niño de dos años; los que irrumpen son cuatro hombres con armas largas y cortas. Hay fuego de uno y otro lado, mientras una de las mujeres se arroja al piso y protege al niño con su cuerpo.
El tiroteo es breve, aunque pueda parecer interminable. Pasan segundos, quizás poco más de un minuto, hasta que se apaga.
Quedan tres hombres tendidos: uno es el capitán Juan Carlos Leonetti, jefe de los atacantes, muerto de un balazo; otro es Benito Urteaga, segundo en la estructura del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) y capitán del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) que -en esta escena congelada- quizás todavía agonice; el tercero es Mario Roberto Santucho, el hombre más buscado por la dictadura encabezada por Jorge Rafael Videla.
Después de los tiros, se escuchan gritos y golpes. Los tres atacantes que siguen vivos -cuyas identidades el Ejército nunca revelará- reducen a las dos mujeres. Son Liliana Delfino, la mujer de Santucho, y Ana María Lanzillotto, que está embarazada y es la pareja de otro integrante del Buró Político del PRT, Domingo Menna, que ha sido capturado pocas horas antes en la calle cuando se dirigía a una cita.
Hoy siguen desaparecidas y lo único que se sabe de ellas es que se las vio en el Centro Clandestino de Detención que el Ejército tenía en Campo de Mayo. El niño es José Urteaga, hijo de Benito y Nélida Augier.
24 horas antes
Arnold Kremer -conocido en el PRT como Luis Mattini- asegura que 24 horas antes nada permitía sospechar que el departamento “B” del cuarto piso del edificio de Venezuela 3149, en Villa Martelli, estuviera bajo vigilancia y, mucho menos que corriera el riesgo de ser blanco de un grupo de tareas.
El domingo 18 de julio, Mario Roberto Santucho y otros dirigentes del PRT-ERP jugaron al fútbol en un potrero pegado al edificio, muy cerca de la Avenida General Paz. Estaban Santucho, Urteaga, Menna y Mattini en lo que prácticamente era una despedida.
El martes 20, con pasaporte falso, el máximo líder de la guerrilla marxista leninista, saldría de Ezeiza con una larga combinación de vuelos que tendría como destino final La Habana. Pero el lunes, antes de partir, tenía una una reunión importante con el líder de Montoneros, Mario Firmenich, para tratar de concretar la idea de una organización conjunta del ERP, Montoneros y las Brigadas Rojas de la Organización Comunista Poder Obrero, para unir fuerzas en la resistencia a la dictadura. Por sugerencia de Firmenich, se llamaría Organización para la Liberación de Argentina (OLA).
“Al día siguiente de la reunión de constitución de la OLA, Santucho saldría para La Habana. Ya le habían hecho algunos retoques para enmascarar su rostro, enrulado un tanto el pelo y con algún matizador que suavizaba su tono renegrido. En Cuba establecería un plan de actividades que abarcaba todo el globo terrestre, principalmente estrechando vínculos con el campo socialista y el tercer mundo. La misión fundamental era conseguir entrenamiento a nivel de oficiales para un centenar de cuadros del PRT-ERP”, recordaría Mattini muchos años después.
En su memoria de aquel día no hubo ninguna señal de alarma. En sus palabras: “Ese domingo transcurría entre reunión formal del buró político y charlas informales entre amigos. Una picada, algunos brindis, recomendaciones y más recomendaciones de Roby”.
También recuerda que había pocas armas en el lugar: “En la casa no había guardia y no más armas que una pistola Browning de alza y mira especial, que los cubanos le habían regalado a Roby, las Browning comunes, que utilizábamos cada uno para autodefensa, y un pesado Magnum, orgullo del Gringo Mena, que manejaba a dos manos”, contó.
El lunes Santucho no salió de la casa como estaba previsto porque la reunión con Firmenich abortó. Enrique Gelhter, secretario de Santucho, fue a la cita previa con el delegado de los Montoneros y no apareció nadie. Eso tampoco alarmó: en los tiempos que corrían, esas cosas solían suceder.
Quien sí salió del departamento de Villa Martelli fue Domingo Menna. Tenía que cubrir algunas citas y retirar un nebulizador de una farmacia.
Esa era la situación a la una y media de la tarde, cuando llegó el grupo de tareas del Ejército. Eran solo cuatro militares, muy pocos si se tiene en cuenta que en el departamento estaba el hombre considerado como el enemigo número uno de la dictadura. ¿Por qué eran tan pocos y cómo llegaron al lugar?
Tiempo atrás, el autor de esta nota y su colega Eduardo Anguita conversaron largamente con Mario Antonio Santucho, el hijo menor del asesino del PRT-ERP, que cuando ocurrieron los hechos de Villa Martelli tenía menos de un año. Ese día no estaba en la casa, porque en febrero de ese año había salido de la Argentina junto a otros miembros de la extensa familia Santucho y estaba por entonces en Cuba.
En esa charla, Mario Antonio Santucho, hoy sociólogo y director de la revista Crisis, les contó a los cronistas el resultado al que había llegado en la investigación que realizó sobre la muerte de su padre y de su madre, Liliana Delfino.
“Hay tres hipótesis sobre lo que pasó aquel 19 de julio”, les dijo.
La teoría del infiltrado
Una de las primeras hipótesis que se manejó en el nivel más alto del PRT suponía la existencia de un infiltrado en la conducción.
“La primera es que el departamento haya sido ‘cantado’ (entregado) por algún miembro de la dirección partidaria. Esa es la idea de la traición y es indemostrable”, explicó en esa oportunidad.
Para desestimar esa posibilidad, cuenta que quienes quedaron al frente del PRT -con Luis Mattini como secretario general, tras las muertes de Santucho y Urteaga y la captura de Menna- decidieron frenar la investigación interna porque se hacía crecer la desconfianza entre los propios compañeros de su padre.
La investigación a la que alude Mario Santucho estuvo a cargo de uno de los mejores cuadros de contrainteligencia del PRT, Nélida “Pola” Augier, que estaba convencida de que el partido había sido infiltrado en el máximo nivel y así se lo hizo saber a Mattini.
Pola interrogó a una serie de dirigentes del partido y fue descartándolos uno por uno hasta que en su lista quedó un solo nombre, el de Julio Oropel, “El Negro”, miembro del Comité Ejecutivo de la organización.
Oropel había trabajado como obrero en la Fiat y había sido detenido con su pareja y compañera de militancia en Córdoba en 1974. Pese a que se lo tenía identificado como un alto dirigente del PRT, en 1975 se le dio la opción de irse del país, mientras que su mujer -una militante de menor nivel que él- quedó encarcelada. “El Negro” volvió al país de manera clandestina y, pese que nunca habían quedado claras las razones por las cuales lo habían liberado, recibió mayores responsabilidades dentro del partido.
En su libro Los Jardines del Cielo, Augier cuenta cómo la dirección del PRT le ordenó dejar la investigación: “El sospechoso, señalado por la contrainteligencia como posible delator del Comandante (Santucho), reunió a miembros de la dirección y los convenció de que era mejor dejar de lado las investigaciones que podrían involucrar a cualquiera. Sobraban argumentos para sostener esto: las circunstancias por las que atravesaba la organización; el aparato no estaba integrado por profesionales formados en técnicas de inteligencia y contrainteligencia, sólo militantes de confianza y la responsable de la investigación vivía una etapa que podía dificultar su objetividad. Paula (nota del cronista: así se nombra a sí misma Augier en el libro) se entrevistó con el nuevo secretario general (Mattini) y éste le indicó que debían suspender la investigación. Según él, el partido no estaba en condiciones. Nunca esperó que Mattini entendiera la esencia de su trabajo, especialmente porque nunca supo, salvo de segunda o tercera mano, lo que ellos hacían”, escribió.
Información desde Montoneros
El posible sustento de la hipótesis que señala a una filtración de información desde Montoneros sobre el paradero de Santucho radica en el encuentro programado para ese 19 de julio con Mario Firmenich para conformar la OLA.
“La segunda hipótesis que se barajó en aquel momento es que Montoneros hubiera dado información que permitiera llegar hasta ese departamento. También es una posibilidad remota. La relación entre las dos organizaciones era muy buena”, explicó Mario Antonio Santucho durante la conversación con los cronistas.
El encargado de hacer el enlace por el lado de Montoneros era un asistente del número dos de la organización peronista, Roberto Perdía. Este hombre fue secuestrado dos semanas antes del 19 de julio.
A lo largo de los años, Perdía se contradijo cuando se le preguntaba sobre este hecho; en 1992, entrevistado por María Seoane para su libro biográfico de Santucho Todo o nada, dijo no haberse enterado del secuestro, pero en 2013 aseguró que “trataron de dar aviso del secuestro por canales indirectos pero que no llegaron a destino”.
El encargado de hacer el enlace por el PRT era Enrique Gertel, y la sospecha es que a través de la cita con Montoneros los servicios de Inteligencia hubieran podido acceder a la cúpula del PRT. En ese sentido, aunque Santucho tenía una confianza plena en Gertel, no era imposible que lo hubieran seguido a partir de la cita a la que nadie concurrió.
Santucho hijo descartó esa posibilidad porque carecía de lógica y es cronológicamente imposible. Gertel fue capturado el mismo 19 de julio en la localidad de Santos Lugares, en el Gran Buenos Aires. Una investigación posterior, encarada por Diana Cruces, compañera de Gertel, pudo determinar que su secuestro ocurrió a las tres de la tarde, es decir, dos horas después de la irrupción de Leonetti en el departamento donde estaba Mario Roberto Santucho.
La boleta del nebulizador
La tercera hipótesis es, a criterio de Mario Antonio Santucho, la más convincente: Domingo Menna –tercero en la conducción del PRT- había alquilado un nebulizador en una farmacia. La boleta de ese nebulizador estaba en el bolsillo de Menna. Todo indica que los militares, tras capturar a Menna en la calle la mañana del 19 de julio, fueron a la farmacia para averiguar la dirección que había dejado para el alquiler del aparato: Venezuela 3149.
¿Cómo lo capturaron a Menna?, le preguntaron los cronistas a Santucho hijo. “Mi tío Julio Santucho recibió una carta de puño y letra de Eduardo Merbilháa, miembro del buró político del PRT, donde están los indicios ciertos de que a Menna lo entregó un ex militante del PRT, capturado por el Ejército un tiempo antes y que negoció entregarlo a cambio de que no mataran a su mujer y sus hijos”, respondió.
Merbilháa llegó ese lunes 19 de julio a media tarde al edificio donde estaban los máximos dirigentes del PRT. Había ido con Alicia, su compañera, en un auto que dejaron sobre la calle Venezuela. Allí se detuvo a conversar con el grupo de muchachos con quienes el día anterior habían compartido un partido de fútbol.
Alicia, en cambio, fue al interior del edificio. Una vecina le dijo: “¿Se enteró de los ruidos de disparos en el cuarto piso?”. En simultáneo, los muchachos ponían sobre aviso a Merbilháa. La pareja volvió raudamente al vehículo en el que habían llegado y no encontraron los típicos retenes de contención que se montaban en los alrededores de un allanamiento. Especialmente si tenía como propósito capturar a Santucho y la máxima dirigencia del PRT-ERP.
Merbilháa envió esa carta en octubre de 1976, apenas unos pocos días antes de que un grupo operativo diera con él y lo capturara. Desde entonces está desaparecido.
“La carta está en mi poder y brinda detalles que permiten reconstruir lo que, a mí criterio, es la principal hipótesis”, dejo Santucho hijo a los cronistas.
El
militante que habría entregado a Menna a cambio de salvar la vida de su
familia era un médico que formaba parte de un desprendimiento de esa
organización ocurrida a principios de 1973. Nunca se supo su identidad.
¿Cómo llegó Leonetti?
Uno de los centros de operaciones y de Inteligencia contra el PRT-ERP estaba en la Guarnición de Campo de Mayo del Ejército. Allí, el teniente coronel Pascual Guerrieri estaba a cargo del llamado Batallón 601, el órgano de inteligencia que logró la detención de Menna.
Lo que resulta extraño es que al obtener en la farmacia los datos de la casa de Villa Martelli el capitán Leonetti no haya informado a sus superiores y decidido actuar por su cuenta y riesgo. Quizás haya querido quedarse con el mérito de la captura o tal vez no sabía que podría encontrar allí al líder del PRT-ERP.
“De estos y otros datos, se deduce que Leonetti y su gente, al obtener la dirección de Menna en la farmacia, en lugar de concurrir a Campo de Mayo para darle la información a Pascual Guerrieri, decidieron actuar por su cuenta. De allí que no hubiera refuerzos en la zona y, sobre todo, que no esperaran encontrar a Santucho allí dentro”, explicó el hijo de Santucho en la charla con los cronistas.
Silencio de tumba
A 47 años de la irrupción del grupo de tareas del Ejército en el departamento “B” del cuarto piso de Venezuela 3149, nadie ha informado a sus familiares donde están los restos de Mario Roberto Santucho, Benito Urteaga, Alba Lanzillotto de Menna y Liliana Delfino. José Urteaga fue entregado a sus familiares. El hijo de Alba Lanzillotto y Domingo Menna, nacido en Campo de Mayo, es el nieto recuperado 121. Vivió 40 años sin conocer su verdadera identidad.
“El pacto de silencio sigue siendo tan hermético que aún no sabemos cómo llegaron los militares al lugar, tampoco dónde están los cuerpos. Y los únicos que pueden aclarar qué pasó ese día son quienes participaron del operativo, directa o indirectamente. Quizás incluso haya papeles escondidos que sirvan para reconstruir lo sucedido. Es increíble que después de tanto tiempo sigan sin poder decir la verdad”, fue la última reflexión de Mario Santucho en la entrevista.