sábado, 20 de febrero de 2016

Diplomacia argentina: Argentina y Uruguay en los 60s (II)

Las relaciones con los países latinoamericanos
Las relaciones con Uruguay

Parte 2

Al gobierno uruguayo le llevó unos días decidir el reconocimiento del régimen militar que derrocara al gobierno de Illia en junio de 1966. Tras un intenso debate, el 7 de julio el Consejo Nacional de Gobierno resolvió continuar las relaciones diplomáticas con las autoridades de Buenos Aires, y autorizó al ministro de Relaciones Exteriores uruguayo, Luis Vidal Zaglio, a responder afirmativamente a la nota enviada por el gobierno de Onganía, expresando el deseo de que Buenos Aires y Montevideo no interrumpieran sus vínculos. (1)
A principios de agosto de 1966, ambos países dieron un paso importante en el terreno de la cooperación energética, al establecer una comisión interministerial para coordinar las obras de Salto Grande. (2)
En junio de 1968 el ministro de Relaciones Exteriores, Nicanor Costa Méndez, viajó al Uruguay para preparar una reunión de presidentes y acordar algunas otras cuestiones. Como consecuencia de sus gestiones, el 18 de junio de 1968 un comunicado de prensa emitido por los cancilleres Costa Méndez y Venancio Flores anunciaba la creación de un grupo de trabajo sobre temas relativos al río de la Plata. Este inició sus actividades definiendo un catálogo de problemas o actividades: pesca, limpieza de tanques, salvataje, alije, contaminación de aguas, balizamiento, cuestiones sanitarias, fiscales y aduaneras, dragados, etcétera, pero las negociaciones no avanzaron porque cada parte se enfrascó en sus viejas doctrinas de división de las aguas del río de la Plata. Los uruguayos insistieron sobre su tesis tradicional de la línea media del río para fijar la jurisdicción. A su vez, los argentinos, entendiendo que el límite debía pasar por el thalweg o canal profundo y que la aceptación de la tesis uruguaya implicaba la pérdida de la isla de Martín García e incluso del canal de acceso al puerto de Buenos Aires, optaron por ampararse en el statu quo que brindaba el Protocolo Ramírez-Sáenz Peña de enero de 1910 y evitaron cualquier definición que pusiese en juego intereses vitales y exacerbara a los sectores nacionalistas y medios de prensa argentinos. (3)

Gral. Juan Carlos Onganía (Argentina)

El encuentro de los presidentes Juan Carlos Onganía y Jorge Pacheco Areco se realizó en julio de 1968. El día 8, ambos mandatarios acordaron institucionalizar un sistema de entrevistas a nivel presidencial, con el objetivo de incrementar los vínculos bilaterales. Además, convinieron en firmar una declaración conjunta, cuyos puntos más relevantes fueron la reafirmación de la necesidad de la integración física y económica bilateral, la ratificación del Acta de Buenos Aires firmada el 18 de diciembre de 1967, para que la obra de Salto Grande comenzara la producción de energía eléctrica antes del invierno de 1979, y el mutuo compromiso para mejorar la navegación en aguas del Plata y afluentes. (4) Por su parte, los cancilleres Costa Méndez y Flores firmaron cuatro convenios relativos al Puente Paysandú-Colón; a obras vinculadas a Salto Grande; al fomento del turismo, y a la cooperación en los usos pacíficos de la energía nuclear. (5)

De acuerdo con el sistema de entrevistas presidenciales establecido en julio de 1968, en septiembre de ese año tuvo lugar un segundo encuentro, cuyo resultado más trascendente fue la puesta en marcha formal de un sistema de interconexión eléctrica. (6)
A principios de diciembre de 1968, se produjo la varadura de la chata de bandera argentina Arenorte Nº 6 en aguas del río de la Plata, en las inmediaciones de Punta Negra. A fin de proteger la seguridad de navegación, las autoridades argentinas decidieron colocar en el lugar del accidente una boya a destello, mientras que a su vez las autoridades uruguayas colocaron un boyarín ciego. Este hecho dio lugar a comentarios en la prensa uruguaya sobre supuesta violación de las aguas jurisdiccionales orientales. El 6 de diciembre, la Cancillería argentina decidió hacer frente a las declaraciones periodísticas y oficiales uruguayas a través de un comunicado, que decía:

(...) Los comentarios aludidos inducen a error en cuanto el régimen legal vigente en el Río de la Plata y perturban la armonía con que los dos países han encarado siempre cualquier dificultad que pudiera suscitarse. Sin perjuicio de los títulos históricos argentinos, el régimen de uso y navegación de las aguas en el Río de la Plata se rige por el protocolo de 1910, la declaración de 1961 (que fijó su límite exterior) y el protocolo de 1964 (sobre levantamiento integral del río), acuerdos internacionales que tienen plena fuerza jurídica y valor obligatorio para las partes. Ninguno de estos instrumentos autoriza una interpretación que pretenda innovar sobre el “statu quo” que ellos consagran. No corresponde, por lo tanto, sostener la existencia de una supuesta división de las aguas del Plata por alguna línea delimitadora de las jurisdicciones respectivas(...). (7)

Por su parte, la Cámara de Representantes uruguaya emitió una declaración el 13 de diciembre, donde expresaba “su profunda preocupación ante las reiteradas transgresiones de las autoridades argentinas a los derechos de soberanía de la República Oriental del Uruguay sobre el Río de la Plata” y declaraba “su apoyo a toda medida -adoptada o a adoptarse- de firme defensa de esos inalienables derechos nacionales.” (8) A su vez, los integrantes de la Cámara de Senadores en su reunión del 11 de diciembre coincidieron en que el condominio del río de la Plata debía ser claramente delimitado, habida cuenta de la posible existencia de hidrocarburos en el lecho del río, así como en la necesidad de tener una política más firme frente a las autoridades de Buenos Aires frente a una cuestión que no era un problema de blancos y colorados, sino de soberanía. (9)
Obrando en consecuencia con la posición de los legisladores y reivindicando la tesis de que el límite del Río de la Plata debía pasar por la línea media del río, en ese mismo mes de diciembre, las autoridades orientales llamaron unilateralmente a concurso para la adjudicación de contratos de exploración y explotación de hidrocarburos. La Cancillería argentina reaccionó con la emisión de un nuevo comunicado el 17 de enero de 1969, en el cual sostenía que previamente a toda exploración o explotación del fondo fluvial afectado por esa licitación, era necesario determinar con precisión el alcance de las jurisdicciones argentina y uruguaya sobre el río de la Plata y la plataforma continental adyacente, confiando para ello en que el grupo de trabajo constituido por representantes de ambos países pudiera llegar antes a una solución satisfactoria. (10)
Un artículo aparecido en el diario uruguayo Acción, el 11 de febrero de 1969, revela el motivo de la adjudicación de los contratos de exploración de hidrocarburos por parte del gobierno de su país:


(...) El Uruguay llamó a licitación para la prospección y explotación de hidrocarburos en el Río de la Plata y en su plataforma continental en un área de 61 mil hectáreas que parceló en cinco zonas (...) La zona uno se encuentra totalmente en el Río de la Plata, mientras que las zonas dos y tres sólo en parte se hallan dentro del río. La zona uno comprende el Río de la Plata medio y un sector del Río de la Plata inferior; las zonas dos y tres se ubican a partir del Río de la Plata inferior. Por su parte la República Argentina durante el año 1968 convocó a una licitación similar limitando áreas dentro del Río de la Plata medio e inferior y en su plataforma continental desde el cabo San Antonio hasta Bahía Blanca. (...) La licitación argentina se llevó a cabo por parte de la Secretaría de Energía y Combustibles y se fijó en la misma, para delimitar las áreas situadas dentro del Río de la Plata, un límite que coincide con la línea media. Por su parte el Uruguay aplicó el mismo criterio, o sea el de la línea media. Tanto la Argentina como el Uruguay han actuado sin que exista previamente sobre el lecho del río delimitación alguna de jurisdicción, o sea que ambos países se han movido reconociendo de hecho la existencia de una jurisdicción propia que no iba más allá del lecho de la línea media. El asunto es muy claro cualquiera sea el criterio que en definitiva se utilice para establecer en el lecho del río las respectivas jurisdicciones: a) si se utiliza la línea media cada uno está dentro de su soberanía, porque cada uno se autolimitó en el llamado, a esa línea; b) si se recurre al “thalweg” habría que modificar en beneficio del Uruguay el área Número Uno, porque en el Plata medio la línea del “thalweg” corre al occidente de la línea media y por tanto al Uruguay le correspondería en el lecho un área mayor que la licitada (...). (11)

En enero de 1969 tuvo lugar la reunión del grupo de trabajo argentino-uruguayo en la ciudad de Montevideo, pero una disputa sobre los derechos territoriales en el islote llamado por la Argentina Punta Bauzá, y por Uruguay Timoteo Domínguez agravó la crisis provocada por el límite en el río de la Plata y derivó en la interrupción de las conversaciones el 16 de enero. (12) Estas se reanudaron cuando el presidente Onganía ordenó la evacuación del islote Punta Bauzá, decisión que las autoridades uruguayas retribuyeron con la concurrencia del presidente Pacheco Areco a la celebración del 25 de mayo de 1810 en la sede de la embajada argentina. (13)
Finalmente, a fines de 1969 se reinició la actividad del grupo de trabajo con otro enfoque de la tarea (abandonar los intentos de fijar líneas divisorias y buscar soluciones prácticas por tipo de actividad). A partir de ese momento, y durante varios años se dieron numerosas reuniones en Buenos Aires y Montevideo en las que se analizaron, actividad por actividad, los usos que se daban al río, sin considerar los aspectos limítrofes.


Presidente Jorge Pacheco Areco (Uruguay)
En marzo de 1970, tuvo lugar, de acuerdo con el sistema de entrevistas establecido en 1968, un nuevo encuentro entre los presidentes Onganía y Pacheco Areco. Los mandatarios viajaron en el yate presidencial argentino Tacuara y aprovecharon la ocasión para tratar la cuestión de concretar el antiguo anhelo de unir las dos riberas del río Uruguay con puentes internacionales. Las conversaciones se centraron en cuatro temas: a) el problema del estancamiento del proyecto energético de Salto Grande -que inquietaba al gobierno uruguayo, pero que no se podía solucionar mientras la gestión de Onganía concentrara sus esfuerzos en la construcción de El Chocón-; b) la exploración en busca del petróleo en el lecho del río de la Plata; c) el financiamiento externo para el desarrollo de los programas del Tratado de la Cuenca del Plata, y d) las posibilidades de complementación industrial. (14)
Como resultado de este encuentro, ambos mandatarios firmaron el día 15 de marzo de 1970, la llamada “Declaración del Río Uruguay” cuyos puntos más salientes fueron: a) la decisión de intensificar la negociación respecto de la cuestión limítrofe en torno de la delimitación del río de la Plata y de no entorpecer las actividades pesqueras en dicha área, otorgando a los pesqueros argentinos y uruguayos facilidades provisorias hasta que se llegase a un arreglo; b) el compromiso de estudiar la posibilidad de un convenio para la explotación petrolífera en aguas del Río de la Plata; c) la decisión de acelerar la interconexión eléctrica como paso previo al objetivo de integración energética de la Cuenca del Plata mencionado en el Acta de Santa Cruz de la Sierra; y d) el aceleramiento de los trámites pendientes para la ratificación de un acuerdo sobre uso pacífico de la energía nuclear suscripto entre los dos países. (15)
Al año siguiente, en febrero de 1971, el presidente Levingston realizó una visita a Uruguay, suscribiendo el día 18 junto a Pacheco Areco la Declaración de San Juan. Este documento anunciaba: a) la continuación de las gestiones encaminadas a negociar el problema de la jurisdicción limítrofe en el río de la Plata; b) las medidas de integración física y económica entre ambos países, y c) los proyectos de interconexión eléctrica y cooperación científica argentino-uruguaya. Levingston respaldó implícitamente la gestión de Pacheco Areco, en vísperas de las elecciones presidenciales uruguayas, al prometer ayuda económica: desgravaciones a productos exportables uruguayos y un crédito de 20 millones de pesos para que los uruguayos construyeran la represa de El Palmar. (16)
Los temas en ese entonces más ríspidos de la agenda bilateral -la actitud a adoptar frente al terrorismo regional y el entredicho del islote Punta Bauzá o Timoteo Domínguez- no fueron tocados en esta visita. En el primer caso, vale recordar que la representación uruguaya había votado en la reunión de enero-febrero de 1971 una posición en la OEA que limitaba la cuestión a la protección frente a secuestros de diplomáticos, mientras la delegación argentina había sido partidaria de una postura más “dura” que abarcaba medidas anti-terroristas de amplio alcance. No obstante, la posición “flexible” adoptada por la Cancillería uruguaya, no parecía ser un problema para las autoridades del Palacio San Martín, quienes decidieron que durante la visita de Levingston a tierra oriental no se tocara un tema en el que, tarde o temprano, las autoridades de Montevideo terminarían orientándose hacia la posición “dura” liderada por la Argentina y Brasil. Con respecto a la segunda cuestión -el entredicho sobre Punta Bauzá- primó entre las autoridades de ambas cancillería la actitud de “continuar los trabajos sobre problemas jurisdiccionales en el Río de la Plata”. (17)
En julio de 1971 tuvo lugar la visita del presidente Jorge Pacheco Areco a la Argentina, ya en época del gobierno del general Lanusse. El primer mandatario uruguayo expresó que las dos naciones se hallaban unidas ante el enemigo común: la violencia planificada. El saldo más importante de la visita de Pacheco Areco fue la firma, por parte de los cancilleres argentino y uruguayo, Luis María de Pablo Pardo y José A. Mora Otero, de cuatro documentos: la “Declaración Argentino-Uruguaya sobre Recurso Agua”, el “Acta Argentino-Uruguaya sobre Derecho del Mar”, el “Acta Argentino-Uruguaya sobre Energía Hidroeléctrica” y el “Acta Argentino-Uruguaya sobre Cooperación Económica e Intercambio Comercial”.
En la “Declaración Argentino-Uruguaya sobre Recurso Agua”, se establecía el siguiente compromiso: 1) la utilización de los recursos naturales en forma equitativa y razonable; 2) la prohibición de cualquier forma de contaminación de los ríos internacionales y afluentes y la preservación de las zonas ecológicas; 3) el reconocimiento del principio argentino de consulta previa a los Estados interesados en el caso de que un Estado miembro de la Cuenca del Plata se proponga un aprovechamiento de los recursos hídricos; 4) la obligación, por parte de este mismo Estado miembro, de comunicar a los otros Estados los posibles perjuicios del proyecto; y 5) la utilización de la Comisión Técnica Mixta Argentino-Uruguaya como instancia para la resolución de diferendos bilaterales. A su vez, en el “Acta Argentino-Uruguaya sobre Derecho del Mar”, se reiteró la adhesión al principio del límite de soberanía marítima de 200 millas, ratificando los principios enunciados en la Declaración de Montevideo sobre Derecho del Mar. En el “Acta Argentino-Uruguaya sobre Energía Eléctrica, se acordaba el aporte argentino a la obra de El Palmar y se establecía el compromiso de estimular obras hidroeléctricas y de interconexión eléctrica entre la Argentina y Uruguay. Finalmente, en el “Acta Argentino-Uruguaya sobre Cooperación Económica e Intercambio Comercial”, se expresaba la común voluntad de alcanzar una estrecha complementación en materia económica. (18)

NOTAS

Dentro del Consejo Nacional de Gobierno del Uruguay, votaron a favor de la continuación de relaciones diplomáticas con el gobierno argentino todos los miembros de la mayoría nacionalista y el consejero de la minoría colorada de la oposición, doctor Augusto Legnani. Lo hicieron en contra los otros dos consejeros colorados, Alberto Abdala y Amílcar Vasconcellos. “Resolvió continuar las relaciones con la Argentina el gobierno del Uruguay”, La Razón, 8 de julio de 1966, p. 1.

“Actúa la Comisión Interministerial para Salto Grande”, La Nación, 13 de septiembre de 1966, p. 7.

J.A. Lanús, op. cit., vol. II, p. 170; y José María Rosa, “El Río de la Plata: diálogo o polémica?”, Estrategia, Nº 1, Buenos Aires, mayo-junio de 1969, p. 126.

Texto de la declaración conjunta de los presidentes argentino y uruguayo en La Nación, 9 de julio de 1968, pp. 1 y 16.

Textos de los convenios firmados por los cancilleres argentino y uruguayo citados en La Nación, 9 de julio de 1968, p. 16.

Clarín, 23 de septiembre de 1968, pp. 15 y 17.

Comunicado de prensa de la Cancillería argentina, 6 de diciembre de 1968, citado en “Documentos oficiales del gobierno argentino con motivo del entredicho planteado con el Uruguay en 1968”, Estrategia, Nº 1, Buenos Aires, mayo-junio 1969, p. 139.

Declaración de la Cámara de Representantes uruguaya del 13 de diciembre de 1968, citada en “El problema en el Congreso uruguayo”, Estrategia, Nº 1, Buenos Aires, mayo-junio 1969, p. 149.

“Expresiones vertidas en el Senado”, en “El problema en el Congreso uruguayo”, op. cit., pp. 149-150.

Comunicado de prensa de la Cancillería argentina, 17 de enero de 1969, citado en “Documentos oficiales del gobierno argentino...”, op. cit., pp. 139-140.

“La licitación del petróleo”, editorial del diario uruguayo Acción, 11 de febrero de 1969, citado en “Editoriales de la prensa uruguaya”, Estrategia, Nº 1, mayo-junio 1969, pp. 170-171.

Respecto de este incidente, sostiene un comunicado de prensa de la Cancillería argentina del 21 de enero de 1969:

(...) En cuanto a la punta Bauzá, ella consiste en una formación aluvional de tierras adyacentes y accesorias de la isla de Martín García, sobre la cual Argentina ejerce una soberanía indiscutible y efectiva. Colocar pantallas u otros elementos sobre Bauzá es tan impropio como lo sería por parte de la Argentina efectuar actos similares en tierras que, por la acción de las aguas, se han venido a agregar a las islas o a las costas del Uruguay (...).

Comunicado de prensa de la Cancillería argentina, 21 de enero de 1969, citado en “Documentos oficiales del gobierno argentino...”, op. cit., p. 141. Por su parte, La Nación, del 3 de enero de 1969, en su editorial “Los derechos argentinos en el Plata”, adoptó una posición muy dura sobre el problema, sosteniendo que

(...) nada puede negociarse sino sobre la base del status existente. Admitir en este sentido la división del Plata en dos partes iguales significaría renunciar a derechos ejercidos soberanamente por la Argentina aun antes de 1828 y poner nada menos que el control del puerto de Buenos Aires y la entrada del Paraná bajo jurisdicción extranjera.

Consecuentemente con ello la Argentina ejerce derechos territoriales sobre la isla Martín García y la formación aluvional que la ha accedido desde hace unos cuatro años y que es llamada Punta Bauzá. A esta sedimentación el Uruguay ha resuelto llamarla isla Timoteo Domínguez, desvinculándola de un hecho natural y jurídico que favorece a la Argentina. No tiene, pues, ningún asidero la afirmación de que la marina argentina “ha desembarcado” efectivos en Punta Bauzá. (...)

Formulamos votos sinceros por la superación de un episodio que en nada favorece a los dos países, pero en el cual la Argentina no puede adoptar otra postura que la de sostener con firmeza derechos soberanos.

Editorial “Los derechos argentinos en el Plata”, La Nación, 3 de enero de 1969, citado en “Editoriales de la prensa argentina”, Estrategia, Nº 1, Buenos Aires, mayo-junio de 1969, pp. 153-154.

La Nación, 27 de mayo de 1969, pp. 1 y 10.

Ver al respecto el editorial “La alegoría de los puentes”, La Nación, 19 de marzo de 1970, p. 8.

Texto de la Declaración del Río Uruguay o comunicado conjunto argentino-uruguayo, firmado por Onganía y Pacheco Areco el 15 de marzo de 1970, citado en La Nación, 16 de marzo de 1970, pp. 1 y 6, en La Nación (una selección de la semana), 16 de marzo de 1970, pp. 1 y 8, y en “Documentos. Declaración del Río Uruguay. Reunión Onganía-Pacheco Areco”, Estrategia, Nº 6, marzo-baril 1970, pp. 142-144. Ver también G. Bra, op. cit., p. 82.

Texto de la Declaración de San Juan o declaración conjunta de los presidentes Levingston y Pacheco Areco, citado en La Nación, 19 de febrero de 1971, pp. 1 y 16 y La Nación, (una selección de la semana), 23 de febrero de 1971, pp. 1 y 5. Ver también editoriales “Principales temas de la Declaración de San Juan”, La Nación, 18 de febrero de 1971, p. 10 y “Profundo análisis de la subversión”, La Nación, 18 de febrero de 1971, pp. 1 y 20.

“Reuniones. Juguemos a las visitas”, Panorama, Año VIII, Nº 200, Buenos Aires, 23 de febrero al 1º de marzo de 1971, p. 10.

Texto de los acuerdos firmados por los cancilleres argentino y uruguayo, citados en “Nuevos acuerdos con el Uruguay”, La Nación, 10 de julio de 1971, pp. 1 y 9.

Aclaración: Las obras citadas (op. cit.) que no se mencionan explícitamente en este listado de citas, se encuentran en las páginas inmediatamente anteriores. Para ello, haga un click en el botón "Anterior". También puede utilizar la opción "Búsqueda" , ingresando el nombre del autor de las obras respecto de las cuales se requiere información.



Argentina - RREE

viernes, 19 de febrero de 2016

PGM: Fotos de alta resolución y color

La Primera Guerra Mundial: En color


Emily Anne Epstein - The Atlantic


En su prefacio a The First World War: Unseen Glass Plate Photographs of the Western Front, Geoff Dyer escribe: "El choque no es el choque de la nueva tanto como el choque de la vieja hecha nueva y el nuevo hecho de repente de edad. "el libro, una curaduría de Carl de Keyzer y David Van Reybrouck, cuenta con fotografías de alta resolución restauradas por expertos, desde el frente occidental. La dicotomía de Dyer está en juego en la imagen de cuatro soldados senegaleses de abajo. Tomado por Paul Castelnau, quien se sirvió en la guerra, la imagen da a los espectadores una sensación visceral de los sujetos singulares personalidades que no son soldados genéricos de la historia de la sepia empapado.



1. Cuatro soldados senegaleses (Foto sin datar)




jueves, 18 de febrero de 2016

Prehistoria: La primera batalla desenterrada por una argentina

Una argentina descubrió la primera masacre de la historia
Marta Mirazón Lahr es investigadora de la Universidad de Cambridge. En Nataruk, Kenia, encontró los restos más antiguos de una batalla.


 En el campo: trabajando en el lugar de la masacre




-
Marina Aizen - Clarín


El paso del tiempo no le quitó el horror a la escena, aunque hayan transcurrido tantos años: diez mil. Y la argentina Marta Mirazón Lahr, una investigadora de la Universidad de Cambridge especializada en la evolución humana, no puede dejar de conmoverse al contemplarla. O de sentir escalofrío. “Es como si hubiera sucedido ayer”, cuenta. En total, fueron 27 las personas masacradas. Usaron flechas y mazazos en la cabeza para aniquilarlas. Había algunos niños y hasta una muchacha con un embarazo muy avanzado. La encontraron sentada, con las piernas entrecruzadas. Nunca sabremos exactamente qué pasó ese día cruel en Nataruk, cerca del lago Turkana, en lo que hoy es territorio de Kenia. O por qué. Pero lo que sí es seguro es que ésta es la primera batalla documentada de la historia de nuestra especie, que además demuestra que la guerra es más antigua de lo que queríamos suponer.

La guerra siempre fue un motivo de discusión filosófica, al igual que la naturaleza humana. Por mucho tiempo, se pensó que los hombres empezaron a matarse entre sí una vez que se hicieron sedentarios, tras dominar la agricultura. Pero el sitio de Nataruk demuestra otra cosa. Que ya había violencia entre cazadores-recolectores, cuando no existía siquiera el concepto de propiedad. O, por lo menos, no como lo entendemos hoy. “Siempre se pensó que la guerra surgió cuando un grupo robaba a otro. Y esas son las guerras hasta hoy en día, aunque también son por motivos ideológicos. Mucha gente ha pensado que antes de la agricultura no podía haber habido guerra porque no había qué robar. Nataruk demuestra que eso no es verdad. Había conflicto y había batallas. Nuestra interpretación sobre lo que vale la pena robar es la visión materialista que tenemos hoy. Pero le estamos imponiendo al pasado una visión que es la nuestra. Quizás en esos tiempos fuera muy diferente. La gente vivía de la caza y de la pesca y acaso se peleara por el mejor lugar”, cuenta Mirazón Lahr.

La bióloga y peleoantropóloga nació en Buenos Aires, pero se mudó a San Pablo muy pequeña, y allí hizo su carrera hasta que se fue a Cambridge a doctorarse. Ella formó junto a su marido, Robert Foley, el centro Leverhulme de Evolución Humana. La entrevistamos, sin embargo, en Kenia, cerca del lago Turkana, donde se encuentra realizando su trabajo de campo y donde ocurrió esta masacre. Esta es una zona hoy de-sértica y polvorienta, pero hace diez mil años el clima global era otro, y este sitio era un vergel. Dan testimonio de ello los restos de jirafas, leones, antílopes, hipopótamos, elefantes y gacelas que aparecen en todos lados, lo que demuestra que era un excelente punto para cazar. “Debía ser el mejor de todos. Y, entonces, tal vez estaban compitiendo por el lugar ideal de caza y pesca”, cuenta.




El descubrimiento de esta masacre ocurrió por casualidad, como suele suceder en las investigaciones arqueológicas. En 2012, Mirazón Lahr había llegado justo a Nataruk cuando Pedro Ebeya, uno de los miembros de la tribu Turkana que colabora con el proyecto In Africa de investigaciones paleontológicas, le cuenta –traductor mediante– que había hallado fragmentos óseos. Fueron a investigar y encontraron el primer cráneo. “Me dije: es sólo un fragmento o de acá sale un cuerpo. ¡Y había un hombre entero! Ya, cuando lo estábamos sacando, nos dimos cuenta que al señor le habían pegado muy fuertemente en la cabeza”, recuerda. “Cuando terminamos de excavarlo, no teníamos la escena completa. Pensamos que podía ser un caso único, aunque eso hubiera sido una cosa rara. Mientras estábamos excavando, una colega mía vio que salían del piso dos huesos que eran de piernas. Ese fue otro señor que estaba boca abajo, que tenía una flecha en el cráneo. Allí era claro que ahí había pasado algo. Cuando sacamos el resto, la mayoría mostraba heridas terribles.”

“Algunos esqueletos nos dejaron perplejos. Había dos señoras, las jovencita que estaba sentada tenía las manos entrecruzadas entre las piernas y estaba embarazada. ¡Excavarla fue tremendo! Después encontramos otra que era más mayor y que estaba medio sentada, medio reclinada, apoyada sobre el codo izquierdo, con las manos una encima de la otra. Tenía las rodillas rotas. Pero además el pie estaba doblado para el lado mal. O sea, que no se podía levantar. Una vez que le pegaron no se pudo levantar. Estaba rodeada de peces. Se habrá ahogado con las rodillas rotas”, cuenta.

El nivel de violencia no sólo es un enigma en Nataruk. Otro es que en la escena de la masacre hay un segmento de la población que falta. Había adultos, una chica de 12 años, después seis nenes chiquitos. Pero toda una generación, de entre 6 y 20 años, está ausente. ¿Se habrán escapado? ¿O se los llevaron? El interrogante no es menor, porque puede demostrar que nuestros antepasados raptaban gente y así se empezaron a mezclar las poblaciones. “Cuando las pequeñas poblaciones de humanos modernos llegaron a Eurasia, se cruzaron con Neanthertales. En Turkana no encontramos genes de Neanthertales. Lo que encontramos son genes neanthertales en nosotros. Esto quiere decir que en algún momento los africanos, que llegaron a Medio Oriente o donde sea, se robaron chicos neanthertales o unas mujeres y tuvieron hijos con ellas. Es lo único que puede explicar que nosotros llevemos esos genes.” La práctica ya puede haber ocurrido en Nataruk.

¿Nataruk nos hace pensar sobre la naturaleza del hombre? “Te hace pensar que el hombre está haciendo esto hace mucho tiempo. Pero en el fondo, esto tampoco me sorprende porque esta gente era igual que nosotros”, dice.


Marta Mirazón Lahr es especialista en evolución humana

“Me parece importante considerar que la guerra y el conflicto ocurría o no dependiendo de las circunstancias del momento. Por ejemplo, podría haber situaciones críticas por la densidad de la población. Sólo podía haber mucha gente si las condiciones estaban bárbaras: si había muchos bichos como para que hubiera comida para que los hijos sobrevivieran. Si no, eran momentos de competición y un grupo se expandía sobre el otro. Así que para mí el conflicto de la guerra debió haber ido y venido, cambiado, aparecido y desaparecido a través de toda nuestra historia como Homo Sapiens. Ese es un lado de nuestra naturaleza. El otro es que tenemos sociedades organizadas en torno de la cooperación. Y del altruismo y de poder hacer cosas que no nos benefician directamente. Eso también es parte de lo que somos.” Menos mal.

miércoles, 17 de febrero de 2016

PGM: Las ropas y daga de Lawrence de Arabia

El singular caso de la ropa y la daga de Lawrence de Arabia

Por JORGE ALVAREZ
La Brújula Verde




Me ha hecho una gracia especial la noticia que reseño a continuación. Antes, aclaro que hace unos años visité Jordania y el único souvenir que quería traer conmigo y que busqué hasta encontrarlo -en una tienda a la entrada de Petra- fue una chilaba blanca con su correspondiente tocado para la cabeza más un cinturón con una característica jambia (daga curva). Era, más o menos, la inmaculada vestimenta que lucía Peter O’Toole en la película Lawrence de Arabia, a su vez tomada del personaje histórico; un fetiche que se me metió en la cabeza desde que pisé aquella tierra.

Bien pues ahora leo que una colección de auténtica ropa -chilaba blanca incluida- y la daga de T.E. Lawrence que se conservaban en Reino Unido, han sido subastadas por la casa Christie’s y adquiridas por un comprador extranjero que quiere sacarlas del país, con el consiguiente revuelo levantado. Por eso el ministro de Cultura, Ed Vaizey, ha solicitado la colaboración para mantener esos objetos en suelo británico: “T.E. Lawrence fue una de las figuras más extraordinarias del siglo XX. Estas chilabas y daga son absolutamente icónicos y una parte clave de su perdurable imagen. Es importante que estos objetos clásicos permanezcan en el Reino Unido”.


Quieres comprar ropa daga Lawrence Arabia 1
El conjunto consiste en un zebun de seda color champán forrado de algodón blanco con un chaleco de botones de brocado a juego que se usaban bajo la abayeh. Ambas prendas fueron confeccionadas en La Meca o Medina antes de 1919. En cuanto a la jambia, de hoja de acerode unos 30 centrímetros de longitud con mango chapado en plata dorada, se la regaló en 1917 Sherif Nasir, primo del futuro rey Faisal, para recompensarle por la toma de Áqaba. Lawrence lució la ropa y el arma en alguna foto e incluso posó para una escultura que hizo Kathleen Scott, viuda del famoso explorador antártico Robert Falcon Scott, que trabó amistad con la familia.


De hecho, ella fue la depositaria de esos objetos cuando Lawrence partió para la Conferencia de El Cairo. Luego él le escribió para solicitar su devolución pero sin éxito. Es más, a partir de ahí su correspondencia revela cierta preocupación porque de las tres preciadas dagas había vendido una y perdido las otras dos. Bien porque no pudieron ponerse en contacto, bien porque ella se hizo la sueca, el caso es que la daga y la chilaba permanecieron en poder de los Scott hasta ahora. En dos ocasiones las prestaron para exposiciones -a la National Gallery y al Imperial War Museum- pero siempre detentando su propiedad.


Así se llegó a este verano de 2015 en que, tras la muerte de Elizabeth Young, última descendiente, se sacaron a subasta. La ropa por 13.450 libras y la daga por 131.812. El comprador solicitó una licencia de exportación, es decir, permiso para llevárselas fuera, pero al tratarse de piezas históricas entró en liza la RCEWA (Reviewing Committee on the Export of Works of Art and Objects of Cultural Interest), que recomendó aplazar la concesión de esa licencia para dar tiempo a que alguna institución británica reúna dinero y adquiera las piezas. Sir Hayden Philips, su presidente, declaró que las prendas y el arma “juntas forman una parte crucial de las imágenes de Lawrence en la pintura, la escultura y la fotografía; y por lo tanto son una parte integral de su vida y de nuestra historia”.

En consecuencia, cualquier persona que desee mantener el conjunto en Gran Bretaña tiene de plazo hasta esta primavera, concretamente hasta el 1 de abril, para pagar el precio o demostrar que se está en ello (en cuyo caso se le concederá una prórroga hasta el 1 de julio). Si no se da el caso, el comprador obtendrá su licencia y las piezas saldrán del país, para desconsuelo de muchos.

martes, 16 de febrero de 2016

Fotos del funeral del tirano Perón



Las 12 fotos del funeral de Perón que fueron borradas
La obra histórica había sido publicada en 2014, al cumplirse 40 años de la muerte del ex presidente. Las imágenes del fundador del PJ eran inéditas y fueron desaparecidas de un sitio oficial


Infobae


Se trata de una obra histórica inédita. Son fotos. Doce. Habían sido publicadas en una base de datos oficial durante el gobierno de Cristina Kirchner, en 2014. Pero las nuevas autoridades las borraron. Las imágenes habían sido tomadas por la fotógrafa Marta Merkin para la agencia Noticias Argentinas tras la muerte, el 1° de julio de 1974, de Juan Domingo Perón.
Las fotos mostraban –según se reflejó en la publicación de 2014, que ahora está desaparecida- "el fuerte dispositivo de seguridad montado para despedir al general, así como la relativa ausencia de banderas políticas –salvo la de Montoneros y la Juventud Peronista- que podrían haber caldeado los ánimos". También, según la crónica borrada, las imágenes revelaban que "las muestras de dolor se alternan con las de abnegación: en esos días fríos y lluviosos, 135 mil personas desfilaron ante el féretro en el Congreso Nacional, y más de un millón se quedó afuera".

LAS IMÁGENES QUE AHORA ESTÁN DESAPARECIDAS MOSTRABAN, ADEMÁS DEL FUNERAL, EL PAÍS Y TODA UNA ÉPOCA.


La decisión de borrar las imágenes fue recibida por Irene Ulanovsky, la hija de la autora del material histórico, con desagrado y duros cuestionamientos. "¿Quién y con qué absurdo criterio borró estas notas? ¿Habrá sido otro error de carga? ¿Cambiemos es un Estado que borra los archivos?", se preguntó y aclaró: "Todavía no hay explicaciones oficiales sobre este asunto".
La reacción de Irene, hija del periodista Carlos Ulanovksy y de Merkin, fue publicada en su muro de Facebook y recordó todo el camino que tuvo el material fotográfico que había estado perdido durante años y que apareció cuando trabajaba en el Archivo Nacional de la Memoria. "Una tarde, un compañero de trabajo trajo una pilita de sobres de negativos. Uno de los sobres decía sepelio de Perón y al lado las letras MM. Enseguida lo reconocí. Era la letra de mi mamá", contó.

"Fue un gran momento. Las digitalicé y las retoqué yo, por supuesto. Eran fotones. Una cobertura completa. Fotos de día, de noche, retratos, vistas, detalles. Estaba todo. Y eran de mi mamá. Un tiempo después, al cumplirse los 40 años de la muerte de Perón las publicaron en Infojus. La nota se llamó "Las doce fotos del funeral de Perón que nunca viste". Fue una alegría verlas publicadas y replicadas infinidad de veces en las redes sociales. Fue sentir que como Estado estábamos haciendo las cosas bien. Se rescataron archivos que estaban desaparecidos y se pusieron en valor", recordó la hija de la autora del material.
"Ése era el país que Perón dejó al morir. En las fotos, inéditas hasta ahora, puede verse las muestras de dolor, que se alternan con las de abnegación: en esos días fríos y lluviosos, 135 mil personas desfilaron ante el féretro en el Congreso Nacional, y más de un millón se quedó afuera", decía la nota que fue borrada del sitio Infojus, acto que fue criticado por Irene Ulanovsky.
La decisión de las nuevas autoridades afectó a una obra histórica que muestra una etapa de la Argentina que fue clave para el futuro del país. Por ahora, se pudieron recuperar 10 de las fotos. La crónica de Infojus hablaba de doce. Las dos que faltan aún no fueron encontradas.


domingo, 14 de febrero de 2016

Guerrra Antisubversiva: La payasada de los juicios de lesa humanidad

El teatro de los juicios
El autor indaga acerca de las razones del poder político para realizar juicios por delitos de lesa humanidad sin guardar la imparcialidad debida.

Por Luis Alberto Romero
Historiador. Club Político Argentino.
Especial para Los Andes



La payasada de los juicios de lesa de humanidad en Bahía Blanca

¿Cuál es el balance de los actuales juicios de lesa humanidad? Los pésimos procedimientos seguidos han dañado seriamente el estado de derecho y el principio del gobierno de la ley. Respecto de la verdad, hubo poco de nuevo, pues quienes podían hablar se han abroquelado en el silencio. Se ha castigado, masivamente y al bulto, pero muchos inocentes cayeron en la volteada. Vistos desde otra perspectiva, los juicios han constituido un espectáculo impactante, un teatro. ¿Qué es exactamente lo que se quiso mostrar?

La justicia siempre ha tenido una dimensión teatral: una escenificación destinada a expresar de modo sencillo el principio abstracto que la guiaba. En Inglaterra se trataba de la majestad de la justicia. Para eso estaban las pelucas y las togas, el estrado elevado, el juramento de los testigos, los alegatos y el fallo, en el que la culpabilidad debía quedar demostrada más allá de toda duda razonable.

En el Tribunal Revolucionario de la Francia jacobina, en cambio, se escenificaba el poder soberano del Pueblo, encarnado en el fiscal Fouquier-Tinville. Él recibía las denuncias, ordenaba las prisiones, elegía a los jueces y jurados, seleccionaba el público, redactaba la acusación e interrogaba a los testigos; luego del fallo, disponía las carretas que llevaban a los “enemigos del pueblo” a la guillotina, y al pie de ésta recibía al verdugo. Así fueron ejecutados María Antonieta, Brissot, Danton, Robespierre, y finalmente el propio Fouquier.

Los juicios actuales por delitos de lesa humanidad no resisten la comparación con los de 1985, cuyo procedimiento inobjetable afirmó y consolidó el estado de derecho. Estos, en cambio, son manipulados sin  disimulos por el gobierno y sus militantes. En ellos no se representa ni la majestad de la ley ni la voluntad del pueblo. Con una cuidada puesta en escena, escenifican los atributos más valorados por el gobierno: su discrecionalidad y su impunidad.

El primer acto del drama es el trato vejatorio a los acusados, para quienes no valen los derechos humanos. A los mayores, la prisión domiciliaria les fue negada sistemáticamente, incluso a los muy enfermos. Así han muerto en sus celdas más de 300 detenidos. No faltará quien piense que se lo merecían,  pero es un argumento inaceptable en un estado de derecho.

El público, que jugó un papel importante, era usualmente preparado previamente por la prensa y los militantes. En algún caso, se realizó un festival de rock, convocado bajo el lema “Democracia con justicia y verdad” y presidido por la fiscal general Gils Carbó y el secretario de Derechos Humanos. En las sesiones, tribunas vociferantes presionaron a los testigos y “escracharon” a los abogados defensores. Los fiscales, generalmente militantes, designaron fiscales ad hoc, elegidos entre los abogados querellantes y notoriamente parciales.

Preparados por sus abogados y por los fiscales, los testigos recordaron, treinta años después de los hechos, detalles que nunca habían mencionado antes. Si se salían del libreto, el fiscal y hasta el juez les recordaban por dónde debía ir su testimonio. En sus alegatos, los fiscales repitieron el mismo texto en diferentes juicios. Entre los jueces, hubo militantes que condujeron el proceso con mano firme, y otros timoratos, acostumbrados a un ejercicio más serio de su función pero incapaces de resistir la doble presión de los militantes y del poder político.

Lo peor fueron las sentencias. En los casos de quienes habían sido jóvenes oficiales, policías o gendarmes, el único indicio de culpabilidad fue que prestaban servicios en una dependencia en donde se torturaba o mataba. Habitualmente no había pruebas fehacientes de que hubieran participado, y se sabe que solo una parte de ellos eran convocados a ese nefasto servicio. Sin embargo, el criterio aplicado por los tribunales fue el del “partícipe necesario”: no podían no haber participado o sabido qué es lo que allí pasaba -daba lo mismo-, y eso los hacía culpables.

Esta es la desviación más grave del principio judicial de la prueba “más allá de toda duda razonable”. En la tradición judicial, y en la doctrina de los derechos humanos, se afirma que todos los acusados son inocentes hasta que no se demuestre su culpabilidad. Aquí se ha partido del principio inverso: el acusado es culpable, a menos que pueda probar su inocencia. Salvo, claro, en el caso de Milani.
Muchos intervinientes en estos juicios han contado, en general privadamente, estas barbaridades jurídicas. Muchos expertos han dicho que con esos fundamentos las sentencias son endebles y no resisten una revisión. Es posible que esto ocurra cuando lleguen a la Corte Suprema, o cuando la presión del gobierno no sea tan notoria. Por entonces, probablemente, la mayoría de los condenados ya habrá muerto.

Estos juicios van a dejar gravemente herida a la justicia y al principio de los derechos humanos, víctima de un gobierno que, curiosamente, se gloria de defenderlos. ¿Para qué? La respuesta más obvia remite al clima faccioso, a la decisión política de llevar el enfrentamiento al límite, y a la explotación del deseo primario de la revancha, usando el poder contra los antiguos victimarios. No es justificable y es deplorable, pero es entendible. Poner la otra mejilla nunca ha sido un principio popular.

Pero se necesita algo más para explicar la grosería del procedimiento y el pisoteo de la tradición judicial. Me parece que todo es tan deliberado como un discurso de Cristina o unas declaraciones de Aníbal Fernández. Se trata de mostrar y escenificar qué valor le asigna a la justicia y a las instituciones un gobierno convencido de que el pueblo le ha confiado la suma del poder. Es la versión más terrible de una manera de entender la política, que remonta a la Revolución Francesa. Hoy, como entonces, la teatralización no es accesoria sino central.

La impunidad y la arbitrariedad son dos de los nombres del poder. Hacer gala de ellas es un poderoso disuasivo y un instrumento disciplinador. Probablemente allí resida la lógica profunda del gobierno que ahora termina.