lunes, 22 de diciembre de 2025

Guerra del Paraguay: Batalla de Humaitá

Batalla de Humaitá

Revisionistas






Batalla de Humaitá – 18 de febrero de 1868

Guerra de la Triple Alianza. Marcos Paz, vicepresidente de la República Argentina, había muerto en Buenos Aires por la epidemia de cólera que traída del frente de guerra, se propagó como una maldición durante el verano de 1867-68. La verdad es que los brasileños – dueños casi únicos de la guerra, pues solamente del Imperio llegaban refuerzos y armas – se pusieron serios con Mitre después del feo desastre de Tuyú-Cué y le impusieron volverse a Buenos Aires. Constitucionalmente no era necesaria su presencia, no obstante la muerte de Paz, porque el gabinete desempeñaba sus funciones (no había ley de acefalía) y faltaban escasamente ocho meses para la conclusión del período presidencial. Pero Brasil quería apresurar la conclusión de la guerra.

Alejado Mitre (para no volver más), las perspectivas fueron más risueñas para Brasil: Caxias volvió a tomar el mando en jefe. Tal vez no había leído a Federico II, pero llevaba a Mitre la ventaja de ganar batallas.

Sin el general en jefe todo resultaría fácil. El 19 de enero el almirante Inácio fuerza el paso de Humaitá; el 24 dos monitores brasileños llegan hasta Asunción y bombardean la capital paraguaya. Dominado el río por los brasileños, no le era posible al mariscal mantener las fortificaciones de Humaitá y Curupaytí, y el 10 de marzo hizo el repliegue del grueso de su ejército por el camino del Chaco. Apenas dejó cuatro mil hombres de Humaitá para cubrir la retirada. En canoas, chatas y jangadas, los diezmados paraguayos que han defendido hasta más allá del heroísmo la línea de Curupaytí y Humaitá, cruzan el río Paraguay, y por el Chaco toman rumbo norte: en Monte Lindo vuelven a atravesar el río y acampan finalmente en San Fernando. Esa operación resulta un alarde de conducción y valor: es todo un ejército con sus bagajes y armas, heridos y enfermos, evacuando una posición comprometida y en presencia del enemigo. Dos veces cruzaron el río sin que “la escuadra de Brasil se diera por enterada de la doble y audaz maniobra”, dice Arturo Bray.

El coronel Martínez quedó en Humaitá como cebo para inmovilizar al ejército aliado. Pero ya la fortaleza inexpugnable carecía de objeto. El julio recibe la orden de abandonarla con sus pocos efectivos clavando los 180 cañones que no pueden transportarse. Pero el impaciente mariscal Osorio quiere darse la satisfacción de tomarla por las armas y ataca con 8.000 soldados. Martínez hará en Humaitá y con Osorio la misma defensa de Díaz en Curupaytí y ante Mitre: lo deja acercar hasta las primeras líneas y allí lo envuelve en la metralla de su fuego de artillería. Muy cara pagaría Osorio la pretensión de entrar en Humaitá tras un ataque; finalmente se vio obligado a desistir y ordenar la retirada. Fue Humaitá la última gran victoria paraguaya. Pero más afortunado que Mitre, Osorio ha dado a tiempo la orden de retirada y consigue salvar gran parte de sus efectivos. Los cambá (negros brasileños) entrarían en Humaitá y en Curupaytí solamente después de que el último paraguayo las hubiera evacuado el 24 de julio. El 23 a la noche, Martínez ha hecho salir por el río a los efectivos postreros, hombres y mujeres. El 24 al amanecer los brasileños izan la bandera imperial en la ya legendaria fortaleza; poco antes lo habían hecho en Curupaytí. No es feliz la retirada de Martínez a través del Chaco. Los heroicos defensores de la fortaleza han debido sacrificarse para proteger el repliegue del grueso del ejército; van por el Chaco hostilizados por fuerzas muy superiores, ametrallados desde el río por la escuadra. Inácio y Osorio quisieran vengar en Martínez el respeto que le han tenido a Humaitá durante tres años. Finalmente la diezmada guarnición queda encerrada en Isla Poi; logra resistir durante diez días y debe rendirse agobiada por el hambre y el número. Se rinden así los últimos paraguayos que quedaban en ese teatro de guerra. Conmovido, el general Gelly y Obes, hace desfilar a los nuestros “ante los grandes héroes de la epopeya americana”. Hermoso ejemplo que nos debe llenar de orgullo.

Un paraguayo no puede rendirse, aunque la inanición le impida moverse y la falta de municiones no le permita contestar el fuego enemigo. Solano López, ya convertido en el frenético “soldado de la gloria y el infortunio” que dice Bray, es implacable con quienes no demuestran tener su mismo temple. Es imposible ganar la guerra y no han sido prósperas las gestiones de una paz honrosa. Por lo tanto el solo camino que queda a los paraguayos es la muerte; dar al mundo una lección de coraje guaraní.

El coronel Martínez se había conducido como un héroe en su defensa de Humaitá y en su imposible retirada por el Chaco. Pero se había rendido. No importa que contara con mil doscientos hombres y mujeres sin más uniforme que un calzón desgarrado, un quepí, sin pólvora para su fusil de chispa, ni alimentos, frente a tropas veinte veces superiores. Pero el mariscal se había rendido y eso no le era permitido a un paraguayo: la palabra “rendición” había sido borrada del léxico. López declara traidor al defensor de Humaitá.

Los tres años de guerra injusta y desproporcionada han hecho del atildado Francisco Solano una verdadera fiera: está resuelto a morir con su patria y no comprende ni perdona otra conducta. Ni a sus amigos ni a sus jefes más capaces ni a su misma madre y hermanos. Ante todo está Paraguay y por él sacrificará sus afectos más caros. No es la suya una conducta “humanitaria”, seguro; pero López no es en aquella agonía un ser humano sometido a la moral corriente. Es el símbolo mismo de un Paraguay que quiere morir de pie; un jaguar de la selva acosado sin tregua por sus batidores.

En esa última etapa de la guerra nacerá la versión del monstruo, del tirano sanguinario, del gran teratólogo, que alimentaría medio siglo de liberalismo paraguayo. Se le imputaron hechos terribles y no todo fue leyenda urdida por el enemigo. Hay cosas que estremecen, pero pongámonos en la tierra y en el tiempo para juzgarlos; en ese Paraguay de fines de la guerra envuelto en un halo de tragedia. Pensemos en los miles de paraguayos muertos en los combates por defender su tierra o caídos de inanición o de peste en la retaguardia. Sólo así puede juzgarse ese conductor que no puede perdonar a quienes manifiestan flaqueza, hablen de rendirse o tengan simplemente otro pensamiento que no sea morir en la guerra. Para comprenderlo hay que tener un corazón como el de los paraguayos y un alma lacerada por la inminencia de la derrota de la patria. Porque ocurrirán ahora cosas espantosas: el fusilamiento del obispo Palacios, los azotes y el fusilamiento de la esposa de Martínez, la muerte de los hermanos de López, acusados de conspiración; la prisión y los azotes de sus hermanos y hasta de su misma madre. En la atmósfera de tragedia, se yergue la figura del mariscal implacable, convencido de que a los paraguayos, con él a la cabeza, sólo les queda disputar palmo a palmo el querido suelo o morir.

Fuente

Bray, Arturo – Solano López Soldado de la Gloria y el Infortunio, Asunción  (1984)

Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado

Portal www.revisionistas.com.ar

Rosa, José María – La Guerra del Paraguay y las Montoneras Argentinas, Buenos Aires (1985)

Se permite la reproducción citando la fuente: www.revisionistas.com.ar


domingo, 21 de diciembre de 2025

Crisis del Beagle: Asalto blindado a Punta Arenas (v 1.5)


Avance blindado de M4 Sherman del EA sobre la región de Cabeza de Mar

Asalto blindado a Punta Arenas

Por Esteban McLaren



El 22 de diciembre de 1978, conocido como el Día D, se habrían iniciado de manera coordinada a lo largo de las fronteras con Chile diversas acciones militares dentro del marco de la operación Soberanía. Es muy difícil determinar con certeza cuál de todas las acciones planificadas hubiera iniciado propiamente la guerra, pero está claro que habría sido un asalto simultáneo en, al menos, cuatro frentes. El foco principal habría sido la batalla naval y el desembarco en el canal de Beagle, donde la Infantería de Marina de la Armada de la República Argentina (IMARA) intentaría desembarcar parte de sus tropas en las islas Lennox, Nueva (ya ocupada por tropas del Cuerpo de Infantería de Marina chileno, CIM) y Picton, mientras otras tropas buscarían ocupar el resto de la isla. Este frente será objeto de análisis futuro. Sincronizadamente, existiría una avance terrestre en el frente Austral partiendo desde Río Gallegos (con potencial segundo linea de avance desde Rospentek Aike) con objetivo final Punta Arenas. El propósito de este artículo es ensayar un escenario de historia alternativa. La guerra nunca ocurrió, pero ¿cómo hubiese ocurrido si Argentina no aceptaba la mediación papal? Ese será nuestro punto de divergencia con la historia real. Apelemos a la racionalidad y la prospectiva en un ejercicio que siempre será incompleto y cuyo resultado final pertenece a otro espacio-tiempo.


Inicio del asalto a posiciones chilenas en la frontera con el monte Aymond de fondo.




Contexto y desarrollo de la invasión

En el invierno austral de 1978, la tensión entre Argentina y Chile por la disputa del canal Beagle alcanza su punto más álgido. Es la madrugada del 21 de diciembre cuando las tropas argentinas, apostadas en Río Gallegos, Rospentek y otras localidades fronterizas, reciben la orden de iniciar la invasión de Chile. Desde julio, las fuerzas chilenas han estado preparándose para este enfrentamiento, conscientes de que la diplomacia puede no ser suficiente para resolver el conflicto.



Las Fuerzas Argentinas

Argentina moviliza una formidable fuerza, incluyendo la 1ª División de Infantería, reforzada por elementos de la XI Brigada de Infantería Mecanizada y la IX Brigada de Infantería. La X Brigada de Infantería Mecanizada se despliega en Río Gallegos, lista para cruzar la frontera. Todas las unidades se encontrarían reforzadas en la medida de las circunstancias. En el aire, los aviones de combate A-4 Skyhawk, Mirage Dagger y Nesher y se sabe que también estaban estacionados (hasta un máximo de 14) F-86 Sabre (que ya habían violado el espacio aéreo chileno semanas antes) están listos para proporcionar apoyo aéreo, mientras que la armada argentina, con sus destructores y fragatas, patrulla las aguas cercanas.

Fuerzas Argentinas:

  •  V Cuerpo de Ejército —general José Antonio Vaquero—. Misión asignada: Ofensiva estratégica a partir de las 24:00 (H+2), partiendo desde Santa Cruz, con el objetivo, probable, de conquistar Puerto Natales y Punta Arenas. Luego, apoyaría al Cuerpo de Ejército III en su avance por Puyehue hacia Chile, cortando las comunicaciones de la zona central con el sur del territorio chileno.
  • 1ª División de Infantería (con elementos de la XI Brigada de Infantería Mecanizada y la IX Brigada de Infantería)
  • X Brigada de Infantería Mecanizada (con sede en Río Gallegos)
  • XI Brigada de Infantería Mecanizada
  • Gendarmería Nacional Argentina: Fuerzas de guardias de frontera
  • Fuerzas Aéreas con aviones de combate A-4 Skyhawk, F-86-F Sabre y Mirage III
  • Fuerzas Navales: la IMARA junto a los T-28 Fennec en casi 20 unidades se encontraban en la isla de Tierra del Fuego.



Combate urbano en el Barrio 18 de Septiembre, Punta Arenas

La Defensa Chilena

En respuesta, Chile ha posicionado a su III División de Ejército en Punta Arenas, reforzada por la 4ª Brigada Acorazada "Coraceros" y la 6ª División de Ejército, con elementos de la 5ª Brigada de Infantería. El general encargado de la defensa de la región magallánica, general  Nilo Floody Buxton, siempre expresó que en esta fase los guardias fronterizos (Carabineros) sería su tropa de elección. La Fuerza Aérea de Chile, equipada con aviones 12 A-37 Dragonfly y 6 Hawker Hunter, está en alerta máxima, y la marina chilena, con sus buques y submarino, está lista para interceptar cualquier avance naval argentino.

Fuerzas Chilenas:

  • III División de Ejército (con sede en Punta Arenas)
  • 4ª Brigada Acorazada "Coraceros"
  • 6ª División de Ejército (con elementos de la 5ª Brigada de Infantería)
  • Carabineros: Guardia fronteriza que en este frente tuvo una importancia desmedida debido al conocimiento de la frontera. El general a cargo de la defensa de Punta Arenas recalcó siempre su importancia en la defensa pero como toda policía militarizada no era infantería propiamente dicha y su único "enfrentamiento" con fuerzas argentinas la había dejado muy mal parada. Ver más abajo.
  • Fuerza Aérea de Chile con aviones de combate Hawker Hunter y A-37
  • Fuerzas Navales (CIM abocados a las islas del canal)


El caso de los Carabineros como soldados

Una cuestión que rara vez ha sido discutida con la atención que merece —y que parece haber obsesionado únicamente al autor— es la elección por parte de Chile de emplear a los Carabineros de Chile (CC) como fuerza de infantería o incluso como infantería mecanizada durante el conflicto del Beagle. Esta decisión resulta especialmente llamativa si se considera la naturaleza institucional de los Carabineros: según su propia definición, se trata de una fuerza policial nacional con funciones de seguridad interna y control fronterizo, lo que los convierte en una institución híbrida pero esencialmente policial. Su rol equivale, en el caso argentino, a una combinación de tres fuerzas: la Policía Federal, las policías provinciales y la Gendarmería Nacional Argentina (GNA), esta última sí constituida como fuerza de seguridad militarizada con responsabilidad en zonas fronterizas. En este marco, cualquier comparación razonable entre CC y fuerzas armadas o militares debiera tener fuertes reservas conceptuales.

Durante la escalada del conflicto por el canal Beagle, la responsabilidad de la defensa de la Región de Magallanes —cuya capital es Punta Arenas— recayó en el general Ernesto Floody Buxton. Figura singular, de ascendencia británica, piel clara y modales que sus simpatizantes consideraban carismáticos, Floody destacó por declaraciones públicas tan polémicas como desafortunadas, tanto en contenido como en forma. Resulta sorprendente que un oficial de su rango afirmara reiteradamente en medios de comunicación chilenos que, de ser necesario, enfrentaría un eventual conflicto armado exclusivamente con "tropas" de los Carabineros. Esta afirmación, lejos de ser anecdótica, ha sido corroborada por múltiples testimonios y registros documentales.

El problema de fondo reside en la planificación militar implícita en dicha decisión. Desde posiciones como Monte Aymond, en la frontera, era evidente el despliegue de medios blindados argentinos, lo cual sugería que, en caso de hostilidades, Argentina optaría por una ofensiva mecanizada de alta intensidad. En este contexto, surge una duda legítima y profundamente preocupante: ¿esperaba realmente el general Floody contener un avance blindado con efectivos policiales sin formación en doctrina de guerra convencional, ni entrenamiento en combate como infantería ligera ni mecanizada?

La lógica militar más elemental cuestiona esa disposición. ¿Qué experiencia previa tenían los Carabineros en enfrentamientos de alta intensidad? ¿Qué lógica táctica respaldaba esta elección? No solo es difícil imaginar un dispositivo militar argentino que, por ejemplo, colocara a la GNA en la primera línea de un asalto sobre Punta Arenas, sino que incluso en una situación de contraofensiva sería altamente improbable delegar en una fuerza policial militarizada la contención de tropas enemigas.

Y sin embargo, eso parece haber sido exactamente el enfoque chileno. Las justificaciones oficiales aludieron al uso de los Carabineros como elementos de retaguardia —para tareas como control de prisioneros de guerra y vigilancia de zonas civiles—, pero la evidencia empírica desmiente dicha explicación. Carabineros fueron trasladados en vuelos nocturnos de LAN Chile hacia Magallanes, con el objetivo de no alertar a la inteligencia argentina, y fueron desplegados directamente en el frente. Si bien había recibido una capacitación de pocas semanas en la escuela de infantería, su preparación adicional era sólo esa. Fotografías y relatos contemporáneos los ubican armados con lanzacohetes antitanques en Cabeza de Mar, y otros registros documentan su traslado desde Chabunco hasta El Porvenir, en plena Isla Grande de Tierra del Fuego, posiciones todas dentro del teatro inmediato de operaciones.



Este despliegue no solo contradice la versión oficial, sino que pone en evidencia una alarmante falta de criterio estratégico. Lejos de tratarse de un recurso extraordinario ante una urgencia logística o táctica, el uso de CC como vanguardia militar refleja una desorganización doctrinaria grave y, en última instancia, una visión anacrónica de la guerra moderna por parte del alto mando chileno. La defensa de la región más austral del país quedó supeditada a una fuerza inadecuada para el tipo de combate que se perfilaba. Si se asume, además, que los mismos Carabineros se habían rendido casi sin resistencia en el incidente de Lago del Desierto años antes, la decisión no solo es cuestionable, sino abiertamente irresponsable.  Es cierto que a la guerra se va con lo que se tiene, pero ¿no había otra infantería del ECh para emplear en su lugar?



Rutas de invasión

Las fuerzas argentinas planifican su avance hacia Punta Arenas utilizando dos rutas principales. La ruta norte, partiendo de Río Gallegos, cruza la frontera a través de Monte Aymond, siguiendo la Ruta CH-255 hacia el sur hasta Punta Arenas. Este camino, aunque relativamente plano, presenta desafíos naturales como ríos y colinas que pueden ralentizar el avance.


La ruta alternativa, partiendo de Rospentek, cruza la frontera siguiendo la Ruta CH-40 y luego se dirige hacia el sur por la Ruta CH-9 hasta Punta Arenas. Este camino es más difícil, con terreno montañoso y boscoso que complicará el avance de las formaciones blindadas.

1) Ruta Principal Norte:

  • Punto de inicio: Río Gallegos
  • Puntos principales: Avanzar a través del paso fronterizo de Monte Aymond, siguiendo la Ruta CH-255 hacia el sur hasta Punta Arenas.
  • Características: Terreno relativamente plano pero con posibles barreras naturales como ríos y colinas. 
  • Lugar abierto en muchas secciones para una batalla de blindados y el despliegue de fuerzas en línea, cuña o V.






2) Ruta Alternativa Oeste:

  • Punto de inicio: Rospentek
  • Puntos principales: Cruce fronterizo de la Ruta CH-40, luego seguir hacia el sur por la Ruta CH-9 hasta Punta Arenas.
  • Iniciaría con la captura y aseguramiento de Puerto Natales, lugar de acumulación de fuerzas chilenas.
  • Características: Terreno montañoso y boscoso, más difícil para el avance de grandes formaciones blindadas. Lugar apto para emboscadas.
  • Los puentes a lo largo de la ruta serían volados (Puente Rubens, Río Pendiente, por ejemplo) con la consecuente necesidad de equipos de ingenieros.
  • Poco apto para formaciones blindadas amplias (sólo columnas o diamante)



Estas son las tropas de Regimiento de Caballería Nº5 Lanceros chilenos dispuestos a defender Puerto Natales. Iban a enfrentar una avanzada blindada argentina con caballería a sangre, estilo polaco. No es broma.


Población chilena en la Patagonia argentina

En su crónica "Cuando el río no era turbio", Ramón Arriagada relata la estrecha relación entre los trabajadores chilenos, principalmente chilotes, y el mineral de Río Turbio en Argentina durante las décadas de 1950 y 1970. Según el censo de 1970, Puerto Natales tenía 13.675 habitantes, de los cuales 2.800 trabajaban en el mineral. Para 1976, alrededor de 600 mineros chilenos se desplazaban por turnos, usando Natales como ciudad dormitorio debido a la falta de viviendas en Río Turbio.

Arriagada cita al escritor Nicasio Tangol, quien destacaba que los chilotes fueron fundamentales en la forja de la Patagonia. En 1961, el diario El Austral reportó que el mineral producía 500 toneladas diarias y empleaba a 1.200 mineros, en su mayoría chilenos-chilotes. Además, cerca de 1.800 trabajadores se desempeñaban en la superficie, de los cuales el 80% también eran chilenos. Otros 600 chilenos trabajaron en la construcción de la línea férrea de 270 kilómetros entre Río Turbio y Río Gallegos, y para 1951, ya había 1.200 mineros laborando en el yacimiento.

El autor destaca cómo la migración chilota hacia la Patagonia se incrementó, especialmente después del terremoto y maremoto de 1960, y cómo el conflicto fronterizo de 1978 entre Chile y Argentina marcó un cambio, cuando los mineros chilenos fueron reemplazados por obreros del norte argentino, bolivianos y paraguayos.

En su crónica "Sueños de Carbón", Arriagada aborda el accidente de la mina en 2004, que dejó 14 muertos, y cómo los mineros jubilados de Natales, que trabajaron en Río Turbio, sobreviven con pensiones miserables y deben cruzar la frontera para recibir atención médica, ya que no tienen acceso a previsión social en Chile, lo que los convierte en parias en su propio país. (El Tirapiedras)

De estos desplazamientos poblacionales, totalmente soberanos de la República Argentina, se quejaría el general chileno Floody asociándolo con un acto bélico. No es broma.



Ambas rutas convergen en la Laguna Cabeza de Mar donde, de partir de dos fuerzas de invasión de coordinadas, podrían agruparse y proseguir a Punta Arenas. El camino a Punta Arenas por la CH-9 es una ruta costera muy vulnerable a ataques aéreos y emboscadas o ataques tipo hit-and-run. La ruta dirige la fuerza al núcleo de poder militar regional chileno: la base aérea de Chabunco y, enfrente, el cuartel general de la III División del Ejército.

Líneas defensivas chilenas

Chile habría adoptado una estrategia de defensa en profundidad, declarado por el general a cargo de división de ejército (Teatro de Operaciones Austral). La primera línea de defensa podría ya estar situado en Monte Aymond y sus alrededores, bien en la frontera. Esa línea era, por las pocas fotos recopiladas, un rejunto de pozos de zorro y trincheras, con soldados mal armados. Sin dudas carne de cañón para ir debilitando el avance.

Cuando se produce una penetración como esta, la teoría de guerra nos hace pensar en tres fases a seguir por quién enfrenta a la misma:

  1. Contención: Contener la penetración al terreno. Es decir que la misma sea detenida o ralentizada y no pueda moverse más en penetración (en términos generales).
  2. Flanqueo: Comenzar a desplazar fuerzas a los “flancos” de la penetración, básicamente al sector de los mismos próximo al lugar donde se inició la penetración. Esto para simultáneamente operar sobre esos flancos de forma de “estrangular” al mismo, cortando así la comunicación del enemigo con su retaguardia  
  3. Aniquilación: Destrucción en detalle de las tropas que fueron cercadas (muerte o captura)

Aquí, las tropas chilenas habrían construido posiciones avanzadas para ralentizar el avance enemigo. Cañones antitanque y artillería de campaña tradicional, no en cantidad ni en variedad, es observada en las fotos y documentales. Probablemente el mejor armamento trasandino en esta fase era el despliegue de minas antitanque. Una segunda línea de defensa se encontraría en San Gregorio, con fortificaciones, campos minados y trincheras listas para resistir un asalto. De allí hasta la capital regional, diversos puntos podrían estar fortificados La defensa final está alrededor de Punta Arenas, donde se concentran las tropas, artillería de largo alcance y las mejores defensas antitanque.



Observe debajo la "línea Maginot" que habían desarrollado los estrategas chilenos. Simples trincheras y pozos de zorro. El soldado en primera línea utiliza un viejo rifle a cerrojo Máuser 1909 de la Primera Guerra Mundial.

Foto de un "pozo de zorro" con un infante chileno armado con un fusil a cerrojo Máuser cerca de Monte Aymond


La defensa en profundidad chilena probablemente incluiría:

  • Primera línea de defensa: Posiciones avanzadas en Monte Aymond y zonas aledañas.
  • Segunda línea de defensa: Fortificaciones y trincheras alrededor de San Gregorio por la CH-40 y emboscadas desde zonas boscosas desde Laguna Arauco hasta Primavera. Trincheras en Laguna Cabeza de Mar (Arancia Clavel y Bulnes Serrano, 2017:164). A todos los puentes se les instaló cargas  explosivas, se adelantaron unidades de caballería armadas con cohetes antiblindaje y se prepararon campos de tiro nocturno debidamente “jalonados” y pintados para evitar confusiones.  (AC&BS, 2017: 141)
  • Defensa final: Fortificaciones y tropas concentradas en las cercanías de Punta Arenas, incluyendo artillería de largo alcance y defensas antitanque (escasas y antiguas en el inventario del ECh de ese período). Muchos civiles colaboraron activamente en la movilización. Así, gran parte de los vehículos y maquinaria pesada que se usó en la construcción  de  trincheras, refugios, puestos de vigilancia y zanjas antiblindados, fue facilitada por empresarios de la zona. A su vez, los estancieros pusieron a disposición de los uniformados galpones donde  alojar a las tropas y almacenar equipos y pertrechos. (AC&BS, 2017: 114)

Se debe prestar atención a que este escenario tiene diversos condimentos que fueron emergiendo con el paso del tiempo. Por ejemplo, las fuerzas chilenas carecían de minas antitanque y la munición era escasa. Los soldados de las primera línea de defensa fueron puestos para ser carne de cañón, con sólo 80 cartuchos de armamento sin reposición. Muchos, tal vez demasiados, indicadores marcaban que Chile estaba muy, pero muy mal preparados para una guerra.



El estancamiento del avance

El avance argentino se enfrenta a su primera gran prueba en San Gregorio, donde las defensas chilenas estarían bien preparadas y el terreno favorecía a los defensores. Aquí, el avance se ralentizaría considerablemente, convirtiéndose en una batalla de desgaste. La zona aparentemente más fortificada era el camino en la zona de laguna de Cabeza de Mar.

Desde Rospentek, se deben superar los ataques de desgaste y el montaje de puentes en los cursos de río donde se hayan volado los puentes. Una vez unido a las fuerzas desde Río Gallegos debieran reagruparse y evaluar los daños y la reorganización del avance.

Regimiento Blindado No. 5 "Punta Arenas", desplegado en 1978 en la región Magallánica. Avanza el Destacamento Escorpión, en tanques M-41 y carros M-113

Contrarrestando la defensa chilena

Para superar este obstáculo, Argentina podría desplegar la XI Brigada de Infantería Mecanizada para penetrar y desorganizar las defensas iniciales. La artillería argentina bombardearía las posiciones chilenas, mientras que las unidades aerotransportadas y la aviación realizan maniobras de flanqueo y proporcionan apoyo aéreo crucial.

  • La XI Brigada de Infantería Mecanizada debe penetrar y desorganizar las defensas iniciales.
  • Fuerzas de Artillería para bombardear posiciones defensivas.
  • Unidades Aerotransportadas y Aviación para flanqueo y apoyo aéreo.
  • La base aérea Chabunco debía ser inutilizada para el éxito del avance.



Soldados trasandinos disparando el fusil SIG en servicio

Asalto aerotransportado a Punta Arenas

En el marco de este conflicto, las fuerzas argentinas planificó un audaz asalto aerotransportado a Punta Arenas. Los objetivos principales de este asalto incluyen capturar el aeropuerto Presidente Carlos Ibáñez del Campo, asegurando una cabeza de puente vital para el flujo continuo de tropas y suministros. También se enfocaría en destruir las instalaciones de comando y control chilenas para desorganizar sus defensas y tomar el puerto y las principales instalaciones logísticas, cortando así los suministros y refuerzos enemigos. Esto podría conseguirse a posteriori de un ataque ABA (Airbase Attack) sorpresa de la Fuerza Aérea Argentina con A-4 Skyhawk y BAC Canberra en la Hora H+2 de la invasión.

Objetivos principales:

  • Capturar el aeropuerto Presidente Carlos Ibáñez del Campo para asegurar una cabeza de puente y permitir el flujo continuo de tropas y suministros.
  • Destruir instalaciones de comando y control para desorganizar las fuerzas chilenas.
  • Tomar el puerto y principales instalaciones logísticas para cortar suministros y refuerzos.


Entrada a Punta Arenas

Los blindados y la infantería mecanizada argentinas se movilizarían rápidamente por la Ruta 9, avanzando con una precisión letal. Los vehículos blindados adoptarían formaciones en línea para maximizar la potencia de fuego frontal, mientras que las unidades de infantería seguirían de cerca, listas para desembarcar y asegurar las calles. Una columna secundaria avanzaría por la carretera Y-505, flanqueando a las defensas chilenas y dividiendo su atención.

Objetivos en la ciudad

El Puerto de Punta Arenas era uno de los principales objetivos. Para el momento del asalto terrestre debiera analizarse el estado efectivo del aeropuerto debido a que probablemente ya se encontrara deshabilitado por un ataque aéreo inicial de la Fuerza Aérea Argentina (caso analizado en este enlace) Controlar el puerto permitiría a las fuerzas argentinas asegurar una línea de suministros vital y recibir refuerzos marítimos. Comandos especializados y unidades de infantería mecanizada fueron desplegados para tomar los muelles y las instalaciones portuarias, enfrentándose a una feroz resistencia chilena.

El Aeropuerto Presidente Carlos Ibáñez del Campo y su anexo, la base aérea Chabunco también serían cruciales. Controlar el aeropuerto garantizaría una cabeza de puente aérea, permitiendo el transporte continuo de tropas y suministros. Las unidades aerotransportadas y de asalto rápido argentinas, ya familiarizadas con el terreno desde su operación en Chabunco, se lanzarían en una ofensiva rápida para asegurar las pistas y neutralizar cualquier resistencia. Existiría una alta probabilidad de voladura de pistas e instalaciones para su negación de uso para los incursores. Era completamente esperable que antes de caer en poder de tropas argentinas, los locales volaran todas las instalaciones cruciales para su operación.

Los edificios gubernamentales y de comunicaciones serían igualmente estratégicos. Fuerzas forjadas en el combate argentinas se infiltrarían en el centro de la ciudad para capturar la Intendencia de Magallanes y el cuartel de la policía, buscando desorganizar las defensas chilenas y establecer el control administrativo. Sin dudas esta serían las escenas más salvajes imaginables en toda la campaña debido a la propia naturaleza del combate urbano.



La captura de Punta Arenas

Resistencia urbana

A medida que las tropas argentinas se adentraban en Punta Arenas, se encontrarían con una tenaz resistencia en varios puntos clave. El Área del Centro Cívico, con sus edificios gubernamentales y comerciales, sin dudas se convertiría en un campo de batalla. Las tropas chilenas, atrincheradas en edificios, ofrecerían una defensa organizada, ralentizando el avance argentino.

En el Barrio 18 de Septiembre, un denso barrio residencial de casas mayormente de madera, las fuerzas chilenas adoptarían tácticas de guerrilla urbana. Emboscadas, francotiradores y barricadas improvisadas hicieron que cada calle y cada casa se convirtieran en un punto de resistencia. Los combates se intensificaron, con las tropas argentinas luchando casa por casa para despejar el área. También resultaría un área muy fácil de destruir con fuego debido a la preeminencia de madera en su construcción.


Entrada de tanques al barrio 18 de Septiembre

La zona industrial al norte de la ciudad también podría ser un foco de resistencia. Las defensas chilenas, utilizando equipos industriales y vehículos pesados como barricadas, convertirían a fábricas y almacenes en fortificaciones improvisadas. Las tropas argentinas deberían plantear el despliegue de unidades de asalto especializadas para superar estas defensas.


Soldados trasandinos armados con fusil SIG desfilando

Estrategias argentinas

Para contrarrestar la resistencia chilena, las fuerzas argentinas desplegaron una combinación de tácticas y recursos. El uso de la artillería y el apoyo aéreo sería crucial para debilitar las defensas antes del asalto terrestre. Bombardeos precisos desorganizaron las líneas chilenas, facilitando el avance de las unidades terrestres.


Paracaidistas de la Compañía Leopardo del Regimiento de Infantería Aerotransportada 2 "General Balcarce", Ejército Argentino, Ushuaia, Noviembre de 1978

Las operaciones de comandos (Halcón 8 recién creado) y paracaidistas jugarían un papel fundamental. Unidades de élite infiltraron la ciudad para neutralizar puntos estratégicos, capturando objetivos clave rápidamente y con el menor número de bajas posibles. Estos comandos realizarían ataques quirúrgicos contra las defensas chilenas, facilitando el avance de las fuerzas principales.


La guerra urbana se convertiría en el escenario principal. Patrullas mecanizadas, equipos de asalto y unidades especializadas en combate urbano avanzarían sistemáticamente, enfrentándose a una resistencia feroz pero logrando asegurar áreas clave. La coordinación y la comunicación serían esenciales para mantener el impulso del avance.

Control de población y estabilización

Finalmente, para mantener el control de la ciudad y evitar actos de sabotaje, las fuerzas argentinas establecerían puntos de control y patrullas regulares. La presencia constante de tropas ayudaría a estabilizar la situación y asegurar que la ciudad permaneciera bajo control argentino tras la captura de los objetivos principales. Actos de guerrilla y resistencia sería previsibles a lo largo de todo el período.


Asalto a los edificios del gobierno chileno

La caída

La captura de Punta Arenas sería una operación compleja y sangrienta, que pondría a prueba la capacidad y determinación de las fuerzas argentinas. La superioridad numérica y material les daría una ventaja significativa, pero la resistencia chilena, aprovechando su conocimiento del terreno y sus defensas bien preparadas, convertiría cada avance en una lucha encarnizada. La ciudad finalmente caería, pero a un costo humano significativo para ambos bandos.

 

Análisis de probabilidades de éxito

La superioridad numérica y material argentina es evidente: una relación de 5:1 en blindados, 4:1 en aviones y 3:1 en infantería. Estas ventajas, junto con la planificación estratégica y la ejecución táctica, sugieren una alta probabilidad de éxito para Argentina en la captura de Punta Arenas. Sin embargo, la preparación y la estrategia defensiva chilena, que aprovecharía el conocimiento del terreno y la defensa en profundidad, también tienen posibilidades de éxito.

Probabilidad de éxito para Argentina: 70% Probabilidad de éxito para Chile: 40%

Argentina:

  • Probabilidad de éxito: Alta, debido a la superioridad numérica y material (blindados, aviones e infantería), aunque enfrentará dificultades significativas en el terreno y defensas bien preparadas.
  • Éxito estimado: 70%

Chile:

  • Probabilidad de éxito: Moderada, considerando la defensa en profundidad y conocimiento del terreno, aunque superado en número y equipamiento.
  • Éxito estimado: 40%



Estimación de bajas

Las bajas en este conflicto serían significativas para ambos bandos, reflejando la intensidad de los combates y las defensas bien preparadas.

Bajas estimadas para Argentina: mínimo de 15.000-20.000 (incluyendo muertos, heridos y prisioneros) Bajas estimadas para Chile: mínimo de 15.000-40.000 (incluyendo muertos, heridos y prisioneros y civiles dependiendo de su grado de involucramiento)

Estas estimaciones subrayan el costo humano de un conflicto que, aunque hipotético, refleja la gravedad de una escalada militar entre dos naciones vecinas.

Resumen

Una campaña blindada del EA sobre las fuerzas chilenas en la región magallánica hubiese sido una campaña sangrienta bajo cualquier consideración que se haga. La posibilidad de éxito existía pero no estaba bajo ningún aspecto garantizada. Pasado el tiempo y comparadas los análisis antagónicos de cada lado, queda claro que, desde el punto de vista chileno, muchas alternativas de ataque argentinas hubiesen sido completamente sorpresivas y hasta innovadoras pese a estar en los manuales de doctrina desde la SGM. El esquema defensivo chileno era clásico, hasta diría de libros de tácticas defensivas con hojas amarillentas. Defensa escalonada táctica y fija pero con amplia escasez de recursos, con lo cual eran como ladrillos sin mortero. Y aquí me remito a los mismos comentarios del productor de explosivos mineros devenido en magnate de armas perseguido, el Sr. Cardoen. En una entrevista a un programa de la cadena estatal trasandina, él mismo comenta que fue solicitado sus servicios por las fuerzas armadas para armar minas antitanque dado que el ECh carecía completamente de inventario de las mismas. Es decir, la defensa de Magallanes no iba a estar inundada ni mucho menos de minas AT, tal vez uno de los elementos clave para ralentizar un avance blindado. No lo digo yo, repito. Sin eso, la defensa del Sr. Floody parece un enorme espantapájaros.

Por otro lado, es imprescindible señalar la alarmante sobrevaloración que el organizador de la defensa, el mencionado señor Floody Buxtor, otorgaba a los Carabineros. Esta es, indiscutiblemente, una fuerza de policía civil y fronteriza, y en ninguna circunstancia debería ser considerada una fuerza de combate. Es probable que este señor pretendiera aprovechar su vasto conocimiento como baqueanos de la región o realizando inteligencia con puesteros infiltrados, pero ¿acaso pensaba este oficial de ascendencia británica que con Carabineros iba a enfrentar con éxito un asalto blindado o aerotransportado? ¿Realmente creía Floody que podría confiar su vida y la defensa de Punta Arenas a una fuerza policial militarizada sin ningún antecedente bélico? Peor aún, su único antecedente bélico fue invadiendo territorio argentino en Lago del Desierto. Allí, una patrulla de Carabineros se estacionó por varios días con fusiles SIG, parapetándose en un galpón devenido en retén  defendiendo la posición (standing the ground). No fue necesario citar a La Concepción ni a Pratt: a la primera ráfaga de los gendarmes, que abatieron un militar chileno, todos los carabineros se rindieron. Todos. ¿Esa fuerza era sobre la que se asentaba este majestuoso general? Bajo cualquier análisis, tanto por su funcionalidad como por sus antecedentes, Floody estaba completamente equivocado.

Todos los análisis conducen a una inexorable derrota chilena en donde, en el mejor de los escenarios, se lograría un estancamiento al avance dentro del actual territorio chileno. El daño a la infraestructura local hubiese sido multimillonario y las bajas humanas por decenas de miles. Un escenario, a todas luces, lamentable. Este terror que generó la situación a las fuerzas armadas chilenas, junto con el evento de Malvinas en 1982, moldearía toda la política de defensa de ese país hasta el presente.


Citas

Patricia Arancibia Clavel, Francisco Bulnes Serrano. La escuadra en acción. 1978: el conflicto Chile-Argentina visto a través de sus protagonistas. Santiago, Chile: Catalonia, 2017. ISBN: 978-956-324-298-0


viernes, 19 de diciembre de 2025

G7A: La batalla de Leuthen

 

La importancia de la batalla de Leuthen

War on the Rocks


 

En la nevada tarde del 5 de diciembre de 1757, un granadero prusiano cantó el coro del himno Nun danket alle Gott ("Ahora damos gracias a Dios"), y miles de voces se unieron a él mientras su ejército daba gracias por una de las mayores victorias en el campo de batalla de su rey, Federico el Grande. El ejército acababa de librar una batalla a las afueras de la aldea de Leuthen, en la actual Polonia. Esta escena, famosamente narrada a lo largo de la historia alemana, se convirtió en sinónimo de la destreza guerrera y el genio militar de Federico II de Prusia, así como del auge del estado prusiano.

La batalla de Leuthen fue un momento crucial en la Guerra de los Siete Años y en la historia de Europa Central. Los militares modernos deberían preocuparse por esta batalla, ya que los resultados obtenidos por Federico el Grande en Leuthen ponen de relieve la contingencia y el dinamismo de la guerra. Igualmente importante, Leuthen demuestra los peligros de la especularización: asumir que el enemigo reaccionaría de la misma manera que nosotros en una situación operativa dada. Los oponentes austriacos de Federico observaron las maniobras del rey y las interpretaron desde la perspectiva de lo que harían en el mismo entorno. Los resultados fueron fatales para ellos y forjaron la reputación militar de Federico.

 

Conflicto entre grandes potencias en la Europa del siglo XVIII

A principios de diciembre de 1757, parecía que, al menos en la Europa continental, Prusia y sus aliados habían perdido lo que se conocería como la Guerra de los Siete Años (1756-1763). Una serie de mazazos, asestados a finales del verano por los enemigos franceses y austriacos del rey prusiano Federico II, "el Grande", amenazaron con poner fin a la guerra. Federico había sufrido su primera derrota seria en Kolín en junio, y sus aliados anglo-hannoverianos sufrieron una catástrofe tras la batalla de Hastenbeck en julio. Mientras Federico se había vuelto para enfrentarse a los franceses, sus enemigos austriacos habían establecido una base en su territorio al tomar la fortaleza de Schweidnitz y aplastar al ejército de campaña prusiano en Silesia, en Breslavia, en noviembre.

Los dos últimos acontecimientos fueron especialmente preocupantes para Federico, ya que ambos ocurrieron en el Ducado de Silesia. En Europa Central, la Guerra de los Siete Años se libró por el control de Silesia: un territorio vital en la intersección entre el norte y el sur del Sacro Imperio Romano Germánico (similar en gran medida a Alemania y partes de la Polonia actual). Silesia también era una zona fronteriza de gran importancia económica, situada entre la Europa germanoparlante y la Mancomunidad de Polonia-Lituania, al este. El control de Silesia catapultaría (apenas) el estatus de Prusia a la categoría de grandes potencias europeas, junto con Francia, Austria, Rusia y Gran Bretaña, mientras que una Silesia dominada por Austria garantizaría que Prusia nunca más ascendiera por encima de las filas de las potencias medianas en Alemania, sufriendo un destino similar al de Baviera tras las Guerras de Sucesión Española y Austriaca.

Así, mientras el ejército de Federico II había obtenido una importante victoria en Rossbach el 5 de noviembre sobre los ejércitos francés y del Sacro Imperio Romano Germánico, el futuro de Prusia pendía de un hilo mientras las fuerzas de Federico retrocedían hacia Silesia a finales de noviembre y principios de diciembre de 1757. Si el ejército prusiano ganaba la batalla que se avecinaba, la guerra continuaría, con el destino de Prusia aún en duda. Si el ejército austriaco, más numeroso, que aguardaba a los prusianos de Federico ganaba la batalla, al menos una parte de Silesia permanecería casi con toda seguridad en manos austriacas al final de la guerra.

Flanqueando a los austriacos

Al mover fuerzas entre teatros y reconstituir las fuerzas destrozadas en Breslau el 22 de noviembre, Federico logró reunir una fuerza de poco menos de 40.000 tropas . Su oponente austriaco, el príncipe Carlos de Lorena, tenía entre 50.000 y 55.000 soldados. El vencedor de Breslau (aunque perdedor de muchas otras batallas), el príncipe Carlos mantuvo el mando gracias a su alta cuna. Había sido derrotado repetidamente por Federico en la anterior Guerra de Sucesión Austriaca de 1741 a 1748 (Prusia abandonó la guerra en 1745, pero los combates entre Austria y Francia continuaron hasta 1748), pero su lugar como (doble) cuñado de la archiduquesa austriaca María Teresa lo había mantenido, hasta este punto, aislado de las consecuencias del fracaso.

Federico, probablemente el caudillo real más hábil del siglo XVIII, distaba mucho de ser un comandante impecable , pero había estudiado rigurosamente el arte del generalato durante gran parte de su vida adulta y poseía la capacidad, tanto de jefe de estado como de comandante de campo ( roi-connétable ), de asumir riesgos agresivos que muchos otros generales se negaban a asumir. Estos riesgos obligaron a su veloz ejército a atacar repetidamente a fuerzas enemigas mayores desde direcciones inesperadas: con frecuencia, esto conducía a victorias espectaculares . En ocasiones, a derrotas igualmente espectaculares .

En la mañana del 5 de diciembre, Federico ordenó a su ejército acercarse a la posición austriaca desde Neumarkt, al oeste, y luego flanquearla hacia Lobetinz, al sur. Un débil asalto hacia la aldea de Frobelwitz fijó la atención austriaca en su frente, en el centro de la línea, y entonces el ejército prusiano se desplazó hacia el sur. El movimiento de flanqueo prusiano probablemente fue visible para el ejército austriaco, al menos al principio: ¿Por qué no se movilizaron para hacer frente a esta amenaza? En cada batalla importante de mediados del siglo XVIII, hubo múltiples "casos de combate" o no batallas, en los que un bando se acercaba en formación de batalla, pero tras reconocer la posición enemiga, declinaba atacar y se retiraba. En Leuthen, el príncipe Carlos y su alto mando malinterpretaron fatalmente el objetivo prusiano. Creyeron que Federico se había acercado, decidieron que su posición parcialmente fortificada era demasiado fuerte para atacarla y entonces se desplazaron para amenazar las comunicaciones austriacas con la fortaleza de Schweidnitz, al sur.

El objetivo de Federico no eran las fortalezas ni las líneas de comunicación enemigas, sino el ejército de campaña de su oponente. Como resultado, las fuerzas prusianas desviaron su marcha hacia el sur, de vuelta al oeste, y luego se acercaron al flanco sur (izquierdo) de la posición austriaca, que era una línea orientada al oeste, que se extendía de sur a norte. El ejército prusiano se aproximaba a esa línea desde el sur —para emplear mal una metáfora de táctica naval, « cruzando la T» del ejército austriaco—. Esta maniobra de flanqueo se convirtió en el sello distintivo de la batalla, comúnmente asociada con el arte de la guerra prusiano bajo el reinado de Federico el Grande. La vanguardia prusiana de granaderos y regimientos de élite abrumó rápidamente a las fuerzas aliadas con Austria de Baviera y Wurtemberg en el extremo sur del campo de batalla, cerca del pueblo de Sagschütz.

Lejos de ser una batalla rápida, con un final breve y relativamente pocas bajas como la batalla de Rossbach del mes anterior, Leuthen fue una batalla larga y prolongada. El alto mando austriaco logró desplazar a muchas de las tropas del norte y centro de su línea de batalla a una posición defensiva alrededor del pueblo de Leuthen. Los regimientos de élite prusianos sufrieron bajas al intentar asaltar posiciones defensivas improvisadas, como el cementerio central de Leuthen.

Mientras la infantería de ambos ejércitos disputaba la aldea de Leuthen, las únicas fuerzas importantes no comprometidas eran las alas de caballería de la derecha austriaca y la izquierda prusiana. El comandante de la caballería austriaca, el inspirador Joseph Graf Lucchesi d' Averna, lanzó sus fuerzas al ataque con la esperanza de invadir las posiciones de artillería prusiana en la cresta de Butter-Berg y atacar a la infantería prusiana en torno a Leuthen por el flanco. De haber tenido éxito, este contraataque habría decidido la batalla a favor de los austriacos. Sin embargo, debido a la posición elevada que se interponía, Lucchesi no pudo ver que las unidades de caballería prusiana esperaban para proteger a la infantería. Estos prusianos lograron interceptar y retrasar el avance de los escuadrones de caballería pesada austriaca. Lucchesi fue decapitado por un disparo de bala, y llegaron escuadrones adicionales de caballería prusiana para decidir la situación a su favor. Con la caballería enemiga neutralizada, la infantería prusiana finalmente ganó la contienda por la aldea de Leuthen y expulsó al enemigo del campo de batalla. Federico había obtenido lo que se consideraría, con o sin razón, la mayor victoria de su carrera militar.

La batalla y la guerra

El impacto inmediato de la batalla de Leuthen fue significativo : con un coste aproximado de 6.000 bajas, los prusianos infligieron unas 21.000 bajas a sus oponentes, incluyendo la toma de unos 13.000 prisioneros de guerra. A esta desalentadora cifra hay que añadir las consecuencias de las operaciones de limpieza prusianas en Silesia durante los cinco meses siguientes: casi 20.000 soldados austriacos quedaron varados en Breslavia y se rindieron como prisioneros, y otros 5.000 fueron capturados cuando la fortaleza de Schweidnitz capituló en abril del año siguiente. Por lo tanto, la consecuencia de Leuthen fue la pérdida de casi 50.000 austriacos, la mayoría como prisioneros de guerra.

A pesar de esto, Leuthen no fue una batalla decisiva: no determinó la Guerra de los Siete Años, donde las operaciones de combate se prolongarían cinco años más y la paz finalmente llegaría a principios de 1763. Leuthen sí garantizó que Federico continuara luchando. Las batallas gemelas de Rossbach y Leuthen salvaron a la monarquía prusiana de la destrucción. En su reciente análisis de Leuthen, TG Otte la ha llamado (quizás melodramáticamente) «la segunda fundación de Prusia». Probablemente no se equivoca mucho, ya que sin Leuthen, el reino prusiano no habría sobrevivido para convertirse en una gran potencia.

Es imposible resumir la historia posterior de la Guerra de los Siete Años en un breve ensayo, pero basta con decir que se avecinaban muchas victorias austriacas y derrotas prusianas. Federico seguiría aprendiendo de sus costosos errores, adaptando su arte de la guerra a las necesidades del conflicto. Justo cuando se disponía a rendirse, Isabel Petrovna, emperatriz de Rusia, falleció a principios de 1762. Su muerte le permitió a Federico centrarse en su enemigo austriaco, ganando batallas menores clave al final de la guerra y (una vez más) liberando Silesia del control austriaco. Sin recursos económicos y con sus recursos militares agotados, la archiduquesa María Teresa de Austria se vio obligada a firmar la paz cuando la suerte de la guerra favoreció a sus enemigos prusianos.


Leuthen a través de los años

Como la mayoría de las batallas relacionadas con la vida y la muerte de naciones, la lucha en Leuthen ha pasado por diversas etapas de interpretación. Inmediatamente después, la propaganda prusiana intentó inflar el número de austriacos presentes, de modo que, incluso hoy en día, es frecuente oír afirmaciones de que 65.000 o más soldados austriacos lucharon en la batalla. Un oponente más numeroso hizo que Federico el Grande pareciera un genio militar aún mayor del que merecían sus impresionantes victorias.

Del lado austriaco, la búsqueda de un chivo expiatorio se centró en dos áreas. En primer lugar, las tropas aliadas no austriacas (bávaros y wurtembergianos) desplegadas en la zona del ataque prusiano inicial resultaron ser un blanco fácil para el estamento militar austriaco que buscaba excusas para el desastre. En segundo lugar, el general Lucchesi, quien había muerto al frente de sus tropas en combate, fue rápidamente elegido como un oportunista conveniente para la pérdida. Esto se puede ver en las memorias frecuentemente citadas del príncipe de Ligne, un oficial subalterno del servicio austriaco en la batalla: «Nunca debimos haber escuchado a Lucchesi... los pocos wurtembergianos que no huyeron se rindieron... los bávaros se marcharon pocos minutos después». A pesar de sus esfuerzos por permanecer en el mando, el príncipe Carlos de Lorena no pudo desviar completamente la culpa por el desastre y abandonó el ejército en enero de 1758. Su caída coincidió con el ascenso de una nueva generación de líderes militares austriacos, que infligieron severas derrotas a Federico en los años siguientes de la guerra.

Con el paso del siglo XVIII al XIX, las victorias de Federico se convirtieron en la fuente de un nacionalismo en el norte de Alemania que emergió antes, durante y después de las Guerras Napoleónicas. Tras una posición ambigua en la era posnapoleónica, Federico y Leuthen ocuparon el lugar de un mito fundacional mientras Otto von Bismarck libraba una serie de guerras y allanaba el camino para la unificación de Alemania bajo el liderazgo prusiano en 1864, 1866 y de 1870 a 1871. La batalla, y en particular el canto del himno " Nun danket alle Gott" por las tropas inmediatamente después de la batalla, adquirió un profundo significado espiritual y nacional. Las pinturas de la batalla, las tropas cantando y el rey se generalizaron durante el período del Kaiserreich . Con la entrada y la derrota de Alemania en la Primera Guerra Mundial, Leuthen permaneció en el corazón de la identidad alemana. En las décadas de 1920 y 1930, la Batalla de Leuthen cobró nueva vida en un nuevo medio: el cine. Más de una docena de películas , en las que Federico II fue interpretado casi siempre por el actor Otto Gebühr, intentaron cautivar al público con la era fredericana. Una entrega particularmente patriótica, " Der Choral von Leuthen" , centrada en la batalla, se estrenó cuatro días después de que Adolf Hitler asumiera la cancillería de la República de Weimar. Dado que el recuerdo popular de Leuthen estaba estrechamente vinculado al régimen nazi, las representaciones populares de Federico y Leuthen se volvieron mucho menos frecuentes, incluso y sobre todo en Alemania, tras los horrores del Holocausto y la Segunda Guerra Mundial.

Lecciones de Leuthen

Leuthen sigue siendo un tema relevante para el estudio militar en el siglo XXI. La batalla es un importante recordatorio de la contingencia de los acontecimientos militares. Un notable éxito táctico, Leuthen aportó beneficios estratégicos a Prusia. El gobierno británico, obligado a aceptar la vergonzosa convención de Kloster-Zeven , repudió este acuerdo ante las victorias prusianas y proporcionó a Prusia una sustancial ayuda militar durante el resto del conflicto. Esto impidió que los ejércitos franceses intervinieran decisivamente contra Prusia. El dinero proporcionado por los subsidios británicos permitió a Federico continuar la ardua lucha por la supervivencia que caracterizó la Guerra de los Siete Años después de Leuthen.

Leuthen, entonces, demuestra cómo una victoria inesperada en el campo de batalla puede galvanizar y cambiar las relaciones internacionales y los asuntos diplomáticos: tal vez como el éxito disfrutado por las fuerzas armadas ucranianas en los días inmediatamente posteriores a la invasión rusa a gran escala en 2022. Las historias de heroísmo y estoicismo de un jefe de estado en peligro pueden cambiar la opinión internacional, ya sean Frederick y Leuthen en 1757, o el presidente ucraniano Volodymyr Zelenskyy y el aeropuerto de Hostomel en 2022.

Leuthen también es una poderosa lección de que una victoria, incluso una que parezca decisiva, no siempre conlleva el colapso del enemigo y el fin de la guerra. El público británico se enamoró profundamente de Federico tras las consecuencias de Rossbach y Leuthen, pero poco a poco lo relegó a un lugar de irrelevancia y crítica al no materializarse una victoria rápida. De hecho, una victoria espectacular e inesperada puede generar expectativas de tal manera que la realidad habitual de la guerra de desgaste parezca casi una derrota.

Para los profesionales militares, el combate en Leuthen muestra los peligros de la especulación y la suposición en el pensamiento estratégico. Los profesionales deben ser cautelosos al asumir que "sabemos" lo que el enemigo está haciendo o va a hacer. El alto mando austriaco en Leuthen asumió que su oponente prusiano se desplazaba hacia el sur para amenazar sus comunicaciones con Schweidnitz y obligarlos a abandonar una posición defensiva favorable. Es lo que habrían hecho, por lo que asumieron que Federico también lo haría. Después de la batalla, un oficial austriaco informó que "todos creían que marchaba hacia Schweidnitz". Esta especulación provocó complacencia ante un ataque inesperado.

Finalmente, Leuthen ofrece un espacio para reflexionar sobre el rol del mando. Liberado por su rol como rey de mando, Federico pudo aceptar riesgos prudentes y lanzar operaciones contra oponentes numéricamente superiores en posiciones defensivas. Fue excepcionalmente capaz de superar un problema endémico entre los comandantes de ejército de su época: la cautela y la indecisión. El general austriaco Lucchesi también tomó la iniciativa y aceptó riesgos prudentes al lanzar su contraataque de caballería. A veces, la diferencia entre un comandante al que se elogia durante los siguientes 250 años y uno que es convertido en chivo expiatorio y luego olvidado es tan sutil como la trayectoria imprecisa de una bala de cañón.