Niemeyer, comunismo y Brasilia
Por: Mayo Von Höltz
Niemeyer era un comunista recalcitrante. A tal punto lo era que cuando murió luego de vivir en el mayor de los lujos capitalistas durante 104 años (vivía en un piso en Copacabana que quiso comprar Bill Gates y no pudo porque era muy caro), su fiel amigo Fidel Castro, que aun vivía, dijo: "Ha muerto uno de los únicos dos comunistas verdaderos que le quedaba al mundo, ahora quedo yo sólo."
Niemeyer plasmó la siniestra filosofía que cacareaba de la boca para afuera al diseño de la ciudad de Brasilia, contento porque sabía que él jamás viviría allí porque nada ni nadie lo sacaría de su faraónico piso de Copacabana. El diseño de la ciudad capital fue encarcado por Juscelino Kubitschek (un comunista culposo que decía ser desarrollista, igual que los Frigerio acá) a la sazón presidente de Brasil en 1961, que fue el año en que se construyó la ciudad; si Guido Süller fuera un comunista brasileño y Niemeyer no aceptaba diseñar Brasilia porque no quería detener la orgía perpetua en que despilfarraba sus horas, probablemente le hubiera encargado el diseño de Brasilia al bueno de Guido, porque lo importante del encargo era que el arquitecto fuera comunista y no que fuera un buen arquitecto.
Lo cierto es que Niemeyer diseñó Brasilia como si fuera Stalin planificando la economía, los resultados fueron análogos. Un barrio de la ciudad era para trabajar, otro barrio era para dormir, otro barrio era para hacer las compras, y otro barrio era para el esparcimiento del fin de semana, todos cumunicados por amplias avenidas ida y vuelta como única vía de acceso o egreso. De tal suerte que en un horario todos iban para un lado, en otro horario todos iban para otro lado, en otro horario todos iban para otro lado y en otro horario todos iban para el último lado que les faltaba ir. Si vos por ejemplo querías comprar un paquete de puchos en el horario y día de esparcimiento, tenías que caminar 100 cuadras en el sentido contrario al que iban 3 millones de autos para llegar al barrio donde se vendían las cosas, y luego volver caminando al lugar de eparcimiento caminando nuevamente las cien cuadras otra vez con los 3 millones de autos yendo en el sentido contrario de nuevo, ya que todos estaban volviendo del esparcimiento que vos te perdiste por caminar 200 cuadras para ir a comprar puchos.
Sólo un comunista totalitario podía pensar que tal disparatado diseño pudiera transformarse en una ciudad con vida propia, siendo que -justamente- la vida propia de las ciudades se basa en las constumbres ancestrales que millones de personas van delineando al expresar libremente sus deseos, construyendo sus calles y edificios en función a esos deseos y no ortogonalmente opuestos a los mismos, que es exactamente éso lo que había hecho Niemeyer. Tomando champagne francés y fumando habanos en su piso pantagruélico de Copacabana, el arquitecto mas famoso de la historia de Brasil, pretendió decidir qué es lo que tienen que hacer, en qué lugares y a qué horarios, todos los millones de habitantes de una ciudad. La ciudad tal cual la había diseñado el anteúltimo comunista del mundo, tenía en la década del sesenta la tasa de crecimiento mas baja de Brasil, que es un país que la gente se reproduce como conejos, pero se ve que en Brasilia las madres refrenaban su fiebre uterina porque ninguna era tan cruel como traer un bebé al mundo para que viva en el paraíso comunista diseñado por Niemayer.
Qué fue lo que salvó a la ciudad del rotundo fracaso al que todo proyecto comunista está destinado?... Nada que fuera muy difícil de prever, siendo que la humanidad no hipoteca su felicidad para satisfacer los deseos psicópatas de un maniático, lo podrá hacer un tiempo, como lo hicieron los habitantes de Brasilia durante diez años, pero no para siempre. Gradualmente entonces todos empezaron a hacer lo que se les daba la gana, cagándose olimpícamente en los diseños y las órdenes de Papá-Niemayer: Un día un tipo puso un quiosco en el barrio destinado a dormir, otro día otro puso un motel en el lugar destinado a trabajar, otro puso oficinas en el lugar destinado al esparciento, y a la vez empezaron a proliferar calles por todos lados para comunicar ese nuevo orden natural que iba surgiendo, es decir, lo que salvó Brasilia de terminar como una ciudad fantasma a la manera de Chernobyl, fue que sus habitantes transformaron espontáneamente al infierno comunista que Niemayer diseñó, en una ciudad capitalista donde todo lo decide el mercado y no un gurú totalitario que trata a la gente como si fueran niños o retardados mentales.
Niemeyer le tenía una envidia irresistible a Frank Lloyd Wright, que fue sin duda el mejor arquitecto de la historia. Wright escribió un artículo donde sostenía que las formas rectas son superiores a las formas curvas en arquitectura, porque la forma curva es la mera copia de lo que ya en la naturaleza existe, mientras que las formas rectas son una creación fruto del ingenio del hombre, es decir, son una cosa agregada al mundo, como un poema de Quevedo o una catedral gótica (si tenés presente la casa de descanso de Wright o la misma casa de la cascada notarás que abunda en ángulos rectos); luego de publicado el célebre artículo donde Wright se declaraba defensor acérrimo de los ángulos rectos, Niemayer empezó a decir que todas las construcciones arquitectónicas debían ser curvas como las nubes. No hay que ser una luz para imaginar que si Wright hubiera ponderado las formas curvas, Niemayer hubiera ponderado las formas rectas. Incluso a veces me imagino a Wright con sus amigos bromeando de esta forma:
-Chicos, cuánto les apuesto a que lo obligo al tarado de Niemeyer a hacer diseños arquitectónicos sólo con formas curvas?
-Y cómo vas a hacer eso Frank?
-Pues sencillo, empiezo a alabar las formas rectas por todos lados, y este pavote entonces va a empezar a alabar las formas curvas con el vano intento de demostrar que su estupidez es mejor que mi razón.
Yo viví en Rio de Janeiro un tiempo, y mi departamento estaba (está) en la calle Roberto Díaz López, que es la primer calle después de la avenida Princesa Isabel, que es la calle en donde termina Leme y empieza Copacabana, yo vivía del lado de Leme. Sobre la playa de Leme, en el extremo opuesto al final de Copacabana que limita a Ipanema, hay unas esculturas de Niemeyer que no sé qué estupidez simbolizan, -obviamente- son horribles, siendo que no fueron hechas con sentido estético sino sólo con la idea de llamar la atención, y para llamar la atención cuando uno no es Miguel Angel ni Brunelleschi, mucho mas fácil es hacer una deliberada porquería, que, por arriesgar a querer hacer algo sensato, te salga algo intrascendente. No hubo un sólo día de los inumerables días que fui a la playa, en que no me haya dignado a ir caminando por la arena hasta las estatuas de Niemeyer, para, acto seguido, escupirlas a todas con cierto fulgor satánico que quiza reclame una explicación de índole patólogico (serán cuatro o cinco figuras humanas que se parecen al muñequito de los caramelos Sugus). Sólo después me metía al mar carioca con la serena sensación del hombre que merece su descanso y esparcimiento porque ya tiene cumplida la jornada de trabajo diario.
Las veredas de formas curvas de Rio de Janeiro*. Holleben Licht sostiene que Niemeyer le encargó su diseño a un dibujante de nombre Wenseslao Da Silva, un antiguo criado suyo que trabajaba en su estudio con un sueldo magrísimo, y que luego el numen de Brasilia hiciera pasar como si fueran su creación. "Si las hubiera hecho realmente Niemeyer -dice Holleben Licht- no serían tan bellas."
* Las veredas las hizo el artista plástico Burle Marx que las copió de las veredas de Lisboa. También las reprodujo en Manaos. No fueron creación de Niemayer, fueron su inspiración.
Comentario de Victor Vargas:
Como bien señalas Brasilia es un precario experimento de planeación urbanística la cual se inspiró en la Carta de Atenas, es un manifiesto urbanístico ideado en el IV Congreso Internacional de Arquitectura Moderna (CIAM) en el año 1933,. En dicho documento se apuesta a la zonificación, que es una técnica, que divide la ciudad en "principales acciones humanas" modernas que se concibieron en este congreso: habitar, trabajar, circular y recrearse. Desde postguerra, este manifiesto ha sido la base de la organización y administración territorial de las ciudades en occidente. el cual ha sido muy criticado por la simplificación de algunos de sus contenidos por su intención socializante, y que controla la acción del mercado en lo local. Actualmente se trabaja la planeación urbana en distintos niveles de intervención para impulsar los mercados de manera estratégica, para que sean más dinámicos. Brasilia en su diseño original era muy primario.