lunes, 12 de marzo de 2018

GCE: El asalto al Cuartel de la Montaña de Madrid

Las fotografías más dramáticas del asalto al Cuartel de la Montaña

Guerra en Madrid


El patio de armas del Cuartel de la Montaña tras el asalto

No hace falta recordar que la sublevación militar de Madrid durante el 18 de julio de 1936 fue un auténtico fracaso. La falta de coordinación entre los mandos de los principales acuartelamientos de la capital dejó mucho que desear, circunstancia que fue aprovechada por el Frente Popular. En pocas horas, el Gobierno republicano se hizo con el control de las principales unidades de la ciudad, permitiendo armar a los partidos políticos de izquierdas que pretendían "frenar a toda velocidad" el avance de los rebeldes.
Los combates que se produjeron durante las primeras 72 horas de la Guerra Civil en Madrid fueron terribles, especialmente en el Cuartel de la Montaña. Ubicado en las proximidades de la calle Ferraz, el cuartel se levantaba justo en la zona del actual Templo de Debod. Allí lucharon hasta las últimas consecuencias poco más de 1.500 hombres que aunque aprovecharon sus conocimientos militares, nada pudieron hacer para resistir los ataques republicanos. De los combates que se registraron en este ya desaparecido acuartelamiento, hemos obtenido diez imágenes impactantes que no suelen apreciarse con demasiada frecuencia en los libros de historia.


Un mapa muy valioso del Cuartel de la Montaña en 1936


Mapa de la época de la ubicación del cuartel

Como puede apreciarse en este mapa de incalculable valor, el Cuartel de la Montaña estaba situado muy cerca de Plaza de España. Podría decirse que la fachada principal daba al Paseo de Pintor Rosales aunque el acuartelamiento también podía apreciarse con normalidad desde Ferraz y desde la calle Irún. Cuando empezaron los combates entre asaltantes y defensores, los republicanos tuvieron a tiro de cañón a sus enemigos desde la Plaza de España.

El Cuartel de la Montaña estaba defendido por varios regimientos que se encontraban situados en diferentes zonas de la instalación militar. El principal problema que tuvo que hacer frente el General Fanjul, el militar de más alta graduación que accidentalmente tuvo que encargarse de la defensa, fue la mala ubicación del cuartel. La calle Ferraz y Pintor Rosales se encontraban en una zona elevada en comparación con la Montaña, por lo tanto, los soldados que participaban en su defensa eran blanco fácil para los milicianos.

Hay que recordar que en la actualidad, en el lugar en el que estaba levantado el cuartel se encuentra ubicado uno de los parques más bonitos de Madrid, el parque de la Montaña o del Templo de Debod. Sobre las ruinas del antiguo cuartel se colocó, pieza a pieza, un templo de origen egipcio, que todavía hoy puede ser visitado.


Las milicias se preparan para el asalto del cuartel


Varios madrileños corrían hacia el Cuartel de la Montaña

Cuando la población de Madrid se percató de que se había producido una sublevación militar, cientos de madrileños pertenecientes a organizaciones del Frente Popular acudieron hasta diferentes cuarteles con la intención de conseguir armamento. Pronto descubrirían que en Madrid también se había producido un amago de sublevación. De manera improvisada, muchos de esos milicianos se armaron de valor y se enfrentaron a un enemigo mucho mejor preparado militarmente.

En la fotografía podemos ver a varios de los hombres que intentaban asaltar el Cuartel de la Montaña en los primeros momentos de la Guerra Civil. Ninguno lleva uniforme militar ya que la gran mayoría de los asaltantes formaban parte de la población civil. Eso sí, contaron con el apoyo incondicional de Guardia Civil y Guardia de Asalto para terminar derrotando a los sublevados.

Los asaltantes contaron también, aunque no de manera definitiva, con el apoyo de la aviación y con varias piezas de artillería que se habían colocado de manera estratégica en las inmediaciones de Plaza de España. Pese a todo, el éxito del asalto se debió fundamentalmente a la ofensiva protagonizada por ciudadanos anónimos, muchos de los cuáles entraron a cuerpo descubierto en el cuartel.

La masacre de los militares y falangistas sublevados


Varios defensores muertos durante y después del asalto

La sublevación en Madrid fue un auténtico fracaso. Ni los militares ni los falangistas que defendían las instalaciones del Cuartel de la Montaña pudieron frenar la ofensiva de los milicianos del Frente Popular que les superaban en número y poseían una posición mejor para la ofensiva. De los cerca de 150 oficiales que dirigieron la defensa, 98 murieron en el combate o fueron asesinados a sangre fría en el mismo patio de armas. El resto de los muertos en la lucha fueron unos 300 pertenecientes a diferentes graduaciones militares y afiliados a la Falange Española.

Esta imagen corresponde al fin de los combates en el Cuartel de la Montaña. Se puede ver el patio de armas repleto de cadáveres, muchos de ellos muertos durante los tiroteos, sin embargo, muchos testimonios aseguran que la gran mayoría de los muertos fueron asesinados después de rendirse por una masa airada que buscaban "su particular venganza" por los milicianos caídos. Cuentan que muchos de los militares (sobre todo oficiales) que habían defendido el cuartel, murieron a bayonetazos y cuchilladas por parte de individuos exaltados sedientos de sangre.

En esta fotografía puede apreciarse un poco más de cerca el baño de sangre que se vivió en el Cuartel de la Montaña. Los caídos que se aprecian en la fotografía desprendían mucha cantidad de sangre, por lo que no sería de extrañar que hubieran recibido más de un impacto de bala. Jóvenes y veteranos yacían en el suelo del cuartel ante un calor abrasador que asolaba Madrid en el verano de 1936.

Al final podemos divisar la imagen en solitario de un agente de la Guardia Civil. Pese a su naturaleza militar, los miembros de la Benemérita de Madrid fueron los primeros junto a la Guardia de Asalto en tomar el Cuartel de la Montaña. Tras acabar con las dos ametralladoras sublevadas de una de las puertas, los guardias civiles fueron los primeros en entrar en el Cuartel de la Montaña para poner fin a los combates. Tras ellos entró la masa de milicianos.


Los oficiales fueron la presa más cotizada por los milicianos



El cuerpo sin vida del oficial tras el asalto

La fotografía muestra el cuerpo sin vida de uno de los oficiales que defendió el Cuartel de la Montaña hasta las últimas consecuencias. Tumbado hacia abajo y observando el charco de sangre, todo apunta a que el militar fue ejecutado a sangre fría con un disparo en la cabeza a muy poca distancia. Aún así, determinar con exactitud la forma en la que perdió la vida este militar sublevado es una tarea ardua y difícil.

Los milicianos que tomaron el Cuartel de la Montaña buscaban a toda consta a los oficiales que habían dirigido la sublevación en Madrid. La muerte de 98 de los 150 oficiales participaban en la defensa, demuestra la alta tasa de mortandad entre los jefes del alzamiento en la capital. Con todo, algún oficial consiguió huir in extremis del cuartel quitándose la guerrera en el momento en el que entraron los milicianos en el cuartel y haciéndose pasar por un simple soldado de remplazo.

De la fotografía en sí no hay muchos datos aunque hay algunas versiones que insinúan que por la posición del cuerpo sin vida del militar, dicen que éste se podría haber quitado la vida antes de haber sido detenido por los milicianos del Frente Popular.


Los interrogatorios de los detenidos tras el asalto




A la izquierda un oficial detenido y a la derecha un suboficial

La caras del oficial y del suboficial de las fotografísa lo dicen absolutamente todo. No tenemos duda de que el de la izquierda es un oficial por la vestimenta: las botas y el tipo de pantalón que estaba utilizando. Al arrestado le rodean un gran número de individuos de lo más variopintos que le piden explicaciones sobre lo acaecido en el Cuartel de la Montaña. Sin embargo, librarse de la muerte en el mismo patio del cuartel no significaba ni mucho menos la salvación para el militar.

Muchos de los oficiales detenidos en el Cuartel de la Montaña fueron condenados a muerte en agosto, como sucedió con el General Fanjul, el militar que se encargó accidentalmente de la defensa. Al igual que él, otros oficiales terminaron fusilados en la Casa de Campo o en el Cementerio Este. Otros, sin embargo, también morirían pero sin juicio previo: perderían la vida en las ejecuciones en masa de Paracuellos del Jarama.

Un depósito de cadáveres saturado tras el fracaso del alzamiento




El depósito de cadáveres del Hospital Central de Madrid

Tras los enfrentamientos del Cuartel de la Montaña, los depósitos de cadáveres de los principales hospitales de Madrid se llenaron completamente. Las autoridades de la República tuvo que anunciar por radio que no se llevaran más cuerpos a determinados hospitales porque se encontraban saturados de personas. Además, durante esa primera semana de guerra también hubo otro problema: la falta de ataúdes en la capital. Las funerarias no disponían de tantas cajas de madera por lo que todo valía para enterrar a los difuntos.

Pese a ello, lo peor estaba por llegar. Durante los meses siguientes Madrid fue una auténtica carnicería. Agosto, septiembre y octubre fueron los meses de los paseos: cada mañana aparecían muchísimos cadáveres en las cunetas de la capital de personas vinculadas con los partidos de derechas o el clero. Fueron víctimas de las entonces llamadas checas, grupos de personas de las Milicias de Retaguardia que asesinaron sin juicio previo a presuntos enemigos.

Por otro lado, en noviembre se producirían las ejecuciones en masa de Paracuellos del Jarama, así como los primeros bombardeos aéreos sobre la capital por parte de la aviación franquista. Los combates en la Casa de Campo y en Ciudad Universitaria también dejarían un largo reguero de cadáveres.


2 comentarios:

  1. Es llamativo que en la mayoría de las fotos, los cadáveres muestran disparos en la cabeza, o así en el torso. Todo parece indicar que fueron ejecutados en el patio de armas por los republicanos, salvo que hayan sido muy idiotas como para dejarse matar en ese lugar en lugar de ponerse a cubierto.

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