jueves, 15 de mayo de 2025

Biografía: Mayor Horacio Fernández Cutiellos, héroe de La Tablada

Horacio Fernández Cutiellos






Tenía 37 años, era Mayor de infantería, y el primer segundo jefe de su promoción.

Horacio se había levantado a las 6 de la mañana, según cuentan los soldados. Se vistió con ropas de combate, como todas las mañanas, se puso unas alpargatas y se fue a afeitar. Los primeros tiros y los gritos desde la guardia, lo ponen en alerta. Los terroristas entran derribando el portón con un camión con el que aplastan al primer solado de guardia. Atrás venía un Renault 12 desde donde fusilan al soldado Tadeo Taddia que estaba barriendo la galería del guardia, desarmado.

Horacio se pone a tirar contra los terroristas que entran al cuartel. El estaba en el edificio de la Plana Mayor, de frente a la guardia a unos 50 metros. Se parapeta sobre una puerta pesada de hierro y, para no comprometer al soldado que tenía de ayudante, le da un cajón con municiones y lo pone a cargar cargadores. Horacio tiraba, y el soldado cargaba y se tiraban los cargadores por el suelo.  

Él combate desde las 6 y cuarto de la mañana, hasta casi las nueve, nueve y media de la mañana. Luego que los terroristas tomaron la guardia, donde hicieron estragos, y se van metiendo dentro del cuartel, Horacio se queda sin blanco. Ya habían pasado las 9 de la mañana.

Entonces sale a la galería y se pone detrás de una columna, y desde ahí, con mejor ángulo comienza a tirar nuevamente contra la guardia. Pero no ve que atrás del edificio de la Plana Mayor estaba uno de los jefes terroristas escondido. Era "Farfán", un ex miembro del ERP que había estado varios años preso en los 70, y después llegó a un alto cargo político combatiendo en Nicaragua.. Ya el combate se había generalizado.

Farfán (Roberto Sánchez) escucha el fuego, lo ve, y le tira por la espalda con un fusil. El tiro  le entra por el omóplato y le sale por abajo del hombro. Ese tiro no lo mata, pero lo deja fuera de combate. Fue el único tiro que pudo tirarle, porque inmediatamente lo matan los soldados de la compañía de servicio que estaban en un balcón.

Horacio queda como en shock unos minutos, se recupera, y arrastrándose logra llegar nuevamente a la puerta de entrada a su oficina. Se detiene en marco de la puerta, y en ese momento, desde la guardia le tiran durante varios minutos sin parar. Horacio no obstante logra meterse en la oficina, y cuando ya estaba un metro adentro, recibe un tiro en la unión de las clavículas, arriba del esternón, que le atraviesa la tráquea, le rompe la médula espinal y le sale a la altura del hombro izquierdo. Y cae muerto.   

Horacio murió como hubiese soñado. Había ido a misa la noche anterior y había comulgado. Y murió defendiendo a su Patria, de los enemigos de siempre.

 Una hora después de empezado el combate, le dijo a su jefe por teléfono: "Yo voy a morir defendiendo el cuartel, ustedes recupérenlo". Y así fue.

Nadie recuerda que La Tablada, fue un intento de golpe del Movimiento Todos por la Patria, un rejunte de gente del ERP y Montoneros para voltear al gobierno de Alfonsín. Para tomar el poder. Se intenta contar lo de La Tablada como un hecho terrorista aislado, y eso es totalmente falso. Uno se siente discriminado más que con miedo, porque los héroes en este país terminan siendo siempre los terroristas, y no quienes los combatieron.

De hecho, la causa de La Tablada se vuelve a abrir, pero para enjuiciar a los militares que combatieron a los terroristas, que están todos indultados.
A pesar de que Horacio murió defendiendo al gobierno de Alfonsín…

A Horacio lo mataron en 1989, estaba terminando el gobierno de Alfonsín. Gorriarán y su grupo terrorista, intentó que Alfonsín cayera, y él dio la vida para que eso no ocurra.

martes, 13 de mayo de 2025

Invasiones Inglesas: Batallón Buenos Ayres del Ejército de Galicia

La increíble historia del Batallón de Buenos Ayres del Ejercito de Galicia






La primera invasión inglesa a la ciudad de Buenos Aires en 1806 encontró muy poca oposición; las defensas porteñas fueron sobrepasadas rápidamente y apenas tres días después del desembarco, las tropas británicas hacían flamear su bandera triunfalmente. Dos meses más tarde, los criollos al mando de Santiago de Liñiers avanzaron hacia el viejo parque de artillería y derrotaron al destacamento rival. Desde allí siguieron combatiendo hacia la Plaza Mayor, de donde expulsan a los ingleses y logran recuperar el control de la ciudad.
Luego de la Reconquista, el Virreinato del Río de la Plata volvió a enviar tropas a la Banda Oriental del Uruguay para fortalecer las defensas en caso de otro ataque inglés, que sucedió rápidamente.
A principios de 1807, iniciando la Segunda Invasión, pero esta vez con mayor armamento, los británicos bombardearon Montevideo varios días y tomaron la ciudad. Los oficiales de mayor rango fueron capturados y ante la negativa a ser intercambiados por presos ingleses, los enviaron a Londres para ser encarcelados.
La guerra continuó en tierras argentinas, pero la resistencia del pueblo local hacia una nueva invasión y las milicias mejor organizadas lograron vencer al enemigo invasor. En este contexto es donde sobresale la actuación de la tropa del “Tercio de Gallegos”, un grupo de soldados voluntarios nacidos en Galicia que ejecutó las acciones más gloriosas de la batalla, como lo explica Manuel Mera en su excelente artículo “Galegos na defensa de Bos Aires”.
Tras la rendición definitiva del general Whitelocke ambos bandos acuerdan devolverse recíprocamente a sus prisioneros. Luego de varios meses en prisión, los oficiales rioplatenses capturados en Montevideo recuperaron su libertad. Pero en vez de devolverlos al sitio donde los secuestraron, fueron conducidos en buques desde Plymouth a diversos puertos de la península ibérica: Así comenzaba a gestarse un sorprendente “intercambio de favores”.
Las tropas liberadas habían quedado dispersas en distintas zonas del norte de España, principalmente en Galicia y Asturias. No tenían ni ropa; así consta en un comunicado firmado en Oviedo el 4 de febrero de 1808 que reza “Debido a la falta de fondos para adquirir vestuarios, se ha visto en la necesidad de tomar 18 camisas de los despojos que aún quedaban del Regimiento de Nobles, ya que es voluntad del Rey que se vistan estos soldados”.
Mientras esperaban el regreso a su patria, con mucho esfuerzo lograron reunirse todos en La Coruña, cuando el 2 de mayo de 1808 el pueblo se levanta contra Napoleón. Las provincias comienzan a gobernar en nombre del Rey y forman unidades militares propias para la Guerra de la Independencia. Es entonces cuando la Junta Gubernativa de Galicia crea el “Ejército de Galicia” y convoca a las tropas liberadas, ya que en ese momento hubiera sido imposible transportar un regimiento desde América debido al mencionado bloqueo.
Los casi mil soldados veteranos provenientes de nueve unidades del Virreinato del Río de la Plata que habían sido tomados prisioneros por el ejército británico durante la conquista de Montevideo, se unieron a la infantería del Ejército de Galicia recibiendo el nombre de “Batallón de Buenos Aires”. Si bien en el grupo había integrantes de Uruguay y Paraguay, el nombre del batallón abrazaba el recuerdo de la tierra de donde provenían la gran mayoría de ellos.
También llamados “Colorados de Buenos Aires”, por utilizar uniformes ingleses de guerras anteriores (tomados en 1782 al capturar una fragata que llevaba vestimenta para tres regimientos en Gibraltar), se incorporaron bajo las órdenes del General Blake, destacándose por su experiencia en momentos en que España tenía disponible muy pocos soldados, ya que la mayor parte del ejército formal permaneció en el exterior durante las guerras napoleónicas.
Los integrantes del Batallón Buenos Aires además fueron elegidos para formar diversas unidades de combate, principalmente en el Escuadrón de Dragones del General y el Regimiento de Infantería de Mondoñedo. También fueron incorporados al célebre Regimiento “El Inmemorial del Rey”: Desde el 8 de junio de 1808 hasta 1811, se enfrentaron a los ejércitos napoleónicos en más de una docena de batallas por todo el noroeste español.
En el asedio de Astorga se da una de las grandes paradojas de esta historia: Los integrantes del Batallón de Buenos Aires, que habían sido prisioneros de los ingleses, fueron los encargados de defender la retirada de sus ex captores, que enfermos y agotados huyeron a Inglaterra desde el puerto de La Coruña. Una de las tantas acciones heroicas que los llevó a recibir media docena de distinciones, entre ellas la de “Beneméritos de la Patria”.
Luego de muchas bajas e incorporados en otros regimientos, varios miembros del Batallón aún permanecían a fines de 1810 formando parte del Ejército de Galicia, asentados en las bases de Puebla de Trives, La Coruña y Ferrol, que incluyó una nueva campaña hacia las costas cantábricas. Un año después, por los procesos de independencia de las colonias, España desmovilizó el Batallón Buenos Aires definitivamente, siendo la primera y única tropa española de América que luchó en suelo europeo.
Poco más de 20 soldados lograron volver al Río de la Plata, donde varios de ellos volvieron a destacarse. A Argentina regresaron, entre los más reconocidos, José Rondeau y Antonio Balcarce, que llegaron a ocupar los máximos cargos nacionales; ambos fueron elegidos Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata con un año de diferencia. Y a Paraguay retornó Fulgencio Yegros, quien fue el primer presidente de su país.
Hombres de Argentina, Uruguay y Paraguay, unidos para enfrentar a un invasor pirata colonialista. (como lo fueron durante toda su historia).

sábado, 10 de mayo de 2025

Guerra Antisubversiva: Padre e hijo contra la "revolución"

¡"La noche que un pibe de 16 y su padre, enfrentaron a la "revolución"!

@PedroMihovilce1


Era 1975, transcurría el gobierno democrático del peronismo, con Isabel y los compañeros al mando, marcaba el pulso de un país en ebullición. Yo tenía 16 años, trabajaba en el campo con mi viejo y era un estudiante más en una secundaria atravesada por vientos turbulentos. Algunos profesores, vociferaban discursos encendidos, militando en Montoneros, ERP, JP y otras siglas de la época, sembrando ideas entre los pupitres, para conseguir soldados para la revolución.



Pero una noche, en el campo de mi familia en San Antonio de la Paz, provincia de Catamarca, la teoría se estrelló contra la realidad. La paz se quebró con el rugido de dos jeeps y un camión jaula que irrumpieron con una misión: llevarse nuestras vacas para "alimentar a los soldados de la revolución" y a los humildes de los campos tucumanos. Mis viejos, eran gente de trabajo honrado (lejos de ser Bunge o Born), habían puesto en esa hacienda todo lo que teníamos, era nuestro único capital.

La luna llena reinaba esa noche, como un farol plateado que nos regaló claridad. Nosotros conocíamos el monte como las líneas de nuestras manos, porque lo recorríamos de día y de noche para cuidar la hacienda, era época de sequía y esta fue la ventaja para resistir el asalto.
24 sombras llegaron con su "idealista tarea revolucionaria" (en criollo, a robarnos sin ningún pudor). Comenzaron a exponer sus ideales revolucionarios apuntándonos con fusiles y ametralladoras, pero no cedimos. Y de una discusión acalorada pasamos a que el aire se llene de pólvora y furia.

Entre mi viejo y yo, vaciamos varias cajas de cartuchos 12/70 y varios cargadores de .45. En una hora y media, su revolución se desmoronó: huyeron como ratas entre los arbustos del monte, dejando atrás los vehículos y a dos camaradas que sorprendí y retuve con la escopeta en ristre, listos para un retrato improvisado (que hoy conocemos como selfie). Cuando la estrenduosa visita cedió, los llevé a pie hasta casa, pasos firmes y patadas en el culo, bajo la mirada de la luna a esperar a la policía.
Entramos, y "el sol de noche" de la cocina de la casa, los iluminó de lleno. Entonces vi sus caras: ¡eran dos profesores de mi escuela! La sorpresa me atravesó como un relámpago. La policía llegó, se los llevó, y en Catamarca los pusieron a disposición del Poder Ejecutivo Nacional. Fin de la historia, pensé...

Pero no, semanas después, en la feria remate de hacienda de Jesús María, reconocí un lote de novillos con la marca de un vecino al que sí habían doblegado. Interrogué al rematador. "Los trajo el hijo de la jueza tal", confesó, aunque ese día no se vendían: porque carecían de papeles que justificaran su origen (obvio era hacienda robada, cuatrereada).

Así, entre el ’73 y el ’76, desangraron a productores de Santiago del Estero, Catamarca, Córdoba y Tucumán, dejándolos en la ruina. Los "profes" que capturamos esa noche, con las manos en un novillo, entraron por una puerta y salieron por la otra a la semana.
Al mes, los vi otra vez en la escuela, tejiendo sus palabras cargadas de odio a la “oligarquía” (¿les suena?) entre los pibes como si aquí, nada hubiera pasado.

Años después, durante "el Menemato", alzaron la voz y cobraron indemnizaciones como "víctimas de la represión" 250 mil dólares (en realidad y por el caso que les cuento, fue por una semana tras las rejas por cuatreros).

Colorín colorado: la mentira y el afán de robar siempre fueron el mismo hilo conductor enroscado en la política.

Por eso les dejo un consejo a los pibes laburadores y de bien:

"Métanse en política, porque tarde o temprano la política se mete con ustedes".

Basta de ingenuidad; hay que actuar, mientras los populistas millonarios brindan en su fiesta eterna el país se sigue cayendo de a pedazos.

Si a los 16 años, con mi querido viejo Antonio, no arrugamos frente a 24 de ustedes (24 contra 2), imaginate hoy... ¿se acuerdan del tiroteo en el monte? Esa noche, que nos llovieron más de 400 disparos de FAL, para lograr su "objetivo de guerra" (robarse nuestra hacienda) y se les escurrió entre los dedos. Cuando corrieron en retirada, abandonando a dos camaradas que capturé, temblando y descompuestos frente a un pendejo de 16 años. ¿se acuerdan? o ¿les dá vergüenza el recuerdo?...

Hoy, a mis 65, con un pie en el cajón y con nada que perder, ¿en serio creen que me van a asustar con amenazas, soretes? En esa época que eran idiotas útiles, vaya y pase. Pero ahora, hombres grandes, no inspiran miedo: como siempre, dan asco.
Sus miserables vidas orbitan en torno a engrosar sus cuentas bancarias, usando a los pobres como escudo, un arte que nunca abandonaron, propio de cobardes, cínicos y miserables, para terminar finalmente siendo los más ricos del cementerio.

¡Piensen! aunque les hagan un mausoleo como al virolo, los gusanos se van a comer sus restos al igual que con los restos del más pobre.

Volviendo al tema de aquella noche del ’75 con mi viejo, los espero. Solo lamento que “el Antonio” no esté para compartir la fiesta; esta vez, el telón sube solo para mí. Vengan tranquilos, pero traigan los pañales puestos: ¡no hay que perder la dignidad camaradas! menos ustedes, los soldados del Che. Y recuerden como les dijo mi querido viejo Antonio:

"No siempre el hilo se corta por lo más fino".

Aunque me pese el alma hoy, viejo y cansado de ver cómo les llenaron la cabeza con mentiras y toneladas de mierda a varias generaciones, destrozando lo hermoso que fue mi país, la Argentina, se los digo alto y claro: aún en mi ocaso, puedo darles una sorpresa. Quizás así cerremos este capítulo como "hombres de honor", aunque sé que con ustedes es imposible, honor y pelotas es lo que siempre les faltó.

Por desgracia para nosotros y en favor de ustedes habitamos un país de justicia parcial, ustedes carecen de patriotismo y honor. Espero no tener que partir sin saldar esta deuda que tenemos pendiente.
Nos merecemos un segundo acto ¿no les parece? para ver quién tiene las pelotas bien puestas y quiénes siguen siendo unas ratas cobardes, siempre agazapadas en las sombras del poder de turno.

Hago público este mensaje porque no pienso suicidarme como recientemente algún amigo empresario, ni arrastro deudas turbias. Lo digo por si se les cruza la mala idea de mandarme a alguien a matarme por la espalda, como hicieron siempre con propios y ajenos, sepan que: por cada amenaza va a salir una antorcha como esta, para quemarlos vivos frente a la opinión pública.

Que todos vean qué clase de porquerías conviven entre nosotros, metidos en la política y que encima, por ende "viven de nosotros".

Dios quizás los perdone; YO NO, ¡NUNCA! ¡JAMÁS!

Saludos cordiales, ¡CAGONES!

Pedro, el chango de ‘El 17’.

viernes, 9 de mayo de 2025

Occidente: Las raíces filosóficas de James Bond

Las raíces filosóficas de James Bond



 

El personaje de James Bond, creado por Ian Fleming, tiene raíces filosóficas y culturales profundas dentro de la tradición occidental. Su figura es más que la de un simple espía; representa un ideal arquetípico con influencias de distintas corrientes filosóficas, literarias y culturales que han moldeado la identidad del héroe occidental.

1. El héroe estoico y la virtud romana

Bond encarna la tradición del estoicismo, similar a los filósofos romanos como Séneca, Marco Aurelio y Epicteto. Es un hombre de acción que enfrenta la muerte, la violencia y el caos con control emocional, disciplina y determinación. No se deja dominar por el miedo ni por la debilidad, sino que se guía por la idea de que su deber es superior a sus deseos personales.


 

Esto se relaciona con la virtud romana de la "gravitas", que denota dignidad, seriedad y responsabilidad, y con la "fortitudo", el valor de actuar con firmeza ante la adversidad. Bond acepta su destino sin quejas y se sacrifica sin vacilar, siguiendo un código de conducta tácito, aunque a veces cínico.

2. El caballero errante y la tradición artúrica

Bond es un caballero moderno. Su estructura narrativa sigue la del caballero medieval, como en la leyenda del Rey Arturo y los Caballeros de la Mesa Redonda. Tiene un juramento implícito de servicio, una lealtad inquebrantable a su reina y su país, y enfrenta peligros para proteger el mundo civilizado de las fuerzas del caos.

Su relación con "M" (especialmente en la etapa de Judi Dench) refuerza esta conexión, ya que ella actúa como una figura de mentor, similar a Merlín o a un monarca que guía al caballero en su misión. Sus misiones son pruebas de nobleza, y sus enemigos suelen representar fuerzas de corrupción, desorden o tiranía, reflejando la clásica lucha entre el caballero y el dragón.

3. El héroe byronesco y el romanticismo inglés

Bond también comparte rasgos con los personajes del romanticismo inglés, especialmente los de Lord Byron. Es un héroe solitario, rebelde, con un pasado traumático y una actitud de desencanto cínico frente al mundo. No es un idealista puro, sino alguien que conoce la oscuridad del ser humano y la acepta sin ilusiones.

Este rasgo byronesco se ve en su relación con las mujeres, su sentido trágico de la vida y su aparente insensibilidad emocional, que en realidad oculta un hombre marcado por el dolor. Sus romances suelen ser fugaces, porque su destino no le permite el amor duradero, reflejando el arquetipo del héroe maldito que nunca puede encontrar la paz.

4. El superhombre Nietzschiano y la voluntad de poder

En el fondo, Bond encarna una versión estilizada del superhombre de Nietzsche. Es un hombre que vive más allá de la moral tradicional, operando en un mundo donde las reglas convencionales no aplican. No es un agente del bien absoluto, sino un ejecutor que decide su propio código de conducta basado en la eficacia y la supervivencia.

Su superioridad física e intelectual, su autocontrol y su dominio sobre el entorno reflejan la "voluntad de poder" nietzscheana: la capacidad de moldear el mundo a su conveniencia sin ser gobernado por normas impuestas. No se deja someter por la debilidad ni la mediocridad, sino que sobresale como un individuo excepcional en un mundo lleno de mediocridad y corrupción.

5. El agente del Imperio y el colonialismo occidental

Bond también es producto de la Gran Bretaña imperial. Su misión no es solo proteger al Reino Unido, sino mantener el orden mundial occidental frente a amenazas externas, muchas veces representadas como dictadores, multimillonarios megalómanos o ideologías rivales (antes la URSS, luego el terrorismo internacional).

Esta dimensión tiene raíces en la tradición del aventurero británico, como los exploradores del siglo XIX o los espías de la Primera Guerra Mundial. Bond no solo es un guerrero, sino un hombre de mundo, sofisticado, culto y con acceso a los círculos de poder global. Su estilo refinado lo coloca en la línea de personajes como Sherlock Holmes o Richard Hannay, pero con un enfoque más pragmático y letal.


Conclusión: Bond como el último héroe occidental

James Bond es una síntesis de estas tradiciones filosóficas y culturales. Es el último héroe de una era crepuscular, donde el honor, la astucia y la fuerza individual aún tienen valor en un mundo dominado por la burocracia y la impersonalidad. Su carácter mezcla el estoicismo romano, la nobleza caballeresca, el fatalismo romántico, la voluntad de poder nietzscheana y el legado del imperialismo británico.

Por eso sigue siendo un ícono atemporal, porque representa un ideal de masculinidad y heroísmo que, aunque evoluciona con el tiempo, sigue apelando a las raíces más profundas de la cultura occidental.