(Argentina, 1890-1965)
Por Gral Isaías García Enciso
Carlos Maximiliano von der Becke, nació, según constancias familiares, el 1º de enero de 1890 en la localidad de Cañada de Gómez, provincia de Santa Fe. Fueron sus padres Alfonso von der Becke-Klüchtzner y Clementina von Helbig, ambos alemanes, fundadores de la rama argentina de los von der Becke.
Teniente Carlos von der Becke
El padre había nacido el 5 de enero de 1860 en Dresden, hijo del entonces Teniente del Real Ejército de Sajonia, Jorge Edmundo von der Becke y de Ana von Klüchtzner. A su vez la madre pertenecía a la noble familia de los von Helbig de Silesia, donde nació el 20 de agosto de 1862. Don Alfonso se trasladó, como miembro de su familia, sucesivamente a Zürich, Ginebra, Viena y Stuttgart, donde estudió humanidades en el Real Gimnasio, bajo la protección liberal de Carlos I de Württemberg.
Se inició luego en el comercio en Bremen y emigró en 1882 a Venezuela, trasladándose al Río de la Plata en 1884. Añorando a su novia de. estudiante, regresó a Alemania. Contrajo enlace el 3 de abril de 1886, en Württemberg, con Clementina. El joven matrimonio de 26 y 24 años de edad, respectivamente, viajó a la Argentina, donde don Alfonso se desempeñó en tareas administrativas tanto en ingenios de azúcar como en la supervisión del tendido de vías férreas. Esto explica el nacimiento de los hijos en diversas localidades, a medida que avanzaba el trazado del ferrocarril. Así, Dora, la mayor, nació en Belgrano dentro del primer año de casados; Carlos Maximiliano, dos años después en Cañada de Górnez; el tercer hijo, Alfonso, nació en 1984 en Rosario de Santa Fe; y Alejandro, el menor, años después en Tafí Viejo, Tucumán, donde se había asentado la familia y donde el jefe de ella estaba encargado de la administración de los grandes talleres ferroviarios de esa ciudad.
La hija mayor del matrimonio, Dora, se recibió de maestra normal en Tucumán, contrayendo enlace con Hugo Dörsing. Desempeñó la docencia por largos años en la Cangallo Schule, alcanzando luego la subdirección de la Escuela Germania, rodeada de un gran prestigio como educadora.
El tercero de los hijos, Alfonso Carden, cursó el bachillerato en Tucumán, recibiéndose de doctor en medicina con diploma de honor en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires, en 1919. Fue un científico de nota, un urólogo destacado y un catedrático de alto nivel. Casado con Sara Gardey, murió trágicamente el 6 de julio de 1945, fiel a su juramento hipocrático.
El menor de los hijos del matrimonio, Alejandro Otto Federico, obtuvo el título de químico farmacéutico y luego de doctor en bioquímica y farmacia de la Universidad de Buenos Aires. Llegó a ser un destacado hombre de ciencia como histólogo y bioquímico, profesor titular de histología comparada y de zooparasitología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires y autor de más de cincuenta trabajos científicos de investigación. Estos eran los padres y los hermanos de Carlos Maximiliano, de quien nos ocuparemos a continuación.
Sus antepasados eran familias nobles de la cuenca del Ruhr, Palatinado y Westfalia, por el lado paterno; de Silesia, Letonia y otras regiones centro-europeas, por parte de familias emparentadas. En casi todas estas familias antecesoras, tanto entre los von der Becke como entre los von Helbig, hubo militares destacados y encumbrados funcionarios civiles.
El niño Carlos Maximiliano, al establecerse sus padres en la ciudad de Tucumán, donde existían establecimientos de educación secundaria, cursó allí sus estudios en el Colegio Nacional de esa ciudad, del que egresó con el orden de mérito Nº 1, a los catorce años de edad. Fue una constante en su vida ese mismo Orden de mérito.
El adolescente sintió despertarse en su espíritu, la vocación castrense que había heredado de sus antepasados ; y su padre le concedió con satisfacción la autorización correspondiente, dejando constancia en la misma, de su deseo que su hijo conservara la fe protestante y que orientara su especialidad militar hacia el campo de la ingeniería. En cambio, las circunstancias y la inclinación personal de Carlos, hicieron de él un infante y un oficial de Estado Mayor. Faltó poco para que su destino fuese distinto, ya que su poca edad y su extrema delgadez hicieron que fuera rechazado en 1905, ingresando sin embargo al año siguiente al Colegio Militar de San Martín.
El año 1905 estudió ingeniería en la facultad porteña.
Según reza su foja de servicios, ingresó como cadete el 7 de abril de 1906, destacándose desde el principio corno uno de los alumnos más aplicados y de muchas condiciones físicas y aptitudes militares. Sus 1,75 metros de altura en ese momento (que se estiró en nueve centímetros más al egresar), contribuyeron a que en el reconocimiento médico efectuado por el Cirujano de Brigada Benjamín Dimartino mereciese la calificación de 5 puntos - la máxima - tanto por su constitución, como por su salud y su vista. Durante el segundo curso fue ascendido el 30 de abril de 1907 a Distinguido y el 8 de julio a Cabo. El tercer año supera su rendimiento, correspondiéndole conducir la bandera del instituto, honor máximo que se confiere a un cadete.
Sus calificaciones en el estudio son por entonces las siguientes Táctica, 5; Topografía y Dibujo 4,90; Armas, Tiro y Fortificación 4,70; Química 5. En aptitudes generales las siguientes calificaciones: Aptitudes para el mando 5; Resistencia a la fatiga 5; Inteligencia 5; Carácter 5; Espíritu militar 5; Conducta 5; Instrucción 5; Porte militar y corrección en el uniforme 5 Educación 5. Recordemos que 5 es la calificación máxima. Todo ello le da un promedio de egreso de 4,77 puntos, ocupando el primer puesto de su promoción, integrada por 57 cadetes. Registra asimismo en su legajo, que habla francés y alemán; también señala que no sabe nadar, pero sí que anda en bicicleta. Su profesor de equitación lo califica con 3 puntos; en esgrima, el maestro de armas le pone 5 y otro tanto hace el maestro de gimnasia.
Su planilla de calificaciones está firmada por Federico Shaw como secretario por Martín J. López como mayor, jefe del cuerpo, con el visto bueno del teniente coronel Marambio, director interino.
La trayectoria del cabo cadete von der Becke, satisface los requisitos para que se le asigne el premio Ministro de Guerra, consistente en un artístico reloj de oro labrado; así como la distinción que otorgaba la Asociación Pro- Patria de Señoritas: una medalla de oro con la imagen de una mujer con un fusil en la mano, representando a la patria en armas. Von der Becke, al recibir de manos del ministro, general Aguirre, el artístico reloj, expresó que el mismo señalaría las horas del deber. El concepto firmado por el jefe de la compañía de cadetes, capitán Carlos Smith Pedernera, señala que von der Becke "es culto, inteligente y de una integridad probada. Reúne en general, todas las características del excelente oficial."
El flamante subteniente de infantería, es destinado a su egreso al Regimiento 18 del arma, de guarnición en Tucumán, donde residía la familia. Revista como tal durante los años 1908 y 1909, año cuando cursa la Escuela de Tiro. Asciende a teniente en 1910, continuando en dicha escuela hasta 1912, cuando es trasladado al Colegio Militar de la Nación como oficial instructor. Temprana distinción a un oficial moderno, que pronto pasa a desempeñarse como jefe de la compañía de cadetes, ya teniente primero.
Le toca así cursar como alumno la Escuela Superior de Guerra, luego de ascender a capitán en 1917.. egresando de dicho instituto como oficial de Estado Mayor con sobresalientes calificaciones y el prirner orden de mérito.
Al graduarse, es trasladado al Estado Mayor General del Ejército, destino de honor para un oficial de la especialidad. Allí cumple una destacada labor que merece juicios ponderables de sus superiores, respecto a su desempeño en el área de planeamiento. Su labor intelectual editada comenzó ya en 1913, con una traducción publicada probablemente por el mismo Colegio Militar donde en esa época revistaba. Otras traducciones le fueron requeridas para la Biblioteca del Oficial, fundada por el Círculo Militar, debido a la iniciativa del general de división d. Rodolfo Martínez Pita. El aporte del joven capitán, comienza al nacer esa serie de publicaciones en 1918, siendo su primera tarea verificable la traducción del alemán, conjuntamente con el teniente coronel Juan Pistarini, del libro,»Táctica y técnica de los pasajes de ríos" cuyo autor era el coronel Martens. El tomo I de dicha obra fue el volumen XII de la flamante editorial. El tomo II, de los mismos traductores, sería publicado como volumen XV. Casi por excepción queda impreso su nombre en las publicaciones que efectuaba y cuando aparece, lo es por algún motivo especial. El anónimo "traducción de la Biblioteca del Oficial" que aparece en la gran mayoría de sus traducciones, dificulta el inventario de sus aportes y debe ser explicado como interpretación personal del lema "ser antes que parecer" típico de la educación militar.
Siempre con el grado de capitán, von der Becke tradujo juntamente con el prestigioso capitán Abraham Schweitzer, los tomos I y II (volúmenes XXI y XXIV de dicha Biblioteca) de la obra del teniente coronel Loffler "Táctica". Otro tanto realiza con la publicación "Reglamento de ejercicios para la infantería a la luz de la historia" del general von Freytag-Loringhoven y el libro "La guerra del futuro, según las experiencias de la guerra mundial", escrito por el general von Bernhardi. Todavía es capitán cuando aparece su traducción de la 1 obra del teniente coronel Liebach, "Evolución de la táctica en la Guerra Mundial" La tarea de oficial de Estado Mayor en los comandos, es una labor silenciosa que no se difunde, pues consiste en la realización de estudios que sirven al comandante para adoptar sus resoluciones. De allí que no trascienda, especialmente los grados subalternos.
Llegamos así a 1922, cuando von der Becke es promovido mayor. Se lo designa jefe del batallón de infantería Colegio Militar, formando a los futuros oficiales del Ejército. Los que fueron sus subalternos en ese período, manifiesta que la serenidad y estabilidad emocional puesta en evidencia por von der Becke en ese cargo, creaba un clima favorable para la formación del cadete y la actuación de los oficial durante los dos años que lo desempeña. En 1924 le es asignada la responsabilidad de dictar la materia Táctica a los cadetes.
Incursiona a partir de ese momento en el campo de la docencia, para la cual - como sus tres hermanos - tiene vocación y aptitudes especiales,. respaldada por una sólida formación como oficial de Estado Mayor, enriquecida por las traducciones de libros ya mencionadas, así como por su biblioteca particular, a la cual dedicaba todos los meses una suma fija importante. Revistas militares europeas, obras históricas, literarias y de su profesión invaden tanto su escritorio como sus estanterías, nunca suficientes.
En 1925 contrae enlace, en Rosario, con Isabel Tamborini, bella dama que se constituiría no sólo en la compañera, sino también en el complemento de la labor del oficial en el campo social y protocolar. Isabel Tamborini y dos de sus hermana se casaron con oficiales, que con el tiempo alcanzarían la palmas del generalato; una hermana -Adelaida- contrajo matrimonio con Juan Bautista Molina y otra -Margarita- con Roberto Dalton.
Es caso único registrado en el Ejército, sobre todo considerando que los tres generales figuraron en su época entre los más destacados y de más prestigio. Las tres hermanas Tamborini habían nacido en Casilda, en las cercanías de Rosario, siendo tanto su padre como su madre (de apellido Soldati) nativos de la Lombardía.
A propósito del casamiento de von der Becke, se decía en el Ejército que su dedicación a la profesión militar era tal, que una noche, al referirse la novia a la diafanidad de los astros, Carlos, observando que la luna estaba en cuarto menguante, reflexionó: "Es cierto, es una magnífica noche para hacer un ejercicio de relevo por sobrepasaje.» Sea cierta o no la anécdota, lo destacable es que ella pone en evidencia el concepto que tenían los oficiales, sobre la acendrada vocación militar y la consagración profesional de von der Becke.
Durante su desempeño como profesor de historia militar de la Escuela Superior de Guerra - su siguiente destino - traduce tres volúmenes para aplicar al servicio de la cátedra. Uno de ellos se titulaba a Guerra Mundial de 1914 a 1918» (tomo I, referido a las operaciones terrestres y tomo II, a la liberación de Prusia Oriental). Corresponden a los volúmenes CIII y CIV de la Biblioteca del Oficial. Ellos permitieron la actualización doctrinaria de nuestros oficiales, sobre todo los que cursaban la mencionada asignatura de historia militar. El tercero, con el mismo título pero referido especificamente a las batallas de frontera en el oeste (volumen CXXI) apareció años después. Las tres obras habían sido preparadas por el Archivo de Guerra alemán.
En este contexto y en estos años hallamos a von der Becke con sus alumnos, oficiales escogidos del instituto superior donde se completa su formación, dedicados al aprendizaje de las experiencias de la guerra mundial.
En 1930, la jerarquía considera la conveniencia de enviar a este brillante jefe a Europa, para ampliar sus conocimientos. Es designado como agregado militar en Alemania y Suiza, en mérito a su capacidad intelectual y a su dominio del francés, del alemán y del inglés, idiomas que alcanzó a dominar en distintas épocas de su vida. No solamente cumplió en forma destacada sus funciones, sino que fue más lejos, ya que por concesión especial logró ser admitido para cursar en carácter de oyente en las aulas de la Academia Militar de Berlín, donde las compartía con condiscípulos, como el futuro mariscal Rommel, que obtendrían notable fama de estrategos, pocos años más adelante.
Al término de su misión, incrementados sus conocimientos y sus contactos personales, era lógico que fuera nombrado profesor de Táctica y Servicio de Estado Mayor del tercer curso de la Escuela Superior de Guerra, en 1933. Se trataba de la cátedra más importante de dicha Escuela.
Asimismo, el Senado prestó acuerdo para su ascenso a coronel con anterioridad al 31 de diciembre de 1932. En 1936 se desempeña como jefe del Estado Mayor de la Primera División de Ejército, en Campo de Mayo. Un año después, retorna a la Escuela Superior de Guerra, esta vez como director: se trata de una secuencia coherente y lógica para un oficial superior de su capacidad y con una trayectoria realmente meritoria.
Comienza aquí la etapa de la vida pública de von der Becke. Hasta entonces su actuación casi siempre se había enmarcado en su actividad abnegada y silenciosa en el Ejército, pero ya como oficial superior con funciones importantes, debe afrontar compromisos y desafíos que lo han de transformar en un hombre público. Durante su desempeño como director de la Escuela Superior de Guerra, se cumplió el centenario del natalicio del general Luis María Campos, fundador del establecimiento. Le tocó entonces recibir al primer mandatario de la Nación, dr Roberto M. Ortiz, quien presidió la ceremonia conmemorativa.
A partir de ese evento la prensa comienza a ocuparse elogiosamente de von der Becke.
Sucesivamente se desempeña nuestro biografiado como jefe del Estado Mayor del Comando de la Segunda División de Ejército en Santa Fe y luego del Primer Ejército, comandando a continuación la Cuarta División de Ejército con asiento en Córdoba. En ocasión de jurar la bandera los soldados clase 1919 de la Guarnición Córdoba, el coronel von der Becke, que hacía pocos meses que se desempeñaba como comandante de la División, despierta la admiración de los cordobeses al improvisar una elocuente arenga, donde hizo gala de erudición y contenido profundo. Expresó, entre otros conceptos:
«El empleo de un arma en lucha abierta y franca en la que se expone la vida al igual que la del adversario y respondiendo a un ideal superior, la defensa de la Nación - no para un fin mezquino ni egoísta, dignifica y ennoblece al soldado».
«Un juramento es siempre un acto solemne. Un hombre vale por el cumplimiento de su palabra empeñada. Quien no cumple un juramento es un perjuro y cuando el juramento, es a la patria, es un infame, es un criminal, es un traidor El juramento a la bandera no es un compromiso por un cierto tiempo: se extingue solamente con la vida».
En mayo de 1940 el Senado otorgaba el acuerdo para el ascenso al generalato a von der Becke. El viernes 31 de mayo los diarios La Prensa y La Nación de Buenos Aires, comentaban la noticia ponderando las cualidades del coronel de infantería que era promovido. Pero donde la resonancia tuvo mayor eco fue en Córdoba, donde ahora era comandante. El diario "Córdoba", a tres columnas, encabeza la información con el título "Alto prestigio como Oficial de Estado Mayor es el del general von der Becke - El general von der Becke es uno de los militares más capaces." En el texto señala:
«Llegar a general de la Nación por méritos propios, a fuerza de talento e inteligencia y después de haber acreditado condiciones singulares para el ejercicio del mando, es la satisfacción más honda que puede manifestar un militar. El general von der Becke es de los militares que - al decir del general Jose María Sarobe - se paran en la puerta del cuartel y miran para afuera, para la calle, para donde va el pueblo con sus dolores y sacrificios, con sus aspiraciones e inquietudes. Von der Becke es hombre de vasta cultura, de natural inteligencia y de madurado talento; conjuga como el que más, el lema de los oficiales de Estado Mayor: "Rendir mucho y exteriorizar poco".
En el texto transcripto está implícito el homenaje a otra gran figura de la época, el general Sarobe. El diario "Los Principios" a su vez, se ocupa del tema del reciente ascenso, señalando:
«Llega de este modo al generalato, ambición que siempre alientan entre sus aspiraciones más intimas quienes abrazan la carrera de las armas, un jefe digno y prestigioso, que ha acreditado en su vida militar, estar dotado de condiciones que lo hacen por cierto acreedor a la elevada distinción que se le ha conferido, culminando de esta suerte una actuación jalonada en etapas brillantes y significativas.»
Agrega más adelante:
"En la vida social es el nuevo general de brigada un caballero culto, gentil y cumplido, que sabido granjearse en nuestros círculos, cordiales simpatías".
La sociedad cordobesa tributa numerosos homenajes al general promovido, siendo su acto central un banquete de más de 500 personas, ofrecido en los salones de la planta alta de Confitería del Plata. Concurren el gobernador dr. Santiago H. del Castillo, con sus ministros, el arzobispo de Córdoba monseñor Fermín Laffite, el rector de la Universidad dr. Sofanor Novillo Corvalán, el presidente del Superior Tribunal de Justicia Enrique Martínez Paz y el intendente de la ciudad de Córdoba, Donato Latella Frías, entre otras personalidades. Consigna el diario "El País", que la demostración es ofrecida por el general Fernández Valdez, en nombre de la comisión organizadora, siguiendo palabras de agradecimiento del agasajado.
Entre otras cosas señala von der Becke:
"Nosotros, los militares, no queremos la guerra; ello sería tan aberración moral como la de un médico que quisiera las epidemias o un bombero que anhelara grandes incendios. Los que conocemos la guerra por el estudio de ella y que sabemos de sus horrores, no podemos sino amar la paz, ser pacifistas pero con un pacifismo viril, que implica la defensa de todo nuestros valores espirituales y materiales, como por otra parte ha sido la tradición de nuestra patria. En nuestro país la institución militar no representa sino el indispensable brazo armado, para que la justicia y el derecho no sean un ilusión.»
Acá von der Becke ha ubicado acertadamente el papel de las Fuerzas Armadas, dentro del concepto enunciado por Raymond Aron : «El exceso de debilidad no es menos temible para la paz que el exceso de fuerza." Completa von der Becke sus palabras señalando:
"Lo hermoso de una democracia, es que el pueblo mismo carga con la responsabilidad de sus aciertos y errores."
En el transcurso de su comando en Córdoba, varias fueron las ocasiones donde el general debe pronunciar discursos ante multitudes; en ellos pone de manifiesto su pensamiento de soldado y de ciudadano.
Así para el 25 de mayo de 1942, expresa ante los concurrentes reunidos en la plaza Vélez Sársfield:
"Las horas futuras parecen inciertas. Es empero necesario mantener nuestra nacionalidad, nuestra bandera, nuestro territorio, nuestro modo de sentir y de pensar, nuestras bases sociales, el sentimiento del hogar, la creencia en Dios y el respeto a nuestra constitución.»
El Congreso de Ingeniería se inaugura en julio de 1942. En esa ocasión declara von der Becke, que participaba de la misión de defensa nacional, que
"ella no es asunto que incumbe exclusivamente a las instituciones armadas, que no tienen vida propia ni aislada. Necesitan constantemente de las fuerzas humanas, espirituales y materiales que le entrega la Nación misma."
A fines de diciembre de 1942 von der Becke deja Córdoba para hacerse cargo del Centro de Altos Estudios - recién formado - a la par que de la Escuela Superior de Guerra, esta última por segunda vez. Dicha circunstancia da lugar a numerosos actos de despedida que le tributa la sociedad y las instituciones de la ciudad mediterránea. El homenaje principal se realiza en el «Country» del Jockey Club y de él participan las autoridades civiles y eclesiásticas y lo más destacado de la sociedad cordobesa.
Le toca ofrecer la demostración al ingeniero Rodolfo Martínez, rector de la Universidad de Córdoba, quien empieza así:
"Si Córdoba es la Universidad, como lo afirmara Magnasco, bien está señor general, que sea el rector de aquella casa quien os entregue este álbum que el arte hizo bello y que ennoblece el afecto, en nombre de la ciudad representada hoy en todos los valores del espíritu y de la provincia, acreditada en el homenaje por sus propios mandatarios y por los más variados matices de la opinión como si hubiéramos hecho el tácito acuerdo de arrancarnos cintillos diferenciales, para unirnos en un acto de justicia a un soldado, que por serlo tan plenamente, pudiera señalarse como una síntesis de las calidades de nuestro ejército... Dado que las batallas se ganan también en la retaguardia, imaginad pues la importancia de que pueblo y ejército se encuentren solidarizados en ideales y en espíritu."
Marcha pues von der Becke a Buenos Aires con su prestigio acrecentado por su labor en Córdoba. Poco tiempo permanecería en sus nuevas funciones de Director de dos institutos de docencia superior, pues lo llamaban responsabilidades más elevadas. El diario La Nación en su edición del 27 de agosto de 1943 expresa:
"El Ministerio de Guerra dio a publicidad un decreto del poder ejecutivo, por el cual se nombra jefe del Estado Mayor General del Ejército al general de brigada Carlos von der Becke, en reemplazo del general de división Juan Pierrestegui. El general von der Becke es llamado a ejercer funciones tan importantes en la institución armada, tras haber conquistado una sólida reputación como dirigente militar. El concepto relevante de organizador y conductor de que goza de antiguo en las esferas del ejército, se ha visto robustecido en los últimos años a través de su actuación en la cátedra de la Escuela Superior de Guerra y la dirección de la misma, en el Comando de la Cuarta División de Ejército y en la dirección del Centro de Altos Estudios.»
Otro diario informaba:
«El general von der Becke, una de las figuras más prestigiosas de nuestras fuerzas armadas, ha sido designado para ocupar la jefatura de Estado Mayor General del Ejército."
El viernes 7 de abril de 1944, se daba a publicidad el ascenso del general von der Becke a general de división. El prestigio y respeto que irradiaba la persona del general von der Becke, hizo que sus camaradas socios del Círculo Militar lo nombraran presidente de dicha institución en la Asamblea General Ordinaria del 10 de junio de 1944; entre los oficiales que lo acompañaron como vocales, figuraba una reliquia del viejo ejército, actual (en 1990) decano del cuadro de oficiales, el coronel Expedicionario al Desierto don Aníbal Luzuriaga, quien con sus gallardos 105 años constituye una muestra viviente de las virtudes del ejército de ayer. Ya nos hemos referido con antelación a la vinculación de von der Becke con el Círculo Militar y con la Biblioteca del Oficial. También efectuó traducciones para la Revista Militar, publicación del mismo club. Nos corresponde ahora incursionar en otras áreas de su desempeño relacionado con el Círculo. Nos ocuparemos en consecuencia, por ser éste un homenaje del Círculo Militar, a la gestión presidencial del general en dicha institución a partir de 1944.
A poco de iniciar la presidencia, el 6 de julio de 1944 le tocó hacer uso de la palabra en la comida anual de camaradería de las fuerzas armadas en Les Ambassadeurs. Entre los conceptos allí expresados podemos citar:
"Solo una suprema aspiración puede guiar al Ejército: la de merecer como siempre la gratitud nacional."
Este concepto adquiría relevancia en momentos cuando el ejército había asumido la responsabilidad de gobernar el país. Incursionando en las actas de reuniones de la comisión directiva del Círculo Militar de esos años, comprobamos la preocupación de von der Becke por solucionar los problemas de alojamiento que se les planteaba a los oficiales del interior, cuando venían a Buenos Aires. Para superarlos, se dispuso la ampliación de las comodidades existentes. Se proyectó la construcción de un nuevo pabellón de alojamiento, para cuya finalidad se adquirió un terreno contiguo sobre la calle Santa Fe. El nuevo edificio incluía planta baja, subsuelo, entrepiso y siete pisos, con una capacidad de 72 habitaciones con baño privado, contando con 144 camas. Mientras se ejecutaba la obra, se habilitaron 12 camas adicionales alas ya existentes, ocupando a esos efectos el departamento de que disponía el intendente del Círculo y dos habitaciones usadas por la gerencia. También se procedió en ese período al rellenado de terrenos de la playa de Olivos: en esos mismos se proyectó una pileta de natación. El pabellón Deportes se vio enriquecido con la construcción de consultorios para clínica médica, masajes y pedicuría, así como de una cancha de bochas.
Por entonces se amortizaron $ 200.000 de la deuda contraída el 6 de setiembre de 1942, para completar el pago del pabellón de deportes. El saldo de la deuda resultó así ser de $ 181.805, con lo cual las obligaciones trimestrales de $ 5730 se redujeron a la mitad. Siguiendo una antigua tradición, el domingo 16 de julio de 1944, a las 18,30 horas, el Círculo Militar recibió en un acto social de relevancia a sus nuevos asociados de la Promoción 72 de egreso del Colegio Militar, de la que formaba parte el que habla.
En esa oportunidad concurrimos los flamantes subtenientes, acompañados por nuestros familiares, muchos venidos del interior del país, a ese suntuoso palacio que la mayoría pisábamos por primera vez, siendo afectuosamente recibidos por el presidente, general von der Becke, que con su proverbial gentileza y afabilidad, pronto nos hizo sentir como en nuestra propia casa y a fe que lo fue, a partir de ese momento. En ese acto escuchamos las siguientes palabras de bienvenida del general von der Becke:
"El ascenso a Oficial del Ejército de la Nación de vosotros, es, en vuestros. hogares, un motivo de legítima satisfacción, de inmenso júbilo, de viva alegría, ya que significa una justa recompensa a los desvelos constantes de vuestros padres para daros una noble carrera promisoria. Pero lo es también y en igual medida, para los oficiales todos del ejército, pues significa la incorporación de una nueva promoción que aporta su entusiasmo y su capacidad efectiva y potencial, al organismo viviente, para mantenerlo siempre dinámico a fin de que responda a su difícil tarea, tan llena de responsabilidades.»
El día 6 de julio, se llevó a cabo la tradicional comida anual de camaradería, continuación de la del año previo que ya recordamos. Esta vez no pudo hacer uso de la palabra el general von der Becke como presidente del Círculo Militar, por la muerte trágica de su hermano Alfonso. Leyó la alocución preparada, el vicepresidente general Otto H. Helbling.
Durante este segundo año de la presidencia del Círculo Militar por von der Becke, se obtuvieron los fondos para encarar la obra del pabellón Alojamiento, llamándose a licitación sobre la base de un proyecto de la Dirección General de Ingenieros. Se continúa el rellenado del terreno de la playa de Olivos. El club contaba por entonces con 5.185 socios, la mitad aproximadamente de la cifra actual (1990).