viernes, 8 de enero de 2016

Colonialismo: La batalla entre Gran Bretaña y Zanzíbar

La batalla Anglo-Zanzíbar: la guerra más corta de la historia que duró 40 minutos

Miguel Jorge - Gizmodo


La batalla Anglo-Zanzíbar: la guerra más corta de la historia que duró 40 minutos

Lo normal en la historia cuando hablamos de una batalla o una guerra es que como mínimo le lleve a los bandos horas, días, semanas o incluso años y décadas. Este no fue el caso del conflicto militar que libraron Gran Bretaña y Zanzíbar. Se trata de la batalla más corta de la historia con un tiempo récord.

Para hablar de esta guerra inusual habría que situarnos en el contexto de la época. A finales del siglo XIX la costa africana era el lugar donde las grandes potencias europeas se jugaban su “liderazgo”, entendido este como una partida de poder donde aquel que tuviera más territorios conquistados era considerado el bando más fuerte.

No sólo eso, las “colonias” europeas conseguían llevar a los países originales toda la materia prima una vez tenían el territorio africano en su poder. Dos potencias, Gran Bretaña y Alemania, se repartían las zonas en este “tablero”.


Zanzíbar antes del récord




Foto: Wikimedia Commons

Así llegamos a un 25 agostos en Zanzíbar, el que fuera un país en el océano Índico (actualmente parte de Tanzania) había estado bajo el control de los sultanes de Omán desde 1698. Un período, hasta ese 25 de agosto, en el que el Imperio británico había tenido una buena relación con la nación, incluso habían reconocido la soberanía de la isla en 1886.

Tras la muerte del sultán Khalifah ibn Said de Zanzíbar en 1890, Alí ibn Said de Zanzíbar ascendería al trono, dándole aún mayor poder a los británicos declarando Zanzíbar un protectorado británico, además nombró a un primer ministro de las islas para liderar su gabinete, pero sobre todo, los británicos se garantizaron el derecho de veto sobre el futuro nombramiento de sultanes.

Tras Alí llegaría al poder Hamad ibn Thuwaini de Zanzíbar en 1893, el cual mantuvo una gran relación con Gran Bretaña, aunque también hubieron conflictos con los límites y el exceso de control que ejercían los británicos en el país. Por esta razón y para que hubiera cierta paz, Gran Bretaña propuso y autorizó al sultán a crear una guardia de palacio de 1000 hombres. De esta forma tendían la mano y le daban “seguridad” a Hamad.

Muerte de Hamad, comienza el conflicto




Foto: Zanzíbar tras la toma de los británicos. Wikimedia Commons

Un 25 de agosto de 1896 muere el sultán Hamad. Su sucesor legítimo era su sobrino Khalid ibn Barghash, lo que ocurre es que los británicos tenían a otro “elegido” Hamud ibn Muhammad, un hombre supuestamente más dócil para los intereses británicos.

Si bien los ingleses tenían la potestad para decidir al siguiente sultán, Khalid no espero y se auto-proclamó nuevo sultán mudándose al palacio y violando el tratado acordado con Alí. Esta acción tuvo su rápida respuesta a través del cónsul Basil Cave y el general Mathews, quienes intentaron dialogar con Khalid para evitar un conflicto.

El autopro-clamado nuevo sultán ignoró las advertencias y juntó a sus tropas alrededor del Palacio bajo el mando del capitán Saleh, de la guardia de palacio. Ese mismo día se calcula que Khalid contaba con alrededor de 2.800 hombres armados con fusiles y mosquetes junto a artillería que apuntaba a los navíos británicos que se encontraban en el puerto.



Foto: Situación durante el conflicto. Wikimedia Commons

Por su parte los británicos, de la mano de Mathews y Cave, comienzan a organizarse. A los navíos con los que ya contaban en el puerto se van sumando marineros y fusileros de otros barcos. Luego se unirían el crucero protegido de clase Pearl HMS Philomel y el cañonero HMS Thrus. Durante el día entero los británicos intentaron hablar con Khalid sin éxito.

Al día siguiente, el 26 de agosto, llegaría el crucero HMS Racoon (tras el Thrush y el Sparrow), más tarde sería el crucero protegido de clase Edgar HMS St George. El contingente era evidentemente de 1000 contra 1, pero aún así Khalid seguía obviando los intentos de tregua. Al final de este día llegaría un telegrama que instaba al ejército británico a adoptar las medidas necesarias si el 27 de agosto (al día siguiente) a las 9:00 de la mañana Khalid no abandonaba el palacio.

Principio y fin de la guerra más corta de la historia



Foto: El palacio tras el bombardeo. Wikimedia Commons

Llegados al 27 de agosto, una hora antes de que finalizase el ultimátum, a las 8:00 el cónsul le envía a Khalid un mensaje donde le explica que si no se ajusta a los términos del ultimátum responderían. El autoproclamado cónsul hace oído sordos y comunica que no cree que les vayan a atacar.

Con exactitud británica (nunca mejor dicho), a las 9:00 en punto el general Mathews da la orden a los navíos para que inicien los bombardeos. Los primeros disparos (sobre las 9:02) dejan muy tocado las barricadas y los cañones árabes en poder de Khalid. Se piensa, aunque hay varias versiones, que tras iniciarse los primeros disparos por parte de los británicos, Khalid huyó con todos los líderes árabes, dejando a su guardia y esclavos solos ante el ataque británico.

A las 9:40 cesa el bombardeo con el palacio en llamas y toda la artillería de Khalid silenciada junto a la bandera derrumbada. El combate acaba y los británicos toman la ciudad y el palacio. Cuando llega la tarde Hamud ibn Mohammed de Zanzíbar, el preferido de los británicos, sube al trono como sultán, aunque con muy pocos poderes.

Resultados y estadísticas de una guerra récord



Foto: El palacio. Wikimedia Commons

Se calcula que la armada británica disparó cerca de 500 bombas, más de 4.000 cartuchos de ametralladoras y 1000 cartuchos de rifles durante la contienda en esos 40 minutos de guerra. Murieron alrededor de 500 hombres de Khalid, por el contrario la historia sólo tiene constancia de un herido grave por el bando británico. En cuanto a Khalid, tras huir del Palacio buscó refugio en el consulado alemán donde estuvo un largo período, ya que los alemanes no aceptaron la extradición.

Finalmente y en cuanto a la batalla en sí, los historiadores hablan de ella como la más corta de la historia, aunque existen pequeñas variaciones sobre su duración exacta variando entre 38, 40 y 45 minutos. Los que apuntan a 38 minutos dan por válida como el inicio los primeros disparos a las 9:02, mientras que los que apuntan a 40 minutos lo hacen dando por válido el inicio con la orden del general Mathews. Por último, los que apuntan a 45 minutos indican que existieron 5 minutos más de guerra que no se contabilizaron.

jueves, 7 de enero de 2016

Escocia: La carga highlander en la rebelión jacobita de 1745

La imparable carga de los Highlanders - Acorralado en el levantamiento jacobita de 1745



Charles Edward Stuart aterrizó en una pequeña isla frente a la costa noroeste de Escocia, con otras siete personas, en julio del año 1745. Fue recibido por un grupo pequeño del clan MacDonald y comenzó a moverse hacia el sur y el este.

Él reunió a los clanes de su bandera mientras viajaba. En septiembre, se había ocupado de Edimburgo y se disponía a marchar hacia el sur a la cabeza de un ejército cada vez mayor.

Su queja era una vieja. Había sido agravio de su padre, y su padre antes que él. A los ojos de Carlos, la corona de Escocia, Inglaterra e Irlanda (como lo era entonces) era su derecho de nacimiento, de una larga lista de padres a hijos durante cientos de años. Su padre había luchado para recuperar esta corona, y así, cuando llegó su tiempo, ¿verdad. Se vio a sí mismo y su padre como reyes en el exilio. La religión y la política se habían utilizado para deponer a su abuelo, y él debe haber sentido, como muchos lo hacen a menudo, que su causa - la causa jacobita - era a la vez santa y justa.

Había lealtad todavía en los clanes escoceses, tanto a la antigua Casa de Stuart y de la religión de los antiguos reyes. Muchos Clansmen sentían agravio de Carlos y de buen grado lanzaron su peso detrás de él. En septiembre del '45 Charles estaba al mando de un ejército, al menos, dos mil hombres, compuesto por hombres de siete clanes altiplano diferentes.

Ocuparon Edimburgo el 16 de septiembre, después de que el hombre a cargo de las fuerzas del gobierno, el general Sir John Cope, se había retirado con sus tropas desorganizadas y sin experiencia. Sir John estaba en una especie de situación difícil, la mayor parte del ejército real de estar en Francia en ese momento, y él estaba inicialmente dispuesto a enfrentarse a los montañeses en la batalla. Sir John y Charles jugaron gato y el ratón durante algunos días, hasta que finalmente se conocieron en Prestonpans, al oeste de Edimburgo y cerca del mar, el 21 de septiembre.

Era totalmente oscuro. Por debajo de ellos, los jacobitas podía ver los fuegos que queman a lo largo de la parte delantera del general del ejército de Cope. Joven Sir John no era tonto. Él temía un ataque sorpresa en la noche, por lo que tuvo incendios provocados y se coloca a muchos hombres en el frente de su ejército para advertir de cualquier avance desde el lado jacobita. Él había añadido a su ejército y su fuerza ahora superados en número Charles 'por algunos pocos cientos de hombres. Había dragones-carabina armados en sus flancos izquierdo y derecho. Su principal línea de batalla estaba formado por cuatro regimientos armados de fusil de pie, con las pocas piezas de artillería tripulada mal que había podido reunir a reforzar el centro.


En ese momento de la historia, el cañón y el mosquete habían hecho mucho su marca sobre la guerra. El poder de las piezas de artillería y fuego de mosquete dictado la armadura de cuerpo del viejo mundo casi inútil, y en muchos casos, la bayoneta había reemplazado a la espada como el arma principal para la infantería. Este fue ciertamente el caso de las tropas del gobierno en 1745, pero los jacobitas todavía estaban armados en un estilo antiguo.


Un soldado y un cabo de un regimiento de montaña, alrededor del año 1744. El Highland unidades del ejército jacobita habría puesto algo muy similar a la ilustrada, en particular el de la tela escocesa con cinturón privado. (Wikipdia)


Tenían mosquetes y pistolas en abundancia, por supuesto, pero el arma de la firma del Highlander era todavía una recta, espada fina, con una sola mano con una empuñadura cesta, acompañado de una ronda, tachonado pantalla de luz de madera y cuero. Llevaban poco armadura, excepto tal vez un poco de cuero en el torso, y se fueron a la batalla con las piernas desnudas, con faldas escocesas de lana pesados ​​alrededor de sus cinturas. Ellos eran tranquilas y movimiento rápido, resistente, fiero y orgulloso.

Charles les había ataviado con dos líneas. Él llevó a cabo la tierra alta, pero sus oficiales le ofreció pocas esperanzas si quería enviar sus tropas armadas espada en una carga frontal contra la Cope línea. Había una gran zanja para cruzar, y pantanos húmedos, profundo y frío. Las pérdidas serían pesado. Por otro lado, Charles era reacio a permitir la posibilidad de que Cope fuerzas dándole el deslizamiento en la noche y estaba decidido a dar la batalla antes de que eso suceda.

Había un joven entre sus oficiales, un hombre de la localidad, el hijo de un granjero. Conocía bien la zona y habló convincentemente de un pase a través del pantano que se podría utilizar para llevar Charles 'ronda ejército cerca flanco derecho de Cope. Scouts fueron enviados a investigar, y pronto regresaron llevando la noticia de que el camino estaba sin vigilancia.

Sin demora, 500 hombres fueron enviados a custodiar de Cope única línea de escape, la carretera desierta al oeste del campo de batalla. Entonces el ejército comenzó a moverse. Una bruma húmeda empezó a arrastrarse por el suelo bajo, y era muy frío. El ejército jacobita se posicionó en el flanco derecho de las tropas gubernamentales, que, pensando que iban a ser atacados directamente, lograron una rueda media hacia su enemigo. Pero Charles no le dio la orden de atacar.


Detalle de la Prestonpans Tapestry, una representación moderna de la batalla. Fuente: STV

Sus hombres del clan estaban de muy buen humor, y con ganas de participar, pero era cauteloso de la oscuridad. Los montañeses podría derrotar a sus enemigos con una carga feroz, pero podía confiar en ellos para mantener el orden después de que el compromiso? Él no pensó, y si, en la oscuridad y la confusión, Sir John Cope reunió a sus tropas y atacó, a su vez, los resultados para Charles podría ser desastroso.

Un mensajero llegó. Parecía que el grupo que había sido enviado para proteger la ruta de escape de Sir John había reunido con la fuerza principal, dejando el camino sin vigilancia. Charles estaba disgustado por esto, y teme la fuga de su enemigo de regreso a Edimburgo, pero él dio la orden de estar tranquilo y esperar.

Se quedó con la moral alta y bien pegado en el suelo empapado con sus oficiales, alrededor de medio kilómetro de las tropas del gobierno. Los dos ejércitos se esperaban.

En la hora oscura antes del amanecer, Charles comenzó su avance secreto. Bajo el amparo de la oscuridad, el silencio y la niebla de la recopilación, el ejército jacobita se adelantó en tres columnas a lo largo del camino que el joven oficial local había señalado a su atención. Pasaron los pantanos profunda sin incidentes, y las dos primeras columnas se encontraron yacía oculto, a menos de cincuenta yardas del enemigo. Amanecer comenzó a romper en el cielo claro, y de inmediato comenzó a moverse.

Las columnas de la izquierda, ya la derecha de los Highlanders marcharon hacia adelante rápidamente. El centro se apresuró atrás. Las tropas del gobierno intentaron un turno. La columna de la derecha acusado de un rugido hacia la artillería, cuyos tripulantes huyeron despavoridos ante la vista de ellos. Los oficiales a cargo de las piezas de cañón mantuvieron su posición y dejar que fuera una salva ensordecedor. El hedor de polvo llenó el aire de la mañana como dragones y línea de infantería a la derecha disparó a través de la niebla en el cargo aterrador.

La embestida Highland desaceleró el tiempo suficiente para devolver el fuego a los Dragones, y luego tiró sus mosquetes cuando se reunieron velocidad. Hubo un anillo y ruido, y el acero de sus espadas brilló a través de la bruma de la niebla y el humo. Sir John Cope del flanco derecho comenzó a derrumbarse. El Dragones dio la vuelta y huyó. Los montañeses soltó un gran grito, y la infantería gobierno deje llevar por el impacto de la carga, vaciló, luego se rompió.


La línea se arrugó. Los Dragones y la infantería en el flanco izquierdo de Sir John disparó antes de tiempo, y luego se volvieron y huyeron antes de la segunda columna de Charles 'podría llegar a ellos. La derrota fue total y Sir John vio con horror como los montañeses limpió el resto de sus tropas a la luz reunión mañana. General Cope mismo se mantuvieron firmes con un pequeño número de sus oficiales que lo rodeaban.

En ese momento, todo el orden se había derrumbado en las filas jacobitas, y los montañeses corrió de aquí para allá, matando a voluntad. Ellos hicieron un breve soporte por un árbol de la espina a la vista de la carretera, pero se dieron por vencidos después de perder dos de sus grupos pequeños para una andanada de disparos de pistola de un nudo del enemigo. De nuevo en la carretera, Cope reunido unos 200 de sus enrutados hombres a su alrededor y se habría dado vuelta y luchó hasta el final, pero el resto de su fuerza destrozada quemarropa para luchar negó. Sir John Cope volvió los pocos hombres que quedaban e hizo velozmente.

De los más de 2.300 hombres desplegados en el lado del Gobierno, solamente 170 sobrevivieron a la furia de los montañeses. Los jacobitas reportaron menos de 200 víctimas. Es un testimonio de su ferocidad, y la capacidad táctica de los oficiales de Charles, que el compromiso real había terminado en menos de un cuarto de hora. La victoria fue tan completa que cuando los jacobitas vino sobre el campamento de equipaje del ejército del Gobierno, sus guardias se rindieron de inmediato, y Charles dio un valioso premio de armas, municiones, alimentos y artículos diversos, y £ 5000 en oro.
Jacobitas


La batalla fue un gran impulso a la causa jacobita, y el ejército de Carlos continuó creciendo y avanzando por algunos meses hasta que el compromiso desastroso en Culloden en abril del año siguiente. En Culloden, como es bien sabido, el ejército de Charles Edward Stuart fue completamente derrotado, y la rebelión había terminado. Luego pasó a vivir una vida de colores en el exilio en Francia, y después en Roma, donde murió en 1788.

Sus restos son hoy enterrado en la cripta de la Basílica de San Pedro en el Vaticano.

Por Barney Higgins para la Guerra Historia Online

War History Online

miércoles, 6 de enero de 2016

SGM: La ejecución de Anton Dostler

General nazi Anton Dostler está atado a una estaca antes de ser ejecutado por matar a 15 hombres del OSS


The Vintage News

El 22 de marzo de 1944, quince soldados del Ejército de Estados Unidos, entre ellos dos oficiales, desembarcaron en la costa italiana a unos 15 kilómetros al norte de La Spezia, a 400 km (250 millas) detrás del frente y luego establecido, como parte de la Operación Ginny II. Todos estaban adecuadamente vestidos con el uniforme de campo del ejército de Estados Unidos y no llevaban ropa civil. Su objetivo fue demoler un túnel en Framura en la línea de ferrocarril importante entre La Spezia y Génova. Dos días más tarde, el grupo fue capturado por un grupo de soldados y miembros de la Heer alemán fascistas italianos. Fueron llevados a La Spezia, donde fueron confinados cerca de la sede de la 135ª Brigada de la fortaleza, que estaba bajo el mando del coronel alemán Almers. El mando inmediato, superior fue el de la 75a Cuerpo de Ejército, comandado por Dostler.

Los soldados estadounidenses capturados fueron interrogados y uno de los oficiales estadounidenses revelaron la historia de la misión. La información, incluyendo que se trataba de una incursión de un comando, fue enviado a Dostler en el Cuerpo de Ejército 75a. Al día siguiente (25 de marzo), Dostler informó a su superior, el mariscal de campo Albert Kesselring, comandante general de las fuerzas alemanas en Italia, acerca de los comandos estadounidenses capturados y le preguntó qué hacer con ellos. De acuerdo con el oficial ayudante de Dostler, Kesselring respondió ordenando la ejecución. Más tarde ese día, Dostler envió un telegrama a la 135a Brigada Fortaleza ordenando que se ejecutarán los soldados capturados. Esta orden fue una implementación del secreto Comando Orden de 1942 de Hitler que exigía la inmediata ejecución sin juicio de comandos y saboteadores. Oficiales alemanes en la 135a Brigada Fortaleza contacto Dostler en un intento de lograr un retraso de su ejecución. Dostler entonces envió otro telegrama ordenando Almers para llevar a cabo la ejecución. Dos últimos intentos fueron hechos por los oficiales en la 135a para detener la ejecución, incluyendo algunos por teléfono, porque sabían que la ejecución de prisioneros uniformados de guerra era una violación directa de la Convención de Ginebra de 1929 sobre prisioneros de guerra. Estos esfuerzos no tuvieron éxito y los quince estadounidenses fueron ejecutados en la mañana del 26 de marzo de 1944, en Punta Bianca sur de La Spezia, en el municipio de Ameglia. Sus cuerpos fueron enterrados en una fosa común que luego fue camuflado. Alexander zu Dohna-Schlobitten, un miembro del personal de Dostler que no tenía conocimiento del Comando Orden secreta y que se había negado a firmar la orden de ejecución, fue despedido de la Wehrmacht por insubordinación.
Trial, ejecución y notoriedad
Dostler convirtió en un prisionero de los americanos el 8 de mayo 1945 y fue puesto ante un tribunal militar en la sede del Comandante Supremo Aliado, el Palacio Real de Caserta, el 8 de octubre de 1945. [4] En el primer ensayo de guerra aliado, fue acusado de llevar a cabo una orden ilegal. En su defensa, sostuvo que él no había dado la orden, pero sólo había pasado a lo largo de un fin de Coronel Almers del mando supremo, y que la ejecución de los hombres OSS fue una represalia legal. La súplica de Dostler del Orden Superior falló debido a ordenar la ejecución, que había actuado por su cuenta fuera de la orden del Führer. La comisión militar también rechazó su petición, declarando que la ejecución de Dostler de soldados estadounidenses estaba en violación del artículo 2 de la Convención de Ginebra de 1929 sobre prisioneros de guerra, que prohíbe los actos de represalias contra los prisioneros de guerra. La comisión señaló que "Ningún soldado, y menos aún un comandante general, se puede escuchar decir que él consideraba el tiroteo resumen de los prisioneros de guerra legítima, incluso como represalia."


Anton Dostler a juicio en 1945 - en el Palacio de Caserta, en Italia. Su intérprete es Albert O. Hirschmann.

Bajo la Convención de La Haya de 1907 sobre la guerra terrestre, que era legal para ejecutar espías y saboteadores disfrazados de civil o uniformes enemigos, pero excluye los que fueron capturados en adecuadas soldados uniforms.Since de quince estadounidenses estaban vestidos adecuadamente con uniformes estadounidenses tras las líneas enemigas y no disfrazados en la ropa o uniformes enemigos civil, fueron no ser tratadas como espías, pero los prisioneros de guerra, que Dostler violó.

El ensayo encontró general Dostler culpable de crímenes de guerra, rechazando la defensa de las órdenes superiores. Fue condenado a muerte y ejecutado por un pelotón de fusilamiento el 12 hombre en 0800 horas el 1 de diciembre de 1945 en Aversa. La ejecución fue fotografiado en fijas y películas cámaras en blanco y negro. Inmediatamente después de la ejecución del cuerpo del Dostler fue levantada en una camilla, envuelto dentro de una funda de colchón de algodón blanco y expulsados ​​en un camión del ejército. Sus restos fueron enterrados posteriormente en Grave 93/95 de la Sección H en cementerio de la guerra Pomezia alemán.

Muchas personas que participan en los pelotones de fusilamiento erran intencionalmente su objetivo, ya que no quieren ser el responsable de la muerte de los individuos. Muchas veces, ellos ni siquiera aspiran a pegarle a zonas no vitales del cuerpo por las mismas razones, a sabiendas de que la persona que iba a morir sin tener en cuenta, y no querían matada con tiro consciente. Otra razón es que una gran cantidad de soldados sienten que es inmoral ejecutar a un prisionero indefenso o capturado, a pesar de los crímenes de la persona haya cometido. Esto es por qué hay tanta gente utilizados en un pelotón de fusilamiento. Para asegurar una muerte rápida. El menor número de participantes, es más probable es que cause trauma mental de los hombres armados. Hay algo sobre el alivio de saber que otros están allí para compartir la carga de tener que acaba de tomar una vida. Está relacionado con la difusión de la responsabilidad.

Un método usado para aliviar esa carga es tener algunas de las armas cargadas con balas de fogueo, por lo que ninguno de los participantes están absolutamente seguros de que son responsables de la muerte. Aunque la carga de un arma con una bala de fogueo no alivia los tiradores de un sentido de responsabilidad. La persona que tiene la de fogueo sabe quién disparó el espacio en blanco, debido a la diferencia noche y día en el retroceso sentido. Los balas de fogueo no crean retroceso ya que no hay masa en frente de la carga propulsora. El propósito de la carga de una munición de fogueo es para que ninguno de los otros soldados en el pelotón sepan que uno de ellos tenía el fogueo en su rifle. Esto crea un sentido común de saber que al menos uno de los tiradores no formó parte de la ejecución, pero no se sabe quién, excepto para el hombre con el fogueo cargado en su rifle, lo que permite cualquiera de ellos para aliviar psicológicamente a sí mismos de toda culpa que puedan tener, ya que por lo que saben que sus compañeros; que no dispararon un tiro letal.

lunes, 4 de enero de 2016

Guerra Antisubversiva: El asalto a la imprenta montonera de La Plata

La trágica noche en que desapareció la nieta de Chicha Mariani
Clara Anahí Teruggi, la nieta de una de las fundadoras de Abuelas de Plaza de Mayo, fue secuestrada durante la dictadura cuando tenía tres meses de vida.



 La residencia familiar, ubicada al 1134 de la calle 30, entre 55 y 56, de La Plata.

Clara Anahí Teruggi es la nieta de María Isabel "Chicha" Chorobik de Mariani, una de las fundadoras de Abuelas de Plaza de Mayo. La joven fue encontrada tras 39 años de búsqueda en localidad cordobesa de Marcos Juárez y se convirtió en el caso 120 de niños recuperados.

Hija de Daniel Mariani y Diana Teruggi, Clara fue secuestrada el 24 de noviembre de 1976 por un grupo parapolicial que atacó la residencia familiar, ubicada al 1134 de la calle 30, entre 55 y 56, de La Plata. Allí funcionaba una imprenta clandestina de la organización Montoneros, por lo que la vivienda fue bombardeada bajo las órdenes de Miguel Etchecolat

Cuando empezó el operativo alrededor de las 13.45 horas, en la vivienda se encontraban Diana con su hija y cuatro compañeros de militancia: Daniel Mendiburu Eliçabe (25 años), Roberto César Porfidio (31), Juan Carlos Peiris (28) y Alberto Oscar Bossio (34). El Ejército tiró bombas de fósforo para destruir la propiedad por cuatro horas, hasta que todos los ocupantes fallecieron, aunque milagrosamente la beba sobrevivió.

El padre de Clara, Daniel Mariani, se había marchado al reparto por lo que no fue víctima de esa masacre. Menos de un año más tarde, el 1 de agosto de 1977, fue asesinado por fuerzas de seguridad en el cruce de las calles 132 y 35 en La Plata.

El día del ataque Mariani tampoco no se encontraba en la casa y, aunque el represor Miguel Etchecolatz, condenado a cadena perpetua por crímenes de lesa humanidad, aseguró que la menor de edad murió carbonizada durante la mascare, la fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo no lo creyó y jamás dejó de buscarla.

Perfil

domingo, 3 de enero de 2016

Chile: Conscriptos chilenos confiesan crímenes de la dictadura de Pinochet

Conscriptos chilenos rompen el silencio y cuentan las atrocidades de la dictadura
El régimen de Pinochet
Clarín
Empiezan a surgir casos de reclutas, confesando sus crímenes en medios de comunicación. Sería la llave que permita saber dónde están cientos de desaparecidos. Mirá lo que cuentan.


Un cartel contra el fallecido Augusto Pinochet yace en el piso tras una manifestación en Santiago, Chile./ AP


Un conscripto chileno confesó que ejecutó a 10 personas de un tiro en la cabeza y que luego dinamitó sus cuerpos para no dejar rastro de su existencia. Otro dijo que la patrulla militar a la que pertenecía roció con gasolina a dos adolescentes y los quemó vivos.

Ambas confesiones, hechas públicamente este año, tienen a los chilenos sorprendidos con los detalles de los crímenes cometidos durante la sangrienta dictadura (1973-1990) que cambió la historia de Chile. Grupos de derechos humanos y familiares de las víctimas creen que las confesiones indican la existencia de pacto de silencio entre los militares sobre muchas de las atrocidades cometidas durante el gobierno del general Augusto Pinochet, y que finalmente pueden salir a la luz pública.


Conscriptos chilenos rompen el silencio y cuentan las atrocidades de la dictadura./ AP

"Siento que por fin se está rompiendo porque los criminales ya no aguantan más'', dijo a The Associated Press, Verónica de Negri, madre del joven Rodrigo Rojas, que murió quemado vivo en 1986, cuando tenía 19 años. "Fíjate en el último, quienes realmente están rompiendo son todos hombres jóvenes que fueron obligados a cometer crímenes. Van a seguir cayendo, esto es como un dominó''.

Durante casi tres décadas, muchos de los autores de estas matanzas y masacres han gozado de impunidad. Pero después de que un ex soldado testificara sobre el asesinato de Rojas, en julio pasado, un juez acusó a siete ex militares del crimen en el que también resultó gravemente quemada Carmen Quintana, entonces adolescente.


Conscriptos chilenos rompen el silencio y cuentan las atrocidades de la dictadura./ AP

La última y sorpresiva confesión llegó a principios de diciembre: sucedió durante un programa de radio que, por lo general, se centra en anécdotas personales, algunas humorísticas, otras sobre asuntos del corazón y unas más de un talante más grave.

Al aire y haciéndose llamar simplemente ``Alberto'', un conscripto llamó y dijo que quería contarle a la audiencia su historia de amor. Pero, a renglón seguido, narró una historia mucho más oscura. Dijo que era veterano del Ejército y que se llevó a varias personas al desierto, les disparó en la cabeza y les voló los cuerpos a punta de dinamita.

``Yo participaba de una misión especial y llevábamos a varios de estos tipos a la pampa (el desierto), les pegábamos un balazo en la cabeza, dinamita, y `paf' no quedaba ni la sombra'', dijo quien luego fue identificado como el recluta Guillermo Reyes Rammsy, ahora de 62 años, al programa `Chacotero sentimental', de radio Corazón. ``Ni siquiera su sombra se quedó''.


Una manifestación con actores que simulan sesiones de tortura durante la dictadura, en Santiago, Chile. / AP

En su testimonio radial, que se extendió por 25 minutos, dijo que tras el golpe militar de 1973 se convirtió en francotirador y que cumplía órdenes superiores y admitió al menos 18 asesinatos.

También reconoció que aunque recibía órdenes, le quedó gustando eso de matar.

``Uno actuaba por maldad y después cachabas (entendías) que te gustaba y te volvías loco'', dijo. ``Luchabas contra ese sentimiento''.

Días después de revelar el secreto con el que vivió durante 42 años, Reyes fue detenido por orden del juez Mario Carroza, que sólo investiga crímenes de lesa humanidad, quien lo mantiene bajo arresto domiciliario. La AP intentó contactar a Reyes Rammsy pero no fue posible.

El psicólogo Giorgio Agostini dice que después de tanto tiempo hay ``personas que están con un sentimiento complicado de culpa, y quieran de alguna manera liberarse, y el hecho de hablarlo, y en este caso de hacerlo público, les provoque una liberación''.

Muchos conscriptos están dispuestos a contar las atrocidades en las que participaron cuando tenían unos 18 años y cómo el ejército chileno, que los reclutó obligatoriamente, se transformó en una fuerza de ocupación y exterminio al mando de Pinochet.

También podrían convertirse en la llave para abrir la puerta que permita saber dónde están cientos de desaparecidos, y darían los nombres de los oficiales que participaron u ordenaron los crímenes, dijo a la AP Fernando Mellado, líder de un grupo organizado de conscriptos.

Los familiares de las víctimas de la dictadura también esperan que otros reclutas hablen mientras que activistas de derechos humanos critican lo que consideran una inefectiva acción del gobierno de Michelle Bachelet en el esclarecimiento de las violaciones a los derechos humanos.

El gobierno respondió en diciembre con la creación de la Subsecretaría de Derechos Humanos, que entre sus tareas tendrá el establecer políticas públicas sobre las víctimas de la dictadura.

Pero la madre de Rojas, cuyo hijo murió incinerado, dijo que cuando descubrió en una estación del metro de Santiago un mural en homenaje a los jóvenes quemados, concluyó que el gobierno ``no quiere... no tiene la más mínima intención de hacer justicia''.

Otro camino alternativo está en manos de la justicia, que podría aceptar el ofrecimiento de los conscriptos de decir la verdad a cambio de sentencias cortas que puedan cumplirse en libertad, como las que han disfrutado centenares de militares.

"Hoy día hay gente que está dispuesta a hablar, pero cuál es el temor, justamente lo que le pasó a Guillermo Reyes'', dijo Medallo en referencia al conscripto que confesó en la radio.

``Si el Estado me libera de responsabilidad... yo creo que lo vamos a hacer (hablar) sin ningún problema, porque los responsables no somos nosotros'', añadió Mellado. Cuando el golpe de estado ocurrió ``éramos niños que fuimos brutalmente avasallados, para simplemente convertirnos en autómatas y hacer lo que se nos ordenaba''.

Pero los conscriptos, además, alegan que son víctimas de militares de alto rango.

``Al clase (cabo, sargentos, suboficiales) los dejaban a cargo de las dos o tres compañías (del regimiento de telecomunicaciones) el fin de semana... (militares de alto rango) se curaban, se mimetizaban, se pintaban las caras con corchos y asaltaban la cuadra'', dijo Medallo. ``Se metían por las ventanas, con pistola en mano, se iban donde los más chicos, les ponían las pistolas en la cabeza y los violaban''.

Las atrocidades relatadas por el líder de los soldados y uno de los pocos que logró recuperarse y estudiar una carrera universitaria, parecen ser infinitas.

Durante 13 años los conscriptos, organizados como grupo de hecho, tocaron sin éxito las puertas de los Ministerios de Defensa, del Interior, de parlamentarios y hasta de autoridades eclesiásticas, pidiendo contar la verdad para luego pedir la reparación a las violaciones a los derechos humanos de las que dicen que fueron víctimas mientras cumplían su servicio militar.

``Se nos negó toda posibilidad de reparación, nos dijeron que estaba prescrito'', dijo Mellado, quien precisó que a comienzos de 2014 se convirtieron en una corporación con existencia legal y demandaron por denegación de justicia al Estado de Chile ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA. Hasta el momento representan a unos 10.000 ex conscriptos, y cada día inscriben a más personas.

A la Comisión le pidieron que investigue la muerte de unos 4.000 soldados y de un número similar que quedó inválido por ``desobedecer órdenes'' superiores, muchas de las cuales incluían, según Medallo, reprimir, matar y desaparecer a opositores izquierdistas.

De los 400.000 reclutas que sirvieron en 1973 y los años siguientes, muchos ahora son alcohólicos, drogadictos, se divorciaron o maltrataron a sus hijos y varios sobreviven en las calles, según Medallo. Pero no hay cifras oficiales sobre el tema.

``Todas las personas que hicimos la conscripción estamos tan dañados, tanto física como sicológicamente, por lo tanto yo no acepto que alguien me apunte con el dedo y me diga que soy un victimario'', agregó.

La dictadura dejó un saldo oficial de 40.018 víctimas, incluidos 3.095 izquierdistas asesinados y más de 1.200 desaparecidos. En 25 años de democracia el Servicio Médico Legal chileno apenas ha identificado los restos de 166 personas. Si el pacto de silencio se rompe, más de un millar de familias podrían saber qué pasó a sus parientes.


Una mujer lleva una flor durante una manifestación frente a la Moneda, en ocasión de un nuevo aniversario del golpe en Chile. / Archivo. AP

La analista política y socióloga Marta Lagos dijo a la AP que ``a Chile le haría muy bien darle impunidad a 20 conscriptos selectos a cambio de la información... si me entregan el mapa y los lugares, y los hechos, me la compró (aceptó) en un día. Juicio abreviado, pena remitida o las prescripciones''.

Los llamados pactos de silencio no existen, según las Fuerzas Armadas. ``Jamás en la institución, en mis 44 años, supe de pactos de silencio en ninguna materia'', dijo el ex Vicecomandante en Jefe del Ejército, el general retirado Guillermo Garín.

Garín, muy cercano a Pinochet, dijo que el general ``estaba ocupado en gobernar al país, no en temas de lucha antisubversiva y contra organismos clandestinos'', aseveró.


Dictador Augusto Pinochet./ AP

Sin embargo, según documentos desclasificados por la administración estadounidense, indican que Pinochet sí sabía de la muerte de Rojas y que ocultó el papel de los militares en su muerte.

Cables del Departamento de Estado, desclasificados en 1986, citan una fuente de la policía nacional de Chile quien dijo que un informe sobre el ataque le fue presentado a Pinochet, quien se negó a aceptarlo y rechazó el pedido de una investigación.

En cambio, Pinochet acusó a Rojas y Quintana de ser terroristas que planeaban usar la gasolina en contra de las barricadas militares y que accidentalmente la patearon y se quemaron.

El Programa de Derechos Humanos del Ministerio del Interior informó que a primero de diciembre 1.373 antiguos y actuales oficiales del ejército enfrentaron juicio, de los que 344 fueron condenados de manera definitiva y sólo 163 recibieron una pena de presidio efectivo.

Los 181 restantes recibieron condenas alternativas, porque los jueces consideraron el tiempo transcurrido desde el crimen, y redujeron sus sentencias. Sólo 117 están encarcelados.

El magistrado Sergio Muñoz, coordinador de los jueces que llevan causas por violaciones de los derechos humanos, ha dicho a la AP que los tribunales han abierto procesos en el 100% de los casos relacionados con muertes y desaparecimientos.

A la fecha, hay 1.048 causas abiertas por 1.762 desaparecidos y ejecutados y aunque muchos procesos concluyen en condenas, en la inmensa mayoría los militares no dice qué hicieron con los asesinados.

Para las familias, se trata de una lucha contra el tiempo porque tanto ellos como los victimarios se encuentran en edad avanzada.

(Fuente: AP)

sábado, 2 de enero de 2016

Libia: La vida de lujo y tortura del hijo de Khadafi

Las fotos del hijo de Muammar Khadafi que revelan torturas y una vida de lujo
Las imágenes de Hannibal, el hijo menor del dictador libio, revelaron la doble vida que llevaba la familia gobernante. Una familia con costumbres de realeza y su obsesión por los secuestros ilegales de sus opositores. IMÁGENES EXPLÍCITAS
Infobae



Hannibal Khadafi junto a su esposa Aline Skaf, ex modelo de lenceríaHannibal Khadafi junto a su esposa Aline Skaf, ex modelo de lencería Un iPad cuyo propietario era Hannibal Khadafi muestra los extremos de la doble vida de la familia del dictador libio. El menor de los hijos de Muammar Khadafi tenía en su poder miles de fotos de sus costumbres de lujo y exceso. La vida de Hannibal –tanto pública como privada– estuvo impregnada por denuncias de violencia doméstica, abusos, tortura y secuestros. Ese tipo de costumbres están retratadas en las cientos y cientos de imágenes que fueron descubiertas en las últimas horas.

El menor de los Khadafi fue sacado del país luego de la revuelta que terminó con el régimen de su padre en 2011. El pasado 11 de diciembre fue secuestrado en el límite entre el Líbano y Siria. Las imágenes fueron publicadas hoy por el diario inglés DailyMail. Actualmente, Hannibal está bajo custodia de las autoridades libanesas, en conexión con la desaparición en 1978 de un clérigo chiita en Libia.

Los retratos muestran no sólo los lujos que el hombre de 40 años compartía con sus familiares, sino también a cientos de prisioneros libios siendo torturados. En las imágenes puede verse cómo a algunos de ellos les suministran descargas eléctricas o los golpean con látigos y los patean mientras los mantienen con los ojos vendados.

La tablet de Apple propiedad de Khadafi fue secuestrada en momentos en que se producía la revuelta en Libia. La familia del hijo del dictador escapó a Argelia y luego pasó por Omán, donde buscó refugio político. El siguiente paso fue Damasco. El pasado 11 fue capturado por una milicia libanesa. Quieren que dé explicaciones sobre la desaparición de Moussa al Sadr.


En Génova, en una de las tantas vacaciones de lujo que Hannibal Khadafi ofrecía a su esposa, Aline Skaf

Hannibal Khadafi, hoy de 40 años, en uno de los yates de la familia

El menor de los hijos de Muammar Khadafi en un paracaídas junto a su esposa –a quien golpeaba–, Aline Skaf

En París, en una de las tantas noches románticas que el hijo del dictador le ofrendaba a su esposa, Aline Skaf

Con Aline Skaf, en una de las tantas mansiones que los Khadafi tenían para disfrutar, mientras el resto de Libia vivía en la pobreza

Hannibal Khadafi, en uno de sus yates por el Mediterráneo

Con sus hijos, navegando por el Mediterráneo

De paseo por el mar. Vacaciones para pocos

De shopping en Londres. A su esposa parecía tratarla como una reina, pero ella era víctima de violencia doméstica

Las imágenes que fueron recolectadas del iPad de Hannibal Khadafi muestran escenas de torturas en calabozos sin identificar

Aplican descargas eléctricas contra prisioneros. Se desconoce el destino de las víctimas

Golpes de todo tipo contra los prisioneros

Otras de las imágenes que aparecieron en la tableta electrónica de Hannibal Khadafi

Látigos y palos para torturar a los prisioneros secuestrados

Descargas eléctricas contra los prisioneros. Se desconoce por qué Hannibal Khadafi guardaba estas imágenes

viernes, 1 de enero de 2016

Conflictos americanos: Camarón y la Legión Extranjera en México

El combate de Camarón y la Legión Extranjera. 
La invasión de Napoleón III a México. 
Por: Juan Del Campo 

El 17 de julio de 1861, el presidente mexicano Benito Juárez, líder del partido liberal, decretó una moratoria en el pago de la deuda externa de su país, suspendiéndola por un período de dos años, al cabo de los cuales se comprometió a reanudarla. Las razones de esta medida eran consecuencia de la cruenta guerra civil que había aquejado a aquel país entre 1857 y 1860 y que concluyó con la derrota de los conservadores y la elección de Juárez como presidente de la república. En octubre de ese año tres potencias europeas acreedoras, Gran Bretaña, Francia y España, se reunieron en Londres para asumir una posición conjunta con respecto a la decisión unilateral del gobierno mexicano. Estos países no aceptaron la moratoria y decidieron forzar el cumplimiento de las obligaciones financieras mexicanas. Además del pago en moneda pretendieron compensaciones en tierras y otras concesiones. De este modo conformaron una alianza y organizaron una expedición armada a ese país. 

Hacia fines de diciembre de 1861 las primeras fuerzas europeas llegaron a Veracruz. Se trataba de un fuerte contingente español al mando del general Juan Prim. Posteriormente, en enero, arribaron los contingentes franceses y británicos al mando de Dubois de Saligny por parte de los primeros y de Sir Charles Wike por los segundos. El presidente Juárez ordenó no oponer resistencia para evitar que estallara una guerra y propuso negociaciones para buscar una salida a tan compleja situación, lo que fue aceptado por las naciones de la triple alianza. Las conversaciones se llevaron a cabo en el poblado de la Soledad cerca de Veracruz, dirigidas por el ministro Manuel Doblado en representación del gobierno mexicano y el general Juan Prim, como representante de la triple alianza. El 19 de febrero de 1862 se firmaron los tratados preliminares de La Soledad. Sus principales puntos establecían que las potencias aliadas no atentarían contra la independencia, la soberanía o la integridad del territorio mexicano, que las futuras negociaciones continuarían en Orizaba y que hasta entonces las fuerzas extranjeras ocuparían Córdoba, Orizaba y Tehuacán. En caso de la suspensión o rompimiento de las negociaciones las potencias aliadas dejarían las poblaciones ocupadas y se fortificarían cerca del puerto de Veracruz. Al ser ratificados por el presidente Juárez y por los comisionados de Inglaterra y España, los tratados de la Soledad adquirieron carácter oficial. Posteriormente México se comprometió a cancelar sus deudas mediante bonos de garantía, que fueron aceptados por los gobiernos de Londres y Madrid, más no así por el de París. Como consecuencia, los ejércitos español y británico se retiraron de México en abril de ese año, mientras que el destacamento francés permaneció en el país. Las señales eran claras. El emperador Napoleón III, quien gobernaba Francia desde 1848, había utilizado aquel problema de acreencias externas como el pretexto para expandir el área de influencia francesa en América del Norte. En otras palabras, el emperador francés pretendía crear en México un imperio que serviría de muralla contra el expansionismo estadounidense, en el entendido que sería una tarea fácil gracias a la guerra de secesión que se desarrollaba en Estados Unidos y que distraía su atención de acciones en el frente externo, tales como poder hacer valer la Doctrina Monroe. 

A inicios de abril, el nuevo ministro peruano en Washington, Federico Barreda, propuso al Secretario de Estado norteamericano William H. Seward que Estados Unidos y todos los países de América Central y del Sur emitiesen una declaración en la cual afirmarían que jamás tolerarían el reconocimiento de una fuerza extranjera en el continente americano, en clara alusión a las pretensiones de Napoleón III. Sin embargo Seward se negó a aceptar la propuesta manifestando que tal declaración podría amenazar las relaciones de los Estados Unidos con las potencias europeas, lo que no convenía mientras estuviesen luchando contra la Confederación. El Perú propuso entonces convocar un Congreso panamericano, lo que tampoco fue aceptado por Washington. 



El 25 de abril el general conde Charles Ferdinand de Lorencez, recientemente nombrado por Napoleón como comandante en jefe de las fuerzas francesas en México, escribió al mariscal Randon, ministro de guerra en París, una deplorable carta que no hacia más que reflejar el real propósito de la presencia militar francesa así como una actitud adversa hacia la nación mexicana: 

“Somos tan superiores a los mexicanos por la raza, la organización, la disciplina, la moral y la elevación de los sentimientos, que ruego a su excelencia tenga la bondad de informar al emperador de que, a la cabeza de 6,000 soldados, ya soy el amo de México”. 

Como tantos otros oficiales europeos de su época, el general galo había cometido un error de apreciación basado en presunciones destempladas. Unos días después de esa comunicación, en la mañana del cinco de mayo de 1862, la fuerza de Lorencez atacó la ciudad de Puebla como primer paso para tomar la capital mexicana. El presidente Juárez había actuado con prontitud para repeler a los invasores, nombrando al joven general Ignacio Zaragoza para defender la ciudad. Los franceses ejecutaron un ataque de artillería desde diferentes posiciones que no surtieron ningún efecto. Después de una hora y media habían gastado más de la mitad de sus municiones y Lorencez envió a su infantería con la orden de capturar el fuerte Guadalupe. Las gallardas tropas de Napoleón III fueron recibidas con un intenso fuego. Dos coroneles franceses fueron muertos cuando encabezaban el ataque de sus regimientos y pronto Lorencez observó horrorizado como los cadáveres de sus tropas iban apilándose frente a los muros del fuerte Guadalupe. Zaragoza ordenó entonces a su caballería que atacase a la infantería francesa desplegada frente al fuerte. Fue suficiente. A las 17:00 horas se escuchó el clarín de retirada del considerado mejor ejército del mundo, que sufrió casi 500 bajas. La supuesta superioridad que Lorencez atribuía a sus hombres había probado ser lo que realmente era, es decir, una falacia. Este triunfo sin embargo no marcaría el final de la aventura francesa. Por el contrario, el humillado general Lorencez solicitó a París refuerzos de 15 mil a 20 mil hombres y más armamento, explicando que sólo así lograría con buen éxito la campaña. Evidentemente que 6 mil soldados no eran suficientes para conquistar México. 

En 1863, con la llegada de numerosos refuerzos y otro general, Elie Frederick Forey, se decidió atacar nuevamente Puebla. Para ello ahora los franceses contaban con 18,000 hombres de infantería, 1,400 de caballería, 2,150 artilleros, 450 zapadores y un cuerpo auxiliar de 2,300 individuos, además de 2,000 soldados mexicanos proporcionados por el general conservador Márquez. También disponían de 56 cañones y 2.4 millones de proyectiles. 

Entre las nuevas tropas recibidas de Francia se encontraban tres batallones de la Legión Extranjera al mando del coronel Jeanningros, un eficiente veterano con más de 30 años de servicio, quien había participado en la batalla de Moulay-Ishmael en Argelia. Dos de sus batallones desembarcaron en Veracruz el 31 de marzo de 1863 y el tercero lo haría en los próximos días. Los mexicanos disponían de un ejército de 20 mil hombres en el norte al mando del propio presidente Juárez y otros 20 mil efectivos en el sur comandados por el general Porfirio Díaz. Estas tropas, apoyadas por guerrillas, ejecutaban constantes ataques a la línea de comunicaciones francesa entre Veracruz y las afueras de Puebla, en una extensión de mas de 240 kilómetros de longitud, por lo cual se requería un elevado numero de efectivos para proteger el envío de provisiones y comunicaciones. 

En marzo de ese año, los soldados franceses y trece mil auxiliares mexicanos marcharon contra la heroica ciudad que separaba a Veracruz de la capital. Los legionarios franceses, para su decepción, recibieron tareas menores, como resguardar los convoyes en la sección oriental, donde abundaban enfermedades como la fiebre amarilla y el tifus. A este respecto, el comandante en jefe del ejercito francés, general Elie Frederic Forey había señalado que prefería que fuesen extranjeros y no franceses quienes tuvieran la responsabilidad de resguardar el área más insalubre, es decir la zona tropical entre Veracruz y Córdoba, donde reinaba la malaria. 

Para los legionarios este desdén no era cosa nueva y lo asumieron con estoicismo y sin resentimiento. Desde que fue creada en 1831 por el rey Luis Felipe, buena parte de la opinión publica francesa consideraba a la Legión como una desgracia y se mostraba profundamente ofendida por el hecho que mercenarios foráneos fuesen empleados para pelear las batallas de Francia, pues todos sus cuadros, con excepción de los oficiales, no eran franceses sino ciudadanos de otros países enlistados bajo condiciones muy difíciles. Por esta misma razón el ejército regular francés tomó distancias de la Legión, no sin antes asegurarse que si había algún trabajo sucio que realizar, seria la Legión quien lo ejecutaría. Así, aislados de su familia, de sus hogares, de sus países y de la propia Europa, los legionarios pronto comprendieron que eran rechazados por la propia gente por la que luchaban. Como lógica reacción, hubo una retrospección interna y pronto se desarrolló un fiero esprit de corps, que mejor se reflejaba en la frase “Legio Patria Nostra” -La Legión es nuestra patria-. Así, era a la Legión a la que el soldado debía lealtad. No a Francia. Los hombres se enrolaban por una variedad de razones. Algunos eran simples mercenarios en busca de empleo; otros eran refugiados políticos; algunos buscaban escapar de sus esposas o sus deudas; otros, sin suerte en la vida, buscaban empezar de nuevo; el resto eran simples aventureros atraídos por la posibilidad de servir en tierras exóticas. Pero contrario a la creencia popular, la Legión no era un refugio para criminales ni se permitía a aquellos convictos por crímenes enlistarse en sus filas como una alternativa para cumplir con sus condenas. La Legión sirvió sus primeros años en Argelia y en 1835 se le destaco al servicio del gobierno de España durante las guerras carlistas. Pocos sobrevivieron a tan cruento conflicto, pero el concepto sobre la valía de este cuerpo quedó asentado. Durante la Guerra de Crimea regimientos de la Legión tomaron parte en las batallas de Alma y de Inkerman así como en el sitio de Sebastopol. En 1859, durante la guerra entre Francia y el imperio Austro-Húngaro, los legionarios combatieron en las batallas de Magenta y Solferino y esta ultima resulto tan sangrienta que una de sus consecuencias fue la creación de la Cruz Roja. Así, hasta entonces, la Legión había probado ser igual a cualquier cuerpo de infantería en el mundo, pero aun debía probar que era el mejor de todos. La oportunidad pronto se presentaría en México. 

El 15 de abril un convoy compuesto por 64 carretas que llevaban varios cañones destinados a demoler las defensas de Puebla, municiones, provisiones y cofres de oro para pagar a las tropas, partió desde Veracruz. La inteligencia mexicana era buena y gracias a ella pronto tomaron conocimiento sobre la existencia de este convoy. El gobernador civil y militar del Estado de Veracruz, coronel Francisco de Paula Milán, ensambló una fuerza integrada por tres batallones de infantería de 400 hombres cada uno: El Veracruz, el Córdoba y el Jalapa, más 800 hombres de caballería -500 lanceros y 300 irregulares- para interceptar y capturar el valioso cargamento enemigo. A primera impresión parecía ser una tarea fácil, particularmente porque la caballería mexicana era eficiente y estaba armada con rifles de repetición Rémington y Winchester y modernos revólveres Colt, Paterson y Starr. Por su parte, mantener la seguridad de este convoy era de particular preocupación para los franceses, razón por la cual el 27 de abril el comandante en jefe de los legionarios, el coronel René Jeanningros, quien había establecido su cuartel general en Chiquihuite, decidió que la tercera compañía del primer regimiento de la Legión debía llevar a cabo la tarea de escoltarlo mientras recorriera el área bajo su responsabilidad. La mayoría de oficiales de dicha compañía se encontraban enfermos. Tres oficiales se ofrecieron como voluntarios, el capitán Jean Danjou, ayudante del Estado Mayor de la compañía, el teniente Napoleón Villain y el teniente segundo Maudet. Estos hombres conformaban un trío formidable. El capitán Danjou era un legionario con varios años de antigüedad que sirvió con distinción el Argelia, Crimea e Italia. En Crimea perdió una mano, que había reemplazado con una prótesis de madera. Villain y Maudet aparentemente eran de nacionalidad francesa, pero se enlistaron como belgas ya que, como se indicó, la legión prohibía que ciudadanos franceses se enrolaran como soldados. Estos hombres comenzaron como rasos, lucharon con eficacia y fueron promovidos al rango de oficiales en mérito a la conducta demostrada en la batalla de Magenta. La compañía a la que pertenecían estos oficiales estaba compuesta por un total de 120 soldados, pero en aquel momento sólo 62 hombres de nacionalidad polaca, italiana, alemana y española, estaban aptos para realizar la tarea. 

El 29 de abril, cuatro semanas después de su llegada a México, las tropas bajo Danjou se prepararon para ejecutar esta acción de rutina y se integraron al convoy para proteger la siguiente fase de su recorrido. A medianoche la tercera compañía, provista de 60 cartuchos por hombre, partió de Chiquihuite en misión de avanzada, adelantándose al recorrido del convoy para comprobar que la ruta se encontraba despejada. A las 02:30 horas del día 30, alcanzaron una posta defensiva preparada por la Legión en el Paso del Macho y el comandante de la misma, el capitán Saussier, impresionado por el reducido número de la escolta, ofreció a Danjou un pelotón de refuerzo, lo que este rechazó, continuando la marcha, para lo cual dividió a su fuerza en dos secciones separadas por 200 metros de distancia, mientras que él, al centro, marcharía con las provisiones. Atrás venía un pequeño destacamento de retaguardia. Sin embargo Danjou carecía de avanzadas, pues la Legión no disponía de caballería. 

 

Poco antes de las 06:00 horas, la tercera compañía cruzó por la aldea del Camarón, o Camerone, como la bautizaron los franceses, la misma que como todas las rancherías de la región, se encontraba media destruida por la guerra. La construcción principal, conocida como la Hacienda de la Trinidad, consistía de una pequeña vivienda con modestas edificaciones de adobe alrededor. A un kilómetro y medio del Camarón Danjou ordenó a sus tropas detenerse para tomar la ración de desayuno y como medida preventiva ordenó desplegar algunos centinelas. Unos minutos después vino la alarma. Los legionarios observaron que un fuerte contingente de caballería mexicana se acercaba hacia el lugar. De inmediato Danjou ordenó a sus hombres preparar sus rifles y conformar un rectángulo defensivo. Los legionarios sólo contaban con una ventaja natural en aquel campo abierto, cual era la profusa vegetación existente, que se convertía en una barrera natural contra la caballería adversaria. Cuando los mexicanos estuvieron a una corta distancia, los legionarios, al grito de ¡viva el emperador! abrieron fuego impidiendo su avance. Los mexicanos prefirieron no arriesgar una carga y ejecutarron una maniobra dirigida a rodearlos. Danjou entonces ordenó una retirada hacia el único lugar donde podrían organizar y mantener una defensa sostenida, no el Paso del Macho como algunos pretendían, sino a la hacienda del Camarón. En pequeños grupos, la caballería mexicana hostilizaba a la compañía de la Legión mientras esta se dirigía hacia su objetivo, haciendo de su repliegue un infierno. En dos ocasiones los legionarios se detuvieron y los hicieron retroceder con descargas. Finalmente Danjou y la mayoría de sus hombres lograron su cometido pero a costa de perder las raciones y las mulas con las municiones. Cuarenta y seis de ellos alcanzaron la casa hacienda, algunos heridos, pero otros dieciséis fueron interceptados y capturados por las fuerzas de Milán. Lo peor de todo es que los mexicanos lograron llegar al Camarón casi simultáneamente, con lo cual se establecieron en las partes altas y en uno de los establos ubicado en las esquinas. 

Fin de la Primera Parte