El uxoricidio de la esposa de un coronel
Paulino Rojas tenía una brillante carrera militar. Combatió en Chile y en Perú a las órdenes de San Martín, y en la guerra con Brasil. Pero un día mató a su esposa: el juicio, la sentencia a muerte y, finalmente, el destierro. Una historia peculiar.Un 15 de agosto de 1796 en la ciudad de Córdoba, nació Paulino Rojas. Con 18 años ingresó como soldado al Regimiento de Granaderos, estuvo en el sitio de Montevideo, lo que le valió los galones de sargento al año siguiente y, en 1816, los de sargento 1º. Se trasladó a Mendoza y cruzó los Andes con el Ejército de José de San Martín. Después de la batalla de Chacabuco obtuvo los despachos de alférez y al año siguiente, ya teniente, estuvo en los combates de Cancha Rayada y Maipú. Pasó luego a Mendoza con el grado de capitán y en 1820 integró la expedición Libertadora al Perú, en la que participó con denuedo y valor.
Ya en 1825 "bajó" a Buenos Aires y participó en la guerra con el Brasil, donde alcanzó el grado de coronel, hasta que en 1828 fue designado comandante de la isla Martín García, de donde pasó en 1829 a la comandancia de Bahía Blanca, adonde llegó por vía marítima en un viaje difícil ya que la nave en que viajaba con su mujer, Encarnación Fierro, con la que se había casado tres años antes, naufragó. El 15 de julio de 1830 recibió orden de entregarle su empleo al coronel Martiniano Rodríguez.
Sin embargo, ese mismo día un lamentable suceso cubrió de luto el hogar: doña Encarnación murió. El 6 de agosto La Gaceta Mercantil anunciaba que “la corbeta de guerra nacional Sarandí conduce en arresto desde la Bahía Blanca, de cuyo establecimiento era comandante, al coronel don Paulino Rojas, acusado de haber muerto el 15 de julio de un pistoletazo a su esposa doña Encarnación Fierro”.
El caso no era fácil ya que no hubo testigos y podía tratarse tanto de un uxoricidio como de un suicido. Finalmente, llevado el caso a la Justicia, el 25 de octubre de 1831, Rojas fue condenado a muerte por homicidio premeditado.
Fue su defensor el doctor Valentín Alsina, quien apeló con un alegato que le dio reconocida fama como letrado y con el que logró evitar la pena máxima. El 5 de abril de 1832, de nuevo La Gaceta anunció que había sido condenado a ocho años de destierro fuera de la Provincia.
El 15 de abril se embarcó para Montevideo y al día siguiente nuestro diario anunciaba que se había alejado "de nuestras" playas el coronel Rojas "en cumplimiento de la sentencia judicial pronunciada contra él, por la muerte de su esposa doña Encarnación Fierro". Antes de su partida a la Banda oriental "dirigió una carta llena del más expresivo reconocimiento a su defensor el doctor don Valentín Alsina, por el celo y lealtad con que desempeñó su clientela. Este testimonio de gratitud iba acompañado del diploma con que el gobierno del Perú premió los servicios del coronel Rojas, incorporándole a la Orden del Sol, y asignándole una pensión vitalicia; dádiva que el doctor Alsina, por consideraciones que le honraban se excusó de admitir”.
No hace falta decir lo que habrán sido los comentarios del nuevo fallo en una sociedad que se dividía en opiniones. Pero al día siguiente de la partida de Rojas, el 17 de abril La Gaceta Mercantil publicaba “el decreto del gobierno exonerando al coronel don Paulino Rojas de la pena de destierro fuera de la provincia, con expresa declaración de que ella no le infiere en manera alguna la menor nota contra su persona, y pudiendo por lo mismo expedito para continuar sin mengua alguna su brillante carrera militar”.
Juan Manuel de Rosas le ofreció acompañarlo en la campaña al desierto, pero su mala salud lo obligó a rehusarse. En octubre de 1833 se vio complicado en la Revolución de los Restauradores, junto al gobernador Juan Ramón Balcarce. En 1835 solicitó pasar a la Banda Oriental, pedido que le fue denegado. Se le dio de baja el 16 de abril de 1835 y con un sumario fraguado fue encerrado en el cuartel del Retiro y condenado a muerte, la que finalmente se verificó el 29 de mayo.
La Gaceta Mercantil
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por favor, haga su comentario || Please, make a comment...