martes, 19 de enero de 2016

Guerra Antisubversiva: La mentira de la Noche de los Lápices

La mentira vergonzosa de “la noche de los lápices”.


Por Nicolás Márquez - Prensa Republicana




Una deliberada mentira disparada en los años 80´ y luego potenciada por la propaganda obrante durante el prolongado  latrocinio kirchnerista, consistió en tomar como referencia el ficcionario filme popularmente conocido como “La Noche de los Lápices”, aquel bodrio maniqueo y falaz obligatoriamente impuesto en la enseñanza escolar oficial, como si dicha película encarnase una verdad revelada en vez ser lo que verdaderamente es: una historieta audiovisual plagada de caricaturizaciones ideológicas y manifiestas patrañas historiográficas.

Resulta que el promocionado filme nos cuenta una historia (que los farsantes que la apañan pretenden hacer pasar por verídica) en la cual un simpático grupete de amigotes bregaban por una enternecedora rebaja en el boleto estudiantil, y las máximas picardías de estos inquietos jovenzuelos no eran otras que tararear las melodías del dúo hippie “Sui Géneris”, jugar de vez en cuando al “ring-raje” y soñar con un “mundo más igualitario para todos y todas”.

Acto seguido, aparecen en escena unos militares malos que se enojaron porque sí, “secuestraron” a los inquietos estudiantes por el simple hecho de “pensar distinto” y los mataron por mero morbo y placer. Punto final del largometraje.


los lapices siguen escribiendo
Graffiti arquetípico para consumo masivo de incautos e idiotas útiles.1

La película tiene como basamento el libro “La Noche de los Lápices” escrito por la inefable María Seoane (ex integrante de la organización homicida ERP)  y Héctor Nuñez, quienes a su vez se basan en el relato de Pablo Díaz, quien presumía ser el único sobreviviente del grupo de seis estudiantes involucrados.

El libro citado fue terminado el 7 de junio de 1986, es decir 9 años y 10 meses después de los presuntos hechos. Lo allí narrado fue la base que se tomó para producir la difundidísima película homónima.

No nos detendremos aquí a analizar la mala calidad del rodaje puesto que no es el propósito de esta notícula, sino que una vez más, cometeremos el sacrilegio de cuestionar la veracidad de la versión dada en la película, atendiendo, entre otras cosas, al lastimoso perfil del personaje central del filme en la vida real, el mencionado Pablo Díaz.

En efecto, ni el filantrópico Pablo Díaz era un ingenuo muchacho de barrio, ni fue el único sobreviviente, ni tampoco luchaban por el boleto estudiantil (esto fue tan sólo la excusa oficial), sino que el accionar de Díaz y sus secuaces desde siempre estuvo dirigido a promover no la militancia boletera sino la criminalidad terrorista de la que fueron parte.

Efectivamente, el propio Díaz en sus años mozos (cuando protagonizó los hechos que le dieron cárcel primero y celebridad después), él ya integraba con destaque la tristemente célebre JG (Juventud Guevarista), brazo estudiantil de la organización infanticida ERP, la cual se encargaba de promover su actividad criminal en los institutos educativos de los cuales se extrajeron renovadas camadas terroristas. Y fue en esa militancia castro-guevarista confesada por el propio interesado y documentada en el mismísimo libro “Los Últimos Guevaristas”[1] (escrito por el delincuente Julio Santucho, hermano de Mario Santucho, ex Comandante en Jefe del ERP), que el casi veinteañero Díaz (un poco grande para estudiante secundario) resultó detenido entre 1976 y 1980.

Pero Díaz no se quedó solamente en los años 70´ en su malsana pretensión subversiva: ya en 1989,  siendo ya no tan joven e irreflexivo, Pablo Alejandro Díaz hizo conocer su filiación al grupo terrorista MTP (Movimiento Todos por la Patria), prolongación del ERP comandada por el homicida confeso Enrique Gorriarán Merlo, el cual en enero de ese año asesinara a diez soldados y mutilara a otros sesenta durante el histórico y aberrante ataque terrorista al Regimiento de La Tablada durante el gobierno de Raúl Alfonsín.


Pablo Díaz: de boletero a terrorista.

Pero obviamente Díaz no fue el único bonachón que participó de los sucesos “inofensivamente” retratados en la película. El 15 de septiembre de 1998,  en el órgano de prensa de la guerrilla derrotada, es decir en el pasquín Página 12 (diario fundado con dinero ilegal proveído por el propio Gorriarán Merlo según confesión de su propio fundador, es decir de Jorge Lanata), se efectuó una nota reporteando a la dama Emilce Moler, otra de las protagonistas y que fuera detenida en La Plata el 17 de septiembre no por clamar por el cacareado boleto estudiantil sino por militar en la organización terrorista Montoneros. Allí se informa que ella y Gustavo Calloti (otro elemento subversivo que también vive y que está radicado en Francia), conjuntamente con otra joven radicada en La Plata (y van cuatro los aparecidos) conformaban una célula con los siguientes objetivos:

EM: “Teníamos un proyecto político, en relación con los desaparecidos de los secundarios de La Plata. No fue exclusivamente la lucha por el boleto, eso era un objetivo superfluo que fue utilizado buscando reivindicar la militancia (…) No creo que a mí me detuvieran por el boleto. La lucha fue en el año 75, además no secuestraron a miles de estudiantes que participaban en ella. Detuvieron a un grupo que participaba en una agrupación política. Todos los chicos que están desaparecidos pertenecían a la UES (brazo estudiantil de Montoneros), es decir que había a un proyecto político al fin”.

Pero la confesión más despampanante de todas, probablemente la haya dado Jorge Falcone (oficial Montonero y hombre de confianza del asesino Mario Firmenich), es decir el hermano de María Claudia Falcone (la otra protagonista de la película en donde la susodicha es mostrada como mártir), ya que en nota concedida y transcripta para el libro “Montoneros, Soldados de Menem?, Soldados de Duhalde?” de Viviana Gorbatto, éste expresa:

“–Mi hermana no era una chica ingenua que peleaba por el boleto estudiantil. Ella era toda una militante convencida. Ni mi hermana ni yo militábamos por moda. Nuestra casa fue una escuela de lucha”.

–¿Tu hermana y vos eran montoneros convencidos?

–(Falcone) Sí. Nadie nos usó ni nadie nos pagó. No fuimos perejiles como dice la película de Héctor Olivera (…) fuimos a la conquista de la vida o la muerte (…). En el departamento donde cayó mi hermana se guardaba el arsenal de la UES de La Plata. Mi hermana no cayó por el boleto secundario, sino por una patria justa, libre y soberana. La gente que tenía la conducción de un colegio secundario no se chupaba el dedo. Tenía práctica política y militar”




Jorge Falcone, el ex Montonero que obró de sepulturero de la bochornosa estafa fílmica “la noche de los lápices”

Y como si tamaña confesión fuese insuficiente, el ex oficial Montonero Falcone añade: “Cuando se dio la película, yo fui llevado en andas con Pablo Díaz, el sobreviviente, del cine al obelisco. Allí dije que mi hermana estaba en la clandestinidad con documento trucho, que respondía a una orgánica revolucionaria. Eso puso a todos nerviosos. No querían escuchar esas cosas. Mi hermana no era una Caperucita Roja a la que se tragó el lobo (…) era una militante revolucionaria”

-¿Qué cargo tenía tu hermana dentro de la organización?

-Era miliciana (…) La gente que tenía conducción en un colegio secundario no se chupaba el dedo. Tenía práctica política y militar (…) participamos en una serie de actos relámpagos que sirvieron de cerco en agosto del 75´ para el hundimiento de la Fragata Misiliística Santísima Trinidad”[2] remata Jorge Falcone, quien además por entonces era esposo de Susana Estela Carlotto, es decir de la ex guerrillera e hija de la mentirosa compulsiva Estela Carlotto, actual CEO de la firma empresarial Abuelas de Plaza de Mayo.


Estela Carlotto: como nonna fue una excelente empresaria y como madre fue un fracaso: sus hijos salieron o delincuentes montoneros o ñoquis estatalizados.

Visto y considerando que la mentira de la “Noche de los lápices” es refutada por los propios protagonistas1, vale complementar lo expuestos con las posteriores declaraciones del ex Montonero Martín Caparrós, quien sobre el particular sostuvo: “Creo que hubo una construcción inicial que fue esta idea de las víctimas impolutas. El desaparecido como víctima angelical que es la idea que sintetiza La noche de los lápices. La noche de los lápices es la mayor falacia que se ha producido en la historia argentina contemporánea. Falacia que se va a reproducir cuándo, ¿mañana, pasado?, ¿cuándo es el día de la noche de los lápices?…Pero La noche de los lápices es un mamarracho, quiero decir es como la quintaesencia de esta idea de ¡ay!, esos pobres chicos estudiantes secundarios que querían el boleto estudiantil, los agarraron los militares que eran tan malos y los mataron a todos. Esos chicos que querían el boleto estudiantil, además de querer el boleto estudiantil, eran militantes de unas organizaciones, unas agrupaciones que apoyaban a unas organizaciones que estaban a favor de la lucha armada y de todo eso” y haciendo un análisis global de la guerra revolucionaria en la que él participó en calidad de protagonista Montonero se pregunta: “¿Si ganábamos nosotros, las cosas hubieran sido mejores?” “¿nos hubiera gustado vivir en un país donde hubiéramos ganado” y concluye “Yo dudo de que hubiese durado mucho tiempo en un país gobernador por Montoneros”[3].


El ex montonero Martín Caparrós: de vez en cuando incurre en la buena costumbre de contar la verdad.

¿Hace falta agregar más datos y testimonios para proseguir demostrando y confirmando tanto en este como en otros episodios de la historia reciente cómo la mentira oficial se ha impuesto por la fuerza de la repetición propagandística y no como consecuencia de los hechos historiográficos  objetivamente comprobados?.

Desde hace años que el que suscribe ha tomado un intransigente compromiso con la verdad, pero no porque nos consideremos los dueños de la verdad sino porque somos esclavos de la verdad. Y a ella nos remitimos y es a ella a quien nos subordinamos, le guste o no al endemoniado catecismo oficial, que esperamos comience a revertirse en estos nuevos tiempos que soplan en la República Argentina.

Estos y otros mitos son reventados con documentación inapelable en el libro “La Mentira Oficial”, de Nicolás Márquez.
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Citas referenciadas:


[1] LOS ULTIMOS GUEVARISTASLA GUERRILLA MARXISTA EN LA ARGENTINA. Autor: Santucho Julio. Editorial: JAVIER VERGARA

[2] Montoneros. Soldados de Menem. ¿Soldados de Duhalde?. Por Viviana Gorbatto.  Ed. Sudamericana. 1999. Pág. 96, 97, 98.

[3] Montoneros. Soldados de Menem. ¿Soldados de Duhalde?. Por Viviana Gorbatto.  Ed. Sudamericana. 1999. Pág. 327.

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