Michael Gorman
Dr. Michael Gorman (1749-1819) |
Había nacido en Ennis, capital del Condado de Clare (Irlanda), en 1736, según la mayoría de sus biógrafos, pero un documento señala el año de 1749. Era hijo de Thomas Gorman y Mary Baria. Hizo sus estudios en las universidades de Reims y París. Al poco tiempo de recibido pasó probablemente a Madrid en 1766, revalidando su título en el Protomedicato de aquella ciudad en 1774.
Llamado a Madrid, fue nombrado cirujano del Regimiento de Ibernia, encomendándosele la dirección de los hospitales de Concentración, en Galicia. Después formó parte de la embajada del príncipe español Masserano en Inglaterra. De Londres trajo un nuevo método de inocular la vacuna que puso en conocimiento de sus colegas madrileños.
En 1775, se le designó primer médico de la expedición a Argelia; asistió en ese carácter a la atención de los heridos y enfermos de Orán, y a los que se hospitalizaron en Alicante.
Al organizarse la expedición de Cevallos al Río de la Plata, en 1776, se lo distinguió como primer médico. En Montevideo y en Buenos Aires, su actuación profesional reveló excepcionales méritos, y el virrey Vértiz como el intendente general Manuel Ignacio Fernández solicitaron al rey, su permanencia definitiva en Buenos Aires. Tuvieron que combatir la oposición a su nombramiento, porque era de nacionalidad británica, olvidando los adversarios que como buen irlandés era católico, leal y abnegado.
Aprobada su permanencia, el virrey Vértiz por iniciativa propia y sugestión de Gorman estableció interinamente el Protomedicato, y lo nombró “Protomédico general y Alcalde Mayor de todos los facultativos de Medicina, Cirugía, Farmacia y Fletotomía”, el 5 de febrero de 1779. Dos días después prestó el juramento, y el 17 de agosto de 1780, se inauguró oficialmente el Protomedicato. El rey Carlos III, lo creó independiente del de Castilla, y con amplia jurisdicción en el Río de la Plata, el 1º de julio de 1798. Fue nombrado Gorman, catedrático de Medicina, el 8 de abril de 1799.
Para organizar e instalar el Protomedicato fue necesario contribuir al mantenimiento del mismo, lo que hizo con aportes de su peculio personal, y hasta 1790, había realizado gastos de los que dio cuenta afirmando haber “suplido mil ochocientos pesos, aún empeñándome, y en cuyo descubierto me hallo”.
La severa inflexibilidad de Gorman en el ejercicio de su cargo, no puso fin a los pleitos y acusaciones llevadas en su contra. Sus disidencias con Agustín Eugenio Fabre motivaron nuevas instancias ante el Consejo de Indias, en las cuales se solicitó la “jubilación honrosa de Gorman”. No fue esta sola, sino que en 1802, Félix Pineda y Morillo, médico cirujano radicado en Buenos Aires, se había presentado al Rey pidiendo también la jubilación de aquél, y ofreciendo sus servicios para reemplazarlo. Se discutió la competencia profesional de Gorman, y en un informe reservado, el Virrey, marqués de Loreto, dijo: “que no era muy feliz en sus curas, que los éxitos no le dan concepto, aunque es llamado de muchos por vanidad….”.
Introdujo en el Río de la Plata el método de inoculación que había aprendido en Londres, practicó la variolización desde 1785, y en 1805, la vacuna mediante el fluido importado. Fue el autor de unas Instrucciones para la inoculación vacuna, dispuesta por orden del virrey Sobremonte, e impresa por los tórculos de los Niños Expósitos, en ese último año. Se convirtió en un eficaz propagandista de la misma, y supo encarar las epidemias en general, con la responsabilidad científica de la época.
Fue nombrado con el doctor Cosme Mariano Argerich, miembro de la Junta de Sanidad creada el 7 de agosto de 1804, para efectuar visitas a los buques, pero dado sus achaques, se designó al doctor Justo García y Valdés, como reemplazante en casos de ausencias.
De salud muy delicada, pasaba gran parte del año postrado en cama por sus enfermedades. No pudo actuar en la asistencia de los heridos de las Invasiones Inglesas de 1806 y 1807, por estar fuertemente atacado de reumatismo. Sin embargo, propuso a Liniers, el 16 de octubre de 1806, la plana mayor de los médicos y cirujanos del ejército voluntario que se estaba formando, y solicitó su reposición de primer médico del Ejército Urbano de Buenos Aires, el 19 de marzo de 1807, con resultado negativo.
Al producirse la Revolución de Mayo era sexagenario, continuaba enfermo, y debió soportar la crueldad de los hombres, como su celibato, sin hogar ni descendencia. Contribuyó generosamente con la donación de su biblioteca y tres onzas de oro, en 1810, para la Biblioteca Pública fundada por Moreno.
En 1813, la Asamblea General Constituyente al ordenar la remoción de todos los empleados extranjeros que no tuvieran carta de ciudadanía, dictó el 23 de febrero del mismo año, un decreto que lo eximió de aquella cesantía.
Permaneció durante cuarenta y tres años en el Río de la Plata, sin volver a España, ejerciendo las funciones de protomédico. En 1815, ya ciego, postrado en cama, imposibilitado de firmar, después de haber vendido y empeñado sus pocas alhajas de oro y plata, y hasta su coche con mulas y arreos, solicitó al gobierno le pagaran cuatro meses de sueldos que se le debían. El sucesor en el Protomedicato, doctor García y Valdés, se encargó de realizar una colecta entre los colegas, a razón de dos pesos por mes, para subvenir sus necesidades. En abril de 1816, el gobierno dio un decreto de jubilación con las dos terceras partes del sueldo que gozaba, en mérito a los valiosos servicios prestados al país.
Gorman se relacionó por su profesión con todas las autoridades del virreinato, y con lo mejor de la sociedad rioplatense, como se desprende del epistolario que se conserva.
Murió en Buenos Aires, el 19 de enero de 1819, en la última miseria, sostenido por la caridad de sus amigos y discípulos. Sus restos fueron inhumados en la iglesia de Santo Domingo, envueltos con el hábito de esa Orden, y posteriormente trasladado a la Recoleta. García y Valdés en una circular aparecida en “El Censor” decía que: “Las bellas calidades de este anciano venerable y el honor de nuestra profesión exigen las más grandes consideraciones hacia él”.
Sumamente bondadoso, a pesar de su exterior algo adusto y sus modales generalmente bruscos, ayudó a mucha gente humilde, tratando de mejorar por todos los medios a su alcance, situaciones verdaderamente afligentes. Fue un médico erudito, hombre de ciencia, y primer protomédico y fundador de la Facultad de Medicina, al que se le consagró un monumento a su memoria.
Fuente
Cutolo, Vicente Osvaldo – Nuevo Diccionario Biográfico Argentino – Buenos Aires (1971).Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
Portal www.revisionistas.com.ar
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