Primera industria en el territorio de Santa Cruz
"La colonia Rouquaud"
Ernest Rouquaud Keenton (1822-1907) fue un comerciante, colono y colonizador francés de la Patagonia Argentina.
Nació en Montgiscard , Francia, el 22 de febrero de 1822. Hijo de Jacques Rouquaud y Julia Keenton,.
Había llegado al Río de la Plata en 1841, durante el gobierno de Juan Manuel de Rosas .
Ernest Rouquaud contrajo matrimonio el 2 de agosto de 1843 en la Catedral de Buenos Aires con María Luisa Périchon, con quien tuvo 5 hijos Ernesto. Eloísa. Pablo. Luisa y Julia.
Rouquaud fue dueño de un establecimiento industrial ubicado en las afueras de Avellaneda (Provincia de Buenos Aires) donde procesaba productos pecuarios.
Rouquaud conoció a don Luis Piedra Buena, quien le habló con entusiasmo de los mares ignotos y las tierras inexploradas de la Patagonia. Rouquaud se convenció que allá en el sur lo esperaba una gran oportunidad; la posibilidad de colonizar tierras y hacer una gran fortuna.
En 1871 obtuvo la concesión del gobierno argentino para fundar una colonia en el Territorio de Santa Cruz para la explotación de un fábrica e industrializar el pescado mediante el salado y la obtención de aceite y harina de pescado. Con este asentamiento también contribuía a ejercer los derechos de soberanía en este desprotegido suelo argentino.
“Hay que recordar que por esa época el actual territorio santacruceño era parte de las controversias de límites entre Chile y la Argentina. Chile había fundado primero Fuerte Bulnes y de allí nació luego Punta Arenas. Con este dominio magallánico Chile penetraba hacia el norte y pretendía, por lo menos, soberanía hasta el río Santa Cruz. La Argentina había descuidado su presencia en el actual territorio patagónico, y esta ausencia se profundizó con la Guerra del Paraguay. Sólo Piedra Buena, con sus viajes y salvatajes, y sobre todo con su instalación en la isla Pavón a partir de 1859, dieron a la Argentina algo más que su dominio teórico sobre la región. A pesar de la urgencia de una efectiva toma de posesión de la Patagonia por parte de la Argentina, la solicitud de una extensa concesión de tierras por parte de Rouquaud, “para poblar con colonias agrícolas e industriales dos zonas de terreno, una en la margen derecha y otra sobre la margen izquierda del río Santa Cruz, que se denominaría Colonia de Nueve de Julio y Colonia de Once de Septiembre”, tuvo un trámite lento y engorroso.
La autorización fue concedida en julio de 1871, pero con limitaciones, ya que la concesión competía con las gestiones de otro francés, Leonardo Crozat de Sempére, quien, aparentemente, no tenía el mismo espíritu colono de Rouquaud, sino que pretendía el aval del gobierno argentino para luego negociar esos papeles en el extranjero. A pesar de todas las trabas –incluyendo una primera nota diplomática de Chile señalando que no iba a tolerar instalación de colonos al sur del río Santa Cruz”.
En 1872, el presidente Domingo Faustino Sarmiento otorgó a Ernest Rouquaud la concesión en el Territorio de Santa Cruz . Aspiraba a colonizar y explotar los recursos marinos del sur argentino.
El 22 de enero de ese año zarpó de Buenos Aires el barco "Roebuck", de novecientas toneladas, hacia la Patagonia. Trayendo consigo parte de la familia Rouquaud a Ernesto Rouquaud hijo y sus hermanas Eloísa de 26 años y Luisa de 16. Los artesanos eran un albañil, dos carpinteros un tonelero y veinte operarios. materiales de construcción, maquinas, útiles, víveres, ropas, armas y municiones para la caza que proveería de carne fresca de guanaco y avestruz.
La expedición llega a destino a comienzo de febrero anclando en la zona “DEL MORRO WEDELL” eligiendo al cañadón denominado “De los Misioneros” (nombre dado por el comandante Luis Piedra Buena por el intento de evangelización de los catequistas “Schmidt y Hunziker” en 1862) por disponer de agua dulce y potable, ofrecer abrigo en tierra como también a las embarcaciones.
Una vez realizada la descarga, ubicados en tierra con techos, estufas, dormitorios y los pasajeros ya dispuesto a producir, el barco regresa nuevamente a Buenos Aires.
Las instalaciones en el lugar quedaron así: “casa principal, casillas, galpón industrial, depósito de víveres y materiales” a cien metros de la playa en la parte llana donde después se realizaron de ladrillos. Para instalar una pesquería y otros establecimientos industriales afines, como la fabricación de aceite de pescado y saladero. A los cinco meses la factoría ya estaba instalada y Roquaud se apuró a enviar al lugar varias familias de pescadores.
El 13 de septiembre de ese mismo año, zarpaba el último de los barcos contratados, el “Etincelle”. En él don Ernesto embarcó lo que quedaba de su familia: su esposa Luisa Perichón, su hija Julia y ocho criaturas. Se llevaron todos los muebles, alfombras, cortinados, un violoncelo, dos pianos y servidumbre como para una casa de quince habitaciones. Las bodegas del Etincelle contenían además ochenta barriles de azúcar, algunos caballos, cabras y diversas aves domésticas. La quimera estaba en marcha, ya no había vuelta atrás.
Posteriormente el Congreso Nacional favoreció con la concesión definitiva de estas tierras a Crozat de Sempére en lugar de a Rouquaud. No obstante, se produjo un entendimiento y Sempére transfiere a Rouquaud “cinco mil varas de frente sobre el río Santa Cruz”, donde ya se encuentra instalada la factoría con unas “sesenta personas”.
La colonia Rouquaud se desarrolló en el paraje elegido, de espaldas al cerro y mirando a la playa del río Santa Cruz.
Los contratiempos, se fueron sucediendo. La pesca no rendía, el río tormentoso se llevaba redes, botes y el viento hacía muy difícil la tarea. Como una maldición uno de los hijos, Pablo al querer retener a nado uno de los botes que se soltó de su amarra,perece ahogado en una noche trágica.
Llegaron las visitas eran tehuelches dispuestos al trueque, pero su primera visita se transformó en la última. Rouquaud no tenían experiencia habían llevado solamente azúcar para negociar con los indígenas y no aguardiente que era lo que fundamentalmente buscaban.
Posteriormente, la presión chilena, en la zona con naves de ese país, las amenazas del gobernador de Punta Arenas. Rouquaud se propuso obtener la efectiva protección de la autoridad nacional y logró entrevistarse con el entonces presidente Domingo F. Sarmiento, quien le prometió la presencia del buque estación “Brown”. Una mañana llegó por fin a la colonia una nave. No era el “Brown”, sino algo más módico, la goleta “Chubut”.
Con esta nave desaliñada llegaron el comandante Lawrence y los subtenientes Palacios y Feilberg, de la marina argentina. Los marinos tenían como instrucción instalar allí una Capitanía de Puerto, y así lo hicieron. Esta Capitanía funcionó primero por tres meses, ya que la Chubut debió partir hacia Carmen de Patagones para traer nuevos víveres.
Posteriormente fondeó en la zona una goleta inglesa, la “Tucutayú”, que Rouquaud aprovechó para viajar a las Islas Malvinas para trocar pieles, plumas y dinero por ganado vacuno. Los novillos llegaron a la colonia, pero como no se cercó el cañadón, el ganado se volvió bagual.
A fines de julio de 1873 llegó la cañonera chilena “Covadonga”, “enemiga” en los papeles pero que entabló por varios días civilizadas relaciones con la familia Rouquaud e incluso el médico de la nave chilena atendió a doña Luisa Perichón de Rouquaud al sufrir un aneurisma y la cuidó solícitamente durante los días de su agonía hasta su irremediable final. Los más de cien hombres del “Covadonga” incluso hicieron de respetuoso séquito en el entierro antes de marcharse con rumbo a Punta Arenas. Se supone que los restos de la esposa y el hijo de Rouquaud descansan en el cementerio del lugar, donde se encuentran todavía lapidas y cruces, el mismo está ubicado al oeste de la chacra Monserrat.
A principios de octubre regresó la “Chubut” y se restableció la Capitanía.
En noviembre llegó la corbeta chilena “Abtaoo”, quien traía el “encargo” del gobernador de Punta Arenas de ofrecer a los Rouquard “casa, servicio, cuanto pueda necesitar su familia”. Caridad interesada, como se dice, que patrióticamente fue rechazada.
Después de la visita de la “Covadonga” y la “Abatoo”. Chile finalmente envió a la zona a la corbeta “Chacabuco”, buque de la armada provisto de tropas de desembarco. Se daban las condiciones para un conflicto grave entre los dos países.
Al fondear la corbeta chilena, la goleta “Chubut” levantó anclas y remontó el curso del río hacia el reparo de la isla Pavón.
El comandante Lawrence no lo hizo por cobardía, sino que “no quería que los chilenos conocieran la miseria de la goleta y su tripulación desprovista de víveres y de uniformes y sin oficiales a bordo”, según declaró.
Con la “Chacabuco” se instaló otra Capitanía, pero de muy distinto color. Hay que remarcar esto. En la década de 1870 tanto Chile como Argentina tenían una Capitanía, un destacamento oficial, sobre el Río Santa Cruz. Ante el cariz de los acontecimientos, Ernesto Rouquaud aparentó quedar al margen de la inminente contienda argentino-chilena, e hizo en la colonia bandera ¡francesa!.
Sucesivas incursiones de naves chilenas le hicieron comprender a don Ernesto que la vida en la colonia se hacía imposible, por lo que decidió emprender viaje a Santiago. Una vez en la capital chilena, se entrevistó con el representante de la Argentina en Chile, el señor Félix Frías, quien le aconsejó ponerse en contacto con las autoridades chilenas. Estas le propusieron que si abandonaba la colonia le pagarían 90.000 "patacones", suma que habían evaluado las construcciones. Se le aseguraba que, una vez resuelta la cuestión de límites, si el territorio se le adjudicaba a nuestro país, el gobierno chileno le transferiría las mejoras en forma gratuita. Consideró la proposición conveniente y dispuso consultar al señor Frías antes de contestar. Este se negó en forma rotunda diciendo, no nos conviene, una vez en dominio de la colonia será muy difícil desalojarlos. Los trámites siguieron sin prosperar, solamente con promesas que nunca se cumplieron por parte de ambos países. Decepcionado se embarcó para Punta Arena, donde llegó en el otoño de 1874.
Sólo le restaba ahora a los Rouquaud abandonar la colonia, en donde quedaban quince personas que fueron embarcadas en la nave "Chacabuco" rumbo a Buenos Aires. El hijo mayor Ernesto se quedó para organizar el traslado de todo lo útil que quedaba y trasladarlo a Patagones, con el barco "Pascuales Cuartino". Con el cual se hizo a la mar. Nunca se supo más de ese viaje ni sus tripulantes. Una versión afirma que la nave, años después, fue advertida en Montevideo con algunas modificaciones, pero jamás pudo averiguarse lo ocurrido en aquel viaje del año 1874.
En Buenos Aires, el señor Rouquaud, pobre y desengañado, sólo le quedaban energías para tratar de concretar una reparación, cosa que nunca logró.
Falleció en Buenos Aires el 10 de mayo de 1907 a los 85 años.
En 1912, sus descendientes presentaron una demanda contra la Nación, que no prosperó por haber prescriptos los derechos.
Aquí termina la historia de uno de los tantos soñadores que se aventuraron a internarse en los entonces lejanos y desconocidos territorios y que, a pesar de correr distintas suertes, todos sirvieron en alguna medida para afianzar la soberanía en nuestra querida Patagonia.
Datos extraídos libros:
- Puerto Santa Cruz Un Pueblo Histórico – Adolfo Carlos Oroz (1916 – 2014).
- Historia de Santa Cruz – Juan Hilarión Lenzi (1898 – 1970).
- Aporte fotografías históricas - Carlos Carrizo