domingo, 15 de octubre de 2017

Historia y política de defensa en Suiza

El victorioso pasado guerrero que explica por qué Suiza es neutral en los conflictos

Había una vez que el país suizo que vivía en guerra y que las ganaba; Hasta que un día, su suerte cambió y entonces se abrió paso esa política de "neutralidad" que le gana afectos y críticos
La Nación



Las almenas de Bellinzona, en la frontera con Italia, formaron parte importante de las luchas medievales por territorio

Me encontraba en el sur de Suiza, saboreando una versión regional de risotto hecho con un vino merlot local, rodeado de vibrantes montañas verdes, en un pueblo de siglos de antigüedad, cuando uno de los dos comensales suizos con los que me encontraba me comentó algo que casi me quita el apetito: Suiza, baluarte mundial de neutralidad y la paz, comenzó como un país de mercenarios.


Ciertas cosas que había visto en mi viaje comenzaron a cobrar un nuevo sentido.

El día anterior, había visitado los famosos castillos de la vecina Bellinzona, que representaba en gran medida las luchas de la tierra medieval entre los milaneses, los franceses y la joven confederación suiza.

Estas ciudadelas de piedra, Patrimonio de la Humanidad de la Unesco, son un recordatorio de una larga historia de tribus, cantones y países que trataron de controlar Ticino, ciudad donde se habla italiano (razón por la cual estaba comiendo risotto). Ticino era estratégicamente importante por su paso a los Alpes.

Los suizos tienen un largo historial militar. Que, definitivamente, no es neutral. Aunque irónicamente, es la actual política antiguerra moderna lo que hace que los viajeros puedan ser testigos de esa historia de mercenarios.


Ciudades intactas

"Los efectos de la neutralidad están en todas partes", comenta Clive Church, profesor emérito de Estudios Europeos en la Universidad de Kent en Inglaterra y autor de varios libros sobre historia y política de Suiza.


Ticino y el pasaje a los Alpes fueron estratégicamente importantes para la historia militar de Suiza. 

"Dime", añade. "¿Dónde hay daños por bombas en Suiza? La respuesta: en ninguna parte.

"Puedes ir a cualquier ciudad suiza y ver cómo ha crecido de forma orgánica porque nunca ha sufrido una invasión. Visualmente te beneficias de esa neutralidad porque todo su pasado está ahí". Un paseo por estas ciudades propias de cuentos de hadas es suficiente para darse cuenta cuán acertado es Church.

Toda Berna, la capital suiza, es Patrimonio Mundial de la Humanidad por sus históricas galerías, edificios y fuentes de piedra arenisca y por su famoso reloj construido en 1530.

Al otro lado del país, Chur, la ciudad más antigua de Suiza, ha podido conservar sus ruinas romanas, mientras que en Bellinzona se puede caminar entre los tres castillos medievales o explorar las históricas aldeas de piedras.

Pero lo cierto es que en la época medieval los suizos eran muy buenos ganando guerras. "Básicamente (el servicio mercenario) se debía a razones económicas", señala Laurent Goetschel, profesor de ciencias políticas de la Universidad de Basilea y director del instituto de investigación Swisspeace.

"(La antigua confederación suiza) era muy pobre, no tenía infraestructura para la agricultura a gran escala y no tenía acceso a recursos coloniales ni salida al mar, así que la actividad mercenaria era sencillamente una fuente de ingresos".

Y los suizos eran unos ganadores confiables, por lo que esta actividad se mantuvo durante mucho tiempo como una buena fuente de recursos.

Hasta que perdieron.


Alcanzados por la tecnología

La hora les llegó en la batalla de Marignano en 1515, cuando los franceses y los venecianos llegaron con artillería y caballería blindada, mientras que los suizos trajeron picas y lanzas.

Lamentablemente, la tecnología los había superado. "Después de esa derrota, se dieron cuenta de que, a su manera, eran buenos soldados, pero sus alabardas no lo eran tanto contra la artillería", dijo Church.

La política antibélica de Suiza ha permitido preservar sitios históricos como los de Chur, la ciudad más antigua del país.

La política antibélica de Suiza ha permitido preservar sitios históricos como los de Chur, la ciudad más antigua del país. "Y fue así como dejaron de involucrarse en los conflictos políticos más importantes de Europa", agrega el experto.

En cambio, prestaron sus servicios casi exclusivamente a Francia, lo que les ahorró el inconveniente de encontrarse con frecuencia en dos lados de una misma batalla. "No era algo que ocurría todo el tiempo, pero cuando sucedía era extraordinariamente preocupante, lo que alentó a los movimientos por la neutralidad", agrega el experto.

Elegante solución

Durante este tiempo fue claro que los suizos habían peleado demasiadas batallas a favor de demasiadas partes como para tomar partido de forma segura, especialmente cuando todas las grandes potencias se querían quedar con Suiza debido a su estratégica ubicación como guardianes de los Alpes.


La capital suiza de Berna está salpicada de arcadas históricas, edificios de arenisca y fuentes.

Así que cuando el congreso de Viena se reunió en 1814-1815 para resolver la paz en Europa tras la guerra de la Revolución francesa (durante la cual los suizos fueron contratados como guardaespaldas de la monarquía francesa, incluyendo de su último rey Luis XVI) y las guerra napoleónicas (durante las cuales los franceses invadieron Suiza y terminaron con la antigua confederación), los Suizos impulsaron una elegante solución "ganar-ganar" para todo el continente: déjennos ser neutrales.

Esta validación fue clave. Tal y como Goetschel señala, "la neutralidad sólo tiene sentido si las otras potencias la reconocen". Desde entonces, Suiza ha sido el estado no partidista que todos conocemos ahora.

Así que cuando vayas a Ginebra, detente en la estatua de Charles Pictet de Rochemont para agradecerle por haber escrito la declaración de neutralidad que fue ratificada por el Congreso de Viena.

Y ya que estás ahí, dedícale una tarde al museo de la Cruz Roja, donde empezarás a entender el siguiente gran paso en la neutralidad suiza: su compromiso para la ayuda humanitaria.

Credibilidad puesta a prueba

Empezó en la década de 1860, cuando Henry Dunant, un negociante de Ginebra, hizo un viaje de negocios a Italia.


El museo de la Cruz Roja en Ginebra documenta el compromiso de Suiza con la ayuda humanitaria.

Su intención era solucionar los problemas que había en la ruta comercial, pero cuando vio cuán horrible trataban a los soldados heridos en los sangrientos campos de batalla de Napoleón III, cambió de idea y creó la Cruz Roja.

En esa época las cosas iban bien para Suiza.

La creación de la Cruz Roja aumentó su credibilidad, condujo a la primera de las Convenciones de Ginebra en 1864, le ganó el primer Premio Nobel de la Paz -que se otorgó en 1901- y dotó al país con lo que Church describe como "una especie de poder blando" en Europa.

Pero llegaron la guerras mundiales y la reputación de este país fue puesta a prueba, especialmente durante la Segunda Guerra Mundial, cuando Suiza compró el oro judío a la Alemania nazi y se negó a ofrecer refugio a los judíos.

"Desde el punto de visto suizo, la neutralidad fue un éxito en cuanto a que Suiza no se involucró en ninguna contienda", señala Goestchel. "Pero ha habido muchos debates sobre si Suiza fue realmente neutral, especialmente durante la Segunda Guerra Mundial, aunque no se involucrara en actividades bélicas".

Ejército para qué

Esta pequeña división lleva a una de las cosas más confusas sobre Suiza para los forasteros: su ejército.

Si es tan neutral, ¿por qué necesita de un ejército?

"La neutralidad suiza siempre ha estado armada", aclara Church. "Un día alguien podría invadir, por lo tanto tienes que tener un ejército para que puedas defender tu país".


Para conocer más sobre la política en Suiza, los visitantes pueden acudir al Parlamento en Berna.. 

Esta misma lógica los llevó a construir una extensa red de refugios y hospitales subterráneos durante la Segunda Guerra Mundial, algunos de los cuales están abiertos al turismo hoy en día, incluyendo los de Vitsnau, Vallorbe y Sasso San Gottardo.

Y en cuanto a las actuales Fuerzas Armadas Suizas, es posible que te topes con ellas por todo el país. Pero no tienes que depender de la suerte para observar los muchos fascinantes resultados de la moderna neutralidad suiza.

Cualquier persona puede recorrer el Parlamento en Berna; el Centro Internacional de Investigación CERN, una mitad del cual está en Suiza y la otra en Francia (una prueba de cómo la política ha conducido a los avances en la ciencia); y las oficinas de Naciones Unidas en Ginebra (aunque curiosamente Suiza sólo se convirtió en miembro de la ONU en 2002).

Pero también puedes sencillamente mantener tus sentidos abiertos cuando viajes a este país en busca de esos giros únicos de las culturas suizas, sus idiomas y comidas de un país que durante siglos se ha encontrado entre la paz y la guerra.

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