domingo, 4 de junio de 2017

Mierda cubana: Cuba traiciona a los terroristas que entrenó

“En 1976 La Habana me dijo que había llegado a un acuerdo con la junta militar argentina para no denunciarnos en DDHH”
Así evoca el ex diplomático cubano Juan Antonio Blanco las instrucciones de su gobierno. Y agrega: “Un guerrillero me comentó que todos los que entrenaban en Cuba morían si ésta tenía buenas relaciones con sus países”

Por Claudia Peiró | Infobae
cpeiro@infobae.com

Esta verdadera "bomba" la arroja Juan Antonio Blanco Gil quien integró la delegación cubana ante Naciones Unidas como negociador y como analista y director del Departamento Político del Movimiento de Países No Alineados. El guerrillero al que se refiere era mexicano; pero Blanco Gil dice que, al oír este comentario, le vino "a la mente enseguida la contraofensiva de Firmenich y su grupo", es decir,de Montoneros en los años 1979 y 1980.

En concreto, en su calidad de diplomático y funcionario cubano, Blanco fue ejecutor y testigo de la que llama "la entente" entre la Unión Soviética, Cuba y la Junta militar argentina, de funestas consecuencias para los argentinos, pero que a los tres regímenes implicados les representó beneficios tanto políticos como materiales.

La complicidad del castrismo con la dictadura es un hecho conocido, aunque muchos prefieran, por motivos ideológicos, pretender que no existió; pero Blanco Gil va más allá, insinuando la posibilidad de una conspiración para exterminar a los mismos grupos que se decía alentar.

A mediados de los 90, frustrada la alternativa de una apertura democrática en su país, para la cual había trabajado activamente, Blanco Gil salió de Cuba. Residió en Canadá y luego Estados Unidos, donde dirige la Fundación para los Derechos Humanos en Cuba. De paso por Buenos Aires, invitado por Cadal (Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina), dialogó con Infobae sobre su experiencia como diplomático del régimen y luego como analista del mítico Departamento América, desde donde se ejecutaba la estrategia cubano soviética hacia el subcontinente.

— ¿Cuánto hubo de realidad y cuánto de mito en el respaldo de Cuba a las guerrillas en Latinoamérica en los 70?

— No hay mito, está documentado. Incluso hay un argentino, Juan Bautista Yofre, que obtuvo toda la documentación del servicio de inteligencia checo, y buena parte la publicó en un libro, sobre las operaciones de los servicios de inteligencia cubana, de traspaso de guerrilleros, de políticos, etcétera, vía Checoslovaquia, hacia América Latina. Era la ruta generalmente escogida.

— ¿En qué consistía ese respaldo?

— Cuba intentaba insertarse en todos los países y establecer una hegemonía ideológica, política. En ese sentido, no se dedicaba exclusivamente a los grupos de extrema izquierda; trataba de influir en el grupo socialdemócrata, en los social-cristianos, incluso en sectores de la derecha tradicional y empresarial. Cada uno recibía de Cuba algún tipo de oferta o de colaboración. Por ejemplo, en la época de la dictadura de Pinochet (1973-90), en Chile había partidos contrarios a usar la violencia contra el régimen. A esa gente no se la llevaba a un campo de entrenamiento de guerrilleros, pero se le ofrecía dinero, posibilidades logísticas, pasajes y viáticos para ir a Naciones Unidas y hacer lobby. Así, La Habana lograba gratitud de fuerzas muy diversas por su generosidad. En realidad, el gobierno cubano sabía cuáles serían sus socios más cercanos y a cuáles estaba tratando de cultivar para neutralizar eventualmente en un proceso político.

— Ahora bien, la Unión Soviética había renunciado a promover revoluciones en otros países y apostaba a la llamada coexistencia pacífica con Washington y, si bien había conflictos en terceros escenarios, estaba aceptado que América Latina era terreno de Estados Unidos. ¿Qué buscaba entonces Cuba?

— Es importante eso, porque casualmente Fidel Castro durante todo el tiempo, los años 70, en que se estaba produciendo esa distensión, se estaban firmando los acuerdos SALT para limitar el armamentismo, hizo todo lo posible por salirse del esquema. Para Henry Kissinger era muy importante que Cuba quedara incluida en su arquitectura internacional de distribución de política de poder pero La Habana era renuente. Los soviéticos presionaban para persuadir al gobierno cubano de que entrara en esa normalización. El resultado fue que finalmente comenzó una conversación con Kissinger y éste fue cediendo a lo que La Habana ponía como obstáculo, al punto que levantó el embargo a todas las sucursales norteamericanas en terceros países, incluida Argentina, de donde se compraron importantes cantidades de material de transporte público. Pero Fidel Castro no quería que se consolidara esa situación. Hizo varias cosas, la más liviana fue atizar en Naciones Unidas la campaña por la independencia de Puerto Rico, cosa que siempre producía gran irritación en Washington. Cuando eso falló, de pronto finalmente liberó a (Francisco) Caamaño para que desde Cuba entrara en República Dominicana con una fuerza expedicionaria que había estado entrenando desde el 64, 65, luego de la invasión norteamericana a ese país. Pero el grupo fue aniquilado (1973). Entonces, lanzó una expedición militar a Angola, con el ejército regular cubano, decenas de miles de hombres y pertrechos, y ya eso era demasiado, Washington no podía pasarlo por alto, se endureció la posición conservadora en USA e hizo más difícil la ratificación de los acuerdos SALT en el Congreso. Por lo tanto Fidel Castro no solamente logró salirse del esquema de distensión sino que radicalizó las posiciones de la URSS porque todo lo que ésta alcanzaba quedaba en entredicho.

— ¿Todo eso no lo hizo Fidel en connivencia con la Unión Soviética?

— Hubo distintas etapas. En los primeros 70, cuando, como usted dice, los partidos comunistas no estaban de acuerdo con la lucha armada, hubo bastante tensión, sobre todo en torno a la figura del Che Guevara. Entre el 75 y el 80 aproximadamente, no fue en connivencia con la Unión Soviética. Después de eso vuelve, en connivencia con Moscú, la idea de que hay que apoyar los movimientos de liberación en distintos países.      

— Con Argentina hubo una situación peculiar, distinta al resto de América Latina, porque Cuba mantuvo el vínculo con Montoneros y otras guerrillas y al mismo tiempo respaldó abiertamente al régimen de Videla desde 1976. ¿A qué se debió?

— A las relaciones de la Unión Soviética con el régimen militar argentino y Moscú incluyó a Cuba o en ese esquema para llegar a un acuerdo con la Junta. Yo en esa etapa, y hasta el 84, estaba en Nueva York como director del Departamento Político No Alineado, por lo tanto, tuve mucho que ver también con esta cuestión. Estando en Nueva York llegó una instrucción del gobierno cubano de que se había llegado a un acuerdo de caballeros con la junta militar argentina para que no nos denunciáramos recíprocamente en la Comisión de Naciones Unidas que trata los problemas humanitarios y de derechos humanos. Tres miembros de nuestra misión fuimos a una reunión con un diplomático argentino, para comunicar esta orientación de La Habana. Debo decirle, por salvar mi ética, que fue la única reunión que tuve con la representación argentina y me alegró mucho después saber que era un diplomático de carrera, se llamaba Raúl Ricardes. Me sorprendió que esa persona, que daba imagen de transparencia y decencia, estuviese representando a la Junta.

 Era desconcertante ver por un lado a los montoneros entrenándose y, por el otro, estos acuerdos de “caballeros” entre Cuba y la Junta Militar
— Sucede que muchos diplomáticos de carrera siguieron en funciones cuando vino el golpe…

— Claro. Volviendo al relato, se produce esta entente entre Cuba, Moscú y la junta militar argentina y le dan alrededor de 4 mil millones de dólares en créditos a La Habana que los aprovecha para comprar de la industria argentina y de las corporaciones norteamericanas todos esos automóviles y demás. Cuando regreso a La Habana, yo tenía un cierto hálito de ser una especie de gurú de la política estadounidense. Entonces la gente del Departamento América me pide que me entreviste con una montonera argentina, María Antonia Berger (*), a la que le interesaba la cuestión de Estados Unidos. Yo no le transmití la orientación que había escuchado en Nueva York, pero era desconcertante ver que, por una parte, estas personas, los montoneros, estaban entrenándose y, por otra parte, había estos acuerdos de "caballeros"; siempre me pregunté cuáles eran los caballeros porque no conocía a ninguno en esa junta.



Dos hijos de puta: Fidel Castro abraza a Hebe de Bonafini. Pero durante la dictadura, su apoyo fue clave para que la dictadura militar evitara la condena en la ONU y desmantelara ataques de terroristas argentinos entrenados por Cuba

— ¿Era cuando Montoneros estaba preparando su contraofensiva, en 1979/80?

— La contraofensiva en la que los están esperando. Esto me recuerda un comentario que me hizo un ex guerrillero mexicano, que había pasado por Cuba: "Tú sabes una cosa, me dijo, cuando ustedes tenían buenas relaciones con algún gobierno todos los que se iban a entrenar allá llegaban al país y morían. Todos los guerrilleros mexicanos que se entrenaron en Cuba están muertos. Ahora, los que fueron a entrenarse a Libia o a Corea del Norte están vivos." Y a mí me vino a la mente enseguida la contraofensiva de Firmenich su grupo. Esto es especulativo, pero me llamó la atención que un ex guerrillero hubiera llegado a la conclusión de que por las relaciones de La Habana con el PRI mexicano, Cuba hubiera tenido esa doble cara, de entrenarlos a ellos por una parte y después resultaba que cada vez que llegaban fracasaban. Y eso también pasó aquí.

— ¿Cree que los líderes montoneros eran conscientes de esa contradicción entre la Cuba solidaria con su movimiento y a la vez aliada de la dictadura?

— Honradamente no le sabría decir. Pero hay cosas que eran públicas, los créditos era públicos, la no condena (en la ONU) era evidente. Por ejemplo, en la Comisión de Derechos Humanos, yo me presentaba cuando se trataba de Pinochet, de la situación en El Salvador, pero me abstenía cuando era de la Argentina porque realmente me resultaba repugnante eso de tener que quedarse callado.

— O sea que en esa etapa Cuba y Argentina se encubrieron mutuamente…

— Sí, se abstenían o votaban en contra. Además, en Naciones Unidas, más importante que cómo uno vota es qué capacidad de influencia uno tiene. No era lo mismo que Cuba simplemente se abstuviese en el voto contra Argentina a que Cuba hablara con todos aquellos sobre los cuales podía influir para que hicieran lo mismo.

— Que era todo el Movimiento de Países No Alineados.

— Casi todos, muchos países.

— Usted estuvo después en el llamado "Departamento América", otra estructura mítica del aparato cubano. ¿De qué se trataba?

— El Departamento América nace en el año 75 cuando se hace el 1er Congreso formal del Partido Comunista. Se crea un Buró político, una Secretaría, etcétera, y dentro de ese engranaje había un Departamento de Relaciones Internacionales que se ocupaba de monitorear y orientar al Ministerio de Relaciones Exteriores en todo aquello que no fuera el hemisferio occidental; porque todo lo que tenía que ver con el hemisferio occidental era competencia del Departamento de América, desde Canadá hasta la Patagonia. El núcleo inicial de ese Departamento proviene de la inteligencia. El jefe del Departamento, Manuel Piñeiro Losada, conocido como Barbarroja, por el color de su barba precisamente, había sido jefe de inteligencia casi desde el inicio de la revolución [1959].

— Es decir que, aunque era una sección partidaria, actuaba más bien como un grupo de Inteligencia.

— Sí, tenía además una cultura de inteligencia porque todos provenían de ahi. Todas las habilidades -o mañas- que traían de la época de la inteligencia pues las ponían en práctica, pero ahora como funcionarios del Partido. Pero cuando a mí me invitan a formar parte del Departamento, en el 83, 84, es porque se ha creado un nuevo grupo, con personas que ya no provenimos de la inteligencia, sino de la universidad. Tres de nosotros éramos del Departamento de Filosofía de la Universidad de La Habana, los que hacíamos la revista Pensamiento crítico en los años 60. Nos convirtieron en analistas y, como en todas las instituciones donde conviven dos culturas, había tensiones entre los operativos y los académicos.

— Imagino que por mucho tiempo usted tendría críticas y reservas, pero ¿en qué momento rompe con el régimen?

— Como bien dice usted hubo una acumulación de cosas. Yo decidí salir del gobierno voluntariamente a fines del 91. Mi apuesta era por el reformismo, pensé que al caer la Unión Soviética era posible retomar el proyecto nacionalista y democratizar a la sociedad de paso. Fallé. Evidentemente fue un error.

 Seguridad del Estado me tocó la puerta de casa a medianoche y me dijo que yo estaba en contubernio con el enemigo
— Pero fue un error, o una esperanza, de muchísima gente en aquel momento.

— Para un analista fue terrible estar equivocado. Yo era parte de una iniciativa creada en Cuba y existe aún que se llama Centro Félix Varela. Y ahí, en 1995, se me acercó un enviado del gobierno de Noruega porque su país quería ensayar con Cuba el mismo experimento que habían hecho con la OLP (Organización para la Liberación de Palestina) e Israel en las llamadas "Conversaciones de Oslo" [1993], que en aquel momento resultaron fructíferas, aunque después todo fue para atrás. Básicamente fueron a un fiordo por ahí, se metieron en un castillo y estuvieron conversando. Yo estuve de acuerdo con la idea e hice una serie de contactos. En Estados Unidos hablé con una hija de Rockefeller (Peggy) que tenía una institución llamada Synergos Institute. Porque yo propuse ver si el gobierno americano estaba dispuesto a mandar de forma no oficial, bajo paraguas de una ONG, al "fiordo". Si el gobierno de Cuba accedía, yo prestaba ONG y los encierran ahí, botan la llave, hasta que se pongan de acuerdo. Me puse en contacto con Richard Nuccio, asesor de Bill Clinton para Cuba y su respuesta fue: "Díganle a Juan Antonio que terrific, magnífico, estamos de acuerdo con la idea, que nos diga cómo proceder". En Cuba hablé con Ricardo Alarcón, que era el presidente de la Asamblea, la idea le parecía buena y entonces le escribí una carta a Roberto Robaina, el ministro de Relaciones Exteriores, para informarlo de todo. Eso fue en el verano (boreal) del 95, y un día de noviembre, después de que Fidel Castro había retornado de Nueva York [de la Asamblea de la ONU], Seguridad del Estado me tocó la puerta de casa a medianoche y me dijo, en la jerga policial que usan, que yo estaba en contubernio con el enemigo. Me sacaron de la cama medio dormido, no sabía de qué me estaban hablando, hasta que caí en la cuenta.  ¿Por qué no nos informó?, me preguntaban, nos enteramos por la vía operativa. Pero porque ustedes son policías, les dije, yo informé a Relaciones Exteriores. Al día siguiente, me llamó la persona encargada de las relaciones internacionales en el buró político y me ordenó desmantelar el canal de información. Y en febrero del año 96 Fidel Castro pulverizó con dos Migs las avionetas civiles y desarmadas de Hermanos al Rescate (**) cuya ruta él conocía de antemano porque tenía un topo en esa ONG al cual le ordenaron abortar su misión 24 horas antes y regresar a Cuba para no ser capturado.

— Fue un acto de guerra deliberado.

— Un deliberado acto de guerra que impedía el mensaje que me había mandado Richard Nuccio, me faltó ese detalle muy importante: "Díganle a Juan Antonio que no se preocupen por la Helms-Burton. –es decir, la ley del embargo- porque no tiene suficientes votos para pasar al Congreso y, si los tuviera, Clinton la va a vetar." Todo eso cambió por supuesto con el ataque de Fidel.

— O sea que Castro necesitaba el bloqueo y la enemistad con Estados Unidos para sostenerse internamente.

— Lo hizo con Kissinger, lo volvió a hacer en esta ocasión con Clinton. Lo grave es que en los años 95, 96, Cuba estaba en el llamado "período especial", había hambruna en todo el país y una epidemia de polineuritis por falta de vitaminas, y a mí me pareció que lo más canallesco, bajo y mezquino que podía hacer un jefe de Estado era, por su egoísmo de mandar el país de forma autoritaria, negarse a cualquier tipo de normalización de relaciones con Estados Unidos.

— ¿Existe la posibilidad de una apertura real en Cuba? Porque si bien hubo normalización diplomática con Estados Unidos, y pareciera haber una mínima apertura a la iniciativa privada económica, políticamente todo sigue muy cerrado.

— Todo sigue cerrado políticamente. Y económicamente. Hay aperturas que generan titulares de prensa pero no cambian la realidad. Por ejemplo, a fines del año pasado, un gran titular recorrió el mundo: "Cuba duplicará el año que viene todos los puntos wi-fi elevándolos a 200 no sé cuánto…" A ver, el condominio donde yo vivo (en Miami) tiene tres edificios de cuatro plantas cada uno, y cada planta tiene veinte pisos. Todos tenemos router, por lo tanto todos tenemos un punto de wi-fi. En mi condominio hay más puntos de wi-fi que todos los que va a tener la isla de Cuba con 11,5 millones de habitantes, el año que viene. Pero eso genera un titular, una expectativa, crea un estado de opinión.

— ¿Por qué es tan difícil perforar esa protección que el régimen cubano todavía tiene en buena parte de la opinión pública internacional? Hay un mito fundado hace 60 años y parece indestructible. Le estoy haciendo una pregunta muy difícil…

— No, es una pregunta muy legítima, muy válida y muy importante. Casi que todos trabajamos en eso, en poder dar una visión real, objetiva, de qué cosas nos han sucedido, de dónde viene éste proceso, a dónde va o a dónde puede ir, etcétera. Yo soy tremendamente escéptico de que vaya a ninguna parte con Raúl Castro. Como analista, evito los términos absolutos, "nunca ocurrirá" o "Imposible", siempre me remito a probabilidades, "menos probable", "más probable", "sumamente probable"… Aquí creo que el nivel de probabilidad de un cambio importante es bastante bajo.

 Han creado un mito adicional: que Raúl Castro dejará el poder a partir del año que viene
— Mientras esté Castro.

— Sí, pero ahí voy. Han creado un mito adicional: que Castro ya no va a estar a partir del año que viene. Que deja el poder porque ya no va a ser presidente del Consejo de Estado y de Ministros. Es una farsa, porque ya eso pasó. En Cuba hubo un presidente del Consejo de Estado y de Ministros durante más de una década que se llamaba Osvaldo Dorticós Torrado, y todo el mundo sabía que el poder lo tenía Fidel Castro. Lo llamaban "Presidente cuchara" porque ni pinchaba ni cortaba, no podía decidir nada. Entonces la idea es poner a una figura que diga alguna frase amable para tomar distancia y sobre todo porque hay una cláusula de la Helms-Burton, que dice que no se puede abordar el levantamiento del embargo mientras los Castro estén en el poder, entonces van a tratar de vender que lo abandonaron.


(*) Fue una de las 3 sobrevivientes a los fusilamientos de Trelew (tras la fuga de presos políticos del penal de Rawson), murió en la Contraofensiva montonera, en octubre de 1979.

(**) ONG que se dedicaba a rescatar a los cubanos que intentaban dejar la isla por mar

SGM: 9 razones por las que se ganó la batalla de Inglaterra


La película de la cámara del arma demuestra la munición del trazador de un Supermarine Spitfire Mark I del escuadrón No. 609 RAF, volado por el teniente de vuelo J. H. G. McArthur, golpeando un Heinkel él 111 en su cuarto de estribor.

Nueve razones por las que los aliados ganaron la batalla de Inglaterra

Andrew Knighton - War History Online



Cuatro Defiant del escuadrón 264.


La batalla aérea más famosa de la historia, la batalla de Gran Bretaña fue una lucha dura y desesperada por detener la Alemania nazi. Después de lanzar ataques aéreos contra Gran Bretaña en junio y julio de 1940, el 8 de agosto, los alemanes lanzaron la primera de las incursiones de alta intensidad que marcó esta batalla. Con el fin de suavizar a los británicos listos para una invasión, estos ataques finalmente terminaron en fracaso. Gran Bretaña y sus aliados frenaron la marea.

Frente al poder de la Luftwaffe, ¿cómo ganaron?


Dos bombarderos alemanes de Dornier 17 sobre West Ham en Londres durante una incursión el primer día del bombardeo, el 7 de septiembre de 1940.

# 1 - Hicieron uso de pilotos de toda Europa

Al comienzo del conflicto, la Royal Air Force (RAF) enfrentó una escasez de pilotos entrenados. Algunos fueron atraídos desde el Brazo Aéreo de la Flota y desde el Comando Costero para hacer números. Pero fueron otros pilotos europeos los que hicieron de la Batalla de Inglaterra algo para toda Europa.

Los pilotos de caza habían huido de los países de Europa oriental cuando cayeron ante los nazis. Bastantes llegaron a Gran Bretaña para formar cuatro escuadrones enteros de pilotos polacos y otro compuesto de pilotos checos. Con sus aliados a su lado, los británicos tomaron el cielo.


El clásico Spitfire británico de la SGM.

# 2 - Tenían mejores aviones

Las decisiones de diseño de ambos lados dieron a los aliados el borde tecnológico.

Uno de los aviones alemanes fue el bimotor Messerschmitt Bf 110 "destructor", un avión mucho más lento y menos maniobrable que sus oponentes que se ganó el apodo de "locura de Göring". El Messerschmitt Bf 109E era mejor, siendo tan rápido como cualquier avión británico y capaz de escalar más rápido que los famosos Spitfires.

Pero fueron los Spitfires quienes marcaron la diferencia. Más manejable que nada, los alemanes volaron y armados con ocho ametralladoras, no tenían rival en los cielos.

# 3 - Los alemanes carecen de enfoque estratégico

Al comienzo de la campaña, la estrategia general de la Luftwaffe era concentrarse en la infraestructura que mantenía a la RAF en el aire. Los aeródromos, las fábricas y los puertos fueron los objetivos.

Pero todavía faltaba atención en estos ataques, pasando de un objetivo a otro. Como resultado, el efecto de los ataques se atenuó.

# 4 - Los tanques de combustible británicos estaban llenos, los pilotos fueron descansados

Volando todo el camino desde bases en Alemania, los atacantes estaban empujando sus gamas de vuelo mucho más difícil que los defensores. Los combatientes, en particular, tenían tanques más pequeños y estaban a menudo cerca del final de su combustible en el momento en que alcanzaron sus objetivos.

Como resultado, los bombarderos fueron a menudo obligados a atacar con poca cubierta de combate para defenderlos. Los bombarderos de buceo eran particularmente vulnerables a los ataques británicos.

Mientras tanto, los británicos, checos y polacos estaban defendiendo objetivos cerca de sus bases locales. Llegaron a la lucha con aviones llenos de combustible y pilotos mejor descansados ​​que los que enfrentaban. Podrían tener menos aviones, pero esos aviones pasaron más tiempo en acción útil.


Un piloto de Spitfire cuenta cómo derribó un Messerschmitt, Biggin Hill, septiembre de 1940.

# 5 - El radar británico era el mejor alrededor

Se extiende desde las Islas Shetland en el norte hasta Land's End en el extremo sudoeste, la red de radar de Gran Bretaña es la más avanzada del mundo. Combinado con bases de la RAF en la zona de batalla de Gran Bretaña, esto les permitió detectar ataques en su camino y conseguir combatientes en el aire para contrarrestar sus bombardeos. Como resultado, los aviones británicos no fueron capturados en el suelo y destruidos por los bombarderos como Hitler esperaba.

Una vez en el aire, los aviones fueron dirigidos por estaciones de control con acceso a la información de la red de radar. Podían ver a dónde iban los alemanes y dirigir a los pilotos hacia ellos, capturando a veces a los alemanes por sorpresa.


El primer ministro británico Winston Churchill.

# 6 - Los británicos estaban luchando por encima de sus jardines

Durante la Primera Guerra Mundial, German Flyers había dominado los cielos a través de la tecnología superior y el vuelo defensivo. Esta vez, esas ventajas recaían sobre los Aliados.

La lucha por el terreno dio a los británicos y sus aliados muchas ventajas. Significaba que podían utilizar la red de radar para lograr el mejor efecto. Había menos desgaste en los aviones de volar hacia adelante y hacia atrás. Se gastó menos combustible, un factor vital dado la vulnerabilidad de las líneas de suministro británicas a través del Atlántico.

# 7 - Los británicos podrían tomar prisioneros

La ventaja más grande que les dio la ventaja de casa fue que mantuvieron más de sus pilotos. Si un piloto británico, checo o polaco sobrevivió a la destrucción de su avión, aterrizaría en Gran Bretaña, o en el peor de los mares circundantes. Podría ser recuperado, recibir tratamiento de sus lesiones y volver al servicio activo.

No los alemanes. Todos los pilotos que perdieron en la batalla de Gran Bretaña cayeron en manos enemigas. Capturados por el ejército o arrestados por las autoridades locales, se convirtieron en prisioneros de guerra. Y así la batalla demostró ser un drenaje mayor en la mano de obra alemana que en la de sus enemigos.


Barrage Balloons sobre el centro de Londres en la Segunda Guerra Mundial.

# 8 - El bombardeo de la venganza de Hitler tomó el foco lejos de la lucha verdadera

La derrota de la Luftwaffe fue sellada a través de una mezcla de accidentes y la astucia del primer ministro Winston Churchill.

El 24 de agosto, un avión alemán accidentalmente salió del blanco y bombardeó edificios civiles en Londres. En respuesta, Churchill ordenó un ataque de represalia contra Berlín. De los 81 bombarderos enviados por los británicos la noche siguiente, sólo 29 llegaron a la capital alemana. No hicieron mucho daño, pero no necesitaron.

El ataque provocó a Hitler, que había prometido a los alemanes que nada de eso les iba a pasar. Abandonando su enfoque en la destrucción de la RAF, convirtió sus bombarderos en ciudades británicas. A partir del 7 de septiembre, cientos de toneladas de bombas fueron lanzadas deliberadamente sobre Londres y otras ciudades en una serie de redadas conocidas como Blitz.

Al tomar presión de la RAF, el Blitz les dio tiempo para recuperarse. Pronto fueron derribando bombarderos más rápido de lo que los alemanes podrían hacer. El trabajo de las semanas anteriores fue deshecho. Aunque nadie lo sabía todavía, el resultado de la batalla de Gran Bretaña había sido decidido.

# 9 - Cambiaron a las incursiones nocturnas

Las incursiones contra las ciudades británicas continuaron a lo largo de septiembre. A principios de octubre, con las bajas en ascenso, los alemanes cambiaron a las incursiones nocturnas. Esto redujo sus pérdidas, pero también redujo su efectividad. Era casi una concesión de derrota.

A finales de octubre, la Batalla de Bretaña había terminado. Los bombardeos continuaron, pero nunca más con la misma intensidad y concentración.

Gran Bretaña había sido salvada.

sábado, 3 de junio de 2017

SGM: Casamiento y suicidio de Hitler

Casamiento, cianuro y dos tiros: a 72 años del final de Adolf Hitler y Eva Braun
Se conocieron en una escena de comedia de Hollywood y murieron juntos como en una ópera de Wagner. Él le llevaba más de veinte años. Lo acosaba la oscura historia de otra amante que se suicidó a los 23, pero de la que se sospecha que él pudo ser el asesino. Eva también intentó suicidarse por celos
Por Alfredo Serra | Especial para Infobae




"Mis ojos cayeron primero sobre Eva. Estaba sentada, con las piernas estiradas y la cabeza inclinada hacia Hitler. Sus zapatos estaban debajo del sofá. Junto a ella, Hitler, muerto. Sus ojos estaban abiertos. Su cabeza se había inclinado levemente hacia delante".
(Testimonio de Rochus Misch, guardaespaldas del füher, en su libro "El último testigo de Hitler")

La última escena: 30 de abril de 1945, mientras el Ejército Rojo estaba apenas a trescientos metros del impenetrable bunker, y los soldados rusos esperaban cobrarse con sangre su millón de muertos en la batalla de Stalingrado.

Pero la primera escena de esa historia estuvo muy lejos de la última, digna de una ópera de Wagner. Como un clishé de una comedia romántica de Hollywood: una chica subida a una escalera y un hombre mirando con codicia sus piernas. Fue una tarde de 1929, en Múnich. La chica, en la escalera, archivaba unos papeles, cuando entró un hombre e hizo lo mismo que el galán del film: quedó estático mirando las blancas y bien formadas piernas.

Él es Adolf Hitler, 40 años, austríaco, pintor fracasado. Sus infantiles acuarelas no pasaron el examen de la academia de arte. Pero imagina un futuro colosal. Ya lidera el Partido nacionalsocialista (o Partido nazi), aspira a ser Canciller de Alemania –lo logrará en 1933–, y se siente amo absoluto de un mundo que hará volar en pedazos para instalar la dictadura de la raza aria. Nada menos.

Ella es Eva Anna Paula Braun, nacida en Baviera, hija de una familia católica de clase media. Padres: Friedrich y Margarete Franciska. Un matrimonio casi perfecto, de novela rosa: el género literario preferido de Eva –también las novelas del Lejano Oeste–, que además intenta tener el cuerpo de una walkiria, una de las doce diosas de la guerra que servían a Odín, amo del Universo, según la mitología nórdica. Esforzada nadadora, también esquía, patina, hace gimnasia, alpinismo, ciclismo. Pero su intelecto no crece: hoy sería juzgada como una rubia tonta. Completa su educación en un colegio de monjas. En Baviera, ninguna joven es bien mirada, una dama, si no ha pasado por esos claustros. A los 17 busca trabajo. Empieza como mecanógrafa, y poco después entra al taller y estudio fotográfico de un tal Heinrich Hoffmann, donde aprende a usar cámaras de fotos y filmadoras. Algo que al final del camino será clave para una reconstrucción de su vida íntima con Hitler.



Poco después de la escena de la escalera, Eva le escribe a una prima: "Y de pronto apareció un señor de cierta edad –tenía 40–, con un gracioso bigotito y un gran sombrero de fieltro, que se presentó como `el señor Wolf´". En alemán, "lobo".

Lobo que se obstina en conquistar, como al mundo, a Eva.

Lobo que viene de una relación muy oscura con su media sobrina Angela María (Geli) Raubal, hija del ama de llaves de Hitler.

Empieza a vivir con ella en 1925. La obliga a dejar sus estudios de Medicina. Descubre que tiene una relación con su chofer, Emil Maurice, y los celos lo transfiguran. La convierte en una prisionera. Ella, en cartas, denuncia que Hitler es "un perverso sexual que me obliga a hacer cosas repugnantes". En 1931, a sus 23 años, la encuentran muerta: balazo en el pulmón disparado por la pistola Whalter de su tío. La policía dictamina "suicidio". Pero su familia jamás creyó en esa versión. ¿La hizo matar Hitler, o fue él quien apretó el gatillo? ¿Lo hicieron sicarios de nazis que la odiaban porque alejaba al führer de la política?

El enigma jamás se aclaró.



La obsesión del "tío Wolf" por Eva es de ida y vuelta. Hitler le lleva más de treinta años, pero ella decide ser su amante casi de inmediato. Al principio, sus encuentros son furtivos: los jerarcas del partido la detestan porque aparta al jefe de su trono político. Y, para colmo, saben que a ella le repugna la política. Nada sabe del tema, no tolera charlas ni discusiones de ese tenor en su presencia, y esa actitud se mantendrá hasta el final de los dieciséis años que pasaron juntos… hasta cierto punto. Antes y después de 1939, año en que tropas nazis invaden Polonia y siguen su monstruoso avance sobre toda Europa, Eva vive casi en soledad, leyendo novelas baratas y fascinada con el cine romántico.

Modelo tomado de su familia, es la perfecta ama de casa –con Hitler y sin él– en el departamento de Berlín y en el Berghof (Nido del Águila), la magnífica casa en las montañas de Berchtesgaden que su amante hace construir para vivir sus últimos años, cuando la cruz esvástica flameara en todo el vasto mundo…



Eva, su amante y su esclava, recién describió su fanático amor por Hitler después del fallido atentado contra él en la Guarida del Lobo, un lugar secreto en el bosque urdido para las reuniones con su Estado Mayor.
El coronel y conde Claus von Stauffenberg planeó matarlo –decisión compartida por altísimos oficiales ante la inminente derrota– el 20 de julio de 1944 (Operación Valquiria) con una bomba oculta en un portafolio, pero Hitler, segundos antes, se alejó hasta un extremo del salón, y quedó ileso.

Al enterarse, y en su diario, confesó: "Desde nuestro primer encuentro juré seguirte a donde fueras, aún hasta la muerte. Sólo vivo para ti, mi amor". Pasión que, al principio de la relación y ante el desfile de mujeres que acosaban a su amante, la arrastró a un intento de suicidio. Pero el siniestro galán del bigotito la consoló comprándole un lujoso departamento amueblado a toda vela.

En el corazón de Berlín, Hitler hizo construir un bunker de cemento armado y acero. Refugio inexpugnable, servía de iglesia, salón de banquetes y hotel para Eva y Adolf. Pero los días del Tercer Reich, aquella locura de poder y muerte, empezaban su cuenta regresiva.

Desde el 14 de abril, el avance del Ejército Rojo sobre Berlín fue a tambor batiente: los cohetes Katyusha llovían sobre Berlín, la ciudad que el führer soñó como la futura capital del mundo. Salvo sus íntimos, como Joseph Goebbels, refugiados en el bunker hasta el final, la mayoría de generales y coroneles huyó en estampida.

Mientras, Eva escribía cartas… "Se oye el tronar de los cañones, no hay teléfono, no es posible huir en coche, hay bombardeos continuos. Pero estoy feliz por estar junto a él, y cada día que pasamos juntos es una victoria".

El 26 de abril, desde las hilachas del Alto Mando, el führer recibe la noticia fatal: no llegarán los refuerzos que esperaba. El Tercer Reich ha caído.
Le ofrece a Eva una escapatoria: el sur de Alemania o la embajada de Italia. Pero ella se niega. Si hay que morir, morirán juntos.

Hitler redacta su testamento, y dicta un párrafo inesperado: "Puesto que creí durante los años de lucha que no podía asumir la responsabilidad de formar un matrimonio, he decidido ahora, al fin de mi tránsito por el mundo terrestre, convertir en mi esposa a la mujer que, después de años de fiel amistad, llegó por su propia voluntad a la casi cercada ciudad para compartir su destino con el mío. Por deseo mío, se dirige a la muerte siendo mi esposa".

En el ocaso del 28 de abril, un servidor de Hitler le anuncia que fue imposible encontrar un funcionario del Registro Civil para concretar la ceremonia. "Encontramos uno, pero no tenía formularios", dice. En el derrumbe, no llega ni siquiera un mísero papel.



Sin embargo, antes de la medianoche los casa un jefe menor del Ministerio de Propaganda al que mandaron buscar en un auto blindado.

Los novios salen de su cuarto tomados de la mano. Hitler está pálido. Su mirada, perdida. Viste un traje arrugado: el mismo con el que durmió algunas horas durante el día. Lleva la Cruz de Oro del Partido nazi, la Cruz de Hierro de primera clase, y la insignia de los heridos en la Primera Guerra Mundial. Eva, demacrada, viste un traje azul marino y un sombrero gris. Se sientan. La sala –paradoja– es uno de los lugares de reunión donde se decidía el destino del planeta. Martin Borman, lugarteniente y perro fiel de su führer, preparó la sala para el acto corriendo algunos muebles. Alguien presta dos alianzas. Les quedan grandes. Pero es el único símbolo que tienen.

La ceremonia no pasa de los diez minutos.

El 29, las tropas rusas están a cien metros del bunker. La resistencia nazi es mínima. Disparan hasta unos niños con sus escopetas para matar pájaros.

Adolf y Eva no vuelven a salir de su cuarto. El 30, a las tres de la tarde, se oyen dos disparos. La pareja está muerta. Primero han tomado una pastilla de cianuro –método de Hitler para que se suicidaran los militares que creía traidores– y después se han pegado un tiro en la cabeza.

Seis soldados cumplen la última voluntad del jefe. Llevan los cuerpos a los jardines de la Cancillería (el palacio donde Hitler alcanzó la cumbre política en enero de 1933), los tiran a una fosa, los empapan con cien litros de gasolina, y una enorme hoguera los vuelve cenizas.

Sobre las ruinas de la calle resuenan las botas de los soldados rusos. Cae el telón sobre cincuenta millones de muertos.

viernes, 2 de junio de 2017

San Martín: Entrenador de héroes

San Martín, el gran entrenador de héroes
Paso a paso, cómo fue la preparación profesional de los gloriosos granaderos que tuvieron influencia decisiva en la Guerra de la Independencia.
Daniel Balmaceda | LA NACION



El combate de San Lorenzo, obra del artista chileno Pedro Subercaseaux


En Buenos Aires, el coronel José de San Martín fue el principal maestro de los reclutas que iban incorporándose al Cuerpo de Granaderos. Se puso al frente de los entrenamientos que durante los dos meses iniciales se llevaron a cabo en el descampado conocido con el nombre de Ranchería, en las actuales Alsina y Perú. Además del jefe, cada recluta tenía su instructor particular. El sistema de adiestramiento era al estilo francés (San Martín admiraba a Napoleón) con algunas adaptaciones hechas por el propio coronel.

Lo primero que les enseñó fue a marchar. Los aprendices de héroes recibieron una instrucción completa sobre los movimientos de las columnas y en menos de dos semanas estaban capacitados para marchar, contramarchar y realizar giros en orden. Pero a pie, ya que aún no había llegado la etapa en que se les permitiría montar. A San Martín no le gustaba saltear pasos. Recién cuando advirtió que sus hombres dominaban el movimiento coordinado, comenzó con una nueva instrucción.

La segunda etapa consistía en dominar el manejo de las armas. Los reclutas aprendieron a usar las tercerolas, es decir una arma de fuego que podría definirse como un fusil tosco que funcionaba con chispa y contaba con la bayoneta para el ataque cuerpo a cuerpo. Pero esta no fue una enseñanza muy intensiva porque San Martín no confiaba mucho en este tipo de armamento. Lo que él dominaba era el uso del sable y de la lanza. Los secretos de su empleo fueron brindados por el ilustre militar a cada uno de sus granaderos. En ese sentido, puede decirse que actuaba como un personal trainner de cada uno de sus hombres. Formaba rondas, se plantaba en el medio, convocaba a alguno de los aprendices al centro del círculo. Allí el elegido ejecutaba los movimientos de ataque y defensa enfrentando al propio comandante, quien lo corregía delante de todos.

Estas clases de esgrima y lanceo a cargo del Padre de la Patria eran de lo más provechosas. San Martín les enseñaba de qué manera colocar el cuerpo, la cabeza, el torso, las piernas, las rodillas y las manos. Incluso les explicaba el efecto de cada pegada para que de manera mecánica emplearan la más efectiva de acuerdo con la situación.

Por ejemplo, para los sables existían tres tipos de golpe. Con el plano de la hoja se infería un planchazo que provocaba al adversario un mareo y un aturdimiento que lo anulaba. La estocada con la punta se empleaba para infligir una herida profunda. El filo, en cambio, era empleado para cortar en forma completa; un brazo, una mano, una pierna o, sobre todo, una cabeza. Terminadas las lecciones en ronda, armaba parejas para que practicaran y caminaba entre ellos, marcando defectos y señalando virtudes.

Luego, ya instalados en Retiro, se ejecutaron los movimientos a caballo. El clarín o trompa sonaba y todos podían entender a la distancia cuál era la orden general. El conocimiento de los distintos sones y la disciplina, aún en los momentos críticos, salvaban vidas.

El dominio del sable terminó otorgándoles una ventaja inmensa: a medida que los realistas se enfrentaban a estos sableadores profesionales, fue aumentando el respeto que inspiraban. Aquellos guerreros fueron dignos embajadores de la hidalguía sanmartiniana.

jueves, 1 de junio de 2017

SGM: La operación Goodwood (1/2)

La batalla de tanques más grande del Ejército Británico en 25 impresionantes imágenes
Parte 1
Joris Nieuwint - War History Online


Sherman Firefly que lleva la infantería durante la operación "Goodwood", 18 de julio de 1944.

La operación Goodwood en Normandía (Francia) fue una ofensiva británica contra las fuerzas alemanas a finales de julio de 1944. Los historiadores calificaron a algunos historiadores como "la batalla más grande del tanque en la historia del ejército británico." Las fuerzas británicas desplegaron dos divisiones de infantería y tres divisiones blindadas con 1.100 tanques.

Los alemanes contrataron cuatro divisiones de infantería, tres divisiones blindadas y dos batallones de tanques pesados ​​con 377 tanques. Las fuerzas británicas querían tomar el control de Caen en el noroeste de Francia para romper las líneas alemanas y liberar el resto del país ocupado.

Las fuerzas británicas avanzaron siete millas al este de la ciudad, pero los alemanes impidieron un avance total. Los ingleses tuvieron 3,474 bajas y perdieron 314 tanques. Los alemanes tuvieron un número desconocido de bajas, pero más de 2.500 soldados alemanes fueron capturados, y perdieron 75 a 100 tanques en la batalla.



Avro Lancaster B Mark II del 514 Squadron RAF taxi en la pista principal en Waterbeach, Cambridgeshire, para un ataque de la luz del día a las aldeas fortificadas al este de Caen, en apoyo de la ofensiva blindada del Segundo Ejército en el área de batalla de Normandía (Operación GOODWOOD).


Fotografía aérea vertical que muestra a Handley Page Halifax B Mark III, LW127 'HL-F', del Escuadrón No. 429 de la RCAF, en vuelo sobre Mondeville, Francia, después de perder todo su estribor a las bombas lanzadas por otro Halifax por encima. LW127 fue uno de los 942 aviones del Comando de Bombarderos enviados para bombardear las posiciones mantenidas por los alemanes, en apoyo del ataque del Segundo Ejército en el área de batalla de Normandía (Operación GOODWOOD), en la mañana del 18 de julio de 1944. La tripulación logró abandonar el avión Antes de que se estrellara en el área objetivo.


Fotografía aérea de reconocimiento fotográfico vertical de las acerías de Colombelles, al este de Caen, Francia, tras un ataque de la luz del día contra posiciones alemanas fortificadas por aviones del Bomber Command en la mañana del 18 de julio de 1944, en apoyo de la Operación GOODWOOD. Toda la zona de destino está tachonada con una densa concentración de cráteres y casi todos los edificios de la acería han sido destruidos.

Un tanque de Sherman y un crusader AA Mk III tanque del Staffordshire Yeomanry en Francia durante la Operación Goodwood, julio de 1944

Los tanques de Sherman que llevan la infantería esperan para avanzar en el principio de la operación 'Goodwood', Normandía, 18 de julio de 1944.

Los tanques de infantería y Sherman esperan para avanzar al inicio de la Operación 'Goodwood', el 18 de julio de 1944. Un Sherman Firefly está en primer plano.

Soldados de la Primera Guardia Galesa en acción cerca de Cagny durante la Operación Goodwood

Los tanques Sherman de Staffordshire Yeomanry, la 27ª Brigada Blindada, llevando infantería de la 3ª División, suben al inicio de la Operación 'Goodwood', el 18 de julio de 1944.

Los tanques Cromwell se mueven a través del puente de York, un puente de Bailey sobre el canal de Caen y el río de Orne, durante la operación Goodwood, 18 de julio de 1944.

Un Sherman Firefly cruza el puente de Euston sobre el Orne mientras que se mueve hasta la línea del comienzo para la operación 'Goodwood', el 18 de julio de 1944.

Infantería y tanques esperan para avanzar al inicio de la Operación 'Goodwood'.

miércoles, 31 de mayo de 2017

España: Cuando se pidió la cabeza de Serrano Suñer

El día en que un ministro de Franco planteó matar a Serrano Suñer
Una carta secreta del embajador británico hallada en un archivo británico revela la voluntad del titular de Comercio, Demetrio Carceller, de “liquidar” en 1941 al cuñado del dictador

J. A. AUNIÓN - El País



Serrano Suñer jura su cargo de ministro de Exteriores junto a otros compañeros de Gabinete. A la derecha, cabizbajo, está Demetrio Carceller. VIDAL. (EFE)

El Madrid de principios de los años cuarenta era un sitio peligroso. También para los vencedores de la Guerra Civil, que se movían dentro de una complejísima madeja de intereses cruzados en la que nadie podía estar del todo seguro de qué pie cojeaba el vecino. Había generales sobornados por los británicos para asegurar la neutralidad española en la Segunda Guerra Mundial, pactos secretos con la Alemania nazi, complots falangistas o monárquicos para ganar poder e, incluso, para quitar de en medio al dictador... El pulso soterrado entre unos y otros emergía, de cuando en cuando, con picos de tensión que amenazaban con hacer saltar todo por los aires. Uno de ellos se vivió en el verano de 1941, tras la entrada de Rusia en la guerra, cuando la presión alemana para que España hiciera lo mismo del lado del Eje tenía a su mejor aliado, al menos aparentemente, en el ministro de Exteriores y cuñado del dictador, Ramón Serrano Suñer.

Aquel 9 de julio, el embajador británico en Madrid, Samuel Hoare, envió una carta al secretario de Estado de Asuntos Exteriores, Anthony Eden, para explicarle que no podía ausentarse de España porque aquello era una olla a presión. Y le ponía como ejemplo una “sorprendente conversación” que acababa de tener David Eccles, agregado económico británico en Lisboa de paso por Madrid, con el ministro español de Industria y Comercio, Demetrio Carceller, y el principal asesor de este. “Los dos declararon que Suñer es tan insoportable que debe ser liquidado, y con esa horrible expresión obviamente quieren decir asesinado”. Añadía que Carceller, sin embargo, veía dos objeciones: “La primera, el efecto sobre las tropas alemanas en la frontera [con Francia, permanente amenaza de una invasión nazi de la península] y la segunda, el resentimiento que provocaría un asesinato en la familia de Franco”. En todo caso, añade Hoare en la carta, “esta es en sí misma una sorprendente declaración procediendo de uno de los principales ministros y su segundo”.

Esta carta, que el Gobierno británico desclasificó junto a centenares de papeles de la Segunda Guerra Mundial en 2013, es parte de los documentos digitalizados que se pueden consultar a través de Internet en los Archivos Nacionales Británicos. En este caso, bajo el sugerente título de ‘Planes para liquidar a Suñer’.

El historiador Ángel Viñas ha sido el primer especialista que la ha recogido; lo hizo en su libro Sobornos, publicado en la editorial Crítica el año pasado, en el que hace una minuciosa descripción y analiza las consecuencias de la estrategia británica para mantener a España fuera de la contienda comprando las voluntades de generales franquistas como Nicolás Franco, el hermano del dictador, Kindelán, Orgaz o Aranda. Para Viñas, lo que hace Carceller en esta carta es expresar un mero deseo. “Este fue un episodio más, muy significativo porque demuestra hasta qué punto el cuñadísimo exasperaba a los propios franquistas. Ni que decir tiene que Churchillnunca dio luz verde a la eliminación de Serrano”.

Pero la carta de Hoare, además, hace referencia a un plan concreto, presuntamente urdido por distintos generales, para asesinar a Serrano Suñer, una amenaza a la que ya se había referido, quizá de forma más ambigua, en otras comunicaciones con Londres apenas un mes antes. En este caso, Hoare dice que una fuente, “al menos de la misma importancia”, asegura que el asesinato era inminente y que, para aplacar las iras alemanas, preveían “la firma inmediata de la Triple Alianza con el Eje”.

“De lo que la diplomacia británica se hace eco es únicamente de rumores sobre un golpe dirigido contra Serrano Suñer y su política de alineamiento incondicional respecto del Tercer Reich”, opina Carlos Collado Seidel, profesor de la Universidad de Marburg (Alemania) y experto en la materia. Además, pone precauciones tanto a las palabras del embajador como a las del ministro de Comercio. “Carceller perseguía intenciones determinadas y particulares en todo lo que les decía a los ingleses y Hoare también pretendía rehabilitarse dentro del partido conservador británico”, explica.


Una hambruna gigantesca

La postura de Carceller, empresario, falangista cercano a José Antonio y al propio Serrano (al que acompañó durante su visita al Berlín nazi en 1940), podría parecer realmente pasmosa. Sin embargo, Viñas dibuja un contexto en el que el ministro tenía que llevarse bien con los británicos porque de su bloqueo naval dependía la llegada de suministros a un país que estaba “sufriendo una hambruna como nadie puede imaginarse hoy”. Además, Carceller “hizo durante aquellos años una inmensa fortuna” como responsable de todos los permisos sobre los productos que entraban o salían del país, añade.

“Tal vez el vanidoso e incompetente Hoare estaba sondeando a Eden sobre su parecer en caso de ‘liquidar’ a Serrano. Que los militares desearan su muerte es una cosa; que la planearan, en pleno favor del caudillo, otra muy distinta”, aporta el escritor Ignacio Merino, autor de Serrano Suñer. Valido a su pesar (La Esfera, 2013). Y añade: “Don Ramón hizo algún vago comentario sobre el tema, pero yo no lo tomé en serio y creo que él tampoco, al menos jamás lo consideró un complot auténtico. O no se enteró”.

Sea como fuere, el propio Hoare también se pregunta en la carta de julio de 1941 si el cuñado del caudillo sería consciente de su delicadísima situación. La duda le surge porque solo un día antes Serrano Suñer se había mostrado, “por primera vez” en todos sus encuentros con él, “educado”. “Escuchó mejor que de costumbre mis reiteradas quejas”, añade, e incluso “se disculpó” por no haberle podido recibir una semana antes.

El hecho es que Serrano Suñer no sufrió ningún sospechoso accidente aquel verano, pero sí fue perdiendo poco a poco el favor de Franco hasta ser definitivamente defenestrado un año después, entre fuertes luchas internas de las distintas facciones del régimen. Terminada la Guerra Mundial, el cuñado mantuvo hasta su muerte en 2003 que ni su cercanía a la Alemania nazi fue tanta, ni fue tal su interés por que España entrara a toda costa en la contienda. Sin embargo, Viñas está convencido de que solo fue un intento de “reescribir su historia”. “Franco y Serrano iban a por el Imperio”, zanja el historiador.

martes, 30 de mayo de 2017

Guerra de Biafra: La guerra civil nigeriana



Guerra civil nigeriana 

Fecha 1967-1970 
Lugar Sur de Nigeria 
Resultado Victoria del gobierno federal 
Combatientes:Gobierno Federal de Nigeria, República de Biafra 
Comandantes: 

Yakubu Gowon 
 
Odumegwu Ojukwu 
 

Bajas:1.000.000 de soldados y civiles, Aprox. 2,000,000 civiles 

 

La Guerra Civil de Nigeria, también conocida como Guerra de Biafra (6 de julio de 1967 a 13 de enero de 1970, fue el conflicto político causado por el intento de secesión de las provincias del Sudeste de Nigeria bajo el nombre de República de Biafra. La guerra saltó a los medios por la hambruna en diversas zonas sitiadas, y la consecuente acusación de genocidio procedente en gran medida de los Igbo (Ibo) de estas regiones. Bernard Kouchner y otros doctores franceses que estuvieron en la Biafra sitiada crearon, en 1971, la ONG Médicos Sin Fronteras como resultado de la guerra. 



Golpe militar 
Las sospechas de fraude llevaron, el 15 de Enero de 1966, a un golpe militar de tendencia izquierdista por parte de los oficiales junior del ejército, en su mayoría comandantes y capitanes. Este golpe convirtió al jefe del ejército nigeriano, Johnson Aguiyi-Ironsi en presidente, y en el primer jefe de estado nigeriano de procedencia militar. El golpe benefició en su mayor parte a los Igbos, ya que la mayoría de golpistas eran Igbos o Ironsi. Un Igbo promocionaría a muchos de su misma etnia en el ejército, en detrimento de los oficiales Yoruba y Hausa. El 29 de Julio de 1966, los norteños realizaron un contra-golpe, dirigido por el alférez coronel Murtala Mohammed. Esto situó en el poder al alférez coronel Yakubu Gowon. Las tensiones étnicas consecuencia del golpe y contra-golpe aumentaron y condujeron, en Septiembre de 1966, a las masacres a gran escala de igbos cristianos residentes en el Norte musulmán. 

El descubrimiento de grandes cantidades de petróleo en el delta del río Níger, con su enorme red de ríos y ciénagas en la punta más al Sur del país, entre las regiones del Este y Sudoeste, llevó a las provincias del Sudeste a anexionarse esta región para ser autosuficientes y cada vez más prósperos. Sin embargo, la exclusión del poder de las regiones orientales hizo que muchos temieran que los beneficios obtenidos del petróleo fueran empleados en beneficio de las áreas del Norte y Oeste, y no en el Este. 

Todos estos factores llevaron al Este Igbo a reclamar la secesión. 

La secesión 
El gobernador militar del Sudeste Igbo, el coronel Odumegwu Ojukwu, aludiendo a las masacres norteñas y al fraude electoral, anunció en el parlamento sureño la secesión de la región del Sudeste de Nigeria y proclamó el 30 de mayo de 1967 (29 de Mayo en diversas fuentes) la República de Biafra como nación independiente. Aunque gozaban de la simpatía europea y de muchas otras partes del mundo, sólo cuatro países reconocieron la recién fundada república. También se dice que una de las principales razones por las que Ojukwu proclamó la República de Biafra fue que no reconocía a Gowon como jefe de estado ya que no era el siguiente oficial en al jerarquía militar tras Ironsi. Los diferentes acuerdos de paz, y especialmente el de Aburi, Ghana (Acuerdo de Aburi) no tuvieron resultado y los tiroteos continuaron. 

Guerra Civil 
El gobierno nigeriano lanzó una "acción policial" para recuperar el territorio secesionista tras una avance de las fuerzas de Biafra en territorio adyacente no perteneciente a los Igbos. La guerra empezó el 6 de Julio de 1967, cuando las tropas federales nigerianas avanzaron en dos columnas hacia Biafra. La columna derecha entró en la ciudad de Nsukka, que cayó el 14 de julio, mientras que la columna de la izquierda tomó Garkem, que fue capturada el 12 de julio. Pero Biafra respondió con una ofensiva el 9 de julio, cuando las tropas se movieron a través del río Níger, desde el Oeste hacia las tierras del centro del país, pasando por la ciudad de Benin City, que se había proclamado también "república independiente", hasta alcanzar el 21 de agosto la ciudad de Ore, justo sobre la frontera del estado, a 130 millas al este de la capital de Nigeria, Lagos. Aunque Benin City volvió a manos de los nigerianos el 22 de septiembre, Biafra cumplió con éxito su primer objetivo de sitiar el máximo de tropas federales de Nigeria posible. Se necesitaron cuatro batallones de la Segunda División de Infantería de Nigeria para hacer retroceder a Biafra y eliminar las conquistas territoriales conseguidas en la ofensiva. Pero los nigerianos fueron expulsados tres veces al intentar cruzar el Níger en octubre. 

Los nigerianos, en ese momento, calmaron sus ofensivas y empezaron un periodo de asedio a Biafra. Desembarcos anfibios de la flota naval nigeriana llevaron a la conquista de las ciudades sureñas de Bonny, al sur del Puerto Harcourt, el 26 de julio y del puerto de Calabar el 18 de octubre por parte de miembros de la tercera división de Marina de Nigeria. Al norte, las fuerzas de Biafra fueron obligadas a retroceder a su propio territorio, y la ciudad de Enugu (capital de Biafra) fue capturada por las fuerzas nigerianas de la primera División de infantería el 4 de octubre. Los biafreños resistieron en las tierras centrales igbos, siendo en seguida rodeados por las fuerzas nigerianas. 

Sin embargo, la reorganización del ejército nigeriano, la reticencia de la armada biafreña a lanzar nuevos ataques y los efectos del bloqueo naval, aéreo y terrestre sobre Biafra llevaron a un cambio en el equilibrio de las fuerzas. El excéntrico conde sueco Carl Gustav von Rosen dirigió una brigada de aviones miniCOINS (MFI-9b), la BAF o Fuerza Aérea de Biafra, formada por tres suecos y dos biafreños. 



T-6


Igualdad 
Desde 1968 en adelante, la guerra cayó en unas largas tablas, con las fuerzas nigerianas incapaces de realizar avances significativos en las zonas todavía bajo control biafreño. No obstante, otra ofensiva nigeriana, realizada de Abril a Junio de 1968, empezó a estrechar el círculo sobre Biafra, gracias a los avances en los dos frentes del Norte y a la conquista de Port Harcourt el 19 de mayo de 1968. Este asedio tuvo como consecuencia el desastre humanitario de hambruna e inanición en las áreas igbos, ya que una de las tácticas más utilizadas por las fuerzas nigerianas fue el sabotage de las tierras de cultivo. Las imágenes de niños biafreños afectados por la hambruna dieron la vuelta al mundo, mientras que el gobierno de Biafra acusó a Nigeria de utilizar el hambre y el genocidio para ganar la guerra, reclamando la ayuda del resto de naciones. 

Numerosos grupos de voluntarios organizaron vuelos de ayuda a Biafra, con comida, medicinas, e incluso en ocasiones armas (según diversas fuentes). Nigeria también acusó al gobierno de Biafra de reclutar mercenarios extranjeros para prolongar la guerra. Bernard Kouchner fue uno de los doctores voluntarios de la Cruz Roja francesa que trabajó en hospitales y centros de nutrición en la sitiada Biafra. La Cruz Roja requería a sus voluntarios la firma de un acuerdo, considerado por muchos (como Kouchner y sus partidarios) como un “acuerdo-mordaza”, y diseñado para mantener la neutralidad de la organización, sin importar las circunstancias. Kouchner y otros doctores franceses firmaron este acuerdo. 

Tras entrar en el país, los voluntarios, así como los trabajadores de hospitales y centros de salud biafreños, fueron atacados por el ejército nigeriano y fueron testigos de los asesinatos e inanición de civiles. 

Kouchner fue también testigo de estos acontecimientos, y particularmente del gran número de niños hambrientos. Cuando regresó a Francia criticó públicamente al gobierno nigeriano y a la Cruz Roja por la supuesta complicidad de sus comportamientos. Con el respaldo de otros doctores franceses, Kouchner situó a Biafra en el centro de la atención pública y reclamó una respuesta internacional para solucionar la situación. Estos doctores, liderados por Kouchner, vieron la inexistencia de una organización humanitaria que ignorara las fronteras politico-religiosas y que priorizara el bienestar de las víctimas y en 1971 constituyeron Médecins Sans Frontières (Médicos sin fronteras).

Durante todo 1968 y parte de 1969, las dificultades logísticas hicieron que las fuerzas federales nigerianas no dieran el golpe de gracia a una guerra que se decantaba a su favor. A pesar de la ayuda exterior y el daño político causado en Nigeria, el área controlada por el gobierno biafreño era cada vez más y más pequeña. Pero en Junio de 1969, los biafreños lanzaron una ofensiva desesperada con el objetivo de mantener el desequilibrio entre los nigerianos y prolongar la existencia de la nación separatista el máximo posible. Les apoyaron pilotos mercenarios extranjeros, que seguían proporcionando comida, medicamentos y armas. Uno de los mercenarios más notables fue el conde sueco Carl Gustav von Rosen, que dirigió a cinco MFI-9b MiniCOINS, pequeños aviones con motor de pistones, armados con lanzacohetes y ametralladoras, en el ataque a los campos de aviación militares de Nigeria en Port Harcourt, Enugu, Benin y Ughelli. En esta acometida, se consiguió alcanzar algunos de los jets nigerianos (utilizados para atacar los aviones de ayuda humanitaria) y tres de los seis bombarderos Ilyushin Il-28, usados diariamente para bombardear los pueblos y granjas de Biafra. Aunque desprevenidos ante la sorpresa de la ofensiva de Biafra, los nigerianos se recuperaron pronto y contuvieron a los biafreños lo suficiente como para paralizar su ofensiva. Los ataques aéreos biafreños desbarataron las operaciones de combate de la fuerza aérea nigeriana, pero sólo durante unos meses. 

Las fuerzas federales nigerianas lanzaron su ofensiva final contra Biafra el 23 de diciembre de 1969, con una gran acometida por parte de la tercera división Marine Commando, que consiguió dividir el territorio biafreño en dos partes hacia finales de año. La ofensiva final, llamada “Operación viento de cola”, se lanzó el 7 de enero de 1970 con la incursión de la tercera división Marine Commando, respaldada por la primera división de infantería en el Norte y la segunda en el Sur. Las ciudades biafreñas de Owerri y Uli cayeron el 9 y 11 de Enero, respectivamente. 

La guerra acabó el 13 de enero de 1970 con la rendición final de las fuerzas de Biafra en Amichi, última ciudad controlada por su ejército. Unos días antes, Ojukwu huyó al exilio hacia la república de Costa de Marfil, dejando los detalles de la rendición a su diputado Philip Effiong. Para sorpresa del resto del mundo, la mayoría de las represalias y masacres prometidas no tuvieron lugar, y se intentó de manera sincera la reconciliación. 



Niño biafrano con evidencia de hambruna

Secuelas 
Más de una docena de golpes han tenido lugar en Nigeria desde 1960. La guerra fue muy costosa para Nigeria en términos de vidas humanas, dinero e imagen exterior. Se estima que alrededor de tres millones de personas murieron a causa del conflicto, básicamente por hambre y enfermedades. La reconstrucción, impulsada por el dinero procedente del petróleo, fue rápida. Sin embargo, las antiguas tensiones étnicas y religiosas han seguido caracterizando la vida política nigeriana. El gobierno militar mantuvo el poder durante muchos años, y los habitantes de las áreas productoras de petróleo reclamaban una repartición justa de los beneficios procedentes del combustible. Se aprobaron leyes por las cuales los partidos no podía tener orígenes étnicos o tribales. Sin embargo, este punto ha sido difícil de llevar a la práctica. 

El 29 de mayo de 2000, el periódico The Guardian of Lagos informó que el presidente Olusegun Obasanjo retiraba los cargos contra todos los militares que lucharon por la secesión de Biafra en la Guerra civil nigeriana. En una retransmisión nacional, afirmó que esta decisión estaba basada en el principio de que "la justicia debía estar siempre suavizada por la compasión". También se cree que Obasanjo intentó a través de sus declaraciones apaciguar a los Igbos, ya que, durante las elecciones que tuvieron lugar el año anterior, había recibido un respaldo electoral masivo de estas regiones. 

Wikipedia

lunes, 29 de mayo de 2017

URSS: Un homenaje a los héroes de Stalingrado

Una historia de la Segunda Guerra Mundial que todavía da temblores en espina 

George Winston - War History Online



Octubre 1942: Un Oberleutnant alemán (teniente primero) con una ametralladora soviética PPSh-41 en los escombros de la fábrica de Barrikady. 

A lo largo de Rusia, muchas personas están tomando el tiempo para rendir homenaje a las víctimas de la Segunda Guerra Mundial. Un 22 de junio, marcó el 75 aniversario de la Alemania nazi invadiendo la Unión Soviética. Encendió algunas de las batallas más sangrientas en la historia humana conocida en Rusia como la Gran Guerra Patriótica.

Una mujer vino a encender una vela en el terraplén del río Moskva. Ella habló a RT y dijo: "Vine aquí hoy para honrar la memoria de mis dos grandes tíos y mis abuelos - que sobrevivieron a la batalla de Stalingrado, los horrores de los campos de concentración y el resto de la guerra. Mi abuela me habló de las atrocidades de la Segunda Guerra Mundial, que siguen vivas en mi mente. Envían escalofríos por mi espina dorsal y me hacen estallar en lágrimas. "

La guerra en el frente oriental duró del 22 de junio de 1941, hasta el 9 de mayo de 1945, cuando la Alemania nazi se rindió. En honor de cada día de la guerra, 1.418 velas se encendieron en Moscú. Otra mujer en la asistencia describió esto como: "Un recordatorio de lo difícil que fue para nuestros antepasados ​​para luchar y restaurar nuestro país sacudido, la forma en que renunció a todo para su patria".


Los soviéticos defienden una posición, Stalingrado. 

Según las estadísticas oficiales, la guerra costó 26,6 millones de vidas en la Unión Soviética. En total, más de 8 millones de personas murieron en la línea de frente de la guerra para repeler la invasión de la máquina de guerra nazi. Era la única manera de derrotar al nazismo. Sin duda, la Unión Soviética sufrió más durante la Segunda Guerra Mundial con más del 75% de las fuerzas de los nazis y aliados en Europa en el Frente Oriental. El Frente Oriental fue también donde Alemania nazi sufrió el 74% de sus pérdidas de guerra.

En el frente oriental, tuvo lugar la batalla de Stalingrado. Esta fue la batalla más grande y más sangrienta de la Segunda Guerra Mundial. Más de un millón de soldados participaron a través de ambos lados.

En última instancia, fue el punto de inflexión en el teatro europeo de la Segunda Guerra Mundial. Los nazis nunca fueron capaces de recuperar el impulso que tenían antes. El ejército soviético tomó este éxito militar en la gran batalla siguiente de Kursk que comenzó durante julio / agosto de 1943. Aquí, una de las batallas blindadas más grandes en historia ocurrió; Resultando en otro éxito estratégico soviético. Después de esto, no habría más empujones nazis importantes en el frente del este.

Los civiles soviéticos también sufrieron en esta guerra. Casi 7,5 millones de civiles fueron asesinados deliberadamente por los nazis que ocuparon varios territorios durante la guerra. Otros 4,1 millones de personas murieron debido a las terribles condiciones perpetradas por el régimen.


Leningradinos en la avenida de Nevsky durante el cerco. 

Durante el Sitio de Leningrado, más de 630.000 civiles murieron de hambre y exposición al frío. Durante 872 días, los nazis y sus aliados bloquearon la ciudad. Durante la peor parte del bloqueo, la ración de alimentos en la ciudad disminuyó a sólo 125-250 gramos de pan por día. Sería difícil encontrar una familia soviética que no sufriera una pérdida durante la guerra. Una vez terminada la guerra, el país quedó devastado. La producción agrícola para el país fue de 40% en comparación con los tiempos anteriores a la guerra.

Durante la ceremonia, la élite política de Rusia colocó coronas en la Tumba del Monumento al Soldado Desconocido, ubicada junto al muro del Kremlin. Cientos de miles de rusos conmemoraron a los héroes y víctimas de la Segunda Guerra Mundial en el día nacional de la conmemoración y el dolor. Aproximadamente, 3.000 personas participaron en "Una vela de la memoria" en la ciudad Urals rusa de Yekaterinburg. La gente allí también formó una palabra gigante "recordar" en una de las plazas. La primera vela fue encendida a las 3:15 para conmemorar las primeras bombas nazis que cayeron sobre la ciudad en 1941.

10.000 musulmanes de varias regiones de Rusia se reunieron en la ciudad de Kazan para celebrar una ceremonia religiosa especial. Fue en recuerdo de las víctimas de la Gran Guerra Patriótica. Belarús también celebró ceremonias conmemorativas el mismo día.